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Fascismo Fusión

Fuente: Diego Sztulwark | El cohete a la luna Fecha: 21 de OCT 2018 Ni Trump, ni Le Pen, ni Bolsonaro están en condiciones de construir un Estado fascista y, al mismo tiempo, no podemos evitar ver en ellos a los arquetipos humanos de un cierto tipo de fascismo postmoderno, un tipo específico de vitalismo que se afirma en su pureza –étnica, de clase o nacional– por medio de una violencia intolerante y de la inferiorización de poblaciones enteras. La pregunta por la posibilidad de la actualidad del fascismo supone, entonces, un ejercicio de caracterización de fuerzas y circunstancias políticas e históricas. I. ¿Qué es el fascismo histórico? El debate marxista Desde el punto de vista del debate marxista sobre el Estado y la política, el fascismo no se asimila a cualquier gobierno de rasgos autoritarios o conservadores, sino que responde a una cierta coyuntura: el capital monopolista, el gran capital centralizado, activa a sectores medios en su favor, a fin de desplazar a los círculos de las clases dominantes que bloquean su expansión, afirmando así su dominación sobre el conjunto. En la polémica entre Nicos Poulantzas y Ernesto Laclau, el fascismo (fenómeno que engloba también el nazismo) es caracterizado como un fenómeno de movilización de la sociedad en contra de la amenaza socialista obrera, así como de capas del viejo bloque de clases dominante que, como sucedía en la Italia y la Alemania de la década de 1930, obstaculizaban el despliegue de su hegemonía. En el Estado fascista, la ideología racista, nacionalista, militarista, la politización de la pequeña burguesía y la interpelación de lo popular resultan entonces indisociables de la dirección estratégica y de la necesidad de expansión del gran capital. ¿Qué nos enseña la tradición sobre el fascismo? Bajo el triunfo del fascismo europeo Walter Benjamin escribió “Sobre el concepto de historia”. Allí sugiere que si la izquierda europea no pudo derrotar el fascismo se debe “en parte no insignificante” a su creencia en una “norma histórica” fundada en la idea de “progreso”. En lugar de partir de la tradición específica de los oprimidos –un saber de la excepción como única norma–, la socialdemocracia se dejó llevar por la de los opresores –una temporalidad lineal de tipo evolutiva–. El marxismo, reducido a discurso de las fuerzas productivas (más fábricas, más obreros, más votos a los partidos socialistas, etc.), corre el riesgo de adoptar el punto de vista del enemigo. El precio a pagar por la adopción de este punto de vista “antifilosófico” (asombrarse de la existencia y crecimiento del nazismo como de un anacronismo, un arcaísmo que no debería subsistir “en pleno siglo xx”) es patente. Para Benjamin, la tarea es concebir la historia desde un punto de vista que permita expandir la excepción al entero campo social. El asombro ante fenómenos como el de Bolsonaro, en Brasil, debe producir saberes políticamente útiles, sin quedar estancados en la escasez filosófica ante el hecho de que las cosas que vivimos sean “aún” posibles en el siglo XXI. Pensar el fascismo ayer y hoy supone, por lo tanto, mantener la guardia en alto con respecto a lo que cada época propone como evolución normalizada del estado de cosas. II. ¿Es fascista la derecha que hoy gobierna? ¿Cómo se caracterizan las mutaciones de la derecha? En su reciente libro Las nuevas caras de la derecha, el historiador Enzo Traverso caracteriza el ascenso de las derechas en Europa y en los Estados Unidos (de Trump a Le Pen) con el término de postfascismos. Se trata de una categoría a la que se le puede reprochar imprecisión –sólo determina un después del fascismo–, pero a cambio tiene la ventaja de proponer, para cada caso, un análisis concreto de las mixturas de rasgos racistas, autoritarios y xenófobos de estos movimientos que denuncian a las elites de las finanzas, con las que no obstante sostienen vínculos estrechos. En ese sentido, Traverso afirma que Trump encarna como nadie una antropología neoliberal. Con la expresión postfascismo se intenta nombrar un complejo de continuidades y discontinuidades, a establecer en cada caso, con respecto al fascismo histórico. Esta formulación interesa en particular si se la aplica al fondo de la discusión más general sobre cómo caracterizar a la derecha que llegó con Macri al gobierno de la Argentina. La disyuntiva se graficó en las calles. En términos prácticos: ¿debemos o no cantar, en las marchas, la consigna “Macri, basura, vos sos la dictadura”? Cantarlo supone una caracterización errónea, en la medida en que el arribo de Cambiemos al poder se hizo dentro del marco del Estado de derecho. No cantarlo implica, en cambio, limitar el reconocimiento de continuidades entre procesos históricos diferentes. Pero cantar en la calle no es caracterizar con precisión un fenómeno complejo, sino remover una historicidad en el cuerpo. Y las dos cosas son por igual necesarias. Esa consigna pierde sentido si solamente pone música a una desorientación histórica. El problema surge a la vista: ¿es posible caracterizar una derecha moderna que triunfa electoralmente como la continuidad del terrorismo de Estado, cuyo protagonista central fue el partido militar que negaba y no ganaba elecciones? De Massera a Macri En la historia argentina, el fascismo histórico no se dio como forma dominante. Ciertos sectores de la izquierda y del liberalismo intentaron adjudicárselo de modo fallido al movimiento que creó Juan Domingo Perón. Pero, como lo explicaba León Rozitchner, Perón no expresó la vía del dominio por la vía de la guerra abierta, sino por la de la tregua. El tiempo y no la sangre. El asesinato y la tortura como modo de reestructurar las relaciones de poder estuvo a cargo de militares muy diferentes. En 1977, el almirante Massera (o Almirante Cero, nombre con el que este alto jefe participaba de la patota que desaparecía a militantes populares) ofreció un discurso en la jesuítica Universidad de El Salvador, en ocasión de recibir un premio honorífico. Massera, por entonces miembro de la junta militar que gobernaba el país, se explayó sobre las motivaciones que impulsaban a la cruzada occidental cristiana a la guerra que se libraba en los fondos de la ESMA: defensa de la propiedad contra la ideología marxista, defensa de la familia contra la perversión freudiana, defensa de valores absolutos contra la relatividad einsteniana. La práctica de exterminio en los centros clandestinos de torturas y los vuelos de la muerte, el catolicismo integrista de muchos de sus cuadros y los lazos indisociables con las jerarquías de la Iglesia apostólica y romana, junto a la defensa a rajatabla de la familia convencional y de la propiedad privada hicieron del Estado Terrorista –categoría forjada por Eduardo Luis Duhalde– el mejor heredero de la violencia fascista en nuestro país. ¿Hay una derecha no fascista? La situación es muy otra cuando escuchamos hoy al jefe de Gabinete de Macri y a

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La bomba H

Fuente: Adrián Murano | TiempoAr Fecha: 21 de OCT 2018 El gobierno que chocó la economía acelera el naufragio con un patético culebrón político-judicial. «Yo ya estoy curtido, por mí pueden seguir, pero no controlo a mi mamá», dijo el ministro de Justicia, Germán Garavano. El motivo: la madre del funcionario amagó con denunciar a Elisa Carrió por los «ataques televisivos» de la diputada contra su hijo. El episodio es tan inofensivo como el pedido de juicio político que Carrió presentó contra el ministro, pero contiene una revelación: la descomposición de Cambiemos va más rápido que el calendario electoral. Aunque no hay fecha fijada, si se mantiene el esquema vigente las presidenciales deberían realizarse en el penúltimo fin de semana de octubre de 2019. Exactamente dentro de un año. Una eternidad para los –cada vez más– argentinos que viven al día, víctimas de un programa económico que activó la temida bomba H: la hiperinflación. La palabra maldita ya fue asentada en sus balances por multinacionales que operan en el país. La primera en mencionarla fue Telefónica. En un documento presentado a sus inversores, el grupo español señaló que «los datos sugieren que la inflación acumulada de los últimos tres años ha superado 100%, referencia establecida por la NIC 29». La sigla remite a la Norma Internacional de Contabilidad que se utiliza para los balances trimestrales y anuales de las empresas que cotizan en bolsa. La NIC 29 es el apartado que identifica a las economías que cursan un proceso de hiperinflación. Otras multinacionales que incluirán la sigla en sus balances son Danone, Unilever y Carrefour. Los argentinos, por cierto, no necesitan leer documentos de empresas extranjeras para saber que cada vez le sobran más días del mes al sueldo. Con precios que en el último año treparon por encima del 40%, e ingresos que con suerte perderán 20 puntos frente a la inflación, llegar a fin de mes se convirtió en una odisea. En otros tiempos, por mucho menos los sectores medios empobrecidos (o en vías de) hubiesen blandido sus cacerolas. Hoy, en cambio, las quejas se ahogan en el océano de las redes sociales. Suerte a medias para Macri: por las redes evita las cacerolas –que atraen a la tele–, pero en las redes las quejas se viralizan y acumulan, conformando un polvorín. ¿Es acaso ese creciente malestar lo que llevó a Carrió a tensar la cuerda interna? ¿La denuncia contra Garavano inició su desacople de un gobierno que se desmorona? La diputada tiene una larga tradición en esa práctica. Antes de Macri, Carrió abandonó o rompió todos los espacios políticos que conformó. Y con la misma excusa: su pretendida integridad moral. Puro teatro. Si de verdad sintiera alergia por las fortunas de origen sospechoso, Carrió jamás se hubiera acercado a un miembro del Clan Macri, a quien ella misma calificó de «mafia». Todo lo que ahora critica –los Nosiglia, Angelici, Caputo y Arribas, entre otros– ya estaban al lado de Macri cuando ella firmó su sociedad con el creador del PRO. ¿Le alcanzará el entrenado acting de fingir demencia para convencer al electorado de que recién ahora se enteró? Quién sabe: con la sugestión mediática adecuada, el vidrio molido sabe a miel.   Notas relacionadas:   El plan Lilita     Conte Grand y Carrió, una dupla al ataque     

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Los trabajadores en la mira

Fuente: Edgardo Mocca | Página 12 Fecha: 21 de OCT 2018 No es un invento del firmante de esta nota. Lo dijo Macri. “Cada uno tiene que cobrar lo que corresponde”,sostuvo el presidente en la inauguración de un parque eólico en la provincia de Chubut. “Nadie puede pretender cobrar más de lo que vale su trabajo porque deja a cientos de miles de argentinos sin trabajo.” El salario, argumentó además, es una parte de la “logística” de las obras. Pasó como pasa todo actualmente en este país sin merecer mayores comentarios ni reflexiones. Sin embargo, en esas palabras está la clave ideológica de este gobierno y su presidente. El lugar del trabajo y de los trabajadores es una clave central de la conformación histórica de la Argentina contemporánea. Perón entró en la historia por sacar de la oscuridad esta elemental premisa. Por recogerla de la historia del sindicalismo anarquista, socialista, comunista y socialcristiano. Por comprender que la negación de los derechos obreros era la causa principal de las grandes destrucciones, de las guerras civiles y la decadencia de las naciones. Ese impulso solidario constituye el elemento fundamental de la cultura política argentina contemporánea y fue el objeto principal a destruir por las agendas represivas y terroristas de las dictaduras durante los últimos 50 años de historia. La solidez material y moral de los movimientos de los trabajadores es una diferencia específica de nuestra historia. La baja del salario es el principio básico de la plataforma nunca escrita de la política oligárquica en el país. Es la clave de la “competitividad”, de la conquista de un lugar en el mundo, del equilibrio de las cuentas fiscales y hasta de la “armonía social”. Se necesita disciplinar la mano de obra argentina para ser un país ordenado, para terminar con los piquetes que obstruyen las calles, para ser un país normal, como lo son aquellos que no ponen en discusión la superioridad moral del capital sobre el trabajo. Hay en la oligarquía nativa envidia por el modo en que resolvieron este problema algunos países cercanos. Chile, por ejemplo, donde la dictadura pinochetista tuvo éxito en una reconstrucción material, cultural y moral que borró por muchos años la herencia de Allende y de la Unidad Popular. Mientras que aquí la politiquería de comité –incluida en ella buena parte del personal de las dictaduras cívico-militares– terminó siempre negociando con políticos y sindicalistas y conviviendo con la cultura populista. Macri es hoy el exponente principal de este diagnóstico político. Es esa su obsesión principal, el eje que organiza su utopía individualista, anti solidaria, falsamente meritocrática puesto que no se puede llamar mérito a la herencia familiar defendida con represión, persecución y muerte como ha sucedido de modo recurrente en nuestra historia. Por eso el apellido Moyano simboliza hoy la roca dura que el gobierno quiere horadar de una vez y para siempre. Los dirigentes sindicales que portan ese apellido merecen muchas críticas de las que esta página no se ha abstenido. Pero el lugar político y estratégico de los Moyano se explica por circunstancias irreductibles a las conductas que suelen ser objeto de esas críticas, dos de ellas fundamentales: la fuerza material del sindicato de camioneros – unida a su peso en la vida pública del país, en “la calle”– y la consecuencia de estos dirigentes en su defensa, que incluye la invulnerabilidad ante las amenazas del poder. Ese apellido tiene hoy un significado concreto : es la representación del país que no tiene miedo al apriete político, mediático y judicial. Y ese significado es cardinal en la etapa que viene porque el gobierno ha perdido toda capacidad de atraer esperanzas populares. Le queda la publicidad y el látigo. Y no hay estrategia de marketing que pueda sobrevivir a lo que hoy es una evidencia: lo que queda del período de gobierno asoma como un tiempo de sufrimientos para la gran mayoría de los habitantes de este país. De modo que es altamente probable que el poder político se vaya desplazando hacia una mayor centralidad del ministerio de seguridad. Por su parte, el juez Carzoglio ha producido un hecho trascendente: se ha opuesto a un nuevo abuso judicial macrista y no dio la orden de detención a Pablo Moyano. Se colocó así en el ojo de la tormenta; rápidamente se desató la jauría periodística contra su persona y con la misma rapidez el procurador de Vidal lo amenazó con el procesamiento por falso testimonio. Estos hechos son relevantes. Porque son un palo en la rueda del más grande ataque contra el estado de derecho desde 1983, que consiste en convertir a uno de los poderes de la república en una agencia de persecución, provocación y hostigamiento de la vida política democrática. Después de la decisión de este juez tienen otra potencia muchas voces de dentro y fuera del poder judicial que vienen impugnando el atropello autoritario. Y empieza a aparecer la inquietud en la corporación judicial sobre la suerte que puede esperar a algunos de los alfiles principales del macrismo en su tarea de someter al poder judicial a sus arbitrios, que consisten en despejar la ruta para el triunfo de un proyecto neocolonial en el país. La relevancia del hecho consiste también en que los objetos de la persecución provisoriamente desbaratada son referencias principales del movimiento obrero. Y esto en tiempos en que uno de los filos de la contrarreforma judicial de facto que está en marcha apunta a debilitar el fuero laboral con el fin de producir desde  los fallos judiciales las reformas legales para las que no han conseguido mayorías parlamentarias. En suma, el trabajo está en el centro de la escena política argentina. Macri lo ha puesto allí con la insólita frase mencionada al comienzo de esta columna. Como un contra homenaje al aniversario número 200 del nacimiento de Karl Marx, la frase presidencial deroga por decreto la teoría de la plusvalía. Desde ahora sabemos que las patronales, cuyo lugar en el mundo es la beneficencia, han estado contratando trabajadores aun

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El verdadero héroe es el director de B’Tselem

Fuente: Gideon Levy | Haaretz Fecha 20 de OCT 2018 ¿Quién contribuye más al estado de Israel en el mundo, el embajador en la ONU Danny Danon o el director de B’Tselem, Hagai El-Ad? ¿Quién genera más respeto, el diplomático o el activista de derechos humanos? ¿Cuál de los dos deshonró a Israel con sus palabras y quién conservó parte de su imagen humana? ¿Quién dijo la verdad y quién mintió? ¿En quién cree el mundo- excluyendo a Nikki Haley*, la única verdadera colaboradora en el recinto- y a quién no puede ya creer el mundo? Se sentaron uno frente al otro en el Consejo de Seguridad: dos israelíes de la misma edad, nacidos aquí, veteranos del ejército, con visiones del mundo totalmente diferentes y estándares morales en conflicto. Sus valores son contradictorios y su información sobre lo que sucede bajo la ocupación es divergente. Uno se basa en las mentiras de la maquinaria de propaganda de Israel, mientras que los puntos de vista del otro se basan en los esfuerzos de investigación de una organización cuyo trabajo no podría ser más confiable y profesional. El-Ad le recordó al mundo algo a lo que el mundo todavía se aferra, la creencia de que todavía hay una diferencia entre Israel y Arabia Saudita. Danon intentó borrar la diferencia con su lamentable respuesta: “Los soldados de las FDI te protegen y tú vienes aquí y los calumnias. Deberías estar avergonzado, colaboracionista». Danon es un fiel representante de la mayoría en Israel. Sus apariciones son importantes: le recuerda al mundo que la ilusión de «la única democracia en el Medio Oriente» debe ser disipada. El día en que el mundo se dé cuenta de que Danon es Israel y El-Ad representa precisamente no a una minoría despreciable, sino a una amordazada por una mayoría agresiva, tal vez entonces su actitud de perdón hacia Israel cambie. Las reacciones en Israel solo intensificaron el daño causado por Danon. No solo la derecha se abalanzó sobre El-Ad con crueldad, sino que el centro-izquierda también participó en la juerga fascista. Estuvo Yair Lapid, como solo podía esperarse. Hubo miembros de la Knesset de la Unión Sionista, como Ayelet Nahmias-Verbin («estos son textos unilaterales que merecen toda condena») y Eitan Cabel («palabras de odio y una abominación»). Sus palabras atestiguaron la urgencia de desprenderse de esta fiesta y sus ideas podridas. Ninguno de sus colegas acudió en defensa de El-Ad, ¡que vergonzoso! No hay alternativa al gobierno de la derecha. El-Ad mostró la verdad: desnuda, fea y perturbadora. Cualquiera que lo llame un soplón realmente admite esta verdad y se avergüenza de ella. No es solo el derecho de El-Ad de comportarse de esta manera, es su obligación. La ocupación no es ni puede ser un asunto interno israelí. El abuso de personas sin derechos bajo una tiranía militar en el territorio ocupado es un crimen internacional. Cualquiera que vea estos crímenes debe reportarlo a las autoridades. Si ve a un hombre golpear a una mujer o abusar de un niño o alguna otra criatura indefensa, tiene la obligación de denunciarlo a la policía. Si ve a un gobierno tiránico abusando de otra nación durante décadas, matando, destruyendo, causando hambre, encarcelando a las personas y bloqueando la asistencia médica, está obligado a informar de esto a las Naciones Unidas, a La Haya y a otras instituciones internacionales. El-Ad cumplió con su deber cívico y moral. El coro de sus detractores lo sabe, por eso es tan cruel y estridente. Si Danon realmente creyera sus propios discursos vacíos en las Naciones Unidas, no se alarmaría que un israelí hablara de manera diferente. Pero Danon y Cabel, Benjamin Netanyahu y Miri Regev saben que ni una sola palabra en el discurso restringido y directo de El-Ad no fue veraz. Por eso su reacción fue tan agresiva. El-Ad era modesto, como es su costumbre. Dijo que no era un traidor ni un héroe; Los palestinos son los verdaderos héroes. Tiene razón, por supuesto. Cada manifestante a lo largo de la frontera de Gaza es mucho más valiente que cualquier francotirador israelí que le dispare desde la distancia. Todos los pastores de la aldea beduina de Khan al-Ahmar exudan más justicia que todo el coro de los atacantes de B’Tselem. Pero El-Ad también es un héroe; él es un embajador de Israel como debería ser, un funcionario de relaciones públicas de un Israel alternativo, uno hermoso y justo. Ahora tenemos que preocuparnos por su seguridad. Ha sido marcado como objetivo y debe usar un chaleco antibalas. Si él fuera dañado, recordaremos a quienes tendrán la culpa: no solo a la gente de la derecha, sino también a los hipócritas santulones de la centro-izquierda: Lapid, Cabel y Nahmias-Verbin, los portavoces de la vergonzosa oposición imaginaria de Israel. * Embajadora de EE.UU ante la ONU, renunciante a partir del 31-12-2018 Traducción: Dardo Esterovich  

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El facho de al lado

Fuente:  Luis Bruschtein | Página 12 Fecha: 20 de OCT 2018 Intolerancia y violencia, los nuevos invitados del macrismo, no tan lejos de Bolsonaro, son mensajeros de la sociedad que se avecina. El chofer que fue detenido en Ezeiza por el cartel “Pan para el mundo”, el juez y el abogado que fueron agredidos por policías en Mar del Plata porque estaban en “actitud sospechosa”, las chicas del Pellegrini que fueron encerradas por los patovicas del boliche Mandarine Park por llevar pañuelos verdes y el grupo de supuestos padres que irrumpió en la escuela número 8 de La Plata para impedir que se dictara la materia de educación sexual fueron noticias secundarias que aparecieron esta semana desparramadas en las páginas interiores de algunos medios o circularon por las redes. Aparecen como hechos secundarios, pero están en el corazón de la sociedad autoritaria, intolerante y regresiva que comienza a instalarse a partir del discurso neoliberal traducido por el amarillismo excluyente de los medios oficialistas y las campañas informáticas. Fue chistoso que mandaran al chofer a buscar a dos miembros de una ONG internacional denominada “Pan para el mundo” y que lo detuvieran para interrogarlo por sospechoso de subversión. Pero no fue chistoso. En Mar del Plata, Claudio Spinelli trató de defender a un hombre que había sido interpelado y maltratado por los policías Héctor Gutiérrez y Daniel Salerno. Y Spinelli terminó aplastado en el suelo, con el brazo retorcido mientras lo esposaban. Entonces intervino el juez laboral Humberto Noel que se encontraba allí por casualidad. El juez llamó la atención de los policías porque Spinelli es un conocido abogado local. Y los policías, al igual que las personas que se encontraban en el lugar, insultaron al juez. “Corrupto”, “garantista”, “vergüenza de la Nación”, le dijeron a coro. En el boliche Mandarine Park, en la CABA, se iba a realizar una fiesta de egresados. Cuatro chicas, dos de ellas menores, fueron interceptadas por los gorilas de la puerta y encerradas en un cuarto donde fueron maltratadas mientras los tipos reivindicaban a la dictadura. El ultraje a las pibas, estudiantes del Carlos Pellegrini, fue porque llevaban el pañuelo verde en sus mochilas. En La Plata, un grupo de personas con el pañuelo celeste intentó interrumpir por la fuerza las clases en la escuela media Pedro Benoit para impedir que se impartiera la materia Educación Sexual Integral. Fueron interceptados en el patio y retirados hasta la puerta por alumnas y profesores, con los que discutieron. “Si sos mujer, tenés vagina y si sos hombre tenés pene, andá al baño a mirarte”, le dijo un hombre a una piba que le discutía. “Vamos a perseguir a los aborteros como se persigue a los narcotraficantes”, dijo otro en medio del griterío. Son señales de algo que está sucediendo en la sociedad. Hacía mucho tiempo que estas situaciones no se veían en un país que vivió tiempos de dictaduras durante las que se medía el largo de las polleras de las chicas y del pelo de los varones. Una sociedad cuya policía se dedicaba a allanar hoteles para sorprender a maridos o esposas infieles y donde se iba preso por dejarse la barba, el pelo largo o simplemente por no llevar el documento de identidad. El país de los prejuicios, de los guardianes de la moral y los hipócritas, que es el país de la violencia y el atraso de las dictaduras militares. Hubo treinta años donde el país se esforzó por poner distancia de esas aberraciones cavernícolas y ahora están aquí, naturalizadas, imbricadas en un sentido común hegemónico que otorga ese poder arbitrario a la represión porque todo su esquema se organiza alrededor de esa idea de orden maniatado y amordazado. Los hechos se produjeron en una semana donde la opinión pública –incluyendo a los macristas de Cambiemos– se escandalizó por situaciones similares generadas en Brasil por simpatizantes del candidato ganador de la primera vuelta, el fascista Jair Bolsonaro. Es gracioso cómo a la derecha argentina le molesta verse reflejada en la imagen de Bolsonaro, al punto de que un columnista de La Nación no pudo reprimirse y, para evitar cualquier equívoco, afirmó que la Bolsonaro argentina es Cristina Kirchner cuando, a todas luces, es lo opuesto, pero también es lo opuesto a ellos, lo cual los pone a ellos junto al fascista del país hermano. El kirchnerismo (y el peronismo en general) es un espejo que les devuelve una imagen que no les gusta. Les agrada imaginarse modernos, democráticos, campeones de la tolerancia, y algunos hasta como progresistas, pero ese espejo los desnuda como lo que son. Se dice con bastante razón que no hay que abusar del término fascista. Pero es difícil encontrar otra palabra para calificar a un tipo que avala la tortura y las dictaduras militares, que considera inferiores a los negros y las mujeres y que prefiere a sus hijos muertos antes que homosexuales. También se dice que la mayoría de las personas que votaron a Bolsonaro no son fascistas, pero lo serán a medida que el poder político y mediático vayan naturalizando ese discurso. Así pasó en Italia y en la Alemania nazi. Hay una tendencia a la derechización en todo el mundo, salvo pocas excepciones que resisten a esta nueva noche de la humanidad caracterizada por una restauración conservadora que provoca grandes cataclismos económicos y profundas desigualdades. Pero es cierto que muchas de las personas que votaron a Bolsonaro todavía no son fascistas. Se dice también que el aterrizaje de los gobiernos conservadores se debe a los límites de los gobiernos populares que los precedieron y a la falta de sensibilidad o capacidad para dar respuesta a reclamos muy instalados en la sociedad sobre la corrupción y la seguridad. Pero esos reclamos constituyen solamente una parte de la realidad. Los gobiernos del PT en Brasil impulsaron políticas de salud, educación, vivienda y distribución de la riqueza que duplicaron la clase media y sacaron a millones de personas de la pobreza en un fenómeno que nunca antes se había

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El fin de la ilusión reformista

Fuente: María Laura Carpineta | Revista Zoom Fecha: 19 de OCT 2018 Hace apenas un año, el príncipe heredero de Arabia Saudita, Mohammad bin Salman, lanzó una campaña mundial para cambiar la imagen de su monarquía y convencer al mundo occidental de que era un líder reformista y moderno, que hablaba el idioma del desarrollo tecnológico, las inversiones y el comercio internacional, no el del radicalismo religioso y el autoritarismo. Gastó millones de dólares, se sacó fotos sonriente con los principales dirigentes políticos y empresariales de Estados Unidos y Europa, consiguió una portada que prometía apertura de género en Vogue y un artículo de un influyente columnista de New York Times que lo celebró como el cerebro de la Primavera Árabe saudita. Por un momento parecía que la campaña había funcionado, pero el velo se cayó en estos días cuando un periodista saudita desapareció dentro del consulado del reino en Estambul y a nadie le costó mucho creer la versión de que lo torturaron, asesinaron, descuartizaron y sacaron en valijas diplomáticas. Jamal Khashoggi, el hombre que el 2 de octubre pasado entró al consulado saudita en Estambul para conseguir un certificado de divorcio para casarse con su novia turca y luego desapareció, no era un veterano defensor de derechos humanos ni un histórico opositor de la monarquía de su país. Había sido asesor del príncipe Turki al Faisal cuando éste era embajador en Londres, jefe de redacción de uno de los diarios reformistas más importantes del país, Al Watan, y hasta había sido un simpatizante del Mohammad bin Salman cuando éste se convirtió en príncipe heredero, según contó el periodista Gabriel Sherman en un reciente artículo en Vanity Fair, en el que relató una conversación privada que tuvo con Khashoggi tras instalarse en Estados Unidos el año pasado. El periodista, que había sido parte de la élite saudita durante décadas pese a sufrir algunos roces por sus opiniones reformistas, decidió abandonar su país luego que le llegara la orden expresa de una persona muy cercana al príncipe heredero de callarse la boca. Una vez en Estados Unidos, entendió que la amenaza había sido más que real. Mohammad bin Salman ordenó la mayor purga palaciega de la historia de Arabia Saudita. Arrestó temporalmente a más de 200 figuras prominentes del reino y congeló sus fortunas. Uno de los detenidos fue el príncipe Turki al Faisal. “Cuando los arrestos comenzaron, enloqueci. Decidí que era tiempo de hablar”, le confió a Sherman. Así comenzó a escribir su columna en el diario The Washington Post y se convirtió en una voz crítica del liderazgo del príncipe heredero y, lo que es aún más importante, en un nombre conocido en el mundo del periodismo y de la política en la capital estadounidense. En algún momento antes de ingresar al consulado en Estambul, Khashoggi envió un artículo al diario estadounidense con el título “Lo que el mundo árabe más necesita es libertad de expresión”, que finalmente fue publicado este jueves. Pese a tener buenos contactos y un nombre conocido, sus columnas en The Washington Post no pudieron hacer frente a la multimillonaria campaña de publicidad que desplegó el sonriente y joven líder saudita en todos los grandes medios y los principales centros de poder de Occidente. Tampoco pareció afectar el secuestro del primer ministro libanés, Saad Hariri, a fines del año pasado en Riad -Hariri sorprendió al mundo al renunciar desde la capital saudita y quedarse dos semanas allí, casi sin aparecer en público, hasta que el presidente francés, Emmanuel Macron, viajó y negoció personalmente su salida y vuelta al gobierno en Beirut- o el bloqueo militar y los bombardeos diarios que las fuerzas sauditas lanzan sobre su vecino, Yemen, y que están provocando la peor crisis humanitaria en el mundo hoy. “Desafortunadamente vivimos en un mundo en el que no hay justicia y las grandes potencias tienen intereses que son más importantes que el respeto a los derechos humanos. Por eso, hoy estamos poniendo a prueba a los aliados occidentales de Arabia Saudita, como Estados Unidos y Reino Unido, para ver cuán lejos irán para mantener sus doble estándar”, aseguró en diálogo con Zoom Affrah Nasser, una joven periodista yemení, actualmente exiliada en Suecia, que el año pasado ganó el Premio Internacional de Libertad de Prensa del Comité para la Protección de Periodistas. “Hoy, el caso de Jamal (Khashoggi), le pone una cara humana a todos estos crímenes de guerra y violaciones al derecho humanitario cometidos en Yemen. El mundo entiende que la hambruna es el peor sufrimiento humano y que eso se está viviendo en Yemen. Pero la opinión pública no termina de comprender todos los detalles complejos que explican la guerra, todos los actores y sus responsabilidades. Por eso, una historia puede resonar -y en general lo hace-, tocar sus corazones y almas, y hacerlos actuar”, agregó la periodista de 33 años. La historia de la desaparición de Khashoggi resonó y sigue resonando. Por un lado, porque es un columnista de The Washington Post y el diario ha iniciado una cruzada por revelar la verdad. Por otro, porque la misma campaña de publicidad que instaló al príncipe heredero saudita en portadas y en el primetime televisivo, ahora le está pasando factura a través de sus aliados que, incómodos o miedosos de una posible asociación, se distancian como si se sintieran traicionados. Y, finalmente, porque todo lo que rodea la desaparición de Khashoggi parece salido de un libreto hollywoodense. Casi todo lo que se dice saber sobre el caso son versiones no oficiales. Lo único certero y que todos confirman es que Khashoggi entró al consulado saudita de Estambul el 2 de octubre pasado. Riad informó que el periodista hizo el trámite y abandonó el edificio, pero no tiene cómo comprobarlo de manera independiente porque ese día las cámaras de seguridad no funcionaban y las autoridades dieron el día libre a todos los empleados turcos de la sede diplomática. Sin embargo, la Policía turca sí consiguió la filmación de una cámara de seguridad

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Moneda Falsa

Fuente: Horacio Verbitsky | El Cohete a la Luna Fecha: 07 de OCT 2018 ¿Qué hacía Bonadío de sobremesa con Eskenazi en La Pecora Nera? Las fotos no son de buena calidad y están tomadas desde más lejos que las del encuentro entre Fabián Rodríguez Simón y Martín Irurzun, pero no tienen menos valor. El encuentro ocurrió en el sofisticado restaurante La Pecora Nera, de Recoleta. Los contertulios son el Doctor Glock y el empresario Sebastián Eskenazi. La semana pasada, el diario La Nación consideró “curiosa” la ausencia de los Eskenazi en la causa de las fotocopias de los cuadernos. La observación pertenece a Carlos Pagni, quien tiene una larga historia de antagonismos con Sebastián Eskenazi y su padre, Enrique, que incluyó filmaciones clandestinas y denuncias cruzadas. Para la diputada cívica libertadora Mariana Zuvic, “Eskenazi es Kirchner”. Su protectora, Elisa Carrió, afirma que en la nómina de los encuadernados faltan Enrique Eskenazi y Jorge Brito. En su edición de junio, la revista de negocios Forbes mencionó a Enrique Eskenazi y sus hijos entre las mayores 13 fortunas del país. Sólo son precedidos por Paolo Rocca y familia con 9.700 millones de dólares, Alejandro Bulgheroni, Gregorio Pérez Companc, el desarrollador inmobiliario Jorge Pérez, Eduardo Eurnekian, la familia Werthein, Edith Rodríguez de Rey (de Pluspetrol), los empresarios farmacéuticos Sielecki, Roemmers, Hugo Sigman y Silvia Gold; Marcos Galperín, Javier Madanes Quintanilla y Jorge Brito.  Con 1.300 millones de dólares, los Eskenazi figuran empatados con los Braun, del Banco Galicia y La Anónima, y por encima de otros 36 potentados. Entre ellos los aceiteros Vicentín y Urquía, Héctor Magneto, Luis Pagani, los hijos de Ernestina Herrera de Noble, los Macrì, Nicolás Caputo, los Born, los Blaquier, los Miguens, Alfredo Coto, Alfredo Román, los Bagó, Marcelo Mindlin, Alfredo Tabanelli, los Garbarino y Amalita Amoedo. El viernes 5, Bonadío indagó a Paolo Rocca, quien negó hasta lo que había admitido en un foro empresarial. Según Forbes, los Eskenazi ganaron posiciones en el escalafón de las mayores fortunas del país a partir de la década de 1990. “A través de Petersen Inversiones, tiene el 70% del Banco de San Juan, mediante el cual domina otros tres bancos provinciales, entre ellos, el Nuevo Banco de Santa Fe y el de Santa Cruz. A su vez, es dueño de Petersen Thiele & Cruz, la constructora donde mutó de ejecutivo a dueño en los años ’80 y a partir de la cual empezó a construir su actual patrimonio”. La propiedad real de ese conglomerado se discute desde hace exactos 25 años, cuando revelé en un recordado diario porteño que el paquete mayoritario de la constructora había pasado a manos de Laura Sammartino de Dromi, quien contrató luego a los Eskenazi como apoderados para que el cambio de titularidad no fuera evidente. En su columna dedicada a la causa que Bonadío instruye a la ex Presidente CFK, Pagni mencionó la ansiedad por determinar “dónde está la plata” de las supuestas coimas. Para el ministro de Transporte Guillermo Dietrich, “Cristina personalmente robó” una suma que estimó en 200.000 millones de dólares, una cifra fuera de escala con la magnitud del Producto Bruto y la totalidad de la inversión en obra pública entre 2003 y 2015, que apenas superó la mitad de esa cifra. La cuenta no cierra, así no se hubiera construido una escuela, un hospital o un kilómetro de ruta y todo el presupuesto hubiera sido apropiado por los gobernantes. De allí la desesperación de todos los operadores oficiales y oficiosos por encontrar la ya mítica ruta del dinero K, y que una y otra vez se topan con los negocios turbios M. Según Pagni, “quienes pueden saberlo son los Eskenazi, a quienes curiosamente nadie llama”. La columna va más allá y alude a tres fuentes distintas, según las cuales Ernesto Clarens los nombró. Pero alguien que Pagni no identifica dijo: “Si querés no estar preso y aparecer como arrepentido, tenés que sacarlos”. La persuasión fue exitosa, porque como dice Pagni “no figuran los Eskenazi en la declaración de Clarens”. Cómo serán las actuaciones del juez Glock que entre los que se declaran escandalizados está el fiscal Carlos Stornelli, quien se reunió con el periodista de La Nación Diego Cabot primero en un café y luego en su casa. Según dijo Stornelli, desde ese momento de marzo “estuvimos trabajando codo a codo con el juzgado durante tres o cuatro meses”, hasta que Stornelli le avisó por teléfono al periodista colaborador que había llegado el momento de hacer la denuncia de los hechos que él ya conocía. Durante esos meses, tanto el fiscal cuanto el juez dejaron pasar la oportunidad de hacerse de los famosos cuadernos, lo que dio tiempo para que el grafómano del volante los quemara. Esto impide cualquier peritaje que explique las incrongruencias cronológicas de las imágenes escaneadas en La Nación. Ya son dos los empresarios que pudieron demostrar que recién ocuparon años después los edificios donde Centeno dijo haber llevado a Baratta: Sergio Tasseli y Jorge Rodríguez. El Corcho Rodríguez es uno de los íntimos amigos de Sebastián Eskenazi. Cuando la investigación se hizo pública, el cronista de escándalos Jorge Rial narró dos encuentros de Angelo Calcaterra, uno con su primo el presidente Maurizio Macrì, y otro con el fiscal Stornelli. En la última semana del año pasado, Juan Manuel Ducler y su abogado Alberto Sánchez Kalbermatten fueron detenidos por intento de extorsión a Sebastián Eskenazi, a quien le pidieron 20 millones de dólares para no revelar información comprometedora. Tal vez no lo era tanto, ya que Eskenazi los denunció, los filmó y les entregó un anticipo en billetes marcados por la policía, por lo cual fueron detenidos y se recuperó el dinero. En libertad a la espera del juicio, Ducler entregó a Bonadío un pendrive con un informe redactado por su padre, el extinto financista Aldo Ducler, en el que acusa a los Eskenazi de una estafa millonaria contra YPF y la Nación Argentina. También apuntaba al ex Presidente Néstor Kirchner, porque decía que los fondos que Santa Cruz recibió por deudas de

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¿Cómo defendemos las instituciones?

Fuente: Edgardo Mocca | Página 12 Fecha: 07 de OCT 2018 ¿Es antidemocrático expresar el deseo de que se vayan los actuales gobernantes? Cada vez que alguna persona públicamente conocida se pronuncia de ese modo se activa el piloto automático del periodismo monopólico -incluido su segmento más “neutral”- para repudiar esos dichos. La voz de orden es la “defensa de las instituciones”. Hace diez años no era así como pensaba el actual presidente y su partido, cuando la furiosa manipulación política de la tragedia de Cromañón habilitó el juicio político contra Aníbal Ibarra en la ciudad de Buenos Aires y generó las condiciones para el ascenso de Macri al centro de la escena política nacional. La presidencia es, por cierto, una institución de las más importantes de la república pero su duración en el cargo no lo es, en la medida que la Constitución habilita el juicio político en su contra, dadas ciertas premisas y cumplidos ciertos procedimientos. Claro que para la memoria política argentina, la cuestión no es solamente un problema de leyes y de constitución, sino que está atravesada por el mal endémico de la república durante gran parte del siglo anterior. La intervención pretoriana de las fuerzas armadas -casi siempre a nombre de las oligarquías legales y con un sentido de persecución e injusticia- generó una legítima y muy mayoritaria valoración por el cumplimiento del mandato presidencial. Cuando recuperamos el estado de derecho y el voto realmente universal, sin vetos ni proscripciones, el deseo colectivo de que sea el voto popular el que juzgue el desempeño del presidente se convirtió en una de las premisas del buen funcionamiento de las instituciones. Sin embargo, en dos ocasiones desde entonces los presidentes no terminaron su período de gobierno; fue el caso de Alfonsín y de De la Rúa, quienes, en ambos casos rodeados de un clima de crisis general y de desorden social, renunciaron anticipadamente. Un lugar común de la ignorancia disfrazada de análisis político atribuye a la acción de la oposición peronista esas crisis y esas alteraciones de los tiempos institucionales previstos. Claramente no fue la oposición la que en diciembre de 2001 ordenó la cruel represión que terminó con la muerte de decenas de personas en aquellas caóticas jornadas. La duración estricta del mandato del gobierno es un principio que no rige en buena parte de los actuales regímenes democráticos. Una parte importante de ellos son gobernados por regímenes parlamentarios, muy diferentes entre sí pero con el principio común de que el jefe de gobierno no puede mantenerse en su cargo desde el mismo momento en que pierde el apoyo de la mayoría de los parlamentarios. Un debate muy transitado en las últimas décadas -a veces casi excluyente entre politólogos y constitucionalistas-gira en torno de las bondades y de los problemas del presidencialismo y el parlamentarismo. Esta nota no se internará en ese territorio. La mención se limita a quitarle a la duración del mandato la aureola de santidad que lo identifica con el “buen funcionamiento de las instituciones”. ¿Puede hacer lo que quiera un gobierno mientras dura el período previsto para su recambio? ¿Es la duración prevista del mandato un valor superior al “bienestar general”, para mencionar el principio que invoca el preámbulo de nuestra constitución? Claro que, llegados a este punto, aparece el obvio problema de quién puede determinar cuándo se está actuando en la dirección de ese principio o cuándo no. Pero justamente de eso se trata, de la deliberación política. Y no de su reemplazo por candorosas o fraudulentas apelaciones a la defensa de las instituciones como modo de enfrentar fuertes y fundados cuestionamientos a la actual gestión de Macri. Una impresionante maquinaria mediática trabaja hoy para defender una serie de formulaciones que emite el gobierno: tormentas, cosas que pasan, esfuerzos circunstanciales del pueblo y futuros luminosos. Hoy ni los más acérrimos ideólogos del neoliberalismo otorgan crédito a esos productos de la publicidad, que a medida que pasa el tiempo se van volviendo ya no solamente mentirosos sino también ofensivos y provocativos para una gran parte de nuestra sociedad. El debate es político y no jurídico. Hay que dirimir lo que políticamente conviene y después darle el marco jurídico, sin olvidar que detrás de lo político y lo jurídico se juegan vidas, proyectos individuales y colectivos, derechos elementales que nadie que se reclame democrático puede ignorar. Claro, lo mejor es que esos debates políticos tengan lugar en el proceso de elecciones presidenciales para las que no falta tanto tiempo. Pero tampoco se puede ignorar o degradar la suerte concreta de millones de argentinos, bajo el argumento del respeto por los tiempos institucionales. Nadie puede negar que el deseo de que esta lamentable experiencia política termine lo más rápido que se pueda abarcar a una parte importante de nuestro pueblo. Se trata, claro, de una parte que no es la dueña de los grandes medios, ni influye gran cosa en la conducta de los tribunales, ni dispone de grandes capitales. Pero así y todo existe. Se pronuncia, sale a la calle y protesta. No son facciosos ni provocadores ni antidemocráticos; simplemente tienen un juicio o un punto de vista. Tan respetable, en principio, como los de quienes por conformidad con las políticas en curso o temor por las derivas de la crisis, prefieren mantener este estado de cosas hasta la elección. Por eso la retórica del presidente en los últimos días, esa que habla del “veneno social” y de las “personas envilecidas” tiene que ser repudiada. Porque tiene el designio de suplantar el debate político por la amenaza. Desde que empezó la gestión, ese discurso está en primer plano. Y ya acumula mucho dolor, mucha persecución y mucha violencia. Y ya que de instituciones estamos hablando, no está demás decir que mal se puede defenderlas apoyando y/o aceptando la entrega del poder de decisión soberana sobre nuestros recursos y nuestras políticas a las manos del FMI como hizo y hace este gobierno. ¿Tiene más importancia la duración del mandato presidencial que el ejercicio

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Súper tasa y súper recesión

Fuente: Carlos Heller | TiempoAr Fecha: 07 de OCT 2018 El gobierno de Cambiemos nos ha insertado en un modelo que depende del humor de los mercados, que ejercen un chantaje permanente; ni siquiera permite respiros, exige estar pendiente de lo que sucede con la tasa norteamericana, o en Wall Street, o de los problemas de algún país en desarrollo como ocurrió con Turquía. El gobierno va a fondo con la suba de tasas y con ello trata de contener el alza del dólar y el impacto sobre la inflación. Con las tasas también influye (de modo negativo) en el nivel de actividad. Es una lógica que sólo conforma a los mercados. El ministro Nicolás Dujovne afirmó esta semana que la economía argentina está en recesión y que va a estarlo por un tiempo más. «Cuando quebremos la tendencia inflacionaria, iremos acompañando con una tasa de interés que irá bajando», añadió. La «súper tasa» de las Leliq por encima del 70% anual se traslada, aumentada, a las pymes y a los sectores de la producción. Los últimos datos de la industria muestran una caída del 5,6% interanual en agosto, la cuarta en forma consecutiva. La consultora Moody’s señaló que «el aumento de la inflación, las tasas de interés extraordinariamente altas y la consiguiente caída de la actividad económica están reduciendo significativamente el crecimiento de los créditos en los bancos argentinos». Según el economista cercano a la filosofía económica del gobierno, Juan Carlos de Pablo: «Un ataque a una crisis tiene que ser un fenómeno de un fin de semana. Esto ya lleva varios meses y te va transformando la naturaleza del problema (…). La duración (de las tasas altas) es muy importante. No es lo mismo tener una tasa estrafalaria un fin de semana que varios meses». Por eso vale preguntar: ¿durante cuánto tiempo se mantendrán las tasas «estrafalarias»? Es imposible dar un pronóstico certero, pero lo cierto es que el sesgo del programa monetario no dejará lugar para respiros. Es lo que se espera de todo plan de «estabilización» que baja del FMI: altas tasas de interés y flotación del tipo de cambio son los ingredientes esenciales. El dólar completó la semana a la baja, con fluctuaciones. El título de portada de Ámbito (viernes 5 de octubre) intenta explicar el motivo de la volatilidad: «Dólar y Bolsa, afectados por el mal clima mundial». Significa que la tendencia no puede desvincularse del contexto global, que impacta internamente a partir de las políticas de desregulación y deuda indiscriminada que abraza este gobierno. Lo problemático es que las perspectivas globales anticipan más tensiones financieras, no menos. El Banco de Basilea (BIS), que nuclea a los bancos centrales de 60 países, centrales y periféricos, afirma: «En el ámbito financiero se observa fragilidad. Los mercados de las economías avanzadas continúan sobrevalorados y las condiciones financieras siguen siendo demasiado laxas. Sobre todo, el volumen de deuda es excesivo: en relación al PBI, la deuda global (privada y pública) supera claramente los niveles previos a la crisis. El exceso de deuda fue una de las principales causas de la crisis, y paradójicamente ahora tenemos más». Un reconocimiento de lo poco que se ha hecho desde la crisis de las hipotecas y, lo peor, una proyección de lo que puede venir. Los países «emergentes» ya comenzaron a sufrir los coletazos. «La actitud de los inversores hacia los activos de los emergentes se tornó claramente negativa. El común denominador fue el endurecimiento de las condiciones de liquidez dado el cambio de dirección de la política monetaria de la Reserva Federal, el dólar fue el principal canal de transmisión de ese cambio de política monetaria.» Lo lógica es que los impactos sean mayores cuanto más deuda en dólares se posea. Al respecto, es ilustrativo un pasaje en el que el BIS menciona a nuestro país (algo no habitual): «Aunque las empresas han sido importantes prestatarios (tomadores de deuda) en dólares estadounidenses, la emisión de deuda soberana también ha desempeñado un papel destacado (…). Un buen ejemplo es Argentina, donde se ha producido un acusado incremento de la emisión de títulos de deuda soberana desde principios de 2016». El propio FMI afirma algo similar. «La deuda pública como privada ha registrado un récord histórico y se sitúa en los 182 billones de dólares, lo cual representa un incremento del 60% respecto de 2007», y agrega: «estimamos que las economías emergentes, excluida China, podrían enfrentarse a flujos de salida procedentes de la cartera de deuda de hasta 100 mil millones de dólares, un nivel similar al de las salidas de capital registradas durante la crisis financiera mundial». A este mundo nos llevan el gobierno y el FMI. No es de extrañar que aquí el invierno económico y social se extienda y venga con temperaturas cada vez más por debajo de cero. Apoyo de las cúpulas El Foro de Convergencia Empresarial publicó un comunicado de apoyo al gobierno. Este colectivo está formado por varias cámaras empresarias, entre ellas la Asociación de Bancos de Argentina, que agrupa a los bancos extranjeros (ABA), la Asociación Empresaria Argentina (AEA), la Cámara de Comercio de EE UU en Argentina (Amcham), la SRA, e institutos como la Fundación Mediterránea e Idea. En un formato breve, pero con todo lo esencial. Respaldan el nuevo acuerdo con el FMI y apoyan el equilibrio fiscal «a lograrse mediante una reducción del gasto improductivo nacional, provincial y municipal, encarando una reforma administrativa del sector público que permita reducir la asfixiante presión impositiva sobre empresas e individuos». Es decir, que el ajuste lo pague la sociedad vía menos prestaciones públicas, a costa del beneficio impositivo para los firmantes y sus representados. En este sentido, sin decirlo expresamente, rechazan el aumento de las retenciones a la soja y otros productos. Apelan a que «las organizaciones sindicales como las no gubernamentales se comprometan con el fin de mantener la paz social». Esto nos lleva a varias preguntas ¿acaso la paz social está en manos de los sindicatos y organizaciones sociales, cuyos miembros son los que

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