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La DAIA y la AMIA ante la historia

Autor: Jorge Elbaum/Convergencia 30 de NOVIEMBRE 2016 Cuando se escriba la historia del rol de la DAIA en relación a la causa del atentado de la AMIA y al caso Nisman, los lectores de los informes quedarán impresionados por el inusitado y desmedido rol asumido por una institución que nació en 1935 para enfrentarse a los nazis y a la judeofobia. El primer dato que irrumpirá como evidencia será la connivencia con el estado menemista, que llevará a la institución en la figura de su ex presidente Rubén Beraja a ser cómplice del encubrimiento, para ser juzgada en compañía de los servicios de inteligencia, el juez de la causa y los fiscales intervinientes. El segundo elemento remitirá al vínculo que la propia institución consistió en entablar con los familiares y amigos de las víctimas, basado en el desconocimiento de su dolor, el desprecio de su rol como querellantes y el permanente ninguneo de sus puntos de vista. El tercer elemento, quizás el más grave, es la decisión estratégica de acompañar el giro ideológico reaccionario —como integrante y motorizador local del mismo—, pretendiendo alinear “lo judío”, al bloque conservador local e internacional, que desprecia inmigrantes, abona respuestas militaristas a todo conflicto internacional y plantea el enfrentamiento civilizatorio pregonado por Huntington en la década del 90 del siglo pasado. Este último indicador asume, además, características más complejas y peligrosas: pretende instaurar la idea de que asumen la “representación” de todos los judíos argentinos, reduciendo su historia compleja y plural a una unanimidad singular y derechizada. La DAIA y la AMIA han deicidio oponerse a todo proceso emancipador y construir como “enemigos” a todos los movimiento y fuerzas que pretenden cambios sociales. Este deslizamiento –cada vez más profundo y descarado— se ejecuta desde un sentido común persecutorio, según el cual, todos los posicionamientos progresistas y/o populares asumen un lugar de inmediata enemistad y conjura contra Israel y todas las tradiciones judías. Ese mecanismo de engaño ya ha sido descripto y explicado por las ciencia sociales en diferentes periodos históricos: se trata de tomar la parte por el todo, instituyendo justificaciones que amparen decisiones y posicionamientos prefijados. De esta manera, todos los que apoyan a los familiares de las víctimas del atentado —tal cual lo sugirió el ex presidente de al DAIA, Rubén Beraja, recientemente, refiriéndose al periodista “Tuni” Kollmann— “no pertenecen a la comunidad judía”. La operación de “reduccionismo judío”, es parte de una estrategia geopolítica que pretende encolumnar a todos los sectores reaccionarios en el mismo paraguas de “sociedades libres”, manteniendo la amenaza extorsiva sobre todo intento de democratización, emancipación o superación de inequidades a nivel global. La DAIA es parte de esas políticas de tenaza, que muchos analistas y periodistas están incapacitados de denunciar so pena de ser cuestionados como antisemitas o judeófobos. La DAIA que usurpa una identidad colectiva y plural, y que al mismo tiempo busca reducir dicha identidad a una visión reaccionaria del mundo, borrando todo vestigio de progresismo, se ha convertido en un ariete neo-conservador con un rol similar al asumido en la edad media por Torquemada. El viraje incluyó la articulación internacional con los sectores republicanos de Estados Unidos, que se oponían a cualquier tipo de negociación con Irán, ya sea para limitar su desarrollo nuclear, como para acordar mecanismos de comparecencia de los imputados en la Causa AMIA. En el primer caso apoyaron la fracasada intentona del primer ministro israelí, Benjamín Netanyahu, quien llegó a dirigirse al Congreso de los Estados Unidos para exigirle a Obama y a los parlamentarios demócratas que desaprobaran el tratado —denominado 5 +1— que limitaba la proliferación nuclear persa. Esta operación simbólica desarrollada tanto por la DAIA como por la AMIA ha anexado un nuevo capítulo, el último miércoles 26 de octubre de 2016, con la visita a la Corte Suprema de Justicia. Por parte del Tribunal participaron Ricardo Lorenzetti, Elena Highton de Nolasco, Juan Carlos Maqueda, Horacio Rosatti y Carlos Rosenkrantz. Como “representantes” de los judíos argentinos concurrieron el Director Ejecutivo del Congreso Judío Latinoamericano, Claudio Epelman —entidad que está presidida por el millonario brasileño Jack Terpkins— y su asesor, Adrián Werthein, fuerte empresario local ligado a emprendimientos agrícolaganaderos, de seguros y de telecomunicaciones. Por parte de la DAIA concurrió su vicepresidente, Alberto Indij, y por la AMIA Thomas Saieg, actual titular de la mutual de la calle Pasteur, quienes se presentaron como voceros de una colectividad que nadie recuerda cómo es que fueron elegidos como representantes. Quizás una de las particularidades más sugestivas del ágape haya sido la participación de cuatro magistrados: Mariano Borinsky, Marcos Grabivker, Marcelo Aguinsky y Gustavo Meirovich, una pequeña parte de los operadores judiciales que proviniendo de tradiciones judeo-argentina fueron invitados por adscribir al rol asumido por la DAIA y la AMIA en los dos últimos años. Según testigos de la reunión realizada en el «Salón Oval» del Palacio de Justicia, los integrantes de la AMIA y la DAIA se habrían referido al ex fiscal Nisman como la última víctima del atentado de 1994, señalando la indudable connivencia entre los perpetradores de la masacre de 1994 y los responsables de la muerte del fiscal. Estos comentarios fueron realizados, curiosamente, en presencia del juez Mariano Borinsky que —como miembro de la Sala I de la Cámara de Casación Penal— debe expedirse a la brevedad, junto con otros dos magistrados, sobre el pedido de la DAIA para que la denuncia del ex fiscal Nisman sea reabierta, permitiendo de esta manera la continuidad del acoso a la ex Presidenta y a su ex canciller. Durante este último bienio, tanto la AMIA como la DAIA fueron parte integrante de una campaña desembozada para culpabilizar a la ex presidenta Cristina Fernández de Kirchner y a su canciller, Héctor Timerman, de connivencia con el terrorismo internacional, por el solo hecho de haber enviado al Congreso de la Nación, para su aprobación, un memorándum de entendimiento con la Republica Islámica de Irán. Dicho “memorándum” estaba destinado a lograr la comparecencia de los imputados en la causa del atentado de 1994,

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El jefe del primo Angelo

Autor: Gabriela Cerruti/Nuestras voces 5 de ENERO 2017 Angelo Calcaterra, el primo del presidente Mauricio Macri, será investigado por su presunta participación en los pagos de coimas admitidos recientemente por la constructora brasileña Odebrecht. Sin embargo, mientras Angelo pone la cara, hay detrás un hombre que maneja las empresas de Macri: Santiago Altieri. Intrigas y secretos de la mafia que hoy maneja el estado. La Procuraduría de Investigaciones Administrativas, a cargo del fiscal Sergio Rodríguez, investigará al presidente de la empresa Iecsa y primo del presidente, Angelo Calcaterra, luego de que fuera denunciado en la Justicia por sus presuntos vínculos en los pagos de coimas admitidos por la constructora brasileña Odebrecht en la Argentina. Según las investigaciones en marcha, a nivel global, Odebrecht habría pagado cerca de 790 millones de dólares en sobornos a funcionarios de distintas latitudes para obtener beneficios en adjudicaciones de obras con el sector público. De acuerdo al informe de una corte de Estados Unidos, los sobornos en la Argentina habrían rondado los 35 millones de dólares pero la empresa obtuvo beneficios cercanos a los 278 millones. Tal como publicó Nuestras Voces semanas atrás los medios locales enfocaron sus cañones en el ex ministro de Planificación Federal, Julio de Vido y el ex Secretario de Transportes -hoy preso- Ricardo Jaime. Julio de Vido desmintió la acusación pero la noticia de que uno de los principales socios de Odebrecht en nuestro país no es otro que Angelo Calcaterra pasó desapercibida. El primo del Presidente integra una importante unidad transitoria de empresas (UTE) con la firma brasileña en la obra por el soterramiento del ferrocarril Sarmiento. A su vez, también comparte con Odebrecht la construcción de los gasoductos troncales en la provincia de Córdoba. Hace dos meses este portal denunció que en ambos casos Calcaterra fue beneficiado por su primo el Presidente. Sin embargo, detrás de Angelo Calcaterra hay otro otro hombre ligado a Mauricio Macri: Santiago Ramón Altieri. El que manda Panamá es el recuerdo de la muerte para Santiago Altieri. Margarita Mantova, su mujer, volvía de un tour de “compras y finanzas”, como llaman los gerentes de las empresas a esos viajes por paraísos fiscales para firmar papeles y hacer movimientos entre cuentas. Día libre hasta el momento de la cita en la puerta del Banco. Esposas, primos, parientes, dispuestos a poner la firma y callar a cambio de dinero y placer. A veces Alemania y Londres en unos días. Esta vez, Centroamérica. Algo le cayó mal en la última comida antes de subir al avión, ese 1 de julio de 2010. Margarita se descompuso y el viaje fue un calvario. Seguía en el baño descompuesta cuando comenzó el aterrizaje. La ataron a una camilla en el piso. Pero se ahogó, y murió antes de que el avión tocara la pista. La familia de Mantova nunca le perdonó a Altieri esa muerte, pese a que muchos siguen trabajando todavía en IECSA y otras empresas del grupo. Pero los relatos de Margarita sobre esos viajes en que la obligaban a mover fondos entre cuentas a cambio de tarjeta libre para sus compras ya no son divertidos ni glamorosos: son el preámbulo del horror. El listado de empresas encolumnado en las necrológicas mostró claramente quién es Altieri. La mano derecha de Mauricio Macri desde que se hizo cargo de las empresas de su padre a mediados de los noventa y que sigue siendo hoy quien maneja IECSA y CREAURBAN, a pesar de los esfuerzos por aparentar que pertenece formalmente a su primo, Angelo Calcaterra. Durante algunos años, cuando se anunció el pase de manos de Mauricio y sus hermanos a su primo Angelo, Altieri pasó a un segundo plano. Coincidió con la muerte de Margarita pero también con su procesamiento en la causa en la que se denunció a Ricardo Jaime por haber recibido dádivas a cambio de direccionar licitaciones. Quien había otorgado las dádivas en nombre de la empresa de los Macri era precisamente Altieri. La juventud PRO es panameña La empresa de Margarita aparece en los Panamá Papers y fue creada por M & M Bomchil, un estudio de abogados con sede en la calle Suipacha 268, piso 12, intermediaria de doce sociedades off shore según esta investigación. Los Bomchil son el aceite del engranaje empresario: defensores de empresarios que litigan contra el gobierno argentino, asesores de ministros que llevaron adelante las privatizaciones durante el menemismo, pasaron de redactar escritos para la Corte Suprema que presidía Julio Nazareno a ser parte del aparato judicial que confrontó con el gobierno kirchnerista en los últimos años. El estudio M&M Bomchil representó durante las últimas décadas a varias empresas multinacionales que tenían litigios contra la Argentina en el CIADI (Centro Internacional de Arreglo de Diferencia Relativa a Inversiones), el tribunal arbitral del Banco Mundial. Algunas de esas compañías, que demandan a la Argentina por un total de aproximadamente 10 mil millones de dólares, son Azurix, Siemens, Camuzzi Internacional, Telefónica y Unysis. Pero, además, dos socios de ese estudio, Máximo Bomchil y Guido Tawil fueron investigados, acusados de haber modificado los pliegos de licitación de los aeropuertos para beneficiar a esa empresa. Bomchil fue asesor de la corte menemista en los noventa, y abogados de las empresas que se beneficiaron con las privatizaciones entre ellas, claro, el grupo SOCMA de los Macri. Tawil, encabezó las marchas en defensa de Carlos Fayt o en apoyo a los reclamos relacionados con la muerte del fiscal Nisman. La segunda M de M&M es Miguel Bomchil. Siguiendo el derrotero de la derecha argentina, el abogado de empresas contratistas primero y de las privatizaciones después ahora se volcó a la política. Miguel Jr. es vicepresidente de La Generación, la agrupación de jóvenes del PRO, y jefe de gabinete de la Dirección de Transporte de la Ciudad de Buenos Aires. Altieri está en todas Santiago Altieri es prolífico en apariciones en el Boletín oficial de la República Argentina y en los reportes de la Comisión Nacional de Valores. Una rápida búsqueda deja claro que fue, por

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Trump y los judíos estadounidenses

Autor: Dardo Esterovich/Convergencia 30 de NOVIEMBRE 2016 El general Omar Torrijos, expresidente de Panamá que murió en un sospechoso accidente de aviación que muchos calificaron de intencional, acuñó una frase que se ajusta como anillo al dedo a lo sucedido en la elecciones de Estados Unidos: «En política no hay sorpresas, hay sorprendidos”. En efecto, no es sorpresivo que una parte importante de la población, especialmente la del centro del país y en particular la de los Estados denominados Rust Belt (cinturón oxidado), estuviera enojada con las políticas neoliberales del gobierno de Obama y sus antecesores. El problema era cuantificar ese enojo y si iba a cambiar su voto tradicional. Las políticas neoliberales que se comenzaron a aplicar desde la presidencia de Regan, destruyeron millones de puestos de trabajos industriales en Pennsylvania (acero), Michigan (automotriz), Wisconsin y Ohio (pymes y medianas empresas autopartistas y proveedoras de grandes industrias). Las multinacionales se trasladaron a México y al Sudeste Asiático donde los costos laborales e impuestos eran mucho más bajos al mismo tiempo que esto presionaba a la baja los salarios domésticos. Los tres primeros estados mencionados, tradicionalmente demócratas, fueron ganados por los republicanos por escasísima diferencia y sus 46 electores podían haberle dado el triunfo a H. Clinton. Evidentemente los encuestadores no pudieron o no quisieron —para favorecer a la candidata de Wall Street— evidenciar la magnitud del enojo. Sin embargo, ignoraron sus propios sondeos realizados cuando estaba por finalizar la interna demócrata y Trump ya era ganador de la republicana. Esos sondeos indicaban que si la confrontación era Trump-Sanders, el ganador sería el demócrata; en cambio si fuera Trump-Clinton el ganador sería el republicano. Entonces la sorpresa no fue tanta. Sobre la cuestionable calidad democrática del sistema electoral estadounidense podemos señalar que el triunfo de Trump para el Colegio Electoral no se reflejó en la cantidad de votos totales. Los últimos resultados conocidos le dan a Clinton 64.247.231 votos (47.9%) y a Trump 62.240.741 (46.4%), una diferencia de 2.006.490 votos (1.5%). Por márgenes porcentuales muy parecidos resultaron electos presidentes en Venezuela, Brasil y Argentina en las últimas elecciones en esos países. A esto se le agregan innumerables denuncias sobre el deficiente funcionamiento del voto electrónico y de fraude informático particularmente en los lugares donde Trump ganó por muy poco margen. Independientemente de lo anterior, el análisis de los votos marca que Trump logró perforar ciertas fidelidades como la de la clase obrera blanca en los denominados estados oscilantes, logrando porcentajes que no lograron otros candidatos republicanos en elecciones anteriores. En el padrón general Clinton ganó entre las mujeres por el 10% de los votos, mientras que el electorado femenino blanco le dio el triunfo a Trump también por un 10% pese a las declaraciones misóginas del candidato. Los electores que se declaran católicos están divididos: los blancos votaron mayoritariamente por Trump mientras que los hispanos lo hicieron por Clinton. Entre los blancos evangelistas el triunfo de Trump fue abrumador: (80% a 16%). Clinton recibe la mayoría de los votos de gente con alto nivel de educación e ingresos superiores a u$s 200.000 (48 % a 45 % de Trump). Salvo Obama en este nivel de ingresos (5 % de la población) siempre ganaban los republicanos, señal que esta vez Wall Street se inclinó por Clinton. El grado de rechazo a ambos candidatos es muy alto, Clinton 54 % en contra y 44 % a favor, Trump 61 % en contra y 37 % a favor. Si se lo compara con los votos recibidos se concluye que, salvo los que votaron los candidatos alternativos, muchos emitieron su vota a pesar de no tener opinión favorable por su elegido. Respecto a cómo se está conduciendo la lucha contra ISIS, la mayoría opina que va muy o algo mal (52 %) contra bien o algo bien (42 %). La mayoría opina que el principal problema es la economía (52 %) seguidos muy distante por el terrorismo (18 %), la política exterior (13 %) y la inmigración (12 %). Es interesante comprobar que pese al discurso xenófobo de Trump contra los inmigrantes, es el tema que menos preocupa a la población estadounidense. Toda esta información ha sido tomada del informe de Data Point, un destacado grupo interno de análisis político de la cadena de televisión NBC News, sobre la base de la encuesta en boca de urna llevada a cabo por la misma cadena. Los que quieran profundizar en los resultados pueden hacerlo en la página web de NBCNews. En este marco general veamos cómo se comportaron los estadosunidenses que se asumieron como judíos. La encuesta en boca de urna fue encargada, como lo viene haciendo durante las elecciones de los últimos años, por JStreet* y conducida por GBA Strategies a nivel nacional. El voto de los judíos siguió siendo fiel a los demócratas recibiendo Clinton el 70% de los votos contra el 25% de Trump, el 3% de Johnson (Partido Libertario) y 2% de Stein (Partido Verde). Los números coinciden con la encuesta realizada por el New York Time y se corresponde con el promedio de las últimas elecciones presidenciales. El apoyo a Clinton fue mayor entre los no ortodoxos que entre éstos. Los que no se identificaron con ninguna de las corrientes religiosos fueron el 29% del total lo que representa el mayor porcentajes con respecto a otras minorías. La encuesta mostró que Israel no es un ítem clave para los votantes judíos. Entre 10 temas de mayor preocupación, ocuparon los tres primeros puestos la economía, la atención de la salud e ISIS y el terrorismo, igual que en la población estadounidense en general, mientras que Israel ocupó el 8vo. lugar. El 81% de los americanos judíos apoya la solución de dos estados para el conflicto israelo-palestino, porcentaje semejante a año anteriores y el 78% opina que Israel debe detener la construcción de los asentamientos en Cisjordana. También una substancial mayoría, el 63% apoya el tratado nuclear con Irán. Al igual que el resto de sus compatriotas, ambos candidatos tuvieron un

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Sí, podemos

Autor: Uri Avneri/Gush Shalom 7 de ENERO 2017 Durante la Segunda Guerra Mundial, cuando los bombarderos alemanes aterrorizaron a Gran Bretaña, un pequeño grupo de valientes aviadores los enfrentaba todos los días. Su esperanza de vida estaba numerada en días. Una vez, un genio en el ministerio de propaganda ideó un cartel: «¿Quién tiene miedo de la Luftwaffe alemana?» Cuando se colocó en una de las bases de la Royal Air Force, una mano anónima escribió debajo: «Firmar aquí». En cuestión de horas, todos los aviadores habían firmado. Éstos eran los hombres sobre los cuales Winston Churchill dijo: «¡Nunca tantos debieron tanto a tan pocos!» Si alguien hoy diseñara un cartel preguntando «¿Quién tiene miedo de los colonos?» Yo sería el primero en firmar. Tengo miedo. No por mí. Por el Estado de Israel. Por todo lo que hemos construido durante los últimos 120 años. Últimamente, más y más personas en Israel y en todo el mundo han estado diciendo que la «solución de dos Estados» está muerta. Finito. Kaput. Los colonos finalmente la han matado. La paz ha terminado. No hay nada que podamos hacer al respecto. Sólo podemos sentarnos en nuestro cómodo sillón delante del televisor, suspirar profundamente, beber nuestra copa y decirnos: «¡Los asentamientos son irreversibles!» ¿Cuándo lo escuché por primera vez? Hace unos 40 años —o hace 50 años—, el conocido historiador israelí Meron Benvenisti lo usó por primera vez. Los asentamientos, proclamó, han dado lugar a una situación «irreversible». No hay solución de dos estados, sobre la que mis amigos y yo estábamos insistiendo. Lo sentimos, es irreversible. En ese momento, había menos de cien mil colonos en Cisjordania, la Franja de Gaza e incluso algunos en el Sinaí. Ahora, este eslogan se puede escuchar en todas partes. Irreversible. La gran masa de los colonos ha hecho de la solución de dos Estados una ilusión. Se dice que ahora hay unos 450 mil colonos en Cisjordania y otros 150 mil en Jerusalén Oriental ocupada. No pueden ser removidos sin una guerra civil, de judíos contra judíos. Así que dejemos de hablar de la solución de dos estados. Pensemos en otra cosa. ¿Una solución de un solo estado? ¿Un estado del apartheid? ¿Ninguna solución en absoluto? ¿Un conflicto eterno? No creo que haya un problema humano que no tenga solución. No creo que la desesperación sea una buena consejera, aunque puede ser cómoda. No creo que nada en la vida sea «irreversible». Excepto la muerte. Si uno se enfrenta a un problema que parece irresoluble, uno tiene que mirarlo, analizarlo y considerar las posibles salidas. Se dice que el general Bernard Montgomery, comandante británico en el norte de África, tenía una foto de su adversario, el legendario general alemán Erwin Rommel, en su escritorio de su cuartel general. Para sus asombrados visitantes, explicaba: «Quiero preguntarme a cada momento: ¿Qué estará pensando?» Si tratamos de imaginar a los colonos, vemos ante nosotros una masa de 650 mil fanáticos, creciendo en número cada día. Realmente espantoso. Pero no es aterradoramente real. No existe una masa de colonos. Hay varios tipos de colonos. Si queremos idear un medio para superar este problema, primero tenemos que desmontarlo. Veamos los diversos grupos, uno por uno. Primero están «los colonos de calidad de vida». Ellos van a Cisjordania, encuentran un lugar rodeado de pintorescos pueblos árabes y se establecen allí en tierras que probablemente pertenecen a algún aldeano árabe. Miran por la ventana a hermosos minaretes y olivos, escuchan el llamado a la oración y son felices. Consiguen la tierra por nada o casi nada. Vamos a llamarlos “Grupo 1”. Puesto que no son fanáticos, no será demasiado difícil reasentarlos en Israel. Encontrar un lugar agradable, darles un montón de dinero, y se mueven sin demasiados problemas. Luego están los «asentamientos de la frontera». Allí los colonos viven en pueblos y aldeas muy cerca de la antigua Línea Verde, la frontera pre-1967 que sigue siendo la frontera legal del Estado de Israel. La mayor parte de los colonos viven allí. Existe un acuerdo tácito entre Israel y los palestinos de que estos asentamientos serán incluidos en el «intercambio de territorios» previsto por prácticamente todos los que se ocupan de la «solución de dos Estados». La base es un intercambio de 1 a 1, de igual valor. Por ejemplo, a cambio de los «bloques de asentamientos», Israel podría ceder territorio junto a la Franja de Gaza. Los hijos e hijas de las familias dentro de la Franja, el área más abarrotada del mundo, recibirían la oportunidad de construir sus hogares allí, cerca de sus familias. Llamemos a este tipo de colonos «Grupo 2». A este grupo pertenecen muchos de los colonos ultra-ortodoxos, que realmente no se preocupan por la locación. Sólo tienen familias muy grandes, siguiendo el mandamiento de Dios. También necesitan vivir juntos en comunidades atestadas, ya que muchos mandamientos de su credo exigen que se agrupen en instituciones específicas. Los ultra-ortodoxos («haredim» en hebreo, que quiere decir los «temblorosos» ante Dios) viven en ciudades terriblemente superpobladas en Israel, Jerusalén Oeste, Bnei-Brak, etc. Necesitan más tierra y el gobierno está dispuesto a complacerlos, pero más allá La Línea Verde. Uno de estos lugares es Modi’in Illit, frente a la aldea árabe de Bil’in, donde durante muchos años sus habitantes han maniafestado cada viernes contra la toma de tierras. Por último, pero no menos importante, están los colonos ideológicos, los fanáticos, los que fueron enviados allí por Dios mismo. Vamos a llamarlos “Grupo 3”. Constituyen el corazón del problema. Eliminar este núcleo duro es un trabajo muy difícil y peligroso. Lo difícil depende de varios factores. En primer lugar: la opinión pública. Mientras estos colonos sientan que el grueso del público en general israelí los apoya, sólo podrán ser removidos por la fuerza bruta. Pero la mayoría de los soldados y policías pertenecen precisamente al mismo público en general. Esta batalla sólo puede ser ganada si es precedida por un cambio en la opinión pública. Para lograr esto, se necesita mucho trabajo

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Kerry se confiesa y el pueblo judío se envilece

Autor: Daniel Kupervaser 30 de DICIEMBRE 2016 El duelo mediático entre John Kerry y Benjamín Netanyahu que prosiguió a la votación en el Consejo de Seguridad de ONU se convirtió en el canto del cisne de los interminables roces entre los gobiernos del Primer Ministro israelí y Obama durante los 8 últimos años. De esta batalla entre “caballeros” se pueden obtener algunas conclusiones muy interesantes. Paradójicamente, todo comenzó como en un idilio repleto de coincidencias a principios del año 2009. Discursos de los máximos dirigentes de ambos países, ámbitos académicos de prestigio internacional y, finalmente, un objetivo idéntico: solucionar el conflicto palestino-israelí por medio de la formula “dos estados para dos pueblos”. Pese al optimismo que reinaba en el ambiente, este autor pronosticó desde un principio que esa fantasía utópica seria sepultada a poco tiempo de su concepción y antes de su parto. “Hoy, a cuatro meses de los famosos discursos que crearon tantas expectativas, a tan solo un mes de la Asamblea Anual de las Naciones Unidas, marco programado para la apertura de las negociaciones palestino-israelíes, se puede afirmar sin mayores riesgos de equivocación que el estado palestino es un mortinato. Murió sin conocer el mundo. Le dieron tantas cachetadas y lo asfixiaron hasta que lo mataron antes que nazca”[1]. En estos días, como lo dice un reconocido analista de Medio Oriente, “Kerry se acordó un poco tarde. La solución de dos estados no está en peligro, ella ya murió”[2]. A esto se le puede agregar que, solo por conveniencia, algunos de los actores centrales de esta farsa se esfuerzan por demostrar que agoniza en sus últimos momentos de vida, pero el corazón aun late. La performance de Kerry en representación del gobierno de Obama fue patética en su aparición en conferencia de prensa destinada a dejar como herencia histórica los principios prácticos de la implementación de la solución de dos estados. La imagen que se proyectó no puede ser interpretada de otra manera más que la de un pobre feligrés que se arrodilla en el confesonario frente a su párroco para confesarle que pecó durante 8 años defendiendo y protegiendo a delincuentes internacionales que se ocuparon de usurpar tierras a campesinos que tenían bajo su dominio por la fuerza de las armas. Más vale tarde que nunca. Al menos se debe admirar su sinceridad. Está reconociendo delante todo el mundo que durante 8 años todas sus peroratas estaban destinadas a servir intereses israelíes escondiendo los verdaderos acontecimientos detrás de las bambalinas. El canciller Kerry, tácitamente, da a entender que el silencio hasta ahora de la administración de la potencia número uno del mundo es el resultado de la dominación por parte del poder de Jerusalén que tiene la suficiencia de manipular su país con la inmensurable capacidad de injerencia de instituciones judías locales. La aparición de Netanyahu ante las cámaras, como réplica a la de Kerry, se convirtió en uno de los mejores ejemplos de implementación de la estrategia de disuasión de Israel. Lejos de refutar las claras acusaciones de campaña oficial de rateo de tierras, la furia del Primer Ministro de Israel se encargó de desbaratar todo intento futuro que esta actitud de Obama pueda en alguna oportunidad futura convertirse en antecedente de algún otro sirviente de Israel que habitando la Casa Blanca no entienda bien las reglas de juego. En su réplica, Netanyahu se basó en dos argumentos básicos. En el primero afirmó que “El discurso de Kerry fue una gran decepción. Se ocupó obsesivamente de las colonias israelíes en vez de ocuparse de la raíz del conflicto: el rechazo palestino a reconocer Israel como Estado Judío bajo los límites que sean”[3]. Como segunda motivación, Netanyahu no admite que se critique a Israel. “Medio Oriente entero arde en llamas, países enteros se desmoronan, el terrorismo arrasa con todo, y durante toda una hora el Canciller Americano ataca a la única democracia en Medio Oriente que se mantiene estable en la región”[4]. Como se mencionó en artículos anteriores, el segundo argumento es ridículo pues asume a Israel como delincuente, solo que hay otros más sanguinarios. El primero es más disparatado aún. Es inadmisible la exigencia de reconocer a Israel como Estado Judío, desde el momento en que los Tratados de Paz firmados con Egipto y Jordania se firmaron solamente con el Estado de Israel sin ningún agregado. Está claro que esa condición de Netanyahu esconde oscuros propósitos racistas respecto de ciudadanos israelíes no judíos, o simplemente es un pretexto para eternizar el status quo. Netanyahu y el liderazgo del pueblo judío propone esperar pacientemente otros 20 días para poner todo el peso de su futuro en manos de Donald Trump, “nuestro maestro, rabino y Rey de los Mesías, por siempre jamás”. El pueblo judío ya no necesita las Tablas de Moisés. Ahora dispone de un nuevo manantial divino que alimenta de justicia la nueva escala de valores del judaísmo moderno. Un nuevo presidente estadounidense que asume los próximos días con un oscuro curriculum de racismo, xenofobia, sexismo, machismo y dudosas relaciones con grupos neo nazis. Las direcciones comunitarias judías de la diáspora no pueden quedar fuera de este juego sucio. El mismo Congreso Judío Mundial aprovecha la condición de ciudadanos judíos estadounidenses de sus miembros para convertirlos en agentes de intereses foráneos y así movilizarlos detrás de este objetivo israelí. “Toda la comunidad judía y el establishment judío están luchando activamente en contra de cualquier nuevo paso que todavía el gobierno norteamericano este decidido a dar sobre este tema. El asunto no se terminó con la última resolución”[5]. Desprecian a Trump, pero para cuidar los intereses de Israel en su conquista de Cisjordania no tiene ningún problema en codearse con el nuevo presidente tapándose la nariz. Si se pudiera adjudicar esta problemática conducta a Netanyahu y su coalición, siempre existiría una alternativa de cambio. Esto es una ilusión. Lamentablemente, se trata de un problema que afecta a la gran mayoría de la sociedad israelí y el pueblo judío, probablemente, por muchos años, y tal vez generaciones.

Comunicados y Declaraciones

La DAIA y el encubrimiento

Autor: Dr Luis Kon / Comisión de Asuntos Jurídicos 10 de ENERO 2017 La reactivación de la denuncia formulada hace dos años por el fiscal Alberto Nisman contra Cristina Kirchner, el excanciller Héctor Timerman y otros acusados, que fuera impulsada con gran empeño por la conducción actual de la DAIA, no tiene como objetivo lograr el esclarecimiento del atentado a la AMIA. Pretenden —junto con otros objetivos relevantes que expondremos más adelante— desviar la atención del público y beneficiar a los acusados de encubrimiento que están siendo hoy juzgados por el Tribunal Oral Federal 2, integrado por los jueces Jorge Luciano Gorini, Néstor Costabel y Karina Perilli. Para llegar al actual juicio oral fue necesario que —luego de diez años— se anularan las diligencias tramitadas por el destituido juez Galeano quien montó un artificio para cerrar la causa acusando a inocentes de la autoría del atentado. Dicha escenificación parece haber contado con la complicidad de todos los que actualmente están siendo juzgados acusados de las diabólicas maniobras. Uno de los implicados es el expresidente de la DAIA, Rubén Beraja, quien está acusado en el proceso que se tramita desde el 6 de agosto de 2015. La imputación que pesa sobre el exdirigente comunitario es el haber encubierto a los autores del atentado construyendo “pistas falsas” y desviando la investigación de modo intencionado, con detenciones arbitrarias, permitiendo la pérdida de diez valiosos años que demoraron el avance del proceso. Los otros exfuncionarios acusados son el expresidente Carlos Menem, el exsecretario de la exSIDE, Hugo Anzorreguy; el comisario Jorge “Fino” Palacios; el exjuez Juan José Galeano; los exfiscales Eamon Mullen y José Barbaccia; el testigo (comprado) Carlos Telleldín y el almirante Juan Carlos Anchezar también integrante de la exSIDE. Se suman a los procesados el abogado Víctor Stinfale y otros personajes menores. Sin estar vinculados, formalmente, buena parte de los miembros de las comisiones directivas de DAIA —contemporáneos y sucesores de Beraja— mantienen indudables compromisos con quien fuera también titular del Banco Mayo. Como titular de esa entidad financiera fue juzgado y condenado por defraudaciones al Estado ejecutadas mediante autopréstamos, maniobras financieras en el exterior y otros delitos que provocaron la desaparición de la institución bancaria. Es en este sendero de caída libre de la autoproclamada “representación política de la comunidad judía” en el que sus inescrupulosos operadores utilizan un suceso político para intentar borrar su trayectoria vergonzante. La polémica decisión del gobierno kirchnerista de intentar avanzar en el proceso judicial firmando un Memorándum de Entendimiento con el gobierno iraní con la intención de lograr la declaración de los sospechosos presuntamente implicados en el atentado, le dio a la DAIA la pretendida oportunidad de disimular su bochornoso presente. El Memorándum ha sido utilizado por la DAIA para victimizarse y generar una actividad judicial destinada, por un lado a lograr la declaración de inconstitucionalidad del tratado y, por otro, para plegarse a la denuncia del exfiscal Nisman contra la expresidente de la Nación. Dicha acción fue ejecutada en oposición a la opinión de las organizaciones de familiares de las víctimas que, sin mucho entusiasmo, apoyaban cualquier medida que sacara la investigación de su estado de parálisis, al tiempo que criticaban la actuación del fiscal Nisman a quien acusaban de (a) viajar mucho sin producir resultados, (b) acumular documentación inútil para el progreso de la causa y (c) dilapidar recursos. La iniciativa de al DAIA se instaló en oposición al Congreso de la Nación que había ratificado el Memorándum para convertirlo en Tratado a pesar que el mismo no resultaba ser tan beneficioso para los propios iraníes quienes nunca llegaron a aprobarlo. En 1996, mientras Beraja, el juez Galeano y el titular de la SIDE, con el aval del gobierno menemista, disponían una pista falsa, Cristina Kirchner integraba el grupo de legisladores —en conjunto con “Chacho” Álvarez y Federico Storani— que conformaron la Comisión Bicameral destinada a fiscalizar la investigación del atentado y evitar que terminara consagrando un estado de impunidad como había sucedido con el atento a la Embajada de Israel. Durante aquel período, Cristina Kirchner firmó un dictamen en disidencia cuestionando la investigación sin referirse a la labor de Galeano por entender que quitarle respaldo supondría hacer caer el proceso. Ese proceder estuvo guiado por una conducta auténtica encaminada a esclarecer el atentado. Es más, dejó de respaldar a Galeano, mientras otros legisladores lo hacían, cuando las diferentes agrupaciones de Familiares de las Víctimas le advirtieron acerca de lo que sucedía en el Juzgado. La DAIA no ignora, ni puede desconocer, cuál fue la actitud de la expresidente y los integrantes de esa Comisión. Tampoco puede eludir el motivo por el que las organizaciones de familiares —en abrumadora mayoría— tomaron distancia de la institución comunitaria y pasaron a denunciarla. No puede ignorar que carece de representación, incluso, en referencia a los familiares de las víctimas, salvo tres o cuatro a quienes usa como propaganda frente a la prensa. No lo ignora pero intenta simularlo una y otra vez y apuntando la mirada hacia otro lado. Como coronación de ese comportamiento, y respondiendo a su actual posicionamiento al que fue arrastrada por una dirigencia cooptada por el oficialismo, con la complicidad de un enorme blindaje mediático, la DAIA se alinea con la derecha republicana de EE.UU. y la política exterior israelí, en consonancia con el flamante presidente Donald Trump y el reposicionamiento del gobierno macrista. La dirigencia de la DAIA decide jugar —con aparente éxito publicitario— una carta que la convierte en denunciante de un encubrimiento inexistente. Frente a esos hechos, desde el LLAMAMIENTO Argentino Judío sostenemos que la DAIA sólo habla en nombre de un reducido número de argentinos judíos, aquellos que se encuentran complotados —únicamente— para desacreditar, escarmentar e inhabilitar políticamente a la expresidenta de la Nación. Dr. Luis Kon Comisión de Asuntos Jurídicos

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Estados Unidos, Internacionales, Portada

El aislamiento de EU

Autor: Noam Chomsky/La Jornada 31 de DIC 2016 El 23 de diciembre de 2016, el Consejo de Seguridad de Naciones Unidas adoptó por unanimidad la resolución 2334, con la abstención de Estados Unidos. La resolución reafirmó que la política y prácticas de Israel al establecer asentamientos en territorios palestinos y otros territorios árabes ocupados desde 1967 no tiene validez legal y constituye una seria obstrucción para lograr una paz amplia, justa y duradera en Medio Oriente (y) llama una vez más a Israel, como potencia ocupante, a regirse escrupulosamente por la Cuarta Convención de Ginebra de 1949, rescindir sus medidas previas y desistir de llevar a cabo cualquier acción que resulte en un cambio del estatus legal y la naturaleza geográfica y que afecte materialmente la composición demográfica de los territorios árabes ocupados desde 1967, incluida Jerusalén y, en particular, a no transferir partes de su propia población civil a los territorios árabes ocupados. Reafirmado. Un asunto de cierta importancia. Es importante reconocer que la 2334 no es nada nuevo. La cita anterior es de la resolución 446 del Consejo, del 12 de marzo de 1979, reiterada en esencia en la resolución 2334. La 446 fue aprobada 12-0 con la abstención de Estados Unidos, al que se unieron Reino Unido y Noruega. Las diferencias primordiales son que ahora Estados Unidos está solo contra el mundo entero, y que es un mundo diferente. Las violaciones israelíes a las órdenes del Consejo de Seguridad, y al derecho internacional, son ahora mucho más extremas que en 1979 y suscitan mucha mayor condena en gran parte del mundo. Por tanto, hay que tomar más en serio los contenidos de las resoluciones 446-2334. De ahí la intensa reacción a la 2334, tanto en cobertura como en comentario y, en Israel y Estados Unidos, en considerable histeria. Esas son impactantes indicaciones del creciente aislamiento de Estados Unidos en la escena mundial. Esto es, con Obama. Con Trump, es probable que el aislamiento se incremente, y de hecho así ha sido incluso antes de que asuma el poder. El paso más significativo de Trump en promover el aislamiento estadunidense se dio el 8 de noviembre, cuando obtuvo dos victorias. La menor fue en su país, donde ganó el voto electoral. La mayor fue en Marrakech, Marruecos, donde unas 200 naciones se reunían para tratar de poner algún contenido real en los acuerdos de París de diciembre de 2015 con respecto al cambio climático, los cuales quedaron como promesas más que como el tratado que se pretendía, porque el Congreso republicano no aceptaría compromisos vinculantes. Al llegar los votos electorales el 8 de noviembre, la conferencia de Marrakech se desvió de su programa sustantivo hacia la cuestión de si podría haber alguna acción significativa para enfrentar la severa amenaza de catástrofe ambiental ahora que el país más poderoso de la Tierra está levantándose de la mesa. Esa fue, sin duda, la mayor victoria de Trump el 8 de noviembre, de verdadera trascendencia. También definió el aislamiento de Estados Unidos respecto de los más severos problemas humanos jamás enfrentados en la historia del planeta. El mundo puso sus esperanzas de liderazgo en China, ahora que el Líder del Mundo Libre ha declarado que no sólo se retirará del esfuerzo sino, con la elección de Trump, aplicará medidas de fuerza para acelerar la carrera hacia el desastre. Un asombroso espectáculo, que pasó virtualmente sin comentario. El hecho de que Estados Unidos esté solo ahora en su rechazo al consenso internacional se reafirmó en la declaración 2334, en la que perdió incluso a la Gran Bretaña de Theresa May. La razón por la que Obama optó por la abstención en vez del veto es una pregunta abierta: no tenemos evidencia directa. Pero hay algunas suposiciones plausibles. Hubo algunas reacciones de sorpresa (y escarnio) después del veto de Obama en febrero de 2011 a una resolución del Consejo de Seguridad que llamaba a adoptar una política oficial en Estados Unidos, y tal vez sintió que sería demasiado repetirlo si quería salvar algo de su maltrecho legado entre sectores de la población que tienen cierto interés por el derecho internacional y los derechos humanos. También vale la pena recordar que entre los demócratas liberales, si no en el Congreso, y en particular entre los jóvenes, la opinión acerca de Israel-Palestina ha virado hacia la crítica a las políticas israelíes en años recientes, tanto que el núcleo del apoyo a esas políticas se ha desplazado a la extrema derecha, incluida la base evangélica del Partido Republicano. Tal vez esos factores influyeron. La abstención de 2016 causó furor en Israel y en el Congreso estadunidense, tanto entre republicanos como en prominentes demócratas, incluso con propuestas de retirar fondos a la ONU en represalia por el crimen del mundo. El primer ministro israelí Netanyahu denunció a Obama por sus acciones deshonestas contra Israel. Su oficina acusó a Obama de coludirse tras bambalinas con esa conjura del Consejo de Seguridad, y presentó partículas de evidencia que apenas se elevan al nivel del humor enfermo. Un alto funcionario israelí añadió que la abstención reveló el verdadero rostro del gobierno de Obama y que ahora entendemos con qué hemos estado tratando en los ocho años pasados. La realidad es muy diferente. Obama de hecho ha roto todos los récords de apoyo a Israel, tanto diplomático como económico. La realidad es descrita con exactitud por el especialista del Financial Times en Medio Oriente, David Gardner: “Los tratos personales de Obama con Netanyahu tal vez fueron ponzoñosos con frecuencia, pero ha sido el más pro israelí de los presidentes: el más pródigo con la ayuda militar y el más confiable en el ejercicio del voto estadunidense en el Consejo de Seguridad… La elección de Donald Trump hasta ahora ha traído poco más que espumarajos de tuits sobre éste y otros embrollos geopolíticos. Pero los augurios son ominosos. Un gobierno irredento en Israel, inclinado hacia la ultraderecha, se ve unido ahora por un gobierno nacional populista en Washington que transpira islamofobia”.

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Según un informe de la ONU, el desarrollo palestino es imposible…

Autor: Ben White / Middle East Monitor 27 de DIC 2016   Título completo: Según un informe de la ONU, el desarrollo palestino es imposible sin acabar con la ocupación israelí Mientras Israel y sus defensores promueven un marco despolitizado de mejoras económicas para los palestinos bajo la ocupación, un nuevo documento de la ONU es de lectura obligada. El mes pasado el Equipo de la ONU en los Territorios Palestinos Ocupados (TPO) publicó un informe de 180 páginas sobre “el estado de desarrollo en Palestina cuando la ocupación israelí entra en su año 50”. [El informe] “ Leave No One Behind: A Perspective on Vulnerability and Structural Disadvantage in Palestine” [No dejar a nadie atrás: una perspectiva sobre la vulnerabilidad y la desventaja estructural en Palestina] se centra en particular “en los grupos de palestinos más vulnerables y desfavorecidos y en las limitaciones a las que se enfrentan” y “analiza los factores que llevan a esta vulnerabilidad”. La conclusión principal del informe es categórica y un toque de atención para todas aquellas personas que todavía creen que es posible promover el “desarrollo” palestino sin abordar la actual ocupación colonial de Israel. “Cualquier discusión sobre el desarrollo en Palestina debe empezar con el hecho de que la limitación mayor y más visible al desarrollo palestino en la ocupación”, afirma el informe. Para la mayoría de los palestinos, continúa, “prácticamente no hay ninguna esfera de la vida que no toque la ocupación”. El informe añade además que “las herramientas para cambiar radicalmente esta vulnerabilidad fundamental no están en manos de los palestinos que hacen las políticas de desarrollo ni del Grupo de Desarrollo de la ONU”. Esto se debe a que “solo se puede acabar con esta vulnerabilidad acabando con la ocupación militar de Palestina” o “a corto plazo, mitigando sus medidas más perniciosas”. En otras palabras, “el desarrollo (y la ayuda humanitaria) solo puede mitigar los efectos de la ocupación”. El informe afirma que la ocupación israelí “tiene impacto sobre el movimiento de personas y mercancías, fragmenta el territorio geográfica y sociopolíticamente, estanca el crecimiento económico y restringe el uso palestino de recursos críticos, como la tierra, el agua y los minerales”. Y añade que “con los mismos instrumentos pone obstáculos para que la Autoridad Palestina (AP) elabore políticas, su gobernanza y preste de servicios”. Los políticos y diplomáticos deberían conocer este conciso y elocuente resumen. La conclusión es clara: sin voluntad política de presionar a Israel para que acabe su ocupación entregar ayuda monetaria a la AP o para proyectos de desarrollo en los TPO es igual que tirar dinero a un pozo sin fondo. El informe aborda una serie de formas específicas que tiene la ocupación israelí de tierras palestinas de obstaculiza el desarrollo, de las cuales lo que sigue no es sino una muestra. En primer lugar, están las restricciones israelíes al movimiento de personas y mercancías que “se implementa por medio de un complejo sistema de checkpoints, permisos, bloqueos militares de carreteras, colonias, carreteras circunvalación [de las colonias], regímenes legales paralelos y el Muro [de Separación]”. Estas restricciones “han fragmentado el paisaje palestino” y “han creado comunidades aisladas, han minado la cohesión social, roto una identidad común y reducido la actividad económica dentro y entre las fracturadas poblaciones palestinas del territorio”. Las restricciones al movimiento de mercancías, por ejemplo, “perjudican gravemente a la economía palestina y su potencial de crecimiento” y contribuyen a limitar “la capacidad de funcionamiento del sector privado, por no hablar de su capacidad para prosperar y generar empleo”. El informe señala que cuando Israel impuso en los TPO su régimen de comercio exterior y fiscal “se permitía el flujo de mano de obra y de productos palestinos a Israel bajo restricciones no recíprocas» y las importaciones a los TPO “estaban sujetas a las estructuras y cuotas arancelarias israelíes”. A consecuencia de ello “los productores palestinos vieron cómo se cortaban progresivamente sus relaciones con su socios comerciales tradicionales y tuvieron que reorientar el comercio hacia la economía israelí”. Con el tiempo “los exportadores palestinos perdieron gran parte de su ventaja competitiva, mientras que los productos israelíes disfrutaban de un acceso sin obstáculos a los mercados palestinos”. En segundo lugar, además de controles discriminatorios del movimiento y de las trabas comerciales, la colonización israelí de los recursos naturales obstaculiza aún más el desarrollo palestino. Según el informe, “las colonias, zonas militares y reservas naturales israelíes, y el Muro [de Separación] constituyen el 44 % de toda Cisjordania, incluido el 70 % de la llamada ‘Zona C’, en el 30 % de la cual “la construcción está fuertemente restringida”. Esto se debe a que el régimen de planificación de Israel en la Zona C y en el ocupado Jerusalén Oriental es “discriminatorio y restrictivo”, afirma el informe, y contrariamente al derecho internacional humanitario, “no está ideado para beneficiar a la población protegida”. El sector agrícola está limitado por “restricciones a los recursos esenciales de la tierra y del agua” , mientras que de forma similar el sector industrial “está profundamente afectado por las limitaciones a la tierra disponible y por las posibilidades limitadas de abrir canteras y extraer minerales”. Además de la colonización de la tierra, “Israel controla todos los recursos compartidos de agua superficial y subterránea”, utiliza el 85 % de estos y deja solo el 15 % para uso palestino. “Las restricciones relacionadas con el agua afectan a los medios de vida de las comunidades al aumentar la pobreza e incrementar aún más la vulnerabilidad”. En tercer lugar, fundamental desde el punto de vista de cómo la comunidad internacional se ha comprometido hasta la fecha con esta cuestión, incluso “los intentos palestinos de superar estos muchos obstáculos al desarrollo están igualmente circunscritos por la ocupación”. Así, por ejemplo, “el gobierno palestino no tiene control de sus fronteras (tierra, mar o aire) ni de sus ingresos aduaneros”. Carece de “acceso y de prerrogativa política sobre la Zona C”, el 60 % de Cisjordania, y su “espacio fiscal” también está sujeto a restricciones (por ejemplo,

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