Cultura

Aportes de adherentes, Cultura, Portada

Efemérides de abril – Mujeres destacadas (Com. P. de Género)

Por: Graciela Perez Esandi Alejandra Pizarnik  “el lenguaje será su única patria” El 29 de abril de 1936, nació Flora Alejandra Pizarnik, en Avellaneda, Provincia de Buenos Aires. Fue hija de padre y madre rusos judíos. No bien llegaron perdieron su apellido original “Pozharnik”, como ocurrió con muchos inmigrantes. Su infancia estuvo atravesada por situaciones duras ya que la familia tenía parientes residentes en Europa y estaban atentos a los acontecimientos. El nazismo y la segunda guerra mundial fueron una preocupación para ellos y recibieron noticias nefastas de la familia en Rivne, ciudad de Ucrania en la que la mitad de la población era judía. Rivne fue invadida por el ejército alemán el 20 de agosto de 1941. Estos hechos ensombrecieron la infancia de las dos hijas.También tuvo su influencia el hecho de ser extranjero en Argentina. La tendencia de la madre de comparar las dos hijas, Myriam y Alejandra, poco contribuyó a su autoestima. Además sufrió acné, una tendencia a engordar, asma y una forma de hablar en que arrastraba la última sílaba. De llamarse Blume o Blimele (florcita) como la llamaban en la infancia y la adolescencia, se descubrió opuesta a “lo-que-debe-ser”, como un ser distinto. Descubrió su fascinación por la literatura que abarcaba mucho mas de lo que aprendía en la escuela secundaria y comenzó a escribir y a leer autores como Sartre y Faulkner, Rimbaud y Baudelaire, Mallarme y Artaud. Como alumna se negó a ser la alumna ideal, fue la chica rara del colegio. Disconforme con su cuerpo comenzó a consumir anfetaminas. Dejó atrás la secundaria e ingresó a la Facultad de Filosofía y Letras en la que comenzó a cursar primero Filosofía, luego Periodismo y luego Letras para finalmente abandonar el estudio sistemático. Estudió pintura con Battle Planas, y luego se dedicó a escribir.Tuvo mucha influencia en ella Juan Jacobo Bajarlía. Leyó mucho y encontró temas como la orfandad, la extranjería , la atracción por la muerte.. En el año 1960 viaja a Paris y se queda hasta 1964 hallando ahí un refugio literario y también emocional. Conoció allí a Julio Cortazar, Ivonne Bordelois, Octavio Paz, Simone de Beauvoir. La época en París fue una experiencia donde halló su voz y su madurez como poeta. Después vino un período de caída emocional, la muerte de su padre la afectó mucho, su adicción a las pastillas creció y comenzó a encerrarse en sí misma. Se suicidó a los 36 años dejando en una pizarra sus últimos versos: no quiero ir nada más que hasta el fondo38 Su legado es una gran cantidad de poemas , donde hay temas que se destacan, la extranjería, la alteridad, la muerte, … el mundo interior de la poeta. “Por mi sangre judía, soy una exiliada. Por mi lugar de nacimiento, apenas si soy argentina (lo argentino es irreal y difuso). No tengo una patria. En cuanto al idioma, es otro conflicto ambiguo. Es indudable que mi lugar es París, por el solo hecho de que allí el exilio es natural, es una patria, mientras que aquí duele.”Alejandra Pizarnik Los tesoros de papel de Alejandra Pizarnik, Fondo Pizarnik de la Biblioteca Nacional. http://biblioteca2.uc3m.es/365ca2.uc3m.es/365-dias.de.libros/2019/06/11/alejandra-pizarnik-niña-eterna-de-infancia-asesinada Canal Encuentro Cap. 1 Flora, ese ser imperfecto. Canal Encuentro Cap. 2 Los años felices. Canal Encuentro Alejandra Pizarnik Memoria Iluminada II…. https://es.wikipedia.org/wiki/Alejandra_Pizarnik Ni París ni Buenos Aires pueden considerarse su casa, el lenguaje será su única patria. El 19 de abril de 1943, comenzó el levantamiento del ghetto de Varsovia. Heroicas mujeres del ghetto de Varsovia El autor del libro “Heroicas mujeres del ghetto de Varsovia”, Jonas Turkow, fue un sobreviviente del levantamiento del ghetto. Escribió este libro porque se dio cuenta de que nadie había escrito nada acerca de las mujeres del ghetto que él había conocido de primera mano. “No hubo ni un aspecto en la diversa ramificada actividad de la resistencia en el cual no hubiesen participado mujeres, que hicieron gala por lo general de una extraordinaria presencia de ánimo. Muchas de las misiones más peligrosas y audaces fueron llevadas a cabo por mujeres. De pareja importancia fue su actuación en las instituciones sociales, culturales y de ayuda mutua, donde ocuparon puestos de primera fila”. En su libro figuran los nombres de Tzivia Lubetkin, Basia Temkin-Berman, Pola Elster y su hermana Bela, Ana Brande-Heler, Sofia Syrkin-Binszter, Rosa Symchowicz, Miriam Ajzensztat y Clara Segalowizc, pero el autor aclara que hubo muchas más. En esta oportunidad contaremos la historia de Pola y Bela Elster. Pola era la mayor de las dos hermanas y fue directora de colonias juveniles judías en Polonia previo a la guerra. Cuando comenzó el ghetto se puso a colaborar con las tareas de rescate y asistencia organizado por el Comité Coordinador de Varsovia. En esa ciudad vivían un millón de personas, de las cuales 400,000 eran judíos. El ghetto no fue otra cosa que una gigantesca cárcel donde llegó a haber 480,000 personas, de las que 300,000 fueron enviadas a Treblinka a las cámaras de gas. Fue creado por decreto del ejército ocupante el 12 de octubre de 1940. Todos los residentes judíos de Varsovia debieron mudarse a un área designada, que fue cerrada al resto de la ciudad en noviembre de 1940. El ghetto fue rodeado por un muro que tenía más de 10 pies de altura, coronado con alambre de púas, y vigilado para prevenir movimientos entre el ghetto y el resto de Varsovia. Bajo metralla y bombardeo constante, Pola buscó alimentos para la olla popular, primero en la municipalidad y luego en la “JOINT”, el Comité Conjunto Judío-Estadounidense de Distribución. Valiente y audaz, enfrentó el peligro constante siempre bajo riesgo de ser arrestada. Colaboró también en operaciones de sabotaje y atentados contra las fuerzas de ocupación. Pola era una joven agraciada de 30 años de cabello moreno, y su hermana menor, Bela, era más joven de cabello rubio y ojos celestes. Su aspecto “ario” le permitió salir del ghetto, mientras que Pola no lo hacía con la misma frecuencia. En cierto momento Pola fue llevada a un campo de concentración en Poniatow pero los luchadores lograron rescatarla de ahí y regresó con datos

Cultura, Israel, Portada

Un año de encierros por COVID-19 revive el movimiento kibutziano de Israel

Fuente: Linda Gradstein | The Times of Israel Fecha: 18 de marzo de 2021 Las familias jóvenes buscan un estilo de vida pastoral más tranquilo y más espacio; Decenas de miles de israelíes solicitaron su membresía en kibutzim el año pasado, siendo la pandemia un factor importante. JTA – El año pasado, cuando los israelíes soportaron un encierro tras otro y las tasas de COVID del país rebotaron de un mínimo histórico a otro, Tal Eshkol y Uriel Ross comenzaron a cuestionar la vida urbana que habían comenzado cuando eran una pareja joven. Como muchos de sus compañeros, Eshkol y Ross vivían en un pequeño alquiler de un dormitorio en Jaffa, la antigua ciudad adyacente a Tel Aviv que se ha puesto de moda entre los jóvenes israelíes que buscan un alquiler relativamente asequible en la metrópolis costera de Israel. Pero durante años, Eshkol había querido un cambio de escenario, con la esperanza de mudarse eventualmente a algún lugar donde ella y Ross pudieran disfrutar de un estilo de vida pastoral más tranquilo. En el otoño, después de meses de estar restringidos a su apartamento de 50 metros cuadrados, la pareja decidió que habían terminado con la vida de la ciudad. Solicitaron convertirse en miembros del Kibbutz Mevo Hama, una pequeña granja comunal dos horas al norte, lejos de cualquier ciudad, con unos 500 residentes. Ahora, incluso cuando Israel reabre, después de haber vacunado a la mayor parte de su población, Eshkol y Ross todavía están tomando medidas. Y planean comprar una casa que es casi tres veces el tamaño de su apartamento. «Creo que esta época del coronavirus realmente nos desafió con respecto al tipo de vida que queremos tener», dijo Eshkol, de 33 años. “Nos demostró que nunca se sabe lo que va a pasar. El mundo entero cambió y decidimos usar esto para crear un cambio positivo en nuestras vidas ”. COVID, y la conmoción social que provocó, ha provocado que una ola de israelíes vuelva a considerar la vida en un kibutz, una forma de vida rural que alguna vez fue vista como una reliquia del pasado socialista de Israel. Decenas de miles de israelíes han solicitado su membresía en kibutzim durante el año pasado, según Nir Meir, secretario general del Movimiento Kibbutz, el grupo paraguas que incluye a la mayoría de los 279 kibutzim de Israel. “Durante la pandemia, nuestros hijos siempre estaban en el apartamento y buscaban cosas que hacer”, dijo Aviv Sabadra, un ingeniero de software cuya familia está en proceso de mudarse de Yavne, una ciudad del centro de Israel, a un kibutz. «Estábamos pensando en encontrar un lugar para criar a nuestros hijos cerca de la naturaleza donde puedan ser más independientes, y esto tomó nuestra decisión». Los primeros kibutzim se fundaron hace más de un siglo, y en los años que rodearon el establecimiento de Israel, el movimiento del kibutz fue visto como un reflejo del espíritu nacional espartano: producir judíos físicamente aptos que vivían en comunidades cooperativas. Los kibutzim, según Meir, a menudo se colocaban en las fronteras de Israel, y los agricultores jóvenes se duplicaban como soldados. Los miembros del Kibbutz también se comprometieron con una ideología socialista estricta, comiendo en comedores masivos y criando niños en hogares colectivos donde vivían separados de sus padres. Pero en la década de 1980, muchos kibutzim habían acumulado una deuda sustancial y los jóvenes querían abrirse camino en un país que se estaba apartando de sus raíces socialistas y privatizando su economía. Los padres de Eshkol estaban entre los que dejaron un kibutz. Su padre se crió en un kibutz, y la pareja vivió en uno como recién casados, pero a su madre no le gustaba el estilo de vida. “Mi papá estaba entusiasmado con los valores y la comunidad del kibutz”, dijo, “mientras que mi mamá decía que era demasiado que todos estuvieran en los negocios de los demás”. Ante una población en declive y malas perspectivas económicas, muchos kibutzim privatizaron sus fábricas y granjas. También construyeron nuevos desarrollos de viviendas en sus terrenos que fueron alquilados a familias yuppies que en ocasiones no se convirtieron en miembros, lo que les permitió disfrutar del estilo de vida del kibutz sin ninguno de los inconvenientes percibidos del socialismo. Esos desarrollos de viviendas han impulsado un resurgimiento de la vida del kibutz en las últimas dos décadas, especialmente debido a que los precios de las viviendas en Israel se han disparado. Ese resurgimiento se ha acelerado durante la pandemia. En 2000, unas 117.000 personas vivían en kibutzim, según cifras del gobierno israelí. Este año, dijo Meir, tienen una población total de 182.000, más grande que nunca. Él lo llama «una gran renovación de los kibutzim». “Los caminos solían estar llenos de carros motorizados para personas mayores, [y] ahora están llenos de carritos de bebé”, dijo Yossi Levy, coordinador de absorción de Ein Hashlosha, un kibutz a una milla de Gaza que ha crecido desde sus 110 miembros con una afluencia de 15 familias jóvenes en los últimos dos años. Está previsto que se muden seis más en las próximas semanas. Antes de los recién llegados, la edad promedio de los residentes del kibutz era de 65 años. Obtener la membresía del kibbutz, según Meir, generalmente incluye un proceso de entrevista junto con un año de vida como candidato en el kibutz antes de que se vote para la membresía. Los kibutzim también pueden revisar los registros financieros. En Ein Hashlosha, por ejemplo, los candidatos deben recibir votos positivos de dos tercios de los miembros para obtener la aceptación. Dos de los miembros más nuevos son Dor y Liora Ben Tzur, quienes se mudaron a Ein Hashlosha en 2019 después de graduarse de la universidad y viven allí con su pequeño de 19 meses, Avishai. Están entusiasmados con el kibutz a pesar de los ocasionales ataques con cohetes desde Gaza que los envían corriendo a un refugio antiaéreo en su casa. Desde el momento en que suena una sirena al aire libre, solo tienen 15 segundos para llegar al refugio. Una parada de autobús pintada de colores que también se utiliza como refugio público contra bombas,

Aportes de adherentes, Cultura, Historia

TRES MUJERES, TRES HISTORIAS

Por: Graciela Pérez Esandi (Con la colaboración en la realización de estos textos de Marta Dubín y Simón Blanco) MUJERES PARA RECORDAR EN MARZO Rosa de Luxemburgo……”Quien no se mueve no siente las cadenas” Hace 150 años, el 5 de marzo de 1871 nació en Samosc, Polonia, Rozalia Luksenburg, conocida como Rosa Luxemburg en inglés y alemán. Ese mismo año, 1871, fue el año en el cual se instauró el primer gobierno proletario del mundo, La Comuna de París, que solo duró tres meses. Rosa fue la quinta hija de una familia judía. Cuando la familia se mudó a Varsovia, Rosa cursó en el liceo femenino con buen desempeño. Tras involucrarse en actividades políticas de izquierda del partido “Proletariat” siendo aún jovencita,  se vió obligada a viajar a 1889  Suiza  para no ser detenida por el gobierno polaco por su militancia. En la Universidad de Zurich se dedicó a estudiar en forma simultánea Filosofía, Historia, Política,  Economía y Matemáticas, especializándose en la Teoría de Estado, Edad Media, y   Crisis Económicas. Ahí conoció muchas figuras socialistas con las que luego compartiría la actividad política. Debatió con los referentes del socialismo mas renombrados blandiendo una incisiva pluma que no ahorraba palabras  para transmitir sus pensamientos y críticas. Con Leo Jogiches formaron el Partido Social Demócrata del Reino de Polonia y durante años fueron sus dirigentes a pesar de que residían en Alemania. Como téorica del marxismo Rosa escribió una cantidad de libros que incluyen sus Obras Escogidas, Rosa Luxemburgo critica el Bolchevismo, Escritos Políticos,  Socialdemocracia rusa y crítica de la Revolución Rusa, La Revolución Rusa, Huelga de masas, partidos y sindicatos, La crisis de la socialdemocracia  y Reforma o Revolución. Su postura frente al feminismo es particularmente interesante. Descree totalmente del sufragismo de las mujeres burguesas a las que describe como “parásitos del cuerpo social” ya que son “coconsumidoras de la plusvalía de la que sus  hombres extorsionan al proletariado”,  ya que ellas  “no participan en la producción social”. Por lo tanto descree de la igualdad entre mujeres y lo considera una farsa del sufragismo.(Women’s suffrage and class struggle,1912) Es mas,afirma que «Quien es feminista y no es de izquierda, carece de estrategia. Quien es de izquierda y no es feminista, carece de profundidad». En otro texto analiza la situación de las mujeres proletarias (The Proletarian Woman, 1914) que, a diferencia de las mujeres burguesas que consideran a su casa como el mundo,  tienen al mundo como su casa, dadas las incesantes olas inmigratorias que las mujeres proletarias deben sobrellevar  con sus familias trashumantes en pos de hallar posibilidades  de empleo de sus compañeros. Además analiza la cuestión de los derechos políticos y afirma que las mujeres burguesas no los necesitan mientras que las mujeres proletarias los necesitan por estar esclavizadas como sus compañeros en “el abismo social que separa la clase de los explotados de la clase de los explotadores, no en el antagonismo entre hombre y mujer sino en el antagonismo entre capital y trabajo”.  En 1919 formó la Liga Espartaquista, tomando su nombre del esclavo  que intentó liderar la liberación de los esclavos en Roma junto  Karl Liebknecht, Clara Zetkin y Franz Mehring. Por sus opiniones y actividades fueron encarcelados en muchas oportunidades pero con sus férreas convicciones prosiguieron hasta que se produjo lo que se denominó  el Levantamiento Espartaquista, una huelga general en enero de 1919, que sin embargo no fue convocado por la Liga Espartaquista, aunque cooperó con el mismo. El presidente socialdemócrata Friedrich Ebert , primer presidente de la República de Weimar, respondió ordenando a un cuerpo paramilitar denominado Freikorps (cuerpos libres) que aplastara la revuelta. Fueron ellos los que capturaron y asesinaron a Rosa Luxemburgo y Karl Liebknecht en Berlín el 15 de enero de 1919.  El 1ro de enero de ese mismo año habían creado el Partido Comunista de Alemania Sin embargo, Rosa Luxemburgo no ha sido olvidada, la fecha de su asesinato sigue siendo recordada aún en Berlín todos los años. Sus textos abarcan temas como el anticolonialismo y es precursora de la teología de la liberación según Néstor Kohan,  de particular importancia para   América Latina , donde se la recuerda también. https://www.bbc.com/mundo/noticias-46831185 https://es.wikipedia.org/wiki/Rosa_Luxemburgo https://jacobinlat.com/ Film de Margarethe Von Trotta “Rosa Luxemburgo”, 1986. Conferencia  de la Cátedra de Género y Clase del CEFMA en YouTube CEFMA AGOSTI del 12 de marzo del 2021.  Valentina Tereshkova, La Gaviota Solitaria El 6 de marzo de 1937 nació Valentina Tereshkova en un aldea de Rusia, de padres trabajadores.  A los 8 años comenzó la escuela que dejó a los 16, aunque siguió cursos por correspondencia después. Mostró una fuerte afición al paracaidismo y a los 22 dió su primer salto. Este hecho la llevó a ser seleccionada posteriormente  como cosmonauta. Era la época de los vuelos espaciales y en cierto momento la URSS decidió probar con una mujer en el espacio, después del éxito obtenido en 1961 con el vuelo de Yuri Gagarin. Varios factores parecen haber pesado en la elección,en parte por su origen proletario, en parte porque su padre había sido héroe de guerra que había caído en acción. Tras un entrenamiento intensivo finalmente fue seleccionada  Valentina, y así el 16 de junio de 1963 se lanzó el Vostok 6,  una nave espacial con una cabina esférica para una persona. A los 26 años, la primera mujer y única tripulante  fue lanzada con éxito al espacio.  Su nombre de llamada fue Chaika (Gaviota). Fue la primera civil que participó de los vuelos espaciales. Durante el  vuelo  tuvo dificultades, sufrió náuseas y malestar físico, y un fuerte dolor en el cuello provocado por el peso de su casco. Durante 3 días orbitó la Tierra 48 veces, el mayor tiempo de vuelo que la suma de los tiempos de todos los astronautas estadounidenses hasta ese momento. Tuvo que ajustar la programación de su nave que por error fue orientada para alejarse de la Tierra en vez de acercarla.  Desde su nave  tomó fotografías del horizonte y llevó una bitácora. Tres días después Tereshkova abandonó la cápsula de vuelo y comenzó su descenso en paracaídas desde 6.000 metros de altura hasta aterrizar  en Kazajistán. Ahí comenzó la leyenda de Valentina. Aunque luego

Cultura, Historia, Portada

Hace 150 años: Las mujeres en la Comuna de París

Fuente: Manuel Kellner | Viento Sur Fecha: 9 de marzo de 2021 Hace 150 años, el 18 de marzo de 1871, comenzó la insurrección que alumbró la Comuna de París, que duraría 72 días. Karl Marx y Friedrich Engels escribieron sobre esta experiencia histórica. Sus conclusiones forman parte hasta nuestros días de los principios básicos del socialismo revolucionario en todo el mundo. El papel de las mujeres en esta insurrección y en la democracia radical que nació de ella suele tratarse más bien poco en ocasión de las conmemoraciones, pese a que existe toda una serie de estudios al respecto. Prosper-Olivier Lissagaray escribió en su Histoire de La Commune 1/, publicada ya en 1876 y que hay que calificar de obra clásica sobre el tema, lo siguiente [traducción propia]: “Las mujeres fueron las primeras en avanzar, como en los días de la revolución. Las mujeres del 18 de marzo estaban curtidas a raíz del asedio –no en vano tuvieron que soportar una doble ración de penuria– y no esperaron a sus hombres. Rodearon las ametralladoras y dijeron a los soldados: ‘¡Es una vergüenza! ¿Qué hacéis aquí?’ Los soldados guardaban silencio. De vez en cuando decía un suboficial: ‘Andad, buenas mujeres, ¡largaos de aquí!’ El tono de su voz no era áspero, y las mujeres se quedaron… Un gran número de guardias nacionales, con las culatas de los fusiles en alto, acompañados de mujeres y niños, avanzaban por la rue des Rosiers. Lecompte (el general) se vio rodeado, ordenó tres veces abrir fuego. Pero sus hombres permanecieron con los fusiles en tierra. Cuando se acercó la multitud, confraternizaron, y Lecompte y sus oficiales fueron detenidos.” El 8 de febrero había sido elegida, por exigencia de Bismarck, una Asamblea Nacional de mayoría monárquica para iniciar las negociaciones de paz. A partir del 17 de febrero, Adolphe Thiers se instaló, como jefe del gobierno, en Versalles, la residencia de los reyes. La masa de trabajadores y trabajadoras y de la pequeña burguesía estaba decidida a defender París frente al ejército prusiano, pese a la enorme penuria que sufría la ciudad sitiada: paro masivo, hambre, frío. La peor parte recayó en las mujeres, que ya desde antes llevaban todas las de perder: cobraban salarios más bajos y se veían oprimidas y acosadas de muchas maneras. La Guardia Nacional, formada mayoritariamente por trabajadores, era el brazo armado de la población parisina. Thiers exigía la capitulación, y su intento del 18 de marzo de desarmar este cuerpo, que en aquel momento contaba probablemente con unos 180.000 hombres, sentó como una enorme provocación. Así comenzó la insurrección del pueblo de París. El papel de avanzadilla de las mujeres en la respuesta a la ofensiva contra el París republicano no fue fruto de la casualidad. “Bellos animales” La efervescencia democrática radical y social se hizo notar meses antes del estallido de la guerra franco-alemana, sobre todo en París. Louis Bonaparte (Napoleón III) emprendió su guerra de agresión precisamente para parar los pies a esta efervescencia. Sin embargo, después de defenderse con éxito, el ejército comandado por Prusia pasó al ataque, y la aventura bonapartista acabó estrepitosamente. Meses antes, muchas mujeres habían comenzado a participar en el movimiento republicano y social, a reunirse por su cuenta y crear organizaciones propias. El 8 de septiembre de 1870, un grupo de mujeres, con André Léo (Léodile Champeix) y Louise Michel a la cabeza, se manifestaron delante del ayuntamiento y pidieron armas para luchar contra los prusianos. El 7 de octubre, estas mujeres reclamaron su derecho a participar en los combates en primera línea, para asegurar la atención a los heridos. Las posiciones contrarias a la participación de las mujeres en el bando republicano y socialista-comunista –en particular, Proudhon estaba estrictamente en contra, e incluso había llegado a afirmar que las mujeres son “bellos animales, pero animales”– comenzaron a desmoronarse. El combate de la Comuna, proclamada el 18 de marzo, se desarrolló en dos frentes al mismo tiempo: contra los sitiadores prusianos y contra el gobierno traidor de Versalles. Además, se intentó resolver los problemas sociales más acuciantes y construir un mundo nuevo en medio de una situación angustiosa, un mundo en que el pueblo trabajador tomaba las riendas de su propio destino. Difícilmente se podía rechazar la implicación de las mujeres en la solución de todos estos problemas. El Comité Central de la Guardia Nacional asumió al principio el mando del París revolucionario y organizó elecciones al consejo municipal, la Comuna, elecciones que tuvieron lugar el 26 de marzo. El 28 de marzo se proclamó públicamente la Comuna. A partir del 29 de marzo funcionaban diez comisiones, que elaboraban propuestas que sometían a la aprobación del consejo. Entre ellas, cabe citar la separación de Iglesia y Estado; escuela laica y gratuita, obligatoria para niños y niñas; derecho al trabajo remunerado; concesión de la nacionalidad a inmigrantes; confiscación de viviendas vacías para personas sin hogar; asistencia letrada gratuita; socialización de las empresas abandonadas por sus propietarios, autogestionadas por cooperativas creadas por el personal. Las medidas de la Comuna Una serie de resoluciones de la Comuna mejoraron la situación de las mujeres. Estas podían obtener el divorcio de sus maridos mediante una simple declaración de voluntad y recibían apoyo material de la Comuna hasta que decidiera el tribunal. Maestras y maestros percibían el mismo salario. Las compañeras de guardias nacionales caídos en combate recibían de la Comuna la misma indemnización que las mujeres casadas. Los representantes electos estaban obligados a rendir cuentas ante su electorado y sus cargos eran revocables en todo momento; el consistorio se consideraba poder legislativo y poder ejecutivo al mismo tiempo, y percibían para su sustento la cantidad equivalente al salario medio de un obrero. Las mujeres no tenían derecho de voto en la Comuna, pero no cabe duda de que esta habría implantado finalmente este derecho si hubiera tenido más tiempo. En los niveles de representación inferiores, en los distritos y en numerosas entidades, muchas mujeres ostentaban cargos de dirección y desempeñaban funciones importantes. Las actividades de las mujeres en la Comuna y para

Aportes de adherentes, Cultura, Derechos Humanos, Portada

Dibujos Urgentes

Por: Eugenia Bekeris y María Paula Doberti Dibujos Urgentes es un trabajo militante gestado por Eugenia Bekeris y Paula Doberti, que comenzó en 2010, cuando el Tribunal Oral Federal 5 prohibió que las cámaras (de fotos y de videos) registren los juicios a los genocidas. Por eso y bajo la consigna “No se los puede filmar, no se los puede fotografiar, pero se los puede dibujar”, la agrupación H.I.J.O.S. y el Departamento de Artes Visuales del entonces I.U.N.A. (hoy U.N.A.) invitaron a dibujar a los militares acusados en los juicios por violaciones a los derechos humanos que hasta hoy continúan. Las llamaron “Clases con modelos vivos gratuitos en Comodoro Py”, en referencia a los Tribunales de Justicia Comodoro Py en CABA. Allí comenzamos nuestro trabajo, que continúa ya de manera independiente a aquel primer llamado. Consideramos a nuestros dibujos como documentos textuales y visuales y a la totalidad de ellos como un archivo de lo que ocurre en las salas de audiencias de los juicios de lesa humanidad. Dibujos Carmela Ramos. Víctima Testigo. Sobreviviente de Mayo, donde fue secuestrada a los 5 años de edad, junto a su hermano Vladimiro, de 8. Testimonió el 18 de noviembre de 2020, de manera remota, en el TOF 1 de San Martín.   Laura Carolina Hidalgo declaró por el secuestro y desaparición de sus padres, Elba Inés Fresno Bustos y Juan Aristóbulo Hidalgo, en abril de 1977. Testimonió el 4 de noviembre de 2020,  de manera remota, en el TOF 1 de San Martín. Alberto Julio Schatz  Declaró por la desaparición de su hermana en el Juicio Contraofensiva Montonera 1979/80 Tof 4 de San Martín. Liliana Lanari Testigo Sobreviviente Juicio Contraofensiva Montonera Testimonio 16 de Julio 2020. Tof 4 de San Martin

Cultura, Nacionales, Portada

Pino Solanas, el esperanzador

Fuente: Horacio González | Página/12 Fecha: 7 de noviembre de 2020 Pino Solanas, de pibe, iba al bar Gandini, en la Plaza Vicente López. No sé si todavía está. Uno de los parroquianos era Raúl Scalabrini Ortiz, que con un círculo de oyentes alrededor, seguía pensando en los subsuelos sublevados de la Patria, y no es una ironía esto, también en los subsuelos petrolíferos. Interesado por la publicidad, la política y el cine -y con una visión inquieta del momento-, Solanas era un muchacho de izquierda que estudiaba música y teatro. Y escucha. Escucha y se va acercado al grupo de conspiradores a la luz del día, que conversan en el Gandini. Desde luego el tema es Frondizi, se aproximan las elecciones del 58, y Perón desde Panamá indica que hay que apoyarlo. Pero Pino escucha también palabras como soberanía energética, reconstrucción ferroviaria, autoabastecimiento petrolífero. La idea de una mesa de conversadores políticos siempre estuvo presente en Pino. Luego la convirtió en la “mesa de los sueños” en Sur, uno de sus films. Es como si en aquel bar Gandini, también hubiera cantado Goyeneche. Tuvo la suerte de que Scalabrini vivía a la vuelta de aquel bar y Pino a pocas cuadras. Luego, después de que el tiempo hubiera girado varias veces tejiendo sus hilos imprevisibles y fatales, volvió a vivir allí mismo, en la esquina de la misma calle de la casa del legendario autor de El hombre que está solo y espera. El tiempo de Pino era lineal -en su fin El viaje-, pero también circular. En La hora de los hornos o en El exilio de Gardel. Como había hecho publicidad -hay que recordar que hacia fines de los 50 no era un oficio frecuente, y lo practicaban jóvenes que captaban con más vértigo que otros, lo que eran los aires del momento-, hizo que su pasaje al cine, con La hora de los hornos, junto al cuentista Octavio Gettino, fuera considerado por muchos “un traslado al cine de técnicas publicitarias”. Pero ni ayer ni hoy se debían dejar de lado criterios muy finos para diferenciar los métodos del cine de los de la publicidad, en efecto diferentes y hasta contrarios, pero el problema lo establecen sus zonas compartidas. Pino fue llevado en andas por el público del Festival de Pessaro, en Italia, en 1968. La hora de los hornos -una frase de José Martí-, contenía una larga secuencia de imágenes muy cuidadas, celosamente trabajadas, como lo hizo siempre, en el documental y en la dirección. Pino fue un cineasta estricto, puntilloso, y su tema era el pueblo argentino a través de sus arquetipos, que iban asomando, sobresaliendo. Ya sean los huelguistas de los planes de lucha de la CGT o su contracara, las vanguardias artísticas del Di Tella. Pino siempre gustó de esos contrastes, que le costaron grandes discusiones. Su carácter bromista, jaranero, amigo de los grandes cuadros que destilaran una ridiculización rápida, lo llevaron a ese contrapunto sobre el que mucho después siguió reflexionando de distintos modos. En La hora de los hornos está el hallazgo de plantear la detención súbita del film, con carteles “bretchenaos”, para que el público reanudara la vista luego de agitar su conciencia de espectador. Una frase de Frantz Fanon cruzaba la pantalla: “Todo espectador es un cobarde o un traidor”. Pino ponía en juego aquí una situación que siempre lo obsesionó, la conversión del espectador en el militante. Quizás esa quiebra de la realidad escénica y la realidad histórica, doble y simultánea, nunca pudo producirla el cine. Pero fue ese el nudo desafiante del pensamiento cinematográfico de Pino. Siendo senador siguió filmando, en su vuelta al documentalismo, donde la pobreza que había alcanzado a la población más castigada, el desmantelamiento del ferrocarril, el abandono del apoyo a la investigación científica, fueron temas tratados con un giro épico y con su propia voz narradora, pedagógica, si no la alimentara un hilo trágico, que dejaba un horizonte tenso de expectativas. En esa búsqueda de una identidad reparadora, había un mundo desarreglado, pero no todo estaba perdido. En El exilio de Gardel se preanuncia el regreso de los exilados. El grupo musical que ensaya sus coreografías en París, son desterrados que no machucaron sus ilusiones. Es un Pino más “cortazariano”, pero aquí su ambición arquetípica va mucho más allá, y el exilio es el del mismo Gardel. Si hay cine, tiene que haber leyendas. Si hay leyendas, estas tienen que ser filmadas. Y si hay luchas sociales e historia, estas deben jugarse entre el cine, la gran leyenda y la politización de esa compartida memoria legendaria. En Los hijos de Fierro -el nombre lo había tomado de una frase del libro El mito gaucho, de Carlos Astrada, filósofo al que frecuentaba- persiste la saga de la resistencia inspirada en el género gauchesco. El dirigente peronista Héctor Tristán encarnaba el papel de un burócrata sindical -lo contrario a lo que era en su realidad política el improvisado actor-, y el propio Julio Troxler representa a su propio personaje que en esa noche fundamental de León Suárez, escapa del fusilamiento. Una gran escena de este film, es la del “Viejo”, de espaldas y con poncho, algo gauchesco, saludando uno por uno a sus “hijos”, con un fondo fabril y desmantelado. Luego Favio pondrá otra vez a Perón de espaldas, como si ese modo de revertir un rostro lo hiciera mas misterioso, le diera una aureola más enigmática. Pino sacó de su observación diaria –siempre una libretita de anotaciones estaba en su bolsillo-, el perfil de muchas situaciones y personas. Pero a todos les agregó su sentido de la sorna risueña y emotiva, cultivando una gracia basada en ciertos énfasis del género deliberadamente grotesco, combinado con un acento lírico. Tito el Esperanzador (encarnado por Carlos Carella), Américo Inconcluso, el camionero del El viaje, que lleva en su nombre un programa político, el Doctor Rana (Menem). Ambiciosas alegorías. Manejar todos esos andariveles no era fácil, una historia de la redención latinoamericana volcada hacia los mitos del viaje de aprendizaje, era un propósito grandioso y esquivo. Pino ganaba y perdía espectadores. Con El viaje en cierta medida los perdió, porque el momento era adverso a tanto juego alegórico y el hilo narrativo

Cultura, Mundo Judío, Portada

Entrevista a Débora Feldman: «Mi existencia era un ejercicio de cómo vivir en secreto»

Fuente: Ana Bord – Adaptado por Beatriz Oberlander | Ynet en español Fecha: 6 de mayo de 2020 Huyó con su hijo pequeño de la comunidad ultrarreligiosa y cerrada Satmar de Nueva York, y contó la historia de su vida en un libro que se convirtió en un best seller y en la muy exitosa serie «Poco ortodoxa», de Netflix. La escritora habla de su estrecha relación con Shira Haas, la actriz que la encarna en la serie, y también de los abusos sexuales en la comunidad ultrarreligiosa. Ana Bord – Adaptado por Beatriz Oberlander|Published: 06.05.20 , 06:43Débora Feldman vivió una doble vida durante mucho tiempo. Fuera de su casa se comportaba como ultrarreligiosa, y dentro era una mujer laica que intentaba llenar las lagunas. “Iba a clases de piano en secreto, y escondía debajo de la cama una hoja que parecía el teclado de un piano”, cuenta. “También escuchaba música pop. Empecé con una canción tonta de Hillary Duff, leía libros y los escondía. El primer libro que leí fue Matilda, de Roald Dahl. Me interesaban muchas cosas, y tenía que ocultar todo. Un día estaba en una clase de la universidad y alguien mencionó a Mick Jagger. Y yo pregunté quién es Mick Jagger. A todos les sorprendió la pregunta, y me dijeron ‘¿qué pasa contigo, te criaste en una cueva’”?Feldman se crió en Nueva York, concretamente en el barrio de Williamsburg de Brooklyn, en el seno de la comunidad ultrarreligiosa y cerrada de Satmar. Después de tantos años de ocultamiento y secretismo, todavía le cuesta creer que a todo el mundo le interesen sus secretos, que se cuentan en la exitosa serie Poco ortodoxa. de Netflix, basada en su autobiografía. “Desde que escribí el libro, y antes un blog, mujeres ultrarreligiosas me mandaban cartas”, recuerda. “Pero ahora, con cientos de millones de espectadores en todo el mundo, también me escriben mujeres de Turquía, Arabia Saudí, Túnez, Filipinas… Mujeres del mundo entero, y no todas provenientes de comunidades religiosas. Pero todas sienten que se identifican con la historia”. Feldman, de 33 años, se crió en la casa de sus abuelos –sobrevivientes del Holocausto– después de que su madre abandonara la comunidad de Satmar cuando ella era una niña, y su padre no estaba en condiciones de criarla. Las normas en la casa de sus abuelos eran rígidas, y ella nunca se sintió a gusto en ese marco. En una comunidad que la obligó a casarse a los 17 años en un matrimonio concertado, con Eli –miembro de Satmar– y a dar a luz a su hijo Iche a los 19. Feldman tenía grandes sueños, pero las paredes de la casa se le venían encima. La expectativa y la presión por ser madre; la prohibición de leer en inglés, de estudiar, de desarrollarse como ser humano… Feldman cuenta asimismo en su libro que cuando tenía 13 años bajó a buscar una botella de vino junto con su primo, que se abalanzó sobre ella. Feldman consiguió escapar, pero la vivencia le quedó grabada. Las vivencias duras eran cosa de todos los días, formaban parte de su vida.En una era en la que toda buena historia se convierte en una serie, llama la atención que la adaptación a la televisión no se haya hecho antes. El libro Poco ortodoxa (Unorthodox, en el original inglés): de la comunidad de Satmar a la libertad se publicó en el año 2012, y fue un éxito de ventas. La serie de Netflix tomó los temas principales –Feldman estuvo implicada en todas las etapas de la producción, desde el guión hasta el rodaje–, y los convirtió en un bellísimo drama de suspenso, fascinante y con un ritmo excelente. Quien se puso en su piel con un talento que hechiza fue la actriz Shira Haas, que encarna a una joven ultrarreligiosa que un sábado [Shabat, el día más sagrado para los judíos creyentes, en el que –entre otras cosas– está prohibido viajar] huye de Williamsburg, se va al aeropuerto y aterriza en Berlín. Allí busca a su madre y su nueva vida en libertad, que tarda unos cinco minutos en encontrar.A diferencia de lo que ocurre en la serie, en la realidad todo fue más gradual. Feldman comenzó a echar abajo con valentía, y poco a poco, las paredes de la casa que se le venían encima. Primero se mudó con su marido al pueblo de Airmont, próximo a Nueva Jersey y lejos de la mirada de su comunidad, en la que todos saben todo el tiempo lo que les sucede a todas y cada una de las personas en la casa, e incluso en el dormitorio. Allí comenzó el viaje hacia la libertad, con pequeñas rebeliones. Pintarse las uñas, ir de vez en cuando al cine a escondidas… Después se apuntó en secreto en un colegio universitario para estudiar literatura. Más tarde se compró pantalones vaqueros, y de vez en cuando se paseaba sin la peluca [obligatoria en la comunidad ultrarreligiosa]. Feldman empezó a conocer una nueva vida. La vida que ella quería vivir. “Mi existencia era un ejercicio de cómo vivir en secreto”, dice al describir esa época.Fue entonces que Feldman empezó a escribir un blog anónimo sobre su vida. Y poco a poco fue preparando un plan, llena de dudas acerca de adónde podía ir una mujer como ella. ¿Cómo se las arreglaría? Lo que la salvó fue escribir. Y recibió en secreto un contrato para publicar un libro. Soñaba con liberarse. Mientras trataba inútilmente de salvar su matrimonio yendo a un consejero matrimonial, un día alquiló un coche, se llevó de su casa todo lo que pudo, vendió sus joyas y algunos de los regalos que había recibido en la boda, y huyó junto con su hijo Iche hacia una nueva vida. Estuvo viviendo cinco años con su hijo en Nueva York, y sólo más tarde viajó a Berlín, donde vive hasta el día de hoy. La luz que entra a través de grandes ventanales, inunda su apartamento del barrio berlinés de Schoenberg, e ilumina

Cultura, Mundo, Portada

Wallerstein sin anestesia

Fuente: Atilio A. Boron | Blog de Atilio A. Boron Fecha: 2 de septiembre de 2019 La muerte de Immanuel Wallerstein nos priva de una mente excepcional y de un refinado crítico de la sociedad capitalista.[1] Una pérdida doblemente lamentable en un momento tan crítico como el actual, cuando el sistema internacional cruje ante las presiones combinadas de las tensiones provocadas por la declinación del imperialismo norteamericano y la crisis sistémica del capitalismo. Wallerstein fue un académico de dilatada trayectoria que se extendió a lo largo de poco más de medio siglo. Comenzó con sus investigaciones sobre los países del África poscolonial para luego dar inicio a la construcción de una gran síntesis teórica acerca del capitalismo como sistema histórico, tarea a la que se abocó desde finales de la década de los ochentas y que culminó con la producción de una gran cantidad de libros, artículos para revistas especializadas y notas dirigidas a la opinión pública internacional. Wallerstein no sólo cumplió a cabalidad con el principio ético que exige que un académico se convierta en un intelectual público para que sus ideas nutran el debate que toda sociedad debe darse sobre sí misma y su futuro sino que, además, siguió una trayectoria poco común en el medio universitario. Partió desde una postura teórica inscripta en el paradigma dominante de las ciencias sociales de su país y con el paso del tiempo se fue acercando al marxismo hasta terminar, en sus últimos años, con una coincidencia fundamental con teóricos como Samir Amin, Giovanni Arrighi, Andre Gunder Frank,  Beverly Silver y Elmar Altvater entre tantos otros, acerca de la naturaleza del sistema capitalista y sus irresolubles contradicciones. Su trayectoria es inversa a la de tantos colegas que, críticos del capitalismo en su juventud o en las etapas iniciales de su vida universitaria acabaron como publicistas de la derecha: Daniel Bell y Seymour Lipset, profetas de la reacción neoconservadora de Ronald Reagan en los años ochentas; o Max Horkheimer y Theodor Adorno que culminaron su descenso intelectual y político iniciado en la Escuela de Frankfurt absteniéndose de condenar la guerra de Vietnam. O a la de escritores o pensadores que surgidos en el campo de la izquierda -como Octavio Paz,  Mario Vargas Llosa y Regis Debray-  convertidos en portavoces del imperio y la reacción. Wallerstein fue distinto a todos ellos no sólo en el plano sustantivo de la teoría social y política sino también por su activa inserción en las luchas sociales por un mundo mejor –asiduo participante en sucesivas reuniones del Foro Social Mundial de Porto Alegre, conversaciones con el Subcomandante Marcos y otros líderes populares en distintas partes del mundo, participación en eventos organizados por movimientos sociales – y, ciertamente, por sus aportes la discusión epistemológica como lo revela su magnífica obra de 1998: Abrir las ciencias sociales. En este texto propone una crítica radical al paradigma metodológico dominante en las ciencias sociales, cuyo núcleo duro positivista condena a éstas a una incurable incapacidad para comprender la enmarañada dialéctica y la historicidad de la vida social. En línea con esta perspectiva de análisis sus previsiones sobre el curso de la dominación imperialista no podrían haber sido más acertadas. En uno de sus artículos del año 2011 advertía que “la visión de que Estados Unidos está en decadencia, en seria decadencia, es una banalidad. Todo el mundo lo dice, excepto algunos políticos estadunidenses que temen ser culpados por las malas noticias de la decadencia si la discuten.” [2] En Latinoamérica, en cambio, entre las clases dominantes, los políticos del establecimiento y el mandarinato intelectual predomina aún una visión hollyvoodense sobre la salud del imperio, misma que se penetra en buena parte de la población. Según esta perspectiva lo que Donald Trump representa es el renovado vigor del imperio y no los desesperados pataleos de quienes se resisten a admitir su lento pero inexorable ocaso. No obstante, no había un gramo de infantil triunfalismo en ese diagnóstico cuando advertía que si bien “hay muchos, muchos aspectos positivos para muchos países a causa de la decadencia estadunidense, no hay certeza de que en el loco bamboleo del barco mundial, otros países puedan de hecho beneficiarse como esperan de esta nueva situación.”  O, podríamos agregar, podrán sacar ventajas los países cuyos gobiernos adopten una política de autodeterminación nacional que les permitan maximizar sus márgenes de autonomía en la economía y la política mundiales. Quienes en cambio sigan sumisos a los dictados del imperio lo acompañaran en su lenta declinación. El criminal belicismo de la Administración Trump en respuesta al irreparable derrumbe del orden mundial de posguerra que tenía su eje en EEUU confirma las previsiones formuladas por Wallerstein. Sus pronósticos sobre el futuro del capitalismo son desalentadores para la burguesía mundial y sus propagandistas. En efecto, en una conferencia que dictara en Madrid en 2009 sostuvo que “lo que estamos viendo ahora es el colapso del periodo especulativo que arrancó en los años setenta. Hasta aquí, todo normal.” [3] Pero, agrega, hay un elemento extraordinario y este no es otro que el “fin del actual sistema-mundo capitalista y la consiguiente transición hacia otro sistema. Todavía no sabemos qué va a ocupar el lugar del capitalismo porque dependerá del resultado de una lucha política que aún se está dirimiendo.” Y remata su razonamiento sentenciando que “Podemos estar seguros de que en 30 años ya no viviremos bajo el sistema-mundo capitalista. Pero, ¿en qué sistema viviremos entonces? Podría ser un sistema mucho mejor o mucho peor. Todas las posibilidades están abiertas. La solución la encontraremos cuando se resuelva el conflicto entre lo que yo denomino el espíritu de Davos y el espíritu de Porto Alegre.” Pero lo que no suscitaba mayores incertidumbres en el pensamiento de Wallerstein era la evolución de la creciente polarización –económica, social, cultural- que signaba al capitalismo contemporáneo. Concentración de la riqueza, el saber y el poder en manos de unos pocos, dentro de las naciones y en el sistema internacional. Esto se traducía en el primado de los enormes conglomerados oligopólicos –en la economía real, las finanzas, los medios

America Latina, Cultura, Portada

Roberto Fernández Retamar, poeta y pensador

Fuente: Mario Goloboff | Página/12 Fecha: 21 de julio de 2019 Durante la segunda mitad del siglo XX, hubo en América latina un puñado de intelectuales que oficiaron de modo natural y quizás no querido como verdaderos maestros y guías en la formación intelectual y literaria, y en la crítica literaria de nuestra generación: el uruguayo Ángel Rama, el peruano Antonio Cornejo Polar, los argentinos David Viñas y Noé Jitrik. Sin duda, forma parte de este connotado grupo, y en muy alto sitio, el poeta, crítico, pensador cubano Roberto Fernández Retamar, que acaba de fallecer. Él fue iluminando desde los primeros tiempos de la revolución cubana el camino de una crítica y de una concepción latinoamericana de nuestra cultura. Profusos y profundos trabajos que llevan su firma (entre los que ha sido fundamental aunque no única la presencia del libro Calibán y otros ensayos) fueron postulando la posibilidad, si no de un aislamiento impensable o de una originalidad soberbia, la de una independencia cultural y la de una autonomía, siempre conflictivas, siempre discutidas, siempre relativas, pero irrenunciables, necesarias. Acordes con las necesidades que, en otros campos, políticos, económicos, sociales, se han ido manifestando a lo largo de estos años. Venía, además, Fernández Retamar de una formación particularmente vasta, heterogénea y rica en la que intervinieron la filosofía, el marxismo, el estructuralismo, las ciencias literarias, la poética, la añeja profundidad de la poderosa cultura cubana, José Martí (en cuya vida y obra era un especialista), otros maestros cubanos y latinoamericanos, la lectura constante e íntima de poetas de todas las épocas y de todas las lenguas. Lo que lo llevó a una militancia temprana en el campo cultural, aún bastante antes de la Revolución. Ideas que parecen fundamentales de su pensamiento y que están expresadas en libros y en numerosos artículos publicados a lo largo de estos años son aquéllas sobre las relaciones entre el poeta y la sociedad, la función del arte en esa sociedad, la función que cumplen los intelectuales en la sociedades latinoamericanas y en la cubana socialista, el papel del poeta en la revolución… En lo más específico, que toca la tarea literaria, un trabajo ya clásico es aquél titulado “Antipoesía y poesía conversacional en América latina”, y que tiene mucho que ver con su propia construcción poética. Es la charla dada en una reunión que tuvo lugar en La Habana en 1968, publicada en un tomo que editó la Casa de las Américas al año siguiente, titulado Panorama de la actual literatura latinoamericana, un ciclo organizado por el Centro de Investigaciones Literarias de Casa de las Américas y en el que participaron, entre otros, José María Arguedas, Max Aub, René Depestre, José Revueltas, Rodolfo Walsh, Jorge Zalamea. Describe, allí, la poesía hispanoamericana después de los cincuenta como embarcada en las corrientes de la llamada antipoesía (cuyo mayor epígono sería Nicanor Parra -1914-) y, sucediéndola, de una manera casi generacional, la poesía conversacional (cuya figura central sería Ernesto Cardenal -1925-), de la que señala características que se tienen como distintivas y, se interpreta, positivas: la poesía conversacional no se autodefine, tiende a ser grave aunque no solemne, pugna por afirmarse en sus creencias, muchas veces políticas, otras religiosas; más que vuelta hacia el pasado, “es capaz de mirar el tiempo presente y de abrirse al porvenir”; “suele señalar la sorpresa o el misterio de lo cotidiano”; más que encerrarse en fórmulas, se inclina “a abrirse a nuevas perspectivas”. Y es, fundamentalmente, una poesía que no tiene inconvenientes en mezclar lo narrativo con lo lírico, la prosa con el verso, sin prejuicio ninguno por lo que siempre se llamó “prosaico”, en una línea que, entre otros, desciende de T. S. Eliot: “La poesía tiene tanto que aprender de la prosa como de la demás poesía… Una interacción entre prosa y verso, como la interacción entre lenguaje y lenguaje, es una condición de vitalidad en literatura”. Pero fue, ciertamente, en la propia poesía donde expresó sus sentimientos y pensamientos más profundos y que van a quedar. Poco después de los ya definitivos días en que la guerrilla triunfante entraba en La Habana, lo primero que se conoció de Fernández Retamar fue un poema, “El otro”, escrito, es probable, en medio de las celebraciones y publicado aquí por un periódico de izquierda. “Nosotros, los sobrevivientes, / ¿A quiénes debemos la sobrevida? / ¿Quién se murió por mí en la ergástula, / Quién recibió la bala mía, / La para mí, en su corazón? / ¿Sobre qué muerto estoy yo vivo…?”. Aquel sentido nuevo y generoso de la “otredad” siempre será así en la poética de Fernández Retamar: el “otro” no es la figura borgiana (figura, por otra parte, genética y constitutiva de la obra del argentino), la del doble dubitativo y que se hubiera querido ser o que se dice se hubiera querido ser. Tampoco es la psicoanalítica imagen en la que se busca sin descanso y sin hallazgo la radical identidad. Menos aún la del mito, que algunos suponen inaugurado por el héroe-flor de la primavera cretense e introducido después en la omnívora Grecia, Desde entonces, quedamos cautivos de esa voz poética, a la que por aquellos días de aislamiento seguíamos todo lo que la poca entrada al país de material cubano podía permitir. Hasta qué punto este poema atraviesa su obra toda, se comprueba cuando relata, en un texto muy posterior, hablando de sus afinidades con poetas argentinos y de Paco Urondo: “Y un día, quizá en su último poema, / Conversó conmigo por aquellos versos sobre los hombres de transición, / Seguramente sin saber que tales versos a su vez / Eran resultado y parte de una conversación inconclusa que tuve con el Che…” Así, su obra poética propiamente dicha exhibe una lírica racional y reflexiva, para nada desprovista de afectividad, aunque insistentemente conceptual, dedicada en cada caso al desarrollo de una idea. Creo que Fernández Retamar, a la manera brechtiana, se propone no confundir al lector entre el campo de la identificación y la alucinación y el de la realidad

Scroll al inicio