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La tragedia de Jerusalén y el apartheid israelí

Fuente: Ezequiel Kopel | Nueva Sociedad Fecha: 20 de mayo de 2021 La escalada de violencia que comenzó en Jerusalén ya provocó más de 40 muertos. El histórico conflicto entre israelíes y palestinos retorna con fuerza y pone en debate la política israelí en los territorios ocupados. Las alternativas frente al conflicto existen, pero son pocos quienes están dispuestos a apoyarlas y los pirómanos parecen estar ganando la batalla. La semana pasada la situación en Israel empezó a descarrilarse hacia una tragedia anunciada. En Jerusalén Este (la zona árabe), más precisamente en el barrio de Sheikh Jarrah, los habitantes palestinos de la ciudad encontraron la excusa perfecta para protestar ante la discriminación continua que sufren a manos del gobierno de Israel. Allí, cientos de palestinos –con la presencia solidaria de un puñado de activistas israelíes– elevaron su voz ante la orden de desalojo que recibieron varias familias árabes de parte del Poder Judicial de Jerusalén, el cual argumentó que familias palestinas se encontraban ocupando ilegalmente viviendas que antes de que se conformara el Estado de Israel en 1948 (y Jerusalén se dividiera entre control israelí al oeste y jordano al este) eran de propiedad judía. Los ocupantes palestinos explicaron una y otra vez que la mayoría de ellos también eran refugiados que, a su vez, habían sido expulsados de poblados que habían quedado bajo dominio israelí con posterioridad al establecimiento del Estado hebreo, y que las autoridades jordanas los habían reacomodado en viviendas que antes eran de judíos. La pregunta que se hacían los damnificados ante la decisión judicial era clara y estaba dirigida hacia el corazón de una cuestión aún no saldada: ¿por qué familias judías pueden presentar reclamos por propiedades que debieron abandonar por la conflagración de 1948, pero ningún palestino puede hacer lo mismo con sus antiguas viviendas hoy ocupadas por israelíes después la guerra, a lo largo y ancho de todo Israel? Las llamas actuales comenzaron a avivarse hacia un punto de no retorno cuando Haram Al Sharif (la explanada elevada donde se encuentran el Domo de la Roca y la Mezquita de Al Aqsa y que los judíos también reverencian, pues allí se encontraba el Templo de Salomón), repleto por la festividad musulmana de Ramadán, protestó masivamente en solidaridad con el barrio de Sheikh Jarrah. Los disturbios incluyeron el lanzamiento de piedras y cánticos palestinos en favor de la independencia, y las fuerzas israelíes contestaron con una violenta represión, que si bien no causó muertos aún en Jerusalén por la notoria decisión de la policía israelí de no usar fuego vivo, incluyó imágenes delicadas para el sentimiento palestino, como lo fue el lanzamiento de granadas de estruendo y humo dentro de la mezquita de Al Aqsa (el tercer lugar más sagrado para el islam). A partir de entonces, todo estuvo servido para la ganancia de los piromaníacos: la organización fundamentalista Hamas –que controla una Franja de Gaza bloqueada por Israel– aprovechó la oportunidad e hizo su entrada triunfal para posicionarse como protectora de los palestinos y así avanzar su disputa interna contra la Organización para la Liberación de Palestina (OLP) (que administra algunas ciudades de Cisjordania bajo supervisión israelí y trató de contener las protestas). Para ello lanzó ataques con cohetes contra Israel. Hamas sabe muy bien –de igual manera que lo comprenden los extremistas judíos– que cualquier disturbio acontecido en Haram al Sharif potencia su discurso nacional-religioso a expensas de la posición mayoritaria palestina de llegar a un acuerdo con los israelíes. A esto se debe que los fundamentalistas de ambos lados anhelen la violencia en Jerusalén, pues los problemas pueden empezar en la mítica ciudad santa pero nunca terminan dentro de sus límites. La realidad es que Hamas le hizo un flaco favor a la causa palestina al entrar en un intercambio violento con Israel, que, al fin y al cabo, mueve el escenario de una lucha de resistencia civil en Jerusalén –que Israel no sabe manejar– a una disputa armada que Israel dominará tarde o temprano. De esta manera, y desde la noche del lunes, Hamas lanzó 500 cohetes desde Gaza hacia Israel: 150 cayeron dentro de la Franja, otros 200 fueron interceptados por el Domo de Hierro (el escudo antimisiles israelí) y el resto impactó principalmente en ciudades sureñas israelíes causando tres muertes. Israel reaccionó con rapidez y bombardeó masivamente la Franja de Gaza, una de las zonas más densamente pobladas del mundo, lo que provocó más de 30 muertos, entre ellos varios niños. Para hacer más complicada la cuestión, Israel se encuentra en una impasse política: el actual primer ministro Benjamin Netanyahu no pudo formar una coalición de gobierno luego de las elecciones y hoy la oportunidad de hacerlo la tiene una heterogénea alianza que integran derechistas e izquierdistas israelíes junto con islamistas árabes israelíes. La escalada violenta sin dudas beneficia al líder del Likud, pues será muy difícil para sus rivales políticos, encabezados por el nacionalista religioso Naftali Bennett y el centrista secular Yair Lapid, conformar en los días por venir una coalición para la cual necesitan el apoyo de los partidos árabes israelíes (un eufemismo para denominar a los palestinos con ciudadanía de Israel). Y cualquier colaboración de los partidos palestinos dentro de Israel en el medio de un conflicto violento será vista como una traición a su pueblo. Volviendo a Jerusalén, la actual disputa en la ciudad encuentra su origen en el problema irresuelto de su estatus legal y a la fallida partición del territorio de Palestina en un Estado judío y otro árabe. Bajo el plan de partición de las Naciones Unidas, aprobado en noviembre de 1947, Jerusalén –como Belén– se convertiría en un Corpus Separatum, es decir, bajo control internacional y sin manejo efectivo ni del Estado judío ni de los árabes. La tutela internacional –que habría implicado que varios países tuvieran una representación diplomática separada en Jerusalén– nunca llegó a implementarse debido a la guerra que pelearon, en primer lugar, israelíes contra palestinos y, a partir de la Declaración de Independencia israelí, en mayo de 1948, el naciente

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Declaración de las organizaciones populares, progresistas y feministas de la colectividad argentina judía frente a la situación en Israel y Palestina

Ante los hechos de público conocimiento manifestamos nuestra gran preocupación frente a la espiral de violencia que está teniendo lugar en Israel y Palestina. Rechazamos el bombardeo en Gaza y la represión en Cisjordania y Jerusalem por parte del gobierno israelí que ya tiene como saldo centenares de muertes y miles de personas heridas, así como el ataque a población civil israelí que realiza Hamás que también dejó una docena de muertos y cientos de heridos. Reconocemos una situación desigual —hay un Estado ocupante y un pueblo oprimido y ocupado— y condenamos cualquier ataque a civiles a ambos lados de la frontera. Creemos imposible comprender la dolorosa situación actual sin contemplar la ocupación del territorio palestino por parte del Estado de Israel por casi 54 años. Es en ese marco que la justicia israelí ordenó el desalojo de más de 70 familias palestinas de Jerusalén oriental, lo cual motivó las protestas que fueron reprimidas incluso dentro de la mezquita de Al-Aksa, provocando una escalada de la violencia. Lejos de ser este un “conflicto judicial entre privados” como se lo intenta presentar, toca uno de los aspectos más sensibles del reclamo palestino que es el de los refugiados tras el establecimiento del Estado de Israel: se está reconociendo a judíos el derecho a un reclamo que le es negado a cualquier palestino que pretenda ejercerlo. Esto tiene lugar, a su vez, en un contexto en el que sectores de la derecha hablan abiertamente de “judaizar” Jerusalén del este. Decimos esto en un contexto en el cual voces judías argentinas de carácter reaccionario y discurso alineado con la derecha israelí pretenden arrogarse la representación de toda la colectividad, considerando que cualquier expresión crítica respecto al accionar del gobierno israelí o bien solidaria con el pueblo palestino es antisemita, lo cual es un verdadero absurdo. Por último, rechazamos todas las expresiones antisemitas que estuvieron aflorando en varias partes de Argentina y el mundo a raíz del conflicto. Condenamos las pintadas en la Asociación Israelita de Bahía Blanca, así como en el cementerio sefardí de Lomas de Zamora, los ataques a sinagogas en París y Alemania, entre otros. A su vez, condenamos los discursos islamófobos hacia adentro y afuera de nuestra comunidad. Hacemos estas manifestaciones desde una profunda identidad judía humanista, que entendemos comprometida con los valores de justicia social, de paz, de igualdad y de autodeterminación para todos los pueblos, por lo cual bregamos por un pronto cese de hostilidades y comienzo de un camino que haga que esos anhelos puedan hacerse realidad. Cualquier pretensión de resolución del conflicto que no contemple los intereses de ambas partes y su correspondiente representación y reconocimiento mutuo en la mesa de negociaciones carece de perspectiva alguna de realidad. Es por eso que nos identificamos con los sectores pacifistas israelíes y palestinos, muchas veces silenciados e invisibilizados, y con la población que quiere vislumbrar un futuro de convivencia pacífica.  Amós Argentina ICUF Asociación de Entidades Culturales Judías de la Argentina Judíes Feministas Llamamiento Argentino Judío Espacio Nejome Unión de Jóvenes Judíos Argentinos

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Los seres humanos son capaces de hablar, no solo de llevar un garrote

Fuente: Zehava Galon | Haaretz  Fecha: 13 de mayo de 2021 Uno de los mitos que está diseminando la gente de relaciones públicas del primer ministro Benjamin Netanyahu -con relaciones públicas sin paralelo- es que es un líder cauteloso, que evita las guerras. Disculpe, pero eso es una mierda. Netanyahu se ha involucrado durante todos sus largos mandatos en una guerra a pequeña escala, con una táctica llamada «cortar el césped». No es difícil de explicar. La suposición básica es que no tiene sentido hablar con los palestinos. Por eso, habrá brotes violentos de su parte, y es por eso que Israel «cortará el césped» con una violencia aún mayor. En otras palabras, la «táctica» de Netanyahu es la guerra perpetua. Y dado que la guerra no resuelve nada, porque el objetivo de la guerra es un avance diplomático, y porque el objetivo de Netanyahu es la esclavización perpetua de los palestinos, eso significa rondas repetidas de violencia. Los creyentes en el mito de Netanyahu descartan la Operación Margen Protector, la guerra de Gaza de 2014, como una conflagración única, y olvidan convenientemente los constantes disparos de Israel contra la Franja. Este tiroteo fue noticia durante los sangrientos días de 2018, cuando mató a cientos de habitantes de Gaza desarmados en la barrera de seguridad, pero continúa a diario. Los discípulos equivocados quieren que olvidemos los días de los detectores de metales en el Monte del Templo y el duro conflicto en Jerusalén, que se repitió la semana pasada. Netanyahu no tiene una política, solo un garrote. Y cualquiera que se acostumbre a usar un garrote se enfrenta a dos problemas: primero, tiene que usarlo cada vez más, para demostrar que no tiene inhibiciones. Nuestros tácticos llaman a esto «disuasión». De vez en cuando los tácticos descubren, con asombro cíclico, que la disuasión no funciona, por eso tenemos que «restaurarla». ¡Vuelve a casa, disuasión! Todo está perdonado. El segundo problema de la adicción al garrote es que te olvidas de la existencia de otras herramientas. Todo te parece un cráneo que se puede romper, y no te das cuenta de que cuantas más cabezas abres, más te ven como el matón del vecindario. La Franja de Gaza es un caso de prueba. Ha sido responsabilidad de Netanyahu desde 2009, pero nunca ha esbozado una política propia. Continuó la política de contar calorías para los habitantes de Gaza. Netanyahu nunca ha tenido reservas sobre el beneficio del bloqueo terrestre y marítimo contra dos millones de personas. Incluso después de la Operación Margen Protector, cuando tuvo la oportunidad diplomática de rehabilitar Gaza, incluso hubo presión internacional para hacerlo, se abstuvo de hacerlo. Netanyahu nos cuenta la historia de que cree en la paz económica. Bueno, tuviste una oportunidad, ¿por qué no la implementaste? Porque Netanyahu cree en una sola cosa: su supervivencia personal. Rehabilitar la Franja haría que su base se levantara contra él, la gente que vimos esta semana gritando en el Muro Occidental, en una paráfrasis de Sansón «para que con este único acto de venganza pueda pagar a Palestina por mis dos ojos». Cortar el césped no le exige ningún precio: los israelíes están acostumbrados a pagar en muertos, heridos y enfermos de trastorno de estrés postraumático. Y mientras haya más palestinos muertos, y eso es un hecho, a la luz del equilibrio de poderes, Netanyahu seguirá siendo un hombre-hombre. Y en el camino, encenderá la sociedad israelí, evitará que la Lista Árabe Unida y la Lista [Árabe] Conjunta se unan al “bloque de cambio” y mantendrá su asiento, espera. En el país de los ciegos, el tuerto seguirá siendo rey. Tenemos que abrir los ojos, comprender lo que está sucediendo y desear un cambio real. Un cambio que entiende que “cortar el césped” simplemente perpetúa el conflicto, que el conflicto es entre seres humanos, y que los seres humanos también somos capaces de hablar, no solo de llevar un garrote.

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Preocupación por la escalada de violencia entre palestinos e israelíes

El Llamamiento Argentino Judío expresa su preocupación por la escalada de violencia entre palestinos e israelíes, con su saldo de muertos y heridos de ambos lados, iniciada en choques de la policía israelí con los fieles palestinos que visitaban la Explanada del Templo, a la que siguió el lanzamientos de cohetes por parte del Hamás contra Jerusalem, Sderot y otras ciudades, y se profundizó con los bombardeos de la aviación israelí sobre la Franja de Gaza. Entre las causas de estos enfrentamientos se encuentran la intención de colonos israelíes de reclamar para si las viviendas de los palestinos ubicadas en Jerusalem Oriental y la provocación que significa la marcha que se realiza el Día de Jerusalem, festejando la toma por parte de las tropas israelíes de ese sector de la ciudad en la Guerra de 1967, combustible suficiente para desatar la tragedia. Todo esto sumándose a los enfrentamientos previos que se venían sucediendo desde el comienzo de las celebraciones durante el mes de Ramadán, originadas por la presencia de tropas en la Explanada del Templo, lugar de peregrinación durante la conmemoración y que tuvo como respuesta el bombardeo contra la población israelí. La población civil de uno y otro lado no puede estar involucrada ni sufrir las consecuencias de la soberbia de los fundamentalistas y de la no resolución del conflicto de fondo, que es la ocupación israelí de territorio palestino. Como ante cada ocasión donde la violencia se hace presente, el Llamamiento Argentino Judío considera que, como esta expresado en sus bases fundacionales, la solución pacifica del conflicto pasa necesariamente por la propuesta “dos Estados para dos Pueblos”, donde desde el mutuo reconocimiento y la coexistencia pacifica se puedan derribar muros, y construir los puentes necesarios para terminar con este conflicto, que solo trae amargura, dolor y muerte para los pobladores de la región.

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Reemplazar a Netanyahu es más urgente que nunca

Fuente: Editorial de Haaretz Fecha: 11 de mayo de 2021 Israel está una vez más al borde de un amplio enfrentamiento militar en la Franja de Gaza. Los bombardeos de cohetes disparados por Hamas y la Jihad Islámica en ciudades israelíes, que causaron muertos y heridos, así como los ataques de la Fuerza Aérea de Israel en Gaza, están moviendo a ambos lados hacia una guerra cuya duración y costo, en vidas humanas y en propiedades, se desconocen. . Pero incluso mientras la situación con respecto a la Franja de Gaza se deteriora, la protesta violenta se está extendiendo en las ciudades árabes y en las ciudades mixtas de todo Israel. El espíritu de los acontecimientos de octubre de 2000 se cierne sobre los enfrentamientos entre civiles y policías, y amenaza con socavar una vez más el delicado y frágil tejido de la convivencia, y ciertamente la débil esperanza de que se pueda formar un gobierno basado en la cooperación judío-árabe. La violencia fue peor en Lod y Ramle, pero no pasó por Jaffa, Haifa y muchos otros lugares. Los residentes árabes arrojaron piedras contra las casas judías, parte del nuevo cementerio de Ramle fue incendiado y varias sinagogas fueron apedreadas. Durante la noche entre el lunes y el martes, Lod se convirtió en una zona de guerra: los jóvenes destrozaron todo lo que encontraban y las carreteras principales de la ciudad fueron bloqueadas. La protesta se extendió al Centro Médico Shamir – Assaf Harofeh, donde decenas de personas se amotinaron, arrojaron piedras y dañaron equipos. Las razones del estallido de esta violenta protesta están conectadas a una serie de malas decisiones tomadas en Jerusalén durante el mes de Ramadán, que siempre es potencialmente catastrófico: el establecimiento de puestos de control en la Puerta de Damasco de la Ciudad Vieja, los enfrentamientos en Sheikh Jarrah, la testaruda insistencia en sostener la Marcha de Banderas. El comisionado de policía Yaakov Shabtai jugó un papel decisivo en todo esto, y su afirmación de que la policía había sido «demasiado blanda» apunta a un problema preocupante para percibir la realidad. Pero la policía se ve obligada a lidiar con los síntomas de un problema mucho más profundo que está surgiendo en estos días: la realidad de 54 años de ocupación. En su deseo de luchar contra el nacionalismo palestino, debilitarlo e incluso hacerlo desaparecer, el primer ministro Benjamin Netanyahu atacó e incitó a los árabes israelíes de manera criminal. En lugar de ocuparse del problema, prefirió excluir, discriminar, judaizar y traer racistas declarados a la Knesset. Esta desastrosa estrategia ahora está explotando en la cara de Israel. Lo que se requiere, en primer lugar, es detener la escalada y calmar las cosas. El presidente Reuven Rivlin hizo lo correcto al pedir a los líderes árabes que emitieran un llamamiento decisivo contra la violencia desenfrenada. Pero esto no es suficiente. Un primer ministro responsable habría controlado a la policía, habría entablado un diálogo real con los líderes árabes, habría observado el status quo en el Monte del Templo, no habría visto las ciudades mixtas como lugares que necesitan ser judaizados, anunciado un plan para invertir en la sociedad árabe, pero sobre todo, habría dejado de incitar. Netanyahu no es capaz de hacer esto, por lo que reemplazarlo es más urgente que nunca.

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Joe Biden recicla a Franklin D. Roosevelt

Fuente: Atilio A. Boron | Página/12 Fecha: 9 de mayo de 2021 (Por Atilio A. Boron) La reorientación macroeconómica de la Administración Biden originó un sinnúmero de elucubraciones acerca de cuán lejos llegaría el mandatario estadounidense en este nuevo rumbo. Una lectura cuidadosa de su discurso, pronunciado ante ambas cámaras del Congreso al cumplir 100 días de su mandato, permite vislumbrar una primera respuesta. Biden dijo que sus palabras tenían que interpretarse en el marco de una triple crisis: “la peor pandemia del siglo, la peor crisis económica desde la Gran Depresión y el peor ataque a la democracia desde la Guerra Civil.” Enfrentar estas amenazas no era algo que podía hacerse con las políticas habituales sino que requerían creatividad y renovados esfuerzos. De su discurso se desprende que es más fácil combatir a la pandemia, más difícil atacar a la crisis económica y más aún restañar las heridas sufridas por la democracia estadounidense que, a juicio de muchos observadores dentro de ese país, se ha degradado al rango de una voraz plutocracia. Dejamos para otra ocasión lo relativo a la pandemia, para concentrarnos en las propuestas económicas. Claramente hay un retorno al New Deal de Roosevelt, aunque se lo mencione apenas una vez a lo largo de las dieciséis páginas de su discurso, y no precisamente a la hora de hablar de la economía. Pero sus anuncios son un alegato a favor de una vigorosa reafirmación del papel del estado como redistribuidor de riqueza y rentas, como inversionista en grandes emprendimientos en infraestructura y nuevas tecnologías y como garante del fortalecimiento de las capas medias, a su vez hijas del activismo sindical. Porque, aclaró, “la economía del derrame nunca funcionó … y es hora que la economía crezca de abajo hacia arriba.” Las cifras que mencionó para justificar este cambio de paradigma macroeconómico, que descoloca por completo a los charlatanes y consultores económicos que siguen propalando las falacias del neoliberalismo en muchos medios de la Argentina, eran archisabidas en los ambientes académicos y políticos de izquierda en Estados Unidos, pero casi por completo desconocidas por el gran público e, inclusive, los miembros del Congreso. Por ejemplo, que el diferencial existente entre el ingreso del CEO de algunas empresas y el trabajador promedio es de 320 a 1, siendo que en el pasado era de un ya intolerable 100 a 1, ecuación incompatible con el “sueño americano”. Por lo tanto la triplicación de ese hiato debe ser corregido por las políticas públicas. Los billonarios se han enriquecido aún más con la pandemia, y han utilizado todos los mecanismos a su alcance para evadir el pago de impuestos, que recaen sobre las capas medias y los trabajadores, una afirmación que viene como anillo al dedo para describir la situación en la Argentina. De ahí su propuesta de establecer un impuesto de 39.6 por ciento a quienes registren ingresos superiores a los 400.000 dólares anuales. Es inadmisible, dijo, que 55 de las mayores corporaciones del país no hayan pagado un centavo de impuestos federales pese a que obtuvieron ganancias superiores a los 40.000 millones de dólares. Las resonancias rooseveltianas de su discurso se acrecentaron cuando aseguró, contrariando un credo muy difundido, que “Wall Street no construyó este país. Las clases medias lo hicieron. Y fueron los sindicatos quienes crearon a las clases medias.” A renglón seguido requirió del Congreso la pronta aprobación de una legislación que respalde el derecho a organizar sindicatos, mismo que había sido severamente recortado por Reagan. Walmart y Amazon, para mencionar los dos casos más conocidos, han sido los abanderados de la lucha anti-sindical en tiempos recientes y librarán duras batallas contra las propuestas de Biden. ¿Cómo interpretar este giro tan significativo en el discurso y en las propuestas legislativas planteadas por Biden? ¿Se ha convertido al nacional-populismo, al socialismo? Nada de eso. Es la respuesta defensiva ante la inédita profundidad de la crisis del capitalismo estadounidense y el rotundo fracaso de las políticas ortodoxas impulsadas por el FMI y el Banco Mundial para enfrentarla. Y ante el fiasco producido por la reducción de impuestos a los ricos de Trump que, previsiblemente, no surtió el efecto deseado. Pero más que de Biden la reacción viene de las alturas del aparato estatal que, en la tradición marxista, en ocasiones críticas juega el papel del “capitalista colectivo ideal”. Es decir, un sujeto que se eleva por encima de los mezquinos intereses corporativos o sectoriales y apela a estrategias que protejan a la clase capitalista en su conjunto y al capital como sistema económico, amenazados, por la competencia de China y la belicosidad de Rusia. De la primera, a causa de su arrollador dinamismo económico y sus grandes avances tecnológicos; de Rusia por su “maligno ingerencismo” en la política norteamericana. Y al hablar de los cambios tecnológicos (con implicaciones en la defensa tanto como en la vida cotidiana) Biden afirmó que Estados Unidos está quedando rezagado en esa crucial carrera con las “autocracias” de China y Rusia, que desafían el liderazgo que Estados Unidos debe ejercer en el mundo aunque nadie puede decir quién, cómo y cuándo le confió tan elevada misión. De ahí la radicalidad de los cambios propuestos. 

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La Corte quebrantó la división de poderes

Fuente: Eduardo Barcesat | El Destape Fecha: 6 de mayo de 2021 Art.128, C.N.: “Los gobernadores de provincia son agentes naturales del Gobierno Federal para hacer cumplir la Constitución y las leyes de la Nación.-“ El reciente fallo de la CSJN no ha tomado en consideración, ni mínimamente, lo que establece la Constitución Nacional respecto a la exigibilidad del cumplimiento, por los gobiernos provinciales y de la C.A.B.A., equiparada al efecto por el art. 129 de la C.N., de las disposiciones emanadas del Gobierno Federal, lo que remite al único remedio institucional que  es previsto por el art. 6° de la Ley Suprema de la Nación, que es la intervención federal, “El Gobierno Federal interviene en el territorio de las provincias para garantir la forma republicana de gobierno…” Y la forma republicana de gobierno es la estatuida por su art. 1°: “La Nación Argentina adopta para su gobierno la forma representativa republicana federal, según lo establece la presente Constitución”.- Este contenido se hizo gracias al apoyo de la comunidad de El Destape. Sumate. Sigamos haciendo historia. La CSJN ha emitido un fallo sin existencia de “caso”, tal como lo establece el art. 116 de la C.N. Ello, porque al tiempo de emisión de su pronunciamiento, el decreto de necesidad de urgencia –parcialmente impugnado en lo que hace a la presencialidad escolar-, había ya perdido su vigencia temporal. La CSJN reconoce ese vencimiento del plazo pero invoca la importancia de pronunciarse “…para lo futuro…”; es decir, que en abstracto, aborda incumbencias que competen tanto al Poder Ejecutivo Nacional como al Poder Legislativo, con lo que se produce un quiebre de la división de poderes al intentar, la CSJN, condicionar su actividad futura.- Es notable que este fallo de la CSJN se aparte, también de lo dispuesto por la primera Acordada que dictare, en marzo de 2020, a consecuencia de la pandemia de covid-19, y donde dispuso que la actividad tribunalicia debe adecuarse a las medidas de emergencia adoptadas por el Gobierno Nacional y que rigen para toda la administración pública. Allí reconoció que la materia salud pública y policía sanitaria es de la incumbencia del Gobierno Nacional, y estaban justificadas las medidas por la situación de estado de necesidad derivada de la pandemia. Pareciera que la doctrina del “acto propio” no es de aplicación en la propia CSJN.- Se observa un desplazamiento del objeto procesal en la sentencia dictada. En efecto, se reclamó por la inconstitucionalidad del artículo 2° del DNU que sustituye la presencialidad escolar por enseñanza virtual, para llevar el tema a un pronunciamiento judicial donde se aborde el estatuto jurídico de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires, tema resuelto por la propia Constitución Nacional y la llamada “ley Cafiero”, que delimitó las competencias entre el Gobierno Federal y el Local que conviven en un mismo territorio, el de la Ciudad de Buenos Aires.- Este desplazamiento del objeto del reclamo introducido por el Gobierno de la C.A.B.A. obedece que a la fecha del dictado de la sentencia por la CSJN, el DNU en cuestión había agotado su plazo de vigencia temporal, lo que obligaba a la CSJN a declarar “cuestión abstracta” el reclamo, sin dictar pronunciamiento sobre el fondo de la cuestión.- Al pretender regular el futuro de las medidas de política sanitaria que se dicten por las autoridades del Gobierno Nacional, la CSJN quebranta la división de poderes avasallando y apropiando una incumbencia constitucional que no le compete –como ya lo había reconocido en su Acordada de marzo de 2020-, con lo que la Constitución Nacional deja de regir en la misma medida de este acto usurpativo, lo que conlleva un acto de violencia institucional lesivo del deber de obediencia a la supremacía de la Constitución Nacional (art. 36, C.N.).- Al momento de redactarse esta nota de opinión, tanto el Gobierno de la C.A.B.A., como el de la Provincia de Mendoza han votado contra el resto de las autoridades, nacionales y provinciales, en la reunión del Consejo Federal de Educación, apartándose de la manda de continuar con las clases virtuales en la enseñanza primaria. El Gobierno mendocino ya ha dictado un decreto provincial en ese sentido imponiendo la presencialidad escolar.- En materia de protección de la salud pública estamos frente a un delito de peligro. La desobediencia a las directivas que imparta el Gobierno Nacional en ejercicio de sus competencias para proteger esa salud pública, mediando situación de pandemia, hacen de aplicación las disposiciones penales que se advirtieron a toda la ciudadanía y por las que hay diversas personas procesadas con riesgo de sufrir severa condena penal y civil resarciotria. Si ello es de aplicación para un incumplimiento individual, debe pensarse en la multiplicación de casos de contagio y fallecimiento de personas contagiadas por el acto de desobediencia, proveniente ahora de autoridades provinciales o locales.- Estas conductas sediciosas generan un quiebre institucional y compete al Gobierno Nacional valorar las medidas que habrá de adoptar en consonancia con las disposiciones de la Constitución Nacional y la legislación penal. Los integrantes del Ministerio Público Fiscal, órgano extra poder, deben advertir que ya están convocados a tomar intervención por la producción de  obrares que reúnen la tipicidad de delitos de acción pública, que afectan tanto a la salud pública, como a la salud institucional de la República.- Finalizo este ensayo recordando que, en su tramo final, el art. 36 de la C.N. reconoce al pueblo argentino el derecho de resistir los actos de violencia institucional. El fallo de la CSJN constituye, sin dudas, un acto de violencia institucional.

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Cómo Estados Unidos puede garantizar que los dólares de sus impuestos no financien la ocupación de Israel

Fuente: Jeremy Ben-Ami | Haaretz   Fecha: 5 de mayo de 2021 Aprecié el reciente artículo de opinión del rabino Eric Yoffie en Haaretz (¿Odio la ocupación? Detrás de la ayuda militar estadounidense para Israel) reconociendo el crecimiento de J Street durante la última década, la amplitud del apoyo que tenemos en Washington y el éxito de nuestra conferencia anual. También aprecié su reconocimiento de que los temas más desafiantes y críticos para el futuro de Israel nunca reciben la discusión significativa que necesitan en organizaciones judías prominentes como AIPAC. El rabino Yoffie y J Street están de acuerdo en que el descenso de Israel hacia una realidad permanente de un solo estado es desastroso, lo que plantea un desafío para el pueblo judío en todo el mundo y para la ética y los valores en los que arraigamos nuestra identidad. Él y yo también estamos de acuerdo en que Israel solo puede ser democrático y el hogar nacional del pueblo judío si existe un estado de Palestina. Entendemos que la derecha de Israel está comprometida a derrotar esa visión y, en cambio, a cimentar una realidad no democrática de un solo estado. En lo que no estamos de acuerdo es en el desafío al que se enfrenta el movimiento pro-israelí y pro-paz en los EE. UU. En 2021. El desafío ya no es como lo expresa el rabino Yoffie: reunir apoyo para dos estados, o incluso reunir oposición a explícitas esfuerzos de Israel para anexar permanentemente el territorio que ocupó en 1967. J Street y el movimiento pro-israelí y pro-paz han ganado esas batallas, con certeza en la comunidad judía estadounidense en general y en el Partido Demócrata. En diciembre de 2019, la Resolución 326 de la Cámara que apoyaba a dos estados y se oponía a la anexión fue aprobada por la Cámara de Representantes con el apoyo de casi todos los miembros demócratas del Congreso. Y en el verano de 2020, casi todos los demócratas en la Cámara y el Senado expresaron su oposición pública a la idea de la anexión de jure. El verdadero desafío para el rabino Yoffie, como un apasionado partidario de dos estados, es articular exactamente qué política o acción estadounidense, más allá del apoyo verbal a dos estados, está dispuesto a apoyar para poner fin a la ocupación. Es decepcionante que, en lugar de utilizar su voz para proponer las herramientas que utilizaría para poner fin a la ocupación, el rabino Yoffie opte por atacar una ley recientemente introducida, la «Defensa de los derechos humanos de los niños y las familias palestinas que viven bajo la ley de ocupación del mando del ejército israelí», con argumentos inexactos y errores de hecho. Presentado por la Representante Betty McCollum, el proyecto de ley en cuestión busca garantizar que cada dólar de los casi $ 4 mil millones de asistencia de seguridad estadounidense brindada a Israel anualmente se destine a las necesidades legítimas de seguridad de Israel, y que ninguno se utilice para apoyar actividades que socavan la seguridad de Israel, los derechos de los palestinos e intereses estadounidenses. Tales actos dañinos, como se enumeran en el proyecto de ley, incluyen el desalojo de comunidades palestinas y la demolición de sus hogares. Incluyen la detención e interrogatorio de niños palestinos en violación de las normas internacionales pertinentes. Esta legislación exige restricciones en el uso de equipos comprados con la ayuda de Estados Unidos, diseñada para garantizar que, si bien Israel recibe la totalidad de la ayuda comprometida bajo el Memorando de Entendimiento (MOU) firmado por el presidente Obama, el Congreso también obtenga la transparencia dentro de él, y puede proporcionar una guía más clara sobre cómo y por qué se utilizan las armas y el material financiado por Estados Unidos. El proyecto de ley de ninguna manera autoriza o pide recortes de ayudas. Para que conste, J Street apoya el memorando de entendimiento de la era de Obama y el nivel total de ayuda al que se comprometió, y yo he testificado personalmente en el Congreso apoyando la prestación de asistencia en los niveles acordados. El argumento del rabino Yoffie de que «el verdadero propósito del proyecto de ley es preparar el camino para reducir la ayuda militar estadounidense a Israel» es pura especulación sobre la legislación futura. No es un argumento convincente con respecto a la ley actual que el Congreso está considerando. También se equivoca cuando afirma que el proyecto de ley «presenta a Israel como un torturador implacable de niños palestinos». De hecho, en ninguna parte del proyecto de ley se acusa a Israel de tal cosa. El proyecto de ley prohíbe que la ayuda estadounidense se utilice en relación con «torturas o tratos crueles, inhumanos o degradantes» de niños, un requisito de la Convención sobre los Derechos del Niño, que el propio Israel ha ratificado y que espero que el rabino Yoffie no estaría en desacuerdo. El rabino Yoffie también afirma incorrectamente que larepresentante McCollum es una «partidaria veterana del BDS». De hecho, ella no apoya al Movimiento Global BDS y, como cuestión de política, J Street no respalda a los miembros del Congreso que lo hagan. Finalmente, el rabino Yoffie se equivoca -en su caracterización de la reciente carta a Deutch-McCaul, de la Cámara de Representantes sobre la asistencia de seguridad de Estados Unidos a Israel- cuando dice que AIPAC organizó «en respuesta» al proyecto de ley McCollum. De hecho, la carta estuvo circulando para obtener firmas y AIPAC la discutió públicamente casi un mes antes de que se finalizara o presentara el proyecto de ley de la congresista McCollum. La carta no se opone al concepto de restricciones en el uso de la ayuda ni a nada contenido en el proyecto de ley McCollum. No contiene la palabra «restricciones». Dado que la carta era coherente con la política de J Street, no nos opusimos, explicando en cierta medida su éxito relativo. El rabino Yoffie tiene todo el derecho a cuestionar el apoyo de J Street al proyecto de ley del Representante McCollum.

Comunicados y Declaraciones, Portada

LA CORTE Y LA PANDEMIA

El fallo de la Corte Suprema de Justicia, que habilita a la Ciudad a apartarse de las medidas sanitarias dispuestas por el gobierno nacional, convalidando el pretexto utilizado por las autoridades porteñas que invocan el cuidado de la educación para desobedecerlo, genera un antecedente de alto riesgo para la vigencia del orden democrático en nuestro país. No nos corresponde ingresar en tecnicismos acerca del alcance constitucional de la autonomía de nuestra Ciudad. Pero no abrigamos dudas de que, ante el crecimiento de la pandemia, mayores restricciones resguardan la salud y la vida. En el mismo sentido de que su disminución favorece el crecimiento de los contagios y por ende, los fallecimientos. En ese orden, la Corte ha privado al gobierno nacional del ejercicio de un derecho y una obligación constitucional, cediendo ante una mezquina falacia esgrimida por el gobierno porteño para dirimir rivalidades internas de su espacio político. Son varios los fallos que indican, que diversos sectores del poder judicial, avanzan por sobre los otros poderes del Estado. Desde el LLAMAMIENTO ARGENTINO JUDÍO, alertamos sobre estos modos de judicialización de la política y convocamos a impugnar estos desequilibrios institucionales cuyas víctimas terminarán siendo los sectores más desprotegidos de nuestra sociedad. Nos oponemos totalmente a la desestabilización promovida por sectores mediáticos, judiciales y políticos de la derecha. Exigimos el respeto de la voluntad popular. Marcelo Horestein, Presidente Pablo Gorodneff, Prosecretario

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