¿Por qué el terrorismo?
O CÓMO VISIBILIZAR AL PUEBLO PALESTINO Por: Héctor Gurvit (Com. del Boletín del Llamamiento) En base al artículo de Gideon Levy publicado en Haaretz el 31/3/22[1] y traducido por María Landi, el siguiente texto intenta analizar si el terrorismo es una vía válida para visibilizar las luchas del pueblo palestino. Al mismo tiempo relacionar su discurso con ciertos aconteceres en el mundo globalizado y a la luz del conflicto ruso-ucraniano. Cuando se habla de Israel es imposible no hacer referencia, casi como un mantra a la cuestión Palestina. No es novedad que los palestinos, o en realidad, su causa sea invisibilizada. Gideon Levy afirma en su artículo que la violencia “es la única vía que les permite recordarles a Israel, a los Estados árabes y al mundo su existencia”. Y agrega “esto no es una especulación hipotética: se ha demostrado en la realidad, una y otra vez. Cuando se callan, el interés por su causa se evapora y desaparece de la agenda de Israel y del resto del mundo”. No parece una buena forma de analizar la cuestión palestina contando muertos, pero es necesario intentar dilucidar si es cierto que “sólo cuando vuelan las balas, los cuchillos atacan y los cohetes estallan, la gente recuerda que hay otro pueblo aquí con un terrible problema que debe ser resuelto. La conclusión es dura y aterradora: sólo a través del terrorismo serán recordados, sólo a través del terrorismo podrán obtener algo”. La palabra terrorismo se ha tornado en una palabra maldita. Y acaso lo sea. Pero también puede ser una excusa para la represión indiscriminada, tan violenta como la misma palabra. En el marco de la batalla cultural se juega cada vocablo, cada voz, cada término, cada expresión. En nuestro país lo sabemos bien. Las cuevas donde se fugan divisas son paraísos, la oligarquía agro ganadera exportadora y egoísta es el campo y al dólar negro lo han rebautizado como blue. Por el camino del olvido, de ocultar la tierra debajo de la alfombra, hay un mundo que “quiere olvidarse ya de la existencia del pueblo palestino. La gente está cansada de oír hablar del sufrimiento palestino; y el silencio lo hace posible”. Las clases dominantes manejan la cuestión del olvido. Para ellos solo hay que mirar para adelante, dicen, olvidarse de la historia o contar la historia a lo Mitre. Y parece que ese discurso infundado y débilmente soportado ha hecho carne en grandes sectores de la sociedad. Este fenómeno es también global. El pasado ha perdido prensa. Y “si la historia la escriben los que ganan, quiere decir que hay otra historia…”. Dice el artículo: “en las últimas semanas, hemos informado aquí sobre un estudiante palestino que salió de excursión y fue asesinado de un disparo en la cabeza, sobre un chico que sostenía un cóctel molotov ante un muro de 20 metros de altura y fue asesinado de un disparo en la espalda, sobre un hombre que regresaba de hacer deporte cuando los soldados dispararon 31 balas contra su coche, y sobre un adolescente que corría huyendo de los agentes de la Policía de Fronteras, que le dispararon 12 balas y lo mataron. ¿No es esto también terror?” La alternativa a la cuestión palestina que sugiere dos estados para dos pueblos parece estar hoy muy lejos de poder concretarse. No es tolerable que los asentamientos de judíos en Cisjordania sigan engordando. No es tolerable el sistema de Apartheid instalado en Israel. Si había grandes dificultades para que ambos pueblos lleguen a un acuerdo estos comportamientos lo han hecho casi imposible. El autor rechaza la violencia, pero es consciente de que “la violencia de los terroristas que disparan indiscriminadamente contra transeúntes inocentes, y la violencia uniformada autorizada por el Estado contra personas palestinas inocentes, es una cuestión de rutina”. Es bueno analizar y transpolar lo que muestra el conflicto ruso-ucraniano. La hipocresía con que lo tratan, desde la comunicación, los medios hegemonizados por la derecha. Y es el ejemplo palpable y transferible de lo que pasa con el pueblo palestino. Mientras los EEUU y sus socios se ocupan de bombardear poblaciones como lo hace Arabia Saudita en Yemen del Norte o los bombardeos en Somalia por los EEUU, sus deportistas pueden participar sin restricciones en el mundial de fútbol, los tenistas jugar en los torneos oficiales y nadie parece estar enjuiciando a los McDonald. En este estado de situación es bastante lógico que estemos en guerra contra Vladímir Mayakovski, y que a Anna Netrebko, una cantante de ópera rusa, se viera obligada a cancelar varias de sus actuaciones en Europa tras ser fuertemente criticada por su buena relación con el presidente Vladímir Putin[2], Que la Universidad Milano-Bicocca en la provincia italiana de Milán, en medio de controversias, cancelara un curso del escritor italiano Paolo Nori sobre Fiódor Dostoyevski[3]. Y que en Noruega un camión que vendía mantequilla rusa en el Festival de Esquí de Holmenkollen, cerca de Oslo, fuera destrozado[4]. Pero volvamos a Palestina. Nos dice el autor del artículo: “Los palestinos estuvieron relativamente tranquilos durante meses, mientras sufrían la violencia y enterraban a sus muertos, y perdían sus tierras, sus casas y sus últimos restos de dignidad. ¿Y qué obtuvieron a cambio? Un gobierno israelí que declara que la cuestión de su suerte no será discutida en ningún momento en el futuro próximo, porque no es un asunto cómodo para el gobierno de coalición en su actual composición”. Les dice a los palestinos que no tienen futuro. ¿No es eso violencia? Y termina su artículo con una conclusión: “Los ataques terroristas son el castigo; el pecado es la arrogancia y la sensación de que nada es urgente: Israel se encuentra ahora en una situación incómoda; la coalición de gobierno es delicada; y continúa: Hay que luchar contra el terrorismo, por supuesto. Ningún país puede permitir que su pueblo viva con miedo y en peligro”, pero continúa: “la ola de atentados terroristas: la que pretende recordarle a él y a sus colegas que, aunque cenaran kebab de pescado en hojas