Ganó Biden: ¿y ahora qué?
Fuente: Atilio A. Boron | Blog de Atilio A. Boron Fecha: 10 de noviembre de 2020 Los demócratas y los republicanos son administradores del imperio, nada más. Pero en su encarnación física, personal, idiosincrática, hay matices que no se deben desdeñar. Fidel siempre decía: “Dios no existe, pero está en los detalles.” Que Elliot Abrams, Marco Rubio, Ted Cruz, Bob Menéndez y la Ileana Ross pierdan su acceso directo a la Oficina Oval que les garantizara Donald Trump revela una diferencia que sería absurdo subestimar. Es sabido que ambos partidos han perpetrado toda clase de crímenes, en todo el mundo y que su simple enumeración insumiría decenas de páginas. Pero en esta reciente elección se corría un riesgo adicional: una ratificación plebiscitaria para mantener por cuatro años más a un hampón como Donald Trump en la Casa Blanca habría tenido funestas consecuencias para nuestros países. Mencionemos apenas tres. Primera, la inmediata activación de la “carta militar” contra Venezuela que Mike Pompeo preparara durante su gira de hace apenas un par de meses visitando Brasil, Colombia y Guyana (tres países fronterizos con la nación bolivariana) amén del cercano Surinam. Segundo: un Trump “recargado” habría intensificado las sanciones y el bloqueo en contra de Cuba, Venezuela y Nicaragua y aumentado sus presiones en contra de los gobiernos de Argentina y México, que los asesores más reaccionarios de Trump, aunque parezca mentira, consideran como “aliados” o “cómplices” de la subversión chavista. Tercero, la re-elección del magnate neoyorquino habría reforzado la gravitación regional de Jair Bolsonaro, Iván Duque y la derecha radical en Latinoamérica y el Caribe. Estos tres “detalles”, que no significa sean nimiedades, son más que suficientes para recibir con cierto alivio la derrota del magnate neoyorquino.[i] En suma: había una elección entre el peor y el malo, y prevaleció el último. Decepcionante, ¡seguro!, pero estas son las “opciones” que el imperio siempre tiene para ofrecer. Desconocer esta verdad, asentada sobre un registro histórico de más de doscientos años, equivale a confundir ilusiones con la realidad. Bien, y entonces: ¿qué decir de Joseph Biden? Es un viejo político (cumplirá 78 años el 20 de noviembre) del establishment conservador norteamericano, con 47 años transitando por los laberintos del poder en Washington.[ii] Fue senador desde 1972 hasta que, en el 2009, juró como vicepresidente a Barack Obama. A lo largo de este casi medio siglo hay muy poco en su record como para esperar un viraje significativo en la política exterior de Trump, especialmente en el siempre turbulento ámbito de las relaciones hemisféricas. Lo que sí hay es la certeza de que a lo largo de tantos en el Senado fue cómplice, beneficiario -o por lo menos silente testigo- de la tantas veces denunciada corruptela institucionalizada en Washington, de los jugosos contratos y concesiones ofrecidas a las empresas del complejo militar-industrial y, luego del crash de las hipotecas del 2008, del fabuloso salvataje concedido por el Tesoro al corrupto sistema bancario estadounidense. Todo esto transcurrió bajo su mirada y en ningún momento insinuó disconformidad o incomodidad moral. La renovación o el “nuevo comienzo”, retórica a la cual son tan afectos los presidentes de Estados Unidos cuando desplazan a sus oponentes no se condice con la promiscua relación que Biden -¡al igual que Trump, pero “guardando las formas”!- mantiene con la burguesía imperial. Por ejemplo, su costosa campaña electoral se vio facilitada por el generoso financiamiento que le otorgaron las grandes corporaciones. Un informe revela que Joe Biden recibió donaciones de 44 multimillonarios; pero su acompañante, Kamala Harris, lo superó al obtener aportes de 46 multimillonarios estadounidenses.[iii] En términos individuales Trump se benefició de la prodigalidad de Sheldon Adelson, el dueño de un casino en Las Vegas y, según The Guardian, un “ardiente conservador pro-israelí” que terminó donando 183 millones de dólares para la campaña del neoyorquino.[iv] Biden, a su vez, recibió un donativo del ex alcalde de Nueva York y magnate de los medios de comunicación Michael Bloomberg por valor de 107 millones de dólares. Como puede verse, parecería haber un pequeña contradicción con el principio elemental de toda democracia de un hombre/una mujer un voto. Porque, ¿qué dudas cabe que tanto Adelson como Bloomberg podrán hacer oír su voz más claramente que las de John y Maggie?, que no pudieron donar siquiera veinte dólares para ningún candidato en la pujante democracia estadounidense. Por eso tiene razón Luzzani cuando habla del “gatopardismo” de Biden. Habrá, eso sí, un cambio de estilo: al olvido pasarán los gestos matonescos y groseros de Trump y compañía (Pompeo y Bolton, especialmente) y, aparentemente, habría una cierta intención de reflotar el multilateralismo y buscar compromisos manteniendo el uso de la fuerza como una alternativa pero no como la primera prioridad. En esa línea Biden prometió su país a los Acuerdos de París sobre el cambio climático; regresar a la Organización Mundial de la Salud para colaborar en la lucha contra la pandemia, y a la UNESCO, de la cual Washington se había retirado aduciendo un supuesto “sesgo anti-israelí” de esa organización. Pero hay que recordar que Estados Unidos había dejado de financiar a la UNESCO en el 2011, bajo la presidencia de Barack Obama y cuando Joe Biden ¡era su vicepresidente! Desde el Senado Biden se preocupó por cimentar la fortaleza del complejo militar-industrial y la estabilidad del sistema financiero en la gran crisis del 2008. Ante la catástrofe sanitaria precipitada por el negacionismo de Trump en relación al Covid-19 podría tratar de resucitar el “Obamacare” como un esquema muy módico de salud pública. Pero acompañó con su voto en el Senado las invasiones a Irak y Afganistán y como vicepresidente avaló las operaciones militares en Libia y Siria. En lo tocante a nuestros países, también en su calidad de vice de Obama, Biden respaldó el golpe en contra de Juan Manuel Zelaya (Honduras, 2009); la intentona golpista en contra de Rafael Correa en el 2010; contra Fernando Lugo (Paraguay, 2012) y el fraudulento proceso del “impeachment” en contra de Dilma Rousseff, entre 2015 y 2016 en Brasil. No hay, por lo tanto, razones para celebrar nada, excepto la
Bolivia: el pueblo volvió por sus fueros
Fuente: Carlos Flanagan | Alainet Fecha: 9 de noviembre de 2020 En primer término Choquehuanca juró su cargo y pronunció un breve discurso en el cual resaltó la importancia de superar la división del pueblo y bregar por su hermandad. Remarcó la importancia del poder como herramienta para ayudar sin someter; para buscar la paz y superar el odio, la discriminación y el racismo. “Sabemos que unidos valemos más”. Asimismo se refirió como a pesar de que el colonialismo desestructuró los cánones civilizatorios de los pueblos originarios de nuestra región (el Abya Yala) “no lograron apagarnos; estamos vivos, somos de Tiwanaku, somos fuertes, somos como la piedra”. Posteriormente procedió a investir a Luis Arce en su cargo de Presidente. Un discurso contundente Arce comenzó su mensaje honrando a los ancestros, a los mártires de la liberación, a los asesinados en Senkata, Sacaba y El Pedregal y a todos los héroes que recuperaron la democracia. Fustigó duramente al gobierno de facto que a partir del 10 de noviembre de 2019, lejos de pacificar el país y convocar inmediatamente a elecciones, como había prometido, sembró la muerte, el miedo la discriminación y el racismo y usó la pandemia para prorrogarse. “Sin embargo, a pesar de esas condiciones adversas, a pesar de que la participación del pueblo estuvo amenazada por la violencia del gobierno de facto y grupos paramilitares en las elecciones del 18 de octubre obtuvimos una histórica victoria en las urnas con más del 55%.” Manifestó que ese voto enormemente mayoritario representa la conciencia y organización de un pueblo que no quiere libertad para unos cuantos sino libertad para todos. Nos parece importante subrayar su visión autocrítica cuando afirma: “asumimos este mandato que nos da la población, el pueblo para trabajar incansablemente y con humildad por la reconstrucción de nuestra Patria, y nos comprometemos a rectificar lo que estuvo mal y a profundizar lo que estuvo bien.” Se refirió a la democracia y sus contenidos necesarios, cuando dijo que “de nada sirve elegir a las autoridades mediante el voto si a la vez el pueblo al que se debe la democracia está privado de los derechos fundamentales, como los de acceso a la salud, a la educación, al trabajo, a los ingresos y a la vivienda”. Respecto a la justicia, manifestó que creía en el reforzamiento de la institucionalidad del Estado, generando un ambiente seguro y estable en el cual “los únicos que deben temer son los infractores, los criminales, los violentos y los que cometan actos de corrupción.” La situación económica Una parte medular de su discurso fue destinada a describir la crisis triple por la que atraviesa Bolivia: la política consecuencia del golpe de Estado, la sanitaria producto de la aparición del Covid-19 y la falta de una respuesta integral adecuada y la económica derivada de la política del gobierno de facto – instaurada antes de la pandemia – que en menos de un año, ha hecho retroceder a todas las conquistas logradas a partir de 2005 en el proceso de cambios. Transcribimos algunas de las cifras mencionadas por Arce como indicadores elocuentes del actual desbarajuste de la economía. Bolivia pasó de haber liderado por seis años en sus índices de crecimiento económico en el período 2006 – 2019, a tener ahora la caída más grande del PIB en los últimos 40 años: un 11,1%. Las reservas internacionales netas (RIN) del país bajaron un 13% desde noviembre 2019 al mes de octubre 2020: de 6.459 millones de USD a 5.578 millones. En el mismo período la dictadura endeudó al país en más de 4.200 millones de dólares entre deuda interna y externa. Para enfrentar y superar este complejo panorama económico y social con aumento del desempleo y la pobreza, se propone reinstaurar el modelo económico social, comunitario y productivo, que dinamice la economía plural y el mercado interno con crecimiento y redistribución del ingreso. Tarea que no será fácil teniendo en cuenta la actual coyuntura económica mundial recesiva. Un claro mensaje al mundo Fue explícito al anunciar la lucha que su gobierno librará por un mundo multipolar, sin la supremacía de ninguna potencia, el saqueo de recursos naturales, el racismo, la discriminación o las amenazas o presiones de tipo alguno. Para ello ratificó la política de no intervención, no alineamiento, autodeterminación de los pueblos y su plena igualdad jurídica y política. La integración Sur – Sur sin la imposición de designios desde el Norte. Reivindicó a la CELAC como la mejor vía de instrumentación de la unidad política en la diversidad en A. Latina y el Caribe y su declaración como territorio de paz en el año 2014. Y por último la recuperación de UNASUR en tanto ámbito de integración y concertación, más allá de la orientación política de sus gobiernos. Algunas conclusiones En primer lugar saludamos los contenidos de ambos discursos. Asimismo consideramos a esta nueva dupla del MAS al frente del gobierno de Bolivia en mejor disposición y condiciones de llevar adelante una gestión que necesariamente deberá ser de gran cercanía, diálogo, consulta y concertación con el amplio y diverso mundo de las organizaciones sociales (de trabajadores, pueblos originarios, organizaciones locales, etc.). Será con la activa y vigilante participación del pueblo que se garantizará tanto la re implantación y posterior profundización del denominado modelo económico, social, comunitario y productivo como el desbaratamiento de los latentes intentos desestabilizadores de la oligarquía boliviana – racista, discriminadora- y sus agentes instrumentales de turno.- Carlos Flanagan Ex-Secretario de RR. II. del Partido Comunista de Uruguay. Ex-Embajador de Uruguay ante el Estado Plurinacional de Bolivia.
Elecciones en Estados Unidos: final anunciado
Fuente: Santiago O’Donnell / Página/12 Fecha: 9 de noviembre de 2020 Al final no hubo crisis institucional, ni sangrienta revolución en las calles, ni derrumbe democrático. Donald Trump pataleó, demandó, insultó y amenazó como si fuera un personaje despedido de su propio show. Mientras tanto el traspaso de poder real a Joe Biden no lo pronunció ninguna corte electoral, ni organismo oficial, ni siquiera los propios candidatos. Ocurrió cuando las cadenas de televisión, agencias de noticias, portales de diarios y demás reconocidos medios de comunicación empezaron a informar, casí al unísono, que según sus cálculos, el candidato demócrata había alcanzado los 270 electores. La cantidad necesaria para hacerse elegir presidente. A partir de entonces, esos medios empezaron a llamarlo “presidente electo Biden”. El primero en declarar ganador a Biden había sido la cadena CNN a las 11 y 24 del sábado, horario de la costa este. Durante el minuto siguiente hicieron el anuncio las cadenas NBC, CBS, ABC y el sitio de noticias MSNBC. A las 11:36 fue el turno del Washington Post y a las 11:40, en la voz de su presentador más respetado, Chirs Wallace, se pronunció la cadena Fox News. Si quedaba alguna duda se terminó de despejar cuando la propia Fox, principal arma mediática de Trump, dejó colgado durante horas una chapa roja en la esquina inferior de la pantalla, con la leyenda “Biden presidente electo». Y ahí se acabó todo. O sea, en determinado momento, el avance del conteo llevó a cinco, seis o diez instituciones privadas e independientes de los tres poderes del gobierno, en base a su demostrable experiencia en la recolección y publicación de información de actualidad, llegando casí todos al mismo tiempo, o sea con mas o menos las mismas fuentes de información, a anunciar que había ganado Biden. El traspaso de poder fue instantáneo, inmediato e inapelable y aún no había intervenido ni un solo actor estatal. Ni siquiera el presidente electo, que acompañaría con un tuit recién minutos después del coro de anuncios y que recién se mostraría en público muchas horas más tarde, después del anochecer La suerte está echada. Lo dice todo el nombre que los propios estadounidenses eligieron para nombrar esta etapa devaluada del mandatario actual. Lame duck. Pato rengo. Andá a protestar a tribunales, pato rengo. Ahora manda Biden, dice la realidad. No debería sorprender a nadie. Cuanto menos actúan las instituciones más fuertes son, diría Althusser. No quiere decir que las instituciones estadounidenses sean buenas o malas, mejores o peores que las de Venezuela o Rusia. Pero tampoco parece prudente agarrarse de algunas demoras en procesar una inédita cantidad de votos por correo, en medio de una pandemia, más alguna protesta callejera alentada por un candidato mal perdedor, para concluir que esta elección fue algo más que una metáfora del derrumbe del imperio americano. Se va Trump, llega Biden, los procesos continúan. No cambia todo, tampoco cambia nada. El presidente anterior, Mauricio Macri, tenía una relación personal con Donald Trump que facilitó al país el acceso a importantes créditos. La relación siguió siendo buena bajo la presidencia de Alberto Fernández, quien había sido uno de los interlocutores habituales de la embajada estadounidense durante su gestión como funcionario de los gobiernos kirchneristas. Los demócratas suelen llevarse bien con los gobiernos peronistas. Los latinoamericanistas del partido Demócrata tampoco son demasiados y en el gobierno hay quienes los conocen bien. Por lo que es muy probable que las relaciones sigan siendo buenas, sin mayores sorpresas.
El tablero político israelí ante el próximo llamado a cuartas elecciones en dos años
Fuente: Daniel Kupervaser | Blog de Daniel Kupervaser Fecha: 9 de noviembre de 2020 Finalmente, le cayó la ficha a Gantz. “Yo ya tengo claro que Netanyahu no piensa cumplir la rotación en la función de primer ministro. Yo ya no le creo a Netanyahu”, confesó el primer ministro alternativo que tan solo unos meses atrás firmó un acuerdo de coalición con la promesa de intercambiar con Netanyahu la función de primer ministro elegido a fines de 2021 (Canal 12 TV, 6-11-2020). La mayoría de los analistas políticos coinciden que el llamado a nuevas elecciones a principios de 2021 es la única salida que puede despejar el callejón sin salida al que arribó este gobierno. Un gobierno que se caracteriza, no por sus políticas, sino por la impotencia en la toma de decisiones, resultado de la mutua neutralización de sus componentes. EL TABLERO POLITICO ISRAELI No por ser recurrente ni por recientes experiencias, vale la pena acentuar los caracteres muy singulares del tablero político israelí tal como se consolidaron el último año para tener una visión de las posibles, y no ficticias o ilusorias, alternativas de las fuerzas que podrían componer el futuro gobierno israelí. La conformación de un gobierno en el sistema parlamentario israelí, con una sociedad tan fragmentada políticamente, no depende mayormente de los resultados electorales de un partido en particular, sino mas bien del arte o habilidad de negociar coaliciones por parte de líderes de los partidos mayoritarios. Para arribar a conclusiones relativamente fundamentadas para estos tiempos, es necesario diferenciar dos aspectos que reflejan la conducta de los votantes y de los partidos políticos israelíes. El primer aspecto nos permite diferenciar claramente partidos políticos según la lealtad que su electorado tradicional le manifiesta a lo largo del tiempo. En este sentido diferenciamos entre partidos con “patrón de voto fijo” frente a partidos con “patrón de voto cambiante”. Los primeros agrupan mayormente a un núcleo homogéneo de población sobre la base de visiones o intereses muy claramente definidos que los hace diferenciar de los demás y su predisposición a acoplarse a coaliciones se condiciona estrictamente a la materialización maximalista de sus visiones o intereses. En este bloque debemos mencionar a la Lista Árabe Unida, los partidos religiosos ultra ortodoxos, el partido de Liberman que representa mayormente a inmigrantes rusos y el partido Meretz apoyado mayormente por la denominada izquierda tradicional. Los partidos políticos con patrón de voto cambiante agrupan a públicos que están dispuestos a ser movilizados por la imagen y mensajes de líderes del momento más que por una visión ideológica clara y definida. La experiencia ha demostrado en reiteradas ocasiones, entre ellas en las ultimas elecciones, situaciones de líderes de este grupo que traicionaron promesas previas a su electorado. Este carácter es el determinante de la permanente movilidad interna de los votantes de este bloque y es lo que centra generalmente las batallas electorales. En vista a las próximas elecciones este bloque comprende el partido Azul y Blanco (Gantz), Yesh Atid (Lapid), Yemina liderado por Bennet y el Likud liderado por Netanyahu. El resto de los partidos no tienen perspectivas de pasar el mínimo exigido por ley. La tabla expuesta en la imagen detalla los partidos políticos israelíes según la pertenencia a los dos bloques mencionados haciendo referencia a los resultados de las últimas elecciones y los estimados según un promedio de sondeos de intención de voto de semanas recientes. En los números puede observarse claramente la diferencia de conducta interna entre los dos bloques. En ultima instancia, en un congreso de 120 bancas, la verdadera lucha electoral se centra solamente alrededor de 75. Para los partidos del bloque de patrón de voto cambiante, generalmente líderes en la formación de una coalición gobernante, acoplar algún partido del bloque de patrón fijo se convierte, tal vez, en el desafío mas importante. DISTRIBUCION DE BANCAS EN LA KNESSET SEGÚN PATRON DE VOTO PARTIDO/BLOQUE ELECCIONES ABRIL 20 SONDEOS NOVIEMBRE 20 LISTA ARABE UNIDA 15 15 RELIGIOSOS ULTRA ORTODOXOS 16 16 IZQUIERDA – MERETZ 7 7 INMIGRANATES RUSOS – LIBERMAN 7 7 TOTAL PATRON VOTO FIJO 45 45 YESH ATID – LAPID 17 17 AZUL Y BLANCO – GANTZ 16 9 YEMINA – BENNET 6 20 LIKUD – NETANYAHU 36 29 TOTAL PATRON VOTO CAMBIANTE 75 75 TOTAL GENERAL 120 120 Tres acontecimientos de singular importancia fueron los detonantes de cambios significativos en la intención de voto del electorado israelí desde las últimas elecciones en abril 2020 hasta el presente. En primer lugar, un significativo desgaste de Gantz y su partido como consecuencia de haber traicionado políticamente a su electorado a quien prometió no sentarse junto a Netanyahu en un gobierno. En segundo lugar, el resonante fracaso del confrontamiento con la pandemia Covid-19 atribuido principalmente a Netanyahu. En tercer lugar, la impotencia del gobierno de coalición de partidos con posiciones opuestas que prácticamente impide la toma de decisiones importantes en materia de política interna proyectando una imagen de total desidia. Como se observa en la tabla expuesta, la consecuencia de estos acontecimientos no afectó la intención de voto dentro del bloque de patrón de voto fijo (pese a la participación en el gobierno de los partidos ultraortodoxos), mientras que en el otro bloque se perciben cambios muy significativos. No solo que Gantz y Netanyahu bajaron notoriamente, sino que Yemina liderado por Bennet va en vía de dar un gran salto como consecuencia de sus punzantes críticas al camino elegido por Netanyahu y Gantz en la confrontación con la pandemia. Si la configuración descripta se mantiene aproximadamente en esos términos, y si las partes están dispuestas a concesiones, tanto personales como políticas, estamos en presencia solo de dos posibilidades de formación de gobierno. En la primera, un gobierno liderado por Netanyahu con Bennet como socio privilegiado, y la participación de los partidos ultra ortodoxos. Una combinación que demanda de Bibi, y sobre todo de su esposa Sara, tragar mucha saliva por la posición jerárquica de Bennet y su compañera de lucha Ayelet Shaked. Se trata de un gobierno relativamente homogéneo y de clara
La fotografía inolvidable. Quince años del NO AL ALCA
Fuente: Guillermo Wierzba | El Cohete a la Luna Fecha: 8 de noviembre de 2020 Esta semana se cumplieron quince años de la Cumbre de las Américas que en Mar del Plata tuvo la potencia para cerrar el camino a que los Estados Unidos consiguieran el mayor avance hacia el destino que persiguen hace más dos siglos: la consolidación del objetivo panamericanista con su hegemonía continental a través de la conformación del ALCA. Imposibilitó su concreción la asunción al poder de un conjunto de corrientes populares en países de América Latina. Los liderazgos de Kirchner, Lula, Chávez, Evo y Tabaré impidieron ese objetivo imperial. La evocación de la efeméride excede las consideraciones políticas y merece un encuadre de los aspectos económicos de los significados de ese hecho histórico, también la referencia a sus raíces y la valoración presente de los rumbos a impulsar en América Latina. Particularmente en Argentina como reacción a la desastrosa y tramposa situación provocada por la alianza del gobierno de Cambiemos y el FMI para inhibir la potencia transformadora del gobierno popular. Más de tres años antes de la realización de la reunión de Mar del Plata, la Secretaría de relaciones internacionales de la CTA, que esta semana recordó el evento de 2005 con un seminario internacional, editó un texto de Enrique Arceo en el que se presentaba crudamente el carácter del ALCA y las condiciones internacionales en que acontecía su imposición. Señalaba el autor que “el ALCA procura consolidar en América Latina el tipo de dominación a través del mercado que Estados Unidos busca implantar en el conjunto de la economía mundial. La liberalización de la economía mundial que ha tenido lugar en el último cuarto de siglo no es un fenómeno resultante de la estructura espontánea de las estructuras económico-sociales o una consecuencia de la revolución tecnológica… El mercado es una construcción social y opera necesariamente sobre la base de un conjunto de reglas que reflejan una determinada correlación de fuerzas. La liberalización no es… un desplazamiento de las regulaciones nacionales por las fuerzas incontrolables del mercado, sino su reemplazo por otro tipo de regulación… El ALCA es un claro ejemplo de establecimiento de nuevas normas a ser observadas por las naciones a fin que el capital opere en toda América como un mercado único”. En la época llamada del “capitalismo de oro” o de “las economías del bienestar”, el financiamiento era predominantemente público, de carácter bilateral o mediante la intermediación de organismos multilaterales de crédito dirigidos por los estados. No estaban restringidos los controles al movimiento internacional de capitales. Existía una regulación interestatal de las políticas cambiarias que impedían su flexibilidad significativa. La inexistencia de un mercado de capitales privados acotaba el financiamiento de los déficits porque la única fuente para resolverlos era el FMI y el Banco Mundial, que lo hacían con reglas estrictas. El único país que podía hacerlo sin límite eran los Estados Unidos, porque imprimían el dólar. Este era el país con exclusividad de moneda completa. El dólar cumplía con las cinco funciones del dinero definidas por Marx: Unidad de cuenta (los precios se piensan siempre en dólares); Medio de transacción (las operaciones se realizan en dólares); Medio de pago (las cancelaciones de deudas y cobros de acreencias se hacen en dólares); Reserva de valor (los ahorros se realizan en dólares); Dinero Universal (de aceptación irrestricta para las operaciones internacionales de todo tipo). Unidad Latinoamericana o panamericanismo rastrero La ruptura de la convertibilidad del dólar con el oro, sobrevino por la insolvencia potencial que afrontaba Estados Unidos para cubrir sus déficits, debida al peso creciente de otras economías y al elevadísimo nivel del gasto militar. El surgimiento de nuevas potencias industriales y la acumulación de capital de los países petroleros habían llevado a los Estados Unidos a reemplazar una política administrada del manejo monetario acoplada a un diseño institucional de la gobernanza global por otro de regulación mercantil. Esta fue una decisión deliberada y constituyó el punto de origen del neoliberalismo. Las relaciones entre las monedas pasó a ser flexible y el riesgo de cambio, privado. Las tasas de interés pasaron a ser libres, fijadas por la oferta y la demanda. Los organismos multilaterales restringieron, hasta la insignificancia, los controles al movimiento internacional de capitales. Así, las empresas norteamericanas —siempre con la tecnología de punt— podían deslocalizar producciones y segmentarlas, destinando a los países de menores salarios los eslabones de menor complejidad de fabricación, dejando los de superior desarrollo para los países centrales con mayor disposición del financiamiento privado. Porque la novedad del neoliberalismo fue el cambio de fuente de financiamiento de los déficits: el financiamiento privado y los mercados de capitales reemplazaron a los estatales y sus regulaciones institucionales. La tasa de interés trepó “tan alto como lo necesario para restaurar el valor del dólar”. La llave del cambio regulatorio del capitalismo mundial hacia la financiarización fue que la tasa de interés norteamericana sustituyó a la convertibilidad del dólar como el instrumento de poder de acción de la política económica global. A su vez, las teorías apologéticas de la libertad de tasas y el financiamiento privado se pregonaron como panacea del desarrollo de los países periféricos, a los que se les hizo adoptar la apertura a la entrada y salida de capitales, con mercados financieros muy rentables (altas tasas) para valorizar el capital especulativo, que no sirvieron para otra cosa que para concentrar el poder económico y destruir la capacidad de crecimiento de sus economías. Este rumbo sólo estancó su desarrollo y aumentó su dependencia tecnológica, alimentando los procesos de fuga de capitales y endeudamiento, que siempre terminaba afrontando el Estado descargando —la mayoría de las veces— su peso en los cuerpos y vidas de los sectores populares. Del corto período del capitalismo regulado de posguerra se pasó irreversiblemente al capitalismo financiero como sistema mundial, porque ni Wall Street ni los Estados Unidos querrán nunca volver a regular las ganancias, que hoy consiguen con los métodos de la financiarización y la desposesión de los estados dependientes y de los asalariados.
Sobre “éxodos” y quiebras
Fuente: Carlos Heller (*) | Tiempo Argentino Fecha: 8 de noviembre de 2020 Los argumentos de los sectores opositores para intentar incidir en la agenda del gobierno y en el rumbo de las políticas suelen ser variados. Entre ellos está el que dice que las empresas se están yendo del país porque acá “no te dejan producir”. No es más que posverdad. Hay una realidad y es que la “salida” generalizada de empresas ocurrió durante los anteriores cuatro años, bajo la forma de cierres y quiebras. Es la postal más evidente de las consecuencias de un modelo que prometía “lluvia de inversiones” y generó todo lo contrario. Respecto de las que ahora se estarían yendo, ¿estarán pensando en las MiPyMEs, que representan el 99,8% de las firmas del país, y que ya resistieron en la prepandemia las consecuencias del brutal achicamiento del mercado interno? Para nada, se habla de las empresas más grandes, la mayoría de capitales extranjeros, algunas de ellas que sólo generan trabajo de bajísima calidad. Es importante tener presentes estos números, ya que en general se recurre a una falsa retórica que trata de hacer pasar el interés de unos pocos como si fuera el del universo más amplio, y de esta forma intentar incidir en la opinión pública y en las políticas. Para desmitificar argumentos, resulta interesante un informe que elaboró el Ministerio de Desarrollo Productivo, donde se comenta que para justificar un supuesto “éxodo de empresas” se recurre a ejemplos de lo más variados. Desde empresas que anunciaron su salida (varias aerolíneas, como Latam Argentina) afectadas por la pandemia, un fenómeno global; a otras que sólo implicaron un cambio de manos (Glovo, que pasó a manos de PedidosYa) o la búsqueda de un socio local (Falabella). También están aquellas noticias que involucraron falsas partidas (como Starbucks o Burger King). Salvo en el caso de Glovo, son todas empresas que fueron impactadas negativamente por la pandemia. Pero que además contaron con el auxilio del Estado a través del programa ATP para el pago de parte de los salarios, algo que mucho no se menciona. El informe del Ministerio de Desarrollo Productivo menciona que “hubo éxodo de empresas en Argentina −sea por retiro o por cierre− durante el período 2015-2019, cuando, producto de equivocadas políticas macroeconómicas y nulas políticas productivas, el país sufrió tres años de recesión sin que mediara pandemia alguna”. Entre 2015 y 2019, sigue el documento “cerraron o se fueron empresas de todos los tamaños: pequeñas, medianas y grandes (…). De acuerdo a datos de AFIP, son más de 25.000 las empresas que dejaron de existir en Argentina entre diciembre de 2015 y diciembre de 2019. No se veía tamaña destrucción empresarial desde la crisis de 2001-2002”. Queda claro que lo que determinó la gran desaparición de empresas fue un modelo insostenible para los hogares y la mayoría de las compañías. Por eso es crucial que el país vuelva a la senda del crecimiento. Es un proceso que viene promoviendo el gobierno para recuperar lo perdido durante las dos pandemias (la heredada y la del Covid). Otro argumento contrario al interés general es el de la devaluación, que no sólo no es necesaria sino que sería otro duro golpe. Respecto de su impacto en las empresas, según el Observatorio PyME, “si el Gobierno logra controlar el tipo de cambio y evitar un salto violento del dólar, el 51% de las PyME industriales prevé recuperar el nivel de producción pre-pandemia en diciembre 2020 y el 33% durante el primer semestre de 2021. El restante 16% prevé alcanzarlo en el segundo semestre de 2021 y el primero de 2022 (…). Si, por el contrario, ocurriera un salto devaluatorio antes de fines de año, el principal impacto será sobre el poder de compra del mercado interno y no sobre el balance comercial (externo) de las PyME. No habrá más exportaciones y tampoco mayor protección contra las ya muy deprimidas importaciones. Es decir, la devaluación de la moneda postergará el ritmo de recuperación de las PyME locales y alejará al país del patrón de recuperación mundial”. Una opinión que refuerza la convicción del gobierno de no convalidar una devaluación, además de estar mostrando que tiene las herramientas para conseguirlo. Respecto de quiénes buscan beneficiarse, un dato a no perder de vista es que las exportaciones argentinas están concentradas en relativamente pocas empresas, al igual que ocurre en el resto de los países de América Latina. Según datos oficiales, en Argentina, para el año 2018, el 1% de las empresas que más exporta concentró el 73% de las exportaciones totales en un año, y el 10% de las empresas más exportadoras es responsable de casi el 95% del total anual de exportaciones. Tranquilizando y apoyando la recuperación Las políticas que buscan tranquilizar la economía, cuidar los ingresos y apoyar la recuperación, comienzan a mostrar resultados, y lo hacen aplicando lo prometido en la campaña electoral. Éstas van a contramano de las recomendaciones de quienes piden ajustes que jamás derivaron en los resultados prometidos. En octubre se volvió a registrar una mejora de la recaudación en términos reales (descontada la inflación), producto tanto de la paulatina recuperación de la actividad económica como de la desaceleración del nivel general de precios. En concreto, la recaudación tributaria subió en octubre un 43,9% interanual, observándose por segundo mes consecutivo un aumento superior a los 5 puntos porcentuales en términos reales. Es un buen ejemplo del círculo virtuoso que se busca consolidar y que contrasta con lo que ocurría en los dos años previos. En esos años se veían caídas reales de la recaudación, producto del ajuste de la actividad económica, de la creciente inflación y de la reducción de alícuotas impositivas siguiendo un espíritu regresivo. Otro tipo de paradigma, tanto económico como social. Entre los indicadores de la actividad, el Índice de Producción Manufacturera del Indec evidenció en septiembre un crecimiento del 4,3% respecto al mes anterior, y un aumento del 3,4% respecto a igual mes de 2019, el primer incremento interanual positivo en este
Ojalá fuera increíble
Fuente: Eduardo Aliverti | Página/12 Fecha: 7 de noviembre de 2020 Es probable, o enteramente verosímil, la relación entre haberse frenado la corrida cambiaria, ausencia de noticias malignas en el escenario económico, “relajamiento” pandémico-oficial en el AMBA y que, entonces, el cuco haya pasado a ser la vacuna rusa. Si es por monstruos amenazantes podrían incorporarse el fallo de la Corte sobre los jueces trasladados -acerca de lo cual se escuchó que es la “disolución de la República”- y el futuro en torno de la Procuraduría General de la Nación; pero se convendrá que son temáticas incapaces de mover el amperímetro popular.PUBLICIDAD Esto último es salvo que se encuentre “masividad” en la banda callejera contra la dictadura kirchnerista. El ministro de Economía pasó a ubicarse como protagonista, con la diferencia de que, ahora, lo es más por lo que demostraría ser una posición de fuerza que su paciencia y sapiencia académica (“acusación” que siguió cargando, a pesar de la exitosa conducción del acuerdo con los bonistas). Martín Guzmán concedió el jueves una extensa entrevista radiofónica a Víctor Hugo Morales, tras esa mini-cumbre que el lunes pasado lo juntó con la más poderosa y virulenta de las entidades corporativas que se oponen al oficialismo. La Asociación Empresaria Argentina (AEA) es comandada en los hechos por Clarín, Techint y Arcor, y son datos sobresalientes que a la reunión concurrió el propio Héctor Magnetto y que éste tuvo -al menos- dos intervenciones casi obviamente provocadoras. Una fue para cuestionar que, sin previo aviso, el Gobierno hubiera resuelto declarar como servicio público a telefonía y televisión por cable, a más de congelarles las tarifas. La otra, descripta con precisión por el colega Leandro Renou en su cobertura para este diario, fue cuando se plegó a la queja de Federico Braun, de la cadena supermercadista La Anónima, quien había disparado con que “no sabemos si éste es un país que quiere ser capitalista o no”. Magnetto, entonces, agregó que “ni siquiera sabemos si hay propiedad privada”, para que, en su firme tono shaolin, Guzmán le respondiera de inmediato que era mejor “hablar en serio”. “Mesa de póker” y “piscina con tiburones” fueron algunas de las metáforas empleadas a fines de significar ese cónclave, del que en forma rápida tuvo que retirarse el fotógrafo de ceremonial porque estaba claro que el aire se cortaba con cuchillo y de ninguna manera habría no ya retrato conjunto, sino tan siquiera alguna sonrisa. Gracias si saludos con el codo al despedirse. De la reunión trascendieron otros detalles, como el reclamo de Carlos Miguens, del grupo homónimo dueño de generadores eléctricas como El Chocón y Central Puerto y dedicado, entre otras, a la actividad minera, quien le dijo al ministro que tiene que “comprar dólares en la Bolsa para pagar importaciones” y que, mientras tanto, carece de alternativas que no sean “defaultear deuda afuera”. El ministro, siempre imperturbable, le contestó que comprendía el planteo pero refutándole que, si los dejaba tomar deuda en pesos, lo único que querrían/harían todos ellos es usarlos para irse al dólar. En ése u otro momento (varían los datos cronológicos, no su confluencia de sentido), el CEO de Clarín también habló de la necesidad de una corrección devaluatoria: “Ni el FMI nos pide tanto, Héctor”, fue la réplica. En la entrevista citada, Guzmán naturalmente no entró en puntualizaciones de ese tipo; pero dejó la frase que las abarca y potencia: “Importa mucho el dialogo, pero la conducción la tenemos nosotros. Quien gobierna somos nosotros”. Tamaña obviedad debería ser nada más que eso, pero en estas circunstancias es determinante que el ministro -en línea también básica con las acciones del Presidente y, cómo no, la carta de Cristina- le marque el territorio a la crema del establishment. Hace dos semanas, con la cotización del dólar rayando los 200 pesos, la estabilidad de Guzmán parecía pender de un hilo y desde el Gobierno no se fue muy enfático que digamos en desmentirlo. A través de diferentes herramientas intervencionistas, cuya solidez y prospección quedan en manos de expertos técnicos que sin embargo nunca deben juzgarse por encima de la credibilidad política, esa eterna amenaza verdolaga aminoró en forma abrupta. Algo macizo o considerable parece haber en la resistencia y ejecutividad de Sacachispas Guzmán, porque de lo contrario no se entiende que sorteara todas las dificultades del arreglo con los bonistas externos; ni que, munido de tener última palabra frente a las diferencias con el manejo del Banco Central, se las arreglase para frenar la corrida cambiaria. El poder económico-financiero, expresado a través de sus vasallos mediáticos como ya debería saberse por memoria histórica, no da un segundo de respiro. Si el dólar que “le interesa la gente” se desplomó en las cuevas es porque se recurre a una emisión monetaria descontrolada, que pasará la factura más temprano que tarde. Si acaso hubiera arreglo con el FMI será porque el Gobierno aceptará un bruto ajuste fiscal, jamás reconocido como tal sino cual equilibrio macro, y no porque la carga se depositará -esperemos- en quienes más tienen. Si hay alguna recuperación productiva, muy leve e imperceptible y partiendo de que sólo radica en asomar unos pelos de la cabeza afuera de las aguas pandémicas y macristas, es por obra de que desde el fondo sólo cabe subir y no porque se tomaron medidas asistenciales que impidieron estallidos. Y por las dudas, si acaso fuese que a “la gente” se le ocurriera confiar un poquito, siquiera visto por descarte y ya que la oposición es un adefesio de consignas vacuas acerca de riesgos institucionales, está el apriete de que se asfixia a la propiedad privada; de Argenzuela; de Maléfica digitando hasta el último movimiento de cada funcionario y cada vacancia; de Albertítere en consecuencia; de Grabois como la representación comunista papal; de Rosenkrantz, como única barrera cortesana contra la impunidad cristinista; del Diego como representación de la negrada falopera que ejemplifica lo que no debemos ser como Nación; de la violencia de mapuches, falsos o reales; de un observatorio noticioso con control parlamentario mudado a pogromo K; de que el pase
Pino Solanas, el esperanzador
Fuente: Horacio González | Página/12 Fecha: 7 de noviembre de 2020 Pino Solanas, de pibe, iba al bar Gandini, en la Plaza Vicente López. No sé si todavía está. Uno de los parroquianos era Raúl Scalabrini Ortiz, que con un círculo de oyentes alrededor, seguía pensando en los subsuelos sublevados de la Patria, y no es una ironía esto, también en los subsuelos petrolíferos. Interesado por la publicidad, la política y el cine -y con una visión inquieta del momento-, Solanas era un muchacho de izquierda que estudiaba música y teatro. Y escucha. Escucha y se va acercado al grupo de conspiradores a la luz del día, que conversan en el Gandini. Desde luego el tema es Frondizi, se aproximan las elecciones del 58, y Perón desde Panamá indica que hay que apoyarlo. Pero Pino escucha también palabras como soberanía energética, reconstrucción ferroviaria, autoabastecimiento petrolífero. La idea de una mesa de conversadores políticos siempre estuvo presente en Pino. Luego la convirtió en la “mesa de los sueños” en Sur, uno de sus films. Es como si en aquel bar Gandini, también hubiera cantado Goyeneche. Tuvo la suerte de que Scalabrini vivía a la vuelta de aquel bar y Pino a pocas cuadras. Luego, después de que el tiempo hubiera girado varias veces tejiendo sus hilos imprevisibles y fatales, volvió a vivir allí mismo, en la esquina de la misma calle de la casa del legendario autor de El hombre que está solo y espera. El tiempo de Pino era lineal -en su fin El viaje-, pero también circular. En La hora de los hornos o en El exilio de Gardel. Como había hecho publicidad -hay que recordar que hacia fines de los 50 no era un oficio frecuente, y lo practicaban jóvenes que captaban con más vértigo que otros, lo que eran los aires del momento-, hizo que su pasaje al cine, con La hora de los hornos, junto al cuentista Octavio Gettino, fuera considerado por muchos “un traslado al cine de técnicas publicitarias”. Pero ni ayer ni hoy se debían dejar de lado criterios muy finos para diferenciar los métodos del cine de los de la publicidad, en efecto diferentes y hasta contrarios, pero el problema lo establecen sus zonas compartidas. Pino fue llevado en andas por el público del Festival de Pessaro, en Italia, en 1968. La hora de los hornos -una frase de José Martí-, contenía una larga secuencia de imágenes muy cuidadas, celosamente trabajadas, como lo hizo siempre, en el documental y en la dirección. Pino fue un cineasta estricto, puntilloso, y su tema era el pueblo argentino a través de sus arquetipos, que iban asomando, sobresaliendo. Ya sean los huelguistas de los planes de lucha de la CGT o su contracara, las vanguardias artísticas del Di Tella. Pino siempre gustó de esos contrastes, que le costaron grandes discusiones. Su carácter bromista, jaranero, amigo de los grandes cuadros que destilaran una ridiculización rápida, lo llevaron a ese contrapunto sobre el que mucho después siguió reflexionando de distintos modos. En La hora de los hornos está el hallazgo de plantear la detención súbita del film, con carteles “bretchenaos”, para que el público reanudara la vista luego de agitar su conciencia de espectador. Una frase de Frantz Fanon cruzaba la pantalla: “Todo espectador es un cobarde o un traidor”. Pino ponía en juego aquí una situación que siempre lo obsesionó, la conversión del espectador en el militante. Quizás esa quiebra de la realidad escénica y la realidad histórica, doble y simultánea, nunca pudo producirla el cine. Pero fue ese el nudo desafiante del pensamiento cinematográfico de Pino. Siendo senador siguió filmando, en su vuelta al documentalismo, donde la pobreza que había alcanzado a la población más castigada, el desmantelamiento del ferrocarril, el abandono del apoyo a la investigación científica, fueron temas tratados con un giro épico y con su propia voz narradora, pedagógica, si no la alimentara un hilo trágico, que dejaba un horizonte tenso de expectativas. En esa búsqueda de una identidad reparadora, había un mundo desarreglado, pero no todo estaba perdido. En El exilio de Gardel se preanuncia el regreso de los exilados. El grupo musical que ensaya sus coreografías en París, son desterrados que no machucaron sus ilusiones. Es un Pino más “cortazariano”, pero aquí su ambición arquetípica va mucho más allá, y el exilio es el del mismo Gardel. Si hay cine, tiene que haber leyendas. Si hay leyendas, estas tienen que ser filmadas. Y si hay luchas sociales e historia, estas deben jugarse entre el cine, la gran leyenda y la politización de esa compartida memoria legendaria. En Los hijos de Fierro -el nombre lo había tomado de una frase del libro El mito gaucho, de Carlos Astrada, filósofo al que frecuentaba- persiste la saga de la resistencia inspirada en el género gauchesco. El dirigente peronista Héctor Tristán encarnaba el papel de un burócrata sindical -lo contrario a lo que era en su realidad política el improvisado actor-, y el propio Julio Troxler representa a su propio personaje que en esa noche fundamental de León Suárez, escapa del fusilamiento. Una gran escena de este film, es la del “Viejo”, de espaldas y con poncho, algo gauchesco, saludando uno por uno a sus “hijos”, con un fondo fabril y desmantelado. Luego Favio pondrá otra vez a Perón de espaldas, como si ese modo de revertir un rostro lo hiciera mas misterioso, le diera una aureola más enigmática. Pino sacó de su observación diaria –siempre una libretita de anotaciones estaba en su bolsillo-, el perfil de muchas situaciones y personas. Pero a todos les agregó su sentido de la sorna risueña y emotiva, cultivando una gracia basada en ciertos énfasis del género deliberadamente grotesco, combinado con un acento lírico. Tito el Esperanzador (encarnado por Carlos Carella), Américo Inconcluso, el camionero del El viaje, que lleva en su nombre un programa político, el Doctor Rana (Menem). Ambiciosas alegorías. Manejar todos esos andariveles no era fácil, una historia de la redención latinoamericana volcada hacia los mitos del viaje de aprendizaje, era un propósito grandioso y esquivo. Pino ganaba y perdía espectadores. Con El viaje en cierta medida los perdió, porque el momento era adverso a tanto juego alegórico y el hilo narrativo