febrero 2020

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La DAIA trastabilla

Fuente: Jorge Elbaum | El Cohete a la Luna Fecha: 2 de febrero 2020 Fotografía: Claudio Avruj, ex director ejecutivo de la DAIA, y su actual presidente Jorge Knoblovits. El objetivo de la derecha local de manipular el fantasma de la judeofobia para demonizar al Frente de Todoxs ante la opinión pública internacional, quedó desbaratado con el viaje de Alberto Fernández a Israel. La operación, ideada inicialmente por dirigentes cercanos a Juntos por el Cambio, dejó a la DAIA en una situación endeble tanto en relación al gobierno como respecto a su club de seguidores locales. Esta fragilidad se suma al  fracaso sufrido una semana atrás, cuando la delegación diplomática de Tel Aviv en Buenos Aires no accedió a sumar a los dirigentes de la calle Pasteur a la comitiva que recibió al presidente en Yad Vashem. Jorge Knoblovits, actual presidente de la DAIA, tuvo que contentarse con viajar a Polonia a la rememoración alternativa donde no se registraron presencias gubernamentales destacadas. La DAIA y la AMIA son las dos organizaciones que mantienen hasta el día de hoy una obscena querella contra la Vicepresidenta, Cristina Fernández de Kirchner, vinculada con el fallido Memorándum de Entendimiento con la República Islámica de Irán. Como resultado de esas acusaciones, varios dirigentes políticos y sociales sufrieron absurdas prisiones preventivas. A uno de esos imputados, el ex canciller Héctor Timerman, se le impidió trasladarse a Estados Unidos para darle continuidad a un tratamiento oncológico que había iniciado antes de ser acusado. La negativa para realizar el viaje –como consecuencia de la prisión preventiva— y las indagatorias perversas que tuvo que padecer por parte del juez Claudio Bonadío aceleraron su muerte. Ambas instituciones, lejos de darle continuidad a sus misiones estatutarias (la ayuda social en el caso de la AMIA y la lucha contra la judeofobia por parte de la DAIA), se han constituido en el último decenio en apéndices y/o mascarones de proa de las iniciativas de persecución mediático-jurídicas lideradas por el macrismo. Sus referentes aparecen en forma recurrente como impulsores y difusores de las teorías sobre el homicidio del fiscal Natalio Alberto Nisman, pese a las evidencias que apuntalan la tesis del suicidio. A pesar de quedar excluidos del periplo presidencial, las autoridades de la DAIA intentaron infructuosamente constituirse en los únicos oradores comunitarios en la conmemoración realizada en el Palacio San Martín de la Cancillería el lunes 27 de enero, fecha en la que se recuerda la llegada de las tropas soviéticas a Auschwitz. En esa oportunidad el Ministro de Relaciones Exteriores Felipe Solá relacionó, en forma precisa, los lazos ideológicos y políticos que vinculan el genocidio sufrido por los 6 millones de judíos con los campos de concentración operados por los grupos de tareas durante la dictadura cívico-militar. Las semejanzas señaladas por el canciller no fueron del gusto de los acólitos de la DAIA –entre ellos el ex secretario de Derechos Humanos de la Nación Claudio Avruj y su socio Guillermo Yanco, cónyuge de Patricia Bullrich—, quienes se mostraron fastidiados. Dicho malestar fue compartido por otros referentes de AMIA y DAIA, para quienes los crímenes perpetrados por los nazis no debieran ser comparados con ningún otro acontecimiento trágico. En referencia a esta polémica, uno de los máximos referentes de la investigación sobre la Shoá, Yehuda Bauer, señaló: “Obviamente el Holocausto fue un genocidio y, por lo tanto, no sólo puede, sino que debe ser contrastado con otros eventos genocidas de similar naturaleza o calidad. El paralelo principal entre este y otros genocidios es el hecho del asesinato en masa, que es bastante obvio. Otro, principal y paralelo, se encuentra en el sufrimiento de las víctimas, que es siempre el mismo. No hay gradaciones de sufrimiento, y no hay mejores asesinatos o torturas o violaciones que otros. El sufrimiento de las víctimas es siempre el mismo, y desde ese punto de vista no hay diferencia entre judíos, polacos, romas (“gitanos”), rusos, darfurianos, tutsis o cualquier otra persona”. [1] Luego de finalizado el evento en la cancillería, el hermano de Héctor Timerman, Javier, increpó al vicepresidente de la DAIA, David Stalman, exigiéndole explicaciones sobre el rol cumplido por esa institución en la persecución sufrida por Héctor, y en forma conexa, por su familia. El dirigente de la calle Pasteur solo atinó a responsabilizar a la anterior gestión de su institución y a sugerir –en forma desvergonzada— que dicho hostigamiento había sido el producto de un equivocado seguidismo de la política liderada un lustro atrás por la AMIA. Quienes rodeaban a ambos y escucharon asombrados el intercambio, no pudieron explicar cómo es que aún la DAIA continúa siendo parte de la querella que tiene a CFK como su víctima más relevante. Héctor Tìmerman y CFK, dos hostigados Uno de los máximos interesados en la utilización del antisemitismo como herramienta para desacreditar al gobierno de Alberto Fernández, el legislador Waldo Wolff, decidió en forma llamativa no concurrir a la actividad de recordación de la liberación de Auschwitz, pese a sobreactuar en forma habitual sobre su compromiso con los sobrevivientes y las víctimas. Según la versión de uno de sus colaboradores, el diputado se encuentra abocado en forma casi exclusiva a conseguir rechazos a la candidatura a procurador del actual juez Federal Daniel Rafecas y a postear ocurrencias por las redes sociales. Según esa misma fuente, el ex vicepresidente de la DAIA se habría mostrado contrariado con Netflix porque la miniserie sobre Nisman «minimizó su testimonio». Más aún, en la última semana sus asistentes  tuvieron que soportar quejas contra la delegación diplomática israelí, por no haberle pedido asesoramiento en relación a las indudables intenciones chavistas del peronismo. La incomodidad que viven los actuales dirigentes de la DAIA se debe a tres factores centrales. Por un lado, al hecho cada vez más evidente de que dicha organización no expresa a la colectividad en su conjunto, sino a una porción minoritaria que malversa aspectos identitarios para reconvertirlos en capital político reaccionario. En segundo término, porque sus dirigentes más fundamentalistas se han visto ninguneados por la embajada de Tel Aviv: el gobierno de Bibi

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El doctor Nisman mató al fiscal Nisman

Fuente: Gerardo Mazur | El Cohete a la Luna Fecha: 2 de febrero 2020 “No fue suicidio, fue magnicidio”. Es cierto. La consigna vociferada sin hartazgo por varios centenares de gargantas febriles en la Plaza del Vaticano el 18 de enero pasado es cierta. Los responsables de los alaridos querían, esperaban, que el volumen de emisión del grito se expandiera por la ciudad, por la Argentina, por el mundo y sus adyacencias. Cuanto más desarrollo, más verdad. Cuanto más pantallas, más verdad. Cuanto más medios periodísticos, más verdad asentada. Cuanta más difusión oral, escrita, dibujada, cantada, gestual, publicitada, más verdad. Mucha, muchísima, única verdad. La permanente repetición de la consigna, digamos, un millón trescientos ochenta y nueve mil novecientos noventa y uno al cuadrado. A todos los cuadrados hasta ser legión. Indiscutible verdad. Nada que pensar. Nada de nada. Está todo dicho. “No fue suicidio, fue magnicidio”. Es absolutamente cierto. Es cierto, pero la pregunta estalla. ¿Cómo puede ser que semejante certeza esté construida por una sarta de mentiras? Una más mentirosa que otra. Una más tergiversada que la anterior, en progresión geométrica hacia la siguiente, más inventada aún que la tergiversada. Y así, sin etapas. Hasta el área operística de la desafinación más aguda: “Cristina asesina”. ¿Cómo puede ser? I. Veamos un poco de bibliografía siglo XX. Ahora nomás. Al alcance del pensamiento. No sólo del cartesiano “pienso, luego existo” sino, al mismo tiempo, del “siento, luego existo” de origen africano. El primer ejemplo es brutal. Parece desproporcionado. Pega fuerte. Para posibilitar la comprensión de las cosas graves, en lugar de tomar distancia y practicar la indiferencia, el maestro Pichon Rivière sugería profundizar la estructura siniestra del hecho. Miedos, abstenerse un poco. Atreverse enriquece y ¡cuánto! Cada vez más. El ejemplo es Hitler. Adolfo Hitler. Cabeza del gobierno del país más culto de Europa. De la culta Europa. Hitler sabía que la propaganda en escala multitudinaria produce certezas a la mayoría de las personas. Le ahorran el laburo de pensar por sí mismos. Vacaciones a la materia gris. El placer del vacío, enriquecido de sabiduría incontrovertible. Una maravilla. Ya lo había experimentado durante la campaña proselitista que lo llevó al poder documentada en su momento por la Universidad de Frankfurt. Goebbels, ministro de propaganda del gobierno nazi, ya en el poder, fue el minucioso ejecutor. Desde el jardín de infantes hasta el geriátrico. Ninguna etapa sin convencer, en el lenguaje y códigos adecuados a cada edad. Un proceso gigantesco de aprendizaje cotidiano. Transformar al país en una sola voz, en una sola consigna. Hacerla propia. Retransmitirla. Apasionarse por la tarea. Ninguna duda. Dueños de la verdad. Una cultura coral. Andante majestuoso con un solo camino a recorrer. De ida, sin vuelta. Bruno Zevi, el notable pensador y arquitecto italiano, apelando a George Steiner y a su experiencia sobre lo inhumano, comentaba: “La barbarie prevaleció en el mismo terreno del humanismo cristiano, de la cultura renacentista y del racionalismo clásico”. Voltaire, dos siglos antes, ya adelantaba: “La civilización no combate la barbarie, la perfecciona”. ¡Y de qué modo! En el siglo XX la industrializa. El rigor y la efectividad heredada, los nazis la convierten en Auschwitz. El espanto en su mayor escala. Entre canapés, buen vino, cognac añejo y sexo, en la ciudad de Wannsee, bajo el marco del buen vivir y el amparo de las leyes de Nüremberg, se planifica el asesinato de millones de personas. Una decisión ya sostenida por la mayoría del pueblo alemán. La raza humana es una sola: la aria. Los judíos, los gitanos, los opositores –cómo se atreven— sobran. Infectan. Están de más. Eliminarlos es ley. Es hacer patriotismo. Poco tiempo después, se crean en Alemania y en los países ocupados, los campos de concentración y exterminio. Se da entonces un hecho único en la historia: no eran clandestinos. No fue necesario ocultarlos. La propaganda fue capaz de cambiar los valores universales y establecer los propios, la cultura de la barbarie. II. Ejemplo desproporcionado. Me parece que no. Veamos. El caso Nisman. El caso Nisman tiene que ver con los dos atentados más graves ocurridos en nuestro país. Embajada de Israel en 1992; AMIA en 1994. Ambos, de fortísimo contenido antisemita, junto a otras consideraciones políticas. En noviembre de 2013 Memoria Activa, agrupación integrada por familiares y amigos de víctimas de la masacre de la AMIA, hacía pública una carta abierta dirigida al doctor Alberto Nisman; “La causa AMIA: una causa desfiscalizada”, en los siguientes términos: Familiares y amigos de las víctimas de la masacre en la AMIA nucleados en Memoria Activa buscamos la verdad y la justicia. Usted, Dr. Nisman: ¿que busca? Lo hemos visto durante años trabajar denodadamente, hablar denodadamente, viajar denodadamente y jugar a las escondidas denodadamente. En muchas audiencias, a las que tenía la obligación de asistir, y a las cuales nos había prometido asistir como si nos hiciese un favor a nosotros, finalmente la fiscalía dejó un vacío. Fiscal Nisman: ¿Dónde está? ¿Jugando a las escondidas? Es evidente desde hace casi 20 años, que, si no fuera por los familiares de las víctimas, la causa AMIA estaría enterrada en la plaza Lavalle. Dr. Nisman ha jugado a las escondidas paseando por foros internacionales, se ha convertido en un experto sobre terrorismo internacional, nos preguntamos entonces: ¿Quién busca verdad y justicia en la causa AMIA? ¿Quién nos representa? ¿Qué intereses lo mueven a usted en sus acciones jurídicas desde hace años? Nos engañó, nos mintió, nos intenta embarullar con centenares de fojas que cuentan historias que ojalá algún día pueda probar. Tenía la posibilidad de demostrar que todos estos años invertidos por usted podían sostenerse en una indagatoria, pero sus acciones demuestran lo contrario. Dr. Nisman sabemos que algunos grupos y sectores lo apoyan, sabemos que el Memorándum es imperfecto pero es algo, en todos estos años nadie propuso absolutamente nada superador. Los familiares que llevamos la carga de 20 años de sostener la investigación apoyamos el Memorándum porque tenemos derechos. No sólo el derecho a la justicia, también el derecho a

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El peligroso virus del fiscalismo en el gobierno de Alberto Fernández

Fuente: Claudio Scaletta | Supl. Cash – Página/12 Fecha: 2 febrero 2020 Para conseguir el equilibrio fiscal se debe gastar más, no menos, para que crezca la economía y la recaudación. El nivel de endeudamiento dejado por el macrismo obliga a los funcionarios de Economía a un exagerado discurso fiscalista. La clave es cuáles será la orientación del gasto y sobre qué sector de la sociedad recaerá mayormente su sostenimiento. Habrá que ver antes que escuchar. Es la idea de las “finanzas sanas”, de que no se puede gastar más de lo que se recauda. Es un “virus” porque se trata de un lugar común grabado a fuego, a fuerza de repetición, en el inconsciente colectivo. Se apoya además en el sentido común, la idea de gastar “lo que no se tiene” parece absurda. Así, cualquier economista que enfatice en la necesidad de los equilibrios fiscales y monetarios, que diga frases como “tener una macroeconomía ordenada”, o que hable de “políticas monetarias y fiscales consistentes” habrá dado el santo y seña para ser inmediatamente considerado “serio” y partícipe de la cofradía. Se trata además de lo que se enseña en la mayoría de las universidades. El virus habita y se reproduce dentro de la corriente principal. El buen economista sería entonces como el buen contador. No nos referimos al arte de conseguir que los clientes paguen menos impuestos, sino a los principios elementales de Luca Pacioli y su partida doble llevada a las cuentas nacionales. Sin embargo, si se acerca la lupa al problema puede vislumbrarse su verdadera naturaleza. Los cultores de los equilibrios no están en realidad preocupados en que los gastos sean iguales a los ingresos, es decir en que no haya déficit, ya que tal estado, partiendo de una situación deficitaria, podría alcanzarse, por ejemplo, aumentando los impuestos. La verdadera obsesión está en el Gasto y, por extensión, en el tamaño del Estado, que es lo mismo que decir la cantidad y calidad de sus prestaciones. Un derivado del fiscalismo, entonces, son los Estados mínimos que no se ocupan de nada de lo que puedan ocuparse los privados. En el extremo nada de, por ejemplo, salud, educación o previsión social, sólo las funciones básicas de administración, seguridad y defensa. Otro derivado del fiscalismo es el monetarismo, la idea de que la emisión genera inflación y que por ello deben existir bancas centrales independientes del poder político –como si tal cosa fuera posible– que ejerzan un control estricto sobre la cantidad de dinero. Son todas ideas cuyo fin último es en realidad la destrucción del sector público y sus regulaciones. La soberanía del Estado no se basa en que posea una policía y un ejército, sino fundamentalmente en su capacidad de “movilizar los recursos sociales”, tarea que consigue principalmente a través del gasto. Suponga el lector que el Estado imprime billetes y los destina a la construcción de una obra de infraestructura o a pagar los sueldos de la administración. El Estado habrá creado así un déficit, pero cuya contrapartida es el superávit privado. El gasto, además, tiene un efecto multiplicador, ya que el dinero inicial circula retroalimentando la actividad productiva. Por ejemplo, los constructores de infraestructura demandarán insumos y mano de obra y los trabajadores alimentos y textiles. El Estado gastó lo que no tenía y creó, de la nada, activos y actividad económica. He aquí su poder. Quitarle al Estado la política monetaria, por ejemplo dolarizando la economía, equivale a quitarle su poder de movilizar recursos, su soberanía. Pero la historia no termina aquí. El Estado generó actividad económica y sobre esa actividad cobra impuestos. Si se genera actividad se generan ingresos impositivos. En consecuencia, en los sistemas impositivos modernos, los equilibrios fiscales se consiguen gastando más, no menos. Si al lector le parece extraño que no sea necesario recaudar primero para gastar después se puede acudir al ejemplo de los principales creadores de dinero: que no es el Estado sino los bancos comerciales. A diferencia de lo que normalmente se cree, la mayor creación de dinero es el dinero bancario a través del otorgamiento de créditos. Y también a diferencia de lo que normalmente se cree los bancos no necesitan poseer el dinero que prestan, solo una porción mínima, los encajes en el Banco Central. Por ejemplo, si el lector compra un vehículo a través de un crédito bancario se crea una cantidad de dinero equivalente al precio del vehículo y se acredita en la cuenta bancaria del comprador. Es decir el banco creó dinero de la nada e inmediatamente ese dinero comienza a circular. Por ejemplo a pasar de la cuenta del comprador al vendedor y de la del vendedor a sus acreedores o proveedores. Tanto en el caso del sector público como en el privado no se necesitó de una acumulación previa de riqueza, “ahorro”, para poder movilizar recursos sociales. El ahorro recién aparece después de la inversión como resultado del proceso productivo. ¿De qué depende que los bancos otorguen más o menos créditos? Del nivel de actividad económica. Por eso la buena teoría sostiene que la cantidad de dinero es “endógena”, depende de la evolución del PIB. Y el rol de la buena economía no es conseguir equilibrios presupuestarios, sino conducir el ciclo económico. Los defensores del equilibrio fiscal como objetivo de política saben que la reducción del Gasto contrae la economía. También saben que el control férreo sobre la política monetaria limita la capacidad de gastar del Estado. Otra vez, el objetivo no son los equilibrios, sino la destrucción del Estado, al que la mala teoría asocia a una carga para el sector privado antes que a un movilizador y multiplicador de recursos. Lo expuesto no quiere decir que no haya restricciones de Gasto para la política económica, pero la restricción no es la interna. El Estado pueda gastar y movilizar recursos, pero cuando lo hace la economía crece y, dada la estructura productiva local, las importaciones crecen más rápido que las exportaciones, la economía se queda sin dólares y se frena. La verdadera restricción, entonces, es la externa. Por eso nunca deben confundirse los gastos en pesos con los

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Martí, un cubano universal

Fuente: Atilio Borón | Blog de Atilio Borón Fecha: 28 enero 2020 Este 28 de enero se conmemora un nuevo aniversario del nacimiento, en 1853, de José Martí, el Héroe Nacional de Cuba y, nos atreveríamos a decir, de toda Nuestra América. Mucho se ha escrito sobre la obra de este personaje excepcional, pese a lo cual sus ideas y su epopeya emancipatoria siguen siendo poco conocidas por las masas irredentas e, inclusive, por los luchadores antiimperialistas y anticapitalistas de Latinoamérica y el Caribe con la obvia excepción de Cuba. Apremiado por las circunstancias que atribulan a nuestros países me limitaré a esbozar una síntesis apretadísima de su enorme legado. Martí le escribió a su amigo mexicano Manuel Mercado que “Viví en el monstruo y le conozco las entrañas.” Fue lúcido testigo del viraje histórico en el cual Estados Unidos iniciaba su funesta transición de república a imperio. Radicado en Nueva York escribió páginas inolvidables sobre la situación del hemisferio, muchas de las cuales fueron recogidas en aquella época por el diario La Nación de Buenos Aires, del que Martí fue su corresponsal durante varios años. Una buena medida de la decadencia de este periódico la ofrece el contraste entre la figura gigantesca del cubano y los nombres de sus actuales corresponsales en Estados Unidos, Andrés Oppenheimer y Jaime Bayly. Martí también fungió como cónsul honorario de la Argentina en esa ciudad. Ambas condiciones, corresponsal y cónsul honorario aún esperan su público reconocimiento y debido homenaje en este país. Así como el Che es legítimamente reconocido como “argentino-cubano” no caeríamos en el vicio de la hipérbole si dijéramos que Martí fue un “cubano-argentino”. Los ensayos y las notas de Martí, recopilados luego en un libro bajo el título de Nuestra América, conforman junto a la Carta de Jamaica de Simón Bolívar, y La Historia me Absolverá, de Fidel, la trilogía fundacional, imprescindible e insustituíble del pensamiento emancipatorio latinoamericano. Recogemos a continuación tan sólo dos observaciones de los luminosos escritos martianos. Una, cuando al desentrañar las raíces de la expansión y la insaciable voracidad de la Roma Americana dijera que “los norteamericanos creen en la necesidad, en el derecho bárbaro como único derecho: esto es nuestro porque lo necesitamos.” Tal cual: necesitamos petróleo y si este se encuentra en Irak o Venezuela allá iremos para apoderarnos de ese vital recurso, por las buenas o por las malas. Y lo mismo haremos con el litio que precisamos, y se lo arrebataremos a Bolivia. Toda la doctrina estratégica estadounidense desde la Segunda Guerra Mundial hasta hoy, y sobre todo después del 11 de Septiembre del 2001, se asienta sobre esa premisa: el derecho bárbaro precozmente detectado por Martí como la concepción imperialista del derecho. Segunda y última reflexión centrada en el comercio internacional: “quien dice unión económica, dice unión política. El pueblo que compra, manda. El pueblo que vende, sirve. El pueblo que quiere morir vende a un solo pueblo, y el que quiere salvarse a más de uno. … El influjo excesivo de un país en el comercio de otro, se convierte en influjo político. Lo primero que hace un pueblo para llegar a dominar a otro es separarlo de los demás pueblos. El pueblo que quiera ser libre, sea libre en negocios.” Separarlo de los demás pueblos, advierte Martí así como evitar “el influjo excesivo” de un país, Estados Unidos, sobre los de Nuestra América. Esto era precisamente el propósito de la derrocada ALCA. Cuando vemos las políticas que Washington y sus secuaces latinoamericanos han impulsado para reforzar nuestros asimétricos vínculos comerciales con Estados Unidos o destruir la UNASUR, la CELAC y cuanta iniciativa exista de integración o articulación continental caemos en la cuenta de la extraordinaria capacidad de Martí para precozmente vislumbrar la naturaleza de la estrategia imperial y lo que se nos venía encima si la unión de nuestros pueblos no lo impedía. Por todo esto es que celebramos su nacimiento, el de un grande de la Patria Grande, portador de una de las antorchas más luminosas que nos han guiado, y lo seguirán haciendo, en nuestra lucha sin tregua contra el imperialismo norteamericano.

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Baltasar Garzón fustigó a Piñera en una carta abierta: «Parece no entender que el pueblo no es enemigo sino víctima»

Fuente: Baltasar Garzón | Página/12 Fecha:  1 febrero 2020 El exjuez estuvo en Chile para el Foro Latinoamericano de Derechos Humanos, celebrado entre el 23 y 25 de enero. Su mensaje contiene críticas al Poder Judicial y las fuerzas de seguridad, y elogios a los manifestantes por su «coraje y dignidad». Baltasar Garzón fue juez de la Audiencia Nacional en España.  Imagen: NA Chile en el corazón: Carta Abierta al Pueblo de Chile Queridas chilenas y chilenos: Escribo de nuevo y esta vez me dirijo al pueblo de Chile, tras la carta abierta para al presidente Piñera publicada el pasado 23 de octubre sobre la que, por cierto, no he recibido respuesta. En esa misiva expresaba mi dolor y profunda preocupación por lo que estaba ocurriendo en Chile, país con el que me une un vínculo perenne y por el que siento un especial afecto. Me parecía entonces, y me sigue pareciendo ahora, que la respuesta del Gobierno al estallido social ha sido absolutamente desproporcionada, contra un pueblo que se manifiesta en la calle expresando que no soporta más tanta desigualdad, tanta injusticia, abusos y corrupción. Dije en aquella misiva, además, y lo he dicho en otros foros, que el ejército no está preparado para controlar el orden público sino para hacer la guerra, para doblegar al enemigo o destruirlo y que cuando sale a la calle, las cosas solo empeoran. Pero con estupor he podido ver cómo Piñera ha intentado una y otra vez la intervención de los militares. Parece no entender que el pueblo no es el enemigo sino la víctima, y que al pueblo hay que protegerlo y no castigarlo con medidas de excepción. Es paradójico que este estallido social haya tenido lugar en un país que – se decía – era un oasis en América Latina y que pretendía exhibirse ante el mundo como garante del medioambiente para liderar una respuesta global coordinada frente a la emergencia climática en la COP 25 de la que Chile tenía que haber sido anfitrión. No fue así porque Piñera y su gobierno no podían permitir que los mandatarios del resto del planeta vieran cómo el ejecutivo era incapaz de gestionar las demandas sociales, dando como única respuesta represión y más represión contra sus propios compatriotas, sin pudor alguno. Seguramente sabrán que después de aquella carta he viajado a Santiago de Chile para participar en el Foro Latinoamericano de Derechos Humanos, celebrado entre los días 23 y 25 de enero. Me reuní con asociaciones de víctimas, organismos de derechos humanos y sociedad civil para conocer sus impresiones de lo acontecido desde el 18 de octubre. Les confieso que fue una jornada muy dura en lo personal y lo que he conocido ha aumentado mi grado de indignación. Una indignación que se me ha ido acumulando durante estos tres meses, pero que ya ha llegado a un nivel de estupor ante tanta crueldad, desidia e incompetencia. Represión sin sentido Durante mi breve estancia en Santiago, acudí a comprobar personalmente lo que la sociedad civil me había transmitido a través de cientos de mensajes llegados desde Chile, pero también desde muchos otros países y desde la propia comunidad chilena en España. Acudí a la Plaza de la Dignidad (ex Plaza Italia), donde fui testigo de cómo la fuerza pública no se está ejerciendo para controlar el orden público y garantizar el derecho de manifestación, sino para dañar, herir y lesionar a quienes ejercen su derecho a la libertad de expresión. Los componentes de Primera Línea, con los que tuve ocasión de hablar en el edificio histórico del Senado me habían expuesto su desesperación y miedo a la represión desplegada y sostenida por el Estado. En el acto reivindicativo, me prestaron un casco, me rodearon y me protegieron para que yo mismo no resultara lesionado, durante el tiempo en el que temerariamente, me empeñé en comprobar la realidad de lo que me habían denunciado. Debo reconocer que no sabía lo que era el guanaco aplicado a una protesta hasta que vi volar por los aires a un chico con su bicicleta por el impacto del agua a presión; ni pensé que la carcasa del tubo de gases lacrimógenos produjera un impacto tal sobre el rostro hasta que lo comprobé en una de las jóvenes que me acompañaba; o que la grasa y el ácido de su composición, irritara tanto; ni que los balines que vacían ojos inocentes, eran mostrados como trofeos siniestros para no olvidar el dolor… Frente a ello, escudos de madera o plástico, la rabia contenida de la impotencia y la certeza de que había que estar allí, entre mujeres y hombres de todas las edades que mostraban su determinación de afrontar los riesgos contra su seguridad, con una fortaleza ejemplar. Evoqué allí en La Alameda a Pablo Milanés señalando los crímenes de la dictadura en su canción, “Yo pisaré las calles nuevamente de lo que fue Santiago ensangrentado…”. Protestar en Chile bien te puede costar la vida o un ojo de la cara, como de hecho lamentablemente ha ocurrido y sigue ocurriendo. Pero me emociona pensar que a pesar de este alto precio, cientos y miles de personas salen a exigir garantías de un futuro mejor. El pueblo chileno es un ejemplo de coraje y dignidad para el mundo entero. La emoción al escribir estas frases se me hace presente de nuevo, como en la Alameda, al abrazarme y ser abrazado por cientos de ustedes. Tienen todo mi respeto y mi admiración. Un manifestante reacciona contra un agente, en una de las jornadas de protesta. AFP. No habrá impunidad Reitero mi solidaridad con todas las víctimas, con las familias de los fallecidos y los desaparecidos, con las mujeres agredidas sexualmente, con los que han sido torturados, con los heridos, con quienes han perdido un ojo y, por supuesto, también con Gustavo Gatica y Fabiola Campillay a quienes han arrebatado la visión por completo. No caerán en el olvido. No habrá impunidad. Tienen mi palabra. Es mi compromiso. Nunca pensé que volvería a Chile para

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