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Cartografía de las extremas derechas

Fuente: Eduardo Febbro | Nueva Sociedad Fecha: 28 de may 2019 Las extremas derechas buscan constituir un poderoso bloque en el Parlamento Europeo. Mientras tanto, el estadounidense Steve Bannon trabaja para unificar lo que, hoy por hoy, no deja de ser un heterogéneo espacio unido por el temor a la «invasión de Oriente» y el rechazo a la globalización. Desde que la extrema derecha europea empezó a despuntar en Francia a partir de los años 80, bajo la presidencia del socialista François Mitterrand (1981-1995), esta corriente política ha seguido una espiral ascendente. Mitterrand utilizó el espantapájaros que encarnaba el entonces líder ultra y fundador del Frente Nacional, Jean-Marie Le Pen, para sacarse de encima a sus aliados del Partido Comunista, con quienes había pactado un programa común de gobierno y, al mismo tiempo, para debilitar a la derecha. Hoy la extrema derecha francesa ha dejado de ser una excepción local. Es ya una opción política globalizada: forma parte de los oficialismos en países como Italia, Austria, Bulgaria, República Checa, Polonia, o es una alternativa que nadie puede obviar, tal y como ocurre en Hungría, Suecia, Holanda o Bélgica. Catalogadas bajo la definición de derechas duras, derechas patrióticas o soberanistas, no todas las corrientes son convergentes. Muy por el contrario, aunque dispongan de un par de líneas comunes, de alianzas retoricas (caso del líder de la Liga italiana, Matteo Salvini, con la jefa de la ultraderecha francesa, Marine Le Pen) y de una abominación por la Europa administrativa de Bruselas, muchas son las fracturas que las atraviesan. La confusión resulta la tentación más inmediata, tanto más cuanto que esas extremas derechas comparten con la extrema izquierda del Viejo Continente el mismo euroescepticismo. De allí deriva la definición comúnmente utilizada en las capitales europeas de «populismo de derecha» y «populismo de izquierda». En un informe del pasado mes de abril publicado por el Consejo Europeo de Relaciones Internacionales, este organismo señalaba que «oriundos de la extrema izquierda y de la extrema derecha, los partidos antieuropeos constituyen un grupo multiforme». El texto anticipaba también que el «euroescepticismo está en buen camino para convertirse en el segundo grupo en importancia dentro del Parlamento Europeo». La eurofobia colonizó en la actualidad a 26 países de la Unión, donde las listas de estos partidos llegan a 56. Históricamente, en el último cuarto de siglo, la progresión de las ultraderechas se hizo a costa más de los votos de la socialdemocracia que de la derecha clásica de gobierno. Cuanto más fuerte fue el ocaso de la socialdemocracia, más impactante resultó el ascenso de la extrema derecha. Francia, Italia, Alemania, Holanda o los países escandinavos son un buen ejemplo de ello. Las necesidades electorales dictadas por las elecciones para renovar el Parlamento Europeo desembocaron en una suerte de unión sagrada entre las ultraderechas. Salvini en Italia y Marine Le Pen en Francia fueron los imanes de estas convergencias. Sin embargo, es preciso distinguirlas entre sí. En primer lugar, hay seis grupos distintos que conforman la galaxia ultra: – una extrema derecha tradicional, cuyo perfil se fue trazando a partir de la xenofobia; – una derecha nacionalista, patriótica y obsesionada con la identidad nacional, que se afianzó en las dos últimas décadas con la defensa del terruño, la nacionalidad y la identidad blanca-cristiana en oposición al islam considerado como tóxico e invasor; – una derecha soberanista que impugna con violencia el federalismo de Europa y suele proponer, aunque con variantes condicionadas por el oportunismo electoral, la salida del euro y de la Unión Europea; – derechas autonomistas o independentistas, ambas volcadas completamente a la acción en beneficio de la independencia dentro de un determinado país; – derechas autoritarias «iliberales», como la encarnada por el dirigente húngaro Viktor Orbán. Esta derecha dura se propone una reforma o reformulación de las instituciones democráticas con el único fin de achicar sus poderes; – por último, la derecha neofascista y radicalmente xenófoba. Esta extrema derecha no rehúye la violencia ni tampoco el exhibicionismo de los signos fascistas o nazis. Podría haber otras subcategorías, e incluso algunas se mezclan con otras, pero según las historias propias de cada país y el funcionamiento de las instituciones, este retrato de seis perfiles las identifica con claridad. Unir a todas en una gran marea electoral fue el proyecto que se fijó a partir de 2018 el ex-consejero del presidente Donald Trump, Steve Bannon. Con esa idea se instaló en Bruselas y creó «El Movimiento», hasta que se dio cuenta de la complejidad de la tarea. Había demasiados actores peleados entre sí como para montar una buena pieza de teatro. Funciona en las cámaras, no entre los telones. En todos los casos, el crecimiento de las extremas derechas tiene dos denominadores comunes: la crisis económica y la migración. Esta última no tiene por qué ser únicamente exterior a la Unión Europea. En 2004, el desplazamiento de migrantes procedentes de Polonia o Rumania dio lugar a una ola de racismo fuera de lo común. Luego, en 2015, con la crisis de los migrantes en el Mediterráneo, el atentado contra el semanario satírico francés Charlie Hebdo (en enero de ese año), los atentados del 13 de noviembre en París, del 14 de julio de 2016 en Niza y luego en diciembre Alemania, la extrema derecha se alimentó de la realidad. Su otro enemigo mortal, el que las motiva y las propulsa por encima de sus diferencias, es el desprecio común hacia el europeísmo y la Comisión Europea. Europa es el diablo. El 1º de Mayo, durante el Banquete de los Patriotas en la localidad de Metz, Marine Le Pen definió a Europa como «imperial, hegemónica y totalitaria». Estas extremas derechas se presentan así como el eje activo de la revuelta contra el autoritarismo y la indolencia de los funcionarios de Bruselas. Pero solo en palabras. Es un jugoso comercio electoral. Su espectro fantasmal es, en realidad, otro. Si Europa es para la ultraderecha el símbolo más depravado de la globalización que empobrece a las naciones, bajo el término de «globalización» no hay que ver

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John Bolton, la peor pesadilla del mundo

Fuente: Amy Goodman y Denis Moynihan | www.democracynow.org Fecha: 17 May 2019 “Queda poquísimo tiempo, pero un ataque todavía podría resultar”, escribió John Bolton en un artículo de opinión del New York Times del 26 de marzo de 2015, titulado “Para detener la bomba de Irán hay que bombardear Irán”. El presidente Donald Trump adoptó como un pilar de campaña una postura aislacionista y criticó los enredos militares en el extranjero. Ya en 2013, tuiteó: “¿Pueden creer que la guerra de Afganistán sea la ‘guerra más larga’ de nuestra historia? Traigamos a nuestras tropas a casa, vamos a reconstruir Estados Unidos, hagamos que Estados Unidos sea grande de nuevo”. Como presidente, ha repetido esta postura en varias ocasiones. En una conferencia de prensa de abril de 2018 en torno a Siria, Trump declaró: “Quiero salir [de allí]. Quiero traer a nuestras tropas de vuelta a casa. Quiero comenzar a reconstruir nuestra nación. Habremos gastado, sin contar estos últimos tres meses, siete billones de dólares en Medio Oriente en los últimos 17 años. No obtenemos nada de eso, nada en absoluto”. A pesar de su retórica, todos los movimientos de Trump en Medio Oriente parecen ahora dedicados a avivar el conflicto y, potencialmente, desatar una guerra contra Irán. John Bolton está claramente a la vanguardia, con el respaldo del secretario de Estado Mike Pompeo. El diplomático iraní Seyed Hossein Mousavian fue uno de los principales miembros del equipo de negociación iraní en torno al problema nuclear y actualmente se desempeña como investigador en la Universidad de Princeton. Mousavian expresó su preocupación esta semana en una entrevista para Democracy Now!: “Esperaba esta situación después de que el embajador John Bolton fue nombrado asesor de Seguridad Nacional”. Tomando en cuenta además el influyente rol de los principales aliados de Trump en Medio Oriente, Mousavian concluyó: “El equipo de las cuatro B –John Bolton, [el primer ministro israelí] Bibi Netanyahu, [los herederos de Arabia Saudí y Abu Dabi], bin Salman y bin Zayed– ahora tiene un excelente posicionamiento en la Casa Blanca para empujar a Estados Unidos [a]l sueño que han tenido durante largos años: arrastrar a Estados Unidos a una guerra con Irán”. Citando al menos media docena de funcionarios anónimos del gobierno de Trump, el periódico The New York Times informó esta semana que el Pentágono ha presentado planes para enviar 120.000 soldados estadounidenses a la región en respuesta a las amenazas iraníes. Si bien el presidente negó la veracidad de este informe, declaró: “¿Es algo que yo haría? Por supuesto, pero no lo hemos planeado. Ojalá no tengamos que hacer planes para ello. Y si lo llegáramos a hacer, enviaríamos muchísimas más tropas”. La Casa Blanca ha enviado un portaaviones con su grupo de ataque y una flota de bombarderos a la región, según Bolton, con el fin de “enviar un mensaje claro e inequívoco al régimen iraní de que cualquier ataque a los intereses de Estados Unidos… será respondido con una fuerza implacable”. El teniente general del Ejército británico Christopher Ghika, uno de los principales comandantes de la fuerza multinacional desplegada en Irak y Siria, refutó las afirmaciones de Estados Unidos: “No ha habido un aumento en la amenaza proveniente de fuerzas respaldadas por Irán en Irak y Siria”. Pero fue refutado velozmente por un portavoz del Comando Central de Estados Unidos, quien afirmó que un ataque de Irán posiblemente fuera “inminente”. En medio de estas declaraciones contradictorias, Estados Unidos le ordenó al personal diplomático no esencial que evacuara la embajada y el consulado estadounidenses en la “Zona Verde” de Bagdad, a solo 160 kilómetros de la frontera iraní. Mientras los funcionarios estadounidenses han publicado fotos de pequeños barcos iraníes con misiles, varios funcionarios europeos, iraquíes y miembros del Congreso de Estados Unidos sostienen que el despliegue de misiles probablemente sea defensivo. Mientras tanto, Arabia Saudí, reino aliado de Estados Unidos, ha informado que dos petroleros vacíos fueron saboteados cuando regresaban a cargar petróleo con destino a Estados Unidos. Una vez más, no han dicho quién fue responsable. Al dejar a las fuerzas estadounidenses e iraníes tan cerca entre sí, el gobierno de Trump está montando un posible detonante. Cualquier accidente o escaramuza podría servir como pretexto para la escalada militar estadounidense. John Bolton no ha ocultado su deseo de provocar un cambio de régimen en Irán, en Venezuela, en Cuba y más allá. Toca los tambores de la guerra, pero cuando era un joven egresado de la Universidad de Yale en 1970, con un número de reclutamiento que probablemente lo hubiera llevado a Vietnam, rápidamente se unió a la Guardia Nacional de Maryland para evitar ser desplegado. En el anuario del 25º aniversario de su graduación de Yale, escribió: “Confieso que no deseaba morir en un arrozal del sudeste asiático”. Ahora, mientras le susurra al oído a Trump, quien recibió cinco exenciones del servicio militar durante la guerra en Vietnam, una de ellas en la primavera de 1968 por “espolones óseos”, John Bolton, junto al presidente, está dispuesto a enviar 120.000 soldados estadounidenses o más a la guerra. Ahora es el momento para que todos –incluyendo el movimiento contra la guerra en Estados Unidos, miembros del Congreso y sí, los disidentes dentro del propio gobierno de Trump– se unan a otros países del mundo, para manifestarles enérgicamente a los que promueven los conflictos bélicos, pero eluden el frente de batalla: no a la guerra con Irán.

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Fuerte polémica en Israel por el proyecto de ley que permitiría la la inmunidad judicial de Netanyahu

Fuente: Vis a vis Fecha: 13 May 2019  El primer ministro de Israel Benjamín Netanyahu planea promover un proyecto de ley que permitiría al gobierno eludir los fallos de la Corte Suprema de Justicia en asuntos administrativos, informó el lunes el diario Haaretz. De aprobarse, el proyecto de ley podría garantizar la inmunidad de procesamiento del primer ministro al permitir la anulación de cualquier decisión judicial que podría presentarse. La cláusula propuesta permitiría a la Knéset ignorar las decisiones administrativas de la Corte Suprema, y de esa manera, el parlamento podría volver a presentar las leyes que han sido revocadas por el tribunal. Según el informe, el proyecto de ley previsto se incluirá en un anexo legal que se presentará como condición en los acuerdos de coalición y las directrices del gobierno. La nueva medida presuntamente impulsada por el partido gobernante del Likud desmantelaría completamente la supervisión judicial de la Corte Suprema sobre el parlamento y el gabinete. Específicamente, según el informe, el proyecto de ley evitaría que los jueces dictaminen que los esfuerzos para proteger a Netanyahu de una acusación por corrupción, ya sea a través de una legislación o una decisión del gobierno o del Knéset, son inconstitucionales. Un portavoz del Likud dijo en respuesta que “los informes sensacionalistas en los medios tienen como objetivo evitar cualquier intento de restablecer el equilibrio entre el poder legislativo elegido por el pueblo y el poder judicial. El mantenimiento de tribunales independientes y fuertes es un principio que continúa guiando al Likud, pero esto no significa que el tribunal sea omnipotente”. Según Haaretz, el proyecto de ley es impulsado por Yariv Levin, el ministro de Turismo saliente que, al parecer, está compitiendo por el cargo de ministro de Justicia en el nuevo gobierno. El proyecto de ley también está siendo coordinado con el diputado Betzalel Smotrich de la Unión de Partidos de Derecha, de quien se dice que está “activamente involucrado en las discusiones y la redacción”. Smotrich negó los detalles del informe de Haaretz. Sin embargo, tuiteó que la Corte Suprema ha “robado la democracia de Israel y simplemente la devolveremos al pueblo. Eso es todo”. La posibilidad de que Levin o Smotrich pudieran ser elegidos para el puesto ha provocado preocupación en la izquierda y entre los funcionarios judiciales a la luz de sus fuertes críticas contra la Corte Suprema. Los políticos de derecha en Israel han buscado durante mucho tiempo limitar la Corte Suprema, que se encuentra entre las más poderosas en el mundo democrático, y la ministra de Justicia saliente, Ayelet Shaked, ha avanzado varias medidas para cortar sus alas. Los defensores de la corte dicen que en la sociedad fragmentada de Israel, donde la Knéset con frecuencia elude su responsabilidad de proteger el pluralismo religioso, las libertades civiles y los derechos de los palestinos, la corte no tiene más remedio que llenar el vacío moral y legal. Dicen que mantener un poder judicial independiente sirve como contrapeso contra el peligro de una tiranía de la mayoría que pisotea los derechos de quienes no están debidamente representados por el sistema político.

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La ocupación israelí es un sistema destinado a continuar el despojo de los palestinos

Fuente: Amira Hass | Haaretz Fecha: 6 de MAY 2019 Un informe de principios de abril de la ONG de derechos humanos Yesh Din nos recuerda que la ley de expropiación, también conocida en un lenguaje blanqueado como la ley de regularización (apelando a la autorización retroactiva de los puestos de avanzada israelíes y la construcción ilegal en los territorios ocupados), no es la único de su tipo. Durante el último período de la Knesset hubo un salto transformador en el proceso de anexión de jure, no solo de facto, de Cisjordania. Se propusieron 60 proyectos de ley que contenían elementos claros y fundamentales que exigían extender la ley israelí al territorio ocupado. Ocho se promulgaron como ley, junto con la Ley Básica sobre el Estado de la Nación del Pueblo Judío. Pero durante los últimos años también hubo un salto transformador con respecto a cuatro áreas clave que he cubierto: – Puestos de avanzada. Desde fines de 2016, se han establecido 16 nuevos puestos de avanzada además de los construidos en bases militares abandonadas. Para no arriesgarse a más desalojos de tierras palestinas de propiedad privada, los nuevos puestos de avanzada se han construido en las orillas de las «tierras de propiedad estatal», como se ve en un análisis realizado por el investigador independiente Dror Etkes, y en una investigación de Michal Peleg, un activista del grupo de derechos humanos Ta’ayush, publicada el 9 de marzo en la revista en línea (hebreo) Siha Mekomit (la hermana de 972mag). Muchos de los residentes de estos puestos de avanzada poseen ganado. Mientras sus rebaños pastaban y aterrorizaban las aldeas palestinas -con la ayuda del ejército- estos colonos armados han podido extenderse en áreas mucho más grandes que las ocupadas por las villas y centros comerciales de las colonias. Una planificación cuidadosa, grandes sumas de dinero y el modus operandi similar de los puestos de avanzada apuntan a una mano guía oculta. – Procedimientos relativos a las familias «mixtas»: hace aproximadamente dos años y medio las restricciones a las parejas palestinas se volvieron más estrictas. Por un lado, desde el año 2000 Israel ha congelado la «unificación familiar» (que según los Acuerdos de Oslo debía haber otorgado el estatus de residencia permanente a los cónyuges no residentes de los residentes palestinos de Cisjordania y Gaza). Por otro lado, Israel les está dificultando obtener o extender visas de visitantes y también prohíbe a esas personas acceder al trabajo. Las visas no se extienden porque los cónyuges no residentes trabajaron para ganarse la vida, se les considera residentes ilegales en sus propios hogares y, por lo tanto, se les obliga a abandonar el país (es decir, Cisjordania) y se van al extranjero de forma permanente o por períodos prolongados o son deportados en el aeropuerto (como sucedió a Elaine Zoughbi de Belén). – Legislación militar. Dos órdenes militares, originalmente destinadas a impedir la construcción de puestos de avanzada de los colonos, se han aplicado en los últimos años a los palestinos: la orden de «demarcación» Nº 1539, que exige la demolición de edificios en ciertas áreas, y la orden Nº 1797, relacionada con la eliminación de nuevas estructuras. Se ha creado así una falsa simetría entre los ladrones y los robados: los ladrones reciben permisos de construcción de la Administración Civil para una voluminosa construcción en las colonias. Los puestos de avanzada que construyen sin permisos solo son complementos que se aprobarán de manera retroactiva. En esta columna pido a mis lectores, así como a mis editores, que recuerden que las acciones del ejército de Israel y sus armas civiles, la Administración Civil y las milicias de colonos, que se informan por separado y están aparentemente desconectadas, son parte de una continuidad sistemática. Muy brevemente mencionaré las cuestiones sobre los que he informado recientemente y a las que volveré en el futuro. Les pido que las coloquen en un vector de escala ascendente. Traducción del inglés para Rebelión por J. M.

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Las seis cartas de la guerra híbrida

Fuente: Jorge Elbaum | El cohete a la luna Fecha: 05 de MAY 2019 El nuevo fracaso de Donald Trump, Juan Guaidó y el languidecido Grupo de Lima, incrementa los niveles de tensión y conflictividad en Latinoamérica. Las reiteradas amenazas de invasión manifestadas por referentes políticos republicanos, sumados a las continuas frustraciones padecidas por quienes buscan el colapso interno de Venezuela, extienden la inestabilidad social en una de las regiones, hasta ahora, más pacificas del mundo. Los continuos discursos belicistas proferidos por el Departamento de Estado buscan imponer una salida distante y ajena a toda negociaciones política y diplomática. Su insistencia se sustenta en el denominado Hexahedron Program, diagramado por asesores de John Bolton en las oficinas del Harry S. Truman Building ubicadas en el distrito de Columbia. Su objetivo declarado es la recuperación del control comercial de los recursos naturales y el desvanecimiento de los crecientes vínculos diplomáticos, económicos y militares de Caracas con Moscú y Beijing. El Hexahedron Program incluye 6 fases que pueden ejecutarse en forma continua, en etapas sucesivas, o en formatos yuxtapuestos. Sus basamentos: (a) el golpe de Estado clásico, en este caso a ser ejecutado por Fuerzas Armadas venezolanas; (b) la incursión bélica interestatal a ser implementada desde países limítrofes (Colombia y/o Brasil, prioritariamente) en el formato de guerra fronteriza; (c) el colapso económico (implosión) provocado por el bloqueo y el ahogamiento comercial y financiero: (d) la generalización de una guerra civil capaz de legitimar una intervención humanitaria; (e) la irrupción de un modelo de “contras” efectuado con el apoyo de mercenarios en clara reminiscencia de Bahía de los Cochinos o de la recordada triangulación Irán-Contras en Nicaragua; y (f) El bombardeo y/o invasión directa por parte de Washington del tipo Granada o Panamá. Cada lado del hexágono tiene antecedentes históricos recientes en relación al rol jugado por Washington en América Latina desde el fin de la Primera Guerra. Pero todos ellos se tropiezan con particulares resistencias obstinadas en el caso venezolano, sumadas a una mutación del escenario internacional que tiende en forma paulatina a niveles crecientes de multipolaridad. El primer modelo se intentó llevar a cabo en 2002, cuando el ex Presidente Hugo Chávez profundizó la política de nacionalizaciones de la infraestructura y la expulsión de las bases del Pentágono en su territorio. El golpe de Estado fracasó debido a la fuerte incidencia del entonces Presidente entre los oficiales y suboficiales de las Fuerzas Armadas Bolivarianas. A pesar de esos antecedentes, hasta el día de hoy el Pentágono imagina e instiga sublevaciones militares que justifiquen y/o brinden la aquiescencia para una pronta ayuda militar del Comando Sur a ser desplegada en territorio venezolano ante el primer pedido de ayuda de una tropa rebelde. El segundo formato, la incursión bélica interestatal, es decir la alianza de países que atacan un territorio soberano, fue impulsado en el siglo XIX por el imperio británico en la Guerra de la Triple Alianza con el objeto de destruir al Paraguay soberano y autónomo de Francisco Solano López. Este plan ha fracasado momentáneamente en relación a Venezuela, debido a la negativa de Colombia y Brasil a iniciar un conflicto militar que conocen hipotéticamente los términos de su inicio pero que desconocen su final. Este escenario fue reclamado con insistencia por Donald Trump, bajo la solicitud de convertir al Grupo de Lima en el mascarón de proa inicial de una complementariedad posterior del Comando Sur. La tercer fase, la búsqueda de la implosión social como producto del estrangulamiento económico a ser generado por el bloqueo, se encuentra operativa en la actualidad y reviste las mismas características que las efectuadas desde hace seis décadas atrás en Cuba. Tiene como indicador de éxito la producción de hambrunas, la limitación del acceso a los medicamentos, la generalización de desastres epidemiológicos, la veda al comercio con terceros países, el cercenamiento al financiamiento y el castigo a quienes mantengan relaciones políticas con el gobierno de Maduro. En ese marco se explica el sabotaje llevado a cabo sobre la infraestructura de transmisión eléctrica acaecida a principios de abril. El cuarto dispositivo, la generalización de una guerra civil, remite a la búsqueda de la ocupación del espacio urbano a través del empoderamiento de las guarimbas (núcleos activos de sabotaje y difusores de violencia callejera), adictas al injerencismo estadounidense. Esta última fase ha sido la promovida por el autoproclamado Presidente Juan Guaidó. El quinto elemento, parafraseando a Luc Besson, supone la utilización de empresas administradoras de mercenarios, como los que trabajan para Blackwater, portadores de sanguinarios antecedentes en Afganistán e Irak, que se encontrarían en la actualidad en la etapa de reclutamiento (específicamente entre grupos de latinoamericanos) para aparentar una apariencia militar caribeña en los inicios de sus incursiones fronterizas. Por último, el sexto dispositivo es el que Trump anuncia permanentemente como amenaza disponible para reforzar los cinco anteriores. La invasión directa tiene el inconveniente actual de no gozar de la autorización de tres de los miembros del Consejo de Seguridad de las Naciones Unidos que poseen derecho a veto. La presencia de Rusia y China en el territorio ahora conflictivo del Caribe, en funciones de asesoramiento militar y/o de socios de emprendimientos productivos petroleros, ha forzado a Washington a sobreactuar lo que puede terminar convirtiéndose en una profecía autocumplida. El deterioro de la predominio de Estados Unidos parece estar directamente relacionado con su exasperación militarista y su correspondiente incapacidad para aceptar las nuevas reglas del juego, en las que no es el único jugador hegemónico. En ese marco, el incremento irresponsable de la virulencia discursiva funciona como un círculo vicioso: por un lado, obliga a los voceros de la Casa Blanca a aumentar los niveles de intimidación; y al mismo tiempo, frustra (a repetición) a los Guaidó que se sienten avalados por el Pentágono. Antecedentes y futuros La ofensiva injerencista contra Venezuela posee varios capítulos que explican el actual escenario. La Asamblea de las Naciones Unidas, a solicitud de Washington y sus aliados, propuso el desconocimiento de Nicolás Maduro en enero de este año. Dicha propuesta fue votada en contra

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Ninguna disculpa podrá empañar la impresión de muchos estadounidenses

Fuente: Daniel Kupervaser | daniel.kupervaser.com Fecha: 03 de MAY 2019 No es ninguna novedad señalar que el prestigioso diario estadounidense New York Times, persiste durante años con una línea editorial sumamente critica con las políticas de los distintos gobiernos de Netanyahu. En tanto y en cuanto se trataba de reprochar la visión estratégica del gobierno israelí, por mas agudo que sean los mensajes, la cúpula dirigente israelí estuvo dispuesta a asumirlos y rebatirlos en el marco de una discusión política tradicional. La semana pasada el New York Times se extralimitó de esa atmosfera de libertad de expresión al mejor estilo israelí. A través de la publicación de una caricatura muy explícita, el famoso diario puso sobre la mesa uno de los secretos israelíes que todo el mundo lo sabe, pero del cual no se puede hablar. Al igual que el poderío atómico de Israel, la subyugación del gobierno estadounidense a intereses israelíes es vox populi. Eso lo sabe todo el mundo, pero exponerlo con todo su esplendor es algo que el liderazgo israelí y ciertas e importantes instituciones judías estadounidenses no están dispuestos a soportar. La réplica judía e israelí fue rápida y contundente. Se lanzó una masiva andanada de acusaciones de antisemitismo. El único recurso que le queda a Israel en estas situaciones. Como en muchas ocasiones similares del pasado, también en esta oportunidad este tajante accionar frente al presente desacato obtuvo resultados inmediatos positivos. El diario New York Times se disculpó. Pero, por más que el liderazgo israelí y judío internacional pueda sentirse satisfecho de los resultados del caso, no cabe duda que se trata de una victoria pírrica. Ninguna disculpa de cualquier sociedad u organismo importante del mundo podrá empañar la imagen que instituciones, líderes y magnates judíos estadounidenses grabaron en la visión de muchos connacionales con la persistente conducta a la vista de todo el mundo de influir en el proceso de toma de decisiones de ese país en favor de Israel. Retrospectivamente, hoy se puede afirmar que la táctica de la “ambigüedad” como escudo de los secretos atómicos israelíes cumplió y cumple satisfactoriamente su objetivo. La razón primordial de este éxito se basa en una fuerte disciplina de conservar el secreto de parte de la gran mayoría de los responsables y allegados. No así con los trasfondos de la dependencia de la administración estadounidense del poder de influencia judío e israelí. Se puede decir que, para el caso, la mayoría de los partícipes de este juego, incluyendo a los funcionarios estadounidenses mismos, se preocuparon por vociferar sus andanzas a los cuatro vientos. Lo más llamativo es que el estómago flojo no fue característica de uno u otro sector del marco político judío o israelí. En este sentido todos se jactaron de aportar su granito de arena, tanto la derecha como la izquierda. Las pruebas son una larga lista de acontecimientos. Basta señalar los más significativos, principalmente los más recientes. En su última comparecencia ante los representantes de la Coalición Judía Republicana (RJC por sus siglas en inglés), uno de los grupos de presión judía pro israelí más importantes de EE. UU, Tramp puso el acento en sus últimas y dramáticas decisiones a favor de Israel. Esto incluye el reconocimiento de Jerusalén como capital de Israel, el traslado de su embajada de Tel Aviv a Jerusalén, el reconocimiento de soberanía israelí sobre el territorio disputado de los altos del Golán, la suspensión de la millonaria ayuda económica a la Autoridad Palestina, el abandono y cese de financiación de organismos de ONU por adoptar posiciones anti israelíes, el cierre de la delegación palestina en Washington, etc. Trump confirmó que ninguna de estas decisiones se basó en intereses de la diplomacia y estrategia global estadounidense, sino que se tomaron porque “a diferencia de otros presidentes, yo cumplo mis promesas. Mi gobierno les dio algo que ustedes querían” (“Trump to Republican Jewish Coalition: Democrats Will damage Israel”, The Guardian, 6-4-2019). Así Trump reconoce que su política en Medio Oriente primordialmente se basa en cumplir exigencias que le imponen ciudadanos estadounidenses judíos. La necesidad de Trump de confesarse ante sus promotores judíos no es casual. La proximidad de las elecciones presidenciales hace necesario crear nuevamente una atmosfera adecuada a este marco judío, tan importante en la movilización de fondos para su próxima campaña de reelección. Seguramente Trump tuvo presente que poco tiempo antes, Sheldon Adelson, un multimillonario judío, líder del RJC y el principal donante a la campaña proselitista de Trump y el partido republicano, le pasó factura quejándose públicamente que Trump no cumplía con promesas pro israelíes de su campaña electoral anterior (“Adelson furioso con Trump”, Kikar Hashabat, 15-5-17). Las serias intenciones de Adelson del uso de su riqueza para conseguir influencia en el control político de EE.UU. a favor de Israel fueron públicamente conocidas en 2014. En un encuentro de la colectividad judía estadounidense el magnate judío, junto a su paralelo Haim Saban, que apoya a los demócratas, manifestaron su predisposición a comprar el diario New York Times (a cualquier precio, inclusive exagerado) para conseguir mayor influencia en la opinión pública estadounidense y no dejar el campo solamente a la visión izquierdista anti israelí (Adelson compraría el diario N.Y.Times”, Globes, 10-11-2014). El mensaje que capta el resto de la sociedad es muy preciso. Ciudadanos judíos estadounidenses demuestran enorme potencial financiero y poder de influencia sobre su sociedad en beneficio de intereses foráneos. No en vano, la conocida página Web Propublica tituló un artículo “Adelson: el jefe de Trump” (Propublica, 10-10-18). Tampoco sectores estadounidenses allegados a la izquierda israelí y al partido demócrata local están ausentes de este permanente intento de influenciar sobre sectores afines a ellos para promocionar sus visiones a favor de Israel. J-street es una organización de judíos estadounidenses que opera en ese país como lobby pro Israel identificado con el ala izquierda de la política israelí. Por medio de entes paralelos de sus integrantes, denominados Comités de Acción Política, se preocupan por movilizar y dar apoyo financiero a campañas electorales de candidatos al congreso

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Venezuela: Coyuntura peligrosa

Fuente: Ángel Guerra | telesurtv.net Fecha: 01 de MAY 2019 La caricatura de golpe de Estado del 30 de abril en Caracas se desinfló al atardecer sin que fuera necesaria una acción militar contraria. De hecho, la gran mayoría de los militares “alzados”, citados mediante engaño para la madrugada en el distribuidor vial de Altamira, al darse cuenta de que pretendían usarlos en una acción golpista se comunicaron con sus jefes superiores y al mediodía habían dejado a los sublevados y vuelto a sus unidades. Sin embargo, no debe subestimarse el hecho pues pudo haber desembocado en un enfrentamiento entre militares y hasta en un considerable derramamiento de sangre si militantes opositores hubiesen concurrido masivamente al lugar del conato a la convocatoria del autoproclamado presidente Juan Guaidó. Era lo que buscaban este y el recién fugado de prisión domiciliaria   Leopoldo López, ambos miembros del partido Voluntad Popular, conocido por sus credenciales terroristas. Ello reitera no solo el rechazo por la democracia, sino el carácter criminal, la vocación homicida, ausente de escrúpulos, de gran parte del liderazgo opositor venezolano, en particular del autoproclamado y de su mentor López, huésped de la embajada de España después de su efímera actuación en la escaramuza. Los criminales deben haber calculado que con unos cuantos muertos podrían conseguir la anhelada ruptura en la Fuerza Armada Nacional Bolivariana(FANB). Si el 30 de abril no ocurrió una tragedia en Caracas, se debe únicamente a la prudencia, nervios de acero y unidad de acción demostrados ya muchas veces, frente a trajines golpistas, por el presidente Nicolás Maduro, sus más inmediatos colaboradores civiles y los mandos de la FANB. Lo anterior contrasta con la irresponsabilidad, el aventurerismo y la subordinación a Estados Unidos del liderazgo opositor. Como se ha hecho evidente más que nunca con Guaidó, este, desde su autoproclamación el 23 de enero ha sido teledirigido en tiempo real  por el “equipo” Venezuela de la Casa Blanca: los mentirosos Bolton, Pompeo,  Abrams,  Marco Rubio  y  el vice Mike Pence. Por cierto, solo reseñar las mentiras que dijeron el día 30 requiere una nota aparte. Pero de qué asombrarse, si esta oposición pidió las sanciones de Estados Unidos, que tanto sufrimiento y dolor han ocasionado al pueblo venezolano y Guaidó ha admitido que la intervención militar imperialista es una opción. La guerra económica le impone un costo humano incalculable a nuestros hermanos de Venezuela.  Un reciente estudio calcula en 40 mil las personas que habrían fallecido a consecuencia de las sanciones. Y estas se han recrudecido. Es cínico y desvergonzado cómo la potencia del norte, en violación del derecho internacional y de los valores éticos más elementales, impone duros castigos económicos a Venezuela y a Cuba, para luego culpar a sus líderes por los efectos que ocasionan. Pero el cinismo también se manifiesta porque lo que buscan las sanciones es despertar disgusto y desesperanza en la población para convertirla en presa fácil de los planes golpistas y desestabilizadores urdidos por las mismas cabezas que elucubran las sanciones. Venezuela resiste porque cada día se ve más claro que el chavismo es un modelo muy eficaz de resistencia. Se aprecia en la conciencia política y disciplina de sus bases populares, gestadas en la lucha antimperialista, el comunalismo y las aspiraciones socialistas; la sensibilidad humana de su liderazgo, evidente en el presidente Maduro, su apreciación correcta de las coyunturas más difíciles y de la correlación de fuerzas local, regional y global, que le ha permitido, desde la época de Chavez, desarrollar una muy inteligente política de alianzas. Lo importante ahora son las secuelas de la intentona golpista. El presidente Maduro dijo que no habrá impunidad y lo cierto es que Guaidó fue, a todas luces, el instigador y responsable máximo del conato, incluyendo la fuga de Leopoldo López.  Queda claro que después de tres meses de las más brutales presiones y amenazas la FANB permanece sólidamente unida y cohesionada, lo que disipa la posibilidad del golpismo al que Washington ha apostado mucho para derrocar a Maduro. Por otro lado, Guaidó no ha logrado ninguno de los objetivos que se esperaban de él y su capacidad de convocatoria, que nunca ha sido grande, va camino de diluirse. De modo que a Estados Unidos le van quedando dos opciones:  la intervención militar directa o el diálogo y la negociación que propone el presidente de México Andrés Manuel López Obrador, lo más conveniente para todas las partes involucradas.  La situación es muy peligrosa y la responsabilidad y la cordura son lo que más escasea en Washington. Basado en la soberana mentira de Bolton y Pompeo sobre las supuestas tropas y operaciones militares de Cuba en Venezuela, ya Trump amenazó a la isla con imponer un bloqueo total. Sube la temperatura en el Caribe. Coyuntura peligrosa.

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EEUU-Venezuela: La opción mercenaria de Blackwater y el síndrome de las bolsas negras

Fuente: Álvaro Verzi Rangeli* | estrategia.la Fecha: 1 de MAY 2019 Conscientes de que difícilmente el Congreso lo autorice una aventura militar que puede causar muchas víctimas estadounidenses y que los militares colombianos y brasileños se oponen a una agresión armada contra Venezuela, el equipo del presidente Donadl Trump parece inclinado a financiar parcialmente a un ejército mercenario. El director de la empresa militar estadounidense Blackwater, Erik Prince, ha estado desarrollando durante los últimos meses un plan para formar un ejército privado con el objetivo de derrocar al presidente Maduro, informó este martes la agencia Reuters, Esta pretendida fuerza militar constaría de unos cuatro o cinco mil mercenarios contratados en nombre del opositor Juan Guaidó y reclutados entre paramilitares colombianos y d otros países de la región. Para expertos en seguridad, el plan de Prince es «políticamente inverosímil y potencialmente peligroso», y «podría desencadenar una guerra civil, agrega la agencia británico-estadounidense.  Prince busca financiación y apoyo político para esta iniciativa en el entorno del presidente estadounidense, Donald Trump, y entre exiliados venezolanos millonarios, manteniendo para ello diversas reuniones privadas en EEUU y Europa. Uno de estos tuvo lugar a mediados de este mes de abril, días antes de la intentona golpista de la frustrada ultraderecha venezolana del 30 de abril. Ese mismo día, El secretario de Estado de EEUU, Mike Pompeo, no descartó (ante Fox Business Network) la posibilidad de una «acción militar» en Venezuela si así «lo requiere» la situación. Prince contempla una fuerza integrada por peruanos, ecuatorianos, colombianos, personas de habla hispana, ya que considera que este tipo de soldados serían más políticamente aceptables (para los estadounidenses, que aún recuerdan las bolsas negras en las que volvían los soldados desde Vietnam) que contratistas estadounidenses. Pompeo hizo esta declaración, después de que lanzara otra mentira –un fake new- a la CNN. En lugar de aceptar que el golpe inducido por EEUU fracasó, señaló que el presidente venezolano Nicolás Maduro, tenía prevista su salida del país, rumbo a Cuba, pero Rusia lo disuadió. En respuesta, Maduro respondió: «Señor Pompeo, por favor, ¡qué falta de seriedad! […] cuánta mentira y manipulación en esta escaramuza golpista». El portavoz de Guaidó, Edward Rodríguez, ha negado que la oposición venezolana haya mantenido conversaciones con Prince acerca de sus operaciones, y el portavoz del Consejo de Seguridad Nacional de la Casa Blanca, Garrett Marquis, ha evitado hacer comentarios tras ser preguntado acerca de esta iniciativa. Uno de los argumentos de Prince es que Venezuela necesita un «acontecimiento dinámico» para romper el punto muerto en el que se encuentra el país desde enero, cuando Guaidó se autoproclamó presidente encargado tras declarar como ilegítimo a Maduro. Ahora suma otra argumento: los venezolanos por sí solos, no lo pueden hacer. De acuerdo con fuentes, para financiar su plan Prince busca 40 millones de dólares de inversores privados y quiere apropiarse de fondos de los miles de millones de dólares en bienes venezolanos que han sido congelados en todo el mundo por las sanciones impuestas contra el gobierno constitucional venezolano. Quiere piratear a los piratas. Sin embargo, no está claro cómo la oposición venezolana podría acceder legalmente a dichos bienes. Prince dijo a la gente con la que se reunió, según Reuters, que cree que Guaidó tiene la autoridad para formar su propia fuerza militar porque ha sido reconocido internacionalmente como presidente legítimo del país. Blackwater, trasnacional criminal Blackwater, una multinacional militar se abre paso en el mundo desde hace dos décadas. Es la empresa de seguridad más poderosa del planeta, acumula denuncias por crímenes cometidos en Medio Oriente y por casos de corrupción en Estados Unidos. Radiografía de un negocio en expansión, impulsado por la Casa Blanca. En las últimas dos décadas, con impunidad, con armamento de última tecnología, montada sobre mercenarios de diferentes naciones, Blackwater es una de las mayores empresas de seguridad a nivel internacional, fundada en 1997 por Erik Prince y Al Clark. Tiene decenas de denuncias en su contra, por cometer crímenes, incurrir en flagrantes abusos de autoridad y participar en contratos espurios otorgados por el Pentágono y el Departamento de Defensa de Estados Unidos. Renombrada como Academi, Blackwater  surgió en pleno avance neoconservador en EEUU, de la mano del presidente George W. Bush (2001-2009). La transnacional, fundada bajo la bendición de la ultraderecha católica estadounidense,  ingresó en las grandes ligas con la administración de Bill Clinton en la guerra de los Balcanes en la década de 1990. Los neocons, que venían apuntalando su poder durante los mandatos de Ronald Reagan y Bush padre, encontraron en la administración republicana del empresario petrolero el caldo de cultivo para aplicar el Proyecto para el Nuevo Siglo Americano (PNAC, por sus siglas en inglés) que, entre otros puntos, avalaba la desregulación total del Estado y apuntaba todos sus cañones contra esa vaga definición de “terrorismo internacional”, que se ubicaba: en Medio Oriente y entre la comunidad musulmana. Un informe de Sudestada señala que en ese momento, BW daba sus primeros pasos en el redituable negocio de la seguridad privada, poniendo a disposición de Washington a los primeros “contratistas” que, para 2001 y 2003, con las invasiones a Afganistán e Irak, respectivamente, se convertirían en un ejército mercenario, alcanzando casi la misma cantidad de tropa en territorio iraquí que las Fuerzas Armadas estadounidenses. Pero Prince, con pasado como SEAL (equipos de mar, aire y tierra de la Marina estadounidense), ultraconservador y financista de grupos católicos, extremistas y marginales, no pensó a su empresa como un simple ejército de respaldo a las ocupaciones de EEUU en otras partes del mundo, y en Carolina del Norte, en un pantano conocido como Moyock de 2.800 hectáreas, fundó la instalación militar privada más grande del mundo. Manzanas podridas, fruto de un árbol muy tóxico En el libro Blackwater. El auge del ejército mercenario más poderoso del mundo, el periodista Jeremy Scahill describe a Moyock como el lugar donde “se instruye anualmente a decenas de miles de agentes de las fuerzas del orden, tanto federales como locales, así como a tropas de naciones extranjeras amigas”. En su sede central, BW “tiene su propia división de inteligencia y cuenta entre sus

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Guantanamera

Fuente: Jorge Elbaum | El cohete a la luna Fecha: 21 de ABR 2019 El último lunes, la prestigiosa revista New Yorker publicó una extensa nota de Ben Taub sobre el vínculo de un carcelero y un prisionero acusado de terrorista.[1]  La historia tiene sede en la base naval estadounidense de Guantánamo, emplazada en territorio ocupado a la República de Cuba. La investigación periodística relata el vínculo entre uno de los cautivos detenidos en esa Base Naval, acusado de formar parte de Al-Qaeda, y un integrante de la Guardia Nacional de Oregon. El detenido es Mohamedou Salahi, un ingeniero eléctrico que fue secuestrado por pedido de la CIA, en Mauritania, su país de origen, en 2002, luego de ser investigado por las autoridades de inteligencia del país africano, a pedido de la CIA. Sin que se logre cumplimentar alguna acusación, fue entregado a los militares estadounidenses, quienes lo trasladaron primero a Jordania y después a Afganistán, territorios donde empezó a sufrir periódicas sesiones de torturas. Sobre Salahi pendía la sospecha (así se fundamentó su secuestro) de ser uno de los cerebros de los ataques del 11 de septiembre. Tenía 30 años cuando lo detuvieron. Sus credenciales lo mostraban como un brillante ingeniero de la especialidad de electricidad, portador de una inteligencia prodigiosa y antecedentes de haber participado en la guerra contra la Unión Soviética en los años ’90, cuando tenía 20 años, por un lapso de pocos meses. A esas referencias se le sumaba el hecho de contar con conocidos y parientes ligados a Al-Qaeda, aunque distanciados de Osama Bin Laden desde el momento que tomó la decisión de atacar Nueva York. Luego de su periplo obligado por Asia, Salahi fue depositado en la base naval de Guantánamo, donde se convirtió en el detenido de mayor valor de las fuerzas armadas de los Estados Unidos. A partir de 2002 se convirtió en el recluso 760, código que remitía al secreto mejor guardado de los servicios de inteligencia militar. Ese pedestal le impedía gozar de las entrevistas de la Cruz Roja e interactuar con el resto de los reclusos. Dos años después de que Salahi llegara a Guantánamo, empezó a ser custodiado, entre otros, por Steve Wood, un joven de 22 años, miembro de la Guardia Nacional de Oregon, a quien le advirtieron en forma reiterada acerca de la infinita peligrosidad del mujaidín de origen mauritano. Los únicos interlocutores de Salahi eran sus custodios y quienes se encargan de llevar a cabo los interrogatorios y las torturas. La convivencia cotidiana entre Wood y Mohamedou llevó al primero a interesarse en las acusaciones que pendían sobre el detenido, a quien se caracterizaba como “un miembro clave de la red terrorista internacional”, pero sobre quien no se había podido probar ningún crimen desde su llegada a la base naval. La curiosidad de Wood lo llevó a dedicar parte de su tiempo libre a indagar sobre los tenebrosos antecedentes de Salahi y las evidencias que respaldaban las acusaciones. Después de investigar cientos de horas no encontró nada. En un primer momento supuso que la información no debía estar disponible para un simple suboficial como él, o que dichos registros debían estar guardados en archivos residentes en territorio continental de Estados Unidos. Lo único que encontró fueron confesiones contradictorias del propio Salahi arrancadas mediante torturas indescriptibles. De hecho, las propias revelaciones del recluso 760 surgían como discordantes unas con otras, y eran atribuibles a relatos imaginarios ofrecidos con la obvia intención de que cesara la tortura. Los datos brindados por Salahi, según Wood, aparecían obviamente rebatidos por variadas fuentes fidedignas, fechas inconexas y nombres inexistentes. Sus propios interrogadores, convertidos en verdugos despiadados, compartían su frustración al constatar reiteradamente que las incongruentes versiones de Salahi se explicaban por su desesperación por brindar alguna información que justificara el fin de los vejámenes. Sus confesiones simuladas, sin embargo, le permitieron acceder a artículos de confort como un almohada, jabón, toallas y la posibilidad de escribir en su cuarto de confinamiento. Wood siguió investigando el caso durante sus días de franco, sin poder descubrir evidencias, vínculos o alguna documentación que lograse relacionar al mauritano con alguna red terrorista. En su estancia en la Bahía de Guantánamo, mientras lo custodiaba, Wood le pedía que recitara parágrafos del Corán y Salahi los repetía tanto en inglés como en árabe. En los años que Wood estuvo destinado en el Caribe, su recluso se transformó en una fuente de aprendizaje e iniciación espiritual. Salahi dialogaba habitualmente de historia y filosofía y su carcelero se asombraba de la educación y la fluidez en el manejo de cuatro idiomas que poseía el mauritano. Cuando Wood abandonó su tarea en la Base Naval de Guantánamo, decidió regresar a Oregon con la decisión de abandonar las ocupaciones militares: sus diálogos con Salahi y lo que había visto en el centro de detención lo habían cambiado. Había vivido una inversión del Síndrome de Estocolmo: el carcelero se había transformado tras su paso por el Caribe. Vigilar y castigar La base de Guantánamo es alquilada por los Estados Unidos en el marco de un tratado impuesto por Washington desde 1898. Cuba desconoce, desde el triunfo de la Revolución, dicho arrendamiento y exige su devolución. Cada mes, en el marco de una teatralización grotesca, Washington desembolsa un monto de U$S 4800 que el gobierno cubano se niega a recibir, como forma de repudio (y de dignidad) ante la ocupación. Al Pentágono, la extraterritorialidad de la prisión de Guantánamo le permite desconocer las propias leyes de su país, logrando que los reclusos sean juzgados por cortes marciales secretas, con ausencia de defensa y de conocimiento de cargos. En el año que Wood abandonó la base naval, el Departamento de Estado aceptó nombrar a un fiscal para atender el caso de Salahi. Para ese menester se contrató al teniente coronel Stuart Couch. El militar se dedicó durante dos años a relevar todos los antecedentes existentes que probaban el nexo de Salahi con Al-Qaeda, pero luego de constatar que las acusaciones no guardaban ninguna credibilidad,

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