Llamamiento Argentino Judío

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Qué funcionarios del Gobierno de Macri deberían estar presos con la «doctrina De Vido-Boudou»

Fuente: Jonathan Heguier | El Destape Fecha: 03 de NOV 2017 La Justicia impuso un nuevo modus operandi: meter presos a políticos sin condena por haber sido funcionarios y posible entorpecimiento de la causa, ya que el solo hecho de haber sido funcionarios provocaría tales complicaciones a las investigaciones. Tanto en el caso Julio De Vido como Amado Boudou usó a ese riesgo procesal limitado y llevó a la cárcel a ambos ex funcionarios del kirchnerismo que se presentaron siempre a declarar por sus propios medios y no dieron señales de querer entorpecer la causa. Hoy, en la causa por enriquecimiento ilícito y lavado de dinero, a Boudou se lo detiene con preventiva por orden del juez Ariel Lijo por haber sido ministro y vicepresidente y «por las relaciones que conserva en el poder». «La función principal de Amado Boudou dentro de aquella se encontraba especialmente ceñida al ámbito público -en especial, a partir de su asunción como Ministro de Economía de la Nación y luego como Vicepresidente-«, afirma el fallo, similar a la determinación con el ex ministro de Planificación. En sus argumentos, Lijo se basa en el fallo de la Cámara Federal por el cual ordenó al juez Luis Rodríguez detener a De Vido en la causa por el yacimiento de Río Turbio, de cuando era ministro de Planificación Federal. En ese fallo, la Cámara consideró que se debía tener en cuenta no solo si la persona se ajustaba a derecho sino si los lazos de los imputados creados en el marco de los presuntos ilícitos seguían vigentes y eso podía entorpecer la investigación. Con este mismo procedimiento de la «doctrina De Vido-Boudou», la Justicia argentina podría y debería detener a funcionarios del actual Gobierno que están imputados, procesados o asumieron bajo ese estado judicial. Al ser hoy parte del Estado, les daría un poder privilegiado para complicar el andar de las causas judiciales en su contra, si se siguie esa línea argumental inaugurada recientemente. La lista que complica al Gabinete de Mauricio Macri y hasta al mismísimo Presidente. MAURICIO MACRI El Presidente de la Nación es investigado por la causa del Correo Argentino. ¿El juez? También es Ariel Lijo. Es en la causa en la que se investiga si se cometieron delitos en el proceso del concurso de acreedores y del acuerdo que el Estado aceptó el año pasado para que el Correo Argentino salde su deuda millonaria con una quita del 98,8 por ciento. El mandatario además asumió procesado por la causa escuchas ilegales, procesamiento confirmado por la Cámara Federal. Con la «doctrina De Vido-Boudou» no debería haber asumido o caer en prisión ya asumido. Además, Macri acumula causas por encubrimiento por la desaparición de Santiago Maldonado, por el memorándum con Qatar, Panamá Papers y los casos Avianca y Fly Bondi. Todas bajo su presidencia. GABRIELA MICHETTI Imputada la vicepresidenta junto a Macri por el escandaloso memorándum con Qatar por 1.300 millones de dólares. Se trata de un acuerdo que involucra fondos de Anses. Luis María Blaquier, uno de los funcionarios del gobierno nacional que firmó el Memorándum, renunció a su cargo al frente del Fondo de Garantía de Sustentabilidad de la ANSES. El juez Daniel Rafecas desestimó la denuncia, la fiscal Paloma Ochoa apeló y ahora está en manos de el fiscal Germán Moldes, quien debe impulsarla o dejarla caer. JUAN JOSÉ ARANGUREN El ministro de Energía está imputado por negociaciones incompatibles, ya que se inició una causa penal contra el ministro por haber designado como subsecretario de Energía Hidroeléctrica a un consultor vinculado a la firma que hizo el impacto ambiental de las represas Kirchner y Cepernic, que ahora cambiaron nuevamente de nombre. La denuncia pide que se investigue si Aranguren incurrió en los delitos de «abuso de autoridad» y «negociaciones incompatibles con el ejercicio de funciones públicas». Según la denuncia, un funcionario «como director de la empresa IATASA (Ingeniería y Asistencia Técnica Argentina SA) fue el responsable de elaborar el informe ambiental de la obra» de las represas sobre el río Santa Cruz, ahora rebautizadas «Condor Cliff» y «La Barrancosa». GUSTAVO ARRIBAS El director de la AFI (ex SIDE) fue denunciado por recibir transferencias de parte del cuevero Gustavo Meirelles, en una fecha coincidente en la que se decidía el inicio de las obras por el soterramiento del Sarmiento, obra adjudicada a Odebrecht. Hubo documentación y declaraciones que los complicaban, además del propio testimonio de uno de los hombres clave del Lava Jato brasileño. El juez Canicoba Corral no solo no lo detuvo con la doctrina «De Vido-Boudou» sino que realizó un sobreseimiento exprés. Como si fuera poco, el fiscal de Cámara Germán Moldes desistió de impulsar la investigación, pese a que él era uno de los más enérgicos críticos al cierre de la denuncia de Nisman. LUIS CAPUTO El ministro de Finanzas está denunciado por el manejo del Fondo de Garantía de Sustentabilidad (FGS) de ANSES. Durante el 2016, unos 500 millones de pesos fueron invertidos en la compra de Lebacs y por ello se pagaron comisiones a un Fondo Común de Inversión que administró el propio ministro hasta un día antes de asumir como secretario, en 2015. La causa quedó radicada ante el juzgado federal número nueve, a cargo del juez Luis Rodríguez. Este magistrado es el primero que ordenó detener a De Vido, a expensas del fallo de la Cámara Federal. El Fondo de Garantías podía, y de hecho lo hizo, comprar Lebacs sin pagar comisiones, pero prefirió tercerizar parte de esa operación al abonar comisiones al fondo FCI Axis Ahorro Plus, fundado por el titular de la cartera de Finanzas e integrado por él hasta diciembre de 2015, cuando Macri asumió la presidencia de la Nación. LUIS ETCHEVEHERE El recién asumido Ministro de Agroindustria está denunciado por evasión, desvío de dinero y cuentas ocultas en Uruguay. El Grupo Etchevehere está complicado por evasión del Impuesto al Valor Agregado (IVA) y del Impuesto a las Ganancias a través de maniobras irregulares con préstamos por $ 4,5 millones. CARLOS MELCONIAN

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Imperdonable e inconsolable

Fuente: Editorial | Haaretz Fecha: 03 de NOV 2017 A 22 años del asesinato de Yitzhak Rabin. La historia tiene sus propias formas irónicas de interrumpir planes, frustrar intenciones y ocultar a sus profetas. Pero ninguno de estos métodos se materializó en la tragedia del asesinato de Yitzhak Rabin. En retrospectiva, es claro que las divisiones, la ira y el temor que muchos israelíes experimentaron en esa noche hace 22 años fueron reacciones viscerales, que presagiaron con gran precisión lo que está sucediendo hoy, a pesar del saldo de represión y manipulación que se ha acumulado desde entonces. Sin embargo, el asesinato de Rabin no contuvo ironías históricas reconfortantes. Desde el punto de vista de sus perpetradores, fue uno de los asesinatos más exitosos en la historia de los asesinatos políticos. Cumplió con las intenciones del pistolero más allá de todas las expectativas, y ha seguido haciéndolo durante una generación. De la confusión de emociones que acompañó la noche del asesinato, solo faltaba una: sorpresa. El asesinato de Rabin estuvo en el aire a lo largo de los meses que lo precedieron, al igual que ha permanecido en el aire en las dos décadas que han transcurrido desde entonces. La intensidad de la oposición de los colonos y la derecha en su conjunto, encabezada por Benjamin Netanyahu, junto con el alcance de la incitación a su muerte, que se centró en Rabin personalmente, hizo que la pregunta de cuándo sería atacado, y por quién , casi un tecnicismo. En retrospectiva, está claro que incluso el asesinato físico de Rabin no detuvo la ola de incitación contra los esfuerzos de «israelidad» que él simbolizó, es decir, el deseo de normalidad, reconciliación y soberanía hebrea secular dentro de las fronteras políticas. Simplemente los reforzó, entre otras cosas, al disuadir a cualquiera que intentara seguir por ese camino. Por lo tanto, en la batalla por el alma de la nación y su propia autodefinición, ha ganado la visión «judía» trascendente y fatalista, una visión que carece de límites y se basa en el miedo y la introversión. La tragedia podría resumirse así, si no fuera por otro tema: el de protagonismo. Aunque hemos tenido otros primeros ministros desde entonces, la oposición diametral entre la personalidad egocéntrica, engañosa y oportunista de Netanyahu y la de Rabin, que era un tanto de madera pero basada en la integridad, el servicio y la responsabilidad, los une para siempre en la misma trama histórica. Netanyahu continuará siendo recordado no solo por la incitación que orquestó en contra de Rabin en ese momento y hoy orquesta contra la izquierda, sino también por lo muy lejos que está de una verdadera estatura de liderazgo. Traducción: Dardo Esterovich  

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La Revolución Rusa. Merecido reconocimiento en su centenario

Fuente: Mariano Ciafardini| pulsodelospueblos.com Fecha: 02 de NOV 2017 Las especulaciones en cuanto a lo que habría sucedido si tal o cual hecho se hubiera producido o no se hubiera producido, es decir la reflexión contra-fáctica, en el terreno histórico no es, en general, conducente y la mayoría de las veces es una simple pérdida de tiempo, atento a que las alternativas que se hubieran abierto de haber sido distintas las cosas, en determinada situación histórica, son en principio infinitas y, por lo tanto, impredecibles. Sin embargo en algunos contados casos una reflexión de ese tipo puede llevarnos a ciertos “insigths”, a impresiones profundas, que ayudan a interpretar la dimensión de determinados acontecimientos históricos sin convertir al argumento contra-fáctico en una suerte de metodología de investigación o análisis histórico-político. Este es el caso de la revolución rusa de 1917 y, su consecuencia inseparable, del proceso soviético subsiguiente. Decimos que estos dos elementos son inseparables porque si la revolución rusa hubiera sido sólo la toma de poder en Petrogrado, o aún del de toda Rusia, sólo por un tiempo, el evento hubiera tenido menos trascendencia que la “Comuna de París”, cosa que sabían muy bien los bolcheviques que contaban los días con la ansiedad de superar los dos meses y diez días del asalto al poder de los artesanos parisinos. Pero la principal reflexión contra-fáctica es para nosotros la siguiente: sin la revolución rusa y el proceso soviético consecuente el marxismo no habría sido lo que fue en el siglo XX, ni sería hoy la teoría filosófica social económica y política que es, cuya autoridad no ha podido soslayarse ni menos aún superarse por ninguna otra, a pesar de la saturación ideológica que producen las usinas mediáticas del capitalismo, sobre todo en estos tiempos de neoliberalismo y ”fin de la historia”. Es decir, el marxismo (como teoría en permanente desarrollo) tiene la autoridad y la consistencia que hoy tiene y la potencia teórica a desarrollarse en su propio seno, debido a que fue el sustento teórico de un proceso fáctico que cambió la historia de la humanidad y, como trataremos de explicar en este artículo, la sigue cambiando. Es importante remarcar en principio esta dependencia existencial del marxismo en tanto es, paradójicamente desde supuestas posiciones marxistas, desde donde se ensayan intentos, permanentes y obsesivos, de disrupción entre la “toma del palacio de invierno” y los primeros años de la revolución que coincide con los años en que Lenin estaba vivo (1923) y, tal vez, un poco más y el proceso soviético “stalinista” de allí en adelante. Éste es un error no sólo en la visión de la realidad sino en la metodología y coherencia del análisis porque marxismo-revolución rusa de 1917- Unión Soviética (1922-1991) constituyen un trinomio conceptual inseparable y, mucho menos aún, oponible (en términos absolutos) entre sí. Creemos que lo que lleva a estas posiciones marxistas a coincidir en esta visión negativa del proceso soviético, por su “stalinización”, con las posiciones de la socialdemocracia en general y hasta con las de la derecha y la ultra derecha ideológicas que condenan el proceso “in totum”, es que se les escapa la grandiosidad histórica del “acontecimiento-proceso”, la magnitud “epocal” del mismo, y, especialmente, su continuidad y vigencia, lo que es entonces oportuno reivindicar precisamente en este centenario. La “Gran Revolución de Octubre”, entendida como el acontecimiento-proceso que va desde la toma del Palacio de Invierno en San Petersburgo, por los bolcheviques, el 7 de noviembre de 1917, hasta la “implosión” de la URSS en 1989, implicó, no sólo el primer triunfo de un asalto al poder político de un país por un grupo de comunistas en toda la historia de la humanidad, sino la transformación de ese país feudal, atrasado y perdedor en la guerra, en la segunda potencia mundial durante más de 50 años. Potencia que jugó un papel decisivo en el límite al desarrollo del imperialismo y ejerció un contra-balance mundial que permitió la sucesión de una cantidad de revoluciones comunistas y de ascensos al poder a movimientos de liberación nacional, sin cuya existencia no habrían sido posibles. No se puede negar que la existencia de la URSS y a partir de ella de la China Comunista y Corea del Norte, y luego los países socialistas de Europa Oriental y finalmente Cuba y Vietnam socialistas constituyeron el cambio geopolítico económico y socio cultural más grande en toda la modernidad capitalista y la alteración más profunda que había sufrido nunca antes el poder del capital. Incluso los modelos de estados de bienestar e intervencionismo estatal, que tanto beneficiaron a los trabajadores y pueblos del mundo capitalista “desarrollado”, contemporáneo a la URSS, fueron producto de la exigencia política de las masas sustentada en la existencia de esa potencia y de ese mundo alternativo. Pero la revolución Rusa y la URSS no sólo son existencias gloriosas del pasado. A pesar del desmadre que superó y arrastró consigo a Gorbachov, con sus intentos de Glasnost y Perestroika a principios de los 90, y que permitió la ascensión de Yeltsin quien, desde su ebriedad, se limitó a contemplar cómo capitalistas extranjeros, ex burócratas y mafiosos (un término no excluye el otro) depredaban el estado de la ex URSS, el pueblo ruso y muchos de sus dirigentes dieron muestras de que existía una herencia de orgullo nacional, solidaridad y antiimperialismo, constituida durante los años de socialismo y defensa de la patria, cuando, a partir del año 2000, se unieron en la reconstrucción y renovación de las estructuras de gobierno y de poder en la Federación Rusa. Por supuesto esa reconstrucción y renovación, que llevó a Rusia hoy a jugar nuevamente un papel de potencia mundial determinante, no hubiera sido posible sin el legado soviético. Por dar algunos datos, a finales de los años 80 la URSS representaba el 25% de la producción de la aviación civil del planeta y el 40% de la aviación militar. Rostec, la corporación industrial tecnológica rusa, una las corporaciones más grandes del mundo, es heredera del complejo industrial tecnológico

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Macri y la fiesta de la codicia

Fuente: Jorge Elbaum | Nuestras Voces Fecha: 02 de NOV 2017 Un 60 por ciento de los argentinos votó en la última elección contra las políticas de la Segunda Alianza, conformada por el PRO y el radicalismo que “baja las banderas”. A pesar de este guarismo potencialmente incómodo –e incluso explosivo–, los CEOs de Cambiemos han decidido redoblar sus esfuerzos por volver a convertir a nuestro país en un centro exportador de materias primas, complementado con un territorio fértil para un mercado de capitales “golondrina”, apto para la obtención de gigantescas rentas financieras: también como una geografía para inversiones gananciosas garantizadas con costos laborales mezquinos. Los tres objetivos coinciden con las exigencias del tipo de globalización neoliberal suscripta y exigida por las metrópolis internacionales y sus organismos multilaterales. Este es el objetivo que Macri intentó exponer el último lunes 30 de octubre frente un conjunto de invitados escogidos para legitimar el relanzamiento del programa de la derecha argentina, redefinida desde 1975 hasta la actualidad, pero partícipe de un mismo patrón de jerarquización social. La escena grandilocuente fue planificada con altisonancias mediáticas y su eje central fue quebrantar la resistencia del mundo del trabajo. Los accionistas y gerentes de las empresas monopólicas, trasnacionales y financieras, que hoy controlan la administración del Estado, han asumido la moderada victoria electoral como una nueva oportunidad para darle continuidad a la tarea iniciada por Celestino Rodrigo, Martínez de Hoz, Sourrouille y el menemismo, consistente básicamente en quebrar la tenacidad de los sectores laborales, opuestos a primarizar la economía e insertarla en la globalización financiera y trasnacionalizada. El contenido central del discurso de Macri el lunes último fue exponer el cambio de matriz de distribución del ingreso en favor de los empresarios, con el pretexto de la competitividad generada por los salarios (de los trabajadores) de los países emergentes. Las baterías de medidas anunciadas han sido promovidas y aprobadas por organismos como el FMI y los mercados financieros, porque básicamente buscan reconvertir a los trabajadores locales en sujetos privados de los derechos conquistados desde 1930 hasta la actualidad. El modelo de “apertura al mundo” del neoliberalismo no supone una incorporación de tipo industrial, ni basada en la sustitución de importaciones, y/o en la ciencia y en la tecnología. Pretenden una “competitividad” de salarios bajos, y una “complementariedad” con los países centrales –prometedores de inversiones– con fuerza de trabajo (asalariada) peor paga, con menos derechos, con menor formación profesional y, por lo tanto, menos “costosa”. El componte básico para beneficiar a los sectores más acaudalados de una sociedad son la generación de desocupación, la caída de los salarios, la precarización y el disciplinamiento –o la compra– de los sindicalistas para que sus referentes pierdan –o limiten– su capacidad de respuesta frente a toda ofensiva empresarial. Las medidas específicas anunciadas en el marco de una espectacularización de la (pseudo) franqueza y con cuidados aditamentos de evangelización esperanzadora son: La disminución de lo que los CEOS designan como “costo laboral”, para convertirlo en “competitivo” en relación comparativa a países menos desarrollados del mundo, que –obviamente– carecen de sindicalización y se capitalizan sobre la base del trabajo deshumanizado y precarizado. Destruir el entramado jurídico-laboral que morigera la capacidad de los sectores empresarios para contratar, despedir, flexibilizar e indemnizar. Esto incluye tanto al foro laboral –histórica y mayoritariamente comprometido con los derechos de los trabajadores– como a los abogados laboralistas, asiduos encargados de defender a los asalariados. Lo que Macri denomina “industria” de los juicios laborales ha sido el retén jurídico ante el que la mezquindad empresaria tuvo que negociar despidos, indemnizaciones y la salvaguarda de derechos sociales conquistados. Reducir las jubilaciones en un 30 por ciento –mediante el revalúo del cálculo–, para subsanar el déficit (producto de la baja de las retenciones, la caída en la tributación y el creciente endeudamiento externo). Achicar el Estado –sobre todo en su sector operativo, no en sus niveles de dirección, subsecretaría y secretaría– con el objeto de limitar la capacidad de movilización de los gremios ligados a ATE, que han sido los más fuertes oponentes al desguace de los programas orientados a los sectores más vulnerables. Y reducir el Estado, además, para que sus recursos sean utilizados o cooptados por el mundo privado. Reducir la alícuota de ganancias para los empresarios que reinviertan utilidades, es decir, sus ganancias en su empresa. Este beneficio potencial supone caída en la recaudación impositiva y refuerza la inercia del achicamiento estatal propuesto por los CEOS. Disminuir las multas que el empresario abona cuando no registra trabajadores: dichas multas deben ser hoy garantizadas a los asalariados mientras que el macrismo propone que se reorienten a la seguridad social. Indultar, amnistiar –es decir, “blanqueo”– a todos los empresarios que no hicieron aportes sociales a sus empleados. Esta medida contribuye a desfinanciar el sistema jubilatorio, contribuyendo a legitimar delitos empresarios contra la seguridad social. Desfinanciar el sistema de obras sociales sindicales mediante la reducción de aportes patronales y el achicamiento de las coberturas dispuestas hasta el día de hoy dispuestos por el PMO (Plan Medico Obligatorios) Apertura de la posibilidad del empresariado para modificar las formas y modalidades de trabajo, incluyendo los horarios de revista, el no abono de horas extras y la reducción del cálculo indemnizatorio. A esto se le suma la creación de prácticas laborales para jóvenes –situadas para aumentar el “ejercito de reserva” (cantidad de desocupados) que sean capaces de aceptar trabajos con salarios miserables– para que el resto de los trabajadores se vean en la encrucijada de ingresar con remuneraciones “competitivas” (más bajas), equivalentes a las aceptadas por los jóvenes. El plan “laboral” incluye, por último, la habilitación discrecional del ministerio de trabajo para suspender gremios y sindicatos. Todas estas medidas, algunas anunciadas por el presidente y otras por las carteras de Trabajo y Hacienda, son parte del programa que el neoliberalismo dispone para los países que se integran “pasivamente” a la globalización. Esta complementación marginal con los países desarrollados exige las políticas enunciadas por Cambiemos. El reverso de la trama supone un modelo de

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El mago sin dientes

Fuente: Luis Bruschtein | Página 12 Fecha: 04 de NOV 2017 Como fue Tula en los del menemismo, el Mago sin Dientes es el emblema de los actos de Cambiemos. Así, por arte de magia, Julio De Vido y Amado Boudou fueron convertidos en los protagonistas principales del especial Mauricio Macri del lunes. El gran secreto de Fu Man Chu, Mandrake y del mayor de todos ellos, René Lavand: poner la atención en un lado y hacer desaparecer las cosas del bolsillo del otro. Argentina fluye entre dos grandes acantilados, como esos ríos de El Señor de los Anillos. De un lado el programa de ajustes anunciado el lunes por Macri, que describe un país sin solidaridad. Del otro lado la inmensa movilización del miércoles convocada por la familia Maldonado, que representa un país con una gran fuerza solidaria. Son alturas formidables y opuestas. Entre las dos hay honduras infranqueables como si no formaran parte de la misma sociedad, dos países, dos culturas, dos historias. No es la famosa grieta que armaron los publicistas del oficialismo sobre la antinomia “k” y anti “k”. Estos dos inmensos peñones que enmarcaron esta semana de los argentinos perfilan otra grieta que no tiene nada que ver con la campaña de los periodistas oficialistas ni con Jaime Durán Barba. Es la reiteración de dos países en pugna, una disputa subterránea, sorda, profunda, que se ha representado en cada etapa del país en formas políticas diversas, pero que siempre ha estado allí, con democracia o sin ella, en cada discusión sobre economía, sobre lo social o lo económico. Un enorme acantilado expresa al país brutal, el de la ley de la selva y el mercado, donde siempre gana el más fuerte. Y el otro gran peñón se eleva sobre una conciencia de comunidad-nación y solidaridad que construyen los sectores populares con el entramado de sus verdaderos intereses. La convocatoria de la familia Maldonado fue en un día de semana, en horas laborables, después del hallazgo del cuerpo sin vida de Santiago Maldonado, lo que para el gobierno significaba el fin de la cuestión. No era el mejor momento para una convocatoria. Sin embargo, decenas de miles de personas asistieron a expresar su solidaridad con la familia que, además de perder a uno de sus miembros, había sido fuertemente hostigada por los medios oficialistas y las autoridades. Decenas de miles desbordaron la Plaza de Mayo. Es un país que existe y está. El otro país se pronunció en el discurso de Mauricio Macri en el CCK el lunes. Anunció una reforma laboral que elimina las ocho horas de trabajo y facilita los despidos de trabajadores; una reforma previsional que le sacará cien mil millones de pesos por año a los jubilados al cambiar el índice de actualización, y una reforma fiscal que aumenta los impuestos a las personas y les saca impuestos a las empresas. Un programa ambicioso de ajuste, recortes y transferencia de riqueza de pobres a ricos. Son las medidas que siempre quisieron aplicar las derechas, democráticas o autoritarias. Son los puntos por los que presionan los organismos financieros internacionales. Cada uno de ellos favorece a los ricos, pero Macri habló como si fuera al revés: Para definir los objetivos de su propuesta sanateó con “combatir la pobreza”, “crear empleo” y “lograr equilibrio fiscal”. En realidad, busca desesperadamente lograr equilibrio fiscal, pero sobre la base de crear más pobreza y precarizar el trabajo. Con la misma gambeta agregó que “cada uno deberá ceder un poco, empezando por los que tienen poder”. Insistió con que “hay que perderle el miedo al cambio” y a “despojarse de etiquetas y prejuicios”. Dijo que disminuir la pobreza es la principal meta de su administración pero a los únicos que atacó con nombre y apellido fue a los trabajadores judiciales y a los empleados de la Biblioteca del Congreso. En el CCK lo escucharon sindicalistas, legisladores, gobernadores y miembros del Poder Judicial. Casi todos ellos venían negociando algunos de los anuncios y varios se sintieron traicionados. Los gobernadores fueron impactados por los impuestos al tabaco y al vino. La CGT anunció que se reuniría con los gobernadores para no dejar pasar la reforma laboral en el Congreso. Los jubilados no tienen representación. Perderán en silencio alrededor cien mil millones de pesos, lo que, si se divide por el total de beneficiarios, cada uno perdería alrededor de 12 mil pesos por año. No es un cálculo. Macri lo anunció con alegría: “Con este cambio vamos a ‘ahorrar’ cien mil millones de pesos”. Varios periodistas del oficialismo salieron a respaldar: “Cada uno tiene que ceder algo” se escucharon en la televisión los ecos del Presidente. Ese discurso representa al modelo donde el poderoso siempre gana porque impera la ley del más fuerte y el Estado no protege al más débil. Está bien representado por el mago sin dientes y por el lenguaje melindroso que usó Macri, típico de los magos cuando quieren hacer desaparecer algo, como plata de los bolsillos de la gente. Es la Argentina que se opone a la que salió a la calle el miércoles en un acto solidario. Casi no hay intercambio entre las dos orillas. Los paquetes vienen completos. Hace tiempo que los radicales desaparecieron de las movilizaciones por los derechos humanos porque compraron el discurso del neoliberalismo macrista. Gran parte de los jubilados votó las listas de Cambiemos, igual que trabajadores y capas medias. Esa masa se referencia en Macri hablando en el CCK. Hay discursos de una crueldad insana para justificar la desaparición de Santiago Maldonado, en boca de buenas personas que dejan de serlo en ese instante. Las medidas que se anunciaron el lunes perjudican a trabajadores, capas medias y jubilados, muchos de los cuales en este momento se sienten plenamente representados por ese discurso. Aunque pareciera que ese respaldo es espontáneo, para sostener a esa masa aglutinada detrás de un discurso que claramente los perjudica hay un gran esfuerzo del macrismo. No hace falta pensar mucho. Los dos hechos más importantes

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Irrenunciabilidades

Fuente: Benjamín Malamud Lerner* | Ecos de Punilla Fecha: 01 de NOV 2017 Retornan gracias a una hasta ahora saludable memoria, hechos, acontecimientos de lo vivido, especialmente aquellos que por su trascendencia marcaron en cada uno de nosotros, una impronta o generaron una respuesta que los hace imborrables, configurando o que “decidimos ser” en lugar de parecer. Por la magnitud de los conflictos, que se generaron y el componente emocional que las rodeó, uno no desearía que se reiteraran, pero la historia de idas y vueltas en cuanto a derechos y deberes sociales, tiende a reiterarse y retorna, “ya no como tragedia sino como farsa o comedia” –al decir Carlos Marx –, y ese retorno es lo que me impulsa a esta nota. Transcurrían los primeros meses de la dictadura militar en el 76, cuando un representante de la administración de la Clínica donde ejercía mi función de Pediatra, me exigiera que renunciara a un derecho logrado gracias a una decisión del Colegio Médico de Punilla (CMP), por el cual, los médicos que nos desempeñábamos en el ámbito privado y atendíamos las Obras Sociales y mutuales con convenios con nuestro CMP, receptáramos nuestros honorarios a través del sistema bancario y no por las clínicas. Mi no renunciamiento trajo como consecuencias por un lado la negativa a que se le hicieran estudios a un lactante internado, razón por la cual elevé una nota al CMP, en ese entonces intervenido como todas las entidades gremiales. Por otro lado que llegara al gobierno de la Intervención Militar de Córdoba una denuncia de mi presunta condición de terrorista. Gracias a la gestión del Director de la Clínica, el Dr. Enrique Castelli, la denuncia fue desestimada. Retorna en el presente, al igual que durante las administraciones neoliberales de la dictadura y de gobiernos legítimamente elegidos, como el de Menem y De la Rúa, una reforma del sistema laboral que entre otras “desvirtudes” impone “el renunciamiento a conquistas laborales sensiblemente relacionadas con la calidad de trabajo y de vida de los trabajadores, aunque también con efectos indirectos que se manifiestan en sus familias. En ellas si bien lo peor que puede ocurrir es encontrarse desocupados, también la “sobreocupación”, incluso sin reconocimiento de horas extras, priva a los hijos en momentos especiales del desarrollo de su personalidad, de la presencia de las figuras y modelos parentales y a su vez ese tiempo es ocupado por las imágenes televisivas o mediáticas, cargadas de consumismo, violencia, banalidades y una transculturización, donde hasta nuestro idioma se hace añicos. Otros efectos indeseables surgen especialmente, cuando la trabajadora es la mujer, con “mecanismos socializadores infantiles debilitados, incremento del divorcio y familias monoparentales, de depresión, de estrés laboral y de suicidio”.(1) Según la ley de contratos de trabajo, bajo este principio de irrenunciabilidad, “el trabajador está imposibilitado de privarse, voluntariamente, de las garantías que le otorga la legislación laboral, aunque sea por beneficio propio. Lo que sea renunciado está viciado de nulidad absoluta”. “Ni la dictadura, con Alfredo Martínez de Hoz, se animó a tanto”, según el presidente de la Asociación de Abogados Laboralistas, M. Cremonte. Y es solo un aspecto de una “reforma” por la que se “retorna” a modelos abusivos de siglos pasados en la relación laboral. Otra irrenunciabilidad a la que no deberíamos someternos es a la búsqueda de la verdad, incluyendo de fuentes de información confiables, en momentos que la monopolización autoritaria mediática procura que aceptemos las seudo verdades o mentiras como una realidad inobjetable. Hasta el Papa se ha mostrado alarmado por «noticias falsas, esa información infundada que contribuye a generar y alimentar una fuerte polarización de opiniones». La desinformación acerca de donde estaba Santiago Maldonado, no es solo una muestra de ello, sino también del gran objetivo del modelo neoliberal convertido en neocolonial: procurando colonizar, atemorizar, desgastar y adormecer nuestras propias conciencias. Que en la acosada Página 12, prestigioso medio condenado desde el ejecutivo por revelar sus inconcebibles transgresiones o delitos impositivos, no haya publicado el tradicional editorial de Horacio Verbitzky este domingo, nos sirvió como alarma del avance del poder hacia la libertad de expresión. Sin embargo otro censurado periodista (Roberto Navarro) le dio un lugar para que podamos ver y escuchar ese mismo domingo desde nuestra computadora o celular, no desde el televisor, la denuncia de la incorporación en nuestro país del sistema Israelí Pegasus, por el cual ese mismo celular le permite al biopoder, saber todo o casi todo de nosotros (sí, espiarnos) y especialmente de los propios periodistas, tal como lo denuncia quien fuera la “entrevistadora estrella” de la CNN Carmen Aristegui. (2). Las libertades individuales son irrenunciables. Concluyo, para señalar que como defensores de la Vida, “del bios” no podemos renunciar de recordar a quienes por salvaguardar la naturaleza y los pueblos nativos de quienes de ella dependen, en lo que llamamos Patria Grande Latinoamericana, han pagado con su vida ese atrevimiento. Los nombres de 3 irrenunciables mártires, me convocan a hacerlo: Chico Méndez, Berta Cáceres y Santiago Maldonado. Chico Méndez fundó la «Unión de los Pueblos de la Selva», una especie de sindicato que pretendía luchar por las reivindicaciones de los indígenas, los «siringueros», y otros habitantes de la región (La Amazonia) que viven de la caza y pesca.(3) Incluso recibió el premio «Global 500», de las Naciones Unidas por la defensa incansable de los recursos naturales. Su asesinato el 22.12 88 por hacendado Darly Alves da Silva y su hijo Darci, luego condenados o absueltos “ no cambia para nada la triste realidad de Brasil”. Es en esta Amazonia donde Temer autoriza la instalación una poderosa base militar de EEUU: el enemigo, Venezuela. Berta Cáceres, una líder de los pueblos originales hondureños, es asesinada el 3.3 16 siendo los culpables los ejecutivos de una empresa hondureña a cargo de una hidroeléctrica, a la que la activista se oponía (4) y con fuertes relaciones con el corrupto poder estatal, tal como venían denunciando sus familiares con escaso éxito hasta hace muy poco tiempo. Coordinaba el Consejo Cívico de Organizaciones Populares e Indígenas de

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Eric Hobsbawm y América Latina

Fuente: Emir Sader | Caras & Caretas de Uruguay Fecha: 1 de NOV 2017 Poco antes de morir, en 2012, ya con 95 anos, Eric Hobsbawm manifestó la voluntad de publicar un volumen con sus artículos y ensayos sobre América Latina. No tuvo tiempo de hacerlo, pero el historiador británico Lesley Bethell recogió la tarea y organizó un volumen, al que le dio el título de Viva la revolución y fue publicado el año pasado en Londres. En su autobiografía Tiempos interesantes, publicada en 2002, Hobsbawm afirmó que la única región fuera de Europa que consideraba que había conocido bien y donde se sentía plenamente en casa era América Latina. Sin embargo, en sus obras clásicas, la presencia de América Latina es marginal. En Era de las revoluciones, hay sólo referencias al pasar a nuestro continente. En Era del capital hay solamente media docena de páginas sobre América Latina, en el capitulo titulado ‘Perdedores’. En Era de los imperios, hay pocas referencias y cuatro páginas dedicadas a la Revolución mexicana. En Era de los extremos, América Latina pasa a ocupar un lugar de destaque en el surgimiento del Tercer Mundo, con referencias a varios acontecimientos históricos de importancia, de la Revolución mexicana al Chile de Salvador Allende. Este libro empieza con sus primeras impresiones sobre el continente, que significativamente son de su primer viaje a Cuba, en octubre de 1960, que se abre con la afirmación: “Salvo si hay una intervención armada de Estados Unidos, Cuba será muy en breve el primer país socialista del hemisferio occidental”. Hobsbawm volverá varias veces a Cuba, que sería una referencia permanente para él sobre el continente. Pero será un critico sistemático de la vía cubana, expresada en los movimientos guerrilleros. Su interés sobre América Latina se volcará más sobre los movimientos campesinos; por ello concentra sus viajes y sus análisis sobre Colombia -que le fue presentada por el gran intelectual colombiano Orlando Fals Borda- y Perú. La temática de bandidismo social lo lleva a interesarse incluso en Sendero Luminoso. Hobsbawm analizo muchísimo más los movimientos campesinos que los movimientos de los trabajadores urbanos latinoamericanos. De todas maneras, no se consideraba un historiador latinoamericano. De hecho, nunca logró liberarse de la impronta europea, que fuertemente marca su obra, para comprender las particularidades latinoamericanas. Sobre las relaciones sociales en el campo, tiene siempre como referencia el feudalismo, no incorporando el amplio debate de los años 60, protagonizado, ante todo, por Rodolfo Stavenhagen, y posteriormente absorbido por gran parte del pensamiento social del continente. Al igual que Hobsbawm, siempre mantuvo sobre el nacionalismo la marca del fenómeno en Europa, refiriéndose a Perón y a Vargas, así como a otros líderes “populistas” del continente, como fascistas. Su libro sobre los nacionalismos no incorpora las particularidades del fenómeno, con el tono antiimperialista que asume en nuestro continente. Los rasgos antineoliberales del nacionalismo latinoamericano aparecen para él siempre análogos al fascismo y al nazismo. Sin embargo, América Latina fue para Hobsbawm un gran laboratorio de experiencias políticas. “Así como para el biólogo Darwin, para mí, como historiador, la revelación de América Latina no fue regional, pero sí general. Era un laboratorio de cambios, en su mayor parte distinto de lo que se podría esperar, un continente hecho para minar las verdades convencionales. Era una región donde la evolución histórica ocurría a la velocidad de un tren expreso y que podía ser realmente observada durante la mitad de la vida de una única persona”. Cuando hace un balance, en su último texto general sobre el continente, escrito en 2002, 40 años después de su primera visita, Hobsbawm constata que “la revolución esperada” no había ocurrido. Pero convivió con los nuevos gobiernos progresistas; manifestó simpatías por Hugo Chávez, pero para Lula y el PT aran sus más grandes simpatías. “Llevo su distintivo en mi llavero para recordar simpatías antiguas y contemporáneas y recuerdos de mis momentos con el PT y con Lula”. En su conjunto, el libro de más de 500 páginas, desde sus primeras impresiones, pasando análisis de las estructuras agrarias y del movimiento campesino, así como de los intentos revolucionarios -México, Cuba, Chile-, hasta sus reflexiones finales, es un gran mosaico de interpretaciones del más grande historiador del siglo XX sobre un continente en constante ebullición, de revoluciones y contrarrevoluciones.

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El huevo PRO de la serpiente

Fuente: Jorge Elbaum | Nuestras Voces Fecha: 31 de OCT 2017 Desde la asunción del gobierno de Mauricio Macri, distintos periodistas e investigadores describieron al modelo del PRO y de “Cambiemos” como la expresión de una derecha moderna, republicana y democrática. La expusieron, incluso, ajena a los modelos tradicionales corporativos y discriminatorios, característicos de las diferentes formas que asumieron a lo largo de la historia. Gran parte de sus análisis se concentraron en la discursividad, la cultura política, la observación de sus usos tecnocráticos, su presentación pública y sus manifestaciones comunicacionales. Todos esos análisis dejaron de lado llamativamente dos aspectos centrales de cualquier caracterización política situada: su vínculo con la esfera de la producción y el trabajo y su impronta en relación a la utilización de la violencia “legítima” del Estado. La escena marquetinera del macrismo no solo obnubiló votantes, esperanzados con una derecha dialoguista y republicana, sino que sedujo –al igual que en tiempos de la primera Alianza- a distintos observadores que confundieron la delicadeza infantil de los globos y su musicalización evangélica de optimismos abstractos, con un territorio fértil para la construcción de equitativos consensos ciudadanos. Esos mismos referentes “biempensantes” postularon una “pacificación” de las álgidas discusiones políticas que se diversificaron como producto de la reimplantación, durante doce años, del Proyecto Nacional. Los medios hegemónicos, y sus intelectuales orgánicos, caratularon de “grieta” a lo que supuso un nuevo patrón de distribución de la renta, donde se beneficiaba a los trabajadores y desocupados, cuestionando la matriz instalada desde 1976 hasta los inicios del siglo XXI. La “concordia” anunciada tuvo, desde sus orígenes, la subyacente intencionalidad de disolver la capacidad de transformación que se anidaba en la continuidad -y profundización- del debate público ciudadano, con el sector más empobrecido de la sociedad, empoderado como sujeto social legitimado. La publicidad de una “derecha moderna” duró poco y sus difusores hacen en la actualidad malabarismos teóricos para explicar las mutaciones de aquello que estaba en su origen. Paralelamente, el gobierno de cambiemos empezó a mostrar a su “rey desnudo”, apelando a una discursividad más autoritaria y persecutoria, combinándola con las consabidas frases hechas, eslóganes e invitaciones a esperanzas abstractas y meritocráticas. La escenificación “popular” del macrismo se instituye en la actualidad a partir de fotos carentes de espontaneidad, montadas en calles desiertas o rutas despejadas de potenciales opositores. Todos sus movimientos exponen la identidad intrínseca y estructural de un modelo oligárquico que requiere de tres condiciones para perpetuarse: (a) acoplarse a las corrientes internacionales que disciplinan a los trabajadores, para garantizar su renta, (b) reimplantar el sitial de privilegios para sus grupos hegemónicos, para legitimar su dominación, y (c) apelar a la represión como mecanismo de visibilización de autoridad. Históricamente se denomina “reaccionarios” a los sectores que responden con violencia ante la potencial o real irrupción de cambios sociales. En nombre de su “orden social”, los sectores portadores de privilegios son –y han sido- capaces de despedazar a quienes se atreven a desafiar un estatus quo en el que asienten su espacio de prerrogativas. En la actualidad, el modelo neoliberal rentista se ha lanzado brutalmente a la recuperación del terreno perdido en Latinoamérica desde inicios del siglo. Esta restauración incluye, como en todos los procesos similares sucedidos en el último siglo, la utilización del miedo a los “extraños” y la apelación al enfrentamiento de la “corrupción” como dos caras de la misma moneda, dispuestas para la reimplantación de una tasa de ganancia acorde a sus expectativas, Tanto Europa como América se encuentran atravesados por el mismo intento de “restauración” que tiende a etiquetar a migrantes, minorías y desocupados como los peligros instituidos que deben ser disciplinados, reprimidos, segregados o encarcelados. El terrorismo internacional y el narcotráfico son los subterfugios para instalar peligros e hipótesis de conflicto. Mientras Trump sugiere expulsar a los niños y adolescentes latinoamericanos que permanecen sin sus familias en Estados Unidos e intenta construir un muro a lo largo de la frontera con México, Macri, su ministra de seguridad, Patricia Bullrich, y sus medios de comunicación afines, buscan relacionar la desaparición de Santiago Maldonado con movimientos subversivos ligados con guerrilleros kurdos y con las (disueltas) Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia. Los datos cotidianos de los últimos años contribuyen a conformar un clima de época que exige la implantación de una agenda pública que justifique intervenciones, inversiones en material de seguridad, armamentos, discursos belicistas y políticas represivas. Luego de la masacre en Las Vegas, Trump acusa al “mal supremo” de ser la causa de los casi sesenta asesinados, sin hacer referencia a los empresarios fabricantes de armas o a políticas de control de las mismas. Las “amenazas” se multiplican y el lenguaje de la multilateralidad diplomática es sustituido por permanentes advertencias de intervenciones militares –en Venezuela, en Corea del Norte, en Irán- contribuyendo a una escalada de belicismo discursivo (con ecos nucleares) desconocido en los últimos cincuenta años, desde la denominada crisis de los misiles hasta nuestros días. El aislacionismo británico expresado en el “Brexit”, la irrupción del partido neonazi “Alternativa por Alemania” que cuestiona las políticas de Merkel por considerarlas permisivas, la presencia de discursos fascistas en Francia, enunciados por el partido de Marine Le Pen que humillan diariamente a los musulmanes, los discursos islamofóbicos de Geert Wilders y su Partido por la Libertad holandés y la guerra civil en Siria completan un escenario de inestabilidad cuyo trasfondo es la crisis económica producida por la financiarización de la economía mundial, y sus consecuentes conflictos migratorios, derivados de la ausencia de proyectos internacionales de desarrollo sustentable. Esta inestabilidad es acompañada por otro aspecto del mismo proceso, consistente es un nuevo ciclo de endeudamiento, especialmente por parte de varios Estados latinoamericanos, entre ellos el nuestro, que presagian un futuro de mayor sumisión a los centros financieros internacionales, quienes reiterarán sus exigencias de desregulación, flexibilidad laboral y achicamiento del gasto público. Esta situación brinda un clima propicio para formatear “chivos expiatorios” y fantasmas capaces de instalar la existencia de “grupos de alta peligrosidad social” o simplemente instaurar modelos de jerarquía social

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Cambiemos, una manera de ser

Fuente: Gustavo Varela | Socomba Fecha: 16 de OCT 2017 Son otra cosa. No son la rancia aristocracia del siglo XIX; no son las fieras fascistas del treinta. Se parecen a los de la Revolución Libertadora (los antiperonistas se parecen, cualquiera sea la filiación política o ideológica). Pero estos de ahora son definitivamente otra cosa. Varias, no una, pero lo que más son es efectivos (por eso mismo son patoteros). En la política son de genealogía reciente, de fines de los años setenta y comienzos de los ochenta: finanzas y era digital. O sea, máquinas de producción y resultado. Ni Roca, ni Agustín P. Justo, ni Frondizi. Ni Onganía, ni De la Sota, ni Cobos. Eso es carne vieja. Los de ahora son buitres de carroña actual. No son de derecha: no es ese el rango que los mide. Son otra cosa; neo-empresarios, de bicicleta, aire libre y viernes casual. No tienen país de origen, no les importa la Argentina. Pueden vivir aquí o en cualquier lado. No son conservadores ni ilustrados. Son gentes a pura eficiencia y con muchos recursos técnicos. No tienen cultura, apenas aquella necesaria para el desplazamiento. En general son iletrados, de bostezo fácil frente a un libro. Tienen preocupación por las formas, porque es parte del mismo asunto. Formas superficiales, de packaging de felicidad y armonía, de cartel en el subte que dice: “Si alguien se siente mal, ayudémoslo”. Lo obvio se convierte en slogan. Este marketing de vida sana y comprensión es la exudación de la economía política que sostienen. Son corporaciones que negocian. Ni fábricas fordistas ni empresa familiar. Estas corporaciones no tienen dueño, los excede. Son más grandes las acciones que la voluntad individual de un dueño. Por eso no importa si es Mauricio Macri o quién sea. Macri es un muy buen exponente, sí, pero el asunto es más amplio, de inscripción internacional, de lazos más complicados, de intereses cruzados. Tienen entrenamiento en el exterior, todos bajo el ala de las finanzas; son eficaces, muy eficaces para lo que quieren. Insisto: no son la derecha ni son conservadores. Son neo. Pura demolición a fuerza de anticipación financiera. Neo; no es ambición sino procedimiento: es la forma de operación sobre los otros. La eficacia no admite caras, ni parentescos, ni pertenencia grupal. Cuando hablan de equipo es porque los vínculos responden a esquemas funcionales. Son cuerpos de abrazo rígido, de compromiso con la tarea y nada de comunión. Es un equipo gélido. Por eso se abrazan como repeliéndose. La forma de operar sobre los otros es bajo una apariencia (amenaza) de modernización permanente. El Ministerio de modernización es la institucionalización del dominio financiero por encima de cualquier otra razón. No son humanistas, no dudan. Retroceden, a veces, pero no dudan. Saben a dónde van y no necesitan que haya alguna mediación. No tienen un proyecto de país. No les importa. Son lo más agudo del capitalismo, su bisturí más impiadoso. No es un nombre. Son otra cosa: una raza política nueva que casi no conocemos. La administración del gobierno actual tiene una forma específica de ejercer poder: es la política vaciada como aplicación (app). No hay votantes, hay usuarios. Eso ofrecieron en las elecciones: aplicaciones para usuarios. Es decir, herramientas de uso y habilitación personal: ser felices, estar todos juntos, la alegría es poder colaborar, en todo estás vos, mirar al futuro. La aplicación más elocuente: cambiemos. Ante cualquiera de estas aplicaciones, la fuerza argumental en contra es vista como violencia. Y en el colmo de la aplicación, como soberbia. La política como aplicación es el desplazamiento del elector al usuario móvil. La eficacia y la extensión de los íconos salen de las pantallas y se instalan y actualizan en la vida cotidiana. Google play: 700 mil aplicaciones bajadas. Android: más de un millón. Apple, millón y medio aprobadas desde 2008. 35.000 millones de descargas. La extensión no reconoce clase social ni lugar de origen. 35.000 millones (sólo de Apple) es signo de una práctica orgánica, de un tipo de necesidad vital. 35.000 millones: no elegimos, estamos adentro. Sergio Massa como opositor peronista es una aplicación del gobierno actual. En otras funciones, lo mismo Hugo Moyano y también lo fue el Momo Venegas. Los intendentes radicales, volver al mundo, el fin del cepo, ñoqui, contramilitancia, todas son aplicaciones conminadas al uso y la propagación. Y efectivas para administrar usuarios. El yaguareté de los billetes es la aplicación “basta de historia política”. Multitasking Pro. Narcotráfico: la reiteración del tema, la insistencia y difusión permanente, es la composición de una nueva aplicación. Es necesario instalar el ícono en cada pantalla: Narcotráfico. No vemos claramente qué es; es suficiente el ícono. Eugenio Zaffaroni da un reportaje. Argumenta: “Al narcotráfico no le importa la Argentina porque queda lejos de Estados Unidos, lejos del lugar del consumo. El narcotráfico no es un problema aquí”. La aplicación se distribuye igual. A la aplicación no le importa Zaffaroni, no hay lugar para los argumentos de Zaffaroni. La aplicación es eficiencia sin ética ni compromiso. Por eso puede ser una y lo contrario. Carlos Melconián: “Vamos a devaluar”; Macri, un día después: “No devaluamos”. La aplicación se actualiza. Todo es posible. Cedamos siempre el asiento. Dejemos bajar antes de subir. Tiremos la basura en los cestos: aplicaciones para la vida Pro. La más clara, la que indica el gesto de un solapado disciplinamiento social: Esperemos siempre detrás de la línea amarilla. No todo es aplicación. El poder judicial, el poder mediático y las fuerzas de seguridad no son aplicaciones, son la garantía de funcionamiento de las aplicaciones. ¿Para qué? Para la marcha precisa de la economía financiera y del vaciado político. La aplicación que ya no sirve, se borra o se elimina (Ernesto Sanz y buena parte del radicalismo). El ícono Pro, con su tecla de avance, no es un partido sino una aplicación con voluntad de vaciado político. El gobierno Pro no fue votado, fue descargado por un 51 por ciento de usuarios. Esa es su conquista inesperada.

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