Charlas del Llamamiento 2022: «Iosi, el espía arrepentido» con Miriam Lewin y Horacio Lutzky
Videograbación de la charla del jueves 16 de junio
Videograbación de la charla del jueves 16 de junio
Por: Eric H. Yoffie | Haaretz ( 15 de junio de 2022) Las autoridades israelíes retiran una bandera palestina de un edificio después de que un grupo de defensa que promueve la coexistencia entre palestinos e israelíes la colocara en Ramat Gan, Israel, a principios de este mes Crédito: AP Photo/Oded BaliltyEric H. Yoffie De repente, la idea de una confederación Israel-Palestina está en todas partes. No es una idea nueva. Pero en el último año, una multitud de organizaciones e individuos, casi todos sionistas progresistas, se han presentado para defender algún tipo de plan de confederación . La confederación, dicen, puede romper el punto muerto. Es una alternativa a la moribunda solución de dos estados. Se basa en las mejores intenciones de ambos lados en lugar de rendirse a los obstruccionistas.- Anuncio – Pero la confederación es una idea terrible, y ninguna de estas cosas es cierta. No estoy cuestionando los motivos de los defensores de la confederación. Muchos son mis amigos. Desanimados por años de estancamiento en el frente de paz, han gravitado hacia lo que ven como opciones más prometedoras. No obstante, el campo de la paz no se favorece a sí mismo cuando opera en premisas defectuosas y ambiguas. ¿Qué es exactamente la confederación? La idea central es que habrá dos estados, Israel y Palestina, con una frontera que siga la Línea Verde. Sin embargo, a diferencia del modelo de dos estados, bajo la confederación la frontera estaría abierta. Los ciudadanos israelíes podían vivir y trabajar en Palestina, y los ciudadanos palestinos en Israel . El único requisito sería que cada grupo estaría obligado a aceptar las leyes y la soberanía del otro mientras se encuentre en su territorio.- Anuncio – Cada uno de los estados confederados tendría su propio gobierno y ejército. Los israelíes que viven en Palestina votarían en las elecciones nacionales israelíes y los palestinos que viven en Israel en las elecciones nacionales palestinas. Jerusalén sería una ciudad compartida, los dos estados tendrían una sola economía y los órganos administrativos conjuntos se ocuparían de cuestiones ambientales, de salud pública y de seguridad . Existe una variedad de enfoques para tratar los problemas potenciales. El plan más conocido se llama A Land for All , creado en 2012 por el periodista israelí Meron Rapoport y la activista palestina Awni Al-Mashni. Otro plan terminado este año fue preparado por un equipo conjunto israelí-palestino encabezado por el negociador de paz palestino Hiba Husseini y el exministro de Justicia israelí Yossi Beilin. Tanto el New York Times como el Washington Post han publicado artículos de opinión con propuestas de la confederación, al igual que Haaretz y Forward . El caso de la confederación en todos estos planes se basa en dos principios. Primero, la confederación brinda una alternativa a la solución de dos estados, que es un “modelo de divorcio” basado en estados israelíes y palestinos separados con contacto limitado. Los partidarios de la Confederación creen que el enfoque de dos estados ya no es factible debido a la rigidez ideológica de ambos lados.- Anuncio – En el modelo de dos estados, Israel tendría que expulsar a medio millón de colonos de Cisjordania , un paso que se resiste a dar. La Autoridad Palestina tendría que renunciar al derecho de retorno, que afirma el derecho de los refugiados palestinos y sus descendientes fuera de los territorios a regresar al Israel anterior a 1967, un derecho que, de ejercerse, pondría fin al estado judío. La ventaja de la confederación es que elimina estos problemas. En la confederación recientemente establecida, los colonos pueden permanecer en Cisjordania como ciudadanos israelíes y los refugiados palestinos pueden establecer su residencia en Israel como ciudadanos palestinos. El número de israelíes permitidos en Palestina y de refugiados palestinos permitidos en Israel se negociaría o establecería por adelantado. Mujeres palestinas esperan para cruzar el puesto de control del ejército israelí de Qalandia, entre la ciudad cisjordana de Ramallah y Jerusalén, en su camino a rezar en la mezquita de Al-Aqsa en Jerusalén Crédito: AP Para los judíos, poner fin al trauma de las guerras de asentamiento se presenta como un fuerte argumento a favor de la confederación. Durante medio siglo, Israel y el mundo judío se han visto desgarrados por batallas entre fuerzas a favor y en contra de los asentamientos. Cualquier propuesta que elimine la pesadilla de los asentamientos de la agenda judía podría tener un fuerte atractivo. En segundo lugar, las propuestas de confederación afirman que los nacionalismos judío y palestino son capaces de alejarse del chovinismo, la exclusividad y el militarismo que con tanta frecuencia caracterizan a todos los movimientos nacionales. La solución de dos estados enfatiza que la cultura, el idioma, la religión y el origen étnico han inflamado las relaciones entre judíos y palestinos. Y responde pidiendo una separación sustancial, al menos hasta que las llamas de la hostilidad se hayan reducido a niveles manejables. Pero la confederación supone que los dos nacionalismos en competencia pueden acomodarse entre sí, con fronteras abiertas, poblaciones integradas y mecanismos conjuntos de cooperación. Los defensores de la confederación reconocen que será difícil. Pero, dicen, los moderados de ambos lados están buscando una mejor manera. Dados los fracasos de las negociaciones de dos estados, ¿por qué no probar un nuevo enfoque? Admitámoslo: la idea de la confederación suena atractiva. Un plan de paz basado en la cooperación en lugar de la separación es una idea hermosa. Y si los asentamientos israelíes y el derecho al retorno de los palestinos son el meollo del problema, hay algo inteligente en afirmar que, bueno, tal vez estos dos temas no tienen por qué ser problemas después de todo. Estableceremos nuestros estados, mezclaremos nuestras poblaciones libremente, cooperaremos en todo, prosperaremos como naciones y como individuos, y viviremos felices para siempre. Pero, ¿cómo llegaríamos a ese punto? Y definir los problemas en papel no los hace desaparecer. El conflicto es real y no se puede desear que desaparezca. El punto central de la solución de dos estados es que reconoce la realidad, separa a las partes en conflicto y permite el desarrollo muy gradual de la coexistencia que es necesaria para la paz. Considere los siguientes problemas específicos que surgen de la posición a favor de la confederación. Primero, los defensores de la confederación argumentan que ambas
Por: Liliana Fijtman (Compañera del Llamamiento) | La Tecl@ Eñe Un diálogo feroz sobre la construcción de un deseo que arrasa con la ética. Una obra que aborda con fuerza la problemática de la esterilidad y las formas de maternar a toda costa. Dos personajes en un punch dialógico, donde definen algo de sus cotidianeidades mientras hacen pases de esgrima. Una carrera exitosa, yoga, peluquería, vacaciones en el exterior; atender llamados, contestar mails y whastapp, hacer spinning. Dos mujeres de cuarenta años agitan espadas y poesía cruel para plasmar un mundo donde podemos reconocernos todas. La necesidad de estar en pareja y también de no estarlo. Hacer una carrera, vivir en la ciudad, disfrutar de la naturaleza, extrañar a un novio abandónico, la ansiedad que carcome y no deja pensar, o la angustia de sentir que el tiempo nos amenaza, nos quita nos pierde. Morirse sin ser madre. Consultar médicos, hacer tratamientos, guardar óvulos, encargar un hijo, buscar un semental como la Eva de Silvio Rodriguez. Te preguntan con cara de tonta ¿tenés hijitos? y se te revuelve el estómago de la bronca y el dolor. Los chicos no me gustan, se babean. Querés tener un hijo. El tiempo que mata. Matar el tiempo. Más bronca, la soledad. Morirse en soledad y que te encuentre el vecino chismoso por el olor. Adoptar. Comprar un hijo. El secreto. Las mentiras. Qué les decís a los conocidos y a los familiares. Qué decís en la oficina. Esta obra de María Pía López, con la dirección ajustada y precisa de Cintia Miraglia desarrolla creativamente la problemática de ser madre en estos tiempos con la complejidad de matices que intervienen en el cotidiano discurrir de personas de clase media en una gran ciudad. A partir de allí, la evolución de la trama agregará el paisaje de la frontera, la miseria y la entrega de los hijos a través de intermediarios. El comercio ilegal de la maternidad. Las actuaciones de Leticia Torres y Carolina Guevara sostienen un clima de tensión ágil, ansioso, exuberante con una energía desbordante, que no decae en ningún momento y que mantiene la atención del espectador, con momentos conmovedores y de humor inteligente. Muy buena la composición sonora de Vicky Balay y la voz sugerente de Leticia Torres. Para no perdérsela, los domingos de mayo y junio a las 18 horas en el Teatro El Extranjero. Valentín Gómez 3378. CABA. Localidades por Alternativa Teatral. Ficha Técnico Artística. Autoría: María Pía López. Sobre textos de: María Pía López. Adaptación: Carolina Guevara, María Pía López, Cintia Miraglia. Actúan: Carolina Guevara, Leticia Torres. Vestuario: Paula Molina. Escenografía: Víctor Salvatore. Diseño sonoro: Vicky Balay. Diseño de Iluminación: Matías Noval. Fotografía: Ximena Talento. Diseño gráfico: Cintia MIraglia. Entrenamiento en esgrima: Andrés D´adamo. Asistencia de dirección: Rocío Bari. Prensa: Daniel Franco. Coreografía: Andrés D´adamo. Dirección: Cintia Miraglia. Composición sonora: Vicky Balay.
Por: Comisión Persp. de Género Raquel Liberman ha sido la mujer que con su valiente denuncia ante un Juez incorruptible, el Dr Julio Alsogaray, logró el fin de la operatoria de una fuerte organización mafiosa dedicada centralmente a la explotación de prostíbulos en nuestro país y otros de Sudamérica: la Zwi Migdal (Gran Fuerza). Se trataba de una organización compuesta por judíos en su mayoría de origen polaco que, aprovechando las pésimas condiciones de vida de los judíos en Europa, engañaban a jóvenes mujeres a quienes prometían o efectivizaban casamiento para, al llegar a Buenos Aires, forzarlas a la prostitución, actividad que entre los años 1875 y 1936 fue una actividad tolerada en Buenos Aires regida por normas y reglamentos. Raquel Liberman logró escapar dos veces de las garras de la Zwi Migdal; en la segunda oportunidad hizo la denuncia y se dispuso a declarar ante un Juez porque, dijo: “Sólo se muere una vez; la denuncia no la retiro”. Los miembros de la organización fueron siempre rechazados y combatidos por los demás miembros de la comunidad judía en Argentina, por lo que crearon sus propias instituciones: templo, cementerio, todo encubierto bajo el rótulo de una sociedad de socorros mutuos. Hbiese sido imposible que alcanzasen el gran desarrollo que alcanzaron sin la complicidad de la policía, políticos y jueces, lo que produjo que tras la denuncia de Raquel fueron apresados 108 miembros de la organización, pero quedaron en prisión sólo tres miembros secundarios de la misma. De todos modos, esta denuncia provocó que la mirada social sobre los burdeles, fuera menos consintiente y la Zwi Migdal dejara de funcionar. Raquel murió muy joven de cancer de tiroides; dejó tras de sí dos hijos y el comienzo de una batalla y un ejemplo de lucha contra la prostitución como institución aberrante de una sociedad que compra mujeres como trozos de carne. La ruptura del silencio de esta valiente mujer, muerta a los 34 años, dió lugar al fin del reglamentarismo en nuestro país, ya que se promulgó la Ley 12.331 que prohibía la existencia de prostíbulos. Hoy sigue vigente, q pesar de que no se cumpla. Este año se cumplen 122 de su nacimiento y se está debatiendo la posibilidad de poner a la estación Callao su nombre, ya que era ésa la zona en que desarrolló su vida. La historia de la prostitución es una historia de vidas segadas, arrebatadas, convertidas en mercancías para provecho de secuestradores y prostituyentes. COMISION DE PERSPECTIVA DE GÉNERO
“Están en todas partes…” Por: Héctor Gurvit (Com. Boletín del Llamamiento) El asesinato de Shireen Abu Akleh resignificó el valor de la vida, de todas las vidas. Y de poner en primer plano la siempre latente condición de judío. Mas allá de las cuestiones económicas, imperiales, no pocas veces se desprende la duda sobre la responsabilidad del judío en las acciones del Estado de Israel. Acaso sea la duda una forma de discriminación no declarada, encubierta, que solapa un antisemitismo costumbrista. Estamos acostumbrados a la guerra en Medio Oriente. Y eso es malo, y triste. Medio Oriente es un término geográfico demasiado amplio como para representar los últimos hechos que terminaron con la vida de Shireen Abu Akleh de la cadena Al Jazeera. Permanece por demasiado tiempo esta guerra desigual entre Israel y Palestina. Tampoco es correcto decir Palestina como si fuera un todo homogéneo. Y en ese sentido el ICUF (Federación de Entidades Culturales Judías de la Argentina”) y el Llamamiento Argentino Judío, han emitido sendas declaraciones que creo necesario, no reproducir, sino rescatar, de ellas, varios tramos, mechado por comentarios personales. Es prudente ser autorreferencial, para no generalizar sin fundamento. Los judíos tenemos un problema. Es arduo convivir en los múltiples ámbitos donde socializábamos. Ser judío es como ser negro o ser homosexual o tener algún otro atributo identificable. No hay escape. En el colegio, a modo de ejemplo, emocionalmente, me resultaba difícil ser el judío de la clase. Hoy incluso, juego al tenis. Y es curioso, porque lo hacemos en un club judío que se llama Guesher, que en hebreo quiere decir Puente, y es el nombre de un partido político israelí. O era, no sé si permanece activo. Yo no fui a dar con ese club, fueron mis compañeros, que no son judíos. Ellos lo buscaron y allí jugamos. En ese grupo, en el que nunca tuve problemas, todos saben que yo soy el judío. Incluso, como en ese club solo pueden ser socios los judíos, no pocas veces me vienen a preguntar si me quiero asociar. La condición de judío se podría representar como cientos de dedos señalando. En los barrios, sobre todo en los tiempos que viví en Lanús o en Sarandí, la mia era la casa del judío. De hecho, cada tanto, vecinos con los que tuve muy buena relación, hablaban loas al Estado de Israel, y me lo venían a demostrar como si yo fuera el hacedor de ese progreso. Produce un efecto extraño. Era más fácil ir a sitios de judíos como, en nuestro caso, y por un breve período, al Centro Cultural Israelita I.L. Peretz de Lanús. A nadie se le ocurriría aclarar sobre otras singularidades. O si, pero con otra connotación: la casa del herrero, Pepe el del kiosco, el de la librería, etc. Esa condición nos hace, sin proponerlo, distintos. En todo caso, nos tenemos que esforzar más, tenemos que ser mejores. No por nosotros, sino para que el mundo nos mire con otros ojos, menos amenazadores. Era y es, también, el mandato familiar. Pero a veces ni el esfuerzo ayuda. Hay una película que recomiendo: “Están en todas partes” que explica: “en un humor negro muy judío y también muy francés, donde Yvan Attal reflexiona sobre la paranoia de algunos judíos respecto al antisemitismo”. Somos incluso acreedores de un objetivo llamado “Andinia” que tenía la intención de crear el Estado de Israel en la Patagonia. Un disparate que no pocos se lo creían y se lo creen. Y que ahora se visualizó con la serie “IOSI, el espía arrepentido”. Nada de lo que se hizo con el Estado de Israel (con el diario del lunes) estuvo bien. El juicio es mío. Las Naciones Unidas no tuvieron peor idea que dividir el territorio entre judíos y palestinos. No olvido el hecho no menor de que el mundo estaba conmocionado por la shoah y lo que significó. Y cada día que pasa, es más difícil volver a eso que las Naciones Unidas suponía que iba a suceder: dos pueblos, dos estados. La mayoría de los palestinos, obviamente, no son “terroristas”. ¿Y cuál sería el paradigma lombrosiano que dice que una persona es terrorista? Ahora, los judíos “progresistas”, nos encontraos con un grave problema, porque si sos judío, sos el que mata, el que ocupa, el que coloniza, el que se posiciona del lado de los países hegemónicos. Y el que construye muros. Tampoco en el seno de Israel todos piensan igual. Existe quienes están en contra, no me parece que ese sector sea numeroso, pero existe. No pocas veces recibo la siguiente reflexión que trato de entender, aunque no es fácil que el otro entienda: “parece mentira, ustedes que sufrieron el holocausto están haciendo lo mismo con el pueblo palestino”. Explicar esa afirmación lleva mucho tiempo y una oreja que te escuche. Y eso no pasa. Nunca pasa. Como explicar que uno no es “ustedes”. Es como entender al peronismo. Te dicen “La década afanada”, “CFK asesina” y para oponerse a esa afirmación no se necesita una frase única que la clausure, es necesario un discurso que se ancle en la historia, que no se resuelve con una única oración. Los sectores de derecha resumen todo, en una o dos palabras: “Cristina se robó un PBI”. “Los bolsos de López”, etc. Siempre que me dan argumentos de ese tipo, les digo: “si me das 15 minutos en silencio para que te explique qué representó el peronismo para el empoderamiento de ese “subsuelo de la patria sublevado” del que habló Raúl Scalabrini Ortiz, te cuento, de otro modo, no lo entenderías”. En realidad, nunca lo van a entender. Hay un “antiperonismo incondicional”. También los judíos progresistas estamos, no diría divididos, pero no todos piensan igual. Vuelvo a mi condición de judío. Gente que me merece el mayor de los respetos me interroga: “mirá lo que están haciendo”. Quedo perplejo, porque yo no he hecho nada, salvo insistir en que ser judío no necesariamente implica acordar con la política israelí. Desvincular al
Profesor Goldreich recibiendo el Premio Israel. Crédito: Emil Salman Por: Oded Goldreich | Haaretz (13 de abril de 2022) Hace poco más de un año, el comité del Premio Israel de matemáticas e informática me seleccionó como ganador del premio del año hebreo 5781 (2020-2021). En ese momento, no sabía que había sido elegido; Ni siquiera sabía que había sido nominado. Las reglas del Premio Israel estipulan que el ministro de educación debe llamar a los ganadores e informarles que han recibido el premio. En cambio, recibí llamadas telefónicas de periodistas informándome de mi no ganancia (del premio que no sabía que se suponía que iba a recibir). Pero lo que es más importante, los periodistas me dijeron que no recibiría el premio porque apoyo a los enemigos de Israel y al movimiento BDS, lo cual, como he aclarado en numerosas ocasiones desde entonces, no es cierto. Durante el último año y medio, ministros, legisladores, organizaciones de derecha y periodistas han dicho muchas cosas sobre mí, la mayoría falsas. En su mayoría, dijeron que pido un boicot a Israel . Hasta ahora, me he abstenido de responder públicamente, pero quiero decir muy claramente: nunca he pedido un boicot a Israel. En el pasado, yo, como muchos otros, he apoyado, y seguiré apoyando en el futuro, la retención de cualquier ayuda al proyecto de asentamiento en Cisjordania, porque creo que pone en peligro la supervivencia de Israel y se basa en la opresión de la población local en estos territorios. En particular, la institución que se autodenomina Universidad Ariel es parte de este proyecto, e incluso si cierto ministro de educación logró que el Consejo de Educación Superior la reconociera (retroactivamente) como “una institución israelí de educación superior”, esto no no cambia el hecho de que no se encuentra dentro de las fronteras soberanas de Israel. Esta no es simplemente una cuestión geográfica de ubicación física, sino una cuestión relacionada con la política y la gobernanza: la institución en Ariel está situada en un territorio donde existe un sistema dividido con amplios privilegios y apoyo gubernamental para una minoría de habitantes: los colonos israelíes. – y la opresión y el despojo continuo y extremo de los demás habitantes – la población palestina. Estos son hechos básicos que no pueden ser ignorados de manera justa. El reconocimiento de los hechos es la base para debatir la justificación y el futuro de este régimen. En mi opinión, este régimen debe desaparecer, es decir, la ocupación debe terminar. El hecho de que tenga estos puntos de vista es la verdadera razón por la que los grupos de derecha, que se dedican a acosar a los izquierdistas, y dos ministros de educación que se arrastran ante tales grupos, intentaron evitar que me concedieran el Premio Israel. Mi firma en este o aquel documento fue la excusa, como lo demuestra el hecho de que la identidad de los documentos «incriminatorios» cambió en el curso del procedimiento legal. La verdadera razón detrás del esfuerzo por negarme el Premio Israel no es un llamado específico a la acción, sino mis puntos de vista políticos. Estos elementos no quieren que alguien con puntos de vista como los míos reciba este honor del estado, ya sea porque está involucrado en lo que se conoce como «llamar a un boicot» o si «solo» está trabajando para poner fin a la ocupación por otros medios. Estas posiciones legítimas están enmarcadas por la derecha como antiisraelíes, y las personas que apoyan estas posiciones legítimas son etiquetadas como enemigos del estado y de la sociedad israelí. Este marco falso se ve reforzado por la “Ley BDS” que se promulgó en 2011 , y que equipara de manera maliciosa y engañosa el boicot a una institución “situada en un área bajo control israelí” con “un boicot a Israel”. Esta ley apenas pasó la prueba del Tribunal Superior, aunque en mi opinión debería haber fallado, principalmente por la pendiente resbaladiza que crea para dañar la libertad de expresión, pendiente por la que nos deslizamos en el presente incidente. Pero incluso eso no significa que llamar a boicotear las instituciones de los asentamientos, como la institución de Ariel, convierte a una persona en enemiga del Estado. La ley tampoco dice que emitir tal llamada sea un delito penal. Todo lo que dice la ley es que tal llamado podría equivaler a un agravio civil y que aquellos perjudicados por él serían elegibles para demandar por daños y perjuicios si incurrieron en un daño demostrable, y que alguien que pide un boicot puede no ser elegible para ciertos beneficios administrativos; pero no dice nada acerca de retener un premio de esa persona. Desde un punto de vista personal, fue un año lleno de decepciones: por parte de dos ministros de educación, Yoav Gallant (de quien, por supuesto, no esperaba mucho), y el Dr. Yifat Shasha-Biton , de quien esperaba más. Me decepcionó que el exfiscal general permitiera que esta historia llegara incluso a la Corte Suprema, y me decepcionó que el asunto no terminara inmediatamente después de la primera decisión de la Corte Suprema el verano pasado. Sin embargo, no me arrepiento de nada. Para mi deleite, este alboroto llamó la atención sobre mi campo de investigación que probablemente no habría recibido de otra manera. Recibí mucho apoyo y aliento personal y profesional de todos, y no fui objeto del tipo de ataques intensos que a menudo experimentan mis colegas de izquierda. Me complació tener la oportunidad de luchar por algo en lo que creo, incluso si fui arrastrado a esta lucha y no fue obra mía. Me alegra que este asunto haya concluido con la revocación de las decisiones de los dos ministros, y espero que esta conclusión ayude a fortalecer la libertad de expresión política en Israel. Como dije durante la ceremonia de premiación , la historia de la creación de Israel no está completa sin notar el precio que otro pueblo pagó por el establecimiento de un estado judío en la Tierra de Israel, y el deber moral de este estado de tratar de compensar a ese otro pueblo y no persistirá en su opresión. Nosotros, por supuesto, estamos haciendo lo contrario, y la continua opresión me
Por: Eugenio García Gascón | Público.es (5 de junio de 2022) Israel se está precipitando por una peligrosa pendiente y que cada día cae a mayor velocidad. La fuerza del nacionalismo y de la religión tal como se aplican en el estado judío está detrás de esta dramática situación. Un gran número de notables israelíes advierten alarmados que si no se da pronto un fuerte golpe al timón, la situación se va a escapar de las manos y el país incluso podría desaparecer. Aunque ya hace tiempo que proliferan las voces que advierten que Israel avanza por el lado equivocado de la historia, esta semana se ha multiplicado la publicación de artículos que muy bien pueden interpretarse como una desesperada llamada de socorro ante la inminencia de un conflicto no pacífico entre los judíos que podría conducir incluso a la desaparición del estado sionista fundado en 1948. El analista Zvi Barel, que escribe regularmente en las páginas de Haaretz sobre temas de Oriente Próximo, advierte que el desgarramiento del tejido social posee demasiados ingredientes que apuntan hacia una guerra civil, una opinión que no se vierte por primera vez, pero no por ello deja de reflejar el creciente malestar social, político y religioso, malestar que nunca había sido tan grande y que se agrava cada día que pasa. El estrés proviene en primer lugar de un rampante nacionalismo que durante décadas ha estado sembrando odio, primero contra los palestinos y ahora entre los mismos judíos. Esta corriente que nada ni nadie parece capaz de detener ha ido creando una sociedad todavía más nacionalista y religiosa que se mira el ombligo intensamente y rechaza cualquier compromiso con quienes no piensan como ellos. Nada indica que la deriva por el precipicio vaya a resolverse desde dentro, pero tampoco desde fuera. Si de verdad quiere salvarse a Israel, la comunidad internacional debería intervenir enérgicamente para poner freno a un nacionalismo que lleva incorporada la semilla de la autodestrucción. Sin embargo, nadie puede esperar que mandatarios como Emmanuel Macron o Joe Biden intervengan antes de que sea demasiado tarde. En una conferencia pronunciada el miércoles en la ciudad de Netanya, el exdirector del Mosad Tamir Pardo señaló que «el estado de Israel ha elegido activar el mecanismo de autodestrucción». «Por favor, paren antes de que sea demasiado tarde», dijo Pardo. «No hemos aprendido nada. Vivimos en una aldea global y todo se sabe, y todos ven lo que está sucediendo aquí». «El país es rico y próspero, con tecnología punta, agricultura, medicina, etcétera, pero se está desangrando (…). Pronto va a (empezar a) trabajar el mecanismo de autoaniquilación, de odio mutuo».Michael Brizon señala que dada la situación que vive en Israel, lo más sensato que pueden hacer los judíos es volver a la diáspora Otro articulista de Haaretz, Michael Brizon, señala que dada la situación que vive en Israel, lo más sensato que pueden hacer los judíos es volver a la diáspora, agregando que precisamente la dispersión geográfica ha permitido la supervivencia del pueblo judío durante milenios, algo que Israel no puede garantizar en las circunstancias actuales. «Soy un judío exiliado y orgulloso. Soy un ciudadano global y no mantengo ninguna conexión con mi lugar de nacimiento. Para mí la ‘tierra’ es solo la suciedad donde se cultiva la comida. Ahí entierran a la gente, no tiene ni un ápice de sagrado y no merece que se derrame por ella ni una gota de sangre», escribe Brizon. «Somos un pueblo sin fuerza, sin tierra, sin ejército, sin templo». «Y cuando nos hemos convertido en ‘nación’, somos tan terribles, estúpidos, violentos y codiciosos como la mayoría de las naciones del mundo. Estamos a poco tiempo de traernos a nosotros mismos la destrucción y otra vez la diáspora, y solo ahí, en el exilio, recuperaremos el sentido perdido y volveremos a la realidad de pueblo vivo». «Estamos bien siendo una minoría, incluso nos conviene un poco de opresión que nos haga sacar lo mejor de nosotros». A continuación escribe que el estado de Israel es en realidad una continuación del Holocausto y está padeciendo la virulencia de fanáticos no menos peligrosos que en otros tiempos del pasado, como los sicarios, los seguidores del rabino Akiva o los «estúpidos discípulos de Bar Kojba«, quien se rebeló contra los romanos y trajo la perdición a los judíos. «Lo único que puede hacerse es admitir que el sionismo fue un error inocente y volver al exilio para recuperar nuestra fuerza y renovar nuestros valores», explica el articulista de ‘Haaretz’ «Así nos hemos convertido en una ‘nación’ pequeña, arrogante, violenta y mala». «Ya no hay escapatoria de este desastre. Setenta y cinco años de racismo y violencia han corrompido al electorado israelí y ya no se elegirá un gobierno saludable, por lo tanto lo único que puede hacerse es admitir que el sionismo fue un error inocente y volver al exilio para recuperar nuestra fuerza y renovar nuestros valores». Otro artículo no menos demoledor y que tampoco prescinde de resonancias bíblicas lo publicó hace algunas semanas el exprimer ministro laborista Ehud Barak, quien se refirió a un escenario existencial dramático. Varios comentaristas, incluido Barak, han recordado que la octava década del estado judío, en la que ahora estamos, tiene antecedentes maléficos. Según el razonamiento de estos comentaristas, incluido Barak en el diario Yediot Ahronot, en los últimos tres mil años el pueblo judío ha gobernado Palestina en solo dos ocasiones, durante el reinado de la mítica dinastía de David y Salomón, y durante el periodo macabeo, y en ambos casos la octava década representó el final de los reinados. De ahí que recuerden que ahora nos encontramos en la octava década del estado de Israel. En los dos casos precedentes, destaca Barak, el final de los reinados lo causaron las disensiones internas entre los judíos, una situación que se está repitiendo en la octava década en que nos encontramos. «El proyecto sionista es nuestro tercer intento en la historia (…) Hemos alcanzado la octava década y estamos obsesionados con ignorar las advertencias del Talmud, precipitando (nuestro) final y permitiéndonos un odio libre». Otro periodista y escritor, Avi Shavit, no tiene más remedio que admitir el gran deterioro que está experimentando el estado judío. «En los
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