julio 2017

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Setenta años con el mismo discurso falaz

Fuente: Pedro J. Kesselman* | Página 12 Fecha: 07 de JULIO 2017 De manera reiterada, el presidente de la Nación, Mauricio Macri, y distintos funcionarios de su gobierno, vienen cuestionando a los Jueces del Trabajo y a los abogados laboralistas. Denuncia a aquellos como integrantes de un Poder Judicial que no es “equitativo”. En buen romance, que no favorece a los empresarios. Y a los segundos, como integrantes de una mafia que lleva a la quiebra a las empresas, especialmente a las pymes, genera desempleo e impide las inversiones. Es evidente que con sus palabras, Macri, como también el jefe de Gabinete, Peña Braun, y otros funcionarios de menor rango, pretenden condicionar a la Justicia Laboral para que deje de lado el principio protector que impera en materia de Derecho del Trabajo. Suman a sus dichos las amenazas y pedidos de juicio político a los magistrados que dicten resoluciones y sentencias que den razón a los reclamos de los trabajadores y sus organizaciones gremiales. El dirigente opoficialista Sergio Massa, sumó también su voz para denostar a los abogados laboralistas, calificándolos de “zánganos” que “se afanan la plata de las empresas y la plata de los laburantes”. Es bueno recordar que quien le acompaña en la lista para las próximas elecciones, la señora Stolbizer, fue quien, como diputada, en el año 2000 defendió fervorosamente la sanción de la ley 25.250, luego conocida como “ley banelco” de flexibilización laboral por los oprobiosos procedimientos utilizados a fin de comprar votos en el Congreso de la Nación. Estas conductas abiertamente antiobreras y propatronales, tratan de preparar el camino para derogar toda la legislación protectora de los derechos sociales e imponer una flexibilización laboral que vaya mas lejos aún que la impuesta por el menemismo en la década del 90. Como entonces, se pretende encubrir las imputaciones y amenazas con el disfraz de “modernizar” esa legislación. Diversos editoriales del diario La Nación, y notas de Clarín, así como dichos cotidianos de periodistas partidarios del Gobierno, pretenden hacer creer que “flexibilizar”, es decir, terminar con el Derecho del Trabajo, es sinónimo del modernidad, y que así llegarán las inversiones tan prometidas semestre a semestre. Agregan también que es necesario terminar con los reclamos laborales, causantes ellos, y no las políticas gubernamentales, de los cierres de empresas y la desocupación creciente. Este discurso es falso, y no resiste el menor análisis a la luz de la historia. El 29 de agosto de 1940 el diario La Prensa publicó una nota: “La legislación del trabajo y la desocupación obrera”, en relación a la presentación de una entidad empresaria ante el Poder Ejecutivo, ejercido entonces por Roberto M.Ortiz. Afirmaba allí que “algunas normas legales dirigidas a favorecer a los obreros de acuerdo con la intención con que las sancionó el Congreso conspiran, en realidad, contra el comercio y la industria, y ocasionan desocupación”. Más adelante decía: “Hay una crisis de empleo, un retraimiento de la locación de mano de obra. Sin embargo nuestras autoridades persisten en desviar la orientación de los capitales con la oferta de títulos de deuda pública, mucho más interesante sin duda que cualquier otro destino en el que abundan riesgos, como los que la nota ya mencionada resume, al hacer un examen detenido de los efectos que sobre el trabajo tienen algunas de nuestras leyes. La ley 11.317 sobre capacidad y ocupación de los menores, impide la formación de obreros especializados; la 11.729 dificulta la colocación de los que tienen 18 años pero no cumplieron el servicio militar y otras sobre despidos, vacaciones pagas, indemnización etc., importan, “no sólo un aumento insoportable de la carga fija sino también una permanente fuente de sorpresas que acompañan a cada nuevo fallo judicial” sobre su alcance. Existe, pues, lo que muchos denominan la desocupación del capital y del espíritu de empresa que no encuentran ubicación porque las leyes los comprometen y los asustan…Cualquier actividad se ve afectada por trabas e imposiciones que absorben todo posible beneficio. Las relaciones entre el capital y el trabajo se acrecientan día a día y cada nueva exigencia en materia de indemnizaciones, conservación de empleos, disminución de jornadas y subsidios, contribuye al aumento de la desocupación…”. Me permito recordar que en agosto de 1940 no habían nacido Néstor y Cristina Kirchner; Perón era un ignoto oficial del Ejército; el peronismo no existía; las leyes protectoras de los trabajadores eran escasas, y algunas, como las leyes 11.317 y 11.729, habían sido sancionadas, la primera, durante la presidencia del radical Marcelo T. de Alvear, y la segunda, siendo presidente el General Agustín P.Justo, es decir, un gobierno conservador. Tampoco existía la Justicia del Trabajo, pues los juicios laborales se ventilaban en tribunales civiles y de paz. Pero es llamativo y mueve a reflexión que el discurso empresario –hoy también gubernamental, pues grandes empresas y gobierno se identifican–, no haya variado y sea el mismo después de setenta y siete años. Según ese discurso, las leyes laborales y los juicios en defensa de los derechos que esas normas conferían y confieren a los trabajadores eran y son culpables de la desocupación y la falta de inversión del comercio y la industria. La realidad se encargó, durante mas de setenta años, de desmentir al diario de los Paz. Desde agosto de 1940 el país atravesó crisis institucionales y económicas diversas; tiempos de bonanza y tiempos de caída de la actividad industrial y comercial; tiempos de ocupación casi plena y tiempos de mas elevadas tasas de desempleo. Pero a nadie se le ocurría culpar por esas crisis a las leyes laborales, a los jueces y a los abogados laboralistas. Las palabras de la añeja publicación parecen haber sido fuente de inspiración para quienes durante la última dictadura cívico militar; en la década del 90 y hoy con el poder político y económico unificados tras el empresario Macri, estuvieron y están empeñados en descargar sus responsabilidades por las crisis que ellos mismos generan, atribuyéndolas a la legislación laboral, a los jueces que deben aplicarla y a los abogados

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Naomi Klein: Trump es la primera marca global completamente comercializada…

Fuente: Juan González |democracynow.org  Fecha: 13 de JUNIO 2017 Título completo: Naomi Klein: Trump es la primera marca global completamente comercializada que ha llegado a ser presidente de EE.UU. Una década después de que Naomi Klein publicara su ya icónico libro «La doctrina del shock», la reconocida escritora y activista analiza porqué el presidente Trump representa una forma de shock continuo y cómo hizo campaña para posesionar una marca, más que una campaña política, con el objeto de llegar a la presidencia. El libro de Naomi Klein de más reciente publicación se titula «No Is Not Enough: Resisting Trump’s Shock Politics and Winning the World We Need” («Decir ‘No’ no es suficiente: Resistiendo las políticas de shock de Trump y logrando el mundo que necesitamos»). JUAN GONZÁLEZ: En mi opinión, una de las cosas más interesantes en la lectura de su libro, fue ver cómo conecta su larga experiencia trabajando con el asunto de la creación de imagen de marca con cómo el gobierno Trump se ha convertido en la marca del presidente, Y cómo él fue capaz de entender lo importante que es la creación de una imagen de marca cuando estaba haciendo el programa El aprendiz. NAOMI KLEIN: Exacto. JUAN GONZÁLEZ: De hecho, usted habla de El aprendiz y analiza su impacto en la conciencia estadounidense. NAOMI KLEIN: Sí, creo que tenemos que entender que Trump no está jugando bajo las reglas de la política, sino bajo las reglas de la creación de marcas. Y como usted sabe, en el pasado ha habido conflictos de intereses presidenciales, ha habido presidentes con intereses comerciales, pero nunca había habido una marca global totalmente comercializada como presidente estadounidense, eso no tiene precedentes. La razón de que no tenga precedentes es porque se trata de un modelo de negocio relativamente nuevo. Es un modelo de negocio que fue adoptado por la Organización Trump y que en realidad no existía antes de los años noventa. Es a lo que llamé en mi primer libro «No logo», el modelo de marca vacío. Y el modelo surge del hecho de que en la historia primitiva de las marcas usted tenía un producto, quizás era arroz, quizás eran frijoles, o zapatos… Usted era un fabricante que quería que la gente comprara su producto, así que le daba una marca, estampaba un logotipo en el producto. Lo identificaba con algún tipo de imagen icónica como Uncle Ben’s o algo parecido. Usted le daba una especie de personalidad propia. Eso dejó de funcionar en los años ochenta, los clientes entendieron la idea. Quizás, la cita más popular que incluí en «No logo» es de un ejecutivo de publicidad que dijo: «Los consumidores son como las cucarachas: los rocías y los rocías, y se vuelven inmunes después de un tiempo». Es tan solo una adorable visión de un comercial sobre sobre cómo ven a los clientes. Por lo tanto, la mercadotecnia tuvo que ser más ambiciosa, y empezaron a aparecer este tipo de empresas que se posicionan como marcas «de estilo de vida». Su mensaje es: «No, no somos empresas basadas en productos. Estamos en el negocio de vender ideas e identidad». Nike es el perfecto ejemplo de esto último. Phil Knight, presidente ejecutivo de Nike, dio un paso adelante y dijo: «No somos una compañía de zapatillas. No somos una empresa de zapatos. Lo nuestro es la idea de trascender a través del deporte». Starbucks no era una compañía de café, se trataba de la idea de comunidad. Y en tercer lugar está Disney, que es una familia, y así sucesivamente. Así pues, las corporaciones tenían sus reuniones en las que se escuchaba: «Tenemos nuestra gran idea». Esto cambió dramáticamente la industria manufacturera, porque una vez que decides que estás en el negocio de vender ideas en lugar de productos, en realidad no importa quién fabrique tu producto. Lo que quieres es poseer cuanta menos infraestructura física sea posible, ya que tu valor real es tu nombre y cómo lo construyes. Por lo tanto, Trump fue un negocio de tipo más tradicional en la década de los 80. Trump era simplemente un tipo que construía edificios, que los construía y que tenía cierto instinto para la mercadotecnia. Pero lo que cambió la situación para él fue El aprendiz. Fue entonces cuando llegó a darse cuenta de que podía alcanzar la estratosfera de las supermarcas. Y su modelo de negocio cambió: ya no se trataba de construir o comprar edificios, eso era para otros, lo suyo iba a ser construir el nombre «Trump» para luego venderlo y arrendarlo en tantas formas como fuera posible. Así que ahí tienes el agua Trump, los filetes Trump, y la Universidad Trump, considerada por muchos de dudosa reputación. Y todas esas torres, las torres Trump, alrededor del mundo, y los complejos hoteleros Trump, por todo el mundo, de los cuales ninguno es propiedad de la Organización Trump. La Organización Trump recibe millones de dólares de los promotores por el privilegio de poner el nombre Trump a sus torres. Esta idea tiene enormes implicaciones sobre el modo en que entendemos la corrupción existente en lo más profundo de la decisión de Trump de fusionar su marca global con el gobierno de Estados Unidos, que es lo que está pasando en tantos frentes diferentes. Ya que, hablando claro, lo que significa es que cada vez que decimos la palabra «Trump», hasta cuando lo estamos diciendo de forma negativa, estamos haciendo mercadotecnia para él. Así que con esta demanda que acaba de ser anunciada por los fiscales generales de Nueva York y Washington, DC,… AMY GOODMAN: De Maryland. NAOMI KLEIN: Lo siento, de Maryland y Washington, DC, sí. Tal vez Nueva York se una a ello. [Esa demanda] trata sobre algo que tiene que ver con todo eso, en el sentido de que los gobiernos extranjeros están claramente favoreciendo los hoteles Trump como una forma de congraciarse con el presidente. Pero el conflicto va más lejos que todo eso, porque la gran idea de Trump,

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García Linera celebra «A los plebeyos insurrectos de 1917»

Fuente: Emir Sader | Gracus Nº 122 Fecha: 2 de JULIO 2017 ¿Qué visión puede tener un revolucionario del siglo XXI en América latina sobre la epopeya de los bolcheviques 100 años después? Nadie mejor que Alvaro García Linera, hoy vicepresidente de la República Olurinacional de Bolivia (junto a Evo Morales) para hacer una reelectura de la revolución bolchevique en su centenario. En el libro ¿Qué es una revolución?, con el subtítulo De la Revolución Rusa de 1917 a la revolución de nuestros tiempos (Editorial Akal) García Linera rehace toda la trayectoria de las narrativas sobre la Revolución Rusa en un texto denso y lleno de elementos para pensar la contemporaneidad de la revolución. Antes que nada García Linera constata la dimensión del fenómeno en sus proporciones históricas: “La revolución soviética de 1917 es el acontecimiento político mundial más importante del siglo XX, pues cambia la historia moderna de los Estados, escinde en dos y a escala planetaria las ideas políticas dominantes, transforma los imaginarios sociales de los pueblos devolviéndoles su papel de sujetos de la historia, innova los escenarios de guerra e introduce la idea de otra opción (mundo) posible en el curso de la humanidad”. La Revolución Rusa anunció el nacimiento del siglo XX, poniendo la revolución como “referente moral de la plebe moderna en acción”. “Revolución se convertirá en la palabra más reivindicada y satanizada del siglo XX”. Por ello, “en los últimos 100 años morirán más personas en nombre de la revolución que en nombre de cualquier religión”, con la diferencia de que “en la revolución la inmolación es a favor de la liberación material de todos los seres humanos”. Enseguida García Linera encara la revolución como “momento plebeyo”, que es “la sociedad en estado de multitud fluida, autorganizada, que se asume a sí misma como sujeto de su propio destino”, antes de definir el significado de la Revolución Rusa. Linera critica las visiones reduccionistas de la Revolución Rusa, las que la reducen a la toma del Palacio de Invierno y a la instauración de un nuevo gobierno. “La revolución no constituye un episodio puntual, fechable y fotografiable, sino un proceso largo, de meses y de años, en el que las estructuras osificadas de la sociedad, las clases sociales y las instituciones se licúan y todo, absolutamente todo lo que antes era sólido, normal, definido, previsible y ordenado se diluye en un ‘torbellino revolucionario’ caótico y creador”. La combinación extraordinaria de una serie de eventos y factores es lo que hace posible la revolución: “Las revoluciones son acontecimientos excepcionales, rarísimos, que combinan de una manera jamás pensada corrientes de lo más disímiles y contradictorias, que lanzan a la sociedad entera, anteriormente indiferente y apática, a la acción política autónoma”. Una revolución, según García Linera, “es, por excelencia, una guerra de posiciones y una concentrada guerra de movimientos”, acercando a Lenin y Gramsci. En la intensa lucha ideológica previa, los bolcheviques se van haciendo políticamente hegemónicos en las clases subalternas. “En realidad, la insurrección de octubre simplemente consagró el poder real alcanzado por los bolcheviques en todas las redes activas de la sociedad laboriosa”, que “se presenta más que como ‘dualidad de poderes’, como ‘multitud de poderes locales’”. Así, para García Linera, la contraposición entre revolución y democracia es un falso debate, porque una “revolución es la realización absoluta de la democracia”. De la misma forma que es una interpretación equivocada considerar que las revoluciones son imposibles sin una “guerra de movimientos” que construye, a lo largo del tiempo, las condiciones del triunfo revolucionario. Por ello Lenin defiende el concepto de “frente único” en los debates de la Internacional Comunista, explicitado por Gramsci sobre las sociedades orientales y occidentales. Hay un aspecto universal de la revolución soviética que radica “en la victoria cultural, ideológica, política y moral de las corrientes bolcheviques en la sociedad civil”. Enseguida García Linera retoma los términos en que él caracterizó las etapas de la revolución boliviana, al enfocar las relaciones entre el momento jacobino leninista y el momento gramsciano hegemónico. El se refiere al momento jacobino como “el punto de bifurcación de la revolución”, que no tiene que ver con un momento de ocupación de instalaciones del viejo poder, ni del desplazamiento de las viejas autoridades. “Las revoluciones del siglo XXI muestran que esto último llega a realizarse por vía de elecciones democráticas”. “El punto de bifurcación o momento jacobino es este epítome de las luchas de clase que desata una revolución”, es “un tiempo donde los discursos enmudecen, las habilidades de convencimiento se repliegan y la lucha por los símbolos unificadores se opaca”. En la revolución cubana fue la batalla de Girón, en el gobierno de Allende el golpe de Pinochet, en Venezuela el paro de actividades de Pdvsa y el golpe de Estado en 2002, en Bolivia el golpe de Estado cívico-prefectural de septiembre de 2008. La importancia de ese momento “jacobino-leninista” radica en instituir “de forma duradera, el monopolio de la coerción, de los impuestos, de la educación pública, de la liturgia del poder y de la legitimidad político-cultural”. Esa combinación inseparable de los momentos “hace que una revolución con un momento gramsciano sin un momento leninista sea una revolución trunca, fallida”. El libro desemboca en la discusión de lo que es el socialismo. García Linera incorpora la idea de que si una revolución no se propaga a otros países termina agotándose. Frente a esa y a otras dificultades, observa: “Uno desearía hacer muchas cosas en la vida, pero la vida nos habilita simplemente a hacer algunas. Uno desearía que la revolución fuera lo más diáfana, pura, heroica, planetaria y exitosa posible –y está muy bien trabajar por ello– , pero la historia real nos presenta revoluciones más complicadas, enrevesadas y riesgosas. Uno no puede adecuar la realidad a las ilusiones, sino todo lo contrario: debe adecuar las ilusiones y las esperanzas a la realidad a fin de acercarla lo más posible a ellas, enriqueciendo esas ilusiones a partir de lo que la vida real nos brinda y

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Los tanos

Fuente: Gabriela Cerruti | Nuestras Voces Fecha: 02 de JULIO 2017 Cada vez que anuncia que se retira de un negocio con el estado, Mauricio Macri se lo transfiere a Impregilo o Ghella, dos empresas herederas de Impresit, la constructora de la Fiat con la que Franco Macri fundó el imperio. Ya lo hizo con la depuración del Riachuelo, la represa Yaciretá, el plan cloacal en el Gran Buenos Aires, las obras del arroyo Maldonado, la concesión de autopistas y ahora el soterramiento del Sarmiento en medio del escándalo Odebrecht. El Heredero de La Famiglia se convirtió en El Jefe retomando los orígenes italianos de la fortuna. Mauricio se despertó esa mañana, y se había convertido en Franco. Así podría comenzar la historia que dé cuenta del pase de manos entre los Macri y sus socios de La Famiglia italiana que depositó hoy los principales negocios, nuevamente, en los herederos de aquella sociedad entre los Agnelli de la Fiat y el patriarca Franco a principios de los setenta. Claro que ahora esos negocios, las obras públicas más importantes de la Argentina, lo tienen a Macri de los dos lados del mostrador: el soterramiento del Sarmiento, la depuración del Riachuelo, la represa Yaciretá, el plan cloacal en el Gran Buenos Aires, el plan hídrico alrededor del arroyo Maldonado en la Ciudad de Buenos Aires, y la concesión de las autopistas, entre muchas otras obras, son llevadas adelante por Impregilo y Ghella, a veces juntas, a veces por separado. Las dos empresas son los emporios italianos en que se transformó Impresit, la constructora de la Fiat de Giovanni Agnelli que a principios de los setenta se asoció con Franco para formar Sideco Americana armando la base de la fortuna familiar. En medio del escándalo por la corrupción en la licitación del soterramiento del Tren Sarmiento que involucra a Iecsa y Odebrecht, el presidente Mauricio Macri se negó tanto a detener las obras como a dar de baja el decreto por el cual le otorgó millones de dólares a las empresas en litigio. Para despegarse, el primo Angelo Calcaterra simuló primero una venta de Iecsa al empresario amigo Marcelo Midlin, venta incomprobable porque se hizo a título personal y no como empresa, así que no hay documento público que lo registre. Ahora, se anunció que Odebrecht se retira del negocio y queda todo en manos de Iecsa y Ghella. El cartel italiano Ghella es una pequeña empresa familiar italiana en manos de los hermanos Giandomenico, Enrico y Lorenzo Ghella, que actúa cartelizadamente con Impregilo tanto en Italia como en Latinoamérica. Suelen presentarse juntas a las licitaciones, formando consorcios o por separado, pero compiten siempre en las mismas convocatorias y se garantizan que una de las dos sea la elegida. Cuando decide radicarse en la Argentina para expandirse con sus negocios por Latinoamérica, Ghella traslada un director desde Impregilo: Gianvicenzo Coppi, cabeza del grupo en Brasil y que estaba siendo juzgado en ese país por denuncias de cartelización en las licitaciones de obras públicas en el estado de Salvador de Bahía. Impregilo es uno de los nombres que tomó durante los noventa Impresit, la empresa constructora propiedad de los Agnelli y la Fiat, que fue socia de los Macri durante décadas y dio origen al imperio familiar cuando formaron Impresit/Sideco. Gianvicenzo Coppi aparece sucesivamente como directivo en Impregilo, en Ghella y también en Iecsa y Creaurban, cuando éstas figuran a nombre de Calcaterra. Desde 1975 hasta 1994 fue director de Impresa. Del 94 al 2001 dirigió Impregilo primero en Milán y luego en Brasil. A partir de 2001 dirigió Ghella y Iecsa. Contra el padre La causa que investiga hoy el escándalo Odebrecht muestra que en el año 2006, siendo todavía Mauricio Macri formalmente accionista y directivo de Iecsa, se llevan adelante tanto la licitación para el entubamiento del arroyo Maldonado como la del soterramiento del Sarmiento. Luego de que su empresa gana las dos licitaciones, comienza el intento de ocultar su verdadero propietario y ponerlo a nombre de su primo Angelo Calcaterra. El primo del Presidente no tenía los fondos para comprar esas empresas, y en ese momento apareció salvadoramente Ghella, le prestó los fondos y formaron juntos ODS, la empresa controladora. Franco Macri se preguntaba entonces si Ghella no era en realidad testaferro del mismo Mauricio Macri. Y tenía viejas inquinas familiares para preguntárselo. La mayor pelea por el control de La Famiglia, que dividió a los Blanco Villegas de los Macri, se produjo a mediados de los noventa cuando Mauricio, su tío José Blanco Villegas y el gerente de Socma, Ricardo Zinn, llegaron a un acuerdo con la familia Agnelli, dueña de Impresit, a espaldas de Franco Macri, para quedarse con la representación de Fiat en la Argentina. Blanco Villegas y Ricardo Zinn debieron abandonar la empresa y los negocios, y Mauricio Macri tuvo su oportunidad como gerente de Fiat Sevel pero por poco tiempo. Sobrevino su secuestro, y dejó la empresa para presidir Boca Juniors. Ricardo Zinn murió en un extraño accidente aéreo sobrevolando Bolivia. Cuando Impregilo, la heredera de Impresit, volvió a la Argentina para asociarse a las empresas familiares y Ghella completó el acuerdo para poner a Angelo Calcaterra al frente de Iecsa, Franco Macri creyó ver el retorno de aquellos temas no resueltos en los noventas. Todo en las mismas manos Cada vez que Mauricio Macri, desde que asumió la jefatura de gobierno primero o la presidencia después, apareció dejando una empresa para no entrar en conflicto de intereses, siempre quedaron en manos o de Ghella o de Impregilo. Cuando asumió como jefe de gobierno, se desprendió de Iecsa para dejarla en manos de Ghella, que inmediatamente ganó la licitación para llevar adelante las obras del Arroyo Maldonado. Sideco abandonó el consorcio del plan cloacal del Gran Buenos Aires: lo dejó en manos de Impregilo. El plan de limpieza del Riachuelo, dividido en tres tramos, le otorgó el primero a Ghella y el tercero a Impregilo. Apenas asumió como Presidente, vendió a Sideco sus acciones en

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La publicidad en el centro

Fuente: Edgardo Mocca | Página 12 FECHA: 02 de JULIO 2017 Durán Barba fue uno de los oradores centrales de la reunión de candidatos de Cambiemos de todo el país: la publicidad ha colonizado a la política. Hoy a eso se le llama “comunicación” pero ésta ha pasado a ser una palabra ambigua. Es la misma que se usó siempre en referencia a la capacidad particular de algunas personas para transmitir conocimientos y puntos de vista a una determinada audiencia social. En la política contemporánea la comunicación deja paso a la publicidad; hay una mercancía particular, la etiqueta política, de cuyas bondades habrá que convencer al consumidor votante. Como se sabe por la ya larga historia de la industria publicitaria, el género excluye la cuestión de la verdad como límite de su lenguaje. En su “Utopía de un hombre que está cansado” Borges mira nuestra época desde el futuro y dice que la gente era ingenua y creía que una mercancía era buena porque así lo aseguraba el fabricante. Agrega el mismo personaje refiriéndose también a nuestro tiempo “las imágenes y la letra impresa eran más reales que las cosas”. Hay que aclarar que Borges escribió ese texto hace más de cuarenta años. Aún así la comunicación política sigue existiendo, aún cuando hay que esforzarse por encontrarla fuera de los shows mediáticos y de la publicidad partidaria. Lo que hoy se comunica es un antagonismo político central que ninguno de los protagonistas se preocupa demasiado en ocultar. Cada una de las partes lo nombra a su manera: para unos hoy se dirime un futuro de libertad, progreso y transparencia frente a otro de populismo, autoritarismo y corrupción; otros dicen que está en juego un país soberano, industrializado e inclusivo o una neocolonia atrasada e injusta. El problema de los neoliberales en esta disputa es que los meses de gobierno macrista han constituido una muestra formidable a favor del modo nacional-popular de designar la confrontación. La enajenación de soberanía, la injusticia social y la decadencia industrial está puesta en escena con una velocidad que impacta, bajo la forma del brutal endeudamiento, la apertura de la economía, la pérdida de valor de los salarios y las jubilaciones, el crecimiento de la desocupación, el cierre de empresas nacionales, el retroceso de la política universitaria y científica, entre muchos otros aspectos. En cambio sería difícil encontrar algún indicador que señale en qué sentido se ha avanzado hacia la libertad, el progreso y la transparencia. Los días de la política gubernamental están dedicados a disimular y ocultar la realidad, a demonizar a todo lo que tenga aroma a kirchnerismo y a desplegar el repertorio publicitario del cambio, la alegría, el futuro y otros trucos de esa índole. El mito democrático dice que en las elecciones se hace un balance de un determinado período político; en el caso de una elección de medio término se trata de hacerlo sobre cómo estaba el país dos años antes y cómo está ahora. Es un mito, por lo tanto se equivoca quien quiere verlo aparecer en la realidad, pero el problema es que cuando la realidad se distancia tanto del mito como para transformarse en su contrario lo que se está afectando es la legitimidad democrática. Y lo que se está incubando es una profunda crisis política a la hora -más lejana o más cercana pero inevitable- en que la publicidad deje paso a la verdad. Un escéptico puede tranquilamente predecir que ese momento no llegará, pero ese nihilismo no puede ocultar que la historia está cargada de este tipo de episodios que son las revoluciones y los cataclismos sociales. El hecho es que el gobierno va a utilizar todos los recursos para evitar que ese balance más o menos sencillo ocupe un lugar decisivo en la decisión de voto de los argentinos. Lo curioso es que la batalla publicitaria del gobierno cuenta con el concurso de buena parte de la oposición. El gobierno necesita una discusión sobre los gobiernos de Cristina, convenientemente interpretados por los expertos en acción psicológica. Hace falta la identificación absoluta de la ex presidenta y sus seguidores como el mal absoluto para diluir la dura realidad que se vive en el país. Pero la oposición no kirchnerista ya antes de la campaña adelanta que el objeto principal del ataque será la demonización de los gobiernos anteriores. Se trata de un caso probablemente inédito de una coalición política de hecho contra una fuerza que no está en el gobierno. Es decir que no se la intenta reemplazar en el gobierno sino hacerla desaparecer de la escena política. La más clara representante de ese consenso proscriptivo es Stolbizer, hoy aliada de Massa y la que hará el trabajo sucio contra la ex presidenta que éste no quiere asumir personalmente en la campaña. Bruscamente la política argentina se ha librado de los fantasmas del pluralismo, la alternancia y la convivencia política para adoptar el discurso de la intolerancia, la persecución y el odio. Lo más interesante, sin embargo, no es el odio sino los cimientos sobre los que se sostiene; es la venganza de los poderes establecidos que van desde los grandes grupos de poder económico hasta los más diversos rincones académicos, periodísticos, parlamentarios y judiciales que se sienten la Argentina real. Es decir la Argentina del nombre, del poder, del dinero, de la fama, de la visibilidad. Llama la atención el lugar que ocupa la palabra resentimiento en el discurso del establishment; alude con toda probabilidad al sentimiento de quienes ocuparon durante un tiempo el lugar que nunca debieron ocupar, que consumieron lo que no les era dado consumir y se hicieron visibles cuando su sino es la invisibilidad. No es un partido o una doctrina lo que está en discusión sino una experiencia social y política mucho más abarcativa que un nombre, que incluye a muchísimos argentinos que no simpatizaron ni simpatizan con el “régimen”. Los trabajadores que protestan, los pobres que cortan calles, los científicos que luchan son “resentidos” según el gobierno y

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El show Nisman y la laptop

Fuente: Raúl Kollmann | Página 12 Fecha: 02 de JULIO 2017 Después de tanto anuncio insinuado pero no cumplido, la investigación manipulada busca “evidencias” en la computadora del técnico Lagomarsino. Es que si se quiere forzar que Nisman fue asesinado, hace falta un asesino… La pseudo-investigación de la muerte de Alberto Nisman continúa realizándose a escondidas. De vez en cuando se publican dudas o conclusiones que va elaborando Gendarmería –bajo la responsabilidad política de Patricia Bullrich– o la fiscalía de Eduardo Taiano. Según el cronograma adelantado por el diario Clarín, en la semana que pasó debería haberse dado a conocer una pericia, hecha por Gendarmería de manera oculta, con la conclusión de que a Nisman lo mataron, contradiciendo así todas las pericias anteriores. No sólo no se publicó sino que las partes fueron convocadas el 10 de julio para hacer un estudio balístico y el 2 de agosto para hacer el análisis toxicológico. Además se le formuló a las partes cien preguntas vastas, como por ejemplo “cuándo fue la data de muerte”. Es decir, que al menos oficialmente, las cosas van para largo. Esto no quita, por supuesto, que se esté trabajando clandestinamente, a espaldas de la causa judicial. Clarín también adelantó que a principios de junio, con la presencia de las partes, se haría una reconstrucción de lo ocurrido en el departamento de Nisman. Se estaba construyendo –afirmaron– una maqueta a tamaño real del piso 13 de Le Parc. Por ahora, no hubo ni construcción ni reconstrucción. Durante el fin de semana pasado se hicieron trascender dudas sobre el informático Diego Lagomarsino, a quien apuntan para involucrar de alguna manera. Como preparan todo para establecer que hubo homicidio, necesitan un homicida. Como nueva prueba, Clarín dijo que que no se encontró la computadora desde la cual el informático Lagomarsino, de manera remota, hacía el mantenimiento de las computadoras del fiscal. La lógica es que Lagomarsino mintió sobre su trabajo y por lo tanto es sospechoso. La explicación de la defensa es simple. Todos esos trabajos los hizo siempre el informático desde una laptop que lleva en su mochila y usando el programa TeamViewer licenciado a nombre del propio Lagomarsino. Cuando allanaron la vivienda del técnico –un domingo–, éste estaba con sus hijos en casa de un amiguito de ellos, y por lo tanto no se llevaron la laptop. Tan sencillo como eso. Rebobinando La guerra de guerrillas mediático-judicial-política, en la que cada tanto disparan con un aparente nuevo elemento o una supuesta prueba, tiene como objetivo instalar la hipótesis del homicidio, rechazada por las tres pericias que se hicieron en la causa bajo la conducción de la fiscal Viviana Fein y la jueza Fabiana Palmaghini. La junta médica concluyó que “no hay certeza pericial de homicidio”. La junta criminalística sostuvo que “no se encontró ningún rastro que indique el desplazamiento de personas por el interior del baño”, es decir que Nisman estaba solo en el momento del disparo. Finalmente, el estudio del laboratorio químico y forense del Cuerpo de Investigaciones Fiscales de Salta dictaminó que “sobre (las manos del fiscal) se hallaron partículas consistentes con residuos de disparo”. Todo ese curso adverso de los estudios científicos llevó al fiscal Taiano, que instruye la causa, y al gobierno nacional, que conduce la Gendarmería, a realizar de nuevo todas las pericias, pero al principio marginando a las partes, entre ellas a la defensa de Lagomarsino. También quedaron a un costado los forenses designados por la Corte Suprema y los peritos criminalísticos de la Policía Federal. En la versión de Clarín de fines de mayo se anunció que Gendarmería dictaminaría en 30 días, o sea en la semana que pasó, que lo de Nisman fue homicidio. Además, adelantaron la realización de una reconstrucción, una semana más tarde, a principios de junio, en que podrían participar los peritos de parte. Desde entonces no hubo novedades ni se hizo la reconstrucción. Calendario Ahora se notificó a los peritos que el 10 de julio se hará la pericia balística, es decir se volverá a determinar la distancia y el ángulo del disparo; se reiterará que el proyectil salió de la pistola calibre 22 y otros elementos que se trabajaron desde un principio. El 2 de agosto están convocados los especialistas para hacer el análisis toxicológico, una medida llamativa, tal vez orientada a tratar de introducir en el caso que Nisman murió el sábado 17 y no el domingo 18 de enero de 2015. Esto último fue lo establecido por trece de los quince forenses, en su gran mayoría designados por la Corte Suprema. Entre ellos intervino Fernando Trezza, una autoridad mundial en materia de establecer la data de una muerte. Todos coincidieron en que Nisman murió el domingo al mediodía. La querella que encabeza Sandra Arroyo Salgado –ex pareja de Nisman– insiste en que el deceso del fiscal se produjo el sábado al atardecer, porque ese día estuvo Lagomarsino en el departamento del fiscal. Pero hay constancias muy claras de que Nisman habló por teléfono o chateó con tres personas después que el técnico abandonó el edificio Le Parc: habló con el custodio Néstor Durán, chateó con el periodista de Infobae Laureano Pérez Izquierdo y con la periodista de Clarín Natasha Niebieskikwiat. Con ésta última intercambió un último mensaje a las 21.17, mientras que las cámaras de seguridad verificaron que Lagomarsino salió de Le Parc a las 20.34 y las cámaras del complejo en Martínez donde vive el informático lo muestran ingresando en el garage a las 21.04. En el equipo de Arroyo Salgado se produjo un cambio de importancia. El principal perito, el ex titular de la Bonaerense Daniel Salcedo, se fue a trabajar a la Agencia Federal de Inteligencia (AFI). O sea que revista ahora en el Poder Ejecutivo, algo que también revela su alineamiento anterior. En su lugar ingresó el ex comandante de Gendarmería, Eduardo Frigerio. Técnico De los nuevos trabajos, hechos a escondidas, la entente judicial-mediática-política va haciendo trascender supuestos resultados. El principal: que Gendarmería va a dictaminar que hubo

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Gente que odia también en Venezuela

Fuente: Juan Caros Monedero | blogs.publico.es Fecha: 01 de JULIO 2017 Nunca escarmentamos en cabeza ajena. Quizá por eso los ricos cada vez son más ricos y los pobres cada vez más pobres. Ya en el siglo XVI se preguntó un joven francés por qué los pobres escogen a sus verdugos. Le echó la culpa a la rutina. En Venezuela rompe la rutina un helicóptero robado y pilotado por un golpista que dispara contra el Tribunal Supremo de Justicia, unos opositores que prenden fuego vivo a un chavista, gente que odia tanto a Maduro que disparan desde las ventanas de las urbanizaciones caras y matan a los suyos, gente que incendia hospitales, escuelas, centros culturales y le prende fuego a toneladas de comida y luego se manifiesta diciendo que faltan alimentos. A ellos nunca. Cuando Ulises y su tripulación llegaron a la isla de la hechicera Calipso, el problema no fue la hermosura del paisaje o la suculencia de los manjares, sino que la búsqueda de la patria había sido derrotada por la desmemoria. La maldición del olvido detiene el viaje. Sin memoria no hay proyecto y sin historia la nave se queda parada en un lugar sin gloria. En Venezuela llevan más de diez años repitiendo un manual de guerra escrito en las cancillerías imperiales. Y porque no entienden que les falle, redoblan el odio. Ocurrió en España en julio de 1936, cuando las potencias occidentales decidieron abandonar a la II República argumentando que se había escorado a la izquierda. Ocurrió en septiembre de 1973, cuando las democracias occidentales decidieron abandonar al Chile de Allende y el Frente Popular porque la guerra fría dictaba sus claves. Lleva pasando en Venezuela desde diciembre de 1998 cuando Hugo Chávez rompió la maldición que condenaba a la soledad a Venezuela y a América Latina y el “mundo libre” entendió que la libertad no se comparte con las mayorías. El modelo neoliberal no aguanta. Por eso cada vez está más violento. Y por eso las victorias cada vez son más luminosas. Ahí está Lenin Moreno en Ecuador y Evo Morales en Bolivia. Ahí está también Jeremy Corbyn en Gran Bretaña, Bernie Sanders en Estados Unidos, Podemos en España, como señales que avanzan frente a la decadencia de Theresa May, la insania de Donald Trump o la corrupción de Mariano Rajoy. Ahí están igualmente los pueblos alzados de América Latina enfrentados al corrupto Temer en Brasil, al envilecido Macri en Argentina, al peluche Peña Nieto en México o al mentiroso de Santos en Colombia. Y también están en las calles de Santiago defendiendo el Frente Amplio o en las calles de Caracas sosteniendo el gobierno de Nicolás Maduro porque saben que los corsarios de la oposición vienen con cuchillo en la boca y pasaporte norteamericano. Claro que hay problemas en Venezuela. También en México, donde asesinan a periodistas pero eso al PP no le importa. En Caracas hay un choque de legitimidades: el Legislativo no reconoce al Ejecutivo, y el Ejecutivo busca salidas constitucionales que todavía tiene que explicar mejor. También en España hay un choque de legitimidades. El gobierno catalán no reconoce la Constitución española ni las órdenes emanadas del gobierno. El gobierno de Rajoy apela a la ley en España. Calla sin embargo cuando la oposición comete actos de terrorismo en Venezuela. La oposición venezolana está buscando un golpe de Estado como en España en el 36, en Chile en el 75, en Venezuela en 2002. ¿Por qué calla la OEA? ¿Por qué calla Estados Unidos? ¿Por qué calla España? Solo hay una explicación: tienen una comunidad de intereses con los terroristas venezolanos. Ni siquiera con la oposición, porque no toda la oposición es golpista. Y por eso tienen que desmarcarse de la violencia. Es impensable que en España alguien contrario al gobierno pudiera impunemente, en nombre de la libertad, robar un helicóptero y lanzar granadas y disparar contra instituciones del Estado. Sería señalado como un intento de golpe de Estado y como un acto de terrorismo. La Unión Europea se pronunciaría. Las policías se pondrían en alerta para detener a los terroristas. Pero Almagro calla, Rajoy calla, Trump calla. Igual se han callado cuando criminales mandan a muchachos a asaltar cuarteles militares en Venezuela. ¿Qué comparten los que callan con los golpistas? Primero se llevaron a los judíos, pero como yo no era judío no dije nada… Así explicó el clérigo Martin Niemöller el nazismo. Cuando se dieron cuenta era demasiado tarde. Cualquier demócrata que calle ante lo que está sucediendo en Venezuela está comportándose como aquellos temerosos alemanes. Sólo hay una solución en Venezuela: paz, diálogo y respeto a la ley. Y la semana instancias internacionales debieran ser garajes del diálogo. Para que los opositores que están anegando una salida democrática -que no son todos los que se sienten contrarios al gobierno de Maduro-, tengan que saber que en ningún lugar del mundo pueden tener favor ni apoyo. Cada vez que un gobierno recibe a golpistas, cada vez que un gobierno silencia actos terroristas, cada vez que una democracia mira para otro lado ante actos contrarios a la democracia, cada vez que toleramos en Venezuela la quema de instituciones, la violencia callejera, los asesinatos, el asaltos a instalaciones militares, los actos de sabotaje, el desconocimiento de las leyes, nos estamos haciendo un enorme daño a nosotros mismos. Porque esa gente que odia terminará llevando su odio a todos lados. Es legítima y necesaria la oposición a cualquier gobierno. Pero cuesta demasiado levantar una democracia para no darnos cuenta de que hay en marcha un intento claro de tumbarla en Venezuela. Y si cae Venezuela, los autoritarios de siempre en América Latina creerán que les ha llegado la hora de la venganza. Porque siempre han creído que el poder les pertenece. Ha pasado en muchos otros lugares en otros muchos momentos de la historia. Hay gente en Venezuela que quiere salir del gobierno de Nicolás Maduro con un golpe de estado, con una guerra civil como en Libia o en

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CFK escuchó a su asesor y reinventó toda su campaña

Fuente: Martín Piqué | TiempoAR Fecha: 01 de JULIO 2017 La ex presidenta sumó al catalán Antoni Gutiérrez Rubi como estratega de la comunicación de Unidad Ciudadana. Apuesta a quebrar la idea de que los medios definen una elección y a observar los recientes casos de Donald Trump y Jeremy Corbyn. La clave es reinventarse. Pero reinventarse individual y colectivamente. Y entender que para enfrentar el ataque constante de la mayoría de los medios, que desean ver perder al peronismo y al kirchnerismo en la campaña bonaerense, la única respuesta pasa por sintonizar y expresar los sustratos de emoción y climas de opinión que circulan por abajo, cotidianamente y sin ser amplificados por las pantallas, en franjas significativas de la sociedad. Antecedentes recientes apuntalan el optimismo. Dos candidatos atacados por la gran mayoría de los medios, y que sin embargo se impusieron o sorprendieron con una elección mucho mejor de la esperada en sus respectivos países: son Donald Trump, y el ascendente laborista británico Jeremy Corbyn. Asesorada por expertos, interesada particularmente en la relación entre redes sociales, información y vida cotidiana, con vocación de incorporar cosas nuevas y aprender, la ex presidenta Cristina Fernández estrenó toda la reingeniería de su plataforma electoral durante su aparición en el estadio de Arsenal. La mayoría de los medios, ese día, mostró el impacto del cambio. Algunos comunicadores-estrella de los grupos mediáticos enfrentados al kirchnerismo se vieron desacomodados. “Se duranbarbizó”, fue la rápida conclusión, una reacción que intentaba asimilar todo lo nuevo que exhibía Unidad Ciudadana a las recomendaciones del gurú de Cambiemos. Pero se equivocaban: los cambios habían empezado mucho antes. La coordinación entre la campaña territorial y la difusión de hashtags unificados, que eran compartidos por los militantes, los simpatizantes y los adherentes más activos en las redes, debutó en la ciudad de Buenos Aires y el GBA con las campañas #ElFracasoDeMacri, #LoQueElCambioSeLlevo y #ElTrabajoPrimero. Tres dirigentes del PJ y el kirchnerismo fueron responsables de que se actuara en conjunto, entre redes y recorridas de candidatos, en el Área Metropolitana de Buenos Aires (CABA más GBA): Víctor Santa María, titular del Suterh, el presidente del PJ bonaerense (hoy de licencia) Fernando Espinoza, y Mariano Recalde, primer precandidato a legislador porteño por la coalición progresista y de centroizquierda Unidad Porteña. Fueron ellos quienes acercaron a los cuarteles del justicialismo al experto en comunicación política catalán Antoni Gutiérrez-Rubi, fundador de la consultora Ideograma, con presencia en ocho países, y ex asesor del socialista Alfredo Pérez Rubalcaba. Fue Gutiérrez Rubi quien exhortó a los dirigentes del PJ y del mundo K a actualizarse en la planificación de las campañas electorales según lo que comparten en sus redes sociales los usuarios de Internet (los llamados metadatos o Big Data). Establecido en Buenos Aires, el catalán se convirtió en un coach muy escuchado para los candidatos de los dos lados de la General Paz: también relativizó la idea de que los grupos de medios tienen un poder absoluto en la visibilización o invisibilización de candidatos y proyectos en puja. Para Gutiérrez Rubi, la victoria o la derrota en la batalla comunicacional previa a una elección reside en la capacidad de poder sintonizar con, por ejemplo, “el estado de ánimo y la efervescencia y lo que está esperando buena parte del electorado”. Así se explica, razona el asesor, el triunfo de Trump en Estados Unidos. Desde la tradición laborista británica, mucho más cercana ideológicamente al kirchnerismo, y encarnando la satanizada ala izquierda de su partido, Corbyn logró en buena medida lo mismo que Trump. Con su campaña “Fort the many, not the few (para los muchos, no para los pocos)”, hizo crecer en 10 puntos al laborismo, quedó a 2 puntos de los conservadores y dejó sin mayoría absoluta a Theresa May. Fue una excelente elección. En los spots audiovisuales, y en las historias que se viralizaron por Facebook, Twitter y otras redes sociales, Corbyn mostraba la desesperanza, cierta tristeza y la preocupación que reina en amplios sectores de la población de Gran Bretaña: la clave estaba, además, en cómo lo transmitía: sin hablar mucho, escuchando a la ‘common people’ (gente común), transmitiendo cercanía, dando ánimo y esperanza pero sin mostrarse épico y mucho menos eufórico. Los antecedentes de Corbyn, de Trump representando las expectativas destruidas de ascenso social y la desorganización de la vida del obrero industrial medio norteamericano, son ejemplos que están siendo estudiados en el comando de campaña de Unidad Ciudadana. Cristina está tan interesada en estos temas, y en su incidencia en esta campaña electoral en la que se juega todo, que mantiene diálogo constante con los especialistas que le acerca gente de su confianza. Es el caso del ecuatoriano Vinicio Alvarado, estratega de comunicación política que supo trabajar con su compatriota Jaime Durán Barba. A diferencia del gurú del PRO, Alvarado es un colaborador de estrechos vínculos con el ex presidente de Ecuador Rafael Correa. Según pudo saber Tiempo, CFK mantuvo algunas conversaciones por Skype con Alvarado, con quien analizó algunos aspectos de la campaña. Unidad Ciudadana, vale recordarlo, comparte algo más que el término ‘ciudadanía’ con la Revolución Ciudadana que fundó Correa. Homenaje CFK recordó ayer a Juan Domingo Perón al cumplirse el 43°aniversario de su fallecimiento. A través de su cuenta en la red Twitter, escribió: “Supo interpretar los hechos y llevar adelante las ideas que marcaron el Siglo XX”.

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