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Una diferencia notable entre las protestas palestinas e israelíes

Fuente: Gideon Levy | Haaretz   Fecha: 26 de agosto de 2020 La gente se está manifestando contra la injusticia y por la justicia tanto en la aldea cisjordana de Kafr Qaddum como frente a la residencia del primer ministro en la calle Balfour de Jerusalén. En ambos lugares, los manifestantes están imbuidos de un sentido de misión. Es más agradable en Balfour, más peligroso en Qaddum. Hay más sacrificio en Qaddum, más arte en Balfour. Balfour obtiene una cobertura mediática exhaustiva; Qaddum está completamente excluido de los medios israelíes.  En Qaddum, los manifestantes luchan por la libertad; en Balfour, hay una sensación de libertad. En Balfour, los manifestantes son ciudadanos; en Qaddum, son sujetos sin derechos. En Balfour, los más privilegiados se manifiestan; en Qaddum, son los más oprimidos. Pero ambos están sujetos al mismo gobierno. Ambas son protestas legítimas, y el gobierno que intenta reprimirlas no es una democracia, sino una tiranía. No hay simetría entre Qaddum y Balfour excepto en su legitimidad compartida. Balfour no está interesado en Qaddum y Qaddum no está interesado en Balfour. En Balfour, están luchando contra el primer ministro; en Qaddum, están luchando contra el régimen. Las protestas de Balfour son legítimas a los ojos de la mayoría de los israelíes; los de Qaddum no lo son. Balfour está cerca de nuestros corazones; Qaddum se encuentra detrás de montañas de oscuridad, negación y represión. En Balfour, la gente se está «manifestando»; en Qaddum, están «perturbando la paz», o incluso son «terroristas». Balfour es política, Qaddum es terror. La gente que tira piedras y quema neumáticos para protestar contra el ejército y los asentamientos no tiene legitimidad para estar ahí. En Balfour, la policía que usa los puños y las detenciones que duran horas se consideran violencia grave e inaceptable; en Qaddum, a las autoridades se les permite cada abuso. Disparan a los manifestantes con balas reales y balas de acero con punta de esponja, arrojan granadas de gas lacrimógeno en cantidades aterradoras, lanzan granadas paralizantes y disparan a los manifestantes en la cabeza, incluidos niños. Dos veces en los últimos dos meses he visitado a niños que se convirtieron en vegetales en Qaddum después de que los soldados les dispararan en la cabeza desde lejos, sin ningún motivo. El miércoles, Hagar Shezaf y Yaniv Kubovich publicaron un informe alucinante en Haaretz que revela que los soldados israelíes también han comenzado a plantar bombas en Qaddum. Hay que entender que estas bombas estaban destinadas a ser utilizadas contra manifestantes. La unidad de reconocimiento de la Brigada Nahal se ha convertido repentinamente en una organización terrorista desde cualquier punto de vista, y sus soldados se han convertido en terroristas que colocan bombas destinadas a hacer estallar a civiles inocentes. Esto no interesa a los manifestantes en Balfour; están ocupados con sus propios problemas. Pero los manifestantes de Balfour deberían estar interesados en Qaddum, porque la violencia policial en Balfour nació en medio de los olivares de Qaddum. Primero tomaron Qaddum; a continuación tomarán Balfour. El hecho de que la mayoría de los israelíes vean la violencia contra los manifestantes de Qaddum como legítima, habiendo estado convencidos de que los soldados que disparan en Qaddum los están protegiendo, es lo que legitima la violencia más leve utilizada contra los manifestantes de Balfour, aunque estos últimos aún no han ganado por completo legitimidad. Así que esto debe decirse claramente: cualquiera que no esté interesado en Qaddum y haya comprado la propaganda ofrecida por el ejército y los reporteros militares que cumplen sus órdenes, ahora está recibiendo puñetazos de los uniformados en Balfour. Y si persisten las protestas en Balfour, su represión se volverá más violenta, como en Qaddum. Debería haber solidaridad entre los manifestantes de Balfour y Qaddum, pero no la hay. Los manifestantes de Balfour son sionistas y están orgullosos de ello; los manifestantes de Qaddum son antisionistas y no puede ser de otra manera. La clave es comprender la conexión entre estos dos focos de protesta y la necesidad de reconocer la legitimidad de ambos. Qaddum se ha estado asfixiando durante 17 años, desde que Israel bloqueó la carretera principal que lo conecta con Nablus, la capital del distrito, para expandir el asentamiento de Kedumim. La carretera a Nablus se ha alargado 14 kilómetros para que Daniella Weiss y sus amigos puedan construir imprudentemente más y más viviendas. Si las protestas contra eso no son legítimas, ninguna protesta en el mundo lo es. Pero Israel no reconoce esto. La mayoría de los israelíes piensan que Qaddum no tiene ningún derecho a protestar. En Balfour, la gente se manifiesta contra un primer ministro acusado de delitos. En Qaddum, se manifiestan contra uno de los regímenes más tiránicos de la tierra, uno que comete crímenes de guerra como colocar bombas y construir asentamientos. Murad Shatawi, jefe del comité popular de Qaddum, me envió un informe el viernes pasado, como lo hace todos los viernes: «Dos personas heridas por balas de metal y me rompí una pierna». Si los manifestantes de Balfour son serios, deben comenzar a interesarse en Qaddum. Traducción: Dardo Esterovich

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El sistema financiero: otro ganador de la pandemia en América Latina

Fuente: Alfredo Zaiat| Sputnik Fecha: 26 de agosto de 2020 Durante la pandemia del coronavirus hay actividades que están registrando más ganancias que antes. Empresas vinculadas a Internet, a las telecomunicaciones, a la economía de plataformas y al e-commerce contabilizan utilidades crecientes. Son sectores que se están beneficiando por la alteración de la vida cotidiana de la población. Incluso han ampliado su participación en sus respectivos mercados. Una actividad que no ha padecido un golpe negativo pese a que no integra el lote de la «nueva economía» y que transcurre en una crisis financiera global es la banca. A diferencia de crisis pasadas, como la de 2008, en ésta oportunidad el negocio de los bancos no estuvo afectado; por el contrario, pudo mejorar el cuadro de resultados. Ese comportamiento positivo se verifica especialmente en América Latina. Digitalización Los bancos no estuvieron afectados por el COVID-19 y el inmediato confinamiento de la población. Los cambios tecnológicos aplicados en la operatoria bancaria de los últimos años deben ser considerados como parte de la expansión del mundo digital. Esas transformaciones, consolidadas en los últimos años, explican en parte por qué no hubo una caída importante en la rentabilidad ni padecieron trastornos en la operatividad diaria. El servicio bancario fue declarado esencial y, por lo tanto, no padeció la interrupción del movimiento de transacciones. Para ello jugó a favor un factor clave: el proceso de digitalización de sus productos y servicios, lo que facilitó que no se interrumpiera el flujo de actividad. La mayoría de los clientes no necesitó asistir a sucursales bancarias para realizar pagos de servicios básicos. Esto fue realizado a través de una transferencia desde el teléfono móvil o desde una computadora. La utilización del servicio denominado home banking se generalizó. La necesidad de efectivo disminuyó porque las personas empezaron a realizar las compras indispensables del hogar por Internet a través de billeteras electrónicas o tarjetas de crédito o débito. Regulaciones El sector bancario tuvo un papel crítico que cumplir para mitigar el shock macroeconómico y financiero sin precedentes causado por la pandemia dando apoyo a los prestatarios afectados y manteniendo el flujo de crédito hacia la economía real, sin dejar de preservar la estabilidad financiera. Los economistas del FMI Tobías Adrian y Ceyla Pazarbasioglu afirman que el sistema bancario mundial es hoy mucho más sólido que durante la crisis financiera de 2008 debido a la implementación de las reformas regulatorias impulsadas por el G20 en el sistema financiero.  Sin embargo, advierten que «aun así, a medida que los agudos problemas de liquidez deriven en problemas estructurales de solvencia, aumentarán los incumplimientos de deudas y se intensificarán las presiones sobre el sistema bancario». Adaptación La banca a nivel mundial se adaptó rápido al escenario de pandemia. Además de la mayor digitalización de las operaciones, lo que implicó estar mejor posicionados para enfrentar esta crisis, la encontró con una holgada situación de solvencia y liquidez. Este cuadro fue producto de medidas preventivas tomadas después del impacto sufrido por la crisis de 2008, y también porque las bancas centrales de EEUU y la Unión Europea salieron en forma inmediata, con la experiencia de esa anterior debacle, a garantizar fondos mediante inmensos paquetes financieros. Ahora los gobiernos apelaron a la banca como herramienta para canalizar las diferentes ayudas: préstamos de emergencia a las empresas y planes sociales para grupos sociales vulnerables. De esta manera, con un proceso acelerado de digitalización y como vía para canalizar los aportes estatales para atender urgencias económicas y sociales, el sistema financiero, en esta ocasión, no ha sido un factor de inestabilidad. Esto implicó, a la vez, una fuente de ganancias adicional para la banca, del mismo modo que se beneficiaron las grandes corporaciones de Internet: Alphabet (Google); Facebook; Apple; Microsoft; Amazon; Netflix, entre otras. América Latina El Centro Estratégico Latinoamericano de Geopolítica presentó una investigación sobre el desempeño de la banca en América Latina. Para ello, ha recopilado información disponible en agencias de supervisión bancaria sobre los estados financieros de diez países: Uruguay; Perú; Bolivia; Ecuador; Paraguay; Colombia; Argentina; Brasil; Chile; México. Se diseñó una base de datos que permite profundizar el análisis del sector financiero regional. En esa investigación se destacan los siguientes hallazgos: América Latina tiene el sector financiero más rentable del mundo después de África. s una rentabilidad persistentemente alta en lo que va este nuevo siglo. Utilizando el indicador del retorno sobre el activo (ROA), desde 2005 duplica o triplica las de la banca de EEUU y Canadá y Europa. Junto con África, la banca de América Latina es la única que percibe rentabilidades mayores al 2% de los activos desde 2005. El sistema financiero argentino hace subir todavía más ese resultado. Si se excluye a ese país del promedio, la rentabilidad sobre activos cae por debajo del 2% anual. El caso argentino es notable porque es el único país de la muestra donde ese indicador sube entre 2005 y la actualidad. Y es sorprendente porque los bancos en ese mercado fueron blanco de desesperadas protestas en 2002 y 2003 cuando los ahorristas no podían retirar el dinero de sus cuentas, por un régimen de restricciones denominado «corralito». Las ganancias de la banca en la región resultan igualmente extraordinarias. El promedio de ROA para la muestra de esos países seleccionados sube al 2,6%, un nivel que sextuplica el promedio europeo y quintuplica el registro español. De este origen es el principal origen de la banca trasnacional en América Latina. Rentabilidades A pesar de que Chile tiene la rentabilidad más baja (1,2% de ROA) triplica las europeas. Argentina muestra el mayor registro (5,9%), un nivel 12 veces mayor al de España, que a su vez es uno de los más altos de la Unión Monetaria Europea. Sin Argentina, el promedio de la muestra de países bajaría del 2,6% al 2,2%, y solo Chile, Bolivia, Colombia y Ecuador se ubicarían por debajo de esa media. El indicador rentabilidad sobre el patrimonio neto (ROE), es decir, el que indica las ganancias de los dueños de los bancos en los países seleccionados, alcanzó un 23,3%. © FOTO : PIXABAY/ MILAN WULFSecretario general de la OEA: pandemia reducirá economías latinoamericanas en un 30%Los autores de

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El triunfo del statu quo. Las razones del acuerdo entre Emiratos Árabes e Israel

Fuente:  Ezequiel Kopel| Nueva Sociedad Fecha: 25 de agosto de 2020 Ambos países ya poseen importantes contactos de inteligencia y un considerable comercio de armamento. La verdadera explicación del acuerdo, que dejó de lado a los palestinos, hay que buscarla en la preocupación conjunta frente a los nuevos polos de poder regional: Irán y el eje Turquía-Qatar. El lenguaje empleado en el comunicado del Likud –el partido gobernante israelí– para saludar el acuerdo entre Emiratos Árabes Unidos e Israel con el fin de establecer plenas relaciones diplomáticas lo decía todo: el arreglo es «paz por paz» y «el primer ministro Benjamin Netanyahu sigue comprometido con Eretz Israel». La noción «paz por paz» era un tiro por elevación contra las fórmulas de la Organización de las Naciones Unidas (ONU) y el campo de la paz israelí plasmadas en la resolución 242, la cual insta al Estado hebreo a abandonar los territorios conquistados durante la Guerra de los Seis Días de 1967 y, a cambio de dicha retirada, conseguir una paz duradera con sus vecinos. En cuanto a «Eretz Israel», la fórmula es toda una declaración de principios territoriales del primer ministro israelí y su partido. Significa «Tierra de Israel» y se refiere a la actual extensión del Estado de Israel junto al territorio de Cisjordania (por lo menos). La declaración del Likud –que ha dominado la escena política del Estado por 32 de los últimos 43 años– no es nueva y replica su propia plataforma electoral de 1999 (vigente y nunca alterada): «El Gobierno de Israel rechaza rotundamente el establecimiento de un Estado árabe palestino al oeste del río Jordán», «las comunidades judías de Judea, Samaria [el nombre bíblico con el que los judíos se refieren a Cisjordania] y Gaza son la realización de los valores sionistas» y «el asentamiento es una expresión clara del derecho inexpugnable del pueblo judío a la ‘Tierra de Israel’». El jueves 13 de agosto, Israel y Emiratos Árabes Unidos alcanzaron un arreglo negociado por Washington para normalizar las relaciones entre los dos países. No es un tratado de paz como los firmados por Israel con Egipto en 1979 y con Jordania en 1994 –dos países con los cuales los israelíes tuvieron importantes conflictos bélicos–, ni tiene su pasada significancia. El acuerdo con Egipto puso fin a una disputa bélica con el ejército más poderoso y grande del mundo árabe, y el firmado con Jordania terminó con la preocupación israelí por la defensa de su límite más extenso y poroso. Lo que ahora consiguió realmente Israel con el «Acuerdo Abraham» es una hoja de ruta para normalizar lazos con un Estado del golfo con el que nunca vivió una conflagración y con el que ya posee importantes contactos de inteligencia, además de un considerable comercio de armamento y productos de seguridad que asciende a los 1.000 millones de dólares por año. En pocas palabras: ambos pusieron arriba de la mesa lo que ya venía sucediendo debajo de ella. El argumento público esgrimido por los emiratíes para negociar con Israel es que el acuerdo logró comprometer a este último a suspender (no cancelar) los anunciados planes de anexión de parte de Cisjordania. Lo cierto es que la cuestión de la anexión (que nunca se materializó tanto por la ambivalencia estadunidense como por las propias dudas de Netanyahu) es la excusa perfecta para que Emiratos Árabes Unidos se atreva a tomar una decisión pendiente desde hace tiempo. Asimismo, Donald Trump se anota un importante triunfo diplomático –previo a las elecciones presidenciales de noviembre– como no tuvo otro en sus cuatro años de gestión. Y por último, pero no por eso menos importante, Netanyahu consigue, en un complicado contexto interno, lo que no logró ningún líder israelí antes que él: reconocimiento árabe sin que la cuestión palestina esté en el tablero de negociación (en el acuerdo con Egipto se contemplaba una «autonomía» palestina y el firmado con Jordania vinculaba diferentes artículos del tratado al proceso de paz israelí-palestino). La verdadera explicación del por qué del acuerdo hay que buscarla en la preocupación conjunta de emiratíes e israelíes ante nuevos polos de poder regional: Irán y el eje Turquía-Qatar. Del Irán chiíta les preocupa su avance sobre Medio Oriente y de Turquía-Qatar la activa promoción del islamismo político junto a sus intervenciones en la región. Es pertinente recordar que luego de la Primavera Árabe de 2011 se articularon dos claros bandos como consecuencia de los levantamientos ciudadanos: Turquía y Qatar, que consideraron que se venía un cambio inexorable hacia el islamismo que era mejor tratar de conducir que repeler; y Emiratos Árabes y Arabia Saudita que vieron a ese movimiento como un hecho desestabilizador para la región y sus sistemas de gobierno. Estos últimos no solo creyeron que el mundo árabe no estaba preparado para una democracia que pavimentaría el acceso al poder de los islamistas, sino también reafirmaron su idea de que los dictadores locales (dispuestos a usar todo su poder represivo) eran la última línea de defensa para detener al islamismo y la inestabilidad en la zona. El importante apoyo emiratí al golpe de estado en Egipto en 2013 contra el gobierno democrático de la Hermandad Musulmana fue la primera acción de una disputa que se extiende hasta hoy y que incluyó tanto la intervención en Yemen en 2015 como el bloqueo contra Qatar en 2017. Un claro ejemplo de esta disputa se pudo observar cuando el viernes pasado el presidente turco Recep Tayyip Erdoğan anunció que estaba considerando retirar su embajador de Emiratos Árabes Unidos por el arreglo con Israel. Lo que pareció no recordar el mandamás de Turquía –a pesar de que los contactos con los israelíes vienen deteriorándose desde la guerra en Gaza de 2009 y el incidente naval con el Navi Narmara un año después– es que su país fue el primero de la región en reconocer al estado judío y que aún hoy conserva con él relaciones comerciales y diplomáticas. Detrás de toda la movida en Emiratos Árabes Unidos está la mente del príncipe heredero de Abu Dhabi, Mohammed Bin

Europa, Internacionales, Portada

El Bayern Munich, el equipo al que odiaban los nazis, ganó la Champions League 2020

Fuente: Vis a Vis Fecha: 23 de agosto de 2020 El Bayern Munich se coronó en una inusual edición de la Champions League (Liga de Campeones de Europa), por la pandemia por Covid-19. Derrotó al París Saint Germain (PSG) en la final jugada en Lisboa por 1 a 0. Y para hacer de este título algo más fuera de costumbre, el conjunto alemán lo hizo de manera invicta y ganando todos sus compromisos hasta levantar la copa. Nacido en el seno de una familia de comerciantes judíos en Planneg, muy cerca de Múnich, Kurt Landauer (1884-1961) defendió la camiseta del Bayern en 1901 y fue presidente cuatro veces del club. Bajo su mandato llegó el primer título nacional de los bávaros (1932). Dejó el fútbol pronto. En Lausana y luego en Florencia se formó como banquero. En 1913 regresó a Múnich  fue presidente del Bayern, cargó que abandonó a causa de la I Guerra Mundial. Lo recuperó entre 1919 y 1933, con una pausa en 1922. Si Berlín iba a ser la capital del Reich, la de Baviera era la cuna en la que creció el poder de Adolf Hitler. Leer más: Dos jugadores del Bayern Munich y de la selección alemana donaron a Auschwitz 80 mil dólares La sangre judía de Landauer, como la del entrenador (Richard Dombi) hizo que el Bayern fuera declarado «un club judío» (Judenclub). El Múnich 1860 se convirtió en el club de los nazis. El 22 de abril de 1933, Landauer fue obligado a renunciar a su cargo como presidente del Bayern. También  tuvo que abandonar su trabajo en la imprenta Knorr&Hirth. Encontró ocupación en una lavandería judía. El 10 de noviembre de 1938, el día después de la Noche de los Cristales Rotos, lo detuvieron y envíaron al campo de concentración de Dachau. Era el recluso 20.029. Lo encerraron hasta el 12 de diciembre. Horrorizado, emigró a Suiza dejando atrás tres hermanos muertos a manos de los nazis y una hermana desparecida de la que nunca más tuvo noticias. Otra hermana, Henny, escapó. Durante su exilio suizo se vivió una escena legendaria en la historia del club. En 1943, en plena ofensiva alemana en el frente oriental, el Bayern jugó un amistoso en Zúrich. La expedición del club fue acompañada por miembros de la Gestapo que se encargaron de advertir, a través de una «clase de educación especial», que quedaba terminantemente prohibido contactar con emigrados alemanes y judíos. El botones del hotel en el que se instaló el Bayern en Zúrich entregó una nota a Konrad Keitkam, el entrenador del equipo entre 1943 y 1945. Camino de su habitación y al lado de su esposa, Magdalena, la estaba leyendo emocionado cuando uno de los agentes de la Gestapo le tocó el hombro y le pidió que le diese el papel. «Sabemos de quien es, le hemos estado vigilando». La nota era de Landauer. Sin embargo, poco antes de empezar el partido, el técnico y los jugadores se dirigieron a la zona de la grada en la que habían localizado al ex presidente del club para saludarlo de lejos ante la frustración de los encargados de vigilar a la expedición. En junio de 1947, la prensa alemana anunció el regreso de Landauer a Múnich. Él mismo escribió una carta a los aliados ofreciendo el apoyo del Bayern a los esfuerzos de normalización. Y una semana después de la rendición nazi, desde el club se envió una carta al nuevo alcalde de Múnich (Karl Schanagl, detenido en Dachau acusado de participar en el intento de asesinato de Hitler en 20 de julio de 1944) recordando que «catalogado como club judío, nos persiguieron de todas las formas posibles por el nacionalsocialismo».Landauer retomó su cargo como presidente del Bayern al poco de regresar y lo mantuvo hasta 1951. Diez meses después murió a la edad de 77 años. Forma parte de la trinidad de presidentes de honor del club junto a Franz Beckenbauer y Wilhem Neudecker. Bayern Munich, el equipo que odiaban los nazis, otra vez hizo historia, y en el 2020, volvió a ganar la Champions League.

Estados Unidos, Internacionales, Portada

Con Harris en el ruedo, se lanza la campaña en EE UU y Trump muestra su cara más misógina

Fuente:  Alberto López Girondo| Tiempo Argentino Fecha: 16 de agosto de 2020 Apenas se confirmó la fórmula demócrata, el actual presidente acentuó su violencia dialéctica. Kamala le suma una imagen joven, enérgica y popular a Biden, que creció con las marchas antirrascimo. Este lunes comienza en Milwaukee la convención del partido demócrata -a esta altura un acto ritual destinado a coronar la fórmula Joe Biden-Kamala Harris para las elecciones de noviembre- que culminará el jueves luego del desfile de decenas de figuras de ese espacio político. Es, como quien dice, el pistoletazo de largada para una campaña presidencial que sin dudas será áspera como pocas en la historia de Estados Unidos. Así lo demuestra Donald Trump, que se encargó de definir a Harris como una “izquierdista radical” y, por si no quedaba clara su tirria por la nominación registrada el martes que pasó, dijo que la senadora por California es “la más mala, la más horrible, la más irrespetuosa de todos” en la Cámara alta. Normalmente, en una convención partidaria los delegados de cada precandidato se juntan para votar al elegido. Cierto es que se llega al acto sabiendo cuántos porotos tiene cada uno, pero el evento tiene un aire de formalidad que los estadounidenses saben apreciar. Tras la renuncia de Bernie Sanders a seguir en carrera -el último que quedaba en pista- el candidato es Biden, exvicepresidente con Barack Obama y crédito del establishment demócrata. Solo faltaba definir quién acompañaría su intento por impedir la reelección de Trump. Hubo un par de hechos que facilitaron la aspiración de Harris al trono. La reacción de Trump a la pandemia dejó a la luz un hueco por el que se filtraron las críticas más feroces de la oposición. Y mientras los contagios crecían a un ritmo espeluznante y los cadáveres se apilaban en las ciudades más pobladas -EE UU se acerca a los 6 millones de casos de Covid-19 y 180 mil muertos- la imagen de Trump se iba desdibujando en una capa de ciudadanos que había sido clave para su triunfo en 2016. Casi en simultáneo, el asesinato de George Floyd desnudó el rostro más brutal de ese país, con fuerzas policiales teñidas de racismo y violencia. En otro lugar del mundo, esos dos hechos definirían a un gobierno autoritario, represivo y con síntomas de dictadura. No es el caso. Harris, que fue fiscal general de California antes de meterse en la actividad partidaria, es una hábil polemista que tuvo a maltraer a Biden durante los debates que se realizaron durante las primarias. Si no siguió peleando una candidatura es porque los popes partidarios le aconsejaron que se bajara. No iba a conseguir financiamiento para su aventura y si hacía caso la anotaban en un lugar expectante para el futuro. Cuenta en su haber que tiene 22 años menos que Biden -55 contra 77-, que es hija de inmigrantes, se hizo de abajo viajando en transportes públicos, y es afrodescendiente. Cuando las calles de todo el país se poblaron de manifestaciones contra el racismo, es un hándicap interesante de cara a los comicios. La experiencia indica que los demócratas triunfan cuando logran sumar votantes de las comunidades vulneradas. En un país donde el voto no sólo es optativo sino que la elección está diseñada para dificultar la participación ciudadana, ese detalle puede hacer la diferencia. La edad es otro dato a tener en cuenta. Biden es el más viejo entre los aspirantes a la presidencia -Trump tiene 74 años-, pero además viene mostrando síntomas de decrepitud. No por nada, el presidente lo llama Sleepy (Dormido) en sus tuits más agresivos. En los debates obligatorios que se avecinan, sus consejeros temen que Trump le haga pasar algún papelón. Por el contrario, descuentan que en los cruces televisados de los vicepresidentes, Harris le sacaría varios cuerpos de ventaja a Mike Pence. Si es que ese tipo de exposición puede implicar algo a la hora de emitir un voto, ahí se verían parejos. La nominación de la fórmula demócrata, sin embargo, les deja un sabor amargo a los que aspiraban a que el “partido del burro” se corriera algo más a la izquierda. El candidato de ellos era Sanders, y hubieran aceptado de mil amores a la senadora Elizabeth Warren. A pesar del brulote de Trump, Harris no es alguien a quien pueda vincularse a los grupos más progresistas dentro del espectro político estadounidense. Biden menos, por cierto: es alguien muy cercano al poder financiero y al aparato militar industrial, y apoyó cuanta intervención armada pasó por su despacho de senador cuando tuvo ocasión. De todas maneras, la apuesta es que esos sectores que esperan sacarse de encima a Trump acepten esta alquimia que no será tanto como indica el presidente, pero promete bajar varios decibeles en la tensión constante que fluye de la Casa Blanca desde el 20 de enero de 2017. En las primeras cuatro horas posteriores a la nominación de Harris, Biden consiguió 10 millones de aportes para su campaña. Toda una señal. «

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Con la mirada en lo esencial

Fuente: Carlos Heller | Tiempo Argentino Fecha: 16 de agosto de 2020 Hay hechos que no se pueden ocultar. Entre ellos, que el gobierno empieza a mostrar resultados concretos en un contexto por demás adverso. Quizás por ello no sorprende la aparición de discusiones que se corren de la realidad, y que tratan de situar la agenda en el plano de la posverdad, algo bien típico de los cuatro años anteriores. Lo que se dirime, en última instancia, es la discusión acerca del rol del Estado y cuál debe ser el alcance de la regulación a los mercados. Recordemos que tan sólo dos semanas atrás el ex presidente Macri decía, al aterrizar en París: “acá se vive en libertad y con responsabilidad”. Siguiendo esta línea argumental, en la semana se pudo leer en un medio local que “con peligroso discurso sobre la vida y la libertad el presidente anticipa otro capítulo de la cuarentena”. Un dilema falso por donde se lo mire. Ante esta insistencia de posverdad, lo esencial pasa por no perder el eje de lo importante. Más allá de que se lo trate de minimizar, lo cierto es que el gobierno ha cumplido un papel clave en la resolución del tema de la deuda con los acreedores privados. Su gestión fue central a la hora de defender los intereses de la Nación, obteniendo un alivio financiero que permitirá contar con recursos indispensables para este momento y para la pospandemia. El Gobierno también viene ocupando un lugar irremplazable a la hora de morigerar los múltiples impactos de la pandemia, tanto los sanitarios como los económicos y los sociales. Cabe volver a aclarar que la disyuntiva entre economía y salud es totalmente falsa: no hay tal dilema, sino efectos interrelacionados. La evolución económica tiene que ver con la pandemia, con deterioros generalizados en todos los países; lo dijimos muchas veces, y los datos no hacen más que reforzarlo. Difieren, sí, los resultados vinculados a las diferentes posturas sanitarias y de alivio de los sectores más desprotegidos. Hoy se observan caídas de la producción en todas las economías centrales. En el segundo trimestre del año hubo bajas del PIB del 9,5% en Estados Unidos, comparando con los primeros tres meses. En Europa, la mayor caída del segundo trimestre se dio en Gran Bretaña (-20,4%). Le siguen España (-18,5%), Portugal (-14,1%) y Francia (-13,8%). Más allá de los efectos, prácticamente allí nadie pone en discusión la necesaria intervención de los Estados. Europa aprobó un paquete por 750 mil millones de euros por tres años, mientras que Estados Unidos había anunciado un programa fiscal de unos 3 billones de dólares.  Respecto de nuestra región, entre febrero y mayo de 2020 la actividad económica cayó un 32,3% en Perú y 27,2% en Ecuador, lejos de lo que pasó en los siguientes países del listado, entre los que se encuentra Argentina (-18,9%), dentro del rango promedio. En tanto, también se presentó la cifra de muertes por covid-19 por cada millón de habitantes. La encabeza Perú (659), seguido por Chile (540) y luego viene Brasil (486). Nuestro país está entre los que tienen el menor número de fallecimientos (115). Un dato que dice muchas cosas. No deja de ser triste, pero ayuda a valorar el esfuerzo que los argentinos y las argentinas vienen realizando, algo que debe ser continuado, ya que la curva de transmisión del virus sigue en aumento. Por su parte, mejor no preguntarse qué hubiera pasado si se hubiera seguido avanzando con el desmantelamiento del sistema de salud público, que se propiciaba bajo la gestión del “Estado canchero”. Otro de los ámbitos donde se ve la mano visible del Estado es el laboral. Según un informe del Ministerio de Trabajo, Argentina es uno de los países del hemisferio que verificó la menor contracción del empleo asalariado privado entre febrero y mayo de este año. Mientras que en Canadá llegó al 19,2%, fue de 13,8% en Estados Unidos, 12,2% en Chile y del 7,5% en Brasil. Son economías que poseen leyes laborales más flexibles, algo a tener en cuenta. En cambio, en nuestro país la baja fue sensiblemente menor y se situó en el 2,5%. Según el último informe laboral, estos resultados tienen que ver con las características del mercado de trabajo argentino y con el conjunto de políticas implementadas en la pandemia. Entre las herramientas están la prohibición de realizar despidos sin causa, el salario complementario (ATP) y las suspensiones con el pago del 75% del salario neto. Según el Ministerio, en mayo el ATP contribuyó al pago de salarios de casi 2 millones de trabajadores dependientes de 230 mil empresas. Por su parte, 740 mil asalariados se encontraban suspendidos en dicho mes, lo que equivale al 12% del empleo formal privado. Incluso, gran parte de la reducción de empleo formal se debe a bajas habituales como la jubilación, personal que no ha sido reemplazado. De no haber sido por la mediación y las regulaciones del Estado, la fotografía sería muy distinta. Al respecto, no hay que dejar de recordar la elocuente frase del secretario de Empleo de Macri, Miguel Ángel Ponte, en épocas en las que se intentaba avanzar con la flexibilización, a tal punto que se había eliminado el Ministerio: “contratar y despedir debería ser natural como comer y descomer”. La extrema libertad empresaria, según la cruda lógica de los mercados. Por eso es importante tomar dimensión de los impactos que tienen las políticas públicas, que están pensadas para la gente, para el desarrollo del país, y para disponer cada vez de mayor autonomía en la toma de decisiones. Entendiendo cuáles son los verdaderos problemas de la coyuntura y abordando las consecuencias de la pandemia. Cabe destacar la conformación de los cinco gabinetes temáticos: para el comercio exterior, el gabinete económico tradicional, el de promoción federal, el de ciudadanía y el de planificación urbana y hábitat. Cada uno con sus objetivos específicos y bajo dirección de la Jefatura de Gabinete, específicamente puestos a estudiar medidas concretas para cada una de esas áreas y

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La inmunidad de cagazo no llega sola

Fuente: Daniel Feierstein | El Cohete a la Luna Fecha: 16 de agosto de 2020 La historia nunca se repite dos veces igual. La trayectoria que sigue el Covid-19 en la Argentina no se parece a ninguna de las que hemos visto (China, España, Italia, Estados Unidos, Suecia, Brasil, México, Irán, Rusia). Tampoco los pronósticos aciertan, ya que siguen sin tomar en cuenta el papel de los comportamientos sociales, sus cambios en el tiempo o las características de cada sociedad. Logros y problemas de la cuarentena temprana El establecimiento de una cuarentena temprana en la Argentina (producto de la demora en la llegada del virus) permitió fortalecer un sistema de salud devastado, evitando decenas de miles de muertes de abril a julio. También acumular conocimiento, lo cual mejora los tratamientos y baja la tasa de letalidad. Pero no se logró detener el ciclo de propagación. Poco ayudó en ello la insistente felicitación de las autoridades políticas argentinas a una población que en el AMBA fue multiplicando la circulación desde bastante temprano. Eso solo pareció cambiar en la penúltima conferencia de prensa, donde el Presidente, ante una pregunta de los medios, mostró por primera vez enfado y preocupación. En las primeras semanas se ralentizó mucho la propagación, pero jamás se logró que los casos bajaran en el AMBA, aunque sí en casi todo el resto del país. La eficacia de las cuarentenas no radica en su extensión en el tiempo sino en su carácter estricto. Con un ciclo de vida del virus de 2 a 3 semanas, para lograr reducir la propagación del contagio se requiere detener muy significativamente la circulación de población por dicho período, algo que ciudades con menos casos iniciales pudieron efectivizar pero nunca se logró en el AMBA. Al producirse una apertura muy amplia antes del pico, se generó en la Argentina un efecto casi único, construyendo una representación de que «lo peor ya pasó» justo en el momento en que «lo peor está por venir». Ello dificulta el registro perceptivo social del aumento de los contagios, contribuyendo de ese modo a las estrategias de negación psíquica. Cuando las muertes están aquí, los medios de comunicación (y con ellos las representaciones colectivas) ya no se centran en la visibilización de los casos sino en el hastío ante la cuarentena y los modos de salir de la misma. Esto vuelve complejo e incierto pronosticar el desarrollo de la pandemia en el país en los meses por venir hasta la producción de la vacuna. Las madres patrias lo lograron Países con comportamientos de sectores medios similares a los argentinos (España e Italia) lograron controlar el crecimiento vertiginoso de los contagios no solo por las cuarentenas sino por la comprensión de la necesidad de cumplirlas por parte de la población. Esto solo ocurrió al superar las decenas de miles de muertos, cuando cada familia se encontró con un caso conocido que había tenido dificultades para acceder a la atención por el colapso del sistema de salud y con los gritos de las autoridades políticas en los medios intentando hacer comprender a la sociedad la magnitud de la crisis sanitaria. El investigador Roberto Etchenique ha bautizado a este efecto «inmunidad de cagazo» y, pese a que existen términos más amables, creo que ninguno condensa la potencia del lunfardo argentino para dar cuenta de su incidencia en los comportamientos. Pero esa «inmunidad de cagazo» se basó en respuestas sociales que no se observan en nuestro país: visibilidad y personalización de las víctimas, presencia mediática de los casos, indignación popular ante la muerte. Habiendo superado los 200 decesos diarios, el prime time mediático no parece estar dominado por la enfermedad sino por la reapertura de actividades y un clima de «post-pandemia» que no se condice con ninguna de las cifras existentes: ocupación de camas en terapia intensiva, niveles de duplicación de casos y duplicación de muertes. El R de 1,0x que publicita Fernán Quirós no se condice con ninguno de los otros indicadores y, siempre que sea superior a 1 implica la continuidad del crecimiento de casos, más allá del debate sobre su velocidad. Algunos números A diferencia de lo ocurrido en lugares que han tenido picos muy altos como Estados Unidos, Brasil o México, la tasa de duplicación de muertes en la Argentina no baja desde el mes de mayo. Dicha duplicación de muertes es cercana a 20 días (25 en los mejores momentos, 21 esta última semana), en tanto que han subido a 91 días en Estados Unidos, a 46 en Brasil y a 44 en México y a niveles mucho más altos en España e Italia. Esto muestra que las conductas de resguardo que existieron en algunos países (con o sin cuarentena) no parecen estar ocurriendo en la Argentina, con lo que resulta un ejercicio de confianza en los hados del destino suponer que sin cambio alguno la tasa de duplicación de muertes en la Argentina bajará. De seguir la corriente que lleva desde mayo, las muertes en la Argentina llegarían a 10.000 el 1° de septiembre, 20.000 el 22 de septiembre, 40.000 el 13 de octubre y 80.000 el 3 de noviembre. Los matemáticos siguen alertando sobre el sentido de la expresión «crecimiento exponencial» pero parece que el resto de los argentinos no queremos comprender. Uno de los exponentes de dicha argentinidad (el exquisito escritor e irresponsable opinólogo Jorge Asís) hablaba de «muertos imaginarios» y pronosticaba apenas hace dos meses que los decesos por Covid-19 «no superarían los 500». Más allá de no haberse retractado nunca ni ofrecido disculpas a las familias de los deudos, la continua irresponsabilidad de Asís (que ahora habla de «muertos al tuntún») ilustra las dificultades para comprender el sentido del término «exponencial». Las lógicas de la negación Atravesadas las etapas de «acá no va a llegar», «es una gripe» o «los muertos son imaginarios», los mecanismos de defensa y los procesos de negación psíquica que llevan a no querer confrontar la realidad se han transmutado en formas de naturalización. Aun cuando cada vez resistan menos las comparaciones con

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Emiratos árabes unidos: un paso reversible para abortar un paso irreversible

Fuente: Daniel Kupervaser | Blog de Daniel Kupervaser Fecha: 15 de agosto de 2020 Una visión personal de las motivaciones que impulsaron a Netanyahu, el liderazgo de los Emiratos Árabes Unidos (UAE) y a Trump a arribar a un acuerdo de normalización de las relaciones entre Israel y UAE que incluye una cláusula que deja sin efecto los planes israelíes de imposición de soberanía israelí en parte de los territorios de Cisjordania.UAEUAE, es un importante e influyente estado árabe de carácter moderado que ya de 20 años atrás se posiciona inamoviblemente detrás de la propuesta de la Liga Árabe para la solución del conflicto palestino israelí. Según esta iniciativa, todos los países de la Liga Árabe están dispuestos a reconocer a Israel e instaurar plenas relaciones diplomáticas a cambio de la creación de un Estado Palestino sobre la base de los limites del 4 de junio de 1967.LOS ARTĺFICES DEL ACUERDOParalelamente, y mayormente en secreto que llegó a oídos de muchos, se fueron desarrollando intensas relaciones de cooperación entre UAE e Israel en materia comercial, tecnologías y probablemente de seguridad. En este último sentido, UAE ve con el mismo prisma lo que considera la amenaza regional de la expansión iraní, y como consecuencia, a la posibilidad de formalizar relaciones con Israel se le asignó la importancia y urgencia correspondiente.El apremio del peligro iraní, junto al reconocimiento que la anexión israelí de Cisjordania rompería toda posibilidad de normalización formal futura con Israel, determinó una llamativa, aunque no muy significativa modificación en sus posiciones. La urgencia de la toma de decisiones llevó a UAE a preferir dar un paso reversible (normalizar relaciones con Israel) a cambio de abortar un futuro paso irreversible de Israel (imposición de soberanía israelí en partes de Cisjordania). La condición de la iniciativa árabe a la solución del conflicto palestino israelí de reconocer el estado de Israel a cambio de destinar los territorios de Cisjordania a un estado palestino se convirtió en ex post en vez de ex ante. En la real politik se sabe que de reconocimiento y relaciones diplomáticos se puede retroceder, de imposición de soberanía es muy difícil, por no decir imposible.TRUMP Y NETANYAHUTrump comprendió rápidamente que los festejos de la presentación del plan de paz del siglo de tan solo meses atrás son parte del pasado y no dejaron rastro alguno. Hoy está claro que el destino de este documento es terminar en un oscuro sótano con los archivos de la historia. Los palestinos lo rechazaron de plano mientras que Israel esquivó discutir sobre el tema, y menos aún reconocerlo. Al mejor estilo de un usurpador de tierras, Netanyahu solo se dedicó a usarlo como excusa para dar un manotazo histórico y ampliar la soberanía israelí sobre territorios de Cisjordania.Hoy Trump, acorralado por sondeos de intención de voto que le pronostican un serio revés, busca denodadamente otro gran logro a nivel internacional, otro show que le haga retornar al liderazgo de la confrontación presidencial.Durante los últimos meses dos acontecimientos influyeron significativamente en la predisposición de Trump de continuar con sus políticas favorables a Israel cumpliendo sin discusión ni condicionamiento las exigencias de la poderosa Coalición Judía Republicana conducida, entre otros, por el magnate Sheldon Adelson (The Guardian 6-4-2019).El proyecto de armar un frente de Israel junto a los países árabes moderados en contra de la expansión iraní en la región se encontró con una condición insuperable. Quien mejor la definió fue justamente Yousef Al Otaiba, Embajador de UAE en USA, en un articulo que curiosamente fue publicado originalmente en el diario Yediot Aharonot de Israel. En dos palabras del título dio a entender las opciones de Trump y Netanyahu: “Normalización o anexión” (Ynet, 12-6-2020).Dos semanas atrás se dio a conocer públicamente el surgimiento de repentinas y graves tensiones entre Trump y Sheldon Adelson, el magnate judío estadounidense que figura al tope de los que aportan financieramente al partido republicano y a las campañas de Trump, aparte de su estrecha relación personal e ideológica con Netanyahu. Según un conocido medio informativo de USA, “Trump discutió acaloradamente con el mega donante Adelson” reprochando la baja predisposición a movilizar fondos para su campaña electoral (Politico.com, 8-8-2020). En esa oportunidad, el autor de esta nota publicó en su Twitter que nadie se debe sorprender de un repentino giro de 180 grados en las decisiones de Trump relacionadas con Netanyahu o Israel. Llegó la hora de pasar factura.Las prolongadas y conocidas vacilaciones de la administración de Washington respecto de la solicitud de autorización de Netanyahu a su plan de anexión en Cisjordania (desde enero de 2020) en el día de ayer repentinamente se convirtieron en una imposición: abandonar la idea de anexión de territorios de Cisjordania. “El tema ya no está sobre la mesa”, afirmó Trump (Twitter Barak Ravid, 14-8-2020).Acorralado ante la posibilidad de perder el apoyo de Trump, a Netanyahu no le quedó otra alternativa más que tratar de vender el acuerdo a sus seguidores como un gran logro de paz que se consigue por la fuerza. Los colonos judíos y la extrema derecha de Israel comprendieron la realidad y lo definieron como una grave traición a sus promesas electorales.¿Y EL CONFLICTO CON LOS PALETINOS?Si bien el acuerdo entre Israel y UAE se considera otro duro golpe al liderazgo palestino, sería un grave error cantar victoria tan temprano. El único logro de la intervención de UAE fue abortar el plan de anexión, por un tiempo todavía no claro, pero el conflicto continúa en la interminable fase del statu quo, con la lejana esperanza de algunos ilusos, entre ellos UAE, que algún día se encuentre el camino que pueda materializar la solución de dos estados para dos pueblos basados en la separación territorial.Como ya lo acentué en artículo anterior, esto es una utopía (“Si la izquierda quiere sobrevivir, debe cambiar su consigna”, D. Kupervaser, 27-5-2020). El statu quo inevitablemente va a conducir a la constitución de un estado binacional judío-palestino. La posición política de la mayoría de la sociedad Israel no va a permitir la constitución de un estado palestino independiente

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La técnica del golpe neoliberal

Fuente: Jorge Alemán | Página/12 Fecha: 15 de agosto de 2020 La dialéctica entre oposición y gobierno en los lugares donde existe un gobierno progresista o nacional se va desmoronando día a día. Sin entrar en sutilezas filosóficas, la dialéctica siempre implicó un mínimo reconocimiento entre los adversarios frente a una instancia superior que si bien no cancelaba los antagonismos los regulaba bajo la idea de Democracia. La democracia es la idea reguladora que permite que el enemigo se sublime en la figura del adversario. La actual pandemia y el desastre económico que la acompaña empuja a las derechas ultraderechizadas al derrumbe de esta dialéctica. En las redes, en los aparatos mediáticos, en los sistemas financieros internacionales parece haberse decidido que es la oportunidad de tratar a los gobiernos democráticos, progresistas, con vocación legal e institucional, como aberraciones comunistas, anómalas y dictatoriales, que se valen de la cuarentena y la tragedia de la muerte como un capricho del dictador «comunista»o «totalitario». Destruida la dialéctica, los que gobiernan y los que quieren derrumbar a los gobiernos ya no viven en en mismo mundo y ni siquiera en el mismo país. Son mundos donde se ha clausurado cualquier tipo de intercambio. La clara sensación que la derecha ultraderechizada ve en la pandemia, su clara oportunidad histórica de destruir dentro de la apariencia democrática el verdadero orden democrático ganado en las urnas, los hace desear el fracaso de la cuarentena, de la ética del cuidado, llegando a exhibir de modo obsceno una oscura satisfacción por los muertos. En este horizonte al gobierno progresista todo se le vuelve problemático, contingente y difícil de sostener. Las opciones que se le presentan son ambas muy difíciles de implementar. La que demanda la izquierda que lo apoya es radicalizarse, redoblar la apuesta y enfrentar a la derecha ultraderechizada como el enemigo que verdaderamente es. El problema de esta opción es el aislamiento y el asedio internacional y el poder de fuego que el mundo financiero puede imponer a su economía definitivamente herida por el neoliberalismo. La segunda es más terrible o en todo caso más triste, ceder en cuestiones claves para los sectores populares con la falsa esperanza de mediar con un enemigo que no practica la oposición sino una guerra destituyente perfectamente planificada por etapas. No tienen que poner su energía en gobernar y la pueden consagrar enteramente a la conspiración del golpe neoliberal. Descartada la hipótesis revolucionaria, que ingresaría de inmediato en una lógica sacrificial, no hay por ahora para los gobiernos populares otro recurso que buscar en el pliego de sus legados de luchas populares la actualización de la difícil paradoja: retroceder avanzando. Que el uso público de la razón y el amor por lo común ilumine al pueblo siempre por venir.

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