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America Latina, Internacionales, Portada

Resistencia del pueblo venezolano

Fuente: Adolfo Pérez Esquivel* Fecha: 28 de ABRIL 2017 Venezuela es blanco de agresiones del imperio norteamericano que no cede en su embestida con el objetivo de derrocar al gobierno electo democráticamente. Tarea para la cual cuenta con cómplices, internos y externos, entre ellos, el Presidente Macri de Argentina. La oposición venezolana se niega al diálogo con el gobierno. No han respetado las instancias propuestos por la UNASUR y facilitadas por el Papa Francisco, junto con varios ex presidentes a fin de llegar a acuerdos que garanticen la Paz social, y que ayuden a encontrar soluciones a las dificultades que vive el pueblo, que hoy sufre el desabastecimiento económico provocado por las grandes empresas. Los golpistas están montando una fuerte campaña internacional denigrando y acusando al gobierno venezolano de ser una “dictadura”, pero la realidad venezolana no es un hecho aislado en Latinoamérica. Hay crisis impuestas por los EEUU, que no quiere perder su influencia y control continental, y busca impedir la autodeterminación de los pueblos a través de golpes blandos que hagan retroceder en las conquistas sociales, culturales y políticas que tantos esfuerzos costó alcanzar. Ya pasó en Honduras, Haití, en Paraguay y en Brasil, los golpes blandos exitosos. Los medios de comunicación están al servicio de los grandes intereses económicos y políticos, buscan desacreditar al gobierno venezolano propagando noticias falsas para provocar el deterioro general. Pero el pueblo veenzolano debe reclamar a todos sus represnetantes, del oficialismo y la oposición, que haya diálogo entre ellos y organizaciones sociales, iglesias, partidos políticos, sindicatos, movimientos estudiantiles, organizaciones empresariales, con el objetivo de encontrar alternativas superadoras de la violencia que vive el pueblo venezolano. Diálogo para no perder las conquistas sociales alcanzadas por la revolución bolivariana en las últimas décadas. No hay democracia perfecta, pero toda democracia es perfectible, es el gran desafío en nuestro continente. Si los pueblos participan y son protagonistas de sus propias vidas y constructores de su propia historia, va a encontrar su propio camino sin someterse al coloniaje de la gran potencia. * Premio Nobel de la Paz

Historia, Portada

1º de Mayo en el Gueto de Varsovia

Fuente: Marcus Barnett* | SinPermiso.net Fecha: 27 de ABRIL 2017 “El mundo entero, sabíamos, estaba celebrando el Primero de Mayo ese día y, en todas partes se pronunciaban palabras contundentes e importantes. Pero nunca se había cantado la Internacional en condiciones tan diferentes, tan trágicas, en un lugar donde toda una nación había y aun estaba siendo exterminada. Las palabras y la canción encontraron eco entre las ruinas carbonizadas y eran, en ese momento, una indicación de que la juventud socialista todavía seguía luchando en el gueto, y que incluso, cara a la muerte, no habían abandonado sus ideales”. Marek Edelman Un día de abril de 1943, un grupo de combatientes de la resistencia judía lanzó una insurrección armada contra los nazis. Estaban orgullosos de ser socialistas e internacionalistas. En la víspera de la Pascua de 1943 —diecinueve de abril— un grupo de varios cientos de jóvenes judíos pobremente armados del Gueto de Varsovia comenzaron una de las primeras insurrecciones contra el nazismo en la Europa ocupada. Para el pequeño grupo de combatientes judíos — en las líricas palabras de un militante— “morir con las armas en las manos es más hermoso que sin ellas” y, aislados del mundo exterior, resistieron durante veintinueve días contra un enemigo mucho mayor, motivados por el deseo de matar a tantos fascistas como pudieran antes de caer ellos. El levantamiento, grabado en la memoria colectiva de los judíos de la posguerra, sigue siendo motivo de orgullo y de reafirmación. Nadie pone en duda hoy que su heroísmo jugó un papel crucial en la guerra. Pero menos conocido es el hecho que su insurrección, lejos de ser espontánea, fue producto de la planificación y preparación de un grupo relativamente pequeño – y muy joven – de radicales judíos. El gueto Pocas semanas después de la invasión nazi de Polonia, el gobernador Hans Frank ordenó a los cuatrocientos mil judíos de Varsovia concentrarse en un gueto. En noviembre de 1940, alrededor de quinientos mil judíos de toda Polonia habían quedado encerrados entre sus muros, separados del mundo exterior y sumido en un completo aislamiento social. Rodeado por un muro de diez pies de alto, la creación del gueto implicó el desplazamiento de aproximadamente el 30 por ciento de la población de Varsovia al 2,6 por ciento de la ciudad: el área designada no tenía más de dos millas y medio de largo y previamente solo alojaba a unas 160.000 personas. En el gueto, los judíos fueron obligados a vivir en el hambre y la pobreza. Muchas familias no tenían más que una habitación individual, y la grave falta de alimentos obligó a que unas cien mil personas aproximadamente tuvieran que sobrevivir solo con un plato de sopa al día. El sistema de saneamiento colapsó y no había manera de controlar las enfermedades. Desde marzo de 1942, cinco mil personas morían mensualmente de enfermedad y malnutrición. La situación era desesperada y, sin embargo, la respuesta inicial de la dirección de la comunidad judía fue de inacción. Tras la creación del Judenrat (Consejo Judío) —una organización colaboracionista establecida con la aprobación de los nazis para facilitar la implementación de las políticas anti-judías— algunos habitantes cayeron en una falsa sensación de seguridad. La actitud que impregnaba el gueto, una interpretación a partir de la historia judía, era que el nazismo no era más que otra forma de persecución de las muchas que el pueblo judío había sufrido y sobrevivido. Otros —como el militante de Hashomer Hatzair Shmuel Braslaw— comenzaron a reconocer un respeto envidioso por parte de los residentes del gueto hacia los alemanes. “Nuestros jóvenes aprenden a quitarse la gorra cuando se cruzan con los alemanes”, escribió Braslaw en un documento interno, “sonríen con la sonrisa del siervo y obedecen. . . pero en el fondo de su corazón arde un sueño: ser como [los alemanes] – guapos, fuertes y seguros de sí mismos. Poder patear, golpear e insultar, sin miedo al castigo. Despreciar a otros, como los alemanes desprecian a los judíos”. Contra esta desmoralización, comenzaron a surgir señales de desafío mediante la auto-organización de la izquierda en la comunidad judía. Comunistas, socialistas-sionistas de diferentes tendencias, y socialdemócratas se organizaron en células en el gueto, con el objetivo de transformar la miseria en una organización política importante. Todos los partidos – el Bund , una organización de masas socialdemócrata que había disfrutado de una gran popularidad antes de la guerra; el grupo marxista-sionista juvenil Hashomer Hatzair ; el partido sionista Poale Sion de Izquierda ; y el Partido Comunista se volcaron en esta estrategia, organizaron células que buscaban revivir las actitudes colectivistas entre una juventud judía emocionalmente paralizada y descontenta. En aquellos tiempos oscuros, las estructuras de las organizaciones juveniles proporcionaron un anclaje social y psicológico contra el hambre y la depresión. “El día que fui capaz de restablecer contacto con mi grupo”, escribió la joven militante comunista Dora Goldkorn “fue uno de los días más felices de mi vida dura y trágica en el gueto”. Para el proyecto de desarrollar una dirección de la resistencia entre los jóvenes, mantener el ánimo alto era crucial; los actos de amistad, como compartir la comida, eran tan importantes como la distribución de literatura anti-nazi. En 1942, las distintas organizaciones de jóvenes se sentían lo suficientemente confiadas como para considerar la formación de un “Bloque Antifascista”. Ante la insistencia de los comunistas, se redactó un manifiesto que buscaba unir a la izquierda judía en el gueto de Varsovia, con la esperanza de generalizar esta unidad política a otros guetos. Llamando a un “frente nacional” contra la ocupación, por la unidad de todas las fuerzas progresistas sobre la base de reivindicaciones comunes y el antifascismo armado, el manifiesto era un eco de los frentes populares de antes de la guerra en su metodología organizativa. Poale Sion de Izquierda se sumó con entusiasmo, al igual que el Hashomer Hatzair – que volvió a insistir en su fidelidad a la Unión Soviética, a pesar de la oposición del Kremlin al sionismo. El Bund, sin

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B’Tselem no obedece a Netanyahu. Ni tampoco el mundo

Fuente: Hagai El-Ad* | SinPermiso.info Fecha: 27 de ABRIL 2017 El pasado 25 de abril, el primer ministro Netanyahu situó al ministro socialdemócrata alemán de asuntos exteriores, Sigmar Gabriel, ante un ultimátum durante su visita a Israel: o se reunía con B’Tselem o con Netanyahu, pero que con ambos era imposible. Gabriel se reunió con B’Tselem, convirtiendo a la pequeña ONG israelí en una alternativa de igual a igual con Netanyahu o, si se quiere, optando entre la ocupación o un acuerdo de paz que respete las fronteras de 1967. El director ejecutivo de B’Tselem explica de que se trata. SP Todo un ejército de políticos y jueces, de agentes de relaciones públicas y diplomáticos, de agentes penitenciarios y del servicio de seguridad Shin Bet, de policías y soldados, de burócratas y funcionarios para mantener la ocupación. Y a pesar de todo, Netanyahu tiene miedo. El primer ministro Benjamin Netanyahu no pudo impedir que el ministro de Asuntos Exteriores de Alemania escuchará de B’Tselem algunos hechos sobre la ocupación esta semana. Este fracaso se suma al anterior de Netanyahu con el primer ministro de Bélgica, que también quiso ser informado de estos hechos hace unas semanas, ni tampoco pudo impedir su denuncia ante el Consejo de Seguridad de Naciones Unidas hace unos meses. El mundo ha escuchado, oye y seguirá oyendo hablar de la ocupación, y sólo hay una cosa que el gobierno israelí puede hacer al respecto: poner fin a la ocupación. Los hechos son conocidos desde hace mucho tiempo. Menos de dos meses antes del 50 aniversario de la ocupación, todo el mundo sabe que Israel controla todo el territorio y a toda la población entre el mar Mediterráneo y el río Jordán. Saben que este control violento de millones de personas en Cisjordania (incluida Jerusalén oriental) y en la Franja de Gaza se concreta en una cruel rutina diaria de despojo, destrucción, matanza y subyugación de los palestinos, cada minuto de cada día durante medio siglo, a capricho de sus amos israelíes. Durante la mayor parte de su historia, y cada día que amanece, el estado ha optado por seguir controlando a los palestinos. Todas las instituciones administrativas, legales, de planificación y militares israelíes son complaces de ello. Pero no hay encubrimiento ético o legal que pueda ocultar las profundas implicaciones de esta violencia diaria. La gente decente hará todo lo que esté en su poder para acabar con esta injusticia. Si los hechos son conocidos, ¿de qué tiene miedo Netanyahu? El primer ministro y sus colegas de la coalición, junto con la mayoría de los partidos de la «oposición», no tienen ninguna intención de terminar con la ocupación. Se han acostumbrado a la situación imperante en el último medio siglo, en la que Israel gradualmente avanza sus intereses a espaldas de los palestinos sin pagar un precio internacional por ello. Es un «Israbluff» de proporciones históricas; Israel no cumple con los requisitos más elementales de una democracia, pero se beneficia de ser miembro del club de las naciones democráticas. Esto nos permite seguir gobernando sobre otro pueblo, desafiando los principios morales fundamentales y el derecho internacional. Como israelíes, no podemos resignarnos a la continuación de esta ocupación que dura ya 50 años y a las violaciones de los derechos humanos que implica. Pero mientras el mundo permanezca indiferente ante la situación y se abstenga de actuar, el Israbluff seguirá prosperando. Por esa razón, la comunidad internacional debe ser firme a la hora de explicar a Israel que sus acciones más allá de la línea verde cruzan líneas rojas. A lo que tienen miedo Netanyahu y todos los que apoyan el status quo es que esta linea de conducta internacional se concretice. Y ello debe alentar, y mucho, a los israelíes que se oponen a la ocupación. Los funcionarios internacionales que están ponderando sus políticas deben prestar mucha atención a estos hechos. Después de todo, B’Tselem es una organización pequeña, cuyo presupuesto anual apenas representa una décima parte de lo que se gasta en la seguridad de los colonos que viven en el corazón de los barrios palestinos de Jerusalén Este. El Estado, por otro lado, ha gastado durante 50 años miles de millones para preservar y mantener la atrocidad moral de la ocupación. La ocupación necesita un ejército entero de políticos y jueces, agentes de relaciones públicas y diplomáticos, agentes penitenciarios y del servicio de seguridad Shin Bet, de policías y soldados, de burócratas y funcionarios. Y a pesar de todo, Netanyahu tiene miedo. Fomentar esa ansiedad de los partidarios del status quo debe ser parte de nuestro plan de trabajo. El camino no violento para acabar con la ocupación depende de que se pueda persuadir al mundo, y especialmente a los amigos de Israel, que deben dejar claro a Israel que lo que fue no será y que la continuación de la ocupación provocará medidas internacionales. No obedecemos a Netanyahu. Tampoco el mundo. Sobre todo, no se puede ordenar que los hechos desaparezcan, ni tampoco se puede decretar que el mal se disfrace de justicia. Hoy, pocas semanas antes del 50 aniversario de la ocupación, existe la esperanza de que, manteniendo resueltamente la lucha aquí, en Israel, y en cualquier escenario internacional importante, se pueda acabar con la ocupación. * Director Ejecutivo de B’Tselem (Centro de Información Israelí para los derechos humanos en los Territorios Ocupados)

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El ajuste, para después de las elecciones

Fuente: Carlos Heller | TiempoAr Fecha: 22 de ABRIL 2017 «La prioridad es ganar las elecciones y convalidar en octubre las propuestas del gobierno. Después vamos a encarar las asignaturas pendientes», expresó el ministro de Finanzas Luis Caputo, según relata Marcelo Bonelli (Clarín, 21.04.17). La frase fue dicha en una reunión «secreta» en Nueva York con 30 banqueros y representantes de fondos de Wall Street. Los asistentes le preguntaban por la capacidad de gobernabilidad de Macri. Los citados inversores están en una zona de comodidad. Según la nota citada: «Se trata de los bancos que facilitan el endeudamiento a la Argentina, haciendo exuberantes ganancias financieras». La opinión no es solitaria. Fue comunicada en Nueva York a los inversores por el propio ministro Nicolás Dujovne: Argentina «ofrece niveles de retorno que son muy difíciles de lograr en otros países del mundo». No obstante, las inquietudes de los inversores están originadas en las sucesivas marchas, piquetes y huelgas generales que se vienen produciendo en Argentina, aunque su verdadera preocupación es el elevado déficit fiscal que, sostienen, alcanza al 6,2% del PBI. Si en el futuro el balance fiscal no mejora, complicaría el repago de las deudas financieras, una cuestión que siempre desvela a los inversores. Para comprender a qué se refiere Caputo con las asignaturas pendientes, acudimos a otra frase del ministro explicando la necesidad de ganar las elecciones: «No se puede encarar ahora el problema fiscal. Si atacamos el déficit, habrá más piquetes y la vida será imposible en Argentina». Es decir, fortísimo ajuste fiscal tras las elecciones. En aras de lograr la tan ansiada victoria en los comicios, los inversores reunidos en Nueva York cuestionaron «la decisión del gobierno (argentino) de no intentar abrir un diálogo con la oposición, tipo Frente Renovador», según los comentarios sobre la reunión «secreta». Este ajuste fiscal también es reclamado por sectores de poder vernáculos, que se expresan a través de varios economistas. En la semana resonaron con fuerza los dichos del «gurú» Miguel Ángel Broda: «Se eligió un camino de una política monetaria, de metas de inflación, para reducir la inflación, y una política fiscal extraordinariamente expansiva financiada con ahorro externo, y esta combinación genera problemas en el corto y largo plazo». Con su estilo, agregó: «El enfermo está grave. No hay plan A ni B, esto es insostenible en el largo plazo». No es un argumento que le disguste al macrismo. Durante la firma del «Compromiso Federal por la Modernización del Estado» con 13 gobernadores provinciales, el presidente solicitó «dejar de lado la intervención nociva que ha tenido la política en transformar el Estado en un aguantadero». Es la vieja intención de desvincular la gestión estatal de la política: es inviable. El Estado, en sí mismo, es un reflejo de la política. Así debe ser. Colocar CEO en los principales puestos de dirección del gobierno nacional es también una definición profunda de política. En la misma línea de reducir la participación estatal, aun con incumplimiento de la ley, Macri ratificó que no convocará a paritaria nacional docente, porque la fijación del salario «corresponde a cada gobernador, los docentes son empleados provinciales». Sostuvo: «Es obvio que tenemos un problema de calidad de la educación pública argentina. Claramente no hay igualdad de oportunidades si no hay educación pública de calidad.» Una definición no exenta de sarcasmo, ya que al dejar el nivel de salarios docentes a lo que puedan pagar las provincias, la educación de las regiones más pobres sufrirá significativamente, destruyendo la supuesta «igualdad de oportunidades» que tanto alaba Macri. Un sarcasmo que se refuerza al decidir, a través de un DNU, la eximición a los colegios privados del pago de contribuciones patronales hasta fin de año para limitar el aumento de las cuotas. Un paso más en el intento de destruir la escuela pública. La economía no despega Resultó impactante el dato de la facturación de supermercados para febrero, que evidenció un aumento de sólo el 16,3% comparado con el mismo mes del 2016. Un guarismo muy por debajo de la inflación que se ubicó en el 35,6% según el IPC CABA (el Indec no publica datos para este período). El enfriamiento llegó a la CABA, con un incremento interanual de la facturación del 13,8%, al Gran Buenos Aires (15,5%, similar al guarismo de las provincias del Norte), y una suba de apenas el 8,9% para el grupo de Catamarca, La Rioja, San Juan y San Luis. Una evolución desigual que refuerza los efectos nocivos del derrumbe del consumo. Si tomamos las cifras de empleo publicadas por el Indec, se observa una destrucción de 68.314 puestos de trabajo privados en 2016 (midiendo el cuarto trimestre de cada año). La reducción más significativa se produce en la industria (46.728 puestos), seguida de la construcción (35.289), con algunos sectores con un leve crecimiento como los servicios sociales y salud, y el comercio.Las empresas muy grandes (más de 1000 asalariados) fueron las responsables del 73% de la merma, mientras que las que poseen entre 51 y 200 trabajadores perdieron el 19% del total. Un panorama laboral preocupante. La recuperación que no arranca también es recogida por analistas y organismos internacionales. En esta oportunidad, el FMI revisó a la baja la proyección de crecimiento de la economía argentina para 2017, con un nuevo pronóstico del 2,2 por ciento. Respecto de la inflación, estimó un incremento del 21,6% para este año, bastante por encima de la meta del BCRA fijada entre el 12 al 17 por ciento. No obstante, Dujovne ratificó las metas de inflación, y comentó su postura. El INCAA El proyecto de Reforma Tributaria en el que trabaja Dujovne tiene como base un documento de FIEL de agosto de 2015, denominado «El sistema tributario argentino. Análisis y evaluación de propuestas para reformarlo». Allí se sugiere eliminar varios impuestos de bajo potencial recaudatorio y que, en algunos casos, financian fondos con asignación presupuestaria específica. Incluye, entre otros: «El impuesto de 10% a las entradas de cines y videogramas grabados.» El gravamen se destina al Fondo de Fomento

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Waldo Wolff, el lobo de AMIA Y DAIA

Fuente: Jorge Elbaum | Nuestras Voces Fecha: 19 de ABRIL 2017 Las dos mayores instituciones judías argentina, AMIA y DAIA, se sumaron al dispositivo político de Cambiemos. El articulador es el diputado Waldo Wolff, lanzado a la política a caballo de la muerte del fiscal Nisman, impulsor del pago de la deuda a los fondos buitre, la compra de armas a Israel y la presión macrista sobre la justicia. Favores, negocios y presiones en alianza con Daniel Angellici, la ministra Bullrich, el intendente Macri y, un clásico PRO, negocios inmobiliarios privados con favores públicos. La AMIA y la DAIA han asumido una desembozada adscripción partidaria al gobierno de Mauricio Macri y se han transformado en el puente con el Likud, partido político del primer ministro israelí Bibi Netaniahu, que avala a los colonos fundamentalistas y sabotean cualquier iniciativa de paz con el pueblo palestino. Las articulaciones incluyen el contacto con la derecha supremacista de los Estados Unidos (cuya más reciente denominación es “alt-right”), asociados a “fondos buitres” y con las agencias de seguridad internacionales. Los negocios y acuerdos políticos con esos sectores involucran a la Argentina en conflictos geopolíticos ajenos a la realidad de paz del continente latinoamericano. Uno de los actores de ese dispositivo –en nuestro país— es el diputado nacional Waldo Wolff, quien dejó de ser vicepresidente de la DAIA para jugar un rol político a partir de la denuncia de Natalio Alberto Nisman. La muerte del fiscal fue utilizada como un elemento central para lograr la victoria de Mauricio Macri en las últimas elecciones nacionales. Los intercambios de mensajes de Nisman en las últimas 48 hs de su vida del fiscal lo muestran junto a Laura Alonso, Patricia Bullrich y Natasha Niebieskikwiat (periodista de Clarín) presionando al titular de la UIF-AMIA (Unidad de Investigación Fiscal del atentado) para que amplíe la espuria denuncia de Nisman contra la entonces Presidente Cristina Fernández de Kirchner en la Cámara Baja, hecho que para algunos psicólogos forenses supuso uno de las posibles causales del suicidio. Wolff ha sido –además— el principal impulsor para que la AMIA y la DAIA acusen a Héctor Timerman y a CFK del ridículo cargo de “traición a la patria”, por la motorización del memorándum que únicamente pretendía lograr las declaraciones testimoniales de los acusados para efectivizar por fin el juicio del atentado. Disciplinamiento judicial y alianza con los Buitre Otra de las prioritarias tareas de Wolff, dispuesta como devolución de favores al intendente de Vicente López, Jorge Macri –quien fuera su mentor y responsable de su postulación como candidato en la lista de legisladores en la última contienda electoral— ha sido la persecución judicial y política. Junto a Daniel Angelici, operador macrista en los pasillos del Poder Judicial, se dedica regularmente al acoso sistemático contra jueces independientes o contra aquellos que se sienten identificados con la visión democrática de “justicia legítima”. En connivencia con Jorge Macri y Daniel Angelici, Waldo Wolff se constituyó en el encargado de intentar un acorralamiento contra el juez Daniel Rafecas, con el objetivo de escarmentarlo por desestimar en dos oportunidades los turbados dictámenes de Nisman. Una de las iniciativas encarada por Wolff para degradar a Rafecas fue denunciarlo por “amenazas” luego de que –según Wolff— “una mujer lo insultara telefónicamente” en el marco de una comunicación que había entablado con el propio juez. Según Wolff lo amenazó la mujer de Rafecas, pero su acusación de “amenazas” fue contra el Juez y no contra su mujer. Fue desestimada rápidamente. Waldo Wolff fue, además, uno de los encargados para lograr que Nisman fuera enterrado en el cementerio de la Tablada en un lugar de privilegio. Según la tradición judía, no pueden ser inhumados en dicho perímetro aquellos cuya muerte ha sido producto de un suicidio. Los religiosos de la AMIA que administran el predio -tan socios del PRO como Wolff— olvidaron la sacralidad de los rituales y suscribieron el mote de “yo soy Nisman”: definieron la inhumación como un asesinado poniéndose por encima de la Justicia que investiga el hecho. La campaña para atacar a CFK y Timerman se prolongó con la asistencia del socio político en la DAIA de Wolff, Jorge Knoblovits, quien fue en 2015 Secretario General. Ambos pergeñaron una estentórea gira por los Estados Unidos, en el verano austral de 2015, en la que se programaron diferentes actos en templos comunitarios, asociaciones ligadas al partido republicano -como la Anti-defametion League- y contactos con los sectores más reaccionarios del arco político estadounidense. La “gira” buscó transmitir la supuesta responsabilidad del gobierno de CFK en el supuesto asesinato del fiscal. De paso, desarrollaron contactos con importantes inversores de los “fondos buitre”, para sumarlos a la campaña de Mauricio Macri a cambio del cobro de los intereses que nuestro país se negaba a abonar después del canje de deuda. Los “fondos buitre” asumieron compromisos de deslegitimación de Daniel Scioli desde los medios de comunicación de los Estados Unidos y globales, para contribuir a la victoria de Macri. Uno de los encuentros públicos más silenciados por la AMIA y la DAIA fue la conferencia conjunta brindada por Jorge Knoblovits y el cubano –nacionalizado estadounidense– Carlos Alberto Montaner, sindicado por múltiples fuentes como un conspicuo colaborador de todos los intentos golpistas existentes en América Latina en los últimos treinta años. En esa conferencia pública, la DAIA y Montaner defenestraron a los el gobierno de Maduro y al de CFK en el original espacio de un Templo confesional, el Beth Torá Benny Rock Campus, en Miami. Este fue el insólito territorio dispuesto por Wolff y Knoblovits para asociar a Nisman con el golpista venezolano Leopoldo López. Ambos –Nisman y López– fueron equiparados como dos patriotas, víctimas del populismo latinoamericano. Los acuerdos alcanzados en EEUU fueron amplificados, en nuestro país a través de una campaña contra el chavismo –que se inició luego del regreso de Knoblovits al país— implementado desde las redes sociales a través de “trolls” gestionados por la jefatura de gobierno de la Ciudad, con el solidario asesoramiento del propio Waldo Wolff quien en

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Neofascismos liberales

Fuente: Horacio González | Página 12 Fecha: 18 de ABRIL 2017 La expresión neofascismo suena rara, inconveniente, no abandona nunca sus aires nefastos pero imprecisos. Y desde luego, como es un enunciado siempre disponible, se emplea con rapidez, impulsado por sus contornos difusos. ¿Calificaríamos así al gobierno de Macri? Examinaremos la cuestión. El sufijo “neo” modifica, suaviza y da cierto misterio al concepto posterior al que se le aplica. Lo envía hacia una zona ambigua que resiste ser descripta con facilidades dogmáticas. Apenas indica que un concepto original se presentará bajo nuevos ropajes. Deberemos entonces indagar si las actuaciones en el plano del lenguaje, la economía y el control social que ejerce el macrismo, pueden rozarse en ciertos puntos específicos con algunas evidencias del fascismo, no en su sentido literal sino evocativo. Por decirlo así, bajo insinuantes evidencias apenas deslizadas. No perderemos tiempo con la expresión “fascismo” como acusación rápida. Tal como comprobamos habitualmente, sale veloz entre nosotros la expresión “fachos”. Pero trataremos con calma de ver qué raigambre puede tener ahora esa palabra en la actualidad argentina. Y en especial, en lo que hace un Gobierno que casi siempre suele ser ubicado en los cuadrantes del “neoliberalismo”. Necesariamente, para aliviar este tipo de comparaciones ultristas e insustanciales (en el pasado se llegó a hablar de “nazi-nipo-peronismo”), encerramos la palabra fascismo entre el prefijo “neo” y la expresión “liberal”, como un polvillo imprescindible en un cometa cuya cola atrae toda clase de detritus sobre los que nos debemos pronunciar. Estas mixturas o entrecruzamientos de apariencia insólita pertenecen, en cambio, a los momentos de mayor tensión histórica, como éstos. Y lo que parece contrapuesto, súbitamente, se encuentra. La expresión “neofascismo liberal” ya la ha sugerido Jorge Alemán en varios trabajos y aquí la sustraigo para comentarla, muy seguramente en el mismo sentido que él le ha dado, aunque tratando de explorar con ella ámbitos de la comunicaciones de masas, formulismos discursivos del Presidente y de sus funcionarios, y demás artilugios del Gobierno “surgido de elecciones democráticas”. Lo resumimos en la pregunta sobre qué tipo de ciudadanía están construyendo. Todas las figuras de la ley, de la lengua, del juicio o de la misma conversación de apariencia trivial, se han transfigurado con el macrismo. Es claro que la acusación de “fascismo” es proliferante, fulminante y dispendiosa. Tantas veces que hubo de necesitarla, el liberalismo golpista la dirigió como una flecha instantánea contra el peronismo. En su base había un importante equívoco, que costaba deshacer y que en gran parte ocupó la tarea de la publicística peronista… y del propio Perón. En la época del Congreso de Filosofía, fines del 40, se le ofrece a Perón invitar al filósofo alemán Carl Schmitt, recién liberado por los norteamericanos. El líder argentino algo sabía del asunto y les responde a sus colaboradores: “¿qué quieren, ya me dicen fascista, imagínense si ahora traemos a un escritor que tiene teorías consideradas nazis?”. En las intervenciones del ensayismo peronista solía remarcarse que el peronismo surgía de una sociedad industrial en construcción, con un proletariado nuevo (tesis muy matizada luego por Milcíades Peña y otros autores) que expresaba demandas democrático-sociales y de modernización con justicia distributiva. No un nacionalismo redentista basado en arcaísmos psíquicos en contrapunto con tecnologías capitalistas avanzadas. Sino, un nacionalismo democrático y popular con distintos tipos de negociación con economías después llamadas del “capitalismo más concentrado”. Los fascismos europeos surgían en cambio del mesianismo de la sangre, aliado a los cánticos triunfales del futurismo artístico ante las grandes tecnologías. La epopeya del jefe teatralizado ante las multitudes, junto a la épica de una tecnología heroica en su mismo ser veloz y destructivo, caracterizó a esos fascismos. Funestos mitos operísticos, justificaron matanzas masivas con pensamientos escatológicos amalgamados con delirios de la razón de Estado. Más allá de la filosofía mesiánica de la superioridad racial, sigue siendo útil para percibir los otros rostros de fascismo apocalíptico, como eran los de la cotidianidad fascista tratando de conquistar los últimos poros de la sociedad. Se puede hacer todo esto con la revisión de grandes films. Ejemplificamos con Amarcord (Fellini), El General Della Rovere (Rosellini) o Un día particular (Scola), entre tantos otros. Un equivalente argentino podría ser el famoso cuento de Bioy Casares y Borges “La fiesta del monstruo”, donde la violencia final antisemita suena impostada, pues lo que realmente les interesaba a los autores de ese gran libelo es acusar al peronismo de vulgaridad lingüística. El narrador desastrado que concurre a la Plaza de Mayo habla un cocoliche entre burocrático y rebuscado, idiomáticamente derrumbado. Frente a esa crítica, terminante e hiperbólica pero que no hace creíble al “fascismo” de Perón, Borges escribe en cambio el “Deutsches Réquiem”, donde la grave pintura del oficial nazi —un intelectual víctima de un destino catastrófico— intenta ser comprensiva, creíble y trágica. El verdugo nazi y la víctima judía se complementaban, y con ese mismo argumento del tiempo circular, Borges condenó luego a las juntas militares. Borges sabía perfectamente quién era Ernst Jünger, y contrario sensu, el gran filósofo Carlos Astrada, cuando actuó periféricamente en las filas del primer peronismo, llegó a criticarlo sin poner como atenuante su exquisita y siempre reconocida estética de lo aciago. Cuestionó a Jünger precisamente por su tesis de la “movilización total”. Era tocar uno de los núcleos esenciales de lo que, alberdianamente, se condenó como el crimen de la guerra en el siglo XX. Los sectores medios, como los que en Europa —Italia y Alemania—, hace más de medio siglo, se movilizaban acosados por humillantes derrotas bélicas anteriores junto a la búsqueda de culpables externos, no se dieron así entre nosotros. Aquí el reguero de violencia nacional no siguió necesariamente las formas políticas entrelazadas con una locura mesiánica que pretendía diversas fórmulas mágico-burocráticas de racionalización. Es cierto que en el bombardeo a la Plaza de Mayo se buscaron justificaciones en ideologías egregias. Para los marinos cristianos el “Cristo Vence” y para los militares laicos el fantasma redivivo de Rosas. Eran fórmulas fanáticas y sacramentadas que podrían justificar

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Micky Bullrich en Ámsterdam

Fuente: Mariano Szkolnik* | Nueva Sión 29 de MARZO 2017 Con la pretendida ingenuidad pop del personaje de Diego Capusotto, y con su notable capacidad para pronunciar exabruptos sin sopesar consecuencias, el ministro de Educación de la Nación, Esteban Bullrich, exhibió su más abyecta cara negacionista. Bullrich declaró que «[Ana Frank] tenía sueños, sabía lo que quería, escribía sobre lo que quería y esos sueños quedaron truncos, en gran parte por una dirigencia que no fue capaz de unir y llevar paz a un mundo que promovía la intolerancia». Lo hizo en el marco de la suscripción de un convenio de cooperación entre el organismo a su cargo y la Casa de Ana Frank, en Ámsterdam. No puede haber hipérboles ni rodeos para designar un genocidio, a menos que se lo pretenda minimizar, reducirlo a una escaramuza o mero exceso en el uso de la violencia. No puede hablarse de «sueños truncos» cuando de lo que se trató es del asesinato sistemático de un colectivo de personas con nombre y apellido. Son seis millones… y también son treinta mil. Silencio de la DAIA. Dirigencia Caracterizar como «dirigencia» (entiéndase «política») a un ejército invasor abocado con frenesí a la tarea de perseguir, deportar, confinar y exterminar a los judíos de los Países Bajos (y de toda Europa), denota una profunda y completa ignorancia de la historia contemporánea por parte de quien realiza tal afirmación, o en todo caso, expone una interpretación que lejos de ser inocente, resulta cómplice con aquellos que niegan el genocidio. Se desprende de los dichos de Esteban Bullrich —funcionario responsable de la política educativa en la Argentina—, que en «un mundo que promovía la intolerancia» (curioso predicado sin sujeto, acción sin actores), el «dirigente» Adolf Hitler y los nazis, —aclaremos: armados hasta las encías—, fracasaron en su objetivo de «unir y llevar la paz al mundo». Oculta así el ministro el objetivo aniquilador de la ocupación nazi; recorre el funcionario el sendero que conduce directamente al desfiladero del negacionismo, doctrina fundada en la imposibilidad de creer que acontecimientos tan aberrantes y fuera de toda proporción pudieran haber tenido lugar alguna vez. En todo caso, por ignorancia o por manifiesta convicción, la negación ministerial del Holocausto constituye un hecho repudiable. Sueños truncos Es recurrente el uso de metáforas oníricas en los discursos del presidente Macri. Se trata de un recurso de apelación emocional, que explicaría —en retrospectiva— su decisión de «meterse en la política». El recurso trasciende a Macri, y permea al funcionariado que lo secunda. Bullrich navega sobre esas aguas cuando sostiene que Ana Frank «sabía lo que quería, tenía sueños». El ministro habla como un coach motivacional o como gerente de recursos humanos (como le gusta autodefinirse), sin abundar en precisiones sobre cuales habrían sido esos «sueños» o qué era aquello que la joven Ana «quería». Las aspiraciones de la adolescente quedaron truncas… ¿Por qué?: por obra de la fatalidad, por un desencuentro histórico, por la «irresponsabilidad» de una «dirigencia»… o por la falta de diálogo, significante vacuo con el que el aparato propagandístico del gobierno machaca para distinguir el espíritu que guía las acciones de la actual gestión, vis a vis el «ánimo confrontativo» del gobierno anterior. Ana Frank y el nazismo no fueron «dos campanas» equivalentes y con derecho a ser igualmente escuchadas. La primera fue una niña perseguida por su condición de judía, residente en Holanda tras la huida de su familia de Alemania, escondida en una covacha hacinada durante dos años, hasta su captura, confinamiento y muerte en Bergen-Belsen. Lo segundo, fue el emergente de un proceso social genocida, encarnado en un Estado Total que con toda la violencia que permite la técnica moderna, barrió con la vida de millones de personas, incluida la de Ana Frank. ¿De qué unidad habla Bullrich? ¿A qué paz hace alusión? ¿Qué de común tenían esa niña judía y la más siniestra máquina genocida de la historia europea, como para calificar su «desencuentro» de «fracaso»? ¿Alucina el ministro con un hipotético «diálogo que superase las diferencias» entre las potencias del Eje y sus millones de víctimas? El ejercicio permanente de la memoria se torna indispensable como antídoto contra estas interpretaciones tergiversadas de los hechos históricos. También permite ir más allá, para establecer vasos comunicantes entre acontecimientos en apariencia inconexos: es posible hallar lazos de parentesco entre el genocidio judío perpetrado por el nazismo, y el genocidio argentino cometido por las Fueras Armadas durante la segunda mitad de los años setenta. Negar aquí, negar allá No puede haber hipérboles ni rodeos para designar un genocidio, a menos que se lo pretenda minimizar, reducirlo a una escaramuza o mero exceso en el uso de la violencia. No puede hablarse de «sueños truncos» cuando de lo que se trató es del asesinato sistemático de un colectivo de personas con nombre y apellido. Son seis millones… y también son treinta mil. Desde la asunción del actual gobierno, una serie de declaraciones de funcionarios, incluido el Presidente (quien recuperó para el discurso oficial el infausto concepto «Guerra Sucia»), han venido banalizando los hechos y regateando públicamente el número de víctimas del genocidio, como si al rebajar su cuantía quedaran exculpados sus perpetradores. El Negacionismo de Estado es, sin más, la continuidad y proyección del Terror de Estado hacia el presente. El silencio militante La creación de un clima mediático-estatal en el que es posible cuestionar la verdad histórica y jurídica, habilita la visibilización de sujetos y la emergencia de discursos que antes se encontraban —al menos— contenidos. La Caja de Pandora de la derecha ha sido entreabierta: nazis vernáculos que son invitados por el «incauto» Pedro Robledo a la Casa Rosada; Macri, Lopérfido, Gómez Centurión y hasta el mismo Secretario de Derechos Humanos de la Nación, poniendo en tela de juicio la cifra de desaparecidos; shows televisivos en donde «todólogos» con nulas credenciales, discuten acaloradamente «las dos versiones» de lo acontecido en los años setenta; docentes que proyectan a sus alumnos y alumnas material audiovisual el cual no sólo se

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Unidos contra los musulmanes

Fuente: Meron Rapoport* | Rebelión Fecha: 18 de ABRIL 2017 El ataque del 7 de abril en Estocolmo, en el que murieron cuatro personas y que la policía sueca describió como un acto de terrorismo perpetrado por un simpatizante del grupo del Estado Islámico (EI), no contó con mucha cobertura en la prensa israelí porque Suecia no es un lugar que los israelíes visiten a menudo. O tal vez porque la prensa israelí se ha acostumbrado a este tipo de ataques, pero los comentarios que aparecen en las páginas de noticias más importantes apenas mostraban compasión por las víctimas. “Si Suecia no se dedicara tanto a la ocupación, estos ataques desaparecerían”, fue la reacción típica, en mofa de la supuestamente falsa conexión –a los ojos de la mayoría de los israelíes- entre la ocupación de Israel y los ataques en su contra. A medida que agresiones como la de Estocolmo se hacen más frecuentes –desde Charlie Hebdo a Bataclan, Niza, Berlín y Londres-, la mayoría de los israelíes están cada vez más convencidos de que Europa está aprendiendo ya y de forma dura lo que nosotros, los israelíes, llevamos supuestamente sabiendo hace muchos años: que la guerra contra el Islam y el islamismo es inevitable y que Israel es el puesto de avanzada en el choque eterno entre civilizaciones. Un buen ejemplo de este tipo de enfoques lo tenemos en las manifestaciones del popular comentarista de televisión Zvi Yehezkely, experto en “cuestiones árabes” del Canal 10 de Israel. En su serie en cuatro capítulos, “Alá Islam”, Yehezkely retrataba una Europa bajo la amenaza de una minoría musulmana siempre creciente y deliberadamente segregada, empeñada en cambiar su carácter liberal y cristiano y crear un Estado de la Sharia. Los sangrientos ataques de París y otros lugares, que se produjeron sólo después, se consideraron como una confirmación de la predicción de Yehezkely, convirtiéndole en un profeta local. “El peligro musulmán” Esta actitud se deriva, desde luego, del creciente discurso antiárabe y antimusulmán en Israel de los últimos años. Pero hay también otro aspecto: si Europa viera la importancia del “peligro musulmán”, prosigue esta línea de pensamiento, entonces también comprendería —y agradecería— el fundamental papel de Israel en la guerra contra el “Islam radical”. Gracias a este enemigo común, Israel podría verse aliviado de su aislamiento. Esto puede explicar por qué la prensa israelí sigue muy de cerca cada incidente que pueda corroborar ese “peligro musulmán”. En consecuencia, también sigue cada logro de los dirigentes y partidos de extrema derecha que basan su retórica en la propaganda antiinmigratoria y antiislámica en Europa y otros lugares. El brexit fue favorablemente valorado en Israel a causa de su mensaje antiinmigración. La victoria de Donald Trump, con su prometida prohibición de la inmigración musulmana y su énfasis en el “terror islámico” fue aclamada en términos casi mesiánicos. También se dio especial cobertura a las recientes elecciones holandesas, en las que se había predicho que Geert Wielders y su Partido de la Libertad serían los ganadores, tras prometer el cierre de las mezquitas y prohibir la enseñanza del Corán. Su fracaso constituyó una decepción para muchos en Israel. Especial atención a Francia En ese marco, Francia ocupa un lugar especial en la política y la opinión pública israelíes. Su comunidad judía, con alrededor de 500.000 miembros, es la mayor de Europa Occidental y muchos de ellos, especialmente los que emigraron a Francia desde el Norte de África, tienen lazos familiares en Israel y visitan regularmente el país. Es más ortodoxa que otras comunidades judías en Europa Occidental y tiende a adoptar posiciones más derechistas, al menos en lo que se refiere al conflicto palestino-israelí. Francia tiene también la mayor comunidad musulmana de Europa Occidental y las relaciones entre estas dos comunidades se han ido deteriorando en los últimos años. En la prensa israelí se ha informado ampliamente sobre incidentes de acoso a judíos por parte de jóvenes musulmanes y, en un reciente artículo publicado en una página web israelí, se retrataba a Francia como el “país más antisemita de Europa”. Los sangrientos ataques contra un centro judío en Toulouse en 2012 y contra el supermercado judío en París en 2015, fueron considerados como una amenaza inmediata a la presencia judía en Francia. Las informaciones acerca de una marea de judíos franceses que quieren inmigrar a Israel han llenado los medios israelíes. La inmigración a Israel alcanzó la cifra de alrededor de 8.000 judíos en 2015. En 2016, cayó a 5.000 y, en los primeros meses de 2017 ha bajado aún más (tercer lugar tras Rusia y Ucrania), pero la impresión general en Israel es que Francia es un lugar peligroso para los judíos, cuando no un verdadero campo de batalla entre judíos y musulmanes. La batalla compartida Contra este telón de fondo, en Israel se percibe la batalla política contra la supuesta “islamización” de Francia casi como una batalla compartida. Las restricciones a vestir el hiyab en los espacios públicos, por ejemplo, fue recibida calurosamente en Israel. Aunque Israel está muy lejos de ser un Estado laico con valores laicos, la mayoría de los israelíes apoyan vehementemente que se salvaguarden esos mismos valores en Francia o en Europa en general, porque consideran que son herramientas para detener la “invasión musulmana” de Europa, un término ampliamente utilizado por la prensa de Israel. A este respecto, las ideas promovidas por Marine Le Pen y su Frente Nacional reciben una favorable acogida. Esto también se aplica a su dura oposición a la Unión Europea. La UE es considerada negativamente en Israel no sólo debido a sus posiciones en el conflicto palestino-israelí, si se comparan con las posiciones proisraelíes de Washington, sino también porque la misma idea de una unión trasnacional, donde se supone que el nacionalismo va a jugar un papel menor, va en contra de la actitud sumamente nacionalista en Israel. Un colapso de la UE haría felices a muchos israelíes. Pero a pesar de todos estos rasgos comunes, Israel se ha refrenado hasta ahora de alinearse con

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¿Cui bono?

Fuente: Uri Avneri | Gush Shalom Fecha: 15 de ABRIL 2017 Cui Bono —«quién se beneficia»— es la primera pregunta que un detective experimentado hace al investigar un crimen. Desde que fui detective durante un corto tiempo en mi juventud, sé el significado. A menudo, la primera y obvia sospecha es falsa. Te preguntas «¿cui bono?», y otro sospechoso, en quien no pensaste, aparece. Desde hace dos semanas la pregunta me da vueltas por la cabeza. No me abandona. En Siria, se ha cometido un terrible crimen de guerra. La población civil en un pueblo rebelde llamado Idlib fue golpeado con gas venenoso. Decenas de civiles, entre ellos niños, tuvieron una muerte miserable. ¿Quién podría hacer semejante cosa? La respuesta era obvia: Bashar al-Assad, ese terrible dictador. ¿Quién sino él? Y así, en minutos (literalmente) el New York Times y un buen número de excelentes periódicos de todo Occidente proclamaron sin titubear: ¡Assad lo hizo! No se necesitan pruebas. Ninguna investigación. Es evidente. Assad, desde ya. En cuestión de minutos, todo el mundo lo supo. Una tormenta de indignación atravesó el mundo occidental. ¡Debe ser castigado! El pobre Donald Trump, que ni idea tiene, sucumbió a las presiones y ordenó de inmediato un ataque de misiles sin sentido a un aeródromo sirio, después de haber predicado durante años que los Estados Unidos no debían bajo ninguna circunstancia involucrarse en Siria. De repente, se desdijo. Sólo para darle una lección a ese bastardo. Y para mostrarle al mundo lo que él-él-él hombre, él, Trump realmente es. La operación fue un éxito inmenso. Durante la noche, el Trump despreciado se convirtió en un héroe nacional. Incluso los liberales lo reverenciaron. Pero después de todo, la pregunta siguió sacudiendo mi cabeza. ¿Por qué lo hizo Assad? ¿Qué tenía para ganar? La respuesta es simple: nada. Absolutamente nada. (En árabe «Assad» significa «león», y a pesar de lo que los expertos y estados de occidente creen, el énfasis está en la primera sílaba Con la ayuda de Rusia, Irán y Hezbolá, Assad está ganando, lentamente, la guerra civil que viene golpeando a Siria desde hace años. Domina casi todas las ciudades importantes que constituyen el corazón de Siria. Tiene suficientes armas para matar a tantos enemigos civiles como su corazón desee. Entonces, ¿Por Dios, por qué habría de usar gas para matar algunas decenas más de enemigos? ¿Por qué despertar la ira de todo el mundo, invitando a una intervención norteamericana? No hay manera de llegar a otra conclusión: Assad no obtuvo ningún beneficio del detestable operativo. En la lista de «beneficiarios», está en el último puesto. Assad es un dictador cínico, incluso cruel, pero está muy lejos de ser un tonto. Fue adiestrado por su padre Hafez al-Assad quien fuera su antecesor y también dictador durante mucho más tiempo que el mismo Bashar. Aún si pensásemos que fuera tonto, tiene como asesores a algunas de las personas más hábiles del planeta: el ruso Vladimir Putin, Hassan Rouhani de Irán y Hassan Nasrallah de Hezbolá. Entonces ¿quién tenía algo para ganar? Bueno, por lo menos una media docena de sectas y milicias sirias que luchan contra Assad y se enfrentan en la loca guerra civil. También sus aliados árabes suníes, los saudíes y otros jeques del Golfo. E Israel, sin dudas. Todos ellos tienen interés en incitar al mundo civilizado contra al dictador sirio. Simple lógica. Una acción militar debe tener un objetivo político. Como lo aseguró el famoso Carl von Clausewitz hace 200 años: la guerra es la continuación de la política por otros medios. Los dos principales contendientes en la guerra civil siria son el régimen de Assad y Daesh (ISIS o Estado islámico). Y entonces ¿cuál es el objetivo de los EE.UU.? Suena como una broma: Estados Unidos quiere destruir ambos lados. Otra broma: primero quiere destruir a Daesh, por lo tanto bombardea a Assad. La destrucción de Daesh es sumamente deseable. Existen en el mundo pocos grupos tan detestables. Pero Daesh es una idea, más que una simple organización. La destrucción del Estado Islámico dispersaría a miles de devotos asesinos por todo el mundo. (Curiosamente, los asesinos originales, hace unos 900 años, eran fanáticos musulmanes muy similares a los de Daesh ahora.) Los socios de Estados Unidos en Siria hoy inspiran lástima y están casi vencidos. No tienen la más mínima posibilidad de éxito. Hacer daño a Assad ahora significa prolongar una guerra civil que ahora tiene menos sentido que antes. Para mí, como periodista profesional de larga experiencia, el aspecto más deprimente de todo este asunto es la influencia de los medios de comunicación estadounidenses y occidentales en general. Leo regularmente el New York Times y lo admiro. Sin embargo, destrozó todos sus estándares profesionales publicando una verdad revelada, sin verificación alguna. Después de todo, tal vez Assad sea culpable. Pero, ¿y la evidencia? ¿Quién investigó y cuáles fueron los resultados? Peor aún, la «noticia» inmediatamente se convirtió en una verdad mundial. Millones la repiten sin reflexionar, como que el sol sale por el este y se pone por el oeste. Es muy deprimente que nadie pregunte, que nadie pida una prueba. Pero volvamos al dictador. ¿Por qué Siria necesita un dictador? ¿Por qué no es una bella democracia al estilo estadounidense? ¿Por qué no acepta con gratitud el «cambio de régimen» diseñado por Estados Unidos? La dictadura siria no es un fenómeno accidental. Tiene raíces muy concretas. Siria fue creada por Francia después de la Primera Guerra Mundial. Más tarde una parte de se separó y se convirtió en el Líbano. Ambas son creaciones artificiales. Dudo que aún existan auténticos «sirios» y verdaderos «libaneses». El Líbano es un país montañoso, ideal para pequeñas sectas que necesitan defenderse. A través de los siglos, muchas pequeñas sectas encontraron refugio allí. Como resultado, el Líbano está lleno de sectas que desconfían entre sí: musulmanes sunitas, musulmanes chiítas, cristianos maronitas, muchas otras sectas cristianas, drusos y kurdos. Siria es casi lo mismo, con la mayoría de las mismas sectas, sumado a

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