Fuente: Gideon Levy | Haaretz
Fecha: 6 de junio de 2020
Traducido del inglés para Rebelión por J. M.
Una foto del 21 de enero de 2020 muestra al entonces ministro de Defensa, Naftali Bennett, los planes de construcción en Cisjordania. Crédito: Ministerio de Defensa / Ariel Hermoni
Los colonos no son felices. La gente dice que incluso están ofendidos. Su reunión con el primer ministro el martes fue descrita como «muy emotiva». Qué desgarrador.
¿Cómo se les puede hacer esto? ¿No han sufrido lo suficiente? El plan de anexión no es lo bastante bueno para ellos. 19 colonias pueden quedar fuera, ¿fuera de qué? Fuera de la tierra que es totalmente de ellos. Fuera del Estado del pueblo judío. ¿Y qué pasará con sus idealistas residentes? ¿Adónde irán? Se avecina un desastre nacional que rompe el corazón.
Benjamin Netanyahu hizo lo correcto al apresurarse a aceptar la reunión urgente, y también prometió que la anexión no estaría vinculada al plan de Trump. En cuanto a un Estado palestino, por supuesto no hay nada de qué hablar. Aun así están agraviados. Está bastante justificado, si no totalmente. Solo los de corazón duro pueden no empatizar. No hay un primer ministro que no haya mantenido reuniones urgentes con ellos. No hay otro sector de la sociedad que haya tenido siempre el oído atento del primer ministro, de cada primer ministro. Son el terror de la calle Balfour por generaciones.
No hay otro grupo poderoso para el cual todos los corredores del poder estén tan abiertos. ¿Qué hay de desempleo, pobreza, violencia, racismo, una pandemia, hospitales superpoblados, viviendas o educación en comparación con las quejas por una anexión insuficiente? Pocos primeros ministros, y ciertamente no Netanyahu, habrían considerado recibir a una delegación de quienes se oponen a las colonias. ¿Quizás ellos también están agraviados? ¿Quizás sus quejas también son urgentes? ¿Quizás los peligros que señalarán son mucho más serios que el destino del puesto avanzado de Esh Kodesh (en castellano “Fuego sagrado”)?
Una foto icónica tomada la semana pasada cuenta toda la historia: un grupo de hombres duros están sentados en círculo, algunos con sandalias, otros con botas, la mayoría con kippas, uno con chaqueta. La mafia en acción, los mafiosos discutiendo el botín robado. Están mirando un mapa que se extiende en el piso de madera frente a ellos. La mayoría de las áreas son de color rosa. Ese es el mapa de ocupación. «Colonialismo 2020», tuiteó alguien, los líderes de los colonos discutiendo la anexión.
Su futuro nunca se vio tan prometedor, al igual que las tierras en el mapa, pero están resentidos. Así son siempre. El cosaco ladrón que nunca está satisfecho. Esa es la lujuria de la ocupación y la codicia de bienes raíces que nunca pueden tener suficiente, junto con su constante manipulación cínica, su resentimiento. A pesar de todas sus manipulaciones, todavía se quejan. Durante 50 años se han quejado de todos los gobiernos israelíes, chantajeándolos casi por igual. El resentimiento les funciona, pocos primeros ministros pudieron resistirse a ceder ante él. Ahora es el turno de Netanyahu.
Esa foto también era una imagen del apartheid puro. Los cazadores blancos que dividen la piel del oso que han cazado y que no les pertenece. A la mayoría de los residentes de esas tierras color de rosa nunca se les preguntará qué piensan, pero la propaganda israelí no lo llamará apartheid. ¿Hay más pruebas que esa imagen de que el apartheid ha ganado? ¿Dónde están los palestinos? ¿No son seres humanos?
Los jefes de la organización criminal más grande y fuerte del país están sentados allí, discutiendo el destino de su botín. En otra manipulación más, se dividen en «moderados» y «extremistas» como si hubiera alguna diferencia entre ellos, exactamente la forma en que distinguimos entre colonias «legales» e «ilegales», como si hubiera alguna diferencia entre ellos, como si todos ellos no fueran criminales, la mayor plaga de Israel.
Los «buenos», aquellos que por la bondad de sus corazones estarían de acuerdo con la versión de anexión de Trump, no fueron invitados a la reunión con Netanyahu. Ahora es el momento de aplacar a los extremistas, que no están contentos con esta versión. Cuando Cisjordania se anexe en su totalidad y sus residentes sean expulsados a quién sabe dónde, codiciarán la otra orilla del Jordán y expresarán resentimiento. Cuando se anexe Cisjordania exigirán la tierra de Basán, convocarán al primer ministro a una reunión urgente y presentarán sus quejas. Se sentirán agraviados incluso cuando su país llegue desde el Nilo hasta el Éufrates.
Uno no puede quejarse de ellos. Como cualquier organización delictiva el problema está en quienes facilitan su existencia. Y eso comprende a todos los israelíes, a todos nosotros.
Fuente: https://www.haaretz.com/opinion/.premium–1.8894785
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