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¿Fin de cuál ciclo?

Fuente: Atilio Borón | Telesur HD Fecha: 10 junio 2019 Fueron muchas y muchos los que a mediados de esta década y en coincidencia  -¿casual, involuntaria?- con el despliegue de la ofensiva restauradora del imperio se apresuraron a anunciar el “fin del ciclo” progresista en Latinoamérica. La derrota del kirchnerismo en el 2015 y el ilegal e ilegítimo derrocamiento de Dilma Rousseff en 2016 así como el grotesco juicio y encarcelamiento de Lula aparecían como signos inequívocos del inicio de un nuevo ciclo histórico. Sólo que los profetas de esta epifanía jamás se aventuraron a arriesgar algo muy elemental: ¿qué venía después? Terminaba un ciclo, bien, pero: ¿quería esto decir que comenzaba otro? Silencio absoluto.  Dos alternativas. O bien adherían a las tesis de Francis Fukuyama sobre el fin de la historia, cosa absurda si las hay; o como los más audaces insinuaban, con fingida preocupación, estábamos al comienzo de un ciclo largo de gobiernos de derecha. Digo fingida porque, hipercríticos con los gobiernos del ciclo supuestamente en bancarrota in pectore preferían la llegada de una derecha pura y dura que, supuestamente, acentuaría las contradicciones del sistema y mágicamente abriría la puerta a quien sabe qué … porque, sorprendentemente, ninguno de esos acerbos críticos del ciclo progresista hablaba de revolución socialista o comunista, o de la necesidad de profundizar la lucha antiimperialista. Por lo tanto, su argumento meramente retórico y academicista moría en la mera certificación del presunto cierre de una etapa y nada más. Ahora bien: todos esos discursos se derrumbaron abruptamente en las últimas semanas.  En realidad, ya venían cuesta abajo desde el inesperado triunfo de López Obrador en México y su tardía incorporación al “ciclo progresista”. Su victoria demostraba que si bien herido seriamente éste no había muerto. La debacle del macrismo y su casi segura derrota en las presidenciales de octubre de este año y la reciente revelación de las ilegales e inmorales argucias fraguadas entre el corrupto juez Sergio Moro y los fiscales del poder judicial brasileño para enviar a la cárcel a Lula asestan un duro golpe a los dos puntales sobre los cuales reposaba el inicio del supuesto ciclo “pos-progresista”. En la Argentina los macristas esperan lo peor, sabiendo que sólo un milagro los salvaría de una derrota. Y Bolsonaro está al borde del abismo por la crisis económica del Brasil y por haber designado como super-ministro de justicia a un letrado inescrupuloso que da un rotundo mentís a su pretensión de ofrecer un gobierno transparente, impoluto, inspirado en los más elevados principios morales del cristianismo que le inculcaron los pastores de la iglesia evangélica cuando -apropiada y oportunistamente- lo rebautizaron en el río Jordán como Jair “Mesías” Bolsonaro. Las filtraciones de los chateos por WhatsApp y conversaciones entre Moro y los fiscales dadas a conocer por The Intercept , amén de las múltiples denuncias por corrupción en su contra y sus hijos, revelan que este santo varón llamado a lavar de sus pecados a la política brasileña no es otra cosa que el jefe de una banda delictiva, un impostor, un charlatán de feria, un energúmeno cuyos días en el Palacio del Planalto parecen estar contados. Y mantener a Lula en prisión será cada día más difícil habida cuenta de la farsa jurídica perpetrada en su contra y ahora exhibida a plena luz del día. Y Lula libre es un peligro de marca mayor para el actual gobierno de Brasil. ¿Se trata de que sólo Argentina y Brasil están incumpliendo con los pronósticos de los teóricos del “fin de ciclo”? No. ¿Qué decir del desastre colombiano, una verdadera “dictablanda” pseudoconstitucional donde según el tradicional periódico El Tiempo “durante los primeros 100 días de mandato del presidente Iván Duque se han registrado 120 asesinatos de líderes”, un baño de sangre comparable o peor que el de las dictaduras que asolaron países como Argentina, Brasil, Chile y Uruguay  en los setentas y ochentas (https://www.eltiempo.com/colombia/otras-ciudades/el-mapa-de-los-lideres-sociales-asesinados-en-colombia-184408). Y qué decir del caso del Perú, en donde todos sus ex presidentes desde 1980 (Alberto Fujimori, Alejandro Toledo, Ollanta Humala, Pedro Pablo Kuczynski y Alan García están presos, fugados o suicidados, lo que junto con la catástrofe colombiana y la deserción de México humedeció irreparablemente la poca pólvora que quedaba  en manos del “Cartel de Lima” como lacayo regional del Calígula estadounidense. Mismo el caso chileno no está exento de dudas toda vez que la deslegitimación de su sistema político ha llegado a niveles sin precedentes. En efecto, ante la escandalosa capitulación de esa frágil democracia frente a los grandes intereses corporativos, en cuyo nombre exclusivamente se gobierna,  la mayoría de la población adulta ha optado por el abstencionismo electoral con el consecuente vaciamiento del proyecto democrático.  En pocas palabras: lo que supuestamente vendría una vez consumado el agotamiento del “ciclo progresista” es por lo menos problemático y está muy lejos de constituir una alternativa superadora del “extractivismo” o el “populismo” que supuestamente habrían caracterizado los gobiernos precedentes. Lo anterior no debe interpretarse como una aseveración de que el ciclo iniciado con el triunfo de Chávez en las presidenciales de Diciembre de 1998 en Venezuela prosigue su marcha imperturbable. Mucho ha sufrido en los últimos tiempos. El cambio en el clima económico internacional le juega en contra; la obra de destrucción llevada a cabo por Macri, Piñera, Duque, Bolsonaro y la infame traición de Moreno, esa verdadera “armada Brancaleone” que Trump y su predecesor instalaron en Latinoamérica, ha socavado muchos de los avances del pasado. Pero la realidad es porfiada y un traspié no es derrota, como tampoco lo es un retroceso puntual.  El viejo topo de la historia prosigue incansable su labor, favorecido por la exasperación de las contradicciones de un capitalismo cada vez más salvaje y predatorio. La larga marcha por la emancipación de nuestros pueblos -que nunca fue lineal e invariablemente ascendente- sigue su curso y acabará por desalojar a esos gobiernos entreguistas, reaccionarios y cipayos que hoy agobian a Latinoamérica y nos avergüenzan ante el mundo. Y no habrá que esperar mucho para verlo.

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El hombre de Trump en Jerusalén está dañando el proceso de paz

Fuente: Editorial de Haaretz Fecha: 10-06-2019 Los comentarios del embajador estadounidense David Friedman la semana pasada, que implican que Estados Unidos está dando el visto bueno al gobierno de Israel para anexar unilateralmente parte de Cisjordania, equivalen a escupir a los palestinos. Y auguran un dolor de cabeza para cualquiera que busque una solución justa al conflicto israelí-palestino basado en la división de la tierra y el reconocimiento del derecho de ambos pueblos a la libre determinación. Friedman ha ayudado durante dos años a redactar el «acuerdo del siglo», junto con el yerno y asesor principal del presidente Donald Trump, Jared Kushner y el representante especial de Trump para las negociaciones internacionales, Jason Greenblatt. Friedman dijo en una entrevista con The New York Times: «Bajo ciertas circunstancias, creo que Israel tiene el derecho de retener parte, pero es poco probable, de Cisjordania». No especificó cuáles podrían ser esas circunstancias. También se negó a decir cómo responderían los Estados Unidos si el Primer Ministro Benjamin Netanyahu se moviera para anexar unilateralmente las tierras de Cisjordania. «Realmente no tenemos una opinión hasta que entendamos cuánto, en qué términos, por qué tiene sentido», dijo Friedman. Estas declaraciones, identificadas con la posición del derecho anexionista de Israel, destruyen la legitimidad de Friedman como un agente honesto y justifican retroactivamente los temores de los palestinos sobre el plan de paz de Trump. Después de tales comentarios, es difícil sorprenderse por las sospechas de los palestinos, que se expresan en parte por su intención declarada de boicotear la cumbre en Bahrein, donde se espera que Estados Unidos divulgue la sección económica del plan. En la entrevista, Friedman incluso acusó al gobierno de Obama al permitir la aprobación en 2016 de la Resolución 2334 del Consejo de Seguridad de la ONU -que establece que los asentamientos israelíes violan el derecho internacional- de dar crédito a los argumentos palestinos «de que toda Cisjordania y Jerusalén oriental les pertenecen”. «Ciertamente, Israel tiene derecho a retener parte de» la Ribera Occidental, dijo Friedman. Friedman está equivocado y es engañoso. Israel no lo tiene según el derecho internacional porque este es un territorio ocupado que no puede ser anexado. Esa fue también la posición de la administración de los Estados Unidos, hasta ahora. La retracción de esta posición es también la razón por la que cinco senadores demócratas presentaron la semana pasada una resolución que apoya una solución de dos estados y se opone a la anexión de cualquier parte de Cisjordania. Los demócratas saben lo que sabe el campo de paz de Israel: solo una solución de dos estados puede garantizar los derechos de ambos pueblos, y la anexión unilateral de los territorios es contraria a los intereses de Israel. Si los Estados Unidos son sinceros acerca de querer celebrar una conferencia de paz con la participación palestina y actuar como un intermediario honesto entre las dos partes, sus representantes deben ser neutrales. Friedman representa los intereses del derecho de los colonos, y no cumple con estas condiciones previas. Traducción: Dardo Esterovich

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Noam Chomsky: «Trump agita el puño para mantener el poder sobre una población asustada

Fuente:  Donald Roberto Manríquez | Biobiochile Fecha: 9 junio 2019 Chomsky insiste en la necesidad de hacer “esfuerzos destinados a la educación, a la organización, y realizando acciones organizadas de resistencia”, y anuncia su voto a cualquier candidato demócrata que confronte a Donald Trump el próximo año, pese a ser una figura visible del anarquismo por más de medio siglo, el intelectual estima que es preciso detener lo que supone es un serio riesgo para la sobrevivencia humana sustentable. Al igual que en la última elección, votaría por cualquier candidato Demócrata que se presente para bloquear a Trump. Creo que esa debería haber sido y debiera ser la estrategia de la izquierda y en realidad de cualquiera que se preocupe por el mundo hoy. R.M.: Algunos analistas han señalado que Trump utiliza amenazas apocalípticas como por ejemplo con Irán, como un método de negociación, pero que es solo una estrategia, ¿hacemos bien en no tomarlo tan en serio? No creo que Trump tenga interés en alguna negociación, a menos que sea para una capitulación. Crear una amenaza y agitar el puño para proteger a la población de la amenaza inventada es un medio clásico para mantener el poder doméstico de una población asustada, y para él es una necesidad, ya que sus políticas reales causan un daño grave a una gran parte de su propia base de votantes, los que no son muy ricos. Y también sirve para socavar a Irán, obligando al país a desviar recursos escasos para defenderse contra un estado deshonesto. R.M.: En el caso de Irán y Rusia da la impresión de que, dada esta forma de Trump para ejercer el poder, la posibilidad de un error de apreciación o un hecho que se interprete como un desafío pueda desatar una tragedia irreversible. Puede muy bien desencadenarse una tragedia sin retorno. Es muy arriesgado, porque es cierto que algún accidente podría desencadenar una conflagración. Se discute, pero me temo que no lo suficiente. R.M.: Ahora bien esta mirada incrédula también parece extenderse al Cambio Climático. ¿Por qué parece tomarse tan en serio el tema Medioambiental? Es en parte el resultado del “negacionismo” patrocinado por corporaciones de combustibles fósiles y por algunas organizaciones políticas, en particular por el Partido Republicano en los Estados Unidos. En parte es escepticismo sobre la ciencia y su trabajo por parte de un sector de la población. En parte, también, es la dificultad que tienen las personas de contemplar algo que no les resulta muy evidente. Es, además, la falta de voluntad para creer en algunos casos. En cualquier forma los efectos son palpables, de no hacer una diferencia será irreversible. R.M.: En Brasil, Bolsonaro, un émulo de Trump, dijo el mes pasado que la propiedad privada es sagrada y que exoneraría a los terratenientes que disparan a quienes tratan de ocupar sus tierras. Ciertamente habló de los actuales propietarios. ¿Cómo estos personajes acceden al poder? Bolsonaro es un desastre. Pero lo primero que hay que decir es que era bastante probable que Lula hubiera ganado las elecciones el otoño pasado y que dada esa “amenaza”, fue silenciado: enviado a prisión por cargos que son dudosos en el mejor de los casos, y según los estándares de sus acusadores, inexistentes. Fue sentenciado a un confinamiento en solitario y, de manera crucial, se le prohibió hacer declaraciones públicas para que no fuera una voz en la elección. A esto le siguió una extraordinaria campaña de difamación y esta fue distribuida masiva y directamente en las redes sociales que son la fuente de “información” para muchos brasileños. Esta fue la última etapa de un “golpe suave” que comenzó poco después de que Lula dejara el cargo, con dos administraciones muy exitosas, descritas por el Banco Mundial como la “década dorada” de Brasil, liderando un período único en la historia de Brasil en el que hubo un enorme progreso en la reducción de la pobreza y la inclusión social, con nuevas oportunidades para los oprimidos. R.M.: Hay muchos autores que sostiene que en realidad exageramos y que la especie humana está en riesgo de extinción pero debido al avance de la inteligencia artificial. ¿No suena esto un poco optimista? Estoy de acuerdo, pero preferiría “exagerado” a “optimista”. Sobre el riesgo, depende de la naturaleza de la sociedad. Por el momento, no hay una influencia detectable de la Inteligencia Artificial en la pérdida de empleos más allá de la norma. Si lo hubiera, habría un aumento en el crecimiento de la productividad, que sigue siendo bajo. Pero tarde o temprano habrá. En una sociedad decente, eso sería una gran noticia. La gente sería liberada del trabajo peligroso y aburrido a un trabajo más satisfactorio y creativo, – ¡Dios nos libre! – para su mayor placer, algo muy necesario, especialmente para los estadounidenses, que trabajan aproximadamente un mes al año más que los europeos sin ningún beneficio aparente. R.M.: Parte de la desesperación actual parece residir en el hecho de que los gobiernos reformistas no parecen atractivos porque parecen tener límites en el llamado “comercio mundial” o empresas o países poderosos que parecen dictar patrones de comportamiento económico y social ambiental. ¿Cómo deshacerse de esta amenaza en su opinión? Con los únicos medios que han funcionado en el pasado: esfuerzos destinados a la educación, a la organización, y realizando acciones organizadas de resistencia donde sea apropiado, como han existido muchos ejemplos exitosos en el pasado. Nunca ha habido ninguna fórmula mágica.

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Gracias a McDonald’s por recordarle a Israel que hay una línea verde, e incluso una línea roja

Fuente: Gideon Levy | Haaretz Fecha: 7-06-2019 McDonald’s presenta: una hamburguesa modelo. No aparece en el menú y la compañía oscurece sus ingredientes, pero claramente el elemento estrella es un boicot a los asentamientos. No hay Big Macs en Ariel y no habrá McRoyales en Efrat. La derecha ahora exige que se impida a esta empresa traidora abrir una sucursal en el aeropuerto Ben-Gurion. Un grupo llamado Foro de Veteranos Discapacitados para la Seguridad de Israel publicó señales de advertencia esta semana en la entrada de los restaurantes de la compañía en Tel Aviv, siguiendo el modelo de las señales de advertencia que indican a los israelíes que no deben ingresar a la Autoridad Palestina. Califica al boicot de McDonald’s de los asentamientos como «una decisión vergonzosa» y está instando a un boicot a la compañía. Eso es lo que le sucede a una hamburguesa que busca elevar su cabeza y hacer más que solo vender una porción extra grande, que elige prestar atención a su conciencia y no solo ser una hamburguesa. McDonald’s es un socio principal en los delitos de la industria de la carne y el holocausto de los animales. Es un símbolo de la globalización y el capitalismo. Sus productos son perjudiciales para la salud de las personas y el medio ambiente, y no permite que sus trabajadores se sindicalicen. Sin embargo, ahora debemos aplaudir su política, que se remonta a 2013, cuando su franquiciado israelí, Omri Padan, se opuso a abrir una sucursal en Ariel. Por lo tanto, la gente de moral debe cruzar con desprecio las señales de advertencia de que la derecha ha colocado en las sucursales de la cadena y comprar demostrativamente una ensalada verde con chizitos como un acto de apoyo al coraje y la determinación de la compañía. No debe sufrir porque dio un paso que muy pocas compañías están dispuestas a dar, pero que todas las compañías deberían haber tomado hace mucho tiempo. La explicación oficial de la compañía puede parecer evasiva, pero va al meollo del asunto: Alonyal [la compañía franquiciada] nunca tuvo una licencia para abrir sucursales en Cisjordania». Boom. Hay una línea verde. Incluso hay una línea roja. Es cierto que esta separación es artificial y ya lleva mucho tiempo muerta. Es ridículo boicotear el asentamiento de Itamar pero no a Tel Aviv, que lo financia, lo protege y legaliza sus delitos. Sin embargo, McDonald’s ha emitido una declaración contundente: Cisjordania y Gaza no están aquí. Ha dicho que sí a Israel, no a la ocupación, que cuenta con más de 1,000 carteles de protesta en cada manifestación*. El franquiciado nunca tuvo una licencia en un terreno en el que Israel tampoco tuvo una licencia. Thomas Friedman escribió una vez que nunca habrá una guerra entre dos países que tengan sucursales de McDonald’s, una tesis que fue destruida por la Segunda Guerra de Líbano en 2006. Pero esta compañía ahora está rompiendo fronteras y, sobre todo, estableciendo fronteras. Los fabricantes de hamburguesas no son líderes morales. McDonald’s simplemente dijo lo que debería haber sido evidente para todas las empresas comerciales: el franquiciado en Israel no es necesariamente el franquiciado en las colonias de la ocupación. Muchas empresas israelíes e internacionales deberían seguir sus pasos. Del mismo modo que toda empresa que respeta la ley tiene la obligación de no traficar con propiedades robadas, tampoco debe operar en tierras robadas. Las compañías decentes no operan en áreas criminales. No invierten, no compran, no alquilan y no venden. Es peligroso allí, e ilegal. Y no hay otra manera de definir los territorios ocupados y los asentamientos construidos allí en violación del derecho internacional, excepto como zonas de delincuencia. ¿Puede una empresa respetuosa de la ley establecer un negocio legítimo en Ofra, un asentamiento en el que más de la mitad de las casas están construidas en terrenos privados que fueron robados por la fuerza a sus propietarios legales? Esto no tiene ninguna conexión con la ideología, ni siquiera con la moral, sino solo con el funcionamiento de la ley. La triste experiencia muestra que al final, los grupos de presión judíos e israelíes obtendrán una victoria. Forzaron a Airbnb* a capitular, y también pueden derrotar a McDonald’s. Pero hasta que el McDonald’s Drive-Thru abra en Ma’aleh Mikhmash, y esperamos que nunca lo haga, podemos sugerir que los colonos coman en McDonald’s dentro de Israel, o establecer una cadena de comida rápida alternativa: McDavid. En la década de 1980, cuando McDonald’s aún no había venido a Israel, una cadena con ese nombre operaba aquí. Fue demandado por la compañía estadounidense por la engañosa similitud de su nombre. La comida sabía horrible, y la cadena se cerró, dejando la ruina detrás de sí, y una sola sucursal. Notas de traductor * Se refiere a las manifestaciones semanales de los palestinos en la frontera de Gaza ** Empresa que posee una plataforma de software dedicada a la oferta de alojamientos a particulares y turísticos. Traducción: Dardo Esterovich

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Hay cosas mucho peores que Netanyahu, por ejemplo, Lieberman

Fuente: Gideon Levy | Haaretz    Fecha: 29 may 2019 El odio primigenio hacia Benjamin Netanyahu ciega incluso los ojos de los sabios. De repente, Avigdor Lieberman se ha convertido en la esperanza del público secular liberal. La mitad de Israel odia a Netanyahu como Israel nunca ha odiado a ningún primer ministro antes, y Lieberman es el salvador. Este odio patológico hacia Netanyahu se debe principalmente a su estilo de vida y sus esfuerzos imbéciles para escapar de la justicia, no de sus políticas o posiciones. La lujuria de verlo derrocado, drogado en la plaza de la ciudad y encarcelado por toda la eternidad hace mucho que dejó de ser racional. Es irracional hasta el punto de ocultar el hecho de que podría haber cosas mucho peores que Netanyahu, por ejemplo, Lieberman. El cañón sagrado de la centro izquierda está disparando a Netanyahu, y sus artilleros han olvidado quién es Lieberman. Perdonaremos y olvidaremos todo a Lieberman si solo derribara a Netanyahu por nosotros. Los testigos de carácter a su favor incluso han emergido de entre el público ilustrado: pragmático, fuerte, sabio, serio; consecuente con su palabra; espera y verás. Estas evaluaciones son ridículas y peligrosas. Lieberman nunca las mereció y nunca las merecerá. Es uno de los matones más feos y repulsivos de la política, y bien puede hacernos extrañar a Netanyahu. Lieberman ahora está montado en los dos odios más ardientes del público liberal: hacia Netanyahu y hacia los ultraortodoxos. Ha torturado a Netanyahu para su propia diversión, y el público liberal aplaudió. La crisis de los últimos días fue creada por Lieberman, no por Netanyahu. Lieberman optó por convertir en una cuestión emblemática la ley de conscripción militar, una de las cuestiones más marginales de la agenda, que se basa enteramente en el odio del público secular a los ultraortodoxos. No importa en lo más mínimo si los ultraortodoxos están obligados o no. El ejército no los necesita. El reclutamiento en un ejército que hace lo que hace el nuestro no es un «valor moral». Y, en cualquier caso, no hay igualdad en la carga del servicio. Aproximadamente la mitad de todos los israelíes no están reclutados en el ejército, y eso es un desastre minúsculo. Pero para aquellos que odian a los ultraortodoxos, Lieberman es el héroe de la hora. Se vengará de esas sanguijuelas de negro. Ese es el tema más importante con el que el país tiene que lidiar en este momento. Los casos criminales contra Netanyahu son blancos como la nieve en comparación con los casos anteriores contra Lieberman, que sin embargo, llegaron a la nada, en circunstancias bastante impactantes. El partido de Lieberman, Yisrael Beiteinu, seguramente está plagado de mucha más podredumbre que el Likud de Netanyahu, y también es menos democrático. Las declaraciones de Lieberman muestran que él es más racista y nacionalista que Netanyahu. Pero para aquellos que quieren la cabeza de Netanyahu, este no es el momento para una evaluación racional de las posiciones políticas. A diferencia de Netanyahu, Lieberman es un criminal que fue condenado por agresión a un muchacho. Junto al cinismo de Lieberman, Netanyahu es un romántico. Junto a la arrogancia de Lieberman, Netanyahu es modesto. Junto a la embestida de Lieberman, Netanyahu es la Madre Teresa. Al lado de las opiniones de Lieberman, Netanyahu es un activista de Breaking the Silence (Rompiendo el Silencio). Junto a la despreciable incitación de Lieberman contra los miembros árabes de la Knesset, Netanyahu es un fanático de Ahmad Tibi. Y no lo olvide, Lieberman es un colono de Nokdim, mientras que Netanyahu nunca soñó con ser un colono. Pero a Lieberman se le perdona todo, si solo derribara a Netanyahu por nosotros y traiga la salvación a su pueblo. Solo imagine a Lieberman en lugar de Netanyahu. Incluso este escenario de pesadilla se ha planteado en los últimos días. Por supuesto, como ministro de defensa, afortunadamente fue un cero, como lo fue en todos sus cargos ministeriales. Pero sería suficiente para él llevar a cabo incluso una fracción de sus amenazas para que la parte del público que ahora busca la caída de ese demonio de Netanyahu, reclame su regreso. Recuerde, Lieberman inicialmente apoyó la «transferencia» de los palestinos, y luego la reemplazó con intercambios forzados de tierras, para asegurar una mayoría en Israel para el pueblo elegido. Soñó con juramentos de lealtad como condición para la ciudadanía. Se opuso a la retirada de la Franja de Gaza. Ha amenazado con bombardear la presa de Aswan en Egipto y asesinar al líder de Hamas, Ismail Haniyeh. Es un fanático de la pena de muerte para los terroristas. Comparó la organización contra la ocupación Yesh Gvul con los kapos en los campos de concentración nazis. Ha culpado a la izquierda por todo lo fallido de Israel y por todos sus problemas. Su vida siempre es «el paraíso». Pero la nuestra lo será mucho menos si, Dios no lo quiera, él emerge más fuerte de la crisis que creó, todo sobre una “cuestión de principios”, por supuesto. Traducción: Dardo Esterovich

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Netanyahu en su hora más difícil

Fuente: Jorge Kreyness | Tiempo Argentino Fecha: 2 de junio 2019 Hay distintos factores por los que Benjamin Netanyahu no pudo formar gobierno y debió inducir a que el Parlamento (Knesset) votara su propia disolución y convocara a nuevas elecciones en septiembre. Si bien el disparador fue el fracaso de la votación del servicio militar de los estudiantes religiosos, lo que se trata es que, en realidad, Israel padece una crisis de conducción política, no sólo en relación frente a los palestinos, sino especialmente frente a sus alianzas en el plano internacional. Por un lado, se está teniendo muchas expectativas que Israel se vería muy beneficiado ante el Brexit británico pero, por otra parte y, esto es muy importante, el jueves pasado llegó a Israel el representante de Donald Trump, que no es otro que su propio yerno, Jared Kushner. El emisario arribó desde Marruecos (donde comenzó su raid), con un plan económico que tiene como pretensión modificar el eje histórico del debate sobre el conflicto israelí palestino. Kushner dice tener una solución económica favorable para todas las partes y en esa dirección gestiona una reunión en la tercera semana de junio en Baréin, que podría ser clave. Su gira tiene que ver con que la mayor cantidad de países participen de ese cónclave. Lo que produjo este episodio es que seguramente saltaron serias diferencias entre distintos sectores de la economía israelí, porque, concretamente, a esta altura hay grupos importantes que no confían en que Netanyahu sea la persona indicada para conducir esta negociación, dada su íntima relación con el presidente estadounidense Donald Trump. Además que fue señalado por un fiscal por varios delitos en tres casos distintos, mientras la comunidad internacional le exige cada vez con mayor elocuencia que cesen los ataques contra los palestinos. Las acusaciones en su contra y contra su esposa son muy fuertes, hay una pérdida de confianza y los grupos de poder, la propia población israelí y otros sectores de medio oriente, parecen estar prefiriendo otro jefe de gobierno que pudiera tener mayor confiabilidad a la hora de encarar las nuevos proposiciones norteamericanas con la pretensión de resolver el conflicto histórico con Palestina. Porque hay otro dato clave: ese proyecto ya fue rechazado de plano por la Autoridad Palestina. Durante los próximos días se definirán claramente las distintas posiciones de las fuerzas de la derecha israelí. Es entre ellas que se dirimen estas cosas y seguramente se van a unir para evitar que el presidente le deba pedir la formación de gobierno a los sectores de la llamada centroizquierda y los laboristas. Pero, de todas maneras, la situación se le pone difícil Netanyahu y por eso se busca una alternativa. Es un jefe de Estado más débil que el que conocimos hace tiempo atrás. Y muchos piensan que tal vez otra persona que pueda conducir esta nueva fase de la realidad del país, con la novedad de la llegada del proyecto económico para la región, que trae EE UU que, por supuesto, pretende beneficiar aún más sus propios intereses y de una parte del establishment israelí.

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Exclusivo: Gobierno argentino inicia operación de saqueo a bienes de PDVSA en ese país

Fuente:  http://misionverdad.com/venezuela Fecha: 29 May 2019 El pasado 23 de marzo, diversas instancias del gobierno argentino han concretado un conjunto de acciones coercitivas y unilaterales contra Venezuela, que han comprometido las operaciones de Petróleos de Venezuela S.A. (PDVSA) en ese país. Ha trascendido en medios argentinos el cierre forzado de las operaciones de la empresa Petrolera del Conosur S. A. (PCSA), una sociedad de propiedad del Estado venezolano bajo la regencia de PDVSA América, filial continental de PDVSA en la región. Dicha empresa consta de una planta de distribución de combustibles y un conjunto de instalaciones conexas que ha facilitado el suministro a unas 70 gasolineras en suelo argentino, y fue fundada en tiempos de actividad expansiva de PDVSA durante el gobierno del presidente Hugo Chávez, siendo además integrante del holding de compañías venezolanas que, en el extranjero, están siendo objeto de sanciones, presiones, saqueos y actos previos a su congelamiento, inhabilitación o confiscación de facto. EN CONTEXTO, EL BOICOT A PETROLERA DEL CONOSUR Desde enero de este año, las acciones concretas desde Washington contra PDVSA y sus activos en el extranjero han consistido en el congelamiento de activos financieros, cuentas bancarias y activos físicos. Misión Verdad ha tenido acceso a fuentes que han subrayado que, desde el mes de enero, las cuentas bancarias de PDVSA América y sus empresas, entre ellas PCSA, han sido cerradas por bancos argentinos al apegarse a las acciones ordenadas desde el Departamento del Tesoro estadounidense y a las peticiones que la «representante de Juan Guaidó» en Argentina, Elisa Trotta Gamus, ha venido exigiendo. En consecuencia, al verse inhabilitadas las posibilidades de uso de los servicios bancarios, desde el mes de febrero las operaciones de PCSA se han ido a pique. Dicha empresa también se ha visto imposibilitada para efectuar el pago de arrendamiento de la instalación portuaria donde se encuentra, concretamente el puerto Dock Sud en la Provincia de Buenos Aires, lugar donde está apostada la planta de combustibles propiedad de PCSA. El monto de deuda acumulando es de 35 mil dólares estadounidenses. Ahora, la actividad portuaria, sujeta a la autoridad Provincial bajo el mando de la macrista María Eugenia Vidal, ha procedido a violentar los candados, ingresar a las instalaciones de PCSA y ha impedido el ingreso de personal a dicha planta, alegando el inmediato desalojo de las instalaciones por «impago». Las autoridades del puerto de Dock Sud procedieron al levantamiento de un acta y se decretó que tal lugar era ahora un «Predio Recuperado». La planta de llenado de combustibles de PCSA había aletargado sus operaciones en los últimos meses y se habían generado serias dificultades para el pago de personal desde el mes de febrero, producto precisamente de la imposibilidad de hacer efectivas las transacciones por el congelamiento de cuentas que las autoridades argentinas ordenaron sobre estas empresas. Por otro lado, las autoridades del puerto bonaerense Dock Sud, a expensas de la deuda de 35 mil dólares y mediante su medida de desalojo, han comprometido los activos de PCSA calculados en un valor de casi 200 mil dólares, un hecho que puede considerarse un robo a los activos soberanos de Venezuela. OPERADORES DEL BOICOT Fuentes indicaron a Misión Verdad que, previo a estos eventos, Elisa Trotta Gamus, ex empleada de la administración pública argentina y ahora «Embajadora» del gobierno de Guaidó en la nación sureña, se había comunicado con las entidades bancarias relacionadas con PCSA para instarles a cerrar las cuentas bancarias de esa empresa, solicitándoles apegarse a las sanciones impuestas por el Departamento del Tesoro estadounidense. Varias de estas entidades accedieron a ello, pues también se plegaron a la posición del gobierno de Mauricio Macri, el cual reconoce a las «autoridades» impuestas por Juan Guaidó. Misión Verdad también tuvo acceso a una comunicación que fuera redactada por María Eugenia Talerico, vicepresidenta de la Unidad de Información Financiera, ente adscrito al gobierno central argentino, quien mediante oficio fechado en enero de este año estableció una medida de «Alerta a los Sujetos Obligados sobre Operaciones con o Vinculados al Gobierno Ilegítimo de Venezuela». Dicha orden dirigida a todos los sujetos de derecho en Argentina, infiere el desarrollo de una cacería de brujas, o el seguimiento de toda operación de personas jurídicas en ese país, con personas, empresas e instituciones venezolanas bajo la dirección del gobierno del presidente Nicolás Maduro. La comunicación advierte sobre «los riesgos en los que podrían incurrir si realizan operaciones con el régimen ilegítimo de Nicolás Maduro y su entorno o con cualquier entidad pública, o empresa de propiedad, o bajo el control del Estado venezolano, sin el aval de la Asamblea Nacional» de Venezuela, dice textual. La instrucción del Centro de Información Financiera -una instancia punitiva y reguladora en ese país- constituye un ultimátum que justifica el cierre de cuentas bancarias de PSCA y de PDVSA América en Argentina por parte de los bancos argentinos, factor causal del impago y ahora desalojo de la planta de combustibles. Por su parte, Nicolás Dujovne, responsable del Ministerio de Hacienda de Argentina, había ejecutado previamente la acción de suprimir a la filial estatal venezolana PSCA del registro de empresas petroleras, acorde a una decisión de la Dirección Nacional de Refinación y Comercialización de ese país, situación que había complicado la capacidad de maniobra de PSCA en suelo argentino. Ello reviste en una acción de inhabilitación jurídica, como hecho relevante de boicot a PDVSA en ese país. EL PROTO-ESTADO VENEZOLANO EN EL EXTRANJERO Las acciones lesivas al interés venezolano que ahora tienen lugar en Argentina, son réplica de acciones similares y de diversa índole que están teniendo lugar en otros países. Se trata de acciones concretas de control, confiscación o inhabilitación de bienes pertenecientes a PDVSA y al Estado venezolano. Como registro de estos eventos, ha tenido lugar la captura de CITGO Petróleum Corporation, filial venezolana en suelo estadounidense, refinadora y distribuidora de combustibles a más de 7 mil gasolineras de su propiedad en suelo estadounidense. Una operación en la que el «Embajador» de Juan Guaidó en Estados Unidos, Carlos Vecchio, ha sido un actor clave. El pasado 27 de mayo el también «Embajador» de Guaidó en

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Cartografía de las extremas derechas

Fuente: Eduardo Febbro | Nueva Sociedad Fecha: 28 de may 2019 Las extremas derechas buscan constituir un poderoso bloque en el Parlamento Europeo. Mientras tanto, el estadounidense Steve Bannon trabaja para unificar lo que, hoy por hoy, no deja de ser un heterogéneo espacio unido por el temor a la «invasión de Oriente» y el rechazo a la globalización. Desde que la extrema derecha europea empezó a despuntar en Francia a partir de los años 80, bajo la presidencia del socialista François Mitterrand (1981-1995), esta corriente política ha seguido una espiral ascendente. Mitterrand utilizó el espantapájaros que encarnaba el entonces líder ultra y fundador del Frente Nacional, Jean-Marie Le Pen, para sacarse de encima a sus aliados del Partido Comunista, con quienes había pactado un programa común de gobierno y, al mismo tiempo, para debilitar a la derecha. Hoy la extrema derecha francesa ha dejado de ser una excepción local. Es ya una opción política globalizada: forma parte de los oficialismos en países como Italia, Austria, Bulgaria, República Checa, Polonia, o es una alternativa que nadie puede obviar, tal y como ocurre en Hungría, Suecia, Holanda o Bélgica. Catalogadas bajo la definición de derechas duras, derechas patrióticas o soberanistas, no todas las corrientes son convergentes. Muy por el contrario, aunque dispongan de un par de líneas comunes, de alianzas retoricas (caso del líder de la Liga italiana, Matteo Salvini, con la jefa de la ultraderecha francesa, Marine Le Pen) y de una abominación por la Europa administrativa de Bruselas, muchas son las fracturas que las atraviesan. La confusión resulta la tentación más inmediata, tanto más cuanto que esas extremas derechas comparten con la extrema izquierda del Viejo Continente el mismo euroescepticismo. De allí deriva la definición comúnmente utilizada en las capitales europeas de «populismo de derecha» y «populismo de izquierda». En un informe del pasado mes de abril publicado por el Consejo Europeo de Relaciones Internacionales, este organismo señalaba que «oriundos de la extrema izquierda y de la extrema derecha, los partidos antieuropeos constituyen un grupo multiforme». El texto anticipaba también que el «euroescepticismo está en buen camino para convertirse en el segundo grupo en importancia dentro del Parlamento Europeo». La eurofobia colonizó en la actualidad a 26 países de la Unión, donde las listas de estos partidos llegan a 56. Históricamente, en el último cuarto de siglo, la progresión de las ultraderechas se hizo a costa más de los votos de la socialdemocracia que de la derecha clásica de gobierno. Cuanto más fuerte fue el ocaso de la socialdemocracia, más impactante resultó el ascenso de la extrema derecha. Francia, Italia, Alemania, Holanda o los países escandinavos son un buen ejemplo de ello. Las necesidades electorales dictadas por las elecciones para renovar el Parlamento Europeo desembocaron en una suerte de unión sagrada entre las ultraderechas. Salvini en Italia y Marine Le Pen en Francia fueron los imanes de estas convergencias. Sin embargo, es preciso distinguirlas entre sí. En primer lugar, hay seis grupos distintos que conforman la galaxia ultra: – una extrema derecha tradicional, cuyo perfil se fue trazando a partir de la xenofobia; – una derecha nacionalista, patriótica y obsesionada con la identidad nacional, que se afianzó en las dos últimas décadas con la defensa del terruño, la nacionalidad y la identidad blanca-cristiana en oposición al islam considerado como tóxico e invasor; – una derecha soberanista que impugna con violencia el federalismo de Europa y suele proponer, aunque con variantes condicionadas por el oportunismo electoral, la salida del euro y de la Unión Europea; – derechas autonomistas o independentistas, ambas volcadas completamente a la acción en beneficio de la independencia dentro de un determinado país; – derechas autoritarias «iliberales», como la encarnada por el dirigente húngaro Viktor Orbán. Esta derecha dura se propone una reforma o reformulación de las instituciones democráticas con el único fin de achicar sus poderes; – por último, la derecha neofascista y radicalmente xenófoba. Esta extrema derecha no rehúye la violencia ni tampoco el exhibicionismo de los signos fascistas o nazis. Podría haber otras subcategorías, e incluso algunas se mezclan con otras, pero según las historias propias de cada país y el funcionamiento de las instituciones, este retrato de seis perfiles las identifica con claridad. Unir a todas en una gran marea electoral fue el proyecto que se fijó a partir de 2018 el ex-consejero del presidente Donald Trump, Steve Bannon. Con esa idea se instaló en Bruselas y creó «El Movimiento», hasta que se dio cuenta de la complejidad de la tarea. Había demasiados actores peleados entre sí como para montar una buena pieza de teatro. Funciona en las cámaras, no entre los telones. En todos los casos, el crecimiento de las extremas derechas tiene dos denominadores comunes: la crisis económica y la migración. Esta última no tiene por qué ser únicamente exterior a la Unión Europea. En 2004, el desplazamiento de migrantes procedentes de Polonia o Rumania dio lugar a una ola de racismo fuera de lo común. Luego, en 2015, con la crisis de los migrantes en el Mediterráneo, el atentado contra el semanario satírico francés Charlie Hebdo (en enero de ese año), los atentados del 13 de noviembre en París, del 14 de julio de 2016 en Niza y luego en diciembre Alemania, la extrema derecha se alimentó de la realidad. Su otro enemigo mortal, el que las motiva y las propulsa por encima de sus diferencias, es el desprecio común hacia el europeísmo y la Comisión Europea. Europa es el diablo. El 1º de Mayo, durante el Banquete de los Patriotas en la localidad de Metz, Marine Le Pen definió a Europa como «imperial, hegemónica y totalitaria». Estas extremas derechas se presentan así como el eje activo de la revuelta contra el autoritarismo y la indolencia de los funcionarios de Bruselas. Pero solo en palabras. Es un jugoso comercio electoral. Su espectro fantasmal es, en realidad, otro. Si Europa es para la ultraderecha el símbolo más depravado de la globalización que empobrece a las naciones, bajo el término de «globalización» no hay que ver

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John Bolton, la peor pesadilla del mundo

Fuente: Amy Goodman y Denis Moynihan | www.democracynow.org Fecha: 17 May 2019 “Queda poquísimo tiempo, pero un ataque todavía podría resultar”, escribió John Bolton en un artículo de opinión del New York Times del 26 de marzo de 2015, titulado “Para detener la bomba de Irán hay que bombardear Irán”. El presidente Donald Trump adoptó como un pilar de campaña una postura aislacionista y criticó los enredos militares en el extranjero. Ya en 2013, tuiteó: “¿Pueden creer que la guerra de Afganistán sea la ‘guerra más larga’ de nuestra historia? Traigamos a nuestras tropas a casa, vamos a reconstruir Estados Unidos, hagamos que Estados Unidos sea grande de nuevo”. Como presidente, ha repetido esta postura en varias ocasiones. En una conferencia de prensa de abril de 2018 en torno a Siria, Trump declaró: “Quiero salir [de allí]. Quiero traer a nuestras tropas de vuelta a casa. Quiero comenzar a reconstruir nuestra nación. Habremos gastado, sin contar estos últimos tres meses, siete billones de dólares en Medio Oriente en los últimos 17 años. No obtenemos nada de eso, nada en absoluto”. A pesar de su retórica, todos los movimientos de Trump en Medio Oriente parecen ahora dedicados a avivar el conflicto y, potencialmente, desatar una guerra contra Irán. John Bolton está claramente a la vanguardia, con el respaldo del secretario de Estado Mike Pompeo. El diplomático iraní Seyed Hossein Mousavian fue uno de los principales miembros del equipo de negociación iraní en torno al problema nuclear y actualmente se desempeña como investigador en la Universidad de Princeton. Mousavian expresó su preocupación esta semana en una entrevista para Democracy Now!: “Esperaba esta situación después de que el embajador John Bolton fue nombrado asesor de Seguridad Nacional”. Tomando en cuenta además el influyente rol de los principales aliados de Trump en Medio Oriente, Mousavian concluyó: “El equipo de las cuatro B –John Bolton, [el primer ministro israelí] Bibi Netanyahu, [los herederos de Arabia Saudí y Abu Dabi], bin Salman y bin Zayed– ahora tiene un excelente posicionamiento en la Casa Blanca para empujar a Estados Unidos [a]l sueño que han tenido durante largos años: arrastrar a Estados Unidos a una guerra con Irán”. Citando al menos media docena de funcionarios anónimos del gobierno de Trump, el periódico The New York Times informó esta semana que el Pentágono ha presentado planes para enviar 120.000 soldados estadounidenses a la región en respuesta a las amenazas iraníes. Si bien el presidente negó la veracidad de este informe, declaró: “¿Es algo que yo haría? Por supuesto, pero no lo hemos planeado. Ojalá no tengamos que hacer planes para ello. Y si lo llegáramos a hacer, enviaríamos muchísimas más tropas”. La Casa Blanca ha enviado un portaaviones con su grupo de ataque y una flota de bombarderos a la región, según Bolton, con el fin de “enviar un mensaje claro e inequívoco al régimen iraní de que cualquier ataque a los intereses de Estados Unidos… será respondido con una fuerza implacable”. El teniente general del Ejército británico Christopher Ghika, uno de los principales comandantes de la fuerza multinacional desplegada en Irak y Siria, refutó las afirmaciones de Estados Unidos: “No ha habido un aumento en la amenaza proveniente de fuerzas respaldadas por Irán en Irak y Siria”. Pero fue refutado velozmente por un portavoz del Comando Central de Estados Unidos, quien afirmó que un ataque de Irán posiblemente fuera “inminente”. En medio de estas declaraciones contradictorias, Estados Unidos le ordenó al personal diplomático no esencial que evacuara la embajada y el consulado estadounidenses en la “Zona Verde” de Bagdad, a solo 160 kilómetros de la frontera iraní. Mientras los funcionarios estadounidenses han publicado fotos de pequeños barcos iraníes con misiles, varios funcionarios europeos, iraquíes y miembros del Congreso de Estados Unidos sostienen que el despliegue de misiles probablemente sea defensivo. Mientras tanto, Arabia Saudí, reino aliado de Estados Unidos, ha informado que dos petroleros vacíos fueron saboteados cuando regresaban a cargar petróleo con destino a Estados Unidos. Una vez más, no han dicho quién fue responsable. Al dejar a las fuerzas estadounidenses e iraníes tan cerca entre sí, el gobierno de Trump está montando un posible detonante. Cualquier accidente o escaramuza podría servir como pretexto para la escalada militar estadounidense. John Bolton no ha ocultado su deseo de provocar un cambio de régimen en Irán, en Venezuela, en Cuba y más allá. Toca los tambores de la guerra, pero cuando era un joven egresado de la Universidad de Yale en 1970, con un número de reclutamiento que probablemente lo hubiera llevado a Vietnam, rápidamente se unió a la Guardia Nacional de Maryland para evitar ser desplegado. En el anuario del 25º aniversario de su graduación de Yale, escribió: “Confieso que no deseaba morir en un arrozal del sudeste asiático”. Ahora, mientras le susurra al oído a Trump, quien recibió cinco exenciones del servicio militar durante la guerra en Vietnam, una de ellas en la primavera de 1968 por “espolones óseos”, John Bolton, junto al presidente, está dispuesto a enviar 120.000 soldados estadounidenses o más a la guerra. Ahora es el momento para que todos –incluyendo el movimiento contra la guerra en Estados Unidos, miembros del Congreso y sí, los disidentes dentro del propio gobierno de Trump– se unan a otros países del mundo, para manifestarles enérgicamente a los que promueven los conflictos bélicos, pero eluden el frente de batalla: no a la guerra con Irán.

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