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Sé vos

Fuente: Martín Rodríguez* Fecha: 02 de ABRIL 2017 La clave para construir un anti macrismo lúcido es no ser lo que el macrismo se representa que sos. Para no hacer, como llama Pablo Touzon, “resistencia infinita”. Un gobierno que se recuesta sobre su polarización es un gobierno que se corre del “centro” y abre una oportunidad para ser aprovechada. Vayamos por partes a decir algo sobre lo obvio. Las comparaciones autoconscientes y manifiestas entre las plazas. Lo que los manifestantes dicen y reafirman de sí y de los otros. Las dividimos en dos: las plazas de izquierda/peronistas y las plazas republicanas. ¿Qué se discute superficialmente en torno a ellas? Su organización: cómo se llega, qué se come, cómo se presentan en escena. En general ese corte de cómo se llega lo subrayan los republicanos: dicen que los otros llegan en colectivo, mientras ellos llegan solos, en auto, en transporte público. Sin estigmas podemos decir que la primera sociología de una marcha nace efectivamente de ahí: de cómo y de dónde llegan los que llegan a la plaza. ¿Cómo se llega a una plaza? Estamos hablando de clases sociales. Otro tip republicano es la división entre organizados y espontáneos. Otorgando a “lo organizado” una sola interpretación: se trataría de manadas de personas arrastradas por punteros que les pagan y alimentan para que vayan. No entra un solo matiz. Es más fácil pasar un camello por el ojo de una aguja que un matiz por el ojo del manifestante. TN hizo su cobertura preventiva (hasta que comprobó que había gente) y abrió el micrófono con ese riesgo enorme: ¿qué dicen las personas que van? En muchos casos confirman nuestros prejuicios calentitos. Pero otros dicen sus cosas: sus dolores y sus miedos. Había mucho de inseguridad y hartazgo con el paro docente. Es decir: madres y padres que envían sus hijos a la escuela pública. La figura de la noche: Vidal. La insistencia del cronista era histórica: se basaba en destacar la falta de contenido político que cada uno de los manifestantes desmentía con el contenido político de su mensaje. Se puede decir que: hay organización y espontaneidad en cada plaza, amén de las distintas tecnologías de esa “organización”. Dicho rápido: las plazas kirchneristas siempre estuvieron pobladas por familias, parejas y grupos de amigos que llegan en transporte público, “sueltos”. En un gran cronista de plazas como Mario Wainfeld, se puede hallar la descripción de ese detalle. (Y se trata de un peronista.) Los dos materiales del estigma (“colectivos y choripanes”) conforman más bien un subrayado en disputa que revive los prejuicios anti peronistas y monta en el propio peronismo un riesgo: sólo funcionar en espejo. ¿Así que odian el chori? Entonces viva el chori (el concepto goriperonismo de Pablo Touzon, hacer un peronismo afirmado sobre lo que los anti peronistas dicen que es). El gobierno atacó con tarifazos a las capas medias, dañó la moral de la ciencia argentina, redujo presupuestos universitarios… ¿estamos seguros que tiene sólo un inconveniente con los pobres? Insisto: el problema entonces es… construirse en espejo. Y construirse en espejo tiene un problema: quién empieza el movimiento del espejo. Es el huevo y la gallina. Ayer se pudo ver que un grueso de la manifestación eran personas que probablemente hayan sido mortificadas por medidas macristas (Aranguren) pero que adhieren a este gobierno porque son OPOSICIÓN DE LA OPOSICIÓN. Sobre ese error se basó el cristinismo en su fase final de gobierno. Ayer fue una marcha de la oposición de la oposición, en esa especie de “día de la marmota” del señor Leuco (un gobernado mental por Cristina). A su modo, y en buenos términos, también sus bases le cantaron a Macri “¡poné la fecha!”, ya que le impusieron, como dice Alejandro Sehtman, un liderazgo intenso que rechaza. Y le pusieron palabras en la boca de un modo tan literal que en el video de saludo Macri fue obediente: dijo choripanes y dijo colectivos. Le dijeron: sos nuestro jefe. El colmo del momento paradójico (lo que mi amigo Santiago Diehl me explicó alguna vez bajo el concepto de “doble vínculo”) es el trato de los medios y el gobierno a los manifestantes: les dieron la orden de ser espontáneos. “Sé espontáneo”, parecía decirle cada cronista al vecino que abría la boca en su micrófono. Pero sigamos. La mente en espejo funciona así: si TN valora sólo lo espontáneo, entonces debemos valorar sólo lo organizado. Hay un derecho en juego: no sos lo que el otro dice que sos ni aunque lo resignifiques. Cada uno es lo que quiere ser. Contra el discurso presidencial del chori no se sale sólo con un “¡viva el chori!”. Esta idea sobrevalorada de que todo lo ponemos bajo el paraguas de lo organizado es falsa. Peronistas: el 17 de octubre combinó las dos cosas. Sandra Russo en la primera convocatoria del Facebook de 678, en el viejo 2010, entrevistada en una plaza inesperadamente llena, dijo la palabra maldita, dijo: espontáneos. Dijo y se desdijo. Dijo y se sintió extrañada (“¿la dije?”) y la tomó de las alas como a una mariposa que se le escapó de la boca, y laguneó un poco, reponiendo el contraste tranquilizador: nosotros organizamos. ¿Por qué negar que ese valor también subyace debajo de la valorización de “lo político”? Una cosa necesita de la otra. Otra posible forma de ver la división es entre “politizados” y “apolíticos”; si lo pensamos a través de los usos de la plaza pública. Digamos: en los protocolos de esa “ocupación”. Si una marcha politizada está llena de banderas particulares (agrupaciones, partidos, sindicatos, movimientos sociales, centro de estudiantes), la de los apolíticos apela a una sola bandera (la nacional), como si sólo fuera posible expresarse a través de la máxima abstracción universal de la bandera celeste y blanca (cada vez más celeste, cada vez más blanca), ya que lo contrario sería político. Una república universal que se siente amenazada por las partes. Sociedad y Estado versus política. Un partido político (PRO) celebrando una marcha

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Banalizar para imponer

Fuente: Jorge Elbaum | Convergencia Fecha: ABRIL 2017 Negacionismo es el término con que Deborah Lipstadt (foto), en 1993, denominó las pseudo investigaciones con las que se intentó tergiversar la verdad histórica de la Shoá. Su libro —que llamativamente nunca fue traducido al castellano— se titula Denying the Holocaust(1) y tuvo como objetivo poner en evidencia las maniobras de diferentes intelectuales neo nazis para negar, ocultar y banalizar el genocidio sufrido por los judíos, comunistas, gitanos, testigos de Jehová, gay, y personas con síndrome de dawn. Ese texto ha sido fundamento de una seria televisiva, dirigida por Mick Jackson, estrenada en 2016, que tiene como temática la disputa por el pasado y la querella que uno de los negacionistas más famosos, el activista nazi británico David Irving, inició contra Lipstadt, por considerar que su libro era un libelo y calumniaba sus “investigaciones sobre las mentiras de los judíos”.(2) El juicio se desarrolló a principio del año 2000, la defensa de Lipstadt debía, en el marco de la legislación inglesa, probar que sus cuestionamientos a Irving, en donde este era calificado de negacionista, no suponían una calumnia sino que era un ejercicio de reivindicación de la verdad histórica. El tribunal falló a favor de Lipstadt en el marco de una investigación cuyo documento final es considerado en Europa y en diferentes tribunales del mundo como un antecedente significativo para pleitos similares.(3) David Irving había afirmado en diferentes ensayos que la Shoá era un mito. Que las cámaras de gas no existieron y que el holocausto era una “invención” orientada a la auto victimización de quienes habían inventado dicha fábula. Lipstadt, por su parte respondió con un análisis pormenorizado acerca de los dispositivos destinados a ocultar, tergiversar, banalizar y negar las evidencias del genocidio sucedido sobre los judíos, comunistas, gitanos, gay y Testigos de Jehová. El escritor David Irving entabló una demanda contra Lipstadt y contra la editorial —Penguin Bookscuyo juicio tuvo lugar a inicios del año 2000 dentro del Tribunal Superior de Londres. El caso tuvo gran repercusión en Europa porque implicaba el tratamiento jurídico de una temática que – hasta ese momento— solo había tenido un abordaje historiográfico o ligado únicamente a las reyertas académicas y al periodismo. Fue silenciado en argentina y las autoridades del entonces gobierno de De la Rúa (tan “políticamente correcto”) se negaron a amplificar los resultados del dictamen que liberó de culpa y cargo a Lipstadt y que dejó en ridículo a su acusador, David Irving. El equipo de defensa legal de Lipstadt fue asumido por Anthony Julius, un prestigioso investigador sobre judeofobia y por el historiador de Cambridge Richard J. Evans, escritor de varios de los libros más importantes de análisis sobre el denominado Tercer Reich. El caso fue presentado ante el juez británico Charles Gray, que elaboró una sentencia detallando la sistemática distorsión de la historia de la Segunda Guerra Mundial por parte de Irving y sus seguidores neofascistas. El periódico The Times dijo, acerca del veredicto, que «La verdad histórica ha tenido su día de gloria en los estrados judiciales”.(4) Este suceso de inicios de nuestro siglo es útil para analizar las reiteradas formas de banalización que la derecha local enuncia, en su tartamudeo políticamente correcto, sin que la DAIA y la AMIA —escandalosamente— se dignen a darse por enterados: Macri aseveró en la AMIA, hace cinco años, en el nuevo edificio construido luego del atentado de 1994, que “la memoria no sirve, que hay que dejar el pasado, que no sirve para nada mirar para atrás”. Años después el comunicólogo oficial, Durán Barba, afirmó que Hitler fue un tipo espectacular. Menos de un año atrás el aliado de Cambiemos en la Cámara de diputados, el legislador de la campera amarilla, Olmedo, se reunió con Alejandro Biondini, dirigente del partido Bandera Nacional, y difundió sus amplias coincidencias con el “fuhrer” argentino. Ya iniciado el gobierno de Mauricio Macri la subsecretaria de juventud invitó a agrupaciones políticas juveniles y entre sus invitados participó la joven rama falangista del mismo partido neonazi. La banalización analizada por Lipstadt supone la negación de hechos fácticos, con la triple motivación de (a) negar el sufrimiento de millones de seres humanos, (b) desprestigiar su lucha por la Memoria —que incluye la permanente búsqueda de verdad y justicia— y (c) proteger (blindar) a los actores individuales y colectivos que en la actualidad pujan por legitimarse para imponer los mismos discursos y prácticas xenófobas, racistas y discriminadoras que permitieron el genocidio a mitad del siglo XX. Hoy son otros los receptores del odio, los chivos expiatorios de las crisis que el propio neoliberalismo produce. Pueden estigmatizar a los árabes, a los migrantes, a las travestis o a los pobres y miserables de todo el mundo. La relevancia del texto de Lipstadt es que revela el mecanismo por el cual la negación y la banalización de todo genocidio son funcionales a la imposición de una política “en el hoy”. Que los factores de poder necesitan banalizar —por ejemplo— la campaña al desierto, como lo hizo el propio ministro de “educación” al referirse al inicio del ciclo docente de 2016, como “una nueva campaña al desierto”. Al borrar el aditamento de genocidio a los pueblos originarios, no parece tan cuestionable la ocupación de tierras ancestrales de esos pueblos por parte de inversores ingleses como Lewis, el empresario defendido por Macri. Ergo, al quitarle la profundidad a la Shoá, al ubicar el genocidio en un simple resultado de liderazgos que no supieron “unir”, se logra el objetivo de “desteñir” y minusvalorar al mal absoluto. La banalización supone “desinflar” la historia. Vaciarla de su cara dramática, instituirla como una kermese (similar a los globos amarillos de un marketing que postula la política como maquillaje ajeno a contradicciones y conflictos) desgajada del presente. Banalizar es también convertir un suceso terrible como el asesinato de una niña de 15 años en Auschwitz, Ana Frank, en un subterfugio para comparar una de las dictaduras más sangrientas de la modernidad con la “desunión” (metáfora de “la grieta”)

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De las plazas a las urnas

Autor: Horacio González / Nuestras Voces 26 de Marzo de 2017 En pocos meses más habrá elecciones y ahora ya contamos con el piso existencial y humano expresado por las últimas concentraciones multitudinarias que no obstante, se hallan segmentadas por distintas identidades y preferencias políticas y sindicales. De allí debe salir un gran Frente aunque no de cualquier manera: debe ser preciso y fijar sus objetivos reparadores sin las glosas y pie de páginas provenientes de la costumbrista zona de ambigüedades de tantos agentes políticos a la caza y a la pesca. Nadie puede prever cómo se expandirán y resolverán las tensiones que han surgido a la luz en la últimas manifestaciones, donde más de un millón y medio de personas salieron a la calle a disputarle al gobierno lo que de un modo más genérico, al límite de lo que ya no puede más tolerarse, llamaríamos el sentido de las cosas. Pero las cosas son la historia, su marcha general en la conciencia colectiva con sus obvios desgarramientos, y la vida popular emancipada, que tendrá que sacudirse los punzones de hierro clavados por especialistas inquisidores, lo que hace decir a una parte de la porción más castigada de la población que “se robaron todo”. Frase no impenetrable pero que aún se escucha sobre el gobierno anterior, a la que hay que visitar con otra pedagogía, otras marchas, otras interpretaciones de lo sucedido y por suceder, más la explicación que sumen las lecciones implícitas y duras que asesta la gran catedrática que nunca descansa, “ella, la más cruda realidad”. Esta marcha por el aniversario del golpe del 76 –un importante punto de coincidencia de todas las fuerzas populares que al mismo tiempo mantienen fuertes diferencias entre sí–, es el clivaje mayor de debates en el cuerpo heredado de interpretaciones sobre la historia colectiva. Toda la década del 70 está en discusión, sobre todo la cuestión de los derechos humanos, ante la cual el gobierno comenzó con una avanzada de desmontaje que condensa lo que desde hace tiempo dicen los editoriales de La Nación y Clarín o la señora Fernández Meijide, y demás testimonios de un proyecto integral de revisión del lenguaje con el que se estableció un horizonte inestable pero duradero de enjuiciamiento a los represores de antaño, con sus sólidos correlatos jurídicos, hoy debilitados por un gobierno que mantiene presas políticas. I Macri comenzó por decir, hace ya dos años que los derechos humanos eran un “curro”, pensamiento brutal que se expresó más suavemente, pero con la misma impertinencia y el mismo contenido en el cartel con el que se fotografiaron los diputados y diputadas de Cambiemos; Macri dejó en un mensaje “tuiteado” un párrafo del prólogo del Nunca Más, lo que nos obliga a retomar esos textos, que aunque siempre cuestionamos, al menos en muchos aspectos de ese prólogo, debemos releerlos en nuestros territorios sedimentados en tiempo y sangre, para volver a integrarlo serenamente en nuestros renovados argumentos. La Plaza no dejó pasar el tema, pues su pensamiento en flujo y mensurado por cuadras y cuadras de rostros animosos, decían “30 mil”. La cifra no es sólo simbólica, como dice el Secretario de Derechos Humanos, que no se cansa, en cada retorcida frase que dice, de desmentir el título institucional del que es portador. Es una cifra del destino moral del país que sigue teniendo un efecto reconstructivo y social de hondo significado. La discusión sobre la cifra de desaparecidos se convirtió en una olla burbujeante de dictámenes apresurados y mezquinos. En su momento, Lopérifdo fijó con tiralíneas la cifra en 9 mil, “académica y científicamente”, generando grandes reacciones que lo fueron arrinconando, sin que el gobierno atinara a defenderlo, mientras preparaba nuevas andanadas sobre la iconografía instituyente de la noción moderna de derechos humanos en la Argentina. Muchos funcionarios repitieron ese número, el arcano matemático de la refutación de toda una historia dolorosamente ocurrida, y el talismán de la matriz agraviante de la memoria, la justicia, las militancias y el accionar de los organismos de derechos humanos. Luego Macri, sabiendo que pisaba terrenos resbaladizos –así son todos los que se transitan por la historia– se desentendió: sean 30 mil o 9 mil, hay que asistir a las víctimas, ambigüedades dichas al pasar, con el rostro impávido; no es su tema y esforzadamente actúa como socorrista de un simple accidente de tránsito cuando habla de lo que también define, sin que se mueva un pelo, “la mayor tragedia del siglo”. Por esto la Plaza fue sutil, dijo negacionistas pero toma nota de que también ellos hacen equilibrios sórdidos sobre el tema. En eso todavía no convencieron del todo, como a la señora que dice airada “los anteriores se robaron todo”, logro áureo de la publicidad macrista en sus mejores tiempos de coaching por correspondencia, voces mecánicas telefónicas, redes sociales “afectivas” y televisión animal suelta y dicha por ellos mismos, intratable. Si pudiera decir Macri algo cercano a lo que piensa, diría lo mismo que Videla en su discurso inaugural: “Se acabó un ciclo histórico”. Incluso lo dijo pero en términos genéricos. La Plaza debería instruirlo sobre la manera en que fracasan estos cortes con tijeras abruptas, deshumanizadas y sin historia la pleamar de la sociedad argentina. Gobierna con sus frases premasticadas y mantiene encorsetado su “inconsciente”, que a veces expresa la vicepresidenta, que olvidó las dos o tres lecciones de republicanismo tomadas en el Instituto Hannah Arendt, lugar donde nadie lee verdaderamente a esa filósofa, que de vivir, hubiera impedido que usen su nombre sin comprender la complejidad de su pensamiento, que debemos hacer nuestro. Pero para “sinceramiento” sigamos la carrera en ascenso de la señora Michettti, y las nuevas investigaciones de la conocida institutriz prusiana, candidata provincial massista, que parece una empleada de Adrián Mercado, movedizo asesor inmobiliario. La polémica sobre los 70 prosiguió en medios tonos en los funcionarios destacados por Macri a cubrir ese frente: Garavano haciendo un molesto surfing donde siempre predominan “las dos violencias” y algún que otro eufemismo sobre los derechos,

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Los mitos de Nisman

Autor: Raúl Kollman / Página 12 26 de MARZO de 2017 La muerte del fiscal sigue siendo un pilar del relato anti-K que arman el Gobierno y sus aliados mediáticos. Un nuevo libro repite lugares comunes y se toma serias libertades con lo que dice el expediente. Los peritos de la Gendarmería Nacional se tomaron dos meses para leer la causa por la muerte del fiscal Alberto Nisman y en las próximas semanas empezarán con su trabajo: se les pide un dictamen sobre la forma en la que murió el fiscal. Hasta ahora, las pericias –médica, criminalística y balística– concluyeron que Nisman murió el domingo 18 de enero por la mañana, no hubo mecánica homicida, el fiscal tiene rastros compatibles con disparo de arma de fuego en sus manos y no había ninguna otra persona en el baño en el momento del disparo. O sea que el fiscal se quitó la vida. Sin embargo, el caso plantea permanentemente mitos y afirmaciones que no coinciden con lo que figura en el expediente. En forma reciente, el periodista Nicolás Wiñazki publicó un libro –Fueron por Todo, Editorial Sudamericana– en el que dedicó un capítulo a Nisman, su investigación y su muerte. Algunos de los elementos que no coinciden con el expediente llaman la atención. 1 Transcribe Wiñazki: Las puertas del departamento de Nisman, en especial la de servicio, estaba cerrada así nomás, sin cerradura y adentro no había ninguna llave puesta. En la causa judicial declararon bajo juramento la madre de Nisman, Sara Garfunkel, el custodio Armando Niz y el cerrajero Gualberto Gualtieri. Los dos primeros coinciden en que la puerta de servicio estaba cerrada desde adentro con una especie de cerradura Trabex, es decir un pasador que se corre con una llave. Esa cerradura fue abierta por Garfunkel con las llaves que tenía. Cuando quiso abrir la cerradura más común, la de abajo, se encontró con que su llave no entraba porque del lado de adentro estaba puesta la llave. Eso es lo que hizo que llamaran al cerrajero Gualtieri –no estuvo presente antes, cuando Garfunkel abrió la cerradura de arriba– y el cerrajero muy fácilmente empujó la llave con una especie de alambre y despejó la cerradura. A partir de ese momento entraron al departamento Garfunkel, el custodio Niz y una amiga de la madre. La puerta principal estaba aún más cerrada: tenía un pasador del lado de adentro. No se pudo abrir. Todo esto es evidencia de que Nisman se quitó la vida, aunque no es concluyente. Alguien podría haber copiado la llave de esa Trabex y podría haberla cerrado desde afuera. Parece difícil, pero en la teoría no se puede descartar. Lo que sí está claro es que las puertas estaban cerradas por dentro, al revés de lo que dice Wiñazki. 2 Extrañamente, Sergio Berni llegó antes que cualquier autoridad judicial. No es verdad y es un punto importante porque se sugiere, sin decirlo, que el ex secretario pudo haber alterado la escena. Según el expediente, el juez Manuel De Campos, llegó poco después de la medianoche. Berni, en cambio, llegó 0.50 desde Zárate donde había comenzado sus vacaciones. Es decir que llegó al departamento una media hora después del juez. De Campos bajó en el ascensor unos minutos y por eso se cruzaron, pero Berni no llegó a estar ni tres minutos en el departamento cuando De Campos volvió a subir. Desde que se abrió el departamento y el custodio Niz encontró a Nisman en el baño, en todo momento estuvo presente la madre del fiscal y su amiga, Marta Chagas. En ningún momento, según declaró Sara Garfunkel, Berni ni ninguna otra persona entraron al baño. Pese a la intensa campaña desplegada para desacreditar los primeros trabajos en el baño, el perito Daniel Salcedo –que trabaja para la ex pareja de Nisman, Sandra Arroyo Salgado– dejó en claro que ni la policía ni la fiscal “afectaron los patrones de manchas” dentro del baño, es decir que no se alteró la escena. Eso se puede encontrar en la declaración del 17 de julio de 2015 en el expediente. Salcedo sostiene que a Nisman lo mataron y que el supuesto homicida movió algo el cuerpo, pero que después de hallado el cadáver no se produjeron alteraciones. 3 La computadora de Nisman fue intrusada. El teléfono de Nisman apareció el domingo sin los llamados y mensajes anteriores. El troyano. No está comprobado que la computadora fuera intrusada ni existen accesos remotos comprobados. Y tanto en la computadora como en el celular había programas borradores, de seguridad, es decir programas destinados a borrar, por ejemplo, llamadas, mensajes y otras informaciones. Sí estaban en el celular las fotos y también en la computadora. Esos programas de seguridad los tenía y los usaba Nisman en forma habitual y por eso estaban instalados. Sin embargo, en la conclusión final de la pericia informática, firmada por todos los peritos, dice que no se puede concluir nada porque no está claro quién hizo los borrados, si el propio Nisman u otra persona. Wiñazki dice que la computadora tenía un programa troyano, es decir un programa espía. No es cierto. El troyano estaba en el celular y nunca estuvo activo porque no funcionaba con ese sistema operativo. Se consultó a dos empresas especialistas en troyanos, Trend Micro y Eset, y ambas coincidieron en que el troyano nunca operó ni estuvo en la computadora. El troyano fue metido al celular mediante un mail que se envió desde una dirección IP en Paraná. Wiñazki dice que la fiscal Viviana Fein no ordenó allanar esa empresa porque no dispuso los viáticos para el viaje a la ciudad entrerriana. Es falso. En agosto, Fein le pidió a la jueza el envío de una comisión para hacer primero trabajos de inteligencia en Paraná y luego allanar. Como se sabe, para allanar se necesita orden de un juez. La magistrada Fabiana Palmaghini fue la que no ordenó el allanamiento. De todas maneras, como quedó dicho, el troyano nunca estuvo activo. Respecto de

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A 40 años del secuestro, asesinato y desaparición de Rodolfo Walsh

Autor: Fabiana Montenegro / Ag. Paco Urondo 25 de MARZO 2017 En el libro Rodolfo Walsh. Los años montoneros (Cuadernos de Sudestada), Hugo Montero e Ignacio Portela explican que los trabajos biográficos sobre el escritor suelen rescatar su obra literaria, el riguroso oficio periodístico y su compromiso intelectual, pero trastabillan, pierden consistencia al momento de narrar su etapa militante, en particular, los años en que asumió el proyecto revolucionario de la organización Montoneros, como si esos años significaran una incómoda escala en el relato. La escena comienza así. Clase de literatura en un quinto año del conurbano. Los chicos leen Operación masacre. La profesora les cuenta que fue ahí, en la intersección de las avenidas Entre Ríos y San Juan, donde Walsh -luego de dejar la Carta Abierta que firmó y envió por correo desde la estación de Constitución- fue emboscado por las fuerzas represivas del Estado. Apenas llevaba una pistola chica para defenderse, dice. ¿No era escritor?, pregunta uno de esos pibes que “tienen que caer” en la escuela pública. Sí. ¿Y por qué tenía un arma? El comentario del pibe no es menor. Incomoda. Señala con el dedo la mampostería de un intento por reconstruir una historia “políticamente correcta”. En el libro Rodolfo Walsh. Los años montoneros (Cuadernos de Sudestada), Hugo Montero e Ignacio Portela explican que los trabajos biográficos sobre el escritor suelen rescatar su obra literaria, el riguroso oficio periodístico y su compromiso intelectual, pero trastabillan, pierden consistencia al momento de narrar su etapa militante, en particular, los años en que asumió el proyecto revolucionario de la organización Montoneros, como si esos años significaran una incómoda escala en el relato. Cómo explicar, entonces, Walsh en la guerrilla. Cómo “comprender esos tiempos urgentes, atravesados por la militancia y el combate cotidiano”. Para Montero y Portela, hay un intento de edulcorar su figura, como si se quisiera mantenerlo a salvo de los errores de sus propios compañeros de lucha. Pero, “al encorsetarlo, también lo separan de las virtudes de esa misma generación, de la marca solidaria, valiente y rebelde de otros tantos que como él, eligieron el camino de las armas para enfrentar a un enemigo poderoso en busca de un suelo colectivo”. Esta semana, en que se cumplen 40 años del secuestro, asesinato y desaparición de Rodolfo Walsh y también 40 años desde que está circulando la Carta Abierta sería interesante volver a su vida llena de pliegues potentes y complejos. Porque, casi como un presagio, el mismo Walsh advirtió: “si yo muriera mañana una parte de mi vida –esa parte de mi vida- podría parecer insensata y ser reclamada por algunos que desprecio e ignorada por otros a los que podría amar. (…) lo que importa es el proceso que ha pasado por mí, la historia de cómo yo cambié y cambiaron los demás y cambió el país”. Y es en este punto, en el tránsito vertiginoso que transforma a Walsh de escritor de policiales en guerrillero, en el que el libro de Montero y Portela se detiene: ¿por qué, si no era peronista y recelaba profundamente de su líder, Walsh elige militar en una organización peronista y subordinarse –además- a una conducción verticalista? ¿Qué fue lo que lo acercó al peronismo? ¿Cómo influyeron los vínculos, las amistades que fue haciendo con militantes del peronismo de Base, en su decisión? ¿Cuál fue su rol dentro de Montoneros? Lejos de una mirada mistificadora o sacrificial de su figura, Rodolfo Walsh. Los años montoneros se propone indagar en cuáles fueron las decisiones políticas, las motivaciones militantes y afectivas que determinaron la historia de un hombre atravesado por su tiempo, que no eludió el compromiso que la realidad le demandaba, que no dudó en sumarse a un proyecto revolucionario, para empezar de nuevo, cada vez. “Negar esta etapa es falsear la historia, es construir un Walsh conveniente y flexible para los análisis cuadriculados de un pasado que fue, justamente, lo opuesto”.   Notas relacionadas Una carta llena de presente Discutir con Walsh ANCLA: quien quiera oír, que oiga

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Por qué los desaparecidos son 30.000: la mejor explicación

Autor: infonews 24 de MARZO 2017 La desarrolló el escritor Martín Kohan en un programa de radio. Tan contundente fue que la conductora, Romina Manguel, confesó: «Es la primera vez que lo entiendo». En fechas como la de ayer, pero también en otras ocasiones, sectores políticos que buscan relativizar el horror de la última dictadura eligen como vía el cuestionamiento a la cifra de 30.000 desaparecidos. Algunos como provocación, e incluso también ciudadanos honestos con buena intención, se preguntan: ¿si hay 8000 casos comprobados, por qué se sigue hablando de 30.000? Más allá del reconocimiento de la propia dictadura, que hasta 1978 ya admitía que llevaba desaparecidas 22.000 personas, hay una razón más de fondo por la cual aquella estimación inicial de 30.000 continúa siendo la correcta. En diálogo con Romina Manguel en el programa Va de vuelta, que se emite por Radio Nacional, el escritor Martín Kohan explicó las razones por las cuales permanece por el momento inamovible. Tan buena fue su exposición, que la conductora confesó: «Es la primera vez que lo entiendo». Estas fueron parte de las palabras de Kohan. Debajo se puede escuchar también el audio: «La discusión no es entre 8000 casos probados y 30.000 casos no probados. A mi criterio, lo que la cifra 30.000 expresa es que no hay pruebas porque el Estado no da la información respecto de lo que pasó. La represión fue clandestina y fue ilegal, no pasó por ningún sistema judicial, fue tan clandestina como los centros clandestinos de represión y de tortura. Y la cifra de 30.000 expresa que no sabemos exactamente cuántos fueron porque el Estado ilegal, que reprimió clandestinamente, no abre los archivos, no da la información de dónde están los desaparecidos ni la información de dónde están los nietos secuestrados.» «Situarte en 8000 casos es suprimir la dimensión clandestina e ilegal de la represión. Es la lógica perversa de la dictadura: ‘¿Te enteraste de 8000?, ¿pudiste probar 8000?, entonces hay 8000′» «Entonces la cifra total de desaparecidos hay que postularla, no probarla en términos de una prueba de comprobación empírica. No hay comprobacion empírica porque la represión fue clandestina. Situarte en 8000 casos es suprimir la dimensión clandestina e ilegal de la represión. Como si contáramos con toda la información. Es entrar en la lógica perversa de la dictadura que es ‘¿te enteraste de 8000?, ¿pudiste probar 8000?, entonces hay 8000’. No, pude probar 8000 y sabemos que hay miedo a denunciar, miedo a represalias». «Se postula una cifra a partir de la estimación de los casos no denunciados, porque mucha gente no se anima a hacer la denuncia por miedo. Todavía hay razones para temer. Julio López fue desaparecido en plena democracia, con una democracia relativamente consolidada». «Entonces existe la necesidad histórica y política de estimar una cifra, de correrse de la lógica de la verificación, porque al que le toca hacer esa verificación es el Estado. El Estado es el que tiene que informar a cuántos asesinó y dónde están sus cuerpos, a cuántos bebés robó y dónde están ahora. El Estado tiene que informar. La dictadura nunca reveló sus archivos». «A esa clantestinidad de la represión, a ese cinismo macabro de no revelar dónde estaban los cuerpos de los desaparecidos y tener a los familiares buscando en muchos casos hasta hoy, al hecho macabro de que los secuestros producidos en aquel momento siguen siendo secuestros porque sigue habiendo hijos de desaparecidos que no sabemos dónde ni en manos de quién están, al hecho macabro de no dar esa información se responde con la cifra 30.000, que es justamente la denuncia expresa de que la información fehaciente no la tenemos, y no la tenemos por el carácter criminal y clandestino de la dictadura. El que ajusta de 30.000 a 8000, o la sola apertura de esa discusión, en estos términos, incurre a mi criterio en una canallada». Audio de la entrevista: http://radiocut.fm/audiocut/martin-kohan-sobre-la-cifra-de-30000-desaprecidos/ Nota Relacionada La particular memoria de Avruj

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Una plaza de memoria y futuro

Autor:  Eduardo «Wado» De Pedro / P. A. 24 de MARZO de 2017 Hoy en la Plaza de Mayo y en cientos de plazas y lugares de todo el país, los argentinos volveremos a decirle a aquellos que reclaman impunidad que este recorrido democrático de Memoria, Verdad y Justicia no tiene marcha atrás. A 41 años del Golpe que instauró la dictadura cívico-militar más sangrienta de nuestra historia, marchamos por la memoria de los compañeros desaparecidos, pero también para recordar los efectos de aquel modelo económico ejecutado por Martínez de Hoz que en estos días quiere regresar de la mano de Macri y la Alianza Cambiemos. Hay un camino trazado por la sociedad a través a los organismos de Derechos Humanos, transformado en Política de Estado desde 2003 por Néstor y Cristina Kirchner, que convirtió al país en un referente internacional en la materia. Tres números grafican el camino construido que se hizo carne en el pueblo argentino: 120 nietos restituidos, 590 represores condenados y mil procesados por delitos de lesa humanidad. Profundizar, y no retroceder en este rumbo, es el desafío que nos tenemos que plantear para fortalecer nuestra todavía joven democracia. Pero a su vez debemos advertir que el reclamo y el ejercicio de memoria con respecto al Terrorismo de Estado lleva implícito la reivindicación de un país con industria nacional, con trabajadores bien pagos, una Nación con autonomía económica e igualdad social. Esa es la Argentina que desarmó la dictadura, y por eso vemos con profunda preocupación que el gobierno de Macri camine en esa misma dirección. Nos duele observar que el país sigue los patrones económicos que implantó la dictadura genocida: deuda, desocupación, desarticulación de la industria y fiesta de la timba financiera. Repasemos. La dictadura nos dejó a todos los argentinos una verdadera “pesada herencia”: la impagable deuda externa que condicionó a la democracia durante 20 años. Fue a partir de 2003 que Néstor y Cristina Kirchner a través de una valiente y patriótica renegociación de la deuda, que significó una quita del 70%, nos liberaron de esas cadenas que habían impedido el desarrollo y la autonomía nacional por mucho tiempo. Por esta razón, debemos pronunciarnos con firmeza contra el inmenso endeudamiento de más de 70 mil millones de dólares que emprendió en tan sólo 15 meses la administración Macri. Este nuevo ciclo de endeudamiento terminará hipotecando el futuro de las próximas generaciones. Las palabras de Rodolfo Walsh en su célebre Carta Abierta a la Junta Militar, que hoy cumple 40 años, retumban como un triste presagio: “En la política económica de ese gobierno debe buscarse no solo la explicación de sus crímenes sino una atrocidad mayor que castiga a millones de seres humanos con la miseria planificada”. En materia de derechos humanos, entre el 2003 y el 2015 se implementaron una serie de políticas que buscaron la reparación de las víctimas de la dictadura, la sanción a los genocidas y la construcción colectiva de memoria. Pero también se avanzó en la construcción de un país en el que todos los argentinos pudieran vivir y crecer con sus derechos básicos asegurados. Trabajamos para que todos los habitantes de este suelo tuvieran trabajo, educación, una vejez con dignidad, una niñez con esperanzas y la posibilidad de elegir con libertad con quien compartir su vida. Para ellos creamos 6 millones de puestos de trabajo; construimos 2700 escuelas (1900 finalizadas y 800 en construcción) y 19 nuevas Universidades; y entregamos 5 millones de netbooks, apostando en serio por la educación pública que hoy está amenazada. Además, 3,5 millones de argentinos pudieron jubilarse y 3,5 millones de chicos accedieron a la Asignación Universal. También, gracias al matrimonio igualitario se casaron 12.500 parejas del mismo sexo. Nuestro desafío como hombres y mujeres comprometidos en la militancia por los derechos humanos es proteger esas conquistas del pueblo ante los embates de un gobierno neoliberal que intenta convertir otra vez a la democracia en una cáscara vacía a merced de las corporaciones económicas y mediáticas. Por esta razón, este año electoral será clave para que los argentinos nos expresemos con contundencia con el objetivo de ponerle un freno al saqueo y comenzar a construir una alternativa política con capacidad de dar soluciones a los problemas que generó Macri y la Alianza Cambiemos. En homenaje a los 30 mil compañeros desaparecidos, este 24 de marzo volvemos a marchar para saldar con más justicia y memoria aquellas heridas del pasado; y en homenaje a su lucha vamos a rebalsar de sueños la Plaza de Mayo, porque nuestro compromiso con su legado es construir una Argentina para todos y todas.

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Gustavo Perednik, el reclutador de Nisman

Autor: Jorge Elbaum / La García 22 de MARZO 2017 Las operaciones de la derecha estadounidense asociada con los halcones israelíes continúa su ofensiva en América Latina con el objetivo de encolumnar a los gobiernos latinoamericanos, y a su opinión pública, en la lógica de conflictos pergeñadas por el complejo militar industrial, que asocia servicios de inteligencia, medios de comunicación hegemónicos, estados judiciales y empresas “privadas” de seguridad. Uno de los nombres que articula dichos vértices es un Licenciado en Ciencias de la Educación que se autointitula “filósofo”, pero que el renglón central de su currículum es el de haber sido el encargado de reclutar a Nisman para alejarlo de su rol como fiscal de la causa AMIA. Gustavo Perednik, se encuentra de visita en Buenos Aires, con el objetivo de presentar su libro: Morir por la Argentina, dedicado a relevar el rol “heroico” de quien fuera el fiscal especial de investigaciones relacionado con el atentado a la AMIA, Natalio Alberto Nisman. El primero de marzo, Perednik presentó su “crónica novelada” en homenaje al ex fiscal, en el auditorio de la UCEMA, Universidad del Centro de Estudios Macroeconómicos de la Argentina. La UCEMA es la institución privada de formación de grado y posgrado ubicada en el límite más extremista y neo-liberal del universo académico argentino. Durante el menemismo disfrutó de su “etapa dorada” colocando a varios de sus operadores financieros de la City como ministros y titulares del BCRA. Roque Fernández y Pedro Pou son algunos de sus nombres más conocidos. En la mesa de la presentación de su libro –donde se dedicó de acusar criminalmente a CFK– estuvo acompañado por la Jueza Federal de San Isidro, Sandra Arroyo Salgado–quien recientemente regresó de una visita a Israel. En ese periplo orientado a persuadir a todos sus auditorios acerca del indudable asesinato de su esposo fue acompañada por Miki Steuermann y asistida por Gustado Perednik, y Damián Pachter, quienes habilitaron sus contactos con Centros vinculados a la seguridad internacional y al gobierno derechista de Israel. (Ver nota: Los viajes de Arroyo Salgado y “Miki”) Perednik también tuvo el honor de ser acompañado por el Fiscal General ante la Cámara Nacional de Apelaciones en lo Criminal y Correccional de la Capital Federal, Ricardo Saenz, quien suspendió por una tarde su ardua labor de desfilar por los despachos de los funcionarios de “Cambiemos”, intentando gestionar la urgente destitución de la Procuradora Alejandra Gils Carbó, para poder estrenar el traje adquirido para el (supuesto y) ansiado día en el que sea nombrado como su sustituto. El “rabino” Perednik justificó en su presentación el formato ficcional de su panegírico, “in-memoriam” del fallecido fiscal, con un epígrafe sincericida, escrito en una jerigonza sorprendente para tratarse de un “filósofo”: “Sé que estoy escribiendo la verdad de un testimonio, pero lo que más me interesa es que esa verdad tenga valor. En el caso de [Morir por la Argentina –así se llama el texto presentado en el UCEMA- es] una crónica novelada. La parte de crónica tiene que ser verdad y la parte de novela tiene que ser buena”. Lo que Perednik obvió comentar en la presentación y en sus diversas y variopintas presentaciones televisivas y radiales, fue el rol que tuvo en el reclutamiento de Natalio Nisman, iniciado en 2007 –avalado por “Jaime” Stiuso- hasta transformarlo en una marioneta de servicios de inteligencia israelíes y estadounidenses, superado su etapa como Fiscal. En 2007 Gustavo Perednik invitó a Natalio Nisman a Israel, viaje que será el inicio de una larga serie de visitas y contactos del fiscal con medio oriente. Ese fue el inicio de una estrecha colaboración destinada básicamente a imponer el programa geopolítico de los halcones de Washington y de Tel Aviv en la zona. Esta agenda incluye, hasta el día de hoy, el control de las reservas de gas y petróleo, la asfixia de las reivindicaciones soberanas del pueblo palestino, el desarrollo de tecnologías de seguridad y vigilancia (en cooperación con Israel), la hegemonía de la teocracia saudita al interior del mundo islámico, la fragmentación interna de gran parte de los países árabes -financiando y armando a fracciones rivales para evitar ganadores hegemónicos-, el enfrentamiento con el shiismo de Irán y Yemen, y la limitación de todos los modelos políticos que no contribuyan a esta agenda, incluso en América Latina. Días atrás, el 27 de febrero de este año, el “rabino” Gustavo Perednik declaró ante la cadena de noticias Vis-a-vis —propiedad del secretario de Derechos Humanos de la Nación, Claudio Avruj en sociedad con la pareja de Patria Bullrich, Guillermo Yanco—: “… en 2007 … invité a Alberto a Israel en su primera visita. Era el momento cúspide de su carrera, y en varias ciudades israelíes dio conferencias y fue recibido con extrema calidez”. Esa visita supuso además el inicio de una colaboración “literaria y editorial” que se materializó en el libro publicado por Perednik en 2009 por la editorial Planeta, denominado “Matar sin que se note”. El hecho concreto es que gran parte de la información utilizada para la edición de ese texto fue provista por el propio Alberto Nisman mediante intercambios de correos electrónicos materializados desde las direcciones de correo aanisman@yahoo.com.ar y perednik@netvision.net.il. Más aún, una de las ex empleadas de la UFI AMIA llegó a inferir que el libro de Perednik fue “a pedido” explicito de Nisman para cumplimentar el derrotero destinado a diferenciarse internacionalmente del kirchnerismo, que lo había nombrado en su función en la UIF en 2004. Esta colaboración se extendió aun más al planificar en conjunto, durante otra visita del fiscal a Israel en junio de 2010, el posterior encuentro “confidencial” con uno de los halcones de la policía exterior estadounidense, Roger Noriega, quien fuera Subsecretario del Departamento de Estado para el hemisferio occidental, en tiempos de Bush. Noriega es actualmente, uno de los directores del American Enterprise Institute, “Think Tank” sustentado económicamente -entre otros- por el multimillonario Sheldon Adelson, conocido como el “Rey de Las Vegas”, socio de Paul Singer en el exclusivo club de los “Fondos

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“Es un símbolo del heroísmo”

Autor: Julio Maier / Página 12 22 de MARZO 2017 Tres veces nos preparamos –mi mujer y yo– para visitar a alguien que, injustamente, había perdido su libertad. Por diferentes razones, el deseo se cumplió con una demora considerable: el sábado posterior al carnaval jujeño. Visitamos a una persona a quien su provincia le había negado –contra toda opinión razonable y bajo el único fundamento del poder que en ese Estado y en nuestro Estado nacional desarrollan jueces y políticos– festejar los carnavales con libertad, famosos en nuestro país como fiesta provincial. No fuimos solos. Nos acompañó una pareja de amigos que concertó la visita y nos condujo hasta la cárcel de Alto Comedero un legislador provincial con vínculos con la organización barrial Tupac Amaru. Tampoco fuimos sin instruirnos previamente. A más de las lecturas correspondientes, cuya carpeta se ha robustecido considerablemente con el tiempo, el viernes visitamos las instalaciones centrales de la organización barrial en el centro de la ciudad de San Salvador de Jujuy, dotadas de lugares de esparcimiento deportivo, servicios de salud y consultorios médicos y dependencias administrativas, y, en especial, el establecimiento educativo con tres niveles de enseñanza, primaria, secundaria y terciaria. Según se pudo ver en nuestro rápido recorrido, todas esas instalaciones, salvo la escuela y el colegio, adolecían de un estado de semiabandono por carencia de presupuesto, consecuencia del encarcelamiento de quienes forjaron la idea de una vida mejor para el pueblo originario de la provincia, comprendidos allí aquellos sumergidos o excluidos por ser pobres, sin recursos, indefensos socialmente. Un jovencito, que mantiene su hogar conduciendo un automóvil de alquiler, fiel a su nacimiento como adulto dentro de la misma organización, fiel como pocos a su líder, Milagro Sala, y a los principios desarrollados por la organización barrial, apodado Diablo o Diablito, fue nuestro cicerone para mostrarnos el desarrollo de la organización barrial en Alto Comedero, con centro en el parque que ella misma creó en tierras fiscales, que apenas si regaba un arroyo, hoy entubado. Un templo, a semejanza del que constituye la estirpe aymara en Tiwanaku, Bolivia, el Kalasasaya, domina un parque inmenso, levantado en esos terrenos, y los llamados “piletones”, piscinas que me recordaron imágenes de mi juventud en el Parque Sarmiento de la ciudad de Córdoba, donde existían también, para quienes no podían pagar la piscina de un club o aprovechar la propia de su casa, grandes piletas de agua dulce que alguna vez sirvieron para entrenarnos en natación y waterpolo en un club de barrio que presidió mi padre y duró escaso tiempo. Toda esa obra monumental, que supo brillar mientras duró sin persecuciones la organización barrial Tupac Amaru, evitó el riesgo de vida e infecciones de niños y jóvenes al refrescarse y bañarse en las aguas de los ríos Grande y Chico –que atraviesan San Salvador con su contaminación y carga de animales muertos y en estado de descomposición–, y significó el solaz de padres y ancianos, y hasta fue lugar ceremonial. Hoy el lugar está prácticamente abandonado, deteriorándose por proscripción de sus cultores y falta de presupuesto. Observado el panorama desde el templo, también abandonado como todo vestigio de las culturas originarias de esta tierra, con más sus hombres y mujeres “no blancos” –por definirlos de algún modo–, todos sufren la pérdida no sólo de sus posesiones sino, antes bien, de todo aquello que representaba su dignidad de vida en la actualidad. El “hombre blanco” ha regresado a practicar su profecía, su masacre del pueblo indígena, condenándolo a la pobreza y a la indigencia, aun sin ejecución formal de una pena. La escuela de Alto Comedero, edificada y organizada por la organización barrial al lado de ese parque gigante, separada de él por unos cien metros aproximadamente, también monumental, parece conservarse, dado que el gobierno provincial, según hemos sabido recientemente, la titula y reivindica como propia al estar asentada en terrenos fiscales. A los costados de ese parque y prolongándolo florecen las casitas edificadas por cooperativas vecinales de la Tupac Amaru, que se distinguen por su tanque de agua, casi todos con la imagen de Tupac Amaru, algunos con las efigies de Eva Perón o del Che Guevara. Restan sólo por describir las cuatro fábricas situadas en el mismo barrio de Alto Comedero, que producían bloques, adoquines y caños de hormigón para la construcción (la “bloquera”), la fábrica de muebles con la finalidad de auxiliar a quienes ocupaban las casas construidas, la de ropa de trabajo, de vestir y deportiva, uniformes escolares, cortinas y ponchos para la organización y sus integrantes e, incluso, para el comercio (la “textil”, en la cual –exageración quizás de la equiparación de género– trabajaban tantas mujeres como varones, según nos dijeron) y el “Taller metalúrgico”, que producía aberturas para la construcción (puertas, marcos, rejas, parrillas, juegos de jardín, piletas de cocina y baño, etc.). Todas estas fábricas, sus equipos y obreros organizados por la misma cooperativa barrial, que proveían diversos útiles a la comunidad y cubrían necesidades de ella, están prácticamente abandonadas; sólo algunas personas, individualmente, aprovechan de ellas y sus equipos, sobre todo de la “textil”, para confeccionar alguna ropa para vender. Qué puedo decir como conclusión: ¡da lástima, hasta las lágrimas, que un esfuerzo así, quizás con errores pero nacido por amor a un pueblo expropiado, sometido a su suerte a través de tiempos inmemoriales, sea condenado, de nuevo, a vivir indignamente, como pidiendo perdón por su origen y por su fragilidad, carnadura de desventuras y dificultades, impuestas por su vulnerabilidad frente al poder político y económico, que sólo un pobre, un indigente, puede explicar de modo perfecto! No sé si estoy de acuerdo con todo lo que se hizo, en especial con el programa de educación –cualquiera de sus inclinaciones me genera dudas–, pero no podría desconocer, como otros habitantes del mismo suelo desconocen, que el emprendimiento en su conjunto es una muestra titánica de aquello que puede la voluntad y la solidaridad humanas. Por fin, nos encaminamos hacia la cárcel. Nos esperaban a las 2 de la tarde

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