24 de marzo de 1976
Fuente: Jorge Alemán | La Tecla Eñe Fecha: 23 de MAR 2018 Cuando ya anochecía en Buenos Aires la ciudad se había transformado en una cacería llevada a cabo por las fuerzas armadas. Se disipaba definitivamente la vana esperanza que algún sector bienpensante había elucubrado: el golpe iba a aminorar la ferocidad asesina de la Triple A de López Rega bajo el gobierno de Isabel. Por el contrario se confirmaba que la Triple A era la primera parte del ensayo de un genocidio planificado. Por razones inefables un compañero, Rodolfo Ladaga, y yo, atravesamos la ciudad hasta llegar a un café que frecuentaba mi Padre. Aún no sé qué buscábamos. De un modo lacónico mi Padre dijo con amargura “habrá que irse”. En nuestro caso ya no quedaba nada en pié, todos nuestros espacios estaban intervenidos. Recuerdo que cuando volví en Democracia, mi amigo Federico Caretti me pidió que conversara con su madre, quién padecía un “trastorno” por su senilidad. Fui a su casa y me argumentó obstinadamente que esa no era su casa, ni su calle, ni la iglesia de enfrente era la iglesia de enfrente. ¿Esta calle no es Marcelo T? pregunté amistosamente. Se parece, me dijo pero no es Marcelo T. La madre de mi amigo había perdido a su hijo, dirigente de la UES asesinado por las FFAA, y otro hijo se había muerto en el exilio. Los neurólogos llaman a este estado “síndrome de Capgras”. Sin embargo, cuando me retiré de la conversación tuve la certeza de que en su locura “senil” se alojaba la mejor descripción de lo sucedido. Así se lo comenté a mi amigo: Buenos Aires no está bombardeado, no hay cráteres, el obelisco sigue en su sitio etc., pero aquí hay algo que ha quedado dislocado para siempre y ninguna de nuestras calles ni nosotros ya seremos quienes creíamos ser. Un terremoto de gran magnitud pero invisible había tenido lugar, tal como lo dice Fabiana Rousseaux, un silencio agudo y eterno había penetrado las cosas en su ser íntimo. Pero la historia es el lugar donde lo reprimido retorna. Nadie festeja el día del alzamiento nacional franquista, salvo un reducido grupo de ultraderechistas nostálgicos Ahora todo el mundo fue demócrata en España. En cambio en Argentina se fue imprevistamente construyendo un fenómeno político excepcional, incomparable, seguramente único en el mundo. Gracias a las Madres, Abuelas, Hijos, movimientos de derechos humanos y movimientos sociales, el 24 de marzo se resignificó en un acto colectivo de memoria militante. En este punto no se puede ignorar el papel de quienes gobernaban el Estado. Como si un performativo colectivo hubiera transformado una afrenta absoluta a la condición humana en un día de conmemoración militante que viene a mostrarnos que “no Todo” es matable. El 24 no es la resurrección pero si la mostración en acto de lo que no termina de morir nunca. La huella de lo que nunca termina de morir, lo que no puede ser asesinado del todo está siempre presente en el núcleo de cualquier proyecto emancipatorio. Por eso este acto, este día, es el que supervisa en última instancia a todo el proyecto político, el actual y lo que vendrá también. El homenaje del 24 no celebra nada ni borra el insulto a la Humanidad que se perpetró. Pero rememora lo que ahora y siempre nos interpela, el deseo, “que hace que la vida no tenga sentido si produce un cobarde”. * Profesor honorario de la UBA, miembro de la Asociación Mundial de Psicoanálisis, de la Escuela Lacaniana de Psicoanálisis (España) y de la Escuela de Orientación Lacaniana (Argentina). Poeta.