Portada

Nacionales, Opinion, Portada

DNU: Un golpe de estado institucional perpetrado por el Gobierno

Fuente: Eduardo Barcesat | DERF Fecha: 11 de ENE 2018 Se trata, cuando no, de un decreto nominado como de “necesidad y urgencia”, que invoca, pero no cumplimenta los recaudos establecidos por el art. 99, inc. 3º de la C.N. Recordemos el texto de esta norma, en cuanto aquí concierne: “…El Poder Ejecutivo no podrá en ningún caso bajo pena de nulidad absoluta e insanable, emitir disposiciones de carácter legislativo. Solamente cuando circunstancias excepcionales hicieran imposible seguir los trámites ordinarios previstos por esta Constitución para la sanción de las leyes, y no se trate de normas que regulen materia penal, tributaria, electoral o el régimen de los partidos políticos, podrá dictar decretos por razones de necesidad y urgencia, los que serán decididos en acuerdo general de ministros que deberán refrendarlo, conjuntamente con el jefe de gabinete de ministros…” Ahora bien, con un Congreso de la Nación convocado a sesiones extraordinarias por el propio PEN, ¿qué es lo que impide que ambas Cámaras del Congreso de la Nación se avoquen al tratamiento de un proyecto de ley que modifica —y derrumba— la estructura institucional del Estado de Derecho, cuyo pilar basal es la división de poderes? La respuesta es sencilla: no hay ninguna razón de necesidad y urgencia; simplemente que es más efectivo, brutalmente efectivo, apropiar la potestad legisferante conferida al Congreso de la Nación que, valga recordarlo, es el primero de los tres poderes que regula la Constitución Nacional, y que es el que mejor expresa, por la representación proporcional, el mapa de la voluntad política de la República Argentina y el principio de la soberanía del pueblo. El art. 36 de la C.N., una de las incorporaciones más señeras de la Reforma Constitucional del año 1994, establece el deber de obediencia a la supremacía de la Constitución Nacional, condenando de la forma más severa posible en el ordenamiento jurídico, los golpes de estado. Y si bien es claro cuando la usurpación del poder político se comete desde fuera de los tres poderes que conforman el Gobierno Federal bien cabe, en la interpretación constitucional, examinar cuál es la situación del deber de obediencia a la supremacía de la Constitución Nacional, cuando el quiebre del respeto y resguardo a las incumbencias de los poderes que integran el Gobierno de la Nación, es cometido desde un Poder Ejecutivo que transgrede, franca y abiertamente, los límites de sus incumbencias constitucionales, para apropiar, usurpar, las que le competen a los otros poderes; en el caso, las del Poder Legislativo de la Nación. Es un grotesco institucional la justificación que se ensaya en el DNU 27/2018: “…que encontrándose en receso el HONORABLE CONGRESO DE LA NACIÓN, el transcurso del tiempo que inevitablemente insume el trámite legislativo implicaría un importante retraso en el dictado de las normas en cuestión, lo que obstaría al cumplimiento efectivo de los objetivos del presente Decreto…”   Pareciera que la desmemoria del conjunto integrado por el Presidente de la Nación Argentina, el Jefe de Gabinete de Ministros, y el conjunto de los Ministros que, necesariamente, deben refrendar la firma del Presidente, lleva a que olviden que el Congreso de la Nación se encuentra en sesiones extraordinarias por lo que no existe urgencia alguna para “puentear” el trámite de debate y sanción de las leyes. Ni mucho menos habilitar que un simple decreto postergue o suspenda la vigencia de la Constitución Nacional. Además, de una primera lectura del extenso DNU, surge evidente que introduce modificaciones en normativa penal, procesal penal y tributaria, que le están expresamente vedadas al Poder Ejecutivo Nacional, bajo sanción de nulidad absoluta e insanable (art. 99, inc. 3º, C.N.). Estamos, indudablemente, ante un golpe de estado institucional, perpetrado en el momento más lábil para las instituciones de la república, y cuando el Gobierno Nacional acusa el impacto de su creciente descrédito por el debate sobre la reforma previsional, la represión ejercida sobre el pueblo de la nación, y el ineluctable fracaso del proyecto económico. Recordemos, finalmente, que el propio art. 36 de la C.N. reconoce a todos los ciudadanos el derecho de resistencia cuando se avasalla la supremacía de la Constitución  Nacional.

Nacionales, Opinion, Portada

La fuente de la violencia en la Argentina

Fuente: Atilio Borón | atilioboron.com.ar Fecha: 11 de ENE 2018 En épocas de crisis como los que vive la Argentina se clarifican las posturas de los actores políticos y sus representantes intelectuales. Si en tiempos de paz social estos pueden ocultar con la ayuda de los medios las contradicciones sociales recurriendo a alambicadas argumentaciones y a las abstrusas categorías teóricas del posmodernismo, cuando el orden social comienza a crujir los intelectuales del sistema arrojan por la borda toda pretensión de imparcialidad y objetividad y se embanderan sin recato alguno en la defensa de uno de los gobiernos más conservadores y oligárquicos que haya tenido la Argentina a lo largo de su historia. Si se solía señalar la experiencia de la década infame o de los gobiernos oligárquicos a partir de 1880 para ilustrar lo que era una dictadura clasista —dictadura no tanto por su forma como por el contenido de sus políticas— con el macrismo se produce una reencarnación de aquellos modelos anteriores al proceso de democratización fundamental que, pese a sus contradicciones, trajo aparejado la irrupción del peronismo en la Argentina. Lo anterior viene a cuento de una nota publicada días pasados por Luis A. Romero en La Nación en donde nos alerta sobre los peligros que el resurgimiento de la violencia entraña para la democracia argentina. [1] La rigurosidad que este autor exhibe en sus escritos académicos se desvanece por completo en este verdadero panegírico del macrismo. ¿Cómo puede decirse, por ejemplo, que “( E)n la plaza, grupos de manifestantes agredieron a las fuerzas de seguridad y pretendieron invadir el recinto donde deliberaban los diputados” ¿No vio acaso que, pocos días antes, el Jueves 14 una manifestación completamente pacífica fue acosada y brutalmente agredida por la Gendarmería y cuyo desproporcionado despliegue de fuerza desató la respuesta violenta de una fracción minúscula —infiltrada por algunos agentes provocadores como se constató al día siguiente— de los centenares de miles que habían asistido a expresar su rechazo al procedimiento profundamente anti-republicano empleado por el gobierno para sacar “de prepo” una ley fundamental. El maniqueísmo o la ceguera de que hace gala nuestro autor se horroriza por la violencia cuando un condenado por el sistema arroja una piedra pero contempla con buenos ojos cuando el gobierno militariza por completo la zona del Congreso, reprime manifestantes indefensos y extorsiona a gobernadores, senadores y diputados para conseguir una votación favorable a su proyecto. Esto no es violencia (simbólica, política, institucional), lo otro sí. Mal que le pese a Romero y a los intelectuales y publicistas amigos de la Casa Rosada quien promovió este infausto espiral de la violencia fue el gobierno de Mauricio Macri. Para vergüenza de la bancada oficial fue ésta quien solicitó al presidente de la Cámara de Diputados que impidiera la presencia de organizaciones sociales de jubilados y pensionados y de excombatientes de Malvinas en las galerías para que el pueblo fuese testigo directo del debate. Cuando se discutió la famosa Resolución 125, en el 2008, hubo público en las galerías pero, claro, en ese momento según los apóstoles del macrismo la Argentina vivía bajo el influjo de una asfixiante dictadura. Ahora que supuestamente estamos en democracia el público no pudo hacerse presente en la Cámara, se quedó afuera y encima lo apalearon y gasearon. Es por eso que, estrictamente hablando, este gobierno debe ser caracterizado como una “democradura”, híbrido que contiene algunos elementos de carácter democrático (el acceso a la Casa Rosada se realizó por la vía electoral) pero con crecientes inclinaciones de sus principales personeros para adoptar las metodologías autoritarias de control político propias de las dictaduras. Por ejemplo, el avance en el amordazamiento de la prensa y, desgraciadamente, operaciones como la realizada la noche del Lunes 8 de enero cuando una reedición de los siniestros grupos de tarea de la dictadura irrumpieron con violencia en las oficinas de abogados defensores de los derechos humanos, destruyeron equipos y archivos, robaron laptops y documentación, y dejaron un claro mensaje: quienes se opongan a los designios del gobierno deberán estar dispuestos a sufrir esta clase de represalias y otras aún más severas. Desde los tiempos de la dictadura no se había producido un hecho de estas características, frecuentes en aquella época pero desterrados desde 1983. Sin duda, estamos en presencia de una tenebrosa involución que ha sido cuidadosamente ocultada ante los ojos de la opinión pública por los medios hegemónicos. [2] Por eso la distinción entre las múltiples formas de la violencia es un requisito fundamental para realizar un análisis serio del asunto. Se dirá que esto es un anacrónico reflejo setentista, pero tal insinuación sólo mediría la magnitud de la ignorancia de quien opine de esa manera. En la tradición socialista, comunista y anarquista hace más de ciento cincuenta años que se maneja esa distinción entre la violencia “legalizada e institucionalizada” del Estado que acalla, somete, encarcela o liquida a sus enemigos siempre “apelando a la ley”, y la violencia reactiva, defensiva, del pueblo, que a veces se rebela y no se resigna a ser enviado al matadero. Hay que recordar además que la violencia “legal” del estado se ejerce casi siempre con el acompañamiento de formas paralegales de violencia privada, tolerada y en muchos casos subrepticiamente promovida y amparada por el estado. Tal fue el caso en la Argentina de la Liga Patriótica que realizó pogromos y matanzas obreras en la primeras décadas del siglo veinte; o en la Alemania de finales de la Primera Guerra Mundial la actividad de los Freikorps que apaleaban a militantes socialistas y comunistas y que luego asesinaron a Rosa Luxemburgo y Karl Liebknecht con la complicidad del gobierno socialdemócrata de Friedrich Ebert; y en Estados Unidos, esa vibrante democracia tan admirada por los voceros del macrismo, fue el Ku Kux Klan (ahora informalmente rehabilitado por Donald Trump) quien se encargó de “poner en su lugar” a los negros que luchaban contra la herencia de la esclavitud y postergar por cien años su incorporación a la vida política del país. Esta violencia oficial y paraoficial, decíamos, no puede ni

Internacionales, Medio Oriente, Portada

Paz para Jerusalén

Fuente: Juan Nicolás Padrón | Rebelión Fecha: 11 de ENE 2018 No soy especialista en temas internacionales, pero no hay que serlo para darse cuenta de que quedará como una de las decisiones más irresponsables de un mandatario de Estados Unidos, el reconocimiento de Jerusalén como capital del Israel, a espaldas de la complejidad del tema y de la opinión de la gran mayoría de los pueblos del mundo. No es la única: el retroceso en las relaciones con Cuba, las amenazas y acciones contra Venezuela, las declaraciones ofensivas a Puerto Rico y la persistencia en la construcción del muro fronterizo con México marcaron en 2017 las más connotadas de sus ineptitudes en la región de América Latina. Otras acciones que revelaron incapacidad e insensatez de carácter global son la salida de Estados Unidos del acuerdo de París sobre el cambio climático y la retirada de la Unesco. Sin embargo, junto a la peligrosa posibilidad de usar el arma atómica contra Corea del Norte, sin dudas el peligro mayor para la estabilidad en el planeta, no hay otra decisión de mayor de riesgo a la paz mundial que la determinación de trasladar la embajada estadounidense a Jerusalén. En 1947 la ONU, en su Resolución 181, aprobó la partición de Palestina, bajo mandato británico, en dos Estados: uno árabe y otro judío, decisión rechazada por los árabes, y de cierta manera por los ingleses, pues perdían su influencia geopolítica en la zona; se decidió otorgar el 48,7% del territorio para el Estado árabe, y el 53,6% para el judío; en el 2,7% del territorio, unos 700 km², se encontraban las ciudades de Jerusalén y Belén, consideradas corpus separatum, como lugares sagrados, y supuestamente serían administradas por las Naciones Unidas, que nunca dictaron disposiciones para ejecutar este plan. En 1948, siempre con el apoyo de la ONU, se declaró la independencia del Estado de Israel, basada en el reclamo de “un hogar nacional para el pueblo judío”. Horas antes de que expirase el plazo de la administración británica, los judíos proclamaron su Estado y abolieron las leyes que impedían la entrada de judíos a Palestina. A partir de mutuas acusaciones de asesinatos de una parte y la otra, ese mismo año comenzó una guerra que se extendió con la intervención de los países árabes vecinos; para los judíos, fue la “Guerra de Independencia”; para los árabes palestinos, el inicio de lo que ellos llaman la Nakba, es decir, ‘La Catástrofe’. Al terminar la guerra árabe-israelí de 1948-1949, el primero de los conflictos armados de Israel, este firmó armisticios con Egipto, Líbano, Siria y la entonces Transjordania, hoy Jordania ¿las tierras que están “más allá del río Jordán”?, en virtud de los cuales la franja de Gaza fue ocupada por Egipto y la Cisjornania por Jordania; Israel aumentó su territorio en un 23%, a pesar de perder en la guerra el 1% de su población. En el acuerdo con Siria, los judíos no solo se mantuvieron en la zona de conflicto, sino que impusieron su dominio en más de 20 000 km² de superficie. En 1956 ocurrió otra contienda militar entre Israel y Egipto, la Guerra del Sinaí o Guerra de Suez, que giraba alrededor de la decisión soberana de Gamal Abdel Nasser de nacionalizar el canal de Suez. En 1967 Israel lanzó una ofensiva relámpago ¿Guerra de los Seis Días para los judíos, y Guerra de 1967 para los árabes?, contra Egipto, que entonces formaba parte, en coalición con Jordania y Siria, de la República Árabe Unida; al finalizar la guerra, los judíos habían tomado la península del Sinaí, la Franja de Gaza, Cisjordania, Jerusalén Este ¿incluida la llamada Ciudad Vieja? y los Altos del Golán. Seis meses después de esta agresión, la ONU, mediante la Resolución 242, exigió la retirada del ejército israelí de los territorios ocupados y el respeto y reconocimiento de la soberanía de cada Estado de la región, con el propósito de preservar sus derechos a la paz. Posteriormente, Israel devolvió el Sinaí a Egipto mediante los acuerdos de Camp David, y muchos años más tarde, mediante los Acuerdos de Oslo, se retiró de la Franja de Gaza y Cisjordania, donde se estableció la Autoridad Nacional Palestina, una administración autónoma reconocida internacionalmente y que posee como mandato sentar las bases para el futuro estado de Palestina; no obstante, los judíos retuvieron las alturas de Golán y la zona ocupada de Jerusalén oriental, que había sido proclamada por ellos como su capital desde 1950, una de las mayores afrentas al pueblo de Palestina. Larga ha sido la lucha de los palestinos para obtener los territorios usurpados. Desde entonces, bajo constantes denuncias ante el Tribunal Internacional de La Haya, Israel inició la construcción de un muro, cuyo trazado irregular llegaría a aislar al 14,5% de los territorios palestinos. En 1979 el Consejo de Seguridad de la ONU, en su Resolución 446, declaró ilegales los asentamientos creados por Israel en los territorios árabes ocupados desde 1967 y denunció que estos constituyen un serio obstáculo para el restablecimiento de la paz en la región. Por los años 80 conocí a un joven matrimonio argentino que habían descubierto una lejana ascendencia hebrea en uno de los cónyuges y como eran muy pobres en Buenos Aires, decidieron establecerse en esas colonias ilegales. Recientemente supe también que la mujer de una pareja cubana a la que conocía hacía muchos años, encontró igualmente un lejano parentesco hebreo y emigraron para Israel con todas las facilidades. En la actualidad los asentamientos judíos ilegales se encuentran en tres zonas: Cisjordania, territorio legalmente bajo el control de la Autoridad Nacional Palestina y parcialmente ocupado militarmente por los israelíes; en las Alturas de Golán, pertenecientes a Siria y que los judíos han integrado de manera ilegal a su administración, y Jerusalén Este, anexada a la fuerza y nunca reconocida ni por la comunidad internacional ni por la ONU ?el rechazo a esta anexión fue ratificado por unanimidad en el Consejo de Seguridad en 1981, mediante la Resolución 497. En 1980, con la

Nacionales, Politica, Portada

“Los cargos en mi contra no tienen sustento jurídico”

Fuente: Stella Calloni | La Jornada Fecha: 08 de ENE 2018 “En Argentina no existe la pena de muerte, pero un juez, activo practicante de graves irregularidades jurídicas, me condenó a muerte como preso político que soy, aislado en mi domicilio, cuando enfrento una enfermedad que requiere atención permanente”, dice el ex canciller argentino Héctor Timerman. Sus problemas de salud se agudizan con la prisión preventiva a la que es sometido en una causa que no tiene “ninguna racionalidad, ni respaldo jurídico, ni razón de ser, sólo un maldito juego de intereses geoestratégicos”. En entrevista exclusiva con La Jornada, un sereno Timerman relata esta increíble “historia de injusticia y crueldad”, de la que además son víctimas todos los presos políticos del gobierno de Mauricio Macri, y recuerda que en 1978, en plena dictadura, su padre, Jacobo, fue puesto en prisión domiciliaria luego de dos secuestros y de haber sido torturado en varios centros clandestinos de detención y exterminio. Jacobo Timerman fue fundador del mítico diario La Opinión, que cambió el periodismo en Argentina y fue cerrado por la junta militar. En diciembre pasado, Héctor Timerman, quien batalla contra un cáncer de hígado, junto a la ex presidenta Cristina Fernández de Kirchner, otros ex funcionarios de su gobierno y tres dirigentes sociales, fueron procesados por el juez Claudio Bonadío por supuesto intento de encubrimiento a funcionarios de Irán, acusados por Estados Unidos e Israel de ser responsables del atentado contra la Asociación Mutual Israelita Argentina (AMIA) que en 1994 dejó 85 muertos y decenas de heridos. El supuesto pacto nunca existió, pero así calificó Bonadío el Memorando de Entendimiento entre ambos países que sólo intentaba un avance en la causa de la AMIA, que lleva 23 años de impunidad. La acusación más sorprendente fue la de “traición a la patria”, por la cual Bonadío dictó una ilegal prisión preventiva, puesto que nada se ha juzgado aún, ni se ha demostrado siquiera que tal encubrimiento exista. “Cuando fui a declarar ante Bonadío, el 19 de octubre de 2017, le pregunté al juez cuándo Argentina había declarado la guerra a Irán, porque era la única cuestión que podría dar lugar a un acto de traición a la patria, uno de los disparates de esta causa”, explica Timerman, quien ha sido visitado por familiares de las víctimas del atentado a la AMIA, enfrentadas a la embajada de Israel y a las derechistas organizaciones de buena parte de la comunidad judía local, a las que acusan de obstaculizar el camino a la verdad. Sobre las acusaciones que pesan sobre él, Timerman señala que además del hecho de que fue el canciller que negoció el Memorando de Entendimiento, una acción dentro de las reglas de la Organización de las Naciones Unidas, se le acusa “de una supuesta complicidad” con el ex secretario general de Interpol, el estadunidense Ronald Noble, “lo cual es insólito, ya que yo estoy preso por cómplice de alguien que no está detenido ni es juzgado”. Recuerda que cuando en enero de 2015 comenzó a urdirse la trama de la denuncia del ex fiscal Alberto Nisman contra Fernández de Kirchner, aunque “todo fue público, abierto, un documento aprobado por el Congreso argentino, y que no se puso en vigencia en ningún momento, con lo cual ni siquiera en esto existe delito alguno”, Noble envió una carta “desmintiendo que el gobierno de Kirchner hubiera pedido la baja de las alertas rojas que mantenía Interpol sobre los acusados iraníes”. Bonadío acusó a Noble de mentir, pero el 13 de diciembre pasado el ex jefe de Interpol negó las imputaciones. Todos los gobiernos argentinos han mantenido una relación normal y comercial con Irán, e incluso “existe en el Congreso una comisión de amistad con el pueblo iraní”, destaca Timerman. “Es increíble todo lo que han usado para mantener la causa viva en estos años, tratando de acusar al gobierno anterior de la muerte de Nisman. Bonadío se apresuró a cerrar esta causa sin sentido, para evitar el testimonio de Noble. El juez ordenó nuestra detención y después de arrestarnos dice que tiene que leer 300 mil correos electrónicos. Imagínense, si yo debo esperar hasta que Bonadío lea los correos, no puedo asegurar si sobrevivo a ese tiempo. Pero además, antes de detenernos no pasó la causa por fiscalía y es increíble que se nos acuse antes de revisar los supuestos correos electrónicos, cuando decidió elevar esta causa, el 9 de junio pasado. Tampoco escuchó a los propios familiares de las víctimas de la AMIA”. Indicó que Bonadío, quien mató a una persona por la espalda “en defensa propia”, según dijo en su momento, es el magistrado que más denuncias acumula por acciones ilegales en su función jurídica. Timerman recordó que el ex fiscal Alberto Nisman nunca investigó el atentado a la AMIA, para lo que fue nombrado por el ex presidente Néstor Kirchner en la fiscalía especial. Sobre la muerte del fiscal, el 18 de enero de 2015, peritos de la Corte Suprema y otros organismos determinaron que no hubo ninguna otra persona en el baño del departamento de Nisman, donde fue encontrado su cuerpo con una pistola en la mano. Las puertas de entrada a la vivienda estaban cerradas por dentro. “Nisman viajaba permanentemente a Israel y trabajaba para la extrema derecha de Estados Unidos. Sheldon Adelson depositaba dinero en la cuenta secreta que tenía Nisman en Uruguay”, precisa el hoy detenido ex ministro. Adelson es el mayor donante del Partido Republicano y principal recaudador de fondos para comités de acción política en favor de Israel. En un discurso el 22 de octubre de 2013 en la Universidad Yeshiva, de Nueva York, dijo: “Estados Unidos debería lanzar una bomba atómica contra Irán para impulsar al país a poner fin a su programa nuclear”. Timerman recuerda que cuando su entonces par israelí, Avigdor Lieberman, “me increpaba por negociar con Irán, yo le explicaba que queríamos un proceso justo, que en Argentina no existe el juicio en ausencia y en Irán no existe extradición, como tampoco en Israel o Brasil”. Los beneficiados en esta historia ¿Quienes han sido los beneficiados por estas

America Latina, Internacionales, Portada

Ser de izquierdas en tiempos sombríos

Fuente: Emir Sader | Brasil 24/7 Fecha: 05 de ENE 2017 Los tiempos sombríos presentan desafíos para la izquierda. ¿Cómo seguir adelante ante tan brutales retrocesos? ¿Cómo imaginarse un futuro de esperanza ante tanta desesperanza? ¿Cómo mantener los principios ante tantas renuncias, tantos oportunismos, tantos silencios cómplices? Los tiempos de reveses, de brutal ofensiva de la derecha, son propicios para el pesimismo y el catastrofismo, pero también para el oportunismo, el silencio y la pasividad cómplices. La izquierda nunca luchó a favor de la corriente. Nació para oponerse a la injusticia, a la opresión, a las discriminaciones. Nació para luchar por el derecho de todos, por la igualdad, por la justicia. La izquierda lucha de acuerdo con sus principios, para conquistar convenciendo a la mayoría de la población de sus valores y de sus propuestas. La izquierda está siempre del lado de quien lucha por igualdad, mientras que la derecha considera que la desigualdad es algo natural, incluso positivo. En el Brasil del siglo XXI, la izquierda se impuso cuando consiguió convencer a la mayoría de los brasileños de que el problema fundamental del país era la extrema desigualdad, la concentración de la riqueza, la pobreza, la miseria, la exclusión social. Convenció y probó que es posible superar esos problemas, con el apoyo de la mayoría de la población, con el apoyo activo y entusiasta del pueblo brasileño. Dio inicio a la construcción de una sociedad con bases distintas. Avanzó, incluso sin haber conseguido resolver problemas estructurales, de lo que se sirvió la derecha para retomar la iniciativa e imponer un duro revés a la izquierda. Ser de izquierdas en tiempos difíciles es saber valorar los avances y los límites que bloquearon la posibilidad de dar continuidad a eses avances. Es hacer balances autocríticos sin detenerse y, al mismo tiempo, retomar la lucha a partir de lo conquistado y apuntando hacia nuevos objetivos. Hay quien se caracteriza por ser un enfermizo enterrador de la izquierda, parece que se complacen con los reveses, igual que estaban a disgusto con los avances por vías que ellos no habían previsto. No son ellos quienes hacen historia. Únicamente se lamentan de que la historia no transite por las sendas que a ellos les gustaría. El militante de izquierda no es un francotirador que en un momento dado opina en un sentido y al momento siguiente en el sentido contrario. El  militante participa de un proyecto colectivo de transformación de la realidad. Es militante de un partido, de un movimiento popular, de un colectivo, del que forma parte. Ser de izquierda en tiempos sombríos es saber vislumbrar, más allá de las nieblas del presente, las nuevas luces del futuro. Es trabajar con tenacidad por ese nuevo camino. Es aprender del pasado para sacar lecciones del presente, proyectando el futuro. Ser de izquierda en tiempos sombríos requiere fuerza de principios y capacidad de comprensión de la nueva realidad, pero también requiere carácter. 2018, más que otros años, pondrá a prueba nuestro carácter de militantes de izquierda. Sabremos afrontar los desafíos, como sea que se presenten, para superar los tiempos sombríos y retomar los caminos de la esperanza. Traducido del portugués para Rebelión por Alfredo Iglesias Diéguez

Nacionales, Opinion, Portada

Los cuentos de su señoría

Fuente: Raúl Kollmann | Página 12 Fecha: 31 de DIC 2017 ¿Quienes fueron los autores del supuesto homicidio de Alberto Nisman, uno que habría disparado y otro que lo acompañaba? Desconocidos, no se los pudo identificar. ¿La forma en la que entraron al edificio Le Parc? Desconocida. ¿El método con el que entraron al departamento del fiscal? No se sabe. ¿La forma en la que salieron del baño, sin dejar ni una pisada, sin que hubiera una mancha de sangre? Se ignora. ¿El método con el que salieron del departamento dejando trabas del lado de adentro en la puerta principal y en la de servicio? Tampoco se sabe. ¿La forma en la que salieron del edificio sin cruzarse con nadie, sin que nadie los viera, sin que los capte ninguna de las cien cámaras que sí funcionaban? No hay ni siquiera una hipótesis. Las 656 páginas del juez federal Julián Ercolini sobre la muerte de Alberto Nisman no aportan ni una prueba ni una evidencia de lo que ocurrió. Lo único que queda en pie son interrogantes y preguntas para las que ni el magistrado ni el fiscal Eduardo Taiano tiene respuesta alguna. 1 Diego Lagomarsino fue procesado como cómplice del supuesto homicidio. ¿Cómplice de quién? No se sabe. El juez dice que el informático fue parte de un plan criminal, que integró una especie de organización con los supuestos homicidas “que no han podido ser identificados”. En el texto del juez no hay ni siquiera una teoría sobre los asesinos. Y lo más llamativo es que no menciona contactos de Lagomarsino, ni llamadas ni whatsapp con los que podrían ser sus colegas de banda. No hay un testigo que mencione que lo vio en una reunión rara, sospechosa. ¿Lagomarsino era parte de un servicio de inteligencia? El juez no lo afirma para nada. No encuentra ni un vínculo. 2 ¿Cuál fue el móvil del supuesto crimen? Según dicen los teóricos, si un homicidio se produce delante de diez testigos o si hay una filmación, el móvil no tiene la menor importancia: está claro quién fue. Pero si un homicidio tiene un autor dudoso o desconocido, el móvil pasa a tener mucha importancia. Hay que determinar la relación entre el homicida y la víctima. El móvil llena los huecos de una descripción incompleta, afirma la teoría. En las 656 páginas de Ercolini no hay móvil alguno. ¿Por qué Lagomarsino habría de participar del asesinato de Nisman? ¿Porque Nisman denunció a Cristina por el Memorándum? Está claro que no era kirchnerista. Basta mirar sus posteos anti-K en Facebook muchísimo antes de la muerte del fiscal y muchísimo antes de que Nisman pegara la voltereta de estar muy cerca del gobierno de Néstor y Cristina para pasar a denunciar al mismo gobierno que antes elogiaba. ¿Participó del crimen porque era parte de una organización o servicio de inteligencia? No hay una sola prueba del juez en ese sentido. Ni en ningún sentido. Y eso que la investigación está en la justicia federal desde hace 15 meses y, si se suma toda la pesquisa anterior, ya pasaron casi tres años sin que apareciera evidencia alguna de un móvil. De esos tres años, dos fueron bajo administración macrista que se desespera por encontrar alguna prueba que involucre al gobierno anterior. 3 ¿Por qué Lagomarsino aportó su arma? La participación que el magistrado le imputa al informático es haber aportado la pistola, sabiendo que se iba a usar para matar a Nisman. Pero el dato relevante es que se trata de una Bersa que estaba inscripta en el Registro a nombre de Lagomarsino. O sea que entregó el arma inmolándose. En minutos se sabría que estaba a nombre suyo. No tiene el menor sentido ni explicación. Ercolini dice que se necesitaba un arma “amiga” para simular un suicidio, pero si la pistola hubiera sido de origen desconocido, nada cambiaba la situación: se diría que tal vez Nisman compró el arma muchos años antes. Basta mirar la Bersa para ver que se trata de una pistola viejísima. En cualquier caso, nuevamente el juez hace especulaciones y no explica por qué Lagomarsino habría puesto el cuerpo, inmolándose, en el supuesto plan criminal. No hay otro ejemplo igual en el mundo de alguien que deja una pistola a su nombre en un homicidio de repercusión nacional e internacional. 4 ¿Nisman no pidió el arma? El fiscal y el juez sostienen que es inverosímil que Nisman le haya pedido el arma a Lagomarsino. En primer lugar, desconocen un hecho probado: las llamadas, ese sábado, fueron siempre de Nisman a Lagomarsino. Fueron varias llamadas, reiteradas, porque en dos oportunidades el informático no atendió. Exhiben insistencia de Nisman, no voluntad de contacto de Lagomarsino. Pero, además, el custodio Rubén Benítez contó que también a él Nisman le pidió un arma, exactamente con el mismo argumento: que era para defender a sus hijas, que la custodia podía ser interceptada. El magistrado dictamina que no le cree a Benítez, que se contradice en sus versiones y sugiere que él y Lagomarsino fueron parte de un mismo plan. Sin embargo, no hay una sola llamada entre ellos, no hay testigos ni siquiera de un encuentro entre custodio e informático. Ercolini supone que fueron cómplices, no presenta una sola prueba. 5 Simular un suicidio. Ese es el centro de las 656 páginas del fallo de Ercolini. Según él, los homicidas, hicieron todo para armar la escena de un suicidio. Sin embargo, no explica lo más elemental ¿por qué el arma aparece en el hombro de Nisman? ¿por qué no se lo pusieron en la mano o cerca de la mano? No hay mejor indicio de un suicidio que el arma en la mano o al lado. 6 La mecánica. La Gendarmería, fuerza que depende del gobierno de Mauricio Macri y específicamente de Patricia Bullrich, dictaminó que a Nisman le dieron una tremenda paliza, le fracturaron la nariz, casi le partieron el labio, le pegaron en el hígado y en una pierna. Recién después le dieron ketamina, no se sabe

Nacionales, Opinion, Portada

El impulso de la unidad

Fuente: Edgardo Mocca | Página 12 Fecha: 31 de DIC 2017 En los últimos días del año ha vuelto a cobrar impulso la demanda de unidad del peronismo. Trascendió una reunión en la que Agustín Rossi, Alberto Fernández, Felipe Solá y Daniel Arroyo coincidieron en una agenda política dirigida a ese objetivo. Un texto del artista plástico Daniel Santoro, que circuló en las redes, afirma la urgencia temporal y la racionalidad de ese objetivo y abrió un importante debate. Claro que no se trata de un tópico totalmente novedoso: desde el triunfo de Macri en 2015, la unidad del movimiento quedó colocada en un lugar clave en la perspectiva temporal que concluye con la elección presidencial en 2019. Sin esa unidad parece poco probable un cambio de signo en el gobierno nacional. Por otro lado, los vientos de este diciembre han sacudido la nave macrista y conmovido el agresivo triunfalismo con el que se interpretó en esas orillas el resultado electoral de octubre. El capítulo del manotazo contra los jubilados, los pensionados y los beneficiarios de asignaciones solidarias sacudió la modorra política y produjo un nuevo impulso a la movilización popular, una vez más enfrentada con violencia desde el Estado. La novedad política principal fue la confluencia, en la calle y en el Congreso, de la oposición al gobierno macrista. Todo esto refuerza la demanda de unidad y sube el costo de quienes se resisten a avanzar hacia ella. Claro que la unidad no es una alquimia aritmética. No es tan sencillo como la suma de los votos que tienen distintos espacios que se reconocen bajo el paraguas peronista, o en sus alrededores. La división actual no es el resultado de un malentendido, ni la consecuencia exclusiva de personalismos o mezquindades de tal o cual dirigente. Asumir esa complejidad parece ser un requisito para la viabilidad del objetivo unificador. Los juicios morales sobre unos y otros tendrían que subordinarse a un enfoque político de las diferencias. Y en última instancia ese enfoque lleva a un examen del significado del peronismo en la época que vive el país. Habría que discutir qué significa el gobierno de Macri. ¿Es una experiencia de alternancia regular en el gobierno nacional o es el proyecto de una contrarrevolución político-cultural cuyo sentido último es el de terminar con la Argentina creada por el primer peronismo? Es cierto que no es la primera experiencia neoliberal que triunfa en el país y que no es el primer intento de cerrar definitivamente la época de los sindicatos, el derecho laboral, la movilización popular, los intentos de industrialización y todos los elementos que miran al país desde adentro y desde abajo. Hubo muchos intentos y ninguno logró consolidarse en el tiempo. Pero este tiene una especificidad: asumió sobre la base del voto popular en una elección libre y sin proscripciones. Y como tal se siente en una condición de legitimidad y de fuerza suficiente para avanzar en la reconfiguración cultural del país. Su modo de lectura de los acontecimientos que rodearon el debate legislativo reciente muestra la radicalidad del objetivo. Lo que ocurrió, dicen, fue un manotazo de ahogado de los que quieren seguir viviendo en la “vieja Argentina”, los que quieren revivir el caos de diciembre de 2001 para defender sus prebendas, para sostener los nichos mafiosos que impiden que el país se modernice y se desarrollen sus fuerzas productivas. Y de lo que están hablando es de una inmensa movilización popular, de sindicatos, organizaciones sociales, culturales y científicas que ganaron la calle en forma alegre y pacífica, con pequeñas excepciones que fueron provocadas y/o infiltradas y luego utilizadas para desvirtuar al conjunto. Están hablando de una tradición, de una diferencia argentina, que radica en la capacidad de resistir activamente las políticas antisociales y antinacionales; una tradición que no pudo ser destruida aún cuando se la sometió a una experiencia de terrorismo estatal con pocos antecedentes. A la hora de pensar la unidad peronista, no puede dejar de decirse que el peronismo es, ante todo, el gran productor histórico de esta activación de la movilización popular. Su propio origen no es un congreso partidario ni una mesa de arena entre políticos de distintas capillas, dicho esto con el máximo respeto por los partidos, por las roscas y los cálculos. Pero el peronismo nació en las calles de la ciudad capital y del conurbano bonaerense cuando una multitud se reunió con su líder. No está mal volver a esa referencia histórica, porque en los orígenes suelen estar las claves del sentido de una identidad popular. Y el núcleo de la contrarrevolución cultural en marcha es el borramiento de esa huella profunda de la historia argentina. Claro que el peronismo no es solamente esa referencia histórica de origen. Hoy es un partido político sujeto a las reglas de la democracia liberal. Actúa en la legalidad y en la institucionalidad. Tiene un régimen interno como partido y una fluida vinculación con la sociedad, particularmente con los trabajadores y los sectores más vulnerables. Y lógicamente en el peronismo hay muchos hombres y mujeres que desarrollan lo que se llama una “carrera política”. Como supo decir Angelo Panebianco, no sólo tiene incentivos colectivos (la ideología, los mitos de origen) sino también incentivos selectivos (los cargos, los recursos, todo lo que se reparte de manera no igualitaria entre sus miembros). La vida política no es solamente los grandes momentos fundacionales; necesita rutinas, reglas y rituales más o menos permanentes. Es natural que un proceso que busca la unidad sepa recorrer los caminos del regateo, el cálculo, la toma en consideración de intereses particulares generalmente difíciles de articular. Si no, la unidad es imposible, vence la desunión y lo que queda es una mutua asignación del daño, un intento de cada uno por hacerle pagar al otro los costos de esa desunión. Pero al mismo tiempo la discusión de la unidad no termina en las cuatro paredes de un local partidario. Está obligada a conectarse con el estado de ánimo popular, tal como se mostró

Economia, Nacionales, Portada

Descalibrados

Fuente Alfredo Zaiat | Página 12 Fecha: 29 de DIC 2017 El saldo concreto en la cuestión económica de la conferencia de prensa que lideró Marcos Peña fue el reconocimiento del fracaso oficial en materia inflacionaria. La modificación de las metas anunciada por Nicolás Dujovne, en teoría definidas por el Banco Central aunque anunciadas por el Poder Ejecutivo, un día después de la aprobación del Presupuesto 2018 que tiene anotada otra previsión de la tasa de inflación, es una derrota conceptual y política para el hoy devaluado presidente del Banco Central, Federico Sturzenegger. El otro resultado es en términos políticos. Sin la formalidad del juramento en el Salón Blanco de la Casa Rosada, se presentó en sociedad el verdadero ministro de Economía del gobierno de Macri, cargo que ocupa el jefe de gabinete Marcos Peña, quien estuvo rodeado de los secretarios de Hacienda y de Finanzas, ambos figurando como ministros en el organigrama oficial, y de un titular del Central que ha entregado en ese acto los pilares que tanto dice defender de independencia y de conquista de reputación ante el mercado. El único gesto de independencia de Sturzenegger fue el de usar corbata, además de su tradicional muestra de humildad de felicitarse por los éxitos de su gestión explicando la relación de Lebac y reservas internacionales, el movimiento del tipo de cambio de libre flotación y el aumento de los créditos, en especial los hipotecarios. En esto último, los tomadores de créditos atados a la inflación (UVA) no lo evaluarían del mismo modo al crecer las estimaciones oficiales de alza de precios y, por lo tanto, el incremento de la cuota y el capital adeudado. No hay antecedentes de la degradación funcional a la que ha sometido Peña a un equipo económico, con la repetida consigna de marketing del “trabajo y fortaleza del equipo”. Marcó el ritmo, coordinó y lideró la conferencia de prensa para informar que el BCRA no podrá cumplir las metas de inflación en 2018, repitiendo la performance negativa de 2016 y 2017, con desvíos del 82 y 72 por ciento, respectivamente, según el cálculo del economista Mariano Kestelboim. Ahora la brecha sería menor al fijar la tasa de inflación en 15 por ciento para el año que esta por comenzar, pero aumentando la meta en 50 por ciento. Es lo que Dujovne denominó “recalibrar”. Definido el aumento de la inflación esperada, el paso siguiente será la disminución de la tasa de interés, como dejó traslucir el secretario de Política Monetaria dependiente de la Jefatura de Gabinete, que fue presentado como presidente del Banco Central. Otra derrota de Sturzenegger en este caso a manos del ministro de la Deuda, Luis Caputo, quien terminó de convencer al presidente Macri de la necesidad de reducir la tasa de interés. “Meta de inflación que se cambia, no es meta”, había definido hace dos meses Sturzenegger. Para disimular la capitulación, luego de pedirle permiso para hablar a Peña, informó un sendero de financiamiento del Central al Tesoro hasta el 2020, presentando una regla fija a partir de ese año, a la que consideró lo más relevante de su exposición. Nicolás Dujovne se concentró en dibujar la trayectoria fiscal para los próximos años, Luis Caputo se ocupó de mostrar que el endeudamiento desaforado (un mínimo de 56 mil millones de dólares adicionales en los próximos dos años) es una buena noticia, Federico Sturzenegger se dedicó a mostrar que su gestión es tan buena que no entiende cómo la población no se da cuenta y Marcos Peña hizo lo que mejor saber hacer: marketing de confusión. La apertura de la cotización del dólar llegando casi a 19 pesos y el cierre a 19,46 pesos fue la respuesta a la conferencia de prensa de devaluación del equipo económico.

Nacionales, Politica, Portada

Etchecolatz y Hess: una lección moral

Fuente Atilio A. Boron | atilioboron.com.ar Fecha: 29 de DIC 2017 El 2017 termina en la Argentina con otra pésima noticia que se suma a otras conocidas en las últimas semanas: el Tribunal Oral Federal Nº 6 de la ciudad de Buenos Aires le concedió el genocida y torturador probado y confeso Miguel Osvaldo Etchecolatz, ex Director de Investigaciones de la Policía Bonaerense, el beneficio de la prisión domiciliaria a causa de su «delicado cuadro de salud». El personaje de marras desempeñó aquel cargo entre marzo de 1976 y fines de 1977 y fue la mano derecha de otro asesino de triste memoria, el ex general Ramón Camps. En 1986 Etchecolatz (que actualmente tiene 88 años) fue sentenciado a 23 años de cárcel al ser hallado culpable de 91 casos de tortura. Después de la anulación de las leyes de Obediencia Debida y Punto Final en 2003 fue condenado por delitos de lesa humanidad en un juicio que se sustanció en el 2006 y donde fue el único acusado. En esa oportunidad se lo condenó a prisión perpetua por seis homicidios. Fue en el juzgado de La Plata donde se ventilaba el caso que un testigo presencial de sus crímenes, al albañil Jorge Julio López, lo identificó como uno de los torturadores. En su declaración narró entre otras la siguiente escena: “La chica estaba casi a mi lado, en un camastro. Le habían tirado un baldazo con agua y Etchecolatz le pasaba picana…y ella le gritó: ‘Por favor no me mates, llevame presa de por vida pero dejame criar a mi beba’…y él le sonrió…y delante mío le pegó un balazo ahí mismo. Si la encuentran alguna vez, verán que la cabeza tiene dos agujeros, porque la bala entró por la nuca y le salió por el costado”. Conocida la sentencia, los fotógrafos advirtieron que el genocida había escrito el nombre de López en un pequeño papel, y también una orden: “secuestrar”. El mensaje fue a parar a manos cómplices y obedientes. Tres horas después, López desaparecía para siempre. Teniendo a la vista estos antecedentes, ¿debería concedérsele a Etchecolatz el beneficio de la prisión domiciliaria? Desde el punto de vista ético, filosófico, la respuesta es terminante: no, de ninguna manera. Ni la edad ni una enfermedad deben atenuar la ejemplaridad de la pena que le fue impuesta por la comisión de delitos atroces y aberrantes. Pero, además, hay un antecedente internacional que merece ser tenido en cuenta: es el caso del ex jerarca nazi Rudolf Hess. Este había caído prisionero de los ingleses en una extraña misión que lo había llevado al Reino Unido, supuestamente con el objeto de pactar una tregua con Londres para que los ejércitos hitlerianos librasen una batalla en un solo frente, el oriental, y aplastar a la Unión Soviética que, sin duda, era una vieja aspiración de las potencias capitalistas. Al producirse el derrumbe del Tercer Reich Hess como tantos otros fue juzgado por el Tribunal de Nuremberg y condenado a cadena perpetua el 1º de octubre de 1946. Junto con otras prominentes figuras del régimen nazi fue enviado a la cárcel de Spandau, un enorme complejo carcelario construido por Bismarck en Berlin. El presidio fue diseñado para albergar a 500 prisioneros pero luego de los juicios de Nuremberg trasladaron a todos los presos y la cárcel se destinó exclusivamente a la reclusión de los condenados, custodiados por más de cien guardiacárceles y personal militar de Estados Unidos, Francia, Reino Unido y la Unión Soviética. Sólo 7 antiguos jerarcas nazis ocuparon sus celdas y en 1966, con la excarcelación de Albert Speer al cumplirse los veinte años de su condena, el único que permaneció en ese inmenso presidio, en confinamiento solitario y custodiado por un inmenso aparato fue Hess. Desde los años ochenta algunos sectores neonazis europeos comenzaron a promover abiertamente una campaña para lograr la excarcelación de Hess, aduciendo su avanzada edad (más de 80 años) y sus problemas de salud. Pero tal como lo revelara el periódico británico The Guardian en su edición del 20 de Julio de este año, nada menos que desde 1957 Londres venía sigilosamente solicitando la excarcelación de Hess a las autoridades soviéticas. La reciente desclasificación de los Archivos Nacionales que se hizo efectiva al cumplirse 30 años de la muerte del lugarteniente de Hitler permitió conocer algunos interesantes entretelones anteriormente vedados a la opinión pública, entre ellos la hipocresía de la lucha de las “democracias capitalistas” contra el fascismo. En once ocasiones -¡once, no una!- el Reino Unido demandó de manera unilateral a la URSS la liberación de Hess, y en otras catorce lo hizo de común acuerdo con Washington y París. La última petición británica la firmó Margaret Thatcher el 4 de Octubre de 1982 según consta en los archivos. (ver https://www.theguardian.com/uk-news/2017/jul/20/uk-pressed-for-rudolf-hess-release-from-spandau-prison-soviets-hitler-thatcher-national-archives) Sin embargo, la absoluta intransigencia de la Unión Soviética frustró esos planes. Esta actitud fue acompañada, si bien discretamente, por el gobierno de Israel. El argumento de Moscú se apoyaba en dos consideraciones: uno, la liberación de Hess sería una afrenta a los veinte millones de soviéticos que murieron a causa de la invasión nazi a la URSS; dos, que una tal decisión alentaría la resurgencia del nazismo y el racismo en Europa. Fracasadas estas tentativas de liberación por “causas humanitarias” Hess murió en prisión en 1987, a los 93 años, en misteriosas circunstancias. La versión oficial es que se ahorcó, pero en Londres hay quienes aseguran que fue asesinado para que se lleve a la tumba el secreto de la misión que lo llevara al Reino Unido a inicios de los años cuarenta. De lo anterior se desprende una lección para la Argentina: un gesto supuestamente “humanitario” como el que benefició a un personaje como Etchecolatz -aún más sórdido y criminal que Hess que nunca perpetró por mano propia las atrocidades cometidas por aquel- no sólo es inmoral sino que fomentará el crecimiento de grupos racistas y neofascistas de diverso pelaje y alimentará la ilusión de que sus crímenes, como ocurrió en el pasado, podrían quedar impunes.

Scroll al inicio