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Comunicados y Declaraciones, Mundo Judío, Portada

Repudio a la invitación por parte del Congreso Judío Latinoamericano (CJL) de la congresista colombiana Astrid Sánchez Montes de Oca

Declaración conjunta del Movimiento por la Paz, la Soberanía y la Solidaridad entre los Pueblos (MOPASSOL) y el Llamamiento Argentino Judío El Congreso Judío Latinoamericano (CJL) organizará en Buenos Aires el próximo 15 de julio un encuentro vinculado a la lucha contra el terrorismo, en el marco del aniversario del atentado terrorista del 18 de julio de 1994. Su sede será el Parlamento argentino.  El Congreso Judío Latinoamericano agrupa a las organizaciones que se identifican con los sectores más conservadores de las colectividades judías de la región. Coherente con esa relación geopolítica, la legisladora colombiana Astrid Sánchez Montes de Oca ha sido invitada el encuentro del CJL a pesar de ser la presidenta del Partido de la Unidad, una formación política uribista, cómplice de la represión sangrienta que sufre el pueblo colombiano. Montes de Oca ha sido una de las legisladoras que impidió que prosperara  la moción de censura  contra el Ministro de Defensa, Diego Molano, uno de los responsable de los crímenes de lesa humanidad que continúan ejecutándose en su país. El voto de Montes de oca le permitió al actual titular de la cartera de Defensa darle continuidad a la masacre que contabilizó el día de ayer, 11 de julio, su víctima número 51.Quienes colaboran con su voto a la impunidad del Terrorismo de Estado que sufre la población colombiana, deben ser repudiados internacionalmente. En este marco, resulta inaudita su presencia en una reunión donde supuestamente se tratan temáticas respecto a la violencia terrorista en todas sus formas. Repudiamos la presencia de la congresista e invitamos a los legisladores y legisladoras invitados a la convocatoria del CJL a solidarizarse con las miles de víctimas generadas por la represión que sufre el hermano pueblo colombiano, luego de dos meses de protestas, ahogadas en forma criminal por el Estado colombiano.  Quienes brindan autorización e impunidad para la represión de un pueblo indefenso ¿Qué autoridad moral pueden ejercer en un foro donde se abordan temáticas ligadas al terrorismo? Paola R. Gallo, Copresidenta  del MOPASSOLMarcelo Horestein, Presidente Llamamiento Argentino Judío Andrea Vlahusic, Copresidenta del MOPASSOLPablo Gorodneff, Secretario General Llamamiento Argentino Judío

America Latina, Comunicados y Declaraciones, Mundo Judío, Portada

El Llamamiento Argentino Judío adhiere a la denuncia de estas instituciones judías hermanas de Brasil

LAS EVIDENCIAS DE QUE UN CRIMEN DE GENOCIDIO CONTRA LOS PUEBLOS INDÍGENAS ESTÁ OCURRIENDO EN BRASIL, CONVOCA A LAS INSTITUCIONES JUDÍAS BRASILEÑAS, EN DEFENSA DE LOS DERECHOS HUMANOS, QUE FIRMAN ESTE DOCUMENTO A BUSCAR AYUDA INTERNACIONAL Nuestra memoria está marcada por las experiencias de persecución y de resistencia de nuestros antepasados. La generación de nuestros padres y abuelos sufrió acciones sistemáticas del Estado con el objetivo de exterminio. Ante los horrores del Holocausto, el Derecho Internacional pasó a reconocer el crimen de genocidio, definido como acciones que tienen como objetivo destruir, en el todo o en parte, a un grupo nacional, étnico, racial o religioso. Para nosotros, el lema “qué nunca más se repita” quiere decir que el genocidio no puede acontecer contra ningún pueblo y en ninguna circunstancia. Los ataques a los pueblos originarios de Brasil se iniciaron con la colonización. Diversas violencias, asesinatos y epidemias fueron los aspectos más llamativos de los sucesivos intentos por diezmar a sus pueblos. En nombre de un supuesto avance y progreso, el proyecto de construcción del Estado brasileño subyugó a la diversidad de los pueblos indígenas. Sin embargo, en la década de 1980, en el contexto de la emergencia de un nuevo movimiento de lucha y expresión de sus valores culturales y con el fin del período dictatorial, hubo la consolidación de los derechos indígenas en la Constitución Brasileña de 1988. La conquista de derechos formales no interrumpió las agresiones a esos pueblos. En el actual gobierno, los ataques se intensificaron y vienen sucediendo en varios frentes simultáneamente, evidenciando la intención de genocidio y de destrucción del Medio Ambiente ya anunciada por Bolsonaro durante la campaña electoral. El presidente vetó partes de la ley de asistencia, impidiendo el acceso de comunidades indígenas al agua potable e insumos médicos durante la pandemia. Hay proyectos de ley en pauta, retirando derechos constituidos (PDL 177/2021; PL 490; PL 2159/21), que permiten extinguir la demarcación de tierras y favorecer emprendimientos destructivos de los territorios y otras áreas de conservación. Sistemáticamente ocurren invasiones de ruralistas, buscadores de minerales y piedras preciosas en sus tierras, conduciendo al hambre, promoviendo la transmisión de enfermedades como el Covid- 19 y la Malaria, la contaminación de los ríos, deforestación, quemadas, violencias y asesinatos de indígenas. En lugar de castigar a los agresores, el gobierno promueve el desmantelamiento de órganos de fiscalización y defensa de derechos de los indígenas. Están ocurriendo denuncias de desvíos de vacunas y despidos de funcionarios en los distritos especiales de salud indígena, así como intentos de criminalización de los liderazgos indígenas por denunciar los ataques a los que las comunidades están siendo víctimas.1 El movimiento indígena sigue resistiendo bravamente. ¡Nosotros podemos ayudarlos en esa lucha! Es inexorable la necesidad de reforzar la presión internacional para que Jair Bolsonaro sea investigado y juzgado por el Tribunal Penal Internacional. Nos colocamos a disposición para más informaciones y reforzamos el pedido: ayuden a divulgar esta carta y a presionar sus gobiernos y medios de comunicación a posicionarse por el fin del genocidio indígena en Brasil. 1 https://apiboficial.org ; https://iris.paho.org/handle/10665.2/52948 ; https://www25.senado.leg.br/web/atividade/materias/-/materia/148785 ; https://www.camara.leg.br/proposicoesWeb/fichadetramitacao?idProposicao=345311 ; https://www.camara.leg.br/proposicoesWeb/fichadetramitacao?idProposicao=2279486 FIRMANTES: Associação Cultural Mordechai Anilevitch de São Paulo ACMA Associação Cultural Moshe Sharett Associação Janusz Korczak do Brasil Associação Scholem Aleichem – ASA Avoda Brasil Casa do Povo Centro Cultural Mordechai Anilevitch – CCMA Judeus pela Democracia do Rio de Janeiro – JpD Judias e Judeus pela Democracia SP – JpD-SP Meretz Brasil Movimento de Mulheres Judias Me Dê Sua Mão Museu do Holocausto de Curitiba Núcleo Interdisciplinar de Estudos Judaicos da UFRJ – NIEJ Observatório Judaico de Direitos Humanos no Brasil – OJDHB

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El gran rabino de Israel se encoge de hombros ante las matemáticas y los estudios científicos como ‘tonterías’

Rab Itzjak Yosef en 2015. Crédito: Haaretz Sam Sokol | Haaretz (30 de junio de 2021) El rabino jefe sefardí Yitzhak Yosef pidió a los jóvenes ultraortodoxos que eviten la educación secular esta semana, declarando que el plan de estudios básico del Ministerio de Educación de matemáticas, ciencias, inglés y otras materias clave era «una tontería» y se jactaba de que nunca se graduó de la escuela secundaria. Los comentarios de Yosef se dieron durante una serie de conferencias pronunciadas durante los últimos días, que fueron informadas por el sitio web de noticias ultraortodoxo Kikar HaShabbat. “Bendita la persona y bendita la porción de quien conoce los puntos de vista correctos. Él sabe que no hay nada como la sagrada Torá, esta Torá está por encima de todo ”, fue citado diciendo. «Si le preguntan a un estudiante ‘a dónde quieres ir, a una escuela secundaria de yeshivá oa una yeshivá sagrada’, no hay duda», declaró, y explicó que en una yeshivá ultraortodoxa los estudiantes pueden sentarse y estudiar Torá «. sin un plan de estudios básico, sin todas estas tonterías «. Yosef, que estudiaba exclusivamente en yeshivas, parecía orgulloso de su falta de educación secular. “Yo mismo, ¿estudié el plan de estudios básico? ¿Terminé la escuela? Hasta el día de hoy no tengo diploma, ni certificado de matriculación ni diploma. ¿Me perdí algo? Es una tontería, lo principal es nuestra Torá ”. Las facciones ultraortodoxas de Israel, incluido el partido Shas, fundado por el padre del rabino principal, el rabino Ovadia Yosef, han pasado las últimas semanas atacando al nuevo gobierno por su apoyo para ampliar el acceso a los estudios seculares y otras políticas a las que se opone la comunidad religiosa de línea dura. Durante la última década, los partidos haredi se han convertido en firmes aliados del recientemente derrocado Primer Ministro Benjamin Netanyahu . A cambio, han disfrutado de un monopolio continuo sobre varios temas de política interna relacionados con la religión y el estado, así como una exención para los hombres haredíes del reclutamiento militar obligatorio de Israel y la autonomía funcional de sus escuelas.  Su ausencia del gobierno actual puede cambiar el status quo actual. Yosef tiene un historial de comentarios incendiarios, que incluyen pedir a los judíos ortodoxos que eviten que sus hijos pasen tiempo con parientes seculares, declarar que a los no judíos se les debe prohibir vivir en la Tierra de Israel de acuerdo con la ley judía y comparar a los negros con los monos. También ha comparado a las mujeres que no se visten de acuerdo con los estándares religiosos de modestia con los animales. Su difunto padre, el ex rabino principal Ovadia Yosef, también era conocido por sus controvertidas declaraciones, entre ellas que el huracán Katrina fue «la retribución de Dios» por el apoyo estadounidense a la retirada de Gaza de 2005 y que los gentiles «nacieron sólo para servirnos». La posición de Yosef se opone a la de su hermana Adina Bar-Shalom, una educadora ganadora del Premio Israel que fundó el ahora desaparecido Haredi College of Jerusalem, la primera institución ultraortodoxa de educación superior del país, en 2001. 

Europa, Historia, Portada

Barbarroja, del exitismo a la derrota

Por: Guillermo Levy | Página/12 (28 de junio de 2021) En estos días, ochenta años atrás, se producía una de las más audaces irrupciones bélicas de la historia de la humanidad. Más de cuatro millones de hombres penetraron la enorme línea de frontera entre la Unión Soviética y los territorios ocupados por los nazis en Europa oriental para iniciar bajo el nombre de “Operación Barbarroja” el intento de aniquilar con la violencia más brutal a la Unión Soviética. Bajo la figura étnico-política de “judío-bolchevique”, la URSS representaba el conjunto de todo lo que podía figurarse como enemigo de Alemania: el comunismo y los judíos. La URSS era la expresión perfecta de esa simbiosis a aniquilar. La destrucción de la URSS y la desaparición del comunismo era la ambición, el deseo explícito de todo el capitalismo en su versión liberal democrática o en su versión fascista. El fin del comunismo se había convertido entrado el siglo XX en el rector de toda la política internacional de Occidente. En ese punto, los nazis venían a animarse a cumplir el sueño de muchos otros. Los millones de hombres de la operación Barbarroja no eran solo alemanes, más de un millón eran de otras nacionalidades que iban por la misma épica de destrucción del enemigo común: húngaros, rumanos, españoles franquistas, italianos, eslovacos, croatas, entre otros. Stalin desoyó los informes que avisaban una inminente invasión y la Alemania nazi entró triunfal en el territorio de la URSS en la madrugada del 22 de junio con el objetivo de llegar antes del fin del verano a Moscú y cambiar en serio la historia de la humanidad. En ese verano de 1941, con Japón avanzando en el Pacífico, Europa casi controlada por los nazis y la URSS a punto de ser derrotada, la reconfiguración del mundo en nuevos términos que obligaría a los EEUU y Gran Bretaña a aceptar duras condiciones en una reorganización planetaria, no estuvo tan lejos: la emancipación de la humanidad por medio del socialismo o el triunfo de la democracia liberal estaban en su horizonte más oscuro y lejano desde aquel 22 de junio. En semanas, las tropas nazis y sus aliados avanzaron firmemente. Las tropas soviéticas retrocedian o se rendían y todo parecía demasiado sencillo. Si bien los nazis entraron a Polonia matando y violando toda convención de guerra, la primera política estatal de exterminio sistemático no se dio en Polonia ocupada sino en la Unión Soviética: no fue ocupar sino aniquilar, alimentarse sobre el terreno pero con un salto cualitativo en la historia. De la orden inicial de asesinar a toda la “inteligentzia judeo-bolchevique”, o sea a todos los que tuvieran un rol aunque sea mínimo de dirección local, partidaria o comunitaria, se pasó a los pocos días a la orden de aniquilar a “toda la población judía”. El nazismo, ese 22 de junio y no antes, hizo su bautismo de fuego en la guerra como estado genocida. Durante los seis años previos a la guerra, el plan de eutanasia en Alemania permitió asesinar a decenas de miles de discapacitados físicos y enfermos psiquiatricos bajo la idea tan descarnadamente neoliberal de que el estado no puede derivar recursos en personas improductivas, y bajo la idea de eliminar vidas que no merecen ser vividas. Todo esto fue en silencio y antes de la guerra. Los campos de exterminio en Polonia, que se poblaron de personal que actuó en el plan de eutanasia construido con la misma gramática años antes, empezaron a funcionar cuando ya se había aniquilado a toda la población judía de la URSS que no logró escaparse o reclutarse en el ejercito soviético. Cuando la derrota de Moscú en el invierno 41-42 cambiaba el clima de euforia por el de preocupación, cuando la guerra se les empezó a complicar, apareció la decisión de aniquilar a toda la población judía europea. Para ese entonces, los judíos soviéticos ya habían sido exterminados junto a casi un millón de dirigentes y militantes comunistas de todas las escalas. Una división especial de las SS junto a colaboradores locales reclutados entre nacionalistas católicos anticomunistas se encargó entre finales de junio y noviembre de 1941 de asesinar mediante fusilamientos –en el borde de fosas comunes cavadas por las mismas víctimas– a cerca de 2 millones de personas. Un millón y medio de judíos fueron aniquilados en estos pocos meses en la URSS ocupada. Las comunidades judías de Ucrania, Lituania, Estonia, entre otras que tenían siglos de vida judía, fueron totalmente aniquiladas en pocos meses. Miles de cartas de soldados alemanes en el frente ruso les contaban a sus familiares la aniquilación de los judios. “Cartas de la Wehrmacht” compilada por Marie Moutier o el extraordinario trabajo “La guerra alemana” de Nicholas Stargartd muestran, entre otros, de forma contundente cómo, algunos con alegría, otros con resignación y otros con indiferencia, que los millones de jóvenes alemanes en el frente soviético contaban la aniquilación de judíos junto con preguntas sobre sus familiares o comentarios sobre la comida o promesas de amor a sus amadas. La información del aniquilamiento sistemático de los judíos de la URSS circulaba por la población civil alemana, en donde casi todas las familias tenían un hijo, sobrino, nieto o amigo en el frente ruso. Todavía la maquinaria de exterminio industrial en Polonia no había arrancado. El triunfalismo de 1941 cedió a una preocupación en el invierno de 1941/42 con tropas desgastadas, muertas de frío, que sabían que el final no estaba tan cerca. El pueblo soviético resistió e impidió la caída de Moscú y el triunfo del nazismo sobre buena parte de la humanidad. En agosto de 1942, Hitler sorprendió. En vez de volver sobre Moscú, fue al sur, a Stalingrado. En la batalla quizás más importante de la historia de la humanidad, la URSS resistió hasta que los refuerzos inagotables en tropas venidas de Siberia dieron vuelta la ecuación cuando otra vez el invierno del 42 se acercaba. Los primeros días de enero de 1943, la rendición alemana en Stalingrado fue sin dudas el comienzo del

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INTERNAS DERECHAS

Por: JORGE ELBAUM | El Cohete a la Luna (27 de junio de 2021) Las querellas al interior de la coalición de Juntos por el Cambio están atravesadas por enconos indisimulados, desconfianzas insuperables y competencias por sobrevivencias políticas futuras. Los forcejeos preelectorales evidencian más de lo que ocultan. La disputa de fondo entre Mauricio Macri y Horacio Rodríguez Larreta encolumna al resto de los socios en una puja que empieza a exhibir el verdadero perfil de sus integrantes y la impronta que los vio nacer como formación política. Mientras el ex Presidente se aferra a la conformación de una red de contención que le permita defenderse de los variados delitos cometidos, el actual jefe de gobierno busca pasteurizar su candidatura del 2023 tirando por la borda los lastres que puedan potencialmente contaminarlo. El fundador del PRO logró ponerlo en palabras, sin excluirse: “En el cierre de lista se ve lo peor, las miserias humanas”. Las huestes cambiemitas se enfrentan a un calendario electoral complejo, salpicado de zancadillas y cuentas cruzadas que empiezan a ser conocidas. Lo que está en disputa, en términos estructurales, es: La posibilidad de que Mauricio Macri sea abandonado a su suerte en las causas vinculadas al Correo, al espionaje perpetrado desde la AFI durante su gobierno, a los vínculos con Odebrecht, el Meinl Bank y los negociados con los parques eólicos. El contacto privilegiado con los poderes fácticos, que incluyen a la Justicia federal, las corporaciones y los vínculos con la embajada de Estados Unidos. El protagonismo frente a la trifecta mediática conformada por los grupos Clarín, La Nación e Infobae, encargados de llevar a cabo la campaña electoral opositora. Estos tres ejes encauzan el conflicto de Juntos por el Cambio a nivel nacional aunque se expresan en forma prioritaria en dos distritos: la Provincia de Buenos Aires y la ciudad gobernada por Larreta. Mauricio Macri respalda a su primo Jorge –intendente de Vicente López– con el objeto de coartar el desembarco de Diego Santilli, delfín de Larreta, que busca posicionarse en el territorio donde se disputa un tercio de los sufragios nacionales. La última reunión de sus máximos dirigentes se llevó a cabo el último miércoles en el coqueto salón palermitano conocido como Galpón Milagros. Del cónclave participaron los cuatro socios medulares de la coalición: el PRO, la UCR, la Coalición Cívica y el Peronismo Republicano. El desenlace de ese encuentro supuso una triunfo circunstancial para el ex Presidente, quien logró imponer cuatro medidas destinadas a debilitar las ínfulas de Larreta, pavimentadas desde hace un año y medio por la trifecta mediática. Se decidió que la estrategia electoral en la Provincia de Buenos Aires sea resuelta por las autoridades partidarias del distrito: el triunvirato que conforman el primo Jorge junto a Maximiliano Abad –titular del radicalismo residual bonaerense– y el jefe de los lilitos, el senador provincial Andrés de Leo. Esa medida, impuesta por los Macri, se diseñó para impedir que Santilli atraviese de forma cómoda la General Paz. Si quiere jugar, le notificaron, deberá competir en unas PASO contra el candidato de los Macri y/o del radicalismo. En esa lista están anotados el neurólogo Facundo Manes, Elisa Carrió y Emilio Monzó, entre otros. Con ese mismo cometido se recomendó que los dirigentes con responsabilidad de gestión no se presentaran como candidatos este año, lo que supone un segundo dardo contra el larretismo, que promueve a su vicejefe, quien sustenta –además– el cargo de máximo responsable de la seguridad metropolitana. La tercera disposición también tuvo un destinatario preciso: contra la opinión del jefe de gobierno porteño, se resolvió darle continuidad al nombre de la coalición (Juntos por el Cambio). Larreta pretendía modificar la marca para transmitir la sensación de renovación y mayor amplitud, refrendada con la incorporación de nuevos socios. La frustración de los larretistas fue indisimulable: se les cercenó –en pleno Galpón Milagros– una puesta en escena de alternativas de nombres para la alianza, que incluía la presentación de logotipos, isologos y merchandising al tono. La cuarta resolución también tuvo como víctima al larretismo: se dispuso que las direcciones distritales decidirán un piso porcentual alto para aquellos que quieran participar en las PASO de la coalición. La traducción de esta medida es la cuasi exclusión de potenciales aliados con los que negociaba el larretismo para figurar un maquillaje de amplitud. De esta manera, José Luis Espert, Margarita Stolbizer, Ricardo López Murphy y Javier Milei se verán obligados a competir por fuera de las listas cambiemitas, con el riesgo de restarle algunos porcentajes de votos al macrismo. Subterfugios en debate Los argumentos con los que se esconde el conflicto de fondo remiten a que Jorge Macri considera que la estrategia de Larreta es apresurada: asegura que 2023 es una fecha lejana y que ahora hay que consolidar la coalición existente. El intendente de Vicente López insiste en que debe imponerse un candidato de unidad provincial al tope de la lista de candidatos a diputados y que una PASO entre él, Santilli, Monzó y Manes sólo debilitaría el entramado presente y futuro. La contienda es tan evidente que los primos tomaron la decisión de unirse al radicalismo –llevando como candidato a Manes– en el caso de que Santilli decida desembarcar en territorio bonaerense: la sobrevivencia de Mauricio, señalan en el entorno de Patricia Bullrich, es más relevante que el potencial derrotero de Larreta a las presidenciales de 2023. Existen dos escenarios, graficó un consultor que colabora con la estrategia del ex Presidente: la de máxima, volver a ser candidato en el ‘23; la de mínima, condicionar a Larreta para que su potencial triunfo esté amarrado a las decisiones de quien se considera el cofundador del espacio junto a Ernesto Sanz y Lilita Carrió. En otras palabras: Mauricio Macri no está dispuesto a tolerar –sin dar batalla– ningún triunfo electoral de Horacio Rodríguez Larreta en 2021 que lo potencie como candidato natural para 2023, posición que se reserva para sí. La disputa incluye al territorio porteño, donde el Hada Buena ha sido recibida con loas por Larreta. La decisión de

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Carta de intelectuales: el sentido desestabilizador de un texto desesperado

Por EDGARDO MOCCA| El Destape (26 DE JUNIO 2021) Un texto político escrito por un conjunto de personas que trabajan en la cultura podría ser un buen motivo de conversación política. En el caso del texto recientemente publicado por los intelectuales macristas, podría haber sido, pero no fue. Un texto que le reclama al macrismo que se ponga los pantalones para enfrentar al oficialismo en nombre de las instituciones, la democracia, etcétera, no tiene por dónde ser “discutido”. Pero un texto como éste, sin mayor interés, puede también ser pensado desde su contexto. Los intelectuales salen a “llenar un vacío”. ¿Por qué? Porque los políticos de Juntos por el Cambio están todo el tiempo arreglando sus cuestiones internas y dejan de lado las urgencias que vivimos, que -como todo el mundo sabe- son los peligros de que el peronismo gane las próximas elecciones y después destruya las instituciones democráticas. Entonces, los demócratas y patriotas tienen que reaccionar “desde fuera de la política” o por lo menos desde fuera de los partidos políticos. ¿Desde dónde emana la posibilidad de reivindicar ese trato con la política desde fuera de sus antros, cargados de intereses personales y cálculos burocráticos? La posibilidad consiste en que quienes escriben son “intelectuales”. Se podría discutir por qué una científica, un actor de televisión o un escritor son más intelectuales que un político, y sería muy difícil explicarlo. Pero no entremos allí porque nos iríamos de tema. El hecho es que la amplia diversidad de los oficios de quienes firman el documento reconoce, sin embargo, un rasgo común: la gran mayoría de ellxs son personas de una importante exposición mediática; la televisión los ha reclutado de una manera u otra. No hay reproche en esta constatación. No se discute ni el derecho a expresarse, ni las condiciones intelectuales de cada uno. No se habla aquí de derechos de opinión, se pretende explicar un hecho, no de impugnarlo o justificarlo. Y el hecho es que un grupo de personas, mediáticamente conocidas toma el lugar de la política, es decir el lugar de lo universal que tiene preminencia por sobre lo corporativo. Las personas notables en los medios de comunicación tienden a ocupar un lugar central en la política desde hace, por lo menos treinta años en nuestro país y en todo el mundo. No hay en eso ninguna novedad. Si hay una novedad está en la dramática urgencia de los enunciados del pronunciamiento y en el reclamo a “los propios” de ponerse a la altura de esa urgencia. Preocupación e impaciencia porque desde la estructura de Juntos por el Cambio se difunde el espectáculo de las internas al rojo vivo y de amplia difusión, lo que, combinado con los propósitos autoritarios del oficialismo que se denuncian en el texto, conforma un escenario de peligro. Es un grito de alerta surgido desde fuera del sistema político institucionalizado: ¡basta de internas porque la democracia está en peligro! Este contenido se hizo gracias al apoyo de la comunidad de El Destape. Sumate. Sigamos haciendo historia. SUSCRIBITE A EL DESTAPE  Vamos a dejar de lado el obvio sentido propagandístico-partisano (y visiblemente absurdo) de este grito. Tomémoslo en serio por un momento. ¿Cuáles podrían ser las consecuencias políticas de este pronunciamiento político? Básicamente serían dos: la corrección de la política opositora o la indiferencia. La primera luce bastante problemática: salir del territorio de las internas cuando se están disputando las listas electorales no es, ciertamente, algo previsible. Pero supongamos que pudiera ocurrir. ¿Cuál sería la forma de expresar consciencia ante la grave amenaza? Pues sería recuperar lo que, por lo visto, los firmantes consideran el nudo esencial del drama político, es decir la decisión a enfrentar el ansia de poder autoritario del Frente de Todos. ¿Y cómo se haría esto? Si las internas deben ser corridas del centro, ¿cómo se alcanzaría el objetivo de la defensa de la democracia? Dicho de otro modo: cómo se hace en general para enfrentar un proceso de conquista autoritaria del poder de otra manera que no sean los votos. La pregunta nos remite a la historia. ¿Cómo se resolvió históricamente en Argentina el problema de la vigencia de proyectos “autoritarios”, “populistas”, “personalistas”, apoyados por amplias mayorías en las urnas? Bueno, todos sabemos cómo. Hace unos días se cumplió un nuevo aniversario del día en que los aviones que tenían inscripta la frase “Cristo vence” procedieron a comenzar la demolición del gobierno de Perón, sin darle la mínima importancia a las vidas que el acto terrorista (el mayor de nuestra historia) se cobró. No se permitió, así, que el populismo cumpliera sus terribles designios.  El término “intelectual” parece contagiar prestigio a las personas que así son designadas o se designan a sí mismas. Además, a la hora de defender la patria y la democracia, parecería que no hay nada mejor que los intelectuales. Porque, como se sabe, a ellxs no les importan los votos ni los cargos, no tienen preferencias partidistas sino obsesiones patrióticas, no usan las armas sino la inteligencia. En fin, son la civilización en tanto tal… Si hasta dan ganas de expresar solidaridad con los candidatos del Pro que se sacan los ojos por encabezar la lista en capital o en provincia. Finalmente ellos están efectivamente apostando por la democracia. Quieren (por lo menos por ahora) que los votos decidan el futuro del país. El documento intelectual es un acto de propaganda. Eso no tiene nada de censurable. Como tampoco es censurable que surjan voces ajenas (o más o menos ajenas) a los partidos que intervengan en el debate público. El problema, en este caso, es, ni más ni menos, el contenido de la intervención. No por lo que dice que, hay que insistir, no tiene casi ninguna importancia. Sino por lo que no dice. Lo que no dice es qué hacemos si no podemos evitar lo que queremos evitar en la próxima elección legislativa. Porque elecciones va a haber. Y una probabilidad es que las gane el oficialismo. ¿Y entonces? ¿Dejamos que el país se convierta en Venezuela, o en Bielorrusia o

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La deuda, siempre la deuda

Por: Carlos Heller | Tiempo Argentino (26 de junio de 2021) (Dip. Nac. Frente de Todos. Presidente P. Solidario) Uno de los temas a destacar esta semana es el favorable acuerdo que alcanzó el equipo económico argentino con el Club de París, un conglomerado de acreedores de Argentina, dentro de los cuales Alemania y Japón concentran más del 60% de la deuda. Esta había sido reestructurada en el año 2014. A partir de ese entonces, se abonaría el monto adeudado durante los cinco años subsiguientes. Pero durante la gestión macrista se incumplió el pago de la última cuota en 2019, decisión que generó un aumento de los intereses al 9% anual. Se adeudan 2450 millones de dólares que vencen a fines del mes próximo. Luego de las negociaciones que encabezó el ministro Martín Guzmán en estos días, se acordó hacer frente a solo 430 millones de dólares en dos cuotas, en julio de este año y febrero de 2022, lo que implica un alivio financiero de aproximadamente 2000 millones de dólares hasta marzo de 2022, cuando se espera llegar a un acuerdo más permanente. Por su parte el FMI, el otro organismo con el cual la Argentina planea reestructurar la deuda de 45 mil millones de dólares que heredó, avaló el acuerdo alcanzado con el Club de París y adelantó que espera reunirse con el equipo económico argentino en el marco de la cumbre que realizará el G20 el mes próximo. No hay que perder de vista el sendero que viene recorriendo el actual gobierno en materia de alivio de deuda. Una tarea que implica convertir en posible de administrar un esquema de endeudamiento que era imposible de afrontar. En palabras del presidente Alberto Fernández en su participación en el 48° Congreso Nacional Bancario: “Cuando ganamos las elecciones, llegamos con el ímpetu de poner a la Argentina de pie, pero nos encontramos con un país caído y con un presidente que había puesto a la Nación de rodillas con un crédito que sabía que nunca iba a poder pagar”. Siguiendo esta línea, el ministro Martín Guzmán expresó esta semana en C5N, refiriéndose a la gestión anterior, que “había dejado una escasez de dólares muy brutal. Eso significa menos capacidad de producción, menos capacidad de empleo, más inflación, deudas en dólares insostenibles” para resaltar que “la deuda no es una cuestión abstracta”. Si bien se siguen sucediendo los distintos comentarios acerca de que este gobierno no tiene un plan, el presidente fue categórico: “Tenemos un plan: cuidar a los argentinos. Un proyecto: que vuelva el trabajo. Una decisión: poner a la Argentina de pie. Tenemos la convicción de que no vamos a ceder ante nadie para lograr esos objetivos”. Los hechos se encargan de demostrar la veracidad de estas expresiones. Uno de ellos fue el exitoso alivio financiero que se logró el año pasado con los acreedores privados, que implicó un ahorro de 37.700 millones de dólares en una década. Como lo manifestó reiteradas veces Guzmán, se están dando pasos concretos para “tranquilizar” la economía. No solo en el plano externo, sino también al interior de la economía argentina. En una reciente entrevista el funcionario señaló: “No es casualidad que la economía se esté recuperando a la velocidad a la que lo está haciendo, es la consecuencia de políticas públicas que preservaron la capacidad productiva de nuestra economía”. Es decir, un Estado actuando activamente para enfrentar los difíciles problemas que nos imponen las pandemias. En este entorno, el gobierno está manejando las políticas públicas de modo tal que argentinas y argentinos estemos de la mejor manera que se podría estar y, principalmente, con perspectivas de una recuperación que ya se observa en varios sectores. La cuestión de la carne El gobierno estableció esta semana una reapertura parcial de las exportaciones de carne vacuna. Este período de evaluación del sector arrojó interesantes resultados que permitieron tomar medidas enfocadas en una mejora en las condiciones de acceso a los distintos cortes de carne en el mercado interno. Pero analicemos brevemente la realidad de este mercado: a pesar de la fuerte reducción en el consumo per cápita argentino de carne vacuna (había alcanzado un pico de 69 kilos por año en 2009 y en la actualidad se encuentra en los 44 kilos en promedio) los hogares argentinos destinan actualmente una significativa parte del gasto promedio familiar a la compra de carne vacuna, proporción influida por los altos precios. Durante los gobiernos de Néstor Kirchner y Cristina Fernández se implementaron distintas herramientas en el sector, entre las que se destacan: retenciones para desacoplar los precios de exportación con respecto a los domésticos, cupos de exportación para permitir el abastecimiento local a precios accesibles y el monitoreo de los principales mercados locales para evitar maniobras especulativas, entre otras. Todas ellas fueron eliminadas o reducidas durante el gobierno de Macri, en aras de consolidar la tan mentada “libertad de mercado”. Dicha liberalización generó una serie de efectos que beneficiaron a un reducido grupo de exportadores, quienes vieron incrementarse sus ventas en cantidad y precio, al tiempo que los consumidores argentinos debieron afrontar valores en ascenso y menor disponibilidad del producto. Según las estadísticas oficiales, mientras que en 2015 se exportaron casi 200 mil toneladas de carne bovina, en 2019 esa cifra se cuadruplicó llegando a casi 850 mil toneladas. También aumentaron los valores exportados: 867 millones de dólares se vendieron al exterior durante 2015 contra 3000 millones en 2019. A su vez, la participación de las ventas externas en la producción del sector pasó del 7,7% en 2015 al 21,7% en 2019, dejando cada vez una menor cantidad destinada al mercado doméstico. Esta consecuencia fue descripta por el presidente Alberto Fernández el mes pasado: “Celebro que la Argentina exporte carne, pero no que hagan pagar a los argentinos el precio que les hacen pagar por la carne, y que les den una migaja de 8000 toneladas de carne cuando acá se consumen 200 mil”. Mientras que el promedio de aumento del precio de los alimentos en el

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El laberinto de Nicaragua

Por Pedro Brieger, director de NODAL (Jun 25, 2021) Las elecciones en noviembre y la detención de varios dirigentes opositores han colocado a Nicaragua nuevamente en la agenda internacional y pareciera que todo el mundo tuviera que opinar sobre lo que allí sucede, y manifestarse a favor o en contra del gobierno de Daniel Ortega. Llama la atención el interés de los grandes medios de comunicación por Nicaragua mientras se ignoran las constantes violaciones a los derechos humanos en Colombia con su cuota de asesinatos diarios de dirigentes sociales opositores sin que se arme un gran revuelo ni un debate mundial al respecto. Hasta la revolución sandinista de 1979 este pequeño país centroamericano era conocido por su buen café y la dictadura de la dinastía Somoza que se prolongó durante 40 años. También, gracias a la monumental obra de Gregorio Selser, se supo de la existencia de un pequeño hombre llamado Augusto Cesar Sandino que luchó contra la ocupación militar de los Estados Unidos, que invadió el país en varias oportunidades poniendo y sacando gobernantes a su antojo. La revolución de julio 1979 liderada por el Frente Sandinista de Liberación Nacional (FSLN) surgió en plena “guerra fría” mientras varios países de América Latina estaban gobernados por sangrientas dictaduras.  Las campañas de alfabetización y de salud de la revolución -consideradas modelo a nivel mundial- vinieron acompañadas de poesía y música que brotaban en cada rincón, lo que inspiró un gran movimiento de solidaridad internacional para un pequeño y pobre país que estaba asediado por la primera potencia mundial. Ronald Reagan asumió la presidencia en enero de 1981 y se puso entre ceja y ceja destruir la revolución sandinista a pesar de que en Nicaragua no se prohibieron ni los partidos políticos ni la prensa opositora, ni siquiera cuando apoyaban abiertamente la guerra impulsada desde la Casa Blanca. En 1985 se realizaron elecciones con la participación de múltiples partidos y Daniel Ortega fue electo presidente con el 67 por ciento de los votos.  Cinco años después, la opositora Violeta Chamorro aprovechó el desgaste de la guerra para derrotarlo. El sandinismo asumió la derrota y por primera vez en la historia una revolución triunfante entregó el poder que había conquistado por las armas y perdido en las urnas. Las derrotas suelen provocar rupturas y divisiones, y Nicaragua no fue la excepción. Cada quién en el sandinismo tomó por su lado y Daniel Ortega quedó al mando del FSLN negociando con algunos de sus antiguos enemigos. La mística que había acompañado la revolución, que tenía figuras emblemáticas como el sacerdote Ernesto Cardenal y el músico Carlos Mejía Godoy, se había apagado. Ambos, así como importantes figuras del FSLN que habían combatido la dictadura de Somoza, serían perseguidos por el propio Ortega después de retornar a la presidencia en 2007. Frente a la actual ofensiva diplomática de Washington contra el gobierno de Nicaragua cabe preguntarse porqué es tan importante para Estados Unidos que caiga Daniel Ortega. ¿Acaso alguien todavía puede pensar que es porque hay una dictadura? ¿Por ventura se puede creer que el secretario general de la OEA Luis Almagro realmente está preocupado por la democracia en Nicaragua mientras fue uno de los máximos responsables del golpe de Estado contra Evo Morales en 2019 y calla sobre la represión en Colombia? Aquí viene a cuento la famosa frase que se decía en los pasillos del congreso de los Estados Unidos sobre Anastasio Somoza, Leónidas Trujillo, y otros dictadores: “puede ser un hijo de puta, pero es nuestro hijo de puta”. En esta frase se condensa la postura actual del gobierno de los Estados Unidos. Daniel Ortega no es SU “hijo de puta” como lo son y han sido varios dictadores y golpistas en la región, para no hablar de las monarquías árabes tratadas con guante de seda a pesar de que gobiernan sin que haya elecciones ni partidos opositores. Ni que hablar del multimillonario reino saudí, que se da el lujo de cortar en pedacitos a un periodista en un consulado suyo en Ankara sin que suenen las alarmas en Naciones Unidas ni nadie pida a gritos un bloqueo internacional. Negocios son negocios. Es el famoso “doble rasero”. Daniel Ortega no es “confiable” porque está asociado a un movimiento que hizo una revolución, y por lo general vota en sintonía con Cuba y Venezuela. Por eso hay que derrocarlo: porque para la Casa Blanca es parte del “eje del mal”. Y como suele suceder cuando Estados Unidos quiere derrocar un gobierno, financia numerosos partidos opositores y organizaciones no gubernamentales, sean de derecha o de izquierda, de manera legal o ilegal. Nada nuevo bajo el sol. La contradicción que se le presenta a una parte del progresismo latinoamericano es que este Daniel Ortega ya no se enfrenta solamente al “yanqui, enemigo de la humanidad” -como dice el conocido himno sandinista compuesto por Carlos Mejía Godoy- sino también a antiguos compañeros que reivindican al sandinismo de la revolución y apoyaron las protestas de 2018 en contra de Ortega. Sin embargo, a nadie se le escapa que el derrocamiento de Ortega hoy traería un gobierno claramente alineado con la Casa Blanca y las derechas regionales al estilo de lo que fue el gobierno de facto de Jeanine Añez en Bolivia o el de Lenín Moreno en Ecuador.   La situación en Nicaragua es la cabal demostración de que la política está plagada de vericuetos y contradicciones que impiden una lectura lineal de los acontecimientos. Y tomar una posición no siempre es sencillo.

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