Venezuela: indicios de una nueva trama golpista con el Estado de Israel de fondo
Juan Guaidó y Benjamín Netanyahu, primer ministro de Israel. Foto: Archivo Fuente: Misión Verdad Fecha: 13 de agosto de 2020 La desorientación estratégica de Washington y su red clientelar de dirigentes políticos en Venezuela están generando reacomodos en el tablero de la guerra. Las afirmaciones del senador demócrata Chris Murphy que reventaron las redes sociales hace pocas semanas, resumen el espíritu general del momento: Washington se encuentra en un callejón sin salida y la fórmula del golpe marca Eliott Abrams está agotada. En una audiencia en el Senado de EEUU sobre Venezuela, Murphy cuestionó a Abrams públicamente por el fracaso de las todas las operaciones golpistas impulsadas por Washington desde enero de 2019 hasta la actualidad. Los efectos generados en la opinión pública por las afirmaciones del senador ampliaron el mal sabor de boca, dejando al alto mando del cambio de régimen en la Casa Blanca en una posición muy comprometida. La aparición de estas tensiones en la esfera pública dibujan un quiebre de consensos luego del fracaso de Operación Gedeón del 3 de mayo. La incursión armada por la costa central del país no sólo quemó la imagen de Guaidó y expuso a EEUU a un catastrófico fracaso. En realidad su efecto va mucho más allá del daño reputacional. En la operación estaban comprometidos activos de todo tipo, desde la DEA, el narcotráfico colombiano de La Guajira y una laberíntica red de contactos políticos que unió a Jordan Goudreau (jefe de la firma de mercenarios Silvercorp), con Donald Trump y Juan Guaidó en un objetivo común. El desmantelamiento (siempre parcial tratándose de un narcoestado como Colombia) de la capacidad logística invertida en Gedeón ha obligado la solicitud, cada vez más visible, de apoyo frontal de otros factores de poder del cambio de régimen. El tiempo corre en contra en ambos lados del atlántico y ello ha requerido compensar el repliegue táctico de Washington en medio de pelea electoral interna y también reconstruir la posición amenazante del antichavismo que orbita en torno a Guaidó, luego de declarar oficialmente que no participarán en las parlamentarias. La velocidad de determinados eventos en días recientes refleja el intento de insertar al Estado de Israel como actor de primer orden, y de una manera visible, en una nueva trama golpista contra Venezuela. Elliott Abrams ha afirmado que EEUU “está trabajado para sacar a Maduro antes de que culmine el año”, y acto seguido le han dado como nueva tarea el escalamiento del conflicto con Irán, reforzando en términos generales la línea dura neocon de homologar la guerra contra Venezuela y la República Islámica en un solo atributo común: la desacreditada lucha contra los estados “promotores del terrorismo”. La influencia de Israel en la configuración de la política exterior de la Administración Trump hacia América Latina es notable, y ello ha quedado demostrado en una red de actores que se extiende desde John Bolton, Mike Pompeo, hasta Mike Pence, Elliott Abrams y Luis Almagro, quienes cabalgan la línea discursiva de posicionar la “influencia maligna de Irán y el partido libanés Hezbolá” como la “amenaza” más urgente que debe ser atendida a escala hemisférica, con Venezuela en el centro. Lejos de ser una narrativa marcada únicamente por la propaganda, este discurso ha sido eficazmente integrado a las prioridades militares del Comando Sur y, en general, a las motivaciones geopolíticas de Washington. Sin lugar a dudas, el estrechamiento de las relaciones bilaterales entre Venezuela y la República Islámica a raíz de un poderoso envío de tanqueros para surtir de gasolina al país caribeño recientemente, ha sido aprovechado por la constelación de políticos clientes de Israel para potenciar la narrativa anti iraní. Es una ventana de oportunidad que busca ser explotada por los inutilizados políticos del antichavismo local, desorientados y en medio de una relación maltratada con Washington luego del fracaso de la Operación Gedeón. ¿Buscan que Israel interceda por ellos en el núcleo del poder estadounidense o buscan apoyo para algún acto de fuerza bruta, o es, quizás, una combinación de ambas? El pasado 23 de julio el minoritario partido de María Corina Machado, Vente Venezuela, firmó un acuerdo de cooperación (en materia, dicen ellos, de seguridad y geopolítica) con el partido Likud del actual primer ministro de Israel Benjamín Netanyahu. La iniciativa escaló un poco más allá y días después diputados opositores formaron un grupo de apoyo a Israel y su inclusión en una fundación interparlamentaria. “Estamos muy contentos de formar parte de este nuevo grupo pro-Israel en la Asamblea Nacional. Estamos entusiasmados de trabajar con la Fundación Aliados de Israel en esta honorable tarea de acercar a Israel y Venezuela”, afirmó el diputado Lawrence Castro de Voluntad Popular. El medio El Nacional contextualiza la creación de este grupo de apoyo indicando que “El día mates 28 de Julio se realizó en Jerusalén un acto con representantes de los parlamentos miembros de la Fundación Aliados de Israel. Hubo intervenciones del vicepresidente de los Estados Unidos, Mike Pence, del secretario de Estado de los Estados Unidos, Mike Pompeo, y del primer ministro de Israel Benjamín Netanyahu. Se destacó la incorporación del Grupo Parlamentario Venezolano de Aliados por Israel a la red internacional y se incorporó la bandera de Venezuela en el panel (…) El presidente de la Fundación Aliados de Israel, Josh Reinstein, se refirió extensamente sobre el respaldo al presidente interino Juan Guaidó y destacó la importancia de Venezuela”. En los primeros meses de la aventura golpista, Guaidó nombró un emisario para Israel, el rabino sionista Pynchas Brener, en un intento fallido (e ilegal) de restaurar las relaciones diplomáticas rotas oficialmente desde el año 2009. Brener fue aceptado en agosto de 2019 como “embajador” y en enero de 2019, al unísono con EEUU, el gobierno de Netanyahu apoyó la autoproclamación de Guaidó. Pero la distancia entre ese nombramiento fake y los acontecimientos de la última semana muestra una aceleración inusual en términos de construir relaciones más cercanas, tejer lazos pseudoinstitucionales, lanzar incentivos y producir acuerdos investidos de “estratégicos”. Como proclama acompañante de la incorporación de los diputados antichavistas a la Fundación Aliados de