Todas las publicaciones

Aportes de adherentes, Colectividad judía, Comisión Persp. de Género, Derechos Humanos

Raquel contra la mafia

Por: Comisión Persp. de Género Raquel Liberman ha sido la mujer que con su valiente denuncia ante un Juez incorruptible, el Dr Julio Alsogaray, logró el fin de la operatoria de una fuerte organización mafiosa dedicada centralmente a la explotación de prostíbulos en nuestro país y otros de Sudamérica: la Zwi Migdal (Gran Fuerza). Se trataba de una organización compuesta por judíos en su mayoría de origen polaco que, aprovechando las pésimas condiciones de vida de los judíos en Europa, engañaban a jóvenes mujeres a quienes prometían o efectivizaban casamiento para, al llegar a Buenos Aires, forzarlas a la prostitución, actividad que entre los años 1875 y 1936 fue una actividad tolerada en Buenos Aires regida por normas y reglamentos. Raquel Liberman logró escapar dos veces de las garras de la Zwi Migdal; en la segunda oportunidad hizo la denuncia y se dispuso a declarar ante un Juez porque, dijo: “Sólo se muere una vez; la denuncia no la retiro”. Los miembros de la organización fueron siempre rechazados y combatidos por los demás miembros de la comunidad judía en Argentina, por lo que crearon sus propias instituciones: templo, cementerio, todo encubierto bajo el rótulo de una sociedad de socorros mutuos. Hbiese sido imposible que alcanzasen el gran desarrollo que alcanzaron sin la complicidad de la policía, políticos y jueces, lo que produjo que tras la denuncia de Raquel fueron apresados 108 miembros de la organización, pero quedaron en prisión sólo tres miembros secundarios de la misma.  De todos modos, esta denuncia provocó que la mirada social sobre los burdeles, fuera menos consintiente y la Zwi Migdal dejara de funcionar.  Raquel murió muy joven de cancer de tiroides; dejó tras de sí dos hijos y el comienzo de una batalla y un ejemplo de lucha contra la prostitución como institución aberrante de una sociedad que compra mujeres como trozos de carne. La ruptura del silencio de esta valiente mujer, muerta a los 34 años, dió lugar al fin del reglamentarismo en nuestro  país, ya que se promulgó la Ley 12.331 que prohibía la existencia de prostíbulos. Hoy sigue vigente, q pesar de que no se cumpla.  Este año se cumplen 122 de su nacimiento y se está debatiendo la posibilidad de poner a la estación Callao su nombre, ya que era ésa la zona en que desarrolló su vida. La historia de la prostitución es una historia de vidas segadas, arrebatadas, convertidas en mercancías para provecho de secuestradores y prostituyentes. COMISION DE PERSPECTIVA DE GÉNERO

Aportes a la Cultura Judía, Aportes de adherentes

Ser judío

“Están en todas partes…” Por: Héctor Gurvit (Com. Boletín del Llamamiento) El asesinato de Shireen Abu Akleh resignificó el valor de la vida, de todas las vidas. Y de poner en primer plano la siempre latente condición de judío. Mas allá de las cuestiones económicas, imperiales, no pocas veces se desprende la duda sobre la responsabilidad del judío en las acciones del Estado de Israel. Acaso sea la duda una forma de discriminación no declarada, encubierta, que solapa un antisemitismo costumbrista. Estamos acostumbrados a la guerra en Medio Oriente. Y eso es malo, y triste. Medio Oriente es un término geográfico demasiado amplio como para representar los últimos hechos que terminaron con la vida de Shireen Abu Akleh de la cadena Al Jazeera.  Permanece por demasiado tiempo esta guerra desigual entre Israel y Palestina. Tampoco es correcto decir Palestina como si fuera un todo homogéneo. Y en ese sentido el ICUF (Federación de Entidades Culturales Judías de la Argentina”) y el Llamamiento Argentino Judío, han emitido sendas declaraciones que creo necesario, no reproducir, sino rescatar, de ellas, varios tramos, mechado por comentarios personales. Es prudente ser autorreferencial, para no generalizar sin fundamento. Los judíos tenemos un problema. Es arduo convivir en los múltiples ámbitos donde socializábamos. Ser judío es como ser negro o ser homosexual o tener algún otro atributo identificable. No hay escape. En el colegio, a modo de ejemplo, emocionalmente, me resultaba difícil ser el judío de la clase. Hoy incluso, juego al tenis. Y es curioso, porque lo hacemos en un club judío que se llama Guesher, que en hebreo quiere decir Puente, y es el nombre de un partido político israelí. O era, no sé si permanece activo. Yo no fui a dar con ese club, fueron mis compañeros, que no son judíos. Ellos lo buscaron y allí jugamos. En ese grupo, en el que nunca tuve problemas, todos saben que yo soy el judío. Incluso, como en ese club solo pueden ser socios los judíos, no pocas veces me vienen a preguntar si me quiero asociar. La condición de judío se podría representar como cientos de dedos señalando. En los barrios, sobre todo en los tiempos que viví en Lanús o en Sarandí, la mia era la casa del judío. De hecho, cada tanto, vecinos con los que tuve muy buena relación, hablaban loas al Estado de Israel, y me lo venían a demostrar como si yo fuera el hacedor de ese progreso. Produce un efecto extraño. Era más fácil ir a sitios de judíos como, en nuestro caso, y por un breve período, al Centro Cultural Israelita I.L. Peretz de Lanús. A nadie se le ocurriría aclarar sobre otras singularidades. O si, pero con otra connotación: la casa del herrero, Pepe el del kiosco, el de la librería, etc. Esa condición nos hace, sin proponerlo, distintos. En todo caso, nos tenemos que esforzar más, tenemos que ser mejores. No por nosotros, sino para que el mundo nos mire con otros ojos, menos amenazadores. Era y es, también, el mandato familiar. Pero a veces ni el esfuerzo ayuda. Hay una película que recomiendo: “Están en todas partes” que explica: “en un humor negro muy judío y también muy francés, donde Yvan Attal reflexiona sobre la paranoia de algunos judíos respecto al antisemitismo”. Somos incluso acreedores de un objetivo llamado “Andinia” que tenía la intención de crear el Estado de Israel en la Patagonia. Un disparate que no pocos se lo creían y se lo creen. Y que ahora se visualizó con la serie “IOSI, el espía arrepentido”. Nada de lo que se hizo con el Estado de Israel (con el diario del lunes) estuvo bien. El juicio es mío. Las Naciones Unidas no tuvieron peor idea que dividir el territorio entre judíos y palestinos. No olvido el hecho no menor de que el mundo estaba conmocionado por la shoah y lo que significó. Y cada día que pasa, es más difícil volver a eso que las Naciones Unidas suponía que iba a suceder: dos pueblos, dos estados. La mayoría de los palestinos, obviamente, no son “terroristas”. ¿Y cuál sería el paradigma lombrosiano que dice que una persona es terrorista? Ahora, los judíos “progresistas”, nos encontraos con un grave problema, porque si sos judío, sos el que mata, el que ocupa, el que coloniza, el que se posiciona del lado de los países hegemónicos. Y el que construye muros. Tampoco en el seno de Israel todos piensan igual. Existe quienes están en contra, no me parece que ese sector sea numeroso, pero existe. No pocas veces recibo la siguiente reflexión que trato de entender, aunque no es fácil que el otro entienda: “parece mentira, ustedes que sufrieron el holocausto están haciendo lo mismo con el pueblo palestino”. Explicar esa afirmación lleva mucho tiempo y una oreja que te escuche. Y eso no pasa. Nunca pasa. Como explicar que uno no es “ustedes”. Es como entender al peronismo. Te dicen “La década afanada”, “CFK asesina” y para oponerse a esa afirmación no se necesita una frase única que la clausure, es necesario un discurso que se ancle en la historia, que no se resuelve con una única oración. Los sectores de derecha resumen todo, en una o dos palabras: “Cristina se robó un PBI”. “Los bolsos de López”, etc. Siempre que me dan argumentos de ese tipo, les digo: “si me das 15 minutos en silencio para que te explique qué representó el peronismo para el empoderamiento de ese “subsuelo de la patria sublevado” del que habló Raúl Scalabrini Ortiz, te cuento, de otro modo, no lo entenderías”. En realidad, nunca lo van a entender. Hay un “antiperonismo incondicional”. También los judíos progresistas estamos, no diría divididos, pero no todos piensan igual. Vuelvo a mi condición de judío. Gente que me merece el mayor de los respetos me interroga: “mirá lo que están haciendo”. Quedo perplejo, porque yo no he hecho nada, salvo insistir en que ser judío no necesariamente implica acordar con la política israelí. Desvincular al

Israel, Portada

Seguiré haciendo todo lo posible por la lucha para poner fin a la ocupación

Profesor Goldreich recibiendo el Premio Israel. Crédito: Emil Salman Por: Oded Goldreich | Haaretz (13 de abril de 2022)  Hace poco más de un año, el comité del Premio Israel de matemáticas e informática me seleccionó como ganador del premio del año hebreo 5781 (2020-2021). En ese momento, no sabía que había sido elegido; Ni siquiera sabía que había sido nominado. Las reglas del Premio Israel estipulan que el ministro de educación debe llamar a los ganadores e informarles que han recibido el premio. En cambio, recibí llamadas telefónicas de periodistas informándome de mi no ganancia (del premio que no sabía que se suponía que iba a recibir). Pero lo que es más importante, los periodistas me dijeron que no recibiría el premio porque apoyo a los enemigos de Israel y al movimiento BDS, lo cual, como he aclarado en numerosas ocasiones desde entonces, no es cierto. Durante el último año y medio, ministros, legisladores, organizaciones de derecha y periodistas han dicho muchas cosas sobre mí, la mayoría falsas. En su mayoría, dijeron que pido un boicot a Israel . Hasta ahora, me he abstenido de responder públicamente, pero quiero decir muy claramente: nunca he pedido un boicot a Israel. En el pasado, yo, como muchos otros, he apoyado, y seguiré apoyando en el futuro, la retención de cualquier ayuda al proyecto de asentamiento en Cisjordania, porque creo que pone en peligro la supervivencia de Israel y se basa en la opresión de la población local en estos territorios. En particular, la institución que se autodenomina Universidad Ariel es parte de este proyecto, e incluso si cierto ministro de educación logró que el Consejo de Educación Superior la reconociera (retroactivamente) como “una institución israelí de educación superior”, esto no no cambia el hecho de que no se encuentra dentro de las fronteras soberanas de Israel. Esta no es simplemente una cuestión geográfica de ubicación física, sino una cuestión relacionada con la política y la gobernanza: la institución en Ariel está situada en un territorio donde existe un sistema dividido con amplios privilegios y apoyo gubernamental para una minoría de habitantes: los colonos israelíes. – y la opresión y el despojo continuo y extremo de los demás habitantes – la población palestina. Estos son hechos básicos que no pueden ser ignorados de manera justa. El reconocimiento de los hechos es la base para debatir la justificación y el futuro de este régimen. En mi opinión, este régimen debe desaparecer, es decir, la ocupación debe terminar. El hecho de que tenga estos puntos de vista es la verdadera razón por la que los grupos de derecha, que se dedican a acosar a los izquierdistas, y dos ministros de educación que se arrastran ante tales grupos, intentaron evitar que me concedieran el Premio Israel. Mi firma en este o aquel documento fue la excusa, como lo demuestra el hecho de que la identidad de los documentos «incriminatorios» cambió en el curso del procedimiento legal. La verdadera razón detrás del esfuerzo por negarme el Premio Israel no es un llamado específico a la acción, sino mis puntos de vista políticos. Estos elementos no quieren que alguien con puntos de vista como los míos reciba este honor del estado, ya sea porque está involucrado en lo que se conoce como «llamar a un boicot» o si «solo» está trabajando para poner fin a la ocupación por otros medios. Estas posiciones legítimas están enmarcadas por la derecha como antiisraelíes, y las personas que apoyan estas posiciones legítimas son etiquetadas como enemigos del estado y de la sociedad israelí. Este marco falso se ve reforzado por la “Ley BDS” que se promulgó en 2011 , y que equipara de manera maliciosa y engañosa el boicot a una institución “situada en un área bajo control israelí” con “un boicot a Israel”. Esta ley apenas pasó la prueba del Tribunal Superior, aunque en mi opinión debería haber fallado, principalmente por la pendiente resbaladiza que crea para dañar la libertad de expresión, pendiente por la que nos deslizamos en el presente incidente. Pero incluso eso no significa que llamar a boicotear las instituciones de los asentamientos, como la institución de Ariel, convierte a una persona en enemiga del Estado. La ley tampoco dice que emitir tal llamada sea un delito penal. Todo lo que dice la ley es que tal llamado podría equivaler a un agravio civil y que aquellos perjudicados por él serían elegibles para demandar por daños y perjuicios si incurrieron en un daño demostrable, y que alguien que pide un boicot puede no ser elegible para ciertos beneficios administrativos; pero no dice nada acerca de retener un premio de esa persona. Desde un punto de vista personal, fue un año lleno de decepciones: por parte de dos ministros de educación, Yoav Gallant (de quien, por supuesto, no esperaba mucho), y el Dr. Yifat Shasha-Biton , de quien esperaba más. Me decepcionó que el exfiscal general permitiera que esta historia llegara incluso a la Corte Suprema, y ​​me decepcionó que el asunto no terminara inmediatamente después de la primera decisión de la Corte Suprema el verano pasado. Sin embargo, no me arrepiento de nada. Para mi deleite, este alboroto llamó la atención sobre mi campo de investigación que probablemente no habría recibido de otra manera. Recibí mucho apoyo y aliento personal y profesional de todos, y no fui objeto del tipo de ataques intensos que a menudo experimentan mis colegas de izquierda. Me complació tener la oportunidad de luchar por algo en lo que creo, incluso si fui arrastrado a esta lucha y no fue obra mía. Me alegra que este asunto haya concluido con la revocación de las decisiones de los dos ministros, y espero que esta conclusión ayude a fortalecer la libertad de expresión política en Israel. Como dije durante la ceremonia de premiación , la historia de la creación de Israel no está completa sin notar el precio que otro pueblo pagó por el establecimiento de un estado judío en la Tierra de Israel, y el deber moral de este estado de tratar de compensar a ese otro pueblo y no persistirá en su opresión. Nosotros, por supuesto, estamos haciendo lo contrario, y la continua opresión me

Israel, Portada

¿Se dirige Israel hacia una inevitable guerra civil?

Por: Eugenio García Gascón | Público.es (5 de junio de 2022) Israel se está precipitando por una peligrosa pendiente y que cada día cae a mayor velocidad. La fuerza del nacionalismo y de la religión tal como se aplican en el estado judío está detrás de esta dramática situación. Un gran número de notables israelíes advierten alarmados que si no se da pronto un fuerte golpe al timón, la situación se va a escapar de las manos y el país incluso podría desaparecer. Aunque ya hace tiempo que proliferan las voces que advierten que Israel avanza por el lado equivocado de la historia, esta semana se ha multiplicado la publicación de artículos que muy bien pueden interpretarse como una desesperada llamada de socorro ante la inminencia de un conflicto no pacífico entre los judíos que podría conducir incluso a la desaparición del estado sionista fundado en 1948. El analista Zvi Barel, que escribe regularmente en las páginas de Haaretz sobre temas de Oriente Próximo, advierte que el desgarramiento del tejido social posee demasiados ingredientes que apuntan hacia una guerra civil, una opinión que no se vierte por primera vez, pero no por ello deja de reflejar el creciente malestar social, político y religioso, malestar que nunca había sido tan grande y que se agrava cada día que pasa. El estrés proviene en primer lugar de un rampante nacionalismo que durante décadas ha estado sembrando odio, primero contra los palestinos y ahora entre los mismos judíos. Esta corriente que nada ni nadie parece capaz de detener ha ido creando una sociedad todavía más nacionalista y religiosa que se mira el ombligo intensamente y rechaza cualquier compromiso con quienes no piensan como ellos. Nada indica que la deriva por el precipicio vaya a resolverse desde dentro, pero tampoco desde fuera. Si de verdad quiere salvarse a Israel, la comunidad internacional debería intervenir enérgicamente para poner freno a un nacionalismo que lleva incorporada la semilla de la autodestrucción. Sin embargo, nadie puede esperar que mandatarios como Emmanuel Macron o Joe Biden intervengan antes de que sea demasiado tarde. En una conferencia pronunciada el miércoles en la ciudad de Netanya, el exdirector del Mosad Tamir Pardo señaló que «el estado de Israel ha elegido activar el mecanismo de autodestrucción». «Por favor, paren antes de que sea demasiado tarde», dijo Pardo. «No hemos aprendido nada. Vivimos en una aldea global y todo se sabe, y todos ven lo que está sucediendo aquí». «El país es rico y próspero, con tecnología punta, agricultura, medicina, etcétera, pero se está desangrando (…). Pronto va a (empezar a) trabajar el mecanismo de autoaniquilación, de odio mutuo».Michael Brizon señala que dada la situación que vive en Israel, lo más sensato que pueden hacer los judíos es volver a la diáspora Otro articulista de Haaretz, Michael Brizon, señala que dada la situación que vive en Israel, lo más sensato que pueden hacer los judíos es volver a la diáspora, agregando que precisamente la dispersión geográfica ha permitido la supervivencia del pueblo judío durante milenios, algo que Israel no puede garantizar en las circunstancias actuales. «Soy un judío exiliado y orgulloso. Soy un ciudadano global y no mantengo ninguna conexión con mi lugar de nacimiento. Para mí la ‘tierra’ es solo la suciedad donde se cultiva la comida. Ahí entierran a la gente, no tiene ni un ápice de sagrado y no merece que se derrame por ella ni una gota de sangre», escribe Brizon. «Somos un pueblo sin fuerza, sin tierra, sin ejército, sin templo». «Y cuando nos hemos convertido en ‘nación’, somos tan terribles, estúpidos, violentos y codiciosos como la mayoría de las naciones del mundo. Estamos a poco tiempo de traernos a nosotros mismos la destrucción y otra vez la diáspora, y solo ahí, en el exilio, recuperaremos el sentido perdido y volveremos a la realidad de pueblo vivo». «Estamos bien siendo una minoría, incluso nos conviene un poco de opresión que nos haga sacar lo mejor de nosotros». A continuación escribe que el estado de Israel es en realidad una continuación del Holocausto y está padeciendo la virulencia de fanáticos no menos peligrosos que en otros tiempos del pasado, como los sicarios, los seguidores del rabino Akiva o los «estúpidos discípulos de Bar Kojba«, quien se rebeló contra los romanos y trajo la perdición a los judíos. «Lo único que puede hacerse es admitir que el sionismo fue un error inocente y volver al exilio para recuperar nuestra fuerza y renovar nuestros valores», explica el articulista de ‘Haaretz’ «Así nos hemos convertido en una ‘nación’ pequeña, arrogante, violenta y mala». «Ya no hay escapatoria de este desastre. Setenta y cinco años de racismo y violencia han corrompido al electorado israelí y ya no se elegirá un gobierno saludable, por lo tanto lo único que puede hacerse es admitir que el sionismo fue un error inocente y volver al exilio para recuperar nuestra fuerza y renovar nuestros valores». Otro artículo no menos demoledor y que tampoco prescinde de resonancias bíblicas lo publicó hace algunas semanas el exprimer ministro laborista Ehud Barak, quien se refirió a un escenario existencial dramático. Varios comentaristas, incluido Barak, han recordado que la octava década del estado judío, en la que ahora estamos, tiene antecedentes maléficos. Según el razonamiento de estos comentaristas, incluido Barak en el diario Yediot Ahronot, en los últimos tres mil años el pueblo judío ha gobernado Palestina en solo dos ocasiones, durante el reinado de la mítica dinastía de David y Salomón, y durante el periodo macabeo, y en ambos casos la octava década representó el final de los reinados. De ahí que recuerden que ahora nos encontramos en la octava década del estado de Israel. En los dos casos precedentes, destaca Barak, el final de los reinados lo causaron las disensiones internas entre los judíos, una situación que se está repitiendo en la octava década en que nos encontramos. «El proyecto sionista es nuestro tercer intento en la historia (…) Hemos alcanzado la octava década y estamos obsesionados con ignorar las advertencias del Talmud, precipitando (nuestro) final y permitiéndonos un odio libre». Otro periodista y escritor, Avi Shavit, no tiene más remedio que admitir el gran deterioro que está experimentando el estado judío. «En los

Aportes a la Cultura Judía, Aportes de adherentes

El día que fui ashkenazi

Trabajos premiados del Concurso de Narrativa Breve de la vida judía en la Argentina Por: Bartlevy Esa fría mañana de junio, la llovizna tenue caída desde la madrugada había empapado el barrio en pocas horas. Desde la ventanilla del auto, camino al Templo en el cual Elías, ahora en un cajón encabezando el cortejo, había pasado todos los sábados y festividades de los últimos cincuenta años de su vida, se veían los negocios aún cerrados y a algunas personas tratando, sin éxito, de guarecerse mientras esperaban el colectivo. El hombre, ingresando ya en la fragilidad de todo recuerdo, había llevado una vida limpia, de mucho laburo esmerado y constante y de jubilado sufriendo injustas estrecheces. Murió convencido del valor de la palabra y de que el esfuerzo tiene su recompensa, con una candidez digna del santo o del ingenuo. Después de haber sufrido tantas carencias en su infancia en La Boca, en esa comunidad sefaradí pequeña y humilde, se había acostumbrado a agradecer cada uno de los pequeños placeres que fue conquistando, los cuales otras personas, más favorecidas o menos agradecidas que él, hubieran considerado tonterías sin valor: el afecto de su familia, el sabor del café y el cigarrillo, un campeonato de la azul y oro, la ópera, el gol de Maradona a los ingleses. Todos eran tesoros dignos de un rey, que Adonai le había concedido en su inmensa misericordia. Creo que él lo hubiera dicho así, pero no estoy seguro. Es decir, no sé si creía en Dios, pero sí sé que creía ciegamente en Beethoven. Cuando me conoció, fui el goy que salía con su hija, y no se había hecho, aún, a esa idea, el día que anunciamos que viviríamos juntos sin casarnos. Pasó del asombro a la aceptación rápidamente, aunque nunca dejó de mirarme como a un bicho raro que festejaba Navidad y respetaba el viernes Santo sin entusiasmo ni convicción, pero con regularidad inquebrantable. En ese punto, a lo mejor, pienso ahora, después de tanto tiempo, nos parecíamos bastante. Los ritos, las tradiciones, nacieron para ser respetadas. Por encima de cualquier reflexión o sensatez, como todo lo religioso. El judaísmo, en su caso, y el catolicismo, en el mío, nos daba la incierta seguridad de que nunca estaríamos del todo solos. Por ese motivo, esa mañana fría y lluviosa, el cortejo iba a paso lento hacia el Templo. Buscando, sin sentido, algo de sentido para una muerte injusta. Porque debemos convenir en que algunas muertes hacen del mundo un lugar peor. Cuando llegamos, el cortejo se detuvo y bajamos los varones. Chiche, siempre decidido, se anticipó a la morosidad del resto y dijo, sin dirigirse a nadie en particular: “dejá, yo me encargo” y desapareció por una de las puertas laterales. Mientras esperábamos, calándonos hasta las tripas, recordé algunas cosas que se contaban de Chiche, una especie de primo segundo de todos. Decían que era muy gracioso (y lo era), que había manejado un colectivo toda su vida, que una vez se había desviado del recorrido nada más que para alcanzar a Elías hasta su casa, que había nadado en las calles de Mar del Plata en las inundaciones de los años cincuenta, que en cada aniversario de la muerte de Gardel daba un pequeño y sentido discurso en su homenaje en el monumento del cementerio de Chacarita. Cuando contaban esas cosas, él callaba y, así, disfrutaba el crecimiento de su modesta leyenda. Después de una breve eternidad, apareció Chiche con alguien que era, a todas luces, el Rabino, quien dijo algunas palabras en árabe que no entendí. Nos miró a todos, con parsimonia. Diez varones tristes, ensopados de lluvia, ateridos, esperando junto al cuerpo de un hombre bueno. Habló en voz muy alta y ceremoniosa, y me miró, como estudiándome. Nueve de nosotros murmuraron unas palabras que seguían pareciéndome árabes. Bajé la cabeza para disimular mi mutismo, mi turbación. Sin embargo, pude sentir que el Rabino nos observaba, hablando con un tono que pasaba del desconcierto al enojo. Había advertido que éramos 10 varones y, al mismo tiempo, éramos 9. No había solución posible. Ante nuestro silencio, infinitesimal, el Rabino me señaló. Chiche me miró, miró al Rabino y dijo, con firmeza: — Siga nomás. Este es ashkenazi. No entiende nada. El resto asintió con la cabeza. El Rabino dudó un instante. Luego pareció reconfortado, me sonrió beatíficamente y comenzó el rezo. Esa mañana gélida y aciaga, fue escenario y testigo de un acto de justicia. Y de una gran mentira piadosa.

Israel, Medio Oriente, Portada

¿Puede “dios” resolver el conflicto palestino-israelí

Dalia Scheindlin | Haaretz (11 de mayo de 2022) Las encuestas de israelíes y palestinos son definitivas: la devoción religiosa se correlaciona claramente con el extremismo político. Los judíos religiosos y los musulmanes alimentan la incitación y la violencia. Pero, ¿podrían también resolver el conflicto? ¿Tiene el fervor religioso más capacidad bruta para escalar el conflicto y bloquear la paz en el conflicto israelí-palestino que los reclamos de tierra, poder, recursos, nación y narrativa?  Como el Ramadán, la Pascua y la Pascua coincidieron y estallaron enfrentamientos violentos en el recinto del Monte del Templo/Al-Aqsa de Jerusalén, la única sorpresa fue que no desencadenaron una guerra a gran escala. La creciente presencia de judíos que visitaban el complejo provocó protestas palestinas, la represión policial alimentó los temores palestinos de un «complot» israelí para apoderarse de Al Aqsa; y el líder islamista de Hamas en Gaza, Yahya Sinwar, hizo un llamado a los ataques contra los israelíes y una posible guerra religiosa . A última hora del Día de la Independencia, dos atacantes palestinos le tomaron la palabra y mataron a tres israelíes ultraortodoxos en la ciudad de Elad. Después de décadas de escudriñar cómo piensa la gente de esta región, es fácil concluir que el fervor religioso se eleva sobre los reclamos de tierra, poder, recursos, nación y narrativa, en su cruda capacidad para intensificar el conflicto y bloquear la paz. En el contexto israelí-palestino, los movimientos religiosos son los principales actores que alimentan y provocan la escalada: desde los cohetes de Hamás o la Yihad Islámica disparados contra Israel hasta los ataques de los colonos judíos radicales contra los palestinos y la implacable expansión de los asentamientos durante décadas. Pero precisamente por su centralidad en la sociedad y la política de ambos lados, no puede haber paz sin la aquiescencia al menos parcial de las comunidades religiosas. ¿Por qué la religión es una fuerza de incitación y violencia? Incluso cuando las comunidades religiosas no son activamente violentas, ¿su identidad religiosa dicta inevitablemente actitudes políticas militantes y de línea dura? ¿Hay alguna forma de salir del punto muerto entre la religión y la línea dura? Una razón clave del impacto tóxico de la religión es que las narrativas de muchos creyentes son tribales y exclusivas: solo nosotros somos el grupo elegido y solo nuestras afirmaciones son correctas. Lo que es más importante, la misión religiosa divina a menudo se enmarca como una cuestión de vida o muerte. En la derecha religiosa judía israelí, el rabino Tzvi Yehuda HaCohen Kook, una de las figuras más influyentes del movimiento de asentamientos religiosos desde 1967 hasta la actualidad, santificó la noción de «dar la vida por la tierra «, explica Ofer Zalzberg del Instituto Herbert Kelman . algo que el actual primer ministro de Israel, Naftali Bennett, ha defendido en el pasado. Algunos toman el concepto literalmente: después de que un atacante palestino matara al estudiante de yeshivá Yehuda Dimentman cerca de un asentamiento de Cisjordania, uno de sus compañeros enojados en el antiguo asentamiento de Homesh me dijo: «La respuesta más moral del mundo [al asesinato] es para Judíos para establecerse en la tierra de Israel. Cualquiera que no se dé cuenta de eso tiene una enfermedad». Los grupos extremistas religiosos palestinos como Hamás y la Yihad Islámica apoyan matar y atacar a civiles, y también a ellos mismos, si es necesario. La carta original de Hamas de 1988 explica las aspiraciones del grupo: «Yihad es su camino y la muerte por el bien de Alá es el más elevado de sus deseos». La Yihad Islámica Palestina también santifica tanto la tierra de Palestina como el uso de la violencia contra los israelíes; fue «pionero» en el uso de ataques suicidas contra israelíes. Notablemente, para ambos lados, la causa es tan sagrada que incluso justifica violar los propios principios de cada religión: las mujeres judías violan los tabúes sobre tocar a los hombres en peleas con soldados; el Corán prohíbe el suicidio . Más allá de los activistas y extremistas, las encuestas concluyen que la conexión inquebrantable entre la devoción religiosa y las actitudes cotidianas de línea dura también es válida para el público en general. Entre los judíos israelíes, la correlación directa entre los niveles de observancia religiosa y la autodefinición política es clara e inflexible en todas las encuestas, durante décadas. En una encuesta para Btselem en 2021, el 88 por ciento de los judíos ortodoxos (o «religiosos nacionales») informaron que eran de derecha, en comparación con solo el 38 por ciento de los judíos seculares. El eje derecha-izquierda en Israel representa ante todo el conflicto. En una encuesta conjunta israelí-palestina de 2020, el 70 por ciento de los judíos ortodoxos se opuso a la noción general de una solución de dos estados; dos tercios de los judíos seculares lo apoyaron.   Los palestinos muestran tendencias similares, aunque las brechas no son tan grandes y ocasionalmente inconsistentes. En esa encuesta conjunta de 2020, el 39 por ciento de los palestinos religiosos apoyó la solución de dos estados en comparación con el 53 por ciento de los no religiosos. Más del 40 por ciento de los palestinos religiosos apoyaron la lucha armada contra Israel, diez puntos más que otros. Más del 40 por ciento de los encuestados religiosos tenían la intención de votar por Hamas, pero solo el 18 por ciento de los encuestados «algo» religiosos.   Entre los palestinos, aproximadamente la mitad de la población se considera «religiosa» (en comparación con «algo» o «no» religiosa); entre los judíos, los religiosos ortodoxos y nacionales son menos, cerca de una cuarta parte. Pero los «tradicionalistas» autodefinidos también son fuertemente derechistas, sumando más de la mitad de los judíos en total cuyas actitudes políticas están altamente correlacionadas con la religión. Estas tendencias son reales; ya menudo la respuesta liberal es descartar a las personas religiosas como saboteadores de la paz fundamentalistas; cuantos más, más oscuro el futuro. Las voces moderadas Sin embargo, las variedades de interpretación religiosa y los diversos roles que la religión puede desempeñar en la sociedad en la práctica, erosionan la imagen simple de que la devoción exacerba inevitable o exclusivamente el conflicto. Incluso la interacción de la política y la religión no siempre impulsa el extremismo. El rabino Ovadia Yosef , el imponente carismático fundador del partido ultraortodoxo

Aportes de adherentes, Israel, Portada

REFLEXIONES DESDE ISRAEL

Por: Alejandro Stein (Compañero del Llamamiento, desde el kibutz Barkai, Israel) 1. Se cae. No se cae. Aguanta. No aguanta. A veces no se sabe qué es peor, la mentira o la memoria. Esta coalición de gobierno rara, de esas “imposibles”, que va desde la derecha más derecha potable, de esa que uno digiere a fuerza de Hepatalgina suponiendo que la Hepatalgina todavía exista, hasta la izquierda más progresista dentro del sionismo, y un partido árabe religioso, se creó con un único propósito: ¡Fuera Netanyahu! Fuera Netanyahu es todo lo que él simboliza: La falta de escrúpulos, el amor desmedido a la silla, la mentira y la deslealtad como modo de vida e instrumento de trabajo de uso diario, (en definitiva, métodos que recuerdan con regusto amargo en la boca, no sólo al menemato sino al macriato). Y sus amistades, o como él los llama sus “aliados naturales”: Los actuales “aliados naturales” del Likud son un partido fascista y racista, llamado “El Sionismo Religioso” y dos partidos, también religiosos pero ultraortodoxos, uno askenazi y el otro sefaradí. Las bases del programa político de este grupo es sacarle las castañas del fuego al ex primer ministro en los juicios por corrupción con los que se está enfrentando, y de paso reducir el peso específico del Poder Judicial a 0, profundizar el apartheid israelí ya existente, desembozar aún más el racismo contra cualquier ciudadano que no sea judío, especialmente por supuesto la población palestina, tanto la israelí como la de los territorios ocupados, y convertir, de facto y de iure a estos territorios de “ocupados” en “liberados”, esto es, anexarlos. La coalición anduvo bien al principio. Esta melange se fue moviendo con cautela, aceptando y respetando las diferencias de posiciones, rechinando los dientes cuando había que votar en la Knesset algo que jamás hubieran apoyado si no hubieran tenido al cuco Bibi enfrente. Más que una coalición es lo que los troskos hubieran llamado un “frente único”, que se creó para, en términos semi médicos, extirpar un tumor. Y funcionó unos meses, hasta que algunos de los integrantes de la coalición se dieron cuenta que por sobre cualquier necesidad que tuviera el país, por cualquier tumor que lo amenazara, estaban ellos, no sólo con su ideología, sino con sus apetitos. Y comenzaron los planteos, y los sacudones. Mientras nuestro Boletín estaba de vacaciones, una diputada de “Derecha”, el partido del propio primer ministro llamada Idit Silman se pasó con armas y bagajes a la oposición. Y posteriormente otra diputada miembro de Meretz, Jida Rinawi Zohavi, amenazó hacer lo mismo por unos días, acercándose a la Lista Árabe Unida, hasta que dio marcha atrás después que consiguieran “convencerla” con concesiones especiales a la población palestina de Israel. El partido árabe Ra’am también corcovea. Y la coalición se va debilitando por derecha y por izquierda. Todos sabían para qué y por qué se formó este gobierno, pero están quienes no pueden dejar de ser lo que son: políticos, con sus cuotas de falta de escrúpulos, de hipocresía, de ambiciones. Y es así como el tumor sigue vivito y coleando. Este frente único se convirtió en una película de suspenso. Interesante ver cuánto va a aguantar el gobierno. 2. Mientras escribo esto, se cumple el 55 aniversario de la “reunificación” de Jerusalén. Cada vez que se habla de la “reunificación”, y de la manera que se la festeja, me acuerdo de eso de “¡España, una, España, grande, España, libre!”, que se desgañitaban gritando los falangistas en la edad más oscura de España. Y si hay que festejar, se festeja a lo grande. Provocando. Con desfile de banderas israelíes por Jerusalén, bailes, marcha por el barrio musulmán de la Ciudad Vieja entrando por la Puerta de Damasco y culminando en el Muro de los Lamentos para agradecer, por supuesto. Esta ciudad “una”, “reunificada”, tiene un sistema de reunificación muy particular. Pregúntenle si no a los habitantes palestinos del barrio de Sheikh Jarrah, creado durante el período otomano en el siglo XIX, con mayoría de vecinos palestinos musulmanes, minoría de vecinos judíos (hasta la guerra del 48), y otra pequeña minoría cristiana. Hace ya tiempo que los colonos judíos (sionistas) tratan de desalojar a los vecinos árabes, argumentando derechos de posesión anteriores a la guerra de 1948, enseñando como prueba documentos de compra, algunos dudosos ellos, y amparándose en esa justicia que supimos defender en la reflexión anterior, pero que es, en definitiva, la justicia del apartheid. Dentro de dicha legislación (la del ocupante) hay una ley que les da a derecho a los judíos a recuperar sus propiedades ocupadas por palestinos después del ’48, y “liberadas” en la Guerra de los 6 Días, derecho que no tienen los palestinos con las suyas, vaya a saber uno por qué. Como hubiera dicho mi finado tío, “esas son leyes y no las que vienen en pomo”. Ver a los jóvenes israelíes, embebidos de patriótica pasión, bailar con sus banderas israelíes en la Puerta de Damasco, y pasearse por las calles del Barrio Musulmán de la Ciudad Vieja imbuidos de amor al prójimo y voceando, aparte de cánticos sionistas y patrióticos, consignas vomitadas por el sector más racista y reaccionario, que lo hace avergonzarse a uno de ser judío, como “Muerte a los Árabes”, “Que se les queme el poblado” y otras lindezas, protegidos por la Policía y el Ejército, provoca en quien escribe la comparación imaginaria de miles de hinchas de Ríver paseándose con camisetas, banderas, bombos, cantando los insultos que nos tenemos reservados unos a otros en la cancha, protegidos por fuerzas de seguridad, por el barrio de la Boca, desembocando en la Bombonera. Alguien cuya opinión respeto mucho, con menos sentido del humor, dijo que le recuerda las marchas nazis en la Alemania de los años 30, también protegidas por la policía, ellas. En fin, la vergüenza ajena y la bronca están ahí, no dejan de crecer, regados con la desesperanza. La bandera israelí agitada en Jerusalén Oriental pretende simbolizar, desafiante, lo que Israel proclama

Aportes de adherentes, Derechos Humanos

Los alegatos de las defensas de los genocidas en la Mega Causa Campo de Mayo desde la mirada de Dibujos Urgentes

Por: Maria Paula Doberti y Eugenia Bekeris Los alegatos de las defensas de los genocidas en la Mega Causa Campo de Mayo desde la mirada de Dibujos Urgentes. Entre el 16 de marzo y el 1° de junio de este año nueve abogadxs ocuparon trece audiencias (unas 52 horas en total) para defender lo indefendible. Desde la Defensoría Oficial hablaron Juan Carlos Tripaldi (defensor de Ramón Vito Cabrera, Luis del Valle Arce, Miguel Conde, Carlos Alberto Rojas, Arnaldo José Román, Santiago Omar Riveros, Luis Saadi Pepa, Mario Rubén Domínguez y Eugenio Guañabens Perelló), Hernán Campi, Eduardo Masci y Alejo Pisani (defensores de Francisco Orlando Agostino). Como abogadxs particulares actuaron Sebastián Olmedo Barrios (defensor de Alfredo Oscar Arena), Gonzalo Miño (defensor de Roberto Fusco), Gerardo Ibáñez y Carmen Ibáñez (defensorxs de Carlos Tamini, Pacífico Luis Britos y Federico Ramírez Mitchel) y Alejandro Arguilea (defensor de Carlos Caimi y de Bernardo Caballero). Todxs desplegaron estrategias que abarcaron un abanico estrecho, entre el negacionismo y el desprestigio de las querellas y sobre todo del Ministerio Público Fiscal, a cargo de la Fiscal Gabriela Sosti. La Fiscalía acusó a los imputados por cargos de secuestros, privación ilegal de la libertad, allanamiento ilegal de domicilio, tormentos agravados, violaciones, abuso deshonesto, robo en poblado y en banda, secuestro de bebés y homicidios. Para responder a la CONTEXTUALIZACIÓN HISTÓRICA que dieron en su alegato la Fiscal Sosti y el abogado querellante Pablo Llonto, la Defensa desplegó diversas respuestas: Tripaldi negó el contexto histórico en el que se desarrollaron los hechos denunciados. Arguilea reclamó “una legítima reconstrucción histórica” con “datos objetivos”. Masci hizo un sesgado recuento histórico, desde las batallas de San Martín, deteniéndose en los gobiernos peronistas de los 70: “¿Dónde nace la responsabilidad de los hechos, en el gobierno de facto o en los anteriores?”, se preguntó. Olmedo Barrios basándose en que “nuestra Patria fue víctima de un enfrentamiento armado” argumentó que “no hubo persecución política”. Para demostrar esto dijo que “las FAR asaltaron Campo de Mayo”, que hubo “1541 homicidios comprobados, 1745 secuestros y posesión de 5042 explosivos”, que “las organizaciones político-militares no pretendían un país mejor” y que hay que contar “la verdad real”. Gerardo Ibáñez sostuvo que “es una ingenuidad pensar que el Estado no adoptara ninguna defensa frente a la infinidad de secuestros del ERP y Montoneros. La Justicia los había condenado y Cámpora los liberó. Por eso hubo Áreas de Defensa, como el Área 400”. Las leyes de PUNTO FINAL y de OBEDIENCIA DEBIDA reaparecieron reiteradamente. Masci sostuvo que se dictaron para “dar una vuelta de página, como hizo Uruguay con Pepe Mujica”, que “el Congreso no puede anularlas” por lo que “no debería ser juzgado ninguno de los imputados”. Y recordó con nostalgia los INDULTOS de Menem: “se dijo “ya está, es suficiente, unamos de una vez el país””. Argumentaron que se trata de COSA JUZGADA. Gerardo Ibáñez Consideró que “los criterios jurídicos 45 años después, por culpa del Estado, son desatinados” y que “el marco por el que deben ser tratados es el de aquella época, no el de hoy”. Campi llegó más lejos (o más atrás): dijo que en Nuremberg hubo “AUDITORES MILITARES” por lo que “resulta ilógico juzgar a los militares en la Justicia ordinaria”. La comparación entre los acusados de aquel Juicio con los del actual corrió por parte de su propio abogado. Sobre la figura de LESA HUMANIDAD dijeron que, como los hechos son anteriores a la norma “no debería tenerse en cuenta” y que asumirla es “un atropello brutal al principio de legalidad”, que “los hechos están prescriptos”, que es una “violación al principio de legalidad” y que “los guerrilleros armados no eran población civil, eran combatientes”. Rechazaron la figura de GENOCIDIO porque, arguyeron, “no hubo persecución a una Nación”. Basándose en que “no se fijaron las penas antes del hecho” y en que “no se encuentra tipificado” el modo de juzgar estos hechos, pidieron que “se rechace para que se preserve el principio de legalidad”. Intentaron embarrarle la cancha al MINISTERIO PÚBLICO FISCAL, representado por Gabriela Sosti. Tripaldi sostuvo que la Fiscalía “violentó los principios juridireccionales”, que “debió hacerse algo distinto”, que “no se le da al trabajo la seriedad que debería tener”, que “hay liviandad”, que las acusaciones tienen “endeblez del argumento” y son “caóticas”, que hay “falta de talento para organizar la acusación”, que “es un desastre”, que “hay un desinterés en trabajar de manera puntillosa”. Arguilea afirmó que “Sosti no probó el uso de la picana”, que se basó en “conjeturas, indicios y tergiversaciones”, que “armó una imputación con una mirada estrecha” con “afirmaciones falsas” y que “se basa en la nada, sólo en su convencimiento cercana a la Inquisición”. Campi y Masci afirmaron que “los fiscales pueden tener sed de revancha o venganza” y que Sosti parece tiene “una obsesión con los funcionarios de Inteligencia”. Sostuvieron que se hizo una “errónea conclusión de penas, una lectura parcial de la documentación testimoniales y un arribo a conclusiones que no se compadecen con la realidad”. Miño afirmó que “la acusación es subjetiva, caprichosa y antojadiza”. Sobre los TESTIMONIOS escuchados en los más de dos años de Juicio, repitieron casi a coro que “hay testigos que se contradijeron”, que hablaron por terceros, que “hicieron referencia al vox populi” y que “los rumores no tienen valor jurídico”. Campi y Masci dudaron de los testimonios de familiares porque están “contaminados”, “no prueban nada”, por lo que “no hay pruebas que valorar”. Tripaldi osó ensuciar las declaraciones de sobrevivientes y familiares tildándolos de brindar “testimonios contaminados” por “los organismos de Derechos Humanos” que, según él, les brindaron información que no tenían. Hizo preguntas capciosas, como la referida al sobreviviente Gregorio Díaz: “¿Declaró libremente?” En varias audiencias se dedicaron a menoscabar las declaraciones del sobreviviente Juan Carlos “Cacho” Scarpati, quien declaró en diversos juicios dando datos claves para encontrar pruebas y reconocer genocidas. Tripaldi hasta cuestionó el carácter de víctima de Scarpati porque, sostuvo, “no está probado que estuvo privado de la libertad. Siempre resultó

Scroll al inicio