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¿De quién es en verdad Radio Jai? Escandalosas revelaciones

Fuente: Horacio Lutzky | lacausamia.blogspot.com.ar Fecha: 27 de DIC 2017 La AMIA ejecutó días atrás la sentencia de desalojo dispuesta en el juicio que siguió contra Radio Jai («La radio judía de Latinoamérica») ante en Juzgado Civil 29, Secretaría 57. El fallo había sido confirmado por la Cámara Nacional de Apelaciones en lo Civil, en un proceso iniciado en marzo de 2015. Radio Jai ocupaba un inmueble de la AMIA en virtud de un supuesto comodato, sin haber pagado jamás alquiler. En un comunicado oficial, AMIA expresó: «Que la emisora es una empresa privada que desarrolla su actividad en un inmueble sito en Valentín Gómez 2950/52 que pertenece, desde 2012, a la AMIA, por donación de la Asociación Comedores Populares Israelitas; entonces asumimos el compromiso de continuar atendiendo a los beneficiarios de dicha organización. Radio Jai no ha compensado a la AMIA de ninguna manera por el usufructo del inmueble desde que éste pertenece a la institución. Durante tres años, hasta 2015, y con la sucesión de diferentes Comisiones Directivas, la institución intentó por todos los medios alcanzar un acuerdo para que la radio se trasladase a otro domicilio, permitiendo así que AMIA pudiera disponer de un edificio cuya superficie excede largamente las necesidades de la radio. Ante la reiterada negativa, no quedó otro remedio que recurrir a la Justicia para recuperar el inmueble. Radio Jai es una Sociedad Anónima que desarrolla un emprendimiento privado y jamás efectuó pago alguno en concepto de alquiler y/o de servicios por la utilización del espacio». En numerosas oportunidades, hemos señalado la muy sugestiva posición de Radio Jai respecto del encubrimiento del atentado a la AMIA, particularmente la militante defensa efectuada por su director Miguel Steuermann respecto de Beraja y la DAIA berajista, Galeano y otros procesados por el desvío de la causa, y muy especialmente de lo actuado por la ex SIDE. Incluso, entrevistando como «especialistas» a funcionarios imputados, o responsables de graves irregularidades policiales o de los servicios de inteligencia. Así por ejemplo: http://lacausamia.blogspot.com.ar/2015/06/radio-jai-continua-elogiando-acusados.html o bien: http://lacausamia.blogspot.com.ar/2015/05/se-viene-el-homenaje-menem.html#more También «perdiendo» audios relevantes para actuaciones judiciales: http://lacausamia.blogspot.com.ar/2017/03/radio-jai-encubre-gabriel-levinas.html El juicio por desalojo abre ahora sorprendentes interrogantes y algunas posibles respuestas. Porque resulta que «Miki» Steuermann no es el titular de Radio Jai S.A., y ni siquiera figura en sus estatutos. El asombro aumenta al constatar que la autoridad máxima y presidente del directorio de RADIO JAI S.A. es el abogado JUAN JOSE RICHARTE, padre del ex número dos de la SIDE. En tal carácter, contestó la demanda e intervino en todo el proceso:   ¿Y quién es el abogado Richarte, el presidente del directorio de RADIO JAI, que resistía el reclamo de devolución del inmueble a la mutual judía? A primera vista, no se trata de una personalidad que parezca acreditar un historial en pos de la cultura judía. En cambio, fue involucrado en un escándalo de proxenetismo, presuntamente vinculado a los servicios de inteligencia del Estado (ex SIDE), organismo que registra un tenebroso prontuario en el encubrimiento del atentado a la AMIA. Diversos medios de comunicación (incluyendo el programa PPT de Jorge Lanata) se hicieron eco en el año 2013 de una denuncia de vecinos y de la Fundación La Alameda que involucró a Richarte, con relación a un inmueble utilizado para trata de personas. Como las denuncias no prosperaban, organizaron un «escrache». Según la Fundación La Alameda, liderada por el amigo del Papa Francisco Gustavo Vera, «El dueño del departamento, según el informe de dominio, es Juan José Richarte (L.E. 4167969) casado en segundas nupcias con Nora Inés Ferreyra». Como se aprecia en la primera imagen de este posteo, la Dra. Ferreyra es quien firmó junto a Richarte la contestación de la demanda por desalojo promovida por la AMIA. La información de La Alameda consigna que el departamento tenía 13 denuncias por proxenetismo y que ninguna avanzó. «La impunidad de este antro de la mafia se debe a que el dueño del inmueble es el padre de quien fuera segundo de la SIDE en la época de la Alianza, Dario Richarte», considera la publicación de La Alameda. Los vínculos con la ex Secretaría de Inteligencia del Estado (SIDE) son destacados por los denunciantes: «Juan José Richarte dueño del narco-prostíbulo tiene su estudio jurídico en Lavalle 1523 3º Of: 33/34. En este estudio jurídico fue fundada MAGNUM RECORDS S.A. que registra su sede social en av. Córdoba 323 1º (sede del estudio de Dario Richarte). Mágnum Records tiene como socios al contador y ex SIDE, Juan José Gallea (…) y al ex 2ª de la SIDE el abogado Darío Florián Richarte…». No nos consta si la justicia avaló la veracidad de las denuncias y si todos los hechos pudieron ser probados. Pero el punto aquí no es ese, sino el ocultamiento de estas oscuras circunstancias por parte del Sr. Miguel Steuermann, que tiene la obligación moral de aclarar a sus oyentes al «servicio» de qué intereses viene trabajando. En caso en que la radio sea suya, debe explicar porqué no figura en los papeles y se maneja con testaferros. Y en caso en que la radio sea —como figura en los estatutos— de gente cercana a la ex SIDE, porqué lo ocultó hasta ahora, siendo que en todos los ámbitos públicos se presenta como sacrificado dueño de una radio comunitaria. Sea cual fuera la respuesta, cuando el director de Radio Jai editorializa sobre la causa AMIA y el encubrimiento, no pueden ya pasarse por alto sus vínculos y fuentes de inspiración.

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La predilección de Rodríguez Larreta por los malditos policías

Fuente: Ricardo Ragendorfer | Nuestras Voces Fecha: 27 de diciembre de 2017 El nuevo jefe de la Policía de la Ciudad propuesto por Horacio Rodríguez Larreta, Carlos Arturo Kevorkian, no es menos inocente que sus dos antecesores, que terminaron presos. Uno mientras ejercía el cargo, Potocar, y el otro mientras lo ocupaba virtualmente, Claviño. Kevorkian fue filmado mientras ejecutaba una feroz represión contra hinchas en un partido entre Chacarita y Defensores de Belgrano en el que un joven murió por una golpiza policial en un patrullero. En sus años mozos integró la temible Superintendencia de Seguridad Federal, la élite policíaca más destacada del país durante el imperio del terrorismo de Estado, bajo las órdenes del comisario Juan Lapuyole, alfil del general Albano Harguindeguy. Tal vez aquel hombre ya esté cansado de aclarar su falta de parentesco con el “Doctor Muerte”, tal como la prensa llamaba al médico norteamericano Jack Kevorkian, el rey del suicidio asistido. Pero lo cierto es que él, Carlos Arturo Kevorkian, tampoco es un fanático de la vida ajena. Eso lo supo en carne propia Fernando Blanco, de 17 años, quien dejó de existir por los golpes recibidos en un patrullero de la Policía Federal luego del partido entre Chacarita y Defensores de Belgrano disputado el 25 de junio de 2005 en la cancha de Huracán. El operativo de seguridad estuvo al mando del comisario inspector Kevorkian. De esa jornada hay un video que lo muestra gritándole a los hinchas: “¡Te hago cagar a palos! ¿Cuál es el problema?” Ahora acaba de ser propuesto por el alcalde porteño, Horacio Rodríguez Larreta, como nuevo jefe de la Policía de la Ciudad. Si, “propuesto”, dado que –según la Ley 5688– su nombre y antecedentes deben ser publicados por diez días en el Boletín Oficial y, de no haber en dicho plazo alguna impugnación de peso, se concretara el nombramiento. Una formalidad que también alcanza al titular de la Superintendencia de Operaciones, comisionado Gabriel Oscar Berard, a su vez elegido para la subjefatura de la fuerza. El anuncio se hizo durante la mañana del último miércoles de 2017 en la Comisaría Comunal 4ª, del barrio de Parque Patricios. Acompañaba al jefe de Gobierno su ministro de Seguridad, Martín Ocampo, y el secretario de dicha cartera, Marcelo D’Alessandro. Fue precisamente este último –un abogado sin formación policial– quien desde mayo condujo esa mazorca en forma interina, a raíz del súbito arresto de su primer cabecilla, José Potocar, al ser procesado por coimas a comerciantes y trapitos. Claro que en aquel lapso las decisiones reales corrían por cuenta de la dupla Kevorkian-Berard. Durante la conferencia de prensa, el primero, un sujeto macizo como un toro pese a sus 66 años, ahora sonreía de oreja a oreja bajo su mirada torva y el cabello oscurecido con matizador. El ladero de Palacios Una carrera policial en Argentina supone tres décadas de servicio activo. Pero por algún milagro de la persistencia, Kevorkian lleva ya 46 años con uniforme y chapa. Primero en la Federal, después en la Metropolitana y finalmente en la Policía de la Ciudad. Por lo tanto, es un pedazo de historia viviente: desde que egresó en 1970 de la Escuela Ramón Falcón, supo transitar en patrullero dos dictaduras cívico-militares (la de Lanusse y la de Videla con sus sucesores), junto con la virulenta etapa constitucional de Cámpora, Perón e Isabel y, claro, todos los gobiernos democráticos surgidos a partir de 1984. De modo que en sus años mozos integró la temible Superintendencia de Seguridad Federal, la élite policíaca más destacada del país durante el imperio del terrorismo de Estado. Y bajo las órdenes del comisario Juan Lapuyole –un alfil del general Albano Harguindeguy–, quien con Carlos Gallone y Miguel Ángel Timarchi dirigía el Grupo de Tareas 2 (GT2) que operaba bajo la órbita del Batallón 601. Allí el joven Kevorkian hizo amistad con otro sabueso de fuste: Jorge “Fino” Palacios. Ellos serían inseparables. Al respecto, una anécdota. Durante la mañana del 23 de noviembre de 1991, Macri fue llevado a una casa de Parque Patricios para reconocer el sitio en el que había transcurrido su secuestro. Al llegar a un oscuro sótano rompió en llanto. Su sollozo entrecortado y agudo era casi infantil. En ese instante, un oficial lo estrechó entre sus brazos con fingida ternura. Se trataba de un tipo alto, con bigote tupido y mirada fría. La cuestión es que su gesto bastó para que el joven heredero recobrara la compostura. Es posible que entonces el uniformado no haya llegado a imaginar hasta qué punto aquellas palmaditas incidirían con el tiempo en su destino. No era otro que Palacios. Y 17años más tarde, Macri –ya ungido como alcalde porteño– le concedería el gran honor de diseñar y dirigir la Metropolitana. Una fuerza de amigos. Y formada por los amigos de los amigos. Tanto es así que Kevorkian no tardó en ser convocado. De hecho, durante dos décadas él había sido en la Federal un destacado ladero del “Fino”. Pero la caída en desgracia de éste en 2004 no lo arrastró a Kevorkian. Por esos días se desempeñaba en la jefatura de la División Mitre (dependiente de la Dirección de Seguridad del Transporte), donde libró una ardua guerra contra vendedores ambulantes. Y aquel año –ya ascendido a comisario inspector– fue puesto al mando del Departamento de Delitos contra las Personas de la poderosa Superintendencia de Investigaciones. En 2005 pasó a ser jefe de la Circunscripción VII, con seis comisarías a su cargo. Y pasó a retiro en 2007 como comisario mayor, cuando era jefe de la Dirección de Sanidad Policial, de la que depende el Complejo Médico-Policial Churruca-Visca. En 2009 –caído Palacios nuevamente en desgracia, pero esta vez en la Metropolitana por el escándalo del espionaje telefónico y su procesamiento por encubrimiento en la causa AMIA– Kevorkian fue nombrado coordinador del Instituto Superior de Seguridad Pública la academia de la aún no nacida Metropolitana. Desde semejante sitial supervisó las actividades preparatorias para su puesta en marcha, tarea que incluía contratos y licitaciones. Después

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Bonadio, el Inquisidor

Fuente: Jorge Elbaum | Nuestras Voces Fecha: 23 de DIC de 2017 El juez federal Claudio Bonadio ha decidido –desde hace tiempo– su adhesión a los tribunales de la santa inquisición, institución que ha sabido quemar, despellejar, empalar y torturar de varias formas posibles a cientos de miles de “enemigos de la verdad”, de la moral y del poder. Para enjuiciar a Galileo Galilei se utilizaron los mismos procedimientos trastornados, delirantes y ajenos a toda evidencia empírica que hoy utiliza Bonadio para dictar prisiones, embargos y desafueros. Galileo Galilei no fue juzgado y condenado por afirmar que el sol era el centro de nuestro sistema planetario. Se lo condenó porque lo testificó en un lenguaje coloquial –el latín vulgar, antecesor del italiano— apto para que cualquier ciudadano pudiese informarse y conocer los resultados de sus investigaciones. El propio Galileo había solicitado el permiso para la publicación de sus descubrimientos sobre el heliocentrismo, y la institución eclesiástica encargada de otorgar su autorización (mediante el Ex Libris), se lo había concedido. Pero Galileo hizo una pequeña trampita que le costó el enojo y la posterior persecución por parte del Santo Oficio de la Inquisición: intentó que la verdad científica sea de uso público, se reveló al ocultamiento y al silencio. Galilei pretendía que todos pudiesen acceder al conocimiento. Que no sean solo los cultores del latín académico quienes pudiesen sorprenderse con el cambio de paradigma. De hecho, tiempo antes de Galileo, otro astrónomo, Copérnico, había llegado a conclusiones parecidas a las de Galileo y al haberlas difundido en un círculo áulico de sacerdotes y académico, no tuvo que pagar ni con la hoguera ni con la cárcel. El delito de Galileo fue renunciar al “numerus clausus” y apostar a que las autenticidades de sus evidencias circulen y contagien de veracidad a la sociedad. Quería liberar de la ignorancia a sus coetáneos. El juez federal Claudio Bonadio ha decidido –desde hace tiempo– su adhesión a los tribunales de la santa inquisición, institución que ha sabido quemar, despellejar, empalar y torturar de varias formas posibles a cientos de miles de “enemigos de la verdad”, de la moral y del poder. Entre ellos a uno, Giordano Bruno, que se le ocurrió afirmar que el sol era una estrella y que podía deducirse que existiesen más soles y galaxias. Bruno, que era un sacerdote dominico, postulaba ideas panteístas –cercanas a lo que hoy podría asimilarse con los postulados ambientalistas– que vinculaban la naturaleza con la vida humana, la vegetal y la animal, como partes indisociables de un todo cósmico. Quien acusó Giordano y a Galileo fue Roberto Belarmino, predecesor simbólico de Claudio Bonadío. Las actuaciones judiciales agrupadas en la carátula 14.305/15, instruida por el conocido como “juez de la servilleta” ha sido caratulada como “Timerman Héctor y otros s/ Encubrimiento”. Su derrotero narrativo tiene curiosas coincidencias con el proceder inquisitorial con el que se castigó y calcinó, durante cuatro siglos, a cientos de miles de seres humanos. La causa de todas las persecuciones fue siempre una: la herejía. Tanto en su versión de rebeldía ante las sexualidades hegemónicas –por la que se exterminó a mujeres y homosexuales– como en su versión democratizadora, por la que se masacró a pensadorxs libres, científicxs y/o cuestionadorxs de la religión o la moral oficial. Todo intento de discutir el sentido común del dominio instituido y de asumir prácticas sobernas enfrentadas al poder omnímodo, han sido –y continúan siendo– las causales de intervención del Santo Oficio de la Inquisición, hoy en manos tribunalicias “laicas” más que teocráticas. Para enjuiciar a Bruno y a Galileo se utilizaron los mismos procedimientos trastornados, delirantes y ajenos a toda evidencia empírica que hoy utiliza Bonadío para dictar prisiones, embargos y desafueros. La primera de ellas remite a la principal acusación con la cual esta titulado el expediente: “sobre encubrimiento” no hallándose en las 491 fojas del dictamen ninguna evidencia que provea alguna información orientada a encubrir, ocultar o enmascarar la investigación –llevada por el Juez Canicoba Corral y hasta 2015 por el fallecido fiscal Nisman–. La imputación de Bonadío, que rescata los contenidos incoherentes de Nisman, sugiere un punto central: que el Memorándum facilitaba el levantamiento de las alertas rojas, controladas por Interpol. Para fundamentar la acusación, el inquisidor incorpora como “pruebas” dos documentos que no tienen concatenación lógica con la imputación: La primera es una carta firmada por los cancilleres de Argentina e Irán el 12 de febrero de 2012, donde se anuncia a Interpol la rúbrica del Memorándum. El segundo documento “probatorio”, una misiva recibida por la cancillería argentina el 4 de noviembre de 2017, en la que el ministro de relaciones exteriores de Irán Mohammad Javad Zarif, afirma que –luego de la firma del Memorándum de entendimiento subscripto entre Buenos Aires y Teherán–, los ministros de Relaciones Exteriores de ambos países “solicitaron a Interpol poner fin a las obligaciones de esa institución con respecto a la causa AMIA”. La primera de esas notificaciones, difundidas por el diario Clarín como si hubiese significado un hallazgo documental revolucionario, obvia el requerido hecho probatorio de tal medida, que además debía ser avalado para tener vigencia, por parte de ambos parlamentos. Argentina aprobó el Memorándum en el Congreso, semanas después de informar a Interpol, mientras que el Estado Islámico de Irán nunca comunicó fehacientemente su aprobación, por parte de sus instancias gubernamentales. La aparición de dicho documento, firmado por ambas cancillerías, en febrero de 2012 se presenta ante el gran público como una “evidencia” de aquello que literalmente no dice: “informar a Interpol” no supone limitar el contenido de persecución de las “alertas rojas” ni su supresión. Entre otras cosas –axioma que el modelo inquisitorial está impedido de ver debido a una ceguera obnubilante– porque Interpol sólo acepta pedidos de “altas” y de “bajas” por parte de jueces, que unas “informaciones gubernamentales” de este tipo no podrían suplantar. “Informar”, en ninguna acepción lingüística es equivalente a una solicitud de “dar de baja”, a suprimir. Ni siquiera en Farsí. Por lo menos en el lenguaje jurídico internacional (que

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La abstención carnal

Fuente: María Laura Carpineta | Revista Zoom Fecha: 23 de DIC 2017  El gobierno de Mauricio Macri decidió cambiar una posición que Argentina mantiene desde hace medio siglo cuando este jueves se abstuvo en la votación de la Asamblea General de la ONU que ratificó que Jerusalén no es la capital ni de los israelíes ni de los palestinos hasta que firmen un acuerdo de paz y decidan juntos el estatus definitivo de esa simbólica ciudad. La resolución aprobada en las Naciones Unidas es explícitamente en contra del giro dado por el presidente norteamericano, Donald Trump y, pese a las amenazas de la Casa Blanca, 128 de los 193 países miembros la aprobaron. Sin embargo, Estados Unidos e Israel reivindicaron una victoria: haber logrado que 35 Estados se abstengan, uno de ellos Argentina. La votación en el pleno de la Asamblea General –un cuerpo que no emite resoluciones vinculantes, pero donde todos los países tienen un voto y ninguno puede vetar la decisión de la mayoría– hizo recordar a las que año tras año rechazan al embargo estadounidense contra Cuba. Los únicos países que votaron en contra de mantener la posición de la ONU sobre Jerusalén fueron Estados Unidos e Israel, por supuesto, y una corta lista de aliados incondicionales: Honduras, Guatemala, las Islas Marshall, Micronesia, Nauru, Palau y Togo. Legalmente no era fácil defender esa posición, por lo que tanto Trump como el primer ministro israelí, Benjamin Netanyahu, apostaron por conseguir la mayor cantidad de abstenciones posibles. Convencieron a dos potencias regionales –Canadá y Australia–, cinco miembros de la Unión Europea –Croacia, República Checa, Hungría, Polonia y Rumania– y once países latinoamericanos –Argentina, Colombia, México, Panamá, Paraguay, Perú, República Dominicana, Haití, Trinidad y Tobago, Antigua-Barbuda y Jamaica–, entre otros. “Aprecio el hecho de que un número creciente de países se negaron a participar en este teatro del absurdo. Lo agradezco”, sentenció después de la votación el premier israelí Netanyahu. Estados Unidos también dejó en claro que el gesto no pasaría inadvertido. Al día siguiente, la delegación norteamericana ante la ONU, envió una invitación para el próximo miércoles a la tarde a todos aquellos países que votaron en contra de la resolución, se abstuvieron o no participaron de la sesión “para agradecerles su amistad con Estados Unidos”. Después de abstenerse, el embajador argentino ante la ONU, Martín García Moritán, tomó la palabra en la Asamblea General y explicó que su voto “no cambia en nada” la posición histórica del país en el conflicto israelí-palestino. Sin embargo, todos los compromisos asumidos por Argentina en Naciones Unidas y su política exterior de las últimas cinco décadas lo desmienten. La resolución aprobada por amplia mayoría en la Asamblea General rechazó el reconocimiento que hizo Trump de Jerusalén como capital israelí y lo hizo pidiendo que se cumplan los compromisos vinculantes de la ONU: “Todas las decisiones y los actos que pretendan haber modificado el carácter, el estatuto o la composición demográfica de la Ciudad Santa de Jerusalén no tienen efecto jurídico alguno, son nulos y sin valor y deben revocarse en cumplimiento de las resoluciones pertinentes del Consejo de Seguridad. (…) Exige que todos los Estados cumplan las resoluciones del Consejo de Seguridad relativas a la Ciudad Santa de Jerusalén y no reconozcan actos o medidas que contravengan lo dispuesto en esas resoluciones”. Argentina no sólo está obligada como Estado miembro de la ONU a cumplir con las resoluciones del Consejo de Seguridad, sino que aprobó algunas de ellas cuando ocupó un asiento en ese cuerpo. En 1967, después de la victoria de Israel sobre sus vecinos árabes en la llamada Guerra de los Seis Días, que culminó con la ocupación militar de los territorios de Cisjordania, la Franja de Gaza y Jerusalén este, el Consejo de Seguridad aprobó por unanimidad la resolución 242 que enfatizaba “la inadmisibilidad de la adquisición de territorio a través de la guerra” y exigía que Israel se “retirara de los territorios ocupados”. Argentina participó de esa votación. Cuatro años después, en 1971, volvió a levantar la mano para aprobar otra resolución, la 298. “Confirma en los términos más claros posibles que todas las acciones legislativas y administrativas tomadas por Israel para cambiar el estatus de la Ciudad de Jerusalén, incluyendo la expropiación de tierra y propiedades, la transferencia de población y las leyes dirigidas a la incorporación de la parte ocupada, son totalmente inválidos y no cambian el status”, sentenció el Consejo de Seguridad. Pese a estas advertencias internacionales, Israel siguió avanzando en su colonización sobre Jerusalén: en 1980 anexó unilateralmente la parte oriental de la ciudad que la ONU reconoce como territorio palestino ocupado y 20 años después comenzó a construir un muro de concreto para dividir a Jerusalén este de Cisjordania. La ocupación militar israelí continuó profundizándose y dos levantamientos armados concluyeron con un liderazgo palestino diezmado y en parte tras las rejas. Por eso, desde hace más de una década la Autoridad Nacional Palestina se concentró en ganar la batalla diplomática internacional. Entre 2010 y 2013, 16 países latinoamericanos reconocieron al Estado de Palestino. Argentina fue uno de ellos e, incluso, agregó “dentro de las fronteras definidas en 1967”, una fórmula comúnmente utilizada en la comunidad internacional para referirse a la delimitación geográfica previa a la Guerra de los Seis Días y a la ocupación militar israelí. La decisión del entonces gobierno de Cristina Fernández de Kirchner desató la furia de Israel, que la acusó de ser parcial en el conflicto. Para frenar las críticas, su canciller, Héctor Timerman, aclaró por Twitter: “La Argentina no reconoce a Jerusalén como capital de ningún Estado”. El Estado argentino mantuvo esa postura, inclusive, bien entrado el gobierno de Macri. El 6 de diciembre pasado, apenas horas después de que Trump sacudiera a Medio Oriente con su decisión de reconocer a Jerusalén como capital israelí –ignorando el reclamo palestino sobre la mitad oriental de la ciudad y la posición consensuada durante décadas en la ONU–, la Cancillería argentina publicó un comunicado para recordar su postura. “El gobierno argentino entiende

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¿Derrota?

Fuente: Alejandro Grimson | Anfibia Fecha: 19 de DIC 2017 El gobierno ganó la votación, pero el rechazo a la reforma previsional fue generalizado. La oposición a la iniciativa oficial encontró en la opinión pública, en las calles, en las cacerolas y dentro del parlamento a un arco político muy diverso que actuó coordinado. Las escenas repetidas de represión policial hacen crujir la idea de “derecha moderna”. Ante los grupos de tirapiedras, es el Estado el que debe actuar dentro de la ley y garantizar el derecho de miles a protestar, mientras las organizaciones populares deberán encontrar los mecanismos para aislar a infiltrados y marginales que desplazan la confrontación política y social. Hasta el olor ha cambiado en las protestas sociales. Antes, los puestos de choripán y bondiola tendían a dominar espacios importantes cercanos a las plazas. El jueves 14 muchos vendedores ambulantes perdieron todo y ya no aparecieron por el Congreso el lunes 18. Ahora, son los olores de los gases los que dominan movilizaciones carentes de parrillitas. Y de cochecitos y de familias. En El Eternauta, los “Ellos” han tomado armados la Plaza del Congreso. La imagen de Oesterheld no es tan diferente de la de miles de gendarmes armados hasta los dientes. Los que no estaban en aquella historiera eran los “loquitos” a los que haremos referencia al final de esta nota. Con el impulso de su desempeño electoral en octubre, el gobierno le dio un giro a su “gradualismo”. Pasada la prueba, con una oposición fragmentada y con la siguiente elección a la mayor distancia posible, apretó a fondo el acelerador. Su objetivo se sintetizó en varias leyes: previsional, laboral, tributaria y presupuesto 2018. Sus métodos fueron “el diálogo” con el peronismo de gestión y con el triunvirato de la CGT. La ley laboral pareció a la vez acordada con la CGT, aunque modificada y postergada para 2018. Bastante confuso. La tributaria, que significa una redistribución regresiva, resulta tan abstracta para la población que la oposición en su mayoría se mantuvo en silencio. La reforma previsional desestabilizó el mapa político. Hasta una semana atrás el gobierno había construido dos enemigos internos. Con la invención del “enemigo mapuche” avanzó con gran éxito. Toda la capacidad de movilización que hubo por Santiago Maldonado viró silencio de sepulcro sobre Rafael Nahuel. Otra vez, incluso para los sectores más sensibles a la defensa de los derechos humanos, los muertos indígenas tienen un peso menor, más débil (y es tema para una nota futura). Además, con las detenciones y el pedido de desafuero librados por Bonadío qué duda podía caber acerca de cómo se proponía pensar al kirchnerismo. Si un “traidor a la patria” no fuera un enemigo literal, ¿quiénes se enfrentarían en las guerras? Aunque sean guerras que sólo existieron en la imaginación de un juez. Ambos temas tendrán larga vida, pero dejaron de ser el eje con la irrupción del proyecto previsional. Es que así como las cuestiones impositivas son complicadas de entender, el manotazo del dinero de la seguridad social resultó como una cuenta sencilla de la escuela primaria. El rechazo social fue generalizado. Incluso se resquebrajó seriamente el consenso mediático. Las posiciones de diversos periodistas y de figuras de la relevancia de Mirtha Legrand muestran que hay algo más complejo que se juega cuando la mayoría de la población de opone a un proyecto. Y se quebró, por primera vez desde la asunción de Macri, la división entre la unidad de la movilización popular altamente diversa y la división constante en el plano de la representación política. Me explico: las grandes movilizaciones de 2016 y 2017 fueron por distintas demandas sindicales, sociales, de derechos humanos, contra la violencia de género, de las universidades, científicos, estudiantes secundarios, de economías regionales. Cada una de esas protestas fue políticamente heterogénea: en cada movilización hubo sectores muy diversos. Pero mientras en el plano social la movilización por los derechos era plural y unitaria, nada de eso acontecía en el plano de la representación política. Ni en el plano electoral, ni en el plano parlamentario. Allí dominaba una fuerte división y una creciente fragmentación. La oposición a la ley previsional encontró en la opinión pública, en las calles y dentro del parlamento a un arco político muy diverso actuando de modo coordinado y conjunto. La necesidad de que los eventos de la protesta social encontraran una canalización política tuvo por primera vez una respuesta. Y la sesión del jueves 14 no pudo concretarse, produciendo la primera derrota relevante en el Congreso para el gobierno nacional. La aprobación final, en la madrugada del martes 19, por 127 a 116 votos no expresa un triunfo contundente del gobierno. En este punto se pueden hacer diferentes preguntas: ¿Hay una nueva estrategia del bloque kirchnerista? ¿Hay un nuevo posicionamiento del Frente Renovador? Si fuera así, ¿se debe al contexto postelectoral, a la gravedad del proyecto o a sus figuras parlamentarias? Los resultados electorales del 22 de octubre generaron celebraciones y autoconfianza en el gobierno. Le dieron aire, espacio para avanzar. Dio inicio al gradualismo acelerado, con el mandato de “ahora o nunca”. En dos años no tendrían derecho a quejarse de lo que no hubieran conseguido después de sus logros en las urnas y de la fragmentación de la oposición. Desde su óptica, las buenas noticias podían prolongarse en el fallo de Bonadío, en el Pacto con los Gobernadores, en el acuerdo con la CGT por la Reforma laboral, en la reunión de la OMC y –por poco– en el Acuerdo de Libre Comercio con la Unión Europea. Forzando la interpretación de los datos, el oficialismo se dispuso a celebrar los resultados de las pericias de Santiago Maldonado (como si el pibe hubiera estado paseando por la costa del río Chubut) o la declaración del gobierno iraní que contradice a Interpol. Una borrachera interpretativa. Las borracheras de los éxitos electorales pueden marear a ganadores de izquierda o de derecha. Los buenos resultados electorales dejan la pelota en manos del ganador. Pero cuando es impulsada con

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El exjefe de la Interpol dice que Argentina investigó mal el ataque del 94

Fuente: Daniel Politi | New York Times Fecha: 15 de DIC 2017 Un exjefe de la Interpol dice que en Argentina investigaron mal el ataque terrorista de 1994 en un centro comunitario judío, un crimen que ha sacudido nuevamente al establishment político del país. El crimen nunca fue formalmente resuelto. En 2015, un fiscal especial llegó a la conclusión de que era probable que los funcionarios argentinos se hubieran confabulado con Irán para encubrir el papel de ese país en el ataque, que mató a 85 personas. Pero el fiscal murió en circunstancias misteriosas, y la semana pasada, un juez federal solicitó que la expresidenta Cristina Fernández de Kirchner sea arrestada y acusada de traición a la patria, diciendo que ella había participado en el encubrimiento. El juez hizo otra afirmación sorprendente: afirmó que Ronald K. Noble, un estadounidense y ex profesor de derecho de la Universidad de Nueva York que dirigió la Organización Internacional de Policía Criminal, conocida como Interpol, entre 2000 y 2014, participó en el encubrimiento. Esta semana, Noble, rechazó con vehemencia ese reclamo acusando al juez, Claudio Bonadio, de presentar un caso poco investigado. Dijo que estaba desconcertado porque el juez Bonadio no se molestó en rastrearlo antes de acusarlo en un proceso criminal de instigar un trato secreto para obtener que los registros de fugitivos internacionales, conocidos como alertas rojas, sean rescindidos como parte de un esfuerzo para mejorar los vínculos entre Argentina e Irán. «Me sorprendió que el juez Bonadio pudiera haber sido tan parcial y emitir un informe falso, engañoso e incompleto», dijo Noble en una serie de intercambios de correos electrónicos esta semana. El reproche de Noble es el último giro en una búsqueda de un año para determinar quién fue el responsable del atentado de julio de 1994 contra el centro comunitario de la Asociación de Ayuda Mutua Judía Argentina, conocido como AMIA por las iniciales de su nombre en español. El bombardeo fue el ataque terrorista más letal en la historia del país. El juez Bonadio, el 7 de diciembre, dio el raro paso de pedir la detención de la señora Kirchner, quien recientemente juró como senadora, calificando su supuesto esfuerzo por proteger a los iraníes de enfrentar a la Justicia como traición a la patria. Kirchner y los otros acusados apelaron el fallo esta semana y están listos para regresar al tribunal el martes para una audiencia ante un tribunal superior. Noble dijo que estaba atónito por la mala actuación de los funcionarios judiciales argentinos en la investigación del atentado. «Nunca ha habido un caso en la Interpol con el tipo de problemas de investigación, procesales y judiciales que han permitido que un ataque terrorista asesino en el que murieron 85 personas y muchos más resultaron heridos hace más de 20 años, quedara impune», dijo. Desde que se emitió el fallo, el juez Bonadio ha sido atacado por todo el espectro político. Expertos y políticos han cuestionado la solidez de la evidencia que respalda la acusación y sugirieron que podría haber tenido una motivación política. El juez Bonadio no respondió a un requerimiento (del NYT) de efectuar comentarios. Él no es el primero en implicar a Interpol por encubrimiento en el caso de la explosión. Alberto Nisman, el fiscal especial designado para investigar el atentado, presentó una acusación similar contra la señora Kirchner poco antes de morir en circunstancias misteriosas en enero de 2015. Nisman alegó que el gobierno argentino solicitó a la Interpol que retirara las alertas rojas contra iraníes como parte de un trato que buscaba expandir el comercio entre las naciones. «No hay evidencia que respalde la conclusión del juez Bonadio de que existía algún tipo de acuerdo secreto entre Argentina e Interpol para eliminar las alertas rojos de AMIA», escribió Noble, de 61 años. «Si el juez Bonadio estuviera interesado en la verdad, podría haberse contactado con el exasesor general de Interpol». «Si el juez Bonadio estuviera interesado en la verdad, podría haber contactado al ex asesor general de Interpol». El juez Bonadio sugirió en su fallo que el señor Noble podría haber habilitado a la señora Kirchner porque el exjefe de la Interpol tenía una «relación cercana» con el exministro Héctor Timerman, quien también fue acusado en el caso de traición a la patria la semana pasada. Timerman, que está bajo tratamiento de cáncer, se encuentra bajo arresto domiciliario. Noble, un nativo de Nueva Jersey quien después de dejar la Interpol trabaja como consultor de seguridad en Dubai, Emiratos Árabes Unidos, niega haber tenido algo más que «una muy buena relación profesional» con el Sr. Timerman. La prensa argentina publicó esta semana, agregando a la intriga que rodea la investigación de la explosión, una carta del 4 de noviembre del ministro de Relaciones Exteriores de Irán, Mohammad Javad Zarif, a su homólogo argentino, en la que Zarif confirmó que los dos países habían pedido, de hecho, a la Interpol que retirara las alertas rojas relacionadas con el caso de AMIA. El Ministerio de Relaciones Exteriores argentino confirmó la autenticidad de la carta. Noble calificó el contenido de la carta como «una completa mentira». Los expertos legales dijeron que el juez Bonadio se había excedido llamando a la detención de la señora Kirchner. Levantar la inmunidad legislativa que disfruta como senadora requeriría la aprobación de dos tercios de los senadores presentes en una audiencia para considerar el asunto. «No hay absolutamente ningún elemento en el caso que pueda justificar que alguien esté en prisión preventiva», dijo Andrés Gil Domínguez, profesor de derecho constitucional en la Universidad de Buenos Aires. «No hay riesgo de fuga y no hay razón para creer que puedan obstaculizar las investigaciones». Traducción: Dardo Esterovich

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El caos que planificaron

Fuente: Raúl Kollman | Página 12 Fecha 17 de DIC 2017 Un falso informe de Inteligencia; el despliegue de cuatro fuerzas de seguridad sin comunicación ni coordinación, la falta de control civil y político sobre los efectivos y, sobre todo, el autogobierno total que hoy tienen los gendarmes, policías y prefectos desató la feroz y caótica represión del jueves. Los servicios de inteligencia están hoy dominados por ex policías, de manera que armaron un informe de la ex SIDE que simplemente les sirvió como excusa para la represión. El texto advierte que 1200 manifestantes iban a ocupar el Congreso, una coartada –sin prueba alguna– que los funcionarios del Ejecutivo repitieron como en misa. Ese armado llevó a emplazar a más de mil efectivos de la Gendarmería, traídos de Campo de Mayo, en todo el perímetro del edificio del parlamento. También se trajeron desde el bajo porteño todas las vallas usadas en el operativo por la reunión de la Organización Mundial de Comercio. Pero lo que era una jugada supuestamente destinada a evitar que alguien entre al Congreso se convirtió, como tenían previsto, en una ofensiva–cacería por todo el centro, con motos, carros y a pie, con la consigna “disparen a discreción”. Entonces se vio a gendarmes disparando los peligrosísimos proyectiles de goma sin orden alguno; enfrentando a diputados, a periodistas, patoteando a familiares de los tripulantes del ARA San Juan, tirando piedras y arrestando a cualquiera que pasaba cerca. El mando civil y político no existió, la coordinación desapareció y cada uno hizo lo que quiso. Como siempre, al terminar la jornada, los extraños encapuchados, los que queman autos y rompen comercios, no aparecían por ningún lado ni figuraron entre los detenidos. El viernes, al anochecer, se anunció el desplazamiento de Patricia Bullrich, la ministra de Seguridad, del operativo de mañana. Es una admisión del desastre que produjeron el jueves. Inteligencia Quienes conocen hoy el funcionamiento de la ex SIDE (AFI) admiten que la central de espías está ahora manejada e integrada por policías federales retirados, policías bonaerenses retirados y unos pocos tenientes provenientes del Ejército. Una de las designaciones más públicas fue la del ex jefe de la Bonaerense, Daniel Salcedo, que hoy está a cargo de la agencia en toda la zona norte del conurbano. Decenas de otros jefes policiales retirados pasaron a ser expertos en inteligencia, sin tener la menor trayectoria. El papel actual de los servicios de inteligencia es redactar informes de acuerdo a las necesidades oficiales, más allá de las pruebas que manejen. En este caso, les pidieron que emitan un informe sobre el supuesto peligro de una toma del Congreso y así lo hicieron. Es más, mencionaron que existía un plan en el que estaba previsto que 1.200 manifestantes se lanzaran al asalto. Como es obvio, el informe –luego repetido por todos los miembros del gobierno– no tiene el menor sustento. “No hay ninguna organización en la Argentina que tenga esa capacidad  –le dijo a este diario uno de los ex funcionarios de la AFI–. No hubo nunca una acción agresiva, coordinada, de más de 30 o 40 personas. Pensar en 1200 es un ejército. Una estupidez. Un delirio”. En realidad, se trató de una coartada para justificar las dimensiones y la violencia del operativo. En el Ministerio de Seguridad no pueden exhibir siquiera una prueba de la existencia del supuesto plan de asalto al Congreso. Comando Unificado El armado de un operativo como el del jueves se hace desde el Comando Unificado, una gigantesca sala del quinto piso del edificio central de la Policía Federal, en la calle Moreno. El lugar también se conoce como Centro Unificado de Respuesta Rápida y Entrenamiento. Algunos lo consideran una especie de embajada, porque van los jefes de todas las fuerzas, la Gendarmería, la Policía de Seguridad Aeroportuaria, la Prefectura y la Policía Metropolitana. A veces, también está la Bonaerense. En la enorme sala hay, en 360 grados, gigantescos monitores en los que se ven las imágenes de todas las cámaras que tienen las distintas fuerzas, las que emiten los canales de televisión y las que provienen de helicópteros. Todo está ahí a la vista. Y la comunicación a los jefes que están en las calles se hace a través de la frecuencia encriptada de la Federal. Es decir que la ministra Patricia Bullrich tenía todos los elementos a su alcance para frenar o reconducir el caótico operativo represivo. Sin embargo, la política explícita del Ejecutivo es “dejar hacer”. Dar una orden general y de ahí en adelante las fuerzas de seguridad se auto-gobiernan. Eso es lo que se asimila a “fuego a discreción”. Caos El operativo fue armado a partir del blindaje del Congreso. Para ello se movilizaron más de mil efectivos de la Gendarmería traídos desde Campo de Mayo, que fueron la base de la custodia de la reunión de la OMC. Sin embargo, los gendarmes fueron movidos al Congreso 12 horas antes de la finalización del operativo diseñado para la OMC. Y lo mismo hicieron con la estructura de vallas. Durante días se utilizaron en Puerto Madero y Leandro N. Alem, se iban a sacar el jueves a la noche, pero en la madrugada de ese día se anticipó la jugada y se movieron al Congreso. Las vallas son un instrumento clave en cualquier prevención, porque dificultan lo que más hay que evitar, el cuerpo a cuerpo entre fuerzas de seguridad y manifestantes, el contacto directo. Ya el miércoles se había producido otro hecho que debió terminar con inmediatos pases a retiro de oficiales y efectivos: choques cuerpo a cuerpo de manifestantes con perros. Incluso con los diputados Victoria Donda y Leonardo Grosso como víctimas. De esa estructura aparentemente defensiva, armada con la excusa de evitar una toma del Congreso, en instantes se pasó a una ofensiva inusual. Los mismos gendarmes abrían grietas en el vallado para tirar sobre la gente, disparos horizontales, con postas de goma equivalentes a un calibre grueso, 12.70. En el protocolo que se diseñó en épocas de la

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¿Qué hacía allí el submarino?

Fuente: Horacio Verbitsky | www.elcohetealaluna.com Fecha: 16 de DIC de 2017 El pase obligatorio a retiro del jefe de Estado Mayor de la Armada, Marcelo Srur, al cumplirse un mes de la desaparición del submarino, conduce hacia anécdotas personales lo que debería tratarse como una crisis estructural. Lo que se ve por ahora es una riña entre los altos mandos para atribuirse la responsabilidad por la tragedia. La revista The Economist subestima en 70 por ciento el porcentaje del presupuesto de Defensa aplicado en la Argentina a salarios y jubilaciones (se acerca al 90 por ciento en el presupuesto 2018), y lo compara con el tercio del gasto estadounidense que va al pago del personal activo y pasivo. La diferencia es lo que cada uno puede volcar a material y operaciones. Como el octavo país del mundo en superficie (y eso sin contar su porción marítima, que supera la territorial) la Argentina necesita aviones, buques y submarinos para disuadir a potenciales enemigos. Pero The Economist añade que para “algunos expertos en defensa”, las Fuerzas Armadas también deberían enfrentar el tráfico de drogas, el terrorismo (que afortunadamente aquí no existe) y la pesca ilegal, y es consciente de que ello requeriría una reforma legal, porque Macrì considera muy restrictivo el marco vigente desde el decreto de Kirchner de 2006. Concluye The Economist en su primera edición de diciembre de 2017: “Expandir el rol de las Fuerzas Armadas requeriría gastar más de lo que el gobierno se puede permitir, mientras trata de reducir el déficit fiscal, que es el 4,6 por ciento del PBI antes del pago de intereses de la deuda. La búsqueda de una estrategia militar y de Fuerzas Armadas capaces de llevarla a cabo llevará más tiempo que la del submarino San Juan”. Tanto el presidente como los altos mandos navales se apegaron a las fórmulas burocráticas para afirmar que la nave no hubiera zarpado de no estar en óptimas condiciones. Sin protocolo, la esposa de uno de los submarinistas atrapados en el tubo metálico dijo: –¡Mandaron una mierda a navegar! ¿Cómo no van a pasar estas cosas? Otra reveló que su esposo y padre de sus tres hijos le había contado de un incidente previo que no fue reportado y que ella le rogó que no embarcara, que era un suicidio. Varios denunciaron que en la cuenta bancaria de los héroes, como se los llama para desviar la atención de los crudos hechos, se acreditaron como paga por la última navegación, 297 pesos, lo que el ministro Aguad deja de propina después de una comida con amigos. El Excel es más elocuente que el Word, como diría un bloguero críptico. La pretensión de Macrì de fortalecer el rol del Estado Mayor Conjunto está inspirada sólo por la reducción del ya raleado presupuesto de Defensa y es contradictoria con las tareas policiales, para las que no están capacitadas y en las que cada fuerza tiene características propias. Antes que la coordinación entre las distintas fuerzas el Estado debería preocuparse por la comunicación entre el Ministerio de Defensa y las distintas jefaturas. La jueza federal de Caleta Olivia, Marta Yáñez, señaló que la Armada, la AFI y el Ministerio de Defensa no se ponían de acuerdo sobre el nivel de clasificación de los informes que el tribunal solicitó para encuadrar la investigación. Por estas cuestiones pidió el pase a retiro la plana mayor de la Armada, y desde la conducción les respondieron que si querían irse, que se fueran. También debió correrse el jefe de Estado Mayor. Aún así hasta ahora no ha habido ninguna información oficial acerca de la misión que cumplía el submarino cuando comenzó a hacer agua. Tanto la infografía que difundió la presidencia argentina como la que incluyó en uno de sus informes la BBC británica muestran que luego de zarpar de Tierra del Fuego el submarino se dirigió hacia el norte pasando muy cerca de las islas Malvinas. Pero nada se informó acerca de las razones de ese curso. Y tanto las imágenes que utilizó el vocero de la Armada en sus conferencias de prensa cuanto las que se publicaron en los principales medios, centraban la atención en el último punto donde hubo contacto radial, frente al golfo San Jorge. Estas son cuestiones que no pueden pasarse por alto, sobre todo a partir de los mensajes de texto difundidos por familiares de dos submarinistas. Uno dijo poco antes de perder contacto que “nos buscaba un helicóptero inglés”, el otro contó que en julio los había perseguido un submarino nuclear.

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Qué importa esclarecer el atentado AMIA, si podemos meter resa a Cristina

Fuente: Daniel Kupervaser | daniel.kupervaser.com Fecha: 15 de DIC 2017 ¿A quién le conviene el fallo de Bonadio? se pregunta Gabriel Ziblat en una concisa y muy acertada nota referida a la reciente resolución del juez en la causa por “traición a la patria”[1]. El autor descarta todo beneficio posible de Cristina Kirchner, del gobierno de Mauricio Macri, e inclusive, personalmente del mismo juez Bonadio. Su conclusión es totalmente estremecedora. “No está claro quién se beneficia con este fallo. Lo que sí queda claro es que la Argentina suma un papelón más en torno a la investigación del atentado a la AMIA, con 85 almas a las que sólo les queda reclamar memoria, porque la Justicia parece cada vez más inalcanzable”. No hay duda que la descripción de “papelón” es muy apropiada, solo que Ziblat pasó por alto un detalle muy significativo de esta saga en el análisis de la búsqueda de beneficiarios del discutido fallo. El autor de la nota no prestó la suficiente atención a la conveniencia de DAIA (Delegación de Asociaciones Israelitas Argentinas) y ciertos sectores del liderazgo judío argentino en el enjuiciamiento de la ex presidenta argentina por traición a la patria. Mientras que Macri guardaba silencio y el gobierno mostraba síntomas de incomodidad por considerar un exceso las solicitudes de detención del Bonadio[2], DAIA daba su asentimiento escondiéndose detrás de la farsante excusa que seguramente “Bonadio conocerá algo que no conocemos”[3]. Sepultar la justicia Desde el momento en que el fiscal Nisman presentó la acusación original por traición a la patria argentina, esta institución judía, que dice ser “la representación política de la comunidad judía argentina” y presiona reiteradamente al gobierno nacional argentino en favor de intereses de Israel, no dejó de ser una de las partes mas activas en el frente y en la retaguardia del empuje de la acusación en contra de la ex presidenta de los argentinos, su ex canciller y otros funcionarios y vinculados. Estos esfuerzos comenzaron de inmediato con la decisión del juez Rafecas de desestimar la acusación de Nisman en febrero de 2015 y continuaron con un permanente fogoneo de la causa a distintos niveles. En forma paralela, el juez Rafecas recibió el trato según la conocida tradición judía que la valoración de todo dictamen de encumbrados personajes o jueces no judíos se mide con la regla de la conveniencia. En tanto y en cuanto Rafecas se dedicó a investigar y publicar obras referidas al holocausto judío, la colectividad judía local lo alabó y condecoró. La desestimación mencionada ya es otro cantar. Como consecuencia de ello, Waldo Wolf, Diputado Nacional y ex vicepresidente de DAIA, solicitó su juicio político en virtud de «supuestas maniobras realizadas para “desacreditar” al fallecido fiscal Alberto Nisman, quien antes de aparecer muerto en confusas circunstancias había denunciado a la ex presidenta Cristina Kirchner por encubrir a los iraníes acusados de volar la AMIA”[4]. O eres mi amigo incondicional, o eres mi enemigo. No hay medias tintas. El trágico acontecimiento de la dudosa muerte del fiscal Nisman determinó que, tras una década de investigación del difunto fiscal, las pesquisas del atentado de AMIA pasen a jurisdicción de un nuevo grupo de fiscales. Transcurridos casi 3 años de trabajo de la nueva Unidad Fiscal AMIA se puede decir, con alto grado de certeza, que el proceso de esclarecimiento del caso está estancado e inclusive da pasos atrás en relación al legado de Nisman. A principios de este mes la FBI de EE.UU. informó que los restos recuperados por esa unidad de investigación argentina de ninguna manera pertenecen a Ibrahim Ferro, mencionado como el conductor suicida en el atentado de AMIA por el fallecido fiscal. Este resultado, por el momento, tira por el suelo una de las principales hipótesis del dictamen de Nisman que culminó acusando a los iraníes[5]. Esta histórica constelación en el devenir institucional argentino se presentó como una oportunidad imperdible para que DAIA logre uno de sus encubiertos objetivos: convertirse en un significativo factor de poder en el ámbito nacional de ese país. Dar un escarmiento al gobierno anterior frente a toda la sociedad local se convirtió en el cometido mas importante, a tal punto, que la investigación del atentado de AMIA pasó a un segundo plano. Desde el momento que se les cruzó la gran e inmediata oportunidad de meter presa a Cristina, no hay ninguna urgencia ni mayor importancia en invertir grandes esfuerzos en dilucidar lo ocurrido hace más de dos décadas. DAIA y Cristina en tiempos de romance Sin que reconozcan la deliberada intención de deslindar responsabilidades de una misión que los desconcierta, directivos de DAIA comenzaron a barajar el proyecto de procesar judicialmente a los acusados por Nisman en un juicio en ausencia. En pocas palabras, cerrar el caso por conveniencia, inclusive, a costa de sepultar históricos principios de la justicia argentina. Con el objetivo de nacionalizar este proyecto, en el ambiente judío se llegó al absurdo de proponer la disparatada idea que ese nuevo marco judicial es lo más apropiado para juzgar prófugos de la dictadura militar argentina. Lo mas descabellado de la proposición lo constituye el ejemplo en que se basan. Aníbal Gauto es un argentino imputado por crímenes de lesa humanidad cometidos en Argentina en la década del 70 del siglo pasado. Gauto es un prófugo de la justicia argentina y hoy reside en Israel con ciudadanía local, país que por el momento se niega a ponerlo a disposición de la justicia argentina. El juicio en ausencia “permitirá avanzar en causas como las que se mencionan (atentado a la Amia y Aníbal Gauto) y lograr destrabarlas y avanzar a una sentencia, logrando lo que parece no ser posible de otra forma procesal”[6]. A la justicia la sepultan, pero se sienten muy satisfechos de cerrar el caso. En otro aspecto, no solo se trata de un proyecto desatinado, mucho peor es la equiparación intrínseca en el proyecto de las conductas de Israel a Irán. La conclusión no da lugar a dudas. O se debe dar tratamiento indulgente

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