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A menos del 10% de los israelíes les importa lo que les pasa a los judíos de la diáspora

Fuente: Redacción de radio Jai  Fecha: 17 de mayo de 2020 Esta realidad se desprende de una reciente encuesta realizada en las calles de Israel, donde se preguntaba sobre las preocupaciones y prioridades de los ciudadanos en el marco de la epidemia del Coronavirus. Durante una conferencia virtual realizada en el día de hoy por la organización Guesher (Puente hacia el futuro) el Cónsul de Israel en Nueva York, Danny Dayan expresó :  “La conexión con los judíos de la diáspora no es de interés para los israelíes, es un fracaso educativo de la sociedad israelí. De los 120 nuevos miembros de la Knesset, nadie se identifica con los judíos de la diáspora”. Podemos estar escribiendo un capítulo amargo de la historia,  donde en 50 años se vea que el pueblo judío se dividió en dos tribus o perdió una. La cuestión de si luego diremos que hemos hecho todo lo posible para ayudar. Hoy tenemos motivos de preocupación. La tranquilidad social en Estados Unidos tras la brecha entre los muertos en las comunidades débiles y las comunidades fuertes puede traer alteraciones. Puede afectar poderosamente a los judíos y luego creará una situación muy difícil”. Dayan nacido en la Argentina también reflexionó sobre el antisemtismo en Estados Unidos. “Yo no soy de aquellos que veo antisemitismo detrás de cada piedra, ahora debo confesar que los hechos determinan. En el último año 15 judíos en USA perdieron la vida por atentados antisemitas”. Me preocupa que las consecuencias económicas del Coronavirus y el desempleo puedan traer alteraciones sociales que desemboquen en brotes de antisemitismo”. La actividad de Guesher que convocó a múltiples referentes fue realizada con el fin de afianzar los lazos de identificación entre los israelíes y los judíos de la diáspora. El presidente de la Agencia Judía, Isaac Herzog señaló: “Hay una falta de conocimiento y malentendidos sobre el estado de los judíos en el mundo. En Corona, me preguntaron mucho sobre la situación en las comunidades judías y la gente recuerda que el pueblo judío estuvo con nosotros durante todas las crisis. Hay comunidades judías completamente desmanteladas y paralizadas en todo el mundo. Los centros comunitarios están cerrados, no hay eventos, es impactante para las comunidades judías. Es por eso que necesitamos apoyar a las comunidades que nos necesitan. Establecimos un fondo de préstamos sin intereses para las comunidades judías y dar oxígeno a las mismas. En la agencia anticipamos una ola de antisemitismo y también esperamos una gran ola de inmigración a Israel. Israel necesita permitir buenas condiciones para la inmigración, la absorción y organización económica en términos de infraestructura en el país”.

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Las cartas sobre la mesa

Fuente: Carlos Heller (*)| Página/12 Fecha: 10 de mayo de 2020 Las dos pandemias, la generada por la gestión del gobierno anterior y la producida por la transmisión del virus, actúan en simultáneo profundizando la crisis. Por ello, la situación hoy es peor que cuando se comenzó a hablar de la renegociación de la deuda. Por ejemplo, la caída del PBI para 2020, antes de la irrupción del coronavirus y dado los arrastres que venían del año pasado, estaba estimada en un 1 por ciento. Hoy hay proyecciones que indican que la caída podría llegar al 7 por ciento. Por su parte, el Ministerio de Economía está previendo un 3,1 por ciento de déficit fiscal primario para este año. Ello es lógico: el país atraviesa, por un lado, un escenario de fuerte contracción de los ingresos fiscales consecuencia de la crisis económica y, por otro, de generalizada expansión del gasto público, producto de las nuevas necesidades sanitarias y de la asistencia a los sectores más vulnerables de la sociedad. En este contexto, lo que les está diciendo el Estado argentino, a través de las palabras de Martín Guzmán, a los acreedores que piden flexibilizar la propuesta de reestructuración de la deuda, es que ésta es ya muy exigente para el país porque fue diseñada para otro contexto y hoy se la sostiene aun cuando la situación ha empeorado significativamente. Además, el promedio de la tasa de interés que la Argentina ofrece pagar es del 2,33 por ciento en un tiempo en el que en los países centrales se habla de tasas del cero por ciento o incluso negativas. Es poco frecuente encontrar en el mundo créditos a tasas de interés mayores que las que la Argentina está proponiendo. Cuando Guzmán les dice a los bonistas que “no estamos pidiendo que pierdan, sino que ganen menos”, lo que está afirmando es que la oferta de la Argentina es también una buena propuesta para ellos. Por supuesto: los tenedores de bonos no opinan lo mismo. Ellos dicen: nadie obligó a la Argentina a tomar los créditos, ustedes contrajeron la deuda porque quisieron, por lo tanto, ahora páguennos tal como se comprometieron a hacerlo. A lo sumo, como propone el fondo de inversión BlackRock, conceden un periodo de gracia, es decir, un corrimiento de los plazos, pero sin incorporar quitas significativas. Ello supone desconocer el criterio de sostenibilidad que plantea la Argentina: el país no está proponiendo sólo correr los plazos sino crear las condiciones –mediante quitas del 5 por ciento promedio sobre el capital y del 62 por ciento sobre los intereses, sumado al periodo de gracia– para crecer y, consecuencia de ello, generar los recursos para poder afrontar la deuda. Por eso, ante el pedido de pago de ese grupo de acreedores la Argentina responde: de manera irresponsable el anterior administrador del país tomó un compromiso impagable; el actual gobierno, por el contrario, hace una propuesta sostenible por la cual va a poder cumplir. Además, con esta oferta, no sólo no van a perder sino que van a ganar lo que normalmente pueden ganar en este tipo de operaciones. De ese modo está planteada la discusión. La Argentina hoy no está sola en la negociación. En la actualidad, los países africanos han confluido en un frente común que llega incluso a pedir la condonación total de sus deudas. Varios presidentes de países centrales apoyan y acompañan la propuesta argentina. 160 prestigiosos economistas de todo el mundo, entre ellos Thomas Piketty y Jeffrey Sachs, premios Nobel como Joseph Stiglitz y Edmund Phelps, ex funcionarios del Fondo Monetario Internacional, el Banco Mundial y el Banco Interamericano de Desarrollo, firmaron un pronunciamiento público por el que les piden a los acreedores de la Argentina que “actúen de buena fe y acepten la propuesta de canje de deuda al considerarla una resolución responsable que sentará un precedente positivo, no solo para el país, sino para el sistema financiero internacional en su conjunto”. Luego afirman: “Para ser francos, el costo de la refinanciación se ha vuelto excesivamente alto. Argentina ha presentado a sus acreedores privados una oferta responsable que refleja adecuadamente la capacidad de pago del país: un período de gracia de tres años con un corte menor en el capital y un corte significativo en los intereses”. Finalmente dicen: “En este momento excepcional, la propuesta de Argentina también presenta una oportunidad para que la comunidad financiera internacional demuestre que puede resolver una crisis de deuda soberana de manera ordenada, eficiente y sostenible”. A diferencia de este pronunciamiento, la propuesta de Asociación Empresaria Argentina (AEA) es que hay que evitar el default como el objetivo principal de la negociación. ¿Qué es AEA? Es una de las asociaciones que reúne a las grandes corporaciones empresarias de la Argentina. Es claro: en lugar de apoyar la propuesta sostenible de reestructuración de la deuda, lo que proponen como prioridad es evitar el default poniendo en un lugar secundario el costo de esa decisión. Dos enfoques de la misma cuestión. Dos puntos de vista enfrentados. Esta semana que pasó hubo una fecha importante: el 8 de mayo, día previsto para que los bonistas contestaran a la propuesta Argentina de reestructuración de la deuda. Hay una segunda fecha relevante: el 22 de mayo, día en que entraría en mora el pago de un cupón que venció el 22 de abril. Ese cupón no se pagó, y el país tiene 30 días de gracia dentro de los cuales puede acordar o abonar sin que se considere que haya ingresado en default. La propuesta argentina está sobre la mesa. El ministro Guzmán ha dicho que el país está dispuesto a considerar cualquier combinación de quita de intereses, reducción del capital, periodo de gracia y extensión de vencimientos que sean compatibles con los criterios de sostenibilidad de la deuda establecidos por el gobierno nacional. Ayer a la mañana, el Presidente afirmó que “continuamos dialogando de buena fe con los acreedores con el objetivo de alcanzar un acuerdo sostenible… Como siempre nuestro objetivo es asumir compromisos que

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La mano invisible de la muerte

Fuente: Jorge Elbaum | El cohete a la luna Fecha: 10 de mayo de 2020 Las próximas elecciones de noviembre en Estados Unidos condicionan la forma en que Donald Trump gestiona la crisis de una pandemia que ya ha generado 75.000 muertes, una suma superior a los fallecidos durante once años de la Guerra de Vietnam. Los republicanos, partidarios del magnate neoyorquino, son quienes se oponen al distanciamiento social, bajo el argumento de la libertad de elección y la autodeterminación personal. Luego de siete semanas de cuarentena, el primer mandatario volvió a demandar la apertura de la economía, al tiempo que renovó su cuestionamiento a las medidas aprobadas por varios gobernadores demócratas, que insisten en promover la cuarentena. Los epidemiólogos sostienen que la finalización indiscriminada de las medidas de distanciamiento supondrá un incremento exponencial de los contagios y los muertos. Quienes estarán más expuestos, sin embargo, no serán los grupos ubicados en la cima de la pirámide social. Los grupos que ostentan altos salarios, con educación universitaria incluida –mayoritariamente ajenos a los grupos afrodescendientes, latinoamericanos y caribeños–, continuarán trabajando desde sus casas en formato de teletrabajo, o enmarcados en protocolos exhaustivos de control sanitario. Por su parte, los colectivos más vulnerables se verán en la encrucijada de arriesgarse a la contaminación o perder su trabajo. La apertura es una convocatoria a la segmentación socioeconómica de los contagios. Un ejemplo de esta realidad ha sido enunciado por el gobernador republicano del Estado de Georgia, Brian Kemp, quien anunció la última semana la reapertura de gimnasios, peluquerías, restaurantes y cines, pese a que el número de fallecidos en su distrito superó los 1.300 casos y la tasa de contagios es una de las más altas de los Estados Unidos. La analista y colaboradora de CNN, María Cardona, consideró que dicha disposición garantizará que el gobernador “tendrá sus manos manchadas de sangre”. Por su parte, Rashad Robinson, referente de la comunidad afrodescendiente, consideró que la decisión “es una sentencia de muerte para los más pobres”. Las declaraciones de Robinson fueron reproducidas en distintos medios estaduales acompañadas por el desesperado mensaje de una enfermera de Nevada, Nicole Sirotek, que fue contratada para atender pacientes en Nueva York: “Las vidas de los negros no importan aquí (…) la negligencia grave y la mala gestión médica están causando la muerte de los pacientes afrodescendientes”. Según Sirotek, los enfermos WASP (sigla con que se nomina a los blancos, anglosajones y protestantes) son privilegiados, tomando al resto como vidas de descarte. A su vez, mientras los profesionales de la salud se arriesgan diariamente al contagio, las asociaciones que los agrupan vienen denunciando despidos y reducciones salariales. Como responsables de la situación acusan a la falta de recursos provenientes de las agencias federales, estaduales y de los seguros privados. Por su parte, Christi A. Grimm, la Inspectora General Adjunta del Departamento de Salud y Servicios Humanos, la Agencia Federal que evalúa la situación de la atención sanitaria en los 50 Estados, difundió en abril un informe que describe la penuria que viven los centros encargados de lidiar con la pandemia. El relevamiento realizado durante los tres últimos meses se basó en entrevistas llevadas a cabo con autoridades hospitalarias. Sus resultados identifican la ausencia crítica de suministros y de kits de prueba, la falta de equipos de protección para los profesionales de la salud, la precariedad del apoyo logístico y la escasez de ventiladores para cuidados intensivos. Los hospitales refirieron a Grimm, además, el exorbitante aumento de las provisiones que dejaba a muchas instituciones al borde de la quiebra financiera. Además, los centros sanitarios se quejaron de las cambiantes e inconsistentes orientaciones brindadas por las autoridades federales, estatales y locales. Cuando se consultó al Presidente, en una conferencia de prensa, sobre el detallado informe elaborado por su Inspectora General Adjunta del Departamento de Salud, Trump decidió su despido. En esa misma lógica, dos semanas atrás fue removido de su cargo el Director de la Autoridad de Investigación y Desarrollo Avanzado Biomédico, Rick Bright, luego de presentar una denuncia ante Oficina de Asesoría Especial –que protege a los informantes de delitos federales– por las presiones sufridas durante su gestión. Bright acusó al asesor y yerno del Presidente, Jared Kushner, de presionarlo para “adjudicar contratos a empresas con conexiones políticas con su familia”. El informe de 89 páginas presentado ante la fiscalía especial subraya además que se le impidió desarrollar sus actividades específicas ligadas a la búsqueda de terapías de control de la pandemia y elaboración de vacunas preventivas con el objetivo de beneficiar a laboratorios específicos. Racismo pandémico  El caos que rodea la gestión de Trump en relación con la pandemia y la consecuente falta de recursos hospitalarios llevó a miembros de la Cámara de Representantes a reclamar la aplicación de la Ley de Producción de Defensa, una normativa federal que otorga facultades extraordinarias al Poder Ejecutivo para garantizar la disponibilidad de equipos críticos. Trump desechó invocar dicha regulación –denunciaron los demócratas– para no perjudicar a las corporaciones. En Iowa, Utah, Oregón y el Estado de Washington la tasa de contagio de personas latinoamericanas y caribeñas duplica el porcentaje que dicho colectivo representa en la población total. En el Estado de Washington, son el 13 % de la población pero tienen el 31 % de los casos de coronavirus confirmados. En Iowa, el 20 % de las personas contaminadas con Covid-19 pertenecen al grupo de los denominados latinos, aunque son el 6 % de la población. Esto se explica  por la demografía de las víctimas: el coronavirus está matando prioritariamente a personas desamparadas, residentes de geriátricos superpoblados, ciudadanos sin seguros de salud privada, prisioneros, migrantes indocumentados, trabajadores de empacadoras de carne y personal auxiliar de la atención sanitaria. Hasta el 8 de mayo la enfermedad había atacado a distritos como Detroit, Nueva York y Los Ángeles, territorios que los republicanos desprecian por considerarlos ajenos a la “América Real” (nominación con la que se refiere a los conglomerados en los que se alberga a población afrodescendiente y migrante). Para el editor de la revista, Libby Watson, la verdadera

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Colombia, EEUU y mercenarios en otro frustrado intento militar contra Venezuela

Fuente: Álvaro Verzi Rangel | Estrategia. L. A. Fecha: 10 de mayo de 2020 El gobierno venezolano desactivó parte de una operación mercenaria en la madrugada del domingo 3 de mayo, cuando intentaba ingresar con lanchas, procedentes de Coilombia, por la costa de La Guaira, zona marítima más cercana a Caracas. Ocho personas resultaron muertas y dos , uno de ellos agentes de la DEA estadounidense, detenidas. “Quién tenga alguna duda que el Gobierno neogranadino está vinculado a estas acciones sólo tienen que recordar cómo estaban protegidos los mercenarios en ese país”, dijo Diosdado Cabello, presidente de la Asamblea Nacional Constituyente, quien se preguntó quién financia a esta gente, y señaló que en la operación están involucrados el gobierno colombiano, estadounidense, agentes de la DEA, así como mercenarios ligados al narcotráfico. El intento se produjo en un momento de recrudecimiento de las presiones estadounidenses. El secretario de Estado, Mike Pompeo, afirmó que había dado instrucciones a su equipo de elaborar planes para reabrir la embajada en Caracas ya que el cambio de gobierno estaba cerca. El presidente Donald Trump firmó una orden ejecutiva el pasado jueves, para activar las unidades y miembros individuales de la reserva activa en el operativo antinarcótico con uno de sus epicentros en el mar Caribe. Elliot Abrams, afirmó que el círculo de Maduro se ha ido reduciendo, y que muchos se han acercado a negociar con el gobierno estadounidense para acordar el plan de transición propuesto por el Departamento de Estado. Estas declaraciones sirvieron para que la oposición alineada con Juan Guaidó, anticipara (nuevamente) la pronta caída de Nicolás Maduro y la consecuente formación de un gobierno de transición. Pero como en todo fracaso, el gobierno estadounidense quiso despegarse de las acciones del domingo, ya que no existe consenso interno para realizar este tipo de maniobras mercenarias en vista de la crisis que atraviesa el país por el covid-19 y los medios han asumido un rol crítico a las señales de guerra lanzadas desde la Casa Blanca, afirmando que un escenario de esas características sería un error y no tendría apoyo interno. Pero la periodista Patricia Poleo, militante de la derecha,  publicó en Estados Unidos la prueba del contrato donde se observa la firma de Juan Guaidó, JJ Rendón (publicistas venezolano asesor de varios presidentes colombianos), Sergio Vergara y Jordan Goudreau (un conytratista de mercenarios), para ejecutar una operación militar en Venezuela. “Juan Guaido no cumplio”, denunció Goudrod Guerra híbrida Para los analistas geopolíticos, lo acontecido el domingo 3 de mayo, debe ser comprendido en el contexto de guerra total multidimensional contra el gobierno constitucional de Venezuela, a través de atentados y operaciones encubiertas (black operations), como la del exmilitar Cliver Alcalá del 26 de marzo al mando de un complot de 300 mercenarios que intentaban entrar desde la Guajira colombiana por la frontera occidental de Venezuela. Hay que recordar que asesores estadounidenses de seguridad han insistido en la tesis del caos constructivo, un escenario de que busca propiciar desórdenes sociales de gran magnitud, ligados a fallas en servicios públicos (agua, luz, transporte) o alimentación, buscando propiciar una explosión social o en su defecto, deviene en una secesion de un territorio importante, del país objetivo. La agresión no terminó. Es de prever, nuevas acciones paramilitares, aprovechando los 2.200 kilómetros de frontera terrestre con Colombia, y de acuerdo al enfoque geoestratégico, que ha planteado EEUU, basado en las importantes reservas petroleras tanto en el Lago de Maracaibo (28000 millones de barriles extraíbles), cómo en el Golfo de Venezuela (560.000 millones de barriles extraíbles). Washington insiste en el enfoque proxywar o guerra sustitutiva a través del empleod e fuerzas armadas de otro países que actúan como puntas de lanza y/o la contratación de mercenarios de empresas de seguridad privadas, que morigeran los costos del un eventual fracaso. Y para que nadie dude quién da las órdenes, el presidente Donald Trump puso precio a la cabeza del presidente Nicolás Maduro: quince millones de dólares. Fue el mismo Alcalá (hoy en manos de la agencia antidrogas estadounidense DEA) quien informó a medios colombianos, que la operación era parte de un contrato firmado entre él, empresas de seguridad estadounidenses y el autoproclamado presidente interino Juan Guaido. Obviamente esos comentarios de Alcalá fueron invisibilizados o banalizados por la prensa hegemónica, pero volvieron a la palestra pública tras declaraciones de la periodista venezolana residenciada en EEUU, Patricia Poleo, quien entrevistó por skype con el ex militar estadounidense  Jordan Goudreau, contratista de grupos mercenarios. Y, entonces, vuelven a cobrar validez las denuncias del gobierno venezolano sobre el financiamiento a grupos terroristas para realizar asesinatos selectivos de políticos vinculados al gobierno constitucional, ratificadas por el exdiputado y prófugod e la justicia Hernán Alemán, quien hizo público su apoyo a la incursión y penetración paramilitar a través de las costas venezolanas. Otro antecedente reciente de esta serie de intentonas es la embestida del crucero portugués Resolute –con botes usados para operaciones militares de desembarco- contra un buque de la armada venezolana, el 31 de marzo. El barco se refugió en las Antillas holandesas, desde eventualmente recibieron apoyo logístico para apoyar la incursión paramilitar del 3 de mayo. Rambo por contrato Una investigación de la agencia estadounidense de noticias Associated Press (AP), con el objetivo de desvincular a los gobiernos de Estados Unidos, Colombia y a Juan Guaidó,  detalla cómo el exmilitar estadounidense Jordan Goudreau, dirigió un supuesto plan de golpe de estado para derrocar al gobiernoe Nicolás Maduro. Al parecer, la conspiración fue orquestada por el general en retiro, Clíver Alcalá. Éste, poco antes de entregarse a la justicia estadounidense confesó en un video que 26 rifles de asalto, entre otro armamento y material de intendencia que fue incautado el 24 de marzo en el Caribe colombiano le pertenecían y serían utilizados para incursionar en Venezuela desde Colombia. El domingo 3 de mayo, la autodenominada Coalición Activa de la Reserva Internacional Venezolana desplegó un nuevo capítulo: la “Operación Gedeón”. Goudreau figura como dueño de la empresa de seguridad privada Silvercorp USA, con sede en el estado de Florida, donde también vive

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El silencio de un sector fundamental

Fuente: Ricardo Aronskind (*) | La Tecl@ Eñe Fecha: 9 de mayo de 2020 La pandemia, sumada a los problemas estructurales que arrastra el país y al agravamiento provocado por el macrismo, ha hecho que los márgenes para tomar políticas consensuadas se achiquen. El gobierno nacional continúa preso de una inhibición aprendida a lo largo de todo el trayecto democrático, reforzada por un estilo moderado para no parecer “agresivo” frente al aparato comunicacional incólume de la derecha. Es en este cuadro político-social que resulta imprescindible que comience a expresarse con toda su diversidad la fuerza latente de los que realmente están comprometidos con el destino de Argentina y su gente. El campo nacional no puede seguir sometido a la mirada disciplinadora de la derecha liberal que establece límites a las políticas públicas de los gobiernos populares. Luego de la derrota electoral de 2015, el espacio kirchnerista recibió un durísimo ataque organizado y planificado que apuntaba a su desaparición, o a su fragmentación hasta la insignificancia política. A esa derrota se había llegado con problemas internos no menores, escenificados por la ausencia de un candidato que representara en un sentido profundo el recorrido político de los 12 años previos. El nombre Scioli fue el resultado de una transacción entre el espíritu rebelde que corporizaba Cristina Kirchner y el espíritu conciliador de otros sectores amplios del peronismo que no concordaban con las políticas kirchnersitas, o con los enfrentamientos que ésas producían con el poder corporativo, mediático o internacional. Pero a partir de la llegada del macrismo, con la derecha en el poder del Estado, se desató un aluvión de ataques en los más diversos planos contra ese amplio espacio que reivindicaba la trayectoria seguida desde 2003, incluyendo los conflictos que se habían asumido, y el conjunto de valores sintetizados en las políticas y el discurso “nacional y popular”. En el terreno económico, la idea repetida incansablemente por Cristina había sido la del crecimiento con inclusión. Todo eso debía ser desterrado de la política argentina. La organización piramidal –por encontrarle un formato no del todo adecuado- del kirchnerismo, su falta de estructuración política en niveles intermedios, lo hicieron depender notablemente de Cristina, quien a su vez fue bombardeada desde el primer día por la derecha gobernante, tratando de destruirla política y humanamente. Pero sobre todo dañar su imagen pública, cosa que lograron parcialmente, lo suficiente como para mellar en parte su fuerza electoral, lo que fue sintetizado en la expresión “con Cristina no alcanza”. El hostigamiento comunicacional y judicial sobre Cristina, se extendió a todo lo que fuera “K” transformado en letra infamante, que sintetizaba la idea de delito, de autoritarismo, de insensatez y de desconexión del mundo, frente al “buen sentido” y la “decencia” que encarnaba el presidente Mauricio Macri. La maniobra era de más largo aliento, porque apuntaba –y apunta- a estigmatizar como kirchnerista-chavista (ahora también comunista) a cualquier política nacionalista, redistributiva o de transformación clara de estructuras económicas, sociales o institucionales. Por ejemplo: discutir y modificar la Constitución Nacional sería caer en el peligroso kirchnerismo. Modificar al corrupto poder judicial sería peligroso kirchnerismo. Poner coto a la difusión de mentiras y manipulaciones en los principales medios de comunicación, sería peligroso kirchnerismo. En esos cuatro años macristas en los cuales el alto empresariado argentino mostró la total inconsistencia de su plan de gobierno, el espacio nacional y popular pasó por momentos de esperanza casi mágica, luego de desaliento porque no se producía un diciembre del 2001 macrista, y de zozobra cuando Cambiemos ganó las elecciones de medio término con el 42% de los votos. “Se quedan 20 años” fue la sensación de muchxs. El programa económico macrista se reveló como un desastre que empezó a hundirse a sólo dos años de haber iniciado una gestión con total apoyo del establishment local e internacional, y los segundos dos años fueron de caída económica y social acelerada. Si los hechos objetivos estaban claros, en términos de lo deplorable de las políticas macristas, en el terreno de la lucha política la cosa era diferente. Parte del peronismo apoyó al macrismo, la CGT se mostró moderadísima frente al rumbo claramente anti obrero del gobierno, y muchísimos de los intendentes y gobernadores de ese origen se mostraron “neutrales”, influenciados y hasta atraídos por el militante apoyo del mundo de los negocios al macrismo. Además, la deserción de los pocos medios que se consideraban nacionales y populares, y la casi total mordaza y asfixia económica sobre espacios de opinión e información alternativos contribuyeron al monopolio que ya venían ejerciendo y disfrutando los medios del establishment. El gravísimo problema comunicacional democrático, que no se logró resolver durante el gobierno kirchnerista, se agudizó con el gobierno del poder corporativo. Ni qué hablar de la función partidista-militante del poder judicial y de la persecución y encarcelamiento ilegal de figuras opositoras. Todo hecho con el beneplácito de norteamericanos y europeos (las famosas “democracias liberales”), y de toda la satelital derecha latinoamericana. Los 4 años macristas no fueron años de crecimiento del espacio nacional y popular, aunque se podría pensar que era un momento especialmente propicio para que mucha gente entendiera de qué se trataba realmente el verso del republicanismo y las buenas ondas. Ese crecimiento no ocurrió no sólo por la abrumadora propaganda política disparada por un sistema mediático casi completamente sintonizado con la derecha, sino por la falta de palabra y organización del espacio alternativo. El kirchnerismo no creció en estructuración interna, y aunque se agregaron nuevos espacios al campo popular, la dispersión y la falta de trabajo colectivo continuaron. A pesar del daño social provocado en forma creciente por el macrismo, a pesar del desempleo, de la caída salarial, del deterioro de las condiciones de vida que empezó a llegar a sectores medios, no se fortaleció un polo alternativo con una mirada claramente crítica del proyecto neoliberal. Cristina leyó el cuadro, nacional y global, y maximizó el uso de las fuerzas disponibles aprovechando el malestar creciente con el ajuste del macrismo y el FMI, y propuso una figura presidencial a la

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75 años de la derrota del fascismo

Fuente: Gustavo Espinoza M. | Alainet Fecha: 8 de mayo de 2020 Hace 75 años, en mayo de 1945, el Estado Mayor Hitleriano firmó la rendición de Alemania en la II Guerra Mundial. Cuando cayó el telón de la escena, el fascismo había sido derrotado, pero la lucha dejó una dolorosa estela de muerte y de sangre. Más de 50 millones de personas ofrendaron su vida por esa causa, centenares de ciudades, y millares de aldeas, fueron arrasadas por los ejércitos en marcha; pueblos enteros desaparecieron, y se destrozaron fronteras. La guerra fue un precio muy alto que el mundo debió pagar para librarse de la tiranía y de la esclavitud. El oscuro antecedente En realidad los sucesos que se desencadenaron en Europa a partir de 1939, tuvieron un antecedente definido: la I Guerra mundial, librada entre 1914 y 1918, que dejó un continente destruido y mutilado. Esa guerra, originalmente fue ideada por las grandes corporaciones financieras como un modo de hacer frente a la aguda crisis que afectaba la estabilidad del sistema de dominación capitalista. Forjar una economía de guerra, que alentara la instalación de fábricas de armas, produjera ingentes cantidades de artefactos de ese orden, diera empleo al gran número de desocupados que pululaban en todos los países y reflotara la economía a partir de la comercialización de productos bélicos; pareció ser -entre 1912 y 1914- el modo de enfrentar una crisis que corroía las bases mismas de la sociedad de entonces. Para ejecutar esa política, se dio inicio a la Primera Gran Guerra. Ocurrió, sin embargo, que estas previsiones no se cumplieron. Los pueblos no hicieron suya a causa de la guerra, aunque esta vinera envuelta en fina papelería de patriotismo. Como en otras circunstancias, en ésta, la Patria fue sólo un pretexto para enfrentar a unos contra otros; pero los trabajadores de distintos países percibieron que eso no era así. Que los obreros franceses nada tenían contra los obreros alemanes; y que los obreros alemanes no tenían por qué ver en los obreros franceses, a sus adversarios históricos. En todo caso, unos y otros debían ajustar las cuentas con sus propias burguesías, las de cada país, responsables de la crisis que se vivía en cada territorio y beneficiarias directas de la explotación inicua que ejercían contra sus pueblos. Los que se dieron cuenta de esa realidad, levantaron estandartes de paz, pero no fueron “pacifistas”. Enarbolaron la consigna de “¡Guerra a la guerra!” y llamaron a los pueblos a voltear los fusiles disparando no contra sus hermanos de otros países, sino contra los explotadores que tenían al frente. Fue esa, una lucha revolucionaria que estalló como una luz cuando los cañones del Crucero Autora alumbraron el nacimiento de la Revolución Rusa. Después de los sucesos de Petrogrado y Moscú, surgió en el mundo una verdadera Ola Revolucionaria –“La Ola Revolucionaria de los años 20”, se le llamaría-. En distintos confines del planeta, pero sobre todo en Europa, estallaron diversos procesos revolucionarios de corte socialista. Finlandia, Hungría, Bulgaria, Eslovaquia, Eslovenia y Alemania; fueron escenario de los principales episodios de esos años. Para enfrentarlos, las grandes corporaciones construyeron su propio parapeto: el fascismo. El surgimiento del fascismo El fascismo fue ideado como una barrera contra la insurgencia del proletariado. Ante la fuerza de la clase obrera. Las corporaciones construyeron la fuerza de la burguesía.  Y para hacerle efectiva, se valieron de los segmentos más pauperizados en la sociedad capitalista: el Lumpen del proletariado. Así forjaron una herramienta de masas y la pusieron bajo la égida de aventureros sin principios que hicieron del terror su manera de administrar el Poder. Años más tarde, Jorge Dimitrov definiría al fascismo como “la dictadura terrorista de los grandes monopolios, con apoyo de masas” Y llamaría a todos los pueblos a cerrar filas contra ese enemigo, que era ya el enemigo principal de la humanidad. Derrotada la Ola Revolucionaria de los años 20, en el mundo asomaron dos poderes: La Rusia Soviética que construía el socialismo; y el régimen fascista que asumiría la defensa de los intereses de los Monopolios. El fascismo optaría, desde un inicio, por una política belicista. No sólo habló de la guerra interna contra los trabajadores en cada país, sino también de una guerra de conquista y expansión, que se desarrollaría en el tiempo, y que buscaría convertir a los Estados Fascistas en los conductores de la humanidad. En la idea de sus jerarcas, el fascismo llegó para quedarse. Adolfo Hitler, diría después, que construirían “un milenio de dominio Pardo”  De la Italia fascista a la Alemania nazi El fascismo se originó en Europa central. Cuando en Hungría fue aplastada en sangre la República de los Concejos liderada por Bela Kun; el almirante Horty apareció a la cabeza de un régimen siniestro. En Bulgaria ocurrió un fenómeno parecido. Depuesto el gobierno progresista de la Unión Agraria, de Alesxander Stamboliinski, el general Tshankov se hizo del Poder con métodos siniestros. Pero fue en Italia donde el fascismo logró su principal victoria. En octubre de 1922, la Marcha Sobre Roma, ejecutada por las huestes del fascismo, permitió que el rey Victor Manuel entregara la Jefatura del Estado al “Ducce”, Benito Mussolini para instaurar el régimen fascista. Mussolini, en el Poder, no dio tregua a los trabajadores. Socialista converso, radical y chovinista, desplegó una violenta ofensiva contra los sindicatos a los que consideró “responsables” de la crisis italiana. Contra ellos, forjó la alianza de los grandes industriales con los segmentos emergentes de la sociedad – el lumpen del proletariado- Con ella, concibió la idea de construir un “Estado Nuevo”, el Estado Corporativo Fascista. El ejemplo fue seguido poco después en Portugal por Oliveira Salazar, quien, en 1925, se hizo del Poder en Lisboa con las mismas banderas. Y luego en Alemania, con el ascenso de Adolfo Hitler, a partir de 1932. Con Hitler en el Poder, las grandes corporaciones consideraron salvado su régimen de dominación. El líder Nazi se entendió, rápidamente con los segmentos más altos de la gran burguesía alemana y enfiló sus baterías

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Igal amir, el asesino de Rabin, pudo ser elegido primer ministro

Fuente: Daniel Kupervaser | Blog de Daniel Kupervaser Fecha: 7 de mayo de 2020 El 4 de noviembre de 1995, Yigal Amir, joven judío perteneciente al ala extremista del nacionalismo religioso judío, asesinó con dos disparos de pistola al primer ministro israelí Yitzhak Rabin en un multitudinario acto curiosamente reunido bajo el lema: “por la paz y contra la violencia”. A diferencia de la gran mayoría de los acusados por crímenes de todo tipo, especialmente los políticos, Igal Amir optó por confesar rápidamente los hechos y culpa, dejó de lado toda posibilidad de ganar tiempo y postergar el avance del juicio, e incluso no apeló a instancias superiores de manera que su veredicto se constituyó de inmediato en definitivo e inapelable en marzo del año 1996. Supongamos que Iigal Amir hubiese luchado por todos los medios que la ley le permite, como a todo acusado, con toda seguridad la fecha del veredicto definitivo se hubiese pospuesto por varios años y su situación en todo ese tiempo seria, al igual que hoy Netanyahu, la de un acusado en juicio. Bajo esas condiciones, nada hubiese impedido que proponga su candidatura a la función de parlamentario o primer ministro de Israel, e incluso reciba oficialmente ese título en el marco de las elecciones generales que se llevaron a cabo en mayo de 1996. Ante el problemático prontuario del acusado, seguramente Michael Ben Yair, fiscal general de estado en esos tiempos, y el pleno de la Corte Suprema de Justicia de Israel, hubiesen afirmado, al igual que en el caso de Netanyahu, que “hay una dificultad, pero no un impedimento legal” para que Yigal Amir cumpla la función de parlamentario elegido o primer ministro elegido de Israel. Según la ley de Israel, no existe ningún impedimento para un candidato acusado judicialmente por crímenes, pero antes de su veredicto definitivo e inapelable, de participar en elecciones, ser elegido como parlamentario, o inclusive, ser primer ministro y formar gobierno. LA CORTE SUPREMA NO ES EL PROBLEMA. SON LOS LEGISLADORES Si el orden judicial que los distintos gobiernos impusieron desde la constitución de Israel hubiese querido impedir la participación de candidatos acusados de soborno, violación, espionaje, traición o asesinato, lo hubiese fijado explícitamente en las leyes. Según la jurisprudencia del estado que se jacta de ser un faro para el mundo, lo que no está prohibido, está permitido, no importa que sea una aberración moral ni tampoco preocupa. La decisión de la Suprema Corte de Israel de permitir a Netanyahu cumplir la función de primer ministro elegido de Israel obedece estrictamente al orden judicial existente sin ninguna influencia de carácter extraño. No por casualidad fue adoptada por unanimidad en una inusual junta de 11 jueces. Lo insólito del caso es la percepción de un enorme suspiro de satisfacción por parte de una mayoría en la sociedad israelí como consecuencia de dar por finalizado un bloqueo político de mas de un año y la constitución de un gobierno fijo elegido. Lamentablemente también se percibe un total desinterés por el enorme costo moral de los acontecimientos. En un país cuya población tiene enraizado un profundo carácter sumiso, que ha perdido totalmente el sentido crítico y el sentido de un orden democrático mínimo, su liderazgo político juega permanentemente con sus electores como fichas de un tablero que las mueve en cualquier dirección. El pueblo es tan maleable que solo es cuestión de buscar el asesor mediático que encuentra la consigna adecuada para que la manada siga al líder. ¡Qué importa que un delincuente en potencia esté en la cumbre del poder del país!. En el Israel de hoy se vive un absurdo que se puede culpar a un ciudadano de traición a la patria y venta de secretos de estado, pero en tanto y en cuanto no esté sujeto a un veredicto definitivo e inapelable, puede llegar a ser elegido primer ministro. La denominada democracia israelí no puede tener ninguna esperanza de sus legisladores. Un mes atrás se disponía de una mayoría dispuesta a legislar la ley que impida, al menos en el futuro, la elección de un primer ministro acusado, y no solamente convicto, de delitos penales. Lamentablemente, parte de los legisladores elegidos prefirieron continuar con la tradición israelí de traición política para preferir un sillón ministerial al lado de Netanyahu, un acusado de soborno, fraude y abuso de confianza. Lamentablemente, se trata de una nueva demostración que los últimos años estamos en presencia de una estructura política israelí que cada día se aleja de un orden democrático según principios universales. Netanyahu logró borrar de la memoria de un pueblo sumiso que Rabin renunció a la función de primer ministro en 1977 porque detectaron una contravención administrativa de su esposa a normas de cuentas en el exterior con un saldo de 3 mil dólares. Hoy Netanyahu no habla de su esposa, delincuente convicta penalmente por haber metido la mano en un tarro no de ella por sumas mucho mayores. Ni que hablar de la renuncia del primer ministro Olmert 11 años atrás por ser acusado de soborno y antes de recibir condena, que también desapareció de la jurisprudencia moral israelí. Con el liderazgo de Netanyahu, la estructura política israelí no deja de despedir un desagradable tufo a degeneración. Ojalá me equivoque. Daniel Kupervaser Herzlya – Israel 7-5-2020 @KupervaserD

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El Tribunal Superior no detuvo a Netanyahu. Tampoco detendrá la anexión

Fuente: Meron Rapoport | *972 Magazine Fecha: 7 de mayo de 2020 Se acabó. El intento de destituir a Benjamin Netanyahu del cargo con la ayuda del sistema de justicia israelí finalizó el miércoles por la noche, cuando el Tribunal Superior dictaminó que el primer ministro puede continuar prestando servicios mientras enfrenta cargos de corrupción. Netanyahu podría ser acusado y depuesto, por supuesto. Pero eso puede llevar al menos tres o cuatro años. Es desmesurado que un hombre que ha sido acusado de crímenes tan graves haya participado en las elecciones, recibido más de un millón de votos y ahora recibió el mandato de formar el próximo gobierno. Este es un regalo para alguien que intentó socavar e incitar contra las agencias de aplicación de la ley de Israel, desde la policía que investigó a Netanyahu hasta el fiscal general que decidió presentar una acusación en su contra. Este es el tipo de incumplimiento de las normas públicas que debería llevar a cualquier persona sospechosa de tales delitos a retirarse de la vida política, al menos hasta que se limpie su nombre. Un país encabezado por una persona acusada de corrupción es un país enfermo. Pero debemos ser honestos con nosotros mismos. Muchos en el campo de centroizquierda de Israel esperaban que el sistema legal ayudara a deshacerse de Netanyahu, no solo porque querían una sociedad libre de corrupción, sino porque creían que era la forma más efectiva y «limpia» de poner fin al reinado del primer ministro.  Particularmente después de las elecciones de 2015, en las que Netanyahu ganó el cargo de primer ministro por tercera vez a pesar de las encuestas que mostraban una victoria para el Partido Laborista, Netanyahu que solidificó a la alianza de derecha parecían invencibles. La sensación era que cuando se trataba del día de las elecciones, nadie podía derribar el bloque de derecha. La vía legal fue ampliamente vista como una forma de eludir la victoria infalible de Netanyahu y la pérdida inevitable para sus rivales políticos. A pesar de lo que creen Netanyahu y sus compinches, los casos contra el primer ministro no son una teoría conspirativa. No había un consejo revolucionario sentado a puerta cerrada tratando de «despedir al primer ministro titular». De hecho, lo contrario puede ser cierto. Es posible que la policía y la fiscalía hayan llegado tarde para investigar cosas que deberían haberse investigado hace años. El campo de centro izquierda decidió politizar las investigaciones contra Netanyahu. Al hacerlo, abandonó toda oposición al gobierno y las políticas de derecha de Netanyahu, incluido el desmantelamiento del estado de bienestar de Israel; la institucionalización de la discriminación contra los ciudadanos palestinos de Israel; el afianzamiento de la ocupación y los asentamientos; la promoción de la anexión y el apartheid en Cisjordania; y el cierre de cualquier oportunidad para posibles negociaciones. La decisión de convertir los escándalos de corrupción de Netanyahu en la lucha emblemática del centro-izquierda fue parcialmente exitosa, alumbrando el éxito de Azul y Blanco, la alianza ad hoc «cualquiera menos Bibí» que ganó más de 30 escaños de la Knéset en tres elecciones consecutivas y le fue mucho mejor que a cualquier partido centrista desde la década de 1990. Es probable que las investigaciones y las acusaciones impidieron que Netanyahu y su bloque de derecha obtuvieran sus 61 asientos del Knesset en los últimos tres ciclos electorales. Pero no fue suficiente. Netanyahu y sus aliados no son estúpidos. Desde el momento en que el centro-izquierda judío eligió la ruta legal, allanó el camino de la derecha hacia la victoria. Fue fácil para Netanyahu y sus asociados argumentar que los opositores del primer ministro no se preocupan realmente por defender el estado de derecho, simplemente quieren mantener a la derecha lo más alejado posible de los pasillos del poder. Esta afirmación, que tiene una gran verdad, fue suficiente para mantener unido al bloque de derecha, a pesar de su relativamente pobre desempeño en las elecciones de septiembre de 2019. Pero esa no fue la única razón del fracaso del camino legal. La lucha contra la corrupción no es una gran plataforma política. No tiene la capacidad de proporcionar respuestas a preguntas complejas que afectan a la sociedad israelí. La historia que ha animado la existencia de Israel durante los últimos 52 años es la ocupación. Esto, y la noción de «supremacía judía», en la que este país pertenece únicamente a un grupo étnico, es lo que define al Estado de Israel. Esta es precisamente la razón por la cual, tan pronto como los 61 miembros de la Knesset, desde Avigdor Liberman hasta la Lista Conjunta, prometieron no sentarse con Netanyahu y se reunieron alrededor de Benny Gantz, todo el campamento se desmoronó. Como Haggai Matar escribió en estas páginas a fines de marzo, en el momento en que Gantz tuvo que elegir entre la corrupción y sentarse en un gobierno respaldado por la Lista Conjunta, se fue con el primero. Por supuesto, un gobierno de centroizquierda no habría provocado el fin de la ocupación. Pero una coalición que habría incluido a nacionalistas como Liberman junto con el liderazgo palestino de Israel habría planteado un desafío significativo a la noción de «supremacía judía», y podría haber abierto la puerta para terminar potencialmente con la ocupación y el apartheid israelí. Frente a esta opción, el foco en la corrupción ha sido expuesto por sus debilidades inherentes. Quedó claro que los guerreros anticorrupción no tienen una «teoría del cambio», y que cuando sus líderes políticos fueron llamados a tomar una decisión, se doblegaron. Meses después de que gastaron millones en campañas y vallas publicitarias para explicar al público por qué no puede permitir que un primer ministro acusado forme el próximo gobierno, los partidos anti-Bibi ahora han dado su bendición a Netanyahu para que haga exactamente eso. Uno podría haberlo visto venir, pero no queda tiempo para jugar el juego de la culpa. Israel ahora está saltando hacia la anexión de partes de Cisjordania, en completa violación del derecho internacional, y legalizando efectivamente el

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Entrevista a Débora Feldman: «Mi existencia era un ejercicio de cómo vivir en secreto»

Fuente: Ana Bord – Adaptado por Beatriz Oberlander | Ynet en español Fecha: 6 de mayo de 2020 Huyó con su hijo pequeño de la comunidad ultrarreligiosa y cerrada Satmar de Nueva York, y contó la historia de su vida en un libro que se convirtió en un best seller y en la muy exitosa serie «Poco ortodoxa», de Netflix. La escritora habla de su estrecha relación con Shira Haas, la actriz que la encarna en la serie, y también de los abusos sexuales en la comunidad ultrarreligiosa. Ana Bord – Adaptado por Beatriz Oberlander|Published: 06.05.20 , 06:43Débora Feldman vivió una doble vida durante mucho tiempo. Fuera de su casa se comportaba como ultrarreligiosa, y dentro era una mujer laica que intentaba llenar las lagunas. “Iba a clases de piano en secreto, y escondía debajo de la cama una hoja que parecía el teclado de un piano”, cuenta. “También escuchaba música pop. Empecé con una canción tonta de Hillary Duff, leía libros y los escondía. El primer libro que leí fue Matilda, de Roald Dahl. Me interesaban muchas cosas, y tenía que ocultar todo. Un día estaba en una clase de la universidad y alguien mencionó a Mick Jagger. Y yo pregunté quién es Mick Jagger. A todos les sorprendió la pregunta, y me dijeron ‘¿qué pasa contigo, te criaste en una cueva’”?Feldman se crió en Nueva York, concretamente en el barrio de Williamsburg de Brooklyn, en el seno de la comunidad ultrarreligiosa y cerrada de Satmar. Después de tantos años de ocultamiento y secretismo, todavía le cuesta creer que a todo el mundo le interesen sus secretos, que se cuentan en la exitosa serie Poco ortodoxa. de Netflix, basada en su autobiografía. “Desde que escribí el libro, y antes un blog, mujeres ultrarreligiosas me mandaban cartas”, recuerda. “Pero ahora, con cientos de millones de espectadores en todo el mundo, también me escriben mujeres de Turquía, Arabia Saudí, Túnez, Filipinas… Mujeres del mundo entero, y no todas provenientes de comunidades religiosas. Pero todas sienten que se identifican con la historia”. Feldman, de 33 años, se crió en la casa de sus abuelos –sobrevivientes del Holocausto– después de que su madre abandonara la comunidad de Satmar cuando ella era una niña, y su padre no estaba en condiciones de criarla. Las normas en la casa de sus abuelos eran rígidas, y ella nunca se sintió a gusto en ese marco. En una comunidad que la obligó a casarse a los 17 años en un matrimonio concertado, con Eli –miembro de Satmar– y a dar a luz a su hijo Iche a los 19. Feldman tenía grandes sueños, pero las paredes de la casa se le venían encima. La expectativa y la presión por ser madre; la prohibición de leer en inglés, de estudiar, de desarrollarse como ser humano… Feldman cuenta asimismo en su libro que cuando tenía 13 años bajó a buscar una botella de vino junto con su primo, que se abalanzó sobre ella. Feldman consiguió escapar, pero la vivencia le quedó grabada. Las vivencias duras eran cosa de todos los días, formaban parte de su vida.En una era en la que toda buena historia se convierte en una serie, llama la atención que la adaptación a la televisión no se haya hecho antes. El libro Poco ortodoxa (Unorthodox, en el original inglés): de la comunidad de Satmar a la libertad se publicó en el año 2012, y fue un éxito de ventas. La serie de Netflix tomó los temas principales –Feldman estuvo implicada en todas las etapas de la producción, desde el guión hasta el rodaje–, y los convirtió en un bellísimo drama de suspenso, fascinante y con un ritmo excelente. Quien se puso en su piel con un talento que hechiza fue la actriz Shira Haas, que encarna a una joven ultrarreligiosa que un sábado [Shabat, el día más sagrado para los judíos creyentes, en el que –entre otras cosas– está prohibido viajar] huye de Williamsburg, se va al aeropuerto y aterriza en Berlín. Allí busca a su madre y su nueva vida en libertad, que tarda unos cinco minutos en encontrar.A diferencia de lo que ocurre en la serie, en la realidad todo fue más gradual. Feldman comenzó a echar abajo con valentía, y poco a poco, las paredes de la casa que se le venían encima. Primero se mudó con su marido al pueblo de Airmont, próximo a Nueva Jersey y lejos de la mirada de su comunidad, en la que todos saben todo el tiempo lo que les sucede a todas y cada una de las personas en la casa, e incluso en el dormitorio. Allí comenzó el viaje hacia la libertad, con pequeñas rebeliones. Pintarse las uñas, ir de vez en cuando al cine a escondidas… Después se apuntó en secreto en un colegio universitario para estudiar literatura. Más tarde se compró pantalones vaqueros, y de vez en cuando se paseaba sin la peluca [obligatoria en la comunidad ultrarreligiosa]. Feldman empezó a conocer una nueva vida. La vida que ella quería vivir. “Mi existencia era un ejercicio de cómo vivir en secreto”, dice al describir esa época.Fue entonces que Feldman empezó a escribir un blog anónimo sobre su vida. Y poco a poco fue preparando un plan, llena de dudas acerca de adónde podía ir una mujer como ella. ¿Cómo se las arreglaría? Lo que la salvó fue escribir. Y recibió en secreto un contrato para publicar un libro. Soñaba con liberarse. Mientras trataba inútilmente de salvar su matrimonio yendo a un consejero matrimonial, un día alquiló un coche, se llevó de su casa todo lo que pudo, vendió sus joyas y algunos de los regalos que había recibido en la boda, y huyó junto con su hijo Iche hacia una nueva vida. Estuvo viviendo cinco años con su hijo en Nueva York, y sólo más tarde viajó a Berlín, donde vive hasta el día de hoy. La luz que entra a través de grandes ventanales, inunda su apartamento del barrio berlinés de Schoenberg, e ilumina

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