Ser judío

“Están en todas partes…”

Por: Héctor Gurvit (Com. Boletín del Llamamiento)

El asesinato de Shireen Abu Akleh resignificó el valor de la vida, de todas las vidas. Y de poner en primer plano la siempre latente condición de judío. Mas allá de las cuestiones económicas, imperiales, no pocas veces se desprende la duda sobre la responsabilidad del judío en las acciones del Estado de Israel. Acaso sea la duda una forma de discriminación no declarada, encubierta, que solapa un antisemitismo costumbrista.

Estamos acostumbrados a la guerra en Medio Oriente. Y eso es malo, y triste. Medio Oriente es un término geográfico demasiado amplio como para representar los últimos hechos que terminaron con la vida de Shireen Abu Akleh de la cadena Al Jazeera. 

Permanece por demasiado tiempo esta guerra desigual entre Israel y Palestina. Tampoco es correcto decir Palestina como si fuera un todo homogéneo. Y en ese sentido el ICUF (Federación de Entidades Culturales Judías de la Argentina”) y el Llamamiento Argentino Judío, han emitido sendas declaraciones que creo necesario, no reproducir, sino rescatar, de ellas, varios tramos, mechado por comentarios personales. Es prudente ser autorreferencial, para no generalizar sin fundamento.

Los judíos tenemos un problema. Es arduo convivir en los múltiples ámbitos donde socializábamos. Ser judío es como ser negro o ser homosexual o tener algún otro atributo identificable. No hay escape. En el colegio, a modo de ejemplo, emocionalmente, me resultaba difícil ser el judío de la clase. Hoy incluso, juego al tenis. Y es curioso, porque lo hacemos en un club judío que se llama Guesher, que en hebreo quiere decir Puente, y es el nombre de un partido político israelí. O era, no sé si permanece activo. Yo no fui a dar con ese club, fueron mis compañeros, que no son judíos. Ellos lo buscaron y allí jugamos. En ese grupo, en el que nunca tuve problemas, todos saben que yo soy el judío. Incluso, como en ese club solo pueden ser socios los judíos, no pocas veces me vienen a preguntar si me quiero asociar. La condición de judío se podría representar como cientos de dedos señalando. En los barrios, sobre todo en los tiempos que viví en Lanús o en Sarandí, la mia era la casa del judío. De hecho, cada tanto, vecinos con los que tuve muy buena relación, hablaban loas al Estado de Israel, y me lo venían a demostrar como si yo fuera el hacedor de ese progreso. Produce un efecto extraño. Era más fácil ir a sitios de judíos como, en nuestro caso, y por un breve período, al Centro Cultural Israelita I.L. Peretz de Lanús. A nadie se le ocurriría aclarar sobre otras singularidades. O si, pero con otra connotación: la casa del herrero, Pepe el del kiosco, el de la librería, etc.

Esa condición nos hace, sin proponerlo, distintos. En todo caso, nos tenemos que esforzar más, tenemos que ser mejores. No por nosotros, sino para que el mundo nos mire con otros ojos, menos amenazadores. Era y es, también, el mandato familiar. Pero a veces ni el esfuerzo ayuda. Hay una película que recomiendo: “Están en todas partes” que explica: “en un humor negro muy judío y también muy francés, donde Yvan Attal reflexiona sobre la paranoia de algunos judíos respecto al antisemitismo”. Somos incluso acreedores de un objetivo llamado “Andinia” que tenía la intención de crear el Estado de Israel en la Patagonia. Un disparate que no pocos se lo creían y se lo creen. Y que ahora se visualizó con la serie “IOSI, el espía arrepentido”.

Nada de lo que se hizo con el Estado de Israel (con el diario del lunes) estuvo bien. El juicio es mío. Las Naciones Unidas no tuvieron peor idea que dividir el territorio entre judíos y palestinos. No olvido el hecho no menor de que el mundo estaba conmocionado por la shoah y lo que significó. Y cada día que pasa, es más difícil volver a eso que las Naciones Unidas suponía que iba a suceder: dos pueblos, dos estados. La mayoría de los palestinos, obviamente, no son “terroristas”. ¿Y cuál sería el paradigma lombrosiano que dice que una persona es terrorista?

Ahora, los judíos “progresistas”, nos encontraos con un grave problema, porque si sos judío, sos el que mata, el que ocupa, el que coloniza, el que se posiciona del lado de los países hegemónicos. Y el que construye muros. Tampoco en el seno de Israel todos piensan igual. Existe quienes están en contra, no me parece que ese sector sea numeroso, pero existe.

No pocas veces recibo la siguiente reflexión que trato de entender, aunque no es fácil que el otro entienda: “parece mentira, ustedes que sufrieron el holocausto están haciendo lo mismo con el pueblo palestino”. Explicar esa afirmación lleva mucho tiempo y una oreja que te escuche. Y eso no pasa. Nunca pasa. Como explicar que uno no es “ustedes”.

Es como entender al peronismo. Te dicen “La década afanada”, “CFK asesina” y para oponerse a esa afirmación no se necesita una frase única que la clausure, es necesario un discurso que se ancle en la historia, que no se resuelve con una única oración. Los sectores de derecha resumen todo, en una o dos palabras: “Cristina se robó un PBI”. “Los bolsos de López”, etc. Siempre que me dan argumentos de ese tipo, les digo: “si me das 15 minutos en silencio para que te explique qué representó el peronismo para el empoderamiento de ese “subsuelo de la patria sublevado” del que habló Raúl Scalabrini Ortiz, te cuento, de otro modo, no lo entenderías”. En realidad, nunca lo van a entender. Hay un “antiperonismo incondicional”.

También los judíos progresistas estamos, no diría divididos, pero no todos piensan igual. Vuelvo a mi condición de judío. Gente que me merece el mayor de los respetos me interroga: “mirá lo que están haciendo”. Quedo perplejo, porque yo no he hecho nada, salvo insistir en que ser judío no necesariamente implica acordar con la política israelí. Desvincular al judío de lo que hace el Estado de Israel es materia de análisis. Y siempre está la sospecha de que “uno”, algo habrá hecho.

Dice el comunicado del ICUF:

“Esta semana ha ocurrido un nuevo y lamentable hecho que se suma al sinfín de sucesos fatales que ocurren en torno al conflicto de Medio Oriente: una periodista palestina, Shireen Abu Akleh, ha fallecido debido a una bala que la atravesó en medio de una incursión militar israelí en el norte de Cisjordania”.

Y dice “conflicto” como si fuera cosa de sentarse a tomar un café y arreglar las cosas. Y dice fallecido. No debería decir “asesinada”. Las cosas por su nombre. Pero, ¿cuál sería? Y este no es el único caso, pero es el que ha sido viralizado por las redes. Quiero aclarar que no fui yo el francotirador que le pegó ese tiro a la periodista, ni ando, metralleta en mano, matando palestinos. Y digo francotirador porque la periodista tenía chaleco antibalas y casco. O sea, el disparo fue absolutamente intencional. No fue, a mi criterio, un daño colateral.

Dice luego el comunicado:

“Lo que en la jerga militar se conoce como “daños colaterales” no son más que un cúmulo de cadáveres, un desprecio total por la vida de otras personas, y también un completo desinterés por sus muertes”.

Y agrega:

“Tal como nos ha enseñado el Che, bregamos por ser siempre capaces de sentir en lo más hondo cualquier injusticia cometida contra cualquiera en cualquier parte del mundo. Nuestras condolencias más sinceras a quienes hoy lloran a esta mujer, y a quienes ya no tienen más lágrimas para enfrentar tanto dolor.”

Y termina:

“por la desmilitarización del conflicto, por la desocupación de las colonias en tierras palestinas y por el triunfo de la idea fuerza de Dos Pueblos, Dos Estados soberanos.”

Marcelo Horestein Presidente

Maira Visacovsky Secretaria General

Y el Llamamiento hizo esto que no es muy distinto: “fuimos a la embajada de palestina en argentina a solidarizarnos con el pueblo palestino y afirmar sobre el grado de violencia a que ha llegado el estado israelí y la represión posterior contra el cortejo fúnebre”.

Marcelo Horestein presidente

Pablo Gorodneff como Secretario General

Otra de las premisas que tiene este movimiento es que ni la AMIA ni la DAIA representan a todos los judíos de la argentina. Hay un sector importante, numéricamente, de la comunidad que piensa en los términos del Llamamiento.

En Israel hay apartheid, hay colonización de territorios, cada tanto hacen incursiones en el Líbano y en la Franja de Gaza y ni hablar de Cisjordania. No parecería suponer que esas acciones tengan algo que ver con lograr la paz en esos territorios.

Termino con una recomendación. El libro de Pedro Brieger “100 preguntas sobre el conflicto Palestino-Israel”. También hay excelentes textos de Edward Said, un palestino, ya fallecido, que muchos lo recordaran por los conciertos que daban con el Argentino Daniel Borenboim.

Soy inocente, pero no tengo forma de probarlo.

Héctor Gurvit 2022-05-28

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