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La DAIA trastabilla

Fuente: Jorge Elbaum | El Cohete a la Luna Fecha: 2 de febrero 2020 Fotografía: Claudio Avruj, ex director ejecutivo de la DAIA, y su actual presidente Jorge Knoblovits. El objetivo de la derecha local de manipular el fantasma de la judeofobia para demonizar al Frente de Todoxs ante la opinión pública internacional, quedó desbaratado con el viaje de Alberto Fernández a Israel. La operación, ideada inicialmente por dirigentes cercanos a Juntos por el Cambio, dejó a la DAIA en una situación endeble tanto en relación al gobierno como respecto a su club de seguidores locales. Esta fragilidad se suma al  fracaso sufrido una semana atrás, cuando la delegación diplomática de Tel Aviv en Buenos Aires no accedió a sumar a los dirigentes de la calle Pasteur a la comitiva que recibió al presidente en Yad Vashem. Jorge Knoblovits, actual presidente de la DAIA, tuvo que contentarse con viajar a Polonia a la rememoración alternativa donde no se registraron presencias gubernamentales destacadas. La DAIA y la AMIA son las dos organizaciones que mantienen hasta el día de hoy una obscena querella contra la Vicepresidenta, Cristina Fernández de Kirchner, vinculada con el fallido Memorándum de Entendimiento con la República Islámica de Irán. Como resultado de esas acusaciones, varios dirigentes políticos y sociales sufrieron absurdas prisiones preventivas. A uno de esos imputados, el ex canciller Héctor Timerman, se le impidió trasladarse a Estados Unidos para darle continuidad a un tratamiento oncológico que había iniciado antes de ser acusado. La negativa para realizar el viaje –como consecuencia de la prisión preventiva— y las indagatorias perversas que tuvo que padecer por parte del juez Claudio Bonadío aceleraron su muerte. Ambas instituciones, lejos de darle continuidad a sus misiones estatutarias (la ayuda social en el caso de la AMIA y la lucha contra la judeofobia por parte de la DAIA), se han constituido en el último decenio en apéndices y/o mascarones de proa de las iniciativas de persecución mediático-jurídicas lideradas por el macrismo. Sus referentes aparecen en forma recurrente como impulsores y difusores de las teorías sobre el homicidio del fiscal Natalio Alberto Nisman, pese a las evidencias que apuntalan la tesis del suicidio. A pesar de quedar excluidos del periplo presidencial, las autoridades de la DAIA intentaron infructuosamente constituirse en los únicos oradores comunitarios en la conmemoración realizada en el Palacio San Martín de la Cancillería el lunes 27 de enero, fecha en la que se recuerda la llegada de las tropas soviéticas a Auschwitz. En esa oportunidad el Ministro de Relaciones Exteriores Felipe Solá relacionó, en forma precisa, los lazos ideológicos y políticos que vinculan el genocidio sufrido por los 6 millones de judíos con los campos de concentración operados por los grupos de tareas durante la dictadura cívico-militar. Las semejanzas señaladas por el canciller no fueron del gusto de los acólitos de la DAIA –entre ellos el ex secretario de Derechos Humanos de la Nación Claudio Avruj y su socio Guillermo Yanco, cónyuge de Patricia Bullrich—, quienes se mostraron fastidiados. Dicho malestar fue compartido por otros referentes de AMIA y DAIA, para quienes los crímenes perpetrados por los nazis no debieran ser comparados con ningún otro acontecimiento trágico. En referencia a esta polémica, uno de los máximos referentes de la investigación sobre la Shoá, Yehuda Bauer, señaló: “Obviamente el Holocausto fue un genocidio y, por lo tanto, no sólo puede, sino que debe ser contrastado con otros eventos genocidas de similar naturaleza o calidad. El paralelo principal entre este y otros genocidios es el hecho del asesinato en masa, que es bastante obvio. Otro, principal y paralelo, se encuentra en el sufrimiento de las víctimas, que es siempre el mismo. No hay gradaciones de sufrimiento, y no hay mejores asesinatos o torturas o violaciones que otros. El sufrimiento de las víctimas es siempre el mismo, y desde ese punto de vista no hay diferencia entre judíos, polacos, romas (“gitanos”), rusos, darfurianos, tutsis o cualquier otra persona”. [1] Luego de finalizado el evento en la cancillería, el hermano de Héctor Timerman, Javier, increpó al vicepresidente de la DAIA, David Stalman, exigiéndole explicaciones sobre el rol cumplido por esa institución en la persecución sufrida por Héctor, y en forma conexa, por su familia. El dirigente de la calle Pasteur solo atinó a responsabilizar a la anterior gestión de su institución y a sugerir –en forma desvergonzada— que dicho hostigamiento había sido el producto de un equivocado seguidismo de la política liderada un lustro atrás por la AMIA. Quienes rodeaban a ambos y escucharon asombrados el intercambio, no pudieron explicar cómo es que aún la DAIA continúa siendo parte de la querella que tiene a CFK como su víctima más relevante. Héctor Tìmerman y CFK, dos hostigados Uno de los máximos interesados en la utilización del antisemitismo como herramienta para desacreditar al gobierno de Alberto Fernández, el legislador Waldo Wolff, decidió en forma llamativa no concurrir a la actividad de recordación de la liberación de Auschwitz, pese a sobreactuar en forma habitual sobre su compromiso con los sobrevivientes y las víctimas. Según la versión de uno de sus colaboradores, el diputado se encuentra abocado en forma casi exclusiva a conseguir rechazos a la candidatura a procurador del actual juez Federal Daniel Rafecas y a postear ocurrencias por las redes sociales. Según esa misma fuente, el ex vicepresidente de la DAIA se habría mostrado contrariado con Netflix porque la miniserie sobre Nisman «minimizó su testimonio». Más aún, en la última semana sus asistentes  tuvieron que soportar quejas contra la delegación diplomática israelí, por no haberle pedido asesoramiento en relación a las indudables intenciones chavistas del peronismo. La incomodidad que viven los actuales dirigentes de la DAIA se debe a tres factores centrales. Por un lado, al hecho cada vez más evidente de que dicha organización no expresa a la colectividad en su conjunto, sino a una porción minoritaria que malversa aspectos identitarios para reconvertirlos en capital político reaccionario. En segundo término, porque sus dirigentes más fundamentalistas se han visto ninguneados por la embajada de Tel Aviv: el gobierno de Bibi

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El doctor Nisman mató al fiscal Nisman

Fuente: Gerardo Mazur | El Cohete a la Luna Fecha: 2 de febrero 2020 “No fue suicidio, fue magnicidio”. Es cierto. La consigna vociferada sin hartazgo por varios centenares de gargantas febriles en la Plaza del Vaticano el 18 de enero pasado es cierta. Los responsables de los alaridos querían, esperaban, que el volumen de emisión del grito se expandiera por la ciudad, por la Argentina, por el mundo y sus adyacencias. Cuanto más desarrollo, más verdad. Cuanto más pantallas, más verdad. Cuanto más medios periodísticos, más verdad asentada. Cuanta más difusión oral, escrita, dibujada, cantada, gestual, publicitada, más verdad. Mucha, muchísima, única verdad. La permanente repetición de la consigna, digamos, un millón trescientos ochenta y nueve mil novecientos noventa y uno al cuadrado. A todos los cuadrados hasta ser legión. Indiscutible verdad. Nada que pensar. Nada de nada. Está todo dicho. “No fue suicidio, fue magnicidio”. Es absolutamente cierto. Es cierto, pero la pregunta estalla. ¿Cómo puede ser que semejante certeza esté construida por una sarta de mentiras? Una más mentirosa que otra. Una más tergiversada que la anterior, en progresión geométrica hacia la siguiente, más inventada aún que la tergiversada. Y así, sin etapas. Hasta el área operística de la desafinación más aguda: “Cristina asesina”. ¿Cómo puede ser? I. Veamos un poco de bibliografía siglo XX. Ahora nomás. Al alcance del pensamiento. No sólo del cartesiano “pienso, luego existo” sino, al mismo tiempo, del “siento, luego existo” de origen africano. El primer ejemplo es brutal. Parece desproporcionado. Pega fuerte. Para posibilitar la comprensión de las cosas graves, en lugar de tomar distancia y practicar la indiferencia, el maestro Pichon Rivière sugería profundizar la estructura siniestra del hecho. Miedos, abstenerse un poco. Atreverse enriquece y ¡cuánto! Cada vez más. El ejemplo es Hitler. Adolfo Hitler. Cabeza del gobierno del país más culto de Europa. De la culta Europa. Hitler sabía que la propaganda en escala multitudinaria produce certezas a la mayoría de las personas. Le ahorran el laburo de pensar por sí mismos. Vacaciones a la materia gris. El placer del vacío, enriquecido de sabiduría incontrovertible. Una maravilla. Ya lo había experimentado durante la campaña proselitista que lo llevó al poder documentada en su momento por la Universidad de Frankfurt. Goebbels, ministro de propaganda del gobierno nazi, ya en el poder, fue el minucioso ejecutor. Desde el jardín de infantes hasta el geriátrico. Ninguna etapa sin convencer, en el lenguaje y códigos adecuados a cada edad. Un proceso gigantesco de aprendizaje cotidiano. Transformar al país en una sola voz, en una sola consigna. Hacerla propia. Retransmitirla. Apasionarse por la tarea. Ninguna duda. Dueños de la verdad. Una cultura coral. Andante majestuoso con un solo camino a recorrer. De ida, sin vuelta. Bruno Zevi, el notable pensador y arquitecto italiano, apelando a George Steiner y a su experiencia sobre lo inhumano, comentaba: “La barbarie prevaleció en el mismo terreno del humanismo cristiano, de la cultura renacentista y del racionalismo clásico”. Voltaire, dos siglos antes, ya adelantaba: “La civilización no combate la barbarie, la perfecciona”. ¡Y de qué modo! En el siglo XX la industrializa. El rigor y la efectividad heredada, los nazis la convierten en Auschwitz. El espanto en su mayor escala. Entre canapés, buen vino, cognac añejo y sexo, en la ciudad de Wannsee, bajo el marco del buen vivir y el amparo de las leyes de Nüremberg, se planifica el asesinato de millones de personas. Una decisión ya sostenida por la mayoría del pueblo alemán. La raza humana es una sola: la aria. Los judíos, los gitanos, los opositores –cómo se atreven— sobran. Infectan. Están de más. Eliminarlos es ley. Es hacer patriotismo. Poco tiempo después, se crean en Alemania y en los países ocupados, los campos de concentración y exterminio. Se da entonces un hecho único en la historia: no eran clandestinos. No fue necesario ocultarlos. La propaganda fue capaz de cambiar los valores universales y establecer los propios, la cultura de la barbarie. II. Ejemplo desproporcionado. Me parece que no. Veamos. El caso Nisman. El caso Nisman tiene que ver con los dos atentados más graves ocurridos en nuestro país. Embajada de Israel en 1992; AMIA en 1994. Ambos, de fortísimo contenido antisemita, junto a otras consideraciones políticas. En noviembre de 2013 Memoria Activa, agrupación integrada por familiares y amigos de víctimas de la masacre de la AMIA, hacía pública una carta abierta dirigida al doctor Alberto Nisman; “La causa AMIA: una causa desfiscalizada”, en los siguientes términos: Familiares y amigos de las víctimas de la masacre en la AMIA nucleados en Memoria Activa buscamos la verdad y la justicia. Usted, Dr. Nisman: ¿que busca? Lo hemos visto durante años trabajar denodadamente, hablar denodadamente, viajar denodadamente y jugar a las escondidas denodadamente. En muchas audiencias, a las que tenía la obligación de asistir, y a las cuales nos había prometido asistir como si nos hiciese un favor a nosotros, finalmente la fiscalía dejó un vacío. Fiscal Nisman: ¿Dónde está? ¿Jugando a las escondidas? Es evidente desde hace casi 20 años, que, si no fuera por los familiares de las víctimas, la causa AMIA estaría enterrada en la plaza Lavalle. Dr. Nisman ha jugado a las escondidas paseando por foros internacionales, se ha convertido en un experto sobre terrorismo internacional, nos preguntamos entonces: ¿Quién busca verdad y justicia en la causa AMIA? ¿Quién nos representa? ¿Qué intereses lo mueven a usted en sus acciones jurídicas desde hace años? Nos engañó, nos mintió, nos intenta embarullar con centenares de fojas que cuentan historias que ojalá algún día pueda probar. Tenía la posibilidad de demostrar que todos estos años invertidos por usted podían sostenerse en una indagatoria, pero sus acciones demuestran lo contrario. Dr. Nisman sabemos que algunos grupos y sectores lo apoyan, sabemos que el Memorándum es imperfecto pero es algo, en todos estos años nadie propuso absolutamente nada superador. Los familiares que llevamos la carga de 20 años de sostener la investigación apoyamos el Memorándum porque tenemos derechos. No sólo el derecho a la justicia, también el derecho a

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El peligroso virus del fiscalismo en el gobierno de Alberto Fernández

Fuente: Claudio Scaletta | Supl. Cash – Página/12 Fecha: 2 febrero 2020 Para conseguir el equilibrio fiscal se debe gastar más, no menos, para que crezca la economía y la recaudación. El nivel de endeudamiento dejado por el macrismo obliga a los funcionarios de Economía a un exagerado discurso fiscalista. La clave es cuáles será la orientación del gasto y sobre qué sector de la sociedad recaerá mayormente su sostenimiento. Habrá que ver antes que escuchar. Es la idea de las “finanzas sanas”, de que no se puede gastar más de lo que se recauda. Es un “virus” porque se trata de un lugar común grabado a fuego, a fuerza de repetición, en el inconsciente colectivo. Se apoya además en el sentido común, la idea de gastar “lo que no se tiene” parece absurda. Así, cualquier economista que enfatice en la necesidad de los equilibrios fiscales y monetarios, que diga frases como “tener una macroeconomía ordenada”, o que hable de “políticas monetarias y fiscales consistentes” habrá dado el santo y seña para ser inmediatamente considerado “serio” y partícipe de la cofradía. Se trata además de lo que se enseña en la mayoría de las universidades. El virus habita y se reproduce dentro de la corriente principal. El buen economista sería entonces como el buen contador. No nos referimos al arte de conseguir que los clientes paguen menos impuestos, sino a los principios elementales de Luca Pacioli y su partida doble llevada a las cuentas nacionales. Sin embargo, si se acerca la lupa al problema puede vislumbrarse su verdadera naturaleza. Los cultores de los equilibrios no están en realidad preocupados en que los gastos sean iguales a los ingresos, es decir en que no haya déficit, ya que tal estado, partiendo de una situación deficitaria, podría alcanzarse, por ejemplo, aumentando los impuestos. La verdadera obsesión está en el Gasto y, por extensión, en el tamaño del Estado, que es lo mismo que decir la cantidad y calidad de sus prestaciones. Un derivado del fiscalismo, entonces, son los Estados mínimos que no se ocupan de nada de lo que puedan ocuparse los privados. En el extremo nada de, por ejemplo, salud, educación o previsión social, sólo las funciones básicas de administración, seguridad y defensa. Otro derivado del fiscalismo es el monetarismo, la idea de que la emisión genera inflación y que por ello deben existir bancas centrales independientes del poder político –como si tal cosa fuera posible– que ejerzan un control estricto sobre la cantidad de dinero. Son todas ideas cuyo fin último es en realidad la destrucción del sector público y sus regulaciones. La soberanía del Estado no se basa en que posea una policía y un ejército, sino fundamentalmente en su capacidad de “movilizar los recursos sociales”, tarea que consigue principalmente a través del gasto. Suponga el lector que el Estado imprime billetes y los destina a la construcción de una obra de infraestructura o a pagar los sueldos de la administración. El Estado habrá creado así un déficit, pero cuya contrapartida es el superávit privado. El gasto, además, tiene un efecto multiplicador, ya que el dinero inicial circula retroalimentando la actividad productiva. Por ejemplo, los constructores de infraestructura demandarán insumos y mano de obra y los trabajadores alimentos y textiles. El Estado gastó lo que no tenía y creó, de la nada, activos y actividad económica. He aquí su poder. Quitarle al Estado la política monetaria, por ejemplo dolarizando la economía, equivale a quitarle su poder de movilizar recursos, su soberanía. Pero la historia no termina aquí. El Estado generó actividad económica y sobre esa actividad cobra impuestos. Si se genera actividad se generan ingresos impositivos. En consecuencia, en los sistemas impositivos modernos, los equilibrios fiscales se consiguen gastando más, no menos. Si al lector le parece extraño que no sea necesario recaudar primero para gastar después se puede acudir al ejemplo de los principales creadores de dinero: que no es el Estado sino los bancos comerciales. A diferencia de lo que normalmente se cree, la mayor creación de dinero es el dinero bancario a través del otorgamiento de créditos. Y también a diferencia de lo que normalmente se cree los bancos no necesitan poseer el dinero que prestan, solo una porción mínima, los encajes en el Banco Central. Por ejemplo, si el lector compra un vehículo a través de un crédito bancario se crea una cantidad de dinero equivalente al precio del vehículo y se acredita en la cuenta bancaria del comprador. Es decir el banco creó dinero de la nada e inmediatamente ese dinero comienza a circular. Por ejemplo a pasar de la cuenta del comprador al vendedor y de la del vendedor a sus acreedores o proveedores. Tanto en el caso del sector público como en el privado no se necesitó de una acumulación previa de riqueza, “ahorro”, para poder movilizar recursos sociales. El ahorro recién aparece después de la inversión como resultado del proceso productivo. ¿De qué depende que los bancos otorguen más o menos créditos? Del nivel de actividad económica. Por eso la buena teoría sostiene que la cantidad de dinero es “endógena”, depende de la evolución del PIB. Y el rol de la buena economía no es conseguir equilibrios presupuestarios, sino conducir el ciclo económico. Los defensores del equilibrio fiscal como objetivo de política saben que la reducción del Gasto contrae la economía. También saben que el control férreo sobre la política monetaria limita la capacidad de gastar del Estado. Otra vez, el objetivo no son los equilibrios, sino la destrucción del Estado, al que la mala teoría asocia a una carga para el sector privado antes que a un movilizador y multiplicador de recursos. Lo expuesto no quiere decir que no haya restricciones de Gasto para la política económica, pero la restricción no es la interna. El Estado pueda gastar y movilizar recursos, pero cuando lo hace la economía crece y, dada la estructura productiva local, las importaciones crecen más rápido que las exportaciones, la economía se queda sin dólares y se frena. La verdadera restricción, entonces, es la externa. Por eso nunca deben confundirse los gastos en pesos con los

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Martí, un cubano universal

Fuente: Atilio Borón | Blog de Atilio Borón Fecha: 28 enero 2020 Este 28 de enero se conmemora un nuevo aniversario del nacimiento, en 1853, de José Martí, el Héroe Nacional de Cuba y, nos atreveríamos a decir, de toda Nuestra América. Mucho se ha escrito sobre la obra de este personaje excepcional, pese a lo cual sus ideas y su epopeya emancipatoria siguen siendo poco conocidas por las masas irredentas e, inclusive, por los luchadores antiimperialistas y anticapitalistas de Latinoamérica y el Caribe con la obvia excepción de Cuba. Apremiado por las circunstancias que atribulan a nuestros países me limitaré a esbozar una síntesis apretadísima de su enorme legado. Martí le escribió a su amigo mexicano Manuel Mercado que “Viví en el monstruo y le conozco las entrañas.” Fue lúcido testigo del viraje histórico en el cual Estados Unidos iniciaba su funesta transición de república a imperio. Radicado en Nueva York escribió páginas inolvidables sobre la situación del hemisferio, muchas de las cuales fueron recogidas en aquella época por el diario La Nación de Buenos Aires, del que Martí fue su corresponsal durante varios años. Una buena medida de la decadencia de este periódico la ofrece el contraste entre la figura gigantesca del cubano y los nombres de sus actuales corresponsales en Estados Unidos, Andrés Oppenheimer y Jaime Bayly. Martí también fungió como cónsul honorario de la Argentina en esa ciudad. Ambas condiciones, corresponsal y cónsul honorario aún esperan su público reconocimiento y debido homenaje en este país. Así como el Che es legítimamente reconocido como “argentino-cubano” no caeríamos en el vicio de la hipérbole si dijéramos que Martí fue un “cubano-argentino”. Los ensayos y las notas de Martí, recopilados luego en un libro bajo el título de Nuestra América, conforman junto a la Carta de Jamaica de Simón Bolívar, y La Historia me Absolverá, de Fidel, la trilogía fundacional, imprescindible e insustituíble del pensamiento emancipatorio latinoamericano. Recogemos a continuación tan sólo dos observaciones de los luminosos escritos martianos. Una, cuando al desentrañar las raíces de la expansión y la insaciable voracidad de la Roma Americana dijera que “los norteamericanos creen en la necesidad, en el derecho bárbaro como único derecho: esto es nuestro porque lo necesitamos.” Tal cual: necesitamos petróleo y si este se encuentra en Irak o Venezuela allá iremos para apoderarnos de ese vital recurso, por las buenas o por las malas. Y lo mismo haremos con el litio que precisamos, y se lo arrebataremos a Bolivia. Toda la doctrina estratégica estadounidense desde la Segunda Guerra Mundial hasta hoy, y sobre todo después del 11 de Septiembre del 2001, se asienta sobre esa premisa: el derecho bárbaro precozmente detectado por Martí como la concepción imperialista del derecho. Segunda y última reflexión centrada en el comercio internacional: “quien dice unión económica, dice unión política. El pueblo que compra, manda. El pueblo que vende, sirve. El pueblo que quiere morir vende a un solo pueblo, y el que quiere salvarse a más de uno. … El influjo excesivo de un país en el comercio de otro, se convierte en influjo político. Lo primero que hace un pueblo para llegar a dominar a otro es separarlo de los demás pueblos. El pueblo que quiera ser libre, sea libre en negocios.” Separarlo de los demás pueblos, advierte Martí así como evitar “el influjo excesivo” de un país, Estados Unidos, sobre los de Nuestra América. Esto era precisamente el propósito de la derrocada ALCA. Cuando vemos las políticas que Washington y sus secuaces latinoamericanos han impulsado para reforzar nuestros asimétricos vínculos comerciales con Estados Unidos o destruir la UNASUR, la CELAC y cuanta iniciativa exista de integración o articulación continental caemos en la cuenta de la extraordinaria capacidad de Martí para precozmente vislumbrar la naturaleza de la estrategia imperial y lo que se nos venía encima si la unión de nuestros pueblos no lo impedía. Por todo esto es que celebramos su nacimiento, el de un grande de la Patria Grande, portador de una de las antorchas más luminosas que nos han guiado, y lo seguirán haciendo, en nuestra lucha sin tregua contra el imperialismo norteamericano.

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Baltasar Garzón fustigó a Piñera en una carta abierta: «Parece no entender que el pueblo no es enemigo sino víctima»

Fuente: Baltasar Garzón | Página/12 Fecha:  1 febrero 2020 El exjuez estuvo en Chile para el Foro Latinoamericano de Derechos Humanos, celebrado entre el 23 y 25 de enero. Su mensaje contiene críticas al Poder Judicial y las fuerzas de seguridad, y elogios a los manifestantes por su «coraje y dignidad». Baltasar Garzón fue juez de la Audiencia Nacional en España.  Imagen: NA Chile en el corazón: Carta Abierta al Pueblo de Chile Queridas chilenas y chilenos: Escribo de nuevo y esta vez me dirijo al pueblo de Chile, tras la carta abierta para al presidente Piñera publicada el pasado 23 de octubre sobre la que, por cierto, no he recibido respuesta. En esa misiva expresaba mi dolor y profunda preocupación por lo que estaba ocurriendo en Chile, país con el que me une un vínculo perenne y por el que siento un especial afecto. Me parecía entonces, y me sigue pareciendo ahora, que la respuesta del Gobierno al estallido social ha sido absolutamente desproporcionada, contra un pueblo que se manifiesta en la calle expresando que no soporta más tanta desigualdad, tanta injusticia, abusos y corrupción. Dije en aquella misiva, además, y lo he dicho en otros foros, que el ejército no está preparado para controlar el orden público sino para hacer la guerra, para doblegar al enemigo o destruirlo y que cuando sale a la calle, las cosas solo empeoran. Pero con estupor he podido ver cómo Piñera ha intentado una y otra vez la intervención de los militares. Parece no entender que el pueblo no es el enemigo sino la víctima, y que al pueblo hay que protegerlo y no castigarlo con medidas de excepción. Es paradójico que este estallido social haya tenido lugar en un país que – se decía – era un oasis en América Latina y que pretendía exhibirse ante el mundo como garante del medioambiente para liderar una respuesta global coordinada frente a la emergencia climática en la COP 25 de la que Chile tenía que haber sido anfitrión. No fue así porque Piñera y su gobierno no podían permitir que los mandatarios del resto del planeta vieran cómo el ejecutivo era incapaz de gestionar las demandas sociales, dando como única respuesta represión y más represión contra sus propios compatriotas, sin pudor alguno. Seguramente sabrán que después de aquella carta he viajado a Santiago de Chile para participar en el Foro Latinoamericano de Derechos Humanos, celebrado entre los días 23 y 25 de enero. Me reuní con asociaciones de víctimas, organismos de derechos humanos y sociedad civil para conocer sus impresiones de lo acontecido desde el 18 de octubre. Les confieso que fue una jornada muy dura en lo personal y lo que he conocido ha aumentado mi grado de indignación. Una indignación que se me ha ido acumulando durante estos tres meses, pero que ya ha llegado a un nivel de estupor ante tanta crueldad, desidia e incompetencia. Represión sin sentido Durante mi breve estancia en Santiago, acudí a comprobar personalmente lo que la sociedad civil me había transmitido a través de cientos de mensajes llegados desde Chile, pero también desde muchos otros países y desde la propia comunidad chilena en España. Acudí a la Plaza de la Dignidad (ex Plaza Italia), donde fui testigo de cómo la fuerza pública no se está ejerciendo para controlar el orden público y garantizar el derecho de manifestación, sino para dañar, herir y lesionar a quienes ejercen su derecho a la libertad de expresión. Los componentes de Primera Línea, con los que tuve ocasión de hablar en el edificio histórico del Senado me habían expuesto su desesperación y miedo a la represión desplegada y sostenida por el Estado. En el acto reivindicativo, me prestaron un casco, me rodearon y me protegieron para que yo mismo no resultara lesionado, durante el tiempo en el que temerariamente, me empeñé en comprobar la realidad de lo que me habían denunciado. Debo reconocer que no sabía lo que era el guanaco aplicado a una protesta hasta que vi volar por los aires a un chico con su bicicleta por el impacto del agua a presión; ni pensé que la carcasa del tubo de gases lacrimógenos produjera un impacto tal sobre el rostro hasta que lo comprobé en una de las jóvenes que me acompañaba; o que la grasa y el ácido de su composición, irritara tanto; ni que los balines que vacían ojos inocentes, eran mostrados como trofeos siniestros para no olvidar el dolor… Frente a ello, escudos de madera o plástico, la rabia contenida de la impotencia y la certeza de que había que estar allí, entre mujeres y hombres de todas las edades que mostraban su determinación de afrontar los riesgos contra su seguridad, con una fortaleza ejemplar. Evoqué allí en La Alameda a Pablo Milanés señalando los crímenes de la dictadura en su canción, “Yo pisaré las calles nuevamente de lo que fue Santiago ensangrentado…”. Protestar en Chile bien te puede costar la vida o un ojo de la cara, como de hecho lamentablemente ha ocurrido y sigue ocurriendo. Pero me emociona pensar que a pesar de este alto precio, cientos y miles de personas salen a exigir garantías de un futuro mejor. El pueblo chileno es un ejemplo de coraje y dignidad para el mundo entero. La emoción al escribir estas frases se me hace presente de nuevo, como en la Alameda, al abrazarme y ser abrazado por cientos de ustedes. Tienen todo mi respeto y mi admiración. Un manifestante reacciona contra un agente, en una de las jornadas de protesta. AFP. No habrá impunidad Reitero mi solidaridad con todas las víctimas, con las familias de los fallecidos y los desaparecidos, con las mujeres agredidas sexualmente, con los que han sido torturados, con los heridos, con quienes han perdido un ojo y, por supuesto, también con Gustavo Gatica y Fabiola Campillay a quienes han arrebatado la visión por completo. No caerán en el olvido. No habrá impunidad. Tienen mi palabra. Es mi compromiso. Nunca pensé que volvería a Chile para

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El «Acuerdo del Siglo» no es un acuerdo, pero sí es de este siglo

Fuente: Kevin Ary Levin * | Nueva Sión Fecha:  31 enero 2020 El plan anunciado por Trump y Netanyahu es evidencia de la aparición en escena de un nuevo Medio Oriente, donde gobiernos de la región ya no necesitan ni siquiera fingir apoyo a la causa palestina. El pasado martes, Donald Trump y Biniamin Netanyahu anunciaron ante una sala llena de periodistas, representantes de monarquías árabes y ningún palestino el largamente prometido plan de la administración para la paz entre israelíes y palestinos que ya hace mucho tiempo tomó el nombre rimbombante (¿qué en la era Trump no lo es?) de «Acuerdo del siglo». En el documento, atribuido al heredero inmobiliario y yerno presidencial convertido en alto diplomático Jared Kushner (cuya fundación familiar, bajo su dirección, donó docenas de miles de dólares a los asentamientos judíos en Cisjordania), se delinea un proyecto basado a grandes rasgos en la anexión israelí de partes de Cisjordania (incluyendo asentamientos y la frontera con Jordania), la negación del derecho de retorno de los refugiados palestinos y la afirmación de la soberanía israelí sobre una Jerusalén indivisa. A los palestinos les ofrece la meta en última instancia de la creación de un Estado palestino desmilitarizado en las zonas no anexadas por Israel, en un plazo de cuatro años si están dadas las reformas ordenadas y con consentimiento israelí. Ese Estado tendría un túnel que conectaría a Gaza con Cisjordania y una promesa de inversión de unos 50 mil millones de dólares para mejorar la calidad de vida de los palestinos, aunque el programa ofrece pocos detalles sobre cómo se producirían y de dónde provendrían las inversiones. El futuro Estado palestino limitaría entonces con Israel y (en su frontera sur) con Egipto y quedaría delimitado por un trazado complejo e improbable de fronteras controladas por Israel, con el objetivo de dejar intactos todos los asentamientos judíos en Cisjordania. El plan también deja abierta la posibilidad de transferencia al Estado palestino del llamado «Triángulo», un conjunto de localidades árabes ubicadas del lado israelí a lo largo de la frontera con Cisjordania. El programa establece objetivos que están muy por debajo de la mínima exigida por los palestinos en aspectos clave y reconoce sólo las demandas israelíes (que en realidad son en buena parte demandas de colonos y de halcones en materia de seguridad) en aspectos clave como fronteras, Jerusalén y derecho del retorno de los palestinos. De forma aún más clara, la voz de los palestinos no fue incluida en la redacción del plan. Si el plan se juzgara entonces de acuerdo a sus chances de ser aceptado por los palestinos, estaríamos entonces hablando de un plan claramente condenado al fracaso. Vale la pena pensar entonces cuál es la lógica detrás de proponer un «acuerdo» que jamás será acordado. La clave la podemos encontrar en la forma en la que el plan da a entender la línea de tiempo de las acciones a tomar. Un análisis más cercano revela que Israel puede obtener todos los beneficios de forma más o menos inmediata, mientras que los relativamente bajos incentivos prometidos a los palestinos constituyen objetivos a largo plazo y condicionados. El rechazo de los palestinos permite solidificar la narrativa según la cual los palestinos son rechazadores seriales de iniciativas de paz, lo cual significaría que en realidad sólo buscan la destrucción de Israel. Este argumento (que, por cierto, ignora la baja calidad de estas iniciativas en el pasado y las instancias en las cuales la negativa estuvo del lado israelí) le otorga a Israel una luz verde para avanzar con el plan de forma unilateral ante la supuesta ausencia de un interlocutor. El plan no puede ser pensado en un vacío: constituye de hecho un paso más en el reconocimiento legal de la gradual anexión de Cisjordania que Israel viene implementando mediante la construcción de asentamientos, instalación de infraestructura y desarrollo institucional. Esta situación refleja una realidad subyacente al texto del documento: el plan es una declaración de lo que se impondrá, al menos parcialmente, una vez confirmado el rechazo de los palestinos a colaborar en su propia degradación nacional. Es a la vez una forma de afirmar ante sus fieles la habilidad política de Bibi y de Trump, dos líderes que hacen frente a crisis políticas y legales al interior de sus países y que, mediante este acuerdo, demuestran que tienen dotes de estadistas que les otorgan el poder de rediseñar las relaciones de poder a nivel internacional e imponer sus propias condiciones sobre otros. Si esto es suficiente para enterrar la idea de un acuerdo, hace falta aclarar que el «Acuerdo del Siglo» es sólo media mentira, en tanto es, efectivamente, una consecuencia del Medio Oriente del siglo XXI. Es que este 2020 comienza con una crisis en el liderazgo palestino, que se encuentra fragmentado, desprestigiado y tiene pocos éxitos políticos y económicos que mostrar ante su propia población, con un proceso de reconciliación entre sus principales facciones políticas paralizado y una dirigencia anciana y en muchos sentidos desconectada de la realidad. Un final para el tema palestino La era Trump lanzó a los palestinos a una crisis política sin precedentes. Nunca antes el supuesto árbitro del proceso de paz, Estados Unidos, había actuado de forma tan evidente como juez y parte, haciendo eco de todos los argumentos de Netanyahu. Conscientes del fracaso del proceso diplomático de Oslo y de su creciente desconexión con la realidad en el terreno, el liderazgo palestino sabía también que no tenía ningún interés en permitir una escalada de violencia contra un Israel más fuerte que ellos y mucho más fuerte que nunca a nivel político. Se dedicaron entonces a esperar que esta realidad cambie mientras buscaban contener la situación, estrategia que nunca podía rendir muchos frutos para empezar. Sumándose a esta realidad interna, vemos el aislamiento político de los palestinos a nivel regional, provocado por el abandono en varios países del histórico apoyo (muchas veces sólo nominal y a menudo contraproducente) a los palestinos en su lucha por la autodeterminación nacional.

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El holocausto, el gran capital y Palestina

Fuente: Luis Varese(*) | Agencia Latinoamericana de Información Fecha:  31 enero 2020 Dos primos hermanos de mi mamá, Nanni y Salvatore Tuo Ivaldi, estuvieron en el campo de concentración de Mathausen. Ingenieros genoveses que trabajaban en la Ansaldo fueron secuestrados y llevados a Alemania como diseñadores industriales, probablemente de barcos. Regresaron vivos a Génova después de tres años, pesando 37 y 39 kilos respectivamente. Los conocí. Algún día traduciré el libro que escribieron. Las dantescas escenas que vivimos estos días por la televisión, haciéndonos recordar la barbarie nazi, son desgarradoras, repudiables. El exterminio planificado y sistemático de 11 millones de personas (6 millones de judíos y 5 millones de polacos, gitanos, homosexuales, comunistas, socialistas y cualquier otro que le cayera mal al nazi de la esquina o la chica que no le dio cabida al sargento Schmidt). En los campos de concentración, auténticas fábricas alemanas de producción y de molienda de seres humanos. Esta gran industria del exterminio enriqueció a muchas familias de industriales de la época de varios países. La familia Thyssen-Krupp que hasta hoy vende ascensores (los hay en Quito) entre otras cosas, era una de las principales productoras de armas de la época. La Bayern que producía los insumos para las cámaras de gas, Hugo Boss, los uniformes o la General Motors y la Coca Cola, solamente para dar algunos ejemplos (Sugiero a los lectores investigar estos temas). Los más bestias, comerciaron con los dientes de oro de los muertos y las muertas. La banca suiza se benefició de todo ello. El holocausto no tiene parangón por lo sistemático y organizado y por la dimensión del exterminio planificado. La guerra es el gran negocio del capital y esta planificación permitió sistematizar los ingresos de esa oligarquía industrial, de manera ordenada y diabólica. Todo ello propagandizado por una ideología racista, excluyente, nacionalista, que daba instrumentos y justificación en nombre de una raza superior (la supremacía aria) y de una nacionalidad única y dirigente (¿No les hace recordar algunos discursos recientes de Bolsonaro, el Ministro de Interior del Perú contra los venezolanos o el omnipresente Mr. Trump?). La crueldad y el odio son inherentes al ser humano. Forman parte de nuestra esencia, el bien y el mal. Unos caen en ello sin querer, sin tomar la opción, otros escogen esa ruta como sistema de vida. Brutales, no menos sanguinarios, sistemáticos los treinta mil asesinados/ desaparecidos de la Argentina. El exterminio de comunidades indígenas en Perú; los desaparecidos y torturados de Chile; las bestialidades de los Kaibiles contra 250 mil indígenas en Guatemala; los recientes muchachitos de Ayotzinapa, los asesinados de las comunidades indígenas o negras de hoy en Colombia u Honduras, o lo que están haciendo y preparando en Bolivia. El gran capital elimina lo que le molesta y el ser humano, los seres humanos estamos dispuestos a cometer atrocidades en todo momento de la historia, pero las bestialidades planificadas y la acumulación de dinero vienen mayoritariamente del gran capital (Pongo mayoritariamente porque hay casos de genocidio como en Camboya o Ruanda donde el leitmotiv no es ese). Gente como Álvaro Uribe Vélez que crea cuerpos paramilitares para sostener su poder y riqueza o su deseo de exterminio ideológico, es parte de este sector de la humanidad perversa, el de la codicia desmedida. El otro elemento demoniaco es el poder para jugar a ser Dios o el Demonio. Hitler ejerció como tal y su entorno lo secundó en las matanzas. Otros muy conscientes lo apoyaron y lucraron, se enriquecieron con ello. Ellos existen y existirán. Trump es un genio del mal como lo son Mike Pompeo, Elliot Abrams o Jair Bolsonaro Palestina y los y las palestinas, grandes sacrificados inocentes Lo que hacen los Estados Unidos y el Estado de Israel (no los judíos) contra los palestinos es algo similar, sistemático, organizado brutal contra hombres, mujeres, niñas y niños. Confinándolos desde hace más de 70 años, persiguiéndolos, cercándolos, reduciéndolos a cada vez menos espacio, solamente por ser palestinos y ocupar el espacio donde ellos vivieron, viven y tienen enterrados a sus ancestros. Esta es una guerra que tiene que ver con temas históricos, religiosos, de 5000 años, pero hoy en día tiene que ver con el papel que le ha asignado Occidente al Estado de Israel. Y esto no es antisemitismo, es antiimperialismo y defensa del derecho internacional, de los derechos humanos, derecho a tener una nacionalidad un pasaporte, derecho al libre tránsito, a una Patria con su capital, una tierra donde cultivar la vid y el olivo. En este contexto, y utilizando el 75 aniversario de la liberación del campo de Auschwitz por las tropas soviéticas, la bestia apocalíptica de Donald Trump hace una propuesta de solución del conflicto palestino-israelí, evidentemente inaceptable, que nadie cree, nadie que busque la Paz. Tan descarado es el planteamiento en favor de Israel, que lo presenta conjuntamente con Benjamín Netanyahu , Primer Ministro Israelí, sin ni siquiera conversar con la otra parte: los palestinos y palestinas. Qué importante que el presidente de Alemania haga una autocrítica desde su pueblo y su gobierno, como alemanes, sobre el holocausto. Qué importante que se haga un esfuerzo por tomar conciencia contra el fascismo y el nazismo que crece en Europa. Lo más importante para las nuevas generaciones y las viejas, es tomar conciencia contra el capitalismo voraz, que destruye a la humanidad. No hay que aceptar todo este esfuerzo informativo como un hecho aislado. Es inherente al capitalismo y las guerras de agresión, el imperialismo, el colonialismo construyen matanzas. La educación por la paz, el respeto al Estado de derechos, el derecho a crear su propio destino y el derecho a construir sociedades distributivas, solidarias y soberanas es el único camino para cambiar la historia. Trump, el Imperio y sus serviles se oponen a ello y nos exponen a un holocausto planetario de manera consciente y planificada, sin importarle las generaciones futuras, ni siquiera las presentes. Nosotros hemos optado por la Patria Grande, por la redistribución de las riquezas abundantes de nuestros países a través

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Trump declaró la tercera Nakba

Fuente: Gideon Levy | Haaretz  Fecha:  30 enero 2020 Con una bata de hospital endeble, herido, descalzo y confundido, sin comida ni agua, con un catéter conectado y usando un pañal, el residente de Gaza, Omar Abu Jeriban, fue arrojado al costado de la carretera el 13 de junio de 2008 y murió. Chaim Levinson informó la historia en Haaretz en ese momento, David Grossman estaba horrorizado por ella. El otro día, todo el pueblo palestino se convirtió en Abu Jeriban. El papel de la policía que arrojó a un hombre herido en medio de la noche fue asumido por el presidente estadounidense, Donald Trump, y el primer ministro israelí, Benjamin Netanyahu. El papel del hospital que acaba de mantenerse en pie fue asumido por el mundo. En 2008 fue una tragedia humana; hace dos días, fue una tragedia nacional: la Casa Blanca declaró el comienzo de la tercera Nakba. Los palestinos fueron arrojados al costado del camino y abandonados a su suerte. El Israel de derecha está encantado, el Israel de izquierda está perdido como siempre, y el mundo está en silencio. Es el fin del mundo. La Casa Blanca se parecía el otro día a Habayit Hayehudi (1), inundada de kippot e Yiddishkeit (2). ¿Hay que ser antisemita para preguntarse sobre esto? Con todos los comerciantes inescrupulosos asumidos en  pacificadores, todos estos Friedmans, Adelsons, Greenblatts, Kushners y Berkowitzes, estos mediadores supuestamente justos e imparciales, es imposible siquiera pensar en el comienzo de un acuerdo justo. No es difícil adivinar lo que pasa por la mente de todos los palestinos y todos los buscadores de justicia al ver esta imagen de todos los judíos y de toda esta clase de derecha. Pero los palestinos no solo se habían perdido por completo la ceremonia, tampoco estaban en ningún lugar del plan que pudiera sellar su futuro y que anunciara la eliminación de su última oportunidad de alguna decencia tardía, un poco de justicia, una gota de compasión. Los dejaron sangrando al costado del camino. Esta es su tercera Nakba. Después de perder la mayor parte de su tierra, propiedad y dignidad en la primera y su libertad en la segunda, ahora viene la tercera para aplastar lo que queda de su esperanza. Lo han intentado todo. Lucha diplomática y lucha armada, protesta no violenta y boicot económico. Nada ha ayudado. El «acuerdo del siglo» solo confirma lo que se sabía: el mal prospera, esta vez en una edición particularmente extrema de unilateralidad, racismo y arrogancia. Los poderosos se llevan todo. Todo. Los palestinos obtienen una caricatura de un estado independiente después de muchos años, si acaso, y solo mientras estén de acuerdo con una serie de condiciones degradantes de rendición que incluso el colaboracionista más bajo nunca aceptaría. Israel, por otro lado, obtiene casi todo, y de inmediato. ¿Por qué solo los palestinos tienen que demostrar su valía antes de obtener algo? ¿Se ha distinguido Israel en el medio siglo de ocupación? ¿Ha obedecido absolutamente el derecho internacional? ¿Ha prestado atención a la comunidad internacional? ¿Debería haber un premio para el brutal ocupante? ¿Para los colonos? ¿Para qué y por qué EE.UU.? Israel lo consigue todo y sin condiciones, mientras que los palestinos, un pueblo bastante refrenado dado el terrible abuso que padece, todavía tienen que demostrar su valía para recibir las pequeñas migajas de justicia que el presidente estadounidense les arroja. ¿Por qué la seguridad de Israel tiene que estar garantizada una y otra vez, a lo largo de las generaciones y contra todo riesgo, sin que nadie tenga que mover un dedo para garantizar la seguridad de los palestinos, cuya sangre es tan barata derramada por Israel? Una niña en Gaza también merece una noche de sueño reparador, pero ¿a quién le importa ella en Habayit Hayehudi, el Hogar Judío, en 1600 Pennsylvania Avenue? Si este plan se cumple, Dios no lo quiera, será el fin del pueblo palestino. No es el fin físico, el fin nacional. Quien piense que esta es una razón para celebrar, está invitado a unirse a la celebración en la Plaza Rabin por la liberación de Naama Issachar (3) y a votar a Likud o Kahol Lavan. ¿Cuál es la diferencia? Pero cualquiera que todavía tenga una gota de compromiso moral debería estar horrorizado por esta terrible paz de los vencedores que puede terminar bien para Israel pero nunca terminará bien para los israelíes. Israel nunca asumió la responsabilidad de la primer y segunda Nakbas, quizás también evadirá su responsabilidad por la tercera. Pero nunca podrá escapar de la culpa y la desgracia por acabar con otras personas. Notas del Traductor Hogar Judío. Partido de los colonos judíos religiosos ultranacionalistas (N. del T.) Apego emocional e identificación con el pueblo judío. Se expresa generalmente en idish, idioma que usan los judíos ultra ortodoxos. Israelí recientemente indultada por Putin, que permaneció 10 meses presa en Rusia por posesión de marihuana. Traducción: Dardo Esterovich

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Gitanos, el genocidio olvidado de la Segunda Guerra Mundial

Fuente: Barbara Warnock/Toby Simpson | Rebelión Fecha: 28 de enero 2020 Comparado con el Holocausto, el asesinato en masa de medio millón de gitanos (romaníes, sintis y otros grupos) en Europa permanece ignorado y no reconocido. Esta ausencia y la persecución de la que siguen siendo víctimas nos plantean preguntas para las que todavía no hay respuestas claras. Se trata del «genocidio olvidado» de la Segunda Guerra Mundial: alrededor de 500.000 gitanos fueron asesinados en Europa por los nazis y sus colaboradores durante la Segunda Guerra Mundial, tras la aplicación de políticas destinadas específicamente a perseguirlos. ¿Por qué ha sido olvidado el genocidio de los gitanos? ¿Por qué el reconocimiento aunque sea parcialmente, de esas muertes tardó tanto? ¿Cuáles son los obstáculos que nos impiden aún hoy reconocer plenamente la importancia de este genocidio? Actualmente, y hasta marzo del 2020, tiene lugar la exposición Víctimas olvidadas: El genocidio nazi de los sintis y los romaníes, en la Biblioteca del Holocausto de Viena en Londres, dedicada a examinar la destrucción nazi de la vida de los gitanos, a examinar las políticas que precedieron a la masacre y a sacar a luz aspectos de esta historia que permanecieron ocultos y en gran medida desconocidos durante décadas. (1) Ya antes de 1933, los romaníes y los sintis eran víctimas de prejuicios y discriminación en Alemania, pero cuando los nazis llegaron al poder la persecución se acentuó. A mediados de la década de 1930, se prohibió a los gitanos el ejercicio de ciertas profesiones y muchos fueron trasladados a campos de concentración. A finales de los años 1930, la ideología racial nazi se amplió para incluir la noción de que los gitanos eran de «sangre extranjera» y representaban una amenaza para la fuerza racial de la «raza maestra aria». Como parte del desarrollo de estas ideas, los gitanos fueron sometidos a un programa masivo de investigación pseudocientífica y a programas de esterilización forzada. Durante la Segunda Guerra Mundial, los gitanos de los territorios ocupados por los nazis fueron víctimas de deportaciones a campos y guetos, condenados a trabajos forzados y malos tratos, muchos murieron de inanición, fueron víctimas de fusilamientos masivos o murieron en las cámaras de gas en campos como el de Chelmno o el de Auschwitz. Algunos regímenes colaboracionistas, como los Ustachas en Croacia, cometieron también asesinatos en masa contra las poblaciones judías y romaníes. En un relato donado a la biblioteca de Viena, el doctor Max Benjamin, sobreviviente judío de Auschwitz, describe la «liquidación» del «campo de gitanos» el 2 y 3 de agosto de 1944: esa noche, «todos los gitanos que formaban parte de la población de ese campo fueron asesinados en las cámaras de gas». A pesar del terrible sufrimiento y de la injusticia sufridos por la población gitana de Europa durante el período nazi, el genocidio de los gitanos ha sido a menudo relegado o minimizado. Una de las principales razones de ello es la multiplicidad de prejuicios, la discriminación y la marginación que los sobrevivientes romaníes y sintis siguieron sufriendo después de la liberación. La hostilidad y los estereotipos negativos sobre los gitanos permanecieron después de 1945. En muchos países, la exclusión de los gitanos de la representación política y del poder económico ha sido un obstáculo para toda campaña en favor del reconocimiento de la persecución y del genocidio. Esta marginalización se manifiesta en el hecho de que no se procesó a los autores de los crímenes contra los gitanos en los primeros juicios por crímenes de guerra. En la Alemania occidental de la posguerra, existía un clima de negación de la importancia de los horrores cometidos contra las víctimas gitanas, que a menudo no recibían siquiera la indemnización otorgada a otras víctimas de la persecución racial nazi. Muchos memoriales construidos en las décadas posteriores a la guerra no dejaban lugar para las víctimas gitanas. Alemania reconoció oficialmente los crímenes nazis contra los gitanos como genocidio recién en 1982. La primera disculpa de Francia por haber colaborado en los crímenes nazis contra los romaníes y sintis recién tuvo lugar en 2016. En la Unión Soviética y en Europa del Este, el genocidio gitano fue también en gran medida ignorado. Los gitanos, que deseaban seguir siendo nómadas, debieron asentarse por la fuerza. En el período poscomunista, la discriminación contra los gitanos aumentó aún y al mismo tiempo, las condiciones de vida y el acceso a los servicios se deterioraron drásticamente. Nuestra exposición intenta abordar la amnesia colectiva con respecto al genocidio de los gitanos. La Biblioteca del Holocausto de Viena cuenta con colecciones importantes sobre este tema, incluyendo los primeros testimonios de sobrevivientes gitanos (2) recopilados en el marco de un proyecto dirigido por la doctora Eva Reichmann, miembro de la biblioteca, a partir de los años 50. La Biblioteca tiene proyectado publicar algunos de estos testimonios en el correr del año 2020. También contamos con material recogido en ocasión del primer proyecto de investigación que intentó documentar sistemáticamente el genocidio, un proyecto llevado a cabo por Donald Kenrick y Grattan Puxon a finales de la década de 1960. En la exposición se presentan varias piezas de esta colección, incluidos resúmenes de testimonios de sobrevivientes. Otro elemento destacado de la exposición es una fotografía de posguerra de Margarete Kraus en la que se puede ver, pese a que no aparece con claridad en la foto, el tatuaje del número de campo en su antebrazo izquierdo. Margarete Kraus fue una romaní checa sobreviviente de Auschwitz, donde fue víctima de experimentos médicos forzados. El retrato de Kraus fue realizado por el periodista de Alemania Oriental Reimar Gilsenbach en la década de 1960. Gilsenbach investigó la persecución de los romaníes durante el período nazi. Una pieza muy diferente en esta exposición es un documento titulado «Prohibiciones publicadas con respecto a los polacos, judíos y gitanos», presentado en el Juicio de Crímenes de Guerra de Nuremberg como prueba de los crímenes nazis. Con fecha del 10 de marzo de 1944, se trata de una circular enviada por Heinrich Himmler a un grupo

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