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Impunidad y escenificación electoral – La irresponsabilidad global del macrismo

Fuente: Jorge Elbaum | El cohete a la luna Fecha: 14 julio 2019 Los laboratorios del macrismo han decidido implementar una campaña electoral de tono desesperado y ofensivo utilizando en forma irresponsable dimensiones ligadas a la violencia, el terrorismo y los conflictos geopolíticos ajenos a la realidad de América Latina. En ese marco, con la clara intención de motorizar niveles crecientes de polarización, el gobierno ha decidido sumarse al pedido de Washington y Tel Aviv de nominar como grupo terrorista a una organización político-militar del Líbano, Hezbollah (cuya traducción es Partido de dios), que forma parte permanente del gobierno de ese país. La señal enviada por el macrismo será aplaudida durante la semana que se inicia en la sede de la AMIA y la DAIA, por el ex jefe de la CIA, Mike Pompeo, hoy devenido jefe del Departamento de Estado. El delegado de Donald Trump también retribuirá el apoyo recibido de Mauricio Macri en relación a Venezuela a través del Grupo de Lima, orientado a legitimar el bloqueo contra Caracas. Pompeo también utilizará su estancia en Buenos Aires para referirse a la potencial guerra en ciernes contra la República Islámica de Irán, hecho que los medios hegemónicos locales relacionarán con el caso de Natalio Alberto Nisman, tanto en referencia a su muerte como a su denuncia por el Memorándum de Entendimiento. La denuncia realizada por el fiscal ha sido elevada a juicio oral pero aún no tiene fecha de inicio. Dicha situación le permite al entramado tribunalicio-mediático la oportunidad para darle continuidad a la persecución contra la ex Presidenta y al resto de los acusados, sometidos al limbo de la imputación permanente. La presencia de Pompeo incluirá un homenaje a Nisman. Y buscará, además, revalidar el galimatías jurídico estrafalario por el que se encuentra encarcelado desde hace más de un año Fernando Esteche. Bajo esa misma imputación se logró la detención de Carlos Zannini y se le impidió a Héctor Timerman realizar tratamientos oncológicos, situación que aceleró su muerte. El mismo entramado es el que viabilizó la ofensiva contra el juez Daniel Rafecas, impulsada en 2015 por la DAIA y continuada por el diputado Waldo Wolff mediante una denuncia realizada ante el Consejo de la Magistratura. Todos esos movimientos fueron coetáneos a la operación llevada a cabo por los republicanos desde Washington, quienes socavaron su propio acuerdo con Irán y se retiraron del mismo una vez que Donald Trump asumió la presidencia. El fracaso de Wolff ante Rafecas no impidió que el legislador intentase una acusación por antisemitismo contra el diputado Leopoldo Moreau, imputación que también fue desestimada. La consiguiente sensación de fracaso, sufrida por el ex dirigente de la DAIA, no le impidió alternar su banca con sus persistentes presencias televisivas, abonado como panelista en todos los programas donde la política se degrada en el barro del show mediático. Cambiemos le dará continuidad a su puesta en escena electoral en la conmemoración del 25° aniversario del atentado. Utilizará la muerte de las 85 víctimas y los 300 heridos para obviar que la causa tramitada en Comodoro Py continúa con el mismo status de estancamiento y sordina con el que se observa la tramitación del expediente referido al atentado a la embajada del Estado de Israel. En este última instrucción, la Corte Suprema suma 27 años de mutismo y burocracia ininteligible. Ambas causas mantienen, sin embargo, una íntima relación con el reciente fallo del Tribunal Oral Federal N° 2, de febrero de este año, en el que se dio por probado el encubrimiento efectuado durante la investigación del atentado de 1994. Sus fundamentos, difundidos en mayo de este año, dan cuenta de la operación realizada por el menemismo, con la complicidad del juez Juan José Galeano, para ocultar los lazos que articulaban al entonces entorno presidencial con el sospechoso Kanoore Edul, definido como eslabón de la denominada pista siria [1]. El operador de aquella desviación fue el comisario Jorge Fino Palacios, luego imputado por las escuchas telefónicas ilegales requeridas por la familia Macri para espiar a familiares de las víctimas, a empresarios competidores de sus corporaciones y al cuñado del actual Presidente. A pesar de la palmaria connivencia entre AMIA, DAIA y el PRO, el juicio por encubrimiento terminó sumando una nueva denuncia de encubrimiento. Pero esta vez provino del propio núcleo gubernamental. El Titular de la Unidad Especial de Investigación del Atentado a la AMIA, Mario Cimadevilla, quien había sido designado por Mauricio Macri en enero de 2016, fue el encargado de señalar a sus superiores. Cimadevilla, dirigente radical y ex senador por la provincia de Chubut, consideró a German Garavano como responsable de impedir la acusación contra los ex fiscales Eamon Mullen y José Barbaccia. El decreto gubernamental que cataloga a Hezbolah, anunciado entre otros por el diputado oficialista Waldo Wolff, etiqueta a la organización libanesa con el mote de terrorista bajo la misma lógica de presión impuesta durante la etapa de las relaciones carnales que llevaron al país a sufrir los dos atentados del ’92 y del ’94[2]. En aquella oportunidad, los vínculos entre Menem y Bush provocaron inicialmente el desmantelamiento del misil Cóndor (que el riojano había comprometido vender a varios países árabes y a los ayatolas persas), además de la interrupción intempestiva de los contratos firmados por el gobierno de Raúl Alfonsín con Teherán, para sustituir el núcleo de un reactor nuclear y convertir uranio natural en dióxido de uranio [3]. Usar a los muertos Ningún analista —ni siquiera los actuales funcionarios de la cancillería— logra explicar la declaración de guerra a una organización político-militar libanesa ni los beneficios que esta decisión supone para Argentina. Su aplicación, explican, no tendrá impacto en el posicionamiento estratégico ni conllevará mejoras en los niveles de cooperación y/o el comercio con bloques o con país alguno. De hecho, la concesión a los gobiernos de Estados Unidos e Israel se institucionalizará mientras estos dos últimos Estados continúan apoyando al Reino Unido de Gran Bretaña en relación al eje central de la política exterior argentina (hoy abandonada): la cuestión de la soberanía sobre las Islas Malvinas.

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El voto del odio

Fuente: Luis Bruschtein | Página/12 Fecha: 13 de julio de 2019 Murió la madre, el Tigre Verón cerró los puños y escondió la cara tras la guardia pugilística. Boxea la vida. El instinto animal del Tigre hace que todo se convierta en un ring y violencia. Esta serie de Polka sobre la vida de un dirigente gremial de la carne se estrenó justo al comienzo de la campaña electoral a la que se enrosca desde un lado tangencial pero que impacta como un gancho a los riñones. Casualidad: el periodista Daniel Muchnik despotricó contra el sindicalista Sergio Palazzo y dijo que en Estados Unidos, el abuso sindical terminó cuando secuestraron a Hoffa, el dirigente camionero. Sugerencia, justificación. Más casualidades en la misma línea: con una crueldad inusitada, la monja Martha Pelloni, acusó al boleo a decenas de miles de jóvenes de La Cámpora de ser “el brazo del narcotráfico en la política de Cristina Kirchner” y la diputada Elisa Carrió agregó que “algunos trafican y muchos consumen”. Sigue la catarata de bosta: Elisa Carrió dijo que Cristina Kirchner viajó a Cuba para reunirse en secreto con los rusos. Miguel Angel Pichetto y Jorge Macri dijeron que Axel Kicillof es marxista, como si fuera cierto y como si fuera un insulto. Argentina retrocede décadas en el discurso de campaña que eligió el oficialismo como si volcara sobre la sociedad un tacho de la basura intolerante y violenta de la Argentina de hace más de cuarenta años. La serie de Polka sobre este violento sindicalista, con una ex mujer alcohólica, un hijo otro drogón, el estereotipo clasemediero más ramplón del sindicalismo peronista, se recostó en la campaña electoral al mismo tiempo que varios grandes empresarios exigían una ley de flexibilización laboral, en sintonía con las exigencias del FMI. Es evidente que habrá resistencia gremial. Es evidente el trasfondo de la telenovela. La complejidad del universo gremial no se reduce a ponerle un toque de humanidad al villano y largarlo a correr para horrorizar a una clase media llevada al borde del abismo por las fake-news que fueron generadas en las mismas trastiendas. Y así empujarlas para que se deslicen al vacío. Sin argumentos para defender una gestión que arruinó al país y que ya no se explica con ninguna pesada herencia, el oficialismo eligió caminar por el delgado sendero del ataque violento y la demonización ideológica. Propuesta Republicana no tiene Propuesta porque eligió la campaña negativa, basada en denigrar al adversario. Y tampoco es Republicana por el carácter violento y por la discriminación ideológica tan rústica que utiliza. Si una fuerza política hace muchas promesas cuando está en el llano y después de gobernar no le queda más argumento que denostar a sus competidores, quiere decir que no cumplió nada de lo que prometió. Seguramente sabía que no lo iba a cumplir. Después de casi cuatro años quedó expuesto el hueco, el vacío absoluto de propuestas reales y concretas a la sociedad. En la mayoría de los casos, se hizo lo contrario de lo que se prometió. Se iba a sacar el impuesto a las ganancias y ahora abarca a más trabajadores que antes; en vez de lluvia de inversiones, se desinvirtió al país con especulación financiera y fuga de capitales. Dijeron que nadie perdería lo que ya se había logrado y los salarios bajaron drásticamente y aumentó la desocupación ya de vuelta en dos dígitos, como en la crisis del 2002. Se dijo que bajaría la inflación y la duplicaron o más. Y así en cada uno de los rubros que hacen a la vida cotidiana de la inmensa mayoría de los argentinos. Los ganadores son pocos y todos amigos o familiares del gobierno. No pueden hacer campaña con la desgracia que han causado. En las competencias electorales previas, la división del trabajo hizo más sigiloso el efecto buscado. Los candidatos se dedicaban a hacer promesas, a mostrarse como buenos chicos blancos y a jugar con globos amarillos. El peso de la campaña de difamación estuvo a cargo de los servicios de inteligencia, en combinación con periodistas del oficialismo –o rentados por él– y un sector del Poder Judicial. Se hicieron cientos de acusaciones hasta saturar a una sociedad que finalmente asumió como una verdad implícita la corrupción en el kirchnerismo. Pero finalmente no hubo tesoros enterrados en la Patagonia, no hubo cuentas en las Seychelles, ni en Panamá, ni en Delaware o las islas Cayman, no hubo “ruta del dinero k”, ni existieron los bolsos de la secretaria, no hubo crimen de Alberto Nisman ni traición a la patria por el memorándum con Irán. No hubo sótano del dinero, ningún funcionario se enriqueció con Ciccone, no hubo sobreprecios en el gas y la morsa no tenía nada que ver con Aníbal Fernández. Armaron la mentira porque el ex ministro usaba un gran bigote. Solamente con eso los servicios de inteligencia abrieron las puertas de una cárcel de alta seguridad para que Lanata, periodista emblema del grupo Clarín, entrevistara a los asesinos del triple crimen de General Rodríguez y se creara la historia de la morsa. Fueron todas fake-news. Los comunicadores que armaron esas acusaciones tendrían que reconocer, al menos, que mintieron. En esta ocasión, la campaña sucia va por cuenta de los mismos candidatos. La prensa oficialista ya no alcanza. Mauricio Macri, en plan de presidente y candidato fue entrevistado oportunamente por la CNN y se sumó a la catarata de bosta. Dijo que Palazzo era un “provocador y un prepotente”; que el candidato del Frente de Todos, Alberto Fernández “solamente sabe mentir” y que un triunfo de la oposición era “temido en el mundo” y significaría la “destrucción del futuro de los argentinos”. No pudo reivindicar una sola acción de su gobierno, más que mentir con la falsa “tolerancia a la libertad de prensa” y nombró a dos de los poquísimos medios críticos: el canal de cable C5N y Página/12, los que justamente vienen soportando persecución judicial y discriminación con la pauta pública. En ese momento la cámara lo enfocó y

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Elecciones 2019: la fórmula Fernández-Fernández como signo

Fuente: Edgardo Mocca | Página/12 Fecha: 10 julio 2019 El balance de las tácticas electorales solamente puede hacerse después del escrutinio. Sin embargo su potencia política puede ser medida en el desarrollo de la contienda. En nuestro caso la fórmula Alberto-Cristina encierra un conjunto de significaciones, contradicciones y proyecciones que la convierten en un rico material para pensar la Argentina de hoy, con prescindencia de lo que ocurra en las urnas. La fórmula fue posible. Hoy la vivimos como un movimiento táctico igual a cualquier otro, pero hace un par de meses a nadie se le hubiera ocurrido pronosticarla. La fórmula es un signo. Y está dirigido –o puede sostenerse que lo esté- a proponer una visión nueva del antagonismo político que se despliega en la última década y media entre nosotros. Macri hizo muchas promesas falsas pero en la más importante, en la que organizó sus apoyos y los llevó a la victoria, en eso no mintió. El santo y seña de esa promesa era “terminar con la grieta”. Aquí la palabra grieta tiene una función estratégica: se coloca en el lugar del conflicto, de la contradicción pero la nombra como algo que carcome, que debilita y que destruye. Algo que no puede llevar a una instancia superior de la vida social sino que, por el contrario la degrada. El extraordinario eco que tuvo esa promesa macrista no es tan extraño como puede parecer. Constituyó la más eficaz apelación a masas de millones de argentinos que tienen con la política una relación distante cuando no directamente ajena. “Indiferentes” los llamó el joven Gramsci y dijo de ellos que son “el peso muerto de la historia”. Por suerte, muchos de sus textos posteriores dirigidos a la “reforma intelectual y moral” y a la hegemonía sugieren la conveniencia de una visión más matizada del asunto. Lo que interesa aquí es que esa masa es un fenómeno universal y no una excepcionalidad argentina y que contra ella es muy difícil ganar elecciones. Y esa masa sufría (y sufre) el antagonismo político: hay amigos que ya no quieren visitarlo y parientes que arruinan los asados familiares con la agresividad de sus opiniones. Pero ¿cómo se formó esa grieta? La interpretación que hoy difunden los que ejercen el cuasi monopolio de la opinión dice que la grieta la creó un gobierno intolerante –el de Cristina- para intentar eternizarse en el poder con el odio como argumento. ¿Es verdad eso? No lo es, pero eso no tiene ninguna importancia en la civilización “pluralista” que endiosa la opinión por sobre los hechos. O tal vez tenga importancia la cuestión de la verdad, pero la que puede otorgárselo es la lucha política. La fórmula del Frente es un signo. Vamos a hacernos cargo de que el proyecto que sostenemos está chocando con los límites de sus posibilidades. Que hay una roca dura que no se ha podido todavía cruzar. Y que esa roca dura no está hecha solamente de “argumentos”. Tiene creencias. Tiene miedo. Ha construido un mundo fuertemente individualista y vive en el interior de ese mundo. No es una actitud extraña: convengamos en que el mundo que nos rodea, el mundo enredado en la lógica del consumo, el cálculo financiero, la competencia con los otros por los escasos recursos no es un hábitat favorable. La roca dura del mundo neoliberal –en el que vivimos todos y de cuya savia bebemos todos- puede ser removida pero solamente si es correctamente reconocida. El estereotipo político que creció mucho más allá de los límites de los beneficiarios directos o indirectos del desorden del régimen macrista es el que dice que los años de gobiernos kirchneristas (especialmente después de 2008) fueron años de construcción de un régimen autoritario montado con el único propósito de facilitar la corrupción. Y que fue ese régimen el que dividió a los argentinos, el que creó la grieta. Pero los hechos del pasado no se esclarecen solamente desde la reconstrucción de ese pasado. Se resuelven ante todo desde el presente y su proyección hacia el futuro. Por eso la idea de un contrato social propuesta por Cristina en el acto de la feria del libro funciona como una reinterpretación de ese pasado puesta a consideración de sus protagonistas. Porque está muy bien que el centro de la campaña sea la promesa de reparación, de reconstrucción del enorme daño que sufrieron los sectores populares y la nación como entidad histórica desde diciembre de 2015. Es solamente desde esa promesa, desde esa perspectiva que se puede revisar la interpretación del pasado. Porque esa promesa tiene implícita la necesidad de una redistribución del poder en nuestro país de carácter democrático y de inspiración igualitaria: ése es el contrato. Y entonces se trata de una convocatoria muy amplia y muy generosa, nada sectaria, nada autoritaria. Y lo que quedará por ver es la actitud de cada argentino o argentina frente a ese contrato, cuánto está dispuesto a dar cada uno para que esa perspectiva se haga realidad. La fórmula del Frente no propone un nuevo round del combate sino un profundo replanteo. Quienes gobernaron entre 2003 y 2015 han abierto de hecho y de palabra una serie de revisiones de esa experiencia. De hecho los dos integrantes de la fórmula tienen diferencias acerca de lo que debe revisarse; son diferencias creativas. Porque lo que viene no es un juicio público sobre la etapa kirchnerista, sino un intento por cerrar una etapa política, la del macrismo, desastrosa en sus consecuencias actuales y temible por el futuro que nos propone. Si la decisión popular habilita esta nueva etapa, habrá que asumirla con mucha inteligencia y mucha creatividad. Procurando ampliar todos los días los márgenes de la unidad alcanzada y teniendo siempre como norte que en el país quepan todos y todas. Cada paso que se dé- más aceptado o más resistido- tendrá que alcanzar su legitimidad desde esta perspectiva, la de un país más justo, más soberano y más democrático. La campaña electoral tendrá que formar parte de este replanteo.

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Coyuntura económica en debate: claves feministas para leer los últimos datos del INDEC

Fuente: Gabi Nacht | Ansol – Agencia de Noticias Solidarias Fecha: 10 julio 2019 Las desigualdades de géneros son un problema clave para pensar la justicia social y la equidad distributiva. Los más recientes datos estadísticos son contundentes: hoy en Argentina las mujeres representan casi el 70% del decil más pobre de la población1. Este dato bastaría ya para afirmar que cualquier modelo económico que tenga vocación progresista y que quiera abordar con seriedad el problema de la distribución de la riqueza en nuestro país tiene que atender la cuestión de géneros como uno de los temas centrales, y asumirla desde hoy como perspectiva integral. Hoy. No mañana. Pues aunque habrá quien crea que se trata de un asunto secundario que podrá atenderse luego de que se resuelvan “los principales temas económicos”, lo cierto es que la cuestión de géneros está en el centro mismo del funcionamiento de la economía. Por eso considerarla como merece nos permitiría abordar –desde la teoría y desde la acción- las raíces mismas de la desigualdad, y además nos daría buenas pistas sobre la crisis estructural revelada a nivel global desde 2008, y agravada en cada vez en más países por seguir las “recomendaciones” del Fondo Monetario Internacional2. La división sexual del trabajo En términos estructurales, la división sexual del trabajo es uno de los pilares de la economía. Por ella, las mujeres sostienen -de modo gratuito e invisibilizado, ni siquiera considerado como trabajo- las actividades necesarias para la más básica reproducción de la vida cotidiana. En el ámbito urbano, eso comprende desde el cuidado sanitario y alimenticio de los cuerpos, hasta el acondicionamiento del hábitat en que vivimos, pasando por la atención a niñas/os y adultos/as con necesidades especiales transitorias o permanentes, así como el sostenimiento de las necesidades humanas psicoafectivas. Indicadores de trabajo no remunerado y precarización laboral De acuerdo a la última encuesta nacional de uso de tiempo3, en nuestro país el 89% de las mujeres realizan trabajo no remunerado (TNR) de cuidado, en un promedio de 6 horas y media por día. Por su parte, sólo un 58% de varones lo hace, y en un promedio de 3 horas y media por día. La sobrecarga de TNR es mayor para las mujeres de más bajos ingresos, fundamentalmente por las menores posibilidades de contratar servicio de cuidado en el mercado (por ejemplo, una persona empleada en realizar tareas de limpieza doméstica o de cuidado de niñas/os). En total, puede estimarse que casi un 80% del TNR en nuestro país es sostenido por mujeres. “en nuestro país el 89% de las mujeres realizan trabajo no remunerado (TNR) de cuidado, en un promedio de 6 horas y media por día“ Y si pareciera que de un tiempo a esta parte ha crecido la cantidad de mujeres en el mercado laboral (aunque más abajo veremos, no en igualdad de condiciones), lo cierto es que no ha habido un aumento equivalente de la participación de varones en el TNR de cuidado. Esto le ha puesto un freno al crecimiento de la participación de las mujeres en el empleo remunerado. En términos globales la OIT sostiene que en las últimas tres décadas la brecha de empleo entre varones y mujeres se “estabilizó”, es decir que no ha variado significativamente. Todo eso significa que por cada mujer con presencia en el mercado laboral -o en la vida política y social fuera de lo doméstico- hay otra mujer que está cubriendo “sus” tareas de cuidado. Esa otra mujer muchas veces es una hija, hermana, abuela, vecina que lo hace de modo no remunerado, o una mujer contratada de modo no registrado y/o con muy baja remuneración. Esa sobrecarga de TNR es la causa de la inserción limitada, precaria e inestable de las mujeres en el mercado laboral, y por lo tanto de su menor acceso al dinero y otros recursos económicos. Las mujeres no acceden al empleo, o lo hacen en condiciones “flexibles” por tener que conciliarlo con las tareas de cuidado. “por cada mujer con presencia en el mercado laboral -o en la vida política y social fuera de lo doméstico- hay otra mujer que está cubriendo “sus” tareas de cuidado“ De acuerdo a los más recientes datos oficiales4, hoy el 70% de los varones participa del empleo, mientras que para las mujeres ese porcentaje es del 49%. El índice de desempleo también muestra un sesgo de género: hoy el 9,2% de los varones estén desempleados, y ese porcentaje sube al 11,2% entre las mujeres. Además, las mujeres mayoritariamente acceden al empleo en los sectores de Servicios Sociales, Salud y Educación –donde son el 70%- y de Trabajo en Casas Particulares –donde son el 95%5. Estos sectores -cuya degradación y subestimación en el conjunto de la economía se evidencia también en el bajo nivel salarial y en las condiciones de precariedad que los caracterizan- aparecen como una extensión de las tareas domésticas de cuidado. Asimismo, a esa segregación horizontal de las mujeres en el mercado de trabajo (por sectores) se le suma la segregación vertical, por la cual las mujeres acceden con dificultad a cargos de jefatura, y están casi ausentes en los cargos de máxima jerarquía, donde las estimaciones disponibles sostienen que las mujeres rondan apenas un 4%6. En síntesis, la sobrecarga de TNR conlleva que las mujeres tengan menores posibilidades de acceder a un empleo remunerado y que cuando lo hacen, sea en peores condiciones. Esto explica la brecha de ingresos: hoy en Argentina las mujeres tienen en promedio un 27% menos de ingreso que los varones7. En cuanto a la participación en el empleo de personas trans, travestis y otras disidencias no tenemos información oficial. Allí la invisibilización es prácticamente absoluta. Las políticas del FMI: privatizar la vida, profundizar la desigualdad Ahora bien, sobre todo lo expuesto: ¿cómo están repercutiendo específicamente las políticas que viene llevando a cabo el Poder Ejecutivo bajo las pautas del Fondo Monetario Internacional? En primer lugar, hay un ajuste fiscal que se siente especialmente en los Servicios Públicos de Salud y Educación, de manera que el Estado se

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Después del neoliberalismo

Fuente: Joseph E. Stiglitz | Project syndicate Fecha: 30 mayo 2019 NUEVA YORK – ¿Qué tipo de sistema económico es más conducente al bienestar humano? Esa pregunta ha llegado a definir la época actual porque, después de 40 años de neoliberalismo en Estados Unidos y en otras economías avanzadas, sabemos lo que no funciona. El experimento neoliberal –impuestos más bajos para los ricos, desregulación de los mercados laboral y de productos, financiarización y globalización- ha sido un fracaso espectacular. El crecimiento es más bajo de lo que fue en los 25 años posteriores a la Segunda Guerra Mundial, y en su mayoría se acumuló en la cima de la escala de ingresos. Después de décadas de ingresos estancados o inclusive en caída para quienes están por abajo, el neoliberalismo debe decretarse muerto y enterrado. Hay por lo menos tres alternativas políticas importantes que compiten para sucederlo: el nacionalismo de extrema derecha, el reformismo de centroizquierda y la izquierda progresista (la centroderecha representa el fracaso neoliberal). Sin embargo, con excepción de la izquierda progresista, estas alternativas siguen estando en deuda con alguna forma de la ideología que ha expirado (o debería haber expirado). La centroizquierda, por ejemplo, representa al neoliberalismo con un rostro humano. Su objetivo es trasladar las políticas del ex presidente norteamericano Bill Clinton y del ex primer ministro británico Tony Blair al siglo XXI, haciendo sólo revisiones tenues a los modos prevalecientes de financiarización y globalización. Mientras tanto, la derecha nacionalista reniega de la globalización y culpa a los migrantes y a los extranjeros de todos los problemas de hoy. Aun así, como ha demostrado la presidencia de Donald Trump, no está menos comprometida –por lo menos en su variante norteamericana- con los recortes impositivos para los ricos, la desregulación y el achicamiento o eliminación de los programas sociales. El tercer campo, en cambio, defiende lo que llamo capitalismo progresista, que prescribe una agenda económica radicalmente diferente, basada en cuatro prioridades. La primera es restablecer el equilibrio entre los mercados, el estado y la sociedad civil. El crecimiento económico lento, la creciente desigualdad, la inestabilidad financiera y la degradación ambiental son problemas nacidos del mercado y, por lo tanto, no pueden ser resueltos, ni lo serán, sólo por el mercado. Los gobiernos tienen la obligación de limitar y delinear los mercados a través de regulaciones ambientales, de salud, de seguridad ocupacional y de otros tipos. También es tarea del gobierno hacer lo que el mercado no puede hacer o no hará, como invertir activamente en investigación básica, tecnología, educación y la salud de sus votantes. La segunda prioridad es reconocer que la “riqueza de las naciones” es el resultado de la investigación científica –aprender sobre el mundo que nos rodea- y de la organización social que permite que grandes grupos de personas trabajen juntos para el bien común. Los mercados siguen teniendo un rol crucial que desempeñar a la hora de facilitar la cooperación social, pero sólo cumplen este propósito si están subordinados al régimen de derecho y son objeto de controles democráticos. De lo contrario, los individuos pueden enriquecerse explotando a otros, generando riqueza a través de la búsqueda de renta en lugar de creando riqueza a través de una creatividad genuina. Muchos de los ricos de hoy tomaron la ruta de la explotación para llegar adonde están. Se han visto muy favorecidos por las políticas de Trump, que han alentado la búsqueda de renta destruyendo al mismo tiempo las fuentes subyacentes de creación de riqueza. El capitalismo progresista busca hacer precisamente lo contrario. Esto nos lleva a la tercera prioridad: abordar el creciente problema del poder de mercado concentrado. Al explotar las ventajas de la información, comprar a potenciales competidores y crear barreras de entrada, las empresas dominantes pueden comprometerse en una búsqueda de renta de gran escala en detrimento de todos los demás. El incremento del poder del mercado corporativo, junto con la caída del poder de negociación de los trabajadores, ayuda a explicar por qué la desigualdad es tan alta y el crecimiento tan débil. A menos que el gobierno asuma un papel más activo de lo que prescribe el neoliberalismo, estos problemas probablemente se vuelvan mucho peores, debido a los avances en el campo de la robótica y la inteligencia artificial. El cuarto punto clave en la agenda progresista es disociar el poder económico de la influencia política. El poder económico y la influencia política se refuerzan mutuamente y se perpetúan a sí mismos, especialmente donde los individuos ricos y las corporaciones pueden gastar sin límite en las elecciones, como sucede en Estados Unidos. En la medida que Estados Unidos se acerque cada vez más a un sistema esencialmente antidemocrático de “un dólar, un voto”, el sistema de controles tan necesario para la democracia quizá no pueda resistir: nada podrá restringir el poder de los ricos. No se trata simplemente de un problema moral y político: a las economías con menos desigualdad en verdad les va mejor. Las reformas progresistas-capitalistas, por ende, tienen que empezar por recortar la influencia del dinero en la política y reducir la desigualdad de la riqueza. No hay una solución mágica que pueda revertir el daño provocado por décadas de neoliberalismo. Pero una agenda integral según los lineamientos planteados más arriba decididamente puede hacerlo. Mucho dependerá de si los reformistas son tan decididos a la hora de combatir problemas tales como el excesivo poder del mercado y la desigualdad como lo es el sector privado para crearlos. Una agenda integral debe centrarse en la educación, la investigación y las otras fuentes verdaderas de riqueza. Debe proteger al medio ambiente y combatir el cambio climático con la misma vigilancia que los partidarios del Nuevo Trato Verde en Estados Unidos y Rebelión contra la Extinción en el Reino Unido. Y debe ofrecer programas públicos que garanticen que a ningún ciudadano se le nieguen los requisitos básicos de una vida decente. Estos incluyen seguridad económica, acceso al trabajo y a un salario digno, atención médica y vivienda adecuada, un retiro seguro y

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Alberto Fernández: «No voy a romper nunca con Cristina, no me van a hacer pelear con ella»

Fuente: Martín Rodríguez Yebra, Gabriel Sued y Jorge Liotti | La Nación Fecha: 30 de junio de 2019   Alberto Fernández no define con precisión el papel político que tendrá Cristina Kirchner desde la vicepresidencia, si el Frente de Todos gana las elecciones . «Yo sé el papel que tengo que cumplir yo, con eso me alcanza», se escabulle. Pero se muestra seguro de la fortaleza de la sociedad que comparten. «¡No me van a hacer pelear nunca con Cristina! ¡No voy a romper nunca con Cristina!», dice, en una entrevista con LA NACION, en su departamento de Puerto Madero. El precandidato presidencial sostiene que en la Argentina no hay «presos políticos», pero sí un sinfín de «detenciones arbitrarias» con «tufillo político». Aclara que no piensa promover sanciones contra los jueces federales que dictaron esas resoluciones contra dirigentes kirchneristas acusados de corrupción; destaca la importancia de alcanzar el equilibrio fiscal, y reitera que reclamará al FMI el cambio de condiciones del acuerdo para permitir que la economía crezca, por medio de la reactivación del consumo. Fernández considera que el acuerdo entre la Unión Europea y el Mercosur será negativo para la Argentina y advierte que el Congreso podría rechazarlo. -En una entrevista en 2015 hizo críticas muy duras sobre el segundo mandato de Cristina Kirchner, en especial contra políticas económicas, a las que consideró «deplorables». ¿Axel Kicillof, que ahora es su candidato en Buenos Aires, hizo una mala gestión como ministro de Economía? -Efectivamente yo soy muy crítico de algunas cuestiones que ocurrieron en esa época. He criticado mucho el cepo, he criticado el déficit fiscal, y me parece que muchas de esas críticas tenían su razón de ser. He criticado mucho el ocultamiento de la pobreza. Axel, a quien no había tratado hasta ahora que volví a hablar con Cristina, tuvo la deferencia de sentarme y explicarme cuál era el origen y cuál era la razón de ser de cada una de esas medidas. Muchas de esas cosas tienen explicación, más allá de que a mí me parece que hubiese sido mejor no hacerlas. No me estoy refiriendo ni al ocultamiento de la pobreza ni al cepo. El cepo es algo que Axel también siente con sabor agrio. La Argentina tiene periódicamente un problema que es el de la ausencia de dólares. Con el cepo evitás que los dólares salgan, pero evitás que entren. Macri tuvo el mismo problema y lo resolvió del peor modo, que fue tomando deuda. Cuando uno compara las dos soluciones, el cepo parece mejor. Es dañino, pero mucho menos dañino. Por eso me parece que también hay que tener en cuenta algunas de las explicaciones que Axel dio, que me parece que son atendibles. -En perspectiva, ¿hoy juzga sus críticas desproporcionadas? -No, fueron honestas. Lo que pasa es que siempre hay otra visión. Creo que algunas de las cosas que explica Axel tienen razón de ser, son atendibles. No me estoy refiriendo al ocultamiento de la pobreza. -Lo está proponiendo como su candidato a gobernador de Buenos Aires . -Es un buen candidato, es un gran candidato. Es alguien joven, es alguien nuevo, es alguien muy autocrítico. Es alguien con una enorme capacidad de revisar. Si realmente buscamos algo nuevo en la política, Axel lo es. -En esa entrevista de 2015 también consideró «deplorables» el tratado con Irán y la muerte de Nisman. -Sigo diciendo lo mismo. El acuerdo con Irán fue un mal acuerdo. -¿Y el gobierno de Cristina tuvo alguna responsabilidad en la muerte de Nisman? -Siempre dije que eso era un disparate. Pensar que el gobierno de Cristina tuvo que ver. El único perjudicado por la muerte de Nisman fue el gobierno de Cristina. Dime quién se beneficia con el crimen y te diré quién es el asesino. -Usted dijo: «La muerte de Nisman es deplorable. La no resolución de la muerte de Nisman es deplorable». -Eso es cierto. Pero yo también dije que la denuncia de Nisman era de una enorme debilidad. Las dos cosas dije. ¿Quién puede estar de acuerdo con la muerte de alguien? Nadie. -¿Cree que fue un asesinato o un suicidio? -Creo que lo que está diciendo la Justicia hoy en día. La prueba más contundente es que fue un suicidio. ¿No les llama la atención que dos años después se haga una pericia ordenada por el Ministerio de Seguridad a la Gendarmería, y la Gendarmería monté un espectáculo y llegue a conclusiones increíbles? -Hoy la Justicia lo investiga como un asesinato. -La Justicia se agarró por imperio de esa absurda pericia para seguir investigando. Pero nunca pudo diluir la pericia inicial. Lo mejor sería que rápidamente se dilucide qué pasó con la muerte de Nisman y lo saquemos del escenario electoral. Respecto del acuerdo con Irán dije y digo que fue un error garrafal del gobierno de Cristina. -¿Cómo se justifica que Lázaro Báez, un amigo de la familia Kirchner que fundó su empresa de construcción en 2003, se haya convertido en el contratista de obra pública más importante de Santa Cruz, y que a su vez haya sido el principal inquilino de las propiedades de la familia Kirchner? -Él no creó una empresa. Él compró una empresa, la más grande que había en Santa Cruz. Después, como ocurre en todos lados, el local juega con ventaja, porque tiene afincada maquinaria, personal y demás, y entonces es mucho más fácil ganar para alguien que está en el Sur una licitación de obra pública, porque tiene un diferencial de costos muy grande, porque no tiene que trasladar nada hasta Santa Cruz. De hecho, muchos de los que ganaron obras en Santa Cruz terminaron subcontratando a Lázaro Báez. No es distinto a lo que pasa con Roggio en Córdoba. -Días atrás dijo que pudo haber habido una «falta ética» de Cristina. -Efectivamente, porque una cosa es que haya habido un delito. Si revisan la causa van a ver que Lázaro Báez recibió obra pública por alrededor de 4000 millones de dólares, y los alquileres que recibió Cristina en 10 años fueron de 29 millones de pesos. No guarda ninguna relación una cosa con la otra. Lo

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Alejandro Slokar: «Detrás de esto existió una maniobra»

Fuente: Irina Hauser | Página/12 Fecha: 30  junio 2019 Como muchos judiciales, Alejandro Slokar empezó su carrera como meritorio cosiendo expedientes y armando legajos, hace 38 años, cuando tenía 18. Desde 2011 integra la Cámara de Casación Penal Federal, el máximo tribunal con esa competencia. Esta semana fue noticia porque sus dos compañeros de la sala II decidieron apartarlo a pedido de Elisa Carrió para que no intervenga más en la causa de espionaje ilegal que tramita en Dolores. Discrepa con esa medida, dirá en esta entrevista. Pero la situación ahora le permite hablar del caso y decir que existió una maniobra para sacarlo, y que es una causa gravísima que revela una posible «amenaza al orden democrático porque hay sectores de inteligencia que operan de modo paralelo, clandestino, con esa idea de doble Estado oculto, para lo que se busca un Poder Judicial cómplice». Slokar describe las presiones que él y otros jueces y juezas deben sortear en forma permanente. A la vez, cuestiona como contracara «que la Procuración General no adopte una posición más seria con respecto a Stornelli», que está en rebeldía por no presentarse a la indagatoria. «Un fiscal no es cualquier imputado», advierte. –¿Cómo evalúa su apartamiento del caso de espionaje ilegal o «D’Alessiogate»?  –Tengo el deber de respetar el criterio de mis colegas a pesar de mi profunda divergencia. Mi opinión, expresada en un informe, es incompatible con lo que ellos escribieron. No puedo sustraerme a la sospecha sobradamente fundada que detrás de esto existió una maniobra que tuvo por objetivo excluirme de la intervención de la causa de espionaje. En el Consejo de la Magistratura un consejero del oficialismo reflotó una denuncia de hace tres años, que iba camino al archivo, para facilitar el andamiaje para la presentación judicial del apartamiento en Casación. En esa presentación Carrió adujo `temor de parcialidad` por el hecho de que ella había hecho aquella denuncia contra mí en el Consejo. Eso estuvo frenado y curiosamente el día en que es desestimado porque no se verificó ninguna irregularidad de mi parte, ni siquiera disciplinaria, soy apartado de la causa. Quien recusa (Carrió), tampoco jamás se había presentado en el expediente e introdujo el planteo en la cuestión de competencia, sobre la que tampoco revela ninguna posición. Bajo esas condiciones, no obstante, los colegas me apartan. Carrió se calzó el traje de imputada para traducir un favor al resto de los imputados. –¿A qué atribuye la decisión se sus compañeros (Angela Ledesma y Guillermo Yacobucci)? ¿Los presionaron?  –No puedo especular. Pero queda claro que el diseño respondía a esta acción de sacarme del expediente. Esto reconduce a otra situación, que es que desde el comienzo se insistió en sacarle la causa al juez Alejo Ramos Padilla. En Casación, Stornelli pidió la nulidad del sorteo que radicó el expediente en la sala II, que yo integro. Lo último fue la maniobra de la que hablamos. ´Algo huele mal en Dinamarca´ cuando se oficia también de abogado en favor de imputados de espionaje legal y extorsiones, como agentes de inteligencia, comisarios, hombres de prensa, funcionarios. A no ser que se busque ´jueces que lo representen´ como alguna vez se afirmó (dice en alusión a una frase de Mauricio Macri) en la Bolsa de Comercio a instancias del Colegio de la calle Montevideo, sin que se sonroje ningún defensor de la república. –¿Usted ha tenido presiones políticas fuera de este caso?  –Estoy respondiendo informes en promedio trimestrales por denuncias ante el Consejo de la Magistratura. Me piden juicio político siempre las mismas personas: Waldo Wolff, Alejandro Fargosi, Carrió y demás oficialistas. Nunca vi algo así. Impide la tranquilidad que un juez necesita para resolver. Son claras maniobras de hostigamiento. Cuando asumí en Casación en 2001 me denunciaban los acusados de lesa humanidad. Después empezó el macartismo por Justicia Legítima, que se convirtió en el cliché sobre el que se monta todo lo demás. Está lanzada desde hace tiempo la tentativa de neutralizar la labor de aquellos magistrados que se insinúan como obstáculo. A muchos se los busca incapacitar, sino decididamente eliminar a través del Consejo de la Magistratura. –¿Piensa que se busca una especie de justicia a la carta?  –Es claro que no todos en el Poder Judicial expresamos lo mismo y que no se acepta a quienes respondemos a otro patrón ideológico o visión del derecho. Nuestra carga genética responde a un compromiso del resguardo de garantías y derechos humanos. Después tiene que ver nuestro resguardo en favor de los intereses de los más débiles. Contra aquellos jueces o juezas que se evidencian como inconveniente, toda la presión desde el oficialismo se desata para neutralizarlo. Es el famoso fórum shopping, como se intenta desde el inicio en la causa de Dolores. Lo que se afecta también es el principio de igualdad que debe imperar en democracia. Los árbitros se sortean, no se eligen. Se quiere eliminar la función de frenos y contrapesos de los jueces naturales. De ahí también las denuncias ante el Relator de Especial de Naciones Unidas por parte de organismos de Derechos Humanos sobre el disciplinamiento y cooptación de jueces. –¿Cree que está en riesgo la causa de espionaje? –Si no hay un fortalecimiento y respaldo a la labor que lleva adelante el juez de Dolores, está en riesgo. No cuenta con el respaldo desde el punto de vista institucional y corporativo con que cuentan otros colegas suyos. Hay circunstancias que conspiran que vienen de la mano de la generación de investigaciones paralelas que pretenden poner en crisis lo actuado allá. –¿Usted hizo una evaluación sobre la gravedad de este expediente antes de que lo apartaran, podría explicarlo?   –Existe una estructura o una organización que puede constituir una amenaza al orden democrático porque hay sectores de inteligencia que operan de modo paralelo, clandestino con esa idea de doble Estado oculto, para lo que se busca un Poder Judicial cómplice. No se sabe si se trata de actividades estales o sectores que operan subterráneamente, pero está claro que hay vasos

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La mejoría «te la debo»

Fuente: Carlos Heller | Tiempo argentino Fecha: 30 de Junio de 2019 En lo que respecta a la Argentina, la Cumbre de Presidentes del G20 estuvo entregando grandes dosis de posverdad. Para la titular del FMI, Christine Lagarde, «los esfuerzos están comenzando a dar resultados y deberían sentar las bases para el retorno de la confianza y el crecimiento». Es una frase que podría entenderse como un reconocimiento a que la recesión argentina y las tensiones sociales, con el aumento del desempleo y el empeoramiento en la distribución del ingreso, son resultados que se adecuan a las expectativas del Fondo. Otra reflexión que se desprende es que el gobierno no cuenta con «la confianza» de los mercados. En sintonía con Lagarde, Mauricio Macri sostuvo ante el G20 que «después de un 2018 difícil, hay buenas noticias sobre el rumbo de nuestra economía». Y aseguró que «ya se están viendo signos de leve mejoría, empezando a dejar atrás la recesión y los desequilibrios que afectaron a nuestra economía durante años». En verdad, sobre la recesión y los desequilibrios, debería referirse a los cuatro años de su gestión, con un PBI que caería un 3,4%, una disparada del dólar del 356% entre que asumió y los últimos datos de este mes, y otros números que desarrollaré más adelante. Debería haber dicho «la mejoría te la debo», porque las estadísticas que se van conociendo no la reflejan. Aunque, tratando de «sacar agua de las piedras», los funcionarios y analistas afines sostienen que la caída de la actividad económica del 1,3% interanual en abril es un signo de mejora «porque está cayendo a un ritmo menor». No obstante, el Estimador de la Actividad Económica (EMAE) de abril está fuertemente influenciado por la actividad agrícola, debido a la baja producción del año anterior influenciada por la sequía. Si analizamos la contribución por sector a esa caída del 1,3% interanual en abril de 2019, esta se compone de un aumento del 3,47% aportado por el sector de agricultura y ganadería, y un 4,77% de caída en el resto de los sectores, siendo las actividades que más contribuyeron a esa merma la industria manufacturera y el comercio mayorista y minorista. Si lo comparamos con el mes anterior, en términos desestacionalizados, el EMAE creció un 0,8%, cifra que no alcanza a compensar la caída del 1,4% en marzo. En resumen, poco para festejar, y mucho menos para considerar un cambio de tendencia. La recesión instalada también se expresa en la evolución del comercio exterior de mercancías, principalmente por el derrumbe de las importaciones, pero también por el escaso crecimiento de las exportaciones. Los análisis de aquellos que desean mostrar hechos positivos dieron otra visión: el fuerte crecimiento de las exportaciones en mayo, gracias al efecto del agro, que mejoraron el saldo comercial (exportaciones menos importaciones). Sin embargo, comparando mayo de 2019 con igual mes del año anterior, el saldo comercial mejoró en U$S 2656 millones (M), pero esto se debió a un aumento de U$S 853 M en las exportaciones y una disminución de U$S 1803 M en las importaciones. Lo mismo sucedió con el acumulado de los cinco primeros meses. La mejora fue de U$S 9080 M (se pasó de un déficit de U$S 4552 M en 2018 a un superávit de U$S 4528 M en 2019); pero ese resultado fue producto de un aumento de exportaciones de U$S 628 M y una fuerte reducción de importaciones de U$S 8452 M. La caída en las importaciones fue severa, y se produjo en los bienes más ligados a la actividad económica; así, las compras externas de bienes de capital cayeron un 37,4%; los bienes intermedios un 16,0%; los combustibles y lubricantes un 41,5% y las piezas y accesorios para bienes de capital un 15,1%. También se redujeron los bienes de consumo en un 22,1% y los vehículos automotores de pasajeros en un 58,6%. Y si bien hay una mejora en el resultado comercial, las razones por las cuales se produjo este «alivio» son más que preocupantes. La evolución del saldo comercial de mercancías también impacta en la Cuenta Corriente del Balance de Pagos, que es la suma del ítem mencionado, más el saldo de los servicios y de los pagos netos de renta, especialmente de los intereses de la deuda. Los datos conocidos esta semana indican que la Cuenta Corriente sigue mostrando saldo negativo en el primer trimestre de 2019, menor que igual período del año anterior, gracias al saldo de mercancías, pero con déficits en el rubro servicios y montos importantes de pagos por intereses, que rondaron los U$S 3500 M en el primer trimestre de 2019, cuando en igual período de 2015 llegaban a U$S 1160 M. ¿Por qué el saldo negativo de Cuenta Corriente es preocupante? Porque indica la «necesidad de financiamiento externo», como lo define el Indec, que tiene la economía en cada período. Y para el primer trimestre de 2019 esta necesidad fue de U$S 3817 M, divisas que se deben conseguir a como dé lugar, incluso con la reducción de reservas internacionales. Lo tratado hasta el momento tiene un fuerte efecto en los indicadores sociales. Al problema de la desocupación, se sumaron los datos en la reducción del empleo registrado, que indican que en abril de 2019 se perdieron 203.900 puestos de trabajo, comparados con igual mes del año anterior. La disminución afectó a los asalariados privados (141 mil puestos menos) y a los autónomos y monotributistas (98.500 menos). Sólo se incrementaron los trabajadores del sector público (18.800) y los de casas particulares (16.800). Esta situación no está desvinculada de la evolución del salario. Hace once meses que los salarios registrados vienen descendiendo en términos reales, medidos en forma interanual. El índice de salarios del Indec muestra que en los primeros cuatro meses de este año, los salarios privados registrados evidenciaron una reducción en términos de poder adquisitivo del 2,2%, que se suma a la pérdida del 11,7% que tuvieron durante todo 2018. En el caso de los salarios privados de los trabajadores y las

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Las campañas extraviadas

Fuente: Jorge Elbaum | El Cohete a la Luna Fecha: 30 junio 2019 La decimocuarta cumbre del G20 que transcurrió en Osaka, Japón, evidenció el repetido intento del Presidente de los Estados Unidos por reconfigurar los frágiles equilibrios internacionales. La multiplicidad de los conflictos desplegados por Donald Trump busca detener (o retrasar) el deterioro de su hegemonía, arremetiendo contra la creciente multipolaridad que diferentes actores internacionales promueven. Las dimensiones básicas sobre las que se dilucidan los conflictos quedaron expuestas en Osaka, a partir de: (a) la disputa por la preponderancia científico-tecnológica, (b) las discrepancias en torno a los desequilibrios tarifarios (que remite a la pugna por los superávits o déficit de las balanzas comerciales) y, (c) la contienda en relación al control de zonas de influencia, capaz de digitar la vigilancia de territorios, circuitos marítimos y áreas del ciberespacio. El primer capítulo remite a lo que muchos analistas denominan como formas de autoridad prospectiva, ancladas en la información y en la potencial cooptación cultural de vastos colectivo demográficos. Quienes obtengan ventajas en este plano, se conjetura, lograrán imponer visiones del mundo capaces de modelar formatos de comercialización. La convergencia digital (de la que las patentes y redes de 5g son futuros pilares) implica la capacidad potencial de orientar voluntades hacia diferentes formas de consumo y, al mismo tiempo, monitorear los movimientos, las orientaciones y los deseos. En este plano, los medios de comunicación y las centrales de inteligencia (públicas o privadas) quedarían entrelazadas, extinguiéndose la autonomía (ya hipotética) de las primeras, siempre y cuando los Estados continúen manteniéndose ajenos al proceso. La segunda de las disputas se asienta en el déficit crónico de Estados Unidos, tanto en el de su balanza comercial como en la fiscal, ambos vinculados además a la potencial diversificación de formas de intercambio comercial por fuera del dólar. La utilización de la moneda estadounidense ha sido el soporte con que Washington ha logrado sortear, desde la década del ’70 hasta la actualidad, el deficitario status de sus estructuras económicas. El tercero es de índole militar y se basa en la capacidad de controlar o intervenir en determinados espacios geográficos, rutas de tránsito comercial y depósitos de recursos naturales. La deforestación y las tecnologías depredatorias de acceso a minerales e hidrocarburos (como el implementado por el fracking), incentivadas por las empresas trasnacionales, explican el reiterado fracaso de las dóciles iniciativas, manifestadas en las últimas cumbres del G20 hegemonizadas por Donald Trump, para quien el cambio climático es una invención científica no fidedigna. Guerras múltiples, ganancias concentradas Los think tanks republicanos vienen advirtiendo, desde hace cuatro décadas, que la única forma de darle continuidad a la hegemonía geoestratégica de Washington supone la reconfiguración de estos tres marcos de referencia, impidiendo que sigan ampliando la multipolaridad.[1] La guerra tarifaria planteada por Trump contra Xi-Jinping, sumada a la interdicción contra el gigante de las telecomunicaciones Huawei, se inscribe en las dos primeras dimensiones. Y el conflicto en torno a los debates medioambientales remite al tercero de esos capítulos. La ausencia de debates en torno a las intermediaciones financieras globales, específicamente las especulativas, se explica a partir del beneficio que dichos flujos proveen a los mercados de capitales de los países centrales, mayoritariamente presentes en el G20, quienes omiten su tratamiento al ser solidarios con la continuidad de los mismos. Los escarceos bélicos en el sur de la península arábiga, vinculados al conflicto en Yemen y el control del estrecho de Mandeb (por donde transita un 20 % del petróleo mundial), remiten al intento por parte de Washington de condicionar al mayor proveedor de hidrocarburos de China, la República Islámica de Irán, que además ha informado durante las últimas semanas sobre la decisión de darle continuidad a su proyecto de enriquecimiento de uranio, luego del abandono por parte de Estados Unidos del acuerdo conocido como 5 + 1, firmado originariamente en 2015. En este mismo plano, que remite a la tercera de las dimensiones de disputa global, Rusia ha obtenido un logro trascendente al quebrar el modelo de preponderancia atlantista, históricamente regido por Washington a través de la OTAN, reconvertirse en un facilitador central de la cuasi finalización de la guerra civil siria y establecer en forma simultánea vínculos de cooperación estratégica con Israel. En este marco, la inquietud del trumpismo se profundizó en Osaka ante la confirmación del acuerdo entre Putin y el primer mandatario turco, Recep Tayyip Erdogan, cuyas Fuerzas Armadas se aprestan a incorporar los misiles de última generación (S-400), capaces de romper la superioridad de los cazas estadounidenses F-35, también en posesión turca. La agenda preparada por el primer ministro japonés Shinzo Abe no incluyó algunos de los temas centrales que se debatieron en Osaka. Entre ellos figuraron las crisis migratorias del Mediterráneo y del norte de México, el Brexit y la situación de los Derechos Humanos al interior de las monarquías absolutistas arábigas, o las matanzas recurrentes en Colombia. A pesar de que no estaba en el orden de temas a ser tratados, no pudo ser omitida la fracasada ofensiva contra el gobierno de Nicolás Maduro por parte del Grupo de Lima, impulsada por Mauricio Macri, Sebastián Piñera y Jair Bolsonaro. Estos tres mandatarios, presentes en la cumbre, recibieron la noticia en Osaka de que Uruguay abandonó la 49 Asamblea General de la Organización de los Estados Americanos, en apoyo a las autoridades legítimas de Venezuela. Las deliberaciones de la OEA se llevaron a cabo en Medellín, Colombia, en forma simultánea al G20 y se constituyeron en un nuevo fracaso en la política de Washington, obsesionado en deteriorar al gobierno chavista. La delegación oriental abandonó el encuentro al ser sorprendida, junto a las representaciones de Bolivia, Nicaragua y México, por la acreditación intempestiva e inconsulta de representantes de Juan Guaidó, primer legislador en la historia de América Latina en autoproclamarse Presidente. Por su parte, el gobierno de Mauricio Macri prolongó en Japón su campaña electoral tendiente a conquistar avales para su reelección, socorrido por varios jefes de Estado extranjeros que apuestan a su continuidad como garantía para darle viabilidad al modelo neoliberal que

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