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Hadash / CPI* condenan el acuerdo de normalización entre Israel y los Emiratos Árabes Unidos negociado por EE. UU.

Fuente:  maki.org.il  Fecha: 15 de agosto de 2020 El acuerdo para la «normalización total de las relaciones entre Israel y los Emiratos Árabes Unidos» se produjo después de una llamada telefónica el jueves por la mañana entre Trump, Netanyahu y MBZ, según un comunicado conjunto. Mohammed bin Zayed (MBZ), el príncipe heredero de Abu Dhabi, tuiteó posteriormente: «Durante una llamada con el presidente Trump y el primer ministro Netanyahu, se llegó a un acuerdo para detener una mayor anexión israelí de territorios palestinos». Los Emiratos Árabes Unidos, con la firma formal del acuerdo, se convertirán en el primer estado árabe en el Golfo Pérsico y la tercera nación árabe, después de Egipto y Jordania, en tener vínculos diplomáticos activos con Israel. Las delegaciones de Israel y los Emiratos Árabes Unidos se reunirán en las próximas semanas para firmar acuerdos bilaterales sobre inversión, turismo, vuelos directos, seguridad, telecomunicaciones y otros temas. Los dos países también están listos para intercambiar embajadores y embajadas. Netanyahu, de extrema derecha, describió el jueves 13 de agosto como «un día histórico» y dijo en un discurso televisado que «más países árabes y musulmanes se unirán a este círculo de paz». Durante una conferencia de prensa, Netanyahu promocionó una fórmula de «paz por paz». Netanyahu también dijo que todavía planea avanzar en la anexión de territorios palestinos. “No voy a renunciar a esto. Está sobre la mesa gracias a mí. Trump puso soberanía en su plan de paz, porque yo lo pedí”, dijo Netanyahu. “Pero en primer lugar dije una y otra vez que solo implementaríamos la soberanía en coordinación con Estados Unidos. Sin el apoyo de Estados Unidos, en el mejor de los casos no valdría nada y, en el peor de los casos, dañaría mucho los lazos». Sin embargo, MBZ presentó el asunto como si se le hubiera exigido concesiones por parte de Israel, haciendo hincapié en la suspensión de los planes de soberanía a cambio de la normalización de las relaciones, como se indicó en el tweet que envió citado más arriba.   El líder de la Lista Conjunta, MK Ayman Odeh (Hadash) tuiteó que, «Se hacen acuerdos entre políticos, pero se hace la paz entre pueblos». «Mientras Israel continúe controlando a millones de palestinos en los territorios ocupados», dijo, «las ilusiones de paz se seguirán celebrando en jardines extranjeros, mientras que la realidad aquí en Israel todavía requiere ser arreglada»; una referencia a la firma anticipada al aire libre en el jardín de la Casa Blanca del acuerdo entre Israel y los Emiratos Árabes Unidos, similar al evento de 1993 en Washington para formalizar el primer acuerdo de Oslo. Según un comunicado de Hadash y el Partido Comunista de Israel “Netanyahu e Israel nunca tuvieron realmente la intención de anexar, pero para que él abandonara el plan, los Emiratos Árabes Unidos acordaron abrir sus relaciones secretas. Nada cambiará y cualquiera que piense que los palestinos desaparecerán está equivocado”. «Los Emiratos Árabes Unidos o cualquier otra parte no tiene derecho a hablar en nombre del pueblo palestino, ni [este último] permite que nadie intervenga en los asuntos palestinos con respecto a los derechos legítimos en su patria». “Solo el establecimiento de un Estado de Palestina independiente y soberano basado en las fronteras de 1967, con Jerusalén Oriental como su capital y la solución de la cuestión de los refugiados traerá la paz”, dijeron. Hanan Ashrawi, una alta funcionaria de la Autoridad Palestina, dijo que Israel había sido recompensado por su ocupación. “Los Emiratos Árabes Unidos han salido a la luz sobre sus tratos secretos/normalización con Israel. Por favor, no nos hagas un favor. ¡No somos la hoja de parra de nadie!» ella tuiteó. “Que nunca experimentes la agonía de que te roben tu país; que nunca sienta el dolor de vivir en cautiverio bajo una ocupación; que nunca seas testigo de la demolición de tu casa o del asesinato de tus seres queridos». Awni Almashni, funcionario del movimiento Fatah del presidente palestino Mahmoud Abbas y activista con sede en la ciudad de Belén en Cisjordania, dijo a Middle East Eye que la paz en la región solo puede llegar si se abordan los problemas que enfrentan los palestinos. “Los acuerdos que Israel está tratando de alcanzar con los países árabes y musulmanes son una forma de eludir el problema palestino y evitarlo, pero cualquier plan de paz con cualquier país árabe es solo una ilusión y no resolverá el problema principal aquí entre Israel. y Palestina ”, dijo. Almashni señaló que la anexión se había congelado debido al rechazo absoluto del pueblo palestino y de la comunidad internacional al plan de Israel, mucho antes del anuncio del jueves. Dijo que vincular la anexión con el acuerdo de los Emiratos Árabes Unidos «es un intento de vender el acuerdo con Israel como un logro, y no lo es». De hecho, el acuerdo del jueves, que no recibió apoyos palestinos, aniquila efectivamente la Iniciativa de Paz Árabe, un esquema de 2002 reafirmado por la Liga Árabe en 2017 que ofrecía un reconocimiento generalizado de Israel a cambio de que se retirara a sus fronteras de 1967 y abordara la cuestión de los refugiados palestinos. * Frente democrático por la paz y la igualdad)/Partido Comunista de Israel Traducción: Dardo esterovich

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Venezuela: indicios de una nueva trama golpista con el Estado de Israel de fondo

Juan Guaidó y Benjamín Netanyahu, primer ministro de Israel. Foto: Archivo Fuente:  Misión Verdad Fecha: 13 de agosto de 2020 La desorientación estratégica de Washington y su red clientelar de dirigentes políticos en Venezuela están generando reacomodos en el tablero de la guerra. Las afirmaciones del senador demócrata Chris Murphy que reventaron las redes sociales hace pocas semanas, resumen el espíritu general del momento: Washington se encuentra en un callejón sin salida y la fórmula del golpe marca Eliott Abrams está agotada. En una audiencia en el Senado de EEUU sobre Venezuela, Murphy cuestionó a Abrams públicamente por el fracaso de las todas las operaciones golpistas impulsadas por Washington desde enero de 2019 hasta la actualidad. Los efectos generados en la opinión pública por las afirmaciones del senador ampliaron el mal sabor de boca, dejando al alto mando del cambio de régimen en la Casa Blanca en una posición muy comprometida. La aparición de estas tensiones en la esfera pública dibujan un quiebre de consensos luego del fracaso de Operación Gedeón del 3 de mayo. La incursión armada por la costa central del país no sólo quemó la imagen de Guaidó y expuso a EEUU a un catastrófico fracaso. En realidad su efecto va mucho más allá del daño reputacional. En la operación estaban comprometidos activos de todo tipo, desde la DEA, el narcotráfico colombiano de La Guajira y una laberíntica red de contactos políticos que unió a Jordan Goudreau (jefe de la firma de mercenarios Silvercorp), con Donald Trump y Juan Guaidó en un objetivo común. El desmantelamiento (siempre parcial tratándose de un narcoestado como Colombia) de la capacidad logística invertida en Gedeón ha obligado la solicitud, cada vez más visible, de apoyo frontal de otros factores de poder del cambio de régimen. El tiempo corre en contra en ambos lados del atlántico y ello ha requerido compensar el repliegue táctico de Washington en medio de pelea electoral interna y también reconstruir la posición amenazante del antichavismo que orbita en torno a Guaidó, luego de declarar oficialmente que no participarán en las parlamentarias. La velocidad de determinados eventos en días recientes refleja el intento de insertar al Estado de Israel como actor de primer orden, y de una manera visible, en una nueva trama golpista contra Venezuela. Elliott Abrams ha afirmado que EEUU “está trabajado para sacar a Maduro antes de que culmine el año”, y acto seguido le han dado como nueva tarea el escalamiento del conflicto con Irán, reforzando en términos generales la línea dura neocon de homologar la guerra contra Venezuela y la República Islámica en un solo atributo común: la desacreditada lucha contra los estados “promotores del terrorismo”. La influencia de Israel en la configuración de la política exterior de la Administración Trump hacia América Latina es notable, y ello ha quedado demostrado en una red de actores que se extiende desde John Bolton, Mike Pompeo, hasta Mike Pence, Elliott Abrams y Luis Almagro, quienes cabalgan la línea discursiva de posicionar la “influencia maligna de Irán y el partido libanés Hezbolá” como la “amenaza” más urgente que debe ser atendida a escala hemisférica, con Venezuela en el centro. Lejos de ser una narrativa marcada únicamente por la propaganda, este discurso ha sido eficazmente integrado a las prioridades militares del Comando Sur y, en general, a las motivaciones geopolíticas de Washington. Sin lugar a dudas, el estrechamiento de las relaciones bilaterales entre Venezuela y la República Islámica a raíz de un poderoso envío de tanqueros para surtir de gasolina al país caribeño recientemente, ha sido aprovechado por la constelación de políticos clientes de Israel para potenciar la narrativa anti iraní. Es una ventana de oportunidad que busca ser explotada por los inutilizados políticos del antichavismo local, desorientados y en medio de una relación maltratada con Washington luego del fracaso de la Operación Gedeón. ¿Buscan que Israel interceda por ellos en el núcleo del poder estadounidense o buscan apoyo para algún acto de fuerza bruta, o es, quizás, una combinación de ambas? El pasado 23 de julio el minoritario partido de María Corina Machado, Vente Venezuela, firmó un acuerdo de cooperación (en materia, dicen ellos, de seguridad y geopolítica) con el partido Likud del actual primer ministro de Israel Benjamín Netanyahu. La iniciativa escaló un poco más allá y días después diputados opositores formaron un grupo de apoyo a Israel y su inclusión en una fundación interparlamentaria. “Estamos muy contentos de formar parte de este nuevo grupo pro-Israel en la Asamblea Nacional. Estamos entusiasmados de trabajar con la Fundación Aliados de Israel en esta honorable tarea de acercar a Israel y Venezuela”, afirmó el diputado Lawrence Castro de Voluntad Popular. El medio El Nacional contextualiza la creación de este grupo de apoyo indicando que “El día mates 28 de Julio se realizó en Jerusalén un acto con representantes de los parlamentos miembros de la Fundación Aliados de Israel. Hubo intervenciones del vicepresidente de los Estados Unidos, Mike Pence, del secretario de Estado de los Estados Unidos, Mike Pompeo, y del primer ministro de Israel Benjamín Netanyahu. Se destacó la incorporación del Grupo Parlamentario Venezolano de Aliados por Israel a la red internacional y se incorporó la bandera de Venezuela en el panel (…) El presidente de la Fundación Aliados de Israel, Josh Reinstein, se refirió extensamente sobre el respaldo al presidente interino Juan Guaidó y destacó la importancia de Venezuela”. En los primeros meses de la aventura golpista, Guaidó nombró un emisario para Israel, el rabino sionista Pynchas Brener, en un intento fallido (e ilegal) de restaurar las relaciones diplomáticas rotas oficialmente desde el año 2009. Brener fue aceptado en agosto de 2019 como “embajador” y en enero de 2019, al unísono con EEUU, el gobierno de Netanyahu apoyó la autoproclamación de Guaidó. Pero la distancia entre ese nombramiento fake y los acontecimientos de la última semana muestra una aceleración inusual en términos de construir relaciones más cercanas, tejer lazos pseudoinstitucionales, lanzar incentivos y producir acuerdos investidos de “estratégicos”. Como proclama acompañante de la incorporación de los diputados antichavistas a la Fundación Aliados de

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Gantz, al igual que Netanyahu, quiere drusos mercenarios de judíos

Fuente:  Daniel Kupervaser| Blog de Daniel Kupervaser Fecha: 30 de julio de 2020 Gantz obtuvo el título de embustero cuando meses atrás vendió a sus electores judíos y se acopló al gobierno de Netanyahu. En estos días le agregó una significativa condecoración a ese título cuando traicionó una explicita promesa a la población drusa de Israel. Por iniciativa del gobierno de Netanyahu, el parlamento de Israel promulgó en julio de 2018 la ley denominada de Estado Nación en la que se estableció que Israel es un estado que pertenece solamente al pueblo judío. De esta manera, y de forma categórica, esta nueva legislación ignoró y se desentendió del 25% de los ciudadanos de Israel que no son judíos. La minoría drusa de Israel se sintió profundamente traicionada. No es para menos. Desde la creación del estado, este grupo étnico se vinculó estrechamente con el destino de Israel y se convirtió en parte activa de los esfuerzos de defensa del país ofrendando la vida de cientos de sus hijos como soldados y oficiales el ejército de Israel que cayeron en combate. En masivas manifestaciones exigieron dejar la ley sin efecto, o al menos modificarla. Netanyahu se negó categóricamente a modificar la ley, pero ofreció un plan alternativo “que exprese el profundo compromiso del estado de Israel a sus ciudadanos drusos”. ¿Cómo expresar el agradecimiento?: a la israelí, con dinero, es decir, desparramar presupuestos en beneficio solo de ese sector. (“En vez de modificar la Ley Estado Nación, dinero en presupuestos”, Haaretz, 26-7-18). En otras palabras, los drusos de Israel continuarán como ciudadanos de segunda categoría por no ser judíos, pero por su predisposición a derramar sangre para defender a los judíos, se le ofrece dinero, mucho dinero. El proyecto de Netanyahu se propuso presupuestar extraordinariamente 1,300 millones de dólares para una población no mayor de 125,000 ciudadanos (Globes, 20-11-2019). Bajo esta visión, no se puede arribar a otra conclusión que Netanyahu enmarca a los drusos israelíes como ciudadanos de segundo grado con categoría de mercenarios que reciben retribución, no por ser ciudadanos de Israel, sino por el único motivo de participar activamente en la defensa de un estado que no les pertenece. La promulgación de la ley antedicha coincidió con el inicio de la carrera política de Benny Gantz. Como ex jefe del Estado Mayor del Ejército de Israel, sintió la necesidad de salir en defensa de quienes lucharon a su lado en defensa del país durante décadas. Como ex militar fue muy tajante en sus definiciones. Como político demostró que se adaptó rápidamente a la conducta de desparramar promesas. Así expresó sus duras críticas a la nueva ley. “Ellos (el gobierno de Netanyahu) abrieron fuego sobre las espaldas de nuestros hermanos drusos. Nosotros curaremos las heridas. Tenemos un pacto de sangre con los drusos, pero no menos, un pacto por la vida. Nosotros tenemos que verificar que juntos construimos una comunidad. Haré todo lo posible para modificar la ley de manera que exprese ese profundo vinculo imposible de desatar, no solamente en batallas, también en la vida. Lo haremos conjuntamente” (“Gantz responde a las críticas”, Kore.co.il, 14-1-2019). Mientras tanto, Benny Gantz participó activamente en tres reñidas elecciones demostrando ser un duro contrincante ante el ducho Netanyahu. Finalmente, en el mes de mayo de este año, frente a la propagación de corona, Gantz también se contagio de otro virus: la traición política. En un insólito giro, el renombrado general retirado resolvió abandonar la mitad de sus camaradas de carrera electoral y acoplarse a Netanyahu en un complicado acuerdo de coalición. En estos tiempos llegó el gran día de cumplir la gran promesa de Gantz a “sus hermanos de armas” como él define a los drusos: modificar la ley Estado Nación. A sabiendas que el tema exaspera a las bancadas fundamentalistas de los partidos del bloque de Netanyahu, los ex compañeros de lista de Gantz, (Yesh Atid de Lapid) trajeron a votación del parlamento un proyecto de modificación de la ley Estado Nación con el único, modesto y democrático propósito de agregar solamente el “derecho a la “igualdad entre todos los ciudadanos”. No solo que el bloque de Netanyahu rechazó el proyecto, sino que ese rechazo recibió el apoyo de 5 miembros de la lista de Gantz, quien sorpresivamente se ausentó para no votar. De esta manera quedó definido y grabado que Gantz, como Netanyahu, quieren a los drusos israelíes como mercenarios de judíos. Cuando Gadeer Mreeh, parlamentaria drusa y ex compañera de lista de Gantz, lo califica de “racista”, eso retumba en todo el mundo (“Gantz racista y ladrón de votos”, Ynet, 30-7-2020). Las sociedades del mundo observan la realidad y no quedan indiferentes. Gantz y Netanyahu aportaron significativamente a que tome mayor peso esa perspectiva internacional que otorga al judaísmo el carácter de racismo. Solo es cuestión de levantar un poco la mirada, abrir los ojos, escuchar y no dejarse llevar solamente por mensajes oficiales. Ojalá me equivoque Daniel Kupervaser Herzlya – Israel 30-7-2020 kupervaser.daniel@gmail.com@KupervaserD  

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¿La izquierda israelí todavía espera que las FDI produzcan otro salvador político más?

Fuente: Gideon Levy | Haaretz Fecha: 29 de julio de 2020 ¿Qué sabemos sobre el ex jefe del ejército Gadi Eisenkot? Muy poco. ¿Y qué saben quienes lo promocionan como futuro líder político? Incluso menos. Media docena de artículos han aparecido en la edición hebrea de Haaretz durante la semana pasada promocionando al ex jefe de gabinete. Describieron la desesperación y el vacío de liderazgo en la oposición al primer ministro Benjamin Netanyahu y el anhelo de una solución milagrosa más de lo que puede contener esta nueva promesa. Es terriblemente similar a las expectativas pasadas de los jefes del ejército que luego resultaron decepcionantes. Se basa mucho más en un deseo que en la realidad. Cuando el profesor Uri Bar-Joseph y Raviv Drucker quieren a Eisenkot, tenemos que preguntarnos por qué. Bar-Joseph tiene razón cuando escribe que los jefes del ejército no son simplemente cortados de un molde. Drucker tiene razón cuando afirma que, como marca política, los jefes han tocado fondo. Pero ninguno puede ignorar que lo único que define a esa persona pública llamada Eisenkot es su condición de ex jefe del ejército. ¿Era bueno? ¿Quién sabe? Casi toda la información sobre los altos mandos del ejército proviene de reporteros y comentaristas militares. No hay segmento del periodismo israelí que sea un fracaso mayúsculo y más vergonzoso. Con la excepción de algunos militares  sobresalientes, no hay conexión entre lo que hacen y el periodismo. Se centran más en aspectos cosméticos, como portavoces y cultivan lazos con el establishment, relatando y anunciando los actos heroicos de Israel a su público. Como lo ven, cada líder militar es un héroe de Israel. En ausencia de una guerra particularmente fallida o aclamada, no hay forma de saber quién es un buen jefe del ejército.  Por otro lado, hay una manera de saber que una carrera hecha completamente en el ejército no puede evitar moldear la mentalidad. Y esa mentalidad es limitada, distorsionada y deficiente. En la mayoría de los casos, no es apropiado para el liderazgo civil. Ser jefe del ejército significa ascender en las filas de una organización que no es democrática, cuya principal herramienta en el trabajo es la violencia y cuyo financiamiento es casi ilimitado. Significa dedicar la mayor parte de los años en el ejército a mantener la ocupación, que es tiránica, violenta y cruel por naturaleza, y que generalmente también implica la comisión de crímenes de guerra. No hay otra manera. Décadas de servicio militar también significan un punto de vista muy restringido con respecto a los árabes: son el enemigo. Y ese también es un equipaje peligroso para llevar a la vida civil. Al hacer tal transición, es posible, por supuesto, ofrecer una sorpresa y cambiar. Matti Peled fue un general muy elogiado en el seno del ejército, y luego se convirtió en un activista por la paz. Moshe Dayan, Ariel Sharon, Yitzhak Rabin, Ehud Barak y varios otros sufrieron un cambio hasta cierto punto después de abandonar el ejército, pero estaban en minoría. Cuando las personas crecen en un entorno tan formativo, inflexible y de lavado de cerebro, en el que la seguridad se ritualiza y se adora al poder, y con todas sus ceremonias, símbolos y uniformes juveniles, es difícil esperar que se liberen de sus limitaciones y abracen la libertad de pensamiento. Lo más desalentador es que, a pesar de todas las decepciones y fracasos de Yigal Yadin a Benny Gantz, Moshe Ya’alon y Gabi Ashkenazi, el campo político de centroderecha no ha aprendido nada y no ha olvidado nada, y continúa soñando con esos amores de su juventud como la única esperanza de cambio. Su reserva de sueños todavía está en el uniforme. Que deprimente. Pero también incluyó acciones positivas, y Drucker y Bar-Joseph los destacaron con razón. Eisenkot puso fin a un mayor derramamiento de sangre en su respuesta a la intifada de cuchillas que estalló en 2015, un levantamiento de docenas de jóvenes palestinos, algunos de los cuales buscaron morir por razones personales. Eisenkot tuvo las agallas para condenar a Elor Azaria, quien mató a un asaltante palestino que ya había sido sometido por otros soldados. Eisenkot también dijo que no quería que los soldados «vaciaran su cargador de municiones en una niña con unas tijeras». Eso sería obvio en cualquier país bien administrado, pero en un Israel moralmente ciego, se convirtió en un lema resonante y valiente, casi como el «Tengo un sueño» de Martin Luther King. Bar-Joseph incluso lo llamó una «escala de valores». Así se ve cuando el sistema no funciona correctamente: la izquierda sueña con Eisenkot. Traducción: Dardo Esterovich

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Balagán, relajo total: repaso a la actualidad política y económica israelí con la pandemia de coronavirus como telón de fondo

Fuente: Gerardo Leibner | Política internacional Fecha: 28 de julio de 2020 Israel se encuentra en una grave crisis sanitaria y económica. Los datos son elocuentes: a comienzos de marzo los desocupados registrados eran menos de 100.000 y ahora, a fines de julio, ya suman 850.000, sin contabilizar a cientos de miles de trabajadores informales. Los contagios de coronavirus rozan los 2.000 diarios y el número total de fallecimientos por covid-19 superó los 450 y en la última semana ronda los diez diarios. La curva está en alza y los intentos por contener el contagio comunitario fracasaron. La situación actual contrasta con el triunfalismo de fines de mayo, tras superarse efectivamente la primera ola con medidas muy drásticas que contuvieron el contagio y redujeron los fallecimientos. Entonces el primer ministro Benjamin Netanyahu invitó a los israelíes con una amplia sonrisa a salir a “disfrutar la vida”. Incluso tuvo una entrevista con el primer ministro griego y anunciaron que los dos países iban abrir respectivamente sus fronteras para incentivar el turismo mutuo y reactivar la economía. Y los israelíes, tras dos meses de severas restricciones y de bombardeo propagandístico extremo sobre los peligros del virus, salieron a disfrutar. La economía se reabrió de inmediato con pocas restricciones y precauciones, sin fases de desescalada, y todo se descontroló y deterioró rápidamente. Grecia hoy recibe turistas de algunos países europeos. Israel no recibe turistas y sus ciudadanos no son admitidos en Europa. Amplios sectores de la población perdieron confianza en los mensajes del gobierno. A finales de la primera ola, en un giro político dramático, Netanyahu y el principal candidato opositor, Benny Gantz, llegaron a un acuerdo para crear un gobierno de cohabitación paritario basado en la rotación en el puesto de primer ministro. Este giro quebró en dos al partido opositor Azul y Blanco y desmoralizó a la mitad de los votantes del país que, sistemáticamente, en tres comicios consecutivos en un año, rechazaron a Netanyahu. Con el pacto con Gantz, el actual primero ministro se aseguró un año y medio más en el cargo y el puesto de “primer ministro alterno” cuando Gantz asuma su mandato por un año y medio. El nuevo gobierno aumentó su número de ministros, viceministros y cargos de confianza política, despilfarrando recursos en medio de una recesión inédita. Más aún, desde el primer momento los mecanismos de decisión política pactados no funcionaron, y el gobierno “paritario” entró en una serie interminable de marchas y contramarchas referentes tanto al tratamiento de la pandemia como a la economía y la crisis social. Cada semana Netanyahu anunciaba públicamente alguna medida sanitaria o económica sin haberla consensuado previamente con su coalición de gobierno ni con los funcionarios en los ministerios relevantes. Luego, esta medida era criticada en los medios y sometida a modificaciones en las comisiones parlamentarias, para finalmente ser retirada o modificada sustancialmente bajo presión pública. Algunas de las restricciones acordadas por Netanyahu y Gantz en las recientes semanas han sido repelidas por la comisión parlamentaria especializada en el tratamiento de la pandemia, en una verdadera rebelión de la diputada del Likud que la preside. Las restricciones son presentadas sin estar respaldadas por datos, por un Ministerio de Salud que no creó los mecanismos adecuados para el rastreo epidemiológico efectivo. Mientras las medidas propuestas por los expertos de salud parecen basarse en la intuición (evidenciando diferencias entre expertos), los jerarcas sólo adoptan parte de las medidas. Los criterios selectivos quedaron esta semana al desnudo en intercambios entre poderosos políticos del Likud. El ministro de Economía, Israel Katz, acusó al coordinador de la coalición en la Knesset, Miki Zohar, de presionar para la reapertura de salones de eventos –en los que aparentemente hubo muchos contagios– debido a que su primo es propietario de uno de los mayores salones del sur del país. El diputado amenazó al ministro con su pronta destitución y dijo que iba a revelar los negocios e intereses de su esposa. Todo esto fue expuesto en una comisión parlamentaria y ante las cámaras televisivas. No era necesario ese intercambio para que la confianza pública en las decisiones del gobierno sea casi nula. Los efectos del cierre brusco de la economía entre marzo y mayo se sienten ahora en el quiebre de negocios, en la desesperación de la gente endeudada, de quienes se quedaron sin trabajo y en las decenas de miles de personas que siguen en un raro e incierto estado de “vacaciones no pagas”. Las medidas paliativas del gobierno son mínimas y tardías. Los dueños de restaurantes y bares –sector de la economía muy próspero hasta hace unos meses–, que tuvieron sus locales cerrados casi tres meses y reabrieron con restricciones, se rebelaron contra la decisión de cerrarlos los fines de semana. El viernes cientos de establecimientos abrieron, contrariando la prohibición, y esta fue levantada casi de inmediato, dejando de manifiesto la debilidad del gobierno. Si sumamos el descreimiento generalizado hacia los políticos, la desaprobación de la inmensa mayoría de los votantes de Azul y Blanco ante el pacto de Gantz con Netanyahu, y la falta de legitimidad moral de este último, envuelto en una serie de juicios por corrupción, se entiende la ola de manifestaciones que se registró días atrás en el centro de Tel Aviv y en Jerusalén. La conjunción de las protestas anti-Netanyahu con los reclamos por la crisis económica siembran pánico en filas del Likud. La crisis afecta a sectores de la nueva burguesía plebeya que prosperó en Israel en la reciente década y que es una de las bases del partido que lidera Netanyahu. Hasta comienzos de julio, ante cada roce con Gantz, Netanyahu amagaba con romper el pacto e ir a nuevas elecciones desde una supuesta posición de ventaja. Es más, con el supuesto apoyo del presidente estadounidense, Donald Trump, pretendía anexar parte de Cisjordania, de forma de consolidar el largo proceso de colonización y liquidar las aspiraciones palestinas de tener un futuro Estado independiente. Sin embargo, la grave situación económica y el deterioro sanitario, sumados a la debilidad de Trump, le obligaron a

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“Llegó el momento de imaginarnos Israel como el hogar judío, que no es un estado judío”

Fuente: Daniel Kupervaser | Blog de Daniel Kupervaser Fecha: 17 de julio de 2020 Finalmente, aunque muy lentamente, a la izquierda judía le comienza a caer la ficha. La visión de la solución del conflicto palestino-israelí en base a la fórmula “dos estados para dos pueblos” no es mas que una utopía. Peter Beinart es, tal vez, el periodista e intelectual judío estadounidense más sobresaliente en estos tiempos dentro de la denominada línea liberal y progresista (peyorativamente catalogada como “izquierda”). De familia judía tradicional, cumple estrictamente las normas kosher de la vida familiar judía con asistencia permanente a sinagogas. Sus punzantes y argumentadas notas periodísticas lo convirtieron en punta de lanza y la voz parlante del judaísmo liberal estadounidense. Durante años, como toda la corriente a la que se incorporó, se posicionó abierta e insistentemente detrás de la formula “dos estados para dos pueblos, en la solución del conflicto palestino-israelí. Para sorpresa de muchos, días atrás publicó un artículo nada menos que en el New York Times, en donde anunció su divorcio incondicional y definitivo con la fórmula de dos estados bajo el título “No creo más en un Estado Judío” (“I No Longer Believe in a Jewish State”, New York Times, 8-7-2020). Finalmente se dio cuenta lo que para algunos de nosotros lo anunciamos hace tiempo y hoy ya es un hecho consumado: la mayoría del componente judío de la sociedad israelí, con la anuencia de gran parte de la diáspora judía, condujo inexorablemente a Israel hacia un estado binacional judío-palestino. Ya no hay posibilidad de retorno.   Lo mas impactante de su confesión se concentra en una conmovedora frase: “llegó el momento de imaginarnos Israel como el hogar judío, que no es un estado judío”. El liderazgo judío de Israel consolidó una estructura institucional en todo el territorio desde el Mediterráneo hasta el Rio Jordán (incluyendo Gaza) en donde su población (unos 13 millones) más o menos se distribuye 50% palestinos y 50% judíos. Este estado binacional, por su componente poblacional, está bajo dominio prácticamente absoluto de su componente judío y su carácter democrático u opresor y antidemocrático dependerá del nivel de grados de libertad y derechos civiles que ese componente judío le adjudique a toda su población palestina. Hasta el momento, solo un pequeño porcentaje de los denominados árabes israelíes (2 millones) goza de plenos derechos civiles, aunque sufren alto grado de discriminación. La afirmación de Beinart es indiscutible, en la práctica Israel dejó de ser un estado judío para ser un estado binacional judío-palestino. Lo único que queda por definir es si el componente judío se propone continuar con su dominio total imponiendo normas de Apartheid (normas legales distintas para judíos y palestinos en el mismo territorio, incluyendo los 300 mil palestinos dentro de Jerusalén bajo soberanía israelí) o se propone otorgar a toda la población palestina plenos derechos civiles de manera que se pierda la mayoría judía en elecciones. De una manera u otra, el componente judío de Israel tendrá que acostumbrarse que su futuro le impondrá vivir, codearse y compartir el estado con población palestina de su mismo tamaño durante toda su vida. Los hay quienes argumentan que toda esta problemática es de corto plazo por la dañina injerencia de Trump como resultado de las presiones de las millonarias donaciones de magnates judíos a su campaña electoral. Los sondeos de intención de votos en Estados Unidos nos anuncian que en un par de meses probablemente nos podremos desligar de Trump y así se podrá retornar a la mesa de negociaciones. Craso error. Con todo el discurso de Biden y la cúpula del partido demócrata estadounidense a favor del retorno a la formula “dos estados para dos pueblos”, muy probablemente el único logro que podrán registrar en su currículo será una vuelta al conocido statu quo que no es mas que un lento avance hacia la configuración definitiva del estado único binacional, frente al avance acelerado que nos promete el plan de anexión de Netanyahu. En estos días se reveló el componente israelí de la plataforma del Partido Demócrata en mira a las próximas elecciones presidenciales en USA. Según esta fuente, el comité redactor rechazó la exigencia de sectores más liberales que demandaban la condena de la ocupación israelí de Cisjordania. El documento retorna a las viejas promesas de apoyo a Israel con el proyecto de dos estados, ayuda a la defensa y rechazo de todo boicot contra Israel. La única advertencia es contra la anexión (“Despite pressure from progressives, no major changes in Democratic platform on Israel”, Jewish Telegraphic Agency, 16-7-2020). La diáspora judía tiene que tener claro que fue cómplice de un hecho consumado – Israel como estado judío-palestino – y en su futuro tiene una disyuntiva histórica: Israel estado democrático en donde los judíos pierden la mayoría y el poder, o Israel estado Apartheid con dominio judío. Tienen que elegir de qué lado están. El mundo y los pueblos que los acogen los están esperando. Ojalá me equivoque. Herzlya – Israel 17-7-2020 kupervaser.daniel@gmail.com@KupervaserD   Nota relacionada:

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A pesar de la presión de los progresistas, no hay cambios importantes en la plataforma demócrata sobre Israel

Fuente: RON KAMPEAS | Jewish Telgraphic Agency  (JTA) Fecha: 16 de julio de 2020 WASHINGTON (JTA) – Los centristas en el comité de redacción de la plataforma del Comité Nacional Demócrata neutralizaron a los progresistas que querían que la plataforma condenara la ocupación israelí de Cisjordania. La plataforma 2020 solo alude a la ocupación, preserva la ayuda de defensa de Israel y rechaza el movimiento para boicotear a Israel. Pero sí advierte contra la anexión, la medida que el primer ministro israelí Benjamin Netanyahu está considerando para partes de Cisjordania. La plataforma aún no se ha lanzado públicamente, pero la Agencia Telegráfica Judía obtuvo notas de alguien a quien leyeron la parte de Israel de la plataforma por teléfono. La fuente de JTA solicitó permanecer en el anonimato para mantener la confidencialidad del funcionario que proporcionó la información. El lenguaje, aprobado por el comité de redacción, debe ser afirmado por un comité de plataforma más grande, pero en general ha habido pocos cambios en el lenguaje una vez que el comité de redacción da su aprobación. Los principales progresistas del partido, incluidos el senador Bernie Sanders de Vermont y la representante Alexandria Ocasio-Cortez de Nueva York, han pedido recortes en la asistencia de defensa si Israel continúa con la anexión. Y también hubo un esfuerzo concertado, liderado por, entre otros, J Street, el grupo político liberal judío sobre Medio Oriente, para que la plataforma mencionara la ocupación, en parte porque Netanyahu parece estar más cerca que nunca de anexionarse partes de Cisjordania. Pero al igual que lo hicieron en 2016, los centristas rechazaron las posiciones de los progresistas y solo aludieron a la ocupación, advirtiendo tanto a israelíes como a palestinos que no tomen medidas unilaterales, incluida la «anexión», y diciendo que Israel no debe expandir los asentamientos. «Estamos muy preocupados de que el borrador aparentemente no haga referencia a la ocupación en curso del territorio palestino por parte de Israel», dijo J Street en un comunicado. «Reconocer y oponerse a las indignidades e injusticias diarias que enfrentan los palestinos bajo la ocupación es un paso indispensable en el camino para promover y lograr un acuerdo de paz viable y duradero entre israelíes y palestinos que pueda satisfacer las necesidades y aspiraciones fundamentales de ambos pueblos». Hubo asentimientos para pedir que la plataforma tratara a los palestinos de manera más equitativa que en el pasado; plataformas anteriores a veces apenas han mencionado a los palestinos. La nueva plataforma reconoce las aspiraciones legítimas de ambos pueblos. Además, los $ 3.8 mil millones que Israel recibe anualmente en asistencia de defensa siguen siendo sacrosantos en la plataforma. «Los demócratas creen que un Israel fuerte, seguro y democrático es vital para los intereses de Estados Unidos», dice la plataforma. «Nuestro compromiso con la seguridad de Israel, su ventaja militar cualitativa y su derecho a defenderse», así como el memorando de entendimiento de la administración de Obama de 2016 que establece la cifra de 3.800 millones de dólares «son irrefutables». La plataforma también rechaza enérgicamente el BDS, o el movimiento para boicotear a Israel debido a la ocupación, y las medidas de las Naciones Unidas dirigidas a Israel. «Nos oponemos a cualquier esfuerzo por deslegitimar a Israel en las Naciones Unidas, o mediante el movimiento global de Boicot, Desinversión y Sanciones que apunta específicamente a Israel», dice la plataforma, al tiempo que reconoce los derechos de libre expresión, un guiño a los demócratas que se oponen a BDS pero también se oponen leyes estatales que penalizan el BDS. Por lo general, las plataformas se lanzan en las convenciones del partido, y el Partido Demócrata se programó originalmente para esta semana. Se retrasó hasta el próximo mes debido a la pandemia de coronavirus. Mientras un comité redacta la plataforma, el candidato presidencial, que se espera que este año sea Joe Biden, generalmente juega un papel importante. Eso significa que el lenguaje de las Naciones Unidas, en particular, probablemente distancia a Biden de uno de los actos finales de la administración Obama, lo que permitió a través de una resolución del Consejo de Seguridad de la ONU que se condenara la ocupación de Israel en Cisjordania. Además, Biden ha dicho que el área donde resistiría la influencia de Sanders era la política exterior, y parece haberlo hecho cuando se trata de Israel. No está claro que Sanders, que se postuló en las primarias presidenciales y fue la amenaza más seria para la nominación de Biden, presionó para que se cambiara de política sobre Israel. Cuando Sanders reconoció a Biden, los dos hombres tuvieron una reunión en línea y Sanders presionó fuertemente por cambios progresivos en seis áreas políticas, ninguna de las cuales tenía que ver con la política exterior. El Consejo Democrático Judío de América dio la bienvenida a la redacción. «JDCA se enorgullece de haber brindado su opinión al comité de redacción de la plataforma del Partido Demócrata», dijo su directora, Halie Soifer. «Estamos muy contentos de ver que esa plataforma continuará con el apoyo de los demócratas a Israel, su asistencia de seguridad de acuerdo con el memorando de entendimiento y una solución negociada de dos estados para el conflicto palestino israelí». Traducción: Dardo Esterovich

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Denigre a Netanyahu tanto como se merece, pero permanecerá mientras no emerja ningún otro líder

Fuente: Gideon Levy | Haaretz Fecha: 1° de julio de 2020  Desesperación. Y como siempre con desesperación, salen las palabras eternas de David Avidan: «Lo que justifica más que nada la soledad, la gran desesperación … es el simple hecho tajante de que no tenemos otro lugar a donde ir« El Estado de Israel en realidad tiene un lugar a donde ir, pero no tiene a nadie con quien ir, nadie que lo dirija. El hecho simple tajante es que no tenemos a nadie con quien ir. Nadie está posicionado frente a Benjamin Netanyahu. Sin persona y sin idea, sin líder y sin plan. Y eso es lo que justifica sobre todo la gran desesperación. La protesta está justificada, nada está más justificado, al igual que sus motivaciones, sus catalizadores y sus razones. Netanyahu debe irse. Ha llegado su hora. Las personas que agitan la protesta también son buenas personas, llenas de buenas intenciones, pero ¿a quién proponen? ¿Y qué están ofreciendo, además de que se vaya? ¿Quién se para exactamente frente a Netanyahu? ¿Quién se supone que lo reemplazará? Cierra los ojos y piensa en la persona que te gustaría ver en la Oficina del Primer Ministro. ¿Hay tal persona? ¿Puedes darme un nombre, una persona que inspire esperanza? El secreto del poder actual de Netanyahu se deriva principalmente de esto: no hay nadie para oponerse a él. Él tiene algo que ver, pero no puedes echarle toda la culpa. Da fe de algo que es más que solo él. Una protesta con el objetivo de derrocar a un primer ministro es, por supuesto, legítima, y ahora también es vital. Sin embargo, cuando se asaltan las barricadas sin una alternativa ideológica o personal, incluso si no se tienen un líder, la protesta nunca prosperará. Una protesta sin rostro y sin plan es hueca. Ciertamente, intensifica el sentimiento agradable de participación cívica entre los columnistas y los pilotos retirados de la fuerza aérea que ya no bombardean a civiles inocentes en Gaza y Líbano, pero no hay mucho contenido. Tal es la protesta actual, y así terminará en nada, como lo hicieron sus predecesores. No es suficiente negar lo que existe. Nunca ha habido tal vacío, un vacío tan aburrido desde la fundación del estado. David Ben-Gurion tenía una alternativa, tanto dentro de su grupo como fuera de él, al igual que Yitzhak Rabin, Shimon Peres, Ehud Barak, Ariel Sharon, todos ellos. Israel esperó a la próxima generación, lo siguiente. Después de Ben-Gurion, esperaron a Moshe Dayan, Yigal Allon, Peres y Rabin. Después de ellos vino el llamado octeto. También esperaron en Likud lo siguiente después de Menahem Begin, ¿y a quién esperan ahora? Nadie porque no hay nadie. Benny Gantz fue aplastado. Amir Peretz implosionó. Yair Lapid nunca fue tomado en serio. Gideon Sa’ar puede hacer que la gente extrañe a Netanyahu. Entonces, ¿quién está ahí? Pruebe este ejercicio con todos los que se quejan constantemente de la situación, todos aquellos que desprecian a Netanyahu, que son tan numerosos como la arena en la playa, y pregúnteles: ¿A quién proponen? Ehhh… Silencio. Vacilación. Cabeceo. Aclaramiento de la garganta. Vergüenza. Finalmente: «Cualquiera sería mejor que él». No tan seguro. Eso no es una respuesta. El agua que no escurre se estanca. Por lo tanto, Netanyahu puede ser retratado bajo una luz positiva. Gadi Eisenkot se está calentando al margen como la próxima gran esperanza, que decepcionará exactamente como lo hicieron sus antecesores gemelos, Gantz y Gabi Ashkenazi. Aviv Kochavi será la próxima gran y decepcionante esperanza después de él. Cuando la única esperanza proviene de la base del ejército -que también es un tipo de “democracia”- no hay posibilidad de cambio. Los veteranos militares, a excepción de los casos más raros, no entienden la vida civil. Tampoco la democracia es exactamente su escuela, y están encerrados en la sabiduría convencional de la seguridad, la seguridad, en virtud de sus roles. Más allá de ellos, no hay nadie a quien valga la pena mirar con la esperanza de un cambio. Amos Oz describió una vez a Netanyahu como un compresor ruidoso debajo de la ventana. El que reemplazará a Netanyahu silenciará el estruendo de ese compresor, pero eso no es por lo que están protestando. También será una persona sin acusaciones penales, e incluso eso no será suficiente. El día que surja la alternativa, la historia de Netanyahu terminará. Es dudoso que termine antes de eso. Traducción. Dardo Esterovich

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Antisemitismo, judeofobia y sionismo

10 ejes para evitar equívocos, confusiones y tergiversaciones El último 12 de junio el Ministerio de Relaciones Exteriores, Comercio Internacional y Culto difundió la Resolución Número 114/20 mediante la cual se adoptó la definición de antisemitismo aprobada por la Alianza Internacional para la Rememoración del Holocausto (IHRA), consensuada por esa organización en mayo de 2016. A través de dicha Resolución se invitó a los organismos del Estado y a instituciones públicas y privadas a adherirse a la iniciativa. En ese marco, el LLAMAMIENTO ARGENTINO JUDÍO manifestó su acuerdo con la propuesta, aceptando explícitamente la invitación. Sugestiva y lamentablemente, en contenidos que consideramos precisos y definidos, surgieron heterogéneos posicionamientos vinculados con la Resolución. Algunas avalando y otros impugnando la decisión gubernamental. Dado que el origen de este debate se basa tanto en confusiones terminológicas como en intentos de tergiversar la definición asumida por la Cancillería, nos sentimos obligados a realizar las siguientes precisiones, con la intención de compartirlas, fundamentalmente, con quienes luchan por una sociedad democrática, más justa y solidaria. 1. Antisemitismo fue el término acuñado por un judeófobo, Wilhelm Marr, en 1873 para identificar y organizar a quienes como él odiaban a los judíos. Sin embargo, Marr no se percató que los pueblos semitas son una comunidad lingüística cuyas lenguas tiene un origen común: el arameo, el árabe y el hebreo, entre otras. 2. Más allá de la confusión de Marr, hasta el día de hoy el antisemitismo se suele utilizar como sinónimo de judeofobia. El diccionario de la Real Academia Española sigue definiendo el término como “Antisemita: De anti y semita. Adjetivo. Que muestra hostilidad o prejuicios hacia los judíos, su cultura o su influencia.” 3. Sin embargo el término preciso para referirse al odio y el desprecio hacia el colectivo debiera ser judeofobia. 4. La International Holocaust Remembrance Alliance –organización de la que Argentina forma parte desde 2001– redactó una definición de judeofobia utilizando el término que aún se sigue utilizando (antisemitismo) para referirse a esta forma de discriminación. 5. Indudablemente la judeofobia se encuentra aún vigente, en forma paralela a muchas otras formas de etiquetamiento, estigmatización y persecución, como advertimos en la actualidad en relación a los afrodescendientes. 6. La definición asumida por la cancillería, en su Resolución 114/2020, expresa que: “El antisemitismo es una cierta percepción de los judíos que puede expresarse como el odio a los judíos. Las manifestaciones físicas y retóricas del antisemitismo se dirigen a las personas judías o no judías y/o a sus bienes, a las instituciones de las comunidades judías y a sus lugares de culto” 7. Quienes cuestionan que dicha definición sea asumida por la Cancillería, consideran que puede utilizarse potencialmente en una justificación para perseguir a quienes cuestionan las políticas coloniales de ocupación, llevadas a cabo por el gobierno israelí. Dicho reparo se basa en que efectivamente los sectores de la derecha de la colectividad judía (y de la diplomacia Israel) se empecinan en confundir la identidad judía con la nacionalidad israelí, e incluso con el sionismo. 8. La definición asumida por la cancillería, sin embargo, no nombra ni a Israel ni al sionismo. El sionismo es una ideología política. No es identidad étnica. No todos los judíos son sionistas, ni todos los sionistas son judíos. Más aún: hay judíos que son anti-sionistas (Chomsky para dar un ejemplo muy conocido), y hay comunidades de la derecha evangélica cristiana que se identifican con el sionismo de derecha. 9. El LLAMAMIENTO ARGENTINO JUDÍO avaló la resolución asumida por la Cancillería con la profunda convicción de que la misma no será tergiversada ni utilizada para defender las políticas expansionistas ni colonialistas que lleva a cabo el gobierno de Israel, ni para perseguir a quienes señalan dichos atropellos, repetidamente condenados por la comunidad internacional. 10. Cuestionar la ocupación de Cisjordania o los altos del Golán (territorios pertenecientes a Palestina y a Siria) y el bloqueo a Gaza no puede conferir a quienes se oponen a dichas acciones –llevadas a cabo por el gobierno de Israel–, el estigma de antisemita ni de judeofóbico. Si acaso algún grupo pretendiese alterar o falsear el contenido explícito de la definición asumida por la Cancillería, nuestra entidad se mantendrá fiel a sus postulados fundacionales, que repudian tanto la ocupación colonial, como la islamofobia, la judeofobia, la misoginia, la homofobia y cualquier otra forma de discriminación, que suponga una racialización, la persecución, la inferiorización o la estigmatización. Reafirmamos, en ese marco, los postulados de nuestro documento fundacional: La única norma que define y sanciona los comportamientos discriminatorios es la Ley 23592 aprobada en 1988. En ese sentido, la resolución que ha generado este debate no suma ni altera su normativa. Buenos aires, 18 de Junio de 2020 Marcelo Horestein, Presidente Dardo Esterovich, Secretario General

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