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El viaje de los malditos

Fuente: Federico Pavlovsky | Página 12 Fecha: 08 de ABR 2019 Los primeros meses de 1939 fueron el período durante el cual el mundo pudo haber salvado a cientos de miles de refugiados judíos. Pero por especulación política de distintos países eso no ocurrió. Lo explica muy bien Daniel Rafecas en su libro Historia de la solución final, publicado en 2012. En 1939 Adolf Hitler llevaba seis años en el poder. En 1933 ganó las elecciones y pocos meses después inauguró el primer campo de concentración en las afueras de Munich: Dachau. Para 1935 los judíos perdieron su condición de ciudadanos plenos. Se les obligó a desprenderse de sus bienes y a renunciar a sus trabajos. La “Noche de los cristales” de 1938, conocida así porque los nazis y sus simpatizantes rompieron las vidrieras de negocios pertenecientes a judíos, fue un vaticinio literal de que las cosas sólo podían empeorar. Un frondoso cuerpo de leyes civiles y penales (las leyes de Nuremberg) dio respaldo institucional a las maniobras de hostigamiento. Muchos optaron por la huida. Una de las historias de escape fue la del buque transatlántico “St. Louis” de la compañía alemana Hamburg-Amerika Line (HAPAG), un barco que conectaba las ciudades de Hamburgo y Nueva York. El 13 de mayo de 1939 emprendió su viaje a La Habana con 937 pasajeros, que debieron obtener (y comprar) permisos especiales, visas y pasajes, en muchos casos con el último centavo. Casi la mitad de los refugiados eran mujeres y niños. El buque, utilizado normalmente como crucero de lujo, de 135 metros de longitud, cinco cubiertas, cine, piscina y salones de fiesta, albergó cuatrocientos pasajeros en primera y más de quinientos en clase turista. En popa ondeaba la esvástica y gran parte de la tripulación alemana, 231 oficiales, simpatizaba o pertenecía al partido nazi. Fotógrafos al pie de las escalinatas, en la plataforma 76, retrataban a los exhaustos y desesperados pasajeros, muchos de los cuales venían de campos de concentración, para presentarlos en las gacetillas de prensa del régimen como “salvajes infrahumanos” e “indignos”, “que escapaban como ratas”. Para darle mayor surrealismo a la escena, una banda de músicos tocaba piezas para despedir a los viajantes. Desde la misma salida del puerto la agencia nacional de noticias nazi propagó informes falsos sobre el viaje. Periódicos y emisoras de radio de toda Alemania publicaron artículos en los que se acusaba a los pasajeros del “St. Louis” de huir con grandes cantidades de dinero robado y otros bienes. Algunos acontecimientos volvieron aún más tenso y extremo el viaje a Cuba. Dos cruceros, el Flande, con 104 refugiados y el Orduña, con 154 emigrantes, emprendieron la misma ruta. Por esos días, la Habana parecía uno de los pocos puertos de Occidente que aceptaría recibir a los refugiados. Como señalan Gordon Thomas y Morgan Witts en su novela histórica El viaje de los malditos (1974), que dio lugar a la película con el mismo título, protagonizada por Orson Welles y Faye Dunaway, entre los tres barcos comenzó una explícita carrera por ver quién podía arribar primero y así salvar a sus pasajeros. Retornar a Alemania era sinónimo de Gestapo, campo de concentración y muerte. Una disputa interna del gobierno cubano generó una contradicción desconcertante. Mientras que el director de Inmigraciones, Manuel Benítez, había vendido visas de ingreso a todos los pasajeros a cambio de grandes sumas de dinero, el presidente del gobierno cubano, Federico Bru, el 5 de mayo emitió el decreto 937 (su nominación se debía a la cantidad de pasajeros del “St. Louis”) donde impedía el desembarco de los pasajeros al puerto de Cuba. Tanto los pasajeros como el capitán del barco, Gustav Schroeder, no supieron de este decreto hasta estar cerca de la isla. El día de la llegada, el 27 de mayo, se confirmó finalmente el peor de los escenarios: el decreto 937 presidencial estaba vigente y debía ser cumplido. El barco debió anclar a distancia del puerto. No sólo no pudieron descender los pasajeros. Decenas de lanchas de policía custodiaron la embarcación para que nadie desembarcara sin permiso. El “St. Louis”, un barco de lujo que navegaba hacia una presunta libertad, a pocos metros de suelo cubano se transformó en una suerte de campo de concentración flotante. Gradualmente se acercaron otros pequeños botes con familiares que ya residían en la isla, que gritaban hacia el buque para intentar hacer contacto con sus allegados. La desesperación fue tal que por esas horas se produjeron suicidios y numerosos intentos de quitarse la vida. Algunas personas saltaron por la borda del transatlántico. Otras mordieron ampollas de cianuro. La situación cobró una gravedad tal que el capitán del barco decidió armar una “patrulla antisuicidio” con marineros y algunos pasajeros voluntarios. Hombres y mujeres lloraban en la cubierta. Se esbozaron algunos planes de escape. El crucero gigante era al mismo tiempo una atracción turística para miles de curiosos y un símbolo de la desesperación para los pasajeros atrapados. La prensa mundial se hizo eco de la extrema situación y a los pocos días reporteros de todo el mundo daban cuenta de la situación y formaban parte del enjambre de personas que rodeaban el barco. Por esas horas un comité de pasajeros que se organizó frente a la crisis enviaba telegramas, sin respuesta, implorando ayuda a personalidades destacadas de los Estados Unidos, Canadá y Cuba. Luego de negociaciones obscenas e interminables sobre el valor económico que tenía cada pasajero, que derivó en solo treinta permisos de desembarque, y sin llegar a un acuerdo global, el presidente Bru ordenó que el barco “St. Louis” abandonara las aguas territoriales. Así es que el 2 de junio se volvieron a encender las máquinas y el barco se alejó de Cuba definitivamente. El capitán intentó acercarse a la costa estadounidense pero su pedido obtuvo una respuesta negativa. Lo mismo sucedió con Canadá. Siete países latinoamericanos (Argentina, Brasil, Chile, Colombia, Panamá, Paraguay y Uruguay) también rechazaron recibir a los refugiados. El derrotero trágico de esta embarcación y sus pasajeros fue tapa de

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Se profundiza la restauración conservadora

Fuente: Jorge Elbaum | El Cohete a la Luna Fecha: 08 de ABR 2018 Lula anunció desde el sindicato metalúrgico de San Bernardo do Campo, en las afueras de San Pablo, que se entregaría, aceptando el confinamiento reclamado por el juez Moro, quien dictaminó su prisión en un proceso jurídico kafkiano. Dos instancias judiciales le atribuyeron a Lula la propiedad de un departamento otorgado a cambio de hechos de corrupción ligados a Petrobras. La confirmación la hizo frente a miles de seguidores después de participar en una misa en recuerdo de su compañera fallecida en febrero de 2017, Marisa Leticia Rocco. Lula se dirigió a sus seguidores asegurando que el “crimen que cometí fue sacar a millones de la pobreza”. Advirtió que “hay millones de Lulas para andar por mí y no tienen cómo pararlos, no tienen cómo parar mi sueño” y que “el golpe empezó con Dilma y termina con la decisión de que Lula no sea candidato a la presidencia”. La detención de Lula, decidida por dos instancias judiciales y avalada por la denegación de sendos hábeas corpus que rechazaron la suspensión de la detención preventiva, posee indudables similitudes con de la novela inconclusa de Franz Kafka que se llama El proceso. El protagonista del relato, Josef K, es arrestado allí y deambula por despachos judiciales por razones que no logra comprender y que lo sumergen en una pesadilla burocrática. No logra encontrar la ventanilla adecuada y percibe que la justicia es un páramo inaccesible. El telón de fondo –silenciado o eufemizado— es el control social y el disciplinamiento a todos aquellos que se atrevan a tergiversar las reglas de juego del poder. El texto se inicia con una muy famosa y citada frase: “Alguien debió de haber calumniado a Josef K., porque sin haber hecho nada malo, una mañana fue detenido”. Las analogías regionales, incluida Argentina y otras latitudes de este subcontinente, no son sólo coincidencias. Lula Da Silva es el sucedáneo de otros líderes de América Latina que a principios del siglo XXI decidieron desafiar al modelo hegemónico neoliberal. Pero se encontraron con la resistencia de un establishment político y económico que pretendía/pretende darle continuidad a la aplicación de planes de ajuste destinados a maximizar inversiones y a garantizar la contínua y creciente valorización financiera. El teatro del enfrentamiento, dispuesto por los grupos empresarios, no es la política. Parte de las usinas de medios de comunicación, en una primera etapa, y se traslada casi inmediatamente a los pasillos tribunalicios. La tercera fase se consolida con la supremacía de los lenguajes y las acciones represivas, las proscripciones, las prisiones políticas y las ejecuciones enmarcadas en prolijas justificaciones penales. La exigencia de detención reclamada por el Juez Moro —el equivalente brasileño de Bonadío— para que Lula se presente ante la policía de Curitiba, capital del Estado de Paraná, es el epílogo de todas las fases previas: monopolios mediáticos brasileños liderados por la Red O ‘Globo —el equivalente brasileño de Clarín— inocularon con paciencia el veneno discursivo de la difamación larvada y buscan desplegar sospechas sobre el sistema político en su conjunto y, específicamente, sobre aquellos dirigentes que se muestran más permeables a modelos de distribución económica y pluralización de derechos. Difamación sociedad anónima “O´Globo pivotea el golpe”. Medios que sabotean gobiernos que no responden a sus intereses empresarios. La editorial del matutino O´Globo del último 6 de abril, titulado “Prisión de Lula refuerza el Estado de Derecho”, expresa el trayecto efectivizado por ese medio para obstruir el probable acceso del líder metalúrgico a una nueva gestión presidencial. En el cuerpo del editorial se ahonda en una lápida limada con esmero: “…El momento del país es otro, y la prisión contra Lula confirma, por sí sóla, que los cimientos republicanos de la democracia brasileña se han fortalecido”. Uno de los más afamados periodistas de esta red, Ricardo Noblat, también redactor de la revista Veja, enmarcó un poco más las expectativas de los más concentrados grupos de poder al compartir en su cuenta de Twitter: “Según algunos ministros, las elecciones de este año no están plenamente garantizadas”. Las fases orientadas al derribamiento de Lula aparecen acompañadas con la sistemática búsqueda por restarle relevancia a la actividad política –como práctica social— mediante la asociación simbiótica con una lógica de componendas y negociados. La ofensiva mediático-discursiva sumó en el último mes una calculada colaboración internacional de quienes tampoco ven con simpatía al líder obrero: una serie de ocho capítulos producida por la plataforma Netflix titulada O Mecanismo, que retrata la corrupción dentro de la empresa Petrobras y representa a Lula como un vulgar mercader ajeno a los intereses de los sectores populares. En uno de los diálogos de la tira se pone en boca del dirigente metalúrgico una célebre frase mafiosa, enunciada originalmente por el senador conservador –opuesto al PT— Romero Jucá: “Hay que parar la sangría”. Dicha sentencia había sido solicitada en referencia al encarcelamiento de sus colegas por la causa Odebrecht (que también tiene entre sus acusados al titular de Agencia Federal de Inteligencia argentina, Gustavo Héctor Arribas). Lula adelantó que denunciará a Netflix por cómo lo retrata esa serie y cómo se busca manipular a sus espectadores en vísperas de la elección presidencial de octubre próximo. La sistemática siembra de desconfianza y odio brindó sus frutos semanas atrás, en plena Caravana petista por el Estado de Paraná. El 27 de marzo dos vehículos fueron tiroteados y cuatro proyectiles alcanzaron a la comitiva, sin que se registraran víctimas. Los disparos que impactaron en los micros, de dos calibres diferentes, provinieron de ambos lados de la carretera lo que sugiere una emboscada. El gobernador de San Pablo, Geraldo Alckmin, afirmó que Lula “está cosechando lo que sembró” y que “acabó siendo víctima” de una polarización que incentivó. Alckmin expresó con claridad el sentir de las elites biempensantes, acostumbradas a una jerarquización social indiscutible, para quienes todo debate sobre la distribución de la riqueza se constituye ipso facto en un ejercicio subversivo de polarización condenable. En otra de las paradas de

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Los papeles (flojos) del financista

Fuente: Pedro Biscay | El Cohete a la Luna Fecha: 08 de ABR 2018 La avivada y el papelón La filtración de los Paradise Papers reveló a Luis Caputo (foto principal) como nuevo involucrado del gobierno en el mundo offshore. Un dato que no sorprendió a nadie que conociera el desempeño del actual ministro en el mundo de las finanzas y menos a quienes saben de los vínculos del ex Deutsche Bank. Tanto la información filtrada en aquellos papeles como el papelón que realizó durante la reunión de la “Comisión Bicameral de Seguimiento y Control de la Gestión de Contratación y de Pago de la Deuda Exterior de la Nación”, reflejan el estirpe de un Ministro de Finanzas blindado detrás del mito de ser “el único que trae la guita al país”, que por cierto es la guita que financia la fuga y que ahora utiliza el Presidente del Banco Central para intervenir vendiendo dólares en cada jornada en la que el billete se dispara. La actitud del ministro en la comisión es un botón de muestra de hasta donde está dispuesta a llegar la oligarquía financiera argentina para defender su modelo de negocios, que consiste en bajar salarios, liberar precios y alimentar la especulación financiera y la fuga de capitales. Un modelo conocido y que en el pasado nos llevó siempre hacia una crisis financiera, económica y social. El ministro forma parte del pasado de un país que alimentó los privilegios del bloque de poder dominante, por sobre el deterioro de las condiciones de vida y la pérdida de derechos de sectores del trabajo, actuando durante un tiempo duradero con el beneplácito de la clase media. Para estos agentes de la oligarquía financiera no hay ningún ethos democrático que merezca ser respetado, como en una dimensión más aguda vemos en el derrotero del golpe judicial y la condena a prisión impuesta sobre las espaldas de Lula. El ministro se burló de todo el Parlamento, se levantó y se fue ni bien sintió un poquito de incomodidad. No mostró ninguna voluntad de rendir cuentas ni contestar las preguntas que los diputados y senadores tenían previsto realizar. En un ejercicio de soberbia institucional propia de los que mandan, soltó por lo bajo la orden de levantar justo cuando venía de generar una provocación que el Presidente de la Comisión no controló. A juzgar por la excusa, suponemos que luego se fue a descansar. El ministro dijo: “Dale, levantá, levantá que estoy muerto”. ¿Le habrá dicho lo mismo a los inversores que semanas atrás le exigieron explicaciones en una ronda especialmente convocada en los salones de Wall Street? El incidente del papelito “misógino” no merece mayores comentarios, salvo que la próxima habrá que tener presente que el se enoja pierde, pero también que el que riendo la hace, llorando la paga. Lo más importante de la reunión es que Caputo confesó ser “tenedor fiduciario” de la offshore Noctua Partners. Al hacerlo, implícitamente, reconoció que al momento de presentar sus declaraciones juradas, le mintió tanto a la Oficina Anticorrupción como a la Administración de Ingresos Públicos. La información revelada por la Security and Exchange Commission semanas atrás lo dejó tras la cuerdas y por eso, a pesar del “coucheo”, no pudo escapar a ese dato irrefutable. Si en los Estados Unidos declaró ser shareholder aquí omitió hacerlo, pero además le mintió en la cara a los diputados y senadores. Tal vez sea que su estirpe de financista de la oligarquía argentina le dio bríos adicionales para declarar que no estaba obligado a informar las tenencias a la Oficina Anticorrupción, porque simplemente era un tenedor fiduciario o nominal de las acciones. Caputo el testaferro En su exposición Caputo dijo: “Con respecto a ese reporte de la SEC, es un reporte de una tenencia accionaria nominal. Sí, yo era un tenedor fiduciario de eso. ¿Qué quiere decir un tenedor fiduciario? Alguien que tiene algo en confianza de otra persona. “Fiduciario” viene de “fiducia”, de “confianza”. “Ahora, no tengo que tenerlo declarado eso, porque eso no me convierte en propietario”. Con estos términos, Caputo pretendió justificar por qué no declaró a Noctua en sus papeles ante los organismos de control. En el derecho argentino el fiduciario no actúa solamente bajo un mandato de confianza. De acuerdo con la Ley 24.441, el vinculo fiduciario emerge a partir de la transmisión de propiedad realizada por un fiduciante, de modo que el fiduciario recibe la propiedad de determinados bienes para ser afectados a un fin específico. La ley denomina a esta forma de propiedad como dominio fiduciario y hace responsable al titular de este dominio de las consecuencias derivadas de las responsabilidad extracontractual. Es decir el fiduciario, en base a un vínculo de confianza, se transforma en propietario de un bien, que luego de cierto tiempo debe regresar al titular originario o a quién este haya designado. En el derecho anglosajón existe la figura del trust que se diferencia del fideicomiso en base a una ficción jurídica admitida por la common law: quién transmite (settlor) no se desprende de la titularidad del dominio; y quién recibe (trustee) adquiere la condición de titular del dominio para un tercero. El trust no está reconocido en el derecho argentino y el fideicomiso, como vimos, se rige por una ley específica que admite esquemas de afectación específica de bienes identificados como dominio fiduciario. Caputo ante los parlamentarios mencionó que era fiduciario y accionista nominal. Pero en nuestro derecho, el único accionista nominal es aquel a cuyo nombre están las acciones, puesto que la Ley 24.587 del año 1995 prohibió las acciones al portador obligando a su reconversiones en acciones registrales. Entonces o es accionista y dueño o es dueño para un tercero, algo que sólo es admisible bajo la figura del socio aparente prevista en la legislación societaria. Para nuestro derecho, el fiduciario es dueño y el dueño es dueño. No es suficiente afirmar que dado que esa tenencia no era de él (porque era un simple fiduciario), no tenía que declararla

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Nace una canción

Fuente: Uri Avneri | Gush Shalom Fecha: 07 de ABR 2018 Un amigo del extranjero me envió la grabación de una canción. Una canción árabe, con una suave melodía árabe, cantada por un coro árabe de niñas, acompañado por una flauta. Dice así: Ahed / Eres la promesa y la gloria / De pie tan alta como un olivo / Desde la cuna hasta el presente / Tu honor no será violado / Palestina ha sido plantada en nosotros / Como un muelle para cada barco / Nosotros somos la tierra y tú eres el agua / Estás cubierta de pelo rubio / Eres tan pura como Jerusalén / Le enseñaste a nuestra generación cómo la gente olvidada debería rebelarse / ¿Pensaron que los palestinos les tienen miedo porque están usando armadura y sosteniendo un arma? / Palestina ha sido plantada en nosotros / Como un muelle para cada barco / Nuestra nación debe unirse y resistir por la libertad de Palestina y los prisioneros / Tus ojos azules son un faro / Para un país que tiene todas las religiones / Uniste a la gente muy lejos y cerca / Encendiste la chispa en todos nuestros corazones / Tu cabeza se levanta alto animándonos / Encendiste la luz en nuestra oscuridad / A pesar de la suavidad de tus manos / Tus manos han sacudido al mundo / Tus manos respondieron la bofetada al ocupante / Y devolvió la estima a la nación / Palestina se ha plantado en nosotros / Como un muelle para cada barco / Nosotros somos la tierra y tu eres el agua. SI yo fuera un partidario de la ocupación, esta canción me asustaría mucho. Porque la fuerza de las canciones es mucho más fuerte que la fuerza de las armas. Se gasta una pistola, pero una canción dura para siempre. En los primeros días del ejército israelí, había un lema colgando en nuestra mochila: «¡Un ejército que canta es un ejército de victoria!» La actual generación palestina ha decidido bajar la cabeza y esperar hasta que pase la tormenta. La próxima generación palestina puede actuar de una manera completamente diferente. En la víspera de mis 15º cumpleaños, me uní a un grupo clandestino (o «terrorista») que luchó contra el régimen colonial británico. Casi ochenta años después, recuerdo casi todas las canciones de esa época, palabra por palabra. Canciones como «Somos soldados desconocidos sin uniformes …» y muchas más. Después escribí un himno para mi compañía. No soy un poeta Lejos de ahí. Pero he escrito algunas canciones en mi época, como «Samson’s Foxes»(Los zorros de Sansón), un himno para mi unidad de comando en el ejército israelí. Entonces sé la fuerza de una canción. Especialmente una canción sobre el heroísmo de una niña de 16 años. En el momento que vi la escena de Ahed al-Tamimi abofeteando el rostro de un capitán del ejército israelí, sabía que algo importante había sucedido. El famoso político británico Lord Acton escribió: «El poder tiende a corromper, y el poder absoluto corrompe absolutamente». Yo agregaría: «Ocupar a otra gente tiende a volverte estúpido, y una larga ocupación te vuelve completamente estúpido». En mi juventud, cuando ya era miembro de la clandestinidad anti británica, trabajaba en la oficina de un abogado británico, muchos de cuyos clientes eran funcionarios de la administración británica. A menudo me preguntaba a mí mismo: «¿Cómo puede ser que personas tan inteligentes puedan comportarse tan estúpidamente?» Eran personas amables, que trataban a un empleado humilde como yo educadamente. Pero no tenían otra alternativa: la ocupación obliga al ocupante a comportarse estúpidamente. Funciona así: para mantener un régimen de ocupación durante un período de tiempo prolongado, el ocupante debe creer en la superioridad de su raza y en la inferioridad de sus súbditos, que son vistos como criaturas primitivas. De lo contrario, ¿qué le da derecho a someter a otra gente? Eso es exactamente lo que nos ha sucedido ahora. En el momento que vi la escena de la cachetada en la cara en la televisión, sabía que algo trascendental había sucedido. El pueblo palestino ahora tiene una heroína nacional. La juventud palestina ahora tiene un modelo para emular. El público israelí se ha acostumbrado a la ocupación. Creen que esta es una situación normal, que la ocupación puede continuar para siempre. Pero la ocupación no es una situación natural, y algún día llegará a su fin. Diez mil británicos gobernaron a cientos de millones de hindúes, hasta que un hombre flaco llamado Gandhi fue a producir sal a la orilla del mar, contrariamente a la ley. La juventud india se levantó, y el dominio británico cayó como una hoja de un árbol en otoño. La misma estupidez se apoderó de todos los agentes de la ocupación que trataron con Ahed al-Tamimi. Oficiales del ejército. fiscales, jueces militares. Si fuéramos ocupantes sabios -un oxímoron- hubiéramos enviado a Ahed a casa hace mucho tiempo. Expelida a la fuerza de la prisión. Pero aún la mantenemos encerrada. Ella y su madre. Es verdad, hace algunos días el ejército se dio cuenta de su propia estupidez. Con la ayuda de la devota defensora judía de Ahed, Gabi Lasky, se elaboró un «compromiso». Varios cargos fueron retirados y Ahed fue sentenciado a «solo» ocho meses de prisión. Ella será liberada en tres meses más. Pero eso es demasiado tarde: la imagen de Ahed ya está grabada en la mente de cada niño o niña palestino. Ahed, la chica cubierta de cabello rubio, sus ojos azules brillando como un faro. Ahed la santa. Ahed la salvadora. La Jeanne d’Arc palestina, el símbolo nacional. La historia de Ahed al-Tamimi sucedió en Cisjordania. Pero también resonó en la Franja de Gaza. Para la mayoría de los israelíes, la Franja de Gaza es otra cosa. No es territorio ocupado. No nos concierne Pero la situación de la Franja de Gaza es incluso peor que la ocupación directa. La Franja está completamente rodeada. Al sur y al oeste por Israel, el este es

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Lula, sin crimen ni pruebas ni ‘habeas corpus’

Fuente: Emir Sader | blogs.publico.es Fecha: 05 ABR 2018 En los últimos días la derecha brasileña había entrado en un estado de desesperación. Después de imponer en la agenda política la posibilidad de la prisión de Lula, descontando una decisión que creían segura del Supremo Tribunal Federal de Brasil, sus sueños habían empezado a debilitarse. Un conteo preliminar de los votos del tribunal parecía favorecer a Lula, sugiriendo un quiebra del consenso de Curitiba que se había impuesto hasta ese momento. Un consenso jurídicamente absurdo por una condena sin crimen ni pruebas. Configura claramente una persecución política, basada en el lawfare –el uso unilateral de leyes para la perseguir a adversarios políticos–. Nadie tiene dudas de que el juez Sergio Moro es un adversario político feroz de Lula, que le ha negado todo tipo de recursos, que lo trata de forma racista y discriminatorio, que frecuenta, de forma amigable, fiestas con dirigentes de los partidos de derecha, ninguno de los cuales ha sido tan siquiera acusado por el juez y sus colegas. El clima era de gran expectativa. Una Revista semanal de la derecha advertía que si Lula recibía el hábeas corpus se terminaba el caso Lava Jato, confesando que ese operativo anticorrupción dependía de la violación de la Constitución que dice expresamente que la prisión de un acusado solo se daría una vez concluidos todos los recursos. Pasa que el mismo STF, involucrado en el clima de arbitrariedades que la Lava Jato había impuesto al país, había decidido, en varios casos, por la prisión antes que se agotaran todos los recursos. Pero, rompiendo con esa práctica, había anticipado que, en el caso de Lula, volvería a hacer valer el precepto constitucional, concediendo el hábeas corpus. En los días previos a la sesión de ayer los medios habían usado todos sus recursos para intentar crear un clima de presión sobre el STF, desde el anuncio de movilizaciones de docenas de personas como si fueran miles, hasta publicar editoriales exigiendo la prisión de Lula. Quedó claro que solo por la vía judicial pueden impedir que Lula vuelva a ser presidente de Brasil. Como elemento nuevo, oficiales de las FF.AA. pasaron a manifestarse abiertamente en favor de la prisión de Lula. Hasta el mismo comandante en jefe del Ejercito se sumó al coro, diciendo que la institución no aceptaría que la Justicia sea tolerante con la corrupción. Esto representa la repolitización de las FF.AA., que se han otorgado una amnistía, al final de la dictadura, que representa precisamente la tolerancia total con todos los crímenes que los militares han cometido en los 20 años de dictadura. “Intolerancia con la corrupción” debería significar la anulación esa amnistía y el pasar a juzgar a todos los crímenes de la dictadura. Pero ahora es solo una frase que se sumar a la persecución política de Lula y nada más. Las reacciones negativas han venido de varios lados, incluso de la red Globo. En una editorial, ese medio criticó al comandante en jefe de la Fuerza Aérea y de otros sectores de la opinión pública por aceptar la impunidad respecto a políticos de derecha, como Michel Temer y Aecio Neves, entre otros, mientras que, súbitamente, muestran preocupación por el caso de Lula. El clima ha vuelto a ser tenso en Brasil y en todo el país, fomentado por los medios, en particular por la red Globo, que actuó como si se estuviera en las vísperas del golpe de 1964. Cerró su principal noticiero con la amenaza del golpista del comandante en jefe del Ejército – antes de decir lo contrario al día siguiente. En ese clima el STF se ha vuelto a reunir. El voto de Edson Fachin -que fue abogado del MST- recibió el apoyo del movimiento para su nombramiento -en contra del habeas corpus y el de Gilmar Mendes, a favor-. Todo trascurrió con normalidad hasta el voto decisivo de la jueza Rosa Weber, sobre quien habían recaído mas fuertemente las presiones de la derecha. Incluso del mismo Sergio Moro, que no contento en hablar todo el tempo fuera – lo cual prohibido por ley – estuvo en un largo programa de entrevistas en una TV de derecha y centró su discurso en contra de esa juíza. El efecto termino siendo decisivo. Ella cambió la posición que había tenido en la sesión anterior. Votó en contra del habeas corpus, lo cual permitió que la votación terminara en empate. Con ello la presidenta del STF, Carmen Lucia, militante en contra de Lula, desempató y así fue rechazado el habeas corpus a Lula. Caben todavía recursos y, aún siendo rechazados, como se espera, queda la decisión política en manos de Sergio Moro, de definir si decreta la prisión de Lula. Lo cual produciría una inmensa conmoción, por ser el único líder político nacional en Brasil, por tener 40 por ciento de apoyo en las encuestas con la perspectiva de triunfar en primera vuelta y el enorme apoyo popular, como lo han confirmado sus Caravanas por todo el país. Una fantástica farsa jurídica alrededor de un departamento que nunca fue de Lula, que acaba de ir a subasta, con lo recaudado para la empresa que es la real propietaria del inmueble. Con ello se generó un proceso absurdo, sin pruebas, con una condena en base a las “convicciones” de quienes lo acusan como enemigo político. Se entraría en un período todavía más turbulento de la vida política brasileña si Lula fuese preso. De ahí a que, a lo mejor, no se atrevan, pero mantengan lo que más le importa a la derecha brasileña: tratar de impedir que Lula sea candidato a la presidencia del país. Artículos relacionados: Injusticias Ayer perdió, Ayer ganó

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Autocríticas

Fuente: Luis Bruschtein | La Tecl@ Eñe Fecha: 05 de ABR 2018 Cuando hablan de la derrota electoral del 2015, algunos sectores del peronismo confunden autocrítica con psicoanálisis. Si la autocrítica es para saber lo que se hizo mal, la lista es larga, pero puede no estar directamente relacionada con la derrota electoral. Las discusiones internas por disputas de poder, revanchismo, pase de facturas y acusaciones, creación de enemigos internos, de buscar chivos expiatorios o asumir como propia la visión que tiene la derecha sobre temas como la corrupción o el autoritarismo, ya sea por oportunismo o derrotismo, lo que producen es dispersión y desmoralizan porque forman parte del escenario de derrota que le interesa a la derecha. Si se quiere saber la razón por la que se perdió hay que apuntar hacia otros enfoques. Sirven las experiencias de los demás gobiernos populares de la región. Dos de ellos, en Ecuador y en Brasil, pudieron ganar por poca diferencia las elecciones gracias al peso que pusieron en juego los liderazgos originales de esos procesos, Rafael Correa y Lula. Pero el resultado fueron dos gobiernos débiles. El de Lenin Moreno, que sucumbió a las presiones de las corporaciones mediáticas y del capital concentrado, y el de Dilma Rousseff que fue desplazada por un golpe mediático parlamentario. En Venezuela, Hugo Chávez delegó el gobierno en Nicolás Maduro, que estuvo a punto de ser derrocado en el marco de una crisis profunda en la economía por el derrumbe de los precios internacionales del petróleo. Maduro tiene el respaldo de las Fuerzas Armadas, un dato que no es menor. Pero desde el punto de vista de la estrategia, Maduro pudo zafar del escenario de violencia callejera desestabilizadora que le planteaba la oposición dirigida desde Miami, para imponer su propio escenario con la creación de la Asamblea Constituyente. Y, por otro lado, logró recuperar a los sectores humildes que habían desertado en la votación parlamentaria anterior donde había sido derrotado. Retomó la iniciativa cuando parecía que lo tenían arrinconado. Evo Morales hizo entrar en el siglo XXI a un país como Bolivia, donde la gran mayoría de la población es indígena y donde nunca antes hubo un presidente de ese origen. Es uno de los pocos países de la región que mantiene la economía fuerte pese a la crisis internacional. Y aun así, la especulación del MAS es que, aun cuando la derecha no tiene candidato claro, si Evo no es candidato, no están seguros de ganar las elecciones. La derecha le hizo perder el referéndum con una campaña mediática sucia y obstruyó el camino para su reelección. Cuando parecía que estaba resignado a elegir un reemplazante, consiguió que la Corte lo habilitara y descolocó a la derecha. Evo será el candidato y tiene la victoria asegurada. Desde la izquierda, e inclusive desde algunos sectores peronistas, explican el fracaso de los gobiernos “populistas” por la no realización de “cambios estructurales”. En el caso del kirchnerismo, las nacionalizaciones de YPF, AYSA, Aerolíneas, más la re estatización de las jubilaciones, la AUH, las paritarias y otras medidas, fueron cambios estructurales. De todos modos, es una explicación simplista. La URSS hizo todas las reformas estructurales posibles, con un gobierno que tenía la suma del poder y las sostuvo durante más de 70 años. Y sin embargo, en menos de diez años fueron revertidas. Las empresas estatales pasaron a los miembros de la “nomenklatura”. Esa burocracia, de la que salió la actual burguesía rusa, fue generada por la forma cerrada de gobierno. En democracia, cada medida de cambio estructural requiere consensos ultra mayoritarios porque afectan intereses poderosos, lo que explica el surgimiento de liderazgos fuertes con gran capacidad de convocatoria. Y los grandes consensos son necesariamente impuros. La pureza está en las sectas cerradas que se vuelven testimoniales. La pureza tampoco es el problema. El campo popular juega con esas cartas. Ese es un plano del debate. Por supuesto que hay otros enfoques de autocrítica, en áreas donde se actuó con sectarismo o burocratización, en medidas que se enunciaron y no se pudieron implementar, en población vulnerable a la que no se pudo llegar. Estos problemas existieron, pero no fueron la razón de la derrota electoral porque el impacto de las acciones positivas de los gobiernos de Néstor y Cristina Kirchner es mucho más fuerte que el de las negativas. Son dos planos diferentes de discusión y debate y, si se los mezcla, en vez de encontrar soluciones se profundizan los problemas. Frente a dificultades complejas no hay soluciones simples. En los dilemas de sucesión y reafirmación de liderazgos, de democratización de la información, de no dejarse arrastrar a escenarios que plantea la derecha, de mantener la iniciativa en la disputa de poder y en crear escenarios favorables que surjan de grandes consensos, parecieran estar las respuestas para el laberinto en el que quedaron los movimientos populares latinoamericanos. Son lineamientos generales, pero de allí pueden surgir vías para la acción, incluso las que se requieren desde el llano, para frenar la destrucción de los avances que se lograron en los gobiernos populares. La sustentabilidad es el otro problema de las medidas de cambio. El proceso en la URSS demostró que hasta los cambios estructurales de raíz pueden ser revertidos. La opción sería mantenerse en el poder eternamente, pero la URSS demostró que eso tampoco es posible. La única posibilidad que queda, entonces, es que la sustentabilidad de esas medidas no dependa solamente de mantener el poder o el gobierno, sino también de la forma en que se estructura la defensa de esos logros cuando toca estar en la oposición. Esa previsibilidad debería formar parte de una estrategia que se desarrolle incluso desde el momento en que se toman esas medidas de transformación. Son lógicas en las que el factor tiempo y los procesos culturales pasan a tener mucha importancia, igual que la postulación de nuevos escenarios institucionales y la construcción de nuevas -o readecuación de las viejas- herramientas de tipo sindical, social y político.

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El sabor amargo de la propia medicina

Fuente: Ricardo Ragendorfer | Revista Zoom Fecha: 05 de ABR 2018 Quizás en estas horas Alejandro Fantino haya evocado la ya lejana noche del 11 de abril de 2017, cuando puso su programa, Animales sueltos, al servicio de la crucifixión televisiva de Alejandro Cacetta, quien hasta entonces presidía el Instituto Nacional de Cine y Artes Audiovisuales (INCAA). Orquestado desde la sombra por el ministro de Cultura, Pablo Avelluto, y con ejecución a cargo del panelista Eduardo Feinmann, el asunto fue tan grotesco que hasta ciertos aplaudidores del régimen como el realizador Juan José Campanella y el crítico Gustavo Noriega no disimularon su indignación al respecto. Claro que no era la primera ni la última trapisonda del otrora relator de fútbol en la materia. En cambio, el influyente columnista del diario La Nación, Carlos Pagni, supo ser más prolijo en el ejercicio del infundio. Tanto es así que en diciembre de 2015 la jueza federal Sandra Arroyo Salgado lo bendijo con la sorprendente nulidad de su procesamiento por integrar –junto al ex titular de la SIDE, Juan Bautista “Tata” Yofre; el ex jerarca del Ejército, general Daniel Raimundes; el director del portal Seprin, Héctor Alderete; el periodista Roberto García y dos agentes de inteligencia– una “red clandestina de espionaje” abocada al hackeo de correos electrónicos pertenecientes a políticos, empresarios, personajes de la farándula y funcionarios del gobierno kirchnerista. Sin embargo el destino fue impiadoso con ambos comunicadores. El lunes pasado Fantino no era el de siempre. Dolido y, por momentos, con los músculos faciales gambeteando un “pucherito”, abrió su programa con una frase que lo decía todo: “Mirtha Legrand me desilusionó”. Ya se sabe que en la última emisión del ciclo de la nonagenaria diva, una de sus invitadas, la señorita Natacha Jaitt le atribuyó un hábito atroz, la pedofilia, al igual que a otras figuras públicas. “¡Quiero saber quién está detrás!”, clamó Fantino una y otra vez. Lo cierto es que aquel muchacho sencillo y entrador se veía en una situación que jamás imaginó para sí. Vueltas de la vida. No menos contrariado, pero con gélida templanza, Pagni también utilizó su propio espacio en la señal LN+ para editorializar esa circunstancia. “Mirtha Legrand ofreció su programa para una operación”, sostuvo de una manera casi quirúrgica. Aquel hombre, un asiduo pasajero de las cloacas del Estado, sabía perfectamente de lo que hablaba. Dicen que el que avisa no es traidor. “Llamen a los bomberos, va a salir fuego de esta mesaza”, escribió Nacho Viale el domingo a la tarde en Twitter para promocionar el programa de su abuela, del cual es productor ejecutivo. A la hora señalada, la antorcha humana llegó al canal con una parva de papeles, escoltada por un abogado y una presunta vestuarista, además de su hermano, Ulises, quien oficiaría de apuntador. Ya es conocido el cariz que tomaron los acontecimientos delante de las cámaras. Y los nombres que esa boca vomitó. “A mí me contrató una empresa para investigar al señor que en su momento trabajaba en TN, un tal C.P. (por Pagni). Conozco mucho la noche. Por eso me contrataron”, esgrimió Natacha no sin un toque de candidez, para así legitimar su pretendido papel de fisgona. No contenta con eso, publicó luego en Twitter una foto con la mujer que la acompañaba junto al siguiente epígrafe: “Gracias @PoleroAna, gran amiga de años por couchearme en La noche de ML”. Aquella señora de 66 años era en realidad una ex agente de la Agencia Federal de Investigaciones (AFI). Sin duda fue un gran momento de la televisión argentina: el espionaje como espectáculo en tiempo real, con casi 11 puntos de rating. Fue también un semillero de hipótesis conspirativas de variada catadura, cuyos supuestos actores desvelan en estas horas a los especialistas. Más allá de eso, en el affaire Jaitt anida una nueva manifestación de la criminología mediática. La misma que en los últimos tiempos resultó útil para vincular, por ejemplo, a Aníbal Fernández con el apodo “La Morsa”; o para probar la corrupción kirchnerista a partir del falso testimonio de la no menos apócrifa secretaria Miriam Quiroga; o para encarcelar a Julio De Vido en base a una pericia plagiada de Internet. La lista es extensa, pero anudada al calor de un denominador común: el impacto de las maniobras de prensa por sobre la verdad de los hechos. En tal sentido no está de más reproducir una reflexión que la abogada Graciana Peñafort –quien patrocina a Héctor Timerman, entre otros– acaba de publicar en su cuenta de Twitter: “En cada uno de estos casos (se refiere a los que tuvieron por víctimas a ex funcionarios del gobierno anterior) se violó el principio de inocencia, el derecho al buen nombre y al honor, el derecho a defensa y del debido proceso. Los medios de comunicación, embanderados de odio, fueron los ejecutores de esas violaciones de derechos y garantías”. “Varios de los periodistas que formaron parte del pelotón de fusiladores mediáticos están siendo acusados de un delito horrible. ¿Es legítima defensa la venganza? ¿Es lícito lanzarse sobre ellos como una jauría enloquecida? Claro que de ninguna manera”. Tal, por cierto, es el lado ético y legal de la cuestión. Pero, además, hay algo, quizás un fantasma apenas disimulado, que sobrevuela al ejercicio de la impostura como política de Estado: su descontrol. Porque toda “operación de inteligencia” supone una lucha denodada contra el azar. Sin embargo, cuando el azar se impone, ello a su vez significa el triunfo de la estupidez sobre las manifestaciones más oscuras de la voluntad. ¿Será por eso que los hacedores de la “posverdad” prueban ahora su propia medicina?   Nota relacionada Entre caníbales

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Disculpe que sobreviví

Fuente: Elina Malamud | Boletín del Llamamiento Fecha: 03 de ABR 2018 El 19 de abril es una fecha de significativa importancia en el calendario de la condición humana, propicia para contar historias de polacos y judíos, para recordar, no exactamente la larga vida de Lena Gartenstein, sino los retazos de memoria publicados por ella misma en un libro que, con mucha llaneza, llamó “Mis ayeres” y en el cual las escenas que pinta, las carbonillas que esboza, van jalonando su historia en un crescendo previsible. El padre de Lena era un empresario adinerado. Todos los años viajaba a la Exposición Industrial de Leipzig para conocer novedades y volvía a Varsovia lleno de iniciativas que ponía en práctica en su fábrica. Pero los goces que requería de la vida eran amplios y compartidos con su familia. Cantaba, dibujaba, jugaba juegos que inventaba para sus siete hijos. La mamá era la hija única de una familia también de pasar decoroso. Dicen que al momento de nacer Lena, el arcángel Gabriel se había olvidado de pasar a darle el consabido pellizquito debajo de la nariz que debía hacerla olvidar sus días en el limbo interior de la panza y por eso ella no se decidía a salir. Tuvieron que sacarla con forceps y su papá, en el interín, se desmayó. Los recuerdos de la infancia y la adolescencia de Lena remiten a una Arcadia de terneza familiar, de tradiciones felices y de estudios exitosos, entre los cuales el antisemitismo —anclado tanto en la sociedad polaca como en los estamentos del gobierno— solo aparecen como una nota natural en su vida de muchacha acostumbrada a una situación social y económica acomodada. Cuando los nazis ocuparon Varsovia el mundo de los Gartenstein se desplomó. Fueron obligados a abandonar su casa con todo lo que había en ella y a trasladarse al ghetto. Ahí quedaron los muebles de generaciones, los vestidos de terciopelo, los candelabros que se encendían en invierno para la fiesta de Jánuka, la alcancía del Keren Kayemet, el puchero de los jueves —que se repartía a los pobres y que toda la familia comía ese día en la casa—, los bailes del colegio, los paseos en barco por el Vístula y la villa de verano en Mijalin con su jardín y su bosque de pinos y eucaliptus. Parada en la puerta de la biblioteca, rabiosa e impotente, Lena recorrió con mirada desolada los tesoros que quedaban huérfanos en los estantes. Con toda la fuerza de su desesperada ingenuidad no se le ocurrió más que cerrar la puerta con llave y llevarse la llave cuidadosamente guardada. Solo le sirvió para abrir recuerdos perdidos en las noches más negras de su tragedia. Se recuerda a sí misma en el ghetto transitando las alcantarillas con los jóvenes de la resistencia o saliendo todas las madrugadas de invierno al lado ario, bajo estricta vigilancia, mal alimentada y peor vestida, con un grupo de mujeres destinadas a limpiar cloacas y desratizar sótanos de casas abandonadas por judíos. Cuando llegaba la primavera de 1943, notó movimientos subrepticios que circulaban en la resistencia judía del ghetto y se intuyó al margen de secretas definiciones. Laichunia —le habló cariñosamente su marido, Adek Faigenblat, una noche de mediados de abril— mañana, cuando salgas a trabajar al lado ario, llevá un sombrero blando. Se te acercará un hombre y te llevará a un lugar que ya está arreglado. No preguntes nada y hacé lo que él te indique. El 14 de abril fue su último día en el ghetto. En el camino al trabajo en los sótanos se le acercó un hombre de la resistencia polaca. Se llamaba Félix y le dijo: quítese el pañuelo de la cabeza, póngase el sombrero y ríase, aquí nadie llora. Ella lo intentó, pero le salió una mueca. Después de andar cambiando tranvías y vigilando que no los siguieran llegaron a la calle Minska número 7, en la ribera derecha del Vístula donde dos hermanas obreras y provincianas, Alicia y Olga, la recibieron tan asustadas como ella y le ofrecieron un té caliente. En ese departamentito de dos ambientes, las dos polacas y la judía oyeron desde lejos los ruidos de los tanques, de las bombas y de los gritos, sintieron el tufo espantoso de la carne quemada cuando, el 19 de abril, el ghetto le declaró la guerra al ejército de ocupación. Después que todo acabó compartieron pobreza y miedos durante un año y medio. Las hermanas se iban a trabajar cerrando la puerta con candado para dejar claro que nadie quedaba en la casa. Lena no abría las canillas, no tiraba el agua del baño, se mantenía lejos de las ventanas y punteaba vestidos para las tres en cámara lenta para que no se oyera el ruido de la máquina de coser. Junto con el verano llegó el cumpleaños de Alicia como una complicación. Sus compañeras de la fábrica vendrían a festejarla y sería imposible esconder a Lena, de manera que se decidió que ocupara el lugar de una invitada más. Hubo que maquillarla para disimular el color pálido que le daban los días de encierro y precaverla sobre comportamientos propios de su condición que debía evitar: en la mesa no hables de literatura, porque es cosa de judíos y no digas cosas inteligentes. Queda para una lectura crítica de los escritos de Lena, diferenciar los preconceptos de clase y dilucidar las realidades ocurridas de la fantasía de los recuerdos y de los chuceos y las bromas interétnicas que surgirían en la convivencia. Con la entrada del Ejérito Rojo, a las tres vidas del departamento de la calle Minska les volvió el alma y salieron al camino a reencontrar su destino. Lena caminó hacia Mijalin, en un intento impensado de volver la historia. Fue en algún momento de ese andar que, en un hospital de campaña, se topó con un cura. Padre, soy judía –le dijo. El cura quedó suspenso, la abrazó, le acarició la cabeza, le dio de beber y le puso

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Una mudanza conflictiva

Fuente: Dardo Esterovich | Convergencia Fecha: 29 de MAR 2018 Faltan pocos días para que se cumplan los 70 años de la creación del Estado de Israel. El presidente Trump a elegido esa fecha para concretar la mudanza de la embajada de EE.UU. a Jerusalén, después que en diciembre anunciara el reconocimiento de esta ciudad como la capital de Israel. Esto provocó una conmoción a nivel mundial ya que se lo vio como un obstáculo al proceso de paz entre Israel y los palestinos puesto que contraviene el estatuto especial para Jerusalén establecido en la resolución 181 de las Naciones Unidas de 1947, que aprobó la partición de palestina en dos estados, uno judío y otro palestino, y a Jerusalén como un ente autónomo hasta que las partes adopten un estatus definitivo sobre su destino. Los analistas coinciden en que la medida de Trump responde tanto a causas de política internacional como domestica; en lo que difieren es en el peso que le atribuyen a cada una, priorizando una más que la otra. Tratar de analizar estas causas como si fueran independientes una de otra es un error. Ningún presidente, y menos el de un país con pretensiones hegemónicas como EE.UU., se atrevería a emprender una medida importante de política internacional que pueda generar un conflicto, sin tener consolidado su frente interno. Tampoco hay que tomarla como un hecho aislado de otras medidas que tienen que ver, directa o indirectamente, con lo que sucede en la región. La renuncia del Secretario de Estado Rex Tillerson, reemplazado por el halcón ex director de la CIA Mike Pompeo, y el nombramiento de John Bolton como su consejero de seguridad nacional, ambos partidarios de denunciar del tratado nuclear con Irán y de reconocida tendencia beligerante hacia éste país y Corea del Norte, es preocupante en cuanto a que la tendencia sea reemplazar las soluciones diplomáticas por las militares. Hace pocos días sorpresivamente y contrariamente a la opinión del Pentágono, Trump, en un discurso en Richfield (Ohaio), en tono triunfalista, anunció que muy pronto las tropas de EE.UU. saldrían de Siria porque estaban machacando al Estado Islámico y mencionó que ya era el momento que otros se encarguen del asunto. ¿Estará pensando para esto en países “subcontratistas”? Esta política de subcontratar quien haga la guerra por ellos no es nueva: crearon Al Qaeda para combatir a los soviéticos en Afganistán y terminaron creando un enemigo que les provocó la tragedia del 11S en NuevaYork; crearon al ISIS con la finalidad de que combatieran a los países chiítas cercanos a Irán y terminaron con el establecimiento del EI que ensangrentó con sus feroces crímenes a la región y produjo atentados terroristas en Europa. ¿Será que la política de alagar a Israel y denostar cada vez más violentamente a los palestinos tiene algo que ver con eso? Si uno observa el cada vez mayor involucramiento de Israel en la guerra civil en Siria no resulta descabellada esta hipótesis. La evolución de estos acontecimientos se puede seguir a diario en los medios de información. Pero sobre lo que no se informa o se informa muy poco es sobre los motivos de política doméstica que llevaron a Trump a reconocer a Jerusalén como capital de Israel. Se suele mencionar que la base electoral del presidente, los supremacistas blancos y los evangélicos son partidarios de Israel por razones religiosos sin explicar demasiado en qué consisten estas razones. Los evangélicos cristianos forman parte del núcleo duro de su apoyo electoral. Según las encuestas el 81% de los evangélicos votaron por Trump, un porcentaje que no lograron ningún otro candidato de derecha en EE.UU., ni siquiera un de sus conspicuos miembro como George Bush. Además, una proporción de evangélicos sin precedente en la historia de EE.UU., forman parte del gabinete y son asesores del gobierno. El propio vicepresidente Mike Pence es un evangélico militante. Los evangélicos que integran el gabinete realizan reuniones semanales de estudios bíblicos en las que participa el propio vicepresidente, y en alguna ocasión el propio Trump. Johnnie Moore, considerado el líder de facto de los asesores evangélicos de Trump, le dijo a CNN que el estatus de Jerusalén ha sido una prioridad para la comunidad, y que el problema era “solo superado por las preocupaciones sobre el poder judicial entre los principales partidarios evangélicos del presidente”, Al hacer este movimiento, Trump había “demostrado a sus seguidores evangélicos que hará lo que dice que hará”, agregó Moore. Estos evangélicos cristianos y Pence fueron claramente uno de los factores impulsores detrás de la declaración de Jerusalén. La explicación de esta postura hay que buscarla en profundas convicciones religiosas de estos sectores y no en un cálculo político beneficioso, lo que hace comprensible que Trump, él mismo un evangélico, y su gobierno hayan desdeñado las reacciones violentas anticipadas de los palestinos y el mundo árabe y el unánime rechazo a escala mundial. En el siglo XVIII en el Reino Unido y en el XIX en Estados Unidos surgieron lo que se denominó el Primer y el Segundo Gran Despertar que se caracterizó por un incremento inusitado de la actividad evangelizadora cristiana con la adhesión de millones de conversiones. En el segundo de estos movimientos en EE.UU. surgió una narrativa mediante el acople de pasajes inconexos del último y único libro profético del nuevo Testamento, el referido al Apocalipsis, efectuada por dos predicadores inmigrantes: Jesús volverá a la tierra cuando se cumplan algunas condiciones previas. 1°) El establecimiento del Estado de Israel con Jerusalén como capital. 2°) La ocupación del resto de sus “tierras bíblicas” en Medio Oriente. 3°) La reconstrucción del Tercer Templo en el sitio ocupado ahora por el Domo de la Roca y la mezquita de Al-Aqsa, que indicará el “fin de los tiempos”. Completadas estas condiciones las legiones del Anticristo se desplegarán contra Israel, y su guerra conducirá a un enfrentamiento final en el valle de Armagedón. Los judíos se convertirán al cristianismo o arderán, y el Mesías, Jesús, volverá a la tierra donde los vivos

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