Historia

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Mujeres en el ghetto de Varsovia

Por: Graciela Pérez Esandi* Especial para C0NVERGENCIA l autor del libro “Heroicas mujeres del ghetto de Varsovia”, Jonas Turkow, fue un sobreviviente del levantamiento del ghetto. Escribió su libro porque se dio cuenta de que no había nada escrito acerca de las mujeres del ghetto que él había conocido de primera mano. “No hubo ni un aspecto en la diversa ramificada actividad de la resistencia en el cual no hubiesen participado mujeres, que hicieron gala por lo general de una extraordinaria presencia de ánimo. Muchas de las misiones más peligrosas y audaces fueron llevadas a cabo por mujeres. De pareja importancia fue su actuación en las instituciones sociales, culturales y de ayuda mutua, donde ocuparon puestos de primera fila”. En su libro figuran los nombres de Tzivia Lubetkin, Basia Temkin-Berman, Pola Elster y su hermana Bela, Ana Brande-Heler, Sofia Syrkin-Binszter, Rosa Symchowicz, Miriam Ajzensztat y Clara Segalowizc. Turkow afirma que hubo muchas más. La Historia de Tzivia Lubetkin Tzivia Lubetkin tuvo un lugar central en el movimiento sionistasocialista de Polonia y en la resistencia clandestina judía. De joven fue dirigente destacada del movimiento jalutziano (sionistas pioneros). Cuando comenzó la segunda guerra mundial ella y su esposo, Itzak Zuckerman, fueron a vivir a Varsovia. En el ghetto, el mayor ghetto judío establecido por los nazis durante el Holocausto, ella fue ocupando un lugar destacado y fue una de las fundadoras y líderes del Organización Judía Combatiente (ZOB, sus siglas en polaco), y la única mujer en formar parte de la dirección del mismo. Poseía cualidades que la destacaban. Era muy rápida para orientarse, poseía un enfoque maduro de los problemas coyunturales y era muy intrépida para tomar decisiones. Era buena oradora y muy convincente en sus argumentos. Su tenacidad en resolver problemas colectivos la llevó a realizar diariamente intentos por entrevistarse con los directivos y tesoreros del JOINT (Sociedad Judía de Ayuda Mutua), para lograr provisiones, y asignación de tareas para “sus muchachos y muchachas” y nunca se iba con las manos vacías. Ella y su marido convivían con casi 100 jalutzim del Dror, una organización juvenil judía polaca, de la calle Dzielna. Fue ella la que propuso organizar a la juventud en grupos de autodefensa formados por cinco parti- cipantes previendo que podrían suceder en Polonia hechos nefastos como los ocurridos en Rusia en la que murieron millones de personas en una campaña diseñada para conquistar la parte europea de la Unión Soviética y repoblar estos territorios con alemanes. Tzivia pudo anticipar lo que iba a suceder en Varsovia, y esos grupos luego fueron la base para enfrentar al enemigo. En 1942 la organización jalutziana propuso un debate de activistas clandestinos donde se discutió si era el momento de organizarse para resistir, si estaban dadas las condiciones. Algunos participantes pensaban que atrocidades como las ocurridas en Rusia no se iban a producir en Polonia, en una ciudad como Varsovia. Otros, que había que esperar que los ejércitos aliados abrieran otro frente. Ella se plantó con sus jóvenes y con un tono vehemente dijo que dado que esas palabras carecían de toda seriedad, iban a “continuar con nuestra labor”. El tiempo demostró que ella había evaluado mejor la situación que otros participantes de mayor experiencia. Finalmente el 28 de julio de 1942 la Organización Judía Combatiente fue un hecho. Entre tanto, desde el 22 de julio y hasta el 12 de septiembre de 1942, los alemanes deportaron o asesinaron aproximadamente 300,000 personas judías en el ghetto. Y sin embargo hubo quienes esperaron hasta octubre de 1942 para incorporarse a la filas del ZOB. A pesar de las deportaciones y asesinatos no fue sencillo convencer a los residentes del ghetto. Colocaron carteles en las calles, muros y portones. Según Tzivia “Los judíos estaban asustados por esa expresión pública del ZOB. Nuestros muchachos y muchachas volvían de sus tareas de esclarecimiento llorando de impotencia, tras haber visto como los carteles de las proclamas, que ellos mismos habían impreso con gran esfuerzo y pegado a riesgo de su vidas, eran arrancados de las paredes por los mismos judíos.” El 18 de enero de 1943 se produjo una operación muy importante donde los nazis hallaron resistencia armada y cambió la actitud de la población hacia la ZOB. La organización se había extendido y había creado focos de resistencia en otras ciudades y también se había contactado con guerrilleros apostados dentro de bosques de la zona con el objetivo de formar divisiones de guerrilleros. El día que comenzó el Levantamiento, el 19 de abril de 1943, Tzivia Lubetkin participó, combatiendo con armas en mano, en el sector denominado el Ghetto Grande. Otro combatiente, de nombre Towia Borzykowski, luego dijo de ella que “Con su serenidad y autocontrol Tzivia Lubetkin logró que los combatientes superaran hasta los más insignificantes síntomas de nerviosidad.” Ella era muy rigurosa con sí misma y no aceptaba ambigüedades. Era respetada y muy estimada. Tzivia trataba a los combatientes como si fueran sus hijos, algunos la trataban de “mamá” a pesar de que ella no era mucho mayor que muchos de ellos. Su popularidad se extendió a la comunidad y cuentan una anécdota muy significativa que lo demuestra. La misma noche del Levantamiento, la del 19 de abril de 1943, un grupo de combatientes armados salieron para realizar una misión de espionaje y encontraron en medio de casas abandonadas y enseres domésticos tirados por doquier, producto del combate que había ocurrido previamente, una casa donde encontraron a un rabino, el Rabino Meizels, realizando la celebración del Seder de Pesaj. Invitó a los jóvenes a la fiesta pero ellos tenían una misión, y les dio matzot para compartir. Los despidió pidiendo que la segunda noche fueran con Tzivia, cosa que sucedió la noche siguiente, como él había solicitado. Aumentaba el ataque de los nazis en la zona central del ghetto, ellos encendían fuegos con el fin de encerrar a los combatientes judíos entre las llamaradas y el fuego abrumador de sus armas. Los luchadores judíos tuvieron que retirarse y Tzivia llegó con gran

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Gloria imperecedera a la Comuna de París en su 150ª aniversario

Fuente: Atilio Borón | Blog de Atilio Borón Fecha: 18 de marzo de 2021 En pocas palabras: la Comuna fue el primer gobierno obrero de la historia. Sus rasgos definitorios: supresión del Ejército; sufragio universal (no sólo masculino, como en las “democracias burguesas”, sino para hombres y mujeres por igual); revocación de los mandatos; funcionariado remunerado con sueldos equivalentes a los de los obreros; separación Iglesia-Estado; educación laica, gratuita, universal; legislación laboral de avanzada; internacionalismo, fraternidad, solidaridad. Una completa revolución que fue no solo social y económica sino también estatal, prefigurando lo que deberá ser el estado en una sociedad post-capitalista. ¡Durante 72 días el poder descansó en manos del pueblo, haciendo verdad aquello de la democracia como gobierno del pueblo, por el pueblo y para el pueblo!  Esta insurrección fue demasiado para la burguesía francesa y para los invasores alemanes de Otto von Bismarck, que habían derrotado y humillado a las tropas del Segundo Imperio Francés, con Louis Bonaparte a la cabeza. La lucha de clases, la necesidad de borrar de la faz de la tierra el ejemplo heroico de la Comuna pudo más que las centenarias rivalidades nacionales entre franceses y alemanes y los hermanó para aplastar la insolente rebeldía de París. Ambos se acababan de enfrentar en la Guerra Franco-Prusiana pero unieron fuerzas para reprimir y escarmentar a las parisinas y los parisinos insurrectos. La solidaridad de clase prevaleció sobre los ancestrales antagonismos nacionales. La inevitable derrota militar de la Comuna fue el preámbulo de una masacre de proporciones aterradoras: se desató una feroz cacería que culminó con 17.000 hombres y mujeres ejecutados, sin mediar proceso judicial alguno y enviando a la muerte a quien fuera, hombre, mujeres, adolescentes capturados como si fueran fieras salvajes en las calles de París. Se estima que 40.000 prisioneros cayeron en manos del Ejército, muchos de los cuales luego serían fusilados y unos pocos deportados.  Y así se restauró “el orden”, es decir, la dictadura burguesa disimulada bajo una farsa republicana. La Comuna fue ahogada en un río de sangre pero eso no apaciguó el odio de las clases dominantes. Para expiar los  “crímenes” y “pecados” de los parisinos en 1873 la Asamblea Nacional de Francia decidió construir la Basílica del Sagrado Corazón en la colina más elevada de París y, no por casualidad, el sitio donde había estallado la insurrección popular. Ese templo edificado sobre la sangre y los huesos de miles de comuneros fue concebido como una lóbrega advertencia para quienes albergaran en sus corazones la voluntad de volver a desafiar a los poderes establecidos. La basílica usurpa el lugar donde debería haberse erigido un monumento conmemorativo del heroísmo de los insurrectos y no un emblema de la clerigalla más reaccionaria del catolicismo. Pero la Asamblea Nacional cometió un error, que reivindicaría para siempre a la Comuna: decidió que el templo sería construido con los fondos aportados por una suscripción popular en toda Francia. Para eterno honor de los parisinos, sólo una ínfima parte de lo recaudado provino de la ciudad martirizada por la reacción. París fue derrotada, pero las parisinas y los parisinos no fueron puestos de rodillas y su honor resplandece cada día con más fuerza, potenciado por la tenebrosidad de sus verdugos.  Lección para jamás olvidar: la derecha será implacable contra cualquier gobierno que intente alterar el orden social y las relaciones de poder existentes por más que lo intente gradual y moderadamente, jugando dentro de las instituciones de la “democracia capitalista” y sus fraudulentas “reglas del juego”. Eso ocurrió ayer con la Comuna, continúa ocurriendo hoy y lo mismo pasará el día de mañana. Me atrevería a decir que es una ley histórica. No sólo en Francia, sino en cualquier lugar del mundo. Y especialmente en Latinoamérica donde, como es bien sabido (o debería ser bien sabido), el carácter brutal y sanguinario de la derecha, potenciada por los nefastos influjos del imperialismo norteamericano, es una constante histórica en todos nuestros países y persiste en la actualidad. Para los escépticos o desmemoriados basta con recordar las atrocidades cometidas durante el golpe de estado que, con la bendición de la OEA, anuló la legal y legítima victoria de Evo Morales en las elecciones presidenciales del 2019. No hay un sólo país de Nuestra América del que pueda decirse que estuvo a salvo de la barbarie represiva de la derecha. Parafraseando la advertencia del Che sobre el imperialismo norteamericano: “¡a la derecha no se le puede creer ni un tantito así, nada!”

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TRES MUJERES, TRES HISTORIAS

Por: Graciela Pérez Esandi (Con la colaboración en la realización de estos textos de Marta Dubín y Simón Blanco) MUJERES PARA RECORDAR EN MARZO Rosa de Luxemburgo……”Quien no se mueve no siente las cadenas” Hace 150 años, el 5 de marzo de 1871 nació en Samosc, Polonia, Rozalia Luksenburg, conocida como Rosa Luxemburg en inglés y alemán. Ese mismo año, 1871, fue el año en el cual se instauró el primer gobierno proletario del mundo, La Comuna de París, que solo duró tres meses. Rosa fue la quinta hija de una familia judía. Cuando la familia se mudó a Varsovia, Rosa cursó en el liceo femenino con buen desempeño. Tras involucrarse en actividades políticas de izquierda del partido “Proletariat” siendo aún jovencita,  se vió obligada a viajar a 1889  Suiza  para no ser detenida por el gobierno polaco por su militancia. En la Universidad de Zurich se dedicó a estudiar en forma simultánea Filosofía, Historia, Política,  Economía y Matemáticas, especializándose en la Teoría de Estado, Edad Media, y   Crisis Económicas. Ahí conoció muchas figuras socialistas con las que luego compartiría la actividad política. Debatió con los referentes del socialismo mas renombrados blandiendo una incisiva pluma que no ahorraba palabras  para transmitir sus pensamientos y críticas. Con Leo Jogiches formaron el Partido Social Demócrata del Reino de Polonia y durante años fueron sus dirigentes a pesar de que residían en Alemania. Como téorica del marxismo Rosa escribió una cantidad de libros que incluyen sus Obras Escogidas, Rosa Luxemburgo critica el Bolchevismo, Escritos Políticos,  Socialdemocracia rusa y crítica de la Revolución Rusa, La Revolución Rusa, Huelga de masas, partidos y sindicatos, La crisis de la socialdemocracia  y Reforma o Revolución. Su postura frente al feminismo es particularmente interesante. Descree totalmente del sufragismo de las mujeres burguesas a las que describe como “parásitos del cuerpo social” ya que son “coconsumidoras de la plusvalía de la que sus  hombres extorsionan al proletariado”,  ya que ellas  “no participan en la producción social”. Por lo tanto descree de la igualdad entre mujeres y lo considera una farsa del sufragismo.(Women’s suffrage and class struggle,1912) Es mas,afirma que «Quien es feminista y no es de izquierda, carece de estrategia. Quien es de izquierda y no es feminista, carece de profundidad». En otro texto analiza la situación de las mujeres proletarias (The Proletarian Woman, 1914) que, a diferencia de las mujeres burguesas que consideran a su casa como el mundo,  tienen al mundo como su casa, dadas las incesantes olas inmigratorias que las mujeres proletarias deben sobrellevar  con sus familias trashumantes en pos de hallar posibilidades  de empleo de sus compañeros. Además analiza la cuestión de los derechos políticos y afirma que las mujeres burguesas no los necesitan mientras que las mujeres proletarias los necesitan por estar esclavizadas como sus compañeros en “el abismo social que separa la clase de los explotados de la clase de los explotadores, no en el antagonismo entre hombre y mujer sino en el antagonismo entre capital y trabajo”.  En 1919 formó la Liga Espartaquista, tomando su nombre del esclavo  que intentó liderar la liberación de los esclavos en Roma junto  Karl Liebknecht, Clara Zetkin y Franz Mehring. Por sus opiniones y actividades fueron encarcelados en muchas oportunidades pero con sus férreas convicciones prosiguieron hasta que se produjo lo que se denominó  el Levantamiento Espartaquista, una huelga general en enero de 1919, que sin embargo no fue convocado por la Liga Espartaquista, aunque cooperó con el mismo. El presidente socialdemócrata Friedrich Ebert , primer presidente de la República de Weimar, respondió ordenando a un cuerpo paramilitar denominado Freikorps (cuerpos libres) que aplastara la revuelta. Fueron ellos los que capturaron y asesinaron a Rosa Luxemburgo y Karl Liebknecht en Berlín el 15 de enero de 1919.  El 1ro de enero de ese mismo año habían creado el Partido Comunista de Alemania Sin embargo, Rosa Luxemburgo no ha sido olvidada, la fecha de su asesinato sigue siendo recordada aún en Berlín todos los años. Sus textos abarcan temas como el anticolonialismo y es precursora de la teología de la liberación según Néstor Kohan,  de particular importancia para   América Latina , donde se la recuerda también. https://www.bbc.com/mundo/noticias-46831185 https://es.wikipedia.org/wiki/Rosa_Luxemburgo https://jacobinlat.com/ Film de Margarethe Von Trotta “Rosa Luxemburgo”, 1986. Conferencia  de la Cátedra de Género y Clase del CEFMA en YouTube CEFMA AGOSTI del 12 de marzo del 2021.  Valentina Tereshkova, La Gaviota Solitaria El 6 de marzo de 1937 nació Valentina Tereshkova en un aldea de Rusia, de padres trabajadores.  A los 8 años comenzó la escuela que dejó a los 16, aunque siguió cursos por correspondencia después. Mostró una fuerte afición al paracaidismo y a los 22 dió su primer salto. Este hecho la llevó a ser seleccionada posteriormente  como cosmonauta. Era la época de los vuelos espaciales y en cierto momento la URSS decidió probar con una mujer en el espacio, después del éxito obtenido en 1961 con el vuelo de Yuri Gagarin. Varios factores parecen haber pesado en la elección,en parte por su origen proletario, en parte porque su padre había sido héroe de guerra que había caído en acción. Tras un entrenamiento intensivo finalmente fue seleccionada  Valentina, y así el 16 de junio de 1963 se lanzó el Vostok 6,  una nave espacial con una cabina esférica para una persona. A los 26 años, la primera mujer y única tripulante  fue lanzada con éxito al espacio.  Su nombre de llamada fue Chaika (Gaviota). Fue la primera civil que participó de los vuelos espaciales. Durante el  vuelo  tuvo dificultades, sufrió náuseas y malestar físico, y un fuerte dolor en el cuello provocado por el peso de su casco. Durante 3 días orbitó la Tierra 48 veces, el mayor tiempo de vuelo que la suma de los tiempos de todos los astronautas estadounidenses hasta ese momento. Tuvo que ajustar la programación de su nave que por error fue orientada para alejarse de la Tierra en vez de acercarla.  Desde su nave  tomó fotografías del horizonte y llevó una bitácora. Tres días después Tereshkova abandonó la cápsula de vuelo y comenzó su descenso en paracaídas desde 6.000 metros de altura hasta aterrizar  en Kazajistán. Ahí comenzó la leyenda de Valentina. Aunque luego

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Hace 150 años: Las mujeres en la Comuna de París

Fuente: Manuel Kellner | Viento Sur Fecha: 9 de marzo de 2021 Hace 150 años, el 18 de marzo de 1871, comenzó la insurrección que alumbró la Comuna de París, que duraría 72 días. Karl Marx y Friedrich Engels escribieron sobre esta experiencia histórica. Sus conclusiones forman parte hasta nuestros días de los principios básicos del socialismo revolucionario en todo el mundo. El papel de las mujeres en esta insurrección y en la democracia radical que nació de ella suele tratarse más bien poco en ocasión de las conmemoraciones, pese a que existe toda una serie de estudios al respecto. Prosper-Olivier Lissagaray escribió en su Histoire de La Commune 1/, publicada ya en 1876 y que hay que calificar de obra clásica sobre el tema, lo siguiente [traducción propia]: “Las mujeres fueron las primeras en avanzar, como en los días de la revolución. Las mujeres del 18 de marzo estaban curtidas a raíz del asedio –no en vano tuvieron que soportar una doble ración de penuria– y no esperaron a sus hombres. Rodearon las ametralladoras y dijeron a los soldados: ‘¡Es una vergüenza! ¿Qué hacéis aquí?’ Los soldados guardaban silencio. De vez en cuando decía un suboficial: ‘Andad, buenas mujeres, ¡largaos de aquí!’ El tono de su voz no era áspero, y las mujeres se quedaron… Un gran número de guardias nacionales, con las culatas de los fusiles en alto, acompañados de mujeres y niños, avanzaban por la rue des Rosiers. Lecompte (el general) se vio rodeado, ordenó tres veces abrir fuego. Pero sus hombres permanecieron con los fusiles en tierra. Cuando se acercó la multitud, confraternizaron, y Lecompte y sus oficiales fueron detenidos.” El 8 de febrero había sido elegida, por exigencia de Bismarck, una Asamblea Nacional de mayoría monárquica para iniciar las negociaciones de paz. A partir del 17 de febrero, Adolphe Thiers se instaló, como jefe del gobierno, en Versalles, la residencia de los reyes. La masa de trabajadores y trabajadoras y de la pequeña burguesía estaba decidida a defender París frente al ejército prusiano, pese a la enorme penuria que sufría la ciudad sitiada: paro masivo, hambre, frío. La peor parte recayó en las mujeres, que ya desde antes llevaban todas las de perder: cobraban salarios más bajos y se veían oprimidas y acosadas de muchas maneras. La Guardia Nacional, formada mayoritariamente por trabajadores, era el brazo armado de la población parisina. Thiers exigía la capitulación, y su intento del 18 de marzo de desarmar este cuerpo, que en aquel momento contaba probablemente con unos 180.000 hombres, sentó como una enorme provocación. Así comenzó la insurrección del pueblo de París. El papel de avanzadilla de las mujeres en la respuesta a la ofensiva contra el París republicano no fue fruto de la casualidad. “Bellos animales” La efervescencia democrática radical y social se hizo notar meses antes del estallido de la guerra franco-alemana, sobre todo en París. Louis Bonaparte (Napoleón III) emprendió su guerra de agresión precisamente para parar los pies a esta efervescencia. Sin embargo, después de defenderse con éxito, el ejército comandado por Prusia pasó al ataque, y la aventura bonapartista acabó estrepitosamente. Meses antes, muchas mujeres habían comenzado a participar en el movimiento republicano y social, a reunirse por su cuenta y crear organizaciones propias. El 8 de septiembre de 1870, un grupo de mujeres, con André Léo (Léodile Champeix) y Louise Michel a la cabeza, se manifestaron delante del ayuntamiento y pidieron armas para luchar contra los prusianos. El 7 de octubre, estas mujeres reclamaron su derecho a participar en los combates en primera línea, para asegurar la atención a los heridos. Las posiciones contrarias a la participación de las mujeres en el bando republicano y socialista-comunista –en particular, Proudhon estaba estrictamente en contra, e incluso había llegado a afirmar que las mujeres son “bellos animales, pero animales”– comenzaron a desmoronarse. El combate de la Comuna, proclamada el 18 de marzo, se desarrolló en dos frentes al mismo tiempo: contra los sitiadores prusianos y contra el gobierno traidor de Versalles. Además, se intentó resolver los problemas sociales más acuciantes y construir un mundo nuevo en medio de una situación angustiosa, un mundo en que el pueblo trabajador tomaba las riendas de su propio destino. Difícilmente se podía rechazar la implicación de las mujeres en la solución de todos estos problemas. El Comité Central de la Guardia Nacional asumió al principio el mando del París revolucionario y organizó elecciones al consejo municipal, la Comuna, elecciones que tuvieron lugar el 26 de marzo. El 28 de marzo se proclamó públicamente la Comuna. A partir del 29 de marzo funcionaban diez comisiones, que elaboraban propuestas que sometían a la aprobación del consejo. Entre ellas, cabe citar la separación de Iglesia y Estado; escuela laica y gratuita, obligatoria para niños y niñas; derecho al trabajo remunerado; concesión de la nacionalidad a inmigrantes; confiscación de viviendas vacías para personas sin hogar; asistencia letrada gratuita; socialización de las empresas abandonadas por sus propietarios, autogestionadas por cooperativas creadas por el personal. Las medidas de la Comuna Una serie de resoluciones de la Comuna mejoraron la situación de las mujeres. Estas podían obtener el divorcio de sus maridos mediante una simple declaración de voluntad y recibían apoyo material de la Comuna hasta que decidiera el tribunal. Maestras y maestros percibían el mismo salario. Las compañeras de guardias nacionales caídos en combate recibían de la Comuna la misma indemnización que las mujeres casadas. Los representantes electos estaban obligados a rendir cuentas ante su electorado y sus cargos eran revocables en todo momento; el consistorio se consideraba poder legislativo y poder ejecutivo al mismo tiempo, y percibían para su sustento la cantidad equivalente al salario medio de un obrero. Las mujeres no tenían derecho de voto en la Comuna, pero no cabe duda de que esta habría implantado finalmente este derecho si hubiera tenido más tiempo. En los niveles de representación inferiores, en los distritos y en numerosas entidades, muchas mujeres ostentaban cargos de dirección y desempeñaban funciones importantes. Las actividades de las mujeres en la Comuna y para

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75 años de la derrota del fascismo

Fuente: Gustavo Espinoza M. | Alainet Fecha: 8 de mayo de 2020 Hace 75 años, en mayo de 1945, el Estado Mayor Hitleriano firmó la rendición de Alemania en la II Guerra Mundial. Cuando cayó el telón de la escena, el fascismo había sido derrotado, pero la lucha dejó una dolorosa estela de muerte y de sangre. Más de 50 millones de personas ofrendaron su vida por esa causa, centenares de ciudades, y millares de aldeas, fueron arrasadas por los ejércitos en marcha; pueblos enteros desaparecieron, y se destrozaron fronteras. La guerra fue un precio muy alto que el mundo debió pagar para librarse de la tiranía y de la esclavitud. El oscuro antecedente En realidad los sucesos que se desencadenaron en Europa a partir de 1939, tuvieron un antecedente definido: la I Guerra mundial, librada entre 1914 y 1918, que dejó un continente destruido y mutilado. Esa guerra, originalmente fue ideada por las grandes corporaciones financieras como un modo de hacer frente a la aguda crisis que afectaba la estabilidad del sistema de dominación capitalista. Forjar una economía de guerra, que alentara la instalación de fábricas de armas, produjera ingentes cantidades de artefactos de ese orden, diera empleo al gran número de desocupados que pululaban en todos los países y reflotara la economía a partir de la comercialización de productos bélicos; pareció ser -entre 1912 y 1914- el modo de enfrentar una crisis que corroía las bases mismas de la sociedad de entonces. Para ejecutar esa política, se dio inicio a la Primera Gran Guerra. Ocurrió, sin embargo, que estas previsiones no se cumplieron. Los pueblos no hicieron suya a causa de la guerra, aunque esta vinera envuelta en fina papelería de patriotismo. Como en otras circunstancias, en ésta, la Patria fue sólo un pretexto para enfrentar a unos contra otros; pero los trabajadores de distintos países percibieron que eso no era así. Que los obreros franceses nada tenían contra los obreros alemanes; y que los obreros alemanes no tenían por qué ver en los obreros franceses, a sus adversarios históricos. En todo caso, unos y otros debían ajustar las cuentas con sus propias burguesías, las de cada país, responsables de la crisis que se vivía en cada territorio y beneficiarias directas de la explotación inicua que ejercían contra sus pueblos. Los que se dieron cuenta de esa realidad, levantaron estandartes de paz, pero no fueron “pacifistas”. Enarbolaron la consigna de “¡Guerra a la guerra!” y llamaron a los pueblos a voltear los fusiles disparando no contra sus hermanos de otros países, sino contra los explotadores que tenían al frente. Fue esa, una lucha revolucionaria que estalló como una luz cuando los cañones del Crucero Autora alumbraron el nacimiento de la Revolución Rusa. Después de los sucesos de Petrogrado y Moscú, surgió en el mundo una verdadera Ola Revolucionaria –“La Ola Revolucionaria de los años 20”, se le llamaría-. En distintos confines del planeta, pero sobre todo en Europa, estallaron diversos procesos revolucionarios de corte socialista. Finlandia, Hungría, Bulgaria, Eslovaquia, Eslovenia y Alemania; fueron escenario de los principales episodios de esos años. Para enfrentarlos, las grandes corporaciones construyeron su propio parapeto: el fascismo. El surgimiento del fascismo El fascismo fue ideado como una barrera contra la insurgencia del proletariado. Ante la fuerza de la clase obrera. Las corporaciones construyeron la fuerza de la burguesía.  Y para hacerle efectiva, se valieron de los segmentos más pauperizados en la sociedad capitalista: el Lumpen del proletariado. Así forjaron una herramienta de masas y la pusieron bajo la égida de aventureros sin principios que hicieron del terror su manera de administrar el Poder. Años más tarde, Jorge Dimitrov definiría al fascismo como “la dictadura terrorista de los grandes monopolios, con apoyo de masas” Y llamaría a todos los pueblos a cerrar filas contra ese enemigo, que era ya el enemigo principal de la humanidad. Derrotada la Ola Revolucionaria de los años 20, en el mundo asomaron dos poderes: La Rusia Soviética que construía el socialismo; y el régimen fascista que asumiría la defensa de los intereses de los Monopolios. El fascismo optaría, desde un inicio, por una política belicista. No sólo habló de la guerra interna contra los trabajadores en cada país, sino también de una guerra de conquista y expansión, que se desarrollaría en el tiempo, y que buscaría convertir a los Estados Fascistas en los conductores de la humanidad. En la idea de sus jerarcas, el fascismo llegó para quedarse. Adolfo Hitler, diría después, que construirían “un milenio de dominio Pardo”  De la Italia fascista a la Alemania nazi El fascismo se originó en Europa central. Cuando en Hungría fue aplastada en sangre la República de los Concejos liderada por Bela Kun; el almirante Horty apareció a la cabeza de un régimen siniestro. En Bulgaria ocurrió un fenómeno parecido. Depuesto el gobierno progresista de la Unión Agraria, de Alesxander Stamboliinski, el general Tshankov se hizo del Poder con métodos siniestros. Pero fue en Italia donde el fascismo logró su principal victoria. En octubre de 1922, la Marcha Sobre Roma, ejecutada por las huestes del fascismo, permitió que el rey Victor Manuel entregara la Jefatura del Estado al “Ducce”, Benito Mussolini para instaurar el régimen fascista. Mussolini, en el Poder, no dio tregua a los trabajadores. Socialista converso, radical y chovinista, desplegó una violenta ofensiva contra los sindicatos a los que consideró “responsables” de la crisis italiana. Contra ellos, forjó la alianza de los grandes industriales con los segmentos emergentes de la sociedad – el lumpen del proletariado- Con ella, concibió la idea de construir un “Estado Nuevo”, el Estado Corporativo Fascista. El ejemplo fue seguido poco después en Portugal por Oliveira Salazar, quien, en 1925, se hizo del Poder en Lisboa con las mismas banderas. Y luego en Alemania, con el ascenso de Adolfo Hitler, a partir de 1932. Con Hitler en el Poder, las grandes corporaciones consideraron salvado su régimen de dominación. El líder Nazi se entendió, rápidamente con los segmentos más altos de la gran burguesía alemana y enfiló sus baterías

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Raanan Rein: la política migratoria de Perón no fue la del crisol de razas

Fuente: Maximiliano Mendoza | Página/12 Fecha: 6 de noviembre de 2019 Hoy a las 17 el historiador israelí Raanan Rein, presentará en la Legislatura su libro «Los muchachos peronistas árabes», que escribió con Ariel Nojovich. En esa obra el autor analiza uno de los aspectos menos conocidos de la historia del peronismo y con ello se propone desarmar muchos prejuicios en torno a las políticas migratorias de la época, tal y como hiciera con la anterior obra «Los Muchachos Peronistas Judíos» (2015).  En una entrevista con Salta/12, Rein explica su tesis, que se enfoca en demostrar que durante el primer peronismo se promovió la integración multicultural y multireligiosa. Además analiza aspectos soslayados como la identidad étnico cultural y pone en entredicho el mito liberal del «Crisol de Razas». – Usted en su libro sostiene que las políticas migratorias del primer peronismo configuran un modelo a imitar aún en la actualidad. ¿Cuáles, según su opinión, fueron las políticas que permitieron esa integración cultural de los distintos grupos étnicos?  – Efectivamente, estamos viviendo en los últimos años un mundo cada vez menos tolerante. En muchos países como Brasil, Estados Unidos, Hungría o Polonia, se percibe una creciente xenofobia, un creciente racismo, un discurso fuertemente antiinmigratorio. En ese sentido, el modelo que ofreció el primer peronismo fue algo distinto y para mí es un modelo a emular hoy en día, porque ofreció a distintos grupos de inmigrantes y sus descendientes nacidos en la Argentina un reconocimiento sin precedentes. Brindó legitimidad a sus idiosincrasias, a sus lazos con sus países de origen, y de algún modo otorgó nuevos significados al concepto de ciudadanía. En este sentido, es importante el contraste con el concepto liberal de «Crisol de Razas», según el cual los inmigrantes tenían que dejar de lado su bagaje cultural, religioso e idiomático, y en el caso del primer gobierno peronista lo que vemos es un nuevo espacio para la elaboración de identidades híbridas, que diferencian al primer peronismo de periodos anteriores de la historia argentina. El peronismo otorga a estos colectivos derechos políticos en un sentido integrador. Otro aspecto importante es el concepto de la Comunidad Organizada, que busco también incorporar a los colectivos étnicos. Con su postura anti liberal, que dio más importancia a derechos colectivos que a los derechos individuales, el peronismo ofrece un nuevo espacio a los distintos colectivos inmigrantes. – En consonancia con su anterior libro, «Los muchachos peronistas judíos», usted hace hincapié en la valoración positiva de los discursos de Perón con respecto a los argentinos-árabes. ¿Cuáles fueron las similitudes y las diferencias en la integración de ambos grupos étnicos a la argentinidad? – Efectivamente han habido muchas similitudes en las estrategias de integración de ambas colectividades. Las profesiones que adoptaron durante la primera generación de inmigrantes tienen muchas similitudes con la segunda. Ambas colectividades se beneficiaron de las nuevas políticas del peronismo hacia los inmigrantes semitas (judíos, árabes, musulmanes, etcétera). Asimismo, en este periodo se verifican a menudo estereotipos negativos similares en relación a estos inmigrantes no latinos, no cristianos, pero también se verifican distintas estrategias de lucha contra las actitudes discriminatorias contra estos inmigrantes. En cuanto a las diferencias, los inmigrantes judíos se instalaron en la Ciudad de Buenos Aires y sus alrededores (de hecho el 80% de los inmigrantes judíos y sus descendientes se concentra en dicha área), mientras que los inmigrantes árabes se instalaron a lo largo y ancho del país, teniendo una mayor incidencia demográfica, económica, política y cultural en la región del noroeste. Otra diferencia a tener en cuenta es que los inmigrantes judíos lograron en una etapa más temprana establecer organizaciones comunitarias para la representación de la comunidad judía ante las autoridades, cosa que los inmigrantes árabes establecieron un poco después. – En el libro se mencionan los casos de los directores de migraciones que fueron expulsados por Perón por mantener posiciones antisemitas. Sin embargo, aún está latente cierta historiografía que coloca al entonces presidente dentro del universo nazi-fascista… ¿Por qué es tan difícil romper con ese sentido común a pesar de las fuentes históricas que lo contradicen? – La imagen nazi-fascista de Perón tenía que ver sobre todo con la neutralidad argentina durante la segunda guerra mundial. Los norteamericanos nunca han perdonado a la Argentina esta política y la falta de solidaridad con los EEUU después del ataque de Pearl Harbor en diciembre de 1941. De hecho, cuando llegamos a las etapas finales de la segunda guerra mundial, la Argentina es la única república americana en no apoyar a los aliados. Además, una vez terminada la guerra y una vez elegido presidente Perón, la política económica y social desafiaba los intereses norteamericanos. Y también en este periodo muchos criminales de guerra nazi aprovecharon para venir al país, lo cual ayudó a pintar una imagen nazi-fascista del líder justicialista. Aunque entraron criminales de guerra nazis a otros países, incluyendo los Estados Unidos. Perón era bien consciente de esta imagen negativa que tenía en los medios de comunicación estadounidenses, en la Casa Blanca y el Departamento de Estado, e intentaba de diferentes maneras cambiarla. Su política hacia los colectivos inmigrantes, y sobre todo hacia los judíos, tenía que ver justamente con ese esfuerzo de limpiar su imagen en los Estados Unidos, pero fracasó en ese intento. Logró hacerlo sólo en algunos círculos del país norteamericano. – Un aspecto importante del libro consiste en señalar los motivos por los que la mayoría de los argentinos árabes se instalaron en el norte argentino ¿Cuáles destaca de esos? – Eso tiene que ver en parte con la llegada algo tardía de los árabes a la Argentina. Tenían que buscar lugares con más posibilidades laborales y de movilidad social que en los espacios ya ocupados por otros inmigrantes, y optaron por la región del noroeste. Además, como en otros casos, se nota una inmigración en cadena; una vez que las primeras generaciones se asentaron, invitaron a sus familiares y a sus correligionarios de sus regiones de origen a que vengan al país. Mañana (por hoy) seguramente estaré junto a muchos descendientes de esta corriente durante la presentación, así que estoy agradecido por ello desde ya.

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Del Cordobazo al parazo contra Macri: 50 años de luchas

Fuente:  Sergio Wischñevsky | Nuestras Voces Fecha: 29 May 2019 La Argentina nunca se ahorra ironías históricas. La CGT para hoy contra el Gobierno de Mauricio Macri, el mismo día que se cumplen cincuenta años del Cordobazo. El quinto paro general contra el gobierno de Macri y sus políticas de ajuste es total gracias a la adhesión del transporte y la bronca acumulado Llega luego del malestar expresado por las bases sindicales por la actitud dilatoria que los dirigentes gremiales a los que le tuvieron que pedir «pongan fecha». Los salarios han retrocedido en todos los rubros, los despidos y cierres de empresa son una realidad cotidiana, los recortes de derechos un programa inamovible del gobierno, la desarticulación y asfixia del fuero laboral, en el ámbito de la justicia, terminó de dar un broche tenebroso a la ofensiva sobre las viejas conquistas de los trabajadores, que también pueden argüir que tienen derechos adquiridos. El paro viene acompañado por los gremios del transporte, el fogoneo de las regionales, la adhesión de la casi totalidad del arco gremial incluidas las dos CTA, el sector moyanista del Frente Sindical para el Modelo Nacional (FSMN), y los bancarios. Desde los gremios informan que hay mucha bronca entre los laburantes y que el paro es contundente. Sin embargo,  la cúpula de la CGT decidió que no haya una movilización central. Eso no significa que no habrá movilizaciones. Las organizaciones sociales anunciaron que realizarán ollas populares de protesta en todo el país, la izquierda anunció que hará, por la mañana, cortes y piquetes en los principales accesos a la ciudad de Buenos Aires, y por la tarde una actos con oradores. Por su parte varias centrales regionales anunciaron que marcharan: en La Pampa la CGT local junto a los gremios que integran el Frente Sindical, las CTA, las 62 Organizaciones Peronistas, la Corriente Federal y docentes se concentrarán en la plaza San Martín de la capital; en Santa Fe sucederá algo similar donde la capital provincial será el escenario de volanteadas, concentraciones y también la realización de ollas populares que, en todo el país, son impulsadas por las organizaciones sociales. La Casa Rosada buscó neutralizar el paro hasta último momento al agilizar el reparto de $13.000 millones para las obras sociales sindicales. También activó una mesa de diálogo con los gremios del transporte para explorar recetas para mitigar el peso del impuesto a las ganancias en los salarios del sector. Pero no hubo caso. El transporte, que torció el debate interno en la CGT para apurar la medida de fuerza, es el músculo más vigoroso para garantizar la efectividad de la protesta. No funcionarán hoy colectivos, trenes y subtes. Tampoco habrá vuelos de cabotaje y la actividad en los puertos estará paralizada. No habrá clases, bancos ni recolección de residuos. A través de un video que divulgó por las redes sociales, la CGT enumeró las razones de la protesta: reclamó activar un pacto antidespidos; aumento del salario mínimo; congelamiento de las tarifas de los servicios públicos; modificar el rumbo del plan económico y paritarias libres para evitar la caída del salario real. Es evidente que la enorme repercusión y participación que tuvo el 30 de abril pasado la huelga encabezada por el moyanismo y las CTA prendieron la alarma en la conducción cegetista. Sus propias bases estuvieron cerca de la rebelión. En ese sentido el juego de espejos con el Cordobazo de 1969 es interesante, con todas las diferencias del caso. El año 1969 empezó con un panorama en el que el dictador, Juan Carlos Onganía, parecía navegar sobre aguas tranquilas. La UIA le planteó entonces al ministro de economía, Adalbert Krieger Vasena, la necesidad de encarar reformas laborales: achicar horas de trabajo y salarios, y sobre todo, eliminar en Córdoba y otras provincias el sábado inglés, esa conquista histórica de trabajar los sábados medio día. El gobierno decidió darle curso al pedido y ese fue un punto de inflexión. El sindicalismo estaba dividido en dos grandes facciones: por un lado la CGT liderada por Augusto Timoteo Vandor, muy proclive al dialogo con el gobierno y renuente a planes de lucha, y por el otro lado la recientemente creada CGT de los argentinos conducida por Raimundo Ongaro, representaba a los gremios más conbativos. El dirigente de la poderosa SMATA cordobesa, Elpidio Torres, alineado con el vandorismo, convocó a tomar medidas de fuerza y se reunió con Agustín Tosco, de Luz y Fuerza, para dejar atrás en la provincia las diferencias entre las centrales sindicales y apuntar a un plan de lucha unificado contra los ajustes. Estos movimientos coincidieron con la aparición en el estudiantado cordobés de corrientes de izquierda que inspiradas en el Mayo francés de 1968 comenzaron a radicalizarse. La idea de unificar luchas con los trabajadores generó una gran gama de puentes entre los dos sectores. Tosco apareció con mucha regularidad en actos organizados en las universidades. Ante la reacción violenta de la dictadura, que dejó una estela de muertos en protestas en Rosario, Tucumán y Corrientes, las dos centrales sindicales decidieron convocar a un paro general para el día viernes 30 de mayo, sin movilización. En Córdoba decidieron adherir pero radicalizando la medida: serán 48hs de paro y con movilización para el día jueves 29. Acordaron los lugares por donde irían las manifestaciones, tomaron las medidas de seguridad necesarias atentos a que las movilizaciones previas en Rosario y en Corrientes habían terminado con muertos, múltiples heridos y detenidos. Nada estuvo librado al azar. Incluso durante la semana anterior se militó intensamente para ganarse el favor y simpatía de los comerciantes y la población en general. La participación fue inédita, multitudinaria, los metalúrgicos y los ferroviarios hacía años que no participaban en movilizaciones y una de las sorpresas de la jornada fueron las enormes columnas que aportaron ese día. El 29 la ciudad amaneció militarizada, sin embargo, y a sabiendas del peligro y los antecedentes, decidieron avanzar. La policía desplegada se asustó y abrió fuego. Fue un inicio trágico porque en ese momento cayó muerto Máximo Mena,

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Sobre las rebeliones, la cultura y la biología

Fuente: Eduardo Wolovelsky* | Adherente del Llamamiento Fecha: 06 May 2019 Puede no ser relevante, puede incluso ser una lectura forzada, exagerada e incluso obsesiva, pero el ejercicio de reflexión, a pesar de estas posibles objeciones, parece ineludible porque, según el calendario de efemérides del Ministerio de Educación de la Nación, el 19 de abril se conmemora “El día de la convivencia en la diversidad cultural”. La elección se debe a que en esa fecha, pero del año 1943, se inició la rebelión del Ghetto de Varsovia. ¿Por qué definir de esta manera la memoria sobre uno de los más notables actos de resistencia de la historia contemporánea? “El día de la convivencia en la diversidad cultural” se asemeja más a un lema publicitario que a un acto de compromiso histórico, a tal punto que con él podrían acordar tanto los ángeles como los demonios. La resolución que define esta conmemoración es del 9 de marzo del año 2000 y fue firmada por el entonces Ministro Juan José Llach y contiene las siguientes consideraciones: VISTO: El papel primordial de la educación en la formación y afianzamiento de valores corno la tolerancia, la pluralidad y la conciencia ciudadana, pilares fundamentales de la convivencia democrática, y CONSIDERANDO: Que la Constitución Nacional y los cuerpos normativos internacionales con jerarquía constitucional, así como otra legislación nacional vigente, comprometen al Estado argentino y a la sociedad civil en el respeto por las diferencias y en la condena a toda forma de discriminación; Que la ley Federal de Educación en su artículo sexto establece que el sistema educativo deberá promover una formación basada, entre otros, en los valores de libertad, paz, solidaridad, tolerancia, igualdad y jusficia; Que los Contenidos Básicos Comunes para la Educación General Básica y la Educación Polimodal incorporan aspectos específicos referidos al Holocausto y a la formación y consolidación de actitudes de tolerancia y no discriminación por religión, raza, sexo o ideología; Que, durante la Segunda Guerra Mundial, el régimen nazi como expresión de una ideología que sostenía el antisemitismo como bandera principal, llevó a cabo una política de deshumanización y exterminio contra el pueblo judío, víctima principal de Holocausto; Que el 19 de abril de 1943, un grupo de jóvenes judíos del ghetto de Varsovia protagonizó un levantamiento contra las acciones del régimen nazi consistentes en la concentración y aislamiento de los judíos en ghettos, imponiéndoles condiciones de vida que ocasionaron, producto del hambre, las enfermedades y la represión directa, la muerte de la mayoría de la población, y en la deportación luego, de los judíos sobrevivientes del ghetto a los campos de exterminio nazi; Que este acontecimiento quedó instalado en la memoria colectiva como una de las formas de resistencia contra la opresión, la intolerancia y la defensa de la dignidad humana y un símbolo de la libertad; Que el recuerdo del Holocausto en el que fueron asesinados cerca de seis millones de judíos y de las causas del levantamiento del ghetto de Varsovia significan mantener viva la memoria de los horrores que puedan generar la intolerancia y el racismo; Que lo propio ocurre con muchos otros episodios de la historia de la humanidad, particularmente en el siglo XX, en los que se incurrió en genocidio, otras formas de exterminio sistemático de pueblos a personas por razones de raza, religión nacionalidad o, simplemente, ideas; Que los acontecimientos que se desarrollaron durante la última dictadura militar en nuestro país y otros correspondientes a la actualidad internacional demuestran que la intolerancia persiste como una amenaza para las sociedades democráticas; Que resulta de extrema relevancia el desarrollo de acciones tendientes para que los miembros de la comunidad educativa asuman la conciencia de su responsabilidad individual en la defensa de los valores que sustentan la vida en democracia y en convivencia pacífica con pleno respeto a la diversidad cultural; Cabe preguntarse porque no llamarlo “El día del derecho a la revuelta armada” “El día de la resistencia”, “El día del derecho a la rebelión” y tantos otros posibles, políticamente más insidiosos. Lo cierto es que estos nombres tampoco son válidos porque le otorgan una ilegítima centralidad histórica a esta revuelta particular por sobre otras rebeliones y revueltas de distintos momentos, de diferentes culturas y de diversos actores políticos. Para comprender en mayor profundidad el conflicto que enfrentamos es interesante considerar las palabras que el historiador Enzo Traverso enunciara en su obra A sangre y fuego. De la guerra civil europea, 1914-1945: En abril de 1943, la insurrección del ghetto de Varsovia fue precedida por un intenso debate en el seno de la Resistencia judía, en la cual la ética de la convicción predominó sobre la ética de la responsabilidad. Sobre la base de un sencillo cálculo de la relación de fuerzas, los combatientes no tenían ninguna oportunidad de imponerse y su elección podía parecer puramente suicida. No es difícil reconocer, retrospectivamente, que la moral del sacrificio de estos insurgentes valía más que el sentido de la responsabilidad de los notables de consejos judíos que, al colaborar, no actuaban siempre por oportunismo o conformismo, sino, a menudo, tras un cálculo erróneo de las consecuencias de su elección, por el afán se salvar vidas humanas. El suicidio de Adam Czerniakow, presidente del consejo judío del ghetto de Varsovia en 1942, es la ilustración más dramática de esto. Cómo resolver entonces la cuestión planteada  por el decreto ministerial dado que, como ya enunciamos, el nombre propuesto erosiona los profundos significados de la revuelta bajo una sentencia que desconoce un hecho central del nazismo y que hoy debe ser tenido en cuenta frente a las posibilidades técnicas que se abren en el campo de la genética y de la neurobiología. Era inevitable que el nazismo fuese contra expresiones que reconocemos como parte de la diversidad cultural porque su programa político pretendió actuar sobre un aspecto aún más básico de la condición humana. No olvidemos la definición que diera Rudolf Hess en 1934 y que todo biólogo y profesor de biología debería sopesar con cuidado: el Nacional Socialismo no es

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Fuente: Elina Malamud | Revista Haroldo Fecha: 03 de MAY 2019 Los judíos somos un pueblo muy desparramado desde tiempos remotos. Ya en el siglo XIII había judíos en China y desde ahí, caminando hacia el Oeste, uno se los topa todavía a lo largo del Asia Central, del Asia Menor, en África, no tantos quedaron en esa península continental y vanidosa que se llama Europa, muchos se refugiaron en toda la América desde el Polo Norte hasta el Polo Sur y si seguimos, cruzando el Pacífico, se los encuentra en Japón, con los ojitos así y celebrando Péisaj. Hay judíos de muchas categorías y de todas las calañas, obreros que en la Rusia y la Polonia de fin de siglo poblaron las fábricas, fundadores de cooperativas agrícolas, buitres chupasangre y economistas keynesianos, filósofos revolucionarios y gobernantes prepotentes, invasores que se roban la vida y la tierra del hermano, empresarios de buena leche, profesionales y académicos, científicos de ciencias duras y abanderados en séptimo grado de primaria, comerciantes abusivos y maestros de escuela, gremialistas, madres sobreprotectoras y padres estafadores o mafiosos, socialistas, neoliberales y cantores de sinagoga. Bah, gente. Pero distinta y hasta peligrosa, según los que tienen la costumbre de condenar las diferencias o profundizarlas de intención. En la Edad Media, durante las cruzadas, envenenábamos el agua de las fuentes para provocar la peste, la reina católica nos echó de España para unificar el pelaje de sus súbditos, Bogdan el cosaco, cuando arrasaba Polonia, exigió que le entregaran a los judíos para despachurrarlos, el pobre Dreyfus se comió un juicio y el espectáculo de su degradación, botón por botón de su uniforme militar, acusado de una traición de la que su acusador era, en verdad, el verdadero culpable y hace poco más de un siglo las políticas del zar derivaban las frustraciones de obreros y campesinos sobreexplotados a las turbas que se metían en los barrios judíos del imperio ruso para rompernos las costillas. No fuimos ni somos los únicos. En los tiempos cercanos el pueblo armenio, el gitano, los que no manejan los movimientos del cuerpo ni de la mente según los parámetros aceptados, los morochos choriplaneros que se ponen la gorra con la visera para atrás, los musulmanes para Occidente y los coptos en Egipto, los que resguardan su especificidad de género, los desplazados y los migrantes son individuos o perversos o descartables. Si hasta parecería que los ojos almendrados y la lengua monosilábica del chino del supermercado fueran evidencia indiscutible de que maneja la cadena de frío con supercherías aviesas y desfigura el ticket de caja con picardías sibilinas. Cuando en las Pascuas de 1903, se desató un pogrom en Kishinov, el poeta Jaim Bialik levantó los brazos al cielo, ofreciendo sus manos llenas de palabras enojadas, indignado por la pasividad con que los judíos se habían dejado masacrar, tal vez sorprendidos porque su dios tan justo no hubiera llegado a socorrerlos. Al menos no fue en vano su clamor poético. A finales del verano de ese mismo año, apenas los judíos de las organizaciones clandestinas socialistas y sionistas de Gómel, en Bielorrusia, sospecharon que estaba llegando la hora de una violencia parecida, se armaron en ídish, con palos, cuchillos, cachiporras y armas de fuego. Se defendieron a tal punto que el Estado les hizo juicio, acusándolos de intentar un pogrom contra la población rusa. Pero cuando los jerarcas nazis, convocados por Reinhard Heydrich, se reunieron en la casa de Wannsee, a las afueras de Berlín, para decretar la solución final del problema judío y definir la cantidad y la calidad de los entrecruzamientos genéticos necesarios para decidir con cuánto de semita se conservaría la vida y a quién le correspondería la eliminación física, sobrepasaron todos los asombros que pudieran caber en el corazón humano. Aun cuando el avance arrollador del ejército alemán, en el verano del cuarenta y uno, no dejaba espacio ni para un resuello y mientras los ojos desmesuradamente abiertos por el pasmo del ghetto, de la fosa, del tren que traqueteaba al campo de exterminio no habían alcanzado a cerrarse, cupo en muchos el recuerdo de los enojos de Bialik. Así que cuando Shlomó Leitman le contó a Alexander Pechersky que ese enorme fuego detrás de los árboles y el raro olor que respiraba brotaba de los cadáveres de los compañeros que acababan de llegar con él al campo de exterminio de Sobibor y que estaban siendo incinerados, Pechersky se dijo yo acá no me quedo. Mañana nos vamos, más o menos escribió en su diario de prisión el 13 de octubre de 1943, la víspera del levantamiento que él comandó junto con Leib Feldhendler. En el apuro entre la lluvia de otoño, la vida y la muerte, se despacharon a una docena de guardias de las SS. Trescientos prisioneros lograron escapar y muchos de los que sobrevivieron a la persecución que siguió se unieron a la lucha partisana. En otro lugar de Polonia, los hermanos Bielski se abroquelaron en el bosque de Naliboki, al este de Minsk, capitaneando una tropa de judíos que, incitados por ellos, se escapaban de los ghettos de Lida y Novogrúdek, se descolgaban de los trenes o habían burlado como fuera la metralla o el gas exterminador, protegidos por la propia escuadra de choque de los Bielski que proveía el sustento, vigilaba al enemigo y colaboraba con los partisanos soviéticos. Quizá me vea compelida a hacer este escaso aunque incompleto recuento porque si bien no fueron tantas las posibilidades de resistencia judía, fueron muchas más de las que la mayoría conocemos. El acto más potente de indocilidad y rebeldía de los judíos en la Segunda Guerra fue el levantamiento del ghetto de Varsovia que acabamos de conmemorar el 19 de abril. En medio del hacinamiento, el hambre, el tifus, los piojos y el desconcierto, la sociedad del ghetto resistía entre el contrabando y la biblioteca clandestina, los teatros y la negociación culposa o cínica, mientras los jóvenes comunistas, bundistas y sionistas trasegaban las alcantarillas acopiando las armas que podían conseguir de la

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