Por: Ale Stein (desde el kibutz Barkai, Israel) También al alivio hay que acostumbrarse aunque resulte fácil. Cuando uno no escucha más las dos palabras “Primer Ministro” seguidas de “Benjamín Natanyahu”, suspira como si hubiera descargado un peso que llevaba encima estilo Purgatorio. Así empezamos este mes. Esta coalición de gobierno tiene patas de tero (61 integrantes contra 59 de la oposición, ajustada la cosa) y el nuevo Premier, Naftali Benet, con 6 escaños, es un ultranacionalista de derecha, neoliberal, que encabeza un partido, “Iemina” que en hebreo quiere decir “Derecha” como para que no queden dudas. Su base electoral eran religiosos moderados y colonos no fanáticos de los Territorios Ocupados. Escribo en pretérito indefinido porque no sé cuántos de sus electores volverían a votarlo dada su “Mala Junta”, por darle nombre de tango a esta coalición, acorde a la visión derechista del paisaje que tienen sus votantes. Los otros integrantes de este “Gobierno de Cambio”, como se auto titula, son de derecha a izquierda el partido que encabeza el actual Ministro de Justicia Guidón Saar, “Tikvá Jadashá”, (“Nueva Esperanza”), escisión del Likud, 6 diputados, de derecha, neoliberal; “Israel Beiteinu”, “Israel Nuestra Casa”, profundamente laico, de derecha, también neoliberal, 7 diputados; “Iesh Atid”, “Hay Futuro”, el partido mayoritario de esta melange, de centro tirando a centro derecha con 17 escaños. Su líder, Iair Lapid, es el Ministro de Relaciones Exteriores y dentro de dos años rotará cargos con el Primer Ministro Benet; “Cajol laván”, Azul y Blanco, con 8 diputados está dirigido por Beny Gantz, ex comandante en Jefe del Ejército, y que sigue desempeñando el cargo de Ministro de Defensa, como lo hizo durante el gobierno de Netanyahu. Azul y Blanco tiene una línea política muy similar al partido de Lapid. La historia y los tejes y manejes de los partidos políticos en Israel es un tema aparte. “Mifleguet Ha-Avodá”, el Laborismo, con 7 diputados, es actualmente un partido de centro-izquierda, con posiciones bastante radicales en cuanto al conflicto judeo árabe. Y “Meretz”, con sus 6 diputados, socialdemócrata, un poco más a la izquierda del Laborismo, y con posiciones semejantes a las suyas en lo que se refiere al conflicto de Medio Oriente. La frutilla de la torta es el partido “Ra’am”, el “Partido Árabe Unido”, Ultra religioso musulmán que se separó de la “Reshimá Meshutefet” “Lista Árabe Unida”. Por primera vez desde la creación del Estado, un partido árabe es miembro de la coalición gobernante. A esta ensalada con mayoría derechista, el Likud y sus aliados, gobierno ayer, maniobreros siempre, destronados y oposición, la tratan de izquierdista, (que hoy en día en Israel es un insulto), de peligrosa, de intentar vender el Negev, de tratar con cómplices de los terroristas, y de qué no. A este gobierno, diría Borges, “No lo une el amor sino el espanto”. La amalgama de esta coalición son Nataniahu y todo lo que él significa y simboliza. Mientras el nuevo gobierno juraba y el recién estrenado Primer Ministro intentaba decir su discurso de asunción interrumpido por insultos y calumnias de la oposición recién estrenada, en la Plaza Rabin de Tel Aviv (la Plaza de Mayo de Israel) se festejaba. La pregunta es qué se festejaba. Acuerdo con el festejo del destronamiento de Bibi y la familia real, de la corrupción, del matonismo. Si el festejo es la esperanza de que “todo va a cambiar”… esta coalición de gobierno es demasiado heterogénea como para que realmente algo se pueda mover en algún sentido. La mayoría absoluta de los asistentes a la fiesta en la plaza eran de izquierda, y éste es un gobierno fundamentalmente de derecha. En esta semana que comienza se tiene que votar la extensión del decreto de urgencia “provisorio” emitido en el 2003, aduciendo motivos de seguridad, que prohibe la reunión de familias árabes palestinas recién casadas en las cuales uno de los cónyuges es palestine habitante de los Territorios Ocupados y el otre reside en Israel. Ahí tenemos un excelente ejemplo de las “minas terrestres” que va a encontrar esta coalición de gobierno en su camino. Es todavía un misterio cómo van a votar la renovación de esta “disposición provisoria”, renovada “provisoriamente” a lo largo de 17 años, y sobre cuyo destino hay que decidir en la semana entrante. La oposición, donde el Likud es el partido más moderado entre sus integrantes, lógicamente está de acuerdo con la medida y se instaló también la discusión de si votar a favor de su renovación, acorde a su ideología, o votar en contra para complicarle la vida al Gobierno. Y por supuesto, la edificación en los Territorios Ocupados, y el destino del asentamiento ilegal. Dos cosas que no esperaba: Las declaraciones de Aimán Uda, comunista, jefe de la bancada de la Lista Árabe Unida, proclamando “que van a hacer todo lo posible por voltear este gobierno”. Un poeta al que yo admiré, correligionario suyo, Armando Tejada Gómez escribió un poema del cual recuerdo un fragmento precioso: “Como el Mundo es redondo/ se aconseja/ no situarse a la izquierda de la izquierda/ pues por esa pendiente el distraído/ suele quedar de pronto a la derecha…” Uda, tipo inteligente si los hay; ¿su partido, con el cual no coincido pero respeto habrá pensado cuál es la alternativa a este gobierno que quieren derribar? La otra son los juegos de poder dentro de la coalición. Sabiendo que es frágil, y que su objetivo fundamental es desplazar a Bibi y su banda, pensé que se iba a tratar de construir un funcionamiento armónico, basándose fundamentalmente en las coincidencias, que existen a pesar de las ideologías diferentes, y en atender las necesidades y los problemas inmediatos que dejó la “pesada herencia” que recibió este gobierno, que esta vez no es un lugar común. En fin. El COVID amenaza con levantar la cabeza. Como suele suceder, y como nos estamos acostumbrando en todo el mundo, alguien que violó la cuarentena consiguió él solito darle a la ciudad de Biniamina un tonito rojo bien estilo camiseta de Independiente o