Cultura

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Desayunos del Llamamiento | Movimiento La Dignidad

El próximo sábado 9/11 nos volvemos a encontrar 10 hs para charlar, escucharnos, debatir y compartir ideas acerca de esta coyuntura nacional e internacional y de las acciones próximas que el Llamamiento debería encarar. Nos reuniremos, en grupos de aproximadamente 30 compañeres, con la moderación rotativa de miembros del Consejo Directivo e inscripción previa.  Te esperamos en Bar Big Joe, Av. Corrientes 4656 y Panamá, CABA.

Cultura, Historia

La mega sequía contribuyó a la caída del reino judío en Arabia y al surgimiento del Islam, sugiere un estudio

Restos de la presa de Marib, joya de la corona de la gestión del agua himyarita Crédito: H. Grobe Ariel David – Haaretz Arqueología (16 de junio de 2022) Hace unos 1.500 años, el sur de Arabia se vio afectado por una megasequía de varias décadas, según ha descubierto un nuevo estudio de datos climáticos antiguos. Esto probablemente contribuyó a la caída de un otrora poderoso reino judío que gobernaba grandes extensiones de lo que hoy es Yemen, Omán y Arabia Saudita. La desaparición del antiguo reino de Himyar en el siglo VI y el consiguiente vacío de poder en Arabia pueden haber favorecido el surgimiento y la expansión del Islam en toda la región menos de cien años después, sugiere el artículo publicado el jueves en Science . El descubrimiento de la sequía arroja algo de luz sobre las raíces del caos social y político de la Arabia preislámica , y también suena como una advertencia para los tiempos modernos (si todavía era necesario) sobre cómo el cambio climático puede traer rápidamente incluso la civilización más sofisticada a sus rodillas.  “No estamos diciendo que la sequía fue el único factor, pero puede haber contribuido y amplificado los problemas sociales y económicos existentes, ayudando a crear la tormenta perfecta que condujo a la desaparición de Himyar y al surgimiento del Islam”, dice el profesor Dominik Fleitmann. , geólogo de la Universidad de Basilea en Suiza y autor principal del estudio. El reino himyarita fue fundado a fines del siglo II a. C. en el actual Yemen. Gradualmente extendió su control sobre la mayor parte del sur de Arabia al conquistar los estados vecinos, incluido Saba (o Sheba), el antiguo reino cuya reina de fama bíblica supuestamente visitó al rey Salomón. Durante el siglo IV EC, las élites himyaritas abandonaron sus creencias politeístas ancestrales y se convirtieron al judaísmo, seguidas por un porcentaje desconocido de la población en general. La elección del judaísmo como religión de estado puede haber sido una forma de mantener la neutralidad entre varias potencias regionales rivales: los cristianos del Imperio bizantino y del reino de Aksum en Etiopía, así como los zoroastrianos del Imperio persa. Todos estos poderes observaron el lucrativo comercio de especias de Arabia que enriqueció a Himyar y eventualmente jugaron un papel en la desaparición del reino.Hasta el siglo VI, Himyar logró defenderse de la invasión extranjera, pero alrededor de 525 cayó repentinamente en manos de una fuerza invasora etíope. ¿Pero qué pasó? Los geólogos y arqueólogos curiosos querían saber si había otros factores detrás de la caída. Para responder a esa pregunta, Fleitmann y sus colegas recuperaron datos climáticos antiguos de una estalagmita en la cueva Hoti, en el norte de Omán. Las estalagmitas y estalactitas, que se forman durante miles de años a partir de minerales depositados por el agua que gotea en las cuevas, contienen un registro de precipitaciones pasadas en sus anillos de crecimiento, no muy diferente de los árboles. En años muy lluviosos penetra más agua bajo tierra y la formación crece más: viceversa con años más secos. La cantidad de lluvia también cambia la proporción de isótopos de oxígeno que se encuentran en la estalagmita. Entonces, después de datar los anillos en la estalagmita al observar la descomposición de los isótopos de uranio y torio, los investigadores pueden calcular cuánto llovió en cada año en particular al observar la composición química de las capas de la roca. En el caso de la estalagmita de Omán, que comenzó a formarse hace unos 2600 años, los investigadores encontraron evidencia de sequía severa entre los años 500 y 530. Los niveles de precipitación cayeron a menos de la mitad de su promedio moderno, creando lo que pudo haber sido el peor sequía en el sur de Arabia durante los últimos 10.000 años, dice Fleitmann. Punto de inflexiónEl sur de Arabia recibe anualmente entre 50 y 255 milímetros de lluvia de una combinación de lluvias de invierno y monzones de verano. Eso no es mucho, pero fue suficiente para sustentar la agricultura en la antigua Himyar.De hecho, en el mismo período, había prósperos pueblos agrícolas bizantinos en el desierto de Negev , en el sur de Israel de hoy, que recibe incluso menos precipitaciones. Los himyaritas administraron sus escasas fuentes de agua de manera experta con campos en terrazas y un elaborado sistema de riego, cuya joya de la corona fue la famosa presa de Marib. Construida por los sabeos en el siglo VIII a. C. y luego restaurada y ampliada periódicamente por los himyaritas, esta presa de 650 metros de largo y 15 metros de alto se utilizó para recolectar la escorrentía del monzón y regar campos que cubrían hasta 100 kilómetros cuadrados. Pero incluso estos sistemas avanzados no pudieron sustentar la agricultura en una sequía tan prolongada y extrema. El análisis de la estalagmita de Hoti se ve agravado por registros históricos y datos de otros puntos de Medio Oriente, que nos dicen que la sequía afectó a toda la región, provocando que el manantial de Siloé en Jerusalén se secara en la década de 520 y bajando los niveles de cuerpos de agua desde el Mar Muerto en Israel hasta el lago Neor en el norte de Irán, informan los investigadores. «En ese momento, Himyar posiblemente tenía uno de los sistemas de riego más eficientes y avanzados del mundo, muy parecido al que tiene Israel hoy», señala Fleitmann, y agrega que los hallazgos de su equipo transmiten un mensaje importante para un mundo moderno que enfrenta condiciones de sequía cada vez mayores causadas por cambio climático provocado por el hombre. “A pesar de contar con todas estas tecnologías, siempre llega un momento en el que llegas a un punto de inflexión, cuando el clima es demasiado malo y las precipitaciones son demasiado escasas”, dice. Aksum invadeEl geólogo no cree que la megasequía haya sido la única causa de la desaparición de Himyar, pero dado el bagaje de hambruna, migración, disturbios y conflictos que tales eventos generalmente traen consigo, lo más probable es que haya sido un factor que contribuyó a dejar el reino débil y vulnerable. Por

Cultura, Mundo Judío

ADN de esqueletos medievales en Alemania arroja luz sobre los orígenes de los judíos asquenazíes

Construcción de una rampa de acceso para convertir un granero del siglo XV en Erfurt, Alemania, en un parking. Crédito: Waldman et al./Celda La rara oportunidad de analizar los genomas de los judíos del siglo XIV muestra que una vez hubo dos poblaciones distintas de Ashkenazis. Además: el ‘cuello de botella de la población Ashkenazi’ no fue un episodio, duró 500 años Haaretz | Arqueología (30 de noviembre de 2022) Los orígenes de los judíos Ashkenazi están envueltos en misterio. Sabemos que las primeras comunidades Ashkenazi surgieron en Renania en plena Edad Media, alrededor del siglo X. Pero no está claro cómo y cuándo los judíos llegaron por primera vez al valle del Rin, desarrollando la rica y distinta cultura que eventualmente se extendería por Europa y gran parte del mundo. Los orígenes de Ashkenazim también han sido de interés para los genetistas porque tienen una cantidad desproporcionada de mutaciones genéticas, algunas de las cuales pueden causar enfermedades crónicas o mortales. Ahora, un estudio de ADN arroja nueva luz sobre las raíces de la población Ashkenazi y su historia temprana, que resultó ser más compleja de lo que pensábamos, dice el profesor Shai Carmi, genetista de la Universidad Hebrea de Jerusalén que dirigió la investigación. Carmi y un equipo de investigadores internacionales pudieron extraer ADN de los dientes de esqueletos del siglo XIV enterrados en el cementerio judío de Erfurt, en el centro de Alemania. El estudio en sí mismo es una hazaña rara. En las últimas décadas, los estudios de ADN antiguo han sido innumerables y han revelado mucha información sobre los orígenes y el movimiento de las poblaciones humanas en el pasado. Pero debido a que perturbar los restos humanos es un gran prohibido según la ley religiosa judía, no es frecuente que los investigadores extraigan ADN de los huesos antiguos de los miembros de la tribu. De hecho, el nuevo estudio, publicado el miércoles en la revista Cell , es uno de los dos primeros esfuerzos para secuenciar el ADN antiguo de los restos de judíos Ashkenazi. En otro estudio similar, publicado en agosto, los investigadores extrajeron ADN de 17 cuerpos encontrados enterrados en un pozo medieval en Norwich , y solo se dieron cuenta de que podrían haber sido víctimas judías de un pogrom cuando identificaron mutaciones genéticas típicas de Ashkenazim. En ese caso, la identificación de los cuerpos como judíos, aunque muy probable, permanece sin confirmar. Para el estudio de Erfurt, hay pocas dudas sobre la identidad de los sujetos, ya que Carmi y sus colegas obtuvieron el ADN de 33 personas enterradas en el cementerio judío medieval de la ciudad. Los investigadores recolectaron 38 dientes del cementerio judío medieval en Erfurt, de los cuales extrajeron ADN antiguo de 33 individuos Crédito: David Reich, Universidad de Harvard La comunidad judía de Erfurt existió desde finales del siglo XI hasta mediados del siglo XV, con un breve lapso después de un pogromo de 1349 que casi acabó con toda la comunidad. Después de expulsar a los judíos en 1454, la ciudad construyó un granero encima de su cementerio. Llegado el año 2013, cuando el granero ya no estaba en uso, Erfurt lo convirtió en un estacionamiento, lo que condujo a una construcción adicional y una excavación de rescate arqueológico. Armados con recientes fallos rabínicos que permiten realizar investigaciones de ADN antiguo en dientes desprendidos, los investigadores obtuvieron el permiso de la comunidad judía local para tomar muestras de los restos, que luego se volvieron a enterrar en el cementerio judío del siglo XIX de la ciudad.

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Sobre el cuento Canelones

Alentando la autocensura Por: Héctor Gurvit En estos días un profesor de la Escuela Domingo Faustino Sarmiento de la Provincia de San Juan fue apartado de todos sus cargos por leer el cuento Canelones de Hernán Casciari. La excusa: contenía las palabras culo, poronga y tetas, que no fueron leídas en clase, lo que “alarmó” a ciertos padres que se quejaron y provocaron la sanción. Habíamos sido testigos de la quema de libros. Lo hemos visto en la Alemania Nazi. Allí lo hicieron con aquellos autores judíos y/o comunistas, pero también otros tantos que no dignificaban a la raza aria. Entre los destacados podemos nombrar a Bertlolt Brecht, Karl Marx, Vladimir Lenin, León Trotsky y Rosa Luxemburgo, entre otros muchos. Según se dice, en el museo del Holocausto, fueron 25.000 libros y con un acto central a modo de ceremonia. En la dictadura de 1976, El Proceso de Reorganización Nacional, quemó libros en Avellaneda. Fueron unas 20 toneladas del Centro Editor de América Latina. Hay imágenes que son más que elocuentes. Lo curioso de estas acciones es que quedaron las fotos como testigos de ese “mal entendido” entre los militares y los libros. El hecho sucedió un 26 de junio de 1980 en Sarandí. A corta distancia de la Capital Federal. Los camiones depositaban los libros en la intersección de las calles O’Higgins y Agüero (hoy Crisólogo Larralde) y allí los quemaban. También se censuraron libros, entre los que se encontraban: Un elefante ocupa mucho espacio, de Elsa Bornemann,  Mascaró – El cazador americano – Haroldo Conti. El beso de la mujer araña – Manuel Puig. Queremos tanto a Glenda – Julio Cortázar. El año verde, de Elsa Bornemann. El caso Gaspar, de Elsa Bornemann. La torre de cubos, de Laura Devetach. El pueblo que no quería ser gris, de Beatriz Doumerc. La Ultrabomba, de Mario Lodi. Y como curiosidad se censuró uno llamado “La cuba electrolítica”. Entiendo que la palabra cuba le sonaría peligrosa a algún milico ignorante. No hace falta mencionarlo, pero también se censuraron películas y otras expresiones artísticas que según el criterio militar eran también peligrosas. Ni hablar de autores como Osvaldo Bayer, José Pablo Feinmann, Horacio González y otros. Pero lo que resulta sumamente inquietante en nuestros días de democracia es que se separe de su cargo a un profesor porque leyó en clase un cuento de Hernán Casciari. Se trata de un escritor y periodista largamente premiado, de abundante producción, que fundó la revista digital Orsai, de fama bien lograda y autor de obras de teatro de éxito, entre ellas, “Mas respeto que soy tu madre”, que se mantuvo en teatros de la calle Corrientes con gran éxito. Fue 1º Premio de Novela en la Bienal de Arte de Buenos Aires (1991), el Juan Rulfo (París, 1998) con el relato «Ropa sucia y premio de la Deutsche Welle al mejor blog del mundo (Berlín, 2005). El cuento que el docente leyó se llama Canelones. El original contiene las palabras: culo, poronga y tetas. A algunos padres (acaso unas y unos) no les gustaron. Y una inocente escena sexual que comparada con “Cincuenta sombras de Grey” parece del siglo XIX. En todo caso les recomendaría, a esos padres, que lean, o vean por YouTube, la exposición de Roberto Fontanarrosa en el Congreso de la Lengua de 2004 donde habla de las malas palabras. El profesor leyó una versión reducida que no las contiene. A partir de allí se desarrollaron no pocas bifurcaciones y comentarios a favor, en contra y numerosos escraches. Si el cuento hubiera sido, por ejemplo, “El hambre” de Manuel Mujica Laínez, donde no solo hay violencia sino necrofagia, probablemente no les habría llamado la atención, porque la violencia tiene buena prensa. Y acaso, a estas alturas, Laínez no parece interesarle a nadie. Las cuestiones de género están estigmatizadas en la sociedad. El caso de la abolición del aborto legal y seguro en EEUU es una demostración de que estas cuestiones no parecen tener solución. Es una cuestión no resuelta en la sociedad. En el mundo. Y que no parece que se vaya a corregir, por ahora. Cuando Hernán Casciari, se entera de lo sucedido habla con el profesor, con Juan. El docente se sorprende y se alegra, se emociona e incluso lagrimea ante la situación. Admira al autor. Hernán le pregunta “¿cómo la estás pasando?” y contesta “mal, estoy mal”. El hecho se viralizó, apareció en las redes y ya no hubo forma de mantener cierto cuidado con la visibilización del educador. Se están viralizando, incluso, videos de su adolescencia. Lo han amenazado. Y Juan se pregunta: “¿qué cuento es correcto?” y agrega “tuve que enviar cartas notariales a los medios porque, aunque la escuela quiso preservar mi identidad, no pudo”. Es curioso, porque el problema comenzó cuando algunos alumnos, alentados por el relato, al volver a sus casas, lo trajeron de Internet y lo leyeron completo. Allí es donde aparecen los padres. Una lectura que hace Casciari es que a ese profesor deberían darle una medalla, en tanto alentó a que los alumnos se apasionen con un texto y lo quieran leer. A Juan lo han apartado de todos sus cargos. Al momento de esta nota todavía no le habían notificado nada. A partir de la situación creada, el autor del cuento, llamó a la directora del la Escuela Normal Sarmiento de San Juan, Marcela Herrera, que mostró cierta inseguridad ante lo acontecido. Salvo la de culpar a la víctima pidiéndole que le haga un escrito con lo desarrollado en clase. Casciari trato de ponerse en la piel de la rectora, en cuanto esta situación también la deja en un entorno de desequilibrio emocional. Acaso porque tampoco ella tiene claro qué posición tomar. Lo imagino. No solo habló con la rectora, sino que también llamó a Cecilia Trincado, Ministra de Educación de la Provincia de San Juan, solicitándole que haga algo por el profesor. Que lo proteja, que deberían darle una medalla por el interés que despertó en los alumnos en

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A 79 años del levantamiento del ghetto de Varsovia

A propósito del ghetto Por: Elina Malamud (Adherente del Llamamiento) | Página/12 (19 de abril de 2022) No parecés, me dijeron más de una vez cuando yo explicaba que era judía, y siempre me embargaba la loca o sutil percepción de que esa frase –que hoy día ya nadie repite– pretendía ser un halago… En estas reminiscencias andaba mientras abría el cajón de la mantelería heredada para preparar la mesa del primer séder de Pesaj, la primera cena de las Pascuas judías en las que desde hace tres mil años –día más, día menos– recordamos que fuimos esclavos en Egipto y, por mandato de nuestro dios, transmitimos a las generaciones que nos siguen el relato de aquella epopeya tan discutida y complicada de manera que no nos carcoma el olvido. A los ateos no nos complica repetirlo cada año porque Él, aun siendo novedoso en su concepción de sí mismo, ha sabido adaptarse a los nuevos tiempos de la dialéctica materialista y, aunque mandón e impiadoso, no nos excomulga desde su divina y eterna majestad a cambio de que le sigamos la corriente como si existiera. Me miraba, desde el cajón de marras, el mantel de zephir celaco a cuadros azules y blancos, que mi mamá tendía sobre una larga mesa para servir el chocolate de cumpleaños, en mi infancia lejana. Recordar mi cumpleaños me trae a la memoria que nací apenas un par de años después del Armisticio que se firmó en la madrugada del 9 de mayo, quiero decir de la rendición de la Alemania nazi, del fin de la Segunda Guerra Mundial. Y no fue un tiempo casual. Mis padres cargaban con cierta indolencia para el alborozo y el optimismo, propia de algunos inmigrantes del Este de Europa y, siempre atenciosos a los hechos globales, se negaban a traer más judíos o judías al mundo mientras fueran ciertas algunas noticias de la guerra europea que leerían quién sabe cómo y dónde, con un asombro extraño, escarchado entre el pasmo y la incredulidad. Relaté en varias ocasiones pasajes pavorosos o de prodigiosa valentía sucedidos en aquella guerra, tal vez la más escalofriante de la historia humana. Me viene a la mente la imagen de Lena Gartenstein cerrando, llena de rabia, la puerta de su casa de Varsovia y guardándose la llave en el bolsillo cuando debió trasladarse al ghetto. El 19 de abril de 1943 –fecha de celebración de las Pascuas judías de ese año– oyó, desde el pequeño departamento donde dos muchachas polacas la habían escondido, el estruendo de la rebelión en el ghetto del que había escapado unos días antes; sintió el olor de los incendios y la explosión final que lo redujo a escombros. Cuando todo terminó, salió a la calle y simplemente se puso a caminar, contemplando o sin contemplar las ruinas de Varsovia, ya sin ninguna llave ni ningún mantel a cuadros que pudiera encontrar en un cajón cuando quisiera recordar su pasado. En esta página he instituido memoria de esa guerra, de las rebeliones y también de los judíos que escapaban de otros ghettos para esconderse en los bosques y unirse a los partisanos o simplemente para sobrevivir; de cómo Alexander Pechersky atisbó, tras la arboleda del lager de Sobibor, el humo en el que volaban las almas incineradas de los que acababan de llegar con él al campo de exterminio. Ya los judíos contamos tantas veces la Jurbn –la destrucción–  que acabó con los templos bíblicos y con la sinagoga de Varsovia y siguiendo la tradición de Pésaj, seguimos relatando nuestras grandezas, nuestras tragedias y nuestras rebeliones para mantenerlas en la memoria colectiva. Pero, ¿qué significa guardar la memoria de aquellos años de desquicio de la humanidad que recordamos cada mes de abril cuando evocamos el levantamiento del Ghetto de Varsovia? Ya no es suficiente memorar el hambre, el apiñamiento, la caza del hombre, la tisis y la muerte o la obstinación en sobrevivir y mantenerse humanos. Porque el ghetto no brotó de un huevo sorpresivamente roto. Hubo un camino recorrido por gentes humanas que consideraron más que admisible, tal vez hasta meritorio, avanzar hacia el Este de su casa, con el derecho autoconcedido de vaciar territorios, en una escalada de clasificación del otro con los cánones raciales inventados por el positivismo. ¿Cómo pasó? Sería suficiente volver los ojos atrás para sentir el resentimiento decimonónico de los campesinos ante el abuso señorial, ahogado más que contenido por el pastor luterano y enquistado en sus almas agobiadas, de manera que confundieran la realidad de la explotación con la culpa por propios pecados; aplaudir el empoderamiento de los trabajadores en la socialdemocracia alemana, primera organización obrera de Europa y ejemplo de las que surgirían, pero que aprobó, con nacional patriotismo, los empréstitos necesarios para la Primera Guerra y fue culpable del bárbaro asesinato de Rosa Luxemburgo y Karl Liebknecht. En esa Alemania humillada por el tratado de Versalles, muerta de frío porque el carbón se iba a Francia, el desconcierto ante el futuro, la inflación descontrolada, el elevado costo de vida llevaron a la población al borde de la sublevación. Surgió entonces el dirigente necesario, carismático, que aunque defenestró a la casta —política– y su sistema liberal parlamentario, entró en su juego para destruir la democracia desde dentro, como el peligroso fantoche pelucón que hoy lo imita, practicando sus muecas y sus tonos de voz frente al espejo. Buscó un enemigo que fuera culpable de las pesadumbres del pueblo y lo encontró en el gitano, en el judío, en el que percibía su sexo de manera peculiar, en el que tenía un cuerpo que se salía de las normas, en los adeptos a religiones humanistas o a las artes centenarias, en los propios eslavos y, para ellos, decretó las leyes raciales que justificaban desocupar Europa de esperpentos subhumanos. Armó grupos paramilitares contra las organizaciones obreras, contra los comunistas y los piqueteros que llevaban a sus hijos a las marchas cuando tendrían que estar en la escuela, y con ellos estrenó los protocampos de concentración cuando apenas mediaban

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“Madre, me caso el 22, y no es judío”

Acerca de Alejandra Pizarnik Por: Héctor Gurvit (miembro del Llamamiento) – 21 de febrero de 2022 El día 25 de setiembre de 2021, sábado, en la Ciudad de Avellaneda, se realizó un homenaje a Alejandra Pizarnik. Como parte del acto, se inauguró una placa en la llamada esquina Pizarnik, en Lambaré y Necochea, Quinta Galli, donde vivía con sus padres. En esa actividad participaron personalidades de la Ciudad y organizaciones que nuclean a escritores locales en todos los géneros de la literatura: EDEA (Encuentro de Escritores de Avellaneda), REIA (Reunión de Escritores Independientes de Avellaneda), SADE Sur bonaerense, entre otras. Con palabras de Darcy Tortonese, poeta e investigadora de Avellaneda, quien fuera compañera de la escuela secundaria de Pizarnik, se dio inicio al encuentro con la evocación de momentos emotivos y divertidos de su adolescencia. También hicieron uso de la palabra la poeta Raquel Fernández, la novelista Ana Beatriz Romasco, entre otros y otras. Sin embargo, en esta nota desarrollaremos un perfil poco referido, de lo que fue Alejandra, de su personalidad y algunos datos que muestran otros aspectos interesantes de su vida. Cuando vuelvo a rescatar de la biblioteca las poesías completas de Pizarnik, reflexiono sobre lo que ella pensaba de sí misma, que era gorda, que tenía asma, que tartamudeaba, que tenía en la cara ciertas marcas, producto del acné y la contrastamos con su fotografía, parece que estuviéramos viendo una imagen producida. No se corresponde con su autopercepción. Unos ojos claros, el pelo cortado a la usanza francesa de los años ‘60, el cigarrillo… Creo que fue (cuesta hablar en pasado) una de esas mujeres a las que, los machos en proceso de deconstrucción, les decimos interesante, con signos de admiración. Hubiera sido fascinante poder conversar con ella. Sin embargo, sería un monólogo. No cualquiera le resultaba atrayente. Eran sus amigos: Julio Cortázar, Aurora Bernárdez, Olga Orozco, Ítalo Calvino, entre otros y otras.  Decir que Alejandra Pizarnik es la poeta maldita de la Argentina es ingresar en lo que siempre se dice acerca de su vida. Es preferible pensar a Pizarnik como una mujer compenetrada en sus escritos. La imagino en su casa, en Avellaneda, en Lambaré 114, en su pequeño escritorio de tapa verde, acompañada de lápices de colores y de su máquina de escribir cursiva. Todo lo que se dice de Pizarnik, o los documentales que hablan de ella, lo hacen desde la tragedia. Como si eso fuera lo importante. Es preferible hablar de Pizarnik desde lo que escribe, de lo que ella “piensa” (si vale el tiempo verbal). Y para saberlo, si es que verdaderamente queremos conocerla, hay que leer sus diarios. Hay quienes, aún admirando su poesía, no quieren leerlos. Afirman que es ultrajar su intimidad. Vivió entre 1936 y 1972. Veamos todo lo que pasó en aquellos años. Una enumeración incompleta: Segunda Guerra Mundial. La Shoá. Perón, del 45 en adelante. El mayo francés de 1968. Los Beatles y los Rolling Stone. Los Hippies. La revolución cubana, el Che, Argelia. Aquellos años fueron una avalancha de sucesos que marcaron significativamente la historia del mundo. En ningún pasaje de sus diarios se hace mención a estos ni a otros hechos de su tiempo. Acaso unos tan relevantes como los otros.  En cuanto a mí, se me ocurren cuestiones políticamente incorrectas. A veces la comparo, una caprichosa comparación, con Ana Frank, porque ambas vivieron afuera del mundo. Por su edad, y por lo que escriben, que refieren en contados momentos al drama exterior y sin embargo no dejan de estar presentes. Ambas están afuera, de distinta manera claro, pero afuera. Ambos son diarios. Pizarnik vivía una vida concentrada en la literatura y desconcentrada del mundo. Para ella el mundo se dividía entre los que escriben y los que leen, mas allá no había nada. Pizarnik, como ya lo dijimos, está en sus diarios, unos cuadernillos que fueron escritos para que se lean. De otro modo los hubiera destruido. Hay, en ellos, una oración que resulta reveladora de su relación con el entorno. Dice: “leo la historia del surrealismo, al llegar al capítulo dedicado al marxismo y a la situación social, económica, etcétera de nuestra época, cierro violentamente el libro y lo guardo, me horrorizo de mi falta de interés, no puedo remediarlo, denme al hombre, no a las masas”. Más adelante agrega: “Yo, yo, yo, yo. Soy la mujer más egoísta del mundo. No sólo vivo por y para mí, sino que exijo de los demás que den elementos que en mí no hallo, elementos que se refieren a mí, siempre a mí”. Y en otro tramo: “me parece imposible encontrar belleza en cualquier tema argentino”. Y en 1970, cuando Levingston asume, reemplazando a Onganía dice: “cabe agregar que afuera hubo o hay un golpe de estado o algo parecido”. Veamos ahora lo que Pizarnik pensaba de la poesía: “escribo como puedo, jamás sería capaz de escribir un soneto ni una apología al jardín de esa plaza, jamás sabría componer un alejandrino ni calcular una rima, no lo lamento porque D.M. tampoco podría hacer ninguno de mis poemas. Me sorprende la rima, me sorprende y me disgusta, tiene algo de mágico, algo de melodioso que no carece de atractivo, pero después de Vallejo, todo lo demás, es llanto casual”. La mayoría de los nombres propios, en su diario, se referencian con las iniciales. Y cómo dice ella que escribe. “el método que utilizo para escribir es éste, escribo sin pensar, todo lo que venga de allá, lo guardo. Al día siguiente releo lo escrito y pienso, supero los reparos. Si no fuera por estas líneas muero asfixiada”, y sigue: “cada palabra debe estar llena de polvo, de cielo, de amor, de orín, de violetas, de sudor y de miedo, cada palabra, cada palabra ha de ser gastada, pulida, retocada, sufrida”. Y cuando habla de las sensaciones, de cómo se manifestaba en lo sexual dice: “es muy tarde, estoy excitada, deseo un cuerpo junto al mío, cualquiera, cualquier sexo, cualquier edad, eso es lo

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Purim: ¿Siempre hay motivos para festejar?

Por: Rab. Andy Faur | Página del Judaísmo Laico y Humanista Tengo que confesarlo. Me gustan las festividades judías, sus relatos, sus mensajes, sus costumbres, pero por sobre todo por los valores que de ellas se pueden rescatar: humanistas, progresistas, universales, nobles y ecuménicos. Esto es válido hasta que llega Purim… Con Purim hay un gran problema de identificación para aquellos judíos cuya visión de la cultura judía es laica, crítica, humanista y no sectorial. La historia de la festividad / Meguilat Ester Purim se festeja el 14 y el 15 del mes de Adar (último mes del calendario bíblico, que comenzaba en Nisan) y recuerda la salvación de los judíos (una vez más…) de manos de sus enemigos. Esta vez es del malvado Haman – otra de las sempiternas reencarnaciones del genocida bíblico Amalek y del rey persa Ajashverosh (Asuero), que quisieron exterminar a los judíos que vivían en el Imperio Persa y su capital Shushán. La historia de lo sucedido en Purim (estimada allá por el siglo V a.e.c.) llega a nosotros a través del Libro de Ester, conocida en hebreo como Meguilat Ester, que es parte del Tanaj o Biblia Hebrea (Antiguo Testamento). Ésta aparece como una de las cinco Meguilot, en la última sección del mismo, denominada Ktuvim o Hagiógrafos. La tradición judía desarrolló con el paso de lo siglos la costumbre de leer cada una de estas Cinco Meguilot en una fiesta determinada, cada una con su particular explicación y contexto.De tal modo: Meguilat Ester se lee en Purim, Shir Hashirim (el Cantar de los Cantares) en Pesaj, Meguilat Rut en Shavuot, Meguilat Eijá (Lamentaciones) en Tishá Beav y Kohélet (Eclesiastés) en la fiesta de Sucot. Meguilat Ester, relato corto de solo diez capítulos, narra la historia de Mordejai el judío y su prima (a la que criócomo una hija) la reina Ester y de cómo lograron salvar a los judíos del edicto de exterminio decretado por el Rey Ajashverosh, a la sazón esposo de Ester, elucubrado por su demoníaco asesor Haman. Algunas curiosidades Meguilat Ester es la única parte del texto bíblico, que no aparece en el Canon Palestinense encontrado en Qumrán, más conocido como los Rollos del Mar Muerto. Como el resto de los nombres de los meses del calendario hebreo, también Adar proviene del idioma acadio/babilónico cuyo origen puede deberse al nombre del dios babílonico Ad’er o de la palabra Addaru, que significa oscuro, probablemente relacionada con la época del año en el que se ubica el mes, a finales del invierno boreal. Ishtar , diosa babilónica de la fertilidad y Marduj, dios jefe de los cielos, eran los nombres de dos de los principales dioses del Panteón babilónico de la época. Coincidentemente ambos, tienen un parecido asombroso con los nombres de los héroes de nuestro relato y, casualmente, Hamán era el nombre acadio del Diablo del Infierno… Purim no aparece entre las festividades de la Torá, denominadas Jaguéi Mideoraita y la lectura de Meguilat Ester, al igual que el encendido de las velas de Januká, son parte de las siete Mitzvot Derabanan, siete preceptos decretados por sabios de épocas posteriores. Identificación y Valores Las festividades judías traen consigo una serie de relatos, historias, leyendas y personajes con los cuales los judíos, generación tras generación, se identifican con los mismos. Pero en Purim… ¿Con qué personaje o valor nos podemos identificar en particular?¿Con Mordejai el judío, que lo poco que sabemos de él es que deambulaba por los alrededores del palacio del Rey espiando y chusmeando, hasta su llegada al puesto de visir?¿Con Ester que formó parte del harén del rey persa ocultando su identidad judía, y cuyo verdadero nombre era Hadassa, pero utilizaba el de Ester, nombre persa común entre los judíos más asimilados de las clases altas de Persia de aquellas épocas? Según lo relatado en la Meguilá, Ester era una joven que hacía caso a todo lo que le decían sin dudar o cuestionar, que se sometió sumisamente a los deseos del todopoderoso rey de Persia (que ni siquiera era judío) y se convirtió en su obediente esposa favorita, hasta su valiente “despertar” como judía. Me permito citar fuentes importantes de la cultura judía respecto al tema. En el Talmud de Babilonia, Tratado de Taanit 29:1, aparece lo siguiente: “Cuando comienza Adar, aumentamos las alegrías”.Y en el Libro de Ester: Cap. 9:15 “…y los judíos que residían en Shushán se reunieron el día catorce del mes de Adar y mataron a trescientos hombres en Shushán..”. (9:16) “… y también se agruparon los demás judíos que vivían en las provincias del rey, y pelearon por sus vidas, y tuvieron descanso de sus enemigos luego de haber matado entre los que les odiaban a setenta y cinco mil…”. (9:17) “…el día trece del mes de Adar. Y el día catorce del mismo descansaron y lo hicieron día de fiesta y de alegría…” Una vez que el edicto de muerte del mismo rey Asuero en contra de los judíos fue reemplazado por otro mandato real que permitía a los judíos defenderse y matar a aquellos que quisieran atacarlos, Mordejai se encontraba ya en el lugar de consejero del rey, reemplazando al difunto Hamán y Ester gozaba de los favores del rey que le promete: “… hasta la mitad del reino te será concedida…”. En esta instancia, cuando ambos (Mordejai y Ester) estaban en la cima del poder, no pudieron o no quisieron detener la masacre de miles de persas y otros pueblos dispersos por el reino, que se iban a levantar o se levantaron contra los judíos y que estos, en un acto de autodefensa o venganza (ninguno de estos puntos queda muy claro de la lectura del texto) mataron por millares, incluyendo mujeres y niños… ¿Motivo de regocijo?También los diez hijos de Haman fueron muertos en estos eventos y es ésta la única vez que se los nombra en el relato. ¿Acaso los hijos son también responsables de los actos de sus padres? ¿Fue un acto de venganza o quizás

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Teatro: Edipo en Ezeiza

“Edipo en Ezeiza” hace foco en un proyecto de país y el fracaso de la propuesta colectiva. Excelente pieza, escrita y dirigida por Pompeyo Audivert, se presenta en el Teatro Picadero, Pasaje Santos Discépolo 1857. Por: Liliana Fijtman (para La Tecl@ Eñe) En su texto sobre teatro “El piedrazo en el espejo”, Pompeyo Audivert, autor y director de “Muñeca”, “Trastorno”, co-autor de “El Farmer”, por nombrar sólo algunas de sus obras, sostiene que: “El teatro debe ser la piedra que rompe el espejo. Primero, hasta romper el espejo, el teatro es la piedra, luego de que lo rompe el teatro vuelve a ser el espejo, la piedra sigue su viaje en dirección al centro del misterio a donde van las fuerzas ciegas, el teatro queda en la superficie rota dando cuenta de los restos de una plenitud refleja y a la vez revelando lo que la sostenía como la naturaleza que estaba oculta, paralizada, tras la lápida reflejo. Al romperse el espejo ya nada queda en su lugar, los fragmentos flotan en distintos niveles…” Edipo en Ezeiza tiene las características de las obras de Pompeyo: los cruces entre la obra y la historia del país, la dualidad entre realidad y representación, el lugar y la acción del actor/actriz. La pregunta por la verdad, que es en lo que se puede creer. La dualidad incluso consigo mismo, la duda y desconfianza hacia los otros y también al interior de cada ser. Las obras de Pompeyo suelen ser y esta también lo es, indagaciones. No es complaciente con el espectador, que sale siempre atravesado y tal vez enriquecido con nuevos interrogantes. La fragmentación, la segmentación del discurso que busca descubrir al infiltrado, al traidor disfrazado. Una familia desmembrada, el padre, la madre, el hijo con sus identidades alteradas a partir de un iniciático y terrible picnic en Ezeiza a partir del cual se desmorona todo. Un hecho clave a partir del cual se desarrolla la acción: la vuelta de Perón en el 73 y la masacre de Ezeiza. Así, pone el foco en la tortura, en los interrogatorios, en la forma de actuar y pensar de los grupos de tareas, del robo de bebés. La mentira, el ocultamiento, la duda y la paranoia; la necesidad de esconderse o de cambiar de nombre, de residencia. Un proyecto de país y el fracaso de la propuesta colectiva. Con una puesta interesante y el trabajo serio y convincente de Julieta Carrera, Hugo Cardozo y Francisco Bertín, “Edipo en Ezeiza” se presenta en El Picadero el domingo 21 de noviembre a las 18 horas.

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Januká – una mirada alternativa

Intrigas y poder detrás de la Janukiá: la lucha por el control del tiempo Rab. (laico) Andy Faur | Judaísmo Laico (1/12/2018) ¿Cúales fueron los motivos de fondo que desataron la Rebelión de los Macabeos contra los griegos y los judíos helenizados?. ¿Qué relación hay entre Januká y los Rollos del Mar Muerto?. ¿Cómo influyeron estos sucesos en el judaísmo hasta el día de hoy? Esta nota se basa en conjeturas expuestas por la prof. Rajel Elior del Departamento de Filosofía  judía de la Universidad Hebrea de Jerusalem, que muchos de sus colegas no comparten. La hipótesis de Elior que analizaremos a continuación, que sostiene que los Rollos del Mar Muerto no pertenecen a la secta de los Esenios, se basa en el hecho de que en los propios manuscritos, los “Esenios” como tales, no son nombrados en ningún momento y sólo son conocidos a través de los relatos en griego de Flavio Josefo o de Filón de Alejandría, sin tener ninguna otra fuente o prueba de la existencia de los mismos. Historia y Arqueología: distintas lecturas A partir del año 1947 se descubre uno de los tesoros históricos-arqueológicos más importantes y relevantes para el estudio de los textos sagrados del judaísmo. Son hallados los Rollos del Mar Muerto o de Qumrám, casi mil textos en su mayoría de tinte sagrado, parte de ellos textos bíblicos y parte composiciones de índole sectaria. Según gran parte de los investigadores del tema, estos rollos pertenecen a los Esenios, grupo judío sectario de la época del Segundo Templo, que se retiró a vivir una vida ascética y célibe en la zona de Qumrám, en el Desierto de Judea. Para ser miembro de esta hermética comunidad se necesitaban años de formación y estudio, así como ceder todos los bienes personales a la misma. Estas hipótesis, avaladas por la mayoría de los historiadores del tema, sitúan su existencia entre el s. II a.e.c. (Rebelión de los Macabeos) y el s. I e.c (Destrucción del Templo), que coinciden con las fechas de los eventos que se relatan en esta nota. El antiguo orden y el tiempo En términos históricos/religiosos generales, el orden bíblico antiguo concluye con la conquista griega del Reino de Judea a manos del rey de origen sirio-heleno, Antíoco IV Epifanes en el año 175 a.e.c. Este rey impone un nuevo orden político y administrativo sobre Judea, así como un nuevo calendario de base lunar, contrario al calendario bíblico antiguo manejado por los Cohanim/Sacerdotes del Templo, que era de origen solar. En el orden bíblico, el año comienza siempre en primavera, y su primer mes es el de Nisan (el de la salida de los judíos de Egipto), como se lo denomina en la posterior literatura talmúdica. Como es sabido, en el calendario tradicional actual, Nisan es el séptimo mes del año judío. El calendario que impuso el régimen griego empezaba en el mes Díos – paralelo al mes de Tishrei del calendario hebreo y que cae siempre en otoño. La dinastía de los Cohanim hasta esta época provenía, según la tradición, de los descendientes de Tzadok (de aquí el nombre de Tzdukim/Saduceos), primer Cohén Gadol (Sumo Sacerdote) del Templo y que, de acuerdo a la genealogía bíblica, eran descendientes de Aharón HaCohén y sus hijos. Jonio ben Shimón es el último representante de este antiguo orden sacerdotal. El período de dominio helénico en Judea es una época turbulenta, compleja y de grandes cambios en el judaísmo. Se imponen nuevas reglas, se subvierten tradiciones y normas, y sobre todo, cunde la anarquía a nivel de autoridades y poderes. En esta coyuntura de luchas de poder e intrigas palaciegas, Jasón hermano de Jonio aprovecha un momento político favorable y se hace del cargo de Sumo Sacerdote, apartando del Templo a Jonio y al resto de los Cohanim “históricos”, no sin antes haber ofrecido una importante dádiva a Antíoco IV y comprometiéndose a realizar reformas administrativas, impositivas y por supuesto imponer a sus súbditos el nuevo y helenizado calendario lunar. Es importante remarcar que éste no era un capricho de Antíoco o de algún movil antijudío en especial, sino que era parte del nuevo orden administrativo imperial para cobrar impuestos en forma sistemática y realizar eventos importantes del calendario griego en todos sus dominios. Es sabido que parte de los Cohanim de la dinastía bíblica estaban dispuestos a cierta cooperación en temas administrativos e impositivos con los griegos, pero por ningún motivo estaban dispuestos a cambiar la herencia del calendario solar. El Templo, desde tiempos inmemoriales funcionaba de acuerdo a éste y cambiarlo representaba para ellos una transgresión al orden divino, imposible de aceptar. Este hecho, dramático por cierto, logra que por primera vez después de casi mil años de continuidad, se rompa este antiquísimo orden y alguien externo al manejo del Templo nombre al Cohén HaGadol, en contra de la antigua tradición bíblica. A partir de este antecedente, el importante cargo de Sumo Sacerdote del Templo de Jerusalem ya no se transmitirá en forma dinástica, sino que estará supeditado a negociaciones, conspiraciones y constelaciones políticas determinadas. Jasón dura tres años en el puesto, le sucede Menelao y finalmente Alkemos, estos dos últimos nada tenian que ver con la dinastia sacerdotal antigua. Estos son los tres sacerdotes conocidos como los “Sacerdotes Helenizados”, que ocuparon el puesto de Sumo Sacerdote entre el 175 y el 159 a.e.c. La rebelión de los Asmoneos/Macabeos y las luchas por el poder En los años 168/167 a.e.c., Antíoco Epifanes impone por la fuerza restricciones a los ritos básicos judíos de aquellos tiempos (obligar a comer cerdo o prohibir el estudio de la Torá, la realización del Brit Mila o el cumplimiento del Shabat), con la clara intención de helenizar a la población bajo su dominio, es decir asimilarlos por la fuerza a la cultura y las costumbres griegas. Los “sacerdotes helenizados” no sólo cooperan con la ejecución de dichas imposiciones sino que tambíen profanan el Templo con prácticas paganas y rituales contrarios a la tradición judía. Judíos helenizados (que es interesante mencionar que componian la mayor parte de los pobladores de Judea de entonces), Templo profanado y sacerdotes corruptos que impusieron y llevaron a la práctica tambíen el nuevo calendario griego, son el trasfondo turbulento en donde se gesta la Rebelión Macabea (167-164 a.e.c.). En una primera etapa, luego de tres años de lucha tenaz

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