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Cómo escribir sobre Horacio González

Por Ricardo Forster, 23 de junio de 2021 | Página/12 Cómo escribir, mientras la tristeza me recorre el alma, sobre alguien que hizo de la escritura un arte sublime. Que transformó su pasión argentina en una aventura intelectual construida desde la intensidad de un lenguaje único, laberíntico, exuberante y de una belleza que desafía la inteligencia de los lectores. Cómo escribir de alguien que hizo de la enseñanza una experiencia capaz de conmover a miles de estudiantes. Cómo escribir de alguien que le dio a la palabra “maestro” una nueva significación convocando, en su larga y prolongada caminata universitaria, a varias generaciones de discípulos que disfrutaron de su generosidad.  Cómo escribir de alguien que vivió con una intensidad y compromiso desbordante la larga travesía de un país siempre en estado de provisionalidad, de crisis y de esperanza. Cómo escribir de alguien que cultivó la amistad como si fuera una obra de arte, atravesada por conversaciones infinitas, escuchas persistentes y comprensivas, complicidades capaces de conjurarse para diseñar mil proyectos de revistas, de cátedras, de espacios políticos, de congresos contra académicos.  Cómo escribir sobre alguien que fue construyendo su andadura acumulando bibliotecas enteras en su acervo de lector infatigable; de alguien que hizo de la erudición un gesto de humildad mientras nos dejaba sin respiro a sus lectores entusiasmados tratando de seguirle la pista a sus pesquisas que podían surcar geografías muy diferentes. Cómo escribir de alguien que hizo del peronismo la materia desbordante de sus indagaciones interminables, que supo interpelarlo con una agudeza y una originalidad inigualable al mismo tiempo que lo vivió en la plenitud y en el desconsuelo del entusiasmo político.  Cómo escribir de alguien que nunca renunció a un lenguaje y a una escritura copiosas -algunos dirían “barrocas” creyendo que lo disminuían- y que jamás subestimó la inteligencia de sus lectores ni buscó quitarles su dimensión emancipadora. Cómo escribir de alguien que prefería el anacronismo a las modas pasajeras, que elegía las causas perdidas a los dispositivos legitimadores. Cómo escribir sobre alguien que sentía en carne propia la tragedia de nuestra época y que buscaba la clave que le permitiese descifrar el misterio de nuestra deriva histórica.  Cómo escribir sobre alguien que construyó un estilo único, inclasificable e imposible de imitar porque, eso lo sentía y lo expresaba, un estilo es el cuerpo del escritor, su encarnación, su idiosincrasia, su personalidad y su concepción del mundo. Cómo escribir de alguien que llegó a la Biblioteca Nacional, la de Groussac y Borges, y la cambió para siempre convirtiéndola en un eje de la vida cultural y en un espacio vital en el que los libros, satisfechos, se sintieron partícipes de un jolgorio de lecturas, músicas, exposiciones, presentaciones, debates políticos, simposios internacionales sobre cine, teatro, poesía, filosofía, arquitectura, ciudades y cuanto tema y cuestión cayeran en el radar de un hombre infatigable a la hora de hacer del edificio diseñado por Clorindo Testa el sitio más espléndido para dejar que la cultura volara cada vez más alto.  Cómo escribir de alguien que habitó los bares de Buenos Aires, que hizo de ellos un lugar imborrable, espacio del encuentro con los amigos, de conversaciones guarecidas por la serenidad nocturna y que se convirtieron esos bares, para él, en su lugar de lectura y escritura, en su propio vientre materno. Cómo escribir de Horacio González sin detenerse en cada una de las estaciones de su vida, en cada uno de esos lugares que frecuentó y en esos espectros -sus amigos, como Roberto Carri, David Viñas, León Rozitchner o Nicolás Casullo, apenas para citar a algunos- con los que nunca dejó de conversar. Acaso con Horacio se va el último de quienes constituyeron un mundo intelectual, político y cultural que se ha desvanecido. Un mundo en el que la pasión de la revolución se entrecruzaba con la búsqueda de la palabra justa capaz de darle al poema, a la novela o al ensayo su potencia y su esplendor. Un mundo en el que se podían encontrar lo plebeyo de un ideal justiciero con la urdimbre refinada de un lector de alturas. Un mundo que incluía a su Villa Pueyrredón de infancia y adolescencia con sus inolvidables conferencias parisinas sobre “retórica y locura” en las que elaboró una teoría de la cultura argentina.  Cómo escribir de alguien que, como dijo sabiamente Mauricio Kartún, “es como un relámpago, en un instante breve ilumina un territorio y cuando desaparece, la imagen queda inscripta adentro tuyo”. Eso produce Horacio en quien lo escucha. Su hablar espiralado que va desgranando un tumulto de ideas y de imágenes que siguen fluyendo en quien lo escucha aunque el tiempo de la comprensión no deja de demorarse. Una huella que persiste, que no se borra, que nos hace recorrer el camino sin tener prisas para llegar a destino. Con Horacio uno sigue las huellas de una indagación que nunca termina. Internarse en sus libros constituye una experiencia prodigiosa, una aventura de la que no se vuelve al punto de partida. Un gozoso extravío. Lo veo a Horacio hablando ante una audiencia numerosa, mirando hacia un punto lejano, dejándose llevar por la ondulación de sus frases, buscando la ilación de un pensamiento que se calienta de a poco y que termina creando un clima único y enigmático en el que cada uno de los que están atravesando la aventura de escucharlo siente que algo de esa prodigiosa inteligencia lo toca y lo inspira. Con Horacio González se va, quizás, el último de los grandes intelectuales argentinos. Alguien que supo conjugar la pasión política, la sed de emancipación e igualdad, el cultivo de la amistad construida como si fuera una torre de babel en la que todas las ideas y todos los idiomas se entremezclan gustosamente, y el maestro insobornable de causas nobles destinadas a galopar sin un destino cierto ni garantías de éxito. Con Horacio González se va una parte mayúscula de nuestro mundo. Sin su palabra, sin su escritura la época se vuelve más oscura e indescifrable.  Nota relacionada: Horacio

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Una ética de la responsabilidad

Por: Facundo Milman | Nueva Sion (14 de junio de 2021) Hacer preguntas es una manera de recuperar la tradición judía de la Europa de Sygmund Freud y Walter Benjamin; y es también una manera de analizar la particularidad de lo judío en la Argentina de los hermanos Ismael y David Viñas, Josefina Ludmer y otros escritores. ¿Qué hacemos con nuestras herencias? ¿Qué hacemos con el otro? ¿Qué nos plantea el pensarmos como judíos en los contornos, en los intersticios y en las mixturas identitarias?Por Facundo Milman * “Ninguna justicia parece posible o pensable sin un principio de responsabilidad”Jacques Derrida. Los judaísmos pueden ser entendidos de muchas formas: una tradición, una religión, un estilo de vida, una comida en específica, un modo de referirse al otro, una ética. Por lo tanto, el judaísmo no puede ser definido porque, al hacerlo, se esencializa como sucede con el amor o la muerte. El revés de la trama, el humus y su escamoteo no se encuentra en el contenido, sino en la forma. En la forma que se despliega y se mantiene a través del tiempo. El judaísmo perdura en la huella divina.En el año 1926, Sigmund Freud envió un discurso a la Sociedad B’nai B’rith y en él se manifestaba agradeciendo que “por ser judío” se hallaba libre de muchos prejuicios; y que “precisamente, como judío, estaba preparado para colocarme en la oposición y para renunciar a la concordancia con la ‘inmensa mayoría’”. La inmensa mayoría que, en otros textos, llamará “el narcisismo de las pequeñas diferencias”; es decir, los discursos de odio. Una declaración de un judío sin Dios, según la fórmula adoptada por Peter Gay para referirse a Freud, hacia una sociedad de judíos y, en específico, hacia una sociedad de judíos liberales.A partir de este puntapié inicial, nos atrevemos a pensar a Freud desde un posible diálogo y desde su Tradición -la narración de las generaciones-: un zeide perteneciente a un viejo shtetl galitziano y un padre que adhería a las enseñanzas de la Haskalá. Un año antes, en la Presentación autobiográfica (1925), Freud se reconocía como judío indicando que sus padres eran judíos y él lo seguía siendo. Entonces no solo reconocemos un legado en Freud, sino también una herencia. Activa, exigida a los espectros de sus antepasados y, sobre todo, siendo responsable de ella. Walter Benjamin, el hijo judíoEn una situación tradicional similar es donde se inscribe al filósofo judeoalemán Walter Benjamin, el amigo de Gershom Scholem. Un padre semi-emancipado, asimilado y una prototípica madre judía. Otra Tradición, la misma. En su familia, la figura de la madre cobra preponderancia, como se ilustra en Infancia en Berlín hacia 1900 (1950) donde Walter Benjamin escribe: “(…) y si había algo capaz de aumentar mi aversión a tomar conocimiento de ella [de la impotencia ante la ciudad] era la insistencia con la que mi madre me la refregaba en la cara”. Un refriegue, una queja y una insistencia. Un joven un tanto atolondrado al que se le exigía conocer una ciudad, Berlín, frente a una Madre omnipotente. Tal como indica Martín Kohan, la mirada infantilizadora de la madre de Benjamin asume la forma de repliegue en la cual el niño no se separa de ella, no deja de ser niño y no vislumbra el final de su infancia. Benjamin, antes de terminar este recuerdo, le dedica unas últimas palabras donde evoca lo insoportable que era para su madre que él siempre esté un paso por detrás. Escrúpulos, zozobra y quejas es lo lanzado a un hijo judío al que se le reprochaba ciertas actitudes: la importancia de una ciudad, estar por detrás y una mirada que no capta su periferia. Walter Benjamin se hará cargo de estas quejas, de hecho responde con el reproche de no saber hacerse una taza de café. Porque hay algo que conecta tanto a la herencia judía de Freud como la de Benjamin en relación a su Tradición: la responsabilidad. En otras palabras, Freud se conecta con Benjamin a través de la responsabilidad y su modo de actuar: la ética.Pero el siglo XX ya terminó, el acontecimiento Auschwitz (de)terminó la vida en el proyecto de la Modernidad y, con ello, inauguró la sobre-vida. En este vínculo es posible pensarnos situados y luego de Auschwitz: argentinos, judíos y latinoamericanos. Los libros, los tejidos y las textualidades prevalecen. La lección freudiana y los libros de Benjamin siguen hablándonos desde el pasado, la huella de la ética. Esta es una buena oportunidad para hacerlos dialogar y atravesarlos con otra matriz: lo argentino dentro de lo latinoamericano. Los Viñas, lo argentino, lo judío y lo mestizoUn fenómeno indispensable para pensar lo argentino es la revista Contorno, revista fundada, en primera instancia, por Boris David Viñas e Ismael Viñas. Si bien David Viñas ocupa una presencia notable en la crítica literaria argentina -sin él, no hay una renovación de la crítica- como figura del intelectual crítico, Ismael fue el que muchas veces se hizo responsable de la revista y de las lecturas propiamente políticas. En una ocasión, David envió un mensaje a Ismael en donde manifestó que su hermano optó por el emblema de su madre y él optó el de su padre, como si las herencias se pudieran dividir, repartir o escindir. Pero Ismael Viñas no quedó callado como Dios en el tzimtzum, sino que decidió contestar: “David hizo una construcción casi sin flecos sueltos, para dividir papeles: él, el bárbaro, eligió a nuestro padre, se refugió en España de la matanza en Argentina, pasó a México, y volvió, y a mí, que elegí Israel, me asigna el lado de nuestra madre. ¿También el de la civilización?”. Un problema familiar. David se quedó con su padre, en España pasando a México y con la barbarie; Ismael con su madre, en Israel y con ¿la civilización?Podemos extender la hipótesis: Ismael, ¿se quedó con el judaísmo y el anarquismo de su madre? Entonces, David ¿se quedó con el cristianismo y el radicalismo del juez Viñas? En otra publicación, Ismael Viñas

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La subversiva

Por: Benjamin Falicoff  Se despertó con una pesadez inusual. Algo no estaba bien. Intentó no mirarse en el espejo, temía verse. Pero la necesidad es la necesidad, entró al baño y la tentación… El espejo le devolvió una imagen de cara hinchada, con el cachete derecho con una suerte de promontorio. No había sentido dolor de muelas. Era extraño. ¿Qué había en la boca que aumentaba el volumen de la mejilla? Trató de tocar la hinchazón… no podía… parecía… ¡esquivar el dedo! Intentaba tocarla y esta correteaba por el interior de la boca, elevando la piel en el lugar que se estacionaba. No podía creer lo que veían sus ojos. Abandonó el asombro ante la imagen especular, se concentró en recordar la ingesta del día anterior. Fue normal. Estaba vacunado contra el Covid y no era un síntoma esperable de éste. No. En eso estaba cuando escuchó un leve murmullo, un sonido con sordina que salía de su boca. Seguro que se había tragado un bicho sin saberlo y ahora presionaba por salir.  ¡Qué asco, pero qué alivio saber de qué se trataba! Volvió al espejo, revisó cada milímetro de su lengua, las encías, las muelas, la parte visible de la garganta. Curiosamente la hinchazón seguía ahí, corriéndose según el tacto y de la mirada. Otra vez ese murmullo, como un susurro poco audible, algo adentro quería manifestarse. Le pareció escuchar un “Hola”. ¿Me tragué un mini-minúsculo loro? Al borde del delirio contestó con voz desfalleciente –Hola… Ehh… si salís…  –No —se escuchó con más claridad. –Bueno, podrías salir para… conocernos –Lo dijo bajito, no podía creer que le hablaba a “algo” dentro de su boca. –Soy una palabra y no quiero. “¿Es una pesadilla? Esa cerveza artesanal…¿tendrá droga?” Tomó coraje para preguntar –Una… ¿palabra? –Si tuya —Respondieron más fuerte desde adentro.   “Me golpeé la cabeza de chico y… ahora con la pandemia… el encierro…” Estos pensamientos lo llevaron a un arrebato, se puso violento Trató de desalojar a esa… usurpadora. Sopló, silbó, introdujo el cepillo de dientes para acosarla, metió su dedo índice, el anular y el medio para atraparla. Sin resultados. Era una palabra maradoniana, gambeteaba cada intento y sólo consiguió babearse sobre la camisa. Cambió de estrategia. Trató de convencerla, le dijo varias palabras lindas, acompañantes, galanas y zalameras. Nada Perdió la paciencia le advirtió, la amenazó. El mismo destino. Tal vez un dentista pueda ayudarme… ¿Qué le diría? ¿Podría usted extraerme una palabra testaruda que me da vueltas por la boca?  ¡Llamaría a la policía o al 911 para encerrarme! Probó con un té caliente, luego con sabores dulces, salados y amargos. Le daba la impresión que se agrandaba o se achicaba según el sabor, pero no salía. ¿Será extranjera? Probó con ayuda de un traductor online una decena de idiomas. Ahora corría de un cachete al otro, del labio inferior al superior. ¿estaba danzando? Agotado ya exprimía su cabeza por otros recursos, otras lógicas. Apeló a un exorcismo que descubrió en un antiguo libro y hasta acudió al auxilio de un algoritmo matemático. Inútil tarea Extenuado de echo sobre el sofá y se quedó dormido. Se despertó sobresaltado, había soñado con una frase que se repetía una y otra vez en el sueño: “No vuelvas a reprimirme, ahora sabes cómo se siente” Corrió hasta el espejo.  La hinchazón había desaparecido.

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Efemérides – Mujeres de mayo

 Por: Graciela Perez Esandi (Com. P. de género) Alejandra Pizarnik                                            “El lenguaje será su única patria” El 29 de abril de 1936, nació Flora Alejandra Pizarnik, en Avellaneda, Provincia de Buenos Aires. Fue hija de padre y madre rusos judíos. No bien llegaron perdieron su apellido original “Pozharnik”, como ocurrió con muchos inmigrantes. Su infancia estuvo atravesada por  situaciones duras ya que la familia tenía parientes residentes en Europa y estaban atentos a los acontecimientos. El nazismo y la segunda guerra mundial fueron una preocupación para ellos y  recibieron noticias nefastas de la familia  en Rivne, ciudad de Ucrania en la que la mitad de la población era judía. Rivne fue invadida por el ejército alemán el 20 de agosto de 1941.  Estos hechos ensombrecieron la infancia de las dos hijas.También tuvo su influencia el hecho de ser extranjero en Argentina. La tendencia de la madre de comparar las dos hijas, Myriam y Alejandra,  poco contribuyó a su autoestima.   Además sufrió  acné,  una tendencia a engordar, asma y una forma de hablar en  que arrastraba la última sílaba. De llamarse Blume o Blimele (florcita) como la llamaban en la infancia y la adolescencia,   se  descubrió opuesta a “lo-que-debe-ser”, como un ser distinto. Descubrió su fascinación  por la literatura que abarcaba mucho mas de lo que aprendía en la escuela secundaria y comenzó a escribir y a leer autores como Sartre y Faulkner, Rimbaud y Baudelaire, Mallarme y Artaud. Como alumna se negó a ser la alumna ideal, fue la chica rara del colegio. Disconforme con su cuerpo comenzó a consumir anfetaminas.   Dejó atrás la secundaria e ingresó a la Facultad de Filosofía y Letras en la que comenzó a cursar primero Filosofía,  luego Periodismo y  luego Letras para finalmente abandonar el estudio sistemático. Estudió pintura con  Battle Planas, y luego se dedicó a escribir.Tuvo mucha influencia en ella Juan Jacobo Bajarlía.  Leyó mucho y encontró temas como la orfandad, la extranjería , la atracción por la muerte.. En el año 1960  viaja a Paris y se queda hasta 1964 hallando ahí un refugio literario y también emocional. Conoció allí a Julio Cortazar, Ivonne Bordelois, Octavio Paz, Simone de Beauvoir. La época en París fue una experiencia donde halló su voz y su madurez como poeta. Después vino un período de caída emocional, la muerte de su padre la afectó mucho, su adicción a las pastillas creció y comenzó a encerrarse en sí misma. Se suicidó a los 36 años dejando en una pizarra sus últimos versos: no quiero ir nada más que hasta el fondo38​ Su legado es una gran cantidad de poemas , donde hay temas que  se destacan, la extranjería, la alteridad, la muerte, … el mundo interior de la poeta. “Por mi sangre judía, soy una exiliada. Por mi lugar de nacimiento, apenas si soy argentina (lo argentino es irreal y difuso). No tengo una patria. En cuanto al idioma, es otro conflicto ambiguo. Es indudable que mi lugar es París, por el solo hecho de que allí el exilio es natural, es una patria, mientras que aquí duele.”Alejandra Pizarnik Los tesoros de papel de Alejandra Pizarnik, Fondo Pizarnik de la Biblioteca Nacional. http://biblioteca2.uc3m.es/365ca2.uc3m.es/365-dias.de.libros/2019/06/11/alejandra-pizarnik-niña-eterna-de-infancia-asesinada Canal Encuentro Cap. 1 Flora, ese ser imperfecto. Canal Encuentro Cap. 2 Los años felices. Canal Encuentro Alejandra Pizarnik Memoria Iluminada II…. https://es.wikipedia.org/wiki/Alejandra_Pizarnik Ni París ni Buenos Aires pueden considerarse su casa, el lenguaje será su única patria. El 19 de abril de 1943, comenzó el levantamiento del ghetto de Varsovia. Heroicas mujeres del ghetto de Varsovia El autor del libro “Heroicas mujeres del ghetto de Varsovia”, Jonas Turkow, fue un sobreviviente del levantamiento del ghetto. Escribió este libro porque se dio cuenta de que nadie había escrito nada acerca de las mujeres del ghetto que él había conocido de primera mano.   “No hubo ni un aspecto en la diversa ramificada actividad de la resistencia en el cual no hubiesen participado mujeres, que hicieron gala por lo general de una extraordinaria presencia de ánimo. Muchas de las misiones más peligrosas y audaces fueron llevadas a cabo por mujeres. De pareja importancia fue su actuación en las instituciones sociales, culturales y de ayuda mutua, donde ocuparon puestos de primera fila”. En su libro figuran los nombres de Tzivia Lubetkin, Basia Temkin-Berman, Pola Elster y su hermana Bela, Ana Brande-Heler, Sofia Syrkin-Binszter, Rosa Symchowicz, Miriam Ajzensztat y Clara Segalowizc, pero el autor aclara que hubo muchas más. En esta oportunidad contaremos la historia de Pola y Bela Elster. Pola era la mayor de las dos hermanas y fue directora de colonias juveniles judías en Polonia previo a la guerra. Cuando comenzó el ghetto se puso a colaborar con las tareas de rescate y asistencia organizado por el Comité Coordinador de Varsovia. En esa ciudad vivían un millón de personas, de las cuales 400,000 eran judíos. El ghetto no fue otra cosa que una gigantesca cárcel donde llegó a haber 480,000 personas, de las que 300,000 fueron enviadas a Treblinka a las cámaras de gas. Fue creado por decreto del ejército ocupante el 12 de octubre de 1940. Todos los residentes judíos de Varsovia debieron  mudarse a un área designada, que fue cerrada al resto de la ciudad en noviembre de 1940. El ghetto fue rodeado por un muro que tenía más de 10 pies de altura, coronado con alambre de púas, y vigilado para prevenir movimientos entre el ghetto y el resto de Varsovia. Bajo metralla y bombardeo constante, Pola buscó alimentos para la olla popular, primero en la municipalidad y luego en la “JOINT”, el Comité Conjunto Judío-Estadounidense de Distribución. Valiente y audaz, enfrentó el peligro constante siempre bajo riesgo de ser arrestada. Colaboró también en operaciones de sabotaje y atentados contra las fuerzas de ocupación. Pola era una joven agraciada de 30 años de cabello moreno, y su hermana menor, Bela, era más joven de cabello rubio y ojos celestes. Su  aspecto “ario” le permitió salir del ghetto, mientras que Pola no lo hacía con la

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Mujeres en el ghetto de Varsovia

Por: Graciela Pérez Esandi* Especial para C0NVERGENCIA l autor del libro “Heroicas mujeres del ghetto de Varsovia”, Jonas Turkow, fue un sobreviviente del levantamiento del ghetto. Escribió su libro porque se dio cuenta de que no había nada escrito acerca de las mujeres del ghetto que él había conocido de primera mano. “No hubo ni un aspecto en la diversa ramificada actividad de la resistencia en el cual no hubiesen participado mujeres, que hicieron gala por lo general de una extraordinaria presencia de ánimo. Muchas de las misiones más peligrosas y audaces fueron llevadas a cabo por mujeres. De pareja importancia fue su actuación en las instituciones sociales, culturales y de ayuda mutua, donde ocuparon puestos de primera fila”. En su libro figuran los nombres de Tzivia Lubetkin, Basia Temkin-Berman, Pola Elster y su hermana Bela, Ana Brande-Heler, Sofia Syrkin-Binszter, Rosa Symchowicz, Miriam Ajzensztat y Clara Segalowizc. Turkow afirma que hubo muchas más. La Historia de Tzivia Lubetkin Tzivia Lubetkin tuvo un lugar central en el movimiento sionistasocialista de Polonia y en la resistencia clandestina judía. De joven fue dirigente destacada del movimiento jalutziano (sionistas pioneros). Cuando comenzó la segunda guerra mundial ella y su esposo, Itzak Zuckerman, fueron a vivir a Varsovia. En el ghetto, el mayor ghetto judío establecido por los nazis durante el Holocausto, ella fue ocupando un lugar destacado y fue una de las fundadoras y líderes del Organización Judía Combatiente (ZOB, sus siglas en polaco), y la única mujer en formar parte de la dirección del mismo. Poseía cualidades que la destacaban. Era muy rápida para orientarse, poseía un enfoque maduro de los problemas coyunturales y era muy intrépida para tomar decisiones. Era buena oradora y muy convincente en sus argumentos. Su tenacidad en resolver problemas colectivos la llevó a realizar diariamente intentos por entrevistarse con los directivos y tesoreros del JOINT (Sociedad Judía de Ayuda Mutua), para lograr provisiones, y asignación de tareas para “sus muchachos y muchachas” y nunca se iba con las manos vacías. Ella y su marido convivían con casi 100 jalutzim del Dror, una organización juvenil judía polaca, de la calle Dzielna. Fue ella la que propuso organizar a la juventud en grupos de autodefensa formados por cinco parti- cipantes previendo que podrían suceder en Polonia hechos nefastos como los ocurridos en Rusia en la que murieron millones de personas en una campaña diseñada para conquistar la parte europea de la Unión Soviética y repoblar estos territorios con alemanes. Tzivia pudo anticipar lo que iba a suceder en Varsovia, y esos grupos luego fueron la base para enfrentar al enemigo. En 1942 la organización jalutziana propuso un debate de activistas clandestinos donde se discutió si era el momento de organizarse para resistir, si estaban dadas las condiciones. Algunos participantes pensaban que atrocidades como las ocurridas en Rusia no se iban a producir en Polonia, en una ciudad como Varsovia. Otros, que había que esperar que los ejércitos aliados abrieran otro frente. Ella se plantó con sus jóvenes y con un tono vehemente dijo que dado que esas palabras carecían de toda seriedad, iban a “continuar con nuestra labor”. El tiempo demostró que ella había evaluado mejor la situación que otros participantes de mayor experiencia. Finalmente el 28 de julio de 1942 la Organización Judía Combatiente fue un hecho. Entre tanto, desde el 22 de julio y hasta el 12 de septiembre de 1942, los alemanes deportaron o asesinaron aproximadamente 300,000 personas judías en el ghetto. Y sin embargo hubo quienes esperaron hasta octubre de 1942 para incorporarse a la filas del ZOB. A pesar de las deportaciones y asesinatos no fue sencillo convencer a los residentes del ghetto. Colocaron carteles en las calles, muros y portones. Según Tzivia “Los judíos estaban asustados por esa expresión pública del ZOB. Nuestros muchachos y muchachas volvían de sus tareas de esclarecimiento llorando de impotencia, tras haber visto como los carteles de las proclamas, que ellos mismos habían impreso con gran esfuerzo y pegado a riesgo de su vidas, eran arrancados de las paredes por los mismos judíos.” El 18 de enero de 1943 se produjo una operación muy importante donde los nazis hallaron resistencia armada y cambió la actitud de la población hacia la ZOB. La organización se había extendido y había creado focos de resistencia en otras ciudades y también se había contactado con guerrilleros apostados dentro de bosques de la zona con el objetivo de formar divisiones de guerrilleros. El día que comenzó el Levantamiento, el 19 de abril de 1943, Tzivia Lubetkin participó, combatiendo con armas en mano, en el sector denominado el Ghetto Grande. Otro combatiente, de nombre Towia Borzykowski, luego dijo de ella que “Con su serenidad y autocontrol Tzivia Lubetkin logró que los combatientes superaran hasta los más insignificantes síntomas de nerviosidad.” Ella era muy rigurosa con sí misma y no aceptaba ambigüedades. Era respetada y muy estimada. Tzivia trataba a los combatientes como si fueran sus hijos, algunos la trataban de “mamá” a pesar de que ella no era mucho mayor que muchos de ellos. Su popularidad se extendió a la comunidad y cuentan una anécdota muy significativa que lo demuestra. La misma noche del Levantamiento, la del 19 de abril de 1943, un grupo de combatientes armados salieron para realizar una misión de espionaje y encontraron en medio de casas abandonadas y enseres domésticos tirados por doquier, producto del combate que había ocurrido previamente, una casa donde encontraron a un rabino, el Rabino Meizels, realizando la celebración del Seder de Pesaj. Invitó a los jóvenes a la fiesta pero ellos tenían una misión, y les dio matzot para compartir. Los despidió pidiendo que la segunda noche fueran con Tzivia, cosa que sucedió la noche siguiente, como él había solicitado. Aumentaba el ataque de los nazis en la zona central del ghetto, ellos encendían fuegos con el fin de encerrar a los combatientes judíos entre las llamaradas y el fuego abrumador de sus armas. Los luchadores judíos tuvieron que retirarse y Tzivia llegó con gran

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Efemérides de abril – Mujeres destacadas (Com. P. de Género)

Por: Graciela Perez Esandi Alejandra Pizarnik  “el lenguaje será su única patria” El 29 de abril de 1936, nació Flora Alejandra Pizarnik, en Avellaneda, Provincia de Buenos Aires. Fue hija de padre y madre rusos judíos. No bien llegaron perdieron su apellido original “Pozharnik”, como ocurrió con muchos inmigrantes. Su infancia estuvo atravesada por situaciones duras ya que la familia tenía parientes residentes en Europa y estaban atentos a los acontecimientos. El nazismo y la segunda guerra mundial fueron una preocupación para ellos y recibieron noticias nefastas de la familia en Rivne, ciudad de Ucrania en la que la mitad de la población era judía. Rivne fue invadida por el ejército alemán el 20 de agosto de 1941. Estos hechos ensombrecieron la infancia de las dos hijas.También tuvo su influencia el hecho de ser extranjero en Argentina. La tendencia de la madre de comparar las dos hijas, Myriam y Alejandra, poco contribuyó a su autoestima. Además sufrió acné, una tendencia a engordar, asma y una forma de hablar en que arrastraba la última sílaba. De llamarse Blume o Blimele (florcita) como la llamaban en la infancia y la adolescencia, se descubrió opuesta a “lo-que-debe-ser”, como un ser distinto. Descubrió su fascinación por la literatura que abarcaba mucho mas de lo que aprendía en la escuela secundaria y comenzó a escribir y a leer autores como Sartre y Faulkner, Rimbaud y Baudelaire, Mallarme y Artaud. Como alumna se negó a ser la alumna ideal, fue la chica rara del colegio. Disconforme con su cuerpo comenzó a consumir anfetaminas. Dejó atrás la secundaria e ingresó a la Facultad de Filosofía y Letras en la que comenzó a cursar primero Filosofía, luego Periodismo y luego Letras para finalmente abandonar el estudio sistemático. Estudió pintura con Battle Planas, y luego se dedicó a escribir.Tuvo mucha influencia en ella Juan Jacobo Bajarlía. Leyó mucho y encontró temas como la orfandad, la extranjería , la atracción por la muerte.. En el año 1960 viaja a Paris y se queda hasta 1964 hallando ahí un refugio literario y también emocional. Conoció allí a Julio Cortazar, Ivonne Bordelois, Octavio Paz, Simone de Beauvoir. La época en París fue una experiencia donde halló su voz y su madurez como poeta. Después vino un período de caída emocional, la muerte de su padre la afectó mucho, su adicción a las pastillas creció y comenzó a encerrarse en sí misma. Se suicidó a los 36 años dejando en una pizarra sus últimos versos: no quiero ir nada más que hasta el fondo38 Su legado es una gran cantidad de poemas , donde hay temas que se destacan, la extranjería, la alteridad, la muerte, … el mundo interior de la poeta. “Por mi sangre judía, soy una exiliada. Por mi lugar de nacimiento, apenas si soy argentina (lo argentino es irreal y difuso). No tengo una patria. En cuanto al idioma, es otro conflicto ambiguo. Es indudable que mi lugar es París, por el solo hecho de que allí el exilio es natural, es una patria, mientras que aquí duele.”Alejandra Pizarnik Los tesoros de papel de Alejandra Pizarnik, Fondo Pizarnik de la Biblioteca Nacional. http://biblioteca2.uc3m.es/365ca2.uc3m.es/365-dias.de.libros/2019/06/11/alejandra-pizarnik-niña-eterna-de-infancia-asesinada Canal Encuentro Cap. 1 Flora, ese ser imperfecto. Canal Encuentro Cap. 2 Los años felices. Canal Encuentro Alejandra Pizarnik Memoria Iluminada II…. https://es.wikipedia.org/wiki/Alejandra_Pizarnik Ni París ni Buenos Aires pueden considerarse su casa, el lenguaje será su única patria. El 19 de abril de 1943, comenzó el levantamiento del ghetto de Varsovia. Heroicas mujeres del ghetto de Varsovia El autor del libro “Heroicas mujeres del ghetto de Varsovia”, Jonas Turkow, fue un sobreviviente del levantamiento del ghetto. Escribió este libro porque se dio cuenta de que nadie había escrito nada acerca de las mujeres del ghetto que él había conocido de primera mano. “No hubo ni un aspecto en la diversa ramificada actividad de la resistencia en el cual no hubiesen participado mujeres, que hicieron gala por lo general de una extraordinaria presencia de ánimo. Muchas de las misiones más peligrosas y audaces fueron llevadas a cabo por mujeres. De pareja importancia fue su actuación en las instituciones sociales, culturales y de ayuda mutua, donde ocuparon puestos de primera fila”. En su libro figuran los nombres de Tzivia Lubetkin, Basia Temkin-Berman, Pola Elster y su hermana Bela, Ana Brande-Heler, Sofia Syrkin-Binszter, Rosa Symchowicz, Miriam Ajzensztat y Clara Segalowizc, pero el autor aclara que hubo muchas más. En esta oportunidad contaremos la historia de Pola y Bela Elster. Pola era la mayor de las dos hermanas y fue directora de colonias juveniles judías en Polonia previo a la guerra. Cuando comenzó el ghetto se puso a colaborar con las tareas de rescate y asistencia organizado por el Comité Coordinador de Varsovia. En esa ciudad vivían un millón de personas, de las cuales 400,000 eran judíos. El ghetto no fue otra cosa que una gigantesca cárcel donde llegó a haber 480,000 personas, de las que 300,000 fueron enviadas a Treblinka a las cámaras de gas. Fue creado por decreto del ejército ocupante el 12 de octubre de 1940. Todos los residentes judíos de Varsovia debieron mudarse a un área designada, que fue cerrada al resto de la ciudad en noviembre de 1940. El ghetto fue rodeado por un muro que tenía más de 10 pies de altura, coronado con alambre de púas, y vigilado para prevenir movimientos entre el ghetto y el resto de Varsovia. Bajo metralla y bombardeo constante, Pola buscó alimentos para la olla popular, primero en la municipalidad y luego en la “JOINT”, el Comité Conjunto Judío-Estadounidense de Distribución. Valiente y audaz, enfrentó el peligro constante siempre bajo riesgo de ser arrestada. Colaboró también en operaciones de sabotaje y atentados contra las fuerzas de ocupación. Pola era una joven agraciada de 30 años de cabello moreno, y su hermana menor, Bela, era más joven de cabello rubio y ojos celestes. Su aspecto “ario” le permitió salir del ghetto, mientras que Pola no lo hacía con la misma frecuencia. En cierto momento Pola fue llevada a un campo de concentración en Poniatow pero los luchadores lograron rescatarla de ahí y regresó con datos

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Un año de encierros por COVID-19 revive el movimiento kibutziano de Israel

Fuente: Linda Gradstein | The Times of Israel Fecha: 18 de marzo de 2021 Las familias jóvenes buscan un estilo de vida pastoral más tranquilo y más espacio; Decenas de miles de israelíes solicitaron su membresía en kibutzim el año pasado, siendo la pandemia un factor importante. JTA – El año pasado, cuando los israelíes soportaron un encierro tras otro y las tasas de COVID del país rebotaron de un mínimo histórico a otro, Tal Eshkol y Uriel Ross comenzaron a cuestionar la vida urbana que habían comenzado cuando eran una pareja joven. Como muchos de sus compañeros, Eshkol y Ross vivían en un pequeño alquiler de un dormitorio en Jaffa, la antigua ciudad adyacente a Tel Aviv que se ha puesto de moda entre los jóvenes israelíes que buscan un alquiler relativamente asequible en la metrópolis costera de Israel. Pero durante años, Eshkol había querido un cambio de escenario, con la esperanza de mudarse eventualmente a algún lugar donde ella y Ross pudieran disfrutar de un estilo de vida pastoral más tranquilo. En el otoño, después de meses de estar restringidos a su apartamento de 50 metros cuadrados, la pareja decidió que habían terminado con la vida de la ciudad. Solicitaron convertirse en miembros del Kibbutz Mevo Hama, una pequeña granja comunal dos horas al norte, lejos de cualquier ciudad, con unos 500 residentes. Ahora, incluso cuando Israel reabre, después de haber vacunado a la mayor parte de su población, Eshkol y Ross todavía están tomando medidas. Y planean comprar una casa que es casi tres veces el tamaño de su apartamento. «Creo que esta época del coronavirus realmente nos desafió con respecto al tipo de vida que queremos tener», dijo Eshkol, de 33 años. “Nos demostró que nunca se sabe lo que va a pasar. El mundo entero cambió y decidimos usar esto para crear un cambio positivo en nuestras vidas ”. COVID, y la conmoción social que provocó, ha provocado que una ola de israelíes vuelva a considerar la vida en un kibutz, una forma de vida rural que alguna vez fue vista como una reliquia del pasado socialista de Israel. Decenas de miles de israelíes han solicitado su membresía en kibutzim durante el año pasado, según Nir Meir, secretario general del Movimiento Kibbutz, el grupo paraguas que incluye a la mayoría de los 279 kibutzim de Israel. “Durante la pandemia, nuestros hijos siempre estaban en el apartamento y buscaban cosas que hacer”, dijo Aviv Sabadra, un ingeniero de software cuya familia está en proceso de mudarse de Yavne, una ciudad del centro de Israel, a un kibutz. «Estábamos pensando en encontrar un lugar para criar a nuestros hijos cerca de la naturaleza donde puedan ser más independientes, y esto tomó nuestra decisión». Los primeros kibutzim se fundaron hace más de un siglo, y en los años que rodearon el establecimiento de Israel, el movimiento del kibutz fue visto como un reflejo del espíritu nacional espartano: producir judíos físicamente aptos que vivían en comunidades cooperativas. Los kibutzim, según Meir, a menudo se colocaban en las fronteras de Israel, y los agricultores jóvenes se duplicaban como soldados. Los miembros del Kibbutz también se comprometieron con una ideología socialista estricta, comiendo en comedores masivos y criando niños en hogares colectivos donde vivían separados de sus padres. Pero en la década de 1980, muchos kibutzim habían acumulado una deuda sustancial y los jóvenes querían abrirse camino en un país que se estaba apartando de sus raíces socialistas y privatizando su economía. Los padres de Eshkol estaban entre los que dejaron un kibutz. Su padre se crió en un kibutz, y la pareja vivió en uno como recién casados, pero a su madre no le gustaba el estilo de vida. “Mi papá estaba entusiasmado con los valores y la comunidad del kibutz”, dijo, “mientras que mi mamá decía que era demasiado que todos estuvieran en los negocios de los demás”. Ante una población en declive y malas perspectivas económicas, muchos kibutzim privatizaron sus fábricas y granjas. También construyeron nuevos desarrollos de viviendas en sus terrenos que fueron alquilados a familias yuppies que en ocasiones no se convirtieron en miembros, lo que les permitió disfrutar del estilo de vida del kibutz sin ninguno de los inconvenientes percibidos del socialismo. Esos desarrollos de viviendas han impulsado un resurgimiento de la vida del kibutz en las últimas dos décadas, especialmente debido a que los precios de las viviendas en Israel se han disparado. Ese resurgimiento se ha acelerado durante la pandemia. En 2000, unas 117.000 personas vivían en kibutzim, según cifras del gobierno israelí. Este año, dijo Meir, tienen una población total de 182.000, más grande que nunca. Él lo llama «una gran renovación de los kibutzim». “Los caminos solían estar llenos de carros motorizados para personas mayores, [y] ahora están llenos de carritos de bebé”, dijo Yossi Levy, coordinador de absorción de Ein Hashlosha, un kibutz a una milla de Gaza que ha crecido desde sus 110 miembros con una afluencia de 15 familias jóvenes en los últimos dos años. Está previsto que se muden seis más en las próximas semanas. Antes de los recién llegados, la edad promedio de los residentes del kibutz era de 65 años. Obtener la membresía del kibbutz, según Meir, generalmente incluye un proceso de entrevista junto con un año de vida como candidato en el kibutz antes de que se vote para la membresía. Los kibutzim también pueden revisar los registros financieros. En Ein Hashlosha, por ejemplo, los candidatos deben recibir votos positivos de dos tercios de los miembros para obtener la aceptación. Dos de los miembros más nuevos son Dor y Liora Ben Tzur, quienes se mudaron a Ein Hashlosha en 2019 después de graduarse de la universidad y viven allí con su pequeño de 19 meses, Avishai. Están entusiasmados con el kibutz a pesar de los ocasionales ataques con cohetes desde Gaza que los envían corriendo a un refugio antiaéreo en su casa. Desde el momento en que suena una sirena al aire libre, solo tienen 15 segundos para llegar al refugio. Una parada de autobús pintada de colores que también se utiliza como refugio público contra bombas,

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TRES MUJERES, TRES HISTORIAS

Por: Graciela Pérez Esandi (Con la colaboración en la realización de estos textos de Marta Dubín y Simón Blanco) MUJERES PARA RECORDAR EN MARZO Rosa de Luxemburgo……”Quien no se mueve no siente las cadenas” Hace 150 años, el 5 de marzo de 1871 nació en Samosc, Polonia, Rozalia Luksenburg, conocida como Rosa Luxemburg en inglés y alemán. Ese mismo año, 1871, fue el año en el cual se instauró el primer gobierno proletario del mundo, La Comuna de París, que solo duró tres meses. Rosa fue la quinta hija de una familia judía. Cuando la familia se mudó a Varsovia, Rosa cursó en el liceo femenino con buen desempeño. Tras involucrarse en actividades políticas de izquierda del partido “Proletariat” siendo aún jovencita,  se vió obligada a viajar a 1889  Suiza  para no ser detenida por el gobierno polaco por su militancia. En la Universidad de Zurich se dedicó a estudiar en forma simultánea Filosofía, Historia, Política,  Economía y Matemáticas, especializándose en la Teoría de Estado, Edad Media, y   Crisis Económicas. Ahí conoció muchas figuras socialistas con las que luego compartiría la actividad política. Debatió con los referentes del socialismo mas renombrados blandiendo una incisiva pluma que no ahorraba palabras  para transmitir sus pensamientos y críticas. Con Leo Jogiches formaron el Partido Social Demócrata del Reino de Polonia y durante años fueron sus dirigentes a pesar de que residían en Alemania. Como téorica del marxismo Rosa escribió una cantidad de libros que incluyen sus Obras Escogidas, Rosa Luxemburgo critica el Bolchevismo, Escritos Políticos,  Socialdemocracia rusa y crítica de la Revolución Rusa, La Revolución Rusa, Huelga de masas, partidos y sindicatos, La crisis de la socialdemocracia  y Reforma o Revolución. Su postura frente al feminismo es particularmente interesante. Descree totalmente del sufragismo de las mujeres burguesas a las que describe como “parásitos del cuerpo social” ya que son “coconsumidoras de la plusvalía de la que sus  hombres extorsionan al proletariado”,  ya que ellas  “no participan en la producción social”. Por lo tanto descree de la igualdad entre mujeres y lo considera una farsa del sufragismo.(Women’s suffrage and class struggle,1912) Es mas,afirma que «Quien es feminista y no es de izquierda, carece de estrategia. Quien es de izquierda y no es feminista, carece de profundidad». En otro texto analiza la situación de las mujeres proletarias (The Proletarian Woman, 1914) que, a diferencia de las mujeres burguesas que consideran a su casa como el mundo,  tienen al mundo como su casa, dadas las incesantes olas inmigratorias que las mujeres proletarias deben sobrellevar  con sus familias trashumantes en pos de hallar posibilidades  de empleo de sus compañeros. Además analiza la cuestión de los derechos políticos y afirma que las mujeres burguesas no los necesitan mientras que las mujeres proletarias los necesitan por estar esclavizadas como sus compañeros en “el abismo social que separa la clase de los explotados de la clase de los explotadores, no en el antagonismo entre hombre y mujer sino en el antagonismo entre capital y trabajo”.  En 1919 formó la Liga Espartaquista, tomando su nombre del esclavo  que intentó liderar la liberación de los esclavos en Roma junto  Karl Liebknecht, Clara Zetkin y Franz Mehring. Por sus opiniones y actividades fueron encarcelados en muchas oportunidades pero con sus férreas convicciones prosiguieron hasta que se produjo lo que se denominó  el Levantamiento Espartaquista, una huelga general en enero de 1919, que sin embargo no fue convocado por la Liga Espartaquista, aunque cooperó con el mismo. El presidente socialdemócrata Friedrich Ebert , primer presidente de la República de Weimar, respondió ordenando a un cuerpo paramilitar denominado Freikorps (cuerpos libres) que aplastara la revuelta. Fueron ellos los que capturaron y asesinaron a Rosa Luxemburgo y Karl Liebknecht en Berlín el 15 de enero de 1919.  El 1ro de enero de ese mismo año habían creado el Partido Comunista de Alemania Sin embargo, Rosa Luxemburgo no ha sido olvidada, la fecha de su asesinato sigue siendo recordada aún en Berlín todos los años. Sus textos abarcan temas como el anticolonialismo y es precursora de la teología de la liberación según Néstor Kohan,  de particular importancia para   América Latina , donde se la recuerda también. https://www.bbc.com/mundo/noticias-46831185 https://es.wikipedia.org/wiki/Rosa_Luxemburgo https://jacobinlat.com/ Film de Margarethe Von Trotta “Rosa Luxemburgo”, 1986. Conferencia  de la Cátedra de Género y Clase del CEFMA en YouTube CEFMA AGOSTI del 12 de marzo del 2021.  Valentina Tereshkova, La Gaviota Solitaria El 6 de marzo de 1937 nació Valentina Tereshkova en un aldea de Rusia, de padres trabajadores.  A los 8 años comenzó la escuela que dejó a los 16, aunque siguió cursos por correspondencia después. Mostró una fuerte afición al paracaidismo y a los 22 dió su primer salto. Este hecho la llevó a ser seleccionada posteriormente  como cosmonauta. Era la época de los vuelos espaciales y en cierto momento la URSS decidió probar con una mujer en el espacio, después del éxito obtenido en 1961 con el vuelo de Yuri Gagarin. Varios factores parecen haber pesado en la elección,en parte por su origen proletario, en parte porque su padre había sido héroe de guerra que había caído en acción. Tras un entrenamiento intensivo finalmente fue seleccionada  Valentina, y así el 16 de junio de 1963 se lanzó el Vostok 6,  una nave espacial con una cabina esférica para una persona. A los 26 años, la primera mujer y única tripulante  fue lanzada con éxito al espacio.  Su nombre de llamada fue Chaika (Gaviota). Fue la primera civil que participó de los vuelos espaciales. Durante el  vuelo  tuvo dificultades, sufrió náuseas y malestar físico, y un fuerte dolor en el cuello provocado por el peso de su casco. Durante 3 días orbitó la Tierra 48 veces, el mayor tiempo de vuelo que la suma de los tiempos de todos los astronautas estadounidenses hasta ese momento. Tuvo que ajustar la programación de su nave que por error fue orientada para alejarse de la Tierra en vez de acercarla.  Desde su nave  tomó fotografías del horizonte y llevó una bitácora. Tres días después Tereshkova abandonó la cápsula de vuelo y comenzó su descenso en paracaídas desde 6.000 metros de altura hasta aterrizar  en Kazajistán. Ahí comenzó la leyenda de Valentina. Aunque luego

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Hace 150 años: Las mujeres en la Comuna de París

Fuente: Manuel Kellner | Viento Sur Fecha: 9 de marzo de 2021 Hace 150 años, el 18 de marzo de 1871, comenzó la insurrección que alumbró la Comuna de París, que duraría 72 días. Karl Marx y Friedrich Engels escribieron sobre esta experiencia histórica. Sus conclusiones forman parte hasta nuestros días de los principios básicos del socialismo revolucionario en todo el mundo. El papel de las mujeres en esta insurrección y en la democracia radical que nació de ella suele tratarse más bien poco en ocasión de las conmemoraciones, pese a que existe toda una serie de estudios al respecto. Prosper-Olivier Lissagaray escribió en su Histoire de La Commune 1/, publicada ya en 1876 y que hay que calificar de obra clásica sobre el tema, lo siguiente [traducción propia]: “Las mujeres fueron las primeras en avanzar, como en los días de la revolución. Las mujeres del 18 de marzo estaban curtidas a raíz del asedio –no en vano tuvieron que soportar una doble ración de penuria– y no esperaron a sus hombres. Rodearon las ametralladoras y dijeron a los soldados: ‘¡Es una vergüenza! ¿Qué hacéis aquí?’ Los soldados guardaban silencio. De vez en cuando decía un suboficial: ‘Andad, buenas mujeres, ¡largaos de aquí!’ El tono de su voz no era áspero, y las mujeres se quedaron… Un gran número de guardias nacionales, con las culatas de los fusiles en alto, acompañados de mujeres y niños, avanzaban por la rue des Rosiers. Lecompte (el general) se vio rodeado, ordenó tres veces abrir fuego. Pero sus hombres permanecieron con los fusiles en tierra. Cuando se acercó la multitud, confraternizaron, y Lecompte y sus oficiales fueron detenidos.” El 8 de febrero había sido elegida, por exigencia de Bismarck, una Asamblea Nacional de mayoría monárquica para iniciar las negociaciones de paz. A partir del 17 de febrero, Adolphe Thiers se instaló, como jefe del gobierno, en Versalles, la residencia de los reyes. La masa de trabajadores y trabajadoras y de la pequeña burguesía estaba decidida a defender París frente al ejército prusiano, pese a la enorme penuria que sufría la ciudad sitiada: paro masivo, hambre, frío. La peor parte recayó en las mujeres, que ya desde antes llevaban todas las de perder: cobraban salarios más bajos y se veían oprimidas y acosadas de muchas maneras. La Guardia Nacional, formada mayoritariamente por trabajadores, era el brazo armado de la población parisina. Thiers exigía la capitulación, y su intento del 18 de marzo de desarmar este cuerpo, que en aquel momento contaba probablemente con unos 180.000 hombres, sentó como una enorme provocación. Así comenzó la insurrección del pueblo de París. El papel de avanzadilla de las mujeres en la respuesta a la ofensiva contra el París republicano no fue fruto de la casualidad. “Bellos animales” La efervescencia democrática radical y social se hizo notar meses antes del estallido de la guerra franco-alemana, sobre todo en París. Louis Bonaparte (Napoleón III) emprendió su guerra de agresión precisamente para parar los pies a esta efervescencia. Sin embargo, después de defenderse con éxito, el ejército comandado por Prusia pasó al ataque, y la aventura bonapartista acabó estrepitosamente. Meses antes, muchas mujeres habían comenzado a participar en el movimiento republicano y social, a reunirse por su cuenta y crear organizaciones propias. El 8 de septiembre de 1870, un grupo de mujeres, con André Léo (Léodile Champeix) y Louise Michel a la cabeza, se manifestaron delante del ayuntamiento y pidieron armas para luchar contra los prusianos. El 7 de octubre, estas mujeres reclamaron su derecho a participar en los combates en primera línea, para asegurar la atención a los heridos. Las posiciones contrarias a la participación de las mujeres en el bando republicano y socialista-comunista –en particular, Proudhon estaba estrictamente en contra, e incluso había llegado a afirmar que las mujeres son “bellos animales, pero animales”– comenzaron a desmoronarse. El combate de la Comuna, proclamada el 18 de marzo, se desarrolló en dos frentes al mismo tiempo: contra los sitiadores prusianos y contra el gobierno traidor de Versalles. Además, se intentó resolver los problemas sociales más acuciantes y construir un mundo nuevo en medio de una situación angustiosa, un mundo en que el pueblo trabajador tomaba las riendas de su propio destino. Difícilmente se podía rechazar la implicación de las mujeres en la solución de todos estos problemas. El Comité Central de la Guardia Nacional asumió al principio el mando del París revolucionario y organizó elecciones al consejo municipal, la Comuna, elecciones que tuvieron lugar el 26 de marzo. El 28 de marzo se proclamó públicamente la Comuna. A partir del 29 de marzo funcionaban diez comisiones, que elaboraban propuestas que sometían a la aprobación del consejo. Entre ellas, cabe citar la separación de Iglesia y Estado; escuela laica y gratuita, obligatoria para niños y niñas; derecho al trabajo remunerado; concesión de la nacionalidad a inmigrantes; confiscación de viviendas vacías para personas sin hogar; asistencia letrada gratuita; socialización de las empresas abandonadas por sus propietarios, autogestionadas por cooperativas creadas por el personal. Las medidas de la Comuna Una serie de resoluciones de la Comuna mejoraron la situación de las mujeres. Estas podían obtener el divorcio de sus maridos mediante una simple declaración de voluntad y recibían apoyo material de la Comuna hasta que decidiera el tribunal. Maestras y maestros percibían el mismo salario. Las compañeras de guardias nacionales caídos en combate recibían de la Comuna la misma indemnización que las mujeres casadas. Los representantes electos estaban obligados a rendir cuentas ante su electorado y sus cargos eran revocables en todo momento; el consistorio se consideraba poder legislativo y poder ejecutivo al mismo tiempo, y percibían para su sustento la cantidad equivalente al salario medio de un obrero. Las mujeres no tenían derecho de voto en la Comuna, pero no cabe duda de que esta habría implantado finalmente este derecho si hubiera tenido más tiempo. En los niveles de representación inferiores, en los distritos y en numerosas entidades, muchas mujeres ostentaban cargos de dirección y desempeñaban funciones importantes. Las actividades de las mujeres en la Comuna y para

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