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ISRAEL: UNA CRISIS QUE NO TIENE FIN

Por: Efraim Davidi | Morena Internacional (3 de julio de 2022) El denominado “gobierno del cambio” de Israel alcanzó el 30 de junio pasado su punto final. Duró poco más de un año y se desmoronó lentamente por un sinfín de crisis internas que se apilaron hasta dejar a sus líderes sin margen de acción. La caída del actual gobierno, hasta ahora encabezado por un líder de extrema derecha, Naftali Bennett, convirtió al Ministro de Relaciones Exteriores y autodenominado “líder de centro” Yair Lapid, en Primer Ministro en funciones por los próximos cuatro meses hasta la formación de la próxima coalición gubernamental. Tras la disolución de la Knésset (Parlamento) con el apoyo de 92 de un total de 120 diputados, Israel vuelve a sumergirse en una feroz campaña electoral de cara a los comicios fijados para el próximo 1 de noviembre, las quintas elecciones en 36 meses. Pero esta decisión de disolver el Parlamento ahonda más aun la profunda crisis política que atraviesa Israel y entre las facciones de la coalición gubernamental. Este Ejecutivo, compuesto por siete partidos sionistas de derecha, centro e incluyendo dos que pertenecen a la Internacional Socialista (el laborismo, otrora la mayor fracción parlamentaria y Meretz) y apoyado por un partido islámico conservador (Rapan) tuvo por objetivo destronar al ex Primer Ministro y líder del derechista Likud, Benjamín Netanyahu, enjuiciado por corrupción que sirvió ininterrumpidamente en el cargo desde 2009 hasta junio de 2021. Pero paradójicamente y en los hechos, el “gobierno de cambio” fue en realidad un gobierno de continuidad en los ejes centrales de la política gubernamental de Netanyahu: la continuación de la ocupación de los territorios palestinos ocupados por Israel en junio de 1967, la perseverancia en las medidas neoliberales en la economía y la sociedad, el disciplinado alineamiento con la estrategia del imperialismo en la región y los recurrentes ataques en Siria e Iran. Dos bloques de las clases dominantes y un tercero minoritario Al igual que en las últimas ocasiones, ante estas elecciones (¡nuevamente!) anticipadas los partidos se perfilan divididos entre aquellos dispuestos a servir bajo el mando de Netanyahu quien fracaso en su tarea de formar los últimos cuatro gobiernos y quienes insisten en la necesidad de evitar el regreso del ex-mandatario, que enfrenta los cargos de fraude, cohecho y abuso de confianza en tres casos distintos de corrupción. Esta vez, sin embargo, el electorado acudirá a votar habiendo atravesado la experiencia de un poder ejecutivo alternativo al que propone Netanyahu, al frente de su partido, Likud, junto a sus socios ultraortodoxos y racistas. Existe una tercera opción, aunque minoritaria: la Lista Común que conforman el frente Hadas del Partido Comunista de Israel junto a dos partidos árabes, Ta’al (Movimiento Árabe por el Cambio) y Balad (Pacto Nacional Democrático). “La Común”, como se la denomina generalmente en hebreo y árabe, está dirigida por un joven diputado de Hadash, Ayman Odeh y no está incluida en ninguno de los dos bloques, aunque es profundamente enemiga de Netanyahu y sus aliados. La Lista Común tiene un programa anti-colonialista y anti-capitalista y posee una bancada de solo seis diputados. De acuerdo a las encuestas realizadas a principios de julio, podría obtener entre siete y ocho parlamentarios.     Netanyahu prepara su retorno A las dificultades internas del gobierno saliente se sumó el incansable accionar de Netanyahu, como líder de la oposición derechista, para obstaculizar su funcionamiento y demostrar al electorado que un gobierno tan amplio y no bajo su mando no podía funcionar. “Esto es lo que sucede cuando mezclas un partido de falsa derecha con partidos de extrema izquierda y una facción árabe-terrorista ligada a los Hermanos Musulmanes”, dijo en la Knesset el 30 de junio pasado el ex-primer ministro, que describió al gobierno saliente como un “experimento que fracaso”. Además, en un discurso ante el parlamento que para muchos marcó el comienzo de su campaña electoral, prometió “un gobierno amplio y robusto, que devolverá el orgullo nacional, la fuerza, la disciplina y la esperanza a Israel”. En otras palabras, Netanyahu propone una mayor fascistacion del Estado de Israel, y de acuerdo a los medios israelíes una de sus primeras medidas si fuera elegido, es legislar una ley que impida la continuación de su juicio y una posterior condena a la cárcel. Nuevas elecciones y viejas incógnitas Culminada la votación en el Parlamento, Lapid se dirigió al museo del Holocausto de Jerusalén, Yad Vashem, con el fin de honrar la memoria de su padre, fallecido en 2008 y sobreviviente de la Segunda Guerra Mundial. “Prometí a mi difunto padre que siempre mantendría a Israel fuerte, capaz de defenderse a sí mismo y de proteger a sus hijos”, escribió Lapid a través de su cuenta de Twitter, previo a la simbólica ceremonia de traspaso de mando. El padre de Lapid, ex ministro de Justicia, propugno en su momento abolir los juzgados laborales y limitar el derecho de huelga. De tal palo, tal astilla, y últimamente el nuevo Primer Ministro, quien fuera ministro de Economía durante uno de los gobiernos de Netanyahu, expreso que “los países más ricos son aquellos donde hay más desigualdades sociales”. De cara a los próximos comicios, este periodista de 58 años devenido político se perfila una vez más como líder del sector anti-Netanyahu, que ya no contará con la participación de Bennett tras su anuncio de que no se presentaría a las elecciones. Esta decisión de Bennett podría ser decisiva para el futuro político de Israel, dado que deja al mando de su partido, Yamina (literalmente “Hacia la Derecha”, en hebreo), a la impredecible y racista ministra de Interior, Ayelet Shaked que hizo todo lo posible para sabotear el gobierno saliente dirigido por… Bennet. Las últimas encuestas difundidas por medios israelíes anticipan un escenario difícil para ambos bloques, que por ahora no contarían con los apoyos necesarios para llegar al mínimo de 61 diputados necesario para formar una coalición. Según encuestas difundidas durante los últimos días Netanyahu se perfila como ganador en cantidad de votos, tal como sucedió en

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Israel debe detener su proceso de autodestrucción

Un ex jefe del Mossad advierte que la intolerancia en el discurso político israelí representa para la seguridad nacional un riesgo mayor que Irán y el terrorismo palestino Por: Tamir Pardo – Adaptado por Tom Wichter | YNET en español (10 de junio de 2022) Se habla mucho de los peligros a los que se enfrenta Israel. Algunos dicen que Irán es la mayor amenaza para nuestra existencia, y otros afirman que se trata de los palestinos. Pero desde mi punto de vista el mayor peligro de esta nación somos nosotros mismos y la tendencia a la autodestrucción, perfeccionada en los últimos años.La situación recuerda al momento histórico en que el pueblo judío se enfrentó a la ocupación romana. Las legiones romanas se mantuvieron al margen y esperaron con paciencia a que las divisiones entre los judíos completaran el trabajo por ellos. Se debe detener este proceso antes de llegar a un punto sin retorno. Israel es una maravilla histórica. Resurgiendo de las cenizas del Holocausto y provenientes de 70 naciones, se estableció un país en el corazón de una región hostil para brindar un refugio seguro al pueblo judío. Después de siete guerras y bajo disputas interminables contra aquellos que buscan nuestra destrucción, se logró transformar una pequeña porción de tierra sin recursos naturales en una potencia económica.https://be62314de3e2cc0539c27344a2a9145b.safeframe.googlesyndication.com/safeframe/1-0-38/html/container.html Pero hoy, polarizados desde adentro, nuestros enemigos esperan una vez más la oportunidad para destruirnos. Luego de cuatro rondas electorales se formó un gobierno que consiguió una escasa mayoría parlamentaria, pero quienes fueron derrocados del poder después de 12 años se niegan a reconocer su legitimidad. Incluso se niegan a dirigirse hacia el primer ministro por su título. Cuando el líder de una facción masiva de la Knesset se resiste a un gesto tan simbólico, los cimientos de nuestra democracia tiemblan.Se logró transformar una pequeña porción de tierra sin recursos naturales en una potencia económica. Pero hoy, polarizados desde adentro, nuestros enemigos esperan la oportunidad para destruirnos. Esa misma oposición boicotea todas y cada una de las propuestas legislativas del bando contrario. Toda oposición puede y debe oponerse a las iniciativas del gobierno, pero el bloque opositor actual vota en contra de leyes vitales para la seguridad nacional, el interés público y hasta de su propia ideología, en violación al contrato social básico del sistema democrático.El discurso público en Israel se caracteriza por la falta de tolerancia y el abuso verbal hacia cualquiera que piensa diferente. La Knesset demostró ser un ejemplo negativo de conducta y eso se filtró en la sociedad israelí. No se trata de una polarización entre socialismo o capitalismo, o conservadores contra liberales, o de izquierdas y derechas. El punto crítico es el carácter judío del país. El primer debate de este tipo se produjo en 1948, en torno al establecimiento de Israel, y se centró en asuntos de religión y Estado. Esa controversia política impidió la creación de una constitución. El segundo gran debate, que sigue sin definirse, es el de las fronteras: desde 1967 el país no tiene límites definidos, a pesar de la definición básica de un Estado como “organización política para la ejecución de intereses cívicos en un territorio determinado”.https://be62314de3e2cc0539c27344a2a9145b.safeframe.googlesyndication.com/safeframe/1-0-38/html/container.htmlEn los 55 años que pasaron desde la Guerra de los Seis Días los gobiernos israelíes, de derecha e izquierda, se negaron a anexar Cisjordania y la Franja de Gaza al territorio israelí. Tres generaciones de israelíes, judíos y no judíos, nunca conocieron otra realidad. Somos un país sin estrategia que no puede definir sus expectativas para los siglos venideros. Ningún político estuvo dispuesto a trazar un objetivo claro para Israel. La mayoría evita tener que tomar una decisión. Ninguno quiere asumir la responsabilidad de conceder territorios, pero todos entienden que la anexión de Cisjordania conduciría a la desaparición del sueño sionista de una nación con mayoría judía, que a su vez garantice un Estado judío. Hay judíos que suscriben a la idea sionista de un país entre el río Jordán y el Mediterráneo. Pero en esa tierra hay muchos no judíos que no aceptarán ser privados de los derechos ciudadanos básicos que disfrutan los judíos, y sus aspiraciones de libertad e igualdad nunca serán anuladas.“Gbul”, en hebreo límite, es una palabra que puede referirse a la frontera física de un país, pero también a los límites morales del comportamiento. La intolerancia a los puntos de vista opuestos, la violencia en todas sus formas y la violación de los postulados de nuestra democracia son parte de nuestra falta de límites, derivadas de evitar los enigmas críticos que enfrentamos: ¿Qué tipo de Israel queremos? ¿Y cuáles son sus fronteras?*Tamir Pardo fue jefe del Mossad entre 2011 y 2016.

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No es sólo el Holocausto. Israel está fallando en enseñar la historia de los judíos

Personas que participan en la «Marcha de los vivos» anual para conmemorar el Holocausto, entre los antiguos campos de exterminio de Auschwitz y Birkenau en Oswiecim, Polonia, hace cuatro años Por: Anshel Pfeffer | Haaretz (16 de junio de 2022) La decisión de Israel de cancelar los viajes de la escuela secundaria a Polonia debe verse como una oportunidad para revisar la forma lamentablemente incompleta y provinciana en que se enseña la historia en las escuelas israelíes. Visité Polonia por primera vez hace 32 años, como estudiante de secundaria israelí. El país ya estaba pasando por su transición a la democracia, pero muchas de las regulaciones de la era comunista aún permanecían vigentes. Por ejemplo, los grupos en el extranjero tenían que estar acompañados por guías aprobados por el gobierno. Mientras avanzábamos en autobús desde el campo de exterminio hasta el gueto y la sinagoga vacía, una dama polaca de pelo canoso y bien intencionada trató de educarnos sobre la historia local en un inglés con mucho acento. Una vez hecha su contribución, nuestro guía tomaría el micrófono para “traducir”. Nos habían dicho de antemano que ella estaba allí para presentar la versión polaca del Holocausto y que debíamos tratarla con cortesía, pero sin tener en cuenta lo que tenía que decir. Las delegaciones de escuelas secundarias a Polonia, entonces en su infancia, se convertirían en una industria a medida que los viajes se volvieran más baratos, Israel se volviera más próspero y se eliminaran las onerosas regulaciones gubernamentales, como tener un guía local en cada autobús. En 1990, los grupos aún eran pequeños y solo participaban unas pocas escuelas. Fui el único estudiante de mi año que fue a Polonia. En la década anterior a la pandemia, casi la mitad de todos los estudiantes de secundaria judíos-israelíes volaron a Polonia. Hasta esta semana, no había pensado en nuestra guía en años. Y por mucho que lo intento, no puedo recordar su nombre, aunque todavía puedo escuchar su voz claramente mientras inicia cada mini-lección con «Ahora estamos cruzando el río Vístula». Supongo que ella y sus colegas fueron las primeras víctimas de la desregulación poscomunista. Pero según el informe del ministro de Relaciones Exteriores, Yair Lapid, a los medios de comunicación israelíes el miércoles, el gobierno polaco ahora quiere sacarla de su retiro . Este verano estaba destinado a ver la reanudación a gran escala de esos viajes de la escuela secundaria a Polonia, ahora que se eliminaron las restricciones de viaje de COVID-19. Pero no iba a ser. El gobierno nacionalista de Polonia quiere opinar sobre el contenido educativo de las giras por su país. O como dijo Lapid: “Los polacos querían decirnos lo que podemos y no podemos decirles a los niños israelíes que viajan a Polonia. No lo toleraremos. Lo primero que pensé fue que si los tiernos e impresionables adolescentes israelíes pudieron haber estado expuestos en ese entonces a las guías comunistas, la generación actual, que se ha acostumbrado a las contradicciones y los hechos contrastantes gracias a las redes sociales, ciertamente puede defenderse. Pero si, como dijeron fuentes del gobierno israelí a Haaretz, una de las demandas polacas era que a los estudiantes israelíes no se les dijera cómo los ciudadanos polacos colaboraron con los alemanes en la deportación de judíos a la muerte, entonces esa es razón suficiente para cancelar. Si los políticos de Polonia quieren blanquear la historia de su país, es su problema. Nuestros hijos, en cambio, no necesitan que les digan que lo que nuestros abuelos vivieron y vieron con sus propios ojos nunca sucedió. Si negar hechos históricos es una condición, ninguna escuela secundaria debería visitar Polonia. Impresión masiva Admito que estaba desgarrado por esta pregunta mucho antes del último dictado polaco. El efecto de visitar los lugares donde tuvo lugar la historia es inconmensurable. Me causó una gran impresión cuando tenía 17 años, y hasta el día de hoy, cuando estoy informando desde una ciudad de Europa del Este, siempre trato de hacer tiempo para visitar el lugar donde los judíos fueron asesinados. Cada ciudad de Europa del Este tiene un sitio así, y se lo debemos a nuestros abuelos que sobrevivieron para continuar visitando las tumbas anónimas de sus padres. Sin embargo, la forma en que el viaje se ha convertido en un rito de iniciación nacionalista para los jóvenes israelíes ha contribuido a la fetichización del Holocausto en la sociedad israelí y a la lamentablemente incompleta y provinciana forma en que se enseña la historia en las escuelas israelíes. Para ser honesto, simpatizo con otra de las demandas polacas, como lo expresó esta semana el portavoz del Ministerio de Relaciones Exteriores en Varsovia, que a los estudiantes israelíes se les muestre el país no solo «a través del prisma de los campos de concentración», sino también a través de » el contexto de las relaciones polaco-judías durante más de mil años”. No les gusta que “los jóvenes israelíes regresen de estas visitas con sentimientos negativos hacia Polonia y los polacos”. No estoy seguro de que los polacos hayan hecho tanto para merecer nuestros sentimientos positivos, pero estoy bastante seguro de que el enfoque en la destrucción ha desviado la atención de la riqueza de la vida judía anterior. La ironía de los nacionalistas polacos que se quejan de que las delegaciones judías en los campos exhiben el nacionalismo israelí no debe perderse. Una parte importante del problema es que con todos los niños envolviéndose en banderas israelíes mientras caminan por Auschwitz y la Fuerza Aérea de Israel volando bajo sobre los crematorios , hemos hecho esto sobre nosotros, sobre Israel. Los polacos tienen razón. Israel no debería centrar la forma en que enseña historia a las generaciones futuras solo en torno al Holocausto y la resurrección en el estado judío. La historia de la vida judía no puede reducirse sólo a esos componentes. La historia no debe ser contada solo por israelíes. Pero nuestros socios para contar nuestra historia no son un gobierno polaco populista que revisa la historia. La controversia sobre las visitas escolares a Polonia y el revisionismo del Holocausto no es solo una preocupación israelí. Falta en la discusión la comunidad judía en Polonia, que vive con ella

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Lo que realmente temen los fundamentalistas judíos

Manifestantes ultraortodoxos manifestándose contra un grupo femenino de oración reformista en el Muro Occidental en abril Los movimientos Reformista y Conservador de Israel son pequeñas ramificaciones de sus organizaciones matrices en el extranjero. Pero en lugar de simplemente ignorarlos, la campaña Haredi contra el más mínimo atisbo de reconocimiento ha ido a toda marcha. Por: Anshel Pfeffer | Haaretz (24 de junio de 2022) Dos días después de ser elegido como el nuevo presidente de la Agencia Judía la semana pasada, Doron Almog habló en la conferencia bienal del movimiento del Judaísmo Reformista de Israel en el kibutz Shefayim. Fue un discurso sin complicaciones, significativo solo porque fue su primera aparición pública después de su elección. Como se hace en tales eventos, Almog habló de su propia experiencia personal de la organización anfitriona, en su caso, el bat mitzvah de su hija, Nitzan, 31 años antes. “Tenemos una foto de Nitzan con el talit, en el momento de la [lectura] de la haftará, en la pared de casa”, dijo. Eso y algunos otros comentarios evasivos provocaron vítores exultantes y aplausos de los miembros de un movimiento que siente que recibe muy poco reconocimiento y amistad de importantes figuras israelíes. Pero incluso eso fue demasiado para algunos críticos del lado ultraortodoxo. Tan pronto como terminó Shabat, inundaron las cuentas de las redes sociales haredi con videos del compromiso de Almog con elementos sediciosos. Shas MK Moshe Arbel fue fulminante, llamando al discurso de Almog “adulación apresurada y superflua” que “muestra que no es apto para su nuevo papel. Lamentablemente, en lugar de ser una figura nacional unificadora, ha elegido la división”. En su nueva posición como líder de la organización que aparentemente está a cargo de mantener la relación entre Israel y la diáspora judía, Almog podría haber optado por responder públicamente. Podría haber dicho que aquellos que esperan que ignore un movimiento que representa a millones de judíos en todo el mundo son los que han elegido la división. O que está orgulloso de su conexión con los judíos reformistas, quienes le dieron a su hija la oportunidad de tener un bat mitzvah real. En cambio, optó por enviar una carta privada de apaciguamiento a sus críticos, dejando en claro que «nadie en nuestra familia ha pertenecido a una comunidad reformista, y no tengo la intención de unirme a una comunidad reformista, ni a ninguna comunidad». Explicó que su hija había “elegido hacer una aliyá a la Torá a la edad de 12 años, hace 31 años, porque su hermano Eran, que nació con una discapacidad grave, no pudo obtener su propia aliyá”. Almog terminó su carta con la pabulilla habitual acerca de que todos los judíos son “hermanos” y que “no debemos renunciar a ningún judío”. Únicamente entre los presidentes de la Agencia Judía (siempre han sido hombres), Almog no es un político. En los 20 años desde que se retiró como general de las Fuerzas de Defensa de Israel, se ha dedicado a construir un centro residencial para jóvenes y adultos con discapacidades graves en el Negev. Su elección se debe en gran medida a que no está alineado con ningún campo político, después de un año en el que los grandes de la Agencia no lograron ponerse de acuerdo sobre ninguno de los candidatos propuestos. La forma tímida en que trató de librarse del furor que causó su discurso ante el movimiento reformista bien podría ser una señal de que, después de todo, es un político cínico, o que todavía es lo suficientemente ingenuo como para pensar que puede seguir siendo una figura de consenso en mundo judío polarizado de hoy. De cualquier manera, ha contribuido a la narrativa de los ultraortodoxos y la extrema derecha israelí de que la reforma y otras corrientes del judaísmo liberal y progresista son de alguna manera las que dividen a los judíos, y no la corriente reaccionaria que afirma ser la única. judaísmo auténtico, que condena al ostracismo a las otras versiones e incluso exige que los judíos no afiliados cumplan con sus boicots para que no sean etiquetados como escisionistas también. Los haredim siempre han odiado a los judíos reformistas. Se remonta a los días en que ambos movimientos nacieron como respuesta a la Ilustración y la emancipación de los judíos en Europa. Pero los intentos de los políticos haredi y haredi-nacionalistas en los últimos años de impedir cualquier diálogo con los judíos progresistas es un nuevo nivel urgente de escalada. A primera vista, no parece haber ninguna razón real para todo el alboroto y el miedo. Los movimientos Reformista y Conservador de Israel son pequeñas ramificaciones de sus organizaciones matrices en el extranjero. En gran medida, no han logrado establecerse como jugadores de las grandes ligas en el mercado religioso y cultural israelí. En algunos lugares de clase media alta, han logrado construir comunidades prósperas y mantener instituciones académicas de calidad, pero no son verdaderos movimientos israelíes autosuficientes. Ciertamente no hay rivales para la hegemonía ortodoxa. Pero en lugar de simplemente ignorarlos, la campaña Haredi contra el más mínimo atisbo de reconocimiento ha ido a toda marcha. El acuerdo del espacio de oración del Muro de los Lamentos fue abandonado bajo la presión de los partidos haredi solo porque le dio a los movimientos reformista y conservador una voz simbólica en el asunto. Ese acuerdo había sido negociado por el entonces ministro de Asuntos de la Diáspora Naftali Bennett y originalmente aprobado por el entonces primer ministro Benjamin Netanyahu, y destinó un rincón pequeño y oscuro del muro, un sitio de excavación arqueológica que ni siquiera está conectado a la plaza principal de Kotel, para » oración igualitaria”. El veto haredi fue tan absoluto que incluso bajo el gobierno de Bennett, en el que no había partidos ultraortodoxos, no hubo movimiento para revivir el acuerdo. Y, sin embargo, la histeria antirreformista continuó este año con el asalto de los políticos ultraortodoxos al Comité de Justicia de la Knesset, solo porque está presidido por el legislador laborista de modales suaves y bastante inofensivo y el rabino reformista Gilad Kariv . Incluso atacaron a uno de los suyos, tratando de cancelar al rabino

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Para israelíes y palestinos, la confederación es una fantasía desastrosa

De repente, la idea de una confederación Israel-Palestina está en todas partes, sobre todo entre los sionistas progresistas. No es una idea nueva, pero es terrible. Por: Eric H. Yoffie | Haaretz (14 de junio de 2022) De repente, la idea de una confederación Israel-Palestina está en todas partes. No es una idea nueva. Pero en el último año, una multitud de organizaciones e individuos, casi todos sionistas progresistas, se han presentado para defender algún tipo de plan de confederación . La confederación, dicen, puede romper el punto muerto. Es una alternativa a la moribunda solución de dos estados. Se basa en las mejores intenciones de ambos lados en lugar de rendirse a los obstruccionistas. Pero la confederación es una idea terrible, y ninguna de estas cosas es cierta. No estoy cuestionando los motivos de los defensores de la confederación. Muchos son mis amigos. Desanimados por años de estancamiento en el frente de paz, han gravitado hacia lo que ven como opciones más prometedoras. No obstante, el campo de la paz no se favorece a sí mismo cuando opera en premisas defectuosas y ambiguas. ¿Qué es exactamente la confederación? La idea central es que habrá dos estados, Israel y Palestina, con una frontera que siga la Línea Verde. Sin embargo, a diferencia del modelo de dos estados, bajo la confederación la frontera estaría abierta. Los ciudadanos israelíes podían vivir y trabajar en Palestina, y los ciudadanos palestinos en Israel . El único requisito sería que cada grupo estaría obligado a aceptar las leyes y la soberanía del otro mientras se encuentre en su territorio. Cada uno de los estados confederados tendría su propio gobierno y ejército. Los israelíes que viven en Palestina votarían en las elecciones nacionales israelíes y los palestinos que viven en Israel en las elecciones nacionales palestinas. Jerusalén sería una ciudad compartida, los dos estados tendrían una sola economía y los órganos administrativos conjuntos se ocuparían de cuestiones ambientales, de salud pública y de seguridad . Existe una variedad de enfoques para tratar los problemas potenciales. El plan más conocido se llama A Land for All , creado en 2012 por el periodista israelí Meron Rapoport y la activista palestina Awni Al-Mashni. Otro plan terminado este año fue preparado por un equipo conjunto israelí-palestino encabezado por el negociador de paz palestino Hiba Husseini y el exministro de Justicia israelí Yossi Beilin. Tanto el New York Times como el Washington Post han publicado artículos de opinión con propuestas de la confederación, al igual que Haaretz y Forward . El caso de la confederación en todos estos planes se basa en dos principios. Primero, la confederación brinda una alternativa a la solución de dos estados, que es un “modelo de divorcio” basado en estados israelíes y palestinos separados con contacto limitado. Los partidarios de la Confederación creen que el enfoque de dos estados ya no es factible debido a la rigidez ideológica de ambos lados. En el modelo de dos estados, Israel tendría que expulsar a medio millón de colonos de Cisjordania , un paso que se resiste a dar. La Autoridad Palestina tendría que renunciar al derecho de retorno, que afirma el derecho de los refugiados palestinos y sus descendientes fuera de los territorios a regresar al Israel anterior a 1967, un derecho que, de ejercerse, pondría fin al estado judío. La ventaja de la confederación es que elimina estos problemas. En la confederación recientemente establecida, los colonos pueden permanecer en Cisjordania como ciudadanos israelíes y los refugiados palestinos pueden establecer su residencia en Israel como ciudadanos palestinos. El número de israelíes permitidos en Palestina y de refugiados palestinos permitidos en Israel se negociaría o establecería por adelantado. Mujeres palestinas esperan para cruzar el puesto de control del ejército israelí de Qalandia, entre la ciudad cisjordana de Ramallah y Jerusalén, en su camino a rezar en la mezquita de Al-Aqsa en Jerusalén Crédito: AP Para los judíos, poner fin al trauma de las guerras de asentamiento se presenta como un fuerte argumento a favor de la confederación. Durante medio siglo, Israel y el mundo judío se han visto desgarrados por batallas entre fuerzas a favor y en contra de los asentamientos. Cualquier propuesta que elimine la pesadilla de los asentamientos de la agenda judía podría tener un fuerte atractivo. En segundo lugar, las propuestas de confederación afirman que los nacionalismos judío y palestino son capaces de alejarse del chovinismo, la exclusividad y el militarismo que con tanta frecuencia caracterizan a todos los movimientos nacionales. La solución de dos estados enfatiza que la cultura, el idioma, la religión y el origen étnico han inflamado las relaciones entre judíos y palestinos. Y responde pidiendo una separación sustancial, al menos hasta que las llamas de la hostilidad se hayan reducido a niveles manejables. Pero la confederación supone que los dos nacionalismos en competencia pueden acomodarse entre sí, con fronteras abiertas, poblaciones integradas y mecanismos conjuntos de cooperación. Los defensores de la confederación reconocen que será difícil. Pero, dicen, los moderados de ambos lados están buscando una mejor manera. Dados los fracasos de las negociaciones de dos estados, ¿por qué no probar un nuevo enfoque? Admitámoslo: la idea de la confederación suena atractiva. Un plan de paz basado en la cooperación en lugar de la separación es una idea hermosa. Y si los asentamientos israelíes y el derecho al retorno de los palestinos son el meollo del problema, hay algo inteligente en afirmar que, bueno, tal vez estos dos temas no tienen por qué ser problemas después de todo. Estableceremos nuestros estados, mezclaremos nuestras poblaciones libremente, cooperaremos en todo, prosperaremos como naciones y como individuos, y viviremos felices para siempre. Pero, ¿cómo llegaríamos a ese punto? Y definir los problemas en papel no los hace desaparecer. El conflicto es real y no se puede desear que desaparezca. El punto central de la solución de dos estados es que reconoce la realidad, separa a las partes en conflicto y permite el desarrollo muy gradual de la coexistencia que es necesaria para la paz. Considere los siguientes problemas específicos que surgen de la posición a favor de la confederación. Primero, los defensores de la confederación argumentan que ambas partes están abiertas a las relaciones cooperativas que requiere la confederación. Pero en muchos sentidos, las relaciones entre judíos israelíes y palestinos están

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Se cae, no se cae. Al final se cayó

Por: Alejandro Stein (Compañero del Llamamiento desde el kibutz Barkai) | 3 de julio de 2022 REFLEXIONES DESDE ISRAEL 1) Se cae, no se cae. Al final se cayó. Y era de esperar. El 1 de noviembre hay elecciones en Israel por quinta vez en cinco años. Y la causa de la caída de este gobierno que se autodenominó “del cambio”, no son solamente las diferencias ideológicas, enormes, insalvables algunas, también el hecho de que los políticos, en algunos casos, sean… justamente eso, políticos, ha contribuido con una pesa bastante determinante en el fiel de la balanza. De acuerdo al pacto que hicieron los dos partidos que condujeron a esta coalición “de patas de tero”, cuyo único propósito era desbancar no sólo a Netanyahu de su silla, sino a todo lo que significan la combinación de él y sus socios, a los que el llama “sus aliados naturales”, corruptos, racistas, ultra religiosos, fascistas, que entrañan un peligro enorme, no sólo para la democracia israelí “de este lado de acá”, es decir, del lado que todavía no sufre el apartheid, y especialmente para la integridad del Poder Judicial, porque “hay que salvar a Bibi Netanyahu de sus juicios”. El acuerdo electoral que firmaron los partidos de la coalición saliente, establecía que si la caída del gobierno se producía por causa de uno de los integrantes del ala derecha de la misma, el cargo de Primer Ministro de transición hasta las elecciones, pasaba a Iair Lapid, cabeza del partido de centro “Iesh Atid” (Hay Futuro), y si ésta se debía a la defección de algún partido del ala del centro hacia la izquierda el Primer Ministro continuaría siendo el hoy saliente Naftali Benet, líder del partido “Iemina” (Derecha).Ayer fue la primera alocución del nuevo primer ministro, Iair Lapid. Una mezcla de mini programa de gobierno (tiene 4 meses en el cargo, después de las elecciones se verá) y comienzo de campaña electoral. Siendo el gobierno que encabeza de transición, por un lado, su margen de maniobra es más amplio que el de su antecesor, aunque los números en los bloques parlamentarios siguen sin ayudarlo. Es un excelente orador más carismático que Benet.Naftali Benet, el premier saliente, consciente de sus niveles de popularidad bajísimos, decidió tomarse un descanso de la actividad política, su partido aparentemente se disolverá, y los 5 diputados que le quedan encontrarán su camino entre el centro y la derecha.Cuando yo hablo o escribo hasta el cansancio acerca de que Israel es un país de derecha, no me equivoco, pero me refiero sólo a la población judía, que es ella sola la que corta el bacalao en Israel, no solamente porque este país es “judío y democrático” a decir de tantos, sino porque la población palestina israelí no ejerce sus derechos como debiera. Casi el 21% de los israelíes son palestinos-musulmanes, Un 4.5% son “otros”: cherqueses, mujeres o maridos de inmigrantes judíos a los que el Estado les niega la ciudadanía, palestinos cristianos, etc. Los drusos constituyen un 1.7% de la población. Los árabes cristianos, a causa del conflicto religioso y étnico con los musulmanes, y los drusos, por su idiosincrasia, tienen diferentes posiciones frente al establishment israelí y al conflicto, y así es como gran parte de los jóvenes drusos sirven en el ejército en unidades de combate, y un porcentaje menor de palestinos cristianos también lo hace. Esto me trae al meollo del asunto. Siendo los palestinos israelíes por lo menos un 21% de la población, y siendo generoso, las listas árabes, en situación normal podrían cosechar por lo menos entre 12 y 15 diputados en la Knesset, si no más. Pero en las últimas elecciones, la Lista Árabe unificada, que representa a 3 partidos incluido el Comunista, que tiene también votantes judíos, y Ra”am, una lista religiosa islámica, llegaron a los 10 escaños entre las dos. El porcentaje de votantes palestinos israelíes en las últimas elecciones fue de un 44.6%, el más bajo desde la creación del Estado. Y esos son votos que en su inmensa mayoría van no sólo a las listas árabes sino a la izquierda israelí. La sociedad palestina israelí tiene una posibilidad de desequilibrio en el panorama político de este país que no utiliza. La causa, en mi opinión es una combinación del sentimiento de ser de segunda, y el castigo a sus propios candidatos por los que no se sienten adecuadamente representados. Un punto a tener en cuenta no sólo por las listas árabes, sino por todas las listas progresistas que buscan el voto de este sector de la población. Vaya uno a saber que pasaría con un factor de desequilibrio así en la Knesset…Termino esto con dos datos que meten miedo: En la primera encuesta electoral que se realizó, el Likud, el partido de Netanyahu, con él a la cabeza (todavía es la cruz que debemos llevar) crece, de los 30 escaños que consiguió en las elecciones del año pasado a 36, y mucho peor que eso, la lista racista y fascista “Ha-Tzionut Ha-Datit” (El Sionismo Religioso) crece de 6 a 10 diputados. Asusta.2) No puedo no escribir esto. Admiraré siempre a Mario Benedetti. Por su calidad como novelista, cuentista y poeta, tanto más por su capacidad para expresar con palabras mis propios sentimientos. Así fue con el-mi desexilio en “Quiero creer que estoy volviendo” (lo recomiendo a quien no lo leyó), así es con “A la muerte de un canalla”, poema que escribió cuando murió Pinochet (la minúscula es intencional). Este poema le queda a Etchecolatz como un traje de medida. No puedo definir mis sentimientos. Por supuesto que no estoy triste, que no siento la pérdida. Si hay algo que me duele, es que haya muerto en una cama de hospital y no tirado en un colchón de paja. Su prisión fue tanto más justa y humana que la que cualquiera de ellos les dieron a sus víctimas. Quisiera darle un abrazo a su ex hija, no por la muerte de su ex padre, sino por su dignidad

Israel, Medio Oriente, Portada

Para israelíes y palestinos, la confederación es una fantasía desastrosa

Por: Eric H. Yoffie | Haaretz ( 15 de junio de 2022) Las autoridades israelíes retiran una bandera palestina de un edificio después de que un grupo de defensa que promueve la coexistencia entre palestinos e israelíes la colocara en Ramat Gan, Israel, a principios de este mes Crédito: AP Photo/Oded BaliltyEric H. Yoffie De repente, la idea de una confederación Israel-Palestina está en todas partes. No es una idea nueva. Pero en el último año, una multitud de organizaciones e individuos, casi todos sionistas progresistas, se han presentado para defender algún tipo de plan de confederación . La confederación, dicen, puede romper el punto muerto. Es una alternativa a la moribunda solución de dos estados. Se basa en las mejores intenciones de ambos lados en lugar de rendirse a los obstruccionistas.- Anuncio – Pero la confederación es una idea terrible, y ninguna de estas cosas es cierta. No estoy cuestionando los motivos de los defensores de la confederación. Muchos son mis amigos. Desanimados por años de estancamiento en el frente de paz, han gravitado hacia lo que ven como opciones más prometedoras. No obstante, el campo de la paz no se favorece a sí mismo cuando opera en premisas defectuosas y ambiguas. ¿Qué es exactamente la confederación? La idea central es que habrá dos estados, Israel y Palestina, con una frontera que siga la Línea Verde. Sin embargo, a diferencia del modelo de dos estados, bajo la confederación la frontera estaría abierta. Los ciudadanos israelíes podían vivir y trabajar en Palestina, y los ciudadanos palestinos en Israel . El único requisito sería que cada grupo estaría obligado a aceptar las leyes y la soberanía del otro mientras se encuentre en su territorio.- Anuncio – Cada uno de los estados confederados tendría su propio gobierno y ejército. Los israelíes que viven en Palestina votarían en las elecciones nacionales israelíes y los palestinos que viven en Israel en las elecciones nacionales palestinas. Jerusalén sería una ciudad compartida, los dos estados tendrían una sola economía y los órganos administrativos conjuntos se ocuparían de cuestiones ambientales, de salud pública y de seguridad . Existe una variedad de enfoques para tratar los problemas potenciales. El plan más conocido se llama A Land for All , creado en 2012 por el periodista israelí Meron Rapoport y la activista palestina Awni Al-Mashni. Otro plan terminado este año fue preparado por un equipo conjunto israelí-palestino encabezado por el negociador de paz palestino Hiba Husseini y el exministro de Justicia israelí Yossi Beilin. Tanto el New York Times como el Washington Post han publicado artículos de opinión con propuestas de la confederación, al igual que Haaretz y Forward . El caso de la confederación en todos estos planes se basa en dos principios. Primero, la confederación brinda una alternativa a la solución de dos estados, que es un “modelo de divorcio” basado en estados israelíes y palestinos separados con contacto limitado. Los partidarios de la Confederación creen que el enfoque de dos estados ya no es factible debido a la rigidez ideológica de ambos lados.- Anuncio – En el modelo de dos estados, Israel tendría que expulsar a medio millón de colonos de Cisjordania , un paso que se resiste a dar. La Autoridad Palestina tendría que renunciar al derecho de retorno, que afirma el derecho de los refugiados palestinos y sus descendientes fuera de los territorios a regresar al Israel anterior a 1967, un derecho que, de ejercerse, pondría fin al estado judío. La ventaja de la confederación es que elimina estos problemas. En la confederación recientemente establecida, los colonos pueden permanecer en Cisjordania como ciudadanos israelíes y los refugiados palestinos pueden establecer su residencia en Israel como ciudadanos palestinos. El número de israelíes permitidos en Palestina y de refugiados palestinos permitidos en Israel se negociaría o establecería por adelantado. Mujeres palestinas esperan para cruzar el puesto de control del ejército israelí de Qalandia, entre la ciudad cisjordana de Ramallah y Jerusalén, en su camino a rezar en la mezquita de Al-Aqsa en Jerusalén Crédito: AP Para los judíos, poner fin al trauma de las guerras de asentamiento se presenta como un fuerte argumento a favor de la confederación. Durante medio siglo, Israel y el mundo judío se han visto desgarrados por batallas entre fuerzas a favor y en contra de los asentamientos. Cualquier propuesta que elimine la pesadilla de los asentamientos de la agenda judía podría tener un fuerte atractivo. En segundo lugar, las propuestas de confederación afirman que los nacionalismos judío y palestino son capaces de alejarse del chovinismo, la exclusividad y el militarismo que con tanta frecuencia caracterizan a todos los movimientos nacionales. La solución de dos estados enfatiza que la cultura, el idioma, la religión y el origen étnico han inflamado las relaciones entre judíos y palestinos. Y responde pidiendo una separación sustancial, al menos hasta que las llamas de la hostilidad se hayan reducido a niveles manejables. Pero la confederación supone que los dos nacionalismos en competencia pueden acomodarse entre sí, con fronteras abiertas, poblaciones integradas y mecanismos conjuntos de cooperación. Los defensores de la confederación reconocen que será difícil. Pero, dicen, los moderados de ambos lados están buscando una mejor manera. Dados los fracasos de las negociaciones de dos estados, ¿por qué no probar un nuevo enfoque? Admitámoslo: la idea de la confederación suena atractiva. Un plan de paz basado en la cooperación en lugar de la separación es una idea hermosa. Y si los asentamientos israelíes y el derecho al retorno de los palestinos son el meollo del problema, hay algo inteligente en afirmar que, bueno, tal vez estos dos temas no tienen por qué ser problemas después de todo. Estableceremos nuestros estados, mezclaremos nuestras poblaciones libremente, cooperaremos en todo, prosperaremos como naciones y como individuos, y viviremos felices para siempre. Pero, ¿cómo llegaríamos a ese punto? Y definir los problemas en papel no los hace desaparecer. El conflicto es real y no se puede desear que desaparezca. El punto central de la solución de dos estados es que reconoce la realidad, separa a las partes en conflicto y permite el desarrollo muy gradual de la coexistencia que es necesaria para la paz. Considere los siguientes problemas específicos que surgen de la posición a favor de la confederación. Primero, los defensores de la confederación argumentan que ambas

Israel, Portada

Seguiré haciendo todo lo posible por la lucha para poner fin a la ocupación

Profesor Goldreich recibiendo el Premio Israel. Crédito: Emil Salman Por: Oded Goldreich | Haaretz (13 de abril de 2022)  Hace poco más de un año, el comité del Premio Israel de matemáticas e informática me seleccionó como ganador del premio del año hebreo 5781 (2020-2021). En ese momento, no sabía que había sido elegido; Ni siquiera sabía que había sido nominado. Las reglas del Premio Israel estipulan que el ministro de educación debe llamar a los ganadores e informarles que han recibido el premio. En cambio, recibí llamadas telefónicas de periodistas informándome de mi no ganancia (del premio que no sabía que se suponía que iba a recibir). Pero lo que es más importante, los periodistas me dijeron que no recibiría el premio porque apoyo a los enemigos de Israel y al movimiento BDS, lo cual, como he aclarado en numerosas ocasiones desde entonces, no es cierto. Durante el último año y medio, ministros, legisladores, organizaciones de derecha y periodistas han dicho muchas cosas sobre mí, la mayoría falsas. En su mayoría, dijeron que pido un boicot a Israel . Hasta ahora, me he abstenido de responder públicamente, pero quiero decir muy claramente: nunca he pedido un boicot a Israel. En el pasado, yo, como muchos otros, he apoyado, y seguiré apoyando en el futuro, la retención de cualquier ayuda al proyecto de asentamiento en Cisjordania, porque creo que pone en peligro la supervivencia de Israel y se basa en la opresión de la población local en estos territorios. En particular, la institución que se autodenomina Universidad Ariel es parte de este proyecto, e incluso si cierto ministro de educación logró que el Consejo de Educación Superior la reconociera (retroactivamente) como “una institución israelí de educación superior”, esto no no cambia el hecho de que no se encuentra dentro de las fronteras soberanas de Israel. Esta no es simplemente una cuestión geográfica de ubicación física, sino una cuestión relacionada con la política y la gobernanza: la institución en Ariel está situada en un territorio donde existe un sistema dividido con amplios privilegios y apoyo gubernamental para una minoría de habitantes: los colonos israelíes. – y la opresión y el despojo continuo y extremo de los demás habitantes – la población palestina. Estos son hechos básicos que no pueden ser ignorados de manera justa. El reconocimiento de los hechos es la base para debatir la justificación y el futuro de este régimen. En mi opinión, este régimen debe desaparecer, es decir, la ocupación debe terminar. El hecho de que tenga estos puntos de vista es la verdadera razón por la que los grupos de derecha, que se dedican a acosar a los izquierdistas, y dos ministros de educación que se arrastran ante tales grupos, intentaron evitar que me concedieran el Premio Israel. Mi firma en este o aquel documento fue la excusa, como lo demuestra el hecho de que la identidad de los documentos «incriminatorios» cambió en el curso del procedimiento legal. La verdadera razón detrás del esfuerzo por negarme el Premio Israel no es un llamado específico a la acción, sino mis puntos de vista políticos. Estos elementos no quieren que alguien con puntos de vista como los míos reciba este honor del estado, ya sea porque está involucrado en lo que se conoce como «llamar a un boicot» o si «solo» está trabajando para poner fin a la ocupación por otros medios. Estas posiciones legítimas están enmarcadas por la derecha como antiisraelíes, y las personas que apoyan estas posiciones legítimas son etiquetadas como enemigos del estado y de la sociedad israelí. Este marco falso se ve reforzado por la “Ley BDS” que se promulgó en 2011 , y que equipara de manera maliciosa y engañosa el boicot a una institución “situada en un área bajo control israelí” con “un boicot a Israel”. Esta ley apenas pasó la prueba del Tribunal Superior, aunque en mi opinión debería haber fallado, principalmente por la pendiente resbaladiza que crea para dañar la libertad de expresión, pendiente por la que nos deslizamos en el presente incidente. Pero incluso eso no significa que llamar a boicotear las instituciones de los asentamientos, como la institución de Ariel, convierte a una persona en enemiga del Estado. La ley tampoco dice que emitir tal llamada sea un delito penal. Todo lo que dice la ley es que tal llamado podría equivaler a un agravio civil y que aquellos perjudicados por él serían elegibles para demandar por daños y perjuicios si incurrieron en un daño demostrable, y que alguien que pide un boicot puede no ser elegible para ciertos beneficios administrativos; pero no dice nada acerca de retener un premio de esa persona. Desde un punto de vista personal, fue un año lleno de decepciones: por parte de dos ministros de educación, Yoav Gallant (de quien, por supuesto, no esperaba mucho), y el Dr. Yifat Shasha-Biton , de quien esperaba más. Me decepcionó que el exfiscal general permitiera que esta historia llegara incluso a la Corte Suprema, y ​​me decepcionó que el asunto no terminara inmediatamente después de la primera decisión de la Corte Suprema el verano pasado. Sin embargo, no me arrepiento de nada. Para mi deleite, este alboroto llamó la atención sobre mi campo de investigación que probablemente no habría recibido de otra manera. Recibí mucho apoyo y aliento personal y profesional de todos, y no fui objeto del tipo de ataques intensos que a menudo experimentan mis colegas de izquierda. Me complació tener la oportunidad de luchar por algo en lo que creo, incluso si fui arrastrado a esta lucha y no fue obra mía. Me alegra que este asunto haya concluido con la revocación de las decisiones de los dos ministros, y espero que esta conclusión ayude a fortalecer la libertad de expresión política en Israel. Como dije durante la ceremonia de premiación , la historia de la creación de Israel no está completa sin notar el precio que otro pueblo pagó por el establecimiento de un estado judío en la Tierra de Israel, y el deber moral de este estado de tratar de compensar a ese otro pueblo y no persistirá en su opresión. Nosotros, por supuesto, estamos haciendo lo contrario, y la continua opresión me

Israel, Portada

¿Se dirige Israel hacia una inevitable guerra civil?

Por: Eugenio García Gascón | Público.es (5 de junio de 2022) Israel se está precipitando por una peligrosa pendiente y que cada día cae a mayor velocidad. La fuerza del nacionalismo y de la religión tal como se aplican en el estado judío está detrás de esta dramática situación. Un gran número de notables israelíes advierten alarmados que si no se da pronto un fuerte golpe al timón, la situación se va a escapar de las manos y el país incluso podría desaparecer. Aunque ya hace tiempo que proliferan las voces que advierten que Israel avanza por el lado equivocado de la historia, esta semana se ha multiplicado la publicación de artículos que muy bien pueden interpretarse como una desesperada llamada de socorro ante la inminencia de un conflicto no pacífico entre los judíos que podría conducir incluso a la desaparición del estado sionista fundado en 1948. El analista Zvi Barel, que escribe regularmente en las páginas de Haaretz sobre temas de Oriente Próximo, advierte que el desgarramiento del tejido social posee demasiados ingredientes que apuntan hacia una guerra civil, una opinión que no se vierte por primera vez, pero no por ello deja de reflejar el creciente malestar social, político y religioso, malestar que nunca había sido tan grande y que se agrava cada día que pasa. El estrés proviene en primer lugar de un rampante nacionalismo que durante décadas ha estado sembrando odio, primero contra los palestinos y ahora entre los mismos judíos. Esta corriente que nada ni nadie parece capaz de detener ha ido creando una sociedad todavía más nacionalista y religiosa que se mira el ombligo intensamente y rechaza cualquier compromiso con quienes no piensan como ellos. Nada indica que la deriva por el precipicio vaya a resolverse desde dentro, pero tampoco desde fuera. Si de verdad quiere salvarse a Israel, la comunidad internacional debería intervenir enérgicamente para poner freno a un nacionalismo que lleva incorporada la semilla de la autodestrucción. Sin embargo, nadie puede esperar que mandatarios como Emmanuel Macron o Joe Biden intervengan antes de que sea demasiado tarde. En una conferencia pronunciada el miércoles en la ciudad de Netanya, el exdirector del Mosad Tamir Pardo señaló que «el estado de Israel ha elegido activar el mecanismo de autodestrucción». «Por favor, paren antes de que sea demasiado tarde», dijo Pardo. «No hemos aprendido nada. Vivimos en una aldea global y todo se sabe, y todos ven lo que está sucediendo aquí». «El país es rico y próspero, con tecnología punta, agricultura, medicina, etcétera, pero se está desangrando (…). Pronto va a (empezar a) trabajar el mecanismo de autoaniquilación, de odio mutuo».Michael Brizon señala que dada la situación que vive en Israel, lo más sensato que pueden hacer los judíos es volver a la diáspora Otro articulista de Haaretz, Michael Brizon, señala que dada la situación que vive en Israel, lo más sensato que pueden hacer los judíos es volver a la diáspora, agregando que precisamente la dispersión geográfica ha permitido la supervivencia del pueblo judío durante milenios, algo que Israel no puede garantizar en las circunstancias actuales. «Soy un judío exiliado y orgulloso. Soy un ciudadano global y no mantengo ninguna conexión con mi lugar de nacimiento. Para mí la ‘tierra’ es solo la suciedad donde se cultiva la comida. Ahí entierran a la gente, no tiene ni un ápice de sagrado y no merece que se derrame por ella ni una gota de sangre», escribe Brizon. «Somos un pueblo sin fuerza, sin tierra, sin ejército, sin templo». «Y cuando nos hemos convertido en ‘nación’, somos tan terribles, estúpidos, violentos y codiciosos como la mayoría de las naciones del mundo. Estamos a poco tiempo de traernos a nosotros mismos la destrucción y otra vez la diáspora, y solo ahí, en el exilio, recuperaremos el sentido perdido y volveremos a la realidad de pueblo vivo». «Estamos bien siendo una minoría, incluso nos conviene un poco de opresión que nos haga sacar lo mejor de nosotros». A continuación escribe que el estado de Israel es en realidad una continuación del Holocausto y está padeciendo la virulencia de fanáticos no menos peligrosos que en otros tiempos del pasado, como los sicarios, los seguidores del rabino Akiva o los «estúpidos discípulos de Bar Kojba«, quien se rebeló contra los romanos y trajo la perdición a los judíos. «Lo único que puede hacerse es admitir que el sionismo fue un error inocente y volver al exilio para recuperar nuestra fuerza y renovar nuestros valores», explica el articulista de ‘Haaretz’ «Así nos hemos convertido en una ‘nación’ pequeña, arrogante, violenta y mala». «Ya no hay escapatoria de este desastre. Setenta y cinco años de racismo y violencia han corrompido al electorado israelí y ya no se elegirá un gobierno saludable, por lo tanto lo único que puede hacerse es admitir que el sionismo fue un error inocente y volver al exilio para recuperar nuestra fuerza y renovar nuestros valores». Otro artículo no menos demoledor y que tampoco prescinde de resonancias bíblicas lo publicó hace algunas semanas el exprimer ministro laborista Ehud Barak, quien se refirió a un escenario existencial dramático. Varios comentaristas, incluido Barak, han recordado que la octava década del estado judío, en la que ahora estamos, tiene antecedentes maléficos. Según el razonamiento de estos comentaristas, incluido Barak en el diario Yediot Ahronot, en los últimos tres mil años el pueblo judío ha gobernado Palestina en solo dos ocasiones, durante el reinado de la mítica dinastía de David y Salomón, y durante el periodo macabeo, y en ambos casos la octava década representó el final de los reinados. De ahí que recuerden que ahora nos encontramos en la octava década del estado de Israel. En los dos casos precedentes, destaca Barak, el final de los reinados lo causaron las disensiones internas entre los judíos, una situación que se está repitiendo en la octava década en que nos encontramos. «El proyecto sionista es nuestro tercer intento en la historia (…) Hemos alcanzado la octava década y estamos obsesionados con ignorar las advertencias del Talmud, precipitando (nuestro) final y permitiéndonos un odio libre». Otro periodista y escritor, Avi Shavit, no tiene más remedio que admitir el gran deterioro que está experimentando el estado judío. «En los

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