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La banalidad de Carrió

Fuente: Ricardo Ragendorfer | Revista Zoom Fecha: 06 de NOV 2017 Envalentonada por su triunfo electoral, ancha como nunca y con el ímpetu de una orca que se abre paso en el océano, la diputada Elisa Carrió anunció el uso indiscriminado de su arma más dañina: la lengua. “Ya me saqué el bozal de campaña”, supo consignar el 31 de octubre en su cuenta de Twitter. Ya se sabe que sus desafortunadas expresiones sobre la desaparición forzada de Santiago Maldonado (“Hay un 20 por ciento de posibilidades de que esté en Chile” y la comparación con Walt Disney tras ser hallado su cuerpo en las frías aguas del río Chubut) hicieron que, por orden del propio Presidente, se llamara a silencio en los días previos al sufragio. Aún así, durante un acto partidario en el barrio de Belgrano –cuyas imágenes se difundieron recién ahora– no vaciló en decir que buscará “el consenso” para impulsar la revisión de los juicios a represores, al afirmar que muchos de ellos fueron “condenados sin pruebas”. Lo cierto es que más allá del bochorno y los repudios, sus atrocidades verbales –y esta en particular– son para el régimen macrista un eficaz globo de ensayo para testear sus iniciativas más monstruosas. Pero, a la vez, sus dichos poseen la extraña virtud de derivar en debates signados por un nivel de absurdo sin antecedentes tan extremos en la historia política argentina. Al respecto, un añejo ejemplo. La anécdota es mínima: Lilita equiparó a fines de 2013 al entonces secretario de Comercio, Guillermo Moreno, con el Obersturmbanführer de las SS, Adolf Eichmann, considerado el arquitecto del Holocausto. Tal concepto hizo que la Delegación de Asociaciones Israelitas Argentinas (DAIA) la acusara de “banalizar el genocidio”, lo cual generó una respuesta suya –a través de una epístola dirigida al presidente de esa entidad, Julio Schlosser– que arranca con un consejo: “Para hablar hay que estudiar más”, no sin después sorprender a la opinión pública al atribuir sus palabras a un texto de la filosofa judeo-alemana Hannah Arendt, cuyos aportes al estudio de los totalitarismos del siglo XX ejerce –según ella– una “gran influencia” en sus propias ideas. Arendt cubrió entre abril y junio de 1961 para la revista estadounidense The New Yorker el juicio en Israel contra Eichmann. De ello resultó su ensayo Eichmann en Jerusalén. Un informe sobre la banalidad del mal (1963). Así, con aquellas tres últimas palabras la antigua discípula de Martín Heidegger denomina una notable característica –pero hasta entonces no pensada– de las matanzas masivas en nombre del Estado y la naturaleza de sus hacedores. El caso abordado es ejemplar: Eichmann no era una bestia sádica sino un simple burócrata, un individuo con categoría gerencial en un sistema basado en el exterminio, y sin más motivaciones que no malquistarse con sus jefes. Por lo tanto había una relación directa entre su mediocridad personal y el calibre de sus crímenes. Es digno de análisis lo que puede derivar la obra de Arendt en alguien como la señora Carrió, cuya cosmovisión ultracatólica –matizada con niveles metafísicos desaforados y brotes místicos rayanos con el delirio– es su marca registrada. De modo que la misma mujer que se ufana del trato personalizado que le dispensa el Señor (“A mí, Dios se me apareció dos veces; en ambas, me pidió que fuera presidenta”, aseguró en diversas oportunidades ante calificados testigos), es la que también se apropia del pensamiento de Arendt con carácter de “experta”, al punto de regentear desde 2004 un denominado “Instituto de Formación Política Hannah Arendt”, con una agenda que suele incluir, por ejemplo, cursillos teológicos sobre la figura de María Magdalena, talleres de autoestima y otros de logoterapia. La propia Carrió suscribe en la página Web de esa entidad una evocación bibliográfica: “El primer libro de Arendt que llegó a mis manos estaba dedicado al nazismo. Allí entendí lo que significaba la desaparición forzada de personas. Corrían los años setenta”. Justo por aquella época ella era una joven abogada con una promisoria carrera en la justicia del Chaco. De hecho, en 1979 el mismísimo interventor de esa provincia, general Antonio Serrano, la nombró por decreto asesora de la Fiscalía del Estado. Tiempo después atribuiría su etapa como funcionaria judicial de la última dictadura a una razón atendible: “Yo necesitaba una obra social”. Al parecer, poco antes había sufrido un accidente. “Si no hubiera aceptado esa tarea, hoy no estaría con vida”, fueron sus palabras. En 1980 fue designada secretaria de la Procuración del Superior Tribunal de Justicia, un cargo con nivel y jerarquía de juez de Cámara. En tal oportunidad tuvo que cumplir con un pequeño formalismo: jurar por las actas del Proceso. Y no le tembló el pulso. Tres décadas más tarde, ya convertida en una abanderada de los valores republicanos, fustigó al gobierno kirchnerista por una orden de arresto librada por la justicia misionera contra el coronel retirado Luis Sarmiento. El hecho de que éste sea el progenitor de la jueza María José Sarmiento –quien saltó a la fama por suspender el decreto que creaba el Fondo del Bicentenario– bastó para que Carrió pusiera el grito en el cielo. “¡Es una maniobra del oficialismo para intimidar magistrados!”, fue su lectura al respecto, pese a que el anciano militar –conocido entre sus camaradas como “El mago de la picana”– estaba acusado por 43 privaciones ilegítimas de la libertad con torturas seguidas de muerte ocurridas durante su gestión como ministro de gobierno de Misiones, entre 1976 y 1977. Lilita también apeló a su fineza humanitaria para abordar otro costado de la cuestión: “Presionar así a la familia; usar a una persona de 85 años muy enferma, es terrible”. Y lo dijo sin un ápice de duda; como si el advenimiento de la vejez, acompañada por una leve chochera, pudiese atenuar el carácter criminal de una vida. Lo cierto es que Lilita es una fuente inagotable de polémicas. Por caso, en su momento hasta logró irritar a los residentes paraguayos en la Argentina cuando sostuvo que “durante el régimen del general Stroessner

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Polarizar siempre, rendirse jamás

Fuente: Paula Vázquez | Revista Crisis Fecha: 04 de NOV 2017 “Coqui” es un poco rain man. Articula una verba sistémica con niveles de abstracción por encima de la media, y afectivamente puede parecer un extraterrestre. Cuando se relaja, lo que suele durar una fracción de segundo, aflora un chaqueño afable. Es un tipo joven “con toda la vida por delante”, y al mismo tiempo un político hecho y derecho de vasta experiencia y trayectoria. Con varios “saltos” a la política nacional, y sucesivas “vueltas” al territorio de una Provincia que parece quedarle chica. Aunque acaba de perder Resistencia, a manos del vendaval amarillo. Para el mundillo político Capitanich es sinónimo de eficiencia y capacidad de gestión, por eso se desempeñó como Jefe de Gabinete de Duhalde primero y de Cristina después (el Marcos Peña que no fue). Pero Coqui sueña con ser un estadista: estudia tres horas diarias, dicta conferencias, escribe libros. Su proyecto teórico apunta a mixturar el populismo posmoderno con la teología del pueblo de su viejo amigo y mentor, el compañero Bergoglio. Espera su momento, mientras insiste en la centralidad de la figura de Cristina o en el caudal de votos que, por el efecto de una varita mágica, podría transmitir a un elegido que se figura del riñón. En su discurso de la noche electoral, Cristina dijo “esto recién empieza”. Vos proponés un espacio de centro izquierda que no tenga como primera referencia al peronismo. ¿Ves a Unidad Ciudadana ocupando ese lugar? Es necesario una primera etapa de acumulación opositora y para eso necesitás identidad ideológica, doctrinaria, filosófica. A la luz de la realidad: ¿cuántos peronistas comulgan con Macri? Caló está con Macri, Moyano por lo menos no expresa oposición, gran parte de la CGT son adherentes al modelo. Urtubey, ¿en qué se diferencia cualitativamente? Y lo digo con buena leche: el peronismo como expresión política no es el que define la contradicción. Si hay una centroderecha neoliberal conservadora, entonces la contradicción es con una centro izquierda de base popular y/o progresista. La contradicción es inmanente a la política. Y la oposición no puede hacer lo mismo que el oficialismo, porque si no no existe democracia representativa. El primer peronismo tuvo su columna vertebral en el movimiento obrero, pero después de la dictadura el vector principal pasa a ser el territorio, ¿ahora se estaría planteando que la esencia es el discurso? Yo planteo que no hay política sin contradicción, y no hay contradicción sin discurso. El problema central es que el discurso precisa un actor como exponente, por eso la matriz hegemónica te va a insultar, agravia y descalifica al actor que enuncia. Nosotros tenemos un problema serio de comunicación, porque atacan al actor y descalifican el discurso. Pero la sociedad es cada vez más volátil. Cuando sean más los que pierdan, entonces habrá una redefinición desde el punto de vista electoral. Hoy la contradicción es pasado contra futuro, corrupción contra honestidad, lo cual te impide hablar del tarifazo o del endeudamiento. ¿Imaginás una recuperación de ciertos valores del kirchnerismo, para “volver” y afrontar lo que no se pudo o no se quiso hacer? ¿O ves necesario crear algo nuevo? Necesitamos una agenda de unidad de la oposición, de carácter programático: incorporar el problema de las identidades de género, una política ambiental, los problemas del desarrollo industrial, la desigualdad de ingresos, los modelos de comercio exterior, y a su vez la construcción del federalismo. Antes de que ustedes llegaran yo estaba trabajando en la construcción de cadenas de valor en la economía popular. Más allá de las medidas del gobierno, el ajuste se da fácticamente, incluso como consecuencia de la cuarta revolución industrial que definió Schwab, porque hay cada vez menos probabilidad de incorporación de empleo privado formal. Los que quedan por fuera del trabajo privado formal son “ajustados fácticos”. El kirchnerismo parece esperar que la malaria económica sea tan grave como para que el electorado vuelva corriendo a buscarlo, pero el macrismo ha logrado desacoplar las consecuencias de sus medidas de gobierno de las aspiraciones electorales. ¿No hay una suerte de aporía de la política en este planteo de sit and wait? Bueno, eso ocurre en una primera fase, no es sine die. Ellos, con mucha inteligencia, omitieron el presente. Trabajan pasado y futuro, ganan en base a las expectativas. Ahora bien, las expectativas tienen que traducirse en acciones porque si no pierden credibilidad. Entonces el presente se valoriza más que el futuro. Ahora ganaron un poco de tiempo pero tienen que demostrar, si no demuestran se les va a poner difícil. Cuando recorrés la historia argentina tenés dos modelos, el neoliberal clásico y el modelo populista. En ambos casos el ciclo termina con un problema de estrangulamiento del sector externo, nosotros por falta de divisas y ellos por crisis de deuda. Ellos resuelven las contradicciones con endeudamiento y el endeudamiento tienen un límite. Que las tensiones de stop and go e inestabilidad macroeconómica sean indefectibles no quiere decir que no puedan resolverse. Hay que tener el pensamiento muy ordenado desde el punto de vista de la conceptualización global e ideológica para tratar de administrar las contradicciones. La resistencia populista Las primeras armas de Capitanich en la política fueron a mediados de los noventa. Por entonces, un treintañero pujante y metódico se propuso derrotar la hegemonía radical del rozismo chaqueño. También fue funcionario de Menem: ocupó el puesto de Subsecretario de Proyectos Sociales en Desarrollo Social de la Nación, durante la gestión de Palito Ortega. El otro Subsecretario, en la misma repartición, se llamaba Horacio Rodríguez Larreta. Mientras por los pasillos correteaba una novata Mariu Vidal. Luego, el estallido dosmilunero repartió las cartas de otro modo y las jóvenes promesas formaron en escuderías antagónicas. Pero se conocen. Y se respetan. Aunque Coqui pone en primer plano la ideología: “Hoy tenemos una matriz hegemónica de pensamiento neoliberal y no existe matriz contra-hegemónica. Esto no sucede solo en el plano nacional, sino que es un fenómeno internacional. Estamos ante un sistema económico que privilegia la especulación financiera y promueve asimetría y concentración económica:

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Viva la República

Fuente: Eduardo Aliverti | Marca de Radio Fecha: 04 de NOV 2017 Fue un símbolo tristemente inmenso que había transcurrido muy poco rato desde el ingreso de un escribiente y miembros de Prefectura al departamento de Amado Boudou, cuando ya circulaban en los portales oficialistas no sólo las fotos sino el mismísimo video del momento en que le comunicaban su detención. Una transmisión en directo, para resumir. La fórmula consistió, como de costumbre, en decir que se había tenido “acceso” al lujo de detalles de esos instantes dramáticos, pornográficamente afectadores de la intimidad del detenido y sin ninguna necesidad de difusión pública. Se creyó que las únicas fuentes que pudieron proporcionar esos documentos testimoniales eran las del propio juzgado, pero después se aclaró que las directivas partieron del Ministerio de Seguridad. Tanto como en otros casos de show cinematográfico, avalados por las autoridades, el precepto es mucho más salir de cacería que hacer honor a la Justicia. Es desopilante –y quizá no tenga antecedentes– que la detención del ex funcionario sorprendiera inclusive al autor de la denuncia promotora del expediente, Alejandro Sánchez Kalbermatten, quien reconoció que Boudou siempre estuvo a derecho. Así lo sostuvo además el fiscal Jorge Di Lello y el mismo juez Ariel Lijo en un fallo que, según los especialistas consultados de todo color y pelaje político, pasará a la historia de los escándalos jurídicos. Es imprescindible insistir, por mucho que se lo haya repetido, en que Boudou jamás fue siquiera indagado y hasta tuvo autorización para salir del país, porque la Cámara juzgó que no había posibilidad de entorpecimiento. También, so pena de naturalizar las obviedades impúdicas, debe reiterarse que hace pocos días el juez fue espoleado desde entidades jurídicas y ONGs adictas al macrismo, por observar “demoras excesivas en la tramitación de causas”. No podrá reprochársele que tardó en acusar recibo. El fallo contra Boudou abunda en una cantidad de potenciales, en su acepción de supuesto peligro de fuga, supuesta obstaculización, supuesto riesgo procesal, supuestos y graves hechos de corrupción, que, si se quiere extremar, a más de ser un bochorno legal no podría salir airoso en un examen de técnica periodística investigativa. A raíz de eso, circula asimismo la pregunta de por qué no debería ser detenido el presidente Macri en la causa del Correo Argentino, excepto considerar que él, su familia y allegados no son figuras poderosas en capacidad de entorpecer la investigación. Cómo serán las cosas que Joaquín Morales Solá preguntó si acaso se estaría viendo este proceso de “persecución” judicial de haber ganado Daniel Scioli. Es necesario detenerse en esa palabra, persecución, en boca de uno de los columnistas preferidos del macrismo. Su significado político es irrebatible. Por eso fue sustantiva la precisión simple del título de este diario, en su sitio web, tras la detención de Boudou: “Pasaron las elecciones pero la campaña sigue”. Y seguirá, porque la arremetida judicial y mediática desde la esfera política es el ancho de espadas para (el intento de) relativizar las consecuencias del paquete de reformas anunciado la semana pasada. Su centro es claramente el derrumbe de toda la legislación protectora de los derechos laborales, hasta el límite de hacerlos retroceder a la previa del surgimiento peronista a mediados del siglo pasado aunque hay quienes afirman que, en rigor, el bulto es pre-yrigoyenista. Se pretende cambiar el concepto de trabajo al definirlo como “una cooperación entre las partes” con derechos y deberes recíprocos. El trabajador deja de ser el producto de una relación asimétrica con la patronal para convertirse en un asociado, o poco menos. Resulta muy interesante que los laborantes de Techint, apenas para ejemplificar, pasen a sentarse en igualdad de condiciones negociadoras con Paolo Rocca. Como advirtió el colega Raúl Dellatorre en su columna “Avasallados” (PáginaI12, viernes pasado), “solamente los sectores más retrógrados de las cámaras empresariales se atrevían a pedir tanto, pero el gobierno de Mauricio Macri parece haber superado sus propias expectativas”. La reducción de las indemnizaciones por despido podía estar en los cálculos. Pero que el pago de horas extras sea sustituido por un “banco de horas”, para que el patrón disponga cuánto dura la jornada de trabajo y el tiempo libre del trabajador, es un sueño del pibe que difícilmente era imaginable en la correlación de fuerzas vigente, así fuere a los tumbos, hasta la llegada de Macri al poder. Otro tanto ocurre con la extensión del “fondo de despidos”, de manera que los montos destinados a ello surjan de un aporte mensual acumulado, para que la patronal lo emplee cuando le parezca y el empleado pague su propia indemnización. No parecería que las víctimas estén informadas del tema o, peor, más bien semeja que una gran parte de ellas prioriza festejar a De Vido y Boudou presos –sin importar en lo más mínimo la seriedad jurídica de los procesos que los alcanzan– a la espera de un brindis mayor al respecto que se llama Cristina Fernández. Tampoco hay registro alborotado de que echarán mano a los fondos jubilatorios en unos 100 mil millones de pesos. Como indica el ex viceministro de Economía Emmanuel Alvarez Agis, el monto aproximadamente real son 150 mil millones cuando se suma, entre otros, el recorte contra la Asignación Universal por Hijo: con la reforma previsional se ajustan unos 7500 millones de dólares, y con el cobro a la renta financiera se recaudarán alrededor de 1200 millones de dólares. Implica sacarle a la economía 1,5 por ciento de crecimiento. Esa reforma previsional de Cambiemos, que llegó al poder directo con la bandera del 82 por ciento móvil, se propone reducir en casi 900 pesos por mes lo que ganan los jubilados de la mínima, a valores de hoy. No importa. Que viva la República, como twiteó Carrió al conocerse la detención de Boudou. La bomba del endeudamiento sin contrapartida de inversión externa alguna, porque ni a un loco de remate se le ocurriría poner plata productiva en una orgía de bicicleta financiera al mejor estilo de Martínez de Hoz y Cavallo, tampoco

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Qué funcionarios del Gobierno de Macri deberían estar presos con la «doctrina De Vido-Boudou»

Fuente: Jonathan Heguier | El Destape Fecha: 03 de NOV 2017 La Justicia impuso un nuevo modus operandi: meter presos a políticos sin condena por haber sido funcionarios y posible entorpecimiento de la causa, ya que el solo hecho de haber sido funcionarios provocaría tales complicaciones a las investigaciones. Tanto en el caso Julio De Vido como Amado Boudou usó a ese riesgo procesal limitado y llevó a la cárcel a ambos ex funcionarios del kirchnerismo que se presentaron siempre a declarar por sus propios medios y no dieron señales de querer entorpecer la causa. Hoy, en la causa por enriquecimiento ilícito y lavado de dinero, a Boudou se lo detiene con preventiva por orden del juez Ariel Lijo por haber sido ministro y vicepresidente y «por las relaciones que conserva en el poder». «La función principal de Amado Boudou dentro de aquella se encontraba especialmente ceñida al ámbito público -en especial, a partir de su asunción como Ministro de Economía de la Nación y luego como Vicepresidente-«, afirma el fallo, similar a la determinación con el ex ministro de Planificación. En sus argumentos, Lijo se basa en el fallo de la Cámara Federal por el cual ordenó al juez Luis Rodríguez detener a De Vido en la causa por el yacimiento de Río Turbio, de cuando era ministro de Planificación Federal. En ese fallo, la Cámara consideró que se debía tener en cuenta no solo si la persona se ajustaba a derecho sino si los lazos de los imputados creados en el marco de los presuntos ilícitos seguían vigentes y eso podía entorpecer la investigación. Con este mismo procedimiento de la «doctrina De Vido-Boudou», la Justicia argentina podría y debería detener a funcionarios del actual Gobierno que están imputados, procesados o asumieron bajo ese estado judicial. Al ser hoy parte del Estado, les daría un poder privilegiado para complicar el andar de las causas judiciales en su contra, si se siguie esa línea argumental inaugurada recientemente. La lista que complica al Gabinete de Mauricio Macri y hasta al mismísimo Presidente. MAURICIO MACRI El Presidente de la Nación es investigado por la causa del Correo Argentino. ¿El juez? También es Ariel Lijo. Es en la causa en la que se investiga si se cometieron delitos en el proceso del concurso de acreedores y del acuerdo que el Estado aceptó el año pasado para que el Correo Argentino salde su deuda millonaria con una quita del 98,8 por ciento. El mandatario además asumió procesado por la causa escuchas ilegales, procesamiento confirmado por la Cámara Federal. Con la «doctrina De Vido-Boudou» no debería haber asumido o caer en prisión ya asumido. Además, Macri acumula causas por encubrimiento por la desaparición de Santiago Maldonado, por el memorándum con Qatar, Panamá Papers y los casos Avianca y Fly Bondi. Todas bajo su presidencia. GABRIELA MICHETTI Imputada la vicepresidenta junto a Macri por el escandaloso memorándum con Qatar por 1.300 millones de dólares. Se trata de un acuerdo que involucra fondos de Anses. Luis María Blaquier, uno de los funcionarios del gobierno nacional que firmó el Memorándum, renunció a su cargo al frente del Fondo de Garantía de Sustentabilidad de la ANSES. El juez Daniel Rafecas desestimó la denuncia, la fiscal Paloma Ochoa apeló y ahora está en manos de el fiscal Germán Moldes, quien debe impulsarla o dejarla caer. JUAN JOSÉ ARANGUREN El ministro de Energía está imputado por negociaciones incompatibles, ya que se inició una causa penal contra el ministro por haber designado como subsecretario de Energía Hidroeléctrica a un consultor vinculado a la firma que hizo el impacto ambiental de las represas Kirchner y Cepernic, que ahora cambiaron nuevamente de nombre. La denuncia pide que se investigue si Aranguren incurrió en los delitos de «abuso de autoridad» y «negociaciones incompatibles con el ejercicio de funciones públicas». Según la denuncia, un funcionario «como director de la empresa IATASA (Ingeniería y Asistencia Técnica Argentina SA) fue el responsable de elaborar el informe ambiental de la obra» de las represas sobre el río Santa Cruz, ahora rebautizadas «Condor Cliff» y «La Barrancosa». GUSTAVO ARRIBAS El director de la AFI (ex SIDE) fue denunciado por recibir transferencias de parte del cuevero Gustavo Meirelles, en una fecha coincidente en la que se decidía el inicio de las obras por el soterramiento del Sarmiento, obra adjudicada a Odebrecht. Hubo documentación y declaraciones que los complicaban, además del propio testimonio de uno de los hombres clave del Lava Jato brasileño. El juez Canicoba Corral no solo no lo detuvo con la doctrina «De Vido-Boudou» sino que realizó un sobreseimiento exprés. Como si fuera poco, el fiscal de Cámara Germán Moldes desistió de impulsar la investigación, pese a que él era uno de los más enérgicos críticos al cierre de la denuncia de Nisman. LUIS CAPUTO El ministro de Finanzas está denunciado por el manejo del Fondo de Garantía de Sustentabilidad (FGS) de ANSES. Durante el 2016, unos 500 millones de pesos fueron invertidos en la compra de Lebacs y por ello se pagaron comisiones a un Fondo Común de Inversión que administró el propio ministro hasta un día antes de asumir como secretario, en 2015. La causa quedó radicada ante el juzgado federal número nueve, a cargo del juez Luis Rodríguez. Este magistrado es el primero que ordenó detener a De Vido, a expensas del fallo de la Cámara Federal. El Fondo de Garantías podía, y de hecho lo hizo, comprar Lebacs sin pagar comisiones, pero prefirió tercerizar parte de esa operación al abonar comisiones al fondo FCI Axis Ahorro Plus, fundado por el titular de la cartera de Finanzas e integrado por él hasta diciembre de 2015, cuando Macri asumió la presidencia de la Nación. LUIS ETCHEVEHERE El recién asumido Ministro de Agroindustria está denunciado por evasión, desvío de dinero y cuentas ocultas en Uruguay. El Grupo Etchevehere está complicado por evasión del Impuesto al Valor Agregado (IVA) y del Impuesto a las Ganancias a través de maniobras irregulares con préstamos por $ 4,5 millones. CARLOS MELCONIAN

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Macri y la fiesta de la codicia

Fuente: Jorge Elbaum | Nuestras Voces Fecha: 02 de NOV 2017 Un 60 por ciento de los argentinos votó en la última elección contra las políticas de la Segunda Alianza, conformada por el PRO y el radicalismo que “baja las banderas”. A pesar de este guarismo potencialmente incómodo –e incluso explosivo–, los CEOs de Cambiemos han decidido redoblar sus esfuerzos por volver a convertir a nuestro país en un centro exportador de materias primas, complementado con un territorio fértil para un mercado de capitales “golondrina”, apto para la obtención de gigantescas rentas financieras: también como una geografía para inversiones gananciosas garantizadas con costos laborales mezquinos. Los tres objetivos coinciden con las exigencias del tipo de globalización neoliberal suscripta y exigida por las metrópolis internacionales y sus organismos multilaterales. Este es el objetivo que Macri intentó exponer el último lunes 30 de octubre frente un conjunto de invitados escogidos para legitimar el relanzamiento del programa de la derecha argentina, redefinida desde 1975 hasta la actualidad, pero partícipe de un mismo patrón de jerarquización social. La escena grandilocuente fue planificada con altisonancias mediáticas y su eje central fue quebrantar la resistencia del mundo del trabajo. Los accionistas y gerentes de las empresas monopólicas, trasnacionales y financieras, que hoy controlan la administración del Estado, han asumido la moderada victoria electoral como una nueva oportunidad para darle continuidad a la tarea iniciada por Celestino Rodrigo, Martínez de Hoz, Sourrouille y el menemismo, consistente básicamente en quebrar la tenacidad de los sectores laborales, opuestos a primarizar la economía e insertarla en la globalización financiera y trasnacionalizada. El contenido central del discurso de Macri el lunes último fue exponer el cambio de matriz de distribución del ingreso en favor de los empresarios, con el pretexto de la competitividad generada por los salarios (de los trabajadores) de los países emergentes. Las baterías de medidas anunciadas han sido promovidas y aprobadas por organismos como el FMI y los mercados financieros, porque básicamente buscan reconvertir a los trabajadores locales en sujetos privados de los derechos conquistados desde 1930 hasta la actualidad. El modelo de “apertura al mundo” del neoliberalismo no supone una incorporación de tipo industrial, ni basada en la sustitución de importaciones, y/o en la ciencia y en la tecnología. Pretenden una “competitividad” de salarios bajos, y una “complementariedad” con los países centrales –prometedores de inversiones– con fuerza de trabajo (asalariada) peor paga, con menos derechos, con menor formación profesional y, por lo tanto, menos “costosa”. El componte básico para beneficiar a los sectores más acaudalados de una sociedad son la generación de desocupación, la caída de los salarios, la precarización y el disciplinamiento –o la compra– de los sindicalistas para que sus referentes pierdan –o limiten– su capacidad de respuesta frente a toda ofensiva empresarial. Las medidas específicas anunciadas en el marco de una espectacularización de la (pseudo) franqueza y con cuidados aditamentos de evangelización esperanzadora son: La disminución de lo que los CEOS designan como “costo laboral”, para convertirlo en “competitivo” en relación comparativa a países menos desarrollados del mundo, que –obviamente– carecen de sindicalización y se capitalizan sobre la base del trabajo deshumanizado y precarizado. Destruir el entramado jurídico-laboral que morigera la capacidad de los sectores empresarios para contratar, despedir, flexibilizar e indemnizar. Esto incluye tanto al foro laboral –histórica y mayoritariamente comprometido con los derechos de los trabajadores– como a los abogados laboralistas, asiduos encargados de defender a los asalariados. Lo que Macri denomina “industria” de los juicios laborales ha sido el retén jurídico ante el que la mezquindad empresaria tuvo que negociar despidos, indemnizaciones y la salvaguarda de derechos sociales conquistados. Reducir las jubilaciones en un 30 por ciento –mediante el revalúo del cálculo–, para subsanar el déficit (producto de la baja de las retenciones, la caída en la tributación y el creciente endeudamiento externo). Achicar el Estado –sobre todo en su sector operativo, no en sus niveles de dirección, subsecretaría y secretaría– con el objeto de limitar la capacidad de movilización de los gremios ligados a ATE, que han sido los más fuertes oponentes al desguace de los programas orientados a los sectores más vulnerables. Y reducir el Estado, además, para que sus recursos sean utilizados o cooptados por el mundo privado. Reducir la alícuota de ganancias para los empresarios que reinviertan utilidades, es decir, sus ganancias en su empresa. Este beneficio potencial supone caída en la recaudación impositiva y refuerza la inercia del achicamiento estatal propuesto por los CEOS. Disminuir las multas que el empresario abona cuando no registra trabajadores: dichas multas deben ser hoy garantizadas a los asalariados mientras que el macrismo propone que se reorienten a la seguridad social. Indultar, amnistiar –es decir, “blanqueo”– a todos los empresarios que no hicieron aportes sociales a sus empleados. Esta medida contribuye a desfinanciar el sistema jubilatorio, contribuyendo a legitimar delitos empresarios contra la seguridad social. Desfinanciar el sistema de obras sociales sindicales mediante la reducción de aportes patronales y el achicamiento de las coberturas dispuestas hasta el día de hoy dispuestos por el PMO (Plan Medico Obligatorios) Apertura de la posibilidad del empresariado para modificar las formas y modalidades de trabajo, incluyendo los horarios de revista, el no abono de horas extras y la reducción del cálculo indemnizatorio. A esto se le suma la creación de prácticas laborales para jóvenes –situadas para aumentar el “ejercito de reserva” (cantidad de desocupados) que sean capaces de aceptar trabajos con salarios miserables– para que el resto de los trabajadores se vean en la encrucijada de ingresar con remuneraciones “competitivas” (más bajas), equivalentes a las aceptadas por los jóvenes. El plan “laboral” incluye, por último, la habilitación discrecional del ministerio de trabajo para suspender gremios y sindicatos. Todas estas medidas, algunas anunciadas por el presidente y otras por las carteras de Trabajo y Hacienda, son parte del programa que el neoliberalismo dispone para los países que se integran “pasivamente” a la globalización. Esta complementación marginal con los países desarrollados exige las políticas enunciadas por Cambiemos. El reverso de la trama supone un modelo de

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El mago sin dientes

Fuente: Luis Bruschtein | Página 12 Fecha: 04 de NOV 2017 Como fue Tula en los del menemismo, el Mago sin Dientes es el emblema de los actos de Cambiemos. Así, por arte de magia, Julio De Vido y Amado Boudou fueron convertidos en los protagonistas principales del especial Mauricio Macri del lunes. El gran secreto de Fu Man Chu, Mandrake y del mayor de todos ellos, René Lavand: poner la atención en un lado y hacer desaparecer las cosas del bolsillo del otro. Argentina fluye entre dos grandes acantilados, como esos ríos de El Señor de los Anillos. De un lado el programa de ajustes anunciado el lunes por Macri, que describe un país sin solidaridad. Del otro lado la inmensa movilización del miércoles convocada por la familia Maldonado, que representa un país con una gran fuerza solidaria. Son alturas formidables y opuestas. Entre las dos hay honduras infranqueables como si no formaran parte de la misma sociedad, dos países, dos culturas, dos historias. No es la famosa grieta que armaron los publicistas del oficialismo sobre la antinomia “k” y anti “k”. Estos dos inmensos peñones que enmarcaron esta semana de los argentinos perfilan otra grieta que no tiene nada que ver con la campaña de los periodistas oficialistas ni con Jaime Durán Barba. Es la reiteración de dos países en pugna, una disputa subterránea, sorda, profunda, que se ha representado en cada etapa del país en formas políticas diversas, pero que siempre ha estado allí, con democracia o sin ella, en cada discusión sobre economía, sobre lo social o lo económico. Un enorme acantilado expresa al país brutal, el de la ley de la selva y el mercado, donde siempre gana el más fuerte. Y el otro gran peñón se eleva sobre una conciencia de comunidad-nación y solidaridad que construyen los sectores populares con el entramado de sus verdaderos intereses. La convocatoria de la familia Maldonado fue en un día de semana, en horas laborables, después del hallazgo del cuerpo sin vida de Santiago Maldonado, lo que para el gobierno significaba el fin de la cuestión. No era el mejor momento para una convocatoria. Sin embargo, decenas de miles de personas asistieron a expresar su solidaridad con la familia que, además de perder a uno de sus miembros, había sido fuertemente hostigada por los medios oficialistas y las autoridades. Decenas de miles desbordaron la Plaza de Mayo. Es un país que existe y está. El otro país se pronunció en el discurso de Mauricio Macri en el CCK el lunes. Anunció una reforma laboral que elimina las ocho horas de trabajo y facilita los despidos de trabajadores; una reforma previsional que le sacará cien mil millones de pesos por año a los jubilados al cambiar el índice de actualización, y una reforma fiscal que aumenta los impuestos a las personas y les saca impuestos a las empresas. Un programa ambicioso de ajuste, recortes y transferencia de riqueza de pobres a ricos. Son las medidas que siempre quisieron aplicar las derechas, democráticas o autoritarias. Son los puntos por los que presionan los organismos financieros internacionales. Cada uno de ellos favorece a los ricos, pero Macri habló como si fuera al revés: Para definir los objetivos de su propuesta sanateó con “combatir la pobreza”, “crear empleo” y “lograr equilibrio fiscal”. En realidad, busca desesperadamente lograr equilibrio fiscal, pero sobre la base de crear más pobreza y precarizar el trabajo. Con la misma gambeta agregó que “cada uno deberá ceder un poco, empezando por los que tienen poder”. Insistió con que “hay que perderle el miedo al cambio” y a “despojarse de etiquetas y prejuicios”. Dijo que disminuir la pobreza es la principal meta de su administración pero a los únicos que atacó con nombre y apellido fue a los trabajadores judiciales y a los empleados de la Biblioteca del Congreso. En el CCK lo escucharon sindicalistas, legisladores, gobernadores y miembros del Poder Judicial. Casi todos ellos venían negociando algunos de los anuncios y varios se sintieron traicionados. Los gobernadores fueron impactados por los impuestos al tabaco y al vino. La CGT anunció que se reuniría con los gobernadores para no dejar pasar la reforma laboral en el Congreso. Los jubilados no tienen representación. Perderán en silencio alrededor cien mil millones de pesos, lo que, si se divide por el total de beneficiarios, cada uno perdería alrededor de 12 mil pesos por año. No es un cálculo. Macri lo anunció con alegría: “Con este cambio vamos a ‘ahorrar’ cien mil millones de pesos”. Varios periodistas del oficialismo salieron a respaldar: “Cada uno tiene que ceder algo” se escucharon en la televisión los ecos del Presidente. Ese discurso representa al modelo donde el poderoso siempre gana porque impera la ley del más fuerte y el Estado no protege al más débil. Está bien representado por el mago sin dientes y por el lenguaje melindroso que usó Macri, típico de los magos cuando quieren hacer desaparecer algo, como plata de los bolsillos de la gente. Es la Argentina que se opone a la que salió a la calle el miércoles en un acto solidario. Casi no hay intercambio entre las dos orillas. Los paquetes vienen completos. Hace tiempo que los radicales desaparecieron de las movilizaciones por los derechos humanos porque compraron el discurso del neoliberalismo macrista. Gran parte de los jubilados votó las listas de Cambiemos, igual que trabajadores y capas medias. Esa masa se referencia en Macri hablando en el CCK. Hay discursos de una crueldad insana para justificar la desaparición de Santiago Maldonado, en boca de buenas personas que dejan de serlo en ese instante. Las medidas que se anunciaron el lunes perjudican a trabajadores, capas medias y jubilados, muchos de los cuales en este momento se sienten plenamente representados por ese discurso. Aunque pareciera que ese respaldo es espontáneo, para sostener a esa masa aglutinada detrás de un discurso que claramente los perjudica hay un gran esfuerzo del macrismo. No hace falta pensar mucho. Los dos hechos más importantes

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Irrenunciabilidades

Fuente: Benjamín Malamud Lerner* | Ecos de Punilla Fecha: 01 de NOV 2017 Retornan gracias a una hasta ahora saludable memoria, hechos, acontecimientos de lo vivido, especialmente aquellos que por su trascendencia marcaron en cada uno de nosotros, una impronta o generaron una respuesta que los hace imborrables, configurando o que “decidimos ser” en lugar de parecer. Por la magnitud de los conflictos, que se generaron y el componente emocional que las rodeó, uno no desearía que se reiteraran, pero la historia de idas y vueltas en cuanto a derechos y deberes sociales, tiende a reiterarse y retorna, “ya no como tragedia sino como farsa o comedia” –al decir Carlos Marx –, y ese retorno es lo que me impulsa a esta nota. Transcurrían los primeros meses de la dictadura militar en el 76, cuando un representante de la administración de la Clínica donde ejercía mi función de Pediatra, me exigiera que renunciara a un derecho logrado gracias a una decisión del Colegio Médico de Punilla (CMP), por el cual, los médicos que nos desempeñábamos en el ámbito privado y atendíamos las Obras Sociales y mutuales con convenios con nuestro CMP, receptáramos nuestros honorarios a través del sistema bancario y no por las clínicas. Mi no renunciamiento trajo como consecuencias por un lado la negativa a que se le hicieran estudios a un lactante internado, razón por la cual elevé una nota al CMP, en ese entonces intervenido como todas las entidades gremiales. Por otro lado que llegara al gobierno de la Intervención Militar de Córdoba una denuncia de mi presunta condición de terrorista. Gracias a la gestión del Director de la Clínica, el Dr. Enrique Castelli, la denuncia fue desestimada. Retorna en el presente, al igual que durante las administraciones neoliberales de la dictadura y de gobiernos legítimamente elegidos, como el de Menem y De la Rúa, una reforma del sistema laboral que entre otras “desvirtudes” impone “el renunciamiento a conquistas laborales sensiblemente relacionadas con la calidad de trabajo y de vida de los trabajadores, aunque también con efectos indirectos que se manifiestan en sus familias. En ellas si bien lo peor que puede ocurrir es encontrarse desocupados, también la “sobreocupación”, incluso sin reconocimiento de horas extras, priva a los hijos en momentos especiales del desarrollo de su personalidad, de la presencia de las figuras y modelos parentales y a su vez ese tiempo es ocupado por las imágenes televisivas o mediáticas, cargadas de consumismo, violencia, banalidades y una transculturización, donde hasta nuestro idioma se hace añicos. Otros efectos indeseables surgen especialmente, cuando la trabajadora es la mujer, con “mecanismos socializadores infantiles debilitados, incremento del divorcio y familias monoparentales, de depresión, de estrés laboral y de suicidio”.(1) Según la ley de contratos de trabajo, bajo este principio de irrenunciabilidad, “el trabajador está imposibilitado de privarse, voluntariamente, de las garantías que le otorga la legislación laboral, aunque sea por beneficio propio. Lo que sea renunciado está viciado de nulidad absoluta”. “Ni la dictadura, con Alfredo Martínez de Hoz, se animó a tanto”, según el presidente de la Asociación de Abogados Laboralistas, M. Cremonte. Y es solo un aspecto de una “reforma” por la que se “retorna” a modelos abusivos de siglos pasados en la relación laboral. Otra irrenunciabilidad a la que no deberíamos someternos es a la búsqueda de la verdad, incluyendo de fuentes de información confiables, en momentos que la monopolización autoritaria mediática procura que aceptemos las seudo verdades o mentiras como una realidad inobjetable. Hasta el Papa se ha mostrado alarmado por «noticias falsas, esa información infundada que contribuye a generar y alimentar una fuerte polarización de opiniones». La desinformación acerca de donde estaba Santiago Maldonado, no es solo una muestra de ello, sino también del gran objetivo del modelo neoliberal convertido en neocolonial: procurando colonizar, atemorizar, desgastar y adormecer nuestras propias conciencias. Que en la acosada Página 12, prestigioso medio condenado desde el ejecutivo por revelar sus inconcebibles transgresiones o delitos impositivos, no haya publicado el tradicional editorial de Horacio Verbitzky este domingo, nos sirvió como alarma del avance del poder hacia la libertad de expresión. Sin embargo otro censurado periodista (Roberto Navarro) le dio un lugar para que podamos ver y escuchar ese mismo domingo desde nuestra computadora o celular, no desde el televisor, la denuncia de la incorporación en nuestro país del sistema Israelí Pegasus, por el cual ese mismo celular le permite al biopoder, saber todo o casi todo de nosotros (sí, espiarnos) y especialmente de los propios periodistas, tal como lo denuncia quien fuera la “entrevistadora estrella” de la CNN Carmen Aristegui. (2). Las libertades individuales son irrenunciables. Concluyo, para señalar que como defensores de la Vida, “del bios” no podemos renunciar de recordar a quienes por salvaguardar la naturaleza y los pueblos nativos de quienes de ella dependen, en lo que llamamos Patria Grande Latinoamericana, han pagado con su vida ese atrevimiento. Los nombres de 3 irrenunciables mártires, me convocan a hacerlo: Chico Méndez, Berta Cáceres y Santiago Maldonado. Chico Méndez fundó la «Unión de los Pueblos de la Selva», una especie de sindicato que pretendía luchar por las reivindicaciones de los indígenas, los «siringueros», y otros habitantes de la región (La Amazonia) que viven de la caza y pesca.(3) Incluso recibió el premio «Global 500», de las Naciones Unidas por la defensa incansable de los recursos naturales. Su asesinato el 22.12 88 por hacendado Darly Alves da Silva y su hijo Darci, luego condenados o absueltos “ no cambia para nada la triste realidad de Brasil”. Es en esta Amazonia donde Temer autoriza la instalación una poderosa base militar de EEUU: el enemigo, Venezuela. Berta Cáceres, una líder de los pueblos originales hondureños, es asesinada el 3.3 16 siendo los culpables los ejecutivos de una empresa hondureña a cargo de una hidroeléctrica, a la que la activista se oponía (4) y con fuertes relaciones con el corrupto poder estatal, tal como venían denunciando sus familiares con escaso éxito hasta hace muy poco tiempo. Coordinaba el Consejo Cívico de Organizaciones Populares e Indígenas de

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El huevo PRO de la serpiente

Fuente: Jorge Elbaum | Nuestras Voces Fecha: 31 de OCT 2017 Desde la asunción del gobierno de Mauricio Macri, distintos periodistas e investigadores describieron al modelo del PRO y de “Cambiemos” como la expresión de una derecha moderna, republicana y democrática. La expusieron, incluso, ajena a los modelos tradicionales corporativos y discriminatorios, característicos de las diferentes formas que asumieron a lo largo de la historia. Gran parte de sus análisis se concentraron en la discursividad, la cultura política, la observación de sus usos tecnocráticos, su presentación pública y sus manifestaciones comunicacionales. Todos esos análisis dejaron de lado llamativamente dos aspectos centrales de cualquier caracterización política situada: su vínculo con la esfera de la producción y el trabajo y su impronta en relación a la utilización de la violencia “legítima” del Estado. La escena marquetinera del macrismo no solo obnubiló votantes, esperanzados con una derecha dialoguista y republicana, sino que sedujo –al igual que en tiempos de la primera Alianza- a distintos observadores que confundieron la delicadeza infantil de los globos y su musicalización evangélica de optimismos abstractos, con un territorio fértil para la construcción de equitativos consensos ciudadanos. Esos mismos referentes “biempensantes” postularon una “pacificación” de las álgidas discusiones políticas que se diversificaron como producto de la reimplantación, durante doce años, del Proyecto Nacional. Los medios hegemónicos, y sus intelectuales orgánicos, caratularon de “grieta” a lo que supuso un nuevo patrón de distribución de la renta, donde se beneficiaba a los trabajadores y desocupados, cuestionando la matriz instalada desde 1976 hasta los inicios del siglo XXI. La “concordia” anunciada tuvo, desde sus orígenes, la subyacente intencionalidad de disolver la capacidad de transformación que se anidaba en la continuidad -y profundización- del debate público ciudadano, con el sector más empobrecido de la sociedad, empoderado como sujeto social legitimado. La publicidad de una “derecha moderna” duró poco y sus difusores hacen en la actualidad malabarismos teóricos para explicar las mutaciones de aquello que estaba en su origen. Paralelamente, el gobierno de cambiemos empezó a mostrar a su “rey desnudo”, apelando a una discursividad más autoritaria y persecutoria, combinándola con las consabidas frases hechas, eslóganes e invitaciones a esperanzas abstractas y meritocráticas. La escenificación “popular” del macrismo se instituye en la actualidad a partir de fotos carentes de espontaneidad, montadas en calles desiertas o rutas despejadas de potenciales opositores. Todos sus movimientos exponen la identidad intrínseca y estructural de un modelo oligárquico que requiere de tres condiciones para perpetuarse: (a) acoplarse a las corrientes internacionales que disciplinan a los trabajadores, para garantizar su renta, (b) reimplantar el sitial de privilegios para sus grupos hegemónicos, para legitimar su dominación, y (c) apelar a la represión como mecanismo de visibilización de autoridad. Históricamente se denomina “reaccionarios” a los sectores que responden con violencia ante la potencial o real irrupción de cambios sociales. En nombre de su “orden social”, los sectores portadores de privilegios son –y han sido- capaces de despedazar a quienes se atreven a desafiar un estatus quo en el que asienten su espacio de prerrogativas. En la actualidad, el modelo neoliberal rentista se ha lanzado brutalmente a la recuperación del terreno perdido en Latinoamérica desde inicios del siglo. Esta restauración incluye, como en todos los procesos similares sucedidos en el último siglo, la utilización del miedo a los “extraños” y la apelación al enfrentamiento de la “corrupción” como dos caras de la misma moneda, dispuestas para la reimplantación de una tasa de ganancia acorde a sus expectativas, Tanto Europa como América se encuentran atravesados por el mismo intento de “restauración” que tiende a etiquetar a migrantes, minorías y desocupados como los peligros instituidos que deben ser disciplinados, reprimidos, segregados o encarcelados. El terrorismo internacional y el narcotráfico son los subterfugios para instalar peligros e hipótesis de conflicto. Mientras Trump sugiere expulsar a los niños y adolescentes latinoamericanos que permanecen sin sus familias en Estados Unidos e intenta construir un muro a lo largo de la frontera con México, Macri, su ministra de seguridad, Patricia Bullrich, y sus medios de comunicación afines, buscan relacionar la desaparición de Santiago Maldonado con movimientos subversivos ligados con guerrilleros kurdos y con las (disueltas) Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia. Los datos cotidianos de los últimos años contribuyen a conformar un clima de época que exige la implantación de una agenda pública que justifique intervenciones, inversiones en material de seguridad, armamentos, discursos belicistas y políticas represivas. Luego de la masacre en Las Vegas, Trump acusa al “mal supremo” de ser la causa de los casi sesenta asesinados, sin hacer referencia a los empresarios fabricantes de armas o a políticas de control de las mismas. Las “amenazas” se multiplican y el lenguaje de la multilateralidad diplomática es sustituido por permanentes advertencias de intervenciones militares –en Venezuela, en Corea del Norte, en Irán- contribuyendo a una escalada de belicismo discursivo (con ecos nucleares) desconocido en los últimos cincuenta años, desde la denominada crisis de los misiles hasta nuestros días. El aislacionismo británico expresado en el “Brexit”, la irrupción del partido neonazi “Alternativa por Alemania” que cuestiona las políticas de Merkel por considerarlas permisivas, la presencia de discursos fascistas en Francia, enunciados por el partido de Marine Le Pen que humillan diariamente a los musulmanes, los discursos islamofóbicos de Geert Wilders y su Partido por la Libertad holandés y la guerra civil en Siria completan un escenario de inestabilidad cuyo trasfondo es la crisis económica producida por la financiarización de la economía mundial, y sus consecuentes conflictos migratorios, derivados de la ausencia de proyectos internacionales de desarrollo sustentable. Esta inestabilidad es acompañada por otro aspecto del mismo proceso, consistente es un nuevo ciclo de endeudamiento, especialmente por parte de varios Estados latinoamericanos, entre ellos el nuestro, que presagian un futuro de mayor sumisión a los centros financieros internacionales, quienes reiterarán sus exigencias de desregulación, flexibilidad laboral y achicamiento del gasto público. Esta situación brinda un clima propicio para formatear “chivos expiatorios” y fantasmas capaces de instalar la existencia de “grupos de alta peligrosidad social” o simplemente instaurar modelos de jerarquía social

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Cambiemos, una manera de ser

Fuente: Gustavo Varela | Socomba Fecha: 16 de OCT 2017 Son otra cosa. No son la rancia aristocracia del siglo XIX; no son las fieras fascistas del treinta. Se parecen a los de la Revolución Libertadora (los antiperonistas se parecen, cualquiera sea la filiación política o ideológica). Pero estos de ahora son definitivamente otra cosa. Varias, no una, pero lo que más son es efectivos (por eso mismo son patoteros). En la política son de genealogía reciente, de fines de los años setenta y comienzos de los ochenta: finanzas y era digital. O sea, máquinas de producción y resultado. Ni Roca, ni Agustín P. Justo, ni Frondizi. Ni Onganía, ni De la Sota, ni Cobos. Eso es carne vieja. Los de ahora son buitres de carroña actual. No son de derecha: no es ese el rango que los mide. Son otra cosa; neo-empresarios, de bicicleta, aire libre y viernes casual. No tienen país de origen, no les importa la Argentina. Pueden vivir aquí o en cualquier lado. No son conservadores ni ilustrados. Son gentes a pura eficiencia y con muchos recursos técnicos. No tienen cultura, apenas aquella necesaria para el desplazamiento. En general son iletrados, de bostezo fácil frente a un libro. Tienen preocupación por las formas, porque es parte del mismo asunto. Formas superficiales, de packaging de felicidad y armonía, de cartel en el subte que dice: “Si alguien se siente mal, ayudémoslo”. Lo obvio se convierte en slogan. Este marketing de vida sana y comprensión es la exudación de la economía política que sostienen. Son corporaciones que negocian. Ni fábricas fordistas ni empresa familiar. Estas corporaciones no tienen dueño, los excede. Son más grandes las acciones que la voluntad individual de un dueño. Por eso no importa si es Mauricio Macri o quién sea. Macri es un muy buen exponente, sí, pero el asunto es más amplio, de inscripción internacional, de lazos más complicados, de intereses cruzados. Tienen entrenamiento en el exterior, todos bajo el ala de las finanzas; son eficaces, muy eficaces para lo que quieren. Insisto: no son la derecha ni son conservadores. Son neo. Pura demolición a fuerza de anticipación financiera. Neo; no es ambición sino procedimiento: es la forma de operación sobre los otros. La eficacia no admite caras, ni parentescos, ni pertenencia grupal. Cuando hablan de equipo es porque los vínculos responden a esquemas funcionales. Son cuerpos de abrazo rígido, de compromiso con la tarea y nada de comunión. Es un equipo gélido. Por eso se abrazan como repeliéndose. La forma de operar sobre los otros es bajo una apariencia (amenaza) de modernización permanente. El Ministerio de modernización es la institucionalización del dominio financiero por encima de cualquier otra razón. No son humanistas, no dudan. Retroceden, a veces, pero no dudan. Saben a dónde van y no necesitan que haya alguna mediación. No tienen un proyecto de país. No les importa. Son lo más agudo del capitalismo, su bisturí más impiadoso. No es un nombre. Son otra cosa: una raza política nueva que casi no conocemos. La administración del gobierno actual tiene una forma específica de ejercer poder: es la política vaciada como aplicación (app). No hay votantes, hay usuarios. Eso ofrecieron en las elecciones: aplicaciones para usuarios. Es decir, herramientas de uso y habilitación personal: ser felices, estar todos juntos, la alegría es poder colaborar, en todo estás vos, mirar al futuro. La aplicación más elocuente: cambiemos. Ante cualquiera de estas aplicaciones, la fuerza argumental en contra es vista como violencia. Y en el colmo de la aplicación, como soberbia. La política como aplicación es el desplazamiento del elector al usuario móvil. La eficacia y la extensión de los íconos salen de las pantallas y se instalan y actualizan en la vida cotidiana. Google play: 700 mil aplicaciones bajadas. Android: más de un millón. Apple, millón y medio aprobadas desde 2008. 35.000 millones de descargas. La extensión no reconoce clase social ni lugar de origen. 35.000 millones (sólo de Apple) es signo de una práctica orgánica, de un tipo de necesidad vital. 35.000 millones: no elegimos, estamos adentro. Sergio Massa como opositor peronista es una aplicación del gobierno actual. En otras funciones, lo mismo Hugo Moyano y también lo fue el Momo Venegas. Los intendentes radicales, volver al mundo, el fin del cepo, ñoqui, contramilitancia, todas son aplicaciones conminadas al uso y la propagación. Y efectivas para administrar usuarios. El yaguareté de los billetes es la aplicación “basta de historia política”. Multitasking Pro. Narcotráfico: la reiteración del tema, la insistencia y difusión permanente, es la composición de una nueva aplicación. Es necesario instalar el ícono en cada pantalla: Narcotráfico. No vemos claramente qué es; es suficiente el ícono. Eugenio Zaffaroni da un reportaje. Argumenta: “Al narcotráfico no le importa la Argentina porque queda lejos de Estados Unidos, lejos del lugar del consumo. El narcotráfico no es un problema aquí”. La aplicación se distribuye igual. A la aplicación no le importa Zaffaroni, no hay lugar para los argumentos de Zaffaroni. La aplicación es eficiencia sin ética ni compromiso. Por eso puede ser una y lo contrario. Carlos Melconián: “Vamos a devaluar”; Macri, un día después: “No devaluamos”. La aplicación se actualiza. Todo es posible. Cedamos siempre el asiento. Dejemos bajar antes de subir. Tiremos la basura en los cestos: aplicaciones para la vida Pro. La más clara, la que indica el gesto de un solapado disciplinamiento social: Esperemos siempre detrás de la línea amarilla. No todo es aplicación. El poder judicial, el poder mediático y las fuerzas de seguridad no son aplicaciones, son la garantía de funcionamiento de las aplicaciones. ¿Para qué? Para la marcha precisa de la economía financiera y del vaciado político. La aplicación que ya no sirve, se borra o se elimina (Ernesto Sanz y buena parte del radicalismo). El ícono Pro, con su tecla de avance, no es un partido sino una aplicación con voluntad de vaciado político. El gobierno Pro no fue votado, fue descargado por un 51 por ciento de usuarios. Esa es su conquista inesperada.

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