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Cartografía de las extremas derechas

Fuente: Eduardo Febbro | Nueva Sociedad Fecha: 28 de may 2019 Las extremas derechas buscan constituir un poderoso bloque en el Parlamento Europeo. Mientras tanto, el estadounidense Steve Bannon trabaja para unificar lo que, hoy por hoy, no deja de ser un heterogéneo espacio unido por el temor a la «invasión de Oriente» y el rechazo a la globalización. Desde que la extrema derecha europea empezó a despuntar en Francia a partir de los años 80, bajo la presidencia del socialista François Mitterrand (1981-1995), esta corriente política ha seguido una espiral ascendente. Mitterrand utilizó el espantapájaros que encarnaba el entonces líder ultra y fundador del Frente Nacional, Jean-Marie Le Pen, para sacarse de encima a sus aliados del Partido Comunista, con quienes había pactado un programa común de gobierno y, al mismo tiempo, para debilitar a la derecha. Hoy la extrema derecha francesa ha dejado de ser una excepción local. Es ya una opción política globalizada: forma parte de los oficialismos en países como Italia, Austria, Bulgaria, República Checa, Polonia, o es una alternativa que nadie puede obviar, tal y como ocurre en Hungría, Suecia, Holanda o Bélgica. Catalogadas bajo la definición de derechas duras, derechas patrióticas o soberanistas, no todas las corrientes son convergentes. Muy por el contrario, aunque dispongan de un par de líneas comunes, de alianzas retoricas (caso del líder de la Liga italiana, Matteo Salvini, con la jefa de la ultraderecha francesa, Marine Le Pen) y de una abominación por la Europa administrativa de Bruselas, muchas son las fracturas que las atraviesan. La confusión resulta la tentación más inmediata, tanto más cuanto que esas extremas derechas comparten con la extrema izquierda del Viejo Continente el mismo euroescepticismo. De allí deriva la definición comúnmente utilizada en las capitales europeas de «populismo de derecha» y «populismo de izquierda». En un informe del pasado mes de abril publicado por el Consejo Europeo de Relaciones Internacionales, este organismo señalaba que «oriundos de la extrema izquierda y de la extrema derecha, los partidos antieuropeos constituyen un grupo multiforme». El texto anticipaba también que el «euroescepticismo está en buen camino para convertirse en el segundo grupo en importancia dentro del Parlamento Europeo». La eurofobia colonizó en la actualidad a 26 países de la Unión, donde las listas de estos partidos llegan a 56. Históricamente, en el último cuarto de siglo, la progresión de las ultraderechas se hizo a costa más de los votos de la socialdemocracia que de la derecha clásica de gobierno. Cuanto más fuerte fue el ocaso de la socialdemocracia, más impactante resultó el ascenso de la extrema derecha. Francia, Italia, Alemania, Holanda o los países escandinavos son un buen ejemplo de ello. Las necesidades electorales dictadas por las elecciones para renovar el Parlamento Europeo desembocaron en una suerte de unión sagrada entre las ultraderechas. Salvini en Italia y Marine Le Pen en Francia fueron los imanes de estas convergencias. Sin embargo, es preciso distinguirlas entre sí. En primer lugar, hay seis grupos distintos que conforman la galaxia ultra: – una extrema derecha tradicional, cuyo perfil se fue trazando a partir de la xenofobia; – una derecha nacionalista, patriótica y obsesionada con la identidad nacional, que se afianzó en las dos últimas décadas con la defensa del terruño, la nacionalidad y la identidad blanca-cristiana en oposición al islam considerado como tóxico e invasor; – una derecha soberanista que impugna con violencia el federalismo de Europa y suele proponer, aunque con variantes condicionadas por el oportunismo electoral, la salida del euro y de la Unión Europea; – derechas autonomistas o independentistas, ambas volcadas completamente a la acción en beneficio de la independencia dentro de un determinado país; – derechas autoritarias «iliberales», como la encarnada por el dirigente húngaro Viktor Orbán. Esta derecha dura se propone una reforma o reformulación de las instituciones democráticas con el único fin de achicar sus poderes; – por último, la derecha neofascista y radicalmente xenófoba. Esta extrema derecha no rehúye la violencia ni tampoco el exhibicionismo de los signos fascistas o nazis. Podría haber otras subcategorías, e incluso algunas se mezclan con otras, pero según las historias propias de cada país y el funcionamiento de las instituciones, este retrato de seis perfiles las identifica con claridad. Unir a todas en una gran marea electoral fue el proyecto que se fijó a partir de 2018 el ex-consejero del presidente Donald Trump, Steve Bannon. Con esa idea se instaló en Bruselas y creó «El Movimiento», hasta que se dio cuenta de la complejidad de la tarea. Había demasiados actores peleados entre sí como para montar una buena pieza de teatro. Funciona en las cámaras, no entre los telones. En todos los casos, el crecimiento de las extremas derechas tiene dos denominadores comunes: la crisis económica y la migración. Esta última no tiene por qué ser únicamente exterior a la Unión Europea. En 2004, el desplazamiento de migrantes procedentes de Polonia o Rumania dio lugar a una ola de racismo fuera de lo común. Luego, en 2015, con la crisis de los migrantes en el Mediterráneo, el atentado contra el semanario satírico francés Charlie Hebdo (en enero de ese año), los atentados del 13 de noviembre en París, del 14 de julio de 2016 en Niza y luego en diciembre Alemania, la extrema derecha se alimentó de la realidad. Su otro enemigo mortal, el que las motiva y las propulsa por encima de sus diferencias, es el desprecio común hacia el europeísmo y la Comisión Europea. Europa es el diablo. El 1º de Mayo, durante el Banquete de los Patriotas en la localidad de Metz, Marine Le Pen definió a Europa como «imperial, hegemónica y totalitaria». Estas extremas derechas se presentan así como el eje activo de la revuelta contra el autoritarismo y la indolencia de los funcionarios de Bruselas. Pero solo en palabras. Es un jugoso comercio electoral. Su espectro fantasmal es, en realidad, otro. Si Europa es para la ultraderecha el símbolo más depravado de la globalización que empobrece a las naciones, bajo el término de «globalización» no hay que ver

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Ganadores y perdedores

Fuente:  Ricardo Aronskind | El cohete a la luna Fecha: 19 May 2019 Llegar como sea Uno de los silencios más expresivos del momento actual es el indisimulable deseo que expresan aliados, amigos y socios de alejarse de la experiencia macrista. Sin decirlo —porque no pueden confesar en voz alta que han construido, votado y sostenido un experimento catastrófico para el país y sus habitantes—, fuerzas políticas, medios y personalidades buscan tomar una distancia que les permita preservarse del espeso silencio que puebla los crecientes sectores afectados por el derrumbe económico. El gobierno cuenta entre sus menguados activos con el manto protector de Estados Unidos, que ha obligado al FMI a pisotear sus límites y regulaciones internas para apoyar en forma incondicional a su protegido argentino. Ese manto protector se estira al punto de lograr el absurdo de que el grupo Morgan Stanley (MSCI) establezca ¡en estos días! que la Argentina es un “mercado emergente”. Esa calificación habilita para que grandes fondos inversores internacionales puedan colocar recursos adicionales en el mercado de acciones y títulos argentinos. Esa calificación, dudosísima desde el punto de vista técnico, está completamente alineada desde el punto de vista político con la sed inconmensurable de dólares que aqueja al gobierno argentino en este momento. En ese mismo clima de inquietud por una potencial sequía verde que podría desatarse cuando terminen estas semanas de calma cambiaria, la delegación de monitoreo del FMI que arribó recientemente al país interrogó a la Sociedad Rural sobre cómo viene la cosecha. Pero el tema no es sólo la cosecha, como realidad material, sino que esos granos salgan de los silos, se exporten, se conviertan en dólares, se traigan las divisas resultantes al país y se oferten en el sediento mercado local. Se necesitan dólares. Dólares de todos lados, de todas las formas posibles, porque hay que llegar a las elecciones sin que se abra el suelo bajo los pies del gobierno de Cambiemos. El futuro es octubre, después no hay nada El todavía alto poder manipulatorio del bloque de poder que gobierna ha permitido ocultar que los principales instrumentos de política económica gubernamentales se han subordinado al supremo objetivo de evitar una crisis cambiaria, que sería fatídica no sólo para Macri, sino para todo lo que huela política y discursivamente a Macri. Proyecciones sobre la evolución de las Leliqs, es decir las letras de liquidez –de muy corto plazo— emitidas por el BCRA y que están sirviendo como principal opción alternativa frente al peligro de que una importante masa de recursos emigre hacia el dólar, establecen que sólo este año, a través de éste único instrumento, el Estado nacional terminará pagando en 2019 intereses equivalentes a 12.000 millones de dólares. Una enormidad de recursos tirados a las fauces del sector financiero para evitar el desenlace natural de los errores y horrores acumulados durante la actual gestión. Insistimos: sólo la increíble cobertura mediática de los “formadores de la opinión pública” permite ocultar a la mayoría de la población el monumental fracaso oficial, los costos desmesurados del disimulo de ese fracaso y los ominosos resultados que se continuarán observando en términos del deterioro de las condiciones de vida generales. Otras proyecciones financieras sostienen que, si se continúa con la política de emisión 0 del Banco Central –línea de política económica que ha sido ratificada los últimos días— hacia fin de año, por efecto de la inflación acumulada, la contracción monetaria real crearía un cuadro de desmonetización tal como el que llevó a la emisión de cuasi monedas en numerosas provincias hacia el final de la convertibilidad. Pero mientras se hace todo esto en el frente interno, se continúan realizando gestiones para obtener más dólares prestados para arrojar al barril sin fondo de la fuga de divisas locales. Continúa tanteándose al Departamento del Tesoro de los Estados Unidos, a otros bancos Centrales por operaciones de canje de efectivo por bonos argentinos, y se explora qué otros activos públicos podrían ofrecerse en el corto plazo al mercado global para obtener nuevos fondos frescos. Da la impresión de que el gobierno está dispuesto a agotar todas las formas de endeudamiento disponibles -en Occidente— para llegar con el dólar “tranquilo” a octubre. Aunque eso implique reservas cero y crédito global cero disponibles para la Argentina. Después de 2019, viene 2020 El cuadro que surge para la administración que asuma en diciembre de este año es tenebroso, en caso de que se logre evitar la explosión previa del emparchado esquema macrista. Se encontrará con las reservas de divisas casi vaciadas, y con las fuentes de financiamiento ya agotadas, en aras de disimular el fracaso de la gestión saliente. El dispendio de recursos actual será imposible de replicar en 2020, y el país deberá sostenerse con las divisas que sea capaz de obtener en el comercio internacional. Si bien el saldo comercial actual de la Argentina es discretamente positivo, 2.000 millones de dólares en el primer trimestre del año no alcanzarían para pagar siquiera los intereses de la deuda externa en el año próximo. Ni hablar de vencimientos de capital. Habría que lograr un superávit comercial gigante, como el que surgió del hundimiento de la economía nacional en 2002, al derrumbarse la convertibilidad. En ese momento la contracción económica fue tan violenta, que a costa de la miseria generalizada se logró achicar la actividad económica, el consumo masivo y por consiguiente las importaciones de toda índole. Fue una forma sumamente dañina y regresiva de lograr el superávit comercial para empezar a recomponer las reservas y el sector externo. De todas formas, ya se habían suspendido los pagos de deuda externa a los acreedores privados, lo que aportó alivio a las arcas públicas, que se empezaron a recomponer por el reducidísimo gasto público de ese momento, incompatible con el funcionamiento de un país civilizado. Si la crisis cambiaria y bancaria no se produce bajo la actual gestión macrista, el peso de las decisiones relevantes pasará a la próxima gestión. En el caso de ser un gobierno de inspiración popular,

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La furia se volvió desconcierto

Fuente: Bernarda Llorente* | Perfil Fecha: 19 May 2019 Los últimos movimientos de Cristina anticiparon que la confrontación electoral no se definiría en los márgenes estrechos y convencionales que suele entender la política. Desde la presentación del libro, al anuncio de la candidatura de Alberto Fernández, la ex presidenta rompió la lógica que intentaba “acorralarla” en una polarización que azuzaba fantasma de un pasado “condenado” a repetirse. De eso se trató el empeño del Gobierno de exhibirla en un banquillo que no solo juzgaría su figura sino, también, los años de una Argentina que muchos hoy recuerdan con nostalgia. Renunciar a encabezar la fórmula habla de una voluntad política capaz de superar subjetividades o visiones estrechas. Frente al reclamo reiterado de ampliar espacios y alianzas, el ex jefe de Gabinete aparece como un guiño hacia el peronismo no K y ciudadanos independientes, decepcionados con Cambiemos, pero reacios a “volver a enamorarse”. Los dos son Fernández, tienen enormes coincidencias, algunas diferencias y, definitivamente, no son lo mismo. El desafío para el ex jefe de Gabinete es construir un liderazgo que amplíe las fronteras y consolide la confianza. Cristina hará lo propio. A sabiendas que es irremplazable, juega a desbaratar la estrategia electoral de Cambiemos que consiste en ocultar impericias y fracasos tratando de demonizar a su principal contrincante. En un fin de semana que Cambiemos podía proyectar como apacible y prometedor luego de “torcer” la decisión de la Corte, Cristina vuelve a ocupar la escena y desconcierta. No hay respiro para un gobierno que oscila entre el optimismo simulado y los presagios que merodean la derrota. Los ocho traspiés electivos y consecutivos cuelan en el discurso oficial la “impotencia” de iniciar una cuenta regresiva, probablemente sin revancha y con punto final. El esfuerzo por despegarse de los “perdedores” ha sido tan trabajoso como el de evitar asumir responsabilidades o adelantarse en el pase de facturas. En el búnker cordobés de Mario Negri –el candidato enaltecido en campaña y descartado tras el naufragio de un voto que se consideraba “cautivo”–, recobró vigencia una sabia frase napoleónica:  “La victoria tiene cien padres, la derrota ninguno”. O, como dijo en criollo Elisa Carrió, “qué terrible que se borren todos, me dan asco”. En Córdoba, un Schiaretti triunfante apura la estrategia electoral de un peronismo federal que, por sus parecidos, puede arrebatarle votos a Macri. La próxima Convención de la UCR es otro dolor de cabeza para el Gobierno: o cede parte del poder o el radicalismo puede ser un aliado diezmado o alejado. La sangría de votos que sufrió el oficialismo en tan solo dos años restó peso a la “grieta”, dejando lugar a la Argentina socialmente fragmentada, sacudida y sumergida por tanto ajuste. Acallar las voces disonantes es una tarea ardua porque  los triunfos alinean, los fracasos desunen. El Presidente predica una “alegría” que desmiente su propio rostro y el de los funcionarios más íntimos. Actúa enojado, eleva la voz, reta, confunde “empleados” con ciudadanos, ordena, amenaza, subordina. Pareciera creer que la sobreactuación oculta las debilidades intrínsecas, personales y del modelo. Más allá de las candidaturas oficialistas y de las posibles rupturas dentro de la coalición gobernante, lo que realmente preocupa al establishment es un modelo neoliberal en riesgo. No importan los costos “republicanos”, la separación de poderes en los que se asienta la democracia, la imparcialidad de la Justicia, la defensa justa. La decisión de la Corte de solicitar el expediente ante los reiterados recursos de queja por parte de la defensa de Cristina Kirchner reveló un andamiaje de presiones y aprietes que, por la “gravedad” y la “urgencia”, quedaron al descubierto. Desde ministros al propio presidente, la Corte fue juzgada, insultada, vapuleada, por contrariar los planes y deseos de un Poder Ejecutivo que ha hecho de la “administración” de Justicia una de sus principales herramientas de construcción política. Como decía Confucio: “El que domina su cólera domina a su peor enemigo”. El Presidente no lo estaría logrando. *Politóloga. Experta en Medios, Contenidos y Comunicación.

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Hacia la unidad más amplia

Fuente: Carlos Heller* | Página/12 Fecha: 19 May 2019 La foto es impactante: muestra a la ex Presidenta rodeada de dirigentes políticos, gobernadores, intendentes y sindicalistas, varios de ellos con posiciones críticas hasta hace algún tiempo atrás. La reunión, en el Partido Justicialista Nacional, fue la condensación de un proceso de unidad amplio y diverso que vienen protagonizando Cristina Fernández de Kirchner y sectores del peronismo y de otras organizaciones del campo nacional, popular y democrático entre los que se encuentra el Partido Solidario. La foto es el producto de una película: un trabajo intenso, durante meses y desde diversos espacios, para unir el archipiélago opositor en un proyecto electoral y de gobierno unificado. Pero no fue la última foto. Ni fue el final de la película. El anuncio de su candidatura a la Vicepresidencia de la Nación acompañando a Alberto Fernández como candidato a la Presidencia, volvió a conmover a la totalidad del sistema político y colocó nuevamente la sorpresa, la novedad y la creatividad del lado de la confluencia opositora en crecimiento. Lo hemos dicho: la Unidad no se hace con los iguales. Estos ya están juntos. La Unidad es el proceso de hilvanar los parecidos. Un camino virtuoso donde diversos sectores priorizan lo que los acerca. Los proyectos de país no necesitan sólo de buenas ideas. Además, requieren de fuerza organizada para ganar elecciones y gobernar venciendo resistencias. Pero este anuncio, más allá de la conmoción política que produce, es un nuevo punto en una película que sigue. Seguramente, se sumarán a esta confluencia nuevos sectores y, tal como anunció el Presidente del Partido Justicialista, José Luis Gioja, todas estas fuerzas integrarán pronto una nueva identidad para competir en las próximas elecciones. La candidatura de Alberto Fernández a la Presidencia abre la posibilidad de la conformación de una alianza más amplia. La ex Presidenta había dicho que haría todo lo necesario para que en el 2019 cambiara el rumbo de las actuales políticas de gobierno y que ella iba a ocupar el lugar que hiciera falta. Siempre lo afirmó: lo más importante es el proyecto. Es cierto: hay una contradicción entre la amplitud y la profundidad de los procesos políticos. Pero la virtud en la historia consiste en gestionar el equilibrio entre  ambas dimensiones En paralelo a todos estos hechos, el jefe de la misión del FMI en nuestro país, Roberto Cardarelli, declaró durante la semana, luego de una reunión con la CGT: “Nosotros creemos que lo peor ya ha pasado, que el crecimiento debería mejorar y que la inflación debería bajar en los próximos meses”. El Fondo y el gobierno argentino comparten un modelo de país. Actúan juntos. Incluso, el organismo internacional ha dejado de lado sus propios estatutos y ha autorizado políticas para la Argentina que tiene expresamente prohibido autorizar, por ejemplo, la utilización de préstamos para intervenir en el mercado cambiario. El gobierno y el FMI, además, se superponen en la vocería del modelo económico. Ante la pregunta de si tiene temor por el posible retorno de Cristina Fernández de Kirchner al Gobierno, Cardarelli aseguró: “Nosotros no tenemos ningún temor de nada”. Actúa, en la práctica, como un protagonista central de la política local. ¿Qué está diciendo con esa frase? Probablemente: “es posible que ganen, entonces comencemos a tender puentes”. El funcionario del FMI seguramente ha visto la foto. Y también imagina la película. Por eso, baraja varios planes. Por supuesto, prefieren a sus socios de Cambiemos. Pero si no les queda otra, se preparan para negociar con el gobierno que nacería de ese polo opositor amplio y diverso. Tienen experiencia, conocen a los protagonistas. No creen que un gobierno opositor con fuerte liderazgo del kirchnerismo recurriría al default. Prevén que lo que haría la nueva administración es lo mismo que tendría que hacer la actual si ganara las elecciones: renegociar. Gobierno, oposición y FMI saben que el actual cronograma de pagos es imposible de cumplir si no es con nuevos créditos. Por supuesto, hay diferencias relevantes: esos créditos pueden venir acompañados de nuevas condicionalidades o ser pactados por un gobierno que ponga por delante una estrategia de Nación soberana. En el primer caso hay simbiosis: un plan del FMI que aplica el gobierno o un plan del gobierno que el FMI avala. En el segundo, habría un proyecto que negocia desde la defensa del interés nacional. De allí, la importancia de la referencia de la ex Presidenta en la Feria del Libro al pacto social de Perón y Gelbard del año 1973. El sentido del acuerdo era claro: mejorar el nivel del salario, ampliar el mercado interno y protegerlo de la competencia externa. Por supuesto, el mundo era otro mundo. Pero la referencia a ese acuerdo marca el sentido que debería tener un nuevo gobierno en oposición al actual modelo de exclusión, caída de la producción y de los salarios, aumento del desempleo y de la pobreza, entre muchos otros aspectos. Mientras, Cambiemos busca otra foto: la de Cristina Fernández de Kirchner declarando ante los Tribunales. Por eso, ante la resolución de la Corte que posponía el inicio del juicio oral a la ex Presidenta, todo el gobierno y los grandes medios de comunicación salieron a denunciar a los jueces con absoluta beligerancia. Incluso, el jefe de gabinete, Marcos Peña, cuestionó a los magistrados “porque se rigen por las encuestas”. De este modo, el gobierno violó abiertamente, una vez más, uno de sus discursos habituales: el de la Justicia independiente y de la división de poderes. Es evidente: para ellos, la Justicia es independiente cuando hace lo que ellos quieren. Lo demuestra el hecho de que, cuando la Corte dio vuelta la resolución, el Presidente volvió a hablar de la Justicia independiente. La Justicia es independiente cuando es dependiente de ellos. Pero la película continúa. El proceso de construcción del polo opositor no se detiene. El lunes contribuiremos con un nuevo paso en esa dirección. En el hotel Bauen, a las 19 horas estaremos con Máximo Kirchner hablando sobre el proceso de Unidad en

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Alberto Fernández candidato y Cristina vice: salir del laberinto por arriba

Fuente: Claudio Scaletta | Página/12 Fecha: 18 May 2019 La economía no es sólo un conjunto de técnicas para jugar a las matemáticas con el funcionamiento de los grandes agregados de las cuentas nacionales o de las finanzas. La economía incluye entre sus variables analíticas a las relaciones de poder, lo que significa también al conflicto social. Esto es así por más que desde el siglo XIX la que hoy funciona como corriente principal de la ciencia haya intentado extirpar de su corpus teórico, con singular éxito, tanto al poder como al conflicto entre clases sociales. El lector comprenderá que el párrafo que antecede, de carácter general, habla del presente. Frente al verdadero derrumbe del modelo macrista, que comenzó a manifestarse a partir del irresponsable regreso al FMI tras la larga corrida iniciada en marzo-abril de 2018, los economistas preocupados por los problemas del desarrollo comenzaron a pensar en las alternativas de salida para lo que será la peor herencia económica recibida por cualquier gobierno, al menos desde el siglo XX. Una herencia de mega endeudamiento y deterioro social que demandará un lento, pero persistente, proceso de reconstrucción. Prácticamente no existe sector de la economía, pública y privada, que no haya sido gravemente deteriorado, desde la industria a la salud pública, desde el entramado de pymes de todos los sectores al sistema de ciencia y técnica. Los ganadores de la fiesta neoliberal fueron realmente muy pocos. Desde lo estrictamente económico, desde la técnica de la ciencia, no hay nada muy complejo para decidir. En el presente una de cada dos máquinas de la industria están apagadas. La capacidad instalada ociosa se encuentra en niveles récords de desocupación. La buena teoría económica sabe que de las recesiones se sale con demanda. Será necesario poner lentamente plata en el bolsillo de los consumidores para que el parate productivo comience a revertirse. Continuar con el neoliberalismo es simplemente imposible. Por eso, cuando se pensaba en cómo resolver la grave herencia de los devastadores cuatro años de macrismo todos los caminos conducían a la política, no a la economía. Los reflectores se enfocaban juntos en la llamada grieta, que no es otra cosa que el estado de situación de la lucha de clases. Y allí, en la grieta, las fuerzas en pugna eran, son terribles. Pocos gobiernos asumieron el poder con una alianza de clases tan sólida y extensa como el macrismo. Esa alianza incluía, entre otros, al grueso del poder sindical, a las asociaciones empresarias del campo, la industria, la construcción y las finanzas, a la famiglia judicial y la tropa de los servicios de inteligencia, a los medios de comunicación hegemónicos, a la mayoría de los gobernadores, incluidos muchos “peronistas”, y a embajadas varias, entre ellas la estadounidense. En términos gramscianos, el macrismo consolidó un bloque histórico impresionante y si no logró consolidar una nueva hegemonía fue porque falló en la construcción de su base material. La razón fue una sola: su rotunda miopía, dogmatismo e impericia en el manejo de la economía. Cuando se repasa su libro se encuentra que la principal “autocrítica” de CFK fue precisamente sobre la construcción de alianzas durante su segundo gobierno, una falta que atribuyó en parte al haber perdido a quien siempre se había ocupado “de esas cosas”, su compañero Néstor Kirchner. En los últimos meses resultó claro que quien estaba ocupándose de la tarea, la indispensable y benemérita rosca, era el hoy ungido Alberto Fernández. Pero al mismo tiempo también fue claro que a pesar del fracaso económico del macrismo, el bloque histórico anti K se mantenía bastante intacto. El macrismo perdía apoyos por abajo, no por arriba. La estrategia nunca dejó de ser frenar a cualquier precio al impredecible “populismo”. Un detalle sobre el cuadro de situación que quizá no fue suficientemente atendido fue que Jair Bolsonaro, un esperpento, pero también el presidente de Brasil, la principal potencia regional estaba militando fuerte contra la candidatura de CFK. No sólo hubo invocaciones divinas, sino la insistencia de que Argentina, si nuevamente se imponía CFK, estaba destinada a ser “todavía peor” que Venezuela. La actitud de Bolsonaro, que en esto funcionaba como alter ego del Departamento de Estado, adelantaba que las condiciones externas para un eventual gobierno de Cristina serían terribles desde el primer día. Sin reservas, endeudado, con términos del intercambio deteriorados y con la geopolítica en contra. Otro dato duro fue la reacción de la prensa del régimen al tibio intento de frenar la guerra judicial contra la ex presidenta. Hasta llegó a reeditarse un pseudo cacerolazo. A la complejidad de tensiones de este escenario se sumaba que el bloque histórico que motorizó el ascenso del macrismo preparaba una tercera fuerza para intentar entrar al balotaje o, como sucedió con los votantes massistas en 2015, para que esos votos se vuelquen contra CFK en una potencial segunda vuelta. El renunciamiento histórico de Cristina con el que los argentinos iniciaron el sábado desarmó todas estas operaciones y en pocas horas consiguió la mentada unidad del peronismo. Si el primero objetivo fue “desengrietar” y bajar tensiones ya fue ampliamente logrado. En las próximas semanas operará un acelerado realineamiento político. Cristina salió del laberinto por arriba. Perlo la nueva historia recién empieza.

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Nadie le cree

Fuente: Luis Bruschtein | Página/12     Fecha: 18 May 2019 Como en un partido de fútbol de esos de ida y vuelta, la marea informativa que expresa la impresión de la sociedad sobre la Justicia dio una voltereta de 180 grados en 24 horas, primero para acusar a la Corte de peronista y después para lo contrario: denunciarla por ceder a las presiones del Ejecutivo. Entre las dos suman a todo el país. Como consecuencia de la política de Cambiemos de utilizarla en forma abusiva como herramienta de persecución, a esta altura nadie cree en la independencia del Poder Judicial. Es un país sin Justicia. Se hace una denuncia por sobreprecio en la obra pública y el juicio empieza sin que haya ni un solo estudio que confirme esa denuncia. Entonces la Corte accede a una parte de este reclamo de la defensa y pide las actuaciones. El problema es que se trataba del juicio a Cristina Kirchner sobre el que Cambiemos ha puesto gran parte de su expectativa para iniciar la campaña electoral y poder rescatar la alicaída imagen de Mauricio Macri. El pedido de la Corte debería retrasar efectivamente el comienzo del juicio. Y no hubiera sido su responsabilidad sino del juez que estuvo a cargo de la instrucción, en este caso Julián Ercolini. El magistrado ignoró olímpicamente el primer peritaje realizado por dos ingenieros y un contador que concluyeron en que no había sobreprecio ni obras pagadas que no se hubieran realizado. El Gobierno eligió la obra pública para judicializar a su antecesora porque es donde circula más dinero en la gestión. Las empresas de Macri han sido muy favorecidas en las licitaciones más importantes en todo el país y sin embargo la acusación involucra solamente a una empresa que figura a la cola de los contratistas del Estado. El Grupo Macri estaba tercero en esa lista. Pero la orden que le dieron al recién asumido Javier Iguacel en Vialidad Nacional fue usar la obra pública en la provincia de Santa Cruz para enterrar a los Kirchner. Al otro día de asumir, el hombre ordenó la investigación y pidió resultados en 90 días. El macrismo estaba urgido para iniciar las causas contra Cristina Kirchner y arrinconarla o destruirla. Los técnicos explicaron que en 90 días era muy difícil auditar 51 licitaciones, casi todas tramos de las rutas 3 y 40. Pero la urgencia era perentoria porque los juicios contra la ex presidenta tenían que empezar cuanto antes. El resultado de ese peritaje favorable al gobierno anterior pinchó la acusación que debería haber sido el gran show de la corrupción kirchnerista. Entonces el oficialismo empezó a abrir muchos frentes simultáneos para causar el mismo efecto de saturación. Surgieron las causas de Hotesur y Los Sauces, la de enriquecimiento ilícito, el suicidio de Nisman convertido en asesinato, el acuerdo con Irán aprobado por el Congreso y que Irán nunca aceptó, o la de apropiación de bienes del Estado por la posesión de un documento histórico que nunca fue del Estado. Utilizaron todos los recursos para crear una fuerte conmoción mediática con pruebas circunstanciales y sin prueba concreta. Detuvieron a ex funcionarios sin condena en firme, se los mostró a través de los medios en situaciones humillantes cuando fueron apresados. Se extorsionó a supuestos testigos abusando de la ley del arrepentido, se usaron grabaciones ilegales, pero al mismo tiempo inocuas, para crear un clima hostil a los acusados. Destruyeron las casas de algunos de ellos en la búsqueda de escondites que tuvieran los miles de millones de pesos que dijeron que habían sido robados. Llevaron excavadoras para hacer pozos en la Patagonia, buscaron cuentas offshore y denunciaron cuentas inexistentes. No apareció un peso ilegal, ni tesoros enterrados, ni cuentas en el extranjero. Ni siquiera ostentación, ni elementos de lujo o estilos de vida fastuosos. En la causa de Vialidad o de Obras Públicas que provocó este incidente entre la Corte y el TOF 2, no hay peritajes todavía y en los que están en marcha no hay peritos de las partes. Toda la instrucción realizada por Ercolini está construida sobre la base de los testimonios del testigo estrella Leonardo Fariña, y otros como Iguacel, Laura Alonso, Paula Olivetto o aportes del periodista Daniel Santoro. Varios de esos testigos están involucrados con muchas pruebas documentales y testimoniales en la causa que sigue el juez Alejo Ramos Padilla en Dolores contra el fiscal Carlos Stornelli por armar causas con pruebas falsas. PáginaI12 ha publicado una entrevista a la abogada Florencia Guijo que explicó al detalle la forma en que se armó el testimonio de Fariña sobre corrupción en la obra pública. Tuvieron que escribirle la declaración para que la memorice porque no tenía la menor idea del tema. La importancia que tenía el comienzo del juicio oral es que en la primera audiencia los imputados tienen la obligación de estar presentes. Y entre ellos está Cristina Kirchner. Será la foto para empezar la campaña negativa con la que Cambiemos espera interrumpir el ascenso de la ex presidenta en las encuestas. La Nación tituló que el cambio en la decisión de la Corte fue por la presión social. Junto al título publicó una foto de cuatro señoras caceroleando. Al mismo tiempo, el ministro de Justicia, Germán Garavano dio una conferencia de prensa para aclarar que el gobierno no había operado sobre la Corte. El cacerolazo fue patético. No pudieron cortar ni una sola calle. Solamente hubo grupitos de cinco o diez personas en alguna esquina de Recoleta o Barrio Norte. Y la mayoría de los que cacerolearon lo hizo desde sus casas, con la luz apagada, con vergüenza de mostrarse. Las encuestas muestran que la inmensa mayoría está preocupada por la crisis y que estos temas solamente le interesan a un 10 por ciento. No hubo presión social. Hubo una feroz apretada del gobierno y de la corporación de medios oficialistas que convocaron a sus plumas, algunos pseudoizquierdistas, para que escribieran editoriales salvajes contra una justicia que siempre fue más controlada por liberales-conservadores

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John Bolton, la peor pesadilla del mundo

Fuente: Amy Goodman y Denis Moynihan | www.democracynow.org Fecha: 17 May 2019 “Queda poquísimo tiempo, pero un ataque todavía podría resultar”, escribió John Bolton en un artículo de opinión del New York Times del 26 de marzo de 2015, titulado “Para detener la bomba de Irán hay que bombardear Irán”. El presidente Donald Trump adoptó como un pilar de campaña una postura aislacionista y criticó los enredos militares en el extranjero. Ya en 2013, tuiteó: “¿Pueden creer que la guerra de Afganistán sea la ‘guerra más larga’ de nuestra historia? Traigamos a nuestras tropas a casa, vamos a reconstruir Estados Unidos, hagamos que Estados Unidos sea grande de nuevo”. Como presidente, ha repetido esta postura en varias ocasiones. En una conferencia de prensa de abril de 2018 en torno a Siria, Trump declaró: “Quiero salir [de allí]. Quiero traer a nuestras tropas de vuelta a casa. Quiero comenzar a reconstruir nuestra nación. Habremos gastado, sin contar estos últimos tres meses, siete billones de dólares en Medio Oriente en los últimos 17 años. No obtenemos nada de eso, nada en absoluto”. A pesar de su retórica, todos los movimientos de Trump en Medio Oriente parecen ahora dedicados a avivar el conflicto y, potencialmente, desatar una guerra contra Irán. John Bolton está claramente a la vanguardia, con el respaldo del secretario de Estado Mike Pompeo. El diplomático iraní Seyed Hossein Mousavian fue uno de los principales miembros del equipo de negociación iraní en torno al problema nuclear y actualmente se desempeña como investigador en la Universidad de Princeton. Mousavian expresó su preocupación esta semana en una entrevista para Democracy Now!: “Esperaba esta situación después de que el embajador John Bolton fue nombrado asesor de Seguridad Nacional”. Tomando en cuenta además el influyente rol de los principales aliados de Trump en Medio Oriente, Mousavian concluyó: “El equipo de las cuatro B –John Bolton, [el primer ministro israelí] Bibi Netanyahu, [los herederos de Arabia Saudí y Abu Dabi], bin Salman y bin Zayed– ahora tiene un excelente posicionamiento en la Casa Blanca para empujar a Estados Unidos [a]l sueño que han tenido durante largos años: arrastrar a Estados Unidos a una guerra con Irán”. Citando al menos media docena de funcionarios anónimos del gobierno de Trump, el periódico The New York Times informó esta semana que el Pentágono ha presentado planes para enviar 120.000 soldados estadounidenses a la región en respuesta a las amenazas iraníes. Si bien el presidente negó la veracidad de este informe, declaró: “¿Es algo que yo haría? Por supuesto, pero no lo hemos planeado. Ojalá no tengamos que hacer planes para ello. Y si lo llegáramos a hacer, enviaríamos muchísimas más tropas”. La Casa Blanca ha enviado un portaaviones con su grupo de ataque y una flota de bombarderos a la región, según Bolton, con el fin de “enviar un mensaje claro e inequívoco al régimen iraní de que cualquier ataque a los intereses de Estados Unidos… será respondido con una fuerza implacable”. El teniente general del Ejército británico Christopher Ghika, uno de los principales comandantes de la fuerza multinacional desplegada en Irak y Siria, refutó las afirmaciones de Estados Unidos: “No ha habido un aumento en la amenaza proveniente de fuerzas respaldadas por Irán en Irak y Siria”. Pero fue refutado velozmente por un portavoz del Comando Central de Estados Unidos, quien afirmó que un ataque de Irán posiblemente fuera “inminente”. En medio de estas declaraciones contradictorias, Estados Unidos le ordenó al personal diplomático no esencial que evacuara la embajada y el consulado estadounidenses en la “Zona Verde” de Bagdad, a solo 160 kilómetros de la frontera iraní. Mientras los funcionarios estadounidenses han publicado fotos de pequeños barcos iraníes con misiles, varios funcionarios europeos, iraquíes y miembros del Congreso de Estados Unidos sostienen que el despliegue de misiles probablemente sea defensivo. Mientras tanto, Arabia Saudí, reino aliado de Estados Unidos, ha informado que dos petroleros vacíos fueron saboteados cuando regresaban a cargar petróleo con destino a Estados Unidos. Una vez más, no han dicho quién fue responsable. Al dejar a las fuerzas estadounidenses e iraníes tan cerca entre sí, el gobierno de Trump está montando un posible detonante. Cualquier accidente o escaramuza podría servir como pretexto para la escalada militar estadounidense. John Bolton no ha ocultado su deseo de provocar un cambio de régimen en Irán, en Venezuela, en Cuba y más allá. Toca los tambores de la guerra, pero cuando era un joven egresado de la Universidad de Yale en 1970, con un número de reclutamiento que probablemente lo hubiera llevado a Vietnam, rápidamente se unió a la Guardia Nacional de Maryland para evitar ser desplegado. En el anuario del 25º aniversario de su graduación de Yale, escribió: “Confieso que no deseaba morir en un arrozal del sudeste asiático”. Ahora, mientras le susurra al oído a Trump, quien recibió cinco exenciones del servicio militar durante la guerra en Vietnam, una de ellas en la primavera de 1968 por “espolones óseos”, John Bolton, junto al presidente, está dispuesto a enviar 120.000 soldados estadounidenses o más a la guerra. Ahora es el momento para que todos –incluyendo el movimiento contra la guerra en Estados Unidos, miembros del Congreso y sí, los disidentes dentro del propio gobierno de Trump– se unan a otros países del mundo, para manifestarles enérgicamente a los que promueven los conflictos bélicos, pero eluden el frente de batalla: no a la guerra con Irán.

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Fuerte polémica en Israel por el proyecto de ley que permitiría la la inmunidad judicial de Netanyahu

Fuente: Vis a vis Fecha: 13 May 2019  El primer ministro de Israel Benjamín Netanyahu planea promover un proyecto de ley que permitiría al gobierno eludir los fallos de la Corte Suprema de Justicia en asuntos administrativos, informó el lunes el diario Haaretz. De aprobarse, el proyecto de ley podría garantizar la inmunidad de procesamiento del primer ministro al permitir la anulación de cualquier decisión judicial que podría presentarse. La cláusula propuesta permitiría a la Knéset ignorar las decisiones administrativas de la Corte Suprema, y de esa manera, el parlamento podría volver a presentar las leyes que han sido revocadas por el tribunal. Según el informe, el proyecto de ley previsto se incluirá en un anexo legal que se presentará como condición en los acuerdos de coalición y las directrices del gobierno. La nueva medida presuntamente impulsada por el partido gobernante del Likud desmantelaría completamente la supervisión judicial de la Corte Suprema sobre el parlamento y el gabinete. Específicamente, según el informe, el proyecto de ley evitaría que los jueces dictaminen que los esfuerzos para proteger a Netanyahu de una acusación por corrupción, ya sea a través de una legislación o una decisión del gobierno o del Knéset, son inconstitucionales. Un portavoz del Likud dijo en respuesta que “los informes sensacionalistas en los medios tienen como objetivo evitar cualquier intento de restablecer el equilibrio entre el poder legislativo elegido por el pueblo y el poder judicial. El mantenimiento de tribunales independientes y fuertes es un principio que continúa guiando al Likud, pero esto no significa que el tribunal sea omnipotente”. Según Haaretz, el proyecto de ley es impulsado por Yariv Levin, el ministro de Turismo saliente que, al parecer, está compitiendo por el cargo de ministro de Justicia en el nuevo gobierno. El proyecto de ley también está siendo coordinado con el diputado Betzalel Smotrich de la Unión de Partidos de Derecha, de quien se dice que está “activamente involucrado en las discusiones y la redacción”. Smotrich negó los detalles del informe de Haaretz. Sin embargo, tuiteó que la Corte Suprema ha “robado la democracia de Israel y simplemente la devolveremos al pueblo. Eso es todo”. La posibilidad de que Levin o Smotrich pudieran ser elegidos para el puesto ha provocado preocupación en la izquierda y entre los funcionarios judiciales a la luz de sus fuertes críticas contra la Corte Suprema. Los políticos de derecha en Israel han buscado durante mucho tiempo limitar la Corte Suprema, que se encuentra entre las más poderosas en el mundo democrático, y la ministra de Justicia saliente, Ayelet Shaked, ha avanzado varias medidas para cortar sus alas. Los defensores de la corte dicen que en la sociedad fragmentada de Israel, donde la Knéset con frecuencia elude su responsabilidad de proteger el pluralismo religioso, las libertades civiles y los derechos de los palestinos, la corte no tiene más remedio que llenar el vacío moral y legal. Dicen que mantener un poder judicial independiente sirve como contrapeso contra el peligro de una tiranía de la mayoría que pisotea los derechos de quienes no están debidamente representados por el sistema político.

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Comunidad judía: grieta por Catherine Fulop

Fuente: Marcos Teijeiro|Revista Notocias Fecha: 13 de MAY 2019 Catherine Fulop derrapó y comparó el régimen de Nicolás Maduro con Adolf Hitler e incluso llegó a decir que “los judíos eran los más torturadores”. Sus dichos generaron un amplio repudio, pero a la vez dejaron al descubierto una grieta al interior de la comunidad judía en el país. Es que luego de sus declaraciones, la actriz fue convocada por la Delegación de Asociaciones Israelitas Argentinas para acudir a una capacitación a cargo del Centro de Estudios Sociales de la entidad. Sin embargo, para otros sectores de la comunidad, esta medida no es suficiente. “Una charla de dos horas no genera conciencia ni un cambio social y de ningún modo sirve para desmontar un prejuicio”, opinó el ex director de la DAIA Jorge Elbaum, para quien se debería buscar una “sanción ejemplar ya que mucha gente escucha y reproduce lo que dicen los famosos” y por eso es necesario crear una real concientización. “Pretenden cuidar a Fulop aduciendo que dijo eso por ignorante”, sostuvo Elbaum para quien esa ignorancia no es más que un ejemplo de lo que Hannah Arendt definió como la “banalidad del mal”, teoría según la cual algunos individuos actúan dentro de las reglas del sistema al que pertenecen sin reflexionar sobre sus actos. NOTICIAS se comunicó con la DAIA para saber en qué consistían estos encuentros y capacitaciones, sin embargo desde la entidad prefirieron no hablar con este medio. Vale destacar que no es la primera vez que la institución recurre a este tipo de encuentros con celebridades que vociferaron discursos de este tipo. Úrsula Vargués y Esmeralda Mitre ya fueron convocadas a dialogar con las autoridades en su momento luego de que ambas lanzaran consignas ofensivas. En el caso de Mitre, terminó en escándalo cuando ella denunció haber sido acosada y extorsionada por el entonces presidente de la institución, Ariel Cohen Sabban, quien renunció tras la acusación. Justicia. Así, mientras la DAIA dará por cerrado el tema, otros sectores optaron por ir a la justicia. El abogadoJorge Monastersky presentó una denuncia que recayó en el Juzgado Correccional Federal 4 a cargo del juez Ariel Lijo explicando que “hay que tomar en claro lo que ella dijo y el alcance de sus palabras”. Pero además la asociación “Llamamiento Argentino Judío”, presidida por Elbaum, también presentó una denuncia el viernes 10 de mayo aduciendo que los dichos de Fulop endilgan a los judíos “un grave demérito frente a nuestros conciudadanos de otras comuniones y culturas”, según manifiestan. “Es importante que se llegue a la justicia y que haya una condena, por la cual Fulop se deba hacer cargo realmente de sus dichos y que no quede como que fue un simple ‘exabrupto’, sino desmontar esos prejuicios. Una charla de dos horas no basta para eso”, concluyó Elbaum, dejando en evidencia la grieta al interior de la comunidad judía en el país.

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