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No es tiempo de ponerse las pantuflas

Fuente: Ricardo Aronskind* | La Tecl@ Eñe Fecha: 11 de diciembre de 2019 La victoria electoral es sólo el comienzo de un camino largo hacia el despliegue de todo el potencial nacional. El sendero hacia la segunda victoria está por comenzar: lograr construir gobernabilidad, realizar una buena gestión, evitar ser desestabilizado desde adentro o desde afuera, volver a poner al país en funcionamiento productivo. Recién la tercera victoria será la vencida: la consolidación de un modelo económico y social de desarrollo viable y sustentable, que garantice buenas condiciones de vida y de progreso para todo el pueblo. En otro artículo que publicamos en La Tecl@ Eñe, “Las 3 victorias”, señalamos que la victoria electoral era sólo el comienzo de un camino largo hacia el despliegue de todo el potencial nacional. El sendero hacia la segunda victoria está por comenzar: lograr construir gobernabilidad, realizar una buena gestión, evitar ser desestabilizado desde adentro o desde afuera, volver a poner al país en funcionamiento productivo. Pero recién la tercera será la vencida: la consolidación de un modelo económico y social de desarrollo viable y sustentable, que garantice buenas condiciones de vida y de progreso para todo el pueblo. Entender qué fue el macrismo para saber qué tendremos enfrente: El gobierno macrista termina, dejando detrás de sí problemas de todo tipo, algunos más fácilmente abordables que otros, algunos que requieren simplemente voluntad política, pero otros mucho más trabajosos, que requieren no sólo la determinación del equipo de gobierno, sino una tenaz acción colectiva para poder superar los obstáculos que deja el gobierno de Cambiemos. La pobreza, la deuda interna y externa, la precariedad financiera del Estado, las áreas gubernamentales debilitadas o vaciadas, los “derechos adquiridos” de sectores económicos parasitarios, las dinámicas sociales del “sálvese quien pueda”. Pero tan importante como eso, es entender que el gobierno de Alberto Fernández no llega a un paraje desértico, a una casa derrumbada, y sólo tiene que ponerse a trabajar con tesón y energía para lograr volverla a restaurar. Los que han dañado la casa, los que han tirado abajo paredes, perforado el techo y roto las cañerías, siguen viviendo allí y se consideran los dueños legítimos del bien que han arruinado en forma sistemática. Si: los actores que parieron al macrismo, continúan, están. Son los que empeñosamente apoyaron todo cuanto se pudo hacer en su momento para debilitar al gobierno de Cristina Kirchner, los que promovieron oposiciones salvajes, los que impulsaron todas las formas de desestabilización –tanto económica como política- y son también los que apoyaron fervorosamente todas las políticas que impulsó el macrismo. Hoy, alguno de ellos aparecen golpeados, y sus directivos parecen preguntarse qué pasó. Pero otros factores de poder, especialmente Estados Unidos y sus seguidores europeos, no parecen en absoluto lamentar lo realizado durante la gestión macrista, y es perfectamente coherente que sea así: lo que parece contradictorio o fracasado desde una mirada interna, argentina, parece totalmente consistente desde el exterior: el macrismo fue perfecto en ofrecer el territorio nacional a los negocios de las corporaciones multinacionales. El gobierno de Macri coincidió perfectamente con lo que desean las potencias que globalizaron el planeta en forma neoliberal: abrió la economía, no tuvo política exportadora, puso en crisis a la producción nacional, endeudó al país en sumas brutales y acompañó la política exterior de Estados Unidos de recolonización en América Latina, además de firmar un ruinoso tratado de libre comercio con la Unión Europea. Más no se puede pedir, de un gobierno colonial. Limitaciones propias: La coalición triunfadora tiene, a nivel electoral-social, dos componentes muy importantes: la mayoría de sus votantes han sido kirchneristas, peronistas, radicales, desarrollistas o izquierdistas, que siempre consideraron al gobierno de Cambiemos hostil hacia un proyecto nacional y popular. Pero hay otro sector que se incorporó más recientemente, que se sintió defraudado por el macrismo, o simplemente pensó que se trataba de otra cosa, que creyó las mentiras de Macri. Dados los pésimos resultados, que no son una entelequia intelectual, sino daño concreto a millones de personas y miles de empresas, optó por el Frente de Todos, como antes lo hacía hecho por el macrismo o el massismo. Es un voto volátil, muy sujeto a resultados puntuales y sin una visión fundamentada de los problemas nacionales. Tan volátil es, que después de 12 años de kirchnerismo eligió creerle al neoliberalismo, a los empresarios chantas, a la publicidad individualista de la globalización. Hoy votó a Alberto. A nivel político, la coalición triunfadora tiene dos componentes: un bloque kirchnerista que soportó 4 años de estigmatización y persecución, con una líder indiscutible y un conjunto de acendradas convicciones populares y patrióticas, y un espacio institucional más amplio, conformado por gobernadores, intendentes y sindicalistas mucho menos atraídos por las políticas transformadoras y muy reacios a sostener conflictos con el poder real. Todos quieren hoy combatir la pobreza, y todos aceptan políticas de reactivación económica. Hasta allí llegan las coincidencias. Es importante recordar que en el conflicto del campo contra el gobierno nacional, en 2008, cuando la confrontación tomó ribetes golpistas, una parte del bloque que acompañaba al kirchnerismo se apartó del gobierno y ensayó otros propuestas, con De Narváez y luego con Massa. El gobierno de Alberto, más allá de su estilo dialoguista y su disposición negociadora, si quiere modificar claramente la actual configuración distributiva del país, se encontrará con enemigos claros. Chocará con los sectores económicos que entendían que estaba bien lo que hacía Macri: el agronegocio, el sector financiero, las empresas públicas privatizadas, la minería y el negocio petrolero con rentabilidades estrafalarias. Además, encontrará las resistencias de todos los monopolios internos que se han acostumbrado a obtener ganancias abusivas sin control alguno de las autoridades. En ese espacio hostil militarán también los medios de comunicación que ocultaron la corrupción del gobierno de Cambiemos, así como el descalabro económico y social, en aras de consolidar el proyecto neoliberal. Y, como apoyo de masas, estarán también los sectores medios que vienen de un largo proceso de manipulación que los hace hostiles a cualquier proceso redistributivo e igualitario. Alberto suele citarlo

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El video de Cristina del 18 de mayo y la chismografía política

Fuente: Edgardo Mocca | El Destape Fecha: 1 de diciembre de 2019 El chisme político es el género que sobresale en las vísperas del 10 de diciembre. Los operadores que rodean a los líderes son, habitualmente personajes menores de la escena. Pero en el tiempo de descuento del gobierno de Macri, en los días previos al comienzo de una nueva experiencia política argentina estos actores ocupan fugazmente el lugar central. El periodismo de todos los signos asedia a los “íntimos” del presidente electo y les arrancan “revelaciones” sobre el gabinete que aflorará el día de la asunción. Las revelaciones son fugaces, se suceden vertiginosamente, se desmienten a sí mismas y no tienen ningún otro valor que la generación de expectativas de uno u otro signo. El establishment, a través de sus difusores –los medios de comunicación oligopólicos- ya han trazado su propio cuadro de situación. Según esos voceros, lo que se juega en estos pocos días es si Alberto Fernández se somete a los dictados de Cristina o se asume como líder de esta etapa de la república. Pero ¿cómo se establece la distinción entre uno y otro rumbo? Para los escribas del statu quo neocolonial es extremadamente fácil: si Alberto es consecuente con su campaña y se propone un modelo antagónico con el de Macri es un títere de Cristina; si en cambio los nombres del gabinete prometen “moderación” y esquivan cualquier tentación “populista”, significa que es un hombre “razonable” que sabrá poner distancias con quien le posibilitó el triunfo electoral. Naturalmente, existe en el interior del vasto y plural espacio social de apoyo al Frente de Todos, un humor simétrico al anterior: todo lo que no tenga prueba de calidad como recuperación plena de la experiencia de los gobiernos de Cristina despierta suspicacias y genera tensiones. Es bueno tener en cuenta los dos humores para poder evitar los correspondientes peligros que cada uno de ellos encierra. Las viudas periodísticas de la desastrosa experiencia macrista se sienten en el caso de pontificar qué es lo que debería hacer Alberto para pacificar y darle “gobernabilidad” al país. Las recomendaciones son amplias y diversas pero todas giran en torno a un eje, la ruptura de sus lazos con Cristina. Es el regreso del petitorio que la oligarquía argentina le presentó a Néstor Kirchner a través del entonces ceo del diario La Nación; solamente que el pliego no necesita como el anterior una larga especificación temática. Se limita a un “significante vacío”: romper con Cristina. Tienen de su lado una larga y muy transitada historia, la del “elogio de la traición” (con ese nombre, dos periodistas famosos de Francia publicaron un libro que aquí alcanzó una moda fugaz en la época de oro del menemismo). ¿De qué se trata? De la idea de que todo personaje central de la historia de un Estado tiene que estar dispuesto a traicionar (a sus votantes, a su historia, a sí mismo) en defensa de su convicción sobre qué es lo que su patria necesita de él aquí y ahora. A quien escribe no le parece esta una idea siniestra: cada personaje central de la historia lo es porque ha roto con todos sus prejuicios y todos sus dogmas para asumir las demandas de su época. Claro que hay traiciones y traiciones… Hay rebeliones contra el sentido común y los mitos construidos en los mundos culturales conservadores. Y también hay deserciones a proyectos políticos transformadores a cambio de ese fantoche de nuestros tiempos que ha tomado el nombre de “gobernabilidad”. Hay, a este último respecto, una discusión interesante en el aquí y ahora argentino del 10 de diciembre. Es el diagnóstico de la noche cerrada y prolongada que le espera al nuevo gobierno en su relación con el vecindario sudamericano. Es la reminiscencia del Perón de 1973 o del Alfonsín de 1983, rodeados ambos de dictaduras y sometidos a la presión del establishment para que eviten confrontaciones de consecuencias desastrosas. La receta actual de la gobernabilidad es la de adaptar el gobierno del frente a la nueva realidad de la región. Para eludir el habitual juicio moralista o ideológico respecto de la recomendación “realista” conviene poner en su lugar la experiencia histórica: ni los intentos del peronismo posteriores a la muerte de su líder por satisfacer las demandas del establishment (recordar el tristemente célebre ministerio de Celestino Rodrigo) ni los intentos de Alfonsín para negociar con los grupos económicos y con los militares nostálgicos de la dictadura llevaron a sitio alguno diferente del fracaso y el estallido de esas experiencias políticas. Si se quiere sumar comparación política, puede mencionarse el intento de Dilma Roussef de calmar a las fieras golpistas con planes de ajuste neoliberal, que terminó en su aislamiento político y su extrema debilidad en el momento de resistir al golpismo brasileño. Si la supuesta prudencia que aconseja -como decía el inmortal Fontanarrosa y su inefable Inodoro Pereyra a través del perro Mendieta- “negociemos Inodoro”- parece no llevar a ningún puerto aconsejable, tampoco el irredentismo y la negación de las complejidades reales parece un camino virtuoso. En realidad conciliadores y radicalizados deberían volver a escuchar el mensaje de Cristina del 18 de mayo último. Se ahorrarían –nos ahorraríamos todos- el estéril esfuerzo de interpretar los movimientos actuales de la fórmula ampliamente triunfante en octubre como un movimiento indescifrable y solamente accesible a los periodistas con “llegada” a ciertas supuestas intimidades del nuevo poder. Quien pueda comprender ese mensaje y actualizarlo sistemáticamente en la coyuntura podrá comprender mejor los tiempos que vienen que los supuestamente mejor informados. Ese día se dio a conocer un pacto político de alcance histórico: el que fundió la necesidad de terminar rápidamente con la pesadilla neoliberal macrista, con el reconocimiento del lugar histórico de la experiencia de Néstor y Cristina y con la necesidad de construir un nuevo punto de partida para la transformación del país. Un punto de partida que se proponga horadar la roca dura de un amplio conjunto social que, sin ser beneficiario de la desaforada acumulación de riquezas por los poderosos del país, sigue desconfiando

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El Likud contra lxs Fernández

Fuente: Jorge Elbaum | El cohete a la luna Fecha: 1 de diciembre de 2019 La particularidad de la actual transición radica en la proliferación de operaciones dispuestas a socavar los proyectos de inclusión social, desarrollo productivo, soberanía política e integración regional, planteados en la campaña por el Frente de Todxs. Las acciones orientadas a condicionar al próximo gobierno no tienen antecedentes en cuanto a su diversificación y nivel extorsivo, si se las compara con otras transiciones políticas transitadas en Argentina. El objetivo básico consiste en restringir la capacidad decisoria futura del próximo gobierno, debilitando su vínculo con la base social que lo votó. Los poderes fácticos combinan la difusión de profecías distópicas, una cruzada de descrédito sobre potenciales funcionarios, chantajes más o menos explícitos y operaciones comunicacionales varias sujetas a claros mensajes extorsivos. Los encargados operativos de tramitar las imposiciones son corporaciones empresariales, organizaciones de la sociedad civil –de apariencia autónoma e independiente— y delegaciones diplomáticas. Todos ellos pretenden circunscribir y limitar cualquier forma de empoderamiento popular, como prerrequisito para garantizar la continuidad del entramado neoliberal, funcional a los intereses monopólicos. Dentro de este entramado se destaca el conglomerado de dirigentes pertenecientes a la derecha de la colectividad judeo-argentina, emparentados políticamente con el Likud israelí, el partido que lidera el actual primer ministro Bibi Netanyahu. Como alfiles en las sombras aparecen la DAIA y a la AMIA, junto a varios dirigentes acólitos insertos en el universo del PRO. El plan de hostigamiento desplegado combina tres dimensiones prioritarias: la relativa al aparato judicial, la vinculada con el antisemitismo y la sustentada en el terrorismo internacional. Para que dicha tarea sea más eficaz, ambas organizaciones intentan convencer a la sociedad argentina, con la colaboración de los medios hegemónicos, de que la única judeidad existente es la que ambas organizaciones pretenden expresar. Pese a congregar no más del 30 % de los integrantes de este colectivo, la derecha de la colectividad se desespera en presentarse como la identidad excluyente de una tradición que es evidentemente múltiple y plural. De hecho, una gran parte de la misma se percibe en las antípodas de sus marcos ideológicos y políticos. A pesar de esta debilidad la estrategia desplegada por el Likud se encuentra en fase de operativización, desplegada a través de tres ejes de intervención: dentro de la esfera de lo jurídico, en contacto con las percepciones del antisemitismo y en referencia explícita al contexto geopolítico:  La utilización de los atentados sucedidos en 1992 y 1994, con el objetivo de extorsionar a los funcionarios judiciales y a la opinión pública en general para lograr una adscripción a los intereses de la lógica neoliberal, funcionales a Washington y a Tel Aviv. Esta operatoria se lleva a cabo a espaldas de los tres grupos de Familiares de las víctimas de los atentados, Memoria Activa, 18 J y APEMIA. La búsqueda de movilizar en forma espuria la sensibilidad de quienes cuestionan toda forma de discriminación. La tentativa busca endilgarle al nacionalismo popular un compacto perfil antisemita, con el objeto de alertar a las comunidades judías de todo el mundo –especialmente a la estadounidense, la más influyente a nivel global— de que el Frente de Todxs posee (y/o disimula) un claro posicionamiento judeofóbico. El intento por asociar al peronismo con el terrorismo internacional, toda vez que decida renunciar a los alineamientos demandados por Washington y Tel Aviv (verbigracia: el chavismo o Hezbolá, o cualquier otra organización que sea etiquetada como enemiga de u opuesta a los mandatos imperiales). Trípode de acoso   Estas tres disposiciones han sido conceptualizadas por las usinas de análisis geopolítico del Likud, el partido político más numeroso de la derecha israelí, en la actualidad liderado por Bibi Netanyahu. Sus delegaciones diplomáticas, instaladas en América Latina, se apoyan en los sectores más conservadores al tiempo que trabajan por invisibilizar a las fracciones más progresistas de las respectivas comunidades judías locales. En referencia a la primera dimensión, uno de los encargados de encausar el hostigamiento es Waldo Wolff, quien se ha destacado como uno de los promotores de la candidatura de Patricia Bullrich a la presidencia del PRO. Bullrich, presidenta del PRO, a propuesta de la derecha israelí. En una de sus últimas declaraciones, referida a la asunción de lxs Fernández, aseveró que “la Argentina se encamina hacia su camino más oscuro desde el advenimiento de la democracia. Hay una mafia que va a agarrar la Justicia, los servicios de inteligencia y servicios de seguridad”. En ese marco, con la clara intención de reclutar socios para su cruzada, les exigió a sus colegas de la DAIA y la AMIA que impulsen una oposición abierta, similar a la efectivizada durante la última etapa del kirchnerismo, cuando no dudaron en recorrer embajadas para denunciar como “socios de terroristas” y “responsables de la muerte de Nisman” a Héctor Timerman y Cristina Fernández de Kirchner. De hecho, Sergio Bergman y Claudio Avruj –ambos funcionarios del gobierno macrista— fueron parte del entramando que contribuyó al encarcelamiento de Carlos Zannini y Fernando Esteche, por la firma del frustrado acuerdo con Irán. “Los valores no deben negociarse. Espero que no lo hagan”, advirtió Wolff ante sus colegas dirigenciales cercanos al Likud. En esa misma línea, el portal Vis a Vis (entre cuyos propietarios se encuentra Claudio Avruj) se encargó en los últimos días de acosar a Juan Martín Mena, por la misma causa del Memorándum. En dicho portal se lo catalogó de “ex espía” y de ser responsable de las “operaciones sucias” dentro de la AFI. Todas esas estigmatizaciones son claramente orientadas a cuestionar su potencial desembarco como funcionario gubernamental bajo la gestión de Axel Kicillof. El segundo capítulo también tiene al ex vicepresidente de la DAIA, Waldo Wolff, como uno de sus promotores. A través de una nota enviada a la Agencia Judía de Noticias (AJN), señaló: “No tengo dudas de que la dirigencia judía argentina va a interpelar al Presidente electo Alberto Fernández”.  En esa misma lógica, la coautora del libro Asesinaron al Fiscal Nisman, Delia Sisro, impulsó la demonización de todos los integrantes de la

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¿Quién te creés que sos?

Fuente: Raúl Zaffaroni* | Página/12 Fecha: 1 de diciembre de 2019 En la esquina de mi barrio, cuando alguno exhibía más autoridad que la que le correspondía, se le decía ¿Flaco, quién te crees que sos? (a veces con una intercalación referencialmente fálica y casi siempre acompañada por el conocido e itálico gesto manual de interrogación). Ahora no estamos en la esquina de mi barrio, sino en una situación mucho más seria y grave, pero –lamentablemente- la nota del Secretario de Derechos Humanos de la Nación Argentina a la ONU, con motivo de la denuncia formulada por AJUS, Abuelas, Madres, Hijos, APDH, Liga Argentina, Familiares, Asociación Americana y otros organismos, debida a la abierta interferencia ejecutiva contra jueces y la consiguiente lesión a la independencia judicial –incluso verbalizada por el presidente-, creo que no merecería otra respuesta por parte del organismo internacional, que la habitual en la esquina de mi barrio, aunque –como es obvio- diplomáticamente se la formule en otro estilo más versallesco. El Relator Especial para la independencia de magistrados y abogados de la ONU, no ha hecho más que, en principio, tener por presentada la denuncia de los organismos, todos de larga y probada trayectoria en la materia y, por ende, dado también que los hechos denunciados se documentaban con información del dominio público, solicitar al gobierno argentino las explicaciones correspondientes. En verdad, en el caso, no debía ni podía ni le hubiese correspondido hacer otra cosa. El actual gobierno –que no nos ahorra papelón internacional alguno- en lugar de ofrecer las explicaciones correspondientes (si las tenía) por vía del Ministerio de Relaciones Exteriores, al parecer encargó al Secretario de Derechos Humanos que denuncie al Relator Especial ante el Consejo de Derechos Humanos de la ONU por excederse en sus funciones y por parcialidad. No queda claro si se lo encargó alguien o si el Secretario se atribuyó ese encargo, porque no sería la primera vez que actúa internacionalmente en nombre de este gobierno tan particular, siendo el Ministro de Relaciones Exteriores el último en enterarse. En tal supuesto, su nota no tendría más valor que la de un ciudadano. Pero, en cualquier caso –es decir, aunque se lo hubiesen encargado-, su nota no es la respuesta que le solicita la ONU, porque ni siquiera está dirigida al Relator Especial que la requiere, sino que se trata de una denuncia contra éste, formulada ante el Consejo de Derechos Humanos de ese organismo En otras palabras: la respuesta a la ONU no se ha dado y, por ende, se la deja como tarea al futuro gobierno nacional que, como es de esperar, deberá restaurar la imagen internacional de los argentinos, deteriorada por un régimen que -en cuatro años- sólo se ocupó de endeudarnos con glotona celeridad sin precedentes. En cuanto a la denuncia misma, no cabe otra reacción que la de la esquina de mi barrio. ¿Quién se cree que es el Sr. Secretario para imputar parcialidad al Relator que –como es de ley- se limitó a dar al gobierno la oportunidad de ser oído? Es raro que un régimen acostumbrado a llamar a indagatoria y a procesar con tan alegre generosidad se queje cuando le dan la oportunidad de ser escuchado, o sea, la de ejercer un elemental acto de descargo. Por otra parte, en lo personal, no admite comparación la trayectoria del Relator con la del Secretario, pues le lleva kilómetros de ventaja en la materia: jurista, canciller, juez de la Corte IDH, presidente de la Corte, etc. El Secretario debería saber de quién se trata antes de faltarle el respeto a Diego García Sayán, difamándolo por supuesta parcialidad, en una nota que más bien evoca las respuestas a organismos internacionales de tiempos estalinistas o nazistas. ¿Acaso no recuerda el Secretario que nuestra Corte Suprema también habló de “exceso en las atribuciones”, esa vez de órganos jurisdiccionales? ¿No se le ocurre que si cada país sancionado es el juez de la competencia de los órganos jurisdiccionales supranacionales se acabó el derecho internacional? ¿No fueron sus representantes quienes hicieron suya la insólita posición de la Corte Suprema como propia del gobierno argentino? ¿Se olvidó de esta vergüenza? Es claro que tampoco recuerda otros papelones, como el del famoso “dos por uno”, en que dieron marcha atrás por presión popular masiva, terminando la cuestión con dos votos que abrieron el camino para la aplicación retroactiva de una ley penal más gravosa, so pretexto de “ley interpretativa”. ¿Ignora el Secretario y algunos jueces que la retroactividad de leyes penales más gravosas sólo se admite en sistemas totalitarios? ¿Estos son los méritos que tuvo la gestión de su gobierno y la suya propia para permitirse el derecho a difamar a un Relator Especial de larguísima y probada trayectoria internacional? En síntesis –y para no abundar más- lo cierto es que el gobierno no ha respondido el requerimiento de la ONU, puesto que no ha dado las explicaciones del caso, tarea que queda a cargo de la futura administración, tal como algunos habíamos previsto. Lo único que no previmos, porque el disparate siempre es difícil de prever, fue la insólita nota con que el Secretario cierra su episódico y poco lucido paso por la función. * Profesor Emérito de la UBA

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El rey está desnudo

Fuente: Graciana Peñafort | El cohete a la luna Fecha: 1 de diciembre de 2019 A Gastón Aita lo conocí sin conocerlo en la casa de mi amigo Pablo Slonimsqui. Marichu, su mujer, abrió la puerta que conduce a las escaleras infinitas de su casa y en uno de los primeros escalones había una hermosa y extraña escultura, con un hombre caricatura con pico de pájaro. Fue amor. La casa de Pablo es además de una inmensa y adorable biblioteca, el refugio amoroso de un número indeterminado de perros y gatos, y también la galería no oficial de la obra de Gastón Aita. Tan bellas como perturbadoras, sus esculturas, nacida de cosas que la gente desecha, personajes que recuerdan a los goblins de Laberinto, esa genial película de los ’80. Me impacta cómo Aita trabaja la piel de sus esculturas. Son pieles mórbidas, correosas, grisáceas, que le dan el toque de decadencia que representan sus personajes. Son piezas grotescamente hermosas. Tan decadentes y grotescas como las imágenes que vemos desfilar desde el Poder Judicial argentino. Pero estas no tienen belleza alguna. Y tampoco gracia. Empiezo a escribir esta nota antes que concluya la declaración de Carlos Stornelli ante el juez Ramos Padilla, en Dolores. No es que me guste escribir sin que los hechos estén consumados, pero mi némesis personal, Horacio Verbitsky, me ha pedido que entregue las notas con un margen razonable de tiempo, que sea compatible con la vida –sobre todo la de Horacio y la del santo de Marcelo Figueras—, así que aquí estoy: no precisamente feliz, pero sí haciendo algo que me gusta mucho, como es escribir estas notas. Dios te da, Dios te quita. Entiendo que la decisión de Carlos Stornelli de presentarse a brindar su declaración indagatoria es correcta. Sé que no es la que hubiese deseado el fiscal, pero una serie de eventos desafortunados terminaron de convencerlo. Creo que el más determinante es aún desconocido a los ojos de buena parte de la opinión publica. El 10 de noviembre de este año el periodista Raúl Kollman publicó la noticia respecto a que el fiscal expresó su voluntad de concurrir a declarar el “día en que se enteró que tres de los cinco fiscales que componen el consejo evaluador votarían por aconsejar el inicio de un proceso de destitución. No se trataba de un dictamen vinculante, pero al procurador ya no le quedaría margen para manipular las cosas”. Después de un prolongado proceso, cuyos plazos se extendieron hasta el absurdo, a principios de noviembre se supo que a decisión de los fiscales era promover la destitución de Stornelli debido a su rebeldía contumaz. Pero no fue esa la explicación del fiscal. Como señaló la periodista Catalina D´Elia,“la explicación formal de por qué después de seis llamados a indagatoria Stornelli aceptará ahora recorrer los 200 kilómetros que lo separan de Dolores para volver de allí con un más que probable procesamiento es que la Causa Cuadernos está a salvo”. Lo que la periodista no dice y el fiscal tampoco, es a salvo de qué exactamente. En efecto, tramos importantes de la causa N° 9608/2018, conocida como Cuadernos, se encuentra elevada ya a juicio oral. Quedan aún en etapa de instrucción capítulos interesantes, como por ejemplo la nunca concretada declaración de Eskenazi, que fuese reclamada a Bonadío en diciembre de 2018 por la Cámara de Apelaciones, y la situación de los arrepentidos de Techint, milagrosamente salvados por la Cámara de Apelaciones. Es precisamente por esta circunstancia que los abogados defensores, en el marco de esta causa, seguimos recusando a Stornelli., También parece prudente señalar que no entiendo de qué modo la elevación a juicio oral pondría a salvo la causa. En una incomprensible sentencia que me notificaron hace horas, Bonadío señala que “cabe destacar que para dictar un auto de procesamiento no es necesario comprobar con certeza plena la materialidad de un hecho y su autoría penalmente responsable, sino la existencia de los presupuestos que justifiquen la realización de un juicio”. Entonces vuelvo a preguntar: si no hay certeza, ¿qué es lo que estaría a salvo ahora que la causa se elevó a juicio, que no estaba hace nueve meses cuando Stornelli entro en rebeldía? En lo legal visible, absolutamente nada. Pero sí voy a arriesgar como hipótesis que en estos meses de rebeldía Stornelli intentó arreglar las cosas, para sobrevivir a las consecuencias de sus propios actos. Porque se ha dispuesto la libertad de la mayoría de los detenidos en la causa Cuadernos, que a decir verdad solo continúa con dos detenidos en complejos penitenciarios: Julio De Vido y Roberto Baratta. Al resto, sea por vía de excarcelación o por vía de detención domiciliaria, se los ha sacado de la cárcel. Control de daños, que le dicen. También y en la misma lógica se ha dispuesto que respecto a algunos personajes importantes se dicte la falta de mérito, es decir no sujetos al juicio oral en lo inmediato. Los pasillos de Py dan cuenta además de reuniones celebradas bajo el auspicio de un juez de instrucción, entre Stornelli y abogados que intervienen en la causa Cuadernos, a los fines de acercar posiciones. No puedo mencionar con quiénes se reunió, porque no son más que rumores. Pero cuando analizo la conducta de los abogados, los rumores cobran verosimilitud. Hace no mucho le pregunté a un juez, al que por cierto estimo, por qué seguían en Comodoro Py sosteniendo la insostenible situación de Stornelli. Me miró raro —no supe leer lo que me decían sus gestos— y contestó: “Porque nos da lástima”. Yo le pregunté si no le daban lástima los detenidos arbitrariamente. No me contestó y con enorme habilidad cambió de tema. Supe que no debía insistir, pero aun hoy espero que Comodoro Py me dé una respuesta. En estas épocas tan horribles que hemos vivido, mi escala de pretensiones se ha degradado mucho. Sigo pidiendo justicia y aplicación de las leyes, pero tengo plena conciencia de que no serán los jueces de instrucción de Comodoro Py quienes ordenen el desastre

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«Qué», «cómo», «para quién»

Fuente: Carlos Heller *| Tiempo Argentino Fecha: 17 de noviembre de 2019 Tratando de desenmascarar la estrategia de promesas y posverdades del gobierno de Cambiemos, mencioné en varias oportunidades que no sólo hay que ver los «qué», sino fundamentalmente los «cómo». Estos últimos son los que terminan por definir el «para quién», es decir, los destinatarios de las decisiones de política, entre ellas las económicas. En este punto sobresale una constante: el gobierno termina su mandato siendo coherente y exitoso en cuanto a sus objetivos de fondo: promover una redistribución regresiva del ingreso en Argentina. Los «para quién» muestran que entre los principales perjudicados han estado los trabajadores. Los salarios reales del sector privado registrado (RIPTE) cayeron un 19,3% entre septiembre de 2015 y de 2019. En dólares la cuenta es aun peor: se llega al 50% de caída. Ni la más dura reforma laboral pretendida por el establishment podría haber conseguido algo semejante. Quedan fuera de estos números los trabajadores públicos, los no registrados y otros sectores como el de los jubilados. Este es el piso desde el cual se parte. No hay que perderlo de vista a la hora de comenzar el debate en torno al Gran Acuerdo Nacional que seguramente se implementará con la asunción del gobierno electo. Las últimas mediciones del IPC de octubre van en línea con el deterioro descrito. En lo puntual, en octubre el IPC registró un aumento del 3,3%, por debajo de lo que esperaban los analistas (un 4,2%, según el REM) y de lo ocurrido en el mes previo (5,9%). En algunas notas periodísticas se valora que la inflación de Alimentos y Bebidas (2,45%) fue menor al promedio de mes, aunque la trayectoria de fondo y las causas que la motorizan no muestran cambios. De hecho, la variación interanual de la inflación general ya llega al 50,5%, mientras que la de alimentos al 51,8%. En el caso de la salud los aumentos de precios llegan al 70,5%. No son sólo datos, semejantes aumentos indican que cada vez más familias no pueden cubrir sus necesidades básicas. La emergencia que deja este gobierno no sólo es alimentaria. Es cierto que hubo una ligera desaceleración, pero es imputable, en gran parte, a los efectos del plan alivio que implementó el gobierno tras las PASO. Se observa por caso en la evolución de los precios regulados, que subieron en octubre un 2%, también por debajo del promedio. La mala noticia es que todo el paquete de alivio trae fecha de caducidad, tal como acaba de verse con la liberación del precio de los combustibles, que comenzaron a mostrar aumentos en la semana de alrededor de un 5%, como anticipo de otras tandas que podrían sumar el 15% antes de fin de año. Es lo que faltaría para alcanzar la «paridad de exportación», todo un despropósito para un país con producción propia de petróleo crudo. Como siempre, en el fondo están las ganancias, en particular de las empresas energéticas. Por eso el gobierno saliente toma la decisión de compensar con 24.500 millones de pesos a las productoras de gas, como consecuencia de las «variaciones del tipo de cambio». A futuro es absolutamente necesario avanzar con la desdolarización de los precios y los márgenes de ganancia de ciertos sectores de la economía, porque producen un perjuicio concreto en la población. Es lo que ocurre también con alimentos que forman parte de la canasta básica alimentaria, como el pan, que tienden a ajustarse en función de la desvalorización del peso. Desde diversas consultoras ya estiman que la inflación de noviembre y diciembre tendría un piso de 4%. Al descongelamiento de los combustibles hay que agregarle el aumento autorizado a prepagas, telefonía celular y cuotas de colegios privados. Con esto la inflación terminaría diciembre cerca del 55 por ciento. Quedan en evidencia el país que dejan y la titánica (pero no imposible) tarea que habrá que llevar a cabo. Ante ello, es esencial la implementación de políticas vinculadas a la discusión del «para quién». No hay modelo de sociedad que resista con semejante caída del poder adquisitivo y aumento de la pobreza. No hay industria que resista si no tiene a quién venderle sus productos, en un mundo cada vez más proteccionista y de exiguo crecimiento. En otras palabras: la propuesta de crecimiento con inclusión es la única opción sostenible en el tiempo. Y en este sentido, resulta primordial mencionar que el pasado viernes se realizó la primera reunión de trabajo del Consejo Federal Argentina contra el Hambre. En la reunión, presidida por Alberto Fernández, el presidente electo sostuvo: «Todos estamos de acuerdo de que el problema del hambre es consecuencia de una estructura económica que no funciona, donde falta trabajo, falta inversión y hay mucho maltrato al que produce. También es cierto que hay una gran concentración y tenemos que ver cómo lo resolvemos. Para reforzar esta idea, reflexionó: «Tenemos que cambiar la estructura argentina, si nosotros seguimos haciendo lo mismo vamos a tener los mismos resultados». También definió el problema del hambre: «Un chico mal alimentado en el comienzo de su vida es un chico que rinde menos en el futuro». En conocimiento de los desafíos que estas acciones significan, clamó: «Hagamos algo épico». En clave latinoamericana Los sucesos de Chile y Bolivia son dos ejemplos más de la disputa de los «para quién», que también se viene dando en el plano regional. No hay que perderlo de vista: el golpe de Estado en el país del altiplano es una consecuencia de que el «para quién» de esos gobiernos estuvo anclado en los sectores históricamente marginados. En Bolivia ello se operacionalizó por la vía de la nacionalización de los hidrocarburos, que permitió avanzar con toda una serie de políticas de inclusión, mientras se apuntaló fuertemente el crecimiento. No por nada el ministro de Economía del autoproclamado gobierno, José Luis Parada, había dicho en 2012 que «era pésima la administración de recursos» del gobierno de Evo Morales. Consistente con su historial, apenas asumido dijo: «En 14 años hemos tenido

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Un rechazo contundente

Fuente:  Carlos Heller | Tiempo Argentino Fecha: 3 de noviembre de 2019 El próximo 10 de diciembre culminará en Argentina otro doloroso capítulo de la experiencia neoliberal, que trajo las políticas y los resultados de siempre. El legado que deja resulta indiscutible. La pobreza mostró un alarmante aumento, hubo un crecimiento sostenido de la desocupación, cierre de pymes, salto del endeudamiento, baja de los salarios reales y crecimiento de las tarifas públicas, entre otros tantos males a heredar. Este es el escenario con el que se encontrará el Frente de Todos cuando inicie su gobierno. La emergencia en temas concretos, como la alimentación, demandará sin demoras decisiones importantes. A su favor, para tratar de dar vuelta semejante legado, el nuevo gobierno contará con el apoyo de la mayor parte de la población. Los resultados electorales del pasado 27 de octubre dejaron una enseñanza clara: que las mayorías están en contra de las políticas implementadas en los últimos años y que están a favor de comenzar una etapa distinta al neoliberalismo. Afortunadamente se abre un nuevo capítulo en la historia del país, una nueva orientación de sus políticas públicas y un nuevo alineamiento internacional. Sin lugar a dudas el escrutinio definitivo seguirá reflejando el contundente rechazo a las políticas de estos cuatro años. Cuesta encontrar una primera vuelta donde los resultados hayan sido tan contundentes a favor de un candidato. Sin embargo, desde el oficialismo y la prensa dominante se trata de instalar la idea de que el verdadero ganador fue quien salió segundo, una hipótesis que no resiste ningún análisis. De hecho, el propio Marcelo Bonelli afirma en su nota (Clarín, 1/11/19): «Marcos Peña intenta –con su marketing– transformar la derrota en un triunfo. La arremetida final de Macri lo dejó mejor parado y el resultado dejó un escenario más equilibrado. Pero eso no esconde lo esencial: la derrota (…) Macri encabezó el único gobierno oficialista que no logró la reelección. Fue el primer presidente de la historia que buscando la reelección no lo consiguió». Una buena síntesis de lo ocurrido. Las comparaciones con otras elecciones no dejan de ser importantes. Hay que recordar que luego del resultado de 2015 se intentó hacer creer que el proyecto iniciado en el 2003 estaba agotado y que sólo quedaba abrazar la vía de los mercados. Sin embargo, en ese momento la diferencia en el balotaje fue de 2,68 puntos. La catástrofe social a la que llevó el ajuste, que incluyó la vuelta al FMI, hizo que la experiencia neoliberal no resistiera más que un mandato. En estos días se habló de que la polarización observada constituyó en los hechos un adelantamiento del balotaje, pero no alcanza para desmerecer los resultados de la primera vuelta. No significa que no haya habido algunos sectores que modificaron su voto respecto de las PASO a favor del oficialismo. Pero, después de todo, ¿no era eso lo que se buscaba con el «plan alivio» posterior a las Primarias? La pretendida sensación de alivio, si ocurrió, duró poco. Consumadas las elecciones, el actual gobierno volvió a dejar en claro que su compromiso no es con la ciudadanía sino con los sectores que en todos estos años han salido beneficiados. El viernes se efectivizó una suba de las naftas del 5%, y vendrán otras dado que se ratificó que los precios volverán a ser «libres». Se adelanta así el cronograma que estipulaba que hasta el 13 de noviembre los combustibles se mantendrían sin cambios. La ausencia de balotaje seguramente fue la que aceleró los ajustes. En esta línea aparecen los últimos anuncios de aumento en las prepagas (4% en noviembre y 12% en diciembre). También es inminente la suba de los planes de telefonía móvil, y luego vendrían el gas y la luz. Sería bueno que este gobierno no continuara con estas políticas. Con sus decisiones, la actual gestión sigue impactando en la inflación y erosionando el poder adquisitivo de los hogares. Los últimos datos de los salarios y precios muestran que en agosto de 2019 el poder de compra de los trabajadores era un 7,9% más bajo que un año atrás (12,8% fue la baja en privados no registrados). A esto se le suma el deterioro del mercado laboral, que mostró en agosto una baja interanual de empleo formal (-2,3%), monotributistas (-1,1%) y autónomos (-2,5%). El delgado hilo que conduce a la pobreza y la emergencia es lo suficientemente visible. Con datos actualizados a septiembre, una familia tipo precisa ingresos por 34.784 pesos mensuales para no ser pobre y 13.913 para no estar por debajo de la línea de indigencia. En este marco, propuestas como la flexibilización laboral sólo podrían llevar a una mayor caída de los salarios y al empeoramiento de la situación social. Lo que hace falta, de manera urgente, es la implementación de otras políticas, más allá de que algunos analistas insistan con su habitual discurso. En el último informe del Centro de Estudios de Orlando Ferreres se dice: «En líneas generales, no hay mayor espacio para llevar a cabo políticas de estímulo de demanda, y será una condición necesaria que se comience a transitar el camino de las reformas estructurales». Incluso si fuera cierto que no hay espacio para hacerlo, lo que ciertamente no es el caso, ¿no sería bueno dejar de dañar la demanda con los aumentos que se vienen, que repercuten directamente sobre el ingreso disponible de los hogares, la demanda interna y retroalimentan la espiral de caída de la economía? Este análisis no desconoce que los resultados también muestran que hay sectores que han elegido diferentes opciones durante todo el proceso eleccionario. Por lo tanto, pensando en un proyecto para las mayorías, aún queda un gran camino por recorrer en el esfuerzo por sumar a quienes todavía tienen reservas o prejuicios y terminan votando en contra de sus propios intereses. El poder comunicacional que poseen las fuerzas que se oponen al bienestar de las grandes mayorías populares ha ejercido una importante influencia en los estratos medios urbanos. Hay que profundizar

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El final del mundo macrista

Fuente: Ricardo Aronskind | El cohete a la Luna Fecha: 3 de Noviembre de 2019 El triunfo en primera vuelta del Frente de Todos fue un extraordinario resultado teniendo en cuenta el poder de las fuerzas a las que enfrentó, y abre el camino para una primera mejora: desplazar del aparato estatal a los ejecutores de las medidas que llevaron a esta gravísima situación. Pero durante algunas semanas más estas fuerzas estarán al comando del Estado, y aun disponen de las más importantes palancas de la economía argentina. No hay transición: hay macrismo Ninguno de los efectos económico-sociales por los cuales el experimento neoliberal fue rechazado en las urnas cesó el domingo de la victoria del Frente de Todos. Ya se pusieron en marcha los aumentos de tarifas y combustibles suspendidos para falsear el clima preelectoral. Se están observando remarcaciones gigantescas en productos de primera necesidad sin ningún justificativo. El pan aumentará 30%, la carne 20%, pero esta vez sin la excusa de una devaluación previa. El deslizamiento del dólar en la semana previa a los comicios ya dio pie para que sectores monopólicos  se consideren habilitados a remarcar con impunidad. Hasta ahí la continuidad de una práctica predatoria tradicional, que deberá ser revisada si se quiere lograr cierta recuperación del poder adquisitivo del salario. Pero esta semana se conoció que el gobierno macrista prevé realizar una emisión gigantesca de dinero (entre 250.000 y 400.000 millones de pesos) hacia diciembre, dado que en este último tramo se concentrará el grueso del déficit fiscal del año. El gobierno agonizante pasará de la sacrosanta emisión cero, durante la cual la inflación se aceleró, a una violenta inyección de dinero en un período muy acotado. Es previsible, por lo tanto, una realimentación  del proceso inflacionario y de la demanda de dólares negros, dado que esta administración no está dispuesta a tomar ninguna medida adicional. En tanto, continúa la reducción de la masa de las LELIQs, dado que el Banco Central está bajando la abultadísima tasa pagada hasta ahora, pero en este momento arriesga a empujar a los ahorristas en pesos hacia el dólar, que ya no les suministra en cantidades significativas el Estado desde el día de la derrota gubernamental en las urnas. Se están creando las condiciones para una escalada del dólar negro sin precedentes, luego de meses en los que desaprensivamente se dejaron casi desaparecer las reservas del Banco Central. Muy tarde, se minimiza la venta masiva de divisas al público. Hoy los precios y el dólar están sin control –debido a la catastrófica política económica macrista— y se realimentan mutuamente, a costa del empobrecimiento de las mayorías. La reanudación de los aumentos de tarifas agrega otro acelerador a la velocidad de los precios, otra de las justificaciones de la “patria remarcadora”. Por si faltaba alguna excusa que potencie la nefasta práctica de las remarcaciones precautorias, se han escuchado rumores de alzas de precios decididas en función de la previsión de un eventual acuerdo de precios y salarios en la próxima gestión. Si esto es así, si ahora hay saltos de precios “por si” se intenta poner en el futuro bajo control la inflación, estamos frente a la mejor prueba de la nula disposición de ciertos sectores formadores de precios a realizar un aporte genuino a la estabilización y recuperación económica: todo consiste en hacer la trampa de aceptar frenar los precios luego de colocarlos en niveles exorbitantes, que garanticen en lo microeconómico rentabilidades desmesuradas, pero que en lo macro consolidan efectivamente una realidad distributiva que es un freno a cualquier reactivación. Los empresarios privados se comportan con absoluta irresponsabilidad, ejerciendo su poder monopólico u oligopólico, empujando hacia la contracción de la actividad económica –al provocar la caída del poder adquisitivo de la población—, y por lo tanto a la quiebra de otros colegas empresarios, debido al efecto de desplazamiento de la demanda efectiva hacia los consumos más imprescindibles. Pero al mismo tiempo rechazan, como si fueran brillantes corporaciones globales, la intervención del Estado en la economía. No quieren tener comportamientos disciplinados, ni ser disciplinados por las autoridades públicas, y defienden su “derecho” a sostener conductas económicas depredadoras. Otros incendios No sabemos si es planificada la política pública de despojar a la próxima administración de cualquier instrumento de intervención para estimular la economía. Pero si las medidas que está tomando en diversas áreas estatales que convergen en el debilitamiento extremo de las capacidades estatales son planificadas, el gobierno estaría mostrando habilidades de articulación de medidas económicas que hasta ahora parecía no tener. Hay que explicitarlo ante la opinión pública con total claridad: se está dejando al Banco Central sin reservas ni posibilidades de financiamiento convencional, y al Banco Nación y al Banco Provincia de Buenos Aires en una muy comprometida situación patrimonial, que de haber subsistido el macrismo hubiera desembocado seguramente en su privatización con la excusa de que “dan pérdida” o que “no están en condiciones de cumplir su función”. En materia de destruir las capacidades estatales, el neoliberalismo acude a la batería de excusas que utilizó en sus experimentos previos. Al mismo tiempo, se está dejando plantada una severa crisis de orden federal: varias provincias, producto de los manoseos presupuestarios recientes de la gestión macrista, los recortes provocados por el ajuste fondomonetarista y la contracción general de la economía, comienzan a tener muy serias dificultades para poder pagar las actualizaciones salariales pactadas, disparadas por la inflación que superó ampliamente los aumentos otorgados del 23%. No hace falta describir el escenario provincial cuando no se puedan cubrir las remuneraciones de los empleados públicos. Al mismo tiempo no debemos soslayar los efectos inerciales de la contracción económica en marcha, que permanecen como telón de fondo de las novedades agravantes que mencionamos más arriba: cierre constante de empresas productivas y comerciales y aumento del desempleo y la pobreza. Se debe considerar la posibilidad de que la asunción de Alberto Fernández el 10 de diciembre se produzca en un contexto de aguda crisis económica y social, que no sólo empañe los festejos

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Espionaje, fragmentación y vigilancia: los dispositivos de la manipulación neoliberal

Fuente: Jorge Elbaum | El cohete a la Luna Fecha: 3 de Noviembre de 2019 En la última semana la empresa Facebook fue condenada en el Reino Unido a pagar una multa de 500.000 libras esterlinas (643.785 dólares) ante el ente público de control de la privacidad de datos personales [1]. En la misma semana la empresa WhatsApp, propiedad de Mark Zuckerberg desde 2014, demandó a la empresa israelí de vigilancia cibernética NSO Group por espiar en 20 países, entre los cuales se encuentra Argentina. Los funcionarios de WhatsApp señalaron en su acusación que se trata de actividades de espionaje a 1400 objetivos (teléfonos celulares) detectados hasta la actualidad. Entre los relevados figura la vigilancia de 100 periodistas y decenas de activistas de derechos humanos [2]. En julio último, Facebook fue condenado por el gobierno de Estados Unidos a pagar 5.000 millones de dólares por violar las regulaciones de privacidad de la información. La imputación se refiere a la entrega de 200 millones de perfiles de sus usuarios a la empresa Cambridge Analytica. Dichos datos fueron utilizados en diversas campañas electorales como el Brexit, el triunfo de Mauricio Macri en 2015 y en 2017 y el éxito de Donald Trump en 2016 [3]. A medida que el hechizo neoliberal empieza a trastabillar en diferentes países, empiezan a divisarse los mecanismos utilizados por los poderes concentrados para manipular y confundir a segmentos específicos de la sociedad. Los tres dispositivos centrales que han sido empleados son: El espionaje y vigilancia de referentes políticos, gremiales y/o judiciales con el objetivo de controlarlos, extorsionarlos o paralizarlos. La segmentación de grupos sociales operables (capaces de ser influidos), utilizando como insumo para su catalogación la Inteligencia Artificial (IA). La multiplicación de operaciones de prensa basadas en datos obtenidos por medios ilícitos (sumados a los recursos provenientes de la IA), destinados a imponer climas sociales, culturales y económicos enfrentados a los intereses mayoritarios. Los tres procedimientos manejan herramental tecnológico y son complementarios a la construcción política clásica, territorial e identitaria. Se superponen y buscan retroalimentarse conjuntamente. Operan sobre conjuntos sociales poco politizados a partir de la utilización de información clasificada que es intervenida y manipulada para conseguir efectos de resentimiento y odio hacia referentes populares. La multa a Facebook y la demanda a NSO Group exhiben la práctica habitual de los tres dispositivos: la modificación, alteración y configuración de relatos públicos acordes a la imposición de intereses concentrados.  El último 11 de septiembre el juez federal Alejo Ramos Padilla tomo declaración testimonial al empresario israelí Dov Kilinsky, quien aparece en los archivos extraídos de las computadoras de Sebastián D’Alessio como un distribuidor de aparatología de seguridad, vigilancia, seguimiento, encriptación y espionaje [4]. En su declaración Kilinsky acepta ser integrante de la Cámara de Comercio Argentino Israelí, liderada por Mario Montoto, a quien D’Alessio identifica en varios intercambios de WhatsApp como “MM” o “el 1”. Admite, además, ser el representante de la empresa madre de NSO Group, la Israel Aerospace Industry, IAI, constituyéndose como su representante en Argentina desde 2013 [5]. Ciberguerra macrista Dov Kilinsky, uno de los proveedores de Sebastián D’Alessio. El interés de Mauricio Macri por el espionaje ilegal se remonta al caso de las escuchas telefónicas sufridas, entre otros, por familiares de las víctimas de la causa AMIA. Una vez asumida la presidencia en diciembre de 2015, luego de que Macri fuera desvinculado en forma sorpresiva de la imputación por espionaje, la tarea quedó en manos de Patricia Bullrich, que apeló a la colaboración de varios intermediarios con empresas israelíes proveedoras de tecnología de seguridad. El 24 de julio de 2016 Bullrich declaró que “estamos trabajando con la Dirección de Comunicaciones de la Corte (la ex OJOTA, encargada de las escuchas telefónicas) un establecimiento de protocolos. El otro tema al que nos estamos dedicando fuerte es el de la creación de un protocolo unificado de emergencias. El diputado Waldo Wolff lo está trabajando con expertos de distintos lugares en el mundo, para saber qué hacer y cómo operar para que no se colapsen las comunicaciones y la logística” [6]. Meses después de este reconocimiento (o lapsus) público, el diputado Waldo Wolff acompañó a Tel Aviv a Patricia Bullrich a la cuarta Conferencia de Ciberseguridad, exposición en la que se ofertan y comercializan dispositivos tecnológicos destinados al control del terrorismo y la seguridad pública [7]. Del convite participó también Dov Kilinsky. En esa oportunidad el ministerio de Seguridad adquirió un paquete de ciberseguridad que costó al erario público la suma de 5.200.000 de dólares, cuyo desarrollo bien podría haber sido realizado con recursos propios, provenientes de las tecnologías existentes en el INTI o el CONICET.  El software comprado está orientado –según se informó— a prevenir ataques terroristas. Posee la capacidad de recolectar y procesar datos de redes sociales. El último 24 de diciembre de 2018, horas antes de la celebración de la Nochebuena, el diputado Waldo Wolff dialogó con el misógino locutor Baby Etchecopar en su programa radial El Ángel del Mediodía, en relación al aniversario de la muerte de Alberto Nisman, uno de los temas que más apasiona al ex arquero suplente del club Atlanta. En el transcurso del reportaje pasó desapercibida una frase del legislador, asiduo asistente a los paneles de debate vespertino de carácter político revisteril. “Yo también –afirmó, eufórico— tengo acceso a carpetas de la vida privada de mucha gente” [8]. Espionaje en América Latina  Presentación del Juez Alejo Ramos Padilla ante la Cámara de Diputados para denunciar las articulaciones internacionales de Sebastián D’Alessio. En enero de 2015, la Corte Suprema de Panamá difundió el resultado de una investigación sobre espionaje de la que resultó imputado el ex Presidente de ese país, Ricardo Martinelli. La imputación, que supuso el inmediato pedido de extradición de Martinelli –que en 2015 se encontraba residiendo en Estados Unidos— se basó en la acusación de utilizar una aplicación de vigilancia remota conocida como Pegasus, creada y comercializada por NSO Group. Martinelli fue detenido el 12 de junio de 2017 en Miami. En el juicio el ex Presidente reconoció que el Estado panameño adquirió, durante su presidencia, soportes de espionaje a

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