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Cuando las razas inferiores dicen basta, es violencia

Fuente: Jorge Majfud | Blog de Jorge Majfud Fecha: 1° de junio de 2020 El 30 de mayo de 1921 un lustrabotas huérfano de 19 años se dirigía al baño para negros en un edificio de Tulsa, Oklahoma, y, al tropezar, tocó el brazo de una joven blanca. Alguien vio el incidente y lo denunció como intento de violación (con frecuencia, la imaginación pornográfica se asienta en la violencia del poder inverso). Aunque la joven Sarah dijo que había sido un accidente, los llamados a “linchar al negro” provocaron una serie de ataques de hordas blancas y reacciones de vecinos negros. Como reacción a la reacción, en pocos días aviones privados bombardearon uno de los barrios negros más prósperos del país, dejando casi cien muertos y a miles sin sus casas. Los grandes traumas de una sociedad se disparan siempre con pequeñas cosas. El 25 de mayo pasado, la sospecha de que un billete de veinte dólares fuese falso terminó en una denuncia de un cajero de Minnesota y en la muerte del sospechoso como consecuencia de una brutalidad policial innecesaria y significativa. No fue un caso excepcional; como en Brasil, otro país con un trauma histórico similar, cada año en Estados Unidos miles personas mueren por violencia policial y la mayoría de las víctimas repiten un patrón similar: negros, mestizos y pobres. Días atrás, Georgia se había conmovido por el asesinato de Ahmaud Arbery, un joven negro que había estado haciendo jogging antes que Gregory McMichael, un expolicía retirado y su hijo Travis lo asesinaran por sospechoso. Esta vez, el crimen fue filmado por alguien llamado William Bryan, quien mantenía contacto con la “seguridad” de los McMichael —no está de más recordar que los irlandeses, antes de convertirse en blancos durante el siglo XX, eran considerados tan indeseables como los negros. Pocos años atrás, para protestar contra el racismo, el futbolista Colin Kaepernick comenzó a arrodillarse al sonar el himno nacional antes de cada partido (entre otras razones, la letra del himno amenaza a los esclavos con la tumba). Las voces de escándalo resonaron desde la Casa Blanca hasta la granja más humilde. No pocos, incluidos el presidente Trump, propusieron que todos aquellos que siguieran su ejemplo “antiamericano” deberían perder sus trabajos. Obviamente, el valiente futbolista no estaba violando ninguna ley y mucho menos la constitución; sí aquellos que amenazaron su libertad de expresión. La idea de Theodore Roosevelt de que “los negros son una raza perfectamente estúpida” no ha cedido; sólo la forma de no decirlo. Colin Kaepernick protestaba por la violencia policial. Se había quedado corto, como todos aquellos que no tienen ojos para la violencia internacional, históricamente cargada de racismo, a la cual Washington ha sido adicto por muchas generaciones en nombre de la libertad —de la libertad de imponer su criterio y sus intereses a cualquier precio. “Todos queríamos matar negros; es como un juego adictivo; matamos a miles y todos estaban como locos; cuando la matanza terminó, no se vio muy bien, pero así es la guerra”, escribió un voluntario de la Company H del Primer regimiento del estado de Washington en Filipinas. Por no seguir con las dictaduras tropicales, o el bombardeo indiscriminado del 80 por ciento de Corea, o el fusilamiento de refugiados, o las masacres en Vietnam (donde millones fueron exterminados bajo las bombas o con químicos defoliantes), o las tortura y los bombardeos sobre niños y población inocente fueron rutinarias en Irak, Afganistán y Guantánamo, sin ninguna consecuencia legal. Para no volver sobre América Latina, donde desde principios del siglo XX se impusieron sangrientas dictaduras para “enseñarles a los negros a gobernarse a sí mismos” antes que surgiera la maravillosa excusa de la lucha contra el comunismo unas generaciones después y los supuestos patriotas latinoamericanos comenzaran a repetirlo hasta nuestros días a flata de mejores excusas. Cuando despreciar a las razas colonizadas se convirtió en algo incorrecto, se continuó demonizando naciones y “culturas enfermas” para continuar el mismo ejercicio de la arrogancia. Como en muchos otros casos que no alcanzaron los titulares de la prensa porque no alcanzaron a ser filmados, el cajero de Minnesota llamó a la policía y la policía reaccionó con el reflejo racista que está enquistado en una parte de una sociedad (especialmente aquella que, como lo explicamos antes, gracias al sistema electoral y representativo heredado de la esclavitud, tiene un poder político desproporcionado). Poco después, tres policías blancos tenían sus rodillas sobre el cuerpo de George Floyd, quien, al igual que otra víctima conocida, Eric Garner, repitió varias veces “no puedo respirar”. Uno de ellos, el oficial Derek Chauvin, que con su rodilla sorda llevó a Floyd a la muerte, al igual que su víctima había trabajado como guardia de seguridad en el mismo bar, El Nuevo Rodeo. A partir de ahí, se desató la violencia por la cual cuarenta ciudades del país fueron puestas bajo toque de queda. Las manifestaciones pacíficas se tornaron violentas poco después. La alcaldesa de Atlanta, Keisha Bottoms, una mujer negra, una representante doble de las minorías en este país, realizó un discurso apasionado frente a las cámaras de televisión acusando a los vándalos que han incendiado algunos edificios de enemigos de las legítimas protestas. Cualquiera en su más sano juicio debería apoyar su posición. Sin embargo, también es necesario preguntarse, ¿hasta cuándo los abusados por la violencia racial deben ser moderados cuando los abusadores no lo son y se perpetúan generación tras generación? El gran James Baldwin, en ocasión de una rebelión similar en 1968, habían dicho: “las únicas veces en que la no violencia ha sido admirada ha sido cuando es practicada por los negros”. Obviamente, ni Baldwin ni Malcolm X se convirtieron en santos nacionales. Sí, la violencia es siempre condenable. Todos estamos en contra de la violencia y algunos la consideramos la peor estrategia para cambiar la sociedad y la mejor excusa de la represión y la reacción para dejar las cosas como están. Como siempre, las protestas han sido calificadas como “incitación extranjera”. A este punto, es difícil determinar

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¿Víctima de un golpe de izquierda? ¿Por qué la teoría de la conspiración de Netanyahu es asquerosa y absurda?

Foto: el primer ministro israelí Benjamin Netanyahu, derecha, y el ex primer ministro, Ehud Olmert, izquierda, asistieron al funeral del diputado del Likud Zeev Boim, en Binyamina, Israel, el lunes 21 de marzo de 2011. (AP Photo / Moti Milrod, Pool) Fuente: David Horowitz | The times of israel Fecha: 25 de mayo de 2020 Habiéndose perfeccionado durante más de dos años en los ataques contra los pilares de la democracia de Israel, el ataque incendiario del primer ministro Benjamin Netanyahu contra sus acusadores poco antes del comienzo de su juicio por corrupción el domingo, fue una afirmación de inocencia y victimización brillantemente calculada. Su tesis central es que un primer ministro fuerte, proanexionista y de derecha enfrenta un intento ilícito, perpetrado por una vasta alianza izquierdista de políticos, medios de comunicación, policías y fiscales estatales, para expulsarlo debido a su ideología y políticas, También es demostrablemente ridículo. Se basa en que su audiencia se deje llevar por la retórica del primer ministro: su mezcla calibrada de agravio y determinación, y su cita de numerosos defectos, fracasos, encubrimientos y conspiraciones aparentes en la organización de lo «absurdo» y lo «fabricado» de los cargos contra él, reforzados el domingo por la presencia de todos esos ministros mudos del Likud que se identifican públicamente con su causa, como para hacer olvidar el agujero lógico en el centro de los eventos. Se basa, aparentemente con un efecto considerable, en recuerdos cortos. Porque quizá su destino sea el mismo del predecesor inmediato de Netanyahu, Ehud Olmert, el ex alcalde del Likud de Jerusalén, diputado del Likud y ministro, y luego primer ministro, juzgado y condenado por delitos de corrupción, lo que expone el vacío en el corazón de la acusación inflamatoria de Netanyahu: de que una alianza izquierdista está comprometida en un intento de golpe político. Inicialmente, Olmert tuvo una carrera de singular éxito político. Ganó la elección de la Knéset a la tierna edad de 28 años; subió al cargo ministerial; abandonó el parlamento después de la derrota de Likud en 1992 contra Yitzhak Rabin de los laboristas para desafiar con éxito al legendario alcalde de Jerusalén, Teddy Kollek, convirtiéndose en el primer político del Likud en dirigir la capital; y luego regresó a la Knéset una década más tarde, donde continuó su ascenso hasta ser primer ministro en funciones. Fue hasta ahora un feroz oponente de la renuncia al territorio capturado en la guerra de 1967 (incluso se había opuesto al histórico tratado de paz de Israel con Egipto), Olmert reflejó el cambio político radical de Sharón en la vejez, respaldando la retirada unilateral del primer ministro en 2005 de la Franja de Gaza y siguiendo a su líder cuando Sharón abandonó a Likud para fundar el partido Kadima. Cuando Sharón cayó enfermo en enero de 2006, Olmert se hizo cargo como primer ministro electo de Israel después del éxito suyo y de Kadima en las elecciones de 2006. El alcalde que en su momento se había opuesto amargamente a cualquier división de Jerusalén, se transformó en una paloma política del primer ministro, apoyando firmemente el Estado palestino, y de hecho, ofreciendo más a los palestinos que cualquier primer ministro israelí antes o desde entonces.  En las negociaciones de 2008 con el presidente de la Autoridad Palestina, Mahmoud Abbas, Olmert ofreció renunciar a casi toda Cisjordania con intercambios de tierras uno por uno, otorgar a los palestinos un territorio soberano en Jerusalén como capital y ceder la soberanía israelí en la Cuenca Santa de la ciudad, con un fideicomiso internacional para asumir la responsabilidad de la Ciudad Vieja y sus lugares sagrados, incluido el Monte del Templo y el Muro de los Lamentos. De acuerdo con la tesis que Netanyahu presentó el domingo, y que ha presentado de una forma u otra ya durante más de dos años de tratar de desacreditar y asfixiar a los que ahora lo investigan, acusan y procesan, este Olmert, ex primer ministro, sobrio, “izquierdista”, apaciguador árabe, que renuncia a la tierra sería el hombre que las élites izquierdistas querrían asegurar que tomara las decisiones más fatídicas para Israel. De hecho, sin embargo, precisamente cuando Olmert estaba presentando su oferta de estatidad sin precedentes a Abbas, fue derribado, obligado a abandonar el cargo con investigaciones criminales sobre su conducta a medida que el alcalde se aceleraba. Instado por aliados y rivales por igual, incluido Netanyahu, a renunciar a la presidencia y centrarse en su defensa legal. Olmert acordó en principio en julio de 2008 hacerlo: pronunció un discurso prometiendo seguir intentando durante sus últimos meses en el cargo «a llevar las negociaciones entre nosotros y nuestros vecinos a una conclusión exitosa «incluso cuando él estaba, dijo, siendo sometido a ataques incesantes por parte de los autodenominados “soldados de la justicia”, que trataron de expulsarme de mi cargo. Olmert, que ya era un primer ministro cojo, fracasó en sus intentos desesperados por finalizar los términos con Abbas, y se evitó un posible acuerdo sobre la condición de Estado palestino, en términos muy poco probables de ser ofrecido nuevamente en el futuro previsible. Netanyahu asumió el cargo de primer ministro en marzo de 2009, después de ganar las elecciones que se celebraron antes de lo previsto debido a la renuncia de Olmert, y desde entonces ha conservado el poder. Olmert fue acusado en agosto y fue a la cárcel casi nueve años después, al final de una prolongada lucha legal que lo vio inicialmente exonerado de algunos de los cargos en su contra, pero luego condenado en apelación. Los cuatro hechos clave que Netanyahu cita como el uso de medios sucios para expulsarlo a él por razones ideológicas, jugaron un papel clave en la caída de Olmert: algunos de los aliados modestos de Olmert habían ejercido presión para que renunciara, había sufrido una gran cobertura hostil de los medios, la policía estaba evidentemente decidida a atrapar a su hombre, y los fiscales estatales lo persiguieron obstinadamente a pesar de algunos fallos iniciales en su contra que luego cayeron. Luego, los jueces de Israel, en cuya imparcialidad Netanyahu omitió visiblemente expresar su fe el domingo, finalmente enviaron a Olmert

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Un aporte a la sostenibilidad

Fuente: Carlos Heller | Página/12 Fecha: 24 de mayo de 2020 El país está en una situación económica insostenible. Pero lo estaba ya antes de la pandemia. Las consecuencias de las políticas aplicadas por Mauricio Macri se precipitaron con la crisis sanitaria producida por el coronavirus. En la actualidad, el Estado asiste en nueve de cada diez hogares a por lo menos uno de sus integrantes: asume una tarea enorme tratando de que los padecimientos de los argentinos y las argentinas sean los menores posibles. Es un Estado que recibe menos ingresos y está muy endeudado. En este contexto de alta complejidad, operan los grandes conglomerados económicos que, por un lado, intentan forzar una devaluación y, por otro, desconocen reglas básicas que deberían seguir como contraprestación a las medidas de auxilio que el Estado implementa. Por ejemplo, le piden al gobierno que les pague una parte de los sueldos de sus trabajadores pero, al mismo tiempo, reparten dividendos entre sus accionistas u operan en el contado con liquidación, una maniobra por la que compran bonos en pesos y luego los transfieren a una cuenta en el exterior donde los cambian por dólares. Cuando se implementó el Programa de Asistencia de Emergencia al Trabajo y la Producción (ATP) originariamente era sólo para PyMEs. Luego, la Unión Industrial Argentina pidió que la medida se extendiera a todas las empresas, argumentando que las grandes también estaban en crisis o se encontraban cerradas y no podían producir. El gobierno aceptó el pedido en un contexto en el que, al mismo tiempo, libraba una batalla contra sectores que intentan llevar al país hacia una devaluación. Pero les dice: para acceder a los ATP, la empresa beneficiada no puede repartir utilidades, no puede transferir dinero al exterior y no puede operar en el contado con liquidación. Si está haciendo algunas de estas cosas, es una demostración de que no necesita ningún subsidio del Estado para pagar los sueldos. Ese dinero subsidiado, equivalente a dos salarios mínimos, les libera recursos que emplean para la especulación. Pero luego, cuando el gobierno interviene para poner un límite a esa situación, se escandalizan porque —sostienen— interfiere en la vida autónoma de las empresas y restringe su libertad. Algo parecido sucede con el sector agropecuario. Se supone que este año hay cosecha y rendimiento record, sin embargo hay caída de las exportaciones y las divisas no aparecen. ¿Qué es lo que sucede? Es simple: como el tipo de cambio está supuestamente atrasado retienen el producto, pero como tienen necesidades financieras piden asistencia y demandan créditos subsidiados. Ante esa situación, el gobierno establece que, para poder acceder a créditos con tasas subsidiadas, las empresas tienen que tener un stock de no más del cinco por ciento de lo que cosecharon. Entonces, aparecen la Sociedad Rural y Confederaciones Rurales Argentinas, tradicionales representantes de los grandes grupos agroexportadores, hablando de medida “contraproducente” y “arbitraria y discriminatoria”. Según esa perspectiva, el Estado debería ayudarlos aunque eso fuera en contra de los intereses de la Nación. Pero hay cosas más sutiles, por ejemplo el Gobierno decide prorrogar por dos meses la prohibición de despedir y, entonces, aparece un alto directivo de la UIA y afirma que “prohibir suspensiones y despidos no es el camino” y que “la Argentina tiene que tener un seguro de desempleo”. Es decir, transferirle al Estado la carga de un sueldo de subsistencia para los trabajadores y las trabajadoras que sean despedidos o suspendidos. Ahí es necesario preguntarse: ¿cuánto ganaron esas empresas en todo este tiempo? ¿No será un momento para que ganen un poco menos? ¿No será el momento de que pongan un poquito de lo que ganaron? Mientras tanto, en Bruselas, la Comisión Europea ha dicho esta semana que “ahora hay que mantener los estímulos para reducir la crisis económica y después vendrán los ajustes”. Es decir: ahora afrontamos la situación con una expansión del gasto y de la presencia del Estado pero, cuando esto pase, volveremos a la práctica de los ajustes estructurales. Esto significa que después de la pandemia no necesariamente viene un mundo más justo y más solidario. Seguramente se avecina una feroz pelea por establecer quién paga el costo que produce este proceso de caída de la actividad y de aumento generalizado del gasto para atender las consecuencias de la crisis. ¿Quién se va a hacer cargo de esta situación? En este escenario se inscribe el proyecto de ley para gravar las grandes fortunas. En el principio de esta nota decíamos: el país está en una situación económicamente insostenible. Cuando el gobierno comenzó su gestión se proyectaba un déficit fiscal primario de un poco más del uno por ciento. Hoy se estima que podría llegar a un seis por ciento. Por lo tanto, la necesidad de un aporte como el que estamos planteando por parte de las 12.000 personas más ricas de la Argentina parece indiscutible. Ese tributo deberá contribuir a generar una masa de ingresos fiscales que achique el déficit que genera el gasto necesario para enfrentar la crisis sanitaria y sus consecuencias sociales y económicas. Porque, a través de este aporte, el Estado va a percibir una suma de alrededor de 250 o 300 mil millones de pesos, una cifra cercana a la ampliación que se realizó del presupuesto nacional para atender las erogaciones extraordinarias que demanda el escenario de la pandemia. En simultáneo, el país avanza en el proceso de negociación de la deuda. Por un lado, el gobierno extendió los plazos hasta el próximo 2 de junio. Por el otro, el Presidente volvió a fijar los límites de la posición argentina cuando declaró: “no vamos a asumir ningún compromiso con nuestra deuda que postergue lo que todos los argentinos están esperando, que es salir, producir y hacer crecer la Argentina”. Luego agregó: “no está en discusión las bondades del capitalismo”, sino “la degeneración” de ese sistema económico, que “un día prestó más atención a las ganancias financieras que a la producción” y “empezó a desequilibrarse”. Finalmente hizo un llamado a “construir otra sociedad” y

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Un virus revolucionario

Fuente: Mario Casas | El cohete a la luna Fecha: 24 de mayo de 2020 Cambios La pandemia desencadenó una dinámica de cambios que lleva implícita una agudización de la lucha de clases, cuyo desenlace dependerá fundamentalmente de la situación en la que cada país se encontraba al ser afectado por el virus y lo que se hizo después, dos aspectos correlativos. En aquellos países en los que gobierna la derecha se agravó  la vulnerabilidad de quienes ya eran vulnerables, en los que el Estado está bajo la conducción de gobiernos populares se ha buscado proteger a todes, pero particularmente a les más vulnerables. En cualquier caso, la lucha es por el control del proceso pospandémico y su dirección. Es probable que los cambios que está impulsando Covid-19 sean de carácter económico, político y cultural; entonces es razonable considerar alguna semejanza entre el momento actual y el generado por ciertos procesos revolucionarios: si la revolución era progresista, con raíces populares, y triunfaba, entonces tendían a mejorar las condiciones de vida de las masas. De lo contrario, empeoraban. La diferencia está en que, en general, una revolución implicaba una iniciativa planificada —en alguna medida— por seres humanos. La pandemia, en cambio, no fue planificada, tomó por sorpresa al planeta entero, en particular a algunas dirigencias políticas, y sembró perplejidad e incertidumbre con las que habremos de convivir durante algún tiempo. En el momento de sufrir los primeros ataques del virus, la Argentina se encontró en una situación singular: un gobierno popular acababa de asumir el control de un Estado nacional que había sido colonizado y adaptado a los intereses del gobierno oligárquico saliente. El gobierno tuvo aciertos tan determinantes como las limitaciones que debió enfrentar; los logros alcanzados se agigantan cuando se comparan con lo sucedido en otros países: si las muertes no se cuentan por miles, si no hay colas de hambre, desempleo masivo o desabastecimiento y saqueos, si está controlada la inflación, es porque hubo una decisión política. No exagero si afirmo que la madre de todos los aciertos fue poner las distintas instancias estatales —que iban a convertirse en protagonistas principales— bajo la conducción centralizada en un Presidente cuyas decisiones persiguieron el objetivo innegociable de proteger al conjunto social. Lo que no significa desconocer ciertas impericias de consecuencias contradictorias con los fines perseguidos por las políticas implementadas. Una de las limitaciones más importantes —no sólo del gobierno, sino del país— consiste en que el bloque de poder que sostuvo al gobierno macrista está intacto, sus integrantes se han enriquecido durante años a expensas de toda la sociedad con maniobras como las que ha dado a conocer en estos días el Banco Central, pero además son descendientes históricos de un poder que tiene la capacidad de difundir su catadura moral a otros segmentos sociales, en muchos casos víctimas, no beneficiarios de la situación. En otras palabras, Clarín, Techint, las energéticas, etc., pretenden que los mecanismos de explotación y apropiación que practican no sólo son técnicamente inevitables sino moralmente buenos. Por si fuera poco, este conjunto de fenómenos pasa desapercibido para amplios sectores de la población Política, economía y cultura Es posible que las características y el modus operandi propios del poderoso bloque dominante hayan estado entre los factores que indujeron la decisión que anunció Cristina hace un año, cuando propuso a Alberto Fernández como candidato a Presidente. Ella entendió que había que vencer en la instancia electoral, pero también que el ajedrez electoral no resuelve nada: era necesario encarar una construcción política que permitiera sobrevivir al triunfo, para después avanzar en transformaciones progresivas. Hoy la nación está ocupada económica y culturalmente, pero no políticamente. Por eso es necesario explicitar las bases del programa de emancipación: cuando los sectores populares cuentan con un proyecto inteligible y una conducción que los unifique, la explotación acentúa la conciencia política; cuando carecen de estos elementos, la explotación vacía la conciencia política. Es imprescindible que tal programa, dirigido a salir del modelo neocolonial caracterizado por la valorización financiera en lo económico, la presencia oligárquica en lo político, la colonización en lo cultural, la jerarquización aristocrática en lo social y un irreductible antilatinoamericanismo en lo atinente a las relaciones exteriores, incluya también la dimensión de una ética colectiva. No está de más recordar lo que ya parece ser una especie de ley de la Historia, que podría enunciarse más o menos así: “En los países dependientes las difíciles transformaciones que conducen a la liberación nacional y social no se sostienen en el tiempo”. Es lo que muestran las experiencias en la región a lo largo de 200 años. El desafío de quebrar esta ley obliga a incorporar la dimensión ética; se trata de encarar algo que ha sido sistemáticamente postergado con el argumento de las urgencias del día a día, algo que habrá de llevarse a cabo al mismo tiempo que las medidas económicas de reparación y cambio estructural: me refiero a lo que Gramsci denominó la “reforma intelectual y moral”. Política y conciencia La concepción del cambio revolucionario en las sociedades occidentales que pensó Gramsci en la cárcel, está unida a la reflexión sobre el fracaso de las tentativas insurreccionales iniciadas en los años ’20 del siglo pasado en Europa, en países cuya compleja estructura social es comparable a la que en nuestro país se configuró a partir de la década del ’40. El esbozo de la transición a un modelo social no capitalista, tal como aparece en los Quaderni, se funda en la conjunción de un cambio político basado en la articulación de un poder hegemónico que vaya más allá de la mera conquista del Estado, un cambio social cimentado en el control y la dirección de las principales instituciones de la sociedad civil, y un cambio ético-cultural fundamentado en una reforma intelectual y moral que sea capaz de crear una nueva cosmovisión e ideología de masas, mediante la cual adquieran una nueva conciencia y apoyen activamente la transformación social. El proyecto gramsciano de reforma intelectual y moral revela un desplazamiento del acento en la lucha social al

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La luz de Carrillo

Fuente: Jorge Elbaum | El cohete a la luna Fecha: 24 de mayo de 2020 En la etapa difícil de la pandemia en nuestro país, el dirigente del PRO y ex funcionario de la DAIA Claudio Avruj pretendió defenestrar al primer Ministro de Salud de la historia argentina. La DAIA, Avruj, Waldo Wolff y otros grupos satélites expresan a los grupos más reaccionarios de la colectividad judía, comprometidos en hostigar en forma reiterada toda forma de nacionalismo popular. Esa direccionalidad política explica tanto el agravio a la memoria de Ramón Carrillo, como el acoso jurídico a Cristina Fernández de Kirchner y otros ex funcionarios y dirigentes populares, profundizado desde 2013, cuando se buscó –a partir del memorándum de entendimiento con Irán– el testimonio de los acusados de planificar y cometer el atentado criminal a la AMIA de 1994. En esta ocasión, como en las anteriores, se apeló de forma espuria al genocidio producido por la Alemania nazi. Para la derecha vernácula, la utilización de la Segunda Guerra Mundial se ha convertido en una herramienta subrepticia de demonización de todos aquellos que se oponen a la lógica neoliberal y al liderazgo de Washington, o cuestionan las políticas del Estado de Israel respecto de los palestinos. Coherente con este postulado, los socios de esta ofensiva contra la memoria de Ramón Carrillo fueron –además de Avruj–, la DAIA, la delegación argentina del Centro Wiesenthal, la embajadora de Israel Galit Ronen y el embajador del Reino Unido, Mark Kent. Los dos diplomáticos representan, en forma coincidente, a los países que votan en la Asamblea de las Naciones Unidas contra el derecho inalienable argentino sobre las Islas Malvinas. El 17 de mayo Claudio Avruj publicó en el portal Infobae una columna titulada Necesitamos buenos modelos, y el doctor Ramón Carrillo no lo es. En esa nota señalaba que “de Ramón Carrillo, más allá de su formación médica, es también conocida su admiración al régimen de Hitler, su adscripción de la eugenesia, la defensa del concepto de una raza fuerte y un pueblo sano, llamando a la ‘raza blanca’ para revertir el suicidio argentino por el aumento de la natalidad entre los seres de ‘menor valor social’. Investigaciones académicas e históricas, como así también artículos de prensa, dan cuenta de ello”. Cuando uno de los nietos de  Ramón Carrillo le solicitó a Avruj los documentos históricos que respaldaban tales afirmaciones, el ex integrante de la DAIA respondió que se había guiado por un documental sobre el médico danés Carl Peter Vaernet, en el que se relevaban las investigaciones hormonales homicidas realizadas en el campo de concentración de Buchenwald, años antes de fugarse a la Argentina. Al no contar con pruebas efectivas que ligaran a Carrillo con Vaernet, ni evidencia alguna de la supuesta simpatía de Carrillo con el nazismo, Avruj sólo atinó a disculparse con el descendiente del sanitarista. Acto seguido, cuando se percató de que otro de los nietos (Facundo) es funcionario del PRO durante el actual gobierno de Larreta, puntualizó: “De haberlo sabido y por respeto, hubiese hablado primero con él (…) Le reiteré que no tuve ninguna intención de ofender y no hay ninguna connotación antiperonista en mis notas”. Facundo expresó además ante el periodista Roberto Caballero que Avruj se había excusado, afirmando que se había dejado llevar “por el rumor que aseguraba que mi abuelo simpatizaba con los nazis”. Los dirigentes ligados a la DAIA son asiduos partícipes de este tipo de comedias de enredos. Muchas de sus operaciones y denuncias quedan desacreditadas por procesos judiciales, situaciones bochornosas y repetidos pedidos de disculpas. En mayo de 2018, mientras Rubén Beraja –ex titular de al DAIA– se encontraba en el banquilllo de los acusados del Tribunal Oral Federal 2, imputado por  encubrimiento de la causa AMIA, otro presidente de esa misma institución, Ariel Cohen Sabban, renunciaba como consecuencia de las acusaciones de acoso sexual proferidas por Esmeralda Mitre. Por su parte, el actual presidente de la DAIA, Jorge Knoblovits, asumió –luego de recibir la visita de uno de los nietos de Carrillo–  que no contaba con evidencias sobre el pasado nazi del sanitarista. Sin embargo deslizó que vería como un error el homenaje al santiagueño en el billete. En un típico ejercicio de jactancia, destinada a tranquilizar a su público fervientemente antiperonista, señaló, sin dar precisiones: “Autoridades gubernamentales nos confirmaron que ese billete no se imprimirá”. Claudio Avruj, antes de desempeñarse como Secretario de Derechos Humanos del gobierno de Cambiemos, fue –en 2012– el candidato derrotado a la presidencia de la DAIA. Además forma parte de la conducción del Museo del Holocausto, cuya presidencia ejerce Marcelo Mindlin, a quien se sindica como uno de los testaferros y socios de Mauricio Macri, además de ser el mayor fugador de divisas del cuatrienio 2015/2019. Horacio Verbitsky detalla que Mindlin “blanqueó 44 millones de dólares en 2017, figura como comprador de la empresa familiar de los Macrì, IECSA, pero la investigación del fiscal Franco Picardi determinó que la venta fue simulada y que Mindlin es socio de los Macrì en una compañía offshore establecida en el Estado norteamericano de Delaware”.  El vicepresidente del Museo del Holocausto es Guillermo Yanco, esposo de Patricia Bullrich. Completan el staff del Consejo Directivo otros tres integrantes de la familia Mindlin. Una verdadera familia unida al PRO. Franquicias flojas de papeles  Otro actor comprometido en difamar a Carrillo fue la delegación argentina del Centro Wiesenthal, institución que usufructúa la memoria del cazador de nazis, cuya historia no es del todo conocida. El 7 de febrero de 1996, después de una investigación documental de casi un año, el Consorcio de Instituciones Públicas de Radiodifusión de la República Federal de Alemania, conocido como ARD, difundió una investigación sobre el rol de Simón Wiesenthal en la tarea de persecución a ex miembros del nazismo. En dicho documental, producido por el programa Panoramia, se entrevista a los más importantes referentes mundiales dedicados a la pesquisa de genocidas hitleristas, entre ellos a dos ex directores del Mosad –los servicios secretos israelíes–, a funcionarios del Departamento de Estado encargados de localizar a criminales nazis y a historiadores

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La victoria de Benjamin Netanyahu

Fuente: Gideon Levy | Haaretz  Fecha: 23 de mayo de 2020 Benjamin Netanyahu ya ha logrado una victoria histórica incluso antes de que comience su juicio. La derecha puede disfrutar de esta victoria, que tal vez se logró sin ser notada, pero que ha sellado el destino de la agenda de Israel por muchos años por venir. No importa cuál sea el resultado del juicio del primer ministro, de cualquier manera su logro es completo: el juicio ha entrado en el corazón del discurso público, casi no hay otro tema, todo lo demás ha sido dejado de lado y eliminado de la agenda. Este no es un logro pequeño: permitirá generaciones de ocupación, apartheid y falsa democracia. La derecha puede dormir tranquilamente, el camino para continuar con sus injusticias y crímenes ha sido pavimentado. El juicio más importante y comentado en la historia de Israel, excluyendo el juicio de Eichmann, es un juicio penal sobre corrupción generalizada, sobre sospechas favoares para obtener cobertura positiva por parte del portal de noticias Walla, y quizás también algunos cigarros y champaña. Israel está dividido entre dos campos ruidosos y obstinados: criminal o víctima, solo Bibi o cualquiera menos Bibi. El juicio de Netanyahu ha despertado a Israel de su sueño y apatía, de una manera que ningún otro problema lo ha hecho aquí en las últimas décadas. No es que el juicio de un primer ministro acusado de irregularidades criminales no sea interesante e importante, por supuesto que lo es. Pero la preocupación total por el juicio de Netanyahu ha movido el centro de gravedad en la sociedad de un discurso político a uno sobre ética, y lo ha convertido en el único problema por el que los israelíes están dispuestos a luchar. Por lo tanto, la izquierda ha sido despojada de sus activos ideológicos, el fuego se ha dirigido a los márgenes y se ha convertido en un luchador contra la corrupción en lugar de un luchador por la paz, la libertad, la justicia, los derechos humanos, la igualdad y la democracia. Este sector se ha dedicado a la causa con facilidad. Se necesita muy poco coraje para luchar por el champán. Ahora tenemos un movimiento para un gobierno de calidad en lugar de uno de izquierda, en lugar de una oposición real. Este es el título de la victoria de la derecha. Por lo tanto, ahora pueden anexar los territorios, abusar de los solicitantes de asilo, tratar de incitar a Irán o derramar sangre en Gaza, Cisjordania y el Líbano. Nadie se opondrá a ellos, no se generará ningún debate público, estamos lidiando con el juicio de Netanyahu, por favor no nos molesten. La arena criminal ha reemplazado la arena diplomática y moral. Simplemente dennos otra mención del Caso 4000* y el país será sacudido. Así es como en un buen día nació Kahol Lavan que también es un movimiento para un gobierno de calidad. De lo único que habla es de ética, manos limpias y ser estadista. La gente no quiere más que eso. La izquierda política ha sido destruida, la bandera ha sido doblada y una bandera blanca ondea en su lugar. La única bandera negra que queda es la que se ha desplegado por los golpes al sistema legal y la quimera de la democracia. Las banderas negras contra el apartheid y la anexión están agotadas. Cuando el primer ministro se siente en el banquillo del Tribunal de Distrito de Jerusalén y todos los ojos estén puestos en él, docenas de otras personas, cuyos juicios son infinitamente más importantes en términos reales, tomarán su lugar no muy lejos y nadie se interesará en ellos. . Solo unos pocos kilómetros separan el Tribunal de Distrito de Jerusalén en la calle Salah al-Din y el tribunal militar en Ofer, ambos en tierra palestina ocupada, y sin embargo, las colinas de la oscuridad los dividen. En Ofer, los juicios se llevan a cabo diariamente, lo que define la identidad de Israel y su retrato, y su posición internacional y su moral, mucho más que el juicio de Netanyahu, y el patio en Ofer es remoto y vacío. Todos los días, el destino de personas inocentes (presos políticos, adultos y niños, luchadores por la libertad y terroristas) se decide allí, junto con el veredicto de Israel como un país no democrático, todo lejos de la vista. En Ofer, más que en Salah al-Din, se revela la corrupción y los crímenes reales de Israel, pero no hay nadie allí, ni para protestar ni para informar al respecto. Netanyahu, el acusado, se pondrá de pie, ya ha dejado un legado victorioso. Sus cigarros interesan mucho más a su país que los barrotes que encarcelan a otras personas. ¿Hay alguna forma mejor de contar la historia de Israel? * Es el caso más grave. Está acusado de haberle hecho favores al gigante de telefonía israelí Bezeq a cambio de cobertura favorable sobre él y su familia en el popular digital de noticias Walla, ambos controlados por el mismo empresario, Shaul Elovitch. Traducción: Dardo esterovich Artículo relacionado:

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¿Volver a la normalidad?

Fuente: Atilio Borón | Blog de Atilio Borón Fecha: 23 de mayo de 2020 La cruel pandemia que azota a la humanidad ha despertado reacciones de todo tipo. Unos pocos la ven como la cruel pero fecunda epifanía de un mundo mejor y más venturoso que brotará como remate inexorable de la generalizada destrucción desatada por el coronavirus. Si Edouard Bernstein creía que el solo despliegue de las contradicciones económicas ineluctablemente remataría en el capitalismo, sus actuales (e inconscientes) herederos apuestan a que el virus obrará el milagro de abolir el sistema social vigente y reemplazarlo por otro mejor  El trasfondo religioso o mesiánico de esta creencia salta a la vista y nos exime de mayores análisis. Otros la perciben como una catástrofe que clausura un período histórico y coloca a la humanidad ante un inexorable dilema cuyo resultado es incierto. Quienes  abrevan en este argumento están lejos de ser un conjunto homogéneo pues difieren en dos temas centrales: la causalidad, o la génesis de la pandemia, y el mundo que se perfila a su salida. En relación a lo primero hay quienes adjudican la responsabilidad de su aparición a una entelequia: “el hombre”, como los ecologistas ingenuos que dicen que aquél -entendido en un sentido genérico, como ser humano- es quien con su actividad destruye la naturaleza y entonces el Covid-19 habría también sido causado por “el hombre.” Pero la verdad es que no es éste sino un sistema, el capitalismo, quien destruye naturaleza y sociedades como lo demuestra el pensamiento marxista e, inclusive, aquellos que sin adherir a él son analistas rigurosos de la realidad, como Karl Polanyi. Sistema que con sus políticas privatizadoras y de “austeridad” (para los pobres, más no para los ricos) hizo posible la gran expansión de la pandemia. Pruebas al canto: el Covid-19  desnudó la responsabilidad de las clases dominantes del capitalismo y sus gobiernos, comenzando por el de Estados Unidos y sus “vasallos” en  el resto del mundo. Cuando se compara el número de muertes ocurridas en los países con gobiernos capitalistas con los que se registran en estados socialistas, como China, Vietnam, Cuba, Venezuela, los resultados son espeluznantes. En China los muertos por millón de habitantes son 3; en Vietnam hasta el 18 de mayo no había muerto nadie a causa del virus, y eso que tiene una población de 96 millones de personas; Cuba, con poco más de 11 millones tiene una tasa de muertos por millón igual a 7 y en la República Bolivariana de Venezuela esta ratio es de 0,4. En Argentina, con un gobierno acosado por el sicariato mediático y la gran burguesía el número es 9, pero se triplica cuando se observa al “oasis neoliberal” de Sebastián Piñera, con una ratio de 27 muertos por millón de habitantes. México, cuyo gobierno al principio cometió el error de subestimar al coronavirus está con 44 decesos por millón, por encima del promedio mundial que es 41,8. Pero luego viene el escándalo: Ecuador, donde manda el más rastrero lamebotas de Donald Trump, se lleva todas las fúnebres palmas de Nuestra América con  161 muertos por millón de habitantes, 54 veces más que China y 23 más que en Cuba. Suiza, la elegante guarida fiscal europea, registra una obscena ratio de 219 muertos por millón y Estados Unidos 283 por millón, o sea, 95 veces más que China y unas 40 veces mayor que la agredida y bloqueada Cuba. No les va  mejor a la rica Bélgica, campeona mundial con un escandaloso récord de 790 muertos por millón de habitantes y a quienes le siguen en el podio: España con 594, Italia con 532 y el Reino Unido con 521. Conclusión: los gobiernos que apostaron a la “magia de los mercados” para atender los problemas de salud de su población exhiben índices de mortalidad por millón de habitantes inmensamente superiores a los de los estados socialistas que conciben a la salud como un inalienable derecho humano. Esto se comprueba aún en países como Cuba y Venezuela pese a padecer múltiples sanciones económicas y los rigores del criminal bloqueo impuesto por Washington. En las antípodas se encuentra Brasil que con sus 18.130 muertos ocupa el sexto lugar en la luctuosa estadística de víctimas del coronavirus y con sus 85 muertos por millón de habitantes registra una incidencia 12 veces mayor que Cuba y 28 mayor que China. A su vez Chile, paradigma neoliberal por excelencia, tiene una tasa 9 veces mayor que la de China y casi cuatro veces superior a la de la acosada isla caribeña. Párrafo aparte merece el Uruguay, que gracias a los quince años de activismo estatal de los gobiernos frenteamplistas, en los cuales la inversión en salud pública fue prioritaria, registra una tasa de 6 muertos por millón de habitantes. Es de esperar que su actual presidente,  Luis Lacalle Pou, confeso admirador de Jair Bolsonaro y Sebastián Piñera, tome nota de esta lección y se abstenga de aplicar sus letales fantasías neoliberales al sistema de salud público del Uruguay. Esta disímil respuesta ofrecida por los estados capitalistas y socialistas (más allá de algunas necesarias precisiones sobre esta caracterización, que deberían ser objeto de otro trabajo) es suficiente para fundamentar la necesidad de que el nuevo mundo que se asomará una vez concluida la pesadilla del Covid-19 se caracterice por la presencia de rasgos definitivamente no-capitalistas. Es decir, un ordenamiento socioeconómico y político que revierta el desvarío dominante durante cuatro décadas cuando al impulso de la traicionera melodía neoliberal casi todos los gobiernos del mundo se apresuraron a seguir las directivas emanadas de la Casa Blanca y privatizar y mercantilizar todo lo que fuera privatizable o mercantilizable, aún a costa de violar derechos humanos, la dignidad de las personas y los derechos de la Madre Tierra. Un mundo que, siguiendo algunos razonamientos de Salvador Allende, podría ser caracterizado como “protosocialista”; es decir, como una  imprescindible fase previa para viabilizar la transición hacia el socialismo. Este período es requerido para robustecer al estado democrático; introducir rígidas limitaciones al “killing instinct”

Estados Unidos, Internacionales, Portada

Hundir barco iraní sería darle un puntapié a lo poco que queda del orden mundial

Fuente: Atilio Borón | La Iguana TV Fecha: 23 de mayo de 2020 “Una vez que termine la emergencia global por la pandemia de Covid-19, el mundo tendría que avanzar hacia un sistema protosocialista, con una presencia muy fuerte del Estado, con un control muy riguroso de los mercados. Si, por el contrario, se opta por una vuelta a los mercados, por  dejar que  las corporaciones se hagan cargo de las próximas crisis y resuelvan los problemas sanitarios, vamos hacia un mundo dominado por las peores, por las más bárbaras tendencias del capitalismo”, planteó el destacado intelectual argentino Atilio Borón, en una conversación sostenida con el filósofo y comunicador venezolano Miguel Ángel Pérez Pirela. A continuación, una versión del diálogo que ocupó una emisión especial del programa Desde Donde Sea. Miguel Ángel Pérez Pirela (MAPP): Bienvenido, Atilio, en lo personal, ¿cómo has pasado la cuarentena? Atilio Borón (AB): Ha resultado  muy positiva a pesar del dolor de ver tanta gente infectada. En lo que hace a mi proyecto de investigación y mi capacidad de escribir, he tenido cero distracciones. Me he dedicado a estudiar y a escribir. MAPP: Vivimos en países complejos. ¿Cómo ves situación de América Latina en medio de esta pandemia, cuando todo indica que serán semanas muy importantes, la punta de la curva de contagio? AB: América Latina es una región muy especial, preferencial de la atención de Estados Unidos en su geopolítica. Tenemos un cuadro sanitario muy diferenciado por países. Argentina ha logrado de manera eficaz controlar la pandemia. No tanto como se quisiera, pero en comparación con Brasil la diferencia es monstruosa. En México, mi segunda patria, ha habido problemas porque desdichadamente, el presidente López Obrador minimizó mucho la importancia de la pandemia. No hubo cuarentena ni distanciamiento. No le está yendo bien. Espero que ahora puedan extremar las medidas. Es importante entender que no hay vacunas, ni retrovirales, solo la cuarentena es el remedio. En Perú, el panorama muy preocupante por la escalada en el número de víctimas. Y en Chile ha habido una política criminal. MAPP: Sí, ahora se mezcla con represión contra las barriadas pobres… AB: Lo ocurre en Chile me recuerda una canción de Violeta Parra, que dice que “el león es sanguinario en toda generación”. Se refería al expresidente Arturo Alessandri (llamado “el León de Tarapacá” y  a su hijo Jorge, que también ocupó la presidencia). Lo que está haciendo Piñera es lo que la derecha quisiera estar haciendo en toda América Latina. En Argentina la presión sobre Fernández es grande para que reabra la economía y los trabajadores vayan a sus puestos en transportes atestados. MAPP: Te cuento que en Venezuela, aunque sé que eres muy avisado acerca de nuestra realidad política, económica y social, hemos mantenido la curva muy por debajo de la región. La mediática dice que los números son falsos. No pueden admitir que este país tenga una gerencia muy buena, y por eso, aparte de la pandemia, nos han lanzado un ataque con mercenarios y la suspensión del servicio de televisión satelital de Directv. AB: Los resultados de Venezuela son fenomenales a nivel mundial. No llega a un fallecido por millón de habitantes. Incluso en Cuba hubo más por la influencia del turismo. Vietnam, con 96 millones de habitantes, marca la pauta sin un muerto. La lección es la misma en estos tres países: con la unidad pueblo-gobierno y pueblo-fuerzas armadas no hay manera que se pueda producir una invasión o que explote una pandemia que en otros países hace estragos, como ocurre con Perú, con población más o menos similar a la de Venezuela. MAPP: En Perú hay 11 mil 698 infectados y 3 mil 244 fallecidos. AB: En Perú creció mucho muy recientemente. Un dato interesante: en Uruguay, gracias a quince años de gobierno del Frente Amplio, el número de víctimas es muy, muy bajo. Si hubo un área a la que el Frente Amplio le dio prioridad absoluta fue a la salud. Ahora vino este personaje, Lacalle Pou, que tiene ínfulas de privatizar y de reducir el Estado. Espero que aprendan la lección de que si a Uruguay le ha ido muy bien ha sido por ese sistema de salud que recibieron. Entiendo que la gente está un poco fastidiada, yo no porque me quedo acá con mis libros, tengo un atraso de lectura y de cosas que debo escribir y terminar, pero gente que no tiene esta distracción, quiera salir. MAPP: Por eso te digo que EEUU y el señorito Juan Guadó no encontraron un mejor método para hacer más difícil la cuarentena que quitarles a los venezolanos 50% de la televisión por cable, que tenía un gran impacto en los barrios populares. AB: Pues habrá que ver de qué manera se resuelve. Es una causal de expropiación, ¿verdad? MAPP: De hecho, hoy el Tribunal Supremo de Justicia se pronunció y el Estado está accediendo a las propiedades de AT&T y de Directv en Venezuela. AB: Hay que responderles con la misma contundencia. Si no quieren que se vea en Venezuela, ustedes la expropian. Y si no, se verá de qué manera el país puede arreglarse para tener acceso a la información que la gente necesita, máxime cuando está encerrada en sus casas. Privar a la gente de la televisión es otra de las canalladas que el imperio comete frecuentemente y perpetran contra nuestros pueblos. Ahora, en lo que se refiere a ese intento de  invasión, es obvio que su intención era complicar a Venezuela, pero también porque Donald Trump está desesperado. MAPP: Se pelea con China, con la OMS, con el gobernador de Nueva York, le grita a los periodistas, está fuera de sí. AB: Totalmente desatado y descontrolado. Fue a Michigan, que es un estado dirigido por una gobernadora que fue precandidata (a la vicepresidencia) por el partido Demócrata (Gretchen Whitmer), una mujer inteligente y de buenas posturas políticas, y Trump fue a hacer actos públicos sin barbijo (tapabocas), sin nada. Está loco, se va a contagiar. Y vendría muy bien

Mundo, Opinion, Portada

Pospandemia

Fuente: Luis Brushtein | La Tecl@ Eñe Fecha: 19 de mayo de 2020 Luis Bruschtein sostiene en este artículo que la recomposición pospandemia implicará redoblar la solidaridad activa, física, la lucha contra las injusticias, la fraternidad con los más vulnerables. Encontrarse con uno mismo será, en ese caso, encontrarse con los demás en un contexto mundial en el cual las empresas informáticas tratarán de naturalizar procesos para insocializar a las sociedades. Resulta por lo menos dudoso que la salida de la crisis beneficie a los sectores populares a nivel mundial, en el sentido de un mundo menos desigual y más equilibrado, si no se rompe la relación de fuerzas con las que se entró a la epidemia. Es cierto que desde una mirada racional sobre el proceso de la pandemia tendría que surgir una mayor valoración de las decisiones políticas sostenidas por un Estado con recursos suficientes, así como la idea de responsabilidad social, no desde lo individual, sino desde una consciencia comunitaria y solidaria, y sobre todo, una mayor valoración de la salud pública y de lo público en general. Es evidente en todo el mundo que las mejores respuestas a la epidemia surgieron desde esas actitudes, mientras que las contrarias provocaron la pérdida de decenas de miles de vidas. Ese es un aspecto del balance que está dejando la pandemia. Otro aspecto es que la epidemia surgió en un mundo de grandes desigualdades, con una extraordinaria concentración de la riqueza que, a su vez, se expresaba en procesos políticos reaccionarios. La epidemia no modificó esa relación de fuerzas y las nuevas evidencias que surgen tampoco inciden en esa puja mientras no se transformen en reclamo consciente que se constituya en presión y organización para obtenerlo, y en respaldo consciente a los gobiernos que representan ese impulso. Al estallar la epidemia en sociedades configuradas de esa manera, así como las sociedades sacan sus conclusiones, las grandes corporaciones hacen lo mismo. Y tratarán de institucionalizar las oportunidades de negocios que se abren en el nuevo mundo apestado con prácticas sociales de confinamiento y separación. Es posible que muchos de los comportamientos del distanciamiento social al que obliga la cuarentena se prolonguen hasta que se encuentre la solución definitiva a la epidemia. O sea que podrán permanecer bastante tiempo y habrá una fuerte tendencia para naturalizarlos e instalarlos en forma definitiva. Porque varios de estos comportamientos son funcionales a una sociedad compartimentada, individualista y conectada a la realidad en forma virtual y manipulable. Miles de millones de personas pegadas durante la mayor parte del día a pantallas de computadoras y celulares es el paraíso del neoliberalismo. Las compras por las redes evitan alquileres de locales, gastos de servicios y salarios. De la misma manera sucede con el trabajo online. Una sola clase virtual puede reemplazar a miles de maestros. Las personas forjan su identidad a partir de ese complejo entramado social en el que interviene hasta la cola de los jubilados en el banco. Si ese universo de contactos y entrecruzamientos es reemplazado en su mayoría por la ilusión de relacionamiento que genera el mundo virtual, se produce una anomia, Se pierde noción de uno mismo en un contexto con los otros. Es parecido al proceso para cazar algunos animales a los que se persigue haciéndolos separar de la manada hasta acorralarlos cuando quedan solos. Todo el sistema informático sobre el cual se desarrollan estas prácticas ilusoriamente sociales está controlado por no más de diez grandes corporaciones en todo el mundo. Obviamente son las más favorecidas por la epidemia y las que tratarán de naturalizar estos procesos para insocializar a las sociedades. Lo que más duele en las cuarentenas es la falta de intercambio físico con otras personas, sobre todo con los seres queridos, familiares y amigos. Y la reacción es aferrarse con desesperación a las brillantes pantallitas. Esa amputación de la parte socializante de cada uno sólo tiene sentido en este momento como forma de evitar la expansión de la epidemia. Aunque suene paradójico, aislarse se convierte así en una actitud social. Pero aislarse sin epidemia sería lo opuesto: reducirse y al mismo tiempo despersonalizarse. En este mismo momento, el hombre o la mujer aferrados a su pantalla está desconectado del que está en situación de calle, del que perdió el trabajo o del que vive hacinado en una villa. Supone que lo conectan los emoticones. Si ve las muertes en la villa, pone el emoticón de enojado y supone que conectó con esa tragedia. El escenario del planeta atacado por un virus, con cuarentenas mundiales mientras mueren cientos de miles de personas y las calles de las principales capitales aparecen desoladas, sin hablar de las escenas de las inmensas fosas comunes o las imágenes de cadáveres abandonados en las calles en algunos países donde fueron desbordados el sistema de salud y hasta los servicios fúnebres, tiene un dejo apocalíptico. El ser humano tiene una enorme capacidad para recomponerse. La epidemia se desarrolla en un juego que favorece al que tiene más resto. Para cambiar las estructuras injustas e irracionales del sistema mundial, la catástrofe tendría que ser aún más destructiva. La recomposición pospandemia implicará redoblar la solidaridad activa, física, la lucha contra las injusticias, la solidaridad con los más vulnerables. Encontrarse con uno mismo será en ese caso, encontrarse con los demás. *Periodista

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