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Comunicados y Declaraciones

Violencia repudiable

El LLAMAMIENTO Argentino Judío condena el brutal ataque perpetrado en la sinagoga Árbol de la Vida, de la localidad de Pittsburgh, Estados Unidos, en el cual resultaron al menos 11 personas muertas entre asistentes a los servicios sabáticos y policías, más decenas de heridos. Este nuevo hecho de violencia se produce en un contexto en el cual la democracia norteamericana se ve gravemente amenazada por el alarmante crecimiento de la participación en la vida pública y de hechos violentos llevados a cabo por supremacistas blancos, grupos neonazis y defensores de la portación libre de armas, todos tolerados e incluso apoyados desde el gobierno de Donald Trump. Marcelo Horestein – Secretario Jorge Elbaum – Presidente

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El peligro de las iglesias evangélicas en la política latinoamericana

Fuente: Miguel Torres | El Mostrador Fecha: 25 de OCT 2018 Los grupos evangélicos son un nuevo actor en la vida política latinoamericana y se han propagado sagazmente en cada país logrando una inédita influencia, ganando terreno al monopolio que había ostentado el catolicismo desde hace siglos. Su poder crece día a día como contracara al avance de los movimientos feministas, de las minorías sexuales e identidad de género, con un discurso conservador, autoritario y totalizador. La crisis de representatividad de los partidos ha ayudado al incremento de las instituciones religiosas neopentecostales y a que estas puedan entrar fácilmente en el tejido social y actuar desde ahí como “salvadores” de la fe, la vida y la política. En una investigación del Centro Estratégico Latinoamericano de Geopolítica (CELAG), titulada “Iglesias evangélicas y el poder conservador en Latinoamérica”, se establece que el evangelismo explota políticamente su gran despliegue mediático, gracias a sus propias emisoras, canales de televisión y redes sociales, que deja en desventaja a los demás candidatos del sistema político, ayudadas de una «gran capacidad económica ligada al aporte-convicción de sus feligreses» y son fervientes «defensores del neoliberalismo y la sociedad de consumo». Por ello que la participación de las iglesias evangélicas en la política latinoamericana crece y alimenta las facciones políticas de la ultraderecha para impulsar su agenda conservadora, a través de candidatos propios o entregando el apoyo a quienes promuevan sus principios, definiendo algunas veces el resultado de elecciones y presionando en la toma de decisiones. Karl Marx en su libro Contribución a la Crítica de la Filosofía del Derecho de Hegel señala que “la religión es el opio del pueblo”, utilizando una analogía para entender que esta sustancia provoca un efecto analgésico que ayuda a disminuir el dolor, puede hacer dormir y también puede hacer soñar, lo que permite escaparse y estar fuera del mundo, situación similar a la que la religión produce personal y socialmente. Por su parte, Clifford Geertz, antropólogo estadounidense, postula que la religión “es un sistema de símbolos que genera ánimos y motivaciones poderosas, persuasivas y persistentes en los seres humanos”. Así, su potencial para formular concepciones no científicas que superan el contexto puramente religioso, dándole sentido a las realidades sociales, neutralizan la lógica de cómo se debería tomar decisiones políticas: la razón científica, el sentido común y la consideración incluyente. De esto se aprovechan los evangélicos y sus líderes, que tienen a su libre disposición una gran cantidad de creyentes-electores, con quienes fundan un vínculo muy rígido basado en un sistema de símbolos, principios y valores, creando una relación de poder asimétrica y autoritaria. El éxito que el mundo evangélico está teniendo en la vida política se debe a que es un grupo muy heterogéneo en términos de tipos de iglesias, adscripciones teológicas y posicionamientos políticos, estableciendo una relación directa entre la comunión con Dios y el bienestar material, teniendo como terreno fértil la mayor individualización e identificación por la vía del consumo de los sectores populares, ayudado por el neoliberalismo que, por su parte, propaga los mismos principios. En América Latina han crecido de manera peligrosa y este peligro no es abstracto. En Colombia los evangélicos contribuyeron a la victoria del No a los acuerdos de paz en el plebiscito sobre la paz en el 2016. La mención a los derechos LGBT en las negociaciones de paz puso en alerta y movilización a las iglesias y los pastores. En Costa Rica tras un fallo de la Corte Interamericana de Derechos Humanos a favor del matrimonio igualitario, Fabricio Alvarado, periodista y cantante de música cristiana pasó en primer lugar a la segunda vuelta como candidato del partido evangélico Restauración Nacional. Y si bien fue derrotado, pudo aglutinar el 40% de los votos, principalmente de sectores conservadores, contra la ‘ideología de género’. En República Dominicana, Perú y México los evangélicos han organizado marchas en contra del movimiento LGBT. En Guatemala, la religión evangélica prácticamente ha alcanzado al catolicismo, cuyo gobierno es presidido por Jimmy Morales, un humorista y teólogo evangélico, que en sus discursos exhibe aires de predicador. En Brasil el poder evangélico reside en el Congreso y ha tomado la forma de un frente evangélico que reúne a los parlamentarios que profesan esa religión, quienes todos los miércoles por la mañana se reúnen en una sala plenaria para rezar juntos, entonando cantos y plegarias. Son los mismos que influyeron decisivamente en la caída de Dilma Rousseff mediante un golpe parlamentario y han posicionado a Jair Bolsonaro como un candidato presidencial fuerte, utilizando sus medios para crear una campaña de terror y mentiras contra Fernando Haddad. En Chile están creciendo de a poco y la débil “bancada evangélica” no ha logrado influir en la toma de decisiones y en las políticas públicas. Sin embargo, hay que mirarlos con recelo y desconfianza, porque al igual que en otros países intentarán penetrar las esferas políticas con el fin de imponer su agenda ultraconservadora, utilizando a sus pastores con un discurso de populismo religioso, más radical y de mayor alcance. En política es necesaria la diferencia ideológica, sin embargo, cualquier religión con aspiraciones y ambiciones políticas se opone a los ideales y fundamentos de la democracia. Y en este sentido, los evangélicos suponen un riesgo para el desarrollo de una sociedad moderna y pluralista, porque forman parte de una avanzada contra los nuevos tiempos y procesos que se viven en la región, en que se debate sobre el feminismo, el matrimonio igualitario, el aborto, la identidad de género y derechos de minorías LGTBI, coartando libertades e imponiendo su visión conservadora.

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Libertad inmediata a los detenidos

El LLAMAMIENTO Argentino Judío repudia la brutal represión implementada por el gobierno de Macri mientras se lleva a cabo el debate parlamentario por presupuesto exigido por el FMI, y exige la inmediata liberación de los 31 detenidos durante la manifestación. La indudable decisión premeditada de ejercer la violencia contra la pacífica manifestación popular y de perseguir a referentes de diferentes organizaciones populares, es una evidencia más de la profundización de la ajuste socioeconómico y de las prácticas autoritarias que le son funcionales para intentar acallar las legítimas protestas de quienes se ven avasallados por el ajuste, la precarización, los despidos y el hambre. El LLAMAMIENTO convoca a la necesaria unión de los sectores populares para frenar esta política neoliberal que ya hemos sufrido previo a la crisis del 2001 y advierte a quienes solo piensan en sus intereses mezquinos y corporativos que las políticas que se pretenden imponer solo traerán daño y dolor a nuestra querida Patria. Libertad a los presos políticos ya!!! Buenos Aires, 24 de octubre de 2018 Marcelo Horestein – Secretario Jorge Elbaum – Presidente

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Subdesarrollo desequilibrado

Fuente: Ricardo Aronskind | El cohete a la luna Fecha: 21 de OCT 2018 Hace ya muchos años, el gran economista Albert Hirshman formuló la estrategia del “desarrollo desequilibrado”, en el que planteaba una audaz y al mismo tiempo realista visión sobre la complejidad de la lucha por el desarrollo. Entendía que ese proceso no se daba en forma armónica y prolija, sino que encontraría muchos cuellos de botella, desórdenes temporarios en el crecimiento de diversas áreas económicas, eventuales desequilibrios macroeconómicos, pero que esa podía ser la forma concreta de romper la inercia del subdesarrollo. Los desequilibrios que surgieran en ese proceso, podrían ser reparados en la medida que la estrategia general fuera dando los frutos en materia productiva y de recursos disponibles. De alguna forma se instaba a aceptar como parte de la realidad los desequilibrios y avanzar sin miedo hacia las transformaciones necesarias de la estructura productiva. Los integrantes de la cúpula del actual gobierno argentino seguramente no leyeron a Albert Hirshman, pero parecen haber adoptado una estrategia exactamente inversa a la del gran teórico del desarrollo: la del “subdesarrollo desequilibrado”. El objetivo sería acumular tantos desequilibrios como sean posibles, en un sendero que aleje cada vez más a la economía nacional de la posibilidad de desarrollarse. Basta ver los números básicos de la economía para comprender a qué nos estamos refiriendo. El desequilibrio entre las posibilidades productivas y la demanda se refleja en el uso de la capacidad instalada industrial, que ya está cayendo al 60% y sigue su camino descendente. El desequilibrio entre la gente que desea trabajar y los puestos que ofrece el mercado se observa en el incremento del desempleo, que ya bordea los dos dígitos y es mucho peor aún en zonas densamente pobladas, con tendencia a acelerarse. El desequilibrio entre el dinero que la economía productiva requiere para funcionar y la cantidad de moneda que suministran las autoridades establece una tasa de interés por arriba del 70% anual, lo que empuja a las tasas que abonan las grandes empresas a las cercanías de un insoportable 90% anual, una completa asfixia crediticia. Los desequilibrios entre los ingresos de los agentes económicos –tanto individuos como empresas— y sus deudas no cesan de expandirse: las quiebras y cortes en la cadena de pagos se incrementan y llevan a otras empresas a dificultades que desmoronan sus resultados, mientras sectores masivos de la población se están endeudando para solventar gastos corrientes, en una carrera imparable hacia la cesación de pagos individual. Los números de la inflación mayorista de septiembre, del 16% mensual —equivalente a las proyecciones anuales del gobierno para todo el año 2018—, no revelan un desequilibrio entre la oferta y la demanda, ya que la demanda se está desmoronando. Muestran el desequilibrio de poder en el mercado, entre los grandes formadores de precios y los usuarios y consumidores, que propicia el actual gobierno empresario. Los casi 60.000 millones de dólares de las reservas vendidos desde 2015 para “atesoramiento” empresarial o individual, reflejan un enorme desequilibrio entre las necesidades públicas de aplicar esas divisas para fines sociales (inversión productiva, reconversión tecnológica o mejoras en la calidad de vida de las grandes mayorías) y el destino concreto que le da una reducida minoría social a recursos que son obtenidos mediante el endeudamiento colectivo. La incertidumbre y la falta de confianza reflejados en la prensa económica internacional en relación al destino de la gestión macrista, son producto del desequilibrio que existirá el año próximo entre la demanda de dólares que afrontará la economía nacional (los intereses a pagar por un endeudamiento acelerado son uno de los componentes principales), y la capacidad de generar esos dólares por parte de una economía que no realizó inversiones para diversificar sus exportaciones. Ante este conjunto de desequilibrios en continuo proceso de agravamiento, en buena medida generados por sus propias políticas, el gobierno se afana por lograr transitoriamente el equilibrio en un único mercado, el del dólar, esperando que eso le permita lograr el otro equilibrio prometido para 2019: el equilibrio presupuestario. Lo inocultable es que para tratar de resolver los desequilibrios que es capaz de identificar, el gobierno está adoptando medidas que profundizan todos los otros desequilibrios productivos y sociales. Reduccionismo neoliberal La pobreza del razonamiento neoliberal, que es el trasfondo de la acción de Cambiemos y de todas las decisiones del presidente Macri, está expuesta frente a la sociedad. La secuencia liberalización de todo-generación de confianza en los mercados-lluvia de inversiones-prosperidad, ha resultado en un severo retroceso económico general, prolijamente disimulado por los principales medios de comunicación y por los adoctrinadores económicos profesionales que los habitan. Analicemos la secuencia mágica del neoliberalismo vernáculo. La liberalización cambiaria condujo a los gigantescos déficits externos, tanto por el atraso cambiario debido al ingreso masivo de capital especulativo atraído por el irresponsable jueguito de las LEBACs, como por los egresos en comercio, turismo y fuga que lo siguieron. En la práctica significó la transferencia del poder regulatorio sobre el valor de la divisa a los grandes actores privados, tanto exportadores como financieros. Liberalización también es la “zona liberada” de los precios mayoristas y minoristas que implica en la práctica favorecer y premiar al poder de mercado de los monopolios productores y distribuidores para incrementar su rentabilidad a costa de los consumidores. La liberalización en materia de precios supone que todas las excusas son válidas y todas las exageraciones y abusos son admisibles: se puede aumentar precios por los costos, por los salarios, por el dólar, por la tasa de interés, y porque puedo hacerlo. La confianza en el gobierno macrista no fue económica, sino política. Los grandes grupos empresariales locales, los gobiernos de Estados Unidos y la Unión Europea, los fondos de inversión globales, creyeron y apostaron políticamente por este gobierno y lo sostienen, pero sólo invierten en negocios de altísima rentabilidad garantizada por el Estado. Sin la influencia militante de Estados Unidos, el FMI no hubiera tolerado las constantes violaciones a los acuerdos protagonizados por la actual gestión. Sin el apoyo empresarial local, los grandes

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La ira de dios

Fuente: Jorge Elbaum | EL cohete a la luna Fecha: 21 de OCT 2018 La segunda vuelta electoral en Brasil tiene como protagonistas a pastores de grupos neopentecostales. El último miércoles, los dos candidatos, Fernando Haddad y Jair Messias Bolsonaro, compartieron actividades de campaña con grupos religiosos integrados a redes evangélicas de diferente origen. Fe y política se entremezclan en la campaña electoral con niveles crecientes de disputa, en el marco de un clima neoliberal que excluye de toda espiritualidad y lazo social a quienes más requieren esperanza. Amplios sectores sociales, sobre todo los más vulnerables, tienden a refugiarse en rituales y en sus respectivas redes emocionales, que otorgan un salvoconducto frente a la irracionalidad, la violencia y las carencias cotidianas que ofrecen los modelos económicos imperantes. La restauración conservadora en América Latina se insinúa como una reacción exasperada contra la inclusión de amplios sectores populares y los concomitantes cambios en las relaciones sociales que estas mutaciones generan. Los sectores hegemónicos, acostumbrados a disfrutar de privilegios históricos, se han visto desafiados en las dos últimas dos décadas por iniciativas políticas impulsadas por organizaciones progresistas que han empoderado a numerosos grupos subalternos. En ese marco, las derechas del subcontinente más desigual del mundo (América Latina) han decido ajustar y coordinar todo su armamento cultural y simbólico para evitar la continuidad de unas alteraciones que rechazan por considerarlas como antinaturales: para estos sectores reaccionarios la inequidad debe ser garantizada, como expresión del orden y única garantía del crecimiento económico. Para cumplir ese objetivo todas las contribuciones son válidas. Incluso aquellas que provienen de las confesiones religiosas. La profusión de pastores e iglesias en América Latina muestra la clara diferencia entre los modelos pentecostales, nacidos a principios del siglo XX, y las versiones neopentecostales que irrumpen a mediados del siglo XX. Estos últimos grupos reivindican una teología de la prosperidad individual a cualquier costo, alabando la desigualdad y endiosando el dinero. Por el contrario, para los pentecostales tradicionales, no hay prosperidad posible en el egoísmo ni en la celebración del becerro de oro, ejercicio que consideran la síntesis de una comunidad envilecida. Sus modelos organizacionales también difieren: en el caso de los pastores que apoyan a Bolsonaro, que son mayoritariamente integrantes del movimiento neopentecostal, su feligresía se estructura mediante un mecanismo piramidal. En ese marco, cada líder carismático controla un territorio mediante la colocación de subalternos que deben rendir pleitesía (y recaudación) a sus jefes obispales superiores. El ex capitán del ejército mantiene un estrecho vínculo la Iglesia Universal del Reino de Dios, propietaria de la cadena de radio y televisión Record, dirigida por el obispo Edir Macedo, quien ha hecho campaña por el ex militar. Otro de los pastores vinculados con esa red de apoyo a Bolsonaro es el diputado y pastor brasileño Marco Feliciano, quien en una recordada misa celebrada en 2017, explicó que los tres balazos recibidos por John Lennon por parte de su asesino, Mark Chapman, tenían inscriptos en sus casquillos los nombres de la santísima trinidad: el padre, el hijo y el espíritu santo. Las políticas de inclusión social implementadas por Lula, el kirchnerismo, Rafael Correa, el chavismo, Michelle Bachelet y el Frente Amplio en Uruguay, han desatado los demonios exasperados de las elites autoritarias y conservadoras. Empresarios como Macri, Piñera o Duque ven cómo Jair Messias Bolsonaro converge con ellos con la particularidad del exacerbado discurso militarista dictatorial (de los años ’60 y ’70 del siglo pasado), ofrecido como solución a la crisis neoliberal producida por la hegemonía financiera, de la que los únicos beneficiarios son los conglomerados trasnacionalizados. El anarcocapitalismo, basado en la desregulación del mercado de trabajo, las aperturas externas asimétricas y la priorización la inversión extranjera por sobre el ahorro local, ha generado profundos niveles de desestructuración social. La correspondiente incertidumbre cotidiana (acompañada por la volatilidad de los mercados) brinda pingües ganancias a quienes han logrado blindarse mediante el acceso a divisas. Su contracara son los constantes estados de desesperación que sobrellevan los trabajadores, que sufren la precarización laboral, la amenaza de desocupación, la flexibilidad o la sobreocupación. En el marco de esa dramática incertidumbre cotidiana se superpone el fantasma de la violencia urbana. Frente a esa situación, uno de los mecanismos de defensa colectivo al que han apelado los sectores más castigados es la participación en redes de contención emocional dispuestas a proporcionar una clara esperanza compartida. En Brasil las iglesias neopentecostales ganaron adeptos en las últimas décadas gracias a dos factores convergentes. El primero: la progresiva reducción y desaparición de las comunidades eclesiales de base vinculadas a la iglesia católica, otrora instaladas en las barriadas populares de las grandes urbes, expresivas de una teología de la liberación. Estos agrupamientos se habían multiplicado en América Latina como continuidad a la labor de los curas obreros europeos y el empuje recibido por la Conferencia Episcopal Latinoamericana, realizada en Medellín en agosto de 1968. En ese cónclave se convocó a los sacerdotes y a las feligresías a realizar una opción por los pobres de la tierra. La otra motivación de la ocupación territorial de los grupos pentecostales se explica por el vacío dejado por el Estado y las redes de activismo social, que exhibieron gran dificultad (o ineptitud) para hacerse presentes en los sectores poblacionales más vulnerables, que conviven con redes mafiosas que además son cómplices de organismos de seguridad. Esta realidad obliga a los sectores progresistas a acciones yuxtapuestas: impedir el etiquetamiento homogeneizador que amontona a todo el pentecostalismo en una misma esfera indiferenciada, y recapacitar acerca del rol de la espiritualidad (religiosa o no) como un soporte de construcción de esperanzas, pasible de ser utilizado en la disputa política. Sería ingenuo dejarle la fe a quienes hacen de ella un negocio al servicio de los poderosos.

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Un mensaje ecuménico

Fuente: Washington Uranga | Página 12 Fecha: 21 de OCT 2018 El acto que tuvo por escenario la Basílica de Luján tiene que ser comprendido como parte del proceso de acumulación de fuerzas del sector obrero nucleado en el recientemente creado Frente Sindical para el Modelo Nacional y sectores políticos afines. La convocatoria tuvo características ecuménicas, según lo definieron los organizadores, y los mensajes apuntaron también a múltiples destinatarios. Al gobierno sin duda. Hugo Moyano fue explícito al respecto: “Ojalá que el Presidente escuche”. El arzobispo Agustín Radrizzani eligió referirse “al modelo”, sin mencionar al gobierno. El acontecimiento en sí mismo y algunas de las declaraciones de los dirigentes apuntaron hacia el resto del movimiento obrero: aumentaron la visibilidad del nuevo espacio que pretende aumentar su base de sustentación en todo el escenario sindical. Formalmente la dirigencia de la CGT no adhirió a la convocatoria pero, liderados fundamentalmente por Smata y Camioneros, hubo gran cantidad de organizaciones sindicales presentes. También movimientos sociales diversos. Omar Plaini fue el encargado de subrayar el abanico de los presentes señalando que allí estuvieron “todos los sectores, sindicatos, intendentes, movimientos sociales, pequeños comerciantes”. Una iniciativa obrera que concita apoyos de otros sectores frente a desafíos comunes. También la oposición fue aludida. El pedido por “un acuerdo social de todos los sectores en defensa del trabajo” fue dirigido a “oficialismo y oposición” para que  “cambien este modelo económico que pone en peligro la paz social”. Los reunidos en Luján también estarán manifestando frente al Congreso cuando se discuta el proyecto de presupuesto en cuya aprobación o no tendrán un rol importante los legisladores opositores. Tal como se había acordado no hubo banderas políticas partidarias. A pesar de ello entre los políticos la presencia mayoritaria fue de dirigentes del peronismo de diferentes corrientes. El carácter “ecuménico” de la convocatoria habilitó la participación de representantes de distintos credos religiosos, pero no así de la izquierda política como podía suponerse de antemano. No faltó tampoco un mensaje para los jueces. “Sufrimos un Poder Judicial que cree que hacer justicia es desechar la presunción de inocencia”, se escuchó en la lectura del documento que había sido acordado entre los organizadores. Desde la Iglesia -sin cuya voluntad institucional habría sido imposible realizar el acto en el escenario que se eligió- se optó por un punto de equilibrio que, a la vez que dejara en evidencia el respaldo a los reclamos, le permita a los obispos seguir jugando el papel de garantes del diálogo social. Se evitó la sobreactuación eclesiástica y por eso no hubo presencia masiva de obispos y el encargado de la vocería episcopal fue el titular de la diócesis local, Agustín Radrizzani. Evitando el tono confrontativo el arzobispo de Mercedes-Luján pronunció sin embargo algunas frases que resonaron cuando apuntó a la capacidad de organizarse que tiene el pueblo para lograr “un auténtico cambio”. A buen entendedor… También dijo que “la Iglesia no quiere ser ajena” y recordó que sus pastores, y los de otras religiones, “acompañan a los pobres”. Y como no podía ser de otra manera, la figura del papa Francisco estuvo también rondando sobre el escenario de Luján. Porque cuando se mencionó al Papa los aplausos surgieron de la multitud presente. Pero también porque fue aludido por Radrizzani quien se apoyó en ideas fuerzas del magisterio de Bergoglio al hacer su intervención. El arzobispo alentó la construcción de una “alternativa humana a la globalización excluyente” y denunció “un sistema de avaricia, el sistema financiero en su máxima expresión”, dos de los temas centrales en la prédica social de Francisco.

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El plan económico avanza

Fuente: Carlos Heller | Suplemento Cash Fecha: 21 de OCT 2018 Desde hace tiempo sostengo que, desde el punto de vista de lo que ha pretendido el gobierno desde su inicio, el programa económico logra sus objetivos. Hasta lo confirman los funcionarios del gobierno. Nicolás Dujovne acaba de expresar en una entrevista: “Este gobierno tuvo un norte muy claro desde el inicio (de) lo que quería con la economía, lo instalamos como proyecto y del cual no nos separamos nunca”. El ministro de Hacienda ratificó que hasta que no se alcance un dígito de inflación, está decidido que “la Argentina va a continuar con una política muy firme de control de los agregados monetarios”. Ante la aseveración de un periodista, acerca de que varios economistas ven a este esquema recesivo, Dujovne respondió: “Reanclar las expectativas de inflación es un factor que propende a la reactivación económica”. El problema, creo, es qué cantidad de empresas sobrevivirá y hasta dónde caerá el nivel de actividad económica cuando ese “reanclaje” se produzca. Un reanclaje que puede demorar mucho, teniendo en cuenta los aumentos tarifarios y de combustibles que restan, y a pesar de la limitación al aumento de precios que trae aparejada la recesión. Mientras, los encuentros y comunicados de los grupos concentrados ratifican el apoyo a las políticas del gobierno, aunque expresen sus reclamos por las altas tasas de interés, la baja del consumo, y el aumento de las retenciones a las exportaciones. En estos días estuvo en el candelero el 54º Coloquio de Idea, pero cabe considerar el comunicado del Foro de Convergencia Empresarial de principios de octubre: apoya el equilibrio fiscal, “a lograrse mediante una reducción del gasto improductivo nacional, provincial y municipal”. Conociendo sus pensamientos, podría considerarse que para este agrupamiento los gastos improductivos del Estado son los previsionales, de asistencia social y ciencia y tecnología, entre otros. También la adhesión que expresó la Asociación de Bancos de la Argentina, constituida por los bancos de capital extranjero: “Los cambios anunciados en política monetaria se focalizan en el control de la inflación y se ajustan adecuadamente a las características de nuestra economía”. El “éxito” no es lineal. Siempre hay ligeros desvíos respecto al plan original y cambio de formas. Por ejemplo, se pasó de las incumplibles metas de inflación, a la dura política de agregados monetarios y altísimas tasas de interés. Pero en lo esencial se va cumpliendo la hoja de ruta que impulsan los CEOs de las empresas más importantes, y que ahora controla el FMI. La reducción de la pobreza y el cuidado del empleo siempre quedan para más adelante. El plan de ajuste tiene un efecto perjudicial en la mayor parte de la sociedad, aunque hay sectores que reciben tal impacto minimizado, como en el caso de los cambios en las retenciones, que el gobierno se esforzó por aclarar que son “temporarios” y con un valor fijo en pesos. Además de los sectores agrícolas concentrados, también el sector energético es uno de los grandes beneficiados. Volviendo a los dichos de Dujovne: “Vamos a salir fortalecidos respetando los contratos en el sector energético, aún con marcos regulatorios dolarizados”. En el caso de la nueva fórmula de ajuste de las jubilaciones, y del recálculo de las sentencias de los jubilados para adelantar su pago, no importó “el respeto a los contratos”. La doble vara de siempre. La permanencia del ajuste tiene su correlato en el proyecto de Presupuesto 2019 y en las definiciones del FMI. En un reciente informe, el Fondo afirma que hay que poner a la deuda pública en una trayectoria sostenible. No se está refiriendo sólo al déficit primario cero, al que se apuntará el próximo año, sino al financiero, del orden del 3,0 por ciento. Es el cálculo que suele utilizarse en los países centrales, que indica que el superávit fiscal tiene que alcanzar para pagar también los intereses de la deuda pública (algo que no sucede con el actual “déficit primario cero” del Presupuesto). Países como Grecia han padecido grandes sufrimientos en el intento. El ajuste fiscal es de largo aliento y el éxito del programa sólo beneficiará a unos pocos.

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Fascismo Fusión

Fuente: Diego Sztulwark | El cohete a la luna Fecha: 21 de OCT 2018 Ni Trump, ni Le Pen, ni Bolsonaro están en condiciones de construir un Estado fascista y, al mismo tiempo, no podemos evitar ver en ellos a los arquetipos humanos de un cierto tipo de fascismo postmoderno, un tipo específico de vitalismo que se afirma en su pureza –étnica, de clase o nacional– por medio de una violencia intolerante y de la inferiorización de poblaciones enteras. La pregunta por la posibilidad de la actualidad del fascismo supone, entonces, un ejercicio de caracterización de fuerzas y circunstancias políticas e históricas. I. ¿Qué es el fascismo histórico? El debate marxista Desde el punto de vista del debate marxista sobre el Estado y la política, el fascismo no se asimila a cualquier gobierno de rasgos autoritarios o conservadores, sino que responde a una cierta coyuntura: el capital monopolista, el gran capital centralizado, activa a sectores medios en su favor, a fin de desplazar a los círculos de las clases dominantes que bloquean su expansión, afirmando así su dominación sobre el conjunto. En la polémica entre Nicos Poulantzas y Ernesto Laclau, el fascismo (fenómeno que engloba también el nazismo) es caracterizado como un fenómeno de movilización de la sociedad en contra de la amenaza socialista obrera, así como de capas del viejo bloque de clases dominante que, como sucedía en la Italia y la Alemania de la década de 1930, obstaculizaban el despliegue de su hegemonía. En el Estado fascista, la ideología racista, nacionalista, militarista, la politización de la pequeña burguesía y la interpelación de lo popular resultan entonces indisociables de la dirección estratégica y de la necesidad de expansión del gran capital. ¿Qué nos enseña la tradición sobre el fascismo? Bajo el triunfo del fascismo europeo Walter Benjamin escribió “Sobre el concepto de historia”. Allí sugiere que si la izquierda europea no pudo derrotar el fascismo se debe “en parte no insignificante” a su creencia en una “norma histórica” fundada en la idea de “progreso”. En lugar de partir de la tradición específica de los oprimidos –un saber de la excepción como única norma–, la socialdemocracia se dejó llevar por la de los opresores –una temporalidad lineal de tipo evolutiva–. El marxismo, reducido a discurso de las fuerzas productivas (más fábricas, más obreros, más votos a los partidos socialistas, etc.), corre el riesgo de adoptar el punto de vista del enemigo. El precio a pagar por la adopción de este punto de vista “antifilosófico” (asombrarse de la existencia y crecimiento del nazismo como de un anacronismo, un arcaísmo que no debería subsistir “en pleno siglo xx”) es patente. Para Benjamin, la tarea es concebir la historia desde un punto de vista que permita expandir la excepción al entero campo social. El asombro ante fenómenos como el de Bolsonaro, en Brasil, debe producir saberes políticamente útiles, sin quedar estancados en la escasez filosófica ante el hecho de que las cosas que vivimos sean “aún” posibles en el siglo XXI. Pensar el fascismo ayer y hoy supone, por lo tanto, mantener la guardia en alto con respecto a lo que cada época propone como evolución normalizada del estado de cosas. II. ¿Es fascista la derecha que hoy gobierna? ¿Cómo se caracterizan las mutaciones de la derecha? En su reciente libro Las nuevas caras de la derecha, el historiador Enzo Traverso caracteriza el ascenso de las derechas en Europa y en los Estados Unidos (de Trump a Le Pen) con el término de postfascismos. Se trata de una categoría a la que se le puede reprochar imprecisión –sólo determina un después del fascismo–, pero a cambio tiene la ventaja de proponer, para cada caso, un análisis concreto de las mixturas de rasgos racistas, autoritarios y xenófobos de estos movimientos que denuncian a las elites de las finanzas, con las que no obstante sostienen vínculos estrechos. En ese sentido, Traverso afirma que Trump encarna como nadie una antropología neoliberal. Con la expresión postfascismo se intenta nombrar un complejo de continuidades y discontinuidades, a establecer en cada caso, con respecto al fascismo histórico. Esta formulación interesa en particular si se la aplica al fondo de la discusión más general sobre cómo caracterizar a la derecha que llegó con Macri al gobierno de la Argentina. La disyuntiva se graficó en las calles. En términos prácticos: ¿debemos o no cantar, en las marchas, la consigna “Macri, basura, vos sos la dictadura”? Cantarlo supone una caracterización errónea, en la medida en que el arribo de Cambiemos al poder se hizo dentro del marco del Estado de derecho. No cantarlo implica, en cambio, limitar el reconocimiento de continuidades entre procesos históricos diferentes. Pero cantar en la calle no es caracterizar con precisión un fenómeno complejo, sino remover una historicidad en el cuerpo. Y las dos cosas son por igual necesarias. Esa consigna pierde sentido si solamente pone música a una desorientación histórica. El problema surge a la vista: ¿es posible caracterizar una derecha moderna que triunfa electoralmente como la continuidad del terrorismo de Estado, cuyo protagonista central fue el partido militar que negaba y no ganaba elecciones? De Massera a Macri En la historia argentina, el fascismo histórico no se dio como forma dominante. Ciertos sectores de la izquierda y del liberalismo intentaron adjudicárselo de modo fallido al movimiento que creó Juan Domingo Perón. Pero, como lo explicaba León Rozitchner, Perón no expresó la vía del dominio por la vía de la guerra abierta, sino por la de la tregua. El tiempo y no la sangre. El asesinato y la tortura como modo de reestructurar las relaciones de poder estuvo a cargo de militares muy diferentes. En 1977, el almirante Massera (o Almirante Cero, nombre con el que este alto jefe participaba de la patota que desaparecía a militantes populares) ofreció un discurso en la jesuítica Universidad de El Salvador, en ocasión de recibir un premio honorífico. Massera, por entonces miembro de la junta militar que gobernaba el país, se explayó sobre las motivaciones que impulsaban a la cruzada occidental cristiana a la guerra que se libraba en los fondos de la ESMA: defensa de la propiedad contra la ideología marxista, defensa de la familia contra la perversión freudiana, defensa de valores absolutos contra la relatividad einsteniana. La práctica de exterminio en los centros clandestinos de torturas y los vuelos de la muerte, el catolicismo integrista de muchos de sus cuadros y los lazos indisociables con las jerarquías de la Iglesia apostólica y romana, junto a la defensa a rajatabla de la familia convencional y de la propiedad privada hicieron del Estado Terrorista –categoría forjada por Eduardo Luis Duhalde– el mejor heredero de la violencia fascista en nuestro país. ¿Hay una derecha no fascista? La situación es muy otra cuando escuchamos hoy al jefe de Gabinete de Macri y a

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La bomba H

Fuente: Adrián Murano | TiempoAr Fecha: 21 de OCT 2018 El gobierno que chocó la economía acelera el naufragio con un patético culebrón político-judicial. «Yo ya estoy curtido, por mí pueden seguir, pero no controlo a mi mamá», dijo el ministro de Justicia, Germán Garavano. El motivo: la madre del funcionario amagó con denunciar a Elisa Carrió por los «ataques televisivos» de la diputada contra su hijo. El episodio es tan inofensivo como el pedido de juicio político que Carrió presentó contra el ministro, pero contiene una revelación: la descomposición de Cambiemos va más rápido que el calendario electoral. Aunque no hay fecha fijada, si se mantiene el esquema vigente las presidenciales deberían realizarse en el penúltimo fin de semana de octubre de 2019. Exactamente dentro de un año. Una eternidad para los –cada vez más– argentinos que viven al día, víctimas de un programa económico que activó la temida bomba H: la hiperinflación. La palabra maldita ya fue asentada en sus balances por multinacionales que operan en el país. La primera en mencionarla fue Telefónica. En un documento presentado a sus inversores, el grupo español señaló que «los datos sugieren que la inflación acumulada de los últimos tres años ha superado 100%, referencia establecida por la NIC 29». La sigla remite a la Norma Internacional de Contabilidad que se utiliza para los balances trimestrales y anuales de las empresas que cotizan en bolsa. La NIC 29 es el apartado que identifica a las economías que cursan un proceso de hiperinflación. Otras multinacionales que incluirán la sigla en sus balances son Danone, Unilever y Carrefour. Los argentinos, por cierto, no necesitan leer documentos de empresas extranjeras para saber que cada vez le sobran más días del mes al sueldo. Con precios que en el último año treparon por encima del 40%, e ingresos que con suerte perderán 20 puntos frente a la inflación, llegar a fin de mes se convirtió en una odisea. En otros tiempos, por mucho menos los sectores medios empobrecidos (o en vías de) hubiesen blandido sus cacerolas. Hoy, en cambio, las quejas se ahogan en el océano de las redes sociales. Suerte a medias para Macri: por las redes evita las cacerolas –que atraen a la tele–, pero en las redes las quejas se viralizan y acumulan, conformando un polvorín. ¿Es acaso ese creciente malestar lo que llevó a Carrió a tensar la cuerda interna? ¿La denuncia contra Garavano inició su desacople de un gobierno que se desmorona? La diputada tiene una larga tradición en esa práctica. Antes de Macri, Carrió abandonó o rompió todos los espacios políticos que conformó. Y con la misma excusa: su pretendida integridad moral. Puro teatro. Si de verdad sintiera alergia por las fortunas de origen sospechoso, Carrió jamás se hubiera acercado a un miembro del Clan Macri, a quien ella misma calificó de «mafia». Todo lo que ahora critica –los Nosiglia, Angelici, Caputo y Arribas, entre otros– ya estaban al lado de Macri cuando ella firmó su sociedad con el creador del PRO. ¿Le alcanzará el entrenado acting de fingir demencia para convencer al electorado de que recién ahora se enteró? Quién sabe: con la sugestión mediática adecuada, el vidrio molido sabe a miel.   Notas relacionadas:   El plan Lilita     Conte Grand y Carrió, una dupla al ataque     

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