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Kim, Trump y la nueva geopolítica mundial

Fuente: Ángel Guerra Cabrera | Rebelión Fecha: 15 de JUN 2018 La cumbre coreano-estadounidense de Singapur parece significar un importante jalón hacia la distensión y la paz en la península coreana. El solo hecho de que haya iniciado un diálogo fluido entre los jefes de Estado de los dos archienemigos el acuerdo alcanzado entre ellos, también constituye un gran paso de distensión en el este de Asia y para el resto del planeta, pues ningún país, no importa cuán lejano se encuentre del conflicto, podría escapar a los terribles efectos de una guerra nuclear. Desde luego, si esta cumbre pudo celebrarse y reencarrilar, tal vez por un buen tiempo, la deriva fatídica a la que parecía encaminarse el diferendo entre Washington y Pyongyang, se debe en primer lugar a la recomposición geopolítica que vive el mundo. Ya no existe más aquella hegemonía de Estados Unidos, que parecía incontestable hace poco menos de tres décadas. Es más, la alianza occidental surgida después de la Segunda Guerra Mundial se resquebraja por fallas tectónicas ya inocultables. De ello son ejemplos la brutal guerra comercial de Estados Unidos contra Rusia, China, la Unión Europea, Canadá y México y el sensacional derrumbe del G-7 en su reciente cumbre de Canadá. En contraste, paralelamente se desarrollaba en Qingdao, China, una pujante cumbre de la Organización de Cooperación de Shanghái, que agrupa a Rusia, China, India, Irán, Pakistán y Afganistán, a la mayoría de países asiáticos del espacio ex soviético y hasta 23 naciones en las distintas formas de membresía. Ella era el marco de un nuevo encuentro entre Xi Jing Ping y Vladimir Putin, que adoptó importantes acuerdos entre las dos potencias, cuya alianza se profundiza más cada día. Precisamente, Pekín y Moscú han desempeñado un papel decisivo, junto a Pyonyang y Seúl, en la configuración de un escenario favorable para que se concretara la cita en Singapur de Kim Yong-un y Donald Trump. Debe subrayarse el lúcido y perseverante protagonismo de Moon Jae-in, presidente de Corea del Sur para que pudiera celebrarse esta cumbre. Por su parte, Kim demostró saber sacarle provecho a la carta nuclear para forzar a Trump a dialogar, tal vez con excesos retóricos en determinados momentos, pero una bien concebida estrategia, combinada con indudable flexibilidad táctica, que le permitió conseguir lo que ha sido un anhelo de su país por décadas. Pionyang siempre pensó que el trato directo con Washington al más alto nivel era indispensable para lograr la paz y la prosperidad en el norte y la normalización de las relaciones con el sur. Kim fue también capaz de llegar a la cita con un sólido espaldarazo de China, para lo cual sostuvo dos reuniones en Pekín con Xi. Si este paso es muy favorable para el norte de Corea, también lo es para China, que necesita, de paz y estabilidad en la península coreana. Pero no deben obviarse como premisas de este desenlace las dos cumbres intercoreanas de este año y la histórica Declaración de Panmunjom, simbólicamente implicó una declaración de paz entren las dos Coreas, al proclamar que ambas cesarían todo acto hostil entre ellas y consideraban la desnuclearización y reunificación como importantes objetivos a lograr. Para el norte la cumbre de Singapur significa también la posibilidad de recibir importantes flujos de inversión de la otra Corea, que le permitan modernizar su economía, romper el aislamiento e insertarse en la economía mundial. Paradojas de la política de nuestros días, del “fuego y furia” que recibiría Pyonyang y el “hombre-cohete” acuñados por Trump hace unos meses, Kim pasó a ser objeto de los elogios del inquilino de la Casa Blanca e invitado a visitarla. A la vez, el estadounidense era invitado a realizar en Pionjang la segunda ronda de la cumbre. La desnuclearización “completa” de la península coreana, garantías de seguridad para Corea del Norte, el deseo de ambas partes de construir un “régimen de paz duradera y estable” y la repatriación de los cadáveres de los estadounidenses caídos en la guerra de Corea son puntos muy importantes acordados en Singapur. En efecto, son muy generales y necesitan de definiciones más claras y de un cronograma para su concreción. De eso se encargarán el secretario de Estado Mike Pompeo y un alto cargo coreano, según reza el comunicado firmado por Kim y Trump. Creer en la palabra de Estados Unidos es muy riesgoso pero no hay otro camino viable para Corea del Norte y Estados Unidos que la diplomacia. Se inicia un largo y escabroso proceso, siempre mejor que el fuego nuclear.

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Al casino con la plata del abuelo

Fuente: Adrián Murano | Revista Zoom Fecha: 15 de  JUN 2018 El gobierno se dispone a liquidar el Fondo de Garantía de Sustentabilidad (FGS) de la Anses. El plan no es nuevo: la maniobra fue habilitada por la ley ómnibus que en 2016 posibilitó el “blanqueo” impositivo. La novedad es que el desguace fue ratificado por escrito en el memorando de acuerdo con el Fondo Monetario Internacional. “Vamos a amortizar activos de los fondos de pensión que se encuentran actualmente en posesión del gobierno como un medio para ayudar a financiar el pago de pensiones, incluyendo aquellas en la Ley de Reparación Histórica”, reza la carta de intención. “Las autoridades y el staff del FMI acordaron una misión de asistencia técnica del FMI para fines de 2018 que recopilará la información necesaria y asesorará a las autoridades sobre el registro correcto de la operación de nacionalización y los cambios subsiguientes en el sistema de pensiones que sean consistentes con principios estadísticos sólidos como los incorporados en las Manual de Estadísticas Públicas. Si las recomendaciones de la misión llevan a cambios en la medición del resultado presupuestario no se aplicarán medidas de política adicionales para los fines del programa respaldado por el FMI”, precisa el documento. En criollo: en el memorando con el prestamista, el Gobierno se compromete a liquidar el FGS para hacer frente al programa de reparación histórica a los jubilados. Esto implicará que el Ejecutivo se desprenderá no sólo de los títulos públicos que heredó de las AFJP sino también de las acciones de empresas privadas que aún tiene en sus manos. A los empresarios amigos de Macri le gusta esto. El proceso de venta de activos y saqueo de los recursos del FGS (como su nombre lo indica, creado para ser un reaseguro del delicado sistema previsional) lleva más de un año, y ya generaron media docena de causas judiciales. Por una denuncia del legislador nacional Rodolfo Tailhade, por ejemplo, el juez Claudio Bonadio lleva la demanda por la venta de bonos de la empresa EPEC, que le entregaban una tasa del 12,5% al Estado, para la suscripción de deuda de la provincia de Córdoba por U$S 150 millones a diez años, a un interés anual del 7,25%. Por ese caso se denunció una pérdida de U$S 75 millones para el organismo. La diputada Victoria Donda, por su parte, denunció la venta del 11,8% de las acciones que el FGS tenía en Petrobras. Se las entregó a Pampa Energía, de Marcelo Mindlin, a $ 10,37 cada una y tan sólo algunos días después el precio bursátil se disparó a cerca de los $ 18. El caso también está en manos de Bonadio. La Unidad Fiscal de la Seguridad Social (UFISES) inició una demanda por presuntos negociados entre el FGS, Petrobras y Pampa Energía, que por conexidad se unió también al expediente originado por Tailhade. El titular de la Procuraduría de Investigaciones Administrativas, Luis Rodríguez, denunció posibles negociaciones incompatibles, defraudación contra la administración pública y violación de los deberes de funcionarios públicos vinculados al fondo. El expediente está en manos del juez federal Claudio Casanello. Otra denuncia de la UFISES cuestiona la colocación de fondos en un fideicomiso de la financiera Axis, fundada por el ex ministro de Finanzas y flamante titular del Banco Central, Luis Caputo. El 80% de los $ 450 millones transferidos se destinaron a la compra de Lebacs, que el FGS bien podría haber adquirido sin pagar la comisión a la compañía creada por un funcionario. Esa causa transita, con el típico andar cansino que los jueces federales le otorgan a los expedientes que involucran a funcionarios en funciones, en el juzgado de Luis Rodríguez. La tercerización de las colocaciones financieras -con el consiguiente pago de comisiones a los colocadores- se convirtió en una práctica habitual durante la gestión cambiemita de la Anses, que conduce Emilio Basavilbaso. Según detectó y difundió el periodista Ari Lijalad, la Anses colocó millones de pesos en Fondos Comunes de Inversión (FCI) con tres tipos de maniobras: compra de Lebacs, inversiones en fondos donde ANSES representa casi todo el capital y la colocación de dinero de ANSES en fondos que luego invierten en empresas de allegados a Macri, como su “hermano de la vida”, Nicolás Caputo, y Marcelo Mindlin. El desvío de los recursos del FGS hacia la especulación financiera se inició apenas el PRO tomó posesión de una de las cajas más voluminosas del país. Y como es usual, la maniobra incluyó beneficios adicionales personales para funcionarios del Gobierno. En este caso, el beneficiado fue Luis Caputo: en lugar de que la ANSES comprara las Lebacs en forma directa, Caputo hizo que el FGS invirtiera en el fondo Axis, fundado por él y donde, según su última declaración jurada, conserva varios millones invertidos. Según reveló Lijalad, las inversiones de ANSES en Axis aparecen por primera vez en el acta 133, de julio de 2016. Puso, de un saque, 292 millones de pesos en el fondo Axis Ahorro Plus. Al mes siguiente, según el acta 134, rescató 236 millones pero puso 427 millones más. “Le quedaron un total de 498 millones en el fondo Axis Ahorro Plus”, concluyó el periodista. Según informó Axis a la Comisión Nacional de Valores (CNV), el 99,9% de ese fondo luego se invertía en Lebacs. O sea: ANSES gastaba millones en comisiones para que el fondo fundado por Caputo hiciera algo que el organismo podía hacer por sí mismo. El caso fue denunciado por el fiscal Gabriel De Vedia, que estaba a cargo de la Unidad Fiscal de Investigaciones de Delitos de Seguridad Social (UFISES). Luego de la denuncia, el Gobierno quiso primero eliminar la UFISES y luego, hace unos días, ordenó el desplazamiento del fiscal De Vedia. En paralelo a la persecución de los denunciantes, Mauricio Macri decidió premiar a los denunciados. El viernes, Luis Caputo fue designado al frente del Banco Central en lugar de Federico Sturzenegger, quien ofició de fusible por el incendio cambiario que lleva más de dos meses

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La revolución de las hijas brilla por derecho propio

Fuente: Luciana Peker | Página 12 Fecha: 14 de JUN 2018 El debate sobre el aborto legal, seguro y gratuito entierra, definitivamente, el “que se vayan todos” por el “que se vengan todas”. Es una demanda del movimiento de mujeres fruto de una construcción de más de treinta años de feminismo, de una tradición de tres décadas de Encuentros de Mujeres y de una forma horizontal, federal y autónoma de hacer política. Aunque, por sobre todas las cosas, es una primavera juvenil. Las grandes protagonistas políticas de la marea verde son adolescentes. Hay una ruptura de género y generacional con el poder político. Las chicas son las que llevan la batuta: las que levantan la voz, las que mandan, marchan, conducen, cantan y piden por ellas en su singularidad vital y libertaria. Son las pibas de pañuelos y puños en alto. Las Increíbles Hulk de Argentina no tienen sobredosis de músculos, tienen brillantina contra la invisibilización histórica del machismo. El boom de la participación adolescente marca una ruptura generacional y mete el dedo en la llaga con la crisis de la política tradicional (conservadora y tradicional). Hay que tener 25 años para poder ser diputado/a. Las chicas que toman, mayoritariamente, las calles, los colegios, los subtes, los colectivos, las plazas, las mesas de las familias, las redes sociales, tienen menos de 25 años. O sea: pudieron hablar en el Congreso de la Nación como oradoras (con el destacado discurso de Ofelia Fernández como ejemplo), pero no pueden ser diputadas. Tienen voz, pero no voto. Y esa tensión marca la tensa –pero no calma- trasnoche del 14 de junio. La grieta ya no es partidaria con una inusual foto que muestra de la mano a Mayra Mendoza (FPV), Karina Banfi (UCR- Cambiemos), Silvia Horne (Movimiento Evita), Daniel Lipovetzky (PRO), Mónica Macha (FPV), Lucila De Ponti (Movimiento Evita), Victoria Donda (Libres del Sur), Araceli Ferreyra (Movimiento Evita). El debate permitió un trabajo transversal que recuperó la historia de la construcción política de las mujeres que llevo a la victoria del cupo femenino en los noventa–también ganado de trasnoche y con los votos en contra que se dieron vuelta cuando las velas no ardían y el reloj bajaba las pestañas- pero que abrió una agenda de género que jamás se hubiera propuesto ni aprobado sin un piso de treinta por ciento de mujeres en el Congreso de la Nación. El abrazo multipartidario no es solo una fiesta cívica, ni una entrega de convicciones éticas, económicas y políticas. Es entender la posibilidad de construir política aún en tiempos de desaliento y desazón colectivos. La construcción de la grieta no marca un enfrentamiento sin conciliación, sino, más astutamente, la cancha marcada solo por la victoria y la derrota, sin matices, ni conquistas. Los brazos enlazados son, también, una hilvanación de una forma de construir acuerdos y discutir desacuerdos que no es naif, sino una esperanza que, justamente, saca los brazos del lugar de la derrota. Hay varones claves en la construcción del aborto legal: Lipovetsky, Sergio Whisky (PRO), Maximo Kirchner (FPV), Daniel Filmus (FPV), Leo Grosso (Movimiento Evita), Nicolás del Caño (Frente de Izquierda), Horacio Pietragalla (FPV). Pero no solo el protagonismo transversal fue de las mujeres, sino que la forma de construcción política no es casual, sino un mandato histórico y vigente de la forma de construcción política del movimiento de mujeres en la Argentina. Pero, además, la tensión entre la vieja política y la nueva política se reflejó, de manera tajante, entre el Congreso, con sus puertas adentro, sin los votos seguros e idas y vueltas para conseguir las manos levantadas por el aborto seguro, legal y gratuito. Y el ruido que entraba por las ventanas del recinto, la gente que tomaba sopa o guisos entre guantes, las carpas donde abrazarse y cubrir con gorros el aire frío de las pieles en el calor de la multitud, la música sin noche, los cantos en un grito colectivo que tiene como anticipación del Mundial en las avenidas vueltas estadio y las pizzerías vivando por el aborto en el hospital como se canta un gol en las pizzaras de los canales de televisión que suman votos a favor del aborto legal. “La más maravillosa música es la que viene de las calles”, dice Cristina Álvarez Rodríguez, la diputada del PJ-FPV, la sobrina de Evita, a las tres y media de la mañana, demasiado tarde para dormirse, demasiado temprano para votar, mientras la música entra literalmente y la marcha nocturna genera la mayor vigilia histórica en treinta años de debates en democracia. Una nueva democracia. Una democracia en donde la voz se alza y los votos se exigen, ya no es una representatividad formal y vacía, sino una asamblea permanente, nocturna, atenta y vital, que no quita sus ojos. El resultado, todavía, no estaba claro. El reloj marca casi las cuatro de la madrugada. Las activistas siguen tejiendo estrategias. Mayra Mendoza, Aracely Ferreira, Facundo Suarez Lastra (UCR), hacen referencia a la revolución de las hijas y al fervor de las nuevas generaciones en sus discursos. Daniel Filmus se pregunta como mira a los ojos a sus hijas si vuelve a su casa sin ley. Pero, por sobre todo, más allá de las palabras que traen a las jóvenes, a la solemnidad del Salón de los Pasos Perdidos, un cuerpo desnudo, pintado sobre Callao, con un espejo a la altura de los ojos, interpela a la política tradicional. ¿Qué ven cuando las ven? ¿A dónde miran cuando no las ven? Ellas, por las dudas, la multitud de hijas que pueblan el Congreso, que no se mueven, o se mueven en una marea conjunta, que pelea por un sexo verdaderamente libre, hacen una revolución brillante y de glitter verde. No se esconden. Y solamente pueden no verlas quienes no son capaces de ver a las grandes actoras políticos del Siglo XXI. Son ellas. Las hijas. Tomaron las calles. Y no las mueve nadie. No las ve solo quien no quiere verlas.

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Gracias, Messi, por hacer lo correcto en el momento adecuado

Fuente: Uri Misgav | Haaretz Fecha: 12 JUN 2018 A altas horas de la noche, cerca de la medianoche, hubo un suspiro colectivo de alivio en las casas de un gran número de israelíes decentes. Dadas las circunstancias, no hay más remedio que comparar eso con los familiares gritos de alegría que emanan de las ventanas cuando se marca un gol espectacular en la red, agradecido hasta las lágrimas, en el minuto 89 del juego. No podemos ignorar esta alegría o sentirnos avergonzados al respecto. Llega el momento en que una persona que ama a su país entiende que vale la pena darle una bofetada para devolverle la razón. Y, por supuesto, es mejor que eso suceda mediante la cancelación de un partido de fútbol y no debido a un ataque sorpresa en la línea de fortificaciones. Por supuesto, es demasiado temprano para decir si la cancelación del juego entre los equipos nacionales de fútbol de Argentina e Israel será recordada como un evento decisivo, o simplemente otro «pequeño temblor en el ala»; pero si lo será como uno cuyo valor es claro: la dispersión de la nube de euforia, presunción, arrogancia y agresividad con que han actuado el Israel oficial y muchos de los habitantes del país en el último mes. Y aún mejor, este globo se rompió con una aguda puñalada de Lionel Messi, probablemente el mejor jugador de fútbol de todos los tiempos. Messi es un héroe nacional en Israel, el último tema de admiración. Sería difícil etiquetarlo como un enemigo antisemita de Israel como Roger Waters. Tampoco tiene importancia la cuestión de si él y sus compañeros de equipo profundizaron en consideraciones políticas, o si simplemente no tenían ganas de servir como marionetas ornamentales en una arena hirviente y controvertida solo una semana antes de su primer partido en la Copa del Mundo. El resultado final es que se trata de una derrota diplomática y de relaciones públicas. Una farsa que se convirtió en un fiasco, encabezada por la ministra de Cultura y Deportes, Miri Regev, cuya sed de poder y arrogancia se le subió a la cabeza, con comentarios como: «Messi vendrá y besará el Muro de las Lamentaciones» y «Ya veremos quién le da la mano a quién”. Como parte de la justicia poética, bailó y habló ella misma locamente en la Quinta Avenida en Manhattan en el desfile “Celebrando a Israel” el domingo pasado, horas antes del anuncio de la cancelación. Impresionada y desesperada, se apresuró a poner en acción al viajero frecuente primer ministro Benjamin Netanyahu en París, atrayéndolo a tomar parte activa en la vergüenza. Era difícil no sonreír con satisfacción frente a sus esfuerzos por presionar al presidente de Argentina, quien se vio obligado a explicarle a Netanyahu que en su país republicano la federación de fútbol es un organismo independiente y el gobierno no puede darle órdenes. (Después de todo, ¿de qué sirve un equipo nacional si no podemos controlarlo?) Argentina nunca ha sido conocida como un brillante ejemplo de democracia o como un bastión de los derechos humanos, pero esta vez tuvo el honor de hacer lo correcto en el momento correcto: decir «no más». Obtener un pequeño precio de un pequeño país que se ha confundido y cree que puede hacer lo que quiera. Los provocativos bombardeos en Siria, las arrogantes fotos en los cielos sobre Beirut; la presentación de los archivos nucleares iraníes por Netanyahu, puso un dedo en el ojo de Teherán; la celebración de la cancelación del acuerdo nuclear; la mudanza de la Embajada de EE. UU. a Jerusalén; la parálisis diplomática; y sobre todo esto, las matanzas y heridos en masa de los manifestantes a lo largo de la cerca fronteriza con la Franja de Gaza, sin disculparse o incluso lamentarse, mientras la población bailan en la plaza en honor a la victoria de Eurovisión y el Tribunal Supremo autorizaba oficialmente las reglas de enfrentamiento. Alguien tuvo que interferir un poco con la normalización de la ocupación y su banalización del bloqueo, y ciertamente con la gran politización del deporte y la jutzpá (En idish: audacia insolente. N. del T.) de mover el juego a Jerusalén. Ahora Regev está llorando por las «amenazas de las organizaciones palestinas» y en los medios que sirven como portavoz de Netanyahu están de luto por el hecho de que «Argentina se rindió al terrorismo». Pero la verdad es que Israel se ha impuesto este autogolpe. Mientras tanto, Jibril Rajoub se ha apresurado a dejar en claro que los palestinos no tendrían problemas si el juego contra Argentina se hubiera llevado a cabo en Haifa como estaba previsto, y la Unión Europea de Radiodifusión ya ha advertido que en el concurso de Eurovisión no permitirá interferencia política y su celebración en Jerusalén está en duda. Este parece ser el único idioma que entienden aquí. Entonces, aunque nuestros corazones están con aquellos que gastaron su dinero en boletos revendidos a precios exorbitantes, no tenemos más remedio que decir: Gracias, Messi. Traducción: Dardo Esterovich

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Acotaciones al margen de la cancelación del amistoso Israel-Argentina

Fuente: Daniel Kupervaser | Daniel.kupervaser.com Fecha: 12 de JUN 2018 En condiciones climáticas un poco más favorables, después que la tormenta amainó, es hora de presentar algunas acotaciones al margen de la cancelación del amistoso Israel-Argentina. En relación con este trasfondo, Raanan Rein, conocido historiador israelí de origen argentino, afirmó que “Hay una larga historia de utilización de los eventos deportivos internacionales por parte de los gobiernos autoritarios para legitimar su control. En 1978, la dictadura argentina, tras haber tomado el poder por medio de un golpe militar dos años antes, dedicó considerables esfuerzos a usar el Mundial de Fútbol para legitimar su dictadura, tanto ante la sociedad argentina como ante el mundo”[1]. Probablemente Messi y sus compañeros no viven desconectados del mundo. Seguramente fueron informados a tiempo de una previa y clara advertencia del Canciller argentino en estos términos: “cuando ellos cambiaron la sede del partido entre Argentina e Israel de Haifa a Jerusalén la Cancillería le advirtió a AFA que por el status que tiene esta última ciudad, bajo la órbita del Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas, esa decisión podía generar una alta sensibilidad política por el conflicto histórico que existe allí y no era conveniente”[2]. A este preámbulo se le agregaron las declaraciones de Miri Regev, Ministra de Deportes de Israel, quien claramente dio a entender su intención de usar a Messi en beneficio de la visión política de Israel en relación con Jerusalén como el aspecto más importante del amistoso de fútbol. Regev afirmó que “en el momento que nosotros luchamos por el traspaso de embajadas a Jerusalén, no hay lugar a preguntas. Uno de los jugadores más populares del mundo por supuesto que conviene verlo jugar en Jerusalén. ¿Hay otra propaganda mejor que esa?”[3]. Es de suponer que, bajo esas condiciones, Messi tomó la decisión de no proyectar una imagen pasiva, similar a la de Daniel Passarella de 1978. No en vano, antes de las declaraciones de Regev se publicaron trascendidos según los cuales Messi manifestaba su oposición a estrechar la mano de Netanyahu. Las bravuconadas de Jibril Rajoub, líder de la federación de Futbol de Palestina, proponiendo la quema de la camiseta número 10 de Argentina, y una reducida manifestación en Barcelona frente a la concentración del seleccionado argentino mostrando una camiseta argentina manchada de sangre, se convirtieron en el argumento oficial israelí. Para Miri Regev, las amenazas de muerte a Messi fueron el causante de la cancelación del encuentro[4]. Avigdor Liberman, ministro de seguridad de Israel afirmó que “es una lástima que las estrellas del futbol argentino no supieron sobreponerse a la presión de los incitadores que odian a Israel”[5]. No para sorprenderse, una masiva campaña israelí de tildar a futbolistas argentinos como miedosos y cobardes tomó gran proporción de inmediato. Aun así, y seguramente con consultados liberados de responder visceralmente, dos diferentes sondeos de opinión de los mismos días en Israel informaron de un insólito resultado que tira por el suelo la argumentación oficial. La mayoría absoluta de la población local señala a la conducta de la ministra Regev como el principal factor que dañó la imagen de Israel, justamente por poner el acento en los aspectos políticos del encuentro[6]. Este resultado no es casual. Bajo la misma interpretación oficial israelí, se puede decir que Jerusalén trasmite una sensación muy parecida de miedo y cobardía con las repetidas advertencias de viaje de su Cancillería a ciudadanos israelíes. Prácticamente no hay grandes diferencias conceptuales entre la advertencia del Canciller argentino a su selección de fútbol, o la sensación de componentes del combinado argentino, frente a las sugerencias de viaje del Ministerio de Relaciones Exteriores de Israel de, por ejemplo, alejarse del centro de ciudades importantes de Nicaragua (abril 2018), evitar de viajar a determinadas regiones de Colombia (febrero 2018), y muchas más[7]. A nivel internacional, la diplomacia israelí fue movilizada de inmediato para exponer su versión oficial. Ilan Sztulman, Embajador de Israel en Argentina, declaró en una entrevista radial que “el motivo de la cancelación no fue político, ni la selección tenía un problema con el Estado de Israel. Simplemente tuvieron miedo”[8]. Esta actitud catapultó reacciones de judíos de la diáspora por medio de las redes sociales, especialmente aquellos del continente americano. Esta campaña incluyó graves ofensas al seleccionado argentino, perversas imprecaciones y hasta confesiones que muy bien se pueden interpretar como identificación con Israel más que con el país de ciudadanía. Las imprecaciones y confesiones Esta actitud junto a la clara falta de atención de los causantes, lamentablemente, refuerzan nuevamente la sensación que los judíos de la diáspora se guían principalmente por la doble lealtad, conducta que las direcciones judías locales la consideran insulto antisemita. Sin lugar a dudas, la medalla de oro a la arrogancia en este acontecimiento le corresponde a DAIA. En sus esfuerzos por sermonear a la sociedad argentina y mantenerse como factor de poder político, enviaron una carta en la cual “solicitan una reunión con la Comisión Directiva de AFA a fin de trasmitirle personalmente cuáles son los valores que hoy tratan de erguirse en todo el mundo civilizado, frente a la amenaza de los grupos extremistas”[9]. Da la impresión que DAIA se refiere, entre otros, a sus programas de educación, aparentemente muy rentables, que tratan la temática de discriminación e inclusión”. Como se sabe, estos artificios esconden muy cuidadosamente ciertos valores que guían al Estado Judío, al que DAIA tanto respalda. Solo a título de ejemplo vale la pena mencionar el mantenimiento de 300 mil palestinos nativos de Jerusalén Oriental sin ciudadanía ni derechos civiles básicos después que Israel conquistó, anexó y estableció su soberanía en ese lugar. Un claro ejemplo de apartheid dirigido por judíos que para DAIA no existe. Consenso generalizado: Rajoub le ganó a Regev Hoy está claro que la intención de la ministra Regev de usar a Messi para una gran victoria mediática, término en un resonante fiasco con graves secuelas futuras, sobre todo, para la colectividad judía argentina. Ojalá me equivoque. Referencias [1] “1978 – 2018: Mundiales de fútbol en contextos

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No mancharon la camiseta argentina: A pesar de la presión de Macri e Israel

Fuente: Carlos A. Villalba* | Nuestras Voces Fecha: 8 de JUN 2018 En plena noche catalana del martes 5 de junio los jugadores de la Selección Argentina de fútbol hicieron oír su decisión de no viajar a Israel para jugar en Jerusalén. Fue el momento en que se desmoronó el riesgoso castillo de naipes político, diplomático y comercial construido por el gobierno de Mauricio Macri y el premier Benjamín Netanyahu. El intento del presidente de usar a la selección argentina y a Messi, el jugador de fútbol más famoso del mundo, como herramienta favorable a su alineamiento con Estados Unidos y con el gobierno derechista de Israel, su proveedor de las armas de control poblacional interno al Ministerio de Seguridad liderado por Patricia Bullrich, terminó en un escándalo internacional y desnudó el manejo interesado de los colores nacionales por parte de la Casa Rosada y de su operador Daniel Angelici . En plena noche catalana del martes 5 de junio los jugadores de la Selección Argentina de fútbol hicieron oír su decisión de no viajar a Israel para jugar en Jerusalén. Fue el momento en que se desmoronó el riesgoso castillo de naipes político, diplomático y comercial construido por las autoridades argentinas y el premier Benjamín Netanyahu. Las denuncias internacionales, el efecto de cartas cargadas de emoción -dirigidas sobre todo a Lionel Messi-, los ruegos a los gritos de un grupo de argentinos, barceloneses y de algún palestino durante el entrenamiento matutino del plantel, las conclusiones sobre el daño a sus propias imágenes de ídolos deportivos globales, cargados de contratos con marcas que se venden en lugares tan distantes como América, Europa, China y, también en mercados de millones de personas del mundo árabe y países de creencias musulmanas empujaron el rechazo. El intento del presidente Mauricio Macri de usar a la selección argentina y a Messi, el jugador de fútbol más famoso del mundo, en la previa del mundial de Rusia, como herramienta favorable a su alineamiento con Estados Unidos y con el gobierno derechista de Israel, su proveedor de las armas de control poblacional interno al Ministerio de Seguridad liderado por Patricia Bullrich, terminó en un escándalo internacional que desnudó el manejo interesado de los colores nacionales por parte de la Casa Rosada, de su operador Daniel Angelici y, una vez más, de la Cancillería que maneja Jorge Faurie quien, con el desastre consumado, trató de ocultar las huellas de la participación del Ejecutivo en la maniobra frustrada y de echarle el fardo “de las decisiones de la AFA”, a pesar de reconocer que existió una conversación entre el Presidente y su par de Israel, Benjamín Netanyahu, que “intentó convencer” al argentino de que actuara para que la selección concretase el viaje. No fueron la Presidencia de la Nación, la diplomacia argentina, la asociación que maneja el futbol nacional ni la empresa televisiva organizadora los que pusieron coto al dislate. Por el contrario cada uno se encargó de tirar más leña a las llamas de una herida abierta hace décadas, con la invasión israelí a territorios palestinos y la persecución permanente de su pueblo, en el marco de un conflicto que arroja un saldo de 9.476 palestinos muertos a manos del ejército israelí, tanto en Israel como en los territorios ocupados de Cisjordania y la Franja de Gaza y de bajas de 1.246 israelíes como consecuencia de las acciones de resistencia palestina desde el año 2000, según el recuento del Centro de Información Israelí por los Derechos Humanos en los Territorios Ocupados (B’TSELEM), organización insospechada de “antisemitismo”. Subestimación de la ignorancia El Mundial es una reunión deportiva que absorbe la atención de la mayoría de los argentinos, cuyo impacto ensordecedor del resto de los temas de la agenda diaria hasta más allá de la final del mediodía del 15 de julio próximo será usado por el gobierno nacional para avanzar en las políticas de ajuste y empobrecimiento que ya pactó con el Fondo Monetario Internacional. En este caso, y a pesar de las estrategias comunicacionales de sus “expertos”, el fracaso en toda la línea de la “maniobra Israel” que Macri dejó en las manos directas de su secretario general de la Presidencia, Fernando de Andreis, constituyó de manera simultánea: Una derrota diplomáticapara la política de la Alianza Cambiemos, casi tan potente como el fracaso en el intento de instalar a su primera canciller, Susana Malcorra, en la Secretaría General de la ONU. • Un impacto negativo para Tel Avivpor el aumento de la visibilización de su política. antipalestina considerada un auténtico “genocidio” por ese pueblo y sus defensores; donde el pretendido uso de la imagen de Messi actuó como bumerán y todos atendieron a las denuncias, por encima de la opinión que les merezca. • Desprestigio para la Asociación del Fútbol Argentino (AFA) que, a instancias del dúo Macri-Angelici, impuso la realización del partido contra la opinión del plantel nacional, incluido el DT Jorge Sampaoli • Descrédito internacional para Torneos y Competencias/Clarín, empresa que maneja los intereses televisivos internacionales de la celeste y blanca, a pesar de que su anterior gerente, Alejandro Burzaco, permanece bajo prisión domiciliaria en Estados Unidos, engrampado a una pulsera electrónica, por el papel estelar que cumplió en el “FIFA Gate”, el proceso por sobornos, fraude y lavado de dinero efectuados por la productora deportiva de TV por cable para corromper a las dirigencias nacionales e internacionales del fútbol y garantizarse los derechos de comercialización de los juegos de la FIFA en América. El partido que debía realizarse el sábado 8 de junio, también formaba parte de la campaña recaudatoria de la AFA, presidida por Claudio Fabián “Chiqui” Tapia, dirigente de la primera “C” del fútbol del ascenso, pasible de volar por los aires en cuanto no sea funcional a los intereses del poder detrás del trono que detenta Angelici, operador macrista y presidente de un club del peso del que hoy goza Boca Juniors, el laboratorio administrativo de Macri y su equipo antes de desembarcar en Balcarce 50. El también titular del Club Atlético Barracas Central, está además sujeto a los vaivenes de la relación del poder político nacional con su suegro, el líder sindical Hugo Moyano, actualmente distanciado del gobierno y con un poder de fuego con capacidad de movilización y paralización de las actividades del país. Las razones estratégicas, y millonarias, que impulsaron su realización hicieron que la

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Y la utopía abandonó a Israel

Fuente: Juan Carlos Sanz | El País Fecha:  3 de JUN 2018 Decenas de jóvenes escuchan a un elenco de viejas glorias de la izquierda, pacifistas e intelectuales frente a la sede del Teatro Nacional de Israel, en la plaza de Habima en Tel Aviv, mientras un puñado de ultraderechistas les increpa desde la esquina del bulevar ­Rothschild, tras un cordón policial: “¡Marchaos a vivir a Gaza!”. Orillado por edificios de estilo Bauhaus, este paseo, donde se declaró hace 70 años la independencia del Estado hebreo, aún conserva el marchamo de la modernidad. “Hemos olvidado la historia, los valores del judaísmo”, musita desde su silla de ruedas Yael Dayan, exdiputada del partido laborista. “En [las protestas de] Gaza ha habido muchos muertos por los disparos de nuestros soldados”, desgrana con una mueca de dolor, tras haber leído en la tribuna el testimonio de un francotirador militar anónimo que combatió en el enclave palestino. Antigua vicealcaldesa de Tel Aviv, Yael, la hija de Moshe Dayan —el general que derrotó en seis días a tres Ejércitos árabes e inauguró la ocupación—, mantiene a los 78 años la intensidad de la mirada de las generaciones pioneras de Israel. “¡Fuera traidores!”, arrecian los gritos de los extremistas mientras hacen ondear banderas de la estrella de David, y los agentes los contienen con aire de aburrimiento. “También nos hemos vuelto racistas”, sostiene Dayan, conectada a un respirador. “Aunque nacimos como un país de inmigrantes perseguidos, el Gobierno ha intentado deportar a miles de refugiados africanos”. La veterana política ha venido a apoyar un acto público organizado por el movimiento de soldados veteranos Romper el Silencio, una de las organizaciones pacifistas que aspiran a ser la conciencia crítica de la sociedad hebrea, cada vez más escorada hacia el nacionalismo. “Solo unos pocos se atreven a decir hoy la verdad sobre la ocupación. El país ya no es el mismo”, sentencia Dayan, “pero no es tanto Israel el que ha cambiado como su liderazgo”. La compleja división política israelí se debe a la fragmentación provocada por un sistema electoral con fuerte proporcionalidad en el reparto de los 120 diputados de la Kneset (Parlamento), según el analista político Daniel Kupervaser. “Si se revisan resultados y sondeos, se aprecia la solidez de un bloque de la derecha, con 57 escaños, formado por el partido conservador Likud de Benjamín Netanyahu, y la extrema derecha de Avigdor Lieberman [actual ministro de Defensa], al que se suma el nacionalismo religioso de los colonos y los ultraortodoxos. Luego, hay un segundo bloque de fuerzas de centro, que incluye al laborismo, con 45 diputados, y, por último, un tercer grupo que suma 18 escaños, en el que están Meretz [izquierda pacifista] y los partidos árabes israelíes”. Los partidos de este último bloque están considerados como “inadmisibles” para conformar “una coalición sionista”, así que el centro solo puede gobernar con la derecha, explica Kupervaser. Así, en las elecciones legislativas de 2009 la dirigente liberal Tzipi Livni obtuvo más votos que Netanyahu, pero no pudo formar un Gabinete de coalición por el veto de los partidos conservadores. “El Likud de Netanyahu solo controla una cuarta parte del Parlamento”, advertía recientemente la liberal Livni en un encuentro con periodistas en Jerusalén. “Las alianzas pueden cambiar dentro de poco”. Sus palabras aludían a los casos de corrupción que planean sobre el primer ministro, Netanyahu, y amenazan con forzar su dimisión si el fiscal general le inculpa por fraude y soborno. Livni ha ocupado el cargo de viceprimera ministra, y ha sido la titular de Exteriores, Justicia y de otras carteras, convirtiéndose en la mujer que más ha ascendido en la pirámide del poder en la historia de Israel, tras Golda Meir, jefa de Gobierno entre 1969 y 1974. También encabezó las últimas negociaciones de paz con los palestinos, suspendidas hace cuatro años. Desde la oposición de centro-izquierda, cita los sondeos para apoyar sus argumentos: “La sociedad está mayoritariamente a favor de la solución de los dos Estados, aunque no sabe cuándo se podrá alcanzar. Solo unos pocos defienden un Estado binacional [la anexión de los territorios palestinos]”. El partido de Livni, Hatnuah, está asociado al laborismo en la denominada Unión Sionista. Coincidiendo con su 70º aniversario, en un mes Israel ha sentido el vértigo de una aceleración histórica. Ha habido una rápida sucesión de acciones y reacciones. En un alarde de protagonismo de Netanyahu, se presentó en televisión el archivo atómico secreto localizado por agentes del Mosad en Teherán, poco antes de la ruptura por parte de EE UU del acuerdo nuclear con Irán, y del ataque militar israelí a gran escala contra objetivos de la Guardia Revolucionaria de Irán en Siria. Pero el hito que ha marcado la conmemoración de la independencia ha sido sin duda el traslado de la Embajada estadounidense de Tel Aviv a Jerusalén, que ha consolidado el alineamiento del presidente Donald Trump con los intereses estratégicos del Gobierno de Netanyahu. Mientras la hija del mandatario de EE UU Ivanka Trump inauguraba en su nombre la legación diplomática de la Ciudad Santa en un clima de euforia local, los disparos de los francotiradores del Ejército causaban la muerte de 62 manifestantes ante la valla de separación fronteriza. La Autoridad Palestina incluyó esos hechos en la denuncia por crímenes de guerra que días más tarde presentó en la Corte Penal Internacional de La Haya. Esta misma semana, la escalada bélica entre Israel y Hamás —el movimiento islamista que gobierna de facto en el enclave— ha estado a punto de desbordarse, con el mayor lanzamiento de cohetes registrado desde la Franja, y los bombardeos más intensos de la aviación hebrea desde el fin de la guerra de 2014. Las repercusiones de esta crisis en Gaza han ido más allá de la condena a Israel en foros internacionales. El cantante brasileño Gilberto Gil ha cancelado su concierto en Tel Aviv ante la situación en la Franja. El primer ministro francés, Édouard Philippe, ha pospuesto indefinidamente una visita oficial alegando problemas de agenda. Otros artistas y políticos han decidido retrasar viajes previstos a Israel tras los incidentes del 14 de mayo. Pocas

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Fútbol y lanchas de guerra

Fuente: Jorge Elbaum | El cohete a la luna Fecha: 03 de JUN 2018 La visita de la selección argentina a Israel está atravesada por una extorsión política a los jugadores y al técnico. Detrás de un partido amistoso se divisan sobreprecios en compras de embarcaciones, negociados vinculados a la venta de armas y alianzas estratégicas suyo antecedente son los atentados terroristas sangrientos en Buenos Aires de 1992 y 1994. El vínculo entre la política y el fútbol, en la historia de la Argentina, incluye imágenes amargas atravesadas por dictaduras. Una de ellas se remonta a Antonio Ratín, expulsado injustamente en los cuartos de final de la copa del mundo, en un partido contra Inglaterra, en Wembley en 1966, donde se perdió 1 a 0. En aquella ocasión el capitán, el “Rata”, fue echado por pedirle un traductor al árbitro alemán, Rudolf Kreitlein. Pocos días antes el general Onganía había dado un golpe contra Arturo Illia. El 23 de julio de 1966 Ratín abandonó la cancha y se sentó –desafiante— en la alfombra roja de la reina. Antes que termine el partido se retiró del estadio acariciando despreciativamente el banderín del córner, ataviado con la bandera británica. Apenas 12 años después, se divisan las imágenes de tres genocidas celebrando un gol en forma desaforada, mientras los gritos de miles de desaparecidxs eran ahogados en torturas y asesinatos. La gira de la selección argentina, previa al mundial de Rusia, obliga a transitar esas ambigüedades que supone un mundial: el equipo de Messi jugará el 9 de junio en Jerusalén, después de una imposición de la diplomacia israelí, orientada a dotar de legitimidad a una ciudad que tiene dos banderas pero que se busca rodearla de una sola. El gobierno de Trump ha resuelto, en el marco de una decisión arbitraria, trasladar su embajada a una ciudad que según las Naciones Unidas corresponde dividir para que pertenezca a dos Estados: a Israel y a Palestina. La provocación efectuada por el gobierno de Estados Unidos supone un desconocimiento de todas las normativas internacionales, entre ellas la resolución 478 del Consejo de Seguridad de la ONU, que cataloga la anexión como contraria al Derecho internacional. Apropiaciones simbólicas La iniciativa por quitarle identidad a Al-Quds –nombre con que denominan a Jerusalén los palestinos— es acompañada por el gobierno de Netanyahu con la ocupación recurrente de nuevas franjas de territorio de Cisjordania, pertenecientes a la Autoridad Nacional Palestina, dirigida por Mahmud Abás. La colonización israelí de Cisjordania se desarrolla de la mano de políticas de negación de derechos civiles de los habitantes árabes. Esta situación de conflicto se ve ahondada por repetidos bombardeos –hacia las ciudades israelíes— de dos grupos gazatíes fundamentalistas (Hamás y la Yihad Islámica) que no reconocen ni a la Autoridad Nacional Palestina ni a Israel. La franja de Gaza es uno de los territorios más densamente poblado del mundo. Viven dos millones de personas y en el último mes miles de sus habitantes se han manifestado contra el traslado de las embajadas, siendo reprimidos brutalmente por las tropas israelíes que provocaron 130 muertos y 3.000 heridos. Muchos de los jugadores de la selección, y el técnico Jorge Sampaoli, han solicitado ante la AFA que el partido del 9 de junio no se lleve a cabo. La respuesta que obtuvieron fue que la cancelación no podía tomarla la AFA dado que existía un acuerdo intergubernamental (entre Macri y Netanyahu) que “de ningúna manera podía quebrantarse”. Sin embargo el (digno) disgusto de Sampaoli generó el martes pasado una situación de tensión nunca vista entre los dirigentes y el técnico, que concluyó con la reducción de la estadía a dos jornadas, cuando estaba planificada originalmente para el doble de días. Además, los deportistas y el técnico les exigieron a los funcionarios que se garantice la ausencia de políticos israelíes, ni en forma previa ni posterior al partido. Uno de los jugadores, referente del equipo –que pidió confidencialidad –afirmó “es difícil ir a jugar un partido amistoso a un país que acaba de matar a 130 personas, entre ellos 10 pibes”. El partido del día 9 –que decenas de miles de aficionados al fútbol de distintos países reclamaron que no se lleve a cabo— se transmitirá televisivamente a 50 países del mundo. El mensaje subliminal, orientado a instalar la idea de una ciudad totalmente israelí, tramitado con la complicidad del macrismo, está dado en la elección del estadio donde jugarán ambas selecciones. Será justamente en Jerusalén a diferencia de los partidos de los años anteriores, que se desarrollaban en Tel Aviv. El diputado de la Kneset (parlamento unicameral israelí) Yousef Jabareen, miembro de la Lista árabe-judía, envió semanas atrás una carta al embajador argentino en Israel solicitando que la selección de fútbol no juegue en Jerusalén. “Me preocupa mucho que este partido tenga lugar en Jerusalén. Si bien Israel siempre buscó el reconocimiento internacional y la aceptación de Jerusalén como su capital, este reconocimiento no se realizará: Jerusalén fue ocupada en violación de la ley internacional, según lo establecido en numerosas resoluciones de la ONU (…) Celebrar el partido otorga legitimidad y apoyo a las continuas violaciones de los derechos humanos del gobierno israelí, incluido el robo de tierras”, agregó el miembro del Parlamento. Lo mismo opina Claudio Morresi, ex futbolista y ex Secretario de Deportes: “La única razón por lo que la Selección argentina juegue en Jerusalén es por una presión del gobierno a la AFA. Llevar a Leo Messi y al resto del equipo a una ciudad donde existe un conflicto internacional, solo se entiende por algún negociado del gobierno, que expone a un peligro innecesario al equipo nacional. Si el pueblo israelí quiere ver a la selección argentina lo lógico sería que la lleven a jugar al estadio Ramat Gan de Tel Aviv, que tiene capacidad para 10.000 personas más que el Teddy Kolek de Jerusalén. Según la Asociación de Futbol de Palestina, el campo originario donde se iba a jugar era el Sami Ofen de Haifa y se trasladó al estadio

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Tiempos interesantes

Fuente: Edgardo Mocca | Página 12 Fecha. 03 JUN 2018 El macrismo no ha dejado de retroceder políticamente desde los días de la movilización popular en diciembre último contra el atropello legal a los jubilados y pensionados. Sin embargo su discurso público no ha cambiado en ningún asunto más o menos importante. El país de Macri es el que se incorporó al mundo, abandonó el camino que lo llevaba a Venezuela, es mirado con admiración en todos los países que valen la pena. Y lo más importante, tiene la fórmula para superar por siempre los fracasos argentinos: la libertad de los mercados. Es la misma fórmula de Alsogaray, de Martínez de Hoz, de Cavallo y de tantos otros, que repiten las nuevas generaciones de tecnócratas con la seguridad de haber descubierto la pólvora. Esa fórmula, esa ideología, ha estado detrás de cada golpe de estado oligárquico-militar. Llegó a su climax mundial en los años noventa del siglo pasado cuando se derrumbaba el muro de Berlín, desaparecía la Unión Soviética, florecía la “tercera vía” de la izquierda neoliberal y Menem convertía al justicialismo en el agente de las “reformas estructurales” que llevaron al país al desastre más grande de su historia contemporánea. Claro, al gastado relato de la meritocracia, el capital humano y la capacidad de autorregulación del mercado –tan viejo que se remonta al siglo XIX y mantuvo su predominio  hasta la gran crisis capitalista de 1929– el macrismo le agregó el atractivo de ganar una elección. Es decir, por primera vez presentándose el liberalismo conservador a elecciones con su propio partido, sin recurrir a golpes militares o a la captura de alguno de los grandes partidos populares. A eso hay que agregarle que Cambiemos es el nombre argentino de una contraofensiva de la derecha regional contra los procesos populistas de comienzos de este siglo. Entonces, el macrismo luce un ropaje moderno. Es la oligarquía joven, canchera, decontracturada, segura de sí misma. Encontró provisoriamente el modo de fundirse en un mismo deseo, en un mismo imaginario social con clases medias que prefieren la desigualdad aunque digan lo contrario. La promesa fue exitosa, fue ganadora. El problema es que después hay que gobernar. Y la tecnología publicitaria combinada con la intrusión en las intimidades individuales puede ser un auxiliar muy importante del gobierno y de la política. Lo que no puede es reemplazarlos.  Y la estructura misma del macrismo está hecha de materia publicitaria. Casi no tiene importancia el sentido directo e inmediato de las palabras, solamente importa la posibilidad de inscribirla en un relato siempre igual a sí mismo. No importa que las metas de inflación se cambien hacia arriba, que se pierdan miles de millones de dólares de reservas por una corrida cambiaria, que se rompa la alianza –inestable pero hasta hace poco efectiva– con un sector del peronismo, que la popularidad del presidente  disminuya en cada sondeo, que millones ganen las calles, que la cúpula sindical esté obligada a abandonar su postura conciliadora, que la iglesia católica advierta la gravedad de la crisis, que la Sociedad Rural bloquee de modo automático la propuesta de volver a las retenciones. No importa nada, el relato no se abandona. Nada indica que este abrazo incondicional a la utopía del libre mercado y su recitado sistemático e incesante pueda ser reemplazado por algún enfoque pragmático que surja de las orillas exteriores a los ceos que pueblan el gabinete presidencial. Hasta cabe preguntarse si todavía se está a tiempo para producir ese viraje. Antes de la desesperada intervención de Macri anunciando el inicio de una gestión con el FMI, probablemente hubiera un margen para el realismo político; el spot publicitario del presidente “llevando tranquilidad” al país sobre la base del abrazo con el centro coordinador de la usura global y corresponsable del marasmo nacional de 2001 achicó notablemente ese margen. Macri y los suyos se sienten portadores de una misión histórica. Desde el momento que convencieron al 51por ciento de los votantes, se sienten seguros de que esa misión no se agota en una gestión de gobierno y no se limita a revertir los legados de la experiencia kirchnerista. Toda la historia del país debe ser releída. Y la clave de esa relectura es que el país fracasó por ser distinto, por ser “anormal”. Esa anormalidad son los salarios relativamente altos en términos latinoamericanos, el peso de sus sindicatos, la fuerza de una cosmovisión igualitaria que viene de las viejas izquierdas inmigrantes y constituyó una fuerza de estado a partir del primer peronismo. Es anormal por su voluntad industrialista, por el peso específico de su estructura universitaria y científico-técnica. Por su capacidad de lucha y de ocupación de la calle. Por su excepcional cultivo de la memoria popular, incrementada exponencialmente por las madres, las abuelas y por el conjunto del movimiento de derechos humanos. Y ésta es la oportunidad de normalizar definitivamente al país. Hasta aquí el delirio refundacional funcionó en un contexto relativamente pacífico, a pesar del siniestro mensaje que se emite hacia las fuerzas de seguridad y relativamente institucional, a pesar del abuso de los decretos, la manipulación del poder judicial, la exclusión sistemática de la visibilidad para las voces críticas y la represión salvaje en algunos casos. Esta permanencia de cierto ethos democrático, aceptado de mala gana por el gobierno, está hoy amenazada. Detrás del discurso edulcorado, férreamente encuadrado en el relato y en las formas para su defensa que surgen del estudio de los focus groups, se mueve la amenaza, anida la extorsión. Es muy sintomático que en los días posteriores a la corrida cambiaria, las mayores novedades políticas hayan consistido en el vallado de la plaza de Mayo y en el adelanto de la intención de que el Ejército intervenga en los conflictos sociales internos. Y el día viernes cuandouna de las más gigantescas movilizaciones de los últimos tiempos ocupaba el centro porteño, tuvimos la noticia de que la cámara federal “dictaminaba” que Nissman fue asesinado. No se sabe por quién ni cómo. Pero sí se sabe

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