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¿Por qué insultan los pueblos a sus gobernantes?

Fuente: Fernando Buen Abad Domínguez | Rebelión/Instituto de Cultura y Comunicación Fecha: 07 de MAR 2018 Viejos como la lucha de clases, los insultos proferidos por los oprimidos suelen tener una misma base histórica y un mismo propósito político. Son formas de la “expresión” popular que no siempre son “fáciles” ni siempre proliferan masivamente, pero marcan (como pocas) los territorios de la lucha simbólica donde, frecuentemente, el sentido del humor más corrosivo surte efectos demoledores en la moral de los “amos” y en sus ínfulas de prestigio. Desde luego, nunca falta el ingenioso genuflexo que se cree capaz de neutralizar los “dardos” del insulto popular con escudos de silogismos chatarra y tandas represivas a mansalva. Moral y palos. Hay insultos de todo tipo contra las clases dominantes. Se producen en todas las formas y en todos los géneros. Hay canciones, bailes, poemas… dramaturgia, pintura, cine y humor variopinto. Ironías, sarcasmos, chungas… e incluso afrentas francas basadas, casi exclusivamente en la procacidad fermentada por el hartazgo o en la necesidad profunda de herir al poderoso en alguna de sus fibras sensibles: madres, hijos o parientes cercanos. Aunque no tengan culpa directa de los “pesares” (humillación y explotación) que se acumulan en los lomos de la clase trabajadora. Hay un sentido subversivo en el insulto popular, contra los gobernantes del dinero y los gobernantes de la política, que se desliza de maneras diversas entre los territorios semánticos de cada época. La mayor o menor intensidad del insulto suele ser coyuntural y es siempre eco de conformaciones culturales predominantes. Nada escapa a los efluvios del insulto escupido por los pueblos en el rostro de sus verdugos. Lo supo Cervantes como lo supo Daumier… lo supo Chaplin y los supo Cantinflas. Abarca a las personas y a las instituciones, cruza los mares de la furia social para levantar tormentas de adjetivos, sustantivos y verbos… gestos, muecas y contorsiones. Todo sirve si el insulto es certero, si pone a temblar las estructuras del ego en sus más caras fortalezas del poder y logra ridiculizar todo aquello que sustenta la autoridad de unos cuantos contra la inmensa mayoría. Incluso hay insultos finísimos. Eso produce pánico en la clase dominante que necesita como el aire algunos reductos de “respeto” o miedo para mantenerse en pie. Un “subordinado” que se empecina en insultar a la autoridad, producto del ascenso de la conciencia o de la fatiga, comienza a ser temido y reprimido. En los casos más conspicuos se fragua un circulo virtuoso que, más temprano que tarde, precipitará la caída de algún verdugo y facilitará un paso, así sea pequeño, en el camino de la emancipación. Son testigo de eso las mejores tradiciones del grotesco y de los carnavales. Por aludir a algunos casos. Pero en el insulto también se reproduce la ideología de la clase dominante infiltrada en las cabezas de los dominados. Por ejemplo el sexismo que reina a sus anchas en el imaginario hegemónico burgués, escurre sin control ni filtro sobre el arsenal de los se ejercitan para insultar u ofender a los “patrones”. Por ejemplo, todo género de fetichismo de los genitales y toda clase de subordinación coital machista, suele florecer en la metralla ofensiva popular cargada con su sello de clase y con fuerza irreverente. Eso hace una diferencia clara pero plantea un desafío semántico nodal. No mediremos aquí con la misma vara la intensidad humillante de los insultos de la clase dominante frente a los arsenales de la clase subordinada. No caeremos en esa emboscada. El “modo” en el insulto popular es determinante. Implica a los matices y a las intenciones. Hay insultos que vienen de la picaresca y del humor sexualizado y hay insultos que emergen del miedo y de la rabia. No pocas veces son combinaciones barrocas con resoluciones explosivas. Pero en su tesitura áspera, el insulto al poderoso implica un rompimiento. No hay insulto popular contra los oligarcas que no pondere el enérgico tesoro de la rebeldía. Contundentes y expresivos los insultos enriquecen en su intensidad, y en su calidad, muchas de las fórmulas de la lengua española pero con la jactancia de quien descubre una fuerza ofensiva cargada con analogías que ven el léxico como un arma que tiene, indudablemente, aristas destructoras. La defensiva pasando a la ofensiva. Igual que los tesoros, los insultos suelen estar a flor de tierra y así, a lomos de muchos siglos, los lenguajes peyorativos de clase se ha fortalecido, pacientemente. Es un arsenal popular de palabras que al hacer temblar la vanidad del poder y el poder de la explotación, extienden su ejemplo y se contagian más allá de la perspectiva común y de la comarca del sometimiento (no hay límites idiomáticos ni gestuales). Es un jardín fértil donde se rehacen los armamentos de las batallas diarias y su poderío se vuelve potencialmente infinito. Pésele a quien le pese. También es posible crear nuevos insultos mediante la formación de conceptos y de vocablos contra los estereotipos impuestos que caracterizan una conducta determinada o el nombre de una clase de individuos (pero esto no es una cátedra de gramática) por cuanto el insulto refleja al modo de producción y a las relaciones de producción degeneradas en hartazgo y en rebeldía de pueblo contra sus “amos”. Quedan fuera de ésta reflexión aquellas manías burlonas que son sólo desplantes del individualismo burgués infiltradas en los pueblos como formas de catarsis reducidas a banalidades. De esas, no obstante, conviene rescatar lo que de ingenioso puedan desarrollar gracias la creatividad personal y que bien pueden dar un salto de calidad movilizadas por el abrigo de consensos que recojan lo que de fuerza rebelde aporten. Algunos ejemplos muy valiosos están fermentando, por ejemplo, en USA contra Donald Trump y las esquizofrenias mafiosas en sus empresarios de la guerra. Así y todo sabemos bien que sólo con insultos a los “poderosos” no se transforma la realidad. Que, incluso, una época fértil en denuestos no implica, “per se”, saldos positivos en materia de organización ni de elaboración de programas

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Impunidad domiciliaria para genocidas

Fuente: Carlos Rozanski | Página 12 Fecha: 07 de MAR 2018 La descabellada iniciativa del Gobierno, de mandar a su casa a 96 genocidas, con la excusa de que eso “descomprimiría” las cárceles, hiere a una parte importante de la sociedad. Si bien es cierto que las cárceles federales y provinciales, en violación de la Constitución Nacional, mantienen hacinados a decenas de miles de detenidos, es falso que al Poder Ejecutivo le interesen esos presos. No al menos los presos sociales –que son la inmensa mayoría- y los presos políticos, que sólo están encarcelados por decisión del régimen. Lo que en realidad les importa son aquellos procesados y condenados por delitos de lesa humanidad, cuya prisión colisiona con la ideología de quienes, por el momento, conducen la política oficial. No podemos soslayar que, desde el primer día de gestión, la banalización y negacionismo de las violaciones a derechos humanos cometidas por la dictadura de los 70, fue la regla y el precedente de este nuevo atropello. En ese sentido, cabe recordar que los delitos de lesa humanidad, que son aquellos cuya gravedad trasciende al daño individual ya que afectan a la humanidad toda, son los que, en nuestro sistema legal, reciben la mayor sanción prevista por el Código Penal. En nuestro país, los delitos de lesa humanidad cometidos durante la última dictadura cívico-militar configuraron, además, el delito internacional de genocidio. A partir del año 2003, se dieron en la República Argentina las condiciones para que numerosos genocidas fueran juzgados y condenados por los tribunales locales, en un proceso histórico que no reconoce antecedente en el mundo. En ese proceso, cientos de represores han sido condenados por delitos gravísimos como homicidios, desaparición forzada de personas, apropiación de bebés, violaciones, torturas y robos calificados. Por la magnitud y características de las penas aplicadas y los delitos cometidos, los procesados y condenados, han permanecido en cárceles de nuestro país, ya sea durante los procesos, o bien cumpliendo sus condenas. Ante esa realidad, como sucede con todos los avances sociales que generan pérdida de privilegios o el fin de la impunidad, como la que gozaron durante décadas los genocidas, se producen reacciones. Esas reacciones pueden traducirse en amenazas o daños concretos a víctimas y testigos que los incriminen, llegando en el trágico caso del testigo Jorge Julio López a su desaparición forzada en el año 2006 durante la última etapa del juicio a Miguel Osvaldo Etchecolatz. El nombrado ex jefe policial – hoy en su hogar- resultó en esa oportunidad condenado a reclusión perpetua, pena máxima prevista por nuestro ordenamiento jurídico. Otro aspecto de las citadas reacciones reside en las estrategias llevadas adelante para lograr una impunidad de hecho, conocida como “prisión domiciliaria”. Se trata de un instituto regulado en la Ley 24660, que implica una opción y no una obligación de los jueces de conceder ese beneficio. Esto resulta fundamental porque pone en evidencia que esas prebendas son otorgadas por clara y explícita voluntad de los magistrados y no por obligación legal. La razón sistemáticamente esgrimida en las resoluciones favorables -en los casos de lesa humanidad- es la de que se otorga por “estrictas razones humanitarias”. Se impone explicar sintéticamente la falacia de esa argumentación. Las personas mayores de 70 años de edad suelen presentar algunos problemas de salud derivados de la etapa etaria que atraviesan. En diversos casos llegan a afecciones que incluso ponen en riesgo su vida, de no contarse con ayuda médica inmediata o lo más rápida posible. En ese sentido, algunos casos de detenidos por delitos de lesa humanidad ayudan a tener claro el tema. En el caso del nombrado Etchecolatz, se tramitaron –previo a su actual libertad domiciliaria- diversos pedidos de ese beneficio. Allí, el Hospital Penitenciario Central (HPC) respondió en su momento a preguntas específicas del tribunal actuante que el condenado en cuestión –o cualquier otro allí alojado-, en caso de requerir auxilio médico urgente, lo recibiría en el plazo aproximado de 5 minutos. Para situaciones de mayor riesgo que requirieran una complejidad de atención superior a la que dispone el HPC (que de por sí es bastante alta y competente), se podría trasladar al interno a un nosocomio de alta complejidad en un lapso de alrededor de 15 minutos. Resulta obvio que un detenido que gozara del beneficio de cumplir su pena en su casa en ningún caso estaría en condiciones de recibir ayuda médica en lapsos tan reducidos de tiempo. Esto, no por obvio deja de ser impactante, ya que da por tierra la excusa “humanitaria” en el caso de detenidos enfermos, sean leves o graves. Resulta claramente más humanitario proveer condiciones de ayuda médica rápida a quien la necesita, que mandarlo a su casa. Una prueba dramática de lo dicho es el caso del represor Miguel Colicigno, quien durante 1976 fue jefe del centro clandestino de detención y tortura «Protobanco» que funcionó en Camino de Cintura y Autopista Riccheri. El represor había estado prófugo de la justicia durante 2 años antes de ser detenido. El 16 de junio de 2016, ya apresado, Colicigno se encontraba en su casa gozando de la denominada “prisión domiciliaria” por su edad (86 años) y alegadas condiciones de salud. Sin embargo, su deceso se produjo a raíz de un suceso ocurrido mientras se encontraba subido a una escalera, podando un limonero. Desde allí cayó hacia una pileta de natación que no tenía agua y como consecuencia de las lesiones de la caída falleció. Emblemático desenlace para el tema en análisis. Está demás aclarar que la casa de Colicigno no fue precisamente un espacio seguro para su salud. En segundo lugar, su estado le permitió subir a una escalera para podar un árbol. Finalmente, los limoneros y la pileta de natación dan cuenta claramente del nivel de vida de quien, luego de permanecer dos años prófugo de la justicia, acusado de gravísimos delitos, es enviado a su casa por “razones humanitarias”. Si bien el tema permitiría un desarrollo más extenso, baste para finalizar este breve análisis, efectuar algunas conclusiones que considero oportunas. Los procesados o condenados por delitos de lesa humanidad deben afrontar el proceso y una eventual condena en prisión. Lo contrario viola el compromiso

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El legado de Chávez

Fuente: Atilio Boron | atilioboron.com.ar Fecha: 5 de MAR 2018 Hoy, 5 de marzo, se cumplen cinco años desde la desaparición física de Hugo Chávez Frías y es justo y necesario aportar una breve reflexión sobre el legado que dejó su presencia en Venezuela y en América Latina y el Caribe. Como antes, en 1959, Fidel con el triunfo de la Revolución Cubana, la irrupción de Chávez en la política de su país rápidamente se internacionalizó y alcanzó una proyección continental. No sería una exageración afirmar que con una diferencia de cuarenta años (recordemos que el bolivariano asume la presidencia de su país en 1999) la historia contemporánea de Nuestra América experimentó esos dos terremotos políticos que modificaron irreversiblemente el paisaje político y social de la región. Chávez recogió las banderas que habían sido izadas por Fidel: su exhortación martiana a luchar porla Segunda y Definitiva Independencia de nuestros pueblos y las enclavó en el fértil terreno de la tradición  bolivariana. Con Chávez se hizo realidad aquello que retratara el verso de Neruda cuando el Libertador dijera que «despierto cada cien años cuando despierta el pueblo». Y con la rebelión del 4F Chávez acabó con el letargo del pueblo, rebelión que, “por ahora”, había sido derrotada. Pero Chávez sabía que ese pueblo ya estaba alistándose para librar las grandes batallas a los que había sido convocado por Bolívar, re-encarnado en los cuerpos y las almas de millones de venezolanas y venezolanos que se lanzaron a las calles para instalar a Chávez en el Palacio de Miraflores. Y cuando la conspiración del imperialismo y sus peones locales quiso poner fin a ese proceso el 11 de Abril del 2002 una inmensa movilización popular hizo saltar por los aires a los lúgubres emisarios del pasado y reinstaló al Comandante Chávez en la presidencia. Los cinco años transcurridos desde su siembra otorgan una perspectiva suficiente como para evaluar los alcances de su frondoso y multifacético legado. Los avances económicos y sociales experimentados por el pueblo venezolano, hoy atacados con feroz salvajismo por el desenfreno norteamericano y la infamia de sus lugartenientes locales, son importantes pero no son lo esencial. A nuestro juicio lo fundamental, lo esencial, es que Chávez produjo una revolución en las conciencias, cambió para siempre la cabeza de nuestros pueblos, y esto es un logro más significativo y perdurable que cualquier beneficio  económico. Gracias a Chávez, en su país natal y en toda América Latina y el Caribe se hizo carne la idea de que los avances logrados en estos últimos veinte años son irreversibles y que cualquier pretensión de retornar al pasado tropezará con enormes resistencias populares. La inmensa popularidad de Chávez en toda la región revela la profundidad de esos cambios experimentados en el imaginario popular. Algunos dicen, con evidente mala intención, que el “ciclo progresista” ha concluido. Pero los ventrílocuos del imperialismo en vano tratan de ocultar que la heroica resistencia de los venezolanos ante las brutales agresiones y ataques lanzados por Washington revela, por el contrario, que pese a las enormes dificultades y privaciones de todo tipo a que está sometido el pueblo chavista, éste no tolerará un retorno al pasado, a aquella “moribunda constitución” que Chávez reemplazara con una pieza jurídica ejemplar. Y ese pueblo resiste, y lo hace con tanta fuerza que la oposición que pedía elecciones para acabar con el gobierno de Nicolás Maduro ahora ya no quiere competir porque sabe que será arrasada por un tsunami chavista. Su opción ahora es claramente extra institucional o, más claramente, insurreccional. Resisten en Venezuela como lo hace y lucha con increíble heroísmo el pueblo hondureño, ante la farsa electoral montada por “la embajada” en Tegucigalpa. Pasaron ya tres meses desde que se proclamara el triunfo de Juan O. Hernández y el pueblo sigue en las calles protestando por ese obsceno atraco electoral. Como lo hicieron antes, durante meses, los mexicanos a causa del robo perpetrado contra Andrés Manuel López Obrador en las elecciones del 2012. Pueblos que se adhieren a las candidaturas progresistas y de izquierda en México (otra vez con López Obrador) y en Colombia (Gustavo Petro); o que con su abstención muestra su repulsa ante la estafa electoral montada en las elecciones presidenciales de Chile. Resiste también en Brasil, donde Michel Temer, es el presidente más impopular de la historia reciente (con un nivel de aprobación del 3%, mientras que su imagen negativa se ubica en torno al 75 %) y lucha por elecciones honestas con Lula como candidato. Y en Perú, donde el gobierno de Pedro P. Kuczinski quedó lastrado por las evidencias del caso Odebrecht y se tambalea ante la creciente ola de descontento que recorre al país. Y resiste con determinación y coraje el pueblo en la Argentina, colocando a la defensiva al gobierno de Mauricio Macri y arrojando espesas sombras de duda sobre la posible continuidad del gobierno de Cambiemos después de las elecciones de 2019. He aquí el extraordinario legado de Chávez: cambió la conciencia de los pueblos, triunfó en la “batalla de ideas” reclamada por Fidel y a resultas de lo cual en América Latina y el Caribe la derecha ya no puede ganar elecciones, con la solitaria –y seguramente temporaria- excepción de la Argentina. En los demás países el imperio debe recurrir al “golpe blando” como en Honduras, Paraguay, Brasil; o al fraude más descarado, como en Honduras y México; o descargando su inmenso poder mediático para atemorizar y confundir a la población, como en Bolivia, o para blindar mediáticamente la corrupción del gobierno de Mauricio Macri en la Argentina; o  apelando al viejo expediente colombiano de asesinar a los candidatos de las fuerzas opositoras, como hace apenas un par de días intentaron hacerlo con Gustavo Petro, que encabeza la intención de voto en la sufrida y entrañable Colombia. Y allí donde todavía no hay fuerzas de izquierda o progresistas que se constituyan como verdaderas alternativas, caso de Chile, la respuesta popular es el retraimiento y el repudio a esa dirigencia política conservadora y neocolonial. Conclusión: ningún “fin de ciclo”. La lucha continúa mientras la

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La verdadera corrupción

Fuente: Gideon Levy | Haaretz Fecha: 25 de FEB 2018  La verdadera corrupción es que nos han llevado a creer que la política tiene reglas diferentes, que la mentira está prohibida en la vida, pero está permitida en la política. Que en la vida vale la pena decir la verdad, pero no en política. Nos hemos acostumbrado a pensar que no hay política sin engaño y que ningún político dice la verdad, que ese es la manera en el mundo. Los políticos son charlatanes, el sol sale por el este; los políticos son falsos, algunos más que otros. Esa es la norma, así es como debe ser. Es difícil de creerles: ponemos nuestros destinos en manos de las personas en las que menos confiamos, y estamos bien con eso. Esa es la mayor corrupción. Ellos fueron criados sobre las mentiras de la política podrida de Israel. ¿Hay alguien en los medios que no esté al tanto de la disparidad insoportable entre lo que los políticos dicen a la cámara y lo que dicen cuando se apaga la cámara? Hemos aprendido a vivir con eso. Nadie les impedía mentir, nadie los confrontaba con sus mentiras. Es el periodismo que asiente con la cabeza en cada una de sus declaraciones huecas. Nadie los recompensa por ser honesto, el engaño paga. Sobornar a un editor de periódico a cambio de una cobertura favorable es fraude, pero también lo es decir que buscamos la paz cuando todos saben lo contrario. El fraude promete beneficios a los discapacitados, la apertura del tren de alta velocidad a Jerusalén para la Pascua, la pena de muerte para los terroristas. El fraude está poniendo una cara triste después de un ataque terrorista y declara que será el último, cuando todos saben que habrá más. Está diciendo que desea que los heridos se recuperen rápidamente, que el ejército responderá cuando sean la hora y el lugar correctos, que tu esposa es una víctima, que Israel sea el mejor. Decepciones grandes y pequeñas, y muy poca verdad. La verdad no es una opción. Promover este engaño ha requerido profesionalismo, traficantes poco escrupulosos, consultores de medios y estrategias, que siempre tienen los labios apretados. Ellos fueron heraldos de la gran corrupción. Llegué a conocer uno de los primeros, traído de EE.UU. por un filántropo judío, por supuesto. David Sawyer era un hombre guapo e impresionante que vino a ayudar a Shimon Peres a ganar las elecciones de 1981. Había obtenido varios éxitos en los Estados Unidos, una señal de que podría hacer lo mismo con Peres. Sawyer no tenía ni idea de Israel. Es dudoso que haya oído hablar del país antes de eso, pero en cuestión de días se había convertido en el experto que le diría a Peres qué decir. Peres se volvió adicto a él. Creía que Sawyer era la única persona que no quería nada de él, y en la política de finales de los 70, eso significaba mucho. Fue un momento de acoso sexual mucho más serio que el de hoy, y un período de sobres en efectivo que, concedido, se destinó a partidos políticos y no a particulares, pero nadie vio nada indebido en él. Entre los asociados de Peres en ese momento, había otros expertos en trucos más importantes: el omnipresente Ram Caspi y el ahora fallecido Eliezer Zurabin, y Peres les prestaba más atención que a su propia conciencia. Increíblemente, uno de los gigantes de Israel necesitaba un experto de EE.UU. para decirle qué decirle a una audiencia en Petaj Tikva. Así es como comenzó la farsa. Le dijeron que pestañeara, que la gente no le creía porque no pestañeaba. Le dijeron que visitara los mercados al aire libre, o no; que debería decir hola, que no debería decir hola; que debería mencionar la ocupación, o no; que debería tomarse una foto con el presidente francés, François Mitterrand, y que no debería tomarse una foto con él; que debía designar al ex militar Haim Bar-Lev, o que no debería. La imagen era todo. Lo importante fue lo que dijeron los consultores. Una gran cantidad de agua ha fluido a través de los inodoros de la Knéset desde entonces. Los consultores impusieron su influencia. Los políticos participan en el engaño. Benjamín Netanyahu alcanzó un registro bajo, pero no será último. ¿Es ingenuo o poco realista pensar que las cosas pueden ser diferentes? Que surgirá un político que simplemente dirá lo que piensa, todo lo que está pensando y solo lo que está pensando, independientemente de lo que diga un consultor y, en particular, independientemente de lo que la gente diga sobre él. Hay políticos como esos, en los márgenes de la política, pero no en el centro del poder. Está en nuestras manos. Quizás por una vez, premiaremos declarar la verdad y castigaremos el engaño.   Traducción: Dardo Esterovich

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El liberalismo oligárquico latinoamericano

Fuente: Emir Sader* | alainet.org Fecha: 19 de FEB 2018 En el debate con Andrés Manuel López Obrador, uno de los más conocidos teóricos del liberalismo latinoamericano, Enrique Krauze, protesta por haber sido calificado de conservador. Los liberales latinoamericanos siempre creen que la defensa de las libertades es lo que los define. Se reivindica la filiación al liberalismo europeo, que fue la ideología de la burguesía ascendente en la lucha en contra el feudalismo. Trasfieren mecánicamente el rol del liberalismo en Europa a América Latina, sin darse cuenta de cómo los marcos históricos de los dos continentes son muy distintos, definiendo naturalezas radicalmente diferentes para el liberalismo. En América Latina el liberalismo fue la ideología de los modelos primario- exportadores, es decir, de la derecha oligárquica, con su defensa de la apertura de los mercados. Estuvo asociada a los regímenes políticos de derecha, entre ellos las dictaduras militares. Se opone al Estado, a los liderazgos populares, a sus políticas –tildadas de “populistas”– de distribución de renta, de reconocimiento de los derechos sociales de todos. El liberalismo en América Latina nunca se ha identificado con la defensa de la “libertad”, salvo que consideremos que la “libertad de prensa” de los medios represente ello. El liberalismo por acá, oponiéndose al Estado, se ha identificado con el mercado, por lo tanto con el gran empresariado y sus políticas económicas liberales y neoliberales. Ha sido siempre de derecha. La derecha, en Europa, se ha identificado con la defensa del Estado y de la nación. Pero bajo la concepción chovinista, según la cual un Estado es siempre mejor que el otro. No hay dominación externa. En América Latina es la izquierda la que asume la defensa del Estado y de las cuestiones nacionales, en contra la explotación externa. El liberalismo fue siempre apropiado por la derecha en América Latina. En la era neoliberal, la conexión entre liberalismo y mercado se ha vuelto estructural. Se ha dado la convergencia entre el liberalismo económico y el liberalismo político. En México, la llegada de los gobiernos del PAN a la presidencia en el 2000 fue saludada como la democratización de México. Claro que, después de los fracasos de los gobiernos de ese partido, los liberales no han hecho ningún balance de sus ilusiones y siguen apoyando candidatos de los partidos tradicionales, para evitar lo que para ellos es el mal más grande: la alternativa de izquierda. Así en toda América Latina. Fernando Henrique Cardoso, supuestamente socialdemócrata, incorporó a los liberales a su gobierno, para realizar un gobierno neoliberal. En todos lados los liberales se han acomodado a los intereses del mercado, peleando contra el Estado y su capacidad de inducir el desarrollo económico, de garantizar los derechos sociales a la masa siempre postergada de la población, de poner en práctica políticas externas soberanas. Es que los liberales latinoamericanos confunden combate contra el Estado como combate por las libertades. No se dan cuenta que quien expropia los derechos de la gran mayoría de la población no es el Estado, sino el mercado, que ellos añoran como supuesto espacio de libertad. Libertad del capital, del gran empresariado, que expropia derechos, concentra renta: eso es lo que hace el mercado, frente al Estado mínimo que propugnan los liberales. Los ricos no necesitan del Estado. Tienen los bancos privados, tienen trasporte privado, tienen educación privada, tienen planes privados de salud. Los que necesitan del Estado son los más frágiles, los más desvalidos, los excluidos, siempre que sea un Estado que deje ser instrumento de los poderosos y de los millonarios. Los liberales no entienden América Latina, porque no se dan cuenta que vivimos en sociedades capitalistas, en la era neoliberal. Que vivimos en sociedades oprimidas por el imperialismo. Son categorías esenciales – capitalismo, neoliberalismo, imperialismo – que ellos desconocen. Ahora los liberales se concentran en México, en atacar a la candidatura que puede rescatar a México de las desgracias que los gobiernos neoliberales y el Tratado de Libre Comercio con EEUU han traído para el país. Su pánico es que un gobierno que defienda los intereses de la gran mayoría de la población mexicana, que defienda los intereses nacionales de México, que acerque México a América Latina, triunfe. Pero esa es la esperanza de la mayoría del pueblo mexicano y también de América Latina. Derrotar al neoliberalismo y a la subordinación a EEUU para afirmar un México justo y soberano. * Emir Sader, sociólogo y científico político brasileño, es coordinador del Laboratorio de Políticas Públicas de la Universidad Estadual de Rio de Janeiro (UERJ).

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Ahí vienen los tanques

Fuente: Jorge Elbaum | El Cohete a la Luna Fecha: 25 de FEB 2018 La sistemática perdida de legitimidad del gobierno de Michel Temer, su fracaso en la imposición de la reforma previsional que demandaba el sistema financiero y la ilusión de ser parte del próximo esquema electoral de las presidenciales de octubre, hicieron rodar tanquetas del ejército por los morros de Río de Janeiro. El decreto de intervención federal avalado por el Senado se empezó a gestar a pesar de que el comandante general del ejército, Eduardo Villas Boas, considerara —en un reportaje concedido al periódico Estadão el 17 de febrero— que las actividades de control de la seguridad interna terminan siendo muchas veces “desgastantes, peligrosas e inocuas” e implican un alto nivel de riesgo ante el fluido contacto de los uniformados con el crimen organizado, tal como la experiencia de México demuestra. Como justificación ante las probables externalidades de la ocupación militar, Villas Boas señaló que “dada la gravedad de la crisis, la solución exigirá (…) sacrificio de los poderes constitucionales, las instituciones y eventualmente de la población”. Para ejecutar el cerrojo sobre la población civil marginada, sin embargo, los militares exigen —recalcó Villas Boas— “garantías que permitan accionar sin riesgo ante posibles futuras Comisiones de la Verdad”. En el pasado, estas Comisiones identificaron a torturadores y asesinos que participaron de las persecuciones y las torturas a activistas políticos y sociales durante la última dictadura, sin siquiera ser condenados. En otras palabras, las fuerzas armadas reclaman vía libre para ejecutar el disciplinamiento tan necesitado por los grupos concentrados de Brasil (que se horrorizan ante el regreso del populismo), pero que no dejan de observar con desconfianza el ejemplo argentino de enjuiciamientos por crímenes de lesa humanidad. La militarización de los barrios populares ha sido, en forma recurrente, el reclamo del candidato ultraderechista Jair Messias Bolsonaro, que aparece en segundo lugar en todas las encuestas de cara a las presidenciales del 7 de octubre, a veinte puntos de Luiz Inácio Lula da Silva. Según Bolsonaro, “Temer ya robó muchas cosas, pero mi discurso él no podrá robarlo”. Horas después de que el decreto fuera respaldado en el senado por 55 votos contra 13 negativos y una abstención, uno de los asesores comunicacionales del actual presidente, el publicista Elsinho Mouco, presentó a Temer como un potencial candidato dispuesto a la reelección en su cargo. Según Mouco, la “lucha contra la delincuencia lo favorecerá en las encuestas”. Bolsonaro es el más firme propagandista de las soluciones represivas y de la tortura como dispositivo para enfrentar el delito. A fração da providência La decisión de Temer fue interpretada por gran parte de los analistas políticos como una inocultable cortina de humo para ocultar la derrota en el Congreso, donde no logró alcanzar los votos necesarios para aprobar la reforma jubilatoria. La carencia de apoyo se vio expresada en la movilización nacional de la Central Única de Trabajadores (CUT) que el día lunes 19 llevó a cabo más de veinte movilizaciones simultáneas en diferentes ciudades, incluyendo un paro de bancarios y de metalúrgicos. El titular de la CUT, Vagner Freitas, caracterizó el traspié de Temer como el resultado de la unidad de amplios sectores sociales que resistieron durante un año los embates de las políticas neoliberales que reclaman un menor gasto público a costa de los ancianos. La consecuencia inmediata fue el retiro de la pretendida Ley de Providencia de la agenda parlamentaria por parte del presidente del Congreso, senador Eunicio Olivera, y su sustitución por la ocupación militar de Río. A esa altura, la alianza golpista liderada por Temer llevaba ya catorce infructuosos meses tratando de conseguir los 308 votos necesarios para la reforma del sistema jubilatorio. El decreto que otorga control territorial al Ejército por sobre la policía militar se dio a conocer el 16 de febrero, la misma semana en que Lula participaba de una movilización en Minas Gerais junto al Movimiento de los Sin Tierra y se disponía a darle inició su campaña electoral en Belo Horizonte. La decisión gubernamental dispone que el general del ejército Walter Souza Braga Netto acapare el control de la Secretaría de Seguridad, Policías Civil y Militar, Cuerpo de Bomberos y el sistema carcelario en el estado de Río de Janeiro. La intervención federal se constituye de esta forma en la primera medida de esas características efectivizada en Brasil desde la aprobación de la constitución de 1988. Durante la semana pasada, la presencia del Ejército se concentró prioritariamente en los barrios marginales de la Maré y en el Complejo del Alemán, donde habitan algunos de los sectores más carenciados de la ciudad que fuera la segunda capital de la República Federativa de Brasil hasta 1960. La consigna militarista de Bolsonaro —con la que Michel Temer pretende escalar posiciones— ha sido impulsada por otro actor central de la política brasileña, la red O´Globo, perteneciente a la familia Marinho (una suerte de Magneto local). El 20 de febrero, el editorial del influyente Jornal de los Marinho afirmaba que la intervención federal era “una oportunidad para sanear las instituciones y fundamentalmente para que las acciones coordinadas entre las fuerzas federales y las policías del Estado surtan el efecto que no han tenido hasta aquí. Pero es preciso —remarca el editorialista— que esas acciones sean duraderas”. Uno de los noticieros televisivos más vistos en Brasil, el Jornal Nacional (JN), también perteneciente a la Red O´Globo. se encargó los últimos tres meses de generar el clima propicio para la intervención militar. Según una investigación divulgada por Renata Mielli, coordinadora del Foro Nacional para la Democratización de la Comunicación, de las últimas 41 ediciones televisivas previas al 16 de febrero de 2018, fecha en la que firmó el decreto, 23 programas mostraron situaciones de violencia extrema, comunicando un clima de terror cuya respuesta fue la medida dispuesta por Temer. O gran fantasma El miércoles último el líder del Partido de los Trabajadores, que lidera las encuestas y que fue presidente entre 2003 y 2010, declaró: “El problema no es

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Hay futuro

Fuente: Carlos Heller | Página 12 Fecha: 25 de FEB 2018 El Gobierno, y muchos de los comunicadores que funcionan en su órbita, intentaron presentar el acto de este último miércoles como un evento aislado y como la expresión del interés particular del líder de uno de los gremios convocantes. Por eso, se intentó concentrar todo lo relacionado con el acontecimiento en la figura de Hugo Moyano, como si éste fuera el protagonista excluyente de la medida de fuerza. No fue lo que se vio en el escenario. No fue lo que se observó en la multitud movilizada. Los discursos fueron cortos y similares en extensión. Ninguno de los oradores sobresalió sobre los restantes. Hubo un protagonismo cuidadosamente distribuido: sectores diferentes hablándole a la muchedumbre. En las calles, repletas de manifestantes, se pudo observar a dirigentes y militantes de muy diversos espacios políticos, sindicales, sociales y culturales a los que hasta hace poco tiempo hubiera sido impensable verlos participar en un espacio común. Se intentó aislar el acontecimiento definiéndolo como el acto de Moyano pero el dirigente camionero lo presentó como el acto de todos. Y fue una manifestación diversa y plural. En el transcurso de la concentración hubo repetidas convocatorias a la unidad. Se sabe: para que un llamado a la unidad no sea un contrasentido debe haber varios sectores que lo justifiquen. No es posible ese llamado si hay un único sector: a la vez, el que convoca y el convocado. Por eso, esa convocatoria define las características del acto: sectores muy diversos, con posturas diferenciadas, con matices entre ellos, confluyendo en una acción común contra la aceleración del proyecto neoliberal. De allí la importancia de este acontecimiento: fue un punto de inflexión en los procesos de construcción de una  oposición amplia y diversa al gobierno nacional. Se han constituido dos relatos en pugna en torno al acto del miércoles. En uno de ellos, el hecho no tiene historia ni futuro. No es un punto en una línea con un atrás y un adelante. Es un hecho aislado. No expresa los intereses múltiples de una amplia confluencia de fuerzas sindicales, sociales, políticas y culturales. Expresa el interés individual de un dirigente. Por supuesto, es el relato del gobierno, fiel a su postura individualista: no hay historia, no hay procesos sociales ni políticos, sólo hay individuos que expresan y defienden intereses particulares. En el otro relato, del que nos sentimos parte, el acto del miércoles fue un nuevo mojón en la confluencia de un frente opositor amplio y  diverso, el punto más alto, hasta ahora, de una línea histórica de movilización social y política que se profundizó con la sanción de la reforma previsional, que perjudicó a los jubilados y a los trabajadores en general. Desde esta perspectiva, el acto del miércoles abrió un espacio nuevo para la articulación de un discurso alternativo. La movilización no fue sólo expresión de las luchas del pasado sino un envión hacia un futuro con propuestas y nuevas iniciativas. No fue sólo un acontecimiento defensivo: abrió también mayores posibilidades para un discurso propositivo. Más aún: el llamado a la unidad difícilmente será efectivo si no es acompañado de propuestas alternativas con relación a las implementadas por el gobierno nacional. Estoy convencido de que hay que ir a fondo y avanzar hacia una reforma constitucional. Es imprescindible modificar el funcionamiento de las instituciones de la República para que éstas acompañen procesos de transformación impostergables en nuestro país. También habrá que definir  muy claramente el modelo de inserción  en el mundo globalizado, el rol del Estado, la política de derechos humanos, civiles y sociales, la política de defensa del mercado interno, de las pymes, el manejo de las importaciones, la administración del tipo de cambio, entre otros. Hay veinte o treinta puntos que requieren de un acuerdo previo. El actual gobierno ganó las elecciones presidenciales con una ajustada mayoría de algo más del 51 por ciento. A ese resultado se llegó con el aporte de un  sector fluctuante de la sociedad que se entusiasmó con las propuestas macristas de transparencia y de calidad republicana frente a toda la instalación que se hizo para descalificar la gestión del gobierno anterior. Esos sectores hoy han comenzado a transitar el camino del desencanto. A ellos también debemos convocarlos a que se sumen a la construcción de un nuevo espacio. Pero este desencanto no es el único problema con el que se encuentra el gobierno: en el interior de la coalición gobernante han comenzado a manifestarse crecientes tensiones que se suman a las previas dificultades para lograr mayorías parlamentarias, lo que deriva en una preocupante utilización de decretos de necesidad y urgencia. Hubo un reciente pasado de movilizaciones populares. En esa línea se produjo el acto del miércoles. Desde ese día hay más futuro. Se ampliaron las posibilidades de construir un frente amplio y diverso. No sin contradicciones y tensiones, por supuesto. Pero con la plena convicción de que es necesario diseñar y llevar a la práctica una propuesta alternativa para, por lo menos, poner en pausa a la meritocracia neoliberal. Ese es el desafío que tenemos por delante los que soñamos con construir una sociedad más justa, solidaria e inclusiva. * Presidente del Partido Solidario. Ex diputado nacional.

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“La offshore solo sirve para operar con dinero oscuro”

Fuente: Martin Granovsky | Página 12 Fecha: 25 de FEB 2018 Escribe papers sobre economía desde hace 40 años, pero saltó a la fama mundial por hacer preguntas. Sobre todo una. El viernes, en el “Foro España Internacional” de Madrid, Jorge Fonseca le preguntó al ministro argentino de Hacienda, Nicolás Dujovne: “¿Cómo espera que vayan las inversiones a la Argentina si usted mantiene su patrimonio offshore?”. Fonseca no consiguió que Dujovne respondiera ese interrogante. “A diferencia de lo que ocurría en el gobierno anterior, mi patrimonio está perfectamente declarado y presentado ante la Oficina Anticorrupción”, dijo sin meterse en el tema económico de fondo. Tampoco afirmó o negó que su fortuna continuara fuera del país. La primera vez que trascendió dónde se ubicaba su patrimonio, el propio Dujovne se defendió con el argumento de que, “aun estando en el exterior, tengo un 90 por ciento invertido en activos argentinos”. Añadió que se trataba de dinero de 2016, cuando todavía no era ministro porque el puesto lo ocupaba Alfonso Prat-Gay. Sin embargo, aclaró entonces que “los funcionarios tienen derecho a decidir que su dinero esté depositado en el exterior”. Dujovne había declarado participación societaria en Florentine Global, presumiblemente una offshore con sede en Delaware, con 20 millones de inversión. Las afirmaciones del actual ministro de Hacienda datan de antes del escándalo de Valentín Díaz Gilligan, el subsecretario general de Presidencia que debió renunciar cuando trascendió que había sido testaferro en una cuenta offshore radicada en Andorra. Antes, también, de la pesquisa judicial que actualmente está enfocada en el ministro de Finanzas Luis Caputo. Argentino nacido en Córdoba, Fonseca vive en Madrid desde 1981. Doctor en Economía de la Universidad Complutense, donde enseña Economía Aplicada, es miembro del grupo de investigación internacional “Tendencias polarizantes en el sistema-mundo” que dirige el catedrático de la Universidad de Yale Immanuel Wallerstein. –¿Por qué eligió esa pregunta para Dujovne? –Quizás porque en Europa, y particularmente en España, la percepción sobre las empresas y las cuentas offshore es más dura. El presidente Mauricio Macri parece haber logrado instalar en la opinión pública que se trata de una cuestión normal. –Por lo menos lo intenta.  –Pero en España, por tener una empresa offshore, debió renunciar a su puesto José Manuel Soria, que era nada menos que ministro de Industria de Mariano Rajoy. Y los dos son conservadores, del Partido Popular. –¿Es el mismo que después no pudo postularse a la dirección ejecutiva del Banco Mundial? –El mismo. –En la Argentina, al menos, a veces la discusión se limita a si un funcionario violó o no un artículo del Código Penal.  –Es un punto importante, por supuesto. Pero no se pueden dejar de lado temas como la pobreza, la deuda y la relación entre ambas. Además, en cuestiones que tienen que ver con las leyes quizás haya que correr el horizonte de lo que está legislado. En la Universidad Complutense yo dicto el último curso. Les digo a los alumnos: “Hasta aquí han estudiado con lo que los han adoctrinado toda la vida. Pero hay otra forma de ver las cosas y analizarlas, y la estamos construyendo”. Se trata de una crítica que incluso puede ayudar a cambiar algunos marcos. Muchas veces lo que es legal es legal porque los que dominan logran imponer legislativamente auténticas violaciones de los derechos humanos, o al menos evitan que esas violaciones sean castigadas. –¿Las cuentas y las empresas offshore son una forma de corrupción? –Por lo pronto no deben ser tomadas como un hecho normal. –Sin embargo forman parte de la vida cotidiana de los grandes empresarios o financistas. –No hablemos solo de ellos. En todo el mundo los que no tenemos actitudes cómplices con la corrupción sabemos que una persona abre una offshore solo para evadir impuestos o lavar dinero. –¿Solamente? –¿Para qué, si no? Las otras argumentaciones son pretextos. Que un ministro tenga o haya tenido una offshore significa que opera u operó con dinero oscuro. Una offshore solo sirve para operar con dinero oscuro. –Nicolás Dujovne dijo que él tenía declarado su patrimonio en el exterior. La offshore sería Florentine, con domicilio en Delaware. –Perfecto. Entonces no les puede decir a los españoles, por ejemplo, que inviertan. –El ministro podría tener una inversión en la economía real de otro país. –Bien. Pongámoslo así: si un residente en la Argentina, sea ministro o no, tiene dinero invertido en el extranjero, en la economía real, uno podría decirle que sería deseable que hiciera esa inversión en la Argentina. Podría tener propiedades en el exterior. ¿Por qué no compra propiedades en la Argentina? El punto es que para eso no hace falta ninguna offshore. Pero el ministro Dujovne tiene o tenía una offshore situada en el estado de Delaware. ¿Sabe qué dicen los expertos en finanzas? Que más que un estado, Delaware es una dirección postal. Es grave el tema de los paraísos fiscales, porque a veces hay dinero de un funcionario y a veces se mezcla dinero que lava El Chapo Guzmán, el capo narco. Y no estoy diciendo que los funcionarios sean narcotraficantes. Estoy diciendo que acuden a los mismos lugares que otra gente dedicada a actividades ilegales. Los paraísos fusionan el dinero de todas las procedencias. De las “normales”, para llamarlas de alguna manera, y de las identificadas con El Chapo. ¿Cuál es la explicación del ministro Dujovne? Me temo que simplemente haya dado los datos a la Oficina Anticorrupción y entienda que ya está todo resuelto. Pero a mí, en particular, y supongo que también a quienes viven en la Argentina, me gustaría saber cómo acumuló esa riqueza en todos sus detalles y en todos sus pasos, y me gustaría saber por qué tiene o tuvo bienes en el exterior y por qué parte de esos bienes están o estuvieron en una offshore. Creo que ese derecho a saber es parte de la ampliación de las fronteras de la democracia. Discutamos sobre delitos. Los delitos de lesa humanidad, por citar un caso, son imprescriptibles. No existieron siempre. Lo

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¡Ve en paz!

Fuente: Uri Avneri | Gush Shalom Fuente: 24 de FEB 2018 Tengo una confesión que hacer: no odio a Binyamin Netanyahu. Tampoco odio a Sara’le. Generalmente no odio a la gente. Con la única excepción de las personas que han traicionado la confianza que puse en ellas e intentaron clavarme un cuchillo en la espalda. No más de tres o cuatro en toda mi vida. No voy a nombrarlos. No me he encontrado con Netanyahu en forma privada más de dos o tres veces. Una vez, me presentó a su segunda esposa en el corredor de la Knéset. Ella me pareció una buena mujer joven. La segunda vez que nos encontramos fue en una exposición fotográfica, en la que había una foto mía donde llevaba un casco de piloto. (No recuerdo cómo ni por qué). «Te ves como Errol Flynn», me dijo. Nunca había visto una película de Errol Flynn, pero la tomé como un cumplido. Tuvimos, por supuesto, muchas discusiones en la Knéset, pero eso no cuenta. Por lo tanto, si quiero eliminar a Netanyahu del gobierno, y tan pronto como sea posible, no es por ningún sentimiento personal. Sólo creo que es un desastre para Israel. Los interminables casos de soborno que han salido a la superficie —y continúan apareciendo, como los submarinos— requieren su remoción de inmediato. Y aún no hemos llegado al asunto de los sumergibles construidos en Alemania, que promete muchas revelaciones nuevas. Como antiguo editor de una revista de noticias especializada en investigaciones de asuntos de corrupción, puedo olerlo. Mucha gente disfrutaría ver a «Bibi» en prisión. Yo no lo haría. Si dependiera de mí, al Presidente del Estado y al Procurador General le ofrecerían un trato similar al de Nixon: renunciar de inmediato y ser indultado cinco minutos después. Tú y tu esposa. Sin caso, sin juicios. Ve a casa y disfruta de la vida. No tiene problemas financieros. Netanyahu es un hombre rico, con una generosa pensión como ex primer ministro, con varios apartamentos de lujo, aparte de los enormes sobornos que parece haberse embolsado en el camino. Además, todos los editores en el mundo con mucho gusto pagarían un gran adelanto por sus memorias. Entonces no hay razón para sentir lástima por él. El problema es, ¿quién tomará su lugar? El asiento vacío de la Knéset será ocupado por una abogada anónima, que fue incluida en la lista de candidatos del partido en el lugar reservado para «nueva candidata». Pero eso no es realmente importante. La pregunta importante es: ¿quién se convertirá en primer ministro? La renuncia de Netanyahu no significará automáticamente la disolución de la presente Knéset. Si otro miembro de la Knéset puede reunir una mayoría en la presente, él (o ella) será el próximo Primer Ministro. Solo un miembro del Likud tiene una oportunidad. Pero, ¿hay algún candidato probable? Lo dudo. Al igual que muchos líderes fuertes pero inseguros, Netanyahu no ha preparado un sucesor. Por el contrario, ha alejado a todos los posibles candidatos. La dirección actual del Likud y toda la galería de los actuales ministros del gobierno del Likud y sus aliados consisten en donnadies. A ninguno de ellos podría imaginármelo como el hombre (o la mujer) responsable del futuro de Israel. Dios no lo quiera (ya sea que exista o no). Si ninguno tiene éxito en establecer un nuevo gobierno en la Knéset actual, se debe elegir una nueva Knéset. ¿Pueden las nuevas elecciones producir una mayoría diferente? Posible, pero no probable. En un país normal, después de la casi increíble serie de asuntos de corrupción, la oposición asumirá el poder y uno de sus líderes se convertiría en primer ministro. Sencillo. Pero Israel no es un país normal. Hay una profunda división entre izquierda y derecha, sin nada en el medio. Para grandes bloques de votantes moverse de derecha a izquierda es casi imposible. Tampoco hay acuerdo sobre la cuestión de cuál es el comportamiento adecuado para un primer ministro. Un profesor me dijo una vez: «Un primer ministro británico que ocupe todos los cargos gubernamentales superiores con parientes sería considerado corrupto. Un líder egipcio que no lo haga sería considerado egoísta. Tiene mucha suerte y no lo comparte con nadie de su familia». Parece que mientras más evidencia sobre la corrupción de Netanyahu aparece, más ferozmente los miembros de su partido lo apoyan. ¡Es todo una campaña de desprestigio de la izquierda malvada! ¡Son todas noticias falsas! La policía está confabulada con el traidor Partido Laborista ashkenazi (a pesar de que el jefe de la policía, que fue personalmente elegido por Netanyahu, es un yemenita que usa kipá y ex oficial del servicio secreto). Entonces, la próxima Knéset probablemente se verá más o menos como la presente. Si es así, ¿qué pasará? De los 120 miembros de la Knéset actual, 30 pertenecen al Likud, 10 a Kulanu («Todos nosotros»), un partido disidente formado por un ex miembro del Likud, 8 al partido religioso Casa Judía, 7 al partido religiosa oriental, 6 al partido de extrema derecha «Israel nuestro hogar» de Avigdor Lieberman, 6 al partido ortodoxo. Esta es la actual coalición de gobierno, 67 en total. La oposición consiste en 24 miembros laboristas (llamados «Campamento sionista»), 11 en el partido «Hay un futuro» de Ya’ir Lapid, 5 miembros de Meretz y los 13 miembros de la Lista Árabe Unida, que casi nadie tiene en cuenta. En total 53. Asumiendo que los resultados de las próximas elecciones serán más o menos los mismos, como lo predicen las encuestas, estos números llaman la atención casi automáticamente a los 10 miembros de Kulanu. Su líder incuestionable es Moshe Kahlon, en la actualidad el siempre sonriente Ministro de Finanzas, que se considera liberal y moderado. ¿Puede cambiar de bando? En realidad, todos asumen que en las próximas elecciones el Partido Laborista se hundirá. Después de cambiar líderes como calcetines, eligió a un jefe oriental, Avi Gabbay, para sacudirse la maldición de ser una partido «ashkenazi». No funcionó. Bajo Gabbay, el partido continúa perdiendo en las

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