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Es oficial: EEUU terceriza sus operaciones para el derrocamiento de Nicolás Maduro

Fuente: Misión Verdad Fecha: 27 de marzo de 2020 El fiscal general de los Estados Unidos, William Barr. Foto: Susan Walsh / AP Photo En medio de la lucha de Venezuela contra el Covid-19, la Administración Trump ha dado un paso dramático e inédito en las maniobras criminales que buscan derrocar al gobierno venezolano. Ya es oficial: Estados Unidos se decanta por la ruta de la violencia armada tercerizada, apoyándose en un caso judicial sin pruebas. Una falsa acusación del principal narcoestado del planeta Este jueves 26 de marzo, el fiscal general de los Estados Unidos, William Barr, presentó cargos por narcotráfico contra el presidente venezolano Nicolás Maduro, el presidente de la Asamblea Nacional Constituyente Diosdado Cabello, el ministro de Industria y Producción Tareck El Aissami, el ministro de Defensa Vladimir Padrino López y el presidente del Tribunal Supremo de Justicia Maikel Moreno. A falta de pruebas sólidas, los fiscales del Departamento de Justicia han apelado a un producto propagandístico que lleva varios años siendo punta de lanza de los ataques comunicacionales de Estados Unidos y Europa contra Venezuela: el inexistente “Cartel de los Soles”. Según el Departamento de Justicia, “desde al menos 1999, Maduro Moros, Cabello Rondón, Carvajal Barrios y Alcalá Cordones actuaron como líderes y gerentes de Cartel de los Soles (…) para facilitar la importación de toneladas de cocaína a los Estados Unidos. El Cartel de los Soles buscó no solo enriquecer a sus miembros y mejorar su poder, sino también inundar a los Estados Unidos con cocaína e infligir los efectos nocivos y adictivos de la droga en los usuarios de los Estados Unidos”. El supuesto vínculo con las FARC que viene siendo el leitmotiv de Colombia y Estados Unidos para acusar a Venezuela como un “santuario” de grupos armados, es otra de las cartas centrales de la acusación, incluyendo a Iván Márquez y Jesús Santrich: “A partir de aproximadamente 1999 (…) los líderes de las FARC acordaron con los líderes del Cartel de los Soles reubicar algunas de las operaciones de las FARC en Venezuela bajo la protección del Cartel. Posteriormente, las FARC y el Cartel de los Soles enviaron cocaína procesada desde Venezuela a los Estados Unidos a través de puntos de transbordo en el Caribe y América Central, como Honduras. Aproximadamente en 2004, el Departamento de Estado de los Estados Unidos estimó que 250 o más toneladas de cocaína transitaban a través de Venezuela por año. Los envíos marítimos se enviaron al norte desde la costa de Venezuela utilizando embarcaciones rápidas, barcos de pesca y portacontenedores”. Eso afirma el Departamento de Justicia, haciendo suponer, paradójicamente, que su sistema de prevención contra el narcotráfico es tan ineficaz que no puede detener “barcos de pesca”. Está ampliamente demostrada la relación orgánica de Estados Unidos con el narcotráfico: Antonio Maria Costa, director de la Oficina de Naciones Unidas para la Droga y el Delito, afirmó en 2009 que los capitales provenientes del narcotráfico salvaron los bancos quebrados que ocasionó el colapso financiero de 2008, que tuvo su epicentro en Estados Unidos. En 2012, el FBI encontró pruebas de que los carteles mexicanos “utilizaban cuentas de Bank of America para ocultar dinero e invertir las ganancias ilegales del narcotráfico en caballos de carrera estadounidenses”. Ese mismo año, también se dio a conocer que el cartel mexicano Los Zetas lavaba sus ganancias del narcotráfico en el banco JP Morgan, realizando transferencias directas desde México bajo una amalgama de fondos y empresas que también colocó el foco de las autoridades sobre el banco Wells Fargo. Todos estos bancos siguen funcionando como si nada hubiera pasado. La permisividad comprobada (y la lógica de beneficio directo) del sistema financiero estadounidense y de su élite política con respecto al narcotráfico internacional, hace deslucir las acusaciones contra Venezuela y su tono de supuesta defensa de la salud pública de los norteamericanos. Hace tan solo dos años, Colombia rompió récords en producción y exportación de cocaína hacia Estados Unidos, cifras que coincidieron con un vertiginoso aumento en el número de consumidores en el país norteamericano. Sobre esto, un informe de la DEA reveló: “Niveles récord de cultivos ilícitos y producción de coca en Colombia, que fue la fuente principal de la cocaína decomisada y analizada en Estados Unidos, ha expandido el mercado de la cocaína, lo cual ha conducido a un incremento del abuso doméstico”. El Departamento de Justicia intenta responsabilizar a Venezuela de la inundación de cocaína en Estados Unidos, aun cuando está demostrado por su propia agencia antidroga que el aumento en el consumo que afecta a millones de estadounidenses radica en la descontrolada producción de cocaína colombiana. También intentan posicionar a Venezuela como un “país de tránsito” de cocaína hacia Estados Unidos, aunque datos suministrados por el propio gobierno norteamericano indiquen lo contrario. Un reporte del centro de estudios Oficina en Washington para Asuntos Latinoamericanos (WOLA, por sus siglas en inglés) concluye: “Alrededor del 90% de toda la cocaína con destino a los Estados Unidos se trafica a través de las rutas del Caribe Occidental y el Pacífico Oriental, no a través de los mares del Caribe Oriental de Venezuela”. Movimiento de la cocaína en Norte y Suramérica, año 2017. Fuente: DEA Una acusación fake Como reseñó en su momento un artículo de esta tribuna, la narrativa del “Cartel de los Soles” es sobre todo excéntrica e inexplicable. Se ha promocionado como una organización amplia y peligrosa, pero no existen las condiciones que lo demuestren: no hay una lucha asesina entre carteles como en México o Colombia, nunca se ha incautado un alijo que lleve la marca de esta supuesta organización, como tampoco se conoce que la logística del ejército venezolano se esté aprovechando para traficar drogas. El fantasmal “Cartel de los Soles” es un producto para el consumo de masas que refuerza la narrativa de los halcones y del sector más extremista de la derecha venezolana. En esta misma cadena de premisas falsas, el Departamento de Justicia incurre en un fatal error de cálculo: coloca a Maduro como el “líder” de la “organización” aun cuando no es militar, y cuando apenas, en 1999, empezaba su carrera

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Giro en U de Gantz, se dirige al gobierno de extrema derecha con el enemigo, Netanyahu

Fuente: http://maki.org.il/en/?author=3 | mki.org.il Fecha: 27 de marzo de 2020 Después de un dramático cambio de sentido, el presidente del partido Azul y Blanco, MK Benny Gantz, fue elegido vocero (presidente) de la Knéset el jueves por la noche, 26 de marzo, como parte de un acuerdo de unidad emergente, que llevó a la ruptura de su alianza centrista para ingresar a un gobierno de extrema derecha con su antiguo enemigo, el primer ministro Benjamin Netanyahu. Al recibir el pleno apoyo del  bloque de derecha, Gantz fue elegido para el puesto de vocero con el respaldo de 74 legisladores (MK). Dieciocho votaron en contra, la Lista Conjunta (15 MK) y Meretz (tres MK); y el resto, incluido Yesh Atid, una facción dentro de Azul y Blanco, no participó. Según el acuerdo que se está gestando, Gantz se asociará con Netanyahu en un «gobierno de unidad» sionista de extrema derecha, sirviendo inicialmente como ministro de asuntos exteriores o de defensa y luego asumiendo el cargo de Netanyahu como primer ministro en septiembre de 2021. Se espera que Gantz renuncie a ser portavoz después de que se forme un gobierno de unidad, para ser reemplazado por un MK del  Likud. Los legisladores de la Lista Árabe Conjunta, entre ellos el líder de facción MK Ayman Odeh (Hadash), no sabían nada sobre el movimiento para nominar a Gantz para el puesto de vocero de la Knéset. El jueves, en horas de la tarde, la mayoría de los MK de la Lista Árabe Conjunta todavía estaban en las redes sociales, escribiendo sobre su apoyo al MK Meir Cohen de Yesh Atid como próximo vocero, en base a los entendimientos entre la Lista Conjunta y los representantes de Azul & Blanco MKs Ofer Shelah y Avi Nissenkorn. Sin embargo, solo un poco más tarde, los rumores que se habían extendido se verificaron y la conmoción y la consternación en las oficinas de la facción se convirtieron rápidamente en indignación y condena de Gantz. MK Odeh dijo: “No vamos a echar una mano a un gobierno encabezado por Benjamin Netanyahu. Azul & Blanco decidirá si quieren ganar juntos o rendirse solos «. El integrante de la Lista Conjunta MK Yousef Jabareen (Hadash) dijo: “El Likud B, que a lo largo de la campaña electoral habló de una ‘mayoría judía’ y se alineó con la anexión unilateral de los territorios palestinos ocupados, se unió al Likud A. Dirigiremos la oposición al gobierno de incitación continua, racismo y ocupación”. El miembro de  Hadash MK Ofer Cassif  (Lista Conjunta), también denunció la medida, diciendo que “Benny Gantz eligió robar los mandatos y allanar el camino para un gobierno etno-fascista encabezado por el acusado serial. Les advierto a Gantz y a cualquiera que esté pensando en unirse a él: este camino conducirá al desastre, no solo para nosotros sino también para usted. Para toda la sociedad». El integrante de Hadash MK Aida Touma-Sliman (Lista Conjunta) no fue menos firme en su denuncia de Gantz. “La Lista Conjunta expresó su opinión y votó en contra de la nominación de Benny Gantz como Presidente de la Knéset. No apoyaremos a este gobierno de unidad de extrema derecha». Un destacado miembro de Hadash criticó a Gantz y dijo que «nos traicionó una y otra vez. Fuimos en contra de nuestros principios y las líneas rojas que establecimos para nosotros, para darle el apoyo para eliminar a Netanyahu y al gobierno de derecha, y a cambio, nos pusieron un dedo en el ojo y un cuchillo en la espalda». Traducción: Dardo Esterovich  

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Trump y la negación del coronavirus

Fuente: Ángel Guerra Cabrera | Alai.net Fecha: 26 de marzo de 2020 Foto: Getty Images En los hospitales de Nueva York, California y Florida, donde los casos de Covid 19 se han disparado, el personal sanitario apenas dispone de medios de protección personal, mucho menos existen kits de diagnóstico ni ventiladores suficientes para satisfacer la demanda de atención.  Se trata del país cuyo presidente estuvo minimizando durante semanas la amenaza y la letalidad de la enfermedad. El dato es importante, pues no obstante su riqueza y su desarrollo científico y técnico, Estados Unidos ha mercantilizado a tal punto los servicios de atención sanitaria que no dispone ya, hablando con propiedad, de un verdadero sistema de salud pública, como sí tienen, en sus distintas realidades, México, Argentina, Costa Rica, Venezuela, o Cuba. En los dos primeros países, ahora muy repotenciados por gobiernos antineoliberales. Pero Trump parecía sentirse muy seguro de la capacidad de la superpotencia ante una eventual emergencia sanitaria, o así lo indicaban muchos de sus tuits de este período. Posiblemente no recuerde la tragedia ocurrida con el huracán Katrina en Nueva Orleans y no quiera recordar la ocasionada por el ciclón María, en Puerto Rico, ya durante su administración y con su personal injerencia. En todo caso, estos son algunos de sus dichos en la red Twitter. 22 de enero: Todo va a ir bien. Lo tenemos todo bajo control.  30 de enero: Lo tenemos todo bajo control. 7 de febrero: Cuando el tiempo sea más caluroso, esperemos que el virus se haga más débil y finalmente desaparezca. 24 de febrero:  El coronavirus está muy controlado en Estados Unidos. Me parece que la Bolsa empieza a tener buen aspecto. 25 de febrero: Pueden preguntar por el coronavirus, que está perfectamente bajo control en nuestro país. Hay unas pocas personas que lo tienen. Estamos muy cerca de conseguir una vacuna. 26 de febrero(hace un mes): Gracias a todo lo que hemos hecho el riesgo para el pueblo estadounidense continúa siendo muy bajo. Los 15 casos (de contagios) que hay hasta ahora van a bajar a cerca de cero. Muy pronto serán cinco personas y podrían ser una o dos en muy poco tiempo. 28 de febrero. Va a desaparecer(el coronavirus). Algún día será como un milagro y habrá desaparecido. 12 de marzo: Va a desaparecer… gracias a lo que yo hice y a lo que la administración hizo con China. Tenemos solo 32  fallecidos. Sin embargo, cuatro días después el magnate parecía tomar cierta conciencia de grave amenaza que la pandemia comporta y anunciaba solemnemente la cancelación durante un mes de todos los vuelos procedentes de Europa, mientras la fuerza de tarea de la Casa Blanca sobre el coronavirus, encabezada por el vicepresidente Mike Pence, tuiteaba que debían evitarse las reuniones sociales “de más de 10 personas”. No sin fundamento, se ha mencionado como causa de esa supuesta toma de conciencia la llegada a manos de la mencionada fuerza de tarea y, por consiguiente, a Trump, de un informe del reputado Imperial College de Londres que pronosticaba hasta 2.2 millones de fallecidos en el país estadounidense, a menos que se tomaran medidas drásticas. Tal vez el cálculo electoral, la reelección que tanto obsesiona a Trump, lo habría hecho cambiar su postura cuasi negacionista de la enfermedad, se inclinaba a pensar este analista. Entonces los contagiados sumaban 120 mil en el mundo. Han pasado poco más de cinco semanas.  Hoy solo en Estados Unidos el número de enfermos confirmados llega a 51 914, con 673 fallecidos, mientras a escala mundial existen 416 689 contagiados y confirmados con prueba, según la Organización Mundial de la Salud. Está claro que a Trump no le interesa el destino de los más de 320 millones de estadounidenses pues en los últimos días, luego de la supuesta “toma de conciencia”, viró a la negación. Le molesta la cuarentena, de la que ha dicho que “el remedio puede ser peor que la enfermedad”, “nuestro país no está diseñado para cerrar”, que sería magnífico que la gente estuviera de regreso al trabajo para Pascua. Que basta “conque se laven las manos más veces” y  “no se las estrechen a otros”. En suma, Trump ha calculado y, hay evidencia de que lo ha hecho animado por jerarcas de Wall Street, que la economía(la de ellos, no la del pueblo) puede perjudicarse -y también su reelección si continúan las (bastante laxas) medidas de distanciamiento social. Sin embargo, cuando termino de escribir estas líneas llega la noticia de que el gobierno de la ciudad de Washington, o sea del Distrito de Columbia -que no es lo mismo que el federal-, decide el cierre de todos los negocios que no sean esenciales e insta a los ciudadanos a quedarse en su casa a desde el miércoles 25 de marzo a las 10 p.m. y hasta el 24 de abril. ¡Un mes¡ ¡Mucho más que hasta Pascua¡ Pues Washington hará igual que Cuba y Venezuela, países a los que Trump bloquea sin piedad en medio de la pandemia.  Bribón el Trump, obsesionado con su reelección, acaba de entregar a los multimillonarios el más grande “rescate” de la historia contemporánea. Un robo gigante a los contribuyentes. Twitter: @aguerraguerra

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EE.UU. vs China: dos relatos sobre el coronavirus

Fuente: Gustavo Veiga | Página/12 Fecha: 25 de marzo de 2020 Foto: Mientras Trump habla de “virus chino”, el gobierno de Xi sugiere que el ejército estadounidense podría haber llevado la enfermedad a Wuhan, la ciudad epicentro del Covid-19. El coronavirus instaló dos sensaciones desde que se transformó en un monotema planetario. El pánico a escala global por su rápido contagio y letalidad y la idea -que se extiende a un ritmo mucho más lento – de que la pandemia nació como un experimento de ingeniería biológica para hundir la economía de China. Los argumentos conspirativos con que los dos países se atribuyen responsabilidades hacen su aporte a este desaguisado donde todos los estados no reaccionan igual. El gobierno de Xi Jinping aisló a una provincia entera, Hubei y casi 60 millones de habitantes con una cuarentena rigurosa. Calles desiertas y militarizadas fueron la postal omnipresente durante dos meses. El antídoto dio resultado. Donald Trump pasó de considerarlo “una simple gripe” a declarar la emergencia nacional. Habló de “virus chino” y el que se introdujo en sus propias fronteras y sobrepasó sus muros no tiene techo: este martes arrojaba 46.000 infectados y 600 muertes. Nueva York y California entraron en cuarentena obligatoria. La réplica por el adjetivo que eligió Trump para el virus no demoró. Fue del portavoz de la cancillería china Lijian Zhao. El 9 de marzo escribió en Twitter que podría haber sido el ejército de EE.UU. el que “lo llevó a Wuhan”, la ciudad epicentro del Covid-19. El actor coreano Daniel Dae Kim, intérprete en la serie televisiva Lost, definió con un gol sobre la hora esta polémica pandémica: “Sí, soy asiático. Y sí, tengo coronavirus. Pero no me lo contagié en China, lo contraje en América, en Nueva York”, declaró en un video que posteó en Instagram. A esta altura de la pandemia, la teoría de que comenzó en el mercado mayorista de mariscos de Wuhan muestra fisuras. Si bien es cierto que en 2007, un estudio de la Universidad de Hong Kong ya alertaba sobre una especie de murciélago transmisor de este y otros virus en China, la propagación del covid-19 por los cinco continentes dio pie a otras conjeturas. A la defensiva, el gobierno de Beijing se mantuvo en silencio y empezó a reaccionar tarde contra las imputaciones que le propinaban Trump y su secretario de Estado Mike Pompeo. Pero hoy, en China y Japón como en Estados Unidos, hay investigaciones y testimonios que avalan la idea de que el coronavirus habría salido de América. El portavoz Zhao sostiene una hipótesis de difícil comprobación. Aquella que cuenta cómo agentes de EE.UU introdujeron el virus durante los Juegos Olímpicos militares realizados en Wuhan en octubre pasado. A esa interpretación del funcionario chino la siguió un informe de la TV japonesa Asahi. Afirmaba que el coronavirus provenía de Estados Unidos donde una epidemia de gripe en el último invierno había dejado miles de muertes, sin que se chequeara si pudo haber algunas causadas por el Covid-19. Lo admitió el director de los Centros para el Control y Prevención de Enfermedades (CDC) Robert Redfield. Dijo que casos diagnosticados como de gripe común pudieron ser del virus que todavía no tiene vacuna. La OMS trató de hacer precario equilibrio cuando la pandemia ya avanzaba como un ejército de termitas, pero presionada por el lobby de las farmaceúticas de EE.UU espiralizó la idea de que se venía lo peor. El 30 de enero declaró una emergencia de salud pública de preocupación internacional (PHEIC). El 11 de marzo definió al nuevo fenómeno con la palabra que se conoce hoy. Trump hablaba del virus made in China y tomaba medidas para impedirles la entrada a sus ciudadanos o a todo aquel que hubiera visitado el país de la Gran Muralla. Un enemigo íntimo del gigantesco aparato de inteligencia estadounidense como el exagente de la CIA Philip Giraldi se pasaba de bando y sostenía que el coronavirus podía ser un arma biológica para dañar a China e Irán, otra de las naciones más afectadas por el tsunami viral. El escenario va quedando reducido a dos hipótesis. Una habla de la natural y espontánea mutación de un gen de murciélago. La otra es la teoría del laboratorio que Beijing le atribuye a EE.UU. Se apoya en la historia de este país que en los últimos sesenta años fue prolífica en experimentos biológicos para dañar economías, y sobre todo a la cubana, cuyos médicos hoy son recibidos con aplausos cuando llegan a Italia para cooperar en la lucha contra la pandemia. A la isla se le inoculó la fiebre porcina y el dengue hemorrágico en los años 60, 70 y 80. El gobierno de John Fitzgerald Kennedy aprobó la Operación Mangosta el 18 de enero de 1962, según documentos desclasficados. Su objetivo era dañar las cosechas en Cuba, además de sabotear su economía por distintas vías. En junio de 1971 se esparció el virus de la fiebre porcina africana, que jamás se había reportado en la isla y demandó sacrificar a medio millón de cerdos. En abril de 1981 se detectaron en La Habana varios casos de dengue hemorrágico. Cuatro niños murieron por esta situación. Se trataba de una cepa nueva del virus Nueva Guinea 1924, serotipo 02, única en el mundo para la época. Había sido procesada en un laboratorio. La CIA siempre estuvo detrás de estos experimentos biológicos. Cuba no ha sido el único país afectado por esta política. En su patio trasero, organizaciones de Estados Unidos les inocularon sífilis, gonorrea y otras enfermedades de transmisión sexual a unos 1.500 guatemaltecos entre 1946 y 1948. El objetivo era estudiar en humanos la capacidad de prevenir esas patologías para probar sobre ellas el alcance de la penicilina. Un grupo de 444 afectados y sus familiares iniciaron un pleito por mil millones de dólares en EE.UU. Un juez federal en Maryland la consideró procedente en enero de 2019. Demandaron a la Fundación Rockefeller, al grupo farmacéutico Bristol-Myers Squibb y además a la Universidad Johns Hopkins. La misma que hoy lleva en tiempo real el mapa del coronavirus

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Médicos de primera clase, pero ciudadanos de segunda

Fuente: Lee Yaron | Haaretz Fecha: 23 de marzo de 2020 Foto: La doctora Suad Haj Yihye Yassin en el Centro Médico Sheba, Tel Hashomer, 16 de marzo de 2020. Tomer Appelbaum Traducido del inglés para Rebelión por J. M. Representan el 17 por ciento de los médicos del país y salvan vidas judías las 24 horas de los siete días de la semana. Pero cuando se trata de representación en el Gobierno, incluso en los tiempos del coronavirus, Netanyahu cree que son un peligro. Una sala COVID-19 en el Centro Médico Rambam, Haifa, 9 de marzo de 2020. Rami Shllush Era sábado por la noche y acababa de terminar un turno de emergencia de 12 horas en el Centro Médico Sheba Tel Hashomer, para tratar a pacientes sospechosos de coronavirus que estaban aislados. La doctora Suad Haj Yihye Yassin llegó finalmente a su casa para descansar un poco antes de su siguiente turno, se sentó en su sala de estar para ver al Primer Ministro Benjamin Netanyahu dirigirse a la nación sobre la situación de emergencia con la que está tan familiarizada. Tiene 31 años, al final de su residencia en inmunología clínica. Ella y su esposo, que es cirujano, viven en Tel Hashomer, en las afueras de Tel Aviv, donde crían a su hija de 3 años entre sus largos turnos. “Atiendo a todos los que vienen al hospital, nunca he diferenciado y nunca me importará si son judíos o árabes. Cada persona, sin importar su raza o género, recibirá la mejor atención de mi parte”, dice. “Cuando llego a casa de la sala de emergencias, después de haber dado todo para tratar a todos y oigo al primer ministro decir que tenemos que formar un Gobierno de unidad nacional para enfrentar la crisis, pero sin los árabes, como si nosotros fuésemos ciudadanos de segunda categoría, duele. ¿Por qué está bien para nosotros estar en primera línea en los hospitales que se ocupan del virus pero no es legítimo para nosotros estar en el Gobierno? La semana pasada se encontró con una serie de publicaciones en las redes sociales de Netanyahu, quien escribió repetidamente en su página de Facebook que un gobierno con la Lista Conjunta predominantemente árabe sería «un desastre para Israel» o un » peligro para Israel«. El domingo Netanyahu agregó: “Mientras el primer ministro Netanyahu está manejando una crisis global y nacional sin precedentes de la manera más responsable y equilibrada, Gantz [Benny, el presidente de Azul y Blanco] galopa hacia un gobierno minoritario que depende de Balad, Heba Yazbak y otros partidarios del terror, en lugar de unirse a un Gobierno nacional de emergencia que salvará vidas». «Es triste escuchar que el primer ministro se refiere a mí como una amenaza cuando en realidad somos nosotros quienes neutralizamos el peligro y salvamos a los pacientes», dice Yassin. “En los hospitales el trabajo conjunto de los equipos árabes y judíos es un ejemplo de convivencia. Todos trabajamos juntos, hombro con hombro, sin distinciones». Sus comentarios arrojan luz sobre una pieza faltante del rompecabezas político-médico de las últimas semanas que Netanyahu está tratando de ocultar. Según cifras oficiales del Ministerio de Salud y la Oficina Central de Estadística, a petición de Haaretz, el 17 por ciento de los médicos de Israel, el 24 por ciento de sus enfermeras y el 47 por ciento de sus farmacéuticos son árabes. Si los médicos y enfermeras árabes se pusieran en huelga como respuesta al provocador discurso del Gobierno o si incluso amenazaran con parar hasta que estuvieran debidamente representados en el Gobierno, el sistema de salud no sería capaz de lidiar con la crisis del coronavirus y la ecuación que Netanyahu está tratando de afirmar como la verdad, se vendría abajo. Pero a partir de conversaciones con médicos árabes en varios hospitales israelíes surge en repetidas ocasiones que están dispuestos a cooperar desconectándose del discurso nacional entre la crisis de salud y la crisis política. La mayoría de los médicos a los que se dirigió Haaretz no solo se sorprendieron ante la perspectiva de que podrían negarse a tratar a las personas durante una crisis debido al racismo que sufren, sino que incluso se negaron a responder preguntas sobre sus experiencias de intolerancia o discriminación. «Nos hemos acostumbrado que en este país digan que no somos seres humanos, no nos sorprende», dijo una doctora que no quería ser identificada. “Si decimos algo podrían despedirnos o vernos como problemáticos. Queremos hacer el trabajo para el que tanto estudiamos, salvar vidas y tratar de olvidar el racismo. En los hospitales todos son igualmente susceptibles a la muerte y lo recordamos. Quizás el coronavirus recuerde al público judío que todos somos iguales». Yassin testifica que en contraste con las buenas relaciones entre el personal médico judío y árabe, que constituyen un modelo para la cooperación judío-árabe, cuando se trata de las actitudes de los pacientes, la política y el racismo con frecuencia ingresan al hospital. Dice que en los últimos años ha encontrado periódicamente racismo de pacientes judíos que se negaron a que ella los tratase porque es árabe. «Tuve una paciente que vino a mí de otro departamento y me dijo que se había negado a ser admitida allí porque los médicos eran árabes», recuerda. “La miré y le dije que yo también soy árabe y pareció sorprendida. Dijo que no lo parezco y pidió otro médico para tratarla. «Estoy orgullosa de ser árabe, de ser médico y de salvar vidas», dice. “Una vez tuve un paciente que sufría de dolores de estómago, me retrasé con otro paciente cuya condición era más urgente y la primer paciente y su esposo comenzaron a gritarme que soy una árabe sucia y que no debería estar trabajando en un hospital. Lo ignoré y le atendí de todos modos”. Yassin ha estado trabajando en el sistema de salud algo menos de una década, pero el profesor Jihad Bishara, director de la unidad de enfermedades infecciosas del Centro Médico Rabin Hospital Beilinson en Petah Tikva, ha estado tratando a judíos y árabes durante 30 años. En

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La hora de la condonación de la deuda para América Latina

Fuente:  CELAG.org Fecha: 20 de marzo de 2020 Desde el  abogamos por un tratamiento justo, solidario y eficiente respecto de la deuda externa de América Latina. En esta emergencia, la prioridad son nuestros pueblos. Ahora que el mundo ha asumido un tono más humano y cooperativo en lo económico ante la pandemia del Covid-19, desde el Centro Estratégico Latinoamericano de Geopolítica (CELAG) solicitamos la condonación de la deuda externa soberana de los países de América Latina por parte de FMI y de otros organismos multilaterales (BID, BM, CAF) e instamos a los acreedores privados internacionales a que acepten un proceso inmediato de reestructuración de la deuda que contemple una mora absoluta de dos años sin intereses. La Conferencia de las Naciones Unidas para el Comercio y Desarrollo prevé una pérdida de ingresos globales de 2 billones de dólares como consecuencia de esta crisis. Y, por su parte, la Organización Internacional del Trabajo estima que 25 millones de empleos en el mundo están en riesgo. Y sigue la salida de capitales de los países emergentes. Ya está en valor récord: 60.000 millones de dólares en menos de dos meses (Instituto Internacional de Finanzas). Ante tantas dificultades, la condonación de la deuda externa es una acción tan justa como necesaria. Lo mismo ocurrió en otros momentos históricos marcados por grandes catástrofes como guerras, enfermedades y pandemias. Esta es una oportunidad única para evitar que el peso de la deuda sea un escollo aún mayor que añadir al complejo reto de superar este momento social y económico tan crítico. Uno de los ejemplos más conocidos fue el que se produjo después de que Alemania fuera devastada en la Segunda Guerra Mundial. En la Conferencia de Londres de 1953 se acordó perdonar cantidades sustanciales de su deuda. No fue la única vez que esto se llevó a cabo a lo largo de nuestra historia más reciente. Hay un sinfín de casos en los que la deuda externa fue perdonada. Nadie puede dudar de que este es un momento oportuno para hacerlo si se quiere afrontar con éxito esta situación tan difícil. No podemos exigir a los países que hagan políticas efectivas en materia de salud pública para afrontar la actual pandemia y, al mismo tiempo, pretender que sigan cumpliendo con sus obligaciones de deuda; no podemos exigirles que implementen políticas económicas que compensen los daños de esta catástrofe a la par que deben seguir pagando a sus acreedores. Es absolutamente incompatible hacer efectivo un plan de reestructuración económica en el futuro próximo con los actuales niveles de endeudamiento externo (en promedio, supone el 43,2% del PIB en América Latina). Tal como se hiciera con la resolución aprobada el 10 de septiembre de 2015 sobre los Principios Básicos de los Procesos de Reestructuración de la Deuda Soberana, ahora debemos dar un nuevo paso y, por eso, desde CELAG solicitamos a las Naciones Unidas que a la mayor urgencia convoque a la Asamblea General para discutir una resolución que proporcione el marco legal internacional para llevar a cabo esta estrategia efectiva de condonación de la deuda externa de América Latina y fomentar el proceso de reestructuración (con mora de dos años) con los acreedores privados. También instamos al resto de organizaciones internacionales a que se sumen a esta iniciativa de solicitud de la condonación de la deuda. Invitamos a centros de pensamiento, universidades, instituciones religiosas, sindicatos, patronales y gobiernos a que se unan a este pedido. No sólo es una cuestión de solidaridad, sino también de eficiencia.

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Las grandes farmacéuticas se aprestan a lucrarse con el coronavirus

Fuente: Sharon Lerner | The Intercept Fecha: 17 de marzo de 2020 Traducido del inglés para Rebelión por Sinfo Fernández A medida que el nuevo coronavirus propaga enfermedades, muertes y catástrofes por todo el mundo, prácticamente ningún sector económico ha podido evitar los daños. Sin embargo, en medio del caos de la pandemia mundial, hay una industria que no solo está sobreviviendo sino que se está beneficiando enormemente. “Las compañías farmacéuticas ven en el Covid-19 una oportunidad única en la vida para hacer un gran negocio”, dijo Gerald Posner, autor de “Pharma: Greed, Lies, and the Poisoning of America”. Por supuesto que el mundo necesita productos farmacéuticos. En particular, para el nuevo brote del coronavirus necesitamos tratamientos y vacunas y, en EE. UU., tests. Docenas de compañías rivalizan ahora para hacerlos. “Todos se han apuntado a esa carrera”, dijo Posner, quien describió como enormes los beneficios potenciales en caso de ganar la carrera. La crisis global “será un éxito de taquilla para esa industria en términos de ventas y ganancias”, dijo, y agregó que “cuanto peor sea la pandemia, mayores serán sus futuras ganancias”. La capacidad de ganar dinero con los productos farmacéuticos es ya excepcionalmente grande en EE. UU. al carecer de los controles básicos de precios que tienen otros países, lo que brinda a las compañías farmacéuticas más libertad para fijar los precios de sus productos que en cualquier otro lugar del mundo. En la actual crisis, los fabricantes de productos farmacéuticos pueden tener aún mayor margen de beneficios de lo habitual debido al discurso que los grupos de presión de la industria metieron en un paquete de gasto para el coronavirus de 8.300 millones de dólares, aprobado la semana pasada, para maximizar sus ganancias a causa de la pandemia. Algunos legisladores trataron inicialmente de asegurarse que el gobierno federal limitaría la cantidad de compañías farmacéuticas que podrían recoger los frutos de las vacunas y los tratamientos para el nuevo coronavirus que se desarrollaran con el uso de fondos públicos. En febrero, la representante Jan Schakowsky, demócrata por Illinois., y otros miembros de la Cámara escribieron a Trump pidiéndole que “asegurara de que cualquier vacuna o tratamiento desarrollado con dólares de los contribuyentes estadounidenses sería accesible, disponible y asequible”, un objetivo que alegaron no podría cumplirse “si las corporaciones farmacéuticas tienen autoridad para establecer precios y determinar la distribución, poniendo los intereses con fines de lucro por encima de las prioridades de salud”. Cuando la financiación del coronavirus estaba negociándose, Schakowsky lo intentó de nuevo escribiendo al Secretario de Salud y Servicios Humanos, Alex Azar, el 2 de marzo postulando que sería “inaceptable que los derechos para producir y comercializar esa vacuna se entregaran posteriormente a un fabricante farmacéutico a través de una licencia exclusiva sin condiciones respecto al precio o acceso, lo que permitiría que esa compañía cobrara lo que quisiera y vendiera fundamentalmente la vacuna al público que pagó para que pudiera desarrollarse”. Pero muchos republicanos se opusieron a agregar una redacción al proyecto de ley que restringiera la capacidad de ganancias de la industria, argumentando que eso sofocaría la investigación y la innovación. Y aunque Azar, que trabajó como principal grupo de presión y jefe de operaciones de Estados Unidos para el gigante farmacéutico Eli Lilly antes de unirse a la administración Trump, aseguró a Schakowsky que compartía sus preocupaciones, el proyecto de ley continuó consagrando la capacidad de las compañías farmacéuticas para establecer precios potencialmente exorbitantes para las vacunas y medicamentos que se desarrollan con los dólares de los contribuyentes. El paquete final de la ayuda no solo omitió el lenguaje que habría limitado los derechos de propiedad intelectual de los fabricantes de medicamentos, sino que prohibía específicamente al gobierno federal emprender cualquier acción en caso de sentir  preocupación de que los tratamientos o vacunas desarrolladas con fondos públicos tuvieran un precio demasiado alto. “Esos grupos de presión merecen una medalla de sus clientes farmacéuticos al haber liquidado esa disposición de propiedad intelectual”, dijo Posner, quien agregó que el lenguaje que prohíbe que el gobierno responda al aumento de precios fue aún peor. “Permitirles tener este poder durante una pandemia es indignante”. La verdad es que sacar provecho de la inversión pública es también un negocio habitual para la industria farmacéutica. Desde la década de 1930, los National Institutes of Health  (NIH) han invertido unos 900.000 millones de dólares en investigaciones que las compañías farmacéuticas utilizaron para patentar medicamentos de marca, según los cálculos de Posner. Cada medicamento aprobado por la Food and Drug Administration entre 2010 y 2016 involucró ciencia financiada con dólares de los impuestos a través del NIH, según el grupo de defensa Patients for Affordable Drugs. Los contribuyentes gastaron más de 100.000 millones de dólares en esa investigación. Entre los medicamentos que se desarrollaron con algunos fondos públicos y se convirtieron en grandes ingresos para las empresas privadas se encuentran el medicamento contra el VIH AZT y el tratamiento contra el cáncer Kymriah, que Novartis vende ahora por  475.000 dólares. En su libro “Pharma”, Posner señala otro ejemplo de compañías privadas que obtienen ganancias exorbitantes de medicamentos producidos con fondos públicos. El medicamento antiviral sofosbuvir, que se utiliza para tratar la hepatitis C, surgió de una investigación clave financiada por los NIH. Ese medicamento es ahora propiedad de Gilead Sciences, que cobra 1.000 dólares por píldora, mucho más de lo que muchas personas con hepatitis C pueden pagar; Gilead ganó 44.000 millones de dólares del medicamento durante sus primeros tres años en el mercado. “¿No sería genial que algunas de las ganancias de esos medicamentos volvieran a la investigación pública en los NIH?”, se preguntaba Posner. En cambio, esas ganancias han financiado enormes bonificaciones para los ejecutivos de las compañías farmacéuticas y una comercialización agresiva de medicamentos para los consumidores. También se han utilizado para impulsar aún más la rentabilidad del sector farmacéutico. Según los cálculos de Axios, las compañías farmacéuticas obtienen el 63% de las ganancias totales de la atención médica en EE. UU. Eso se debe en parte al éxito de sus esfuerzos de cabildeo. En 2019, la industria farmacéutica gastó 295 millones de dólares en cabildeo, mucho más que cualquier

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La salud pública. La lección que deja la pandemia

Fuente: Sandra Russo | Página/12 Fecha: 14 de marzo de 2020 Desde Madrid, el veterano dirigente de Izquierda Unida Julio Anguita, tuiteó: “Recuerden esto cada vez que les digan ´la sanidad privada es más barata´. El coronavirus está poniendo en evidencia lo que ya sabíamos, que la sanidad privada es parasitaria de la pública. Empresas multimillonarias cuyo modelo de negocio depende de derivar pacientes graves a la pública y de desentenderse cuando pasa algo como esto”. Un enfermero del Hospital Central de Madrid –donde el equipo de gobierno está siendo testeado después de la ministra de Igualdad, Irene Montero, diera positivo, y su pareja, Pablo Iglesias, brindará con el rey–, informaba en un canal de televisión, ayer, que la situación dentro de los hospitales es caótica. Falta de todo. Desde insumos hasta personal. Falta planificación y dirección. Contratan personal médico temporario pero no hay partidas presupuestarias para contratar más personal de limpieza en esos hospitales colapsados. Desde Nueva York, la cantante y compositora Isabel de Sebastián posteaba esta semana: “Estoy en el país económicamente más poderoso del mundo, pero gran parte de la población no va al médico porque el seguro es carísimo e igualmente pagas una fortuna deducible antes de que el sistema comience a pagar algo. No hay salud pública salvo para gente indigente y jubilados. Trump le sacó los fondos a las organizaciones encargadas de este tipo de catástrofes hace meses, están desfinanciadas y hacen lo que pueden. A cargo de la crisis está Pence, culpable de muertes en los tiempos de la epidemia del VIH por haber votado contra la financiación del test. El gobierno dice que hay kits de análisis, pero las noticias muestran a médicos de hospital diciendo que no los tienen. Los médicos a domicilio aquí no existen, y desde hace unos días los hospitales te piden que no vayas si tenés fiebre o tos”. Ayer el New York Times reafirmó la falta generalizada de kits de prueba de coronavirus en Estados Unidos. El día anterior el New Yorker publicó en su tapa una caricatura de Trump con el barbijo puesto pero en los ojos. Ahora Trump deberá conseguirse un kit, ya que un funcionario de Bolsonaro con el que se reunió hace poco dio positivo. La distopía nos venía corriendo. Mordiéndonos los talones. Los medios opinan y opinan y opinan. Opinan los entrevistados y los entrevistadores. Hay que llenar el tiempo al aire y hay conteos de infectados, indicaciones contradictorias (¿Es obligatorio u opcional hacer cuarentena después de un viaje? ¿El barbijo protege o fragiliza?), alertas cada cinco minutos y noticias de todo el mundo. La más estremecedora llega de Italia, donde también la salud pública sufrió en los últimos años uno de esos recortes que tanto le gustan al FMI. Fueron una de sus pruebas de “confianza”. No alcanzan los respiradores, y los paramédicos deben elegir a quién salvar, y optan por los jóvenes. La distopía ya nos alcanzó. El Italia no se tomaron las medidas a tiempo, no existió ni por asomo la decisión china de aislar una ciudad entera cuando hubo quinientos casos, sin perder ni un día desde que sospecharon, pese a desconocer todavía el origen del virus, que se trataba de un fenómeno de alto poder de contagio. Corea del Norte al día siguiente también cerró su frontera con China. Todavía no reporta ni un caso. La inexistencia de medidas masivas y de reflejos rápidos que mostró China se hizo esperar en Europa. Quizá se les haya ocurrido. Pero no tienen con qué. La peste nos está mostrando que los Estados fuertes y la salud pública tienen poderosas razones para existir en beneficio de toda la población, porque este virus tiene dos tipos de seres más vulnerables que otros: los ancianos con enfermedades preexistentes a veces sencillamente por la edad, y los viajeros. ¿A qué guionista se le hubiera ocurrido? Probablemente gracias a la fuerte decisión de un Estado como el chino, allí la infección se amesetó y comenzó a bajar rápidamente, mientras su traslado a países de Estados debilitados por el neoliberalismo encontró escenarios fértiles para la propagación. Occidente tiene además sus medios, que hacen difícil discernir hasta dónde llega la pandemia y hasta dónde el pánico y la especulación. De este modo, observamos cómo el sistema cuya degradación siempre hemos denunciado por su elitismo y su crueldad, se adapta perfectamente a la muerte en todas sus formas. Las muertes por desnutrición, por falta de atención médica, por depresión y ahora por su fragilidad financiera cuando el que debe actuar es el Estado, incapaz de gestos drásticos después de décadas de recortes. Hace tres meses en este país no había ni ministerio de Salud. No hay que olvidarlo ni un minuto cuando comience la cizaña. Este desastre vuelve a mostrar la mala entraña capitalista en su peor faceta. Deberían repartir por la calle el alcohol en gel que ya no se consigue en las farmacias de ninguna parte. Nos hay aprovisionamientos de alimentos coordinados para las poblaciones en cuarentena, no hay distribución de agua potable ni barbijos ni, como en Estados Unidos, kits de prueba al alcance de cualquiera que tenga los síntomas. ¿Es concebible una situación más lacerante que la de un país cuyos hospitales en lugar de recibir a los enfermos les piden que no vayan, sabiendo que se trata de gente que no tendrá ningún tipo de atención médica? Se llama abandono de persona, y lo están haciendo Estados que nunca reconocieron el valor universal de lo público y hace décadas que se dedican a alimentar la salud prepaga. Una vez más, este caos que nos mantiene en estado de excepción permanente –ese estado que según Giorgio Agamben es el que buscan los Estados autoritarios de las nuevas derechas–, nos confirma que los Estados nacionales, cuando fueron creados, trajeron paz después de siglos de guerras ininterrumpidas porque por primera vez el diezmo que antes se le pagaba al conde, al duque o al rey se convirtieron en impuestos para ver nacer, poco después, la salud y la educación

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Nace el otro Chile

Fuente: Pedro Brieger | CNN en Español Fecha: 13 de marzo de 2020 Nota del editor: Pedro Brieger es un periodista y sociólogo argentino, autor de más de siete libros y colaborador en publicaciones sobre temas internacionales. Actualmente se desempeña como director de NODAL, un portal dedicado exclusivamente a las noticias de América Latina y el Caribe. Colaboró con diferentes medios nacionales como Clarín, El Cronista, La Nación, Página/12, Perfil y para revistas como Noticias, Somos, Le Monde Diplomatique y Panorama. A lo largo de su trayectoria Brieger ganó importantes premios por su labor informativa en la radio y televisión argentina. Las opiniones expresadas en esta columna son exclusivas del autor. (CNN Español) — Este 11 de marzo de 2020, Chile conmemoró 30 años seguidos de democracia después de casi 17 de la dictadura comandada por el general Augusto Pinochet, quien lideró el golpe de Estado del 11 de septiembre de 1973. En las calles de Santiago y en otras ciudades a lo largo del país, lo que menos primó fue un clima de fiesta democrática. Paradójicamente, había tanquetas lanzando agua y gas lacrimógeno contra manifestantes que pedían la renuncia del presidente Sebastián Piñera y la profundización de la democracia. Por vía del plebiscito del próximo 26 de abril, proponen que una Convención Constitucional redacte una nueva carta magna. No es muy habitual que un país conmemore el retorno democrático con tanquetas en las calles. Seguramente el día que Piñera decidió lanzar su candidatura para ser elegido presidente de Chile por segunda vez, pensó que su nuevo mandato no sería muy diferente del primero, entre 2010 y 2014. Salvo las protestas estudiantiles de 2011, aquellos fueron cuatro años de relativa tranquilidad, con Chile presentado como “modelo” de éxito económico y sin grandes turbulencias como las que vivían varios de sus países vecinos. Piñera asumió nuevamente el 11 de marzo de 2018 y se encaminaba a cerrar 2019 con dos grandes eventos internacionales que le servirían para mostrar que -según sus propias palabras- “Chile era un oasis” en una América Latina convulsionada. Pero el 18 de octubre de 2019, sorpresivamente, todo estalló por los aires. Miles de personas tomaron las calles para cuestionar el “modelo”, exigir profundos cambios y derogar la Constitución redactada durante la dictadura. Con mucho dolor, Piñera tomó la decisión de suspender la programada Conferencia de las Naciones Unidas sobre Cambio Climático y el Foro de Cooperación Económica Asia-Pacífico, lo que dañó justamente la imagen de Chile como “oasis” de estabilidad. Este 11 de marzo, el presidente habló en el Palacio de La Moneda y reconoció que el 18 de octubre de 2019 “surgió una poderosa demanda ciudadana para avanzar con mayor intensidad y sentido de urgencia hacia una sociedad más justa, más inclusiva, con mayor equidad y con menos abusos y privilegios”. Estas palabras sonaban muy diferentes de aquellas que pronunció el 20 de octubre, cuando aseguró que “estamos en guerra contra un enemigo poderoso, implacable”. Finalmente, tuvo que reconocer que las demandas expresadas en las calles eran legítimas. Chile ya no es el país que dejó Pinochet el 11 de marzo de 1990, pero tampoco el que querría dejar Sebastián Piñera.

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