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Nunca más es nunca más

El 10 de diciembre de 2019, asumió un nuevo gobierno de signo opuesto al que fue derrotado en el proceso electoral, caracterizado fundamentalmente por los propósitos de recuperar en el terreno económico social las políticas inclusivas en la distribución de la riqueza, para mejorar las condiciones de vida de los sectores más vulnerables de la comunidad y los segmentos medios que se vieron afectados por las orientaciones neoliberales que entre 2015 y 2019, determinaron la pérdida de muchas conquistas logradas en la década anterior. A los pocos meses de iniciar su gestión, tuvo que concentrar sus esfuerzos en un campo muy limitado y aceptar el condicionamiento de sus metas por efectos de la pandemia planetaria que asola también a nuestro país. Lo viene resolviendo con los mejores resultados que pueden alcanzarse compatibilizando los resguardos sanitarios con la protección de la economía. En medio de eso fue creciendo por parte de la oposición, respaldada por núcleos corporativos y privilegiados de la escala social, sumados a los principales medios de comunicación audiovisual especialmente, una campaña destinada a impedirle gobernar, cuestionar su legitimidad, obstaculizar el funcionamiento de los órganos legislativos y erosionar su capacidad de conducción con un despliegue que en los últimos días ha adquirido rasgos destituyentes. Culminación de esta campaña es el conflicto que se mantiene en estas horas con el personal policial de la Provincia de Buenos Aires, que trasciende los contornos de un reclamo gremial alineándose en los marcos generales descriptos precedentemente, cuales son los de deslegitimar la gestión del gobierno.  Frente a procesos que en los últimos años determinaron la caída con comportamientos golpistas de gobiernos de parecidas corrientes en las hermanas repúblicas de Brasil, Bolivia y Ecuador, sobran motivos como para alarmarse seriamente ante estos fenómenos.  Por todo eso es que desde el LLAMAMIENTO ARGENTINO JUDÍO, convocamos a todas las fuerzas democráticas y progresistas a manifestarse, con las limitaciones de las particulares condiciones de la pandemia, con toda la fuerza que puede derivar del respaldo popular de las grandes mayorías, a defender al gobierno electo y denunciar todas las conductas ilegales, prepotentes, autoritarias y violentas con las que se lo está agrediendo.  Buenos Aires, 9 de setiembre de 2020 Marcelo Horestein, Presidente Dardo Esterovich, secretario

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Los amigos de Israel en la Convención Nacional Republicana: Los “sionistas cristianos” dictan la agenda del Partido Republicano

Fuente:  |  Fecha:  de septiembre de 2020 Recomiendo:5 Los amigos de Israel en la Convención Nacional Republicana Los “sionistas cristianos” dictan la agenda del Partido Republicano Fuente: Ramzy Baroud | Rebelión Fecha: 7 de septiembre de 2020 Traducido del inglés para Rebelión por Beatriz Morales Bastos Foto: El Secretario de Estado estadounidense Mike Pompeo se dirige a la Convención Nacional Republicana desde Jerusalén (Captura de vídeo) Resulta difícil (e inútil) discutir cuál es presidente estadounidense que históricamente ha estado más a favor de Israel. Aunque el presidente Barak Obama, por ejemplo, prometió más dinero a Israel que cualquier otro gobierno estadounidense en la historia, Donald Trump ha proporcionado a Israel un cheque en blanco de concesiones políticas al parecer interminables. Es indudable que el respaldo incondicional y el amor declarado a Israel es común a todos los gobiernos estadounidenses. Sin embargo, en lo que pueden diferir es en el objetivo general, sobre todo en la audiencia a la que se dirigen en periodo electoral. Tanto los republicanos como los demócratas se encaminan a las elecciones de noviembre con un fuerte sentimiento a favor de Israel y un apoyo incondicional, e ignoran completamente la difícil situación del pueblo palestino ocupado y oprimido. Para conseguir el apoyo del electorado proisraelí, pero especialmente el favor del lobby israelí en Washington DC el candidato a la presidencia demócrata Joe Biden y su compañera en la candidatura Kamala Harris se han desviado aún más de los pobres criterios que estableció el gobierno demócrata de Obama. A pesar de su generoso apoyo financiero a Israel y de su total respaldo político, especialmente durante las guerra de Israel contra la Franja de Gaza, Obama se atrevió, a veces, a censurar a Israel por la expansión de sus ilegales colonias judías. La candidatura Biden-Harris, en cambio, ofrece a Israel un apoyo incondicional. “Joe Biden lo ha dejado claro, no vinculará la asistencia de seguridad de Estados Unidos a Israel a las decisiones políticas que tome Israel, y yo no podría estar más de acuerdo”, afirmó Harris en una llamada telefónica el 26 de agosto. Llamaba a lo que el diario israelí Haaretz denominó “partidarios judíos”. The Jerusalem Post y Times of Israel denominaron a este electorado fundamental “donantes judíos”. Las referencias anteriores bastan para definir la naturaleza del apoyo a Israel por parte de la actual cúpula del Partido Demócrata. Aunque en los últimos años el punto de vista de las bases del partido ha cambiado significativamente en contra de Israel, la cúpula demócrata continúa satisfaciendo al lobby israelí y a sus ricos partidarios, aunque eso signifique adaptar la política exterior estadounidense en toda la zona de Oriente Próximo para servir a los intereses israelíes. En el caso de los republicanos, en cambio, es distinto. La cúpula del partido y sus bases están unidas en su amor y apoyo a Israel. Aunque el lobby israelí desempeña un papel importante a la hora de aprovechar y canalizar este apoyo, complacer a los miembros del lobby pro-Israel de Washington DC no motiva totalmente a los republicanos. Los discursos de los dirigentes republicanos durante la Convención Nacional Republicana (RNC, por sus siglas en inglés) celebrada en Charlotte, Carolina del Norte, entre el 24 y el 27 de agosto, tenían por objetivo tranquilizar a los evangélicos cristianos (a los que a menudo se denomina “sionistas cristianos”, que son el electorado proisraelí más poderoso de Estados Unidos). La antaño relativamente marginal influencia de los sionistas cristianos a la hora de configurar directamente la política exterior estadounidense ha ido cambiando con los años (sobre todo durante la presidencia de Trump) hasta definir los valores fundamentales del Partido Republicano. “En pocas palabras, es una política exterior apocalíptica”, tweeteó el comentarista israelí Gershom Gorenberg el 24 de agosto. Lo que dentro de la mentalidad republicana significa “Israel no es un país real sino un país de fantasía, telón de fondo del mito cristiano”. Los comentarios de Gorenberg se tweetearon horas después del polémico discurso del secretario de Estado estadounidense Mike Pompeo, el diplomático de más alto rango de Estados Unidos, que pronunció sus breves palabras desde “la hermosa Jerusalén, con vistas a la Ciudad Vieja”. La ubicación, y la referencia a ella, eran mensajes claros acerca de la importancia religiosa de Israel en la política exterior estadounidense y la audiencia indudable a la que iban dirigidas las palabras. Trump fue aun más obvio en un discurso pronunciado el 17 de agosto en Oshkosh, Wisconsin. “Trasladamos la capital de Israel a Jerusalén” anunció Trump a una multitud que aplaudía, “de modo que los evangélicos (¿saben?, es algo sorprendente) están más entusiasmados con ello que los judíos…Es realmente increíble”. No es de extrañar que el 22 % de las personas residentes en Wisconsin se identifique como “protestantes evangélicos”. No era la primera vez que Trump ridiculizaba a las personas judías estadounidenses por no apoyarlo tanto como a sus rivales demócratas. Hace un año Trump calificó a los demócratas judíos de “desleales” a Israel. “Creo que cualquier persona judía que vote a los demócratas demuestra una falta total conocimiento o una enorme deslealtad”, afirmó en agosto de 2019. No era una simple muestra de la típica falta de sensibilidad política de Trump, sino el reconocimiento de que el verdadero premio republicano en las próximas elecciones no es el voto judío sino el de los sionistas cristianos. En su discurso en la RNC el 27 de agosto Trump contó a esa misma audiencia sus logros proisraelíes, incluido el traslado de la embajada desde Tel Aviv a Jerusalén en mayo de 2018. “A diferencia de muchos presidentes anteriores a mí, mantuve mi promesa, reconocí la verdadera capital de Israel y trasladé nuestra embajada a Jerusalén”, proclamó Trump. El traslado de la embajada, que siempre es una buena oportunidad para repetir la palabra “Jerusalén” ante una multitud exultante, fueron las palabras de moda en la RNC, que repitieron todos los principales dirigentes republicanos, incluida la exembajadora estadounidense ante la ONU, Nikki Haley. “El presidente Trump trasladó nuestra embajada a Jerusalén y cuando la ONU trató de condenarnos, me sentí orgullosa de emitir el veto estadounidense”, afirmó orgullosamente Haley, lo que provocó una ovación de aprobación. En todas las referencias a Israel que hicieron los dirigentes republicanos

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Avanza el Aporte Solidario

Fuente: Carlos Heller| Tiempo Argentino Fecha: 27 de septiembre de 2020 El viernes se aprobó en la Comisión de Presupuesto y Hacienda de la Cámara de Diputados el dictamen del proyecto de Ley de “Aporte Solidario y Extraordinario para ayudar a morigerar los efectos de la pandemia”. Se trata de una herramienta que cuenta con fuerte respaldo de la población y de gran parte del arco político, y con la que se espera recaudar algo más del 1% del PIB, recursos importantes para mitigar las consecuencias del Covid-19. El aporte no deja de ser un esfuerzo, aunque en nada cambiará el nivel de vida de quienes deban realizarlo, que son todas aquellas personas con un patrimonio declarado igual o superior a los 200 millones de pesos. No obstante, se llegó a decir que “están estigmatizando a esos que llaman ricos, que no son los ricos” y que “200 millones de pesos es tener un poco más de patrimonio que el promedio. No estamos hablando de grandes fortunas”. Cuesta creer que alguien que posea bienes declarados por el equivalente a unos 2,5 millones de dólares sea el ciudadano “promedio”. Basta conjugar este dato con la realidad de quienes engrosan el 13,1% de la tasa de desocupación o el 9,6% de la de subocupación, según los últimos datos del INDEC, para el segundo trimestre. También se habló de que se castiga a quien tiene un galpón y maquinarias compradas “en Europa”, cuando el proyecto es claro respecto de que la contribución es para personas humanas, no para empresas. Con el aporte solo se pide que las personas más ricas ayuden a alivianar una situación de emergencia, como es la derivada de la actual pandemia. El rechazo pareciera obedecer no tanto al monto que deberán pagar, sino a la intención de que no se instale precedente. Pero no hay país viable, económica y socialmente, si se deja de lado la idea de la solidaridad entre sus habitantes. Para responder a muchos de los planteos resulta útil el informe que elaboró la AFIP a pedido de los diputados de la Comisión de Presupuesto. Según el organismo recaudador, el universo potencial de aportantes calculado es de 9.298 personas, compuesto por 7.438 que ya realizaron la declaración jurada del periodo 2019 y otros 1.860 contribuyentes que, aunque todavía no lo hicieron, debieran estar alcanzados. Es apenas el 0,02% de la población del país. Un dato interesante: del total de personas alcanzadas que presentaron su declaración hay 253 que son las más ricas y poseen patrimonios valuados en más de 3 mil millones de pesos. Bien lejos del ciudadano típico, y más todavía si se considera que el promedio de riqueza declarada en este segmento supera los 15 mil millones de pesos. Este grupo de personas contribuirá con casi la mitad de lo que se espera recaudar, siguiendo el espíritu de la progresividad. En cambio, las 2.774 personas que integran la primera escala, con una riqueza de entre 200 millones y 300 millones de pesos, representan alrededor del 5,5% del aporte total que se alcanzaría. Los datos de la AFIP también son contundentes a la hora de dimensionar los problemas de desigualdad y concentración de la riqueza que tanto nos afectan: las personas alcanzadas equivalen al 0,8% de los contribuyentes que declararon sus patrimonios de 2019, pero poseen el 49,2% de todos los bienes de los argentinos en el país y en el exterior. También se entregó información importante para reflexionar sobre cuestiones relativas al mercado de cambios, ya que los 9.298 contribuyentes potencialmente alcanzados poseen un 42% del total de su riqueza en activos y bienes “dolarizados”. Y la mayor parte de dichos patrimonios, el 92% del total, son activos y bienes declarados en el exterior. Es un dato a tener en cuenta a la hora de pensar en cuáles son los sectores que podrían estar interesados en presionar por una devaluación del tipo de cambio. Sirve para valorar todavía más el accionar del Estado, regulando la evolución del mercado de cambios, en un contexto de fuertes presiones especulativas. Lo que se busca es cuidar las reservas internacionales y evitar una suba del dólar que, por su impacto en la inflación, terminaría afectando al grueso de la población. Es en parte lo que acaba de afirmar el ministro de Economía, Martín Guzmán, quien señaló que las últimas medidas cambiarias “no son simpáticas” pero se priorizaron frente a la posibilidad de que se verifique una devaluación. A su vez, también hizo referencia al límite para las empresas con vencimientos mensuales por endeudamientos financieros que superen el millón de dólares, que sólo podrán acceder al mercado cambiario por el 40% de los vencimientos, mientras que el resto deberán refinanciarlo, o usar divisas propias. En el actual contexto no es posible que las empresas puedan acceder a comprar todos los dólares que desean. Según Guzmán, “el problema es que si todos hacen lo mismo no se puede: el país se queda sin reservas y termina habiendo un salto cambiario mayor”. Queda claro que no hay ningún espacio para que el Estado deje que las principales decisiones queden en manos de los mercados. Observar el contexto global Disparadas por los efectos de la pandemia, que incluso incrementó fuertemente la concentración de las mayores riquezas, hay ideas que siguen ganando terreno en el debate y la política global. En cuanto a la región, por ejemplo, Oxfam señaló tiempo atrás que “Latinoamérica, la región más desigual a nivel mundial y una de las más golpeadas hoy por la pandemia, experimentó durante los últimos cuatro meses un significativo ensanchamiento de la brecha entre los más ricos y el resto de la población (…). En promedio, la región vio surgir un nuevo «milmillonario» cada dos semanas”. Por eso recomienda reformas fiscales de urgencia. Entre ellas, un impuesto a los resultados extraordinarios que han obtenido algunas de las grandes corporaciones durante la pandemia. Estas propuestas también figuran en una publicación especial sobre políticas fiscales del FMI, donde se llega a hablar de una “sobretasa solidaria” para dar

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Lawfare: cómo se montó la extorsión contra la novia de Nisman

Fuente:  Ricardo Ragedorfer| Tiempo Argentino Fecha: 30 de agosto de 2020 El vía crucis de la modelo Florencia Cocucci, cuyo pecado fue haber tenido una relación con el fallecido fiscal. El escritor alemán Heinrich Böll, en su novela El honor perdido de Katharina Blum (1974), puso al descubierto la dinámica difamatoria de la prensa amarilla al mostrar cómo, en alianza con los servicios de inteligencia y algún juez, puede pulverizar la reputación de una persona. Su personaje principal es una mujer común e intrascendente que pasa una noche con un individuo, sin saber que es un prófugo del grupo guerrillero Baader-Meinhof. Ese simple dato, en manos de un reportero que manipula la verdadera raíz de los hechos, termina por hacer añicos su vida privada. Tanto es así que el fugitivo pasa a un segundo plano y entonces es ella quien copa la escena por esa simple circunstancia. Así funciona la criminología mediática.    A veces la realidad imita a la literatura. Un ejemplo: el vía crucis de la modelo Florencia Cocucci, cuyo pecado fue haber tenido una relación con el fallecido fiscal Alberto Nisman. Esta historia integra la pesquisa efectuada actualmente por la Comisión Bicameral de Inteligencia sobre 30 “precausas” tramitadas por la AFI macrista entre 2016 y 2019, sin otro propósito que hacer espionaje ilegal. Cabe decir que ese término alude a un recurso de legitimidad dudosa–y, en teoría, solo aplicado a hechos muy excepcionales–, que permite poner bajo investigación a una persona sin tener un delito concreto que probar. “Salir de pesca”, así como se dice en la jerga tribunalicia. Un gran número de magistrados federales solía aceptar con sumo beneplácito la invitación a semejantes excursiones, pero con el compromiso de destruir los registros obtenidos–audios e imágenes– tras un plazo razonable, en el caso de no haberse encontrado ninguna trapisonda. Una obligación de incumplimiento recurrente. A simple vista, la dinámica del asunto era de manual: los agentes de la AFI grababan al prójimo, los medios afines difundían sus dichos, y los fiscales los llevaban a indagatoria. Tal circuito se cumplía a rajatabla. El caso más paradigmático en la materia fue la pinchadura al teléfono del ex jefe de la AFI kirchnerista y actual senador, Oscar Parrilli. La excusa: averiguar si se había llevado documentación del organismo. El objetivo real: registrar sus diálogos con CFK. La jueza federal María Servini de Cubría se prestó muy gustosa a la maniobra, al igual que los jerarcas judiciales a cargo del área encargada de interceptar comunicaciones: Martín Irurzun, Javier Leal de Ibarra y Juan Rodríguez Ponte. Las charlas en cuestión comenzaron a ser televisadas en enero de 2017 por todos los programas amigos del gobierno, sin excepción. Y sus editorialistas, casi a coro, enumeraban un cúmulo de actos inmorales y graves delitos por parte de la ex presidenta: desde pronunciar malas palabras hasta urdir una conspiración contra el célebre espía Horacio Stiuso, además de presionar a jueces del fuero federal e incurrir en el tráfico de influencias. Lo cierto es que aquel material tuvo una excelente acogida por parte del público Lo de la modelo Cocucci recién ahora salta a la luz en toda su magnitud. Bien vale reparar en su operatoria. Comenzaba agosto de 2016. La causa por la muerte de Nisman, después de serle arrebatada a la fiscal ordinaria Viviana Fein, ya estaba bajo la órbita del juez federal Julián Ercolini. Una garantía para satisfacer un preciado deseo de Mauricio Macri: demostrar que el suicida había sido asesinado. Con tal fin hubo que presionar a esa mujer de 25 años para que su testimonio favoreciera aquella impostura. La solicitud de la AFI al juez federal Sebastián Ramos para iniciar esa precausa no tuvo desperdicios. Y se refería a la planificación de “un atentado terrorista a ejecutarse en España y Francia” por un grupo “Yihadista (sic) que estaría integrado por personas de diferentes nacionalidades”. Agregaba que el plan fue denunciado a la policía española por “un individuo identificado como Juan Carlos” y que “se encontraría implicada la ciudadana argentina Florencia Cocucci”. El formulario fue firmado por dos cabecillas de Asuntos Jurídicos del organismo: Hernán Martiré Palacios y José Padilla. El fisgoneo sobre ella fue arduo: seguimientos, escuchas e imágenes que se extendieron a familiares y amigos. Todos vinculados –según la AFI– con la presunta red islámica. Como parte del hostigamiento, recibía llamados telefónicos en las que voces anónimas le soltaban datos privados obtenidos en las escuchas: lo que había cenado anoche, que al día siguiente iría a una óptica y que el perro tenía un problema urinario, entre otros detalles. Tales informaciones se encontraban debidamente asentadas en los denominados “Legajos de investigación”. En tanto, alguien distribuía en algunas redacciones una denuncia falsa en su contra por estafa, firmada con un nombre de fantasía. Sobre tal asunto el portal Infobae dedicó tres “informes exclusivos”. Y la revista Noticias, el siguiente título: “La extraña dama de Nisman”, con la siguiente bajada: “Se recluyó en Mar del Plata y está paranoica”. En tanto, los esbirros de la AFI no le perdían el rastro. Además era extorsionada con un video íntimo. Y recibía amenazas de muerte, mientras que en los alrededores de su domicilio merodeaban vehículos ocupados por sujetos de mala traza. Su vida se había convertido en una pesadilla. Delicias del macrismo explícito. «

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Dólar y soberanía: Presión de lobbies exportadores para una fuerte devaluación

Fuente: Carlos Heller | Página/12 Fecha: 30 de agosto de 2020 Con el arreglo con los bonistas privados se reducirán los requerimientos de dólares para el pago de esas deudas en los próximos años. Además acaban de comenzar los contactos formales para avanzar en la negociación con el Fondo Monetario Internacional por una deuda insostenible. Por Carlos Heller «El tipo de cambio oficial es competitivo», afirma Carlos Heller.  Con argumentos de los más variados, pero sin ser muy explícitos en sus planteos, desde ciertos sectores se está tratando de generar el consenso para validar una fuerte suba del tipo de cambio.  La idea: volver a alterar de manera regresiva la matriz de distribución del ingreso y la riqueza, el gran efecto inmediato que tiene toda devaluación. Es la agenda de unos pocos. En un reciente artículo de investigadores del Fondo Monetario Internacional, entre quienes se encuentra Gita Gopinath, su economista jefa, y que tiene por título “Monedas dominantes y ajuste externo”, se analizan los efectos que tienen las devaluaciones. Se señala, por ejemplo, que dado que los precios del comercio exterior se encuentran en general denominados en dólares, el efecto de una devaluación en los volúmenes exportados es “tibio”, en especial en los países emergentes. También se comenta que con la devaluación se encarecen las importaciones y se contrae la actividad económica. El problema es que dada la tenue respuesta de los volúmenes exportados al tipo de cambio, según el Fondo, para tener algún efecto la devaluación debería ser muy grande, lo que tendría consecuencias negativas en “los balances de las empresas o en la inflación”. No parece ser un buen camino para elegir. Algunos analistas llegan a plantear que para reducir la brecha cambiaria (la distancia entre el dólar oficial y el contado con liqui, o el MEP) el que tiene que subir es el oficial. Un error, dado que el tipo de cambio oficial es competitivo.  Cabe aclarar que el segmento del dólar oficial es el que se usa para las operaciones del comercio exterior, mientras que los otros son marginales y están vinculados a la fuga y la especulación. Funcionan, tal como en su momento lo hizo el riesgo país, como una auténtica herramienta de presión para que se implementen ciertas políticas. Por ejemplo, se estimó en una nota periodística que existiría una retención de cosecha en silos por unos 12.200 millones de dólares, en parte porque “la brecha desincentiva las operaciones”. Una devaluación incrementaría los márgenes de ganancia de manera rápida, y en este caso el impacto no sería nada “tibio” (luego la inflación derivada de este aumento del dólar reduciría el supuesto aumento de competitividad logrado).  Además, en la nota citada se menciona el lobby que realizan las empresas agroexportadoras para que se restablezca el diferencial de retenciones para los derivados de la soja, una rebaja de 3 puntos, a cambio de incrementar las liquidaciones. También proponen que se considere a parte de las retenciones como pago a cuenta del impuesto a las ganancias. Es decir, ya sea a través de una devaluación o por la vía fiscal quien pagaría la cuenta es el conjunto de la sociedad. Lo descripto refuerza la necesidad de contar con un Estado que regule y priorice cómo se asignan los recursos estratégicos. En paralelo, es preciso seguir fortaleciendo los márgenes de soberanía y avanzar en la reconfiguración del aparato productivo para superar el limitante estructural de la restricción externa. Revertir estos términos es un proceso largo y complejo, aunque el gobierno ya ha empezado a dar pasos importantes a pesar de las resistencias y de los problemas que representa la pandemia. Por caso, con el arreglo con los bonistas privados se reducirán los requerimientos de dólares para el pago de esas deudas en los próximos años. También, mediante diversas operaciones de deuda, desde principios de año, se ha logrado reducir unos 17 puntos porcentuales la participación de los bonos soberanos en dólares, incrementando la porción de moneda local. Además, al otorgarle un trato equitativo a la deuda bajo legislación local se fortalece nuestro mercado de capitales y se le da mayor robustez a nuestra moneda. A su vez, acaban de comenzar los contactos formales para avanzar en la negociación con el Fondo Monetario Internacional por una deuda insostenible desde su concepción, que fue tomada en 2018 como puente para pasar las elecciones o, en su defecto, para condicionar a la siguiente administración. En resumen, el actual gobierno ha venido dando sobradas muestras de que negocia sin resignar soberanía. * Diputado Nacional Frente de Todos. Presidente Partido Solidario.

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Las nuevas guerras. Los modelos geopolíticos de injerencia y su impacto en América Latina

Fuente: Jorge Elbaum | El Cohete a la Luna Fecha: 30 de agosto de 2020 El deterioro de la política doméstica de los Estados Unidos tiene correlato en la degradación de su política exterior. La tradición injerencista de Washington busca impedir su paulatina declinación como referencia de la política mundial y apela a innovadoras conceptualizaciones y prácticas para evitar un mayor deterioro. En un intento por sortear las repetidas derrotas estratégicas sufridas desde la Guerra de Corea hasta la actualidad, el ex paracaidista y contratista militar (eufemismo de mercenario), actualmente devenido en académico, Sean McFate, publicó un libro en 2019 que se constituyó en el texto de cabecera de las usinas de información del Departamento de Seguridad Nacional y del Departamento de Estado. El almirante James Stavridis, que fuera responsable del Comando Sur hasta 2009 y luego Jefe  Supremo de la OTAN hasta 2013, catalogó a McFate como el nuevo Sun Tzu, en referencia al general chino del siglo V, autor de El arte de la guerra. El libro de McFate se titula Las nuevas reglas de la guerra: la victoria en épocas de desorden, y se ha constituido en el texto de consulta obligada para los funcionarios que ejecutan las políticas de intervención en los países que Estados Unidos considera bajo su ámbito de influencia. Desde el prólogo, se anuncia que es una respuesta a los peligros detectados por los oficiales que han participado de las últimas aventuras trágicas del modelo imperial: el ascenso de China, el resurgimiento de  Rusia, la creciente escasez de los recursos naturales  y las conflictividades intraestatales. Las sugerencias planteadas por McFate exhiben con total procacidad las iniciativas de manipulación, vigilancia, simulación y engaño sistémico utilizadas por Washington para intentar conservar su poder devaluado. El desembozado injerencismo planteado en Las Nuevas Reglas reivindica la militarización de la política a partir de la utilización de los medios de comunicación, la gestión del desorden y la generación de conflictos internos. La hipótesis central del autor es que Estados Unidos ha sido derrotado en todas las confrontaciones militares desde la Segunda Guerra Mundial (Corea, Vietnam, Cuba, Afganistán, Irak y Siria) porque no ha comprendido el cambio de los desafíos bélicos. Según McFate, el centro de las nuevas guerras está en la política y no en el territorio de la acumulación de armas. Las batallas del presente y del futuro se llevan a cabo en un nuevo escenario: la construcción de imaginarios y de sentido común; la búsqueda por imponer formas de realidad; y –sobre todo– el manejo de la información, los datos y la segmentación de que deriva e esos agregados. “La victoria moderna no se obtiene en un campo de batalla sino en la conciencia de una sociedad”. El enfoque supone que la victoria en el campo de batalla es obsoleta. El autor afirma críticamente que Estados Unidos invierte billones de dólares en aviones de combate y robots asesinos y que, sin embargo, no logra imponerse: “Necesitamos el dominio de (…) la subversión estratégica para evitar que los problemas se conviertan en crisis y las crisis en conflictos”. Para eso se requieren más académicos, más Hollywood, más ONGs, más servicios de inteligencia y menos portaviones. El conflicto actual se desenvuelve en las sombras, en los ejércitos privados (las empresas contratistas de mercenarios), el anonimato, las operaciones de confusión y propaganda. Las fuerzas militares convencionales –profetiza McFate– deben ser reemplazadas por grupos enmascarados ajenos a las regulaciones convencionales de la guerra. Entre sus propuestas, llega a considerar la creación de cuerpos similares a la Legión Extranjera, con agentes reclutados de diferentes países, capaces de defender los intereses estratégicos de las corporaciones dentro de territorios (catalogados) sin Estado. Sus actores prioritarios estarán en guerra permanente porque las escenas bélicas no comenzarán ni terminarán. Serán una continuidad acorde con el desorden global, los ejércitos privados, la entropía, el terrorismo, las operaciones de inteligencia y la búsqueda permanente por ganar la legitimidad; es decir, la aquiescencia de una población. Lo que McFate propone –y las delegaciones diplomáticas de Washington están ejercitando– es la exaltación de una guerra total en la que se asume la imposibilidad de respetar las regulaciones de los conflictos armados (la Convención de Ginebra, por ejemplo), porque ese tipo de enfrentamiento ya no existe y porque supone un handicap para los antagonistas. La tortura, el asesinato de civiles, la utilización de minas personales, el secuestro extrajudicial, el acatamiento de la soberanía de los aliados, el exterminio de prisioneros de guerra, etc., son cláusulas que ya no pueden ser respetadas porque su acatamiento supone una ventaja sobre los formatos actuales del conflicto. Entre las sombras La nueva biblia bélica pretende ser una caracterización pero termina imponiéndose como un decálogo de ejecución. Los corolarios de su doctrina se observan con claridad en los capítulos tercero y cuarto del Documento de Seguridad Estratégica de diciembre 2017, difundido por Donald Trump, donde se ensayan reconversiones de las fuerzas militares en grupos de operaciones dedicados a tareas especiales, cuyo centro son los contenidos culturales, los memes, la ridiculización de dirigentes políticos enemigos, las operaciones judiciales, el control de los aparatos comunicacionales y el engaño planificado. La política ya no se piensa como una forma diferente de la guerra, sino que es una de sus facetas. “Si los gobiernos pueden hacer que la comunicación estratégica sea rentable –subraya McFate–, el sector privado puede ser creativo para satirizar a Putin montando osos. En esa misma lógica cuestiona que China haya comprado algunos estudios de Hollywood, hecho que hace imposible “presentar al gigante asiático como un villano en las películas”, enfoque que ayudaría más que las armas para enfrentarlos. Para poder insertarse en el nuevo mundo de la guerra, habrá que derivar parte de inmensos recursos bélicos a la administración de mentiras comunicacionales (fake-news) ajenas a cualquier regulación soberana. Esto supone el retorno a un mundo pre-westfaliano (casi hobbesiano, de guerra de todos contra todos) donde conviven ejércitos privados, guerras sin Estados y organizaciones terroristas de triple bandera, dirigidos por fondos de cobertura financieros. Lejos de rechazar la anarquía y la anomia, McFate –autor también del libro El mercenario moderno–

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Una diferencia notable entre las protestas palestinas e israelíes

Fuente: Gideon Levy | Haaretz   Fecha: 26 de agosto de 2020 La gente se está manifestando contra la injusticia y por la justicia tanto en la aldea cisjordana de Kafr Qaddum como frente a la residencia del primer ministro en la calle Balfour de Jerusalén. En ambos lugares, los manifestantes están imbuidos de un sentido de misión. Es más agradable en Balfour, más peligroso en Qaddum. Hay más sacrificio en Qaddum, más arte en Balfour. Balfour obtiene una cobertura mediática exhaustiva; Qaddum está completamente excluido de los medios israelíes.  En Qaddum, los manifestantes luchan por la libertad; en Balfour, hay una sensación de libertad. En Balfour, los manifestantes son ciudadanos; en Qaddum, son sujetos sin derechos. En Balfour, los más privilegiados se manifiestan; en Qaddum, son los más oprimidos. Pero ambos están sujetos al mismo gobierno. Ambas son protestas legítimas, y el gobierno que intenta reprimirlas no es una democracia, sino una tiranía. No hay simetría entre Qaddum y Balfour excepto en su legitimidad compartida. Balfour no está interesado en Qaddum y Qaddum no está interesado en Balfour. En Balfour, están luchando contra el primer ministro; en Qaddum, están luchando contra el régimen. Las protestas de Balfour son legítimas a los ojos de la mayoría de los israelíes; los de Qaddum no lo son. Balfour está cerca de nuestros corazones; Qaddum se encuentra detrás de montañas de oscuridad, negación y represión. En Balfour, la gente se está «manifestando»; en Qaddum, están «perturbando la paz», o incluso son «terroristas». Balfour es política, Qaddum es terror. La gente que tira piedras y quema neumáticos para protestar contra el ejército y los asentamientos no tiene legitimidad para estar ahí. En Balfour, la policía que usa los puños y las detenciones que duran horas se consideran violencia grave e inaceptable; en Qaddum, a las autoridades se les permite cada abuso. Disparan a los manifestantes con balas reales y balas de acero con punta de esponja, arrojan granadas de gas lacrimógeno en cantidades aterradoras, lanzan granadas paralizantes y disparan a los manifestantes en la cabeza, incluidos niños. Dos veces en los últimos dos meses he visitado a niños que se convirtieron en vegetales en Qaddum después de que los soldados les dispararan en la cabeza desde lejos, sin ningún motivo. El miércoles, Hagar Shezaf y Yaniv Kubovich publicaron un informe alucinante en Haaretz que revela que los soldados israelíes también han comenzado a plantar bombas en Qaddum. Hay que entender que estas bombas estaban destinadas a ser utilizadas contra manifestantes. La unidad de reconocimiento de la Brigada Nahal se ha convertido repentinamente en una organización terrorista desde cualquier punto de vista, y sus soldados se han convertido en terroristas que colocan bombas destinadas a hacer estallar a civiles inocentes. Esto no interesa a los manifestantes en Balfour; están ocupados con sus propios problemas. Pero los manifestantes de Balfour deberían estar interesados en Qaddum, porque la violencia policial en Balfour nació en medio de los olivares de Qaddum. Primero tomaron Qaddum; a continuación tomarán Balfour. El hecho de que la mayoría de los israelíes vean la violencia contra los manifestantes de Qaddum como legítima, habiendo estado convencidos de que los soldados que disparan en Qaddum los están protegiendo, es lo que legitima la violencia más leve utilizada contra los manifestantes de Balfour, aunque estos últimos aún no han ganado por completo legitimidad. Así que esto debe decirse claramente: cualquiera que no esté interesado en Qaddum y haya comprado la propaganda ofrecida por el ejército y los reporteros militares que cumplen sus órdenes, ahora está recibiendo puñetazos de los uniformados en Balfour. Y si persisten las protestas en Balfour, su represión se volverá más violenta, como en Qaddum. Debería haber solidaridad entre los manifestantes de Balfour y Qaddum, pero no la hay. Los manifestantes de Balfour son sionistas y están orgullosos de ello; los manifestantes de Qaddum son antisionistas y no puede ser de otra manera. La clave es comprender la conexión entre estos dos focos de protesta y la necesidad de reconocer la legitimidad de ambos. Qaddum se ha estado asfixiando durante 17 años, desde que Israel bloqueó la carretera principal que lo conecta con Nablus, la capital del distrito, para expandir el asentamiento de Kedumim. La carretera a Nablus se ha alargado 14 kilómetros para que Daniella Weiss y sus amigos puedan construir imprudentemente más y más viviendas. Si las protestas contra eso no son legítimas, ninguna protesta en el mundo lo es. Pero Israel no reconoce esto. La mayoría de los israelíes piensan que Qaddum no tiene ningún derecho a protestar. En Balfour, la gente se manifiesta contra un primer ministro acusado de delitos. En Qaddum, se manifiestan contra uno de los regímenes más tiránicos de la tierra, uno que comete crímenes de guerra como colocar bombas y construir asentamientos. Murad Shatawi, jefe del comité popular de Qaddum, me envió un informe el viernes pasado, como lo hace todos los viernes: «Dos personas heridas por balas de metal y me rompí una pierna». Si los manifestantes de Balfour son serios, deben comenzar a interesarse en Qaddum. Traducción: Dardo Esterovich

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El sistema financiero: otro ganador de la pandemia en América Latina

Fuente: Alfredo Zaiat| Sputnik Fecha: 26 de agosto de 2020 Durante la pandemia del coronavirus hay actividades que están registrando más ganancias que antes. Empresas vinculadas a Internet, a las telecomunicaciones, a la economía de plataformas y al e-commerce contabilizan utilidades crecientes. Son sectores que se están beneficiando por la alteración de la vida cotidiana de la población. Incluso han ampliado su participación en sus respectivos mercados. Una actividad que no ha padecido un golpe negativo pese a que no integra el lote de la «nueva economía» y que transcurre en una crisis financiera global es la banca. A diferencia de crisis pasadas, como la de 2008, en ésta oportunidad el negocio de los bancos no estuvo afectado; por el contrario, pudo mejorar el cuadro de resultados. Ese comportamiento positivo se verifica especialmente en América Latina. Digitalización Los bancos no estuvieron afectados por el COVID-19 y el inmediato confinamiento de la población. Los cambios tecnológicos aplicados en la operatoria bancaria de los últimos años deben ser considerados como parte de la expansión del mundo digital. Esas transformaciones, consolidadas en los últimos años, explican en parte por qué no hubo una caída importante en la rentabilidad ni padecieron trastornos en la operatividad diaria. El servicio bancario fue declarado esencial y, por lo tanto, no padeció la interrupción del movimiento de transacciones. Para ello jugó a favor un factor clave: el proceso de digitalización de sus productos y servicios, lo que facilitó que no se interrumpiera el flujo de actividad. La mayoría de los clientes no necesitó asistir a sucursales bancarias para realizar pagos de servicios básicos. Esto fue realizado a través de una transferencia desde el teléfono móvil o desde una computadora. La utilización del servicio denominado home banking se generalizó. La necesidad de efectivo disminuyó porque las personas empezaron a realizar las compras indispensables del hogar por Internet a través de billeteras electrónicas o tarjetas de crédito o débito. Regulaciones El sector bancario tuvo un papel crítico que cumplir para mitigar el shock macroeconómico y financiero sin precedentes causado por la pandemia dando apoyo a los prestatarios afectados y manteniendo el flujo de crédito hacia la economía real, sin dejar de preservar la estabilidad financiera. Los economistas del FMI Tobías Adrian y Ceyla Pazarbasioglu afirman que el sistema bancario mundial es hoy mucho más sólido que durante la crisis financiera de 2008 debido a la implementación de las reformas regulatorias impulsadas por el G20 en el sistema financiero.  Sin embargo, advierten que «aun así, a medida que los agudos problemas de liquidez deriven en problemas estructurales de solvencia, aumentarán los incumplimientos de deudas y se intensificarán las presiones sobre el sistema bancario». Adaptación La banca a nivel mundial se adaptó rápido al escenario de pandemia. Además de la mayor digitalización de las operaciones, lo que implicó estar mejor posicionados para enfrentar esta crisis, la encontró con una holgada situación de solvencia y liquidez. Este cuadro fue producto de medidas preventivas tomadas después del impacto sufrido por la crisis de 2008, y también porque las bancas centrales de EEUU y la Unión Europea salieron en forma inmediata, con la experiencia de esa anterior debacle, a garantizar fondos mediante inmensos paquetes financieros. Ahora los gobiernos apelaron a la banca como herramienta para canalizar las diferentes ayudas: préstamos de emergencia a las empresas y planes sociales para grupos sociales vulnerables. De esta manera, con un proceso acelerado de digitalización y como vía para canalizar los aportes estatales para atender urgencias económicas y sociales, el sistema financiero, en esta ocasión, no ha sido un factor de inestabilidad. Esto implicó, a la vez, una fuente de ganancias adicional para la banca, del mismo modo que se beneficiaron las grandes corporaciones de Internet: Alphabet (Google); Facebook; Apple; Microsoft; Amazon; Netflix, entre otras. América Latina El Centro Estratégico Latinoamericano de Geopolítica presentó una investigación sobre el desempeño de la banca en América Latina. Para ello, ha recopilado información disponible en agencias de supervisión bancaria sobre los estados financieros de diez países: Uruguay; Perú; Bolivia; Ecuador; Paraguay; Colombia; Argentina; Brasil; Chile; México. Se diseñó una base de datos que permite profundizar el análisis del sector financiero regional. En esa investigación se destacan los siguientes hallazgos: América Latina tiene el sector financiero más rentable del mundo después de África. s una rentabilidad persistentemente alta en lo que va este nuevo siglo. Utilizando el indicador del retorno sobre el activo (ROA), desde 2005 duplica o triplica las de la banca de EEUU y Canadá y Europa. Junto con África, la banca de América Latina es la única que percibe rentabilidades mayores al 2% de los activos desde 2005. El sistema financiero argentino hace subir todavía más ese resultado. Si se excluye a ese país del promedio, la rentabilidad sobre activos cae por debajo del 2% anual. El caso argentino es notable porque es el único país de la muestra donde ese indicador sube entre 2005 y la actualidad. Y es sorprendente porque los bancos en ese mercado fueron blanco de desesperadas protestas en 2002 y 2003 cuando los ahorristas no podían retirar el dinero de sus cuentas, por un régimen de restricciones denominado «corralito». Las ganancias de la banca en la región resultan igualmente extraordinarias. El promedio de ROA para la muestra de esos países seleccionados sube al 2,6%, un nivel que sextuplica el promedio europeo y quintuplica el registro español. De este origen es el principal origen de la banca trasnacional en América Latina. Rentabilidades A pesar de que Chile tiene la rentabilidad más baja (1,2% de ROA) triplica las europeas. Argentina muestra el mayor registro (5,9%), un nivel 12 veces mayor al de España, que a su vez es uno de los más altos de la Unión Monetaria Europea. Sin Argentina, el promedio de la muestra de países bajaría del 2,6% al 2,2%, y solo Chile, Bolivia, Colombia y Ecuador se ubicarían por debajo de esa media. El indicador rentabilidad sobre el patrimonio neto (ROE), es decir, el que indica las ganancias de los dueños de los bancos en los países seleccionados, alcanzó un 23,3%. © FOTO : PIXABAY/ MILAN WULFSecretario general de la OEA: pandemia reducirá economías latinoamericanas en un 30%Los autores de

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El triunfo del statu quo. Las razones del acuerdo entre Emiratos Árabes e Israel

Fuente:  Ezequiel Kopel| Nueva Sociedad Fecha: 25 de agosto de 2020 Ambos países ya poseen importantes contactos de inteligencia y un considerable comercio de armamento. La verdadera explicación del acuerdo, que dejó de lado a los palestinos, hay que buscarla en la preocupación conjunta frente a los nuevos polos de poder regional: Irán y el eje Turquía-Qatar. El lenguaje empleado en el comunicado del Likud –el partido gobernante israelí– para saludar el acuerdo entre Emiratos Árabes Unidos e Israel con el fin de establecer plenas relaciones diplomáticas lo decía todo: el arreglo es «paz por paz» y «el primer ministro Benjamin Netanyahu sigue comprometido con Eretz Israel». La noción «paz por paz» era un tiro por elevación contra las fórmulas de la Organización de las Naciones Unidas (ONU) y el campo de la paz israelí plasmadas en la resolución 242, la cual insta al Estado hebreo a abandonar los territorios conquistados durante la Guerra de los Seis Días de 1967 y, a cambio de dicha retirada, conseguir una paz duradera con sus vecinos. En cuanto a «Eretz Israel», la fórmula es toda una declaración de principios territoriales del primer ministro israelí y su partido. Significa «Tierra de Israel» y se refiere a la actual extensión del Estado de Israel junto al territorio de Cisjordania (por lo menos). La declaración del Likud –que ha dominado la escena política del Estado por 32 de los últimos 43 años– no es nueva y replica su propia plataforma electoral de 1999 (vigente y nunca alterada): «El Gobierno de Israel rechaza rotundamente el establecimiento de un Estado árabe palestino al oeste del río Jordán», «las comunidades judías de Judea, Samaria [el nombre bíblico con el que los judíos se refieren a Cisjordania] y Gaza son la realización de los valores sionistas» y «el asentamiento es una expresión clara del derecho inexpugnable del pueblo judío a la ‘Tierra de Israel’». El jueves 13 de agosto, Israel y Emiratos Árabes Unidos alcanzaron un arreglo negociado por Washington para normalizar las relaciones entre los dos países. No es un tratado de paz como los firmados por Israel con Egipto en 1979 y con Jordania en 1994 –dos países con los cuales los israelíes tuvieron importantes conflictos bélicos–, ni tiene su pasada significancia. El acuerdo con Egipto puso fin a una disputa bélica con el ejército más poderoso y grande del mundo árabe, y el firmado con Jordania terminó con la preocupación israelí por la defensa de su límite más extenso y poroso. Lo que ahora consiguió realmente Israel con el «Acuerdo Abraham» es una hoja de ruta para normalizar lazos con un Estado del golfo con el que nunca vivió una conflagración y con el que ya posee importantes contactos de inteligencia, además de un considerable comercio de armamento y productos de seguridad que asciende a los 1.000 millones de dólares por año. En pocas palabras: ambos pusieron arriba de la mesa lo que ya venía sucediendo debajo de ella. El argumento público esgrimido por los emiratíes para negociar con Israel es que el acuerdo logró comprometer a este último a suspender (no cancelar) los anunciados planes de anexión de parte de Cisjordania. Lo cierto es que la cuestión de la anexión (que nunca se materializó tanto por la ambivalencia estadunidense como por las propias dudas de Netanyahu) es la excusa perfecta para que Emiratos Árabes Unidos se atreva a tomar una decisión pendiente desde hace tiempo. Asimismo, Donald Trump se anota un importante triunfo diplomático –previo a las elecciones presidenciales de noviembre– como no tuvo otro en sus cuatro años de gestión. Y por último, pero no por eso menos importante, Netanyahu consigue, en un complicado contexto interno, lo que no logró ningún líder israelí antes que él: reconocimiento árabe sin que la cuestión palestina esté en el tablero de negociación (en el acuerdo con Egipto se contemplaba una «autonomía» palestina y el firmado con Jordania vinculaba diferentes artículos del tratado al proceso de paz israelí-palestino). La verdadera explicación del por qué del acuerdo hay que buscarla en la preocupación conjunta de emiratíes e israelíes ante nuevos polos de poder regional: Irán y el eje Turquía-Qatar. Del Irán chiíta les preocupa su avance sobre Medio Oriente y de Turquía-Qatar la activa promoción del islamismo político junto a sus intervenciones en la región. Es pertinente recordar que luego de la Primavera Árabe de 2011 se articularon dos claros bandos como consecuencia de los levantamientos ciudadanos: Turquía y Qatar, que consideraron que se venía un cambio inexorable hacia el islamismo que era mejor tratar de conducir que repeler; y Emiratos Árabes y Arabia Saudita que vieron a ese movimiento como un hecho desestabilizador para la región y sus sistemas de gobierno. Estos últimos no solo creyeron que el mundo árabe no estaba preparado para una democracia que pavimentaría el acceso al poder de los islamistas, sino también reafirmaron su idea de que los dictadores locales (dispuestos a usar todo su poder represivo) eran la última línea de defensa para detener al islamismo y la inestabilidad en la zona. El importante apoyo emiratí al golpe de estado en Egipto en 2013 contra el gobierno democrático de la Hermandad Musulmana fue la primera acción de una disputa que se extiende hasta hoy y que incluyó tanto la intervención en Yemen en 2015 como el bloqueo contra Qatar en 2017. Un claro ejemplo de esta disputa se pudo observar cuando el viernes pasado el presidente turco Recep Tayyip Erdoğan anunció que estaba considerando retirar su embajador de Emiratos Árabes Unidos por el arreglo con Israel. Lo que pareció no recordar el mandamás de Turquía –a pesar de que los contactos con los israelíes vienen deteriorándose desde la guerra en Gaza de 2009 y el incidente naval con el Navi Narmara un año después– es que su país fue el primero de la región en reconocer al estado judío y que aún hoy conserva con él relaciones comerciales y diplomáticas. Detrás de toda la movida en Emiratos Árabes Unidos está la mente del príncipe heredero de Abu Dhabi, Mohammed Bin

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