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Injerencismo con glamour

Fuente:  Jorge Elbaum | El cohete a la luna  |  Fecha:  8  de septiembre de 2019 La hija y asesora presidencial del primer mandatario estadounidense Donald Trump recaló menos de 24 horas en territorio argentino, en el marco de una gira destinada a reforzar la presión sobre Venezuela, habilitar inversiones de sus compatriotas funcionales a sus intereses geopolíticos y actualizar el disciplinamiento sobre los gobiernos de la región. Ivana Marie Trump, más conocida por su apelativo Ivanka, aterrizó la noche del miércoles 4 en San Salvador de Jujuy después de visitar Colombia, epicentro de la ofensiva de Washington contra el gobierno de Caracas. Su desfile por la Quebrada de Humahuaca pretendió disimular el objetivo central de la gira, planificada  por sus acompañantes: el Subsecretario de Estado, John J. Sullivan, la viceministra de Defensa, Lisa Hershman, y el Jefe de la Agencia de los Estados Unidos para el Desarrollo Internacional (USAID) —dependiente del Pentágono—, Mark Green. Estos tres funcionarios, resguardados tras el ajuar de la asesora presidencial, fueron los encargados de retomar la tarea desarrollada en Buenos Aires por Mike Pompeo durante julio, orientada a socavar la potencial reelección de Evo Morales en Bolivia (fronteriza con la provincia jujeña visitada por la comitiva) y, en forma paralela, promover inversiones de capitales estadounidenses en las cercanías de los cuantiosos recursos minerales estratégicos, como el litio, disponibles en la zona puneña. Coherente con esta última meta, Ivanka anunció, durante un almuerzo en Purmamarca, una inversión de 400 millones de dólares destinada  a obras viales cuya traza, explicaron los empresarios ligados al gobernador Gerardo Morales, deberá incluir itinerarios desde y hacia los reservorios de litio, uno de los componentes centrales de las baterías eléctricas de los automóviles de próxima generación. La particularidad del financiamiento, señalaron los funcionarios de la gobernación, es que dicha inversión se canalizará a través de la Compañía de Inversiones Privadas en el Extranjero (OPIC, por su sigla en inglés), agencia gubernamental autárquica con sede en Washington, que gestiona inversiones privadas en mercados emergentes. Los aportes de la OPIC, a su vez, se integrarán a un Programa de Participación Público-Privada (PPP), eufemismo institucional con que el macrismo pretendió promover inversiones mixtas de infraestructura que, luego de dos años de implementación, terminaron engrosando el endeudamiento externo.[1] En ese marco, el titular de OPIC, David Bohigian, será el encargado de canalizar los aportes para construir rutas cuyos beneficiarios prioritarios serán las automotrices trasnacionales, mientras que los ciudadanos argentinos terminarán financiando dichas obras a través del pago de impuestos o peajes concesionados. Según el informe de Global Public Affairs, el proyecto de la OPIC optimizará la trazabilidad del denominado corredor C, que conecta con los puertos del Pacífico a través del paso fronterizo de Los Libertadores. En el territorio donde la OPIC ha decidido invertir se encuentra el denominado Triangulo del Litio, la zona donde se encuentra el 75 % de las reservas mundiales de ese mineral. El magnánimo anuncio manifestado por la comitiva de Ivanka recuerda los espurios acuerdos con el Reino Unido de Gran Bretaña respecto a la red ferroviaria (firmados durante los siglos XIX y XX): trochas planificadas para la exportación de materias primas carentes de valor agregado, requeridas por países industriales para su manufactura, combinadas con empréstitos onerosos a ser reembolsados a lo largo de varias generaciones.[2] A pesar de los anuncios pretendidamente auspiciosos para la infraestructura vial de la Puna, el periplo de la primogénita de Trump no incluyó en la agenda un encuentro con Mauricio Macri. Mientras que sus colegas colombiano y paraguayo recibieron en forma ostentosa a la ex modelo neoyorquina en sendos ágapes, los asesores del primer mandatario argentino evaluaron como disonante una probable imagen de Juliana Awada y la hija de Trump (retratadas en plena competencia de indumentaria) mientras se observan manifestaciones que exigen la emergencia alimentaria. Feminismo de marketing La comunicación oficial del Departamento de Estado referida a la gira de la asesora, reproducida acríticamente por los medios hegemónicos de los países visitados, describió el periplo de Ivanka como una misión orientada al mejoramiento de las condiciones de trabajo de las mujeres y su empoderamiento como agentes de transformación y desarrollo económico. La perspectiva de género promocionada por Washington resulta, sin embargo, incongruente con la frecuente fraseología misógina de su padre y las concomitantes señales homofóbicas características del supremacismo republicano. Dentro de la misma cosmovisión discriminatoria, que sólo visibiliza a los sectores subalternos cuando son útiles para obtener fotografías pintorescas, es que los funcionarios de Morales se negaron a reconocer –frente a los periodistas extranjeros acreditados— la existencia de detenidxs políticxs en Jujuy, pertenecientes a la agrupación barrial Túpac Amaru, como el caso de Milagro Sala. En Bogotá diversas organizaciones feministas denunciaron que la asesora carecía de autoridad para instituirse como defensora de los derechos de las mujeres, al ser una referente en su país de organizaciones que se oponen a la interrupción voluntaria del embarazo. En un informe divulgado durante su estancia en Bogotá, se recordó que Ivanka y su marido, el también asesor Jared Kushner, respaldaron públicamente a la gobernadora de Iowa, Kim Reynolds, quien habilitó la legislación más restrictiva contra el aborto seguro en su país. Además recordaron que Cecile Richard, referente de Planned Parenthood (organización que facilita interrupciones voluntarias de embarazo), denunció al matrimonio Trump-Kushner por ofrecerle sobornos a cambio de que su entidad detuviera los servicios de abortos seguros. Según The Washington Post, la actual administración republicana “ha recortado por lo menos un 35 % en los programas de igualdad de género; reinstauró la polémica Ley Mordaza Global, que restringe el acceso de las mujeres a la atención de salud reproductiva, y ha cambiado las reglas de asilo para negar el refugio a mujeres que huyen de la violencia doméstica”.[3] En la primera etapa del viaje por los tres países de Latinoamérica, los funcionarios de USAID anunciaron el otorgamiento de subsidios a integrantes de las fuerzas de seguridad colombiana concentradas en la frontera con Venezuela. Alrededor de un 40 % de los montos comprometidos por dicha agencia gubernamental (120 millones de dólares) se destinarán a la capacitación de mujeres en la Policía

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Argentina: Cambiemos en el ojo del huracán

Fuente: Carlos A. Villalba | Estrategia.la Fecha:   6 de septiembre de 2019 Las elecciones internas de agosto pasado en la Argentina dieron vuelta las interpretaciones relacionadas con la situación real del país y le dieron una visibilidad irrefutable a la opinión popular acerca del gobierno de Mauricio Macri y, también, sobre la fórmula que construyó Cristina Kirchner, con Alberto Fernández a la cabeza. En un país que empieza a acostumbrarse a respetar su constitucionalidad -aún en el marco de una democracia “sucia” o de “baja intensidad” como la actual-, la ciudadanía concurre a las urnas un domingo de sol y, en diez horas, da vuelta todo, invierte el témpano y muestra los dos tercios que rechazaban al gobierno, por encima del tercio que, hasta aquella jornada, lo acompañaba. En tres años y diez meses la gestión de la Alianza Cambiemos (PRO, Unión Cívica Radical, Coalición Cívica) empeoró todos y cada uno de los aspectos de la vida social y económica del país; en función del plan de negocios que los grupos económicos instalaron, se hundió a millones de argentinas y argentinos en la pobreza y la indigencia, además de rematar las posibilidades de estabilización económica y financiera que le daba el desendeudamiento externo logrado por el kirchnerismo y comprometer el futuro de varias generaciones y destruir el valor de las empresas más importantes del país, con YPF en el valor más bajo de su historia. La bomba les estalló en las manos, antes de ir a refugiarse,a partir de diciembre, en sus palacios internacionales. En tierra queda una situación de destrucción, que incluye a las estructuras partidarias armadas para imponerse al gobierno anterior, una práctica de las “alianzas” argentinas que, solo han servido para inflar globos de triunfo una vez y, después, salir tan “volao” como el Pedro Navaja de Rubén Blades. La implosión del sistema partidario del gobierno llega al borde del sainete, con un Juntos por el Cambio convertido en “desunidos por la derrota”, con el mascarón de proa de un Miguel Pichetto extraviado en los canales sin rating que todavía lo convocan y ya rosqueando para convertirse en auditor opositor, el PRO en terapia intensiva y Macri, ahora sí, listo para una jubilación eterna, aunque con las cuentas bancarias cargadas y a buen recaudo del cepo con corral que le puso a la ciudadanía. La rebelión de los orcos, los elfos, los hobbits o lo que sean…  Aunque se dice que las derrotas “no tienen dueño”, la debacle de Cambiemos tiene responsables, al menos para las distintas tribus que empezaron a multiplicar facturas desde la misma medianoche de ese domingo en que el Presidente ordenó a la gente que se vaya a dormir, mientras sus asistentes descolgaban los racimos de globos amarillos que se quedaron sin la ya no tan mágica Ciudad de Tan Biónica. La pelea no tiene límites ni fronteras: radicales contra macristas, radicales versus radicales, gobernadores contra ministros, operadores contra políticos y, claro, Elisa Carrió contra todos y todas y todas y todos contra Durán Barba. Orcos se llamaban los monstruos de la mitología celta; orcos denominó J. R. R. Tolkien a su raza de criaturas usadas como soldados por los grandes villanos de su “Señor de los Anillos”. Los macristas “puros” y cibernéticos, con desprecio, siempre llamaron orcos a los miembros del sector negociador, “rosquero” y encargado del “trabajo sucio”, encabezado por Emilio Monzó, uno de los dirigentes más hábiles de Cambiemos, que llegó a la presidencia de Diputados después de haber sido, por ejemplo, ministro macrista de Gobierno de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires y, antes, titular de la cartera de Asuntos Agrarios de la por entonces peronista provincia de Buenos Aires. Extraviado en su nube de troles y focus group, el jefe de Gabinete Marcos Peña y la gobernadora María Eugenia Vidal, dejaron a él y a su tropa fuera de las listas nacionales, del mismo modo con que antes lo habían apartado de la mesa chica de la Casa Rosada. En respuesta, el grupo liderado por el también ex randacista de Carlos Tejedor no tuvo empacho en tirar la primera piedra, y también la segunda. Con una simpatía que no caracteriza al pasado de su familia bahiense, el ex jefe del bloque de diputados oficialista, Nicolás Massot, comparó al estratega presidencial Durán Barba con el «manosanta» del actor cómico Alberto Olmedo, un charlatán que se hacía pasar por curandero brasileño para ganar dineros y manosear cuerpos femeninos, en una época en que el enfoque de género todavía no se hacía sentir en la sociedad local. Más directo aún, el círculo de Monzó “aceptó” con rapidez la muerte de Cambiemos junto a la de su gobierno y empezó a orejear los cartones que conducen a un nuevo continente partidario. El asunto importa mucho a los macrismos, cuyos cálculos les dicen que podrán aferrarse a alguna palmera antes que el huracán Dorian los destruya con su coletazo, para usar una figura del repertorio de un sistema partidario que oculta tras los ejemplos climatológicos e hídricos sus fracasos, errores y derrotas. La retaguardia porteña a la que aspiran se complementaría, en sus fantasías, con bancadas legislativas nacionales y bonaerenses de peso suficiente como para refutar los planes del Frente de Todxs, que estará cerca del quórum propio en Diputados, con mayoría holgada en el Senado nacional, y con una oposición al fenómeno Axel Kicillof (amplio ganador de las internas en la provincia de Buenos Aifres) fragmentada en la Legislatura platense. Para intentar alguna resistencia necesitan que no haya fugas, y aquellos despreciados “orcos” hoy son guerreros tan resentidos como peligrosos. A pesar de los desplantes en su contra, Monzó aceptó que lo resucitaran de urgencia e integrar la comisión presidencial que se reunió el lunes 2 con Sergio Massa junto al ministro del Interior, Rogelio Frigerio, en las oficinas del primer candidato a diputado nacional bonaerense por la lista de Los Fernández. Una boina blanca arrastrada por los vientos Casi sin derecho a reivindicar sus orgullos blasones populares de origen, al remanente radical del Siglo XXI

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Caniches de la autocracia

Fuente:  Editorial de Haaretz Fecha: 6 de septiembre de 2019 En los últimos días, se han expuesto las intenciones y el modus operandi del primer ministro Benjamin Netanyahu. Una vez más, resulta que busca deshacerse de todos los controles y equilibrios que él ve como impedimentos para la continuidad de su gobierno, y también anexar los asentamientos a Israel, incluidos los más aislados y extremos, bajo un nuevo sistema de gobierno que él ha inventado: «soberanía judía». La conversación grabada transmitida por Channel 13 News esta semana, en la que Netanyahu exigió que el ex ministro de Comunicaciones, Ayoub Kara, disolviera o aboliera el Consejo de Radiodifusión por Cable y Satélite porque se negaba a operar en línea con la agenda de la Oficina del Primer Ministro, reflejó la familiaridad con un patrón de acción de Netanyahu: si la ley o sus guardianes se interponen en su camino, deberían irse al infierno o ser reemplazados por aduladores obedientes. Pero lo que falló con Kara tuvo éxito con el nuevo contralor estatal, Matanyahu Englman. Cuatro días después de reunirse con Netanyahu, Englman disolvió un comité especial de permisos del gobierno que había prohibido al primer ministro aceptar donaciones para su defensa legal. El miércoles, el contralor permitió a Netanyahu aceptar un préstamo «en términos de mercado» de su benefactor estadounidense, Spencer Partrich, para este mismo propósito. Además, Englman enterró el mordaz informe que su predecesor escribió sobre la intervención de Netanyahu en el mercado de los medios de comunicación, un informe que podría haber socavado profundamente en algún cajón la campaña electoral del partido Likud. Englman, como el Comisionado del Servicio Civil Daniel Herskowitz, representa el nuevo servicio civil que Netanyahu ha estado cultivando. En lugar de guardianes, son sirvientes cuyo trabajo es complacer a la corte real en Jerusalén y Cesarea. Su conducta presagia los futuros nombramientos del fiscal estatal y el fiscal general en caso de que Netanyahu sea reelegido; los convertiría de ejecutores de la ley en trapos de cocina. Y la reciente incitación de Netanyahu contra Channel 12 News, en respuesta a su informe sobre su conducta aparentemente criminal, muestra que quiere hacer que todos los medios de comunicación sean como su portavoz Israel Hayom y convertir la prensa de perros guardianes de la democracia en caniches de la autocracia. La elección del 17 de septiembre debería ser un referéndum sobre el camino que Netanyahu está allanando para Israel: gobernado por un hombre sin restricciones, uno que está trabajando para establecer un estado de apartheid descaradamente basado en la supremacía judía en Cisjordania y destruir el gobierno de la ley del Israel anterior a 1967. Poner fin a su reinado es vital para la continua existencia de la democracia israelí, y también dejará una apertura para un acuerdo con los palestinos. Traducción: Dardo Esterovich

America Latina, Portada

Colombia: tratado de paz versus intereses geopolíticos

Fuente: Gabriele Kuehnle | Estrategia.la Fecha: 5 de septiembre de 2019 El tratado de paz en Colombia no pudo asegurar la paz: Los intereses geopolíticos lo están liquidando. ¿Terminó la paz en Colombia? Varios líderes históricos de las FARC-EP declararon el 30 de agosto por medio de un video una nueva etapa de la lucha armada, aunque con una estrategia  defensiva. En reacción inmediata, el ejército colombiano mató poco después a nueve guerrilleros. Nunca fue tan contundente contra los paramilitares. Firmado en noviembre de 2016 con una gran puesta en escena y garantías de la ONU, de la Cruz Roja Internacional y de varios estados, el tratado de paz no logró cumplir con sus propósitos más importantes. Los opositores de la paz colombiana tienen planes completamente diferentes, que marcaron sin duda los sucesos en Colombia durante décadas de conflicto armado, hasta hoy. El tratado de Colombia con la OTAN (“socio global”) subraya el interés estratégico de EU en el dominio político-militar de América del Sur. En retrospectiva está claro que el gobierno de Juan Manuel Santos, ganador del Premio Nobel de la Paz, carecía de voluntad política para implementar el acuerdo. El hoy presidente, Iván Duque, declaró en su campaña electoral que quería anular dicho tratado de paz. Pero fue Santos quien marcó desde el principio el rumbo hacia el fracaso. Contrario a todas las anteriores evaluaciones ambiguas del proceso en Colombia, ésta es la conclusión de una serie de indicadores. Cerrar los ojos y seguir sin cambiar de rumbo va costar más y más vidas. El presidente Santos, como comandante en jefe de las Fuerzas Armadas fue directamente responsable de quebrar los acuerdos de paz en un área central. La inacción de su ejército, que no podía o no quería implementar un plan para el control estatal de las antiguas áreas desocupados por las FARC, permitió a las organizaciones paramilitares ocuparlas. Santos firmó el tratado de Paz creando falsas expectativas en el mundo entero. Porque no hay paz cuando sigue habiendo bajas de soldados desarmados y de la población civil. Santos no podía dar garantías mientras no asegurara el control estatal sobre las áreas de conflicto en Colombia. Santos también es personalmente responsable de la muerte de los caídos en tiempos de paz. La «comunidad» internacional nunca dudó en aplicar este veredicto contra el presidente venezolano Nicolás Maduro, aunque las cifras de víctimas mortales en Colombia son diez veces más altas. El tratado de paz brindaba la excepcional oportunidad de una modernización social, económica y cultural del país. La primera obligación del presidente Santos hubiera sido propagar una nueva cultura de paz y de reconciliación. Especialmente debía introducirla en las instituciones estatales bajo su comando (policía y militar) como fundamento básico e indispensable para todas las demás etapas. El presidente Santos debía haber luchado con un discurso político para la transformación de la nación. Para eso había sido elegido. Pero no lo hizo. En cambio cedió muy pronto la hegemonía política a los opositores del proceso de paz. Lo admite en su autocrítica después de la derrota en el referéndum. Pero en este caso, nadie de la llamada “comunidad internacional” habló del «régimen colombiano», nadie ejecuta sanciones ni chantajea al gobierno. Nadie reclama la inmediata retirada de sus presidentes responsables por cientos, miles de muertos, nadie reclama elecciones adelantadas. Por el contrario, Alemania, algunos estados europeos y la Unión Europea siguen entregando millones de euros para la paz. Duque se quejaba que Santos dejó desfinanciado dicho presupuesto. Obviamente, los europeos no exigieron el cumplimiento con el más importante de todos los proyectos de paz: asegurar la supervivencia de los sobrevivientes. “¿De qué nos beneficiarán nuestros proyectos agrícolas si no sabemos si mañana estamos vivos? «, dijo una mujer de las FARC a los visitantes de la ONU a mediados de julio. Soberanía incompleta El requisito previo de una paz estable hubiera sido la soberanía del Estado sobre el conjunto de los territorios nacionales, sin permitir que las organizaciones paramilitares -junto con el crimen organizado- ocupasen ciertas regiones fronterizas y costeras del país, controlando así los corredores de exportación de la cocaína. Los problemas eran previsibles y estuvieron planteados en la mesa de negociación ya unos tres años antes de firmar la paz. Altos rangos militares participaron en el diálogo, pero la llamativa pasividad al inicio de la paz del ejército colombiano, uno de los más costosos y mejor equipados de Latinoamérica, creó las condiciones para las masacres posteriores. Más de 700 pacifistas, líderes comunitarios, ambientalistas, indígenas y campesinos perdieron la vida en una masacre silenciosa, desde la firma de la paz. Unos 140 excombatientes de las FARC desarmados y 45 de sus familiares cayeron asesinados. El discurso de odio de Iván Duque El sucesor de Santos, Iván Duque, va mucho más allá. La  Representante Especial de la ONU ante la Comisión de Derechos Humanos en Ginebra, Agnès Callamard, reclamó a Duque que se abstuviera de su discurso de odio contra el nuevo partido FARC (Poder Revolucionario Alternativo del Partido Popular). “Esto complica su participación (de las FARC) en la actividad parlamentaria, envenena el clima político y motiva la violencia política”, dijo Callamard. El discurso de Duque contra cualquier causa que considere  izquierdista, social, étnica o ambientalista es una herramienta perfectamente funcional para sus ataques. Dándole la vuelta al plato, su demagogia busca tachar la innegable responsabilidad del gobierno por el fracaso de la paz, y canalizar la decepción de la población hacia las viejas imágenes del “enemigo interno”. Además, el gobierno necesita la lealtad de la población en el caso de librar una guerra contra Venezuela. La receta fue, es y será el enemigo interno. Debe suponerse que ni Santos ni Duque actúan por cuenta propia. Indudablemente están sujetos a órdenes y presiones de niveles más altos, especialmente de Washington. La anterior ambivalencia y las contradicciones  en la implementación de la paz expresaron los diferentes intereses y tendencias dentro de los estados de la OTAN y los de América Latina, o reflejaron sus diferentes roles en el tablero de ajedrez

Derechos Humanos, Nacionales, Portada

«Una militante incansable por los derechos humanos»

Fuente: Adriana Meyer | Página/12 Fecha: 3 de septiembre de 2019 Organismos de derechos humanos, sindicatos, amigos y compañeros de militancia despidieron a Graciela Rosenblum y destacaron su compromiso con la lucha por la memoria, la verdad y la justicia. Era de las que ponía el cuerpo las veinticuatro horas, respiraba y militaba, viajaba y denunciaba, discutía y consensuaba. «Militante revolucionaria, comunista, humanista, antiimperialista, antifascista, defensora de presxs politicxs y torturadxs, luchadora por la vivienda digna, por los derechos de género, por un mundo en el que todo sea para todxs, allí estuvo siempre Graciela Rosenblum, en la Liga, abriendo las puertas a todxs y cada unx que en este mundo sufriera una injusticia», escribieron sus compañeros de la Liga Argentina por los Derechos Humanos ante su fallecimiento. La despidieron en su barrio, Parque Patricios, y en su otro espacio de militancia, el Movimiento Territorial de Liberación (MTL). «El campo popular de Nuestra América despide a una de las más dignas y heroicas camaradas, compañera, madre, hermana, amiga, maestra. Graciela fue la revolución misma. Quienes compartimos nuestra vida con ella, la vamos a extrañar, y aquí estamos para llevar sus ideales a la victoria. En su memoria y por su lucha, venceremos. Te amamos. Estamos comprometidxs con derrotar al macrismo y abrir paso a la democracia verdadera en Argentina», dijo el organismo. «Esta madrugada nuestro corazón se estrujó al recibir la noticia del fallecimiento de nuestra compañera y presidente de la Liga, Graciela Rosenblum. Su paso por este mundo definitivamente estuvo marcado por una ternura enorme, brazos de abrazos y caricias de combates infinitos», dijeron sus compañeros de la LADH. Desde la agencia Andar y la Comisión Provincial por la Memoria (CPM) expresaron que Rosenblum «fue una militante y luchadora incansable por los derechos humanos. Se integró en plena dictadura militar a la Liga Argentina por los Derechos del Hombre, organismo que actualmente presidía, desde donde luchó sin descanso contra la impunidad de ayer y hoy. Compañera de tantas luchas y batallas, Graciela deja un enorme camino construido en la lucha por la memoria, la verdad y la justicia». La última vez que habló con PáginaI12 fue para coordinar una visita en la cárcel a Daniel Ruiz, el militante del PSTU preso en Marcos Paz por haber participado de la protesta contra la reforma previsional. Ella ya había acudido a verlo, junto a sus compañeros de los demás organismos de derechos humanos y dirigente políticos, al igual que a Fernando Esteche. También tuvo un activo rol durante el juicio por el caso del Negrito Avellaneda, y fue imprescindible contra la impunidad en la causa por las responsabilidades políticas de la Masacre de Avellaneda. Su voz gastada, inconfundible, atendía el teléfono a cualquier hora, su sonrisa y abrazo decía presente en todas y cada una de las marchas por la memoria, por la protesta social, por la libertad de los presos. En las redes se repitió el «hasta la victoria, siempre querida Graciela», en boca de Patricia Walsh, Carlos Lordkipanidse, Carlos Rozanski, Horacio Pietragalla, María Rachid, entre otros y otras. Organizaciones como la CTA, Hijos, Abuelas de Plaza de Mayo, Suteba, el Foro de Presxs Políticxs, la Correpi y el Ceprodh, y dirigentes como Luis D’Elía y Myriam Bregman la despidieron. Carlos Aznarez la definió como «una luchadora fundamental, su vida y obra se identifica con su andar en la Liga Argentina por los Derechos Humanos, una entidad, que como ella, jamás dejó en la estacada a nadie de nuestro amplio mundo de la izquierda, que estuviera perseguido o perseguida por la represión». Graciela militó desde muy joven, en plena dictadura tuvo a una de sus hijas. Así lo contaba en una columna que escribió a 30 años del golpe genocida para PáginaI12. «Era sumamente difícil poder disfrutar plenamente sus primeros pasos, sus travesuras, cuando cotidianamente escuchaba en las oficinas de la Liga Argentina por los Derechos del Hombre, institución primera y por mucho tiempo única con puertas abiertas a todos, a las madres y los familiares, repetir: ‘Anoche unos hombres vestidos de civil se llevaron a mi hijo, destrozaron mi casa y cuando fui a denunciar a la comisaría me dicen que se fue de la casa o que se fue con otra si era una esposa’, con sus niños que todavía lloraban aterrorizados preguntando por la mamá y su papá». El compromiso de Rosenblum con los trabajadores, los perseguidos y los presos políticos fue coherente durante décadas y se mantuvo firme hasta el final de sus días.

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Wallerstein sin anestesia

Fuente: Atilio A. Boron | Blog de Atilio A. Boron Fecha: 2 de septiembre de 2019 La muerte de Immanuel Wallerstein nos priva de una mente excepcional y de un refinado crítico de la sociedad capitalista.[1] Una pérdida doblemente lamentable en un momento tan crítico como el actual, cuando el sistema internacional cruje ante las presiones combinadas de las tensiones provocadas por la declinación del imperialismo norteamericano y la crisis sistémica del capitalismo. Wallerstein fue un académico de dilatada trayectoria que se extendió a lo largo de poco más de medio siglo. Comenzó con sus investigaciones sobre los países del África poscolonial para luego dar inicio a la construcción de una gran síntesis teórica acerca del capitalismo como sistema histórico, tarea a la que se abocó desde finales de la década de los ochentas y que culminó con la producción de una gran cantidad de libros, artículos para revistas especializadas y notas dirigidas a la opinión pública internacional. Wallerstein no sólo cumplió a cabalidad con el principio ético que exige que un académico se convierta en un intelectual público para que sus ideas nutran el debate que toda sociedad debe darse sobre sí misma y su futuro sino que, además, siguió una trayectoria poco común en el medio universitario. Partió desde una postura teórica inscripta en el paradigma dominante de las ciencias sociales de su país y con el paso del tiempo se fue acercando al marxismo hasta terminar, en sus últimos años, con una coincidencia fundamental con teóricos como Samir Amin, Giovanni Arrighi, Andre Gunder Frank,  Beverly Silver y Elmar Altvater entre tantos otros, acerca de la naturaleza del sistema capitalista y sus irresolubles contradicciones. Su trayectoria es inversa a la de tantos colegas que, críticos del capitalismo en su juventud o en las etapas iniciales de su vida universitaria acabaron como publicistas de la derecha: Daniel Bell y Seymour Lipset, profetas de la reacción neoconservadora de Ronald Reagan en los años ochentas; o Max Horkheimer y Theodor Adorno que culminaron su descenso intelectual y político iniciado en la Escuela de Frankfurt absteniéndose de condenar la guerra de Vietnam. O a la de escritores o pensadores que surgidos en el campo de la izquierda -como Octavio Paz,  Mario Vargas Llosa y Regis Debray-  convertidos en portavoces del imperio y la reacción. Wallerstein fue distinto a todos ellos no sólo en el plano sustantivo de la teoría social y política sino también por su activa inserción en las luchas sociales por un mundo mejor –asiduo participante en sucesivas reuniones del Foro Social Mundial de Porto Alegre, conversaciones con el Subcomandante Marcos y otros líderes populares en distintas partes del mundo, participación en eventos organizados por movimientos sociales – y, ciertamente, por sus aportes la discusión epistemológica como lo revela su magnífica obra de 1998: Abrir las ciencias sociales. En este texto propone una crítica radical al paradigma metodológico dominante en las ciencias sociales, cuyo núcleo duro positivista condena a éstas a una incurable incapacidad para comprender la enmarañada dialéctica y la historicidad de la vida social. En línea con esta perspectiva de análisis sus previsiones sobre el curso de la dominación imperialista no podrían haber sido más acertadas. En uno de sus artículos del año 2011 advertía que “la visión de que Estados Unidos está en decadencia, en seria decadencia, es una banalidad. Todo el mundo lo dice, excepto algunos políticos estadunidenses que temen ser culpados por las malas noticias de la decadencia si la discuten.” [2] En Latinoamérica, en cambio, entre las clases dominantes, los políticos del establecimiento y el mandarinato intelectual predomina aún una visión hollyvoodense sobre la salud del imperio, misma que se penetra en buena parte de la población. Según esta perspectiva lo que Donald Trump representa es el renovado vigor del imperio y no los desesperados pataleos de quienes se resisten a admitir su lento pero inexorable ocaso. No obstante, no había un gramo de infantil triunfalismo en ese diagnóstico cuando advertía que si bien “hay muchos, muchos aspectos positivos para muchos países a causa de la decadencia estadunidense, no hay certeza de que en el loco bamboleo del barco mundial, otros países puedan de hecho beneficiarse como esperan de esta nueva situación.”  O, podríamos agregar, podrán sacar ventajas los países cuyos gobiernos adopten una política de autodeterminación nacional que les permitan maximizar sus márgenes de autonomía en la economía y la política mundiales. Quienes en cambio sigan sumisos a los dictados del imperio lo acompañaran en su lenta declinación. El criminal belicismo de la Administración Trump en respuesta al irreparable derrumbe del orden mundial de posguerra que tenía su eje en EEUU confirma las previsiones formuladas por Wallerstein. Sus pronósticos sobre el futuro del capitalismo son desalentadores para la burguesía mundial y sus propagandistas. En efecto, en una conferencia que dictara en Madrid en 2009 sostuvo que “lo que estamos viendo ahora es el colapso del periodo especulativo que arrancó en los años setenta. Hasta aquí, todo normal.” [3] Pero, agrega, hay un elemento extraordinario y este no es otro que el “fin del actual sistema-mundo capitalista y la consiguiente transición hacia otro sistema. Todavía no sabemos qué va a ocupar el lugar del capitalismo porque dependerá del resultado de una lucha política que aún se está dirimiendo.” Y remata su razonamiento sentenciando que “Podemos estar seguros de que en 30 años ya no viviremos bajo el sistema-mundo capitalista. Pero, ¿en qué sistema viviremos entonces? Podría ser un sistema mucho mejor o mucho peor. Todas las posibilidades están abiertas. La solución la encontraremos cuando se resuelva el conflicto entre lo que yo denomino el espíritu de Davos y el espíritu de Porto Alegre.” Pero lo que no suscitaba mayores incertidumbres en el pensamiento de Wallerstein era la evolución de la creciente polarización –económica, social, cultural- que signaba al capitalismo contemporáneo. Concentración de la riqueza, el saber y el poder en manos de unos pocos, dentro de las naciones y en el sistema internacional. Esto se traducía en el primado de los enormes conglomerados oligopólicos –en la economía real, las finanzas, los medios

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Nuestras riquezas y recursos naturales son la garantía de pago de la deuda externa

Fuente:  por Eduardo S. Barcesat*| Perfil Fecha: 29 de mayo de 2019 1: Antecedentes Todas las emisiones de deuda externa hechas por el actual Gobierno están sometidas a condiciones humillantes para la Nación Argentina. Al habitual renunciamiento a nuestra soberanía legislativa y jurisdiccional, se le suman la anticipada renuncia a discutir la legitimidad de dicho endeudamiento, la renuncia a pedir rebaja de la tasa de interés, pedir recomposición de la deuda o moratorias. No obstante, lo más penoso es que el Gobierno ha renunciado a la inmunidad soberana sobre los bienes del art. 236 del Código Civil y Comercial de la Nación; esto es, el conjunto de las riquezas y recursos naturales existentes en el territorio de la Nación Argentina, y las empresas de capital estatal, sean nacionales, provinciales o municipales. Esta entrega y sumisión está pactada en las resoluciones dictadas por el Ministerio de Finanzas, entonces a cargo del prominente miembro del“dream team”, Luis Caputo. Por su extensión, más de 500 fojas, estas resoluciones no fueron publicadas en la edición papel del Boletín Oficial, sino en su página web. 2: La materia jurídica, el control de validez Antes de ingresar a considerar o hablar de cómo se van a pagar los futuros vencimientos de intereses y servicios de esta gigantesca deuda, si se renegocia y cómo, corresponde, previamente, el examen de su validez. Y ello porque la expresión “deuda” remite, necesariamente a conceptos jurídicos y reivindicamos nuestra incumbencia. Hablar de deuda implica abordar el examen de los actos jurídicos que dieron lugar a la misma, y todo acto jurídico tiene que ser examinado en cuanto a su validez, también denominado “control de constitucionalidad”. Ese control comporta, en primer lugar, el examen de si el acto jurídico ha sido generado por quién tiene la competencia para hacerlo y si ha seguido el procedimiento reglado en la normativa superior. En la semántica constitucional se nomina a estos requisitos, competencia y procedimiento, como “control de legalidad”. Si este examen es satisfecho, se examina la “razonabilidad” del acto en cuestión, tema de apreciación más laxa que la del control de legalidad. Pues bien, entrando ya en la materia de esta deuda externa, debe decirse que conforme el art. 124 de la C.N., las riquezas y recursos naturales son de titularidad originaria de las provincias en cuyo territorio se encuentran. Sin embargo, ningún gobierno provincial fue consultado previo a que los mismos fueran puestos en garantía del pago de esa deuda. Es más, he comprobado que sus autoridades desconocían la situación, por la forma solapada en que operó la entrega de dicha garantía a los acreedores externos. Esta lectura debe integrarse con otra cláusula constitucional, la del art. 75, inc. 4º de la C.N., que faculta al Congreso de la Nación a contraer empréstitos sobre el crédito de la nación, no así sobre el de las provincias. En este control de legalidad deben invocarse dos disposiciones del derecho internacional de los derechos humanos, y que tienen jerarquía de cláusulas constitucionales (art. 75, inc. 22º, C.N). Se trata de los arts. 1º de los Pactos Internacionales de Derechos Humanos de Naciones Unidas, de Derechos Civiles y Políticos, y de Derechos, Económicos, Sociales y Culturales, que tienen la particularidad de ser el mismo texto, por el énfasis puesto por la conciencia jurídica universal en afirmar el derecho de auto o libre determinación, la independencia económica y la titularidad de los pueblos sobre el conjunto de sus recursos y riquezas naturales. Estos Pactos son las normas de mayor jerarquía del derecho internacional de los derechos humanos, y son vinculantes e imperativos para todas las naciones, sus gobiernos y las personas, físicas o jurídicas. Mal puede entonces satisfacerse el control de legalidad (validez) de esos actos jurídicos celebrados por quién carece de la competencia y del dominio para hacerlos. 3: ¿Qué hacer? Además de haberse denunciado este obrar usurpativo por parte del Gobierno Nacional, lo que lesiona el deber de obediencia a la supremacía de la Constitución Nacional (art. 36, C.N.), en la causa penal (Nº 2752/2016, Juzgado Federal Nº 7, Fiscalía Nº 6), en la que se investigan, por sucesivas denuncias, tanto la espuria negociación con los “fondos buitre”, como estos actos de endeudamiento, y el acuerdo con el FMI, impulsamos que los Gobiernos Provinciales y Municipios, emitan sendas disposiciones dejando establecido que sus riquezas y recursos naturales, así como las empresas estatales de capitales provinciales o municipales, no serán puestos en garantía de ninguna deuda externa contraída por el actual Gobierno Nacional. A la fecha, los gobiernos provinciales de Neuquén y Santa Cruz ya han emitido sus respectivas leyes repudiando el ejercicio usurpativo, y el Chaco y Tierra del Fuego, Antártida e Islas del Atlántico Sur, están tramitando igual dispositivo, y también Municipios como el de Río Grande en Tierra del Fuego. Hay quiénes preguntan: ¿Con esto alcanza para repudiar la deuda? Respondemos, también con soporte en acendrados principios generales de la dogmática y normativa jurídica, de todas las naciones, que: en el derecho no se escucha al que alega su propia torpeza, y que ninguna acción tiene quién ha sido parte del acto nulo. Y cerramos esta nota de opinión invocando, una vez más, la doctrina de la CSJN, que no ha sido modificada por ningún pronunciamiento posterior, dictada en el precedente CLARENS LTD- C/GOBIERNO ARGENTINO S/ EXEQUATUR (año 2014), que declaró nula y lesiva del orden público constitucional argentino, una sentencia del Juez neoyorquino, Thomas Griesa, favorable al reclamo de un fondo buitre, que se pretendió hacer valer y cobrarse ante la jurisdicción argentina, lo que le fue denegado, siguiendo el brillante dictamen de la entonces Procuradora General de la Nación, la doctora Alejandra Gils Carbó. Este es el saber de los juristas que aportamos en resguardo de nuestras riquezas y recursos naturales, así como de la racionalidad del discurso del derecho y de las prácticas jurisdiccionales.- * Profesor Titular Consulto; Fac. de Derecho; UBA.

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¿Qué quiere decir “terminar con la grieta”?

Fuente: Edgardo Mocca | Página/12 Fecha: 25 de agosto de 2019 Se dice habitualmente que Macri incumplió todas las promesas electorales formuladas en 2015. Es cierto, con alguna salvedad. Primero hay que decir que en la casi totalidad de los casos, esas promesas no constituían el programa real de gobierno de la segunda Alianza; eran simples y llanas mentiras. Hubo, en cambio, una promesa que era el gran programa macrista: el final de la grieta. La grieta fue una fórmula construida por los grandes medios de comunicación para aludir a un cierto estado de cosas caracterizado por una tensión social persistente, una división binaria de la sociedad que atravesaba todos los ámbitos sociales y separaba familias, grupos de amigos y otras formas de convivencia. Claro que la palabra grieta no era una denominación casual ni neutral. En el interior de esa fórmula había y hay una implícita atribución de responsabilidades en el surgimiento de esa realidad. ¿Cuándo y por qué surgió la grieta? Fue a principios de 2008 y tuvo en el conflicto entre el gobierno y las patronales del campo su expresión central. Es decir, la grieta habría empezado con el gobierno de Cristina Kirchner. Y se habría profundizado cuando en las emisoras de radio y televisión públicas aparecieron y se desarrollaron voces y programas destinados a “atacar” a los críticos de ese gobierno, particularmente a los periodistas. El sistemático ataque mediático al gobierno de entonces y particularmente de su presidenta no forma parte del diagnóstico.   La grieta así interpretada se convirtió en un arma de combate político de aquellos tiempos y todavía también de estos. Existe, claro, otra interpretación de los hechos. La que alude a la reaparición de un viejo antagonismo de la historia argentina, cuya formulación podría plantearse en términos de cuáles deben ser los límites del poder de las clases privilegiadas, cómo es y cómo debe ser la relación entre el poder del capital y las autoridades políticas resueltas por la voluntad soberana del pueblo. Si se mira con atención, se verá que es una querella que hoy recorre el mundo, como lo ilustra sistemáticamente el papa Francisco en cada una de sus intervenciones. Ese conflicto recorre la historia argentina y está en la base de la larga saga de golpes de estado, gobiernos ilegales, persecuciones y violencia que la atraviesa. Ese fue el conflicto que se jugó en la época de Yrigoyen, en la década infame, en el surgimiento del peronismo y su derrocamiento violento, más cerca de nosotros, en el golpe de 1976 con su saga de crímenes y despojos, y en los años de democracia electoral. En la década del 90 pareció que el empate se había roto catastróficamente: el “mercado” gobernaba a voluntad y el gobierno de turno tenía como única función preservar ese dominio, con el respaldo electoral del pueblo. La catástrofe de la convertibilidad sería el fin de esa etapa. Volvamos atrás. Macri prometió cerrar la grieta. Esa promesa le valió el triunfo electoral ante una sociedad fatigada del conflicto. Y el modo de cerrar la grieta era la eliminación de uno de los dos contendientes, la conversión de Cristina y sus seguidores en una secta radicalizada, divorciada del pueblo y carente de potencia política; eventualmente perseguida y encarcelada, lo que efectivamente ocurrió y ocurre. Al servicio del cumplimiento de esa promesa se puso la propaganda mediática –ahora prácticamente liberada de toda contestación influyente-, el sector adicto de la corporación judicial, los servicios de inteligencia, las fuerzas represivas. Y el resultado es el que se conoce: fue Cristina Kirchner la que enunció ante todo el país la fórmula presidencial en la que ella tendría un rol secundario. Es decir, la fórmula de Macri (del poder del capital representado por sus propios miembros) para terminar con la grieta fracasó de modo rotundo. Ahora hemos llegado a una situación muy curiosa. Macri necesita del candidato del Frente de Todos para dotar a su gobierno del mínimo de oxígeno necesario para terminar en pie hasta el fin del mandato. En otras palabras, necesitan la ayuda del perverso peronismo que no deja terminar en paz a ningún mandatario que no provenga de sus filas. El problema es que el proveedor de ese oxígeno es también el adversario electoral del presidente. Lo necesita pero también necesita provocarlo y deslegitimarlo para tener alguna chance en la elección de octubre. Solamente podría intentar remontar la paliza del 11 de agosto si lograra recrear el miedo al triunfo del populismo y a la perspectiva de convertirnos en “Venezuela” A la luz de este recorrido, sería bueno revisar la fórmula para cerrar la grieta. No se puede hacer suprimiendo la lucha por el poder y la existencia de proyectos de país diferentes que entran en conflicto. Eso se intentó muchas veces, la última de ellas fue la sangrienta dictadura surgida en 1976 a impulso del poder económico concentrado que en esa época usaba el nombre de Asamblea permanente de entidades gremiales empresarias (APEGE). Macri lo intentó durante un período en el que la conciencia antidictatorial siguió siendo suficiente para frenar sus ínfulas autoritarias, aunque no evitó un enorme deterioro del estado de derecho. Cerrar la grieta no es suprimir el conflicto sino reconocerlo, organizarlo, encauzarlo pacíficamente. Asegurando la plenitud de la libertad política y al mismo tiempo enderezando la cancha, habilitando voces diferentes, compensando las enormes y crecientes asimetrías de poder. Por ejemplo, una contribución a cerrar la grieta sería cerrar el chorro de ganancias inauditas de los oligopolios energéticos obtenidas con las privaciones que sufren millones de familias y con el cierre masivo de empresas causado por el demencial aumento de las tarifas de luz y de gas entre otras. La regla primera para ir cerrando la grieta sería la del reconocimiento colectivo del poder de tomar decisiones por parte del nuevo gobierno, siempre sobre la base de la ley y la Constitución. Y la segunda podría ser la de asegurar la libertad de opinión, no solamente para los oligopolios mediáticos, sino para toda la sociedad,

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La vuelta de la política

Fuente: Claudio Scaletta | Página/12 Fecha: 25 de agosto de 2019 Desde el domingo 11 todo comenzó a suceder muy rápido. Primero se dejó correr el dólar como castigo, no sólo por improvisación. Fue cuando hasta el tránsfuga Miguel Ángel Pichetto reforzó los dichos presidenciales y afirmo que, con la devaluación, la sociedad estaba pagando los costos de su voto. Pero el desatino sistémico duró poco. El propio poder económico se asustó por las furias desatadas con más devaluación. A nadie le conviene que el macrismo “se vaya por la ventana”. Hubo un consenso de parar la pelota y la política acompañó. Sólo pasaron unos pocos días de shock hasta que comenzó a asumirse que la experiencia macrista tenía el boleto picado y que, con toda la suerte, apenas conservaría el poder en su plaza de origen, la Ciudad Autónoma del resto del país. Para la siempre improbable figura del observador imparcial el espectáculo fue vertiginoso y, vale reconocer, no estuvo exento de indignidades. Sobresalieron los garrochazos de los periodistas ultraoficialistas para seguir siéndolo aun con cambio de gobierno. En menor medida y sin ir a los extremos, desde el periodismo de guerra a las tribunas de doctrina comenzaron a descubrir los defectos de Macri, que ya no es Mauricio. La estampida llegó también a los funcionarios, según informó el sitio “Mundo Empresarial” cinco mil CEOs que en 2015 apostaron a una nueva épica mudándose al sector público vuelven a engrosar la demanda de trabajo privado. Fueron los primeros en asumir, aun antes de las PASO, que el conchabo termina en diciembre. Los consultores especializados explican que no será fácil reubicarlos, pero que prevalecerá el ajuste por precio. Al mismo tiempo, según cuentan los asesores económicos de Alberto Fernández, los grandes empresarios que hasta el 10 de agosto bregaban por la continuidad de Macri ahora hacen fila para entrevistarse con el seguro próximo presidente. Lo mismo sucede con los representantes de los inversores del exterior, desde bancos a fondos de inversión. El poder económico tiene ideología y mucha conciencia de clase, pero siempre fue esencialmente pragmático para adaptarse a los cambios de poder. Y aunque haya cambiado de discurso, hoy sabe lo mismo que sabían antes de las elecciones, que un gobierno de Alberto Fernández supondrá un cambio de enfoque en la política económica, pero ninguna ruptura con el denominado “orden establecido”, tanto por historia personal, como por voluntad. Todas las entrevistas de la prensa hegemónica inquirieron hasta el cansancio al candidato del Frente de Todos sobre la posibilidad de estas rupturas. Quizá el cénit de la insistencia se haya alcanzado en la entrevista pública realizada el pasado jueves en tierras del grupo Clarín, donde con cierto patetismo se le volvió a preguntar a Fernández si caería en default, si intervendría en el Poder Judicial, si reinstauraría el Cepo, si amaba al régimen venezolano, si se pelearía con Estados Unidos, si intervendría el Indec. Sólo faltaba que le pregunten si volvería a “matar a Nisman”… No faltó. También hubo preguntas sobre el caso Nisman y hasta por la vuelta de 678. El candidato respondió una y mil veces no, que no habrá rupturas. Y hasta le tiró algunos centros a la ortodoxia económica, aunque situándose siempre en el lugar del pragmatismo. Podrá gustar más o menos, pero Alberto Fernández expresa algo que no fue suficientemente destacado: la vuelta a la política como espacio para dirimir el conflicto social, lo que hoy quiere decir el fin de esa confrontación que se denominó “la grieta”. No se trata del fin de la verdadera grieta, que es la lucha de clases, sino de la grieta que constituyó primero el eje de la guerra mediática contra el kirchnerismo y luego, el eje del modo de ejercer el poder del macrismo. La experiencia cambiemita pasará a la historia por tres elementos principales, la mega deuda tomada en tiempo récord y su herencia de condicionalidades y miseria, la persecución política a la oposición, incluidas las prisiones arbitrarias y la destrucción de las empresas de los “enemigos”, y la profundización de la grieta hasta el punto extremo de asociar al adversario político con la delincuencia, lo que en la práctica significa la negación de la democracia. La síntesis provisoria es que no habrá rupturas porque no dan los tiempos históricos, es decir las relaciones de fuerza, pero sobre todo porque lo que la sociedad parece necesitar después del trauma macrista es, precisamente, la vuelta de la política. Las rupturas demandarán algo más de tiempo para la construcción de consensos. Para terminar una pequeña digresión. Los días previos a las últimas primarias fueron testigo de un caso de manipulación de mercados que, mirando hacia el futuro, debería funcionar como ejemplo a combatir. Se trata del uso de encuestas falsas para manipular precios de acciones y bonos, una movida que se presume delictiva antes que inescrupulosa. Estas encuestas fueron lideradas por la consultora Elypsis y permitieron que unos pocos ganen millones a costa de quienes creyeron en la información basura. Los economistas de la firma trabajaron hasta el último minuto del viernes 9 en convencer a los inversores que “Juntos por el Cambio” se impondría en las primarias, lo que impulsó el precio de los papeles locales. En sus propios términos fue una jugada brillante, porque a priori se sabía que había muchos interesados en comprar la carne podrida, tanto desde el gobierno como desde los principales medios de comunicación, que el sábado 10 hicieron tapa con el boom del mercado. Fue un cóctel perfecto entre el interés económico de unos pocos y quienes estaban ansiosos por creer en sus deseos. Los resultados fueron dos. El primero fue permitirle a los inversores con buena información salir a mejor precio de papeles que se sabía se depreciarían. El segundo fue macroeconómico y mucho más gravoso en términos sociales, pues exacerbó el pánico de los mercados apenas conocido el resultado electoral, acelerando la caída del martes 13 y la devaluación y llevando el riesgo país a las nubes. Se trata de un accionar que, por el buen funcionamiento de los mercados, no debería quedar impune.

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