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Netanyahu usó un video manipulado de Abbas para influir en la política de Trump, revela Woodward

Fuente:  Haaretz Fecha: 12 de septiembre de 2020 El primer ministro israelí, Benjamin Netanyahu, le presentó al presidente de Estados Unidos, Donald Trump, un video manipulado que mostraba al presidente palestino Mahmoud Abbas pidiendo el asesinato de niños, le dijo el ex secretario de Estado Rex Tillerson a Bob Woodward según su nuevo libro «Rage«. El incidente ocurrió el 22 de mayo de 2017, en un momento en que Trump comenzaba a tener dudas sobre Netanyahu y se preguntaba en voz alta si el primer ministro israelí podría ser el verdadero obstáculo para la paz con los palestinos, escribió Woodward, según extractos del libro publicados por medios estadounidenses. Un día después de ver el video «empalmado» destinado a «contrarrestar cualquier sentimiento pro palestino que estuviera surgiendo», Trump confrontó a Abbas, llamándolo «asesino» y «mentiroso», y poco después ordenó el cierre de la oficina en Washington de la representación palestina y cortó casi toda la ayuda estadounidense a Cisjordania, Gaza y a los refugiados palestinos. El 27 de mayo de 2017, Haaretz cubrió informes de gritos durante una reunión entre Abbas y Trump, y una figura palestina importante le dijo que «aquí hay una lucha de poder para el oído del presidente y, por supuesto, los palestinos no están en el mejor posición». Según lo descrito por Jewish Insider, que obtuvo una copia anticipada del libro, Woodward retrata una relación tensa entre Tillerson y el yerno de Trump, Jared Kushner, quien tenía la tarea de resolver el conflicto israelí-palestino. Tillerson creía que la relación de Netanyahu con Kushner, cuya familia conocía desde hacía muchos años, era «nauseabunda de ver». Después de que Kushner le mostró a Tillerson varias versiones del Plan de Paz de Oriente Medio, Tillerson le dijo a Kushner que a los palestinos «no les va a importar tu dinero … Con eso no les vas a comprar la paz». Tillerson fue despedido en marzo de 2018 y fue reemplazado por el entonces director de la CIA, Mike Pompeo. El último libro de Bob Woodward, «Rage«, es un relato íntimo y condenatorio de Trump, que se basa en cientos de horas de entrevistas, incluidas 18 entrevistas con Trump que duraron nueve horas, así como correspondencia y documentos confidenciales. El libro, que se publicará el 15 de septiembre, proporciona detalles del presidente de Estados Unidos y algunos de sus principales ayudantes, y concluye con la evaluación de Woodward sobre Trump como «el hombre equivocado para el puesto». * Rage en inglés, quiere decir furia, rabia. Todavía no se conoce el título que tendrá la edición en español. [Nota del Traductor] Traducción: Dardo Esterovich

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Los amigos de Israel en la Convención Nacional Republicana: Los “sionistas cristianos” dictan la agenda del Partido Republicano

Fuente:  |  Fecha:  de septiembre de 2020 Recomiendo:5 Los amigos de Israel en la Convención Nacional Republicana Los “sionistas cristianos” dictan la agenda del Partido Republicano Fuente: Ramzy Baroud | Rebelión Fecha: 7 de septiembre de 2020 Traducido del inglés para Rebelión por Beatriz Morales Bastos Foto: El Secretario de Estado estadounidense Mike Pompeo se dirige a la Convención Nacional Republicana desde Jerusalén (Captura de vídeo) Resulta difícil (e inútil) discutir cuál es presidente estadounidense que históricamente ha estado más a favor de Israel. Aunque el presidente Barak Obama, por ejemplo, prometió más dinero a Israel que cualquier otro gobierno estadounidense en la historia, Donald Trump ha proporcionado a Israel un cheque en blanco de concesiones políticas al parecer interminables. Es indudable que el respaldo incondicional y el amor declarado a Israel es común a todos los gobiernos estadounidenses. Sin embargo, en lo que pueden diferir es en el objetivo general, sobre todo en la audiencia a la que se dirigen en periodo electoral. Tanto los republicanos como los demócratas se encaminan a las elecciones de noviembre con un fuerte sentimiento a favor de Israel y un apoyo incondicional, e ignoran completamente la difícil situación del pueblo palestino ocupado y oprimido. Para conseguir el apoyo del electorado proisraelí, pero especialmente el favor del lobby israelí en Washington DC el candidato a la presidencia demócrata Joe Biden y su compañera en la candidatura Kamala Harris se han desviado aún más de los pobres criterios que estableció el gobierno demócrata de Obama. A pesar de su generoso apoyo financiero a Israel y de su total respaldo político, especialmente durante las guerra de Israel contra la Franja de Gaza, Obama se atrevió, a veces, a censurar a Israel por la expansión de sus ilegales colonias judías. La candidatura Biden-Harris, en cambio, ofrece a Israel un apoyo incondicional. “Joe Biden lo ha dejado claro, no vinculará la asistencia de seguridad de Estados Unidos a Israel a las decisiones políticas que tome Israel, y yo no podría estar más de acuerdo”, afirmó Harris en una llamada telefónica el 26 de agosto. Llamaba a lo que el diario israelí Haaretz denominó “partidarios judíos”. The Jerusalem Post y Times of Israel denominaron a este electorado fundamental “donantes judíos”. Las referencias anteriores bastan para definir la naturaleza del apoyo a Israel por parte de la actual cúpula del Partido Demócrata. Aunque en los últimos años el punto de vista de las bases del partido ha cambiado significativamente en contra de Israel, la cúpula demócrata continúa satisfaciendo al lobby israelí y a sus ricos partidarios, aunque eso signifique adaptar la política exterior estadounidense en toda la zona de Oriente Próximo para servir a los intereses israelíes. En el caso de los republicanos, en cambio, es distinto. La cúpula del partido y sus bases están unidas en su amor y apoyo a Israel. Aunque el lobby israelí desempeña un papel importante a la hora de aprovechar y canalizar este apoyo, complacer a los miembros del lobby pro-Israel de Washington DC no motiva totalmente a los republicanos. Los discursos de los dirigentes republicanos durante la Convención Nacional Republicana (RNC, por sus siglas en inglés) celebrada en Charlotte, Carolina del Norte, entre el 24 y el 27 de agosto, tenían por objetivo tranquilizar a los evangélicos cristianos (a los que a menudo se denomina “sionistas cristianos”, que son el electorado proisraelí más poderoso de Estados Unidos). La antaño relativamente marginal influencia de los sionistas cristianos a la hora de configurar directamente la política exterior estadounidense ha ido cambiando con los años (sobre todo durante la presidencia de Trump) hasta definir los valores fundamentales del Partido Republicano. “En pocas palabras, es una política exterior apocalíptica”, tweeteó el comentarista israelí Gershom Gorenberg el 24 de agosto. Lo que dentro de la mentalidad republicana significa “Israel no es un país real sino un país de fantasía, telón de fondo del mito cristiano”. Los comentarios de Gorenberg se tweetearon horas después del polémico discurso del secretario de Estado estadounidense Mike Pompeo, el diplomático de más alto rango de Estados Unidos, que pronunció sus breves palabras desde “la hermosa Jerusalén, con vistas a la Ciudad Vieja”. La ubicación, y la referencia a ella, eran mensajes claros acerca de la importancia religiosa de Israel en la política exterior estadounidense y la audiencia indudable a la que iban dirigidas las palabras. Trump fue aun más obvio en un discurso pronunciado el 17 de agosto en Oshkosh, Wisconsin. “Trasladamos la capital de Israel a Jerusalén” anunció Trump a una multitud que aplaudía, “de modo que los evangélicos (¿saben?, es algo sorprendente) están más entusiasmados con ello que los judíos…Es realmente increíble”. No es de extrañar que el 22 % de las personas residentes en Wisconsin se identifique como “protestantes evangélicos”. No era la primera vez que Trump ridiculizaba a las personas judías estadounidenses por no apoyarlo tanto como a sus rivales demócratas. Hace un año Trump calificó a los demócratas judíos de “desleales” a Israel. “Creo que cualquier persona judía que vote a los demócratas demuestra una falta total conocimiento o una enorme deslealtad”, afirmó en agosto de 2019. No era una simple muestra de la típica falta de sensibilidad política de Trump, sino el reconocimiento de que el verdadero premio republicano en las próximas elecciones no es el voto judío sino el de los sionistas cristianos. En su discurso en la RNC el 27 de agosto Trump contó a esa misma audiencia sus logros proisraelíes, incluido el traslado de la embajada desde Tel Aviv a Jerusalén en mayo de 2018. “A diferencia de muchos presidentes anteriores a mí, mantuve mi promesa, reconocí la verdadera capital de Israel y trasladé nuestra embajada a Jerusalén”, proclamó Trump. El traslado de la embajada, que siempre es una buena oportunidad para repetir la palabra “Jerusalén” ante una multitud exultante, fueron las palabras de moda en la RNC, que repitieron todos los principales dirigentes republicanos, incluida la exembajadora estadounidense ante la ONU, Nikki Haley. “El presidente Trump trasladó nuestra embajada a Jerusalén y cuando la ONU trató de condenarnos, me sentí orgullosa de emitir el veto estadounidense”, afirmó orgullosamente Haley, lo que provocó una ovación de aprobación. En todas las referencias a Israel que hicieron los dirigentes republicanos

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Las nuevas guerras. Los modelos geopolíticos de injerencia y su impacto en América Latina

Fuente: Jorge Elbaum | El Cohete a la Luna Fecha: 30 de agosto de 2020 El deterioro de la política doméstica de los Estados Unidos tiene correlato en la degradación de su política exterior. La tradición injerencista de Washington busca impedir su paulatina declinación como referencia de la política mundial y apela a innovadoras conceptualizaciones y prácticas para evitar un mayor deterioro. En un intento por sortear las repetidas derrotas estratégicas sufridas desde la Guerra de Corea hasta la actualidad, el ex paracaidista y contratista militar (eufemismo de mercenario), actualmente devenido en académico, Sean McFate, publicó un libro en 2019 que se constituyó en el texto de cabecera de las usinas de información del Departamento de Seguridad Nacional y del Departamento de Estado. El almirante James Stavridis, que fuera responsable del Comando Sur hasta 2009 y luego Jefe  Supremo de la OTAN hasta 2013, catalogó a McFate como el nuevo Sun Tzu, en referencia al general chino del siglo V, autor de El arte de la guerra. El libro de McFate se titula Las nuevas reglas de la guerra: la victoria en épocas de desorden, y se ha constituido en el texto de consulta obligada para los funcionarios que ejecutan las políticas de intervención en los países que Estados Unidos considera bajo su ámbito de influencia. Desde el prólogo, se anuncia que es una respuesta a los peligros detectados por los oficiales que han participado de las últimas aventuras trágicas del modelo imperial: el ascenso de China, el resurgimiento de  Rusia, la creciente escasez de los recursos naturales  y las conflictividades intraestatales. Las sugerencias planteadas por McFate exhiben con total procacidad las iniciativas de manipulación, vigilancia, simulación y engaño sistémico utilizadas por Washington para intentar conservar su poder devaluado. El desembozado injerencismo planteado en Las Nuevas Reglas reivindica la militarización de la política a partir de la utilización de los medios de comunicación, la gestión del desorden y la generación de conflictos internos. La hipótesis central del autor es que Estados Unidos ha sido derrotado en todas las confrontaciones militares desde la Segunda Guerra Mundial (Corea, Vietnam, Cuba, Afganistán, Irak y Siria) porque no ha comprendido el cambio de los desafíos bélicos. Según McFate, el centro de las nuevas guerras está en la política y no en el territorio de la acumulación de armas. Las batallas del presente y del futuro se llevan a cabo en un nuevo escenario: la construcción de imaginarios y de sentido común; la búsqueda por imponer formas de realidad; y –sobre todo– el manejo de la información, los datos y la segmentación de que deriva e esos agregados. “La victoria moderna no se obtiene en un campo de batalla sino en la conciencia de una sociedad”. El enfoque supone que la victoria en el campo de batalla es obsoleta. El autor afirma críticamente que Estados Unidos invierte billones de dólares en aviones de combate y robots asesinos y que, sin embargo, no logra imponerse: “Necesitamos el dominio de (…) la subversión estratégica para evitar que los problemas se conviertan en crisis y las crisis en conflictos”. Para eso se requieren más académicos, más Hollywood, más ONGs, más servicios de inteligencia y menos portaviones. El conflicto actual se desenvuelve en las sombras, en los ejércitos privados (las empresas contratistas de mercenarios), el anonimato, las operaciones de confusión y propaganda. Las fuerzas militares convencionales –profetiza McFate– deben ser reemplazadas por grupos enmascarados ajenos a las regulaciones convencionales de la guerra. Entre sus propuestas, llega a considerar la creación de cuerpos similares a la Legión Extranjera, con agentes reclutados de diferentes países, capaces de defender los intereses estratégicos de las corporaciones dentro de territorios (catalogados) sin Estado. Sus actores prioritarios estarán en guerra permanente porque las escenas bélicas no comenzarán ni terminarán. Serán una continuidad acorde con el desorden global, los ejércitos privados, la entropía, el terrorismo, las operaciones de inteligencia y la búsqueda permanente por ganar la legitimidad; es decir, la aquiescencia de una población. Lo que McFate propone –y las delegaciones diplomáticas de Washington están ejercitando– es la exaltación de una guerra total en la que se asume la imposibilidad de respetar las regulaciones de los conflictos armados (la Convención de Ginebra, por ejemplo), porque ese tipo de enfrentamiento ya no existe y porque supone un handicap para los antagonistas. La tortura, el asesinato de civiles, la utilización de minas personales, el secuestro extrajudicial, el acatamiento de la soberanía de los aliados, el exterminio de prisioneros de guerra, etc., son cláusulas que ya no pueden ser respetadas porque su acatamiento supone una ventaja sobre los formatos actuales del conflicto. Entre las sombras La nueva biblia bélica pretende ser una caracterización pero termina imponiéndose como un decálogo de ejecución. Los corolarios de su doctrina se observan con claridad en los capítulos tercero y cuarto del Documento de Seguridad Estratégica de diciembre 2017, difundido por Donald Trump, donde se ensayan reconversiones de las fuerzas militares en grupos de operaciones dedicados a tareas especiales, cuyo centro son los contenidos culturales, los memes, la ridiculización de dirigentes políticos enemigos, las operaciones judiciales, el control de los aparatos comunicacionales y el engaño planificado. La política ya no se piensa como una forma diferente de la guerra, sino que es una de sus facetas. “Si los gobiernos pueden hacer que la comunicación estratégica sea rentable –subraya McFate–, el sector privado puede ser creativo para satirizar a Putin montando osos. En esa misma lógica cuestiona que China haya comprado algunos estudios de Hollywood, hecho que hace imposible “presentar al gigante asiático como un villano en las películas”, enfoque que ayudaría más que las armas para enfrentarlos. Para poder insertarse en el nuevo mundo de la guerra, habrá que derivar parte de inmensos recursos bélicos a la administración de mentiras comunicacionales (fake-news) ajenas a cualquier regulación soberana. Esto supone el retorno a un mundo pre-westfaliano (casi hobbesiano, de guerra de todos contra todos) donde conviven ejércitos privados, guerras sin Estados y organizaciones terroristas de triple bandera, dirigidos por fondos de cobertura financieros. Lejos de rechazar la anarquía y la anomia, McFate –autor también del libro El mercenario moderno–

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Una diferencia notable entre las protestas palestinas e israelíes

Fuente: Gideon Levy | Haaretz   Fecha: 26 de agosto de 2020 La gente se está manifestando contra la injusticia y por la justicia tanto en la aldea cisjordana de Kafr Qaddum como frente a la residencia del primer ministro en la calle Balfour de Jerusalén. En ambos lugares, los manifestantes están imbuidos de un sentido de misión. Es más agradable en Balfour, más peligroso en Qaddum. Hay más sacrificio en Qaddum, más arte en Balfour. Balfour obtiene una cobertura mediática exhaustiva; Qaddum está completamente excluido de los medios israelíes.  En Qaddum, los manifestantes luchan por la libertad; en Balfour, hay una sensación de libertad. En Balfour, los manifestantes son ciudadanos; en Qaddum, son sujetos sin derechos. En Balfour, los más privilegiados se manifiestan; en Qaddum, son los más oprimidos. Pero ambos están sujetos al mismo gobierno. Ambas son protestas legítimas, y el gobierno que intenta reprimirlas no es una democracia, sino una tiranía. No hay simetría entre Qaddum y Balfour excepto en su legitimidad compartida. Balfour no está interesado en Qaddum y Qaddum no está interesado en Balfour. En Balfour, están luchando contra el primer ministro; en Qaddum, están luchando contra el régimen. Las protestas de Balfour son legítimas a los ojos de la mayoría de los israelíes; los de Qaddum no lo son. Balfour está cerca de nuestros corazones; Qaddum se encuentra detrás de montañas de oscuridad, negación y represión. En Balfour, la gente se está «manifestando»; en Qaddum, están «perturbando la paz», o incluso son «terroristas». Balfour es política, Qaddum es terror. La gente que tira piedras y quema neumáticos para protestar contra el ejército y los asentamientos no tiene legitimidad para estar ahí. En Balfour, la policía que usa los puños y las detenciones que duran horas se consideran violencia grave e inaceptable; en Qaddum, a las autoridades se les permite cada abuso. Disparan a los manifestantes con balas reales y balas de acero con punta de esponja, arrojan granadas de gas lacrimógeno en cantidades aterradoras, lanzan granadas paralizantes y disparan a los manifestantes en la cabeza, incluidos niños. Dos veces en los últimos dos meses he visitado a niños que se convirtieron en vegetales en Qaddum después de que los soldados les dispararan en la cabeza desde lejos, sin ningún motivo. El miércoles, Hagar Shezaf y Yaniv Kubovich publicaron un informe alucinante en Haaretz que revela que los soldados israelíes también han comenzado a plantar bombas en Qaddum. Hay que entender que estas bombas estaban destinadas a ser utilizadas contra manifestantes. La unidad de reconocimiento de la Brigada Nahal se ha convertido repentinamente en una organización terrorista desde cualquier punto de vista, y sus soldados se han convertido en terroristas que colocan bombas destinadas a hacer estallar a civiles inocentes. Esto no interesa a los manifestantes en Balfour; están ocupados con sus propios problemas. Pero los manifestantes de Balfour deberían estar interesados en Qaddum, porque la violencia policial en Balfour nació en medio de los olivares de Qaddum. Primero tomaron Qaddum; a continuación tomarán Balfour. El hecho de que la mayoría de los israelíes vean la violencia contra los manifestantes de Qaddum como legítima, habiendo estado convencidos de que los soldados que disparan en Qaddum los están protegiendo, es lo que legitima la violencia más leve utilizada contra los manifestantes de Balfour, aunque estos últimos aún no han ganado por completo legitimidad. Así que esto debe decirse claramente: cualquiera que no esté interesado en Qaddum y haya comprado la propaganda ofrecida por el ejército y los reporteros militares que cumplen sus órdenes, ahora está recibiendo puñetazos de los uniformados en Balfour. Y si persisten las protestas en Balfour, su represión se volverá más violenta, como en Qaddum. Debería haber solidaridad entre los manifestantes de Balfour y Qaddum, pero no la hay. Los manifestantes de Balfour son sionistas y están orgullosos de ello; los manifestantes de Qaddum son antisionistas y no puede ser de otra manera. La clave es comprender la conexión entre estos dos focos de protesta y la necesidad de reconocer la legitimidad de ambos. Qaddum se ha estado asfixiando durante 17 años, desde que Israel bloqueó la carretera principal que lo conecta con Nablus, la capital del distrito, para expandir el asentamiento de Kedumim. La carretera a Nablus se ha alargado 14 kilómetros para que Daniella Weiss y sus amigos puedan construir imprudentemente más y más viviendas. Si las protestas contra eso no son legítimas, ninguna protesta en el mundo lo es. Pero Israel no reconoce esto. La mayoría de los israelíes piensan que Qaddum no tiene ningún derecho a protestar. En Balfour, la gente se manifiesta contra un primer ministro acusado de delitos. En Qaddum, se manifiestan contra uno de los regímenes más tiránicos de la tierra, uno que comete crímenes de guerra como colocar bombas y construir asentamientos. Murad Shatawi, jefe del comité popular de Qaddum, me envió un informe el viernes pasado, como lo hace todos los viernes: «Dos personas heridas por balas de metal y me rompí una pierna». Si los manifestantes de Balfour son serios, deben comenzar a interesarse en Qaddum. Traducción: Dardo Esterovich

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El sistema financiero: otro ganador de la pandemia en América Latina

Fuente: Alfredo Zaiat| Sputnik Fecha: 26 de agosto de 2020 Durante la pandemia del coronavirus hay actividades que están registrando más ganancias que antes. Empresas vinculadas a Internet, a las telecomunicaciones, a la economía de plataformas y al e-commerce contabilizan utilidades crecientes. Son sectores que se están beneficiando por la alteración de la vida cotidiana de la población. Incluso han ampliado su participación en sus respectivos mercados. Una actividad que no ha padecido un golpe negativo pese a que no integra el lote de la «nueva economía» y que transcurre en una crisis financiera global es la banca. A diferencia de crisis pasadas, como la de 2008, en ésta oportunidad el negocio de los bancos no estuvo afectado; por el contrario, pudo mejorar el cuadro de resultados. Ese comportamiento positivo se verifica especialmente en América Latina. Digitalización Los bancos no estuvieron afectados por el COVID-19 y el inmediato confinamiento de la población. Los cambios tecnológicos aplicados en la operatoria bancaria de los últimos años deben ser considerados como parte de la expansión del mundo digital. Esas transformaciones, consolidadas en los últimos años, explican en parte por qué no hubo una caída importante en la rentabilidad ni padecieron trastornos en la operatividad diaria. El servicio bancario fue declarado esencial y, por lo tanto, no padeció la interrupción del movimiento de transacciones. Para ello jugó a favor un factor clave: el proceso de digitalización de sus productos y servicios, lo que facilitó que no se interrumpiera el flujo de actividad. La mayoría de los clientes no necesitó asistir a sucursales bancarias para realizar pagos de servicios básicos. Esto fue realizado a través de una transferencia desde el teléfono móvil o desde una computadora. La utilización del servicio denominado home banking se generalizó. La necesidad de efectivo disminuyó porque las personas empezaron a realizar las compras indispensables del hogar por Internet a través de billeteras electrónicas o tarjetas de crédito o débito. Regulaciones El sector bancario tuvo un papel crítico que cumplir para mitigar el shock macroeconómico y financiero sin precedentes causado por la pandemia dando apoyo a los prestatarios afectados y manteniendo el flujo de crédito hacia la economía real, sin dejar de preservar la estabilidad financiera. Los economistas del FMI Tobías Adrian y Ceyla Pazarbasioglu afirman que el sistema bancario mundial es hoy mucho más sólido que durante la crisis financiera de 2008 debido a la implementación de las reformas regulatorias impulsadas por el G20 en el sistema financiero.  Sin embargo, advierten que «aun así, a medida que los agudos problemas de liquidez deriven en problemas estructurales de solvencia, aumentarán los incumplimientos de deudas y se intensificarán las presiones sobre el sistema bancario». Adaptación La banca a nivel mundial se adaptó rápido al escenario de pandemia. Además de la mayor digitalización de las operaciones, lo que implicó estar mejor posicionados para enfrentar esta crisis, la encontró con una holgada situación de solvencia y liquidez. Este cuadro fue producto de medidas preventivas tomadas después del impacto sufrido por la crisis de 2008, y también porque las bancas centrales de EEUU y la Unión Europea salieron en forma inmediata, con la experiencia de esa anterior debacle, a garantizar fondos mediante inmensos paquetes financieros. Ahora los gobiernos apelaron a la banca como herramienta para canalizar las diferentes ayudas: préstamos de emergencia a las empresas y planes sociales para grupos sociales vulnerables. De esta manera, con un proceso acelerado de digitalización y como vía para canalizar los aportes estatales para atender urgencias económicas y sociales, el sistema financiero, en esta ocasión, no ha sido un factor de inestabilidad. Esto implicó, a la vez, una fuente de ganancias adicional para la banca, del mismo modo que se beneficiaron las grandes corporaciones de Internet: Alphabet (Google); Facebook; Apple; Microsoft; Amazon; Netflix, entre otras. América Latina El Centro Estratégico Latinoamericano de Geopolítica presentó una investigación sobre el desempeño de la banca en América Latina. Para ello, ha recopilado información disponible en agencias de supervisión bancaria sobre los estados financieros de diez países: Uruguay; Perú; Bolivia; Ecuador; Paraguay; Colombia; Argentina; Brasil; Chile; México. Se diseñó una base de datos que permite profundizar el análisis del sector financiero regional. En esa investigación se destacan los siguientes hallazgos: América Latina tiene el sector financiero más rentable del mundo después de África. s una rentabilidad persistentemente alta en lo que va este nuevo siglo. Utilizando el indicador del retorno sobre el activo (ROA), desde 2005 duplica o triplica las de la banca de EEUU y Canadá y Europa. Junto con África, la banca de América Latina es la única que percibe rentabilidades mayores al 2% de los activos desde 2005. El sistema financiero argentino hace subir todavía más ese resultado. Si se excluye a ese país del promedio, la rentabilidad sobre activos cae por debajo del 2% anual. El caso argentino es notable porque es el único país de la muestra donde ese indicador sube entre 2005 y la actualidad. Y es sorprendente porque los bancos en ese mercado fueron blanco de desesperadas protestas en 2002 y 2003 cuando los ahorristas no podían retirar el dinero de sus cuentas, por un régimen de restricciones denominado «corralito». Las ganancias de la banca en la región resultan igualmente extraordinarias. El promedio de ROA para la muestra de esos países seleccionados sube al 2,6%, un nivel que sextuplica el promedio europeo y quintuplica el registro español. De este origen es el principal origen de la banca trasnacional en América Latina. Rentabilidades A pesar de que Chile tiene la rentabilidad más baja (1,2% de ROA) triplica las europeas. Argentina muestra el mayor registro (5,9%), un nivel 12 veces mayor al de España, que a su vez es uno de los más altos de la Unión Monetaria Europea. Sin Argentina, el promedio de la muestra de países bajaría del 2,6% al 2,2%, y solo Chile, Bolivia, Colombia y Ecuador se ubicarían por debajo de esa media. El indicador rentabilidad sobre el patrimonio neto (ROE), es decir, el que indica las ganancias de los dueños de los bancos en los países seleccionados, alcanzó un 23,3%. © FOTO : PIXABAY/ MILAN WULFSecretario general de la OEA: pandemia reducirá economías latinoamericanas en un 30%Los autores de

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El triunfo del statu quo. Las razones del acuerdo entre Emiratos Árabes e Israel

Fuente:  Ezequiel Kopel| Nueva Sociedad Fecha: 25 de agosto de 2020 Ambos países ya poseen importantes contactos de inteligencia y un considerable comercio de armamento. La verdadera explicación del acuerdo, que dejó de lado a los palestinos, hay que buscarla en la preocupación conjunta frente a los nuevos polos de poder regional: Irán y el eje Turquía-Qatar. El lenguaje empleado en el comunicado del Likud –el partido gobernante israelí– para saludar el acuerdo entre Emiratos Árabes Unidos e Israel con el fin de establecer plenas relaciones diplomáticas lo decía todo: el arreglo es «paz por paz» y «el primer ministro Benjamin Netanyahu sigue comprometido con Eretz Israel». La noción «paz por paz» era un tiro por elevación contra las fórmulas de la Organización de las Naciones Unidas (ONU) y el campo de la paz israelí plasmadas en la resolución 242, la cual insta al Estado hebreo a abandonar los territorios conquistados durante la Guerra de los Seis Días de 1967 y, a cambio de dicha retirada, conseguir una paz duradera con sus vecinos. En cuanto a «Eretz Israel», la fórmula es toda una declaración de principios territoriales del primer ministro israelí y su partido. Significa «Tierra de Israel» y se refiere a la actual extensión del Estado de Israel junto al territorio de Cisjordania (por lo menos). La declaración del Likud –que ha dominado la escena política del Estado por 32 de los últimos 43 años– no es nueva y replica su propia plataforma electoral de 1999 (vigente y nunca alterada): «El Gobierno de Israel rechaza rotundamente el establecimiento de un Estado árabe palestino al oeste del río Jordán», «las comunidades judías de Judea, Samaria [el nombre bíblico con el que los judíos se refieren a Cisjordania] y Gaza son la realización de los valores sionistas» y «el asentamiento es una expresión clara del derecho inexpugnable del pueblo judío a la ‘Tierra de Israel’». El jueves 13 de agosto, Israel y Emiratos Árabes Unidos alcanzaron un arreglo negociado por Washington para normalizar las relaciones entre los dos países. No es un tratado de paz como los firmados por Israel con Egipto en 1979 y con Jordania en 1994 –dos países con los cuales los israelíes tuvieron importantes conflictos bélicos–, ni tiene su pasada significancia. El acuerdo con Egipto puso fin a una disputa bélica con el ejército más poderoso y grande del mundo árabe, y el firmado con Jordania terminó con la preocupación israelí por la defensa de su límite más extenso y poroso. Lo que ahora consiguió realmente Israel con el «Acuerdo Abraham» es una hoja de ruta para normalizar lazos con un Estado del golfo con el que nunca vivió una conflagración y con el que ya posee importantes contactos de inteligencia, además de un considerable comercio de armamento y productos de seguridad que asciende a los 1.000 millones de dólares por año. En pocas palabras: ambos pusieron arriba de la mesa lo que ya venía sucediendo debajo de ella. El argumento público esgrimido por los emiratíes para negociar con Israel es que el acuerdo logró comprometer a este último a suspender (no cancelar) los anunciados planes de anexión de parte de Cisjordania. Lo cierto es que la cuestión de la anexión (que nunca se materializó tanto por la ambivalencia estadunidense como por las propias dudas de Netanyahu) es la excusa perfecta para que Emiratos Árabes Unidos se atreva a tomar una decisión pendiente desde hace tiempo. Asimismo, Donald Trump se anota un importante triunfo diplomático –previo a las elecciones presidenciales de noviembre– como no tuvo otro en sus cuatro años de gestión. Y por último, pero no por eso menos importante, Netanyahu consigue, en un complicado contexto interno, lo que no logró ningún líder israelí antes que él: reconocimiento árabe sin que la cuestión palestina esté en el tablero de negociación (en el acuerdo con Egipto se contemplaba una «autonomía» palestina y el firmado con Jordania vinculaba diferentes artículos del tratado al proceso de paz israelí-palestino). La verdadera explicación del por qué del acuerdo hay que buscarla en la preocupación conjunta de emiratíes e israelíes ante nuevos polos de poder regional: Irán y el eje Turquía-Qatar. Del Irán chiíta les preocupa su avance sobre Medio Oriente y de Turquía-Qatar la activa promoción del islamismo político junto a sus intervenciones en la región. Es pertinente recordar que luego de la Primavera Árabe de 2011 se articularon dos claros bandos como consecuencia de los levantamientos ciudadanos: Turquía y Qatar, que consideraron que se venía un cambio inexorable hacia el islamismo que era mejor tratar de conducir que repeler; y Emiratos Árabes y Arabia Saudita que vieron a ese movimiento como un hecho desestabilizador para la región y sus sistemas de gobierno. Estos últimos no solo creyeron que el mundo árabe no estaba preparado para una democracia que pavimentaría el acceso al poder de los islamistas, sino también reafirmaron su idea de que los dictadores locales (dispuestos a usar todo su poder represivo) eran la última línea de defensa para detener al islamismo y la inestabilidad en la zona. El importante apoyo emiratí al golpe de estado en Egipto en 2013 contra el gobierno democrático de la Hermandad Musulmana fue la primera acción de una disputa que se extiende hasta hoy y que incluyó tanto la intervención en Yemen en 2015 como el bloqueo contra Qatar en 2017. Un claro ejemplo de esta disputa se pudo observar cuando el viernes pasado el presidente turco Recep Tayyip Erdoğan anunció que estaba considerando retirar su embajador de Emiratos Árabes Unidos por el arreglo con Israel. Lo que pareció no recordar el mandamás de Turquía –a pesar de que los contactos con los israelíes vienen deteriorándose desde la guerra en Gaza de 2009 y el incidente naval con el Navi Narmara un año después– es que su país fue el primero de la región en reconocer al estado judío y que aún hoy conserva con él relaciones comerciales y diplomáticas. Detrás de toda la movida en Emiratos Árabes Unidos está la mente del príncipe heredero de Abu Dhabi, Mohammed Bin

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El Bayern Munich, el equipo al que odiaban los nazis, ganó la Champions League 2020

Fuente: Vis a Vis Fecha: 23 de agosto de 2020 El Bayern Munich se coronó en una inusual edición de la Champions League (Liga de Campeones de Europa), por la pandemia por Covid-19. Derrotó al París Saint Germain (PSG) en la final jugada en Lisboa por 1 a 0. Y para hacer de este título algo más fuera de costumbre, el conjunto alemán lo hizo de manera invicta y ganando todos sus compromisos hasta levantar la copa. Nacido en el seno de una familia de comerciantes judíos en Planneg, muy cerca de Múnich, Kurt Landauer (1884-1961) defendió la camiseta del Bayern en 1901 y fue presidente cuatro veces del club. Bajo su mandato llegó el primer título nacional de los bávaros (1932). Dejó el fútbol pronto. En Lausana y luego en Florencia se formó como banquero. En 1913 regresó a Múnich  fue presidente del Bayern, cargó que abandonó a causa de la I Guerra Mundial. Lo recuperó entre 1919 y 1933, con una pausa en 1922. Si Berlín iba a ser la capital del Reich, la de Baviera era la cuna en la que creció el poder de Adolf Hitler. Leer más: Dos jugadores del Bayern Munich y de la selección alemana donaron a Auschwitz 80 mil dólares La sangre judía de Landauer, como la del entrenador (Richard Dombi) hizo que el Bayern fuera declarado «un club judío» (Judenclub). El Múnich 1860 se convirtió en el club de los nazis. El 22 de abril de 1933, Landauer fue obligado a renunciar a su cargo como presidente del Bayern. También  tuvo que abandonar su trabajo en la imprenta Knorr&Hirth. Encontró ocupación en una lavandería judía. El 10 de noviembre de 1938, el día después de la Noche de los Cristales Rotos, lo detuvieron y envíaron al campo de concentración de Dachau. Era el recluso 20.029. Lo encerraron hasta el 12 de diciembre. Horrorizado, emigró a Suiza dejando atrás tres hermanos muertos a manos de los nazis y una hermana desparecida de la que nunca más tuvo noticias. Otra hermana, Henny, escapó. Durante su exilio suizo se vivió una escena legendaria en la historia del club. En 1943, en plena ofensiva alemana en el frente oriental, el Bayern jugó un amistoso en Zúrich. La expedición del club fue acompañada por miembros de la Gestapo que se encargaron de advertir, a través de una «clase de educación especial», que quedaba terminantemente prohibido contactar con emigrados alemanes y judíos. El botones del hotel en el que se instaló el Bayern en Zúrich entregó una nota a Konrad Keitkam, el entrenador del equipo entre 1943 y 1945. Camino de su habitación y al lado de su esposa, Magdalena, la estaba leyendo emocionado cuando uno de los agentes de la Gestapo le tocó el hombro y le pidió que le diese el papel. «Sabemos de quien es, le hemos estado vigilando». La nota era de Landauer. Sin embargo, poco antes de empezar el partido, el técnico y los jugadores se dirigieron a la zona de la grada en la que habían localizado al ex presidente del club para saludarlo de lejos ante la frustración de los encargados de vigilar a la expedición. En junio de 1947, la prensa alemana anunció el regreso de Landauer a Múnich. Él mismo escribió una carta a los aliados ofreciendo el apoyo del Bayern a los esfuerzos de normalización. Y una semana después de la rendición nazi, desde el club se envió una carta al nuevo alcalde de Múnich (Karl Schanagl, detenido en Dachau acusado de participar en el intento de asesinato de Hitler en 20 de julio de 1944) recordando que «catalogado como club judío, nos persiguieron de todas las formas posibles por el nacionalsocialismo».Landauer retomó su cargo como presidente del Bayern al poco de regresar y lo mantuvo hasta 1951. Diez meses después murió a la edad de 77 años. Forma parte de la trinidad de presidentes de honor del club junto a Franz Beckenbauer y Wilhem Neudecker. Bayern Munich, el equipo que odiaban los nazis, otra vez hizo historia, y en el 2020, volvió a ganar la Champions League.

Estados Unidos, Internacionales, Portada

Con Harris en el ruedo, se lanza la campaña en EE UU y Trump muestra su cara más misógina

Fuente:  Alberto López Girondo| Tiempo Argentino Fecha: 16 de agosto de 2020 Apenas se confirmó la fórmula demócrata, el actual presidente acentuó su violencia dialéctica. Kamala le suma una imagen joven, enérgica y popular a Biden, que creció con las marchas antirrascimo. Este lunes comienza en Milwaukee la convención del partido demócrata -a esta altura un acto ritual destinado a coronar la fórmula Joe Biden-Kamala Harris para las elecciones de noviembre- que culminará el jueves luego del desfile de decenas de figuras de ese espacio político. Es, como quien dice, el pistoletazo de largada para una campaña presidencial que sin dudas será áspera como pocas en la historia de Estados Unidos. Así lo demuestra Donald Trump, que se encargó de definir a Harris como una “izquierdista radical” y, por si no quedaba clara su tirria por la nominación registrada el martes que pasó, dijo que la senadora por California es “la más mala, la más horrible, la más irrespetuosa de todos” en la Cámara alta. Normalmente, en una convención partidaria los delegados de cada precandidato se juntan para votar al elegido. Cierto es que se llega al acto sabiendo cuántos porotos tiene cada uno, pero el evento tiene un aire de formalidad que los estadounidenses saben apreciar. Tras la renuncia de Bernie Sanders a seguir en carrera -el último que quedaba en pista- el candidato es Biden, exvicepresidente con Barack Obama y crédito del establishment demócrata. Solo faltaba definir quién acompañaría su intento por impedir la reelección de Trump. Hubo un par de hechos que facilitaron la aspiración de Harris al trono. La reacción de Trump a la pandemia dejó a la luz un hueco por el que se filtraron las críticas más feroces de la oposición. Y mientras los contagios crecían a un ritmo espeluznante y los cadáveres se apilaban en las ciudades más pobladas -EE UU se acerca a los 6 millones de casos de Covid-19 y 180 mil muertos- la imagen de Trump se iba desdibujando en una capa de ciudadanos que había sido clave para su triunfo en 2016. Casi en simultáneo, el asesinato de George Floyd desnudó el rostro más brutal de ese país, con fuerzas policiales teñidas de racismo y violencia. En otro lugar del mundo, esos dos hechos definirían a un gobierno autoritario, represivo y con síntomas de dictadura. No es el caso. Harris, que fue fiscal general de California antes de meterse en la actividad partidaria, es una hábil polemista que tuvo a maltraer a Biden durante los debates que se realizaron durante las primarias. Si no siguió peleando una candidatura es porque los popes partidarios le aconsejaron que se bajara. No iba a conseguir financiamiento para su aventura y si hacía caso la anotaban en un lugar expectante para el futuro. Cuenta en su haber que tiene 22 años menos que Biden -55 contra 77-, que es hija de inmigrantes, se hizo de abajo viajando en transportes públicos, y es afrodescendiente. Cuando las calles de todo el país se poblaron de manifestaciones contra el racismo, es un hándicap interesante de cara a los comicios. La experiencia indica que los demócratas triunfan cuando logran sumar votantes de las comunidades vulneradas. En un país donde el voto no sólo es optativo sino que la elección está diseñada para dificultar la participación ciudadana, ese detalle puede hacer la diferencia. La edad es otro dato a tener en cuenta. Biden es el más viejo entre los aspirantes a la presidencia -Trump tiene 74 años-, pero además viene mostrando síntomas de decrepitud. No por nada, el presidente lo llama Sleepy (Dormido) en sus tuits más agresivos. En los debates obligatorios que se avecinan, sus consejeros temen que Trump le haga pasar algún papelón. Por el contrario, descuentan que en los cruces televisados de los vicepresidentes, Harris le sacaría varios cuerpos de ventaja a Mike Pence. Si es que ese tipo de exposición puede implicar algo a la hora de emitir un voto, ahí se verían parejos. La nominación de la fórmula demócrata, sin embargo, les deja un sabor amargo a los que aspiraban a que el “partido del burro” se corriera algo más a la izquierda. El candidato de ellos era Sanders, y hubieran aceptado de mil amores a la senadora Elizabeth Warren. A pesar del brulote de Trump, Harris no es alguien a quien pueda vincularse a los grupos más progresistas dentro del espectro político estadounidense. Biden menos, por cierto: es alguien muy cercano al poder financiero y al aparato militar industrial, y apoyó cuanta intervención armada pasó por su despacho de senador cuando tuvo ocasión. De todas maneras, la apuesta es que esos sectores que esperan sacarse de encima a Trump acepten esta alquimia que no será tanto como indica el presidente, pero promete bajar varios decibeles en la tensión constante que fluye de la Casa Blanca desde el 20 de enero de 2017. En las primeras cuatro horas posteriores a la nominación de Harris, Biden consiguió 10 millones de aportes para su campaña. Toda una señal. «

Internacionales, Medio Oriente, Portada

Emiratos árabes unidos: un paso reversible para abortar un paso irreversible

Fuente: Daniel Kupervaser | Blog de Daniel Kupervaser Fecha: 15 de agosto de 2020 Una visión personal de las motivaciones que impulsaron a Netanyahu, el liderazgo de los Emiratos Árabes Unidos (UAE) y a Trump a arribar a un acuerdo de normalización de las relaciones entre Israel y UAE que incluye una cláusula que deja sin efecto los planes israelíes de imposición de soberanía israelí en parte de los territorios de Cisjordania.UAEUAE, es un importante e influyente estado árabe de carácter moderado que ya de 20 años atrás se posiciona inamoviblemente detrás de la propuesta de la Liga Árabe para la solución del conflicto palestino israelí. Según esta iniciativa, todos los países de la Liga Árabe están dispuestos a reconocer a Israel e instaurar plenas relaciones diplomáticas a cambio de la creación de un Estado Palestino sobre la base de los limites del 4 de junio de 1967.LOS ARTĺFICES DEL ACUERDOParalelamente, y mayormente en secreto que llegó a oídos de muchos, se fueron desarrollando intensas relaciones de cooperación entre UAE e Israel en materia comercial, tecnologías y probablemente de seguridad. En este último sentido, UAE ve con el mismo prisma lo que considera la amenaza regional de la expansión iraní, y como consecuencia, a la posibilidad de formalizar relaciones con Israel se le asignó la importancia y urgencia correspondiente.El apremio del peligro iraní, junto al reconocimiento que la anexión israelí de Cisjordania rompería toda posibilidad de normalización formal futura con Israel, determinó una llamativa, aunque no muy significativa modificación en sus posiciones. La urgencia de la toma de decisiones llevó a UAE a preferir dar un paso reversible (normalizar relaciones con Israel) a cambio de abortar un futuro paso irreversible de Israel (imposición de soberanía israelí en partes de Cisjordania). La condición de la iniciativa árabe a la solución del conflicto palestino israelí de reconocer el estado de Israel a cambio de destinar los territorios de Cisjordania a un estado palestino se convirtió en ex post en vez de ex ante. En la real politik se sabe que de reconocimiento y relaciones diplomáticos se puede retroceder, de imposición de soberanía es muy difícil, por no decir imposible.TRUMP Y NETANYAHUTrump comprendió rápidamente que los festejos de la presentación del plan de paz del siglo de tan solo meses atrás son parte del pasado y no dejaron rastro alguno. Hoy está claro que el destino de este documento es terminar en un oscuro sótano con los archivos de la historia. Los palestinos lo rechazaron de plano mientras que Israel esquivó discutir sobre el tema, y menos aún reconocerlo. Al mejor estilo de un usurpador de tierras, Netanyahu solo se dedicó a usarlo como excusa para dar un manotazo histórico y ampliar la soberanía israelí sobre territorios de Cisjordania.Hoy Trump, acorralado por sondeos de intención de voto que le pronostican un serio revés, busca denodadamente otro gran logro a nivel internacional, otro show que le haga retornar al liderazgo de la confrontación presidencial.Durante los últimos meses dos acontecimientos influyeron significativamente en la predisposición de Trump de continuar con sus políticas favorables a Israel cumpliendo sin discusión ni condicionamiento las exigencias de la poderosa Coalición Judía Republicana conducida, entre otros, por el magnate Sheldon Adelson (The Guardian 6-4-2019).El proyecto de armar un frente de Israel junto a los países árabes moderados en contra de la expansión iraní en la región se encontró con una condición insuperable. Quien mejor la definió fue justamente Yousef Al Otaiba, Embajador de UAE en USA, en un articulo que curiosamente fue publicado originalmente en el diario Yediot Aharonot de Israel. En dos palabras del título dio a entender las opciones de Trump y Netanyahu: “Normalización o anexión” (Ynet, 12-6-2020).Dos semanas atrás se dio a conocer públicamente el surgimiento de repentinas y graves tensiones entre Trump y Sheldon Adelson, el magnate judío estadounidense que figura al tope de los que aportan financieramente al partido republicano y a las campañas de Trump, aparte de su estrecha relación personal e ideológica con Netanyahu. Según un conocido medio informativo de USA, “Trump discutió acaloradamente con el mega donante Adelson” reprochando la baja predisposición a movilizar fondos para su campaña electoral (Politico.com, 8-8-2020). En esa oportunidad, el autor de esta nota publicó en su Twitter que nadie se debe sorprender de un repentino giro de 180 grados en las decisiones de Trump relacionadas con Netanyahu o Israel. Llegó la hora de pasar factura.Las prolongadas y conocidas vacilaciones de la administración de Washington respecto de la solicitud de autorización de Netanyahu a su plan de anexión en Cisjordania (desde enero de 2020) en el día de ayer repentinamente se convirtieron en una imposición: abandonar la idea de anexión de territorios de Cisjordania. “El tema ya no está sobre la mesa”, afirmó Trump (Twitter Barak Ravid, 14-8-2020).Acorralado ante la posibilidad de perder el apoyo de Trump, a Netanyahu no le quedó otra alternativa más que tratar de vender el acuerdo a sus seguidores como un gran logro de paz que se consigue por la fuerza. Los colonos judíos y la extrema derecha de Israel comprendieron la realidad y lo definieron como una grave traición a sus promesas electorales.¿Y EL CONFLICTO CON LOS PALETINOS?Si bien el acuerdo entre Israel y UAE se considera otro duro golpe al liderazgo palestino, sería un grave error cantar victoria tan temprano. El único logro de la intervención de UAE fue abortar el plan de anexión, por un tiempo todavía no claro, pero el conflicto continúa en la interminable fase del statu quo, con la lejana esperanza de algunos ilusos, entre ellos UAE, que algún día se encuentre el camino que pueda materializar la solución de dos estados para dos pueblos basados en la separación territorial.Como ya lo acentué en artículo anterior, esto es una utopía (“Si la izquierda quiere sobrevivir, debe cambiar su consigna”, D. Kupervaser, 27-5-2020). El statu quo inevitablemente va a conducir a la constitución de un estado binacional judío-palestino. La posición política de la mayoría de la sociedad Israel no va a permitir la constitución de un estado palestino independiente

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