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Dos pandemias: coronavirus y el capitalismo financiero globalizado

Fuente: Carlos Heller (*)| Página/12 – Suplemento CASH Fecha: 15 de marzo de 2020 Se puede pensar que el mundo enfrenta al menos dos pandemias. A la que ocupa la tapa de los diarios, la del coronavirus, se agrega otra que venimos padeciendo desde hace tiempo, reflejada en las consecuencias que trae el capitalismo financiero globalizado y desregulado. La OMS acaba de caracterizar al coronavirus como pandemia, definición más que preocupante, en primer lugar por los efectos sanitarios a nivel global, pero también por los impactos económicos. Desde el abordaje económico, cabe citar que luego de la baja de tasas excepcional de la FED (banca central estadounidense) y del colapso de los precios del crudo del lunes 9, los países centrales comenzaron a anunciar importantes estímulos monetarios y fiscales durante la semana. La canciller alemana, Angela Merkel, sostuvo que “se trata de una situación extraordinaria y haremos todo lo posible para salir de ella”, lo que exige recursos sanitarios pero principalmente del presupuesto público. De allí que Merkel finalizó la idea considerando que “una vez superada (la pandemia) veremos qué ha significado para nuestro presupuesto”, es decir, gastamos lo necesario y luego veremos. Por su parte, la presidenta del Banco Central Europeo, Christine Lagarde, señaló que sin una acción coordinada “veremos un escenario que nos recordará a muchos de nosotros la gran crisis financiera de 2008”. Una vez más queda claro que cuando la situación lo amerita no se duda en dejar de lado los manuales e intervenir de manera decidida. Pero también sobresale otra vez la doble vara con la que miden otros temas como la pobreza o el desempleo: éstos no resultan acuciantes para los grandes decisores mundiales. Se encaran como problemáticas del paisaje normal del sistema económico. En lo financiero, la pandemia se expande de forma proporcional a la sensación de pánico de los mercados. Considerando el índice de las 500 empresas más grandes que cotizan en Wall Street, a la caída inicial del lunes (-7,6 por ciento) se agregó la del miércoles (-4,9 por ciento), seguidas por una más aguda aún, la del jueves (-9,5 por ciento), la más fuerte desde el derrumbe de 1987. De esta forma, contando un mes al 12 de marzo se perdió cerca del 26 por ciento del valor de capitalización de dichas empresas. Desde el inicio del mes, se perdieron cerca de 4 billones de dólares en la capitalización de mercado que refleja el S&P 500. Esta situación, además de las preocupaciones por los efectos del Covid-19, no es ajena a los exorbitantes niveles que se habían alcanzado, cercanos a un contexto que podría caracterizarse como de burbuja financiera. Y si bien desde hace un tiempo los organismos vienen alertando sobre los peligros que enfrenta el mundo ante la sobreexposición financiera vinculada a la deuda global, tanto pública como privada, nada se ha hecho. Podría decirse que está en la naturaleza del actual capitalismo que gobierna el mundo. Esto no hace más que reforzar la convicción de que el único camino posible para nuestro país pasa por seguir renegociando la deuda con el objetivo de alcanzar un buen acuerdo, que genere un sendero de sostenibilidad. La actual fortaleza de la posición argentina está en línea con el contexto que se enfrenta, teniendo en cuenta que se espera una desaceleración fuerte de la economía global, una baja del comercio y de los precios de las materias primas. Todos efectos que generarán tensión en la disponibilidad de divisas del país. No debe pasarse por alto que las responsabilidades de los acreedores privados son evidentes. ¿En la búsqueda de rentas fáciles, acaso no sabían el riesgo implícito que significaban los altos rendimientos? La autocrítica también le toca al FMI. Con un mercado de cambios liberalizado por completo, no podía esperarse un desenlace diferente, algo que varios advertimos en su momento. Por lo demás, los hechos recientes muestran que en países como la Argentina resulta imprescindible regular los flujos de capitales. Con los controles actuales a la compra de divisas para atesoramiento, la pérdida de reservas internacionales alcanzó el lunes unos 100 millones de dólares, motivada por intervenciones cambiarias del Banco Central. En cambio, Brasil, que casi no posee regulaciones, perdió ese mismo día unos 3000 millones de dólares de sus reservas internacionales. El entorno actual es complejo y amerita más que nunca la adopción de políticas de protección de la producción local. Va en este sentido la adopción de licencias no automáticas para las importaciones de petróleo, para que las empresas del sector no opten por adquirirlo en el exterior, ante la fuerte baja que mostró estos días. Una conclusión generalizable al conjunto de las actividades que enfrentan competencia externa y que muestra a un Estado activo, tratando de minimizar los impactos de la crisis. * Diputado Nacional Frente de Todos. Presidente Partido Solidario.

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La city está nerviosa: ¿Por qué Martín Guzmán inquieta a los «mercados»?

Fuente: Claudio Scaletta | Página/12 Fecha: 15 de febrero de 2020 La presentación de Martín Guzmán en el Congreso electrizó a los economistas ortodoxos y sus representantes mediáticos. La reacción de «las consultoras» frente a una postura que confronta con el discurso dominante. Martín Guzmán durante su presentación en el Congreso.  El así llamado “mercado”, léase los actores económicos vinculados directa o indirectamente al poder financiero, como por ejemplo los bancos y sus economistas, los propios y los de “las consultoras de la city”, están muy nerviosos con el ministro Martín Guzmán. Alcanza con recorrer superficialmente la prensa que apoyaba al macrismo para ver cómo se repiten las viejas ideas de “falta de confianza”, creación de “malas expectativas” y el latiguillo más común: “no existe un plan económico”. ¿Cuál es la razón de tanta ansiedad y nerviosismo? La respuesta es unívoca: el ministro no muestra las cartas de la renegociación de la deuda. Entre tanto funcionario proveniente de ámbitos académicos antes que de la experiencia del tira y afloje del mundo de los traders, es decir de la ausencia de “Totos de la Champions League” en el staff, hay inversores que no son atendidos y acreedores muy fuertes a los que no se les abren las puertas de los despachos oficiales. Incluso dentro del mismo gobierno no faltan los altos funcionarios que explican en off que la estrategia de renegociación de la deuda, un dato clave del futuro económico, la conocen sólo dos personas: “Guzmán y Alberto”. Si quieren saber más los “financistas” tendrán que esperar hasta que se designen los bancos negociadores, tanto los que explotarán las divergencias al interior del FMI y de Wall Street, como los que tendrán la también ardua tarea de identificar a los tenedores de los bonos. Sin embargo, para quien sepa leer, los indicios sobre los planes oficiales están todos sobre la mesa. Más después de la presentación de esta semana de Guzmán en el Congreso, donde el ministro pronunció una gran herejía para el discurso económico del mundo de las finanzas. Sostuvo que “de las recesiones no se sale con ajuste fiscal”. Se trata de una verdad económica de Perogrullo, de hecho es el gran aporte de la teoría económica del siglo XX aunque mejor formalizada por la vía de “la teoría de la demanda efectiva en el largo plazo”, ya que hasta los faraones sabían que construir pirámides promovía la actividad y que no necesitaban ahorrar moneda ni cobrar impuestos antes de construirlas. Además, también es la política que practican, aunque no predican, los países más desarrollados, permanentemente en déficit interno y, en casos como el estadounidense, también externo. No obstante, la mueca de horror del establishment ante las palabras del ministro fue una sola a lo largo y ancho de la república: “Giró a la izquierda”, se escandalizaron, “fue un discurso de cabotaje”. Para colmo Guzmán dijo todavía más. Sostuvo que no era esperable alcanzar un superávit interno antes de 2023, lo que deja entrever cuáles son los años de gracia que tiene en mente en materia de pagos. Agregó también que es una alternativa que están hablando con el FMI. Si ello es así, si efectivamente existe la aquiescencia del Fondo, hasta podrían existir sorpresas cuando se conozca la meta de déficit para 2020, la que estaría bien por encima de lo previsto, un buen dato para el nivel de actividad. «Ni agresiva ni amistosa» El segundo componente fuerte de la exposición de Guzmán fue insistir en lo que para él es una vieja idea: lograr una renegociación sustentable. “Ni agresiva ni amistosa, sustentable”, detalló. Si bien en tiempos recientes la palabra “sustentable” fue desgastada en malos trámites, se necesita ahondar en el contexto para comprender mejor el significado del concepto en boca del ministro. Quien se haya tomado la tarea de leer sus escritos académicos sobre reestructuraciones soberanas habrá encontrado que el novel funcionario hablaba de plazos de gracia, quitas de capital y de nivel de intereses, pero también insistía en la “sustentabilidad” como la clave para una renegociación exitosa, es decir una que no obligue a renegociar al poco tiempo. Si se piensa dos veces, se trata de una meta que sólo puede lograrse relacionando las obligaciones futuras con una visión realista sobre la capacidad esperada de la economía para generar dólares. Más allá de la palabra oficial, eso sólo es posible con una renegociación agresiva. Es aquí donde entran las relaciones de poder. La estrategia que dejó ver hasta ahora el gobierno es “con el FMI adentro” y sin agitar la posibilidad de otras alianzas extra Occidente. Para muestra basta la “simpática” gira europea del presidente que recordó, sin maldad, a los años 90 o al Macri del G20. Otra muestra, ya con maldad, fue la innecesaria foto con Bolsonaro “para que ayude en la renegociación con el FMI”, como si Brasil tuviese real injerencia. Hablando mal y pronto, la apuesta a acordar con el FMI significa que la palabra última sobre subirle o bajarle el pulgar a la Argentina la tiene el presidente de Estados Unidos. Gracias al súper endeudamiento macrista, que la salida de la recesión sea ordenada o caótica es hoy un dato exógeno, que no depende de la voluntad interna. El problema es que el rol central del Fondo siempre fue alinear a los países a los intereses estratégicos estadounidenses. El secundario, más allá de la abierta contradicción con la letra impresa sobre sus funciones, fue financiar la salida de capitales de los países con crisis de balance de pagos, exactamente lo que volvió a hacer en Argentina a partir de abril de 2018: poner los dólares para la salida de los capitales especulativos. CFK y el FMI La crítica de los medios frente a las palabras de CFK respecto al rol reciente del organismo en Argentina habló de ruidos y contradicciones entre el presidente Alberto Fernández y su vice, una verdadera zoncera sobre un supuesto enfrentamiento entre un moderado y una extremista. Muy por el contrario, la ex presidenta cumplió el rol de poner en

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El peligroso virus del fiscalismo en el gobierno de Alberto Fernández

Fuente: Claudio Scaletta | Supl. Cash – Página/12 Fecha: 2 febrero 2020 Para conseguir el equilibrio fiscal se debe gastar más, no menos, para que crezca la economía y la recaudación. El nivel de endeudamiento dejado por el macrismo obliga a los funcionarios de Economía a un exagerado discurso fiscalista. La clave es cuáles será la orientación del gasto y sobre qué sector de la sociedad recaerá mayormente su sostenimiento. Habrá que ver antes que escuchar. Es la idea de las “finanzas sanas”, de que no se puede gastar más de lo que se recauda. Es un “virus” porque se trata de un lugar común grabado a fuego, a fuerza de repetición, en el inconsciente colectivo. Se apoya además en el sentido común, la idea de gastar “lo que no se tiene” parece absurda. Así, cualquier economista que enfatice en la necesidad de los equilibrios fiscales y monetarios, que diga frases como “tener una macroeconomía ordenada”, o que hable de “políticas monetarias y fiscales consistentes” habrá dado el santo y seña para ser inmediatamente considerado “serio” y partícipe de la cofradía. Se trata además de lo que se enseña en la mayoría de las universidades. El virus habita y se reproduce dentro de la corriente principal. El buen economista sería entonces como el buen contador. No nos referimos al arte de conseguir que los clientes paguen menos impuestos, sino a los principios elementales de Luca Pacioli y su partida doble llevada a las cuentas nacionales. Sin embargo, si se acerca la lupa al problema puede vislumbrarse su verdadera naturaleza. Los cultores de los equilibrios no están en realidad preocupados en que los gastos sean iguales a los ingresos, es decir en que no haya déficit, ya que tal estado, partiendo de una situación deficitaria, podría alcanzarse, por ejemplo, aumentando los impuestos. La verdadera obsesión está en el Gasto y, por extensión, en el tamaño del Estado, que es lo mismo que decir la cantidad y calidad de sus prestaciones. Un derivado del fiscalismo, entonces, son los Estados mínimos que no se ocupan de nada de lo que puedan ocuparse los privados. En el extremo nada de, por ejemplo, salud, educación o previsión social, sólo las funciones básicas de administración, seguridad y defensa. Otro derivado del fiscalismo es el monetarismo, la idea de que la emisión genera inflación y que por ello deben existir bancas centrales independientes del poder político –como si tal cosa fuera posible– que ejerzan un control estricto sobre la cantidad de dinero. Son todas ideas cuyo fin último es en realidad la destrucción del sector público y sus regulaciones. La soberanía del Estado no se basa en que posea una policía y un ejército, sino fundamentalmente en su capacidad de “movilizar los recursos sociales”, tarea que consigue principalmente a través del gasto. Suponga el lector que el Estado imprime billetes y los destina a la construcción de una obra de infraestructura o a pagar los sueldos de la administración. El Estado habrá creado así un déficit, pero cuya contrapartida es el superávit privado. El gasto, además, tiene un efecto multiplicador, ya que el dinero inicial circula retroalimentando la actividad productiva. Por ejemplo, los constructores de infraestructura demandarán insumos y mano de obra y los trabajadores alimentos y textiles. El Estado gastó lo que no tenía y creó, de la nada, activos y actividad económica. He aquí su poder. Quitarle al Estado la política monetaria, por ejemplo dolarizando la economía, equivale a quitarle su poder de movilizar recursos, su soberanía. Pero la historia no termina aquí. El Estado generó actividad económica y sobre esa actividad cobra impuestos. Si se genera actividad se generan ingresos impositivos. En consecuencia, en los sistemas impositivos modernos, los equilibrios fiscales se consiguen gastando más, no menos. Si al lector le parece extraño que no sea necesario recaudar primero para gastar después se puede acudir al ejemplo de los principales creadores de dinero: que no es el Estado sino los bancos comerciales. A diferencia de lo que normalmente se cree, la mayor creación de dinero es el dinero bancario a través del otorgamiento de créditos. Y también a diferencia de lo que normalmente se cree los bancos no necesitan poseer el dinero que prestan, solo una porción mínima, los encajes en el Banco Central. Por ejemplo, si el lector compra un vehículo a través de un crédito bancario se crea una cantidad de dinero equivalente al precio del vehículo y se acredita en la cuenta bancaria del comprador. Es decir el banco creó dinero de la nada e inmediatamente ese dinero comienza a circular. Por ejemplo a pasar de la cuenta del comprador al vendedor y de la del vendedor a sus acreedores o proveedores. Tanto en el caso del sector público como en el privado no se necesitó de una acumulación previa de riqueza, “ahorro”, para poder movilizar recursos sociales. El ahorro recién aparece después de la inversión como resultado del proceso productivo. ¿De qué depende que los bancos otorguen más o menos créditos? Del nivel de actividad económica. Por eso la buena teoría sostiene que la cantidad de dinero es “endógena”, depende de la evolución del PIB. Y el rol de la buena economía no es conseguir equilibrios presupuestarios, sino conducir el ciclo económico. Los defensores del equilibrio fiscal como objetivo de política saben que la reducción del Gasto contrae la economía. También saben que el control férreo sobre la política monetaria limita la capacidad de gastar del Estado. Otra vez, el objetivo no son los equilibrios, sino la destrucción del Estado, al que la mala teoría asocia a una carga para el sector privado antes que a un movilizador y multiplicador de recursos. Lo expuesto no quiere decir que no haya restricciones de Gasto para la política económica, pero la restricción no es la interna. El Estado pueda gastar y movilizar recursos, pero cuando lo hace la economía crece y, dada la estructura productiva local, las importaciones crecen más rápido que las exportaciones, la economía se queda sin dólares y se frena. La verdadera restricción, entonces, es la externa. Por eso nunca deben confundirse los gastos en pesos con los

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Los desafíos de Alberto Fernández en materia económica

Fuente: Carlos Heller* | Suplemento Cash – Página/12 Fecha: 1 de diciembre de 2019 El balance que presentó el actual ministro de Hacienda, Hernán Lacunza, no hace más que dejar en evidencia la magnitud de los desafíos que deja este gobierno. Hacia el final de una nota en La Nación (27/11/19), “Luces y sombras de la herencia que dejamos”, lo resume todo. Allí habla de una “«cosecha» negativa por la inercia productiva y social (actividad, empleo, pobreza, inflación)”, y de una “«siembra» positiva por la mejor plataforma macro”. Respecto de esto último habla de un “equilibrio fiscal primario, menos impuestos, equilibrio externo, tipo de cambio competitivo (…)”. También sostiene que la deuda “es más un problema de liquidez (concentración de vencimientos) que de solvencia (tamaño de la deuda y capacidad de repago)”. Un tema a discutir. Si bien comienza pidiendo no evaluar la gestión “con prisma partidario”, lo que queda bien claro es que hay un intento deliberado de sacarse de encima las responsabilidades por lo hecho, para tratar de transformarse en auditores de lo que pasará de aquí en adelante. Pero el problema es que no sólo la “cosecha” es mala, sino que lo que dejan es un terreno absolutamente anegado. El discurso que subyace es totalmente discutible de entrada, ya que pone en igualdad de condiciones la mala cosecha productiva y social con los supuestos equilibrios macroeconómicos. ¿Vale acaso lo mismo reducir, para poner un ejemplo, un punto porcentual el desequilibrio fiscal primario que un punto porcentual del desempleo o la pobreza? ¿Cómo medir el impacto para el país de la insuficiencia alimentaria severa que sufren los menores de edad? Una hipoteca intangible que los números fríos no pueden registrar. Los últimos datos de la producción industrial indican que ya se llevan 17 meses de caídas interanuales (-5,1 por ciento en el mes de septiembre último). El sector de la construcción también acumula un año de caídas en su actividad. La casi inexistencia de crédito hipotecario, con la importante carga de los créditos UVA, y las tasas de interés que aún se encuentran en niveles excepcionalmente altos, constituyen un combo fatal al que se le suma la consecuente parálisis de los proyectos inmobiliarios a la espera de tiempos mejores. En materia de empleo se habla de que “no hubo una destrucción neta de puestos de trabajo”, aunque no alcanzó para albergar a la población activa que se fue incorporando, lo que explica el aumento del desempleo. El propio ministro dice que “buena parte de los puestos se crearon en el sector informal y cuentapropista”. Pero para Lacunza el problema es “la disociación entre la regulación vigente y la realidad del mercado de trabajo”. Según esta visión, se precisaría una gran desregulación laboral para resolver el problema del trabajo. En cuanto a los supuestos “equilibrios macroeconómicos”, hay que decir que no son tales. El gobierno deja un país muy condicionado por el tema de la deuda, altamente concentrada en el corto plazo, y mayoritariamente en dólares. En la Argentina de hoy el problema no es sólo de liquidez, también es de solvencia. Y quienes siguen insistiendo en ajustar la economía, sólo lograrían afectar la capacidad de repago. Por el bien del país, el próximo gobierno tiene una estrategia totalmente distinta. Respecto del intercambio comercial, la foto que se muestra también es engañosa. Si bien el saldo de la balanza ha pasado de ser deficitario a marcar un moderado superávit, éste se debe prácticamente en su totalidad a la fuerte caída de las importaciones, presente desde mediados del año pasado. Es fruto de la recesión económica y de su impacto en la demanda de bienes e insumos importados, que tenderá a subir cuando comience a retomarse el crecimiento, otro desafío a encarar. En materia fiscal, el equilibrio se traduce en desbalance claro si se contemplan los intereses de la deuda, que aumentaron sensiblemente en estos años. De hecho, en los 10 primeros meses de 2019 se obtuvo un superávit fiscal primario de 31.419 millones de pesos, pero los pagos por intereses de la deuda llegaron a los 551.757 millones de pesos, un 88,7 por ciento más altos que en igual período de 2018. Se precisa retomar el crecimiento cuanto antes y dar respuesta a la problemática social, recuperando los márgenes de soberanía y el rol regulador del Estado. Los desafíos no son pocos y la coyuntura demanda decisiones importantes. * Presidente Partido Solidario.

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Por la desconfianza de Estados Unidos, Alberto mira a China

Fuente: Randy Stagnaro | Tiempo Argentino Fecha: 1 de diciembre de 2019 En Washington creen que el gobierno entrante no dispondrá de los recursos suficientes para cumplir con sus compromisos, pero no tienen en mente intervenir para cambiar esa situación. En tanto, advierten por las expectativas desmesuradas respecto del rol que podría cumplir la potencia asiática. «El principal problema de la economía argentina es la restricción externa», dice Matías Kulfas a quien quiera oírlo. El economista, que se perfila como un integrante del Gabinete de Alberto Fernández, repite que el programa económico del Frente de Todos debe tener como objetivo inmediato lograr un mayor ingreso de divisas a las arcas de Argentina. La urgencia por lograr las divisas responde a la resolución del problema de la falta de dólares para cumplir con todas las demandas: pago de la deuda –pública y privada– en moneda extranjera, pago de importaciones, giro de utilidades empresarias y pago de derechos, además de turismo y atesoramiento o fuga de capitales. El supercepo casi eliminó la demanda de dólares para atesoramiento de los individuos (en octubre compraron casi 4000 millones de dólares), y según las expresiones de los asesores económicos de Fernández, es casi seguro que esta restricción se mantenga después del 10 de diciembre. Pero el problema central persiste y es que en los siete meses que van desde este diciembre hasta junio de 2020, los vencimientos de deuda pública en moneda extranjera (excluyendo la intra sector público) suman 13.598 millones de dólares, según un informe de la Oficina de Presupuesto del Congreso (OPC). A ello hay que agregar los giros por las deudas privadas. Sin los recursos En la actualidad, la Argentina, siempre según Kulfas, se encuentra ante un escenario complejo. No tiene crédito internacional, no tiene buenos precios de sus exportaciones más importantes y tampoco tiene reservas en abundancia en el Banco Central. En este escenario, el presidente electo anunció que prescindirá de los más de 11 mil millones de dólares del préstamo stand by que aún no desembolsó el Fondo Monetario. El disparador de esta decisión fue que el FMI ya había resuelto antes no desembolsar esos fondos hasta que el nuevo gobierno presentara «un programa económico integral», según dijo 15 días atrás su titular, Kristalina Georgieva. Sin la plata del FMI, Fernández espera tener las manos libres como para encarar las negociaciones por la deuda pública que está en manos de los privados. Pero la distancia que adoptó el FMI respecto de la administración entrante tiene un condimento: está en sintonía con la que ejecuta el gobierno de Estados Unidos. Aunque en el FMI y en el Departamento de EE UU (su Ministerio de Relaciones Exteriores) se esfuerzan por mostrar que uno y otro tienen objetivos y métodos diferentes, y enfatizan que EE UU tiene apenas el 16% de los votos en el Directorio del Fondo, lo cierto es que en lo que respecta a la Argentina ambos actúan en sintonía. Mientras que el FMI retacea fondos a la espera de que Fernández presente el plan integral, desde EE UU se deja trascender que Fernández carece de los recursos necesarios como para cumplir con los compromisos que está asumiendo. Se trata de una posición distante que no augura un respaldo político y financiero, al menos para la primera etapa del gobierno que arranca el 10 de diciembre. El FMI postergó el desembolso del sexto tramo del stand by, equivalente a unos 5400 millones de dólares, tras las PASO del 11 de agosto. Aunque en un principio trató de justificar ese retraso con eufemismos, después de la asunción de Georgieva al frente del organismo, la explicación fue más directa: el acuerdo stand by estaba caído y el gobierno argentino debía presentar el plan económico integral. La distancia con que Washington observa el proceso argentino está matizada con las posiciones públicas que ambas partes se esfuerzan por dar a conocer. Por caso, el vicejefe del Departamento de Estado para América Latina, Kevin O’Reilly, dijo dos semanas atrás que «nuestro enfoque con Argentina es muy positivo» y que «vemos buenas perspectivas para trabajar con el gobierno entrante». Cinco días atrás, Fernández recibió la visita de Edward Prado, el embajador de EE UU en Argentina. El encuentro fue calificado como positivo por las dos partes, aunque del mismo no surgieron aún posiciones concretas de respaldo por la renegociación de la deuda pública argentina. El amigo chino En las cercanías de Alberto Fernández surgen ideas de lo más diversassobre China y el rol que le podría caber para respaldar al nuevo gobierno. En todos los casos se habla de una inyección de dólares que le daría holgura a la Argentina. Pero por ahora las cosas no pasarían de miradas y amagues amistosos. Hay varias razones para ello. «La idea de que China ocupará con sus fondos el lugar que dejará el tándem FMI-Estados Unidos está totalmente errada», le dijo a Tiempo Gustavo Girado, director de posgrado sobre Estudios en China Contemporánea de la Universidad Nacional de Lanús. «Eso es lo último que harían las autoridades de China porque sería comprase un problema más y echar leña al fuego de su disputa con Estados Unidos», agregó el especialista. Según Girado, una intervención de ese tenor de China sería vista por EE UU como una provocación toda vez que para Washington sigue vigente la idea de América Latina como patio trasero propio. Podría parecer una oportunidad para las autoridades chinas, que ven cómo EE UU interviene en Hong Kong, pero, al menos por ahora, no parece ser esta la opinión en Beijing. «En este escenario, intervenir en este espacio para suplir de fondos a la Argentina no es prudente», subrayó Girado. Así las cosas, la disputa estratégica que mantienen ambas potencias acentúa la debilidad de Argentina. Con todo, la relación económica entre China y Argentina puede pasar por alternativas menos contundentes. «China podría financiar obras de infraestructura. Hay muchas posibilidades de que con el nuevo gobierno se aceiten las relaciones políticas que faciliten esas inversiones», indicó Girado. Pero el

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La verdadera cara

Fuente:  Carlos Heller* | Tiempo Argentino Fecha: 28 de Julio de 2019 Reza una letra de tango: «Y el puchero está tan alto que hay que usar el trampolín», una canción de Cadícamo y Aguilar. Muchos tangos han sido una importante fuente de crítica social y política. Pero los últimos datos conocidos sobre el aumento de la inseguridad alimentaria en nuestro país superan dolorosamente el comentario tanguero: el trampolín debe usarse para obtener los alimentos más básicos, y no siempre se llega. Los datos son parte del informe «El estado de la seguridad alimentaria y la malnutrición en el mundo», producido en forma conjunta por varias oficinas de la ONU. La inseguridad alimentaria moderada o grave se define como «la falta de acceso regular a alimentos nutritivos y suficientes que las personas que la padecen están en un mayor riesgo de malnutrición y mala salud». En nuestro país, este indicador pasó del 19,1% entre los años 2014- 2016, al 32,1% en el período 2016-2018. Para América del Sur los datos pasaron del 23,8% al 30,8%. Si bien la situación latinoamericana también indica un aumento importante, el deterioro en Argentina es mucho mayor. Las cifras son además preocupantes por la cantidad de personas involucradas, ya que se pasó de 8,3 a 14,2 millones de personas: esto significa un aumento del 71% en situación de inseguridad alimentaria a partir de las políticas implementadas durante el gobierno de Mauricio Macri. La elevada cifra para el período 2016 a 2018 nos ubica en valores similares a los de países como Albania, Armenia, Bangladesh, Cabo Verde, Georgia y Tayikistán, entre otros. Esta es sin duda la verdadera cara del ajuste implementado por el actual gobierno, luego reforzado con la colaboración del FMI. Entre las acciones para reducir la inseguridad alimentaria, el informe de la ONU incluye «políticas dirigidas a estabilizar los precios de los alimentos» y recomienda que «al mismo tiempo, deben evitar recortes en los servicios sociales esenciales». Sin duda, estrategias que no figuran en el ideario macrista. Este deterioro de las condiciones de vida de la población está estrechamente vinculado a los niveles de empleo y a la capacidad adquisitiva de los salarios, especialmente en períodos de recesión, tal como todos sabemos y lo ratifica, además, el informe de la ONU citado. En ese sentido, las recientes cifras conocidas a nivel local sobre ocupación de trabajadores registrados indican un empeoramiento del empleo. Con los datos de mayo, se comprueba que en el mes se destruyeron 17 mil empleos, con una baja de 36 mil puestos en el sector privado, y un aumento en el sector público. La evolución de la estructura del mercado de trabajo indica la precarización del mismo. Desde los inicios del gobierno de Macri, los asalariados privados cayeron en 164 mil puestos y los públicos aumentaron en 56 mil (estos dos grupos representan los puestos de mayor calidad, el empleo decente como cita la OIT), mientras los monotributistas aumentaron en 128 mil puestos, y el personal de casas particulares en 50 mil. Las cifras indican un aumento del trabajo precarizado y una disminución del empleo de calidad. No obstante esta evolución, los grandes empresarios y sus representantes, aprovechando la campaña electoral, han vuelto a insistir sobre la necesidad de una flexibilización laboral. La anterior semana hicieron punta el titular de la Cámara de la Construcción, Julio Crivelli, y el empresario Martín Cabrales, aludiendo a la necesidad de despedir sin causa. En esta semana, fue Daniel Funes de Rioja quien consideró que para los empresarios es necesaria una reforma laboral que les permita «descontratar» empleados si le va mal a la compañía. El término no está en los diccionarios de castellano, pero bien le vale el neologismo para evitar hablar de despidos, aunque es lo que quiere referir. Cabe recordar la importante representación institucional con que cuenta Funes de Rioja, ya que es el vicepresidente encargado de asuntos laborales e internacionales de la Unión Industrial Argentina (UIA) y presidente de su departamento de Política Social. Esta cita hace acordar a la observación del entonces secretario de Empleo y ex CEO del grupo Techint, Miguel Ángel Ponte, realizada en enero de 2017, cuando Jorge Triaca estaba a cargo del Ministerio de Trabajo. Ponte sostuvo que incorporar o despedir personal debería ser para las empresas natural como «comer o descomer». Más allá de lo escatológico de la cita, indica claramente una misma orientación respecto a las reformas laborales que persiguen. Imposible no pensar estas cuestiones junto con las cifras de la inseguridad alimentaria. Viene al caso otra frase de Funes de Rioja: «Cuando no tiene más producción, ¿qué va a hacer con la gente?», refiriéndose al empresariado. Quizá sin quererlo, con esta frase puso en foco el verdadero problema: no son los empleados o sus derechos los que hacen naufragar a las empresas, es el nivel de actividad económica y la falta de demanda interna, fruto de las políticas que se aplican. En ese sentido, y en la misma semana, un expresidente de la UIA, Héctor Méndez, se pronunció en forma crítica hacia el gobierno: «Esto es comparable con la época de Martínez de Hoz. Aunque es más duro por las expectativas que generó. Uno no esperaba de Martínez de Hoz una acción mejor, sí la esperaba de Macri». No sólo se expresó «defraudado» por el gobierno, sino que además criticó la política hacia la industria: «La verdad es que lo que puso (Macri) no fue amor con el sector industrial». Calificando En la semana quedó claro que los mercados no esperaron al 12 de agosto para expresar su voto (recordamos que el 11 vota la ciudadanía) y ya comenzaron a jugar sus cartas, algo que presumiblemente se intensificará a medida que se acerque el proceso eleccionario. Esta vez quienes salieron a escena fueron las calificadoras de riesgo. Standard and Poor’s (S& P) sostuvo que «las endebles condiciones persisten debido a que continúa la intensa volatilidad que empezó en abril de 2018, exacerbada por la incertidumbre política relacionada con las elecciones presidenciales de octubre». En el

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Guillermo Calvo: «Si Argentina no le paga al FMI, el FMI se funde»

Fuente: Infobae Fecha: 25 de julio de 2019 El economista argentino Guillermo Calvo, académico en la Universidad de Columbia (EEUU), brindó entrevistas con medios chilenos, en las que trazó un duro diagnóstico sobre la política económica que llave adelante el gobierno de Mauricio Macri. También se refirió a las cruciales elecciones presidenciales que se realizarán este año. Sin escaparle a la polémica, declaró que un eventual triunfo de la fórmula opositora que lleva a Cristina Kirchner como candidata a la vicepresidencia «es lo mejor que le puede pasar al país, curiosamente». «Voy a ser mal pensado. Creo que los inversionistas, si asume Macri, tienen más tiempo para sacar su plata porque Macri no ha mostrado ninguna capacidad de manejar esta situación. Más bien la ha empeorado. Creo que ninguno de los dos va a hacer que estos problemas desaparezcan», dijo Calvo al Diario Financiero. «No estoy a favor de Cristina (Kirchner) ni de su gente, pero debo reconocer una cosa: si sube Cristina, ella puede mirar para atrás y decir ‘miren el lío que nos dejó este hombre yahora yo tengo que hacer el ajuste que él debió haber hecho y que no hizo’. La ventaja de la izquierda en esas situaciones es que la oposición es la derecha, y ellos hacen política de derecha (…) Sí. De repente Cristina es lo mejor que le puede pasar al país, curiosamente (…) Porque va a aplicar el ajuste con apoyo popular, culpando al gobernante previo». En esa línea argumental, analizó que «un Gobierno con Cristina puede ser más creíble que el de Macri, que va a subir con muy pocos votos marginales, teniendo minorías y sin la capacidad de decir ‘lo que hice estuvo mal’. El ajuste que él haga va a ser en principio muy malo. Macri va a necesitar a una persona de prestigio, pero no sé si esas personas van a querer ser parte de su gobierno. Está muy quemado«. Por otra parte, Calvo fue muy crítico de las políticas del Banco Central argentino. «Este sistema, que no es uno si no muchos, es autodestructivo. La capacidad que tiene el Banco Central del gobierno de decir que se van a tomar tales medidas y hacerlas creíbles no funciona. Se depende mucho de cuestiones políticas y, como sabemos, los políticos no son analíticos, porque están buscando votos. Caen en un populismo que es mortal, porque se gasta lo que no se tiene«, expresó en diálogo con La Tercera. «Eso es lo que le pasa a Argentina y la gente lo sabe. En consecuencia, cuando le dicen que confíen en el peso, no lo hacen porque piensan que de hacerlo se lo van a sacar del bolsillo, que es lo que ha pasado en la historia de Argentina por los últimos 70 años», acotó el economista radicado en los EEUU. Calvo ponderó que la autoridad monetaria tiene «la mayor independencia en estos momentos», pero advirtió que «el problema es que hay una falta de credibilidad. Ahora han logrado empezar a bajar la inflación, controlar el dólar, pero las tasas de interés están enormes. Si ese dólar se queda pegado, terminas pagando una tasa de interés de 50% en dólares. Entonces lo que está ahora no es sostenible, lo dice todo el mundo«. El prestigioso académico expresó que «cuando Macri asumió pudo haberle echado la culpa a Cristina y hacer el ajuste. No sólo no lo hizo, sino que aumentó el déficit fiscal y de ahí en adelante adoptó un sistema que se manejó técnicamente mal, por eso ocurrió la devaluación y todo lo demás. Dijeron que iban a dejar flotar y cuando las cosas se complicaron no la dejaron ir, perdiendo un montón de reservas«. El acuerdo con el FMI y el riesgo de default Guillermo Calvo aseguró que «el default es un riesgo muy importante. Además, se sigue acumulando deuda del Banco Central, porque ese 50% que se está pagando ahora es sobre bonos que emite el Banco Central. Entonces se endeuda cada día más y eso es difícilmente sostenible». Explico que la Argentina es hoy para el Fondo Monetario Internacional (FMI) «la inversión más importante que tiene», por el volumen del préstamo otorgado, próximo a los 57.000 millones de dólares. «Si Argentina no le paga al FMI, el FMI se funde. Como decía Keynes cuando uno debe poca plata al banco, uno tiene problemas, pero si uno debe mucha plata al banco, el banco tiene problemas», graficó. «Esta situación, en mi opinión personal, tiene que ver mucho con la presión de Donald Trump, fue muy político todo esto. Han puesto al Fondo en una situación financieramente delicada, corre mucho riesgo con un gobierno argentino que resultó ser muy poco confiable, no por mentir sino porque no comunica bien», comentó. Calvo atribuyó «incompetencia» a la administración de Cambiemos cuando el 28 de diciembre de 2017 «hicieron una cosa escandalosa que fue decir que se va a cambiar la política monetaria. sentaron a Federico Sturzenegger -ex presidente del BCRA- en una esquina y habló el primer ministro. Fue una cosa espantos que tuvo un impacto muy fuerte en la gente de Wall Street. ‘Estos están locos’, decían. De ahí en adelante perdieron la confianza de todos». «El Fondo después descubrió que realmente estaba tratando con gente incompetente. Lamentablemente, políticamente incompetente«, subrayó en diálogo con La Tercera. En el mismo sentido, dijo a Diario Financiero que «las predicciones del Fondo Monetario son simpáticas, porque no sé quién puede seriamente hacer una predicción y, además ojalá sea eso y nada más, porque hay lugar para una caída (del PBI) mucho más fuerte«. «Creo que no hace ninguna diferencia en la manera en que el inversionista piensa. Con respecto al drama que podríamos ver si de golpe viene un gobierno que dice ‘bueno, no le vamos a pagar al Fondo‘, volvemos a jugar el juego de 2001. Eso sería muy fuerte«, advirtió.

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Coyuntura económica en debate: claves feministas para leer los últimos datos del INDEC

Fuente: Gabi Nacht | Ansol – Agencia de Noticias Solidarias Fecha: 10 julio 2019 Las desigualdades de géneros son un problema clave para pensar la justicia social y la equidad distributiva. Los más recientes datos estadísticos son contundentes: hoy en Argentina las mujeres representan casi el 70% del decil más pobre de la población1. Este dato bastaría ya para afirmar que cualquier modelo económico que tenga vocación progresista y que quiera abordar con seriedad el problema de la distribución de la riqueza en nuestro país tiene que atender la cuestión de géneros como uno de los temas centrales, y asumirla desde hoy como perspectiva integral. Hoy. No mañana. Pues aunque habrá quien crea que se trata de un asunto secundario que podrá atenderse luego de que se resuelvan “los principales temas económicos”, lo cierto es que la cuestión de géneros está en el centro mismo del funcionamiento de la economía. Por eso considerarla como merece nos permitiría abordar –desde la teoría y desde la acción- las raíces mismas de la desigualdad, y además nos daría buenas pistas sobre la crisis estructural revelada a nivel global desde 2008, y agravada en cada vez en más países por seguir las “recomendaciones” del Fondo Monetario Internacional2. La división sexual del trabajo En términos estructurales, la división sexual del trabajo es uno de los pilares de la economía. Por ella, las mujeres sostienen -de modo gratuito e invisibilizado, ni siquiera considerado como trabajo- las actividades necesarias para la más básica reproducción de la vida cotidiana. En el ámbito urbano, eso comprende desde el cuidado sanitario y alimenticio de los cuerpos, hasta el acondicionamiento del hábitat en que vivimos, pasando por la atención a niñas/os y adultos/as con necesidades especiales transitorias o permanentes, así como el sostenimiento de las necesidades humanas psicoafectivas. Indicadores de trabajo no remunerado y precarización laboral De acuerdo a la última encuesta nacional de uso de tiempo3, en nuestro país el 89% de las mujeres realizan trabajo no remunerado (TNR) de cuidado, en un promedio de 6 horas y media por día. Por su parte, sólo un 58% de varones lo hace, y en un promedio de 3 horas y media por día. La sobrecarga de TNR es mayor para las mujeres de más bajos ingresos, fundamentalmente por las menores posibilidades de contratar servicio de cuidado en el mercado (por ejemplo, una persona empleada en realizar tareas de limpieza doméstica o de cuidado de niñas/os). En total, puede estimarse que casi un 80% del TNR en nuestro país es sostenido por mujeres. “en nuestro país el 89% de las mujeres realizan trabajo no remunerado (TNR) de cuidado, en un promedio de 6 horas y media por día“ Y si pareciera que de un tiempo a esta parte ha crecido la cantidad de mujeres en el mercado laboral (aunque más abajo veremos, no en igualdad de condiciones), lo cierto es que no ha habido un aumento equivalente de la participación de varones en el TNR de cuidado. Esto le ha puesto un freno al crecimiento de la participación de las mujeres en el empleo remunerado. En términos globales la OIT sostiene que en las últimas tres décadas la brecha de empleo entre varones y mujeres se “estabilizó”, es decir que no ha variado significativamente. Todo eso significa que por cada mujer con presencia en el mercado laboral -o en la vida política y social fuera de lo doméstico- hay otra mujer que está cubriendo “sus” tareas de cuidado. Esa otra mujer muchas veces es una hija, hermana, abuela, vecina que lo hace de modo no remunerado, o una mujer contratada de modo no registrado y/o con muy baja remuneración. Esa sobrecarga de TNR es la causa de la inserción limitada, precaria e inestable de las mujeres en el mercado laboral, y por lo tanto de su menor acceso al dinero y otros recursos económicos. Las mujeres no acceden al empleo, o lo hacen en condiciones “flexibles” por tener que conciliarlo con las tareas de cuidado. “por cada mujer con presencia en el mercado laboral -o en la vida política y social fuera de lo doméstico- hay otra mujer que está cubriendo “sus” tareas de cuidado“ De acuerdo a los más recientes datos oficiales4, hoy el 70% de los varones participa del empleo, mientras que para las mujeres ese porcentaje es del 49%. El índice de desempleo también muestra un sesgo de género: hoy el 9,2% de los varones estén desempleados, y ese porcentaje sube al 11,2% entre las mujeres. Además, las mujeres mayoritariamente acceden al empleo en los sectores de Servicios Sociales, Salud y Educación –donde son el 70%- y de Trabajo en Casas Particulares –donde son el 95%5. Estos sectores -cuya degradación y subestimación en el conjunto de la economía se evidencia también en el bajo nivel salarial y en las condiciones de precariedad que los caracterizan- aparecen como una extensión de las tareas domésticas de cuidado. Asimismo, a esa segregación horizontal de las mujeres en el mercado de trabajo (por sectores) se le suma la segregación vertical, por la cual las mujeres acceden con dificultad a cargos de jefatura, y están casi ausentes en los cargos de máxima jerarquía, donde las estimaciones disponibles sostienen que las mujeres rondan apenas un 4%6. En síntesis, la sobrecarga de TNR conlleva que las mujeres tengan menores posibilidades de acceder a un empleo remunerado y que cuando lo hacen, sea en peores condiciones. Esto explica la brecha de ingresos: hoy en Argentina las mujeres tienen en promedio un 27% menos de ingreso que los varones7. En cuanto a la participación en el empleo de personas trans, travestis y otras disidencias no tenemos información oficial. Allí la invisibilización es prácticamente absoluta. Las políticas del FMI: privatizar la vida, profundizar la desigualdad Ahora bien, sobre todo lo expuesto: ¿cómo están repercutiendo específicamente las políticas que viene llevando a cabo el Poder Ejecutivo bajo las pautas del Fondo Monetario Internacional? En primer lugar, hay un ajuste fiscal que se siente especialmente en los Servicios Públicos de Salud y Educación, de manera que el Estado se

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Después del neoliberalismo

Fuente: Joseph E. Stiglitz | Project syndicate Fecha: 30 mayo 2019 NUEVA YORK – ¿Qué tipo de sistema económico es más conducente al bienestar humano? Esa pregunta ha llegado a definir la época actual porque, después de 40 años de neoliberalismo en Estados Unidos y en otras economías avanzadas, sabemos lo que no funciona. El experimento neoliberal –impuestos más bajos para los ricos, desregulación de los mercados laboral y de productos, financiarización y globalización- ha sido un fracaso espectacular. El crecimiento es más bajo de lo que fue en los 25 años posteriores a la Segunda Guerra Mundial, y en su mayoría se acumuló en la cima de la escala de ingresos. Después de décadas de ingresos estancados o inclusive en caída para quienes están por abajo, el neoliberalismo debe decretarse muerto y enterrado. Hay por lo menos tres alternativas políticas importantes que compiten para sucederlo: el nacionalismo de extrema derecha, el reformismo de centroizquierda y la izquierda progresista (la centroderecha representa el fracaso neoliberal). Sin embargo, con excepción de la izquierda progresista, estas alternativas siguen estando en deuda con alguna forma de la ideología que ha expirado (o debería haber expirado). La centroizquierda, por ejemplo, representa al neoliberalismo con un rostro humano. Su objetivo es trasladar las políticas del ex presidente norteamericano Bill Clinton y del ex primer ministro británico Tony Blair al siglo XXI, haciendo sólo revisiones tenues a los modos prevalecientes de financiarización y globalización. Mientras tanto, la derecha nacionalista reniega de la globalización y culpa a los migrantes y a los extranjeros de todos los problemas de hoy. Aun así, como ha demostrado la presidencia de Donald Trump, no está menos comprometida –por lo menos en su variante norteamericana- con los recortes impositivos para los ricos, la desregulación y el achicamiento o eliminación de los programas sociales. El tercer campo, en cambio, defiende lo que llamo capitalismo progresista, que prescribe una agenda económica radicalmente diferente, basada en cuatro prioridades. La primera es restablecer el equilibrio entre los mercados, el estado y la sociedad civil. El crecimiento económico lento, la creciente desigualdad, la inestabilidad financiera y la degradación ambiental son problemas nacidos del mercado y, por lo tanto, no pueden ser resueltos, ni lo serán, sólo por el mercado. Los gobiernos tienen la obligación de limitar y delinear los mercados a través de regulaciones ambientales, de salud, de seguridad ocupacional y de otros tipos. También es tarea del gobierno hacer lo que el mercado no puede hacer o no hará, como invertir activamente en investigación básica, tecnología, educación y la salud de sus votantes. La segunda prioridad es reconocer que la “riqueza de las naciones” es el resultado de la investigación científica –aprender sobre el mundo que nos rodea- y de la organización social que permite que grandes grupos de personas trabajen juntos para el bien común. Los mercados siguen teniendo un rol crucial que desempeñar a la hora de facilitar la cooperación social, pero sólo cumplen este propósito si están subordinados al régimen de derecho y son objeto de controles democráticos. De lo contrario, los individuos pueden enriquecerse explotando a otros, generando riqueza a través de la búsqueda de renta en lugar de creando riqueza a través de una creatividad genuina. Muchos de los ricos de hoy tomaron la ruta de la explotación para llegar adonde están. Se han visto muy favorecidos por las políticas de Trump, que han alentado la búsqueda de renta destruyendo al mismo tiempo las fuentes subyacentes de creación de riqueza. El capitalismo progresista busca hacer precisamente lo contrario. Esto nos lleva a la tercera prioridad: abordar el creciente problema del poder de mercado concentrado. Al explotar las ventajas de la información, comprar a potenciales competidores y crear barreras de entrada, las empresas dominantes pueden comprometerse en una búsqueda de renta de gran escala en detrimento de todos los demás. El incremento del poder del mercado corporativo, junto con la caída del poder de negociación de los trabajadores, ayuda a explicar por qué la desigualdad es tan alta y el crecimiento tan débil. A menos que el gobierno asuma un papel más activo de lo que prescribe el neoliberalismo, estos problemas probablemente se vuelvan mucho peores, debido a los avances en el campo de la robótica y la inteligencia artificial. El cuarto punto clave en la agenda progresista es disociar el poder económico de la influencia política. El poder económico y la influencia política se refuerzan mutuamente y se perpetúan a sí mismos, especialmente donde los individuos ricos y las corporaciones pueden gastar sin límite en las elecciones, como sucede en Estados Unidos. En la medida que Estados Unidos se acerque cada vez más a un sistema esencialmente antidemocrático de “un dólar, un voto”, el sistema de controles tan necesario para la democracia quizá no pueda resistir: nada podrá restringir el poder de los ricos. No se trata simplemente de un problema moral y político: a las economías con menos desigualdad en verdad les va mejor. Las reformas progresistas-capitalistas, por ende, tienen que empezar por recortar la influencia del dinero en la política y reducir la desigualdad de la riqueza. No hay una solución mágica que pueda revertir el daño provocado por décadas de neoliberalismo. Pero una agenda integral según los lineamientos planteados más arriba decididamente puede hacerlo. Mucho dependerá de si los reformistas son tan decididos a la hora de combatir problemas tales como el excesivo poder del mercado y la desigualdad como lo es el sector privado para crearlos. Una agenda integral debe centrarse en la educación, la investigación y las otras fuentes verdaderas de riqueza. Debe proteger al medio ambiente y combatir el cambio climático con la misma vigilancia que los partidarios del Nuevo Trato Verde en Estados Unidos y Rebelión contra la Extinción en el Reino Unido. Y debe ofrecer programas públicos que garanticen que a ningún ciudadano se le nieguen los requisitos básicos de una vida decente. Estos incluyen seguridad económica, acceso al trabajo y a un salario digno, atención médica y vivienda adecuada, un retiro seguro y

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