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¿Estado único?

Enviado por: Marcelo Barón The Times of Israel | 12 de septiembre de 2021 Desde que asumió el cargo en junio, el primer ministro Naftali Bennett ha anunciado en cada oportunidad que «no habrá ningún proceso diplomático con los palestinos». El objetivo es mejorar su situación socioeconómica, un desarrollo que él cree traerá estabilidad y reducirá la violencia. No se discutirán los derechos nacionales, las fronteras, la cuestión de Jerusalén y, desde luego, el derecho al retorno. Israel seguirá controlando la tierra, el espacio aéreo, los recursos hídricos y el registro de la población palestina. Esa es la realidad a la que los palestinos, en Cisjordania y, en cierta medida, también en la Franja de Gaza, deben acostumbrarse. Cualquiera que se atreva a resistir lo pagará, pero si los palestinos se portan bien, tendrán acceso a Internet 4G. Si intensifican la coordinación de seguridad con Israel y mantienen tranquila a Gaza, incluso recibirán una compensación económica. En resumen: come, bebe y diviértete (en tus propias ciudades), pero olvídate de tus sueños de ser un estado. Este es el modelo que la derecha en general y Bennett en particular quieren imprimir en el alma de cada palestino, el modelo que también se aplica a la comunidad árabe en Israel: sí al dinero y los derechos civiles, no a los derechos nacionales. Se supone que esta fórmula garantiza la supremacía de Israel como estado judío y sionista para las generaciones venideras. Pero Bennett y sus socios deben entender que la decisión de no renovar las negociaciones es, como cualquier paso unilateral, también una política. Los palestinos están muy familiarizados con esta tesis. Se consideró ya en 1917 y se formuló en la Declaración de Balfour de la siguiente manera: “El Gobierno de Su Majestad ve favorablemente el establecimiento en Palestina de un hogar nacional para el pueblo judío, y se esforzará por facilitar el logro de este objetar, quedando claramente entendido que no se hará nada que pueda perjudicar los derechos civiles y religiosos de las comunidades no judías existentes en Palestina «. Derechos civiles y religiosos y nada más. Los sucesivos gobiernos de Israel simplemente conservaron esta fórmula, con el respaldo estadounidense. Bennett, un verdadero hombre de derecha, ex presidente del Consejo de Asentamientos de Yesha, no puede romper esta fórmula, a pesar de que su gobierno incluye y depende de Meretz y la Lista Árabe Unida, y que Donald Trump ya no está en la Casa Blanca . Ni siquiera el cambio en la opinión pública mundial, incluidos los judíos de Europa y Estados Unidos, lo cambiará. El primer ministro puede reprimir el hecho de que el clima internacional de opinión ya no ve a los palestinos como terroristas con kaffiyeh que son una amenaza para la estabilidad del mundo ilustrado, sino más bien como seres humanos que merecen la autodeterminación nacional y los principios fundamentales. derechos. (No es una coincidencia que el término “apartheid” impregne todas las conferencias sobre el tema). Le resulta fácil afirmar que el movimiento de boicot y la Corte Internacional de Justicia no lo asustan. Después de todo, nada de esto perturba al israelí medio. Pero Bennett y sus socios de la coalición ignoran una cosa: los palestinos todavía viven bajo ocupación, y la Franja de Gaza en desintegración no está a punto de ser vaciada de sus habitantes. Bennett, entienda esto: mientras la derecha está contando a los colonos en Cisjordania y hablando de reforzar la empresa de asentamientos que está más allá de la Línea Verde, el lado palestino está contando el número de palestinos entre el Mar Mediterráneo y el Río Jordán, con la esperanza que la demografía natural creará una nueva realidad. No solo Bennett, sino todos los que buscan esconderse detrás de él serán socios de esto: Yair Lapid , Benny Gantz , Merav Michaeli y Mansour Abbas . Aquellos que sigan el camino pavimentado por Benjamin Netanyahu algún día contarán a sus nietos cómo contribuyeron al establecimiento de un estado único entre el mar y el río.

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Rudolf Weigl, el científico que salvaba vidas

Enviado por: Bernardo Borenholtz Estimadxs: Aporto dos artículos periodísticos. Uno el publicado el día 2/9/2021 como Doodle por Google al cual consideró de enorme importancia y trascendencia por los datos científicos, políticos y sociales que da cuenta, para lo cual y a título de sumario copio algunos párrafos. https://elpais.com/sociedad/2021-09-02/rudolf-weigl-el-cientifico-que-salvaba-vidas-a-la-vez-que-investigaba-la-vacuna-del-tifus.html “MICROBIOLÓGO– Rudolf Weigl, el científico que salvaba vidas a la vez que investigaba la vacuna del tifus Protegió a miles de judíos e intelectuales de la persecución nazi involucrándoles en los ensayos para descubrir la vacuna, y después con la distribución clandestina de dosis “Entre los héroes que durante la ocupación nazi se dedicaron a proteger y a salvar la vida de miles de personas se encuentra el científico polaco Rudolf Weigl, especializado en microbiología y parasitología. Supo aprovechar sus conocimientos, y también el respeto que infundía al régimen totalitario para aprovecharse de él, para dar empleo a intelectuales y judíos perseguidos por la Gestapo. De esta manera los protegía de arrestos y les salvaba la vida, ya que nadie quería tener contacto con quienes consideraban apestados por participar en los experimentos para inocularles virus». Este artículo debiera ser el contenido y divulgación de una Comisión de Cultura que, con sorpresa compruebo -si no incurro en un error- no existe en este momento como parte del Llamamiento y por ello considero de urgente formación. El segundo es un artículo de mi autoría intitulado “LA ANTIJURIDICIDAD AL PALO” que fuera publicado en la Revista de Frente en el mes de Agosto/2021 por el cual abordé el  análisis jurídico-legal del Decreto del PEN Nº 949/2020 por el cual el Presidente Fernández ordenó en contra del Derecho vigente facultar al Ministerio de Transporte para que este llamara a licitación el dragado,  peaje y otras funciones  de la mal y artificiosamente llamada “HIDROVIA” que no es otra cosa que una regulación perjudicial de los intereses argentinos respecto de la navegabilidad de los ríos Paraná y Paraguay. Copio el enlace del artículo https://revistadefrente.com.ar/hidrovia-la-antijuridicidad-al-palo/. Los saludo afectuosamente.

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Shtisel, un mundo de mierda

Lo que otros no te dicen de la serie israelí por correctos o pelotudos Eduardo Blaustein | Socompa (27 de mayo de 2021) Será por un asunto de corrección política, todos educaditos, pero nadie habla de la muy vista serie israelí como se lo merece. O al menos como la interpreta el autor de esta nota. Qué refleja Shtisel acerca del mundo de los ultraortodoxos en Israel, gente muy religiosa y muy pilla, dada al choriplanerismo religioso. Tiene bastante de telenovela clásica, de esas tipo Migré que conocimos en los 60 y 70, y a veces hasta de culebrón tropical. Solo que se habla en distintos formatos de hebreo e ídish. No aporta casi nada de nuevo al arte de la puesta en escena, ni de la fotografía, ni de la narración, aunque sus diálogos –en general breves- son sutiles, inteligentes, muy eficaces, mejor editados. La serie de vez en cuando conmueve –sobre todo cuando sus personajes son capaces de salir de las trampas que se autoimponen-, engancha, pero sobre todo (así le sucede a quien escribe) irrita un montonazo. Eso dependerá de quien la vea. La mayor parte de las actuaciones van de muy buenas a extraordinarias, im-pre-sionantes, y quizá más se conmuevan ante esas actuaciones los judíos que todavía guardan alguna memoria remota de las gestualidades, inflexiones, sabores e intimidades de lo ídish. Ayuda mucho a la serie su componente “antropológica” que muchos verán como colorida o puramente exótica. Shitsel se comenzó a rodar con un presupuesto rata y hasta con grabaciones distantes por falta de financiación. Hasta que terminó convirtiéndose en uno de esos malditos nichos de mercado y fue comprada por Netflix. En Netflix lo judío ya aparece como un renglón o sección específica de ficciones a vender, mientras que Amazon compró la franquicia para adaptarla a Nueva York. La serie no tiene nada de espectacular, ni de original, salvo –no es poco- su temática, sus personajes, su muy cuidada mesura, su sensibilidad y su inteligencia. Nada extraordinario, pero es a la vez una buena, pero muy buena serie. Sin embargo, lo que nos convoca a escribir aquí es hacer algo sobre la serie que no hemos visto o leído en las redes: hacer de Shitsel una lectura que no pase exclusivamente por lo colorido o lo existencial, sino hacer una lectura política. Shtisel es una serie israelí que se desarrolla en el barrio de Geula, en Jerusalén. Ese barrio medio fulería, en la real realidad –como decía Gasalla- está poblado mayoritariamente por haredim, corriente dominante de los judíos ultraortodoxos. El 20 por ciento de ellos vive bajo la línea de pobreza. Alerta spoiler: porque no quieren laburar. Los Shitsel pertenecen a una de esas familias ultraortodoxas. Obviamos acá la parte de los vestuarios: levitas y sombreros negros, barbas enormes, peyes o peyot (los rulos que llevan sobre las sienes, precepto bíblico). Casi todos son rabinos, todos se la pasan estudiando el Talmud, solo aspiran a enseñar o trepar en sus yehsivot –escuelas religiosas-, mientras las mujeres sostienen la reproducción cotidiana: lavan, planchan, paren, cocinan, atienden a los caprichos de sus maridos, aunque se las ingenian también para empoderarse y –casi tanto como los masculinos- manipular a maridos, hijos o ajenos. Lo fundamental de la serie es el retrato de la vida cotidiana de una familia ultraortodoxa. Un mundo del año 1000 en Sefarad/España, aunque allí las cosas eran más luminosas gracias a la convivencia con los árabes, la cultura más dinámica y brillante de la época. Un mundo entonces del siglo XV o XVI en alguna aldea de Europa Oriental, donde según más de un autor judío los espíritus más libres eran los judíos pobres, los menos estudiosos y religiosos. Estos Shtisel, en cambio, viven torturados, presionados, llenos de culpas por supuesto, horriblemente pendientes del qué dirán. Como los ultraortodoxos de la real realidad, los Shtisel viven al margen de la sociedad, el Estado y todo Occidente. Todo lo lejos que puedan de la televisión satánica, la ciencia, la tecnología y el sexo y regidos por la autoridad indiscutible del Señor, la Torá y las infinitas, laberínticas autoridades rabínicas. Ya veremos que eso de vivir lejos de los beneficios del Estado y la ciencia –en la real realidad- es relativo. Esta gente no conoce la palabra amor ni enamorarse (“¿De dónde sacaste esa palabra?”, dice una madre a su hijo en algún capítulo). Los matrimonios –urgidos pues hay que multiplicarse y ser severos y cumplir los ritos- se conciertan mediante casamenteros y para casarse bastan dos o tres citas. Si no te arreglaste con eso o sos un loco o un desastre descarriado de la grey. Nada de tocarse los cuerpos antes del casamiento. Nada de nada, nada mal. Si en el contexto de reglas religiosas o culturales despiadadas hay un fracaso, eso debe ocultarse. Si una mujer es engañada o dejada, debe ocultarse. Si en el matrimonio hay un disgusto, una discusión, un malestar, debe ocultarse. A continuar los hombres con sus insufribles estudios infinitos y las mujeres a la cocina. Tal como se pinta en la serie, el barrio de Geula es feo. Paredes sucias cubiertas de afiches –ídem las cabinas telefónicas- y esos afiches, otra vez, en la vida real, son denuncias que se intercambian los ultraortodoxos por incumplir reglas o mandarse presuntas cagadas. Los departamentos en los que viven los Shitsel no solo son austeros, son horribles. Paredes color crema barata, muebles y sábanas de los peores negocios (o del peor Once), los objetos justos y bien vulgares, las mujeres con pelucas vestidas de manera deplorable, no sea cosa de incitar a la tentación. Ahí va una de esas reglas: el recuerdo en un episodio de la mujer que se lloró todo, toda una noche, porque se le corrió la peluca ante los otros. Shtisel muestra un mundo del orto (pero doxo), asfixiante, de gente torturada que ríe muy pero muy poco, y menos acaricia o besa, que no puede tomarse libertades ni autonomías. Que no ve la tele, ni va casi al cine (y si va debe negarlo), ni al teatro. Gente que ante cada problemita o problemón acude a la palabra inapelable

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Crisis de hegemonía y ascenso de China. Seis tendencias para una transición

Gabriel Merino, Julián Bilmes y Amanda Barrenengoa | Tricontinental (27 de julio de 2021) Enviado por Jorge Cantor Resumen ejecutivo El siguiente trabajo aborda las principales características y dimensiones de lo que aquí se denomina como transición histórico-espacial del sistema mundial, la cual se ha agudizado a raíz de la actual pandemia de Covid-19, delineando un nuevo momento geopolítico mundial. Se recorre de manera general cada una de las principales tendencias de esta transición, remarcando con mayor centralidad el ascenso de China a la par del declive de Estados Unidos: ambos procesos como indicadores de la actual crisis de hegemonía estadounidense (o en términos más completos anglo-estadounidense) y, por consiguiente, del orden mundial. Asimismo, se recuperan las contradicciones político-estratégicas y las guerras híbridas en distintos escenarios, incluyendo también la crisis económica global y el nuevo paradigma tecno-económico emergente, todas expresiones de la crisis de época o sistémica a la que asistimos. Hacia el final se abordan algunos efectos que produce todo este proceso descrito en las periferias del mundo -también denominadas Sur Global-, abordando en particular las perspectivas que se abren para Nuestra América, frente a la disyuntiva entre la profundización de la condición periférica, dependiente y “subdesarrollada” de nuestros países o bien la recuperación de la apuesta por la autonomía, la soberanía popular y la justicia social. índice IntroducciónDeclive de EEUU y ascenso de ChinaCrisis del orden mundialContradicciones político estratégicas y Guerra Mundial Híbrida y FragmentadaCrisis económica estructural del capitalismo financiero globalNuevo paradigma tecnológico-económicoDisrupciones en las periferias del sistema mundial. Una mirada desde Nuestra América Descargar versión pdf    

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Los Piratas Judíos de Jamaica

Enviado por: Viviana Jolodovsky Si tu viajas a Jamaica, viajero… visita los antiguos cementerios judíos y te sorprenderás cuando veas tumbas abandonadas, casi totalmente derruidas pero que aun conservan grabados sobre las lápidas los nombres de los difuntos en caracteres hebreos, acompañados por los símbolos piratas de las tibias y la calavera y a veces, ¡hasta con la Estrella de David…! Sí…, no te asombres; son los sepulcros de aquellos hebreos que fueron expulsados por los reyes conquistadores de España y Portugal y que navegaron junto a los «descubridores» del nuevo continente. Y ya allí desarrollaron una nueva vida y se fortalecieron (pese a que la corona les mantenía semi frenados con mil leyes antijudías). Y en tierras de piratas, muchos de ellos se hicieron piratas y corsarios, iniciando de esa forma, una intensa lucha de represalia contra aquellos reyes y la codiciosa inquisición. Ya en el Siglo XVII, toda nave de la Armada Española que se pusiera a tiro de cañón, era atacada por los hábiles piratas judíos, en un acto de venganza contra aquellos que les expulsaron en humillación discriminada. La mayor parte de estos Bucaneros Hebreos se mostraban orgullosos de su origen e identidad y existen documentaciones fidedignas de que daban a sus naves nombres tales como: «Samuel, el Profeta”,»La Reina Esther» y «El escudo de Abraham». Entre los piratas judíos más notables, se destaca el nombre del portugués Don Moisés Cohen Enriques, que en 1628 se alió con el almirante holandés Piet Hayne en una feroz campaña de abordaje a los barcos españoles que procedentes de Cuba, se dirigían a Cádiz cargados de oro y plata producto de sus «esquilmas civilizantes» a los indígenas antillanos. Con estos ataques a las naves españolas, los piratas judíos concretaban una ilusión de venganza, evitando que el oro del Perú, la plata de México y las esmeraldas de Venezuela (Nueva Granada) robados desvergonzadamente, llegaran a los puertos de España y se repartieran con El Vaticano. Esta fue una de las operaciones que constituyó uno de los golpes más fuertes a la «gloriosa Armada Española». Aquellos atrevidos piratas hebreos asolaban las costas de México, sembrando el terror entre los navegantes españoles y portugueses, que se auto-calificaban como «Los dueños y señores de los mares”, «La Armada Invencible». Es sumamente difícil conocer con exactitud la cantidad de piratas judíos en el Caribe, aunque como antes dijéramos los viejos cementerios están prácticamente «sembrados» de sepulcros con escrituras hebreas y símbolos de piratería, como sucede en la tumba de Yacoob Mashaj y la de su esposa Deborah en el cementerio judío de Bridgetown, Barbados. Entre otros piratas judíos cabe mencionar a Yaakov Koriel, comandante de tres naves corsarias furiosamente activas contra la armada de los inquisidores. Yaakov abandona en cierto momento sus actividades de navegante y se retira a Safed (Zfat) en donde se dedica al estudio de la Kabala, siendo alumno del Rabi Isaac Luria, junto a quien fue enterrado a la hora de su muerte. David Abrabanel, proveniente de una dinastía rabínica española (a la que perteneció el Rabi Isaac Abrabanel), logra zafarse de las sangrientas garras inquisitorias y llega a las Antillas convirtiéndose en un temido bucanero y se une a los «privateers» ingleses, asolando las costas sudamericanas, utilizando como pseudónimo el nombre de «Capitán Davis, comandando una esbelta nave llamada «The Jerusalem». De entre los piratas judíos en Sud América, se destaca su nombre y su irrevocable costumbre de evitar atacar nave alguna en «Shabat»; los víveres en su embarcación eran rigurosamente «casher» y la bitácora de viaje de sus naves estaba escrita en caracteres hebreos. Uno de sus compañeros de operaciones fue el pirata Subatol Deul. El Capitán Davis trabó relación con el hijo del corsario Sir Francis Drake y con él establece una alianza anti-española que, en la historia de la piratería caribeña, es conocida como la «Fraternidad de la Bandera Negra» (Black Flag Fraternity). La persecución a los judíos se trasladó desde España a todas sus nuevas colonias americanas con mas fuerza y perversidad. La ley inquisidora de España y Portugal determinó que: «ser judío era un estado delictivo”. A raíz de este estado de cosas, los judíos se transformaron en fuertes piratas, bucaneros y filibusteros, causando preocupación y temor a los marinos españoles y respondiendo a la violencia e injusticia de la inquisición con una violencia más enérgica y sofisticada. ¿Cuándo comienza a manifestarse esta reacción?; difícil es saberlo con exactitud, ya que en lo que respecta a la cuestión caribeña, los archivos españoles y portugueses están cerrados a triple vuelta de cadenas. Pero si nos adentramos en los anales de la historia, podemos encontrar sin grandes esfuerzos datos que nos muestran que la rebelión contra el infinito odio xenófobo y la irracional repulsa al judío es cosa muy antigua. La existencia y actividad de piratas judíos defendiéndose de una agresión continua ininterrumpida, tiene testimonios que aseveran su realidad. Flavio Josefo relata en sus escritos, sobre los intensos ataques de piratas judíos provistos de pequeñas embarcaciones, que partiendo del puerto de Jaffa (Yafo), acosaban sin tregua al enemigo romano. En el Siglo VI de la era cristiana, la acción de los piratas judíos era una candente realidad. Sacerdotes cristianos manifiestan en sus escritos la evidencia de los ataques de estos marinos hebreos a lo largo de toda la costa del Norte de África. Un documento clerical del Siglo VI, narra de como en la costa de Cairruán, en Túnez, que fue un gran centro de cultura judeo-sefaradí, los piratas judíos capturan al obispo Sinesio, en represalia a encarcelamientos que este ordenaba realizar a sus esbirros contra vecinos judíos. Moshe Vainroj, Bat-Yam, abril 27 de 2010Bibliografía:Flavio Josefo: «Las Guerras de los JudíosGonzalo Torrente: «Crónica del Rey pasmado»Cesáreo Fernández Dura: «La Armada Invencible»Lucena Salmoral: «Piratas, corsarios y filibusteros»Edward Kritzler: “Los Piratas Judíos del Caribe»Rafael Patai: «Hasapanut HaIvrit»Mordechai Bell: «The Jewish Nation in the Carribean»

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