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Colectividad judía, Comunicados y Declaraciones, Nacionales, Politica

Cuando todos cometen el mismo ¿error?

La decisión del Ministerio de Relaciones Exteriores (MIN.RR.EE) de adherir a la definición de antisemitismo de la Alianza Internacional para el Recuerdo del Holocausto (IHRA) provocó en su momento una serie de declaraciones a favor y en contra de esa adhesión. Ambas partes se apoyaban en una interpretación errónea que en síntesis afirmaba que la definición del IHRA permitiría equiparar al antisionismo y a las críticas al Estado de Israel con el antisemitismo. Los que estaban a favor congratulándose por eso y los que estaban en contra, alertando como si esa posibilidad pudiera ser utilizada para falsas acusaciones de antisemitismo y coartadora de la libertad de expresión pidiendo, en algunos casos, la derogación de la resolución del MIN.RR.EE. ¿Error? Más bien falacia, porque ambas posturas buscaban utilizarla en función de sus intereses políticos en desmedro de la verdad, es fácilmente detectable ya que la palabra sionismo –ideología política que no puede confundirse con una etnia o creencia religiosa-, e Israel no figuran en la definición de la Alianza. Lo anterior acaba de corroborarse en la reciente confrontación surgida entre la Organización Sionista Argentina (OSA) y el Frente de Izquierda y los Trabajadores (FIT), por los fundamentos con que la bancada de este Frente utilizo para justificar el cambio de su voto en la Legislatura porteña. Dicen los legisladores Myriam Bregman, Gabriel Solano y Alejandrina Barry que la definición de la IHRA “…declara que el “antisemitismo es una cierta percepción de los judíos que puede expresarse como el odio a los judíos. Las manifestaciones físicas y retóricas del antisemitismo se dirigen a las personas judías o no judías y/o a sus bienes, a las instituciones de las comunidades judías y a lugares de culto”. Y agregan: “Como se ve, la definición entraña un problema de fondo. Porque por un lado cuestiona el antisemitismo, pero al hablar de ‘instituciones’ deja abierta la posibilidad de que hasta el Estado de Israel pueda quedar integrado en esa definición…”. Absurdo por donde se lo mire. Asimilar un Estado a una institución, es forzar una interpretación cuyo solo objeto es atacar al gobierno nacional. La OSA repudió el contenido del comunicado rectificatorio y entre otras consideraciones expresa: “La normativa que el Ministerio de Relaciones Exteriores y Culto ha instituido con la adopción de la definición de antisemitismo establecida por la IHRA nos brinda una nueva herramienta para llevar ante la justicia a quienes, desde sus palabras, manifiestan odio a los judíos, al sionismo como movimiento de liberación y autodeterminación del pueblo judío, y a Israel como Estado judío”. Falso de toda falsedad. No brinda ninguna nueva herramienta ya que en la justicia la tipificación de los delitos se encuentra taxativamente incorporadas al Código Penal y solamente el Congreso puede hacerlo de acuerdo a la Constitución Nacional. Por otro lado la definición de antisemitismo no menciona en ningún lugar al sionismo ni al Estado de Israel. Así y todo el presidente de la OSA, Sergio Pikholtz, pocos días después insistió, continuando la polémica con uno de los  legisladores, que “…Gabriel Solano sigue sin comprender los alcances de la resolución 114/2020 del Ministerio de Relaciones Exteriores, Comercio Internacional y Culto que equipara antisionismo y antiisraelismo con antisemitismo”. ¿Es un error lo que afirman la OSA al igual otros dirigentes de la DAIA? De ninguna manera. Es deliberado. Están pensando a mediano o largo plazo, confiados que sus presiones y la del gobierno de Israel logren finalmente incorporar las conductas a las que ellos refieren a la Ley Antidiscriminatoria N° 23.592 como ya lo solicitó la DAIA a varios ministros del gobierno Nacional. El Llamamiento Argentino Judío convoca a oponerse firmemente a esa pretensión que lo único que pretende es acallar a las voces críticas de la conducta del gobierno derechista de Israel en momentos en que éste amenaza con la anexión de parte de Cisjordania y el Valle del Jordán en una clara violación del derecho internacional y del derecho del pueblo palestino, al igual que pueblo israelí, a tener sus propios estados soberanos en base a las fronteras del 67 y con las modificaciones territoriales que acuerden de común ambas partes. Marcelo Horenstein – Presidente  Dardo Esterovich – Secretario General 5 de julio de 2020

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Peligrosos y falsos dilemas

Fuente: Carlos Heller | Tiempo Argentino Fecha: 5 de julio de 2020 El sitio web de Naciones Unidas detalla los resultados de la pandemia del Covid-19: “más de diez millones de infecciones y medio millón de muertos”. Allí se llama a reflexionar sobre el progreso que se ha logrado y las lecciones aprendidas, y a comprometerse a hacer todo lo posible para salvar vidas. Según la ONU, “con ideología política y sin hacer caso a la ciencia no se va a vencer al Covid-19”. Una frase que echa por tierra algunas discusiones que se tratan de instalar en Argentina y en el mundo. En este marco, la cuestión de los supuestamente “cuarentenistas” y los “anticuarentenistas” constituye una presentación falsa —y peligrosa— por donde se la mire. El tema es si se deja que la pandemia avance, y con ella los estragos sobre el conjunto de la población, o si se privilegia cuidar la vida de la ciudadanía, en un contexto en el que hay que optar por las soluciones “menos malas”. Son dilemas que se intentan construir también alrededor de otros temas importantes, como es el caso de la deuda. Aquí están los que desean arreglar “como sea”. El gobierno ha dado sobradas muestras de que quiere llegar a un arreglo, sin dejar de lado la idea de la sostenibilidad de la deuda. Dilemas que tratan de correr el eje de lo importante y que intencionadamente no reparan en el hecho de que la pandemia pega más en los sectores más vulnerables, los de menores ingresos. Según UNICEF, en un estudio sobre Argentina, si en el segundo semestre de 2019 la pobreza afectaba al 53% de los/las niños/as, podría escalar al 58,6% hacia fines de 2020. Números que no encuentran adjetivo. En tanto, la OIT acaba de señalar que a nivel mundial se ha destruido en el segundo trimestre del año el equivalente a 400 millones de puestos laborales en todo el mundo y que América Latina perdió 47 millones de puestos de tiempo completo. Según la OIT las medidas que se tomen para remediar el problema moldearán el futuro del mundo del trabajo “más allá de 2030”. Por eso el gobierno ha estado muy presente con diversas medidas y resoluciones y, con buen criterio, también ha comenzado a trabajar en las medidas post pandemia. Por ejemplo, en la semana, la Secretaría de Comercio Interior anunció la prórroga del esquema de precios máximos hasta el 30 de agosto, incluyendo alimentos, bebidas, artículos de higiene y limpieza, que deberán mantener los valores del 6 de marzo último. El plazo podrá ser prorrogado en atención a la evolución de la situación epidemiológica. A su vez, se contempla la posibilidad de establecer nuevos precios máximos, sujetos a las condiciones que dicha subsecretaría establezca, “en aquellos casos en los que se acrediten debidamente variaciones en las estructuras de costos que afecten sustancialmente la situación económica financiera de los sujetos alcanzados por la aludida norma, con posterioridad al día 6 de marzo de 2020”. No deja de ser una resolución valorable. Además, se nutre del espíritu de la Ley 26.991, de Nueva Regulación de las Relaciones de Producción y Consumo, sancionada en 2014, que entre otras cuestiones habilita el acceso de las autoridades a la cadena de costos y valor para comprender la dinámica de la formación de los precios internos. Cuestiones que son válidas más allá de esta crítica coyuntura, y esenciales a la hora de ir avanzando hacia una nueva normalidad. Pensando hacia adelante El gobierno ya se encuentra trabajando en los lineamientos centrales del Presupuesto 2021, que dan el marco para la estrategia pos pandemia. A la recesión de 2020, por ahora imposible de cuantificar, hay que sumarle toda una cantidad de emergencias que ya se heredaban. Las prioridades, según surge del Informe de Avance enviado al Congreso por el ministro Guzmán, “estarán enfocadas en recuperar las fuerzas productivas, luego del impacto de la pandemia Covid-19 y consolidar la construcción de un modelo de desarrollo económico inclusivo y sustentable que logre potenciar las capacidades productivas, la utilización de la mano de obra bajo condiciones de trabajo dignas y con derechos y, así, mejorar la condición de vida de todos y todas los habitantes. Ese desafío requerirá un proceso de transformaciones no sólo respecto al fallido esquema económico del periodo 2016-2019 sino también a lógicas de funcionamiento de la economía argentina que, a pesar de los avances logrados entre 2003 y 2015, se presentan como limitaciones estructurales al desarrollo nacional”. Ejes que son absolutamente coherentes con el mandato otorgado por la ciudadanía en las urnas y que, como dice el texto, en materia productiva, darán especial impulso a las MiPyMEs; canalizarán los excedentes monetarios generados durante la situación extraordinaria de la crisis Covid-19 a la reinversión productiva y al ahorro en moneda nacional. O que irán detrás de un “sistema tributario más progresivo y al servicio de la inversión productiva”. El avance del Presupuesto postula la transformación de cuatro aspectos estructurales de la economía argentina: 1. impulsar un cambio para lograr una estructura productiva distinta, congeniando “la persecución de ganancias individuales por parte del sector privado con la creación de empleo de calidad y la generación genuina de divisas”. 2. “aumentar el empleo y fortalecer la inclusión y generación de oportunidades para las y los argentinos”. 3. Se requiere “una intervención activa y multidimensional por parte del Estado” y 4. “El Estado debe generar las discusiones y los ámbitos institucionales necesarios para lograr un diálogo social plural y democrático”. En una reciente propuesta de la UIA se abona en políticas que coinciden en varios aspectos. El documento sostiene que “para la economía argentina, esta crisis (la originada por la pandemia) agrava los problemas preexistentes. La transición hacia la «nueva normalidad» estará atravesada por el impacto económico de la pandemia y la vulnerabilidad económica que se arrastra de la fase previa”. También propone “una política monetaria que fomente el ahorro en moneda local y busque gradualmente salir de los controles y regulaciones cambiarias; una política cambiaria

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Estatuas rotas

Fuente: Jorge Elbaum | El Cohete a la Luna Fecha: 5 de julio de 2020 En las últimas semanas se escuchó el sonido de estatuas destrozadas y pedestales quebrados. Activistas enemigos de las herencias coloniales ataron cuerdas y cadenas en los cuellos de bronce de épocas despreciables. La irritación de los manifestantes se inició con el asesinato de George Floyd, pero su onda expansiva se desplazó hacia las representaciones de los victimarios de los pueblos originarios, curiosamente coincidentes. El 25 de mayo último, en Minneapolis, se inició una protesta social multitudinaria que cubrió el territorio de los Estados Unidos pero que luego se extendió hacia otras ciudades del mundo. El contexto del  distanciamiento social no impidió que cientos de miles de personas se congregaran para revelar su hartazgo respecto a un sistema que necesita de la discriminación para su autopreservación. Cuando Covid-19  se transformó en una pandemia, muchos analistas se preguntaron sobre sus posibles consecuencias y sobre cuáles serían los actores sociales colectivos que influirían en sus efectos y secuelas. Apenas tres meses después se advierten algunas respuestas. El virus dejó al desnudo diferentes superficies infectadas del engranaje neoliberal, pero la pausa global no logró disimular algunas de sus partes constitutivas, sobre las que fundan la cultura racialista de la modernidad. El supremacismo, más o menos explícito, es una condición de posibilidad del entramado neoliberal. Sus beneficiarios se han postulado históricamente como los promotores de una etapa racional y sensata de la civilización. Para justificar su continuidad como redentores de la humanidad han apelado a la naturalización del sometimiento y a la sacralización de sus ornamentos urbanos, emplazados como adorno pero también como dispositivo de advertencia y disciplinamiento. Las movilizaciones que terminan destruyendo monumentos, que los vandalizan, manchan o que llevan a cabo intervenciones sobre ellos están desafiando la argamasa simbólico-cultural sobre la que se sustenta el orden social. Su malestar se orienta a rechazar tanto su impronta bélica como su persistencia represiva. La primera fase de la movilización social, convocada para repudiar el asesinato de Floyd, consistió en desplegar consignas contra la desvalorización de la vida de los afrodescendientes. La segunda etapa cuestionó las estatuas de los referentes esclavistas ligados a la Guerra de Secesión de mediados del siglo XIX y a sus traficantes de esclavos asociados. El último movimiento de protesta se aglutinó en torno a las representaciones imperiales expresadas por la imagen de Cristóbal Colón. En Boston, una estatua del marino italiano fue decapitada en rechazo al sufrimiento causado a los pueblos originarios. En la ciudad de Bristol, en el Reino Unido, el monumento que recordaba  al esclavista Edward Colston fue arrojado al río Avon. Las manifestaciones que se suceden desde hace más de mes tendrán sin duda consecuencias en la campaña electoral estadounidense, de cara a los comicios de noviembre próximo. Sin embargo, quienes agitan la consiga de Las vidas de los negros importan (Black Lives Matter) no objetan únicamente un presente electoral. Advierten una realidad disimulada y/o escondida: que la población afrodescendiente es la minoría más golpeada por el desempleo, que sufren los más altos índices de encarcelamiento y que es la más castigada por la epidemia de las adicciones. Además, la respuesta al crimen contra Floyd no se agota en el antirracismo. Se amplía hacia otras expresiones recónditas del sometimiento: contra las representaciones de quienes instauraron la comercialización de seres humanos y contra quienes se enriquecieron con la acumulación de riqueza generada por el trabajo esclavo. Superhéroes esclavistas Como contrapartida, los grupos hegemónicos herederos y beneficiarios de la lógica supremacista –hoy devenidos en rentistas de los esquemas financieros– intentan preservar la memoria de sus ancestros, los mercaderes de carne humana, porque de esa rememoración  también depende la continuidad de su identidad legitimada. Son conscientes de que su perdurabilidad como grupo también depende de que se cuestione lo menos posible la impunidad de la dominación, en todas de sus formas. Con ese cometido, para impedir la continuidad de este desorden subversivo, el Presidente Donald Trump ha firmado una orden ejecutiva en la que se prohíbe destruir monumentos, dado que forman parte de los contenidos fundacionales de la sociedad estadounidense. Efectivamente: para que la lógica imperial pueda perpetuar su rol de gendarme planetario –esbozan los indignados defensores de las estatuas– deben preservarse los lazos históricos que vinculan y actualizan el permanente énfasis guerrerista. Gran parte de los monumentos atacados por los manifestantes, advierten las organizaciones de Derechos Humanos, fueron emplazados con posterioridad a la Guerra Civil (1861-1865), con el explícito objetivo de someter culturalmente a la población afrodescendiente, garantizar la continuidad de su segregación y desvalorizar la libertad recientemente obtenida. A mediados de junio la senadora estatal de Virginia Mamie Locke explicó el malestar de la comunidad negra respecto a determinado mobiliario urbano: “Esas estatuas no fueron erigidas para hablar sobre la realidad de la historia. Fueron erigidas para decirme a mí y al resto de los afrodescendientes que ‘sus vidas realmente no me importan’”. La bandera de la Confederación –que funciona como divisa para los grupos supremacistas– sirve para humillar a los descendientes de esclavos con el objetivo de impedirles abandonar la actitud de resignación y subordinación introyectada por los mercaderes. Sus integrantes son homólogos a quienes defienden la portación de armas de guerra para usos civiles. Son parientes también de los que desprecian a los inmigrantes y que resguardan el espíritu militarista que legitima bombardeos e invasiones. Estos defensores del orden consideran que es ignominioso destrozar iconografías urbanas porque suponen una afrenta contra su  identidad. Se resisten a aceptar que muchos transeúntes se ven obligados a observar –como si fuesen altos dignatarios o próceres– a los torturadores y asesinos de sus antepasados. Entre 1870 y 1930 se difundieron por América del Norte y Europa los zoológicos itinerantes humanos. El objetivo, presentado con ánimo antropológico, permitía observar detenidamente a quienes se definía como criaturas diferentes –procedentes de África y otras regiones periféricas–. En 1958, durante la denominada Exposición Universal de Bruselas, se montó el último zoológico de personas en el que se exhibió (para la educación y diversión de

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Atentado a la AMIA: una puesta en escena ante un nuevo aniversario

Fuente: Raúl Kollmann | Página/12 Fecha: 4 de julio de 2020 Los camaristas Mariano Llorens y Martín Irúrzun firmaron una resolución que prorroga la instrucción de la causa. En sintonía con sectores de derecha de los Estados Unidos e Israel, agregan sorprendentes apreciaciones acerca de la posibilidad de juzgar a los iraníes acusados, pese a que nunca fueron indagados.  El próximo 18 de julio se cumplen 26 años del ataque terrorista a la mutual judía. Imagen: Télam La Cámara Federal puso en marcha el tradicional gesto para exhibir algo de acción en la causa AMIA, justito antes del 26º aniversario del atentado. La resolución firmada por Mariano Llorens y Martín Irúrzun tuvo como objetivo prorrogar la instrucción por un semestre, algo que es casi un trámite rutinario. La investigación del atentado está delegada en la Unidad Fiscal AMIA, que antes conducía Alberto Nisman y ahora el fiscal puesto por el macrismo, Sebastián Basso, por lo que ciertos cuestionamientos a la falta de algunas medidas están en realidad dirigidos a esa Unidad y no al juez Rodolfo Canicoba Corral, que no está a cargo de la pesquisa. Hay un dato llamativo: los camaristas les dicen a los instructores, palabras más o menos, que «debe definirse la situación procesal de los imputados para que conduzca a la realización de un debate oral y público». Con cierta lógica, en la Unidad AMIA afirman que en la Argentina sólo se puede enviar a juicio a quien fue indagado, cosa que nunca sucedió con los iraníes sospechados de haber participado del ataque. La otra variante, que es la realización de un juicio en ausencia, no está contemplada en la legislación. El dúo Llorens–Irúrzun parece alinearse internacionalmente con el ala beligerante con Irán, con protagonismo de las derechas de Estados Unidos e Israel, que pretende que se vote una ley de juicio en ausencia que sea retroactiva, o sea, aplicable a hechos anteriores. El objetivo sería la condena a Irán. Llaman también la atención algunos nombres que se mencionan en la resolución. Por ejemplo, dicen que el defensor oficial Hernán Silva representa, entre otros, a Ali Akbar Rafsanjani, fallecido hace tres años. Se piden precisiones sobre el ex embajador de Irán en la Argentina Hadi Soleimanpour, que en su momento ya estuvo detenido en Londres y la Justicia británica consideró que no había elementos suficientes en su contra.  El mayor de los acentos está puesto en Samuel Salman El Reda, que no es iraní sino libanés, como apunta el fallo, y que por lo tanto los camaristas sostienen que debe presionarse a El Líbano para que lo entregue. Incluso se sugiere realizar un planteo en Naciones Unidas. La Unidad AMIA viene rastreando a El Reda desde hace 20 años pero ni siquiera está bien identificado –no se sabe verdaderamente cómo se llama– y mucho menos ubicado. El año pasado, Paraguay entregó un pasaporte libanés, pero El Libano nunca contestó si está o no en ese país. En realidad, lo que se desprende del texto es que la Cámara pretende que se establezca alguna vinculación de El Reda con la Triple Frontera entre Paraguay, Argentina y Brasil, a la que siempre se relacionó con la organización libanesa Hezbollah, aunque nunca se encontró ni un arma ni explosivos, sólo a algunos simpatizantes que apoyan al partido islámico chiita pro–iraní que tiene doce diputados en el parlamento de su país e integra el gobierno actual. En algún momento se habló de la voluntad de la administración Trump de intervenir en esa zona. Más sorprendente es el párrafo de la resolución destinado a la conexión local. Los camaristas le reclaman a la Unidad AMIA que determine todo lo que rodeó a la operación: «Puntualmente quién perdió la vida, si tuvo un eventual arrepentimiento de última hora, si hubo un control de manera de comunicar a un superior la concreción del atentado, la composición del grupo operativo, modo de obtención de la camioneta, de los explosivos». Casi se parece a una pieza de humor, ya que en 26 años justamente no se pudo acreditar nada de lo elemental y ni siquiera hay pistas. La versión de que el suicida se arrepintió en el último minuto y se bajó del vehículo surge de un documento de la CIA norteamericana, pero no tuvo verificación. Lo cierto es que nunca se determinaron cuestiones tan básicas como de dónde salió el amonal del explosivo, dónde se armó la camioneta, si alguien entró al país para el atentado, quién integró el grupo que hizo la inteligencia previa y el ataque final. Ni el juez Juan José Galeano ni después Nisman pudieron averiguar nada. Cuando la ex procuradora Alejandra Gils Carbó armó equipos de tres fiscales, se dieron pasos adelante respecto del suicida, la identificación del fallecido número 85 y la confirmación de que se usó una camioneta como coche–bomba. Esos equipos fueron desarmados por el macrismo y ahora Llorens e Irurzun vuelven a insistir con aspectos elementales del atentado que nunca se pudieron establecer y que parece difícil reconstruir. Eso es lo que le da a la resolución el aspecto de puesta en escena para el aniversario.   

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Hola Susana

Fuente: Ricardo Ragendorfer | Revista Zoom Fecha: 3 de julio de 2020 El arresto del narco Sergio Mario Rodríguez (“Verdura”) ocurrió en marzo. En su indagatoria ante el juez federal de Lomas de Zamora, Federico Villena, no dudó en blanquear el vínculo que tuvo con la AFI. Su reclutador fue el abogado y agente de aquel organismo, Facundo Melo, quien le encargó la colocación de una bomba sin detonador en la vivienda de José Luis Vila, un alto funcionario del Ministerio de Defensa durante la gestión de Oscar Aguad, a quien había que disciplinar. Aquellas confidencias derivaron en un allanamiento al domicilio del letrado. Eso a su vez guió la investigación –ya convertida en una causa sobre tareas de inteligencia de carácter delictivo– hacia otro agente, Leandro Araque, cuyo smartphone almacenaba unos 2.500 archivos de seguimientos ilegales a toda clase de ciudadanos.La ex secretaria de Documentación Presidencial, Susana Martinengo, se enteró de semejante decomiso por una llamada urgente del propio Araque, no sin sentir un ramalazo de pavor. Es posible que entonces le viniera a la mente su primer encuentro con él.Ocurrió durante la tarde del 15 de mayo de 2018 en su despacho de la Casa Rosada (a metros del de Mauricio Macri). El espía llegó acompañado por su colega Miguel Alfonso, un ex efectivo de la Policía Federal que alguna vez estuvo infiltrado en La Cámpora. La visita se prolongó por más de dos horas.Desde ese martes parece haber transcurrido un siglo.Recientemente, al abogado Carlos Beraldi –que patrocina en esta causa a Cristina Fernández de Kirchner en su condición de querellante– se le ocurrió revisar el registro de entradas del edificio en cuestión, constatando que entre esa fecha y el 6 de marzo de 2019, unas 12 reuniones con otros agentes (Melo, Jorge Sáez, Maximiliano Magistello, Federico Scanavino, Hugo Romagnoli, Federico Mastropierro, Noelia Belén y Elba Masino, junto con otras personas de dudosa calaña). En tales ocasiones recibía informes de sumo interés para el “uno”, así como llamaban a Macri.A partir de ese preciso instante, su figura –sin duda uno de los secretos mejor guardado por el antiguo régimen– tuvo una notable relevancia.Con posterioridad, en razón a nuevas pruebas obtenidas por Villena, se supo de otros encuentros con esos espías, tanto en bares y restaurantes como en su propio domicilio. De modo que ahora hay indicios que la ubican en un sitio más trascendente que el de una simple mensajera. Además de impartir directivas y sugerencias, es señalada como hacedora del seguimiento al ex funcionario kirchnerista del Ministerio de Planificación, Roberto Baratta (detenido poco después), de quien era vecina en la localidad de Villa Ballester.Allí, enclaustrada por la cuarentena en su departamento, el devenir de los hechos la fue cercando hasta transformarla en una mancha venenosa. Hubo en el PRO quienes ni siquiera le atendían el teléfono, y hasta el mismísimo Macri dejó trascender que no la conoce. Aquel gesto le habría causado una desazón mayúscula, máxime cuando toda la dirigencia de Juntos por el Cambio, con el ex mandatario a la cabeza, bendijo a su no menos comprometido secretario, Darío Nieto, con un comunicado en defensa de su buen nombre y honor.Un pésimo augurio para la pobre Susana: el 28 de junio fue allanado su domicilio. Y tres días después fue llevada tras las rejas, junto a una veintena de implicados. Desde entonces languidece en un calabozo.En este punto bien vale reconstruir su historia. Amor con betún En 1987 gobernaba Raúl Alfonsín. El 15 de abril debía prestar su declaración indagatoria el mayor Ernesto Barreiro, un jerarca del centro de exterminio La Perla, en Córdoba, durante la última dictadura. Ello derivó en el levantamiento carapintada de Semana Santa. Y también en la recordada frase del presidente radical: “La casa está en orden”.Susana Martinengo tenía entonces 32 años. Seguía los acontecimientos por TV y le causó una grata impresión la imagen de un oficial que secundaba al jefe de la revuelta, Aldo Rico, cuando se exhibía ante las cámaras en la Escuela de Infantería de Campo de Mayo. Era el capitán Juan Jorge Ferreyra.Ese asunto fue la semilla de la Ley de Obediencia Debida, tratada días después en el Congreso, que terminó por desprocesar a más de mil represores y tranquilizó a otros en vías de ser denunciados. Entre ellos, a Ferreyra.Este sujeto de mirada peligrosa y bigote espeso, a quien sus camaradas llamaban “El Mono”, había prestado servicios desde 1976 hasta septiembre de 1979 en el Grupo de Artillería 7, del Chaco. En esa unidad de la VII Brigada de Infantería del Ejército estaba la jefatura del Área 233 (según la cuadrícula territorial que subdividía al país a los efectos del terrorismo de Estado), y bajo su órbita había tres campos de concentración: la Brigada de Investigaciones, la Alcaldía y el que funcionaba en su predio. Allí, además, fueron enterradas de manera clandestina algunas víctimas de la masacre de Margarita Belén. Cabe destacar que Ferreyra era allí oficial de Inteligencia.En 1988, Rico y los suyos estrenaron su propio partido: el Movimiento por la Dignidad y la Independencia (Modin). Ferreyra fue uno de sus cuadros.Hasta allí lo fue a buscar la persistente Susana. Fue un triunfo del amor. Pero aquella aproximación estratégica también le sirvió a ella para asomarse a la política como puntera barrial de dicho espacio.La feliz pareja contrajo enlace poco después.Fue una ceremonia muy emotiva: Rico y el coronel Enrique Venturino arrojaban arroz hacia el altar. El padrino era una promesa de la Gendarmería, el oficial Marcelo Martinengo, hermano de la novia.La pertenencia del matrimonio al partido carapintada se prolongó hasta 1996. Sobre las razones de la ruptura, el ex capitán habló por ambos, alegando “personalismos arcaicos y retrocesos ideológicos”. ¿Una fuerza política como el Modin podría haber tenido más retrocesos ideológicos?Lo cierto es que entonces los caminos políticos de Juan Jorge y Susana se bifurcaron. Él buscó nuevos horizontes en el PJ, con el auspicio de Octavio Frigerio, padre de Rogelio, el aún lejano ministro macrista.Ella, tras una etapa de introspección, fue designada como directora de

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Los ideólogos de Hitler

Fuente: Jorge Majfud | Página/12 Fecha: 2 de julio de 2020 “Si eres rubio, perteneces a la mejor gente de este mundo. Pero todo se terminará contigo. Tus antepasados han cometido el pecado de mezclarse con las razas inferiores del sur. Como resultado, las mejores cualidades de los rubios, pertenecientes a la raza creadora de la mejor cultura, se ha ido corrompiendo, sobre todo aquí, en Estados Unidos”. Así comienza el New York Times su artículo destacado del 22 de octubre de 1916 basado en el nuevo libro de Madison Grant The Passing of the Great Race (El final de la Gran Raza) quien, “en palabras mucho más científicas”, alerta del fin de la raza rubia a manos de los blancos de pelo castaño y, peor, de los de pelo castaño de piel oscura. Según el autor, el problema de los nórdicos era que no disfrutaban del frío y preferían el calor y la calidez soleada del sur, pero sólo podían subsistir en estas regiones tropicales como dueños de las tierras sin tener que trabajarlas. Los habitantes de India hablan la lengua aria pero su sangre ha perdido la calidad del conquistador. El autor, en una de sus conclusiones más moderadas, descubre que la solución está en las prácticas del pasado. “Ninguna conquista puede ser completa si no se extermina a las razas inferiores y los vencedores llevan a sus mujeres con ellos… Por estas razones, los países al sur del cinturón negro de Estados Unidos, y hasta los estados al sur de Mississippi deben ser abandonados, es decir, libres, dejados a la suerte de los negros”. Las ideas de superioridad de la raza blanca para explicar y justificar el imperialismo moderno fueron moneda común durante el siglo XIX en ambos lados del Atlántico, generaciones antes que apareciera la excusa del comunismo. En Estados Unidos, las justificaciones científicas eran necesarias para mantener a su numerosa población negra (primero como esclavos y luego como ciudadanos segregados) en el lugar que supuestamente les correspondía según las reglas del orden, la civilización y el progreso. Ya avanzado el siglo XX, los memorandos y los informes de diferentes políticos, senadores y embajadores continuaron con esa tradición. El jefe para América Latina y eventual embajador, Francis White, durante décadas escribió reportes y dio conferencias a futuros diplomáticos explicando que “con algunas excepciones, los gobiernos de América latina, sobre todo aquellos en los trópicos, poseen muy poca sangre blanca pura y mucha deshonestidad”. Para White, Ecuador era un país retrógrado porque tenía “apenas cinco por ciento de sangre blanca; el resto son indios o mestizos”. Su consejo a los futuros cónsules y embajadores que lo escuchaban en una conferencia en 1922 fue: si les toca un país de indios, sepan que “la estabilidad política está en proporción directa a la cantidad de blancos puros que ese país posea”. Según Grant, y según muchos otros, la raza blanca ha sobrevivido en Canadá, en Argentina y en Australia gracias a que ha exterminado a las razas nativas. Si la raza superior no extermina a la inferior, la inferior vencerá. “Por mucho tiempo, América se ha beneficiado de la inmigración de la raza nórdica, pero lamentablemente, en los últimos tiempos también ha recibido gente de las razas débiles y corruptas del sur de Europa. Estos nuevos inmigrantes ahora hablan el idioma de la raza nórdica, usan la misma ropa, han robado sus nombres y hasta comienzan a aprovecharse de nuestras mujeres, aunque apenas entienden nuestra religión y nuestras ideas. The Passing of the Great Race no se convirtió en un best seller inmediato, pero sí en uno de los clásicos del racismo científico del siglo XX que encontrará eco fácil en las élites económicas y en sus aspirantes pobres de raza blanca. Entre sus ávidos lectores se contarán Theodore Roosevelt y Henry Ford, futuro admirador y colaborador de Adolf Hitler, quien lo recomendará. The Boston Transcript publicará que todas las personas pensantes (es decir, blancas) deberían leerlo. El libro produjo un fuerte impacto en la clase dirigente y ayudó a definir las categorías que los elegidos usaron luego para redactar las leyes de inmigración en Estados Unidos en 1924: arriba se ubica la raza nórdica, más abajo los judíos, españoles, italianos e irlandeses y, aún más abajo, todo el resto de apariencia oscura. Según el autor, “la capacidad intelectual de las razas varía como varían los aspectos físicos de cada una… A los estadounidenses les ha llevado cincuenta años para comprender que hablar inglés, usar buena ropa, asistir a la escuela y a la iglesia no transforma a un negro en un blanco”. El autor no aclara si los racistas procedentes de las razas superiores no son las inevitables excepciones a la regla, ya que es bien sabido que entre los blancos también existen los integrantes con agudo retardo mental que, por obvias razones, no se consideran como tal y son los primeros en adoptar esta teoría de la superioridad por asociación que no requiere méritos individuales. Unos años después, en 1924, del otro lado del Atlántico, un soldado en su celda llamado Adolf Hitler leerá con pasión el libro de Madison Grant y comenzará a escribir Mi lucha. Hitler reconocerá The Passing of the Great Race como su biblia. Cuando Hitler se convierta en el líder de la Alemania nazi, su ministro de propaganda, Joseph Goebbels, leerá con la misma pasión el libro Propaganda, del estadounidense judío, doble sobrino de Sigmund Freud, Edward Bernays. Berneys no inventará las fake news pero las elevará a la categoría de ciencia. Diferente a su tío Freud, probará que estaba en lo cierto cuando, en 1954, por pedido de la CIA, logre hacer creer al mundo que el nuevo presidente de Guatemala no era un demócrata sino un comunista. Como consecuencia de esta manipulación mediática, cientos de miles de muertos alfombrarán los suelos de Guatemala en las siguientes décadas. El soldado Adolf Hitler no tenía ideas radicales. Tampoco era un pensador radical, sino todo lo contrario: sus ideas y su pensamiento eran de uso común en su época, sobre todo del otro lado del

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Denigre a Netanyahu tanto como se merece, pero permanecerá mientras no emerja ningún otro líder

Fuente: Gideon Levy | Haaretz Fecha: 1° de julio de 2020  Desesperación. Y como siempre con desesperación, salen las palabras eternas de David Avidan: «Lo que justifica más que nada la soledad, la gran desesperación … es el simple hecho tajante de que no tenemos otro lugar a donde ir« El Estado de Israel en realidad tiene un lugar a donde ir, pero no tiene a nadie con quien ir, nadie que lo dirija. El hecho simple tajante es que no tenemos a nadie con quien ir. Nadie está posicionado frente a Benjamin Netanyahu. Sin persona y sin idea, sin líder y sin plan. Y eso es lo que justifica sobre todo la gran desesperación. La protesta está justificada, nada está más justificado, al igual que sus motivaciones, sus catalizadores y sus razones. Netanyahu debe irse. Ha llegado su hora. Las personas que agitan la protesta también son buenas personas, llenas de buenas intenciones, pero ¿a quién proponen? ¿Y qué están ofreciendo, además de que se vaya? ¿Quién se para exactamente frente a Netanyahu? ¿Quién se supone que lo reemplazará? Cierra los ojos y piensa en la persona que te gustaría ver en la Oficina del Primer Ministro. ¿Hay tal persona? ¿Puedes darme un nombre, una persona que inspire esperanza? El secreto del poder actual de Netanyahu se deriva principalmente de esto: no hay nadie para oponerse a él. Él tiene algo que ver, pero no puedes echarle toda la culpa. Da fe de algo que es más que solo él. Una protesta con el objetivo de derrocar a un primer ministro es, por supuesto, legítima, y ahora también es vital. Sin embargo, cuando se asaltan las barricadas sin una alternativa ideológica o personal, incluso si no se tienen un líder, la protesta nunca prosperará. Una protesta sin rostro y sin plan es hueca. Ciertamente, intensifica el sentimiento agradable de participación cívica entre los columnistas y los pilotos retirados de la fuerza aérea que ya no bombardean a civiles inocentes en Gaza y Líbano, pero no hay mucho contenido. Tal es la protesta actual, y así terminará en nada, como lo hicieron sus predecesores. No es suficiente negar lo que existe. Nunca ha habido tal vacío, un vacío tan aburrido desde la fundación del estado. David Ben-Gurion tenía una alternativa, tanto dentro de su grupo como fuera de él, al igual que Yitzhak Rabin, Shimon Peres, Ehud Barak, Ariel Sharon, todos ellos. Israel esperó a la próxima generación, lo siguiente. Después de Ben-Gurion, esperaron a Moshe Dayan, Yigal Allon, Peres y Rabin. Después de ellos vino el llamado octeto. También esperaron en Likud lo siguiente después de Menahem Begin, ¿y a quién esperan ahora? Nadie porque no hay nadie. Benny Gantz fue aplastado. Amir Peretz implosionó. Yair Lapid nunca fue tomado en serio. Gideon Sa’ar puede hacer que la gente extrañe a Netanyahu. Entonces, ¿quién está ahí? Pruebe este ejercicio con todos los que se quejan constantemente de la situación, todos aquellos que desprecian a Netanyahu, que son tan numerosos como la arena en la playa, y pregúnteles: ¿A quién proponen? Ehhh… Silencio. Vacilación. Cabeceo. Aclaramiento de la garganta. Vergüenza. Finalmente: «Cualquiera sería mejor que él». No tan seguro. Eso no es una respuesta. El agua que no escurre se estanca. Por lo tanto, Netanyahu puede ser retratado bajo una luz positiva. Gadi Eisenkot se está calentando al margen como la próxima gran esperanza, que decepcionará exactamente como lo hicieron sus antecesores gemelos, Gantz y Gabi Ashkenazi. Aviv Kochavi será la próxima gran y decepcionante esperanza después de él. Cuando la única esperanza proviene de la base del ejército -que también es un tipo de “democracia”- no hay posibilidad de cambio. Los veteranos militares, a excepción de los casos más raros, no entienden la vida civil. Tampoco la democracia es exactamente su escuela, y están encerrados en la sabiduría convencional de la seguridad, la seguridad, en virtud de sus roles. Más allá de ellos, no hay nadie a quien valga la pena mirar con la esperanza de un cambio. Amos Oz describió una vez a Netanyahu como un compresor ruidoso debajo de la ventana. El que reemplazará a Netanyahu silenciará el estruendo de ese compresor, pero eso no es por lo que están protestando. También será una persona sin acusaciones penales, e incluso eso no será suficiente. El día que surja la alternativa, la historia de Netanyahu terminará. Es dudoso que termine antes de eso. Traducción. Dardo Esterovich

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La izquierda brasileña contra Bolsonaro

Fuente: Emir Sader | América Latina en Movimiento Fecha: 1° de julio de 2020 1. Brasil se encontraba en una situación de empate, un equilibrio entre el golpe y el impeachment. Ni Bolsonaro estaba en condiciones de dar el golpe, aunque sistemáticamente hizo amenazas, ni la oposición estaba en condiciones de imponer un impeachment. Bolsonaro estaba siendo cercado legalmente por el proceso de las fake news en contra de un hijo, la de movilizaciones antidemocráticas por el llamado gabinete del odio instalado en el mismo palacio presidencial y su propio proceso de anulación de las elecciones. Él moderó el lenguaje, buscando reanudar los lazos con el STF. La oposición, a su vez, perdió apoyos para el impeachment. Se instaló una especie de empate catastrófico, mientras el país sigue desmoronándose, tanto en términos de la crisis de la salud pública, como de las crisis económica y social. 2. El gobierno comenzó a sostenerse, con la partida de Moro y el tema de la lucha contra la corrupción, sobre el trípode: empresarios, militares y Centrao. El mantenimiento de Paulo Guedes garantiza el apoyo de la comunidad empresarial. El apoyo de los militares, con su incremento en el gobierno (hay más de 3.000) y la entrega del Ministerio de Salud. Y la alianza con Centrao, para tratar de evitar la destitución en el Congreso. 3. El arresto de Queiroz cambia el panorama político, con proyecciones incalculables. Debido al papel central que desempeñó en las finanzas de la pandilla y otras actividades, sus declaraciones y las de su esposa pueden revelar mecanismos de funcionamiento del núcleo familiar del poder que lo sacude públicamente. Bolsonaro se encogió, sus hijos también, en anticipación de las revelaciones. En el caso del ex abogado, Wassef, también hay una fuente de revelaciones incontrolables. Y necesito saber cuánto estas revelaciones sacuden el soporte de ese trípode. Centrao es el apoyo más incierto, aunque ya ha recibido grandes cargos en el gobierno, pero tiene menos cohesión interna. El único síntoma nuevo en los negocios es la aparición de una oposición en Fiesp. Los militares, que fueron marginados políticamente y se sintieron desmoralizados por la Comisión de la Verdad y encontraron a Bolsonaro para reclamar todas sus acciones: golpes de estado, tortura, torturadores, etc. Ingresó al gobierno debido a la falta de personal del gobierno de Bolsonaro, y su partido se vino abajo. Su ingreso al Ministerio de Salud es muy arriesgado, porque desempeña su papel como supuestamente buen gerente. No hubo deserción, excepto por parte del personal militar que Bolsonaro retiró del gobierno, debido a peleas ocasionales, que ahora hacen declaraciones críticas a Bolsonaro. Pero la situación ya está abierta. 4. Reaparece la especulación sobre el reemplazo de Bolsonaro por el vicepresidente Hamilton Mourao, pero es una operación muy arriesgada. La situación de Bolsonaro y sus hijos es tan frágil que saben que, si él deja el gobierno, todos corren el riesgo de ser arrestados y condenados. (Bolsonaro se da cuenta de que incluso Temer, que hizo todo lo que la derecha quería, en algún momento fue arrestado). Pero sería la mejor solución para la derecha (empresarios, medios de comunicación, poder judicial). El proceso de anulación de la lista elegida en 2018 está en marcha en el Poder Judicial,  que aparentemente tendría pocas posibilidades de prosperar.  Pero da la impresión de que la derecha no tiene un liderazgo centralizado, como lo hizo en las campañas electorales contra el PT, con el bloque de los principales propietarios de los medios funcionando como una especie de liderazgo de partido de la derecha. Hay un núcleo empresarial, militar y de partidos que sostiene a Bolsonaro. Los medios de comunicación se oponen francamente a él, pero no a su política económica. El STF encontró un espacio para sí mismo, poniendo límites a las más grandes arbitrariedades de Bolsonaro y apareciendo como si fuera el defensor del estado de derecho y la misma democracia  (después de haber sido fundamental en la ruptura de la democracia y en la victoria de Bolsonaro). La capacidad de gobernar Bolsonaro está restringida, con un gran número de iniciativas bloqueadas. Pero nada que obstaculice el funcionamiento de la política económica de Paulo Guedes. Tampoco la distribución de posiciones a los militares y al Centrao. 5. El principal problema para la izquierda es que las contradicciones en el campo de la derecha ocupan el centro de la política nacional, dejando a la izquierda como protagonista secundaria, presionada para tomar una posición entre los polos de la derecha. Por supuesto, su horizonte es Fuera Bolsonaro, pero hay sectores de la derecha que también se apoyan al impeachment. La izquierda se diferencia porque está en contra también de la política neoliberal y, además del Fuera Bolsonaro, también fuera el vice Mourao y Paulo Guedes. Pero el objetivo inmediato es sacar a Bolsonaro, porque él es responsable de las tres crisis que sufre el país: salud pública, económica y social y política. Con él,  Brasil no puede hacer nada y las personas sufren mucho más por el virus, la recesión y el desempleo. 6. El mayor obstáculo para el Fuera Bolsonaro es que no paga el precio ni de la pandemia ni de la recesión. Su discurso culpa a otros, como siempre lo hace. Su cansancio, debido a la investigación, se debe a las crisis políticas que genera, luchando con todos, por las acciones de sus hijos, por la falta de tranquilidad para el país, cansado de los conflictos. Para crear un clima nacional de no más a Bolsonaro, es necesario hacer que parezca culpable de la muerte de cada brasileño por minuto todos los días, de la depresión económica y la precariedad del trabajo, que ya llega a la mitad de la población brasileña. Los otros obstáculos – falta de 2/3 en el Congreso, obstáculos legales y otros – pueden superarse, si se puede crear un clima nacional contra Bolsonaro, hacerlo culpable, frente a la gran mayoría de la población, por los males que vive Brasil , para el peor momento que ha vivido el país.

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