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¿La derecha local no tolera el pluralismo?

Fuente: Ricardo Aronskind* | La Tecl@ Eñe Fecha: 1° de agosto de 2020 Ricardo Aronskind sostiene en este artículo que transcurridos ocho meses de gestión del gobierno del Frente de Todos en un contexto anómalo marcado por la pandemia del Covid-19, corresponde hacer una reflexión sobre el nocivo comportamiento de la derecha local para entender cómo deberemos afrontar los próximos desafíos de gobernabilidad. Después de 8 meses de gestión del gobierno del Frente de Todos encabezado por Alberto Fernández y Cristina Kirchner, en un contexto totalmente anómalo marcado por una peligrosa pandemia, corresponde hacer una reflexión sobre el nocivo comportamiento de la derecha local, no sólo por la ya transcurrido, sino por cómo deberemos afrontar los próximos desafíos de gobernabilidad. La conformación de la actual derecha política argentina: Una rápida revisión de la historia de las últimas dos décadas nos muestra una trayectoria precisa del espacio de la derecha política. La construcción del espacio Cambiemos fue una operación de marketing político, que expresó las fuerzas que confluyeron al calor del conflicto acaudillado por el “campo” contra el gobierno kirchnerista por la Resolución Nº 125. Tanto en las movilizaciones de ese conflicto, como en las sucesivas marchas de furiosos por el dólar, por Nisman y otras, se pudo observar la construcción de un espacio que era cómodamente conducido desde los principales medios y las redes sociales, irreductiblemente enemigo del gobierno kirchnerista. En ese espacio donde no falta gente capaz, se destacó, insólitamente, la figura de Mauricio Macri, lo que ya da un indicio de la baja eticidad de toda esa construcción política. Cambiemos fue en buena medida un engaño político-electoral, con un componente muy intenso de trabajo publicitario, que fingió una pluralidad, moderación y ecuanimidad que desaparecieron al instante de ingresar en la Casa Rosada: “Dejar lo bueno y cambiar lo malo”. Sin esa “pluralidad” no hubieran podido atrapar diversos sectores de votantes, pero la pluralidad era para ganar elecciones, no para gobernar. Llegaba al Estado el poder económico real. Lo predicado en campaña era puro palabrerío “para la gilada”. Lo hecho en materia económica e institucional durante el gobierno macrista es una demostración, para todo aquel que quiera verlo, de la impostura de su proclamado republicanismo y legalismo. Desde la manipulación del Poder Judicial y la neutralización de los órganos de control del Estado, hasta el acuerdo con el FMI, todo fue ilegal, pero no importaba. Así fueron también los negocios irregulares que se vienen conociendo entre el gobierno macrista y testaferros empresariales del grupo. Todo cubierto por un montaje completo de manipulación sistemática de la opinión pública. Desde el gobierno, el espacio se dedicó a cumplir su función política primordial: tratar de destruir política y humanamente al kirchnerismo y rediseñar el mapa político argentino al gusto de las corporaciones, tratando de construir un sistema bipartidista con dos formaciones políticas que aparentaran ser diferentes, pero que coincidieran en el sostenimiento del neoliberalismo. Lo explicitó Macri en Davos en 2016, mientras le levantaba el brazo a Massa. Fue tan mala la gestión, tan grosera la repartija de negocios entre las fracciones corporativas que sostenían al gobierno, sin la menor preocupación por realizar una política económica sostenible, que la caída de la actividad fue estrepitosa y a pesar de la intervención norteamericana para salvar al macrismo vía FMI, la derrota fue imparable. La derecha otra vez en la oposición: Ya desde el llano, los objetivos, el núcleo duro de las orientaciones del espacio siguen siendo los mismos: resguardar los negocios para las corporaciones, impulsar el desplazamiento hacia la marginalidad de todo lo que huela a intereses nacionales y necesidades populares, y promover la completa subordinación política y diplomática a las potencias occidentales. Todo el resto de temas de agenda política es de menor importancia, por lo que se tolera en ese amplio espacio a gente que piense en forma diferente. Para el núcleo dirigente del espacio, ni siquiera el liberalismo político es real, sino más bien un recurso discursivo de ocasión. Como oposición los comportamientos hablan por sí solos: obstruccionismo, irresponsabilidad, boicot a acciones públicas necesarias, mala fe. Hasta los vitales cuidados por la cuarentena sufren el hostigamiento mediático, de sus comunicadores y de sus líderes más extremistas, y el boicot solapado de los “moderados”. Ejemplos de este oposicionismo irresponsable hay cientos: las reacciones frente al intento de aliviar la situación de la pandemia en las cárceles, tergiversado para producir un cacerolazo; las reacciones frente a la monumental estafa de Vicentin, tratando de defender a los estafadores; las reacciones frente al espionaje realizado por el gobierno macrista a diversos sectores, disimulando los evidentes delitos; las reacciones y el comunicado salvaje frente al asesinato del ex secretario personal de Cristina Fernández; las nulas reacciones frente a las declaraciones secesionistas de Cornejo, Presidente de la UCR; las reacciones obstruccionistas frente al intento de Alberto Fernández de adecentar un poco al impresentable Poder Judicial; las reacciones frente a la negociación externa con los fondos de inversión, apoyando sistemáticamente la posición de los acreedores externos; las reacciones de rechazo a un mínimo impuesto de emergencia sanitaria a las grandes fortunas… Esos posicionamientos públicos son acompañados por una masiva campaña de denostación mediática hacia el Presidente, la Vicepresidente, el Frente de Todos y todas y cada una de sus medidas. A eso se agrega el recurrente llamado a cacerolazos siempre a favor del poder concentrado y agitando los fantasmas que caracterizan la agenda de la derecha: el miedo a los pobres, al Estado, la hostilidad al sindicalismo, la defensa de los propietarios hagan lo que hagan, y del aparato de desinformación de la derecha. La difusión de rumores alarmistas es parte de los ingredientes de la campaña opositora, junto con el uso intensivo de información falsa que apunta a mantener a sus fieles en un estado de indignación furiosa. Por todo lo mencionado, que no agota todos los recursos utilizados, parece que el objetivo de esta derecha no es realizar una oposición democrática y acumular méritos ante la opinión pública para retornar al gobierno dentro de poco más de

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Calle, Justicia y Medios: los límites para el eterno retorno de la derecha

Fuente: Edgardo Mocca | El Destape Fecha: 1 de agosto de 2020 La derecha argentina permanece estancada. No tiene otro argumento que la oposición agresiva y sistemática contra el gobierno. Tampoco se modifica el papel dirigente de los medios monopólicos en la elaboración de su discurso, la fijación de su agenda y la construcción de sus mitos movilizadores. Sin embargo, la repetición del pasado tiene sus límites.  El principal de esos límites es, paradójicamente, que la estrategia de la derecha triunfó electoralmente en la etapa anterior. De manera que la sociedad argentina que eligió a Macri vivió cuatro años bajo su presidencia. Vivió el derrumbe más importante y más veloz del país en mucho tiempo. Derrumbe económico, social,  político-institucional y moral. Entre las ruinas del edificio macrista encontramos a cada rato señales de putrefacción. El espionaje conducido al más alto nivel, el uso de jueces y fiscales para la persecución política, el apriete contra los jueces y fiscales que no se prestaban a esas prácticas, la generosidad del Banco Nación para con estafadores consumados, supervisada desde la más estrecha cercanía del presidente, increíbles negociados a favor de las empresas del mismo presidente, juicios manejados desde la Casa Rosada para quedarse con empresas ajenas… Todo eso, mientras hubo que reconstruir contra reloj un sistema público de salud destruido durante esos cuatro años y atender una emergencia social –previa a la pandemia y que la pandemia agudizó-  que había producido enormes dolores en los sectores más humildes de la población. Para decirlo con un verso de Yupanqui, “lo que ayer fue esperanza hoy es recuerdo”. Y es un recuerdo que no provoca la añoranza del regreso sino que para la mayoría del pueblo significa el temor de que eso se pueda repetir. Lo que se presentó con los colores de la libertad y la felicidad tomó la forma de una inédita destrucción.     Pero el “eterno retorno” de la política argentina está limitado por otro cambio crucial. Es el que gestó Cristina Kirchner el 18 de mayo del año pasado: la construcción de una fórmula política diferente para enfrentar a la coalición de derecha. Expresada en la centralidad de Alberto Fernández, la estrategia consiste en cambiar el escenario de la confrontación política, revisando sus formas y sus discursos. El presidente  actúa en un registro dirigido a quitarle dramatismo a la diferencia política. El estilo de conducción desplegado frente a la grave crisis sanitaria le permitió construir una escena de colaboración responsable con todos aquellos opositores que tienen responsabilidades de gobierno en los diferentes niveles. Es un mensaje político: se puede convivir en la diversidad, no es necesaria la extrema dramatización de las diferencias políticas, hay una sociedad que está necesitando acciones en común y no un griterío cotidiano penetrado por el odio y la intolerancia. En este punto hay que agregar que esa escena necesita para sostenerse el éxito en la empresa común, es decir que la situación sanitaria se mantenga bajo control, lo que según se ve claramente en estos días dista de estar asegurado. Este contenido se hizo gracias al apoyo de la comunidad de El Destape. Sumate. Sigamos haciendo historia. Sin embargo, la escena colaborativa está superpuesta con otra caracterizada por una extrema tensión, sistemáticamente incentivada y encabezada por lo que uno de sus propios protagonistas supo llamar “periodismo de guerra”. Durante la última semana la oposición parlamentaria expresó su enérgico rechazo a un proyecto de reforma judicial que no se conoce. La sola mención del nombre de la cosa produjo en las principales espadas parlamentarias una respuesta guerrera. Hay para eso una razón evidente: el enunciado de la voluntad de producir una reforma en los tribunales está señalando una cuestión clave para la política argentina, porque ahí radica una fortaleza central de los sectores del privilegio argentino. De ahí salen las cautelares, las inconstitucionalidades, las persecuciones y absoluciones, las aceleraciones y los frenos de los procesos distribuidos según los recursos de poder que expongan los involucrados: el poder judicial es una pieza esencial de la gobernabilidad política en nuestro país. Se hace cada vez más evidente que los actores principales de la resistencia a la experiencia kirchnerista, particularmente a partir del otoño de 2009, no han modificado su actitud a partir del cambio estratégico producido por Cristina en mayo del año pasado. ¿Significa eso que el cambio no ha producido resultados? La experiencia apenas ha comenzado. Y además se ha desarrollado en condiciones muy particulares producto de la pandemia. Aun así hay que evitar la confusión entre el clima social y el clima mediático. La ira contra el gobierno la escenifica un puñado de personas que golpean las cacerolas en los barrios más pudientes de Buenos Aires. Eso expresa el odio y el rencor pero de ninguna manera la fuerza social del encono contra el gobierno. Casi nadie se enteraría de estos episodios si no fuera por la farsesca amplificación del fenómeno que producen los medios concentrados y los activistas del odio en las redes sociales. Actúa sobre la realidad una maquinaria creadora de climas políticos. Una parte de la producción de esa maquinaria se concentra en desestabilizar el estado de ánimo de los hombres y mujeres que apoyan al gobierno del frente de todos. Intentan generar desazón y frustración. Buscan confundir la legítima expresión de disensos propios de un fenómeno amplio y diverso como la fuerza que ganó la última elección en refriegas capaces de debilitarlo para favorecer las posiciones de quienes, a pesar de todo, añoran la experiencia que terminó en diciembre último  Por otro lado esas reacciones expresan una asimetría. La lógica necesidad de protegernos del virus por medio de un prudente distanciamiento entre las personas es respetada por una sola de las dos grandes coaliciones que se disputan la primacía política. La otra actúa de modo desleal y desoye la responsabilidad común, ocupa la calle, a veces violentamente. Y la no ocupación de la calle es una limitación importante para los sectores en los que se apoya el gobierno, para los trabajadores, para los más humildes. Todo un desafío político que obliga

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Gantz, al igual que Netanyahu, quiere drusos mercenarios de judíos

Fuente:  Daniel Kupervaser| Blog de Daniel Kupervaser Fecha: 30 de julio de 2020 Gantz obtuvo el título de embustero cuando meses atrás vendió a sus electores judíos y se acopló al gobierno de Netanyahu. En estos días le agregó una significativa condecoración a ese título cuando traicionó una explicita promesa a la población drusa de Israel. Por iniciativa del gobierno de Netanyahu, el parlamento de Israel promulgó en julio de 2018 la ley denominada de Estado Nación en la que se estableció que Israel es un estado que pertenece solamente al pueblo judío. De esta manera, y de forma categórica, esta nueva legislación ignoró y se desentendió del 25% de los ciudadanos de Israel que no son judíos. La minoría drusa de Israel se sintió profundamente traicionada. No es para menos. Desde la creación del estado, este grupo étnico se vinculó estrechamente con el destino de Israel y se convirtió en parte activa de los esfuerzos de defensa del país ofrendando la vida de cientos de sus hijos como soldados y oficiales el ejército de Israel que cayeron en combate. En masivas manifestaciones exigieron dejar la ley sin efecto, o al menos modificarla. Netanyahu se negó categóricamente a modificar la ley, pero ofreció un plan alternativo “que exprese el profundo compromiso del estado de Israel a sus ciudadanos drusos”. ¿Cómo expresar el agradecimiento?: a la israelí, con dinero, es decir, desparramar presupuestos en beneficio solo de ese sector. (“En vez de modificar la Ley Estado Nación, dinero en presupuestos”, Haaretz, 26-7-18). En otras palabras, los drusos de Israel continuarán como ciudadanos de segunda categoría por no ser judíos, pero por su predisposición a derramar sangre para defender a los judíos, se le ofrece dinero, mucho dinero. El proyecto de Netanyahu se propuso presupuestar extraordinariamente 1,300 millones de dólares para una población no mayor de 125,000 ciudadanos (Globes, 20-11-2019). Bajo esta visión, no se puede arribar a otra conclusión que Netanyahu enmarca a los drusos israelíes como ciudadanos de segundo grado con categoría de mercenarios que reciben retribución, no por ser ciudadanos de Israel, sino por el único motivo de participar activamente en la defensa de un estado que no les pertenece. La promulgación de la ley antedicha coincidió con el inicio de la carrera política de Benny Gantz. Como ex jefe del Estado Mayor del Ejército de Israel, sintió la necesidad de salir en defensa de quienes lucharon a su lado en defensa del país durante décadas. Como ex militar fue muy tajante en sus definiciones. Como político demostró que se adaptó rápidamente a la conducta de desparramar promesas. Así expresó sus duras críticas a la nueva ley. “Ellos (el gobierno de Netanyahu) abrieron fuego sobre las espaldas de nuestros hermanos drusos. Nosotros curaremos las heridas. Tenemos un pacto de sangre con los drusos, pero no menos, un pacto por la vida. Nosotros tenemos que verificar que juntos construimos una comunidad. Haré todo lo posible para modificar la ley de manera que exprese ese profundo vinculo imposible de desatar, no solamente en batallas, también en la vida. Lo haremos conjuntamente” (“Gantz responde a las críticas”, Kore.co.il, 14-1-2019). Mientras tanto, Benny Gantz participó activamente en tres reñidas elecciones demostrando ser un duro contrincante ante el ducho Netanyahu. Finalmente, en el mes de mayo de este año, frente a la propagación de corona, Gantz también se contagio de otro virus: la traición política. En un insólito giro, el renombrado general retirado resolvió abandonar la mitad de sus camaradas de carrera electoral y acoplarse a Netanyahu en un complicado acuerdo de coalición. En estos tiempos llegó el gran día de cumplir la gran promesa de Gantz a “sus hermanos de armas” como él define a los drusos: modificar la ley Estado Nación. A sabiendas que el tema exaspera a las bancadas fundamentalistas de los partidos del bloque de Netanyahu, los ex compañeros de lista de Gantz, (Yesh Atid de Lapid) trajeron a votación del parlamento un proyecto de modificación de la ley Estado Nación con el único, modesto y democrático propósito de agregar solamente el “derecho a la “igualdad entre todos los ciudadanos”. No solo que el bloque de Netanyahu rechazó el proyecto, sino que ese rechazo recibió el apoyo de 5 miembros de la lista de Gantz, quien sorpresivamente se ausentó para no votar. De esta manera quedó definido y grabado que Gantz, como Netanyahu, quieren a los drusos israelíes como mercenarios de judíos. Cuando Gadeer Mreeh, parlamentaria drusa y ex compañera de lista de Gantz, lo califica de “racista”, eso retumba en todo el mundo (“Gantz racista y ladrón de votos”, Ynet, 30-7-2020). Las sociedades del mundo observan la realidad y no quedan indiferentes. Gantz y Netanyahu aportaron significativamente a que tome mayor peso esa perspectiva internacional que otorga al judaísmo el carácter de racismo. Solo es cuestión de levantar un poco la mirada, abrir los ojos, escuchar y no dejarse llevar solamente por mensajes oficiales. Ojalá me equivoque Daniel Kupervaser Herzlya – Israel 30-7-2020 kupervaser.daniel@gmail.com@KupervaserD  

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¿La izquierda israelí todavía espera que las FDI produzcan otro salvador político más?

Fuente: Gideon Levy | Haaretz Fecha: 29 de julio de 2020 ¿Qué sabemos sobre el ex jefe del ejército Gadi Eisenkot? Muy poco. ¿Y qué saben quienes lo promocionan como futuro líder político? Incluso menos. Media docena de artículos han aparecido en la edición hebrea de Haaretz durante la semana pasada promocionando al ex jefe de gabinete. Describieron la desesperación y el vacío de liderazgo en la oposición al primer ministro Benjamin Netanyahu y el anhelo de una solución milagrosa más de lo que puede contener esta nueva promesa. Es terriblemente similar a las expectativas pasadas de los jefes del ejército que luego resultaron decepcionantes. Se basa mucho más en un deseo que en la realidad. Cuando el profesor Uri Bar-Joseph y Raviv Drucker quieren a Eisenkot, tenemos que preguntarnos por qué. Bar-Joseph tiene razón cuando escribe que los jefes del ejército no son simplemente cortados de un molde. Drucker tiene razón cuando afirma que, como marca política, los jefes han tocado fondo. Pero ninguno puede ignorar que lo único que define a esa persona pública llamada Eisenkot es su condición de ex jefe del ejército. ¿Era bueno? ¿Quién sabe? Casi toda la información sobre los altos mandos del ejército proviene de reporteros y comentaristas militares. No hay segmento del periodismo israelí que sea un fracaso mayúsculo y más vergonzoso. Con la excepción de algunos militares  sobresalientes, no hay conexión entre lo que hacen y el periodismo. Se centran más en aspectos cosméticos, como portavoces y cultivan lazos con el establishment, relatando y anunciando los actos heroicos de Israel a su público. Como lo ven, cada líder militar es un héroe de Israel. En ausencia de una guerra particularmente fallida o aclamada, no hay forma de saber quién es un buen jefe del ejército.  Por otro lado, hay una manera de saber que una carrera hecha completamente en el ejército no puede evitar moldear la mentalidad. Y esa mentalidad es limitada, distorsionada y deficiente. En la mayoría de los casos, no es apropiado para el liderazgo civil. Ser jefe del ejército significa ascender en las filas de una organización que no es democrática, cuya principal herramienta en el trabajo es la violencia y cuyo financiamiento es casi ilimitado. Significa dedicar la mayor parte de los años en el ejército a mantener la ocupación, que es tiránica, violenta y cruel por naturaleza, y que generalmente también implica la comisión de crímenes de guerra. No hay otra manera. Décadas de servicio militar también significan un punto de vista muy restringido con respecto a los árabes: son el enemigo. Y ese también es un equipaje peligroso para llevar a la vida civil. Al hacer tal transición, es posible, por supuesto, ofrecer una sorpresa y cambiar. Matti Peled fue un general muy elogiado en el seno del ejército, y luego se convirtió en un activista por la paz. Moshe Dayan, Ariel Sharon, Yitzhak Rabin, Ehud Barak y varios otros sufrieron un cambio hasta cierto punto después de abandonar el ejército, pero estaban en minoría. Cuando las personas crecen en un entorno tan formativo, inflexible y de lavado de cerebro, en el que la seguridad se ritualiza y se adora al poder, y con todas sus ceremonias, símbolos y uniformes juveniles, es difícil esperar que se liberen de sus limitaciones y abracen la libertad de pensamiento. Lo más desalentador es que, a pesar de todas las decepciones y fracasos de Yigal Yadin a Benny Gantz, Moshe Ya’alon y Gabi Ashkenazi, el campo político de centroderecha no ha aprendido nada y no ha olvidado nada, y continúa soñando con esos amores de su juventud como la única esperanza de cambio. Su reserva de sueños todavía está en el uniforme. Que deprimente. Pero también incluyó acciones positivas, y Drucker y Bar-Joseph los destacaron con razón. Eisenkot puso fin a un mayor derramamiento de sangre en su respuesta a la intifada de cuchillas que estalló en 2015, un levantamiento de docenas de jóvenes palestinos, algunos de los cuales buscaron morir por razones personales. Eisenkot tuvo las agallas para condenar a Elor Azaria, quien mató a un asaltante palestino que ya había sido sometido por otros soldados. Eisenkot también dijo que no quería que los soldados «vaciaran su cargador de municiones en una niña con unas tijeras». Eso sería obvio en cualquier país bien administrado, pero en un Israel moralmente ciego, se convirtió en un lema resonante y valiente, casi como el «Tengo un sueño» de Martin Luther King. Bar-Joseph incluso lo llamó una «escala de valores». Así se ve cuando el sistema no funciona correctamente: la izquierda sueña con Eisenkot. Traducción: Dardo Esterovich

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¿La eternización de Putin?

Fuente:  Rafael Poch| Blog de Rafael Poch Fecha: 28 de julio de 2020 Maduran las contradicciones del régimen ruso Como en el resto de las potencias, tampoco en Rusia la pandemia está alterando de forma significativa las tendencias que se observaban antes de ella, pero las acelera. El plebiscito constitucional iniciado el 25 de junio y dilatado hasta el uno de julio, ha ilustrado la maduración de las contradicciones y dificultades internas del régimen ruso. Como ocurrió en Pekín hace años cuando se blindó la autoridad de Xi Jinping, en Moscú los gobernantes también son conscientes de que se avecinan tiempos difíciles y se preparan. También ellos quieren ponerse el cinturón de seguridad, pero sus circunstancias son bien diferentes a las de China y no está nada claro que el asunto solucione algo o que el cinturón complique aún más las cosas. Prepararse para gobernar con menos recursos Diferentes son los potenciales objetivos de cada país, sus sistemas de gobierno y sus sociedades. Lo de los chinos es mucho más estable y seguro en las tres categorías citadas. Por más que algunos politólogos del establishment ruso como Sergei Karaganov, insistan en el eurasianismo político de los rusos y su condición de “no occidentales”, la gran tradición secular rusa está ahí bien anclada. No es que el eurasianismo sea un mito. Rusia es Eurasia, pero no es Asia. Como decía Miliukov, “es Europa complicada por Asia”. Su sello histórico-cultural es inequívoco: lengua eslava, alfabeto griego y cristianismo ortodoxo, y eso no lo cambia el actual despecho de quienes, como Karaganov, en la época de Yeltsin eran furibundos occidentalistas y ahora dicen mirar hacia China porque la antigua novia les dejó. El cinturón de seguridad está más que justificado: vienen tiempos aun más difíciles, con un petróleo barato, sanciones occidentales recrudecidas, un incremento en la caída del nivel de vida y una presión militar extranjera recrudecida. Hay que prepararse para gobernar con menos recursos, tanto materiales como geopolíticos. El petróleo a precios favorables y la estabilidad y el orden elemental que Vladimir Putin puso en el país desde principios de siglo sin tocar los fundamentos del capitalismo burocratico, produjo el milagro de la recuperación rusa. La gente que recordaba la miseria y la humillación de la época de Yeltsin se acostumbró a que la vida dejara de ir a peor y recompensó a Putin con un gran prestigio interno. No hay el menor misterio en ello. Cualquier sociedad habría reaccionado igual. El no va más exterior defendido por medios militares que supuso la respuesta rusa al entrismo noratlantista en el Cáucaso y Ucrania tras años de desvergonzada ampliación de la OTAN, recuperó la dignidad nacional. Con su prestigio en lo más alto pese a haber perdido Ucrania, Putin dejó pasar el “momento Crimea”, el gran aplauso de Rusia a la recuperación de una tierra rusa llamada a ser base de la OTAN. Desde aquel cenit nacional el Presidente podría haber afirmado una política económica socialmente orientada, disolver el sistema de magnates y atajar la corrupción. Podría haberse convertido en un Lukashenko ruso y consolidar un consenso basado no solo en el patriotismo sino también en una idea de equidad y justicia social que recuperara lo rescatable del sovietismo. Aquello se dejó pasar. En política exterior Rusia ha sabido aprovechar los desconciertos y crisis de Occidente, pero sus apuestas exitosas, como la de impedir un cambio de régimen en Siria fueron arriesgadas. Hoy la suma de recesión y de un descalabro exterior, posible si, por ejemplo, Washington y sus aliados deciden volver a sangrar a Siria, es una amenaza fatal para la estabilidad interna. Estabilidad o legitimación electoral El cinturón de seguridad es igual de necesario que en China, pero en Pekín no tienen el problema de la “democracia de imitación” que caracteriza a Rusia. Hay democracias con elecciones, alternancia y división de poderes de baja intensidad (por la contradicción básica entre democracia y capitalismo), hay democracias de imitación que escenifican en cartón piedra los ritos del voto y la división de poderes pero que están cerradas a la alternancia en el poder, y hay otros regímenes sin ninguno de esos ritos que juegan en otra liga. Lo nuestro es lo primero, lo de los rusos lo segundo y lo de los chinos es la otra liga. El cinturón de seguridad chino, el refuerzo de la autoridad del líder, no funciona en Rusia porque ese país no es Asia, sino Europa complicada por Asia. La sociedad rusa aspira a una democracia europea -precisamente por eso el régimen la imita- y no a jugar en otra liga. Aquí es donde incide el problema de la reproducción del sistema autocrático heredado de Yeltsin en Rusia: hay una contradicción aparentemente irresoluble entre la estabilidad del sistema autocrático y su legitimación por vía electoral. La mera  cercanía de elecciones presidenciales (2024) en las que el actual Presidente no podía presentarse por imperativo constitucional era una fuente de inestabilidad. El retiro con fecha del jefe pone en marcha toda una panoplia de inestabilidades, desde revoluciones de colores con apoyos extranjeros, hasta conspiraciones en el seno de la elite para hacerse con el trono, pasando por una mezcla de ambas cosas. La combinación de eso con el agravamiento de la presión occidental y la merma de recursos económicos, enciende todas las luces rojas a un régimen que, como todos, aspira a sobrevivir. Tal fue el sentido de la reforma constitucional cocinada y aprobada en marzo. El plebiscito la ha refrendado en julio por un amplio margen del 76% contra 22% (con una participación del 64%), seguramente menos por amor al líder, cuyo prestigio ha caído considerablemente, que por falta de una alternativa clara que garantice la estabilidad e impida el caos. La oposición a Putin, incluida toda la disciplinada narrativa occidental, estima que las  enmiendas a la Constitución son irrelevantes, no así la posibilidad de que Putin pueda participar en las elecciones de 2024 y ser reelegido hasta 2036. Lo que no se dice es que Putin ha dicho en diversas ocasiones que no está seguro de volverse a presentar. Lo que es

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Balagán, relajo total: repaso a la actualidad política y económica israelí con la pandemia de coronavirus como telón de fondo

Fuente: Gerardo Leibner | Política internacional Fecha: 28 de julio de 2020 Israel se encuentra en una grave crisis sanitaria y económica. Los datos son elocuentes: a comienzos de marzo los desocupados registrados eran menos de 100.000 y ahora, a fines de julio, ya suman 850.000, sin contabilizar a cientos de miles de trabajadores informales. Los contagios de coronavirus rozan los 2.000 diarios y el número total de fallecimientos por covid-19 superó los 450 y en la última semana ronda los diez diarios. La curva está en alza y los intentos por contener el contagio comunitario fracasaron. La situación actual contrasta con el triunfalismo de fines de mayo, tras superarse efectivamente la primera ola con medidas muy drásticas que contuvieron el contagio y redujeron los fallecimientos. Entonces el primer ministro Benjamin Netanyahu invitó a los israelíes con una amplia sonrisa a salir a “disfrutar la vida”. Incluso tuvo una entrevista con el primer ministro griego y anunciaron que los dos países iban abrir respectivamente sus fronteras para incentivar el turismo mutuo y reactivar la economía. Y los israelíes, tras dos meses de severas restricciones y de bombardeo propagandístico extremo sobre los peligros del virus, salieron a disfrutar. La economía se reabrió de inmediato con pocas restricciones y precauciones, sin fases de desescalada, y todo se descontroló y deterioró rápidamente. Grecia hoy recibe turistas de algunos países europeos. Israel no recibe turistas y sus ciudadanos no son admitidos en Europa. Amplios sectores de la población perdieron confianza en los mensajes del gobierno. A finales de la primera ola, en un giro político dramático, Netanyahu y el principal candidato opositor, Benny Gantz, llegaron a un acuerdo para crear un gobierno de cohabitación paritario basado en la rotación en el puesto de primer ministro. Este giro quebró en dos al partido opositor Azul y Blanco y desmoralizó a la mitad de los votantes del país que, sistemáticamente, en tres comicios consecutivos en un año, rechazaron a Netanyahu. Con el pacto con Gantz, el actual primero ministro se aseguró un año y medio más en el cargo y el puesto de “primer ministro alterno” cuando Gantz asuma su mandato por un año y medio. El nuevo gobierno aumentó su número de ministros, viceministros y cargos de confianza política, despilfarrando recursos en medio de una recesión inédita. Más aún, desde el primer momento los mecanismos de decisión política pactados no funcionaron, y el gobierno “paritario” entró en una serie interminable de marchas y contramarchas referentes tanto al tratamiento de la pandemia como a la economía y la crisis social. Cada semana Netanyahu anunciaba públicamente alguna medida sanitaria o económica sin haberla consensuado previamente con su coalición de gobierno ni con los funcionarios en los ministerios relevantes. Luego, esta medida era criticada en los medios y sometida a modificaciones en las comisiones parlamentarias, para finalmente ser retirada o modificada sustancialmente bajo presión pública. Algunas de las restricciones acordadas por Netanyahu y Gantz en las recientes semanas han sido repelidas por la comisión parlamentaria especializada en el tratamiento de la pandemia, en una verdadera rebelión de la diputada del Likud que la preside. Las restricciones son presentadas sin estar respaldadas por datos, por un Ministerio de Salud que no creó los mecanismos adecuados para el rastreo epidemiológico efectivo. Mientras las medidas propuestas por los expertos de salud parecen basarse en la intuición (evidenciando diferencias entre expertos), los jerarcas sólo adoptan parte de las medidas. Los criterios selectivos quedaron esta semana al desnudo en intercambios entre poderosos políticos del Likud. El ministro de Economía, Israel Katz, acusó al coordinador de la coalición en la Knesset, Miki Zohar, de presionar para la reapertura de salones de eventos –en los que aparentemente hubo muchos contagios– debido a que su primo es propietario de uno de los mayores salones del sur del país. El diputado amenazó al ministro con su pronta destitución y dijo que iba a revelar los negocios e intereses de su esposa. Todo esto fue expuesto en una comisión parlamentaria y ante las cámaras televisivas. No era necesario ese intercambio para que la confianza pública en las decisiones del gobierno sea casi nula. Los efectos del cierre brusco de la economía entre marzo y mayo se sienten ahora en el quiebre de negocios, en la desesperación de la gente endeudada, de quienes se quedaron sin trabajo y en las decenas de miles de personas que siguen en un raro e incierto estado de “vacaciones no pagas”. Las medidas paliativas del gobierno son mínimas y tardías. Los dueños de restaurantes y bares –sector de la economía muy próspero hasta hace unos meses–, que tuvieron sus locales cerrados casi tres meses y reabrieron con restricciones, se rebelaron contra la decisión de cerrarlos los fines de semana. El viernes cientos de establecimientos abrieron, contrariando la prohibición, y esta fue levantada casi de inmediato, dejando de manifiesto la debilidad del gobierno. Si sumamos el descreimiento generalizado hacia los políticos, la desaprobación de la inmensa mayoría de los votantes de Azul y Blanco ante el pacto de Gantz con Netanyahu, y la falta de legitimidad moral de este último, envuelto en una serie de juicios por corrupción, se entiende la ola de manifestaciones que se registró días atrás en el centro de Tel Aviv y en Jerusalén. La conjunción de las protestas anti-Netanyahu con los reclamos por la crisis económica siembran pánico en filas del Likud. La crisis afecta a sectores de la nueva burguesía plebeya que prosperó en Israel en la reciente década y que es una de las bases del partido que lidera Netanyahu. Hasta comienzos de julio, ante cada roce con Gantz, Netanyahu amagaba con romper el pacto e ir a nuevas elecciones desde una supuesta posición de ventaja. Es más, con el supuesto apoyo del presidente estadounidense, Donald Trump, pretendía anexar parte de Cisjordania, de forma de consolidar el largo proceso de colonización y liquidar las aspiraciones palestinas de tener un futuro Estado independiente. Sin embargo, la grave situación económica y el deterioro sanitario, sumados a la debilidad de Trump, le obligaron a

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Fuente: Jorge Elbaum | El Cohete a la Luna Fecha: 19 de julio de 2020 El ex Presidente Mauricio Macri visitó a Horacio Cartes para acordar estrategias comunes en relación a requerimientos judiciales de los que ambos serán protagonistas en los próximos meses. La confidencialidad de la reunión, programada de urgencia, se vincula con imputaciones que tiene a los dos ex Presidentes con posibles pedidos de captura en el marco del Lava Jato. Pocos días antes del viaje de Macri el último 7 de julio, la justicia de Brasil otorgó 10 días de plazo a Horacio Cartes para presentar su defensa respecto a los cargos de contrabando, organización criminal y lavado de dinero. El anfitrión de Macri está procesado por malversación de fondos y se lo investiga por sobornos, defraudación financiera, contrabando y narcotráfico. El fiscal de Asuntos Internacionales de Paraguay, Manuel Doldán, informó el pasado 21 de mayo que el magistrado Marcelo Da Costa Bretas, titular del Juzgado Penal de Río de Janeiro, ordenó la comparecencia de Cartes por su participación en la Operación Patrón (causa desdoblada del Lava Jato) en la que se lo investiga por su sociedad con el financista Darío Messer (conocido como el jefe de los doleiros), preso en Brasil desde mayo de 2019. Cartes se inició en el mundo de las finanzas a mediados de la década del ’80 pero su meteórica carrera se vio obstaculizada por ser condenado en 1986 en el marco de una causa por estafas millonarias contra al Banco Central del Paraguay. Luego de permanecer prófugo durante 4 años, pasó tres meses en prisión. Tiempo después la Corte Suprema de su país lo terminó sobreseyendo por presiones orquestadas desde el Partido Colorado, del cual se constituyó en referente. El delito que se le imputó en 1986 fue el de defraudación pública, por haberse apropiado indebidamente de dólares oficiales, a una cotización preferencial sólo adjudicable a exportadores. Según los biógrafos de Cartes, el padre de Darío Messer, Mordko, lo protegió cuando estuvo prófugo y lo ayudó a mantener su pequeña agencia de cambios llamada Amambay, con actividad exclusiva en la Triple Frontera. La entidad luego se transformó en Banco Amambay hasta instituirse en 2018 con el nombre actual de Banco BASA. En una entrevista concedida en 2010 al diario Última Hora, Cartes denominó a Darío Messer como su “hermano del alma” y en 2016, en Buenos Aires, cuando recibió el premio Shalom otorgado por el Congreso Judío Mundial, precisó: “En un momento muy especial de mi vida, tiempo de grandes dificultades [cuando estuvo detenido por defraudación], Dios puso en mi camino a una familia, a una gran persona, que me acogió en su corazón y sentimiento (…) Me emociona y me honra mencionar el nombre querido de don Mordko Messer, mi segundo padre”. Según las investigaciones realizadas por el juez Da Costa Bretas, la sociedad de Messer y Cartes se encargaba, entre otros ilícitos, de agilizar el pago de coimas de la empresa Odebrecht a través de sociedades anónimas repartidas en diferentes plazas financieras. Además la Justicia brasileña detectó que Cartes le transfirió a Messer, durante su presidencia, 500.000 dólares una vez que solicitó su detención en 2017. Según el juez, el aporte del amigo de Macri fue para auxiliarlo en su raid fugitivo de la justicia brasileña, en retribución por la eficiente tarea realizada por la familia Messer durante 2 décadas, en la que se logró canalizar plata sucia de los diferentes negocios de Cartes, sobre todo el vinculado con el contrabando de cigarrillos. Da Costa Bretas informó a la prensa que la Operación Patrón incluye la investigación sobre el desvió de 1.652 millones de dólares a través de la conformación de 3.000 empresas instaladas en 53 guaridas fiscales detectadas. Una de las sedes utilizadas por Messer para escurrir activos fue la Banca Privada de Andorra (BPA), desde donde partieron los 4.495.250 dólares que el fiscal federal argentino Franco Picardi detectó como parte de los sobornos para efectivizar el soterramiento del Ferrocarril Sarmiento. Las operaciones de la BPA fueron denunciadas inicialmente por el Tesoro de los Estados Unidos, institución ávida por desarticular y/o destruir cualquier posible competencia respecto de sus empresas multinacionales (sobre todo de Odebrecht). Las exigencias del Departamento del Tesoro ligadas al Lava Jato motivaron la intervención del BPA –por parte del Principado–, la disolución de su Directorio y la entrega de la información requerida por Da Costa Bretas. A partir de las auditorías que se sucedieron se logró obtener la información sobre el desvío de 4,5 millones de dólares que el fiscal federal Picardi detectó como evidencia del cohecho. La reunión urgente de Macri y Cartes tuvo como objetivo planificar una defensa conjunta frente a una posible confesión de Messer, quien era el encargado de operar con la BPA para garantizar que la Unión Transitoria de Empresas (integrada por Constructora Norberto Odebrecht, IECSA –de Calcaterra/Macri–, GHELLA y COMSA) suscribiera un contrato ficticio con la apócrifa firma española Detección de Riegos Técnicos, Control de Calidad y Supervisión de Obras de Edificación S.A. (DSC) encargada de viabilizar los sobornos. En su declaración como arrepentido, Marcelo Odebrecht –antes de ser sentenciado a 19 años de prisión el 8 de marzo de 2016– admitió haber pagado 800 millones de dólares en sobornos a funcionarios gubernamentales para garantizarse contratos de infraestructura. Uno de los nombrados en el expediente de Messer/Cartes es Gustavo Arribas, ligado al soterramiento del Ferrocarril Sarmiento. Amigos son los amigos Messer cuenta con la doble nacionalidad brasileña y paraguaya. Cartes le otorgó su Documento de Identidad guaraní durante su gobierno pero la Corte Suprema de Justicia se la quitó en 2018 tras constatar que “está siendo investigado por integrar una organización criminal en conjunción con otros operadores y empleados por lavado ilegal de activos, derivados de la corrupción a través de operaciones ilegales de compra y venta de dólar estadounidense”. Por esas imputaciones el juez Da Costa Bretas solicitó su detención ese mismo año, pero Messer logró mantenerse prófugo hasta junio de 2019. Al poco tiempo que Interpol solicitó su captura en mayo de 2017, el primo hermano de Cartes, Juan Giménez Viveros, se presentó en

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El poder económico bajo la lupa

Fuente:  Alfredo Zaiat| Página/12 Fecha: 19 de julio de 2020 a respuesta de las cámaras que agrupan a grandes empresas ante la propuesta de expropiación de Vicentin es un ejemplo contundente del papel de conducción política de los principales grupos económicos. También es la prueba de la carencia de la vocación de ser partícipes de un proyecto de desarrollo nacional. Las controversias políticas y mediáticas que provocó el tuit de Cristina Fernández de Kirchner recomendando mi artículo del domingo pasado dejaron al descubierto dos debilidades del debate público: * La dificultad para hablar, indagar y cuestionar al poder económico. * El temor en diferentes ámbitos a reflexionar, estudiar y criticar a los grupos Clarín y Techint. El análisis preferido de editorialistas y comentaristas fue la supuesta intención de CFK de marcarle la cancha de ese modo a Alberto Fernández. Las interpretaciones políticas son libres pero los hechos no. Cualquier tuit o expresión de CFK son inmediatamente publicados en los portales de Clarín, La Nación e Infobae. Les sirve para convocar audiencias y continuar la persistente tarea de demonizarla. El primero que subió ese domingo a la red del pajarito fue el artículo «la conducción política del poder económico» y fue ignorado con un potente silencio. El segundo publicado 5.28 horas después, en cambio, en tono de humor con referencia a la mulita y los silobolsas , tuvo amplia difusión en esos medios de comunicación, obviamente para aumentar aún más –si eso es posible- la tirria contra ella, el kirchnerismo y cualquier cosa que comience con la letra K. Recién tres días después hubo una decisión de qué hacer con ese primer tuit. Y la resolución fue utilizarlo para insistir con la estrategia de dividir el frente político que gobierna, con el objetivo explícito de que Alberto Fernández rompa con su vicepresidenta. Ese tiempo transcurrido y esa decisión mediática ratifica el contenido fundamental del artículo en cuestión: quiénes son los dos miembros del establishment que ejercen la conducción política del poder económico. La tapa de Clarín del miércoles pasado fue la orden de largada para encolumnar al resto, que obediente y con eco afinado repitió esa línea editorial. Con muy pocas excepciones en el dispositivo de medios dominantes, los análisis no incluyeron la discusión acerca del poder económico, su responsabilidad en las sucesivas crisis de los últimos 40 años, la oposición a modelos económicos de desarrollo con inclusión social y, fundamentalmente, no se mencionaron a los dos protagonistas principales: Techint y Clarín. Deducción Como CFK no precisó a quienes se refería al final del tuit con la convocatoria «para entender y no equivocarse», lo que se puede deducir con evidencias es que el tema de las corporaciones le parece más importante que las especulaciones políticas. Puede ser que le interesó «la discusión teórica» sobre las corporaciones, como escribió Guido Carelli Lynch en una crónica en Clarín. Ese interés se comprueba recorriendo su cuenta de Twitter y viendo que la intervención anterior había sido un retuit de uno de la periodista y escritora María Seoane. El comienzo de ese tuit dice: «Periodistas: ‘ser independiente del poder’ no lo es solo del poder político sino también de las corporaciones…». Otra pista para deducir cuál fue la motivación de CFK es recordar la presentación del libro «Sinceramente», en el predio de la Sociedad Rural cuando, con Alberto Fernández sentado en primera fila, rescató la figura de José Ber Gelbard. En ese encuentro , cuando todavía no se había anunciado la fórmula ganadora de las elecciones presidenciales, propuso «un contrato social que involucre a todos: empresarios, dirigentes sindicales, un ciudadano que es operario, cooperativistas, una persona que tenga un plan de trabajo». Para agregar que «es necesario que todos pongamos el esfuerzo». En su discurso hizo particular hincapié en el sector empresario al sostener que «hacen falta dirigentes empresarios que piensen la economía como instrumento de desarrollo del país y no solamente personal«. Señaló que «para que una empresa sea más grande tienen que ganar todos y comer todos, si no es muy difícil». En esa instancia, recordó a Gelbard a quien calificó como «el último gran empresario». Puede ser que la realidad de los hechos sea más aburrida y menos estruendosa que las crispadas especulaciones políticas. Burguesía La pirotécnica política de estos días desplazó entonces el debate central: cómo transitar el camino del desarrollo nacional, como ha intentado en varias oportunidades el peronismo en el poder, sin el sujeto económico privado dinámico del capitalismo: la burguesía, que teniendo en cuenta su recorrido en la economía argentina puede definirse como fallida . Mario Rapoport, economista e historiador, ha explicado en más de una oportunidad que la debilidad de la burguesía nacional tiene su raíz en componentes históricos cuando la elección del librecambio se impuso en el momento de la conformación de la Argentina moderna, dejando una marca que aún conserva un considerable poder ideológico. En ese entonces los intereses y grupos de poder hegemónicos durante la denominada Organización Nacional impusieron al liberalismo económico como la piedra angular del progreso argentino. Rapoport precisa que de ese modo se desechó la posibilidad de un desarrollo económico integral mediante la protección de la industria local y, de esta manera, las clases dominantes argentinas rechazaron el camino proteccionista que, por el contrario, fue adoptado por países como Estados Unidos y Australia, y prefirieron un país para pocos ligado a la producción primaria. Esto se traduce en conductas rentísticas, ya sea proveniente del campo o de recursos naturales no renovables. Empresarios Un dato periodístico que colabora para una mejor comprensión de la identificación de los grupos Techint y Clarín como conducción política del poder económica es precisar dónde surgió esa caracterización. No fue del mundo de la política, ni del oficialismo ni de la oposición, de otros periodistas, sindicalistas, sociólogos o economistas. Surgió del interior del mundo empresario. Algunos hombres de negocios están cansados de ser arrastrados a disputas políticas por cuestiones que tienen que ver exclusivamente con intereses de esos dos grupos económicos. Esto no significa que tengan divergencias ideológicas o de modelo económico. Lo que sucede es que algunos ya no quieren participar de batallas políticas permanentes, pero por miedo o por respeto excesivo callan en reuniones de AEA, del Foro de Convergencia Empresarial o de la UIA. Los empresarios también temen una tapa del diario o una campaña en contra liderada

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La salida de la pandemia

Fuente: Carlos Heller | Tiempo Argentino Fecha: 19 de julio de 2020 El país atraviesa una situación de emergencias y lo que domina es la coyuntura, aunque no hay que dejar de pensar en políticas que posibiliten una recuperación más rápida en la pospandemia. En la semana se empezó a tratar en comisión en la Cámara de Diputados, a partir de la situación generada por el Covid-19, el proyecto de ampliación de la moratoria establecida en diciembre del año pasado. Es una medida absolutamente necesaria tanto para aliviar la situación de hogares y empresas, fundamentalmente PyMEs, como del fisco, en un marco en el que los recursos no abundan. Es poner los “relojes tributarios en cero”. La moratoria va en la línea con otras herramientas que se están implementando para relajar las restricciones de liquidez de las empresas y los hogares, como el congelamiento de tarifas, el IFE o el ATP. Es necesario verla dentro de un contexto determinado, para no perder la perspectiva y no caer en discusiones que buscan apartar el foco de lo que es importante. Son medidas frente al reconocimiento de una situación de emergencia, en la que no se avizora aún el final a nivel global, al menos hasta que se encuentre y distribuya una vacuna, algo que bajo las reglas actuales de mercado no está garantizado. Según la CEPAL, la caída de la actividad económica es tan significativa que llevará a que el nivel del PIB per cápita de América Latina y el Caribe sea similar al observado en 2010. En particular, la CEPAL señala que en América Latina podrían cerrar cerca de 2,7 millones de empresas formales, siendo las MiPyMEs las más afectadas. También prevé un aumento mayor del desempleo, que incrementará los niveles de pobreza y desigualdad. Naturalmente los países más afectados son aquellos que arrastraban importantes vulnerabilidades previas. Argentina es uno de ellos. Parece que fuera algo lejano en el tiempo, pero sólo fue en diciembre que el Congreso declaró las nueve emergencias. Una herencia que dejó a las arcas públicas en una situación crítica, como así también al empleo, a la ciencia y la tecnología, y a la salud. Muy diferente sería hoy la historia para enfrentar la pandemia si no se arrastrara esa pesada mochila. Una muestra más de cómo las decisiones y las políticas pasadas tienen impactos en el presente. Los problemas de financiamiento de los Estados tienen que ver con la pandemia, pero también con temas estructurales que requieren ser abordados. Entre ellos está el tema del endeudamiento y sus intereses, que han crecido exponencialmente en nuestro país. Por eso el gobierno está firme en su idea de alcanzar un acuerdo sostenible con los bonistas bajo ley extranjera. Por otro lado, a nivel global, cada vez se alzan más voces pidiendo por impuestos que graven la riqueza, que recaigan también sobre las empresas tecnológicas, las contaminantes, o que se termine con las guaridas fiscales. Una de estas voces parte de la CEPAL, que como forma de aprovechar los espacios que permitan aumentar la recaudación fiscal llama a “combatir la evasión y la elusión fiscales” ya que antes de la crisis la región perdía en promedio el equivalente al 6,1% del PIB (325.000 millones de dólares) debido al incumplimiento tributario. Estas operatorias están a la vista, aunque son validadas por un sistema que premia el lucro máximo a como dé lugar y termina dejando sin financiamiento a los Estados. Un ejemplo de ello es la reciente noticia de que los tribunales europeos anularon la decisión del Ejecutivo del bloque, que obligó a la empresa Apple a pagar unos 15 mil millones de dólares por impuestos atrasados, aprovechando las ventajas fiscales otorgadas por Irlanda. Aunque los márgenes de acción varíen significativamente, el papel activo del Estado hoy no se discute. Suena paradójico, pero muchos de los que hoy se ponen en la fila de los que piden el apoyo estatal, son quienes poco antes propiciaban la idea de un Estado canchero, que entre otras cuestiones reduzca impuestos. Habrá que recordarlo para las discusiones que seguramente vendrán más adelante. La directora gerente del FMI, Kristalina Georgieva, dejó en la semana un par de definiciones a destacar sobre estos temas. Resaltó “las medidas excepcionales adoptadas por muchos países”, y afirmó que “los países de mercados emergentes y en desarrollo serán los más afectados (…), y necesitarán más apoyo durante un período más prolongado”. En particular, sin el apoyo a las empresas, en el grupo de países del G20 las quiebras de PyMEs se podrían triplicar, sostiene la funcionaria, desde un promedio del 4% antes de la pandemia hasta un 12% en 2020. Un impacto sobre el empleo y las capacidades productivas que es necesario evitar. Si bien Georgieva comentó que los desequilibrios fiscales de este apoyo son sustanciales “en esta etapa de la crisis, los costos de un repliegue prematuro son mayores que la continuación del apoyo donde es necesario”. No deja de ser valioso lo que plantea. Sin embargo, parece ser la nueva filosofía que seguramente finalizará luego de que pasen los efectos globales de la pandemia. Por ejemplo, ¿que propondrá el FMI cuando se siente a hablar del enorme pagaré que firmó el gobierno de Macri? ¿Insistirá con las típicas condicionalidades de ajuste fiscal, monetario, de reforma previsional y laboral, o habrá sacado algo en limpio de la pandemia del covid-19 y de todas las consecuencias que genera el funcionamiento del capitalismo financiero neoliberal? De ello dependerá la intensidad de la negociación de nuestro país con el organismo, que a mi entender debe rechazar sus habituales condicionamientos. El presidente Alberto Fernández sostuvo en una videoconferencia con integrantes de la Asociación Cristiana de Dirigentes de Empresa (ACDE) que “no hay una opción al capitalismo”, pero consideró que ese sistema “se degradó y llegó la hora de ponerlo en su verdadera dimensión” tras la pandemia de coronavirus. Es un discurso que ya comenté en la columna del domingo pasado. Pero que se refuerza ante las y los muchos que dicen, palabras más, palabras menos:

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