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La reforma tributaria que necesitamos

Fuente: Alfredo Serrano Mancilla | Celag.org Fecha: 6 de junio de 2020 Existe una vieja discusión en Economía sobre si los impuestos afectan positiva o negativamente al crecimiento y al desarrollo. La literatura académica en este sentido es muy vasta y variada; hay estudios para todos los gustos. Unos afirman que mayores impuestos perjudican la actividad económica, genera desempleo e incentiva la fuga de capitales. En cambio, otros, sí demuestran que la mayoría de países desarrollados tienen impuestos elevados, y gozan de altos niveles de crecimiento y bienestar social. Es imposible tener una única respuesta para tal dilema, porque todo depende de múltiples variables. Y entre las más determinantes está aquella que se centra en una cuestión muy olvidada por la Ciencia Económica dominante (la neoclásica), que sirve como base teórica para el modelo neoliberal: ¿quién paga qué? No es lo mismo un sistema tributario que hace pagar a quien produce que aquel otro que grava a quien especula financieramente; tampoco es lo mismo cuando se grava a los salarios de los trabajadores mientras se permite que los beneficios empresariales de los grandes capitales apenas tributen. América Latina no está ajena a esta controversia, aunque sí es cierto que la mayoría de debates económicos en la región se centran más en la restricción externa, por el alto grado de dependencia de las economías locales con el sistema-mundo. No obstante, en tiempos de pandemia, con una economía global más que afectada y con mucha necesidad de recaudación interna para sostener un sistema sólido de salud, la discusión tributaria reaparece con mucha fuerza en la escena pública. La región recauda poco, a pesar de lo que cacarean las usinas conservadoras y neoliberales. Los datos hablan por sí solos: la recaudación tributaria en América Latina supone el 23,1% del PIB para el año 2018, mientras que este mismo valor es del 34,3% para países OCDE o 40,3% para la Unión Europea. Existe, por tanto, mucho margen inteligente de recaudación para ganar en justicia social; y también en eficiencia. América Latina necesita actualizar cuanto antes su obsoleta matriz de tributos en relación a los siguientes ejes: Es inadmisible que la tasa legal del impuesto que tienen que pagar las empresas difiera tan significativamente de la tasa efectiva, la que realmente pagan. Este es un fenómeno regional: en Argentina, la tasa legal es del 30%, pero a la hora de la verdad, el tipo impositivo efectivo sobre sus beneficios es del 7,6%; en México, esta relación es de 30% a 7,4%; en Perú, de 29,5% a 8,8%; en Colombia, de 33% a 9,8%. ¿Por qué ocurre esto? Porque la mayoría de las empresas usan múltiples mecanismos para reducir la base imponible sobre la que se aplica el tipo impositivo. Ante esta brecha efectiva en la recaudación, es urgente implementar un marco legal no tan elusivo. Las empresas trasnacionales de alta tecnología (Google, Apple, Facebook y Amazon) apenas pagan tributos en América Latina. Existe un gran vacío, deliberado, para que estos gigantes facturen y puedan, así, trasladar sus beneficios a guaridas fiscales evadiendo impuestos. En América Latina, la participación de la economía digital está creciendo cada vez más (15,9% PIB en México; 16,2% en Argentina, 21,6% en Brasil), y en cambio, la recaudación por este concepto no refleja tal proporción. No puede ser que un pequeño empresario en Argentina o Colombia pague su impuesto, y Google o Amazon no. Es por ello que el diseño de impuestos sobre la actividad económica de estas grandes tecnológicas es un imperativo para Latinoamérica. Las grandes fortunas han de contribuir en relación a su capacidad económica. Este debate es actual en Argentina y Chile, y también en muchos otros países de la región. Según el último estudio hecho por Celag, aplicando un impuesto aproximado al que tiene Uruguay en el resto de países de la región se lograría recaudar un extra de algo más de 51 mil millones de dólares; si aplicáramos el vigente en Colombia, se obtendrían casi 26.000 millones de dólares. Lo importante de este tributo es que se podría denominar “impuesto que no afecta a casi nadie”; en América Latina, según el Credit Suisse Research Institute, hay 673 mil personas que serían afectadas, es decir, solo el 0,2% de la población total adulta. Las actividades económicas ficticias, las no reales, en su mayoría especulativas en el campo financiero, han de ser penalizadas tributariamente. En América Latina, según Cepalstat, la intermediación financiera representaba el 17,6% del PIB (año 2018), y, por el contrario, apenas contribuía a recaudar tributos. Por ejemplo, el impuesto a las transacciones financieras en América Latina solo representa el 0,26% del PIB (año 2018). El orden neoliberal financiarizó la economía global y, sin embargo, no es posible que aún no haya habido un reseteo de la matriz tributaria en esa dirección. A estos cuatro ejes deberíamos de añadir la lucha contra la evasión. Como afirma Nicolás Oliva en un texto publicado por Celag, “América Latina es el campeón mundial en ocultamiento de riqueza: el 27% de la riqueza privada está registrada en guaridas fiscales”. Es perentorio iniciar políticas efectivas que eviten esta hemorragia fiscal. Y en este ámbito, una de las prioridades es acabar de una vez por todas con el fenómeno de precios de transferencias (según Cepal asciende al 1,5% del PIB regional). Otro tema crucial es avanzar en la implementación del proyecto BEPS (Erosión de la Base Imponible y el Traslado de Beneficios), elaborado por la OCDE, para acabar con la evasión fiscal de las multinacionales. En definitiva, es ahora el momento indicado para fijar las pautas de un nuevo consenso en materia tributaria en América Latina en pro de sintonizar con la economía que queremos y necesitamos, tanto para afrontar la pandemia como para todo lo que se vendrá después. No hay Estado de Bienestar sin un sistema tributario que lo haga sostenible. Alfredo Serrano Mancilla Dr. en Economía Aplicada (UAB). Director de CELAG (España) Alfredo Serrano Mancilla es doctor en Economía por la Universidad Autónoma de Barcelona (UAB), España. Realizó estancias predoctorales en Módena y Bolonia (Italia) y

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La derecha brasileña ha fracasado nuevamente

Fuente: Emir Sader | América Latina en Movimiento Fecha: 5 de junio de 2020 La historia de la derecha brasileña es una historia sucesiva de fracasos. Brasil fue liderado, ininterrumpidamente, por la derecha, hasta la crisis de 1929. La responsabilidad de la crisis cayó unánimemente en la derecha, porque era liberal y el liberalismo permitió que la crisis se extendiera, con su opinión de que el mercado produce periódicamente una crisis, pero el mismo reconstruye a la economía, algunas empresas más frágiles se quiebran, mientras las más sólidas saldría más fuertes y la economía seguiría adelante. Pero esa vez la recesión fue más profunda que nunca, el desempleo en los Estados Unidos e Inglaterra alcanzó el 30%, y el mercado no pudo restaurar la economía y el empleo. Todas las reacciones fueron antineoliberales, ya sea el fascismo, la URSS o el Estado del bienestar. Esto, con Roosevelt regresando a Keynes, se convirtió en el modelo de gobierno hegemónico durante décadas. Europa tuvo tres décadas de pleno empleo. Un presidente de derecha en los Estados Unidos, como Richard Nixon, llegó a decir, a principios de la década de 1970: «Todos somos keynesianos». Quien implementó el Estado del bienestar en Europa no fue predominantemente la socialdemocracia, sino la derecha, en Alemania, Italia, Francia, Inglaterra, por lo que este tipo de estado fue consensuado. Durante décadas, no se habló de educación privada, sino de educación pública. El liberalismo desapareció de la escena política, considerada una ideología exótica, que defendía posiciones antiestatales, completamente contrarias al consenso mayoritario. En Brasil, la derecha fue derrotada sucesivamente desde que fue derrotada por la revolución de Getulio Vargas, en 1930. Su último presidente, antes de 1930, Washington Luis, se destacó por la declaración de que «el problema social es un asunto de la policía». Después del gobierno de Vargas, la derecha fue derrotada sucesivamente. La caída de Getulio, en 1945, no representó el fin del getulismo, que continuó con el propio Getulio en 1950. La derecha se concentró en las ofensivas golpistas, coordinadas por la Escuela Superior de Guerra, fundada por Golbery do Couto e Silva y Castelo Branco – los mismas que finalmente lideraron el golpe de 1964. El suicidio de Vargas en 1954,  pospuso la dictadura durante diez años, pero antes de eso, el gobierno de Kubitschek representó un cambio estructural importante, con la llegada de inversiones masivas desde EEUU, con la industria automotriz como el punto más avanzado , que cambió la dirección del desarrollismo brasileño, ahora bajo la hegemonía del capital extranjero. Goulart fue vicepresidente de Kubitschek, mostrando cómo los sectores populares estaban subordinados en el nuevo bloque gubernamental.  La mayor victoria de la derecha en la historia de Brasil no ocurrió de manera democrática, sino a causa del golpe de estado de 1964, que terminó con un período de inestabilidad política y afirmó un modelo económico que, para el capitalismo brasileño, fue eficiente. Afirmó el camino brasileño como una alternativa en América Latina, allanando el camino para otras dictaduras en Uruguay, Chile y Argentina, que sin embargo no tuvieron éxito, porque perdieron el final del ciclo expansivo del capitalismo, utilizado por Brasil. La dictadura militar fue el período más exitoso para la derecha brasileña. En la democratización, logró derrotar una salida de amplia redemocratización del país, así puso en práctica un modelo económico distinto. El gobierno de Sarney fue una victoria para la derecha, al evitar una salida a la izquierda de la dictadura, pero fue un fracaso político como gobierno. La otra gran victoria de la derecha se dio en el período neoliberal, con los gobiernos de Collor y Cardoso. Se las arreglaron para imponer la ideología neoliberal. Políticamente derrotaron a Lula y al PT tres veces seguidas, dos de ellos en la primera ronda. Parecía que enterrarían a la izquierda y consagrarían al neoliberalismo, con la condena del Estado, del gasto público, de los derechos de los trabajadores, con el ajuste fiscal como un valor absoluto. El giro de la página del getulismo, anunciado por FHC, tenía la intención de pasar la página de la división derecha-izquierda, de las alternativas de izquierda al neoliberalismo, del liderazgo de Lula, del PT, de los sindicatos y de todos los movimientos sociales.  Fue una victoria para la derecha cambiar la centralidad de los problemas sociales, en el país más desigual del continente más desigual, a la agenda neoliberal: inflación, gasto excesivo e ineficiente del Estado, el mercado como el mejor asignador de recursos, que han permanecido en la opinión pública hasta hoy, excepto en los años de los gobiernos del PT. La inflación fue contenida, pero, sin políticas sociales, la desigualdad social aumentó, la recesión tuvo lugar, junto con el desempleo. La victoria se convirtió en una derrota. Los años de los gobiernos del PT fueron los de la mayor derrota de la derecha hasta ahora en la historia de Brasil. Brasil vivió sus años más virtuosos, con desarrollo económico, distribución del ingreso, reducción de las desigualdades, aumento de la inclusión social. La economía creció sin una inflación incontrolada o un desequilibrio desordenado en las cuentas públicas. El déficit de la seguridad social disminuyó, con la creación de más de 20 millones de empleos formales. El sueldo mínimo subió un 70% por encima de la inflación. La democracia política se mantuvo plenamente, al igual que la libertad de prensa. La imagen de Brasil en el mundo nunca había sido tan buena, el país proyectó a Lula como el líder político mundial más importante. Derrotada la derecha en cuatro elecciones democráticas, ha intentado sabotear a los gobiernos del PT desde su inicio. Acusaciones de corrupción, apoyadas por acciones ilegales de sectores del Poder Judicial, complicidad silenciosa con otros, campañas en los medios para desestabilizar a los gobiernos, finalmente movilizaciones para generar el clima que hizo posible el golpe del 2016 en contra de Dilma Rousseff.  Nueva y abrumadora victoria para la derecha. ¿Qué pasó? Hace cuatro años, podemos darnos cuenta del desastre en el que tuvo lugar la acción concertada de la derecha: medios de comunicación, empresas, poder judicial: en el mayor desastre de la historia de

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¿Volver a la normalidad?

Fuente: Atilio Borón | Blog de Atilio Borón Fecha: 23 de mayo de 2020 La cruel pandemia que azota a la humanidad ha despertado reacciones de todo tipo. Unos pocos la ven como la cruel pero fecunda epifanía de un mundo mejor y más venturoso que brotará como remate inexorable de la generalizada destrucción desatada por el coronavirus. Si Edouard Bernstein creía que el solo despliegue de las contradicciones económicas ineluctablemente remataría en el capitalismo, sus actuales (e inconscientes) herederos apuestan a que el virus obrará el milagro de abolir el sistema social vigente y reemplazarlo por otro mejor  El trasfondo religioso o mesiánico de esta creencia salta a la vista y nos exime de mayores análisis. Otros la perciben como una catástrofe que clausura un período histórico y coloca a la humanidad ante un inexorable dilema cuyo resultado es incierto. Quienes  abrevan en este argumento están lejos de ser un conjunto homogéneo pues difieren en dos temas centrales: la causalidad, o la génesis de la pandemia, y el mundo que se perfila a su salida. En relación a lo primero hay quienes adjudican la responsabilidad de su aparición a una entelequia: “el hombre”, como los ecologistas ingenuos que dicen que aquél -entendido en un sentido genérico, como ser humano- es quien con su actividad destruye la naturaleza y entonces el Covid-19 habría también sido causado por “el hombre.” Pero la verdad es que no es éste sino un sistema, el capitalismo, quien destruye naturaleza y sociedades como lo demuestra el pensamiento marxista e, inclusive, aquellos que sin adherir a él son analistas rigurosos de la realidad, como Karl Polanyi. Sistema que con sus políticas privatizadoras y de “austeridad” (para los pobres, más no para los ricos) hizo posible la gran expansión de la pandemia. Pruebas al canto: el Covid-19  desnudó la responsabilidad de las clases dominantes del capitalismo y sus gobiernos, comenzando por el de Estados Unidos y sus “vasallos” en  el resto del mundo. Cuando se compara el número de muertes ocurridas en los países con gobiernos capitalistas con los que se registran en estados socialistas, como China, Vietnam, Cuba, Venezuela, los resultados son espeluznantes. En China los muertos por millón de habitantes son 3; en Vietnam hasta el 18 de mayo no había muerto nadie a causa del virus, y eso que tiene una población de 96 millones de personas; Cuba, con poco más de 11 millones tiene una tasa de muertos por millón igual a 7 y en la República Bolivariana de Venezuela esta ratio es de 0,4. En Argentina, con un gobierno acosado por el sicariato mediático y la gran burguesía el número es 9, pero se triplica cuando se observa al “oasis neoliberal” de Sebastián Piñera, con una ratio de 27 muertos por millón de habitantes. México, cuyo gobierno al principio cometió el error de subestimar al coronavirus está con 44 decesos por millón, por encima del promedio mundial que es 41,8. Pero luego viene el escándalo: Ecuador, donde manda el más rastrero lamebotas de Donald Trump, se lleva todas las fúnebres palmas de Nuestra América con  161 muertos por millón de habitantes, 54 veces más que China y 23 más que en Cuba. Suiza, la elegante guarida fiscal europea, registra una obscena ratio de 219 muertos por millón y Estados Unidos 283 por millón, o sea, 95 veces más que China y unas 40 veces mayor que la agredida y bloqueada Cuba. No les va  mejor a la rica Bélgica, campeona mundial con un escandaloso récord de 790 muertos por millón de habitantes y a quienes le siguen en el podio: España con 594, Italia con 532 y el Reino Unido con 521. Conclusión: los gobiernos que apostaron a la “magia de los mercados” para atender los problemas de salud de su población exhiben índices de mortalidad por millón de habitantes inmensamente superiores a los de los estados socialistas que conciben a la salud como un inalienable derecho humano. Esto se comprueba aún en países como Cuba y Venezuela pese a padecer múltiples sanciones económicas y los rigores del criminal bloqueo impuesto por Washington. En las antípodas se encuentra Brasil que con sus 18.130 muertos ocupa el sexto lugar en la luctuosa estadística de víctimas del coronavirus y con sus 85 muertos por millón de habitantes registra una incidencia 12 veces mayor que Cuba y 28 mayor que China. A su vez Chile, paradigma neoliberal por excelencia, tiene una tasa 9 veces mayor que la de China y casi cuatro veces superior a la de la acosada isla caribeña. Párrafo aparte merece el Uruguay, que gracias a los quince años de activismo estatal de los gobiernos frenteamplistas, en los cuales la inversión en salud pública fue prioritaria, registra una tasa de 6 muertos por millón de habitantes. Es de esperar que su actual presidente,  Luis Lacalle Pou, confeso admirador de Jair Bolsonaro y Sebastián Piñera, tome nota de esta lección y se abstenga de aplicar sus letales fantasías neoliberales al sistema de salud público del Uruguay. Esta disímil respuesta ofrecida por los estados capitalistas y socialistas (más allá de algunas necesarias precisiones sobre esta caracterización, que deberían ser objeto de otro trabajo) es suficiente para fundamentar la necesidad de que el nuevo mundo que se asomará una vez concluida la pesadilla del Covid-19 se caracterice por la presencia de rasgos definitivamente no-capitalistas. Es decir, un ordenamiento socioeconómico y político que revierta el desvarío dominante durante cuatro décadas cuando al impulso de la traicionera melodía neoliberal casi todos los gobiernos del mundo se apresuraron a seguir las directivas emanadas de la Casa Blanca y privatizar y mercantilizar todo lo que fuera privatizable o mercantilizable, aún a costa de violar derechos humanos, la dignidad de las personas y los derechos de la Madre Tierra. Un mundo que, siguiendo algunos razonamientos de Salvador Allende, podría ser caracterizado como “protosocialista”; es decir, como una  imprescindible fase previa para viabilizar la transición hacia el socialismo. Este período es requerido para robustecer al estado democrático; introducir rígidas limitaciones al “killing instinct”

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Colombia, EEUU y mercenarios en otro frustrado intento militar contra Venezuela

Fuente: Álvaro Verzi Rangel | Estrategia. L. A. Fecha: 10 de mayo de 2020 El gobierno venezolano desactivó parte de una operación mercenaria en la madrugada del domingo 3 de mayo, cuando intentaba ingresar con lanchas, procedentes de Coilombia, por la costa de La Guaira, zona marítima más cercana a Caracas. Ocho personas resultaron muertas y dos , uno de ellos agentes de la DEA estadounidense, detenidas. “Quién tenga alguna duda que el Gobierno neogranadino está vinculado a estas acciones sólo tienen que recordar cómo estaban protegidos los mercenarios en ese país”, dijo Diosdado Cabello, presidente de la Asamblea Nacional Constituyente, quien se preguntó quién financia a esta gente, y señaló que en la operación están involucrados el gobierno colombiano, estadounidense, agentes de la DEA, así como mercenarios ligados al narcotráfico. El intento se produjo en un momento de recrudecimiento de las presiones estadounidenses. El secretario de Estado, Mike Pompeo, afirmó que había dado instrucciones a su equipo de elaborar planes para reabrir la embajada en Caracas ya que el cambio de gobierno estaba cerca. El presidente Donald Trump firmó una orden ejecutiva el pasado jueves, para activar las unidades y miembros individuales de la reserva activa en el operativo antinarcótico con uno de sus epicentros en el mar Caribe. Elliot Abrams, afirmó que el círculo de Maduro se ha ido reduciendo, y que muchos se han acercado a negociar con el gobierno estadounidense para acordar el plan de transición propuesto por el Departamento de Estado. Estas declaraciones sirvieron para que la oposición alineada con Juan Guaidó, anticipara (nuevamente) la pronta caída de Nicolás Maduro y la consecuente formación de un gobierno de transición. Pero como en todo fracaso, el gobierno estadounidense quiso despegarse de las acciones del domingo, ya que no existe consenso interno para realizar este tipo de maniobras mercenarias en vista de la crisis que atraviesa el país por el covid-19 y los medios han asumido un rol crítico a las señales de guerra lanzadas desde la Casa Blanca, afirmando que un escenario de esas características sería un error y no tendría apoyo interno. Pero la periodista Patricia Poleo, militante de la derecha,  publicó en Estados Unidos la prueba del contrato donde se observa la firma de Juan Guaidó, JJ Rendón (publicistas venezolano asesor de varios presidentes colombianos), Sergio Vergara y Jordan Goudreau (un conytratista de mercenarios), para ejecutar una operación militar en Venezuela. “Juan Guaido no cumplio”, denunció Goudrod Guerra híbrida Para los analistas geopolíticos, lo acontecido el domingo 3 de mayo, debe ser comprendido en el contexto de guerra total multidimensional contra el gobierno constitucional de Venezuela, a través de atentados y operaciones encubiertas (black operations), como la del exmilitar Cliver Alcalá del 26 de marzo al mando de un complot de 300 mercenarios que intentaban entrar desde la Guajira colombiana por la frontera occidental de Venezuela. Hay que recordar que asesores estadounidenses de seguridad han insistido en la tesis del caos constructivo, un escenario de que busca propiciar desórdenes sociales de gran magnitud, ligados a fallas en servicios públicos (agua, luz, transporte) o alimentación, buscando propiciar una explosión social o en su defecto, deviene en una secesion de un territorio importante, del país objetivo. La agresión no terminó. Es de prever, nuevas acciones paramilitares, aprovechando los 2.200 kilómetros de frontera terrestre con Colombia, y de acuerdo al enfoque geoestratégico, que ha planteado EEUU, basado en las importantes reservas petroleras tanto en el Lago de Maracaibo (28000 millones de barriles extraíbles), cómo en el Golfo de Venezuela (560.000 millones de barriles extraíbles). Washington insiste en el enfoque proxywar o guerra sustitutiva a través del empleod e fuerzas armadas de otro países que actúan como puntas de lanza y/o la contratación de mercenarios de empresas de seguridad privadas, que morigeran los costos del un eventual fracaso. Y para que nadie dude quién da las órdenes, el presidente Donald Trump puso precio a la cabeza del presidente Nicolás Maduro: quince millones de dólares. Fue el mismo Alcalá (hoy en manos de la agencia antidrogas estadounidense DEA) quien informó a medios colombianos, que la operación era parte de un contrato firmado entre él, empresas de seguridad estadounidenses y el autoproclamado presidente interino Juan Guaido. Obviamente esos comentarios de Alcalá fueron invisibilizados o banalizados por la prensa hegemónica, pero volvieron a la palestra pública tras declaraciones de la periodista venezolana residenciada en EEUU, Patricia Poleo, quien entrevistó por skype con el ex militar estadounidense  Jordan Goudreau, contratista de grupos mercenarios. Y, entonces, vuelven a cobrar validez las denuncias del gobierno venezolano sobre el financiamiento a grupos terroristas para realizar asesinatos selectivos de políticos vinculados al gobierno constitucional, ratificadas por el exdiputado y prófugod e la justicia Hernán Alemán, quien hizo público su apoyo a la incursión y penetración paramilitar a través de las costas venezolanas. Otro antecedente reciente de esta serie de intentonas es la embestida del crucero portugués Resolute –con botes usados para operaciones militares de desembarco- contra un buque de la armada venezolana, el 31 de marzo. El barco se refugió en las Antillas holandesas, desde eventualmente recibieron apoyo logístico para apoyar la incursión paramilitar del 3 de mayo. Rambo por contrato Una investigación de la agencia estadounidense de noticias Associated Press (AP), con el objetivo de desvincular a los gobiernos de Estados Unidos, Colombia y a Juan Guaidó,  detalla cómo el exmilitar estadounidense Jordan Goudreau, dirigió un supuesto plan de golpe de estado para derrocar al gobiernoe Nicolás Maduro. Al parecer, la conspiración fue orquestada por el general en retiro, Clíver Alcalá. Éste, poco antes de entregarse a la justicia estadounidense confesó en un video que 26 rifles de asalto, entre otro armamento y material de intendencia que fue incautado el 24 de marzo en el Caribe colombiano le pertenecían y serían utilizados para incursionar en Venezuela desde Colombia. El domingo 3 de mayo, la autodenominada Coalición Activa de la Reserva Internacional Venezolana desplegó un nuevo capítulo: la “Operación Gedeón”. Goudreau figura como dueño de la empresa de seguridad privada Silvercorp USA, con sede en el estado de Florida, donde también vive

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Bolsonaro al desnudo

Fuente: Ricardo Romero (*) | Tiempo Argentino Fecha: 26 de abril de 2020 El gobierno de Bolsonaro quedó al desnudo con la renuncia de su ahora exministro de Justicia. La salida del magistrado hace caer como castillo de arena los pilares que le dieron la victoria presidencial. Porque la supuesta lucha contra la corrupción expresada en la Operación Lava Jato, que dirigió Moro y que puso como eje de persecución al PT y sus principales líderes políticos, no forma parte de la agenda del actual presidente brasileño, menos si la transparencia intenta controlarlo. Además, ese abroquelamiento del establishment detrás de Bolsonaro, para bloquear el regreso de Lula a la presidencia, se resquebraja y le pone un reloj de arena a su mandato. Incluso lo posiciona casi sin aspiración a una reelección y lo deja al descubierto frente a un posible movimiento político que lo desplace del gobierno antes de tiempo, como un Impeachment, o a una sensata renuncia, como pide el expresidente y gurú del poder político brasileño, Fernando Henrique Cardoso. De hecho, la diputada paulista Joice Hasselmann, titular del Partido Social Liberal -el mismo partido que habilitó a Jair Bolsonaro- , se manifestó a favor de impulsar el Impeachment. A lo que se suman varios bloques aliados junto a la oposición, siendo 24 los pedidos de juicio político. Todo esto profundiza el descontento social que se expresa en el crecimiento de los cacerolazos contra Jair Bolsonaro. Lamentablemente, a la crisis misma que vive Brasil con récord de muertes por el COVID-19, se suma una hecatombe financiera que desploma el Bovespa -cayó 8% el viernes, se devaluó el real un 2,66 por ciento- , lo que instala fuertemente la idea de dimisión. La crisis no puede esperar los tiempos de un Impeachment. Muchos afirman que por el bien de Brasil y América Latina se pone como urgente un Fora Bolsonaro, quedando pendiente cómo sería esa salida. (*) Politólogo UBA. Analista Internacional Artículo relacionado: https://llamamiento.net/2020/04/bolsonaro-pierde-sus-torres-gemelas/

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Simplemente ya basta!

Fuente: Atilio Borón | Blog de Atilio Borón Fecha: 24 de abril de 2020 Días pasados, la Fundación Libertad, con sede en Rosario, Argentina, emitió una declaración en la cual, entre otras cosas, se decía que «Algunos gobiernos han identificado una oportunidad para arrogarse un poder desmedido. Han suspendido el Estado de derecho e, incluso, la democracia representativa y el sistema de justicia (…) A ambos lados del Atlántico resurgen el estatismo, el intervencionismo y el populismo con un ímpetu que hace pensar en un cambio de modelo alejado de la democracia liberal y la economía de mercado». Por supuesto, los gobiernos destinatarios de estas groseras e interesadas calumnias son los de Cuba, Venezuela y Nicaragua, acompañados por los de México, Argentina y España. La lista de los firmantes está previsiblemente encabezada por Mario Vargas Llosa y algunos otros escribas al servicio del imperialismo. También la apoyan eminentes demócratas como José María Aznar, Álvaro Uribe Vélez y Mauricio Macri.. A continuación la respuesta a ese documento de la Red de Intelectuales, Artistas y Movimientos Sociales en Defensa de la Humanidad. Carta Abierta de la Red de Intelectuales, Artistas y Movimientos Sociales en Defensa de la Humanidad (REDH) a la Fundación Internacional para la Libertad (FIL) Por enésima vez han irrumpido ustedes con adjetivos ofensivos e irresponsables para increpar a los gobiernos de inspiración humanista que, ante una gravísima pandemia universal, adoptan decisiones en beneficio de sus pueblos. La impunidad grotesca de sus sofismas se vuelve obscena al acusar de “autoritario”, “populista”, “antidemocrático” o “dictatorial” a cuanto gobernante asuma la inmensa tarea de reparar los desastres económicos y sociales producidos por los gobiernos que ustedes exaltan como defensores de la libertad simplemente porque dan rienda suelta al macabro darwinismo social de los mercados. Son ustedes impúdicos voceros de gobiernos reaccionarios, genocidas e infestados de corrupción, sobre los cuales pesan miles de muertos, pese a lo cual no vacilan en descalificar como “regímenes” a gobiernos que expresan la voluntad democrática de los pueblos y que cuidan en todo momento de su salud física y espiritual, cosa que no hacen quienes les sirven a ustedes de modelo. Se ha vuelto insoportable el contenido y la forma, oportunista y carroñera, con que opera su artillería de calumnias potenciada por un coro de consorcios mediáticos especializados en mentir y desinformar, corresponsables de buena parte de las tragedias que viven nuestros pueblos. Es por eso que hemos decidido decir ¡basta! y emplazar públicamente a su Fundación a librar un debate frontal y profundo sobre la grave situación que provoca la combinación del COVID-19 y la profunda depresión económica actual. Debate en el cual podremos demostrar la servidumbre mercantil de sus conductas, a contramano de las necesidades sociales históricas que hoy, más que nunca, exigen priorizar la vida del planeta y de los seres humanos por encima de las ganancias de las corporaciones transnacionales o de la tramposa “magia de los mercados.” Los emplazamos una vez más, como ya lo hemos hecho en múltiples foros internacionales a los cuales ustedes siempre rehuyeron sabiendo que carecen de argumentos para justificar sus posturas ideológicas o políticas. Y lo hicieron sin el menor pundonor, protegidos como siempre por el “blindaje” de los grandes medios de comunicación, que ocultan las fechorías de los miembros de la FIL, sus mentores intelectuales y sus “desinteresados” donantes. ¡Ya basta! Vuestro amasijo ideológico neoliberal y pseudo-republicano es palabrería hueca que ya no sirve para enmascarar los hurtos (¿fraudes?) de los gobiernos y grupos económicos que patrocinan a la Fundación. La realidad demuestra que ustedes han sido tropa servil de los peores intereses de la corrupción estructural del capitalismo, ocultando tras un manto de vacías pero altisonantes retóricas la explotación de hombres, mujeres y niños que fueron privados de sus derechos y sometidos a indignidades sin límite. Pero no sólo eso: también vieron cómo saqueaban, depredaban y destruían sus recursos naturales, sacrificados con saña en el altar de la ganancia y en lugar de condenar tales atrocidades las ensalzaron como modelos de buena gobernanza. Es inmoral, y por eso mismo inaceptable, la defensa que ustedes hacen del privilegio económico de unos cuantos empresarios; de la justificación de un mundo en donde el 1 por ciento más opulento detenta más riqueza que el resto de la humanidad. Todo esto es una afrenta a la cordura, insulta a la dignidad y la inteligencia de las personas y desprecia, en un alarde de nuevo oscurantismo medieval, las recomendaciones de las ciencias que exigen poner fin a la fuerza destructiva de los mercados. En plena pandemia planetaria es más inadmisible aún su verborrea contra quienes luchan denodadamente para salvar vidas y derechos sociales mientras callan que sus gobiernos amigos bloquean la llegada a esos países de insumos elementales para combatir la pandemia. Esa conducta, que ustedes avalan para su eterno deshonor, se llama “crimen de lesa humanidad”. Estamos hartos del palabrerío sicario del capital. Enfrenten el debate para que dejemos bien en claro, con todos sus nombres, qué intereses defienden ustedes y por qué han arrojado por la borda sus talentos y, en los casos que corresponda, su prestigio, para convertirse en lo que son: unos deplorables lacayos de las mafias financieras que dominan la economía mundial. Discutamos el papel del Estado hoy en defensa del planeta y de la humanidad. Hagamos un balance del holocausto social y ecológico producido por las políticas que ustedes pregonan, encarnan y publicitan. Discutamos los méritos comparativos del egoísmo y el individualismo desenfrenados frente a la ética de la solidaridad y la economía del buen vivir para todas y todos. Discutamos cuáles serán los modos de producción sustentables y las relaciones de producción justas en el mundo que se viene, que ya no será el de antes. Discutamos métodos de acción ejemplares contra la corrupción, contra la acumulación de riquezas en pocas manos, contra el hambre. Discutamos un mundo de plena democracia participativa, con educación, salud, vivienda, seguridad social, justicia laboral irrestricta y con medios de comunicación democratizados para que sea verdad aquello de

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Bolsonaro pierde sus torres gemelas

Fuente: Emir Sader | Alainet Fecha: 24 de abril de 2020 Bolsonaro llegó al gobierno con la promesa de mantener y profundizar el modelo neoliberal y de intensificar la lucha contra la corrupción. Con la primera ha ganado el apoyo del gran empresariado y de conglomerados mediáticos. Con la segunda dio el pretexto para quienes, en verdad, lo que querían era un pretexto para impedir que el PT volviera al gobierno. Esta semana las dos promesas se han diluido. Frente a la profunda recesión y el aumento del desempleo – que ya existían antes de la pandemia, pero que se han multiplicado -, un grupo de ministros, coordinado por el militar que aparece como substituto, en la práctica, del presidente Bolsonaro, el general Braga Neto, ha presentado un plan de recuperación económica, en la dirección opuesta de la política de Paulo Guedes, aun ministro de economía. Ese plan atiende a una necesidad evidente de que inversiones estatales sean las decisivas para contrarrestar la recesión y apuntan a una recuperación de la economía en la dirección opuesta a la de Guedes. Éste considera que deben ser inversiones privadas mas la utilización de las enormes reservas que los gobiernos de PT han acumulado. Guedes ha manifestado su contrariedad, por el carácter de ese plan, así como por su ausencia en la presentación del plan. Es una señal clara de que uno de los pilares del gobierno, la política neoliberal y el ministro que la encarna ya son pasado. Todo indica que la trayectoria de Guedes en el gobierno llega a su final, junto con su política. El enfrentamiento que ha llevado a la dimisión de Sergio Moro del Ministerio de Justicia, coloca en jaque el otro pilar del gobierno – la lucha contra la corrupción. Mas allá de que tantos otros fenómenos ya habían denunciado la falsedad del compromiso de Bolsonaro en la lucha en contra la corrupción, Moro representaba en el gobierno esa lucha.  Su salida significa que ese compromiso formalmente deja de existir. Aún más, por las causas de la demisión y por las revelaciones de Moro sobre comportamientos de Bolsonaro. Él ha alegado varias causas para salir. La primera, el no cumplimiento de la carta blanca para nombrar los cargos vinculados al Ministerio de Justicia, entre ellos, antes de todo el de director de la Policía Federal, ahora destituido por Bolsonaro sin consulta a Moro. En segundo lugar, los criterios políticos para destituir y nombrar un cargo tan importante. Tercero y, a lo mejor, más importante, la confesión de Bolsonaro a Moro que anda muy preocupado por procesos en el Supremo Tribunal Federal, en particular ha mencionado un proceso directamente en contra de su hijo. Asimismo, dijo a Moro que necesita un director de la Policía Federal con el cual pueda hablar directamente por teléfono, obtener informaciones, tener acceso a procesos, una actitud que hiere directamente la autonomía de la Policía Federal. Por detrás de la dimisión del director de la Policía Federal está la preocupación de Bolsonaro con procesos en contra de sus hijos, en distintos ámbitos. La actitud de Bolsonaro, nombrando para director de la Policía Federal a una persona directamente vinculada a él, confirma a intervención política. Bolsonaro pasó a ser acusado de falsedad ideológica (firmo como si Moro hubiera firmado la destitución del director de la Policía Federal, desmentido por Moro), de obstrucción de justicia (al querer nombrar director de la Policía Federal sometido a él), y de crímenes de responsabilidad (por el conjunto de irregularidades). Bolsonaro ha hecho un movimiento de reacercamiento con partidos de la derecha tradicional en el Congreso, para ganar votos e impedir que sea posible la aprobación de un voto de impeachment en contra de él, que requiere 2/3 de votos. De ahí que necesitaría sacar a Moro y al director de la Policía Federal, para poder prometer a aquellos partidos de que los procesos de corrupción en contra de ellos – así como en contra de los hijos de Bolsonaro – no avancen. Pero los pronunciamientos de personas del organismo judicial revelan que esa puede ser la vía para un proceso por crímenes de responsabilidad en contra de Bolsonaro. El clima de revuelta en contra de Bolsonaro se haca más fuerte porque el provoca crisis políticas en el país, en un momento especialmente grave por los efectos graves de la pandemia en Brasil Bolsonaro se cree fuerte, porque tiene el poder de destituir y de nombrar, aun los ministros de más popularidad de su gobierno, como el de salud y el de justicia. Pero si ello demuestra fuerza respecto a esos ministros, su gobierno se debilita. La misma ala militar del gobierno discute si sigue con él o si sale. El gobierno de Bolsonaro pasa a otra fase, en que, a lo mejor, sea su fase final. https://www.alainet.org/es/articulo/206140

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Un presidente débil permite la militarización del poder

Fuente: Emir Sader | Alai  Fecha: 6 de abril de 2020 No hay vacío en la política. Siempre que hay vacío, hay instituciones que tratan de llenarlo. Cómo las FFAA brasileñas lo han hecho en 1964 y se proponen a hacerlo de nuevo. En 1964, las FFAA crearon el vacío para intervenir, actuando fuertemente para erosionar al ya débil gobierno de João Goulart. Apoyados en la Doctrina Seguridad Nacional, erosionaron la legitimidad del gobierno y dieron el golpe, en sustitución de los ineptos políticos tradicionales y sus partidos. Ahora, de nuevo, los partidos tradicionales han entrado en crisis, derrotados sistemáticamente por el PT.  Bolsonaro aprovechó de la nueva crisis de los partidos tradicionales para proponerse como alternativa. Fue un buen candidato para la derecha. Fue el único que tenía un caudal de preferencias en las encuestas, gracias al apoyo de las bases tradicionales del PSDB, que se habían radicalizado hacia posiciones de extrema derecha. Con eso, Bolsonaro era la única apuesta posible de la derecha para establecer una maniobra monstruosa, que terminó llevándolo a ganar las elecciones, aunque de forma fraudulenta. Su estilo salvaje y agresivo, grosero, proyectó una imagen de líder popular. El nombró a un ultra neoliberal en economía, para garantizar el apoyo de los grandes empresarios. Se presentó como la única posibilidad para evitar que el PT volviera al gobierno.  Articuló manipulaciones gigantescas, ante la complicidad del poder judicial y los medios de comunicación y asaltó así al gobierno. Fue un buen candidato a la derecha, pero no es buen presidente. No suma, l contrario, se revela como un factor de descomposición del gobierno. Él ya se había acercado al ejército, para contar con el apoyo de la institución y para contar con personal para ocupar puestos estatales. Y también contar con una institución comprometida con la represión y la defensa del orden. A medida que Bolsonaro fue perdiendo apoyo, incluso de los suyos, el gobierno fue llenándose cada vez más de militares, activos y de la reserva. Hoy son parte del gobierno, mientras que Bolsonaro se vacía, pierde apoyo y pierde capacidad de acción, situación aún más grave por la pandemia que se extiende por todo el país. El vacío en la capacidad de gobernar de Bolsonaro ya está llenado por los militares, cada vez más comprometidos, incluso como institución, con ese gobierno. Para evitar la delicada operación de sustitución de Bolsonaro por su vice, Mourao, se va militarizando cada vez más el gobierno. Los militares ejercen su poder de veto de acciones gubernamentales y se vuelven en el único núcleo capaz de dar un cierto grado de cohesión y acción al gobierno, un gobierno completamente perdido por la misma acción disgregadora de Bolsonaro. No es la mejor alternativa para la FFAA, pero fue que les tocó y no dejan de aprovecharla, teniendo como objetivo mantener al gobierno, modificado o no, y la construcción de una institucionalidad que trata de prevenir el regreso de PT al gobierno. Con el colapso del gobierno de Bolsonaro, que pierde apoyo popular, pero también de los medios, de los grandes sectores y de la clase media, los militares se vuelven estratégicos, una condición de gobierno, que tienden a ser la columna vertebral del gobierno. Un proceso que choca de frente con la restauración de la democracia. La militarización del gobierno es el principal obstáculo para el regreso de la democracia en Brasil. Un gobierno sin legitimidad, sin capacidad de gobernar, que se desintegra cuando debería comandar al país ante una crisis grave como esta, abre el camino para el establecimiento del poder militar dentro del Estado. Si hay ya un comando establecido para sustituir en la práctica a Bolsonaro, son especulaciones. Como se dice en italiano: Si non è vero, è bene trovatto. – Emir Sader, sociólogo y científico político brasileño, es coordinador del Laboratorio de Políticas Públicas de la Universidad Estadual de Rio de Janeiro (UERJ).   https://www.alainet.org/es/articulo/205723

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Es oficial: EEUU terceriza sus operaciones para el derrocamiento de Nicolás Maduro

Fuente: Misión Verdad Fecha: 27 de marzo de 2020 El fiscal general de los Estados Unidos, William Barr. Foto: Susan Walsh / AP Photo En medio de la lucha de Venezuela contra el Covid-19, la Administración Trump ha dado un paso dramático e inédito en las maniobras criminales que buscan derrocar al gobierno venezolano. Ya es oficial: Estados Unidos se decanta por la ruta de la violencia armada tercerizada, apoyándose en un caso judicial sin pruebas. Una falsa acusación del principal narcoestado del planeta Este jueves 26 de marzo, el fiscal general de los Estados Unidos, William Barr, presentó cargos por narcotráfico contra el presidente venezolano Nicolás Maduro, el presidente de la Asamblea Nacional Constituyente Diosdado Cabello, el ministro de Industria y Producción Tareck El Aissami, el ministro de Defensa Vladimir Padrino López y el presidente del Tribunal Supremo de Justicia Maikel Moreno. A falta de pruebas sólidas, los fiscales del Departamento de Justicia han apelado a un producto propagandístico que lleva varios años siendo punta de lanza de los ataques comunicacionales de Estados Unidos y Europa contra Venezuela: el inexistente “Cartel de los Soles”. Según el Departamento de Justicia, “desde al menos 1999, Maduro Moros, Cabello Rondón, Carvajal Barrios y Alcalá Cordones actuaron como líderes y gerentes de Cartel de los Soles (…) para facilitar la importación de toneladas de cocaína a los Estados Unidos. El Cartel de los Soles buscó no solo enriquecer a sus miembros y mejorar su poder, sino también inundar a los Estados Unidos con cocaína e infligir los efectos nocivos y adictivos de la droga en los usuarios de los Estados Unidos”. El supuesto vínculo con las FARC que viene siendo el leitmotiv de Colombia y Estados Unidos para acusar a Venezuela como un “santuario” de grupos armados, es otra de las cartas centrales de la acusación, incluyendo a Iván Márquez y Jesús Santrich: “A partir de aproximadamente 1999 (…) los líderes de las FARC acordaron con los líderes del Cartel de los Soles reubicar algunas de las operaciones de las FARC en Venezuela bajo la protección del Cartel. Posteriormente, las FARC y el Cartel de los Soles enviaron cocaína procesada desde Venezuela a los Estados Unidos a través de puntos de transbordo en el Caribe y América Central, como Honduras. Aproximadamente en 2004, el Departamento de Estado de los Estados Unidos estimó que 250 o más toneladas de cocaína transitaban a través de Venezuela por año. Los envíos marítimos se enviaron al norte desde la costa de Venezuela utilizando embarcaciones rápidas, barcos de pesca y portacontenedores”. Eso afirma el Departamento de Justicia, haciendo suponer, paradójicamente, que su sistema de prevención contra el narcotráfico es tan ineficaz que no puede detener “barcos de pesca”. Está ampliamente demostrada la relación orgánica de Estados Unidos con el narcotráfico: Antonio Maria Costa, director de la Oficina de Naciones Unidas para la Droga y el Delito, afirmó en 2009 que los capitales provenientes del narcotráfico salvaron los bancos quebrados que ocasionó el colapso financiero de 2008, que tuvo su epicentro en Estados Unidos. En 2012, el FBI encontró pruebas de que los carteles mexicanos “utilizaban cuentas de Bank of America para ocultar dinero e invertir las ganancias ilegales del narcotráfico en caballos de carrera estadounidenses”. Ese mismo año, también se dio a conocer que el cartel mexicano Los Zetas lavaba sus ganancias del narcotráfico en el banco JP Morgan, realizando transferencias directas desde México bajo una amalgama de fondos y empresas que también colocó el foco de las autoridades sobre el banco Wells Fargo. Todos estos bancos siguen funcionando como si nada hubiera pasado. La permisividad comprobada (y la lógica de beneficio directo) del sistema financiero estadounidense y de su élite política con respecto al narcotráfico internacional, hace deslucir las acusaciones contra Venezuela y su tono de supuesta defensa de la salud pública de los norteamericanos. Hace tan solo dos años, Colombia rompió récords en producción y exportación de cocaína hacia Estados Unidos, cifras que coincidieron con un vertiginoso aumento en el número de consumidores en el país norteamericano. Sobre esto, un informe de la DEA reveló: “Niveles récord de cultivos ilícitos y producción de coca en Colombia, que fue la fuente principal de la cocaína decomisada y analizada en Estados Unidos, ha expandido el mercado de la cocaína, lo cual ha conducido a un incremento del abuso doméstico”. El Departamento de Justicia intenta responsabilizar a Venezuela de la inundación de cocaína en Estados Unidos, aun cuando está demostrado por su propia agencia antidroga que el aumento en el consumo que afecta a millones de estadounidenses radica en la descontrolada producción de cocaína colombiana. También intentan posicionar a Venezuela como un “país de tránsito” de cocaína hacia Estados Unidos, aunque datos suministrados por el propio gobierno norteamericano indiquen lo contrario. Un reporte del centro de estudios Oficina en Washington para Asuntos Latinoamericanos (WOLA, por sus siglas en inglés) concluye: “Alrededor del 90% de toda la cocaína con destino a los Estados Unidos se trafica a través de las rutas del Caribe Occidental y el Pacífico Oriental, no a través de los mares del Caribe Oriental de Venezuela”. Movimiento de la cocaína en Norte y Suramérica, año 2017. Fuente: DEA Una acusación fake Como reseñó en su momento un artículo de esta tribuna, la narrativa del “Cartel de los Soles” es sobre todo excéntrica e inexplicable. Se ha promocionado como una organización amplia y peligrosa, pero no existen las condiciones que lo demuestren: no hay una lucha asesina entre carteles como en México o Colombia, nunca se ha incautado un alijo que lleve la marca de esta supuesta organización, como tampoco se conoce que la logística del ejército venezolano se esté aprovechando para traficar drogas. El fantasmal “Cartel de los Soles” es un producto para el consumo de masas que refuerza la narrativa de los halcones y del sector más extremista de la derecha venezolana. En esta misma cadena de premisas falsas, el Departamento de Justicia incurre en un fatal error de cálculo: coloca a Maduro como el “líder” de la “organización” aun cuando no es militar, y cuando apenas, en 1999, empezaba su carrera

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