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El mago sin dientes

Fuente: Luis Bruschtein | Página 12 Fecha: 04 de NOV 2017 Como fue Tula en los del menemismo, el Mago sin Dientes es el emblema de los actos de Cambiemos. Así, por arte de magia, Julio De Vido y Amado Boudou fueron convertidos en los protagonistas principales del especial Mauricio Macri del lunes. El gran secreto de Fu Man Chu, Mandrake y del mayor de todos ellos, René Lavand: poner la atención en un lado y hacer desaparecer las cosas del bolsillo del otro. Argentina fluye entre dos grandes acantilados, como esos ríos de El Señor de los Anillos. De un lado el programa de ajustes anunciado el lunes por Macri, que describe un país sin solidaridad. Del otro lado la inmensa movilización del miércoles convocada por la familia Maldonado, que representa un país con una gran fuerza solidaria. Son alturas formidables y opuestas. Entre las dos hay honduras infranqueables como si no formaran parte de la misma sociedad, dos países, dos culturas, dos historias. No es la famosa grieta que armaron los publicistas del oficialismo sobre la antinomia “k” y anti “k”. Estos dos inmensos peñones que enmarcaron esta semana de los argentinos perfilan otra grieta que no tiene nada que ver con la campaña de los periodistas oficialistas ni con Jaime Durán Barba. Es la reiteración de dos países en pugna, una disputa subterránea, sorda, profunda, que se ha representado en cada etapa del país en formas políticas diversas, pero que siempre ha estado allí, con democracia o sin ella, en cada discusión sobre economía, sobre lo social o lo económico. Un enorme acantilado expresa al país brutal, el de la ley de la selva y el mercado, donde siempre gana el más fuerte. Y el otro gran peñón se eleva sobre una conciencia de comunidad-nación y solidaridad que construyen los sectores populares con el entramado de sus verdaderos intereses. La convocatoria de la familia Maldonado fue en un día de semana, en horas laborables, después del hallazgo del cuerpo sin vida de Santiago Maldonado, lo que para el gobierno significaba el fin de la cuestión. No era el mejor momento para una convocatoria. Sin embargo, decenas de miles de personas asistieron a expresar su solidaridad con la familia que, además de perder a uno de sus miembros, había sido fuertemente hostigada por los medios oficialistas y las autoridades. Decenas de miles desbordaron la Plaza de Mayo. Es un país que existe y está. El otro país se pronunció en el discurso de Mauricio Macri en el CCK el lunes. Anunció una reforma laboral que elimina las ocho horas de trabajo y facilita los despidos de trabajadores; una reforma previsional que le sacará cien mil millones de pesos por año a los jubilados al cambiar el índice de actualización, y una reforma fiscal que aumenta los impuestos a las personas y les saca impuestos a las empresas. Un programa ambicioso de ajuste, recortes y transferencia de riqueza de pobres a ricos. Son las medidas que siempre quisieron aplicar las derechas, democráticas o autoritarias. Son los puntos por los que presionan los organismos financieros internacionales. Cada uno de ellos favorece a los ricos, pero Macri habló como si fuera al revés: Para definir los objetivos de su propuesta sanateó con “combatir la pobreza”, “crear empleo” y “lograr equilibrio fiscal”. En realidad, busca desesperadamente lograr equilibrio fiscal, pero sobre la base de crear más pobreza y precarizar el trabajo. Con la misma gambeta agregó que “cada uno deberá ceder un poco, empezando por los que tienen poder”. Insistió con que “hay que perderle el miedo al cambio” y a “despojarse de etiquetas y prejuicios”. Dijo que disminuir la pobreza es la principal meta de su administración pero a los únicos que atacó con nombre y apellido fue a los trabajadores judiciales y a los empleados de la Biblioteca del Congreso. En el CCK lo escucharon sindicalistas, legisladores, gobernadores y miembros del Poder Judicial. Casi todos ellos venían negociando algunos de los anuncios y varios se sintieron traicionados. Los gobernadores fueron impactados por los impuestos al tabaco y al vino. La CGT anunció que se reuniría con los gobernadores para no dejar pasar la reforma laboral en el Congreso. Los jubilados no tienen representación. Perderán en silencio alrededor cien mil millones de pesos, lo que, si se divide por el total de beneficiarios, cada uno perdería alrededor de 12 mil pesos por año. No es un cálculo. Macri lo anunció con alegría: “Con este cambio vamos a ‘ahorrar’ cien mil millones de pesos”. Varios periodistas del oficialismo salieron a respaldar: “Cada uno tiene que ceder algo” se escucharon en la televisión los ecos del Presidente. Ese discurso representa al modelo donde el poderoso siempre gana porque impera la ley del más fuerte y el Estado no protege al más débil. Está bien representado por el mago sin dientes y por el lenguaje melindroso que usó Macri, típico de los magos cuando quieren hacer desaparecer algo, como plata de los bolsillos de la gente. Es la Argentina que se opone a la que salió a la calle el miércoles en un acto solidario. Casi no hay intercambio entre las dos orillas. Los paquetes vienen completos. Hace tiempo que los radicales desaparecieron de las movilizaciones por los derechos humanos porque compraron el discurso del neoliberalismo macrista. Gran parte de los jubilados votó las listas de Cambiemos, igual que trabajadores y capas medias. Esa masa se referencia en Macri hablando en el CCK. Hay discursos de una crueldad insana para justificar la desaparición de Santiago Maldonado, en boca de buenas personas que dejan de serlo en ese instante. Las medidas que se anunciaron el lunes perjudican a trabajadores, capas medias y jubilados, muchos de los cuales en este momento se sienten plenamente representados por ese discurso. Aunque pareciera que ese respaldo es espontáneo, para sostener a esa masa aglutinada detrás de un discurso que claramente los perjudica hay un gran esfuerzo del macrismo. No hace falta pensar mucho. Los dos hechos más importantes

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Irrenunciabilidades

Fuente: Benjamín Malamud Lerner* | Ecos de Punilla Fecha: 01 de NOV 2017 Retornan gracias a una hasta ahora saludable memoria, hechos, acontecimientos de lo vivido, especialmente aquellos que por su trascendencia marcaron en cada uno de nosotros, una impronta o generaron una respuesta que los hace imborrables, configurando o que “decidimos ser” en lugar de parecer. Por la magnitud de los conflictos, que se generaron y el componente emocional que las rodeó, uno no desearía que se reiteraran, pero la historia de idas y vueltas en cuanto a derechos y deberes sociales, tiende a reiterarse y retorna, “ya no como tragedia sino como farsa o comedia” –al decir Carlos Marx –, y ese retorno es lo que me impulsa a esta nota. Transcurrían los primeros meses de la dictadura militar en el 76, cuando un representante de la administración de la Clínica donde ejercía mi función de Pediatra, me exigiera que renunciara a un derecho logrado gracias a una decisión del Colegio Médico de Punilla (CMP), por el cual, los médicos que nos desempeñábamos en el ámbito privado y atendíamos las Obras Sociales y mutuales con convenios con nuestro CMP, receptáramos nuestros honorarios a través del sistema bancario y no por las clínicas. Mi no renunciamiento trajo como consecuencias por un lado la negativa a que se le hicieran estudios a un lactante internado, razón por la cual elevé una nota al CMP, en ese entonces intervenido como todas las entidades gremiales. Por otro lado que llegara al gobierno de la Intervención Militar de Córdoba una denuncia de mi presunta condición de terrorista. Gracias a la gestión del Director de la Clínica, el Dr. Enrique Castelli, la denuncia fue desestimada. Retorna en el presente, al igual que durante las administraciones neoliberales de la dictadura y de gobiernos legítimamente elegidos, como el de Menem y De la Rúa, una reforma del sistema laboral que entre otras “desvirtudes” impone “el renunciamiento a conquistas laborales sensiblemente relacionadas con la calidad de trabajo y de vida de los trabajadores, aunque también con efectos indirectos que se manifiestan en sus familias. En ellas si bien lo peor que puede ocurrir es encontrarse desocupados, también la “sobreocupación”, incluso sin reconocimiento de horas extras, priva a los hijos en momentos especiales del desarrollo de su personalidad, de la presencia de las figuras y modelos parentales y a su vez ese tiempo es ocupado por las imágenes televisivas o mediáticas, cargadas de consumismo, violencia, banalidades y una transculturización, donde hasta nuestro idioma se hace añicos. Otros efectos indeseables surgen especialmente, cuando la trabajadora es la mujer, con “mecanismos socializadores infantiles debilitados, incremento del divorcio y familias monoparentales, de depresión, de estrés laboral y de suicidio”.(1) Según la ley de contratos de trabajo, bajo este principio de irrenunciabilidad, “el trabajador está imposibilitado de privarse, voluntariamente, de las garantías que le otorga la legislación laboral, aunque sea por beneficio propio. Lo que sea renunciado está viciado de nulidad absoluta”. “Ni la dictadura, con Alfredo Martínez de Hoz, se animó a tanto”, según el presidente de la Asociación de Abogados Laboralistas, M. Cremonte. Y es solo un aspecto de una “reforma” por la que se “retorna” a modelos abusivos de siglos pasados en la relación laboral. Otra irrenunciabilidad a la que no deberíamos someternos es a la búsqueda de la verdad, incluyendo de fuentes de información confiables, en momentos que la monopolización autoritaria mediática procura que aceptemos las seudo verdades o mentiras como una realidad inobjetable. Hasta el Papa se ha mostrado alarmado por «noticias falsas, esa información infundada que contribuye a generar y alimentar una fuerte polarización de opiniones». La desinformación acerca de donde estaba Santiago Maldonado, no es solo una muestra de ello, sino también del gran objetivo del modelo neoliberal convertido en neocolonial: procurando colonizar, atemorizar, desgastar y adormecer nuestras propias conciencias. Que en la acosada Página 12, prestigioso medio condenado desde el ejecutivo por revelar sus inconcebibles transgresiones o delitos impositivos, no haya publicado el tradicional editorial de Horacio Verbitzky este domingo, nos sirvió como alarma del avance del poder hacia la libertad de expresión. Sin embargo otro censurado periodista (Roberto Navarro) le dio un lugar para que podamos ver y escuchar ese mismo domingo desde nuestra computadora o celular, no desde el televisor, la denuncia de la incorporación en nuestro país del sistema Israelí Pegasus, por el cual ese mismo celular le permite al biopoder, saber todo o casi todo de nosotros (sí, espiarnos) y especialmente de los propios periodistas, tal como lo denuncia quien fuera la “entrevistadora estrella” de la CNN Carmen Aristegui. (2). Las libertades individuales son irrenunciables. Concluyo, para señalar que como defensores de la Vida, “del bios” no podemos renunciar de recordar a quienes por salvaguardar la naturaleza y los pueblos nativos de quienes de ella dependen, en lo que llamamos Patria Grande Latinoamericana, han pagado con su vida ese atrevimiento. Los nombres de 3 irrenunciables mártires, me convocan a hacerlo: Chico Méndez, Berta Cáceres y Santiago Maldonado. Chico Méndez fundó la «Unión de los Pueblos de la Selva», una especie de sindicato que pretendía luchar por las reivindicaciones de los indígenas, los «siringueros», y otros habitantes de la región (La Amazonia) que viven de la caza y pesca.(3) Incluso recibió el premio «Global 500», de las Naciones Unidas por la defensa incansable de los recursos naturales. Su asesinato el 22.12 88 por hacendado Darly Alves da Silva y su hijo Darci, luego condenados o absueltos “ no cambia para nada la triste realidad de Brasil”. Es en esta Amazonia donde Temer autoriza la instalación una poderosa base militar de EEUU: el enemigo, Venezuela. Berta Cáceres, una líder de los pueblos originales hondureños, es asesinada el 3.3 16 siendo los culpables los ejecutivos de una empresa hondureña a cargo de una hidroeléctrica, a la que la activista se oponía (4) y con fuertes relaciones con el corrupto poder estatal, tal como venían denunciando sus familiares con escaso éxito hasta hace muy poco tiempo. Coordinaba el Consejo Cívico de Organizaciones Populares e Indígenas de

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El huevo PRO de la serpiente

Fuente: Jorge Elbaum | Nuestras Voces Fecha: 31 de OCT 2017 Desde la asunción del gobierno de Mauricio Macri, distintos periodistas e investigadores describieron al modelo del PRO y de “Cambiemos” como la expresión de una derecha moderna, republicana y democrática. La expusieron, incluso, ajena a los modelos tradicionales corporativos y discriminatorios, característicos de las diferentes formas que asumieron a lo largo de la historia. Gran parte de sus análisis se concentraron en la discursividad, la cultura política, la observación de sus usos tecnocráticos, su presentación pública y sus manifestaciones comunicacionales. Todos esos análisis dejaron de lado llamativamente dos aspectos centrales de cualquier caracterización política situada: su vínculo con la esfera de la producción y el trabajo y su impronta en relación a la utilización de la violencia “legítima” del Estado. La escena marquetinera del macrismo no solo obnubiló votantes, esperanzados con una derecha dialoguista y republicana, sino que sedujo –al igual que en tiempos de la primera Alianza- a distintos observadores que confundieron la delicadeza infantil de los globos y su musicalización evangélica de optimismos abstractos, con un territorio fértil para la construcción de equitativos consensos ciudadanos. Esos mismos referentes “biempensantes” postularon una “pacificación” de las álgidas discusiones políticas que se diversificaron como producto de la reimplantación, durante doce años, del Proyecto Nacional. Los medios hegemónicos, y sus intelectuales orgánicos, caratularon de “grieta” a lo que supuso un nuevo patrón de distribución de la renta, donde se beneficiaba a los trabajadores y desocupados, cuestionando la matriz instalada desde 1976 hasta los inicios del siglo XXI. La “concordia” anunciada tuvo, desde sus orígenes, la subyacente intencionalidad de disolver la capacidad de transformación que se anidaba en la continuidad -y profundización- del debate público ciudadano, con el sector más empobrecido de la sociedad, empoderado como sujeto social legitimado. La publicidad de una “derecha moderna” duró poco y sus difusores hacen en la actualidad malabarismos teóricos para explicar las mutaciones de aquello que estaba en su origen. Paralelamente, el gobierno de cambiemos empezó a mostrar a su “rey desnudo”, apelando a una discursividad más autoritaria y persecutoria, combinándola con las consabidas frases hechas, eslóganes e invitaciones a esperanzas abstractas y meritocráticas. La escenificación “popular” del macrismo se instituye en la actualidad a partir de fotos carentes de espontaneidad, montadas en calles desiertas o rutas despejadas de potenciales opositores. Todos sus movimientos exponen la identidad intrínseca y estructural de un modelo oligárquico que requiere de tres condiciones para perpetuarse: (a) acoplarse a las corrientes internacionales que disciplinan a los trabajadores, para garantizar su renta, (b) reimplantar el sitial de privilegios para sus grupos hegemónicos, para legitimar su dominación, y (c) apelar a la represión como mecanismo de visibilización de autoridad. Históricamente se denomina “reaccionarios” a los sectores que responden con violencia ante la potencial o real irrupción de cambios sociales. En nombre de su “orden social”, los sectores portadores de privilegios son –y han sido- capaces de despedazar a quienes se atreven a desafiar un estatus quo en el que asienten su espacio de prerrogativas. En la actualidad, el modelo neoliberal rentista se ha lanzado brutalmente a la recuperación del terreno perdido en Latinoamérica desde inicios del siglo. Esta restauración incluye, como en todos los procesos similares sucedidos en el último siglo, la utilización del miedo a los “extraños” y la apelación al enfrentamiento de la “corrupción” como dos caras de la misma moneda, dispuestas para la reimplantación de una tasa de ganancia acorde a sus expectativas, Tanto Europa como América se encuentran atravesados por el mismo intento de “restauración” que tiende a etiquetar a migrantes, minorías y desocupados como los peligros instituidos que deben ser disciplinados, reprimidos, segregados o encarcelados. El terrorismo internacional y el narcotráfico son los subterfugios para instalar peligros e hipótesis de conflicto. Mientras Trump sugiere expulsar a los niños y adolescentes latinoamericanos que permanecen sin sus familias en Estados Unidos e intenta construir un muro a lo largo de la frontera con México, Macri, su ministra de seguridad, Patricia Bullrich, y sus medios de comunicación afines, buscan relacionar la desaparición de Santiago Maldonado con movimientos subversivos ligados con guerrilleros kurdos y con las (disueltas) Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia. Los datos cotidianos de los últimos años contribuyen a conformar un clima de época que exige la implantación de una agenda pública que justifique intervenciones, inversiones en material de seguridad, armamentos, discursos belicistas y políticas represivas. Luego de la masacre en Las Vegas, Trump acusa al “mal supremo” de ser la causa de los casi sesenta asesinados, sin hacer referencia a los empresarios fabricantes de armas o a políticas de control de las mismas. Las “amenazas” se multiplican y el lenguaje de la multilateralidad diplomática es sustituido por permanentes advertencias de intervenciones militares –en Venezuela, en Corea del Norte, en Irán- contribuyendo a una escalada de belicismo discursivo (con ecos nucleares) desconocido en los últimos cincuenta años, desde la denominada crisis de los misiles hasta nuestros días. El aislacionismo británico expresado en el “Brexit”, la irrupción del partido neonazi “Alternativa por Alemania” que cuestiona las políticas de Merkel por considerarlas permisivas, la presencia de discursos fascistas en Francia, enunciados por el partido de Marine Le Pen que humillan diariamente a los musulmanes, los discursos islamofóbicos de Geert Wilders y su Partido por la Libertad holandés y la guerra civil en Siria completan un escenario de inestabilidad cuyo trasfondo es la crisis económica producida por la financiarización de la economía mundial, y sus consecuentes conflictos migratorios, derivados de la ausencia de proyectos internacionales de desarrollo sustentable. Esta inestabilidad es acompañada por otro aspecto del mismo proceso, consistente es un nuevo ciclo de endeudamiento, especialmente por parte de varios Estados latinoamericanos, entre ellos el nuestro, que presagian un futuro de mayor sumisión a los centros financieros internacionales, quienes reiterarán sus exigencias de desregulación, flexibilidad laboral y achicamiento del gasto público. Esta situación brinda un clima propicio para formatear “chivos expiatorios” y fantasmas capaces de instalar la existencia de “grupos de alta peligrosidad social” o simplemente instaurar modelos de jerarquía social

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Cambiemos, una manera de ser

Fuente: Gustavo Varela | Socomba Fecha: 16 de OCT 2017 Son otra cosa. No son la rancia aristocracia del siglo XIX; no son las fieras fascistas del treinta. Se parecen a los de la Revolución Libertadora (los antiperonistas se parecen, cualquiera sea la filiación política o ideológica). Pero estos de ahora son definitivamente otra cosa. Varias, no una, pero lo que más son es efectivos (por eso mismo son patoteros). En la política son de genealogía reciente, de fines de los años setenta y comienzos de los ochenta: finanzas y era digital. O sea, máquinas de producción y resultado. Ni Roca, ni Agustín P. Justo, ni Frondizi. Ni Onganía, ni De la Sota, ni Cobos. Eso es carne vieja. Los de ahora son buitres de carroña actual. No son de derecha: no es ese el rango que los mide. Son otra cosa; neo-empresarios, de bicicleta, aire libre y viernes casual. No tienen país de origen, no les importa la Argentina. Pueden vivir aquí o en cualquier lado. No son conservadores ni ilustrados. Son gentes a pura eficiencia y con muchos recursos técnicos. No tienen cultura, apenas aquella necesaria para el desplazamiento. En general son iletrados, de bostezo fácil frente a un libro. Tienen preocupación por las formas, porque es parte del mismo asunto. Formas superficiales, de packaging de felicidad y armonía, de cartel en el subte que dice: “Si alguien se siente mal, ayudémoslo”. Lo obvio se convierte en slogan. Este marketing de vida sana y comprensión es la exudación de la economía política que sostienen. Son corporaciones que negocian. Ni fábricas fordistas ni empresa familiar. Estas corporaciones no tienen dueño, los excede. Son más grandes las acciones que la voluntad individual de un dueño. Por eso no importa si es Mauricio Macri o quién sea. Macri es un muy buen exponente, sí, pero el asunto es más amplio, de inscripción internacional, de lazos más complicados, de intereses cruzados. Tienen entrenamiento en el exterior, todos bajo el ala de las finanzas; son eficaces, muy eficaces para lo que quieren. Insisto: no son la derecha ni son conservadores. Son neo. Pura demolición a fuerza de anticipación financiera. Neo; no es ambición sino procedimiento: es la forma de operación sobre los otros. La eficacia no admite caras, ni parentescos, ni pertenencia grupal. Cuando hablan de equipo es porque los vínculos responden a esquemas funcionales. Son cuerpos de abrazo rígido, de compromiso con la tarea y nada de comunión. Es un equipo gélido. Por eso se abrazan como repeliéndose. La forma de operar sobre los otros es bajo una apariencia (amenaza) de modernización permanente. El Ministerio de modernización es la institucionalización del dominio financiero por encima de cualquier otra razón. No son humanistas, no dudan. Retroceden, a veces, pero no dudan. Saben a dónde van y no necesitan que haya alguna mediación. No tienen un proyecto de país. No les importa. Son lo más agudo del capitalismo, su bisturí más impiadoso. No es un nombre. Son otra cosa: una raza política nueva que casi no conocemos. La administración del gobierno actual tiene una forma específica de ejercer poder: es la política vaciada como aplicación (app). No hay votantes, hay usuarios. Eso ofrecieron en las elecciones: aplicaciones para usuarios. Es decir, herramientas de uso y habilitación personal: ser felices, estar todos juntos, la alegría es poder colaborar, en todo estás vos, mirar al futuro. La aplicación más elocuente: cambiemos. Ante cualquiera de estas aplicaciones, la fuerza argumental en contra es vista como violencia. Y en el colmo de la aplicación, como soberbia. La política como aplicación es el desplazamiento del elector al usuario móvil. La eficacia y la extensión de los íconos salen de las pantallas y se instalan y actualizan en la vida cotidiana. Google play: 700 mil aplicaciones bajadas. Android: más de un millón. Apple, millón y medio aprobadas desde 2008. 35.000 millones de descargas. La extensión no reconoce clase social ni lugar de origen. 35.000 millones (sólo de Apple) es signo de una práctica orgánica, de un tipo de necesidad vital. 35.000 millones: no elegimos, estamos adentro. Sergio Massa como opositor peronista es una aplicación del gobierno actual. En otras funciones, lo mismo Hugo Moyano y también lo fue el Momo Venegas. Los intendentes radicales, volver al mundo, el fin del cepo, ñoqui, contramilitancia, todas son aplicaciones conminadas al uso y la propagación. Y efectivas para administrar usuarios. El yaguareté de los billetes es la aplicación “basta de historia política”. Multitasking Pro. Narcotráfico: la reiteración del tema, la insistencia y difusión permanente, es la composición de una nueva aplicación. Es necesario instalar el ícono en cada pantalla: Narcotráfico. No vemos claramente qué es; es suficiente el ícono. Eugenio Zaffaroni da un reportaje. Argumenta: “Al narcotráfico no le importa la Argentina porque queda lejos de Estados Unidos, lejos del lugar del consumo. El narcotráfico no es un problema aquí”. La aplicación se distribuye igual. A la aplicación no le importa Zaffaroni, no hay lugar para los argumentos de Zaffaroni. La aplicación es eficiencia sin ética ni compromiso. Por eso puede ser una y lo contrario. Carlos Melconián: “Vamos a devaluar”; Macri, un día después: “No devaluamos”. La aplicación se actualiza. Todo es posible. Cedamos siempre el asiento. Dejemos bajar antes de subir. Tiremos la basura en los cestos: aplicaciones para la vida Pro. La más clara, la que indica el gesto de un solapado disciplinamiento social: Esperemos siempre detrás de la línea amarilla. No todo es aplicación. El poder judicial, el poder mediático y las fuerzas de seguridad no son aplicaciones, son la garantía de funcionamiento de las aplicaciones. ¿Para qué? Para la marcha precisa de la economía financiera y del vaciado político. La aplicación que ya no sirve, se borra o se elimina (Ernesto Sanz y buena parte del radicalismo). El ícono Pro, con su tecla de avance, no es un partido sino una aplicación con voluntad de vaciado político. El gobierno Pro no fue votado, fue descargado por un 51 por ciento de usuarios. Esa es su conquista inesperada.

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Quién es quién en la operación Indalo

Fuente: Ari Lijalad | Nuestras Voces Fecha: 29 de OCT 2017 Hace algunas semanas se conoció que Cristóbal López y Fabián de Sousa buscan desprenderse del Grupo Indalo. Entre los compradores está Jorge Rosner, financista del Grupo Macri y de Clarín. Pero también el fondo OP Investments, radicado en Estados Unidos. Hasta Marcelo Tinelli opinó sobre la venta. Un joven pero potente buffete de la city porteña interviene en el negocio. Todo a pesar de que las empresas que integran el holding están inhibidas por orden del juez Ercolini por una deuda con AFIP. ¿Quién es quién en esta operación que puede reducir aún más el arco de medios críticos al gobierno? El futuro del Grupo Indalo, el holding multirubro comandado hasta ahora por Cristóbal López y Fabián De Sousa, es una de las incógnitas centrales de los últimos días. Si bien hace meses que circulan versiones de una venta debido a la ruinosa situación fiscal y judicial que atraviesan, ahora los rumores se convirtieron en avances concretos. Quedan, sin embargo, varios obstáculos para que se concrete el pase de manos. Una operación que incluye fondos radicados en Estados Unidos, un financista ligado a los grupos Macri y Clarín, abogados de la city, a Marcelo Tinelli, jueces permeables que mantienen inhibidos los bienes en disputa y un Gobierno que, entre otras cosas, tiene especial interés en esta operación por el destino de los medios de comunicación del Grupo Indalo, entre ellos C5N y Radio 10, que asomaban como voces discordantes en el afinado coro mediático oficialista. Compraventa Los vendedores son más conocidos. Se trata de Cristóbal López y Fabián De Sousa, que construyeron un grupo empresario partiendo de sus negocios con el juego y luego diversificado hacia la energía, combustibles, infraestructura, alimentos, industria, finanzas y medios de comunicación. Su antigua relación con la familia Kirchner es vox populi. Lo mismo sus asuntos con el fisco: acumulan una deuda de más de 8 mil millones de pesos con la AFIP, generada al no pagar el Impuesto a la Transferencia de los Combustibles (ITC). La idea de López y De Sousa era deprenderse de algunas empresas para pagar la deuda, pero el juez contencioso administrativo Enrique Furnari impidió que se desmembrara el Grupo hasta que no resolviera el pago de su deuda. La AFIP denunció penalmente a ambos dueños de Indalo, causa que quedó en manos del juez Julián Ercolini –de los más permeables y maleables de Comodoro Py– que inhibió todos sus bienes. Con este panorama, López dejó trascender que no soportaría ir preso y aceleró las negociaciones para desprenderse de sus empresas. El primer intento fallido fue con los mendocinos del Grupo Terranova, cercanos a Macri. Ahora aparecieron nuevos interesados. Los compradores reales son aún un misterio. Alguna de las partes de esta operación decidió filtrarla a la prensa. La vía elegida, el diario La Nación. El pasado miércoles, el periodista Hugo Alconada Mon publicó que el Grupo Indalo quedará en manos de un financista, Ignacio Jorge Rosner. Al día siguiente, el mismo medio y el mismo periodista dieron por concretada la venta del Grupo Indalo al fondo OP Investments, pese a que las empresas que integran el holding están inhibidas por orden del juez Ercolini. OP Investments es un nombre genérico que utilizan los fondos de inversión. Aún no se sabe quiénes serán realmente los que aporten el dinero. Estos inversores emitieron un comunicado donde anuncian la adquisición del 100 por ciento del Grupo Indalo que, según el texto, comprende más de 170 sociedades. “OP Investments firmó el acuerdo de adquisición el pasado 20 de octubre”, afirmaron. El único dato que dieron es que está radicado en Estados Unidos. Según el portal opencorporates.com, en Estados Unidos hay varios fondos con ese nombre. El financista Diez años en el Grupo Macri, diez años en el Grupo Clarín. Ese es el núcleo del currículum de Ignacio Jorge Rosner, que parece ser el ariete de la operación Indalo. Cuando reveló su nombre como el armador de la operación, el periodista Alconada Mon lo presentó de forma escueta: “Egresado en 1975 del colegio Cardenal Newman –en la promoción anterior a la del presidente Mauricio Macri–, Rosner trabajó para el Grupo Clarín, integró el directorio de Papel Prensa, pasó por los grupos agropecuarios El Tejar y La Banda, y desde 2005 es el director ejecutivo del fondo Latin American Assets Management LLC, con oficinas en Buenos Aires, San Pablo, México DF, Nueva York y Londres”. Hay algunos datos más en la biografía de este financista. En su perfil de Linkedin, Rosner revela que no sólo compartió el Newman con Macri. Al igual que el presidente, también se recibió de ingeniero civil en la Universidad Católica Argentina. Luego hizo un seminario en el Massachusetts Institute of Technology entre 1991 y 1992. Dice que tiene más de 30 años de experiencia en medios, negocios agropecuarios, energéticos, eléctricos y en la construcción. Detalla su paso por proyectos de infraestructura como las hidroeléctricas Yaciretá y Piedra del Águila, entre otros. En 1985 ingresó a IECSA, por entonces aún bajo el mando del pater familia, Franco Macri. Se quedó hasta 1995, cuando pasó al Grupo Clarín. El currículum de Rosner muestra una prolífica carrera dentro del Grupo Clarín, donde integró los directorios de sus principales empresas. En 1998 ya era director de CIMECO, la compañía que comparten Clarín y La Nación para administrar los diarios La Voz del Interior y Los Andes de Mendoza. Compartía la mesa de trabajo, nada menos, que con Julio César Saguier, José Antonio Aranda y José Saenz Valiente. Es decir, parte de los dueños de los diarios y su abogado de confianza. En 1999 fue director titular en CTI y en 2002 llegó a ocupar la vicepresidencia. En 2000 ya figura como director titular en el directorio del Grupo Clarín comandado por Héctor Magnetto y José Antonio Aranda. El cargo de director titular lo tenían también Lucio Pagliario (el cuarto accionista del Grupo), los Sáenz Valiente (abogados de confianza), Saturnino Herrero Mitjans (lobbista

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“Cambiemos impuso su interpretación”

Fuente: Martín Granovsky | Página 12 Fecha: 24 de OCT 2017 Alejandro Grimson dijo a este diario que “la antropología no es la única disciplina que ve la importancia de no perder jamás la determinación de cuál es el punto de vista de los actores sociales”. Admitió que lo mismo hacen muchos sociólogos o historiadores. Pero aclaró que “los antropólogos buscamos ese punto de vista obsesivamente, porque si te olvidás de la subjetividad de los demás dejás de ser antropólogo”. –No tengo relativismo ético, moral o político –dijo a PáginaI12 este investigador del Conicet y la Universidad de San Martín–. Pero como antropólogo debo comprender incluso lo que no comparto. Y, ya que estamos, no sería una mala cosa para la política, ¿no? O para analizar las elecciones. –¿Por qué triunfó Cambiemos? –A mi juicio, no ganó porque pudo resolver los problemas sociales y económicos que se agudizaron en los últimos años. Ganó porque pudo resolver la interpretación de la causa de esos problemas y, para sus electores, consiguió quedar fuera de la responsabilidad. Una gran parte de los votantes de Cambiemos no considera que está mejor que antes. Pero piensa que los problemas actuales no son culpa de Cambiemos. Y sigue teniendo una expectativa alta de que las cosas mejoren en el futuro. Hace más de un año que existe una brecha entre personas con altas expectativas hacia el futuro, que son alrededor del 50 por ciento, y personas que dicen estar mejor y son una franje mucho más chica: alrededor del 20 o 25 por ciento. Néstor Kirchner dijo una vez que la política es cash más expectativas, Cambiemos no ganó por cash sino por expectativas. En algún momento esa brecha entre los dos grupos puede cerrarse. –¿Cómo? –Una posibilidad es que la gente esté mejor y lo sienta así. Otra es que esté peor y las expectativas se diluyan. Muchos de nosotros pensamos que esa brecha se resolvería pronto. El logro de Cambiemos es haberla mantenido mucho tiempo. No se cerró en su favor, pero tampoco en su contra. –¿Los votantes tienen intereses objetivos? –Hay un problema de concepción de la política y de lo social que parte de una presunción muy polémica: la de suponer que alguien sabría con certeza absoluta cuáles son los intereses de los votantes. Como si fueran intereses totalmente objetivos. Por ejemplo, es probable que todos querramos ganar salarios más altos y pagar menos de luz y de agua. Pero la gente tiene ilusiones, confianzas, desconfianzas. A veces puede identificar su propio interés con el interés del personal jerárquico de su propio trabajo y no con sus pares. Puede querer por sobre todo una inflación baja porque prefiere cierta previsibilidad a situaciones que considera inestables. Y podría seguir. –¿Los intereses son fijos? –No. Se van desplazando a lo largo del tiempo. Si las personas consiguen ciertos objetivos en términos económicos cambian sus demandas y pasan a tener otras, por ejemplo vinculadas a la transparencia, al transporte público o a la seguridad ciudadana. Es erróneo tener una concepción objetivista de la política, que pase por alto los imaginarios o el deseo. –Sin ser objetivista, ¿no hay un terreno objetivo? –Tomemos la ciudad de Buenos Aires, donde el índice de aprobación de Horacio Rodríguez Larreta, de alrededor de un 70 por ciento, supera inclusive la votación de Elisa Carrió. La gestión no hizo subtes pero sí cumplió con otras cosas o cositas que las personas perciben como concretas y en su beneficio. Y para hablar a nivel nacional, la inflación de 2017 es altísima pero menor que en 2016. El desempleo todavía no se disparó a las cifras a las que podría llegar sin el famoso gradualismo del Gobierno. O quizás la percepción sobre Cambiemos fue buena porque el Gobierno recién hará desde hoy lo que hasta ahora postergaba porque buscaba una legitimación electoral de medio término. –Sin embargo el Gobierno no prometió un tarifazo pero no escondió que subirá tarifas o practicará una reforma laboral. –La campaña de Macri en 2015 se enmarca en la famosa frase de Menem: “Si les decía lo que pensaba hacer no me hubieran votado”. La elección del último domingo 22 fue distinta. No solo fueron anunciando lo que vendría sino que resultaron efectivos en cargar las culpas de la inflación de 2016 sobre el kirchnerismo, sobre muchos de cuyos funcionarios pesan cuestiones judiciales. –Pero hubo procesos de movilización. –Sí, con una intensidad pocas veces vista en una situación que no es terminal como en 2001 o 2002. Hubo marchas por temas científicos, educativos, sociales y de derechos humanos. Pero se trató de heterogeneidades políticas que no pudieron ser sintetizados por ninguna fuerza política por sí sola. Cambiemos pudo imponer su interpretación sobre los problemas de la realidad y al mismo tiempo hubo fragmentación de las oposiciones al proyecto político del Gobierno. –Los grandes medios jugaron a su favor. –Sin duda. Y no menosprecio su enorme poder pero tampoco lo absolutizo. En la Argentina y en América Latina triunfaron y se mantuvieron en el Poder Ejecutivo procesos políticos que no coincidieron con la visión de los grandes medios. Cuentan las oleadas, los ciclos o los momentos. –¿Lo mismo pasa con las redes sociales? –Es una dimensión diferente. A veces incluso sirven para fenómenos de democratización. Hay grandes movilizaciones convocadas a través de las redes. –La marcha contra el dos por uno sentenciado por la Corte Suprema, en mayo último. –Sí. Una marcha que fue posible porque reflejó el rechazo visceral de la sociedad argentina ante el fallo. –¿Todo es visceral en política? –En el voto se juegan emociones, identidades, relaciones entre emociones y bolsillo, entre emociones y casa propia, entre emociones y derechos… Ahora está de moda decir que todo es nuevo. Pero el voto de febrero de 1946, cuando Juan Perón le ganó a la Unión Democrática, también puede ser analizado como un voto visceral. Si pensabas que Perón era nazi votabas visceralmente a Tamborini-Mosca. Si estabas convencido de que la Unión Democrática era la oligarquía votabas

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Mirar de frente

Fuente: Alejandro Mosquera | La barraca Fecha 23 de OCT 2017 El triunfo de Cambiemos en los principales bastiones populares y su extensión territorial con excelentes guarismos en todo el país expresa la consolidación del Macrismo como maquinaria electoral y como fuerza política de gobierno. A la vez la dispersión de la oposición, las mil variantes del pan-peronismo, la buena elección de Cristina pero que perdió en la provincia, la derrota del peronismo colaboracionista, el buen papel de la izquierda trotskista pero distante de las luchas por el poder, son los condimentos para analizar de frente el nuevo escenario político, sus posibilidades. Algunas primeras reflexiones que intentan apuntar a un debate necesario para comenzar un etapa de reconstrucción de una alternativa política con capacidad de mayorías para luchar contra el ajuste, el achicamiento de la democracia y de los derechos y endeudamiento masivo, y sobre todo para derrotar a la derecha democráticamente en el 2019. EL PRO-Cambiemos El poder real ha construido una fuerza política (PRO-Cambiemos) con capacidad e inteligencia para plantear una agenda de reformas neoliberales y a la vez consolidar su apoyo electoral. Subestimar esta fuerza es un yerro que se paga en el desarrollo de estrategias que en muchos casos son funcionales al oficialismo. La idea del engaño, de la estafa electoral no alcanza a explicar la magnitud del apoyo popular. Hay una disputa sobre valores, sentidos, una batalla cultural que impone también sus correlaciones de fuerza. Es más determinante en la estrategia del poder la grieta por ellos construida, estimulada y propagandizada hasta el hartazgo. El radicalismo ha sido prácticamente deglutido por el PRO. Cambiemos es verticalmente dirigido por la mesa chica del PRO. Y los cacicazgos territoriales radicales que perduran no conforman una fuerza política nacional. El PRO ha logrado construir ofertas de posibles relevos del liderazgo (hoy indiscutido) de Mauricio Macri: Peña, Vidal, Larreta. Cuestión que el espacio nacional-popular no logró en 12 años de hegemonía y gobierno. El nuevo escenario deja al gobierno con la capacidad de situar en el centro político su agenda de reformas, que más allá de las formas de lograr los consensos en el Congreso, son básicamente el tradicional plan neoliberal.   El No Macrismo El peronismo presenta diversas variantes que van desde el colaboracionismo abierto, a los pactos de gobernabilidad, a la oposición y la resistencia al ajuste. La división ha sido funcional al PRO-Cambiemos. Los dos ejemplos más evidentes son la provincia de Buenos Aires y el Chaco. Los sectores colaboracionistas y los gobernadores que se allanaron al chantaje del gobierno central recibieron un golpe electoral. El caso paradigmático ha sido el Gobernador de Salta Juan Manuel Urtubey, que defendió tantas las políticas del Macrismo, criticó tanto a Cristina Fernández de Kirchner, que ayudo a que el electorado terminara apoyando mayoritariamente a Cambiemos, hundiendo aparentemente su idea de lanzarse como candidato a Presidente. El kirchnerismo logró situarse como segunda fuerza en el orden nacional, pero los efectos de la derrota de CFK todavía no están claros. Oportunamente en el discurso de anoche la expresidenta marcó correctamente el desafío de la unidad para construir una alternativa, que se suma a la idea de continuidad de Unidad Ciudadana, y a un poco entendible señalamiento solo será posible esa unidad teniendo como columna central a su fuerza política. En la Ciudad de Buenos Aires el triunfo de Elisa Carrió y Rodríguez Larreta fue arrollador, que se explica por el aval que tiene la gestión de la ciudad, por ser el distrito donde más penetro la estrategia de la grieta, y también se pagan años de falta de una estrategia de poder del espacio nacional y popular, y un privilegio de acuerdos restringidos y al reparto de cargos que a una ampliación del frente amplio plural e inserto en las particularidades y necesidades de los porteños. Si bien Cambiemos gano holgadamente en Santa Fe, el papel de Agustín Rossi alienta la posibilidad de una política de construcción de un frente amplio fuera del territorio bonaerense. El massismo ha sido uno de los principales derrotados en estas elecciones. La pérdida de votos a favor del PRO-Cambiemos muestra a las claras que su respaldo en anteriores elecciones estaba ligado a su anti-kirchnerismo, que su política de poner como centro de su crítica a CFK y el colaboracionismo con el gobierno ayudó a que se debilitara a favor del oficialismo. Si bien parece lesionado en sus deseos de encabezar un proceso de renovación y unidad del peronismo sin el kirchnerismo, es un espacio político que tiene capacidad de maniobra y sus votos en el Congreso serán necesarios tanto para enfrentar las leyes neoliberales o para lograr los apoyos que necesita el gobierno para llevarlas a cabo. Si fuera por el discurso después de los resultados electorales de su líder parecen acercarse a esta última variante, aunque no parecen las convicciones de Solá ni de Mendiguren. Veremos. En el caso de Florencio Randazzo varias cuestiones quedaron ratificadas. La más evidente que contar con el sello del PJ no trae aparejado los votos que tiene el peronismo en la provincia de Buenos Aires. La derrota sufrida, sobre todo por sus guarismos y quedar últimos detrás del trotskismo, lo deslegitiman para liderar un proceso de “modernización” del peronismo. Y les será muy difícil que en la conciencia popular de los sectores más activos no quedé a flor de piel que fueron funcionales al triunfo de Vidal y Cambiemos. Faltan actores para una Alternativa Cuando se revisa toda la extensión del país se constata la desaparición de las fuerzas de centro-izquierda, de izquierdas populares o nacional-populares y transformadores por fuera del kirchnerismo. Una parte de sus expresiones políticas y dirigenciales abandonaron sus postulados para sumarse más o menos abiertamente a las fuerzas de la derecha en sus variantes neoliberales o conservadoras, otros conservaron identidad pero asumieron las políticas de la derecha. La derrota del Socialismo en Santa Fe habrá que estudiarla en esas coordenadas para no achicar la política solo a candidatos, la gestión o la polarización.

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La responsabilidad de Gendarmería

Fuente: Juan Alonso | Nuestras Voces Fecha: 22 de OCT 2017 El juez Gustavo Lleral dijo que habrá que esperar dos semanas más para determinar, según los datos que arroje la autopsia, la fecha aproximada de la muerte de Santiago Maldonado y saber cómo se produjo. El gobierno salió nuevamente a despegarse de la responsabilidad del caso. Repasamos en esta nota los puntos centrales que demuestran que Gendarmería está involucrada en la muerte de Maldonado: el rol de Noceti, los gendarmes identificados durante la respresión, el terror del sargento Pelozo y las contradicciones del subalférez Echazú. ¿Por qué todavía no se allanó la estancia de Benetton? ¿Por qué no se peritó el teléfono de Noceti? Esta crónica está hecha sobre la muerte. Una muerte joven. La de Santiago Maldonado. A veces escribir es lacerante. Los primeros datos de la autopsia determinaron, según fuentes confiables, que no hubo lesiones visibles o aparentes, pero eso no significa que no haya sido obligado a arrojarse al río con el agua fría que calaba los huesos. Los resultados finales de la autopsia estarán en quince días. Santiago murió durante un operativo represivo de la Gendarmería. De ahí en más (casi) todo es debatible, menos la consecuencia funesta de haber puesto en marcha un aparato militarizado capaz de acorralar la vida. Argentina vive uno de los momentos más oscuros de su historia. Un gobierno negador que intentó tapar la responsabilidad de la Gendarmería en la muerte de Santiago desde el 1 de agosto. Hay al menos siete gendarmes identificados. Llegaron a la vera del río después de las 11:32 del 1 de agosto, luego de que la propia fuerza tomó una fotografía de Santiago vestido de azul-celeste a la izquierda de una casilla de la Lof en resistencia mapuche de Cushamen, Chubut. Lo que sucedió después de ese fragmento de tiempo encriptado hasta las 12:30 es un misterio macabro. Santiago hoy estaría vivo si no fuese porque la Gendarmería entró de forma ilegal con la ruta despejada. Este gobierno eligió al pueblo mapuche como chivo expiatorio y lanzó una cacería criminal que aquí venimos narrando desde enero. Santiago tenía una causa sublime: fue hermano de los otros. Por eso estaba en el kilómetro 1848 de la ruta 40 a las 18 horas del 31 de julio. Para pedir por la libertad del lonko mapuche Facundo Jones Huala, preso desde fines de junio en Esquel, con pedido de extradición de Chile. Podría decirse que el dramático desenlace de la vida de Santiago comenzó cuando Mauricio Macri y su ministra de Seguridad, Patricia Bullrich, decidieron elegir a los mapuches como hipótesis de conflicto. A las 10 de la mañana del 31 de julio, el jefe de Gabinete del Ministerio de Seguridad, Pablo Noceti, encabezó una reunión en la ciudad de Bariloche. Allí estaban los jefes regionales de las fuerzas federales, sus pares de la Policía de Chubut y de Río Negro, y el ministro de Gobierno de Chubut, Pablo Durán. ¿Qué discutieron? Un informe de Inteligencia de Gendarmería que decía “R.A.M.” (Resistencia Ancestral Mapuche). Allí constaban seguimientos de antigua data, que definieron como de “seguridad nacional” y aconsejaron no revelar el contenido completo de esa carpeta sigilosa. Aquella vez Noceti hizo una arenga sobre lo “inconveniente” para “el turismo y las inversiones agropecuarias de los productores locales y extranjeros” el hecho de convivir en la Patagonia con “un grupo de mapuches extremistas”. Con esos mapuches, que Noceti y los funcionarios de su Ministerio, entre ellos, Daniel Barberis y Gonzalo Cané tildaron como “terroristas” estaba Santiago Maldonado. Viajó desde El Bolsón a Cushamen en la camioneta 4×4 de la testigo Claudina Pilquiman y participó del corte de ruta del 31. Así fue grabado por el Canal 4 de Esquel y reconocido por sus familiares, amigos y la comunidad mapuche. ¿Qué sucedió después? Pasó la noche en la Pu Lof con varios testigos, entre ellos Matías Santana, tan hostigado por estas horas de odio y persecución contra el pueblo mapuche. Todo comenzó a transformarse en una sombra maligna. Fue luego de las 11:15 del 1 de agosto. Al verse en minoría, los mapuches y Santiago huyeron rumbo al río Chubut, y en ese lugar Santiago se topó con los gendarmes y su muerte. Dentro de la comunidad sólo quedaron dos mujeres y sus niños. ¿Qué gendarmes estaban en los alrededores? Uno de ellos era el sargento Juan Carlos Pelozo, quien declaró ante el juez Guido Otranto, las querellas y el defensor oficial Fernando Machado. En esa ocasión, Pelozo estaba muy nervioso. Vestía una campera negra y la risa que esgrimió durante “el procedimiento” al andar por las vías de La Trochita, se le esfumó del rostro cuando le preguntaron sobre el subalférez Emmanuel Echazú: –¿Lo vio a Echazú dentro de la comunidad? –Sí, haciendo las actuaciones. –¿Y en el río? –No, yo en el río no lo vi… Es curioso lo de Pelozo. En estas horas llamó a un familiar para que lo asista en su abismo personal. Tiene miedo al miedo. Es decir: pánico. Vive dentro de un cuartel y teme a sus camaradas, a los mapuches y al destino. La última vez que estuvo frente al Juez pidió garantías para él y su familia. Declaró que fue uno de los primeros en llegar al río, pero dice que no vio a Echazú, del que hemos hablado varias veces aquí. El subalférez Echazú bajó al río con una escopeta calibre 12/70 que carga postas de goma y plomo, y volvió con una fractura de pómulo y serias heridas en el maxilar. Dijo que había sido herido con una piedra al igual que su colega Ernesto Yáñez antes de ingresar por la tranquera de la Pu Lof. Pero no. El enfermero Juan Ramos y los escopeteros Darío Rafael Zoilán y Aníbal Cardozo aseguraron en la causa que lo vieron con un abundante sangrado hasta el cuello del uniforme dentro del territorio mapuche y no afuera. ¿Si Echazú y Yáñez fueron heridos dentro de la Lof, hubo delito en flagrancia?

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Los ojos

Fuente: Jorge Elbaum | Página 12 Fecha: 21 de OCT 2017 Nosotros queríamos que vean sus murales, sus dibujos hechos con palitos en la tierra pedregosa de Chubut, que se tomen el tiempo para ver cómo hacía pacientemente sus tatuajes sobre la piel desnuda. Queríamos que sepan que él estaba emparentado con las causas chiquitas de pueblos dolidos y estábamos desesperados por hacer visible aquello que no se ve en los monitores ni en las letras borrosas de varios periódicos. Eso que sólo puede apreciarse en la luz que se dibuja en los charcos de agua, alguna mañana: que el pibe no andaba por ahí para salir en la foto. Muchos buscábamos palabras debajo de todas las cosas, en los rincones, en la memoria de otras décadas, para poder poner en evidencia que Santiago andaba con sujetos vulnerables, cuyas inmensas y peligrosas posesiones eran sus identidades, sus palabras, sus enojos y sus tierritas reivindicadas. Llegó un momento en que nos empezamos a desesperar por transmitir la obviedad de una historia que hace de policías, gendarmes y prefectos los grupos de tareas adiestrados nuevamente contra los humildes. Ahí fue que nos obstinamos en ejemplificar analógicamente que no es posible culpabilizar por la violación a una mujer por la simple utilización de una falda cortita: que acompañar a los que exigen, a los que demandan, a los que se expresan, no podía originar la pena de muerte. Nosotros queríamos que mirasen sus rastas pero sin dejar de mirar sus ojos. Que hubiesen tenido el coraje de enfrentarse a su proyecto vital colmado de noches inmensas, veranos de mar, fueguitos cordilleranos y sonrisas cómplices. Que lograsen sentir la compasión orientada a la pureza del tipo que se solidariza con los más necesitados, que pudiesen conmoverse con un pibe que no se desespera por entrar a empujones en los palacios lustrosos, donde se mercantilizan voluntades, para congregar razones ordenaditas de odio y dinero. Nosotros queríamos que advirtiesen lo evidente, lo que hay oculto hoy entre brumas catódicas y los discursos cínicos, apurados por la marcha de uniformes blindados, con augurio de violencias. Por eso nos desesperábamos para que supiesen identificar a quiénes están allá, del otro lado del río: los aceros del extractivismo, los terratenientes devotos de empresarios/gobernantes, los inversores que compran tierras con artificios financieros garantizadas por manejos neoliberales y pagaderos por la sociedad toda. Nosotros estábamos ilusionados con transmitir la evidencia de que Santiago acompañaba a quienes descienden de las víctimas de las “Campañas al desierto”. Que fue a abrazarse con los nietos de los fusilados de la Patagonia trágica. Que escoltaba a los mapuches porque desconfiaba de las lógicas miserables y crueles instaladas en nombre de las sacrosantas verdades del mercado. Nosotros estábamos ilusionados con la posibilidad de identificar, de señalar, a los pretorianos perseguidores de toda ternura, armados una y otra vez –hasta los dientes– en nombre de sus brutales razones de meticulosa eficiencia. Nosotros queríamos transmitir –como un virus protector– su esperanza en la fraternidad, su indignación, su sensibilidad ante el crujir de los otros, su rechazo a todas las formas encargadas de triturar ilusiones. Queríamos que sea él quien nos haga el tatuaje de una estrella en cada ojo para poder mirarnos con un poco más de ternura y esperanza. Pero, lo que más queríamos, lo que más esperábamos, era que estuviese vivo.

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