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Y la utopía abandonó a Israel

Fuente: Juan Carlos Sanz | El País Fecha:  3 de JUN 2018 Decenas de jóvenes escuchan a un elenco de viejas glorias de la izquierda, pacifistas e intelectuales frente a la sede del Teatro Nacional de Israel, en la plaza de Habima en Tel Aviv, mientras un puñado de ultraderechistas les increpa desde la esquina del bulevar ­Rothschild, tras un cordón policial: “¡Marchaos a vivir a Gaza!”. Orillado por edificios de estilo Bauhaus, este paseo, donde se declaró hace 70 años la independencia del Estado hebreo, aún conserva el marchamo de la modernidad. “Hemos olvidado la historia, los valores del judaísmo”, musita desde su silla de ruedas Yael Dayan, exdiputada del partido laborista. “En [las protestas de] Gaza ha habido muchos muertos por los disparos de nuestros soldados”, desgrana con una mueca de dolor, tras haber leído en la tribuna el testimonio de un francotirador militar anónimo que combatió en el enclave palestino. Antigua vicealcaldesa de Tel Aviv, Yael, la hija de Moshe Dayan —el general que derrotó en seis días a tres Ejércitos árabes e inauguró la ocupación—, mantiene a los 78 años la intensidad de la mirada de las generaciones pioneras de Israel. “¡Fuera traidores!”, arrecian los gritos de los extremistas mientras hacen ondear banderas de la estrella de David, y los agentes los contienen con aire de aburrimiento. “También nos hemos vuelto racistas”, sostiene Dayan, conectada a un respirador. “Aunque nacimos como un país de inmigrantes perseguidos, el Gobierno ha intentado deportar a miles de refugiados africanos”. La veterana política ha venido a apoyar un acto público organizado por el movimiento de soldados veteranos Romper el Silencio, una de las organizaciones pacifistas que aspiran a ser la conciencia crítica de la sociedad hebrea, cada vez más escorada hacia el nacionalismo. “Solo unos pocos se atreven a decir hoy la verdad sobre la ocupación. El país ya no es el mismo”, sentencia Dayan, “pero no es tanto Israel el que ha cambiado como su liderazgo”. La compleja división política israelí se debe a la fragmentación provocada por un sistema electoral con fuerte proporcionalidad en el reparto de los 120 diputados de la Kneset (Parlamento), según el analista político Daniel Kupervaser. “Si se revisan resultados y sondeos, se aprecia la solidez de un bloque de la derecha, con 57 escaños, formado por el partido conservador Likud de Benjamín Netanyahu, y la extrema derecha de Avigdor Lieberman [actual ministro de Defensa], al que se suma el nacionalismo religioso de los colonos y los ultraortodoxos. Luego, hay un segundo bloque de fuerzas de centro, que incluye al laborismo, con 45 diputados, y, por último, un tercer grupo que suma 18 escaños, en el que están Meretz [izquierda pacifista] y los partidos árabes israelíes”. Los partidos de este último bloque están considerados como “inadmisibles” para conformar “una coalición sionista”, así que el centro solo puede gobernar con la derecha, explica Kupervaser. Así, en las elecciones legislativas de 2009 la dirigente liberal Tzipi Livni obtuvo más votos que Netanyahu, pero no pudo formar un Gabinete de coalición por el veto de los partidos conservadores. “El Likud de Netanyahu solo controla una cuarta parte del Parlamento”, advertía recientemente la liberal Livni en un encuentro con periodistas en Jerusalén. “Las alianzas pueden cambiar dentro de poco”. Sus palabras aludían a los casos de corrupción que planean sobre el primer ministro, Netanyahu, y amenazan con forzar su dimisión si el fiscal general le inculpa por fraude y soborno. Livni ha ocupado el cargo de viceprimera ministra, y ha sido la titular de Exteriores, Justicia y de otras carteras, convirtiéndose en la mujer que más ha ascendido en la pirámide del poder en la historia de Israel, tras Golda Meir, jefa de Gobierno entre 1969 y 1974. También encabezó las últimas negociaciones de paz con los palestinos, suspendidas hace cuatro años. Desde la oposición de centro-izquierda, cita los sondeos para apoyar sus argumentos: “La sociedad está mayoritariamente a favor de la solución de los dos Estados, aunque no sabe cuándo se podrá alcanzar. Solo unos pocos defienden un Estado binacional [la anexión de los territorios palestinos]”. El partido de Livni, Hatnuah, está asociado al laborismo en la denominada Unión Sionista. Coincidiendo con su 70º aniversario, en un mes Israel ha sentido el vértigo de una aceleración histórica. Ha habido una rápida sucesión de acciones y reacciones. En un alarde de protagonismo de Netanyahu, se presentó en televisión el archivo atómico secreto localizado por agentes del Mosad en Teherán, poco antes de la ruptura por parte de EE UU del acuerdo nuclear con Irán, y del ataque militar israelí a gran escala contra objetivos de la Guardia Revolucionaria de Irán en Siria. Pero el hito que ha marcado la conmemoración de la independencia ha sido sin duda el traslado de la Embajada estadounidense de Tel Aviv a Jerusalén, que ha consolidado el alineamiento del presidente Donald Trump con los intereses estratégicos del Gobierno de Netanyahu. Mientras la hija del mandatario de EE UU Ivanka Trump inauguraba en su nombre la legación diplomática de la Ciudad Santa en un clima de euforia local, los disparos de los francotiradores del Ejército causaban la muerte de 62 manifestantes ante la valla de separación fronteriza. La Autoridad Palestina incluyó esos hechos en la denuncia por crímenes de guerra que días más tarde presentó en la Corte Penal Internacional de La Haya. Esta misma semana, la escalada bélica entre Israel y Hamás —el movimiento islamista que gobierna de facto en el enclave— ha estado a punto de desbordarse, con el mayor lanzamiento de cohetes registrado desde la Franja, y los bombardeos más intensos de la aviación hebrea desde el fin de la guerra de 2014. Las repercusiones de esta crisis en Gaza han ido más allá de la condena a Israel en foros internacionales. El cantante brasileño Gilberto Gil ha cancelado su concierto en Tel Aviv ante la situación en la Franja. El primer ministro francés, Édouard Philippe, ha pospuesto indefinidamente una visita oficial alegando problemas de agenda. Otros artistas y políticos han decidido retrasar viajes previstos a Israel tras los incidentes del 14 de mayo. Pocas

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Fútbol y lanchas de guerra

Fuente: Jorge Elbaum | El cohete a la luna Fecha: 03 de JUN 2018 La visita de la selección argentina a Israel está atravesada por una extorsión política a los jugadores y al técnico. Detrás de un partido amistoso se divisan sobreprecios en compras de embarcaciones, negociados vinculados a la venta de armas y alianzas estratégicas suyo antecedente son los atentados terroristas sangrientos en Buenos Aires de 1992 y 1994. El vínculo entre la política y el fútbol, en la historia de la Argentina, incluye imágenes amargas atravesadas por dictaduras. Una de ellas se remonta a Antonio Ratín, expulsado injustamente en los cuartos de final de la copa del mundo, en un partido contra Inglaterra, en Wembley en 1966, donde se perdió 1 a 0. En aquella ocasión el capitán, el “Rata”, fue echado por pedirle un traductor al árbitro alemán, Rudolf Kreitlein. Pocos días antes el general Onganía había dado un golpe contra Arturo Illia. El 23 de julio de 1966 Ratín abandonó la cancha y se sentó –desafiante— en la alfombra roja de la reina. Antes que termine el partido se retiró del estadio acariciando despreciativamente el banderín del córner, ataviado con la bandera británica. Apenas 12 años después, se divisan las imágenes de tres genocidas celebrando un gol en forma desaforada, mientras los gritos de miles de desaparecidxs eran ahogados en torturas y asesinatos. La gira de la selección argentina, previa al mundial de Rusia, obliga a transitar esas ambigüedades que supone un mundial: el equipo de Messi jugará el 9 de junio en Jerusalén, después de una imposición de la diplomacia israelí, orientada a dotar de legitimidad a una ciudad que tiene dos banderas pero que se busca rodearla de una sola. El gobierno de Trump ha resuelto, en el marco de una decisión arbitraria, trasladar su embajada a una ciudad que según las Naciones Unidas corresponde dividir para que pertenezca a dos Estados: a Israel y a Palestina. La provocación efectuada por el gobierno de Estados Unidos supone un desconocimiento de todas las normativas internacionales, entre ellas la resolución 478 del Consejo de Seguridad de la ONU, que cataloga la anexión como contraria al Derecho internacional. Apropiaciones simbólicas La iniciativa por quitarle identidad a Al-Quds –nombre con que denominan a Jerusalén los palestinos— es acompañada por el gobierno de Netanyahu con la ocupación recurrente de nuevas franjas de territorio de Cisjordania, pertenecientes a la Autoridad Nacional Palestina, dirigida por Mahmud Abás. La colonización israelí de Cisjordania se desarrolla de la mano de políticas de negación de derechos civiles de los habitantes árabes. Esta situación de conflicto se ve ahondada por repetidos bombardeos –hacia las ciudades israelíes— de dos grupos gazatíes fundamentalistas (Hamás y la Yihad Islámica) que no reconocen ni a la Autoridad Nacional Palestina ni a Israel. La franja de Gaza es uno de los territorios más densamente poblado del mundo. Viven dos millones de personas y en el último mes miles de sus habitantes se han manifestado contra el traslado de las embajadas, siendo reprimidos brutalmente por las tropas israelíes que provocaron 130 muertos y 3.000 heridos. Muchos de los jugadores de la selección, y el técnico Jorge Sampaoli, han solicitado ante la AFA que el partido del 9 de junio no se lleve a cabo. La respuesta que obtuvieron fue que la cancelación no podía tomarla la AFA dado que existía un acuerdo intergubernamental (entre Macri y Netanyahu) que “de ningúna manera podía quebrantarse”. Sin embargo el (digno) disgusto de Sampaoli generó el martes pasado una situación de tensión nunca vista entre los dirigentes y el técnico, que concluyó con la reducción de la estadía a dos jornadas, cuando estaba planificada originalmente para el doble de días. Además, los deportistas y el técnico les exigieron a los funcionarios que se garantice la ausencia de políticos israelíes, ni en forma previa ni posterior al partido. Uno de los jugadores, referente del equipo –que pidió confidencialidad –afirmó “es difícil ir a jugar un partido amistoso a un país que acaba de matar a 130 personas, entre ellos 10 pibes”. El partido del día 9 –que decenas de miles de aficionados al fútbol de distintos países reclamaron que no se lleve a cabo— se transmitirá televisivamente a 50 países del mundo. El mensaje subliminal, orientado a instalar la idea de una ciudad totalmente israelí, tramitado con la complicidad del macrismo, está dado en la elección del estadio donde jugarán ambas selecciones. Será justamente en Jerusalén a diferencia de los partidos de los años anteriores, que se desarrollaban en Tel Aviv. El diputado de la Kneset (parlamento unicameral israelí) Yousef Jabareen, miembro de la Lista árabe-judía, envió semanas atrás una carta al embajador argentino en Israel solicitando que la selección de fútbol no juegue en Jerusalén. “Me preocupa mucho que este partido tenga lugar en Jerusalén. Si bien Israel siempre buscó el reconocimiento internacional y la aceptación de Jerusalén como su capital, este reconocimiento no se realizará: Jerusalén fue ocupada en violación de la ley internacional, según lo establecido en numerosas resoluciones de la ONU (…) Celebrar el partido otorga legitimidad y apoyo a las continuas violaciones de los derechos humanos del gobierno israelí, incluido el robo de tierras”, agregó el miembro del Parlamento. Lo mismo opina Claudio Morresi, ex futbolista y ex Secretario de Deportes: “La única razón por lo que la Selección argentina juegue en Jerusalén es por una presión del gobierno a la AFA. Llevar a Leo Messi y al resto del equipo a una ciudad donde existe un conflicto internacional, solo se entiende por algún negociado del gobierno, que expone a un peligro innecesario al equipo nacional. Si el pueblo israelí quiere ver a la selección argentina lo lógico sería que la lleven a jugar al estadio Ramat Gan de Tel Aviv, que tiene capacidad para 10.000 personas más que el Teddy Kolek de Jerusalén. Según la Asociación de Futbol de Palestina, el campo originario donde se iba a jugar era el Sami Ofen de Haifa y se trasladó al estadio

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Tiempos interesantes

Fuente: Edgardo Mocca | Página 12 Fecha. 03 JUN 2018 El macrismo no ha dejado de retroceder políticamente desde los días de la movilización popular en diciembre último contra el atropello legal a los jubilados y pensionados. Sin embargo su discurso público no ha cambiado en ningún asunto más o menos importante. El país de Macri es el que se incorporó al mundo, abandonó el camino que lo llevaba a Venezuela, es mirado con admiración en todos los países que valen la pena. Y lo más importante, tiene la fórmula para superar por siempre los fracasos argentinos: la libertad de los mercados. Es la misma fórmula de Alsogaray, de Martínez de Hoz, de Cavallo y de tantos otros, que repiten las nuevas generaciones de tecnócratas con la seguridad de haber descubierto la pólvora. Esa fórmula, esa ideología, ha estado detrás de cada golpe de estado oligárquico-militar. Llegó a su climax mundial en los años noventa del siglo pasado cuando se derrumbaba el muro de Berlín, desaparecía la Unión Soviética, florecía la “tercera vía” de la izquierda neoliberal y Menem convertía al justicialismo en el agente de las “reformas estructurales” que llevaron al país al desastre más grande de su historia contemporánea. Claro, al gastado relato de la meritocracia, el capital humano y la capacidad de autorregulación del mercado –tan viejo que se remonta al siglo XIX y mantuvo su predominio  hasta la gran crisis capitalista de 1929– el macrismo le agregó el atractivo de ganar una elección. Es decir, por primera vez presentándose el liberalismo conservador a elecciones con su propio partido, sin recurrir a golpes militares o a la captura de alguno de los grandes partidos populares. A eso hay que agregarle que Cambiemos es el nombre argentino de una contraofensiva de la derecha regional contra los procesos populistas de comienzos de este siglo. Entonces, el macrismo luce un ropaje moderno. Es la oligarquía joven, canchera, decontracturada, segura de sí misma. Encontró provisoriamente el modo de fundirse en un mismo deseo, en un mismo imaginario social con clases medias que prefieren la desigualdad aunque digan lo contrario. La promesa fue exitosa, fue ganadora. El problema es que después hay que gobernar. Y la tecnología publicitaria combinada con la intrusión en las intimidades individuales puede ser un auxiliar muy importante del gobierno y de la política. Lo que no puede es reemplazarlos.  Y la estructura misma del macrismo está hecha de materia publicitaria. Casi no tiene importancia el sentido directo e inmediato de las palabras, solamente importa la posibilidad de inscribirla en un relato siempre igual a sí mismo. No importa que las metas de inflación se cambien hacia arriba, que se pierdan miles de millones de dólares de reservas por una corrida cambiaria, que se rompa la alianza –inestable pero hasta hace poco efectiva– con un sector del peronismo, que la popularidad del presidente  disminuya en cada sondeo, que millones ganen las calles, que la cúpula sindical esté obligada a abandonar su postura conciliadora, que la iglesia católica advierta la gravedad de la crisis, que la Sociedad Rural bloquee de modo automático la propuesta de volver a las retenciones. No importa nada, el relato no se abandona. Nada indica que este abrazo incondicional a la utopía del libre mercado y su recitado sistemático e incesante pueda ser reemplazado por algún enfoque pragmático que surja de las orillas exteriores a los ceos que pueblan el gabinete presidencial. Hasta cabe preguntarse si todavía se está a tiempo para producir ese viraje. Antes de la desesperada intervención de Macri anunciando el inicio de una gestión con el FMI, probablemente hubiera un margen para el realismo político; el spot publicitario del presidente “llevando tranquilidad” al país sobre la base del abrazo con el centro coordinador de la usura global y corresponsable del marasmo nacional de 2001 achicó notablemente ese margen. Macri y los suyos se sienten portadores de una misión histórica. Desde el momento que convencieron al 51por ciento de los votantes, se sienten seguros de que esa misión no se agota en una gestión de gobierno y no se limita a revertir los legados de la experiencia kirchnerista. Toda la historia del país debe ser releída. Y la clave de esa relectura es que el país fracasó por ser distinto, por ser “anormal”. Esa anormalidad son los salarios relativamente altos en términos latinoamericanos, el peso de sus sindicatos, la fuerza de una cosmovisión igualitaria que viene de las viejas izquierdas inmigrantes y constituyó una fuerza de estado a partir del primer peronismo. Es anormal por su voluntad industrialista, por el peso específico de su estructura universitaria y científico-técnica. Por su capacidad de lucha y de ocupación de la calle. Por su excepcional cultivo de la memoria popular, incrementada exponencialmente por las madres, las abuelas y por el conjunto del movimiento de derechos humanos. Y ésta es la oportunidad de normalizar definitivamente al país. Hasta aquí el delirio refundacional funcionó en un contexto relativamente pacífico, a pesar del siniestro mensaje que se emite hacia las fuerzas de seguridad y relativamente institucional, a pesar del abuso de los decretos, la manipulación del poder judicial, la exclusión sistemática de la visibilidad para las voces críticas y la represión salvaje en algunos casos. Esta permanencia de cierto ethos democrático, aceptado de mala gana por el gobierno, está hoy amenazada. Detrás del discurso edulcorado, férreamente encuadrado en el relato y en las formas para su defensa que surgen del estudio de los focus groups, se mueve la amenaza, anida la extorsión. Es muy sintomático que en los días posteriores a la corrida cambiaria, las mayores novedades políticas hayan consistido en el vallado de la plaza de Mayo y en el adelanto de la intención de que el Ejército intervenga en los conflictos sociales internos. Y el día viernes cuandouna de las más gigantescas movilizaciones de los últimos tiempos ocupaba el centro porteño, tuvimos la noticia de que la cámara federal “dictaminaba” que Nissman fue asesinado. No se sabe por quién ni cómo. Pero sí se sabe

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¿Por qué romper el silencio?

Fuente Amos Oz | El País Fecha: 02 de JUN 2018 A menudo me pregunto por qué organizaciones [israelíes] como Romper el Silencio, B’Tselem y Paz Ahora suscitan sentimientos de miedo, rabia y hostilidad en tantas personas. No solo gente de extrema derecha, sino también otros que se consideran en el centro del espectro político. Esa hostilidad no puede explicarse solo diciendo que todos los que se oponen a Romper el Silencio son racistas. Ni que están intentando callar nuestras voces; la gran mayoría de nuestros adversarios no lo hace. Ni siquiera podemos decir que todos nuestros oponentes odian a los árabes, porque, en su mayor parte, no es así. ¿Cuál es el problema entonces? Muy sencillo: la gente quiere sentirse a gusto consigo misma, y Romper el Silencio se lo impide. La gente quiere que el Estado de Israel tenga una buena imagen y, a su juicio, Romper el Silencio y B’Tselem hacen que la tenga mala. Es algo completamente humano. No tenemos por qué despreciar la necesidad natural del ser humano de sentirse bien. Es muy comprensible que la mayoría de los israelíes sienta bochorno e incomodidad cuando el Estado de Israel no tiene una buena imagen. Creen, equivocadamente, que los que promueven esa mala imagen son los que denuncian las distorsiones morales del país, del Gobierno y del Ejército. Les cuesta aceptar que el Estado de Israel, a veces, da muy mala imagen, no por culpa de los que denuncian esas distorsiones morales, sino por culpa de los que incurren en ellas. Una de las maravillas secretas de la tradición judía, una de las razones de que el pueblo judío no haya sido erradicado después de miles de años, mientras que otras naciones más grandes han desaparecido, es que en la nación judía siempre ha habido muchos valientes dispuestos a romper el silencio y a luchar para curar la degeneración moral y denunciar las distorsiones sociales y las injusticias. Podemos empezar por hablar del profeta Natán, el ejemplo por antonomasia de lo que es romper el silencio, y de cómo ensució la fama del rey David, el autor de los salmos, el antepasado del futuro Mesías. Aquel pequeño profeta se alzó y dijo al mundo —y a las futuras generaciones— que David había asesinado mediante artimañas y engaños a un hombre inocente, solo porque quería acostarse con su mujer. El profeta Jeremías, el profeta Amos y otros profetas también censuraron sin piedad a la familia real, a los ministros, a los grandes de su época, y muchas veces al pueblo en general, a toda la nación: mancillaron nuestro país, sin la menor duda. No tuvieron miedo de llamar a la injusticia, injusticia, y al derramamiento de sangre inocente, derramamiento de sangre inocente. Nunca se detuvieron a preguntarse si estaban proporcionando excusas a los que odiaban a Israel. En sus poemas, Hayim Nahman Bialik arrojó fuego y azufre sobre los dirigentes, los funcionarios y toda la nación judía. También Nathan Alterman y S. Yizhar rompieron el silencio y nunca vacilaron a la hora de condenar la injusticia y los asesinatos cometidos por los soldados de las Fuerzas Armadas israelíes, ni siquiera durante las celebraciones y la euforia que siguieron a la gran victoria en la guerra de los Seis Días. Lo mismo que A. B. Yehoshua, Hanoch Levin, David Grossman, Yitzhak Laor, Meir Shalev y una larga lista. Todos los que odian a Romper el Silencio deberían reflexionar sobre una cosa, al menos por un instante: que la fortaleza moral no es un lujo ni un mero adorno. La fortaleza moral es necesaria para la supervivencia de una nación, una sociedad y una persona. La fortaleza moral no es una especie de joya que guardamos en la caja fuerte y que nos ponemos solo en los días buenos para tener un aspecto mejor. La fortaleza moral no es una mercancía producida para la exportación, que se guarda en un cajón, por lo menos hasta que termine la guerra, hasta que vuelva la normalidad y el país viva 40 años de paz, de forma que solo entonces podremos blandir nuestra reluciente grandeza moral, exhibirla en el pecho y revelar al mundo lo maravillosos que somos. No. La fortaleza moral, especialmente en tiempos de guerra, es tan urgente como los primeros auxilios en un campo de batalla. El papel del acusador, a veces, es similar al del médico o el enfermero: su labor es como la del médico que abre un absceso y extrae el pus, para que no se extienda ni contamine todo el cuerpo. No debemos menospreciar a quienes desean sentirse bien. Pero quizá convendría familiarizarlos con algo que sabe casi el mundo entero, salvo los que quieren acallar la crítica aquí, en Israel: que una de las pocas razones por las que los israelíes pueden seguir sintiéndose un poco bien consigo mismos y ante otros países es que tenemos Romper el Silencio, B’Tselem y Paz Ahora, que hay una lucha permanente para alcanzar la justicia social y que seguimos teniendo una prensa más o menos libre o, por lo menos, seguimos peleando para mantenerla. Y sigue habiendo libertad de expresión, cada vez más amenazada, pero sigue habiéndola. Estas son las cosas que dan una buena imagen de Israel. Estas son las cosas que permiten que Israel siga teniendo defensores en todo el mundo, gente que todavía nos mira con esperanza e incluso admiración. A pesar de la fealdad y de la injusticia, a pesar de la ocupación y la explotación de los pobres y desfavorecidos de la sociedad israelí, yo sigo amando Israel. Lo amo incluso en los momentos en los que no puedo soportarlo. Lo amo por su larga tradición de acalorados debates internos y búsqueda de la justicia. Es una tradición que ahora está en peligro, es cierto, pero que se mantiene viva. Cuánta gente dice: “Muy bien, pero ¿por qué no podemos resolver nuestras diferencias discretamente? ¿Por qué tenemos que hacerlo ante los ojos de todo ese mundo hostil?”. Pues bien, porque los tiempos han cambiado, y los

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Un fallo a pedido de la Casa Rosada

Fuente: Raúl Kollmann | Página 12 Fecha: 02 de JUN 2018 La Cámara Federal dictó ayer, en la causa por la muerte de Alberto Nisman, el fallo que le pedía la Casa Rosada y los aliados internacionales del gobierno de Cambiemos. Sin pruebas, sin elementos, en un fallo totalmente descolorido, el tribunal confirmó que el fiscal fue víctima de un supuesto homicidio, sobre el que los camaristas no pudieron describir nada: ni quién fue, ni como entraron, ni cómo salieron, ni cuál pudo haber sido la mecánica del supuesto crimen, ni cómo podría ser el vínculo con el informático Diego Lagomarsino, propietario del arma del disparo letal. Pero, además, elucubraron que la muerte fue producto de la denuncia que presentó Nisman contra Cristina Fernández de Kirchner, Héctor Timerman y otros funcionarios kirchneristas por haber firmado el Memorándum de Entendimiento con Irán. Sobre esta hipótesis tampoco aportaron un nuevo dato ni una evidencia. La Cámara no aceptó calificar la muerte de Nisman como un magnicidio ni nombró a CFK en su fallo –tal como pedía Pablo Lanusse, abogado de la madre del fiscal–, pero le dijo al juez que debe investigar a funcionarios del kirchnerismo que hablaron mucho por celular el sábado 17 de enero de 2015, día anterior al deceso del fiscal, y el mismo 18 de enero, cuando apareció el cuerpo. Suponen que esos funcionarios fueron parte de un complot. También insistieron –sin pruebas– en que los policías federales que integraban la custodia de Nisman actuaron ineficientemente a propósito para facilitar el plan del homicidio. Los camaristas Martín Irurzun y Leopoldo Bruglia –muy cercanos al gobierno de Cambiemos– le hicieron su ofrenda a la administración Macri que, como está visto, necesita seguir acusando al gobierno anterior de todos los males. Dice el fallo de ayer: “se encuentra prima facie acreditado que Natalio Alberto Nisman fue asesinado y que dicho suceso fue directa consecuencia de la denuncia que formulara el 14 de enero de 2015 como titular de la Unidad Fiscal de Investigación del atentado terrorista perpetrado contra la sede de la AMIA. Se afirmó también que, a partir de la prueba reunida, su concreción resultó posible a partir del despliegue de una correlativa logística que debió contar necesariamente con la cohesión de diversas voluntades orientadas a la concreción con éxito del plan urdido”. Este es uno de los párrafos centrales de la resolución: se parte de que a Nisman lo mataron y que hubo un complot muy sofisticado que necesitó de mucha gente –“diversas voluntades”– para cometer el crimen. La base del fallo es el estudio que hizo la Gendarmería Nacional, fuerza bajo las órdenes de Patricia Bullrich. No se confrontan las conclusiones con lo que dijeron, primero, los especialistas de la Policía Federal y luego la Junta de Criminalistas: “no había ninguna otra persona en el baño en el momento del disparo”. Irurzun y Bruglia directamente ignoran esa conclusión. Al mismo tiempo, se tergiversa el informe del Cuerpo Médico Forense que sostuvo que no es su papel dictaminar sobre homicidio o suicidio, porque eso corresponde al juez, quien tiene que mirar todos los elementos. Sin embargo, en la mañana de la autopsia, la fiscal Viviana Fein informó que recibió una llamada del titular de la Morgue Judicial, Fernando Trezza, adelantándole que no existía indicio de que otro persona hubiera disparado y que era probable el autodisparo. A lo largo de los meses, ante la insistencia de los forenses contratados por Sandra Arroyo Salgado, ex pareja de Nisman, los integrantes de la Junta Médica señalaron que “no hay evidencia desde el punto de vista pericial de lo afirmado por la querella”. La querella insistía con que fue un homicidio y los forenses de la Corte dijeron que no existía evidencia de tal cosa. Lo más notorio respecto del texto de Irurzun y Bruglia es que dedicaron una buena parte de las 39 páginas de la resolución a sostener la hipótesis del homicidio. Sin embargo no pudieron aportar nada: No existe el menor indicio de quienes fueron los autores del supuesto crimen. Dicen que Lagomarsino fue partícipe porque aportó el arma, pero no se sabe de quién fue cómplice. El técnico informático no registra ni llamadas ni mensajes con alguno de los integrantes del supuesto complot ni hay un testigo que lo haya visto en situación extraña. Hablan de que fue parte de una “célula dormida”, pero trabajó en la fiscalía durante nueve años, contratado directamente por Nisman. No se indican cómo entraron los supuestos homicidas y mucho menos como salieron del departamento ni del edificio Le Parc. La unidad del piso 13 estaba cerrada del lado de adentro y el propio baño no se podía abrir, tal como declaró la madre del fiscal. No se explica cómo Nisman ni siquiera se defendió, ya que los camaristas abandonaron la absurda hipótesis de que le dieron una sustancia, ketamina, para dejarlo indefenso. Bruglia e Irurzun convalidan que a Nisman le dieron una paliza, algo categóricamente desmentido por el Cuerpo Médico Forense. Tampoco se explica cómo es que si le pegaron una paliza no se encontró nada desordenado ni un rastro de sangre en todo el departamento. La serie de incongruencias es ilimitada, pero la Cámara pasó por encima de esos obstáculos y concluyó que detrás del crimen hubo un amplio y sofisticado complot. Por eso le dice al juez que investigue: “el caso estuvo rodeado de llamativas, reiteradas y no habituales comunicaciones desde la noche del sábado hasta avanzado el domingo entre funcionarios de diversas áreas del Estado Nacional -Poder Ejecutivo, Ministerio de Justicia, Ministerio de Seguridad provincial, Jefatura II Inteligencia del Ejército Argentino. El momento en que se cometió el delito, el grado de organización evidenciado y la amplitud de la cobertura colocan en una razonable perspectiva funcional el desarrollo del hecho, pues todos ellos se presentan como indicios de entidad suficiente como para sustentar seriamente como hipótesis que el destino de Nisman fue decidido a consecuencia de la naturaleza, gravedad y alcances de la denuncia que presentara unos

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De subsidios y omisiones

Fuente: Teodoro Boot | Revista Zoom Fecha: 01 de JUN  2018 La discusión en torno al subsidio a las tarifas de servicios públicos –que en realidad empezó en tiempos en que el actual oficialismo era oposición y, bueno es recordarlo, la mayoría de las distintas oposiciones de hoy eran un oficialismo– hubiera sido una buena oportunidad para reflexionar, no ya sobre los méritos o deméritos de los subsidios, sino sobre la naturaleza de los servicios públicos. Otro tanto ocurrió –y sigue ocurriendo– respecto a las retenciones a la exportación de productos primarios, uno de los posibles modos de redistribución de la renta extraordinaria de la pampa húmeda así como de separación de los precios internos de los alimentos de sus ocasionales valores internacionales. Para los defensores del régimen anterior, subsidio a las tarifas y retenciones van de la mano: lo que el Estado recibía de, supuestamente, los grandes productores y exportadores de granos lo redistribuía entre el conjunto de la sociedad, en especial los sectores más empobrecidos, mediante el subsidio al precio del gas, la electricidad y otros recursos energéticos. Con ser bienintencionado, el esquema tenía serios huecos y numerosos puntos cuestionables, pero va de suyo que la opción alternativa de ninguna manera puede ser la elegida por el actual oficialismo, que consiste en succionar los recursos del conjunto de la sociedad y las fuerzas productivas para ponerlos en manos de los proveedores de servicios públicos. Aparte parafrénico Más allá de la extraña tirria con que algunos ex oficialistas hoy tributarios de algunas de las sectas menores de la oposición recibieron el discurso en el Senado de Cristina Fernández, objetando que haya consistido en reivindicar su gestión (la pulsión de parte de estos ex fanatizados acólitos suyos por encontrarle el pelo al huevo a cuanto diga o deje de decir, haga o deje de hacer la ex presidenta es como para un estudio siquiátrico), es bastante razonable que la ex presidenta se elogie a sí misma. Si usara su banca en el Senado para criticarse y autoflagerarse, quien debería ser remitida a un frenopático sería ella y no sus fanatizados acólitos de ayer, a quienes –dicho sea de paso– recomendaríamos internar con una imagen en lo posible tridimensional de la ex presidenta, como para que tengan algún tema de conversación. A quién subsidian los subsidios Los indudables beneficios sociales y económicos de la política de subsidios adoptada por los gobiernos kirchneristas no deberían hacer olvidar –ni se debió haber obturado la discusión a los gritos y descalificaciones, anatematizando a los objetores– la naturaleza endeble y engañosa de sus bases de sustentación. Por ejemplo al paso, no era subsidiado el consumidor (¿acaso alguien recibió alguna vez un cheque del Estado para pagar la factura de la luz?) sino las empresas –“detalle” no casualmente pasado por alto por los grandes medios de comunicación, al servicio de los objetores al sistema de subsidios–, lo que si bien conllevaba cierto relativo control sobre costos, inversiones, calidad del servicio y distribución de dividendos, suponía también el subsidio a los altos salarios de ceos, gerentes y, principalmente, funcionarios irrelevantes o innecesarios, como los encargados de prensa y relaciones públicas de las empresas de servicios. ¿Para qué diablos sino para lobby puede necesitar una estructura de “prensa” y otra de “relaciones públicas” una empresa que por gracia estatal administra un servicio esencial en forma monopólica y subsidiada? ¿Por qué los salarios de esos lobbistas debían ser pagados –a través del Estado– por el conjunto de la sociedad contra la que esos lobbistas inevitablemente actuaban? Resignación, fatalismo, complicidad El esquema de subsidios adoptado por los gobiernos kirchneristas partió de la convicción en la irreversibilidad de la profunda alteración de la estructura productiva argentina iniciada por la última dictadura, seguida por la mayor parte de la gestión alfonsinista (de la mano de Terragno, Sourrouille y Machinea) y consumada por el menemismo con el concurso de buena parte de los oficialistas y opositores de ayer y hoy. La dictadura no sólo hizo todo lo posible por destruir la estructura financiera y productiva sobre la que durante 40 años se había sostenido la política de industrialización por sustitución de importaciones, no siempre exitosa y a menudo jaqueada por la recurrente falta de divisas, pero cuyas limitaciones se estaba en condiciones de superar, tal vez definitivamente, de no haber mediado el “oportuno” Rodrigazo de 1975. La dictadura también produjo una gran concentración económica y financiera y alentó el surgimiento de una nueva “oligarquía”, tan parasitaria como la anterior, con la que se mimetizó y a la que terminó sumándose. Es el gran momento de unos y el despegue de otros, como Bulgheroni, Astra, Acindar, Bunge y Born, Loma Negra, Macri, Pérez Companc, Techint, Arcor, Mastellone, Ledesma y todos los parásitos del Estado denominados “capitanes de la industria” que luego prosperaron durante el gobierno de Alfonsín, hasta colonizarlo por completo. Pero faltaba el toque final. Lo daría Carlos Menem con laparticipación estelar de la UCD, la complicidad de gran parte de la UCR y –no debería olvidarse– el sector mayoritario del peronismo, el Partido Justicialista y los principales gremios, con excepción de los agrupados en el MTA y CTA: el descuartizamiento y privatización de YPF, Gas del Estado, Agua y Energía Eléctrica, YCF, Obras Sanitarias, Entel, así como Aerolíneas Argentinas, Elma, la Flota Fluvial del Estado y la privatización de la Caja de Ahorro y Seguros y numerosos puertos fluviales y marítimos. Será también la gestión menemista la que elimine las retenciones a la exportación de productos primarios, reinstauradas por la dictadura libertadora y democrática tras la liquidación del IAPI y pergeñadas originalmente –de la mano de las juntas de granos y carnes– por Federico Pinedo y Raúl Prebisch durante la Década Infame. ¡Así de novedosas, izquierdistas, populistas y estatistas son las retenciones que tanto horrorizan “al campo” y la mediaclase argentina! Sintonías Con las retenciones a la exportación de productos primarios –eliminadas por Menem-Cavallo en el mismo acto en que impusieron la convertibilidad– pasa algo similar a lo que ocurre con

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El Comando Sur en Neuquén

Fuente: Elsa M. Bruzzone | alainet.org Fecha: 30 MAY 2018 Hace unos días nos enteramos de la infausta nueva: El Comando Sur de los EE UU lograba imponer, luego de un primer intento abortado en el año 2012, su objetivo de hacer pie en nuestro país para disponer una base militar en la Provincia de Neuquén. Durante el año 2017 el entonces embajador norteamericano interino Tom Cooney había recorrido la Provincia y ratificado la intención de reactivar la construcción de la base. Al mismo tiempo destacó las inversiones que Chevron y Exxon Mobil realizaban en Vaca Muerta. Los medios de comunicación provinciales informaron, en la semana del 7 de mayo, que un grupo de “técnicos” norteamericanos habían arribado la Provincia para construir las instalaciones, donadas por el Comando Sur bajo la figura de “Ayuda Humanitaria”, donde funcionará la Defensa Civil Provincial. El costo de la obra asciende a 2.000.000 dólares y consta de una sede y un galpón de 600 metros cuadrados que podría funcionar como centro de evacuación ante catástrofes eventuales ya que contará con dormitorios, baños, cocina, una sala de cuidados médicos, otra para conferencias y un helipuerto. Se ubica sobre la Autovía Norte y a escasa distancia del Aeropuerto Internacional de Neuquén . “No se trata de una base militar, sino del Programa de Ayuda Humanitaria para retomar la marcha de la obra que se suspendió en 2.012 y que consiste en un depósito y un edificio de oficinas para la coordinación de Defensa Civil y otros organismos ante una emergencia”, afirmó Leonel Dacharry, Secretario General de la Gobernación Provincial. Agregó “Comenzamos los contactos en 2009 y a través del programa conseguimos un campamento para evacuados para 250 personas, que nos vino muy bien cuando se produjo la erupción del volcán Puyehue, en 2011”. El año pasado llegó la segunda etapa del campamento, que ahora puede albergar hasta 500 personas”. Informó además que la ayuda incluyó vehículos todo terreno que integran el Plan de Manejo del Fuego, se encuentran en Junín de los Andes y pueden ser utilizados para búsqueda y rescate. Señaló que “el lugar elegido está junto a la autovía Norte y cerca de un centro de distribución estratégica como es el aeropuerto (Internacional Juan D. Perón) para el traslado de elementos a zonas que lo ameriten y que no es una base porque los edificios quedan bajo el registro dominial de la Provincia”.Añadió que las obras habían comenzado en 2012, se habían detenido y que recientemente habían llegado de EE UU “tres ingenieros y un arquitecto del programa de ayuda humanitaria para supervisar la continuidad de las tareas”. Agregó que “se trata de una estructura “muy liviana, con posibilidad de expansión, estará dotada de un grupo electrógeno por posibles cortes de energía eléctrica y servirá para el acopio de víveres, los campamentos móviles y, eventualmente, para alojar personas ante alguna emergencia”. Reiteramos para Neuquén lo que sostuvimos en nuestro documento “El Comando Sur en El Chaco”. Presentamos un análisis de la forma cómo se ha aplicado y se aplica la estrategia para el control militar y de los recursos naturales estratégicos de la Región por parte del llamado “Comando Sur” de EE UU. Todo se inició cuando el Comando Sur y la embajada norteamericana impulsaron un “Programa de Fortalecimiento del Sistema Provincial de Emergencias,” que fue aprobado en 2006 por el ex Ministro Aníbal Fernández, como un aporte a los programas sociales que desarrollaba el gobierno. De esta manera y enmascarando las reales intenciones se posibilitaba la entrada de dicho Comando en territorio argentino por la puerta de servicio. Ello implicó realizar inicialmente campañas de «concientización humanitaria» y de instrucción a la población con el objetivo de establecer, en un futuro que manifestaron cercano, personal para colaborar con la «ayuda humanitaria», tal como había ocurrido con anterioridad en Ecuador, Honduras, Costa Rica, Paraguay y Colombia. Lo que el representante del Comando Sur para Argentina no ha explicado ahora, como tampoco lo hizo en el año 2012 el Coronel Edwin Pastor cuando hacía las gestiones en la Provincia del Chaco, es como un programa con apariencia civil es realizado por un comando militar de EE UU, el cual no guarda relación de dependencia con la embajada de ese país, que es la que debería tener a su cargo o patrocinar programas realmente solidarios y exclusivamente civiles. Existiendo múltiples organismos no militares nacionales e internacionales cuya actividad se orienta hacia una misión social y humanitaria no queda claro por qué estas tareas se encomendaron al Comando Sur en forma altamente sospechosa ya que es conocida la doble misión de las embajadas y los organismos militares de EE UU en los diversos programas civiles y militares de ese país para ayuda, capacitación, intercambio, cooperación, trabajo bilateral y que culminan con la realización de ejercicios militares “combinados” con los efectivos de los países involucrados . Además todo ello constituye el fundamento del funcionamiento del llamado SIAD (Sistema Interamericano de Defensa) creado por EE UU dentro del cual el Comando Sur es el principal órgano operador para Latinoamérica y el Caribe, independientemente de las atribuciones políticas de las embajadas norteamericanas en el Continente. Por un lado, Washington presenta un componente humanitario visible al público, estructurado sobre actividades que la sociedad visualiza como ‘justas’ y en su beneficio, de modo tal que pueda justificarse una interacción bilateral. Causas como ayuda humanitaria, sanidad y salud pública, emergencias y desastres naturales, derechos humanos, seguridad, lucha contra el narcotráfico y el narcoterrorismo. Pero por otro lado existe una componente no visible que se encuadra en los objetivos estratégicos afines a los intereses de EE UU y muchas veces contrapuestos a los del país asistido conducidos por un comando militar. Además se suman a esta operatoria los ”Acuerdos de Cooperación” que el Gobierno Nacional Argentino ya viene manteniendo con EEUU en el plano militar y civil; sea por ejemplo para capacitación de civiles y militares con instructores estadounidenses, como son los Programas Internacionales para Educación y Entrenamiento Militar, de Seguridad de Fronteras y Control de Exportaciones

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Confusión, discriminación y estigmatización

El LLAMAMIENTO Argentino Judío advierte que en estos tiempos, no por casualidad, la cuestión judía continúa su derrotero de confusiones, falacias, discriminaciones y estigmatizaciones varias. Al episodio reciente con el periodista Santiago Cúneo se le agrega ahora el protagonizado por otro periodista, Tomás Méndez en su programa ADN. Tiempo atrás algunos fascistas u oligarcas etiquetaban a Néstor Kirchner como parte de una prosapia judía porque su apellido era similar a otros de conocidos judíos. Cuando CFK asumió la presidencia sectores emparentados con los anteriores divulgaron capciosamente que los ancestros maternos de Cristina, de apellido Wilhem, eran portadores de esa misma particularidad identitaria, similar a la imputa a su marido. Ahora Méndez afirma que Macri es un apellido de «origen hebraico», como si eso le agregara o le quitara algo de su componente político repudiable, cipayo y carente de espíritu nacional o patriótico. Desde el LLAMAMIENTO venimos insistiendo, desde nuestra constitución, que las diferencias relevantes no son entre católicos o no católicos, evangélicos o no evangélicos, o entre musulmanes y no musulmanes, ni entre heterosexuales, homosexuales, travestis o transgénero. La brecha —o el sinónimo que se le quiera asignar a esta distancia social— es ser o no participes de proyectos neoliberales y entreguistas de la Patria, versus quienes se identifican la soberanía nacional. Desde el LLAMAMIENTO denunciamos las políticas coloniales de Israel por ser contrarias al derecho internacional, no por ser sus gobernantes judíos. Si no lo fueran también los denunciaríamos. Valoramos los posicionamientos y las luchas de Tupac Amaru, de San Martín, de Bolívar, de Dorrego, de Simón Radowitsky, de Agustín Tosco, de Angela Davis, de Judit Butler, de Bernie Sanders, de Noam Chomsky, de Mordejai Anielevich, de Nelson Mandela, de Néstor Kirchner o de Hugo Chávez no por las creencias religiosas que profesan (o profesaron) o su procedencia étnica, sino por su posicionamiento en relación con una ética social y un compromiso con la solidaridad y la equidad. A Macri lo repudiamos fuese o no judío. Y sus creencias –o sus ancestros— no cambian el hecho de que sea un representante de la versión más reaccionaria del neoliberalismo. La identidad nacional, cultural confesional, étnica o su simpatía deportiva no hacen al proyecto vital, político, humano de quien lo suscribe. Sólo sus prácticas sociales lo ponen en evidencia. Hay musulmanes, católicos, evangelistas y judíos que están en las antípodas de los que somos. Y hay individuos pertenecientes a esos colectivos que los consideramos nuestros hermanxs y compañerxs. Con estos últimos nos sentimos unidos en una lucha común, en la que enfrentamos al egoísmo, el privilegio y la violencia. Como en otros momentos de la historia es necesario advertir sobre el peligro de «mezclar los tantos»: las categorizaciones confusas tienden a dividir al campo popular.  

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¿Termina como en 1995 o como en 2001?

Fuente: Julian Zícari* | Página 12 Fecha: 29 de MAY 2018 Durante la década que rigió la convertibilidad el país tuvo dos crisis severas, una en 1995 y otra en 2001. Ambas pusieron bajo presión al sistema y llevaron a que los gobiernos a cargo de capearlas recurrieran al Fondo Monetario Internacional como prestamista de última instancia. Los resultados fueron totalmente opuestos en uno y otro caso. En 1995, tras sufrir una recesión de un año, la economía se recuperó y volvió a crecer durante dos años. En cambio, la crisis de 2001 no pudo revertirse y terminó en un terrible hundimiento. ¿Por qué se obtuvieron resultados tan distintos? La crisis de 1995 tuvo una causa clara. Estados Unidos comenzó una fuerte suba de su tasa de interés generando como consecuencia algo similar a lo que está ocurriendo hoy: muchos capitales especulativos decidieron dejar las economías periféricas -en especial las latinoamericanas- y refugiarse en destinos más seguros para captar las altas tasas. Tal huida de capital llevó a la economía mexicana a devaluar en diciembre de 1994. Lo sucedido en México pareció un anticipo de lo que podría ocurrir en Argentina, por lo que las corridas bancarias y cambiarias se hicieron sentir con fuerza, proyectando un derrumbe de la convertibilidad y de la economía. Para enfrentar el shock externo, el entonces presidente Menem y su ministro Cavallo recurrieron al FMI para obtener un salvataje, algo similar a lo que está intentando el macrismo en la actualidad. A su vez, se aplicó un fuerte programa de ajuste a partir de marzo de 1995, que incluyó el aumento del IVA, el despido de empleados estatales y la promesa de más privatizaciones. Lo llamativo fue que apenas dos meses después se realizaron las elecciones presidenciales (mayo de 1995), con la economía en recesión y el desempleo arriba del 18 por ciento, y pese a ello la población ratificó a Menem en la Casa Rosada. En suma, la mayoría demostró estar dispuesta a pagar cualquier precio con tal de mantener la convertibilidad, tolerando el ajuste. Años después, la situación volvió a ser complicada. La economía entró en recesión en 1998, se fue cerrando el flujo de fondos externos y se sembraron dudas sobre la continuidad de la convertibilidad. Por eso, en diciembre de 2000 el presidente De la Rúa cerró un acuerdo con el FMI para despejar temores y así obtuvo el Blindaje, con el cual pretendía cubrir las necesidades financieras del gobierno por los años siguientes. Eso demostró no ser suficiente y a mediados de 2001 se debió renegociar parte de la deuda externa con los acreedores, realizándose el megacanje. A su vez, al igual que Menem en 1995, el tándem De la Rúa-Cavallo buscó demostrar su compromiso con el pago de deuda y aplicó un gigantesco ajuste en julio, con la “ley de déficit cero”. Gracias a este “esfuerzo”, el FMI premió al país con el “salvataje” en septiembre de 2001, otorgándole otros 8 mil millones de dólares para terminar con las dudas frente a la crisis. El final de la historia de 2001 es conocida: apenas tres meses después del “salvataje” llegó el corralito, los saqueos y la rebelión popular que le puso fin a Cavallo y De la Rúa. ¿Por qué esta vez el resultado fue diferente? La respuesta no hay que buscarla en lo que hizo el FMI, ya que en 1995 asistió a Menem con 2300 millones de dólares y en 2001 con 10.600 millones. Es decir, en la crisis que terminó por estallar su intervención fue cinco veces más “generosa” y sin embargo todo explotó. La clave para la respuesta está en la capacidad de la tolerancia popular frente al ajuste: en 1995 la población pareció avalarlo, ya que ratificó a Menem en las elecciones. En cambio, en 2001 la población respondió con el “voto bronca”, con los piqueteros, los sectores medios activos y un sindicalismo que no dio tregua. En 2001 ya no hubo tolerancia a las políticas de ajuste. Por ello, para saber si el programa de recortes y de flexibilización laboral que el FMI busque imponerle al macrismo tendrá éxito o no, debemos preguntarnos si la población estará dispuesta a movilizarse o será pasiva. Esa es la cuestión hacia el futuro. *Julián Zícari: Autor del libro Camino al colapso. Cómo llegamos los argentinos al 2001.  

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